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The Plan PDF
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MaJo MadHatter
Pau
Aria
Índice
Sinopsis
Cindy tiene el corazón roto. El amor de su joven vida, la persona que ha
idolatrado desde su nacimiento, ha muerto. Cindy amaba a su hermana más
que a la vida misma, era todo su mundo, pero luego se suicidó y Cindy quiere
saber por qué.
Cindy, una chica joven, ambiciosa y decidida, hereda todo lo que su hermana
tenía, incluyendo un pleito con el hombre que Cindy sospecha, asesinó a su
hermana. Jura vengarse de este tirano multimillonario, este asesino sádico, y
se va a Las Vegas para seguirle la pista. Asume una nueva identidad, una
nueva persona, se une al burdel donde él es el mayor cliente y se pone a
trabajar.
Cindy ya no es una chica inocente con el corazón roto. Ahora es Kelly West,
una mujer luchadora que hará cualquier cosa para conseguir lo que desea, y
Kelly quiere poner a este multimillonario de rodillas.
L
a limusina olía asqueroso, una mala combinación de cerveza y
de vómito. Me estaba enfermando. Anoche esto era una fiesta
en el auto, transportando una despedida de soltera con damas
de honor borrachas; hoy es un auto solemne llevando a una familia afligida al
cementerio. Iba en el coche con un par de primos y tías, me dirigía al camposanto
para enterrar a mi hermana mayor, mejor amiga y mi héroe, Penny West.
Tía Debbie era la única hermana de mi mamá. Cuando Penny y yo éramos
niñas, la visitábamos durante dos semanas en las vacaciones de verano. Tía Debbie
era tan dulce, de buen corazón y generosa. Siempre había un regalo, un abrazo y
una cálida sonrisa esperando por nosotras. Siempre nos saludaba con fuertes
abrazos y besos con baba, antes de alimentarnos con galletas caseras y luego nos
daba nuestros regalos. Era como Navidad en Julio. Tenerla conmigo en estos
momentos era reconfortante.
Siempre parecía saber qué decir, pero hoy no. Se encontraba sufriendo
tanto como yo, no solo por Penny sino también por mí.
Mi prima Stacy, era un año más grande que yo y cuatro años más joven que
Penny. Stacy y yo la seguíamos por ahí, dejándola dictar lo que hacíamos y cómo
jugábamos. La mayoría de las veces jugábamos a disfrazarnos. Penny escogía un
atuendo, nos maquillaba y peinaba nuestro cabello como si fuéramos participantes
de un concurso de belleza. Otras veces, visitábamos la laguna local dónde el agua
era cristalina, pero tan fría como el hielo. A lo largo de la orilla había una cuerda de
Tarzán atada a la rama de un árbol. Mi prima y yo siempre teníamos miedo de
intentarlo, pero Penny no. Caminaba hacia el terraplén, agarraba la cuerda, y
saltaba en el aire, gritando mientras flotaba sobre el agua antes de dejarse caer y
hacer un enorme chapoteo.
Tenía tan gratos recuerdos de cuando iba a casa de la tía Debbie. De algún
modo, en los últimos años, estuve demasiado ocupada y perdimos el contacto.
Hablábamos por teléfono para los cumpleaños y fechas especiales, pero las visitas
pararon y nuestras vidas siguieron adelante.
Las dos compañeras de trabajo de Penny, Lori y Brenda, eran educadas y
simpáticas. Hablaron muy bien de Penny, diciendo que era muy agradable trabajar
con ella, y que sería extrañada enormemente. Me contaron algunas historias de
cómo Penny llevaba donas o café a la oficina. Todos esperaban su llegada, siempre
cuidaba de los demás. Esa era Penny, sí señor.
Era la que reparaba, siempre tratando de solucionar los problemas de los
demás y constantemente se preocupaba de si alguien se encontraba bien. Era
maternal por naturaleza, al igual que nuestra mamá. Si te encontrabas enfermo, te
traía medicinas “sin receta”: sopa de pollo con fideos, junto a un té con miel. Si
pasabas por un mal momento, siempre encontrarías una tarjeta con un “que te
mejores” o “pensando en ti” en el correo. Cuando era mi cumpleaños, Penny me
despertaba a las seis de la mañana, solo para ser la primera en desearme un feliz
cumpleaños.
Eso ya no ocurriría más.
Nadie dijo una palabra en todo el viaje. Presioné mi cara contra la ventana,
mirando las líneas de las luces de neón que corrían a lo largo del techo y las filas
de copas cristalinas de champán bordeadas en portavasos. Entonces me di cuenta:
mi hermana nunca será dama de honor en mi boda, cuando sea que eso ocurriera.
No podía creer que se había ido, solo tenía veintiséis años, demasiado joven para
morir.
Solo habían pasado cuatro años desde que mamá y papá murieron en un
accidente automovilístico. Nunca olvidaré ese día. En ese momento tenía dieciséis.
Penny me había ido a buscar a la escuela, antes de llevarme al parque donde
solíamos pasear a nuestros perros y darme la noticia. Un autobús de la ciudad,
viajando a gran velocidad, había embestido la parte posterior del clásico
Volkswagen Beatle del ‘67 de mi papá, matándolos a ambos instantáneamente.
Perderlos fue difícil. Cada mes, en el aniversario de su muerte, Penny y yo
íbamos al cementerio con flores, rememorábamos los momentos que pasamos con
ellos, por lo general unas vacaciones familiares. Penny se retiró de la escuela de
derecho y regresó a casa para criarme. Continuó tomando clases en línea, pero
nunca se graduó. Siempre dijo que algún día lo haría, pero estaba más preocupada
por mí que por sí misma.
Por los siguientes dos años, Penny veló por mí como una mamá gallina haría
por sus polluelos. Se aseguraba de que hiciera mis tareas y cumpliera con los
plazos; evaluando a cualquier novio potencial, haciéndome hacer los quehaceres y
fue voluntaria en mi baile de graduación para asegurarse que no me metiera en
problemas.
De pie sobre su ataúd, me sentí tan perdida. Tía Debbie envolvió sus brazos
a mí alrededor para consolarme. —Esto no está bien —le dije—, ¿por qué Penny se
suicidaría? Tenía tanto por delante.
—Cindy tampoco lo entiendo. Era una persona feliz —replicó tía Debbie.
Stacy, Brenda y Lori colocaron una rosa en el ataúd, me dieron un abrazo y dieron
un paso hacia atrás mientras seguía llorando. Cuando mamá y papá murieron,
estuve en shock. Me encontraba sin vida, insensible y mostré poca emoción. Pero
con Penny, lloré tanto que mi estómago empezó a sufrir convulsiones, y caí de
rodillas por el dolor, deseando que no fuera cierto.
No pensé en ello hasta ese día, cuatro años después de sus muertes.
Caminando de regreso a la limusina, me volteé hacia la tía Debbie. —Tengo la
misma edad que tenía Penny cuando mamá y papá murieron, veinte años —dije—.
Era tan fuerte. Quería ser como ella.
Tía Debbie se preocupaba de cómo iba a manejar la muerte de Penny. Trató
de convencerme de que fuera y me quedara con ella todo el tiempo que quisiera.
Me tomó más de un año para comprender la muerte de mis padres, no sabía
cuánto tiempo, si es que alguna vez sería capaz, superaría esto. Aprecié la oferta,
pero pensé que sería mejor para mí el volver a la normalidad lo más rápido
posible. Al menos eso es lo que planeé.
***
***
***
***
A
garré el pomo de la puerta y poco a poco le di vuelta a la manija
hasta que el pestillo se retiró de la placa de la cerradura. Por un
segundo, me debatí entre abrir la puerta lentamente, o abrirla
de un solo golpe e ir al ataque. Tomé una profunda respiración y poco a poco abrí
la puerta hasta que pude ver el exterior.
La bisagra de la puerta chirrió cuando conseguí abrirla hasta la mitad. Me
detuve, con la esperanza de que el ruido no diera mi ubicación en la distancia. Me
asomé por la abertura, pero los gabinetes de la cocina bloqueaban mi visión hacia
el estudio. Solamente vestida con una camiseta blanca demasiado grande que
descendía hasta mis nalgas y bragas negras de encaje, caminé de puntillas por el
suelo de baldosas. Podía escuchar a Janine aferrándose al aire, junto a un golpeteo
rítmico sonando como alguien siendo estrangulado en contra de éste.
La cocina se encontraba oscura como boca de lobo, y débilmente podía ver
los restos de la luz reflejándose en la pared. Un paso más y él quedó a la vista.
Allí estaba, pero ¿quién era? ¿Ese siquiera era Harvey?
Me di cuenta de que no tenía ni idea de cómo lucía Harvey. Por qué no le
pedí una foto a Alex, no lo sabía. Quienquiera que fuera, Janine parecía conocerlo
bastante bien porque tenía correas alrededor de sus tobillos, asegurados a los
postes de la cama de dosel, y sus piernas se estiraban detrás de sus orejas. Un
hombre robusto y corpulento tenía una mano contra la cabecera y la otra
alrededor de su garganta, mientras se balanceaba hacia atrás y hacia adelante,
penetrándola con fuerza.
En total conmoción, cerré mis ojos y entonces sucedió.
¡ZAS!
Janine gritó. Levanté mi cabeza solo para verlo de nuevo azotar su mano
contra sus nalgas. Después de que ella rugiera un grito erótico, colocó sus manos
sobre sus pantorrillas y alineó su pene para volver a entrar en su vagina.
Vigorosamente y repetitivamente la penetró mientras ella gemía con euforia.
No estaba siendo atacada, se hallaba teniendo sexo. Sabía que podía volver
a la cama, pero por alguna extraña razón solo me quedé allí de pie. Hasta ese
momento, solo había tenido relaciones sexuales una docena de veces con dos
hombres. No es que no disfrute del sexo, pero con todo el drama en mi vida, me
había encerrado en mí misma para evitar el dolor. Masturbarse era mucho más
fácil, sin compromisos y sin citas.
La vista era perfecta. Me encontraba en la oscuridad y ellos se hallaban a la
vista. Preguntándome qué hacer, decidí ver unos minutos más. Había pasado
mucho tiempo desde que tuve un orgasmo. Después de meses, drogada en una
clínica mental y el estrés emocional al descubrir que el suicidio de Penny fue un
asesinato, no había tomado ningún tiempo para mí. Ver porno era una cosa, pero
esto era sexo en vivo y me estaba excitando.
Debatiéndome entre si debía continuar con el voyerismo o irme a mi
habitación y darme placer, recordé que dejé mi vibrador en el hotel, así que
permanecí un poco más. Observando con atención, noté que él no tenía ningún
vello corporal. Por un momento, me desvié, especulando si se había encerado,
afeitado o usado una loción de depilación.
En ese momento, se puso de pie y su movimiento me sobresaltó. Me alejé
para esconderme de ser descubierta, esperando que no llegara a la cocina. Me
agaché fuera de la vista solo por si acaso. Entonces, el sonido de un corcho
explotando de una botella resonó en toda la habitación. Me recliné para echar un
vistazo y lo vi bebiendo de una botella de champán, mientras caminaba hasta la
cama. Pude verlo en toda su gloria. Su pene era largo, se encontraba hinchado y su
área genital bien afeitada. Janine seguía atada a la cama en una posición de cuna, y
me di cuenta que sus manos estaban atadas, estirando sus brazos de lado a lado.
Se acercó a un lado de la cama, bajó la botella a seis centímetros en su cara,
y lentamente vertió el vino blanco espumoso en su boca. Luego él tomó otro gran
sorbo, bebiéndose más de la mitad de la botella antes de dejar escapar un eructo
largo. Ahora, eso es decepcionante, pensé.
―Perdona ―dijo con enfática vergüenza.
―¿Qué vas a hacer con el resto de eso? ―preguntó Janine en un tono
seductor.
―¿Quieres el resto? ―preguntó, como si se tratara de un acto escrito.
―Sabes dónde lo quiero, ¿verdad, cariño? ―dijo Janine, mientras empezaba
a mecer sus caderas arriba y abajo de la cama. El movimiento captó mi atención.
Los labios de la vagina de Janine estaban bien afeitados. Me hizo pensar sobre mi
pequeño parche de vello púbico de unos tres por tres centímetros por encima de
mi clítoris, y pensé, tal vez también debería afeitarme.
La visualización temporal de afeitar mi coño en la bañera enorme del Monte
Carlo me hizo perder lo que él estaba haciendo, hasta que oí sonidos de
salpicaduras y recuperé mi enfoque. Reposicionando mi atención en su aventura
sexual, miré justo a tiempo para verlo verter los restos de la botella en su
entrepierna. Janine respondió inclinando su cabeza hacia atrás y luego sacudió su
cabello negro azabache de lado a lado con placer erótico. Su apariencia sensual y
oriental se aceleró cuando ella entornó sus ojos con un sexy ceño fruncido, una
expresión familiar que todos los actores porno usan para atraer y excitar a un
hombre. Sé por mi limitada experiencia que funciona.
―¡Dámelo! ―gritó Janine con insistencia.
Lo que sucedió después me sorprendió y me excitó. Colocó la punta de la
botella contra los labios de su vagina y la retorció muy suavemente para
penetrarla. Vi entrar el cuello de la botella en su coño y sus labios se envolvieron
ajustándose alrededor del envase con forma curva. Empujó con fuerza y casi tres
cuartas partes del cuerpo de la botella la penetraron completamente. Janine gimió
de deseo y dijo―: Dame más.
Cómo su pequeño cuerpo podía soportarlo, no lo sabía.
Lentamente, empujó aún más, conduciendo el recipiente al fondo de su
pared interna. Reajustó su varonil agarre en la botella y colocó su pie sobre el
borde de la cama, bloqueando mi vista de la penetración completa. Me moví hacia
la derecha para conseguir una mejor visión, y en ese momento noté que mis
bragas se encontraban húmedas. Estaba goteando por la excitación, empapada.
Levanté mi camiseta y deslicé mi mano en el interior de mis bragas hasta
que mi dedo medio llegó a mi clítoris. Pude sentir el jugo húmedo contra la punta
de mis dedos mientras empezaba a masajearme con movimientos circulares. Verlo
deslizar la botella hasta la mitad y luego arremeter de nuevo hacia el interior de
Janine era emocionante, por decir lo menos.
Coloqué la punta de mi dedo en mi interior, deslizándolo dentro y fuera con
placer. Mis pezones se pusieron duros en respuesta y pude ver su protuberancia
mientras miraba hacia mis tetas. En cualquier momento iba a explotar, pero
después de retener mis orgasmos por tanto tiempo, ¿cómo permanecería en
silencio? El debate en mi mente me presionaba para ir a mi habitación, pero no
quería perder el impulso y tener que empezar de nuevo.
En cualquier momento, pensé.
Mis piernas empezaron a temblar cuando apreté mis nalgas, arqueando mi
espalda y me dispuse a disfrutar. Flexionando mi postura, me apoyé en puntillas de
pie posicionándome para el clímax. Perdí el equilibrio y cuando fui a sostenerme
con mi otra mano, la plancha que todavía sostenía cayó sobre la encimera de la
cocina.
Al mismo tiempo, mis ojos y los de Janine se conectaron. Oh, mierda, me
dije, estoy tan pillada.
Avergonzada y desconcertada acerca de qué hacer ahora, solo me quedé allí
de pie.
—Ven y únete a nosotros —respondió Janine con indiferencia.
Con una mano abajo en mis bragas y la otra sosteniendo la plancha,
respondí diciendo—: Lo siento, me desperté y vine a buscar un vaso de agua.
—No seas tímida, ven a pasar un buen rato —insistió.
—Oh, no quiero entrometerme con tú cliente —dije.
—Él no es un cliente, es mi novio... Thomas, esta es Kelly, es la chica de la
que te estaba contando.
Ya se encontraba mirándome, pero extrañamente, todavía deslizaba la
botella dentro y fuera de la vagina de Janine, como si nada hubiera sucedido. —
Encantado de conocerte —dijo.
Solté la plancha, saqué mi mano de mi ropa interior y torpemente
respondí—: Encantada de conocerte. —¿Qué otra cosa se supone que debía decir?
—Está bien, Thomas no muerde —respondió Janine.
—Sí, lo hago —dijo en tono de broma.
Sin pensarlo dije—: Sí, pero no soy una...
—¿Una lesbiana? —dijo Janine, terminando mi frase.
Al mismo tiempo, Janine y yo respondimos—: No es que haya nada malo en
ello. —Las dos nos reímos cuando nos dimos cuenta de que dijimos lo mismo en
perfecta sincronía. El humor rompió el hielo para que me les uniera. Luego, me di
cuenta de que esta era una oportunidad perfecta para mostrarle a Janine mi
iniciativa para la sexualidad. ¿Cómo sino iba a convencerla para que me presentara
a su Madame?
—Estoy dispuesta a experimentar —dije mientras entraba al estudio para
participar en mi primer ménage à trois1. Sabía que tenía que hacer que esto
pareciera como si fuera una profesional, por lo que después de dar dos pasos, sin
perder ritmo, me quité las bragas y luego mi camiseta.
—Mi, Dios, chica, eres hermosa —dijo Janine.
De un metro sesenta y siete centímetros, ojos azules cristalinos, y un cuerpo
increíble, sabía que era sensual. Pero, antes de llegar a Las Vegas, fui a la
peluquería, tuve mi cabello de un color rubio con reflejos, dediqué semanas para
broncearme —sin líneas—, hice clases de aeróbicos durante tres meses y me
ejercité en el gimnasio para ganar un busto de treinta y cuatro C, sesenta
centímetros perdidos y noventa centímetros en el trasero que llevaron una gran
1
Relación sexual que mantienen simultáneamente tres personas.
cantidad de levantamiento de piernas. En muchos sentidos, era una copia exacta
de Penny.
Cuando me acerqué más, Thomas quitó la botella y dio un paso hacia atrás
como si me presentara seductora y sensatamente a Janine. Aún posicionada con
sus piernas casi detrás de su cabeza y sus brazos extendidos de par en par, me
preguntaba cómo demonios eso siquiera era cómodo. Me invitó a subir encima de
ella a su parte superior, así que lo hice sin dudarlo.
Con mis dos manos, una a cada lado de la parte superior de su torso,
sosteniendo mi peso, me incliné hacia delante para alinear mi clítoris con el suyo.
Presioné mi entrepierna sobre la suya mientras la vi rodar sus ojos de nuevo dentro
de su cabeza y gimió. El húmedo champán había humedecido sus hinchados labios
y la suave textura de su coño afeitado me excitaba. Inclinando mis pezones contra
su cuerpo, descansé sobre sus deliciosas tetas redondas. Se disparó una emoción a
través de mi cuerpo al tiempo que mi piel se me ponía de gallina erizándose en
mis nalgas, brazos y piernas.
Con sus ojos cerrados, Janine sacó su lengua. Sabía lo que tenía que hacer,
pero jamás lo había hecho antes. De repente, varias escenas e imágenes de Girls
Gone Wild2 destellaron en mi mente. Decidí que lo mejor era recrear una escena
que había visto muchas veces. Descendí, envolviendo mi boca alrededor de su
lengua, chupándola, deslizándome hacia arriba y hacia abajo como si fuera un
pene.
Obviamente, esto le gustó. Janine empujó sus caderas hacia arriba,
conduciendo mi clítoris contra el suyo. Luego, guardo su lengua dentro de su boca
y empezó a besarme apasionadamente. Debo admitir que, besar a una chica es
muy diferente a besar un chico, los movimientos y lugares correctos me hicieron
gotear aún más que cuando me estaba masturbando en la cocina. Luego de un
minuto o más, le levanté sus tetas y las presioné contra los labios de su vagina,
frotándolas de arriba hacia abajo.
Preguntándome qué se encontraba haciendo Thomas, me giré en su
dirección para verlo acariciando su polla. —¿Qué estás esperando? —pregunté.
—No estaba seguro sobre lo que querías —contestó.
—Sigo esperando —respondí.
Volviéndome de nuevo, Janine se encontraba mirándome a los ojos con la
misma mueca sensual que usó en Thomas hace unos momentos. Esta vez era para
mí y era tentadora más allá de toda medida. Sacó su lengua y empezó a doblarla
con movimientos, como si estuviera lamiendo mi coño. Sin dudarlo recuperé mi
posición, mis tetas en las suyas, y empezamos a besarnos de nuevo.
Thomas se subió a la cama, colocando sus rodillas contra el interior de mis
muslos. Janine y yo estábamos disfrutando del momento cuando sentí a algo
2
Programa de televisión para adultos.
hurgando contra mi área pélvica. Era la polla de Thomas, deslizándose entre Janine
y yo. Su polla dura, humedecida con su líquido pre-seminal, fácilmente pasaba
entre nuestros huesos pélvicos, mientras bombeaba hacia atrás y hacia adelante,
resbalando contra nuestras entrepiernas. Era la sensación más increíble, mucho
más fuerte que un vibrador. Podía sentir la punta de su pene frotándose contra mí
mientras retiraba sus caderas, muy lentamente.
Thomas se bajó de la cama. Me volví para ver lo que hacía, cuando vi la
botella de champaña en su mano. Giré de vuelta hacia Janine y continué besándola
cuando sus ojos se abrieron completamente, mientras que Thomas la penetraba
con la botella. Gemía al tiempo que la besaba y eso me motivó ya que anticipaba
lo que a continuación iba a suceder. Luego la sentí, la punta de la botella tocando
los labios de mi vagina mientras que tomaba su otra mano y lentamente me abría.
El cuello de la botella se encontraba frío. Podía sentir el tamaño aumentar al
tiempo que suavemente la empujaba dentro de mí.
Continuó tomando turnos, penetrando el coño de Janine y luego el mío,
rotando como si nos encontráramos compartiendo una bebida. Después de unos
pocos intervalos, colocó la botella en la cama y retomó su posición con su pene
entre nuestros huesos pélvicos. Cuán estimulante, pensé, perdida en el momento.
Thomas introdujo su polla en el interior de Janine y comenzó a empujar sus
caderas. Podía sentir la parte inferior de su abdomen golpeando contra mis
mejillas mientras la penetraba. Luego fue mi turno. Su enorme cabeza sobresalía
de mi coño con deleite. Era enorme. La intensidad creció cuando sentí su pene y su
hueso pélvico depilado presionándome. Vaya, qué sensación era, como nunca
antes, sin vello púbico. La suave superficie causó que mi clítoris se tensara bajo su
polla palpitante, agarrándolo como una tenaza, mientras que el húmedo coño de
Janine se frotaba contra el mío.
El encuentro sexual era como nada que hubiera experimentado antes.
Nunca había sentido tales emociones corriendo a través de mi cuerpo. Aferré mis
manos alrededor de las muñecas de Janine, apretándolas con mucha fuerza,
presionando mis tetas contra sus pezones, mientras Thomas extendía la mano y
agarraba mis largos mechones de cabello. Jaló con fuerza, pero no lo suficiente
como para hacerme daño. Mi cabeza se despegó de los labios de Janine cuando
me tiró la cabeza hacia atrás, como si estuviera montando un caballo salvaje.
Janine balanceaba sus caderas hacia adelante y hacia atrás, frotando su clítoris
contra el mío, mientras Thomas continuaba impulsándose dentro de mí, todo el
tiempo tirándome hacia él usando mi cabello como palanca, rasgándome.
En ese momento, escuché a Thomas decir—: ¡Oh, mi, Dios! —Con un
empujón más sacó su polla de mí y liberó un rugido poderoso. Su caliente esperma
chorreó de su pene y aterrizó en mi espalda baja y en mis glúteos. Típico chico,
pensé, no puede esperar a que una mujer tenga un orgasmo.
—Lo siento señoritas —dijo—, no pude aguantarlo por más tiempo.
—Está bien —respondió Janine—. Es nuestro turno.
Me hizo una seña para que subiera en ella, de espaldas. Tiró de mis caderas
hacia abajo hasta que mis nalgas estuvieron sobre sus pechos. Luego secó el
semen de mi espalda, me empujó hacia adelante y frotó su jugo en mi coño. Luego
de que me humedeciera, agarró mis caderas y me jaló de vuelta. Al instante supe
lo que quería que hiciera, que me sentara sobre su cara. Así que, me senté a
horcajadas con mis muslos alrededor de sus mejillas y presioné mi clítoris en su
boca. De inmediato, empezó a lamer mi coño. Oh, mi, Dios, pensé, mientras
penetraba mi vagina con su lengua. —Se siente increíble —dije en voz alta.
Janine tomó mis caderas, jalándome hacia abajo sobre su cara mientras
seguía lamiéndome. Luego se apoderó de cada una de mis muñecas y tiró de mí
hacia abajo, hasta que mi estómago se posó en el suyo. Una descarga de
adrenalina asumió el control mientras me quedaba boquiabierta con su coño
depilado. Me detuve y miré cuando Thomas colocó sus dos manos en la parte de
atrás de mi cabeza y condujo mi cara hacia abajo hasta que mi boca aterrizó en su
clítoris. Probando una mezcla de champán, el fluido de Thomas y el jugo de Janine,
me encontraba perdida en una euforia de éxtasis. La alcancé con mis manos,
extendí los labios de su vagina y lamí con fuerza. Sentí la punta de la lengua de
Janine moviéndose en mi punto G mientras lamía rápidamente de ida y de vuelta.
Vi la polla de Thomas a unos cinco centímetros de mi frente. Su pene se
encontraba todavía duro y largo. Antes de que tuviera oportunidad de reaccionar,
su pene penetró a Janine. Thomas gentilmente quitó mi cabello de mis ojos, y de
mi cara y lo colocó a un lado, para verme lamer el clítoris de Janine. Pude ver las
venas estallando en su pene y me atrajo como atrae a un insecto en la noche un
estallido de luz. Antes de darme cuenta, me hallaba chupando su polla y el coño de
Janine al mismo tiempo. Eso la hizo gemir aún más, supe que ella se encontraba
cerca. No quería ser la última en llegar al orgasmo.
No solo nunca había he estado con una chica, nunca me había corrido con
algo en mi vagina. Siempre tuve que frotar mi clítoris. Sentí a Janine tirando de mis
costados, rogándome que me levantara por un momento. Cuando me levanté de
su área pélvica agarró mis tetas, masajeándolas y pellizcando mis pezones. Le
devolví el favor frotando su clítoris con mi mano mientras Thomas seguía
penetrándola.
Vi la enorme polla de Thomas golpear en la vagina de Janine mientras
continuaba frotando su clítoris; su húmeda lengua masajeaba mi coño y ella
apretaba mis pezones. Estaba a punto de explotar. Podía oír los gemidos de Janine
hacerse más y más fuertes mientras continuaba lamiéndome. Algo sobre sus
gemidos me afectó. Éstos aumentaron en volumen y velocidad. Sabía que se
hallaba a punto de terminar y me excitó al punto que empecé a chorrear mis jugos
en su boca, sin contenerlos. Cubrí su cara con mis jugos.
En cuestión de segundos, Janine empezó a gritar—: Oh, sí… Oh, sí… —
Empezó a correrse y, como en una reacción en cadena, Thomas sacó su polla por
segunda vez eyaculó, rociando una buena cantidad en el estómago de Janine.
Sin aliento, jadeaba mientras todo mi cuerpo se estremecía. Me bajé de la
cara de Janine y caí boca abajo a su lado en la cama. Ella golpeó mi trasero y
gritó—: ¡Bien chica, de eso es de lo que hablaba!
Thomas agarró una toalla y empezó a limpiar su esperma del estómago de
Janine. Luego le desató las correas, liberando sus brazos y sus piernas. Se deslizó
en sus calzoncillos, caminó hacia el área de la cocina, encendió la luz, abrió el
refrigerador y dijo—: ¿Quién quiere una cerveza?
Una cerveza, pensé… ¿Estás loco? El café me gusta más. Pero no dije nada.
Solo me quedé ahí, entumecida por todas partes.
***
3
Texto original like white on rice, es una expresión, en español es común decir, estar encima de
alguien como pulga en un perro.
3
Traducido por Yoda y SOS por MaJo MadHatter
Corregido por Athena09
C
onfundida y perpleja por su petición, le dije a Thomas lo que ella
dijo y sin dudarlo, Thomas fue hacia la puerta. Me encontraba
despistada y no tenía ni idea de lo que iba a suceder, pero me
temía lo peor.
Agarré mi plancha de la barra de la cocina y entré rápidamente en la
habitación de invitados. Esperé unos cuantos minutos antes de salir para ver lo que
estaba ocurriendo. Thomas se encontraba de espaldas hacia mí.
Al final resultó que, el “idiota” no era Harley Goldman. Era el vecino,
quejándose del ruido; decía que no disfrutaba escuchar las ruidosas aventuras
sexuales de Thomas y Janine. No pude evitar sonreír mientras lo escuchaba
divagando, gritando, murmurando y maldiciendo mientras recordaba todas las
veces que había sido despertado o molestado por sus escandalosas actividades.
Escuché por unos minutos y después los dejé con eso, perdiendo
rápidamente el interés en lo que él tenía que decir. Estaba aliviada cuando regresé
a mi habitación para finalmente poder dormir.
***
4
Texto original, cougar, hace referencia a una mujer mayor a quien le gustan los hombres jóvenes.
Nos bajamos del auto y fuimos a la puerta de atrás, y Janine presionó un
botón en una caja cuadrada de color negro, colocada sobre la pared exterior. Una
voz respondió—: Cat Tails. —Janine respondió—: JB raya 6231. —El cerrojo
desbloqueó automáticamente la puerta y entramos.
Una mujer de pie en el pasillo me echó un vistazo y dijo—: ¿Quién
demonios es ella?
4
Traducido por GIGI <3 & MaJo MadHatter
Corregido por Valevilchez
D
elante de mí se encontraba una pelirroja de un metro cincuenta
y ocho centímetros de altura, usando una minifalda muy
ajustada de color rosa y una blusa de corte transversal que
exponía una buena cantidad de escote. Un collar de araña de diseñador, colgaba
entre sus grandes pechos, meciéndose suavemente del uno al otro.
Se veía espectacular, hermosa y atrevida.
Esta debe ser Elaine.
Ciertamente no parecía como si trabajara en el burdel; su atuendo, aun
siendo tan escaso, y sus accesorios probablemente costaran más de lo que ellos
ganaban en un año.
—Madame Elaine, ésta es Kelly, está conmigo —dijo Janine—. Quería
presentársela. Acaba de mudarse desde Nueva York y está buscando trabajo.
Me quedé inmóvil, sintiéndome muy intimidada. Ella era amenazante e
imponente, francamente aterradora.
Elaine avanzó dos pasos hacia mí para inspeccionarme. Luego le preguntó a
Janine—: ¿Tiene referencias?
Sabía que tenía que aparentar confianza, pero no arrogancia, así que hablé
más alto—: ¿Qué tipo de referencias?
Antes de que la señora Elaine tuviera la oportunidad de responder, Janine
interrumpió—: Bueno, luego de anoche, en mi casa, Thomas y yo podemos dar sus
referencias.
—Oh, de verdad —respondió Elaine—. ¿Es así de buena?
—La mejor.
—Vamos a mi oficina —dijo la señora Elaine, alejándose.
Janine tomó la delantera y luego se detuvo cuando Elaine se dio la vuelta y
dijo: —Ella sola.
Seguí a Elaine por el pasillo hasta la última puerta a la derecha. Entré en su
oficina decorada elegantemente, complementada con estatuas de animales y una
alfombra de cebra que cubría la mitad del piso. Las paredes estaban cubiertas con
fotografías firmadas y enmarcadas de actores famosos, figuras del deporte y
empresarios de alto perfil junto a Elaine.
Caminó hacia su escritorio, y dándose la vuelta se sentó sobre el borde. —
Acércate más —dijo.
Caminé hasta las sillas de cuero y me detuve.
—Más cerca —repitió.
Dios mío, ¿qué quiere hacer, besarnos?
Me acerqué más hasta quedar más o menos a un metro de distancia.
—Quítate el vestido —dijo.
Deslicé las tiras por cada hombro y retiré mi vestido, en ese punto me pidió
que me quitara el sujetador y las bragas. Me paré frente a ella casi desnuda,
vistiendo nada más que mis tacones de aguja. Dio un paso adelante, colocó una
mano sobre cada pecho y suavemente los apretó, antes de decir—: ¿Son reales?
—Sí, señora —contesté.
—Date la vuelta —pidió.
Me di la vuelta y dijo—: Inclínate hacia delante y coloca tus manos sobre los
brazos de la silla. Separa las piernas.
Sentí como si estuviera de vuelta en octavo grado teniendo un examen
físico de la enfermera de la escuela. Frotó las manos sobre mis nalgas y dijo—:
Mmm, sin marcas de bronceado, bonito detalle.
El aire acondicionado de su oficina se estaba volviendo más frío, erizando el
vello de la parte posterior de mis brazos y colocando rígidos mis pezones. Mis
pezones se pusieron firmes, como si estuvieran listos para su examen físico. Miró
mi entrepierna, señaló y dijo—: Es posible que desees considerar la posibilidad de
afeitarte ese pequeño parche, si quieres trabajar aquí. No es un requisito, pero los
hombres dan mejor propina por un coño depilado.
—Lo haré esta noche —dije.
Me dio una última mirada y luego dijo que me vistiera, lo cual hice
rápidamente y sin mirarla. Completamente vestida, me senté sobre la silla de cuero
mientras me hacía preguntas sobre mí misma.
—Lo siento por ser ruda en el pasillo, me gusta saber quién está en mi casa.
—Entiendo —dije.
—Entonces, ¿eres de Nueva York?
—Sí, señora.
—Llámame Elaine —indicó.
Hizo preguntas acerca de mi historial laboral y mi familia familiar, ¿tenía
alguna alergia?, ¿por qué me mudé a Las Vegas?, ¿había trabajado alguna vez en
un club de striptease?, ¿usaba drogas? y ¿qué cantidad de alcohol consumía?
Trataba de decidir qué parte de mi "vida como Cindy West" incluiría. Sabía que no
podía decirle mi verdadera razón para estar en Las Vegas, pero sin importar lo que
dijera, necesitaba estar segura de tener una historia sólida para evitar atraer
atención no deseada después.
Le di tan poca información como me fue posible, le dije acerca del accidente
automovilístico de mis padres y que después de su muerte mi hermana me crio
hasta que fui a la universidad. Omitiendo la parte sobre Penny. ¿Cómo podría
explicar que su suicidio fue un asesinato y que Harvey Goldman, uno de sus
mejores clientes, era el principal sospechoso?
Después de una breve sesión de preguntas y respuestas, Elaine me dio un
formulario de solicitud. Antes de que saliera de la oficina y yo completara la
solicitud, me informó que tenía que estar de acuerdo con un análisis de sangre y
una verificación de antecedentes. Me aseguró que todo era una formalidad, nada
personal y nada de qué preocuparse, pero sin embargo era necesario.
El señor Watkins y Alex me ayudaron a obtener algo más que un nuevo
nombre, me consiguieron una nueva identidad. Alex conocía a alguien en el
departamento de estadística de la Oficina Federal de Investigación, él creó unos
antecedentes que incluían un historial de crédito, registros bancarios, estados de
tarjeta de crédito y un historial de trabajo, todo a nombre de Kelly Lee.
Diez minutos más tarde, Madame Elaine volvió a la oficina y se sentó en su
silla. Le entregué mi solicitud. Le dio un rápido vistazo y luego, sin mirarme, dijo—:
Janine solo tenía buenas cosas que decir acerca de ti.
—Ella ha sido muy atenta y de gran apoyo.
Elaine sonrió. Me miró directo a los ojos y dijo—: Supongo que Thomas
también tiene cosas positivas que decir acerca de ti.
Bajé la cabeza, puse mi mano derecha sobre mi barbilla, sonreí, levanté la
mirada, y miré directamente hacia los ojos de Madame Elaine. —Debería. Fui capaz
de hacerlo venirse dos veces en cinco minutos. —Sabía que estaba arriesgándome,
pero tenía que hacer algo para mostrar que era provocativa.
Me explicó el procedimiento, dónde ir a hacer mis análisis de sangre, la
cantidad de días que tomaría tener los resultados, la verificación de antecedentes y
las llamadas de referencia. Elaine me dijo que sería muy discreta y que nadie sabría
que estaba trabajando como una acompañante; ante el mundo sería una camarera
en un bar y salón.
Tomaría un par de días hasta que volviera a contactarme. Estaba ansiosa por
empezar. Lo primero que tenía que hacer era llamar a Alex y al señor Watkins. No
solo no sabían que los había puesto como referencias, además no tenían ni idea de
que me encontraba en Las Vegas. No quería que me detuvieran así que les dije que
iba a visitar a mi tía Debbie al norte de Nueva York.
***
***
Llegué al burdel en mi coche nuevo. Trataba de encontrar la manera de
explicarlo, pero Elaine nunca lo mencionó, así que yo tampoco. Fui a su oficina,
preguntándome si iba a ser desnudada una vez más. Elaine me informó que el
análisis de sangre se encontraba bien y que mis referencias habían sido
positivamente comprobadas.
—Entonces, ¿cuándo quieres empezar? —preguntó.
Miré mi reloj. —Dame dos horas, y voy a estar aquí, lista para hacer lo que
sea que necesites.
—Me gusta tu entusiasmo —dijo Elaine—. De alguna manera me recuerdas
a mí. Sin embargo, antes de empezar, quiero tratar un par de cosas contigo. En
primer lugar, deberás firmar un contrato de trabajo, un acuerdo de
confidencialidad, se trata de un formulario de divulgación que protege la
confidencialidad de nuestros clientes, y luego está lo que yo llamo "El Acuerdo".
—¿El Acuerdo? —contesté.
—Sí, supongo que puedes llamarlo un Código de Honor. Es un convenio
entre tú y yo —dijo.
Oh, genial, pensé... Qué es esto... ¿El Acuerdo? ¿Es algún documento legal
que me ata a un compromiso de un año? ¿Qué más quiere ahora… mi
primogénito?
—Gran parte de la documentación de este lugar es requerida por el Estado y
la Oficina de impuestos —dijo Elaine—. Pero soy de la vieja escuela. Creo que tu
palabra es tu compromiso. Kelly, si te digo algo, puedes confiar ciegamente en
ello. No miento. No engaño. No robo. Y, no dejo que mis chicas se metan en
problemas.
—Si hay algo con lo que no te sientas cómoda, quiero que me lo digas. Si
un cliente te hace daño, te amenaza o te acosa, me lo dices y trataré con ello de
inmediato. Eso es lo que puedes esperar de mí.
—Ahora, esto es lo que espero de ti. Nada de drogas ilegales, y punto. Si
tomas medicamentos de prescripción, necesitas hacérmelo saber de inmediato.
Recordé que había mentido en mi solicitud acerca de tomar medicación
para la ansiedad. ¿Cómo eso no apareció en mi informe toxicológico?, no tenía
idea. Supongo que solo buscaban SIDA o ETS.
—Los bajos niveles de alcohol son permisibles cuando estás con un cliente.
Ahora, si quieres emborracharte en tu tiempo libre, hazlo, solo no vengas a trabajar
borracha o con resaca —insistió.
Asentí.
—¿Estamos bien hasta ahora? —preguntó Elaine.
—Sí, señora —contesté.
—De acuerdo, bien. Debes estar de acuerdo con no trabajar horas extras con
los clientes.
—¿Trabajar horas extras?
—Eso significa que no puedes salir con tus clientes o verlos fuera de hora.
No puedes organizar reuniones con clientes fuera de nuestras contrataciones. Esto
es para tu protección y para la mía. Sin ofender, pero lo último que necesito para ti
o para alguna de mis chicas es que terminen muertas en un callejón en algún lugar,
solo porque fueron codiciosas o descuidadas.
—Entiendo —dije. Empecé a preguntarme cuál iba a ser mi estrategia
cuándo, y si conocía a Harvey Goldman.
Necesito quedarme a solas con él para así averiguar qué le sucedió a mi
hermana.
—¿Kelly?, ¿Kelly? —llamó Elaine.
Por un momento, me dejé llevar por pensar en Harvey y en Penny. Miré de
regreso hacia los ojos de Elaine.
—¿Te encuentras bien? —preguntó.
—Oh sí. Lo siento, estaba pensando en qué ponerme.
Iba a decirle que no sería necesario, que ya había comprado todo lo que
precisaría, pero me contuve.
—Ahora, para El Acuerdo —dijo—. Si quieres un trabajo, ve a otro lugar. Si
quieres una familia, acéptame como una Madame y tómame como tú “madre
sustituta”. Eso significa nada de secretos.
—Kelly déjame decirte lo que hacen los secretos. Te aíslan de los demás y
crean malos entendidos. Rompen la confianza, y la confianza es muy importante
para mí. En este negocio, los secretos pueden hacer que te maten. Kelly,
prométeme, ¿puedo confiar en ti?
—Absolutamente —dije sin vacilar, mintiéndole.
—De acuerdo, genial —respondió—. Quiero que veas a Lori en el escritorio
de recepción. Tiene un cheque para ti.
Elaine se puso de pie. —Oh, no pensé en esto hasta ahora, ¿ya tienes una
cuenta bancaria en Las Vegas?
—Sí —dije. Mentira número dos. Era algo en mi lista, pero no había llegado
a hacerlo. Cargaba un montón de dinero en efectivo y mi cuenta bancaria se
encontraba en la ciudad de New York.
—Genial —dijo Elaine—. Entonces quiero que vengas mañana por la noche,
si eso no es demasiado pronto.
—Oh, no, está bien.
Elaine caminó alrededor del escritorio y abrió sus brazos, señalando que
quería abrazarme. No había sido abrazada en más de un año, no desde la última
Navidad con Penny, la extrañaba tanto. Cuando Elaine me abrazó, pude oler su
perfume y sentir su calor. Su abrazo suave y sincero me puso emocional.
Me abrazó fuertemente, como lo haría una madre. Ya ni siquiera podía
recordar abrazar a mi propia mamá. Las cicatrices, las heridas, las pérdidas de
memoria, los medicamentos y el dolor me hicieron perder contacto con mis
emociones. La sinceridad de Elaine fue refrescante, pero empezó a abrir mis
compuertas emocionales y eso no era bueno; gentilmente la empujé para terminar
el cariñoso abrazo. Me dejó ir, dándome una sonrisa y unas instrucciones más.
A la noche siguiente fui a trabajar con una bolsa de lona llena de ropa. No
sabía qué esperar, o qué usar, así que llevé varios trajes para diferentes ocasiones y
estados de ánimo. Janine se encontró conmigo en la puerta y me llevó hacia el
vestuario de los empleados. Cada acompañante tenía un casillero asignado. Era tan
profesional.
Janine me dio una tarjeta de identificación, junto con los números del
código de seguridad y las contraseñas. Cada habitación tenía un teclado (con un
código único) y cámaras de seguridad. Madame Elaine no se sentaba y nos miraba
por las cámaras, contrataba a una compañía profesional de seguridad que operaba
el canal de video las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Se
sentía más seguro en el burdel que en la mayoría de los edificios del gobierno.
Eran casi las siete. Me senté en el vestíbulo principal sobre un sofá de
terciopelo maltratado, escuchando música de los altavoces colocados en el techo y
charlando con un par de chicas que Janine me había presentado.
Después de un poco de charla con algunas de las acompañantes, quienes
me dieron consejos y me contaron historias, Janine fue hacia el baño y vomitó. Lo
hizo tres veces en un lapso de quince minutos, en ese momento Elaine la envió
temprano a casa, ya que no quería que las demás se contagiaran de lo que sea que
tuviera.
Estaba previsto que viera los monitores con Madame Elaine como parte de
mi entrenamiento. Pero ya que Janine se fue enferma a casa, se encontraba con
falta de personal. Trató de conseguir un reemplazo, pero las dos chicas que
contactó se hallaban fuera de la ciudad y no estaban disponibles.
Elaine entró en el vestíbulo y me hizo señas para que la siguiera. Pasamos a
su oficina y cerró la puerta.
—Esta noche me falta una chica —me dijo—. Puedo mover a algunas por
ahí, pero me preguntaba si estarías dispuesta a comenzar esta noche.
Mi corazón latió con fuerza.
¿Realmente me encuentro lista para esto?
¿Qué estoy haciendo?
Pensé en Penny y comprendí que lo hacía por ella.
—¿Qué necesitas? —respondí.
Me dijo que sería una tarea fácil. —El cliente es casado y jamás toca a las
chicas. Le gusta mirar y masturbarse. Esta noche, irás a la habitación siete, la que
tiene un tubo para bailar. Quiere mirar tu baile en el tubo y después te
masturbarás. ¿Estás dispuesta a eso?
—Sin problemas —contesté. No tenía ni idea de cómo bailar en el tubo y,
mientras iba al vestuario todo en lo que podía pensar era, Cindy no te caigas.
Cuando me coloqué mi atuendo, empecé a pensar en los videos de Girls
Gone Wild de Madonna, recordando a las chicas borrachas girando en los tubos y a
los aplausos de los hombres en un bar. Traté de pensar en algunos movimientos,
pero decidí que si todo lo demás fallaba, mis tetas y mi trasero harían que se
excitara.
Hice mi rutina mientras el cliente se encontraba sentado sobre una silla en la
oscuridad y miraba. Afortunadamente, el régimen de ejercicios en el que estuve
antes de dejar New York me había hecho muy flexible. Después de unos minutos,
dando vueltas como un trompo, me detuve y me quité el sostén; cuando mis senos
salieron, sacó su pene de su pantalón. No podía ver con las luces brillando en mis
ojos, así que no podía decir si estaba duro o no. Empecé a tocarme para que se
excitara.
Me quité la tanga y froté mi mano por mi coño recién rasurado. Cuando lo
hice, pude oírlo gemir débilmente sobre la música grabada sonando desde los
altavoces de arriba. Sacudí mi cabeza hacia abajo, causando que mi largo cabello
rubio cubriera mis senos, luego empujé mi cabello sobre mi cabeza, agarré mis
pezones con mi dedo índice y mi dedo pulgar, los apreté y los exprimí fuertemente
hasta que se endurecieron. La mano de él se movía hacia arriba y hacia abajo,
entonces supe que estaba duro.
Me di la vuelta y me incliné, apoyando mi peso en el tubo con una sola
mano. Abrí mis piernas y me acuclillé, doblando las rodillas y rozando mi trasero
sobre el piso. Me levanté de nuevo y alcancé mi coño con mi otra mano, frotando
los labios de mi vagina con mis dedos. Miré por encima de mi hombro, y le di una
mueca sensual, sabiendo que eso lo excitaría.
Me agaché, colocando mi rostro entre mis piernas mientras mi cabello caía
hasta mis rodillas. Hice contacto visual, o más bien miré hacia dónde pensaba se
encontraba su rostro, y deslicé mi dedo dentro de mi vagina. A medida que
empecé a introducir mi dedo, lo escuché gemir y después gritar—: ¡Métele el dedo
a ese coño! —lo dijo repetidamente, así que metí dos dedos y continué
penetrándome.
Es cuestión de segundos, lo escuché gritar—: ¡Sí… sí… sí!
Luego, la voz de un hombre vino desde el intercomunicador y dijo—:
Gracias por su visita, su tiempo ha terminado.
Me imaginé que esa era mi clave para detenerme. Recogí mi sostén y mi
tanga, me envolví con mi bata y dejé la habitación. Elaine se reunió conmigo en las
escaleras al final del pasillo. —Estuviste genial —dijo.
Después de mirar a un par de chicas con Madame Elaine, mi turno terminó.
Eran solo las once de la noche. Me pagaron y me fui. Regresé al hotel y abrí el
sobre para encontrar diez billetes de cien.
A la noche siguiente, llegué al burdel faltando más o menos diez minutos
para las seis. Fui informada de que Janine se encontraba enferma por intoxicación
alimenticia y que no vendría. Madame Elaine se reunió conmigo en el vestuario y
me preguntó si tomaría el lugar de Janine porque Tammy y Angela seguían todavía
en Los Ángeles. Estuve de acuerdo. Elaine me llevó a su oficina y fue entonces
cuando me di cuenta de algo que hundió mi corazón hacia la boca de mi
estómago.
Mi cliente para la noche no era otro que Harvey Goldman.
5
Traducido por Athena09
Corregido por Pily
E
ra viernes por la noche, y justo como Alex predijo, Harvey
Goldman estaba en su fiesta de fin de semana y juerga sexual en
La Vegas. Elaine se encontraba preparándome como a una
estudiante de universidad estudiando para un examen de trigonometría. Me dijo
sus gustos, lo que le disgustaba, qué le encantaba que vistiera una mujer y cuál era
su posición sexual favorita. —Está particularmente aficionado al sadomasoquismo
—me dijo—. ¿Estás de acuerdo con eso?
—Pregúntale a Thomas y Janine —contesté confiadamente.
No tenía idea de qué tipo de ataduras o posiciones dominantes habían, o
como sea que las llamaran. La chica de La Guarida del León escogió todos los
atuendos y accesorios para mí. Le dije que era para una fiesta de disfraces y que
los participantes querían que los trajes fueran tan realistas como fuese posible.
Sabía lo que iba a estar viendo esa noche antes de irme a la cama: porno de
ataduras y sumisión.
Era tiempo de conocer a mi adversario, Harvey Goldman, el asesino de mi
hermana y la serpiente en el césped de mis padres. Iba finalmente a tener la
oportunidad de enfrentarlo, finalmente tener la oportunidad de ver al idiota que
había destruido mi vida.
Elaine me acompañó hasta el vestíbulo donde muchas chicas se reunían
alrededor de un hombre, coqueteando, riéndose y colgando a su alrededor como
moscas alrededor de mierda. Llegamos a la entrada, y luego Elaine habló—: Muy
bien chicas, dejen al señor Goldman libre.
Las acompañantes, quienes todas querían la oportunidad de pasar la tarde
con Harvey por sus propinas extravagantes, se alejaron de mala gana. Antes de que
las chicas se retiraran, él les llamó su atención dándoles a cada una cien dólares,
pagándoles solo por coquetearle. Su arrogancia me enfermó.
—Harvey —dijo Elaine—. Déjame presentarte a nuestra chica más nueva,
Kelly. Kelly, este es Harvey Goldman.
Le ofrecí mi mano, saludándolo como había sido entrenada, a pesar de que
quería estrangularlo en donde se encontraba de pie. —Un placer conocerlo.
Tomó mi mano y la volteó, besando mi parte superior. Quería vomitar.
—No —dijo— es mi placer conocerla.
Como un hombre así de guapo puede ser un cabrón que me enloquece.
Alex dijo que tenía treinta y cinco, pero su rostro sugería otra cosa. No
parecía tener ni un día más de veintiocho. No había arrugas en su cara o en su
cuello; tenía la piel perfectamente tersa y un bronceado ideal. Medía un metro
ochenta y dos de alto, fornido con el cabello rubio oscuro. Se veía sorprendente y
entusiasta con su traje de Tom Ford y sus zapatos de Black Ostrich Cap.
Solo se quedó mirándome, como si pudiera ver a través de mí, a través de
mi vestido y hacia mis pechos desnudos. No sabía cómo iba a soportar, pero sabía
que tenía que llegar hasta el final de esto. Después de todo, Penny no merecía
morir y Harvey iba a pagar por lo que le había hecho.
—Mi Dios, Elaine, cuando dijiste que tenías una suplente para Janine, no me
dijiste que era una diosa.
—Oh, usted es muy amable —dije.
La adulación no te llevará a ninguna parte, cerdo.
Elaine le agradeció sus cordiales palabras. Él continuó hablando sobre mi
apariencia, haciéndome sentir enferma del estómago.
Elaine dijo que le gustaba el cuarto once; era el calabozo, un lugar de
tortura sexual y juguetes de amarre. Cuando Harvey dijo que no quería jugar esta
noche, la mirada en el rostro de Elaine lo dijo todo. Dijo que tenía hambre y que
quería llevarme a algún lugar a comer. Cuando vio drenarse el color de la cara de
la Madam debió darse cuenta que estaba preocupada por los cinco mil dólares que
usualmente pagaba por jugar. Sin embargo, cuando ofreció pagar el monto
completo sorprendió tanto a Madam Elaine que estuvo dispuesta a continuar con
su petición y le permitió sacar a una de sus chicas del burdel.
Salimos de Cat Tails en una gran limosina negra. Tenía su chofer personal,
David, quien voló desde New York solo para conducirle alrededor de la ciudad.
David abrió la puerta para mí, le agradecí y luego subí. Me deslicé en el asiento de
cuero negro para hacerle sitio a Harvey. Una vez dentro miré hacia arriba y vi las
luces de neón y las copas de vino esperando en los portavasos. Mi corazón se
detuvo y luego se apresuró a latir de nuevo. Empecé a hiperventilar.
Esto no puede estar sucediendo.
Harvey se dio cuenta de que estaba incómoda. —¿Te encuentras bien? —
preguntó.
—Sí, ¿Por qué? —pregunté, tratando de disimularlo.
—Te ves pálida.
Algo se encontraba mal… muy mal. No podía creerlo. Creí que me hallaba
viendo cosas. Cerré mis ojos y los abrí de nuevo, solo para ver que todo era lo
mismo. Me estaba enfermando y sentía que estaba a punto de vomitar. La limusina
era exactamente igual a la que había estado durante el funeral de Penny.
Sentí a mi respiración atorarse en mi garganta, sentí que mi boca se secaba.
Le pedí un vaso de agua.
Abrió un compartimiento y sacó una botella de agua. Metió un poco de
hielo en un vaso, vertió agua en él y me lo entregó. Hizo que David estacionara
mientras tomaba un trago de agua y le agradecía, antes de insistir en que
continuáramos.
—¿Estás segura? —preguntó Harvey. —En verdad, si te sientes incómoda o
asustada, puedo pedirle a David que nos lleve de nuevo a la casa.
La casa. Así es como Elaine la llamaba. ¿Por qué no lo llamaba burdel?
Algo era diferente. Elaine me dijo que Harvey era un chauvinista arrogante;
mal hablado, un narcisista egoísta. Pero no se encontraba actuando de esa manera
para nada, estaba siendo considerado y cortés.
Descansé la parte de atrás de mi cuello en el reposacabezas de cuero, cerré
mis ojos y dije—: Estaré bien, este calor de Las Vegas a veces puede alcanzarte, eso
es todo. —No podía mirar el interior de la limosina por más tiempo. Me estaba
haciendo pensar en Penny, y pensar en ella me hacía querer arrancar los ojos de
Harvey con mis uñas.
Pude sentir el movimiento de la limosina reiniciarse mientras el viaje
continuaba.
Descansé pacíficamente y me estremecí ligeramente cuando sentí algo de
movimiento en mi frente. Traté de no abrir los ojos o siquiera moverme mientras
Harvey acariciaba suavemente mi frente y mi cabello con su mano. No era un
toque provocativo, pero si uno con tierna compasión, algo que podrías ver en una
película.
—Solo relájate —dijo. Sus palabras me asustaron un poco.
Levanté mi cabeza y Harvey quitó su mano.
—Hola —dijo con una voz dulce.
Me volví y lo miré con curiosidad.
—Lo digo en serio, si quieres volver a la casa, no me molestaré. Si es por el
dinero, te pagaré el monto completo. No, te pagaré por toda una noche de
servicio. Solo di las palabras y te llevaré de vuelta, sin condiciones.
Su generosidad parecía sincera. No solo lo intentó conmigo durante el viaje,
sino que fue un caballero, sin insinuaciones sexuales, sin chistes sucios, ni
declaraciones pervertidas y sin contacto indeseado.
Llegamos al restaurante. David abrió la puerta, pero Harvey alcanzó su mano
para ayudarme. Tuvimos una mesa privada lejos de todos los otros comensales.
Teníamos una copa de vino, pan de masa fermentada como aperitivo, una ensalada
Cesar y mi postre favorito, tarta de melocotón.
Harvey hablaba y hablaba, no se callaba, pero no era desagradable. Habló
sobre su infancia y de sus gratos recuerdos trabajando en la carnicería de su padre.
Contó historias graciosas del tiempo que compartió con su padre, viajes de pesca,
vacaciones en Disney, el Gran Cañón. Me contó sobre su madre, como le enseñó a
cocinar, hornear, coser y tejer. Compartió algunas de sus recetas secretas y
métodos para cocinar un pavo, junto con sus consejos acerca de hornear los
mejores postres.
Cuando me disculpé para ir al baño él saltó y movió la silla para mí. Me
empolvé, mirándome en el espejo y traté de pensar en la manera de salir de la
situación.
¿Qué está mal conmigo? Odio a este tipo. ¿Por qué está siendo tan
agradable? Es un truco… eso es. Quiere meterse en mis pantalones. Por otra parte…
pagó por eso y sin embargo no está haciendo ningún intento para tener sexo.
No podía creer que estaba teniendo esta discusión conmigo misma sobre la
aparente ruptura de Harvey de ser Doctor Jekyll - Mister Hyde.
Cuando regresé a la mesa noté que algo estaba diferente. Las luces eran
tenues y un resplandor vacilante rumiaba desde la mesa. Entre más cerca me
encontraba de la mesa más notaba que el resplandor provenía de dos velas que
ahora descansaban en la mesa. Detrás de las velas había un jarrón lleno de rosas
rojas, por lo menos tres docenas en total, sin un solo pétalo marchito o caído.
Me quedé sin habla cuando llegué a la mesa. Solo miraba a las flores. Nunca
antes había tenido a un hombre que me comprara flores.
—¿Te gustan? —preguntó Harvey—. Hice que David fuera a buscarlas
mientras comíamos. ¿No son hermosas?
Hermosas. Realmente lo eran.
Harvey se levantó la manga de la chaqueta para exponer unos gemelos de
Hugo Boss y miró su reloj. —Vaya, el tiempo se nos pasó volando —dijo—. Pero
pasé un buen rato.
Tomó su copa de vino y la levantó, haciendo un brindis. Choqué mi copa
contra la suya y el sonido hizo eco melódicamente. Ambos tomamos un trago de
vino y pusimos nuestras copas en la mesa.
—¿Estás lista? —preguntó Harvey.
Mi corazón latió con fuerza.
Esto es todo. Aquí viene el Harvey estafador.
—¿Lista para qué? —pregunté.
—Para llevarte de vuelta a la casa, se está haciendo tarde.
¿Qué demonios?
—¿Lo dices en serio?
—Sí, me di cuenta de que no te sentías bien en el camino hacia aquí, pero
de todas formas viniste. Aprecio eso, pero quizás estás cansada y necesitas
descansar.
De vuelta al burdel estuve esperando que Harvey pusiera su mano en mi
pecho o deslizara sus dedos por mi vestido. Solo se sentó allí con sus manos en sus
muslos.
¿Será gay?
Después de unos minutos de silencio, Harvey dijo—: Kelly, ¿puedo pedirte
algo?
Aquí vamos.
—¿Qué cosa, Harvey?
—Realmente no sé cómo decir esto —comenzó a tartamudear—. Bueno, lo
que estoy tratando de decir es, hmmm... —Se detuvo, nerviosamente pasó sus
dedos a través de su cabello y miró al vacío. —Quiero pedirte…
—Solo dilo —respondí impacientemente, esperando por su gran pregunta.
—Quiero hacerte una oferta —dijo. Tomó una respiración profunda como si
se fuera a desmayar. Se volvió y me enfrentó. Me estaba poniendo nerviosa.
—Quiero ofrecerte una oportunidad para salir de esto.
Esperé por unos segundos para que terminara. Cuando no lo hizo, dije—:
¿Salir de qué?
Levantó su mano encima de mi cabeza, la movió en un gesto hacia abajo de
mi cuerpo hasta mis pies y dijo—: Esto, este estilo de vida, este trabajo. Quiero
ofrecerte… ¿vendrías conmigo a New York? Quiero decir, considerarías mudarte a
New York City y… creo que me estoy volviendo loco —dijo.
—¿De qué estás hablando? —pregunté.
—Sé que esto va a sonar loco, pero creo que te amo. Ahí, lo dije. Creo que
me estoy enamorando de ti.
Santa mierda. Este tipo necesita Prozac. Este tipo es aún más fanático de lo
que creí. ¿Te amo? ¿No se da cuenta de que lo quiero matar? Quiere que me mude
a New York, ¿está loco?
Moví mis caderas hacia la puerta, no queriendo estar tan cerca de él. —
Harvey, creo…
Antes de que pudiera terminar la frase, me interrumpió y dijo—: Déjame
terminar. Te pareces a alguien, alguien que ya no está… No puedo superar lo
mucho que me la recuerdas.
—Oh, ¿en serio? —dije—. ¿Le dijiste que la amabas en la primera cita?
—No, nunca tuve la oportunidad —contestó.
—¿Qué pasó? —pregunté.
—Murió —dijo Harvey, bajando su cabeza.
Ya no podía sostenerlo. Dejé caer mi cabeza, inclinándome hacia adelante y
arrojé el contenido de mi estómago, toda esa comida adorable, en el piso de la
limosina.
—¡David, estaciónate! —gritó—. Estaciónate.
¡No puedo creer que acabo de hacer eso!
Salí corriendo del vehículo para obtener algo de aire fresco. David tuvo el
desagradable trabajo de quitar mi cena del piso. Estaba tan avergonzada. Harvey
se disculpó repetidamente.
En el burdel, fui directo a mi auto y Harvey se marchó. Conduje fuera del
terreno y me detuve en la carretera cerca de una cuadra más abajo. Rick estacionó
a mi lado. Casi olvidaba que me estaba siguiendo. Bajé mi ventana.
—Oye, ¿estás bien? —preguntó.
—Sí.
—¿Qué pasó en la limosina?
—Vomité —dije. Mis emociones tomaron el control y empecé a reír
incontrolablemente.
—¿Vomitaste?
No podía dejar de reír, lo que hizo a Rick reír también. Luego de un minuto
o dos, me recuperé y nos fuimos al hotel. En mi camino al elevador, dos hombres,
vestidos en trajes y zapatos negros, usando camisetas blancas y corbatas negras
saltaron de detrás de una Suburban negra. Me asustaron de muerte. Salté hacia
atrás en pánico y grité por Rick.
Como en un video de los Hombres de Negro, los dos hombres metieron sus
manos en sus abrigos, pero antes de que pudieran sacar sus armas, Rick irrumpió
en la escena. Apuntó su 9mm a los hombres y gritó—: ¡Muéstrenme sus manos!
6
Traducido por Ivy & GIGI <3
Corregido por Sapphire
5
La U.S. Securities and Exchange Commission, SEC, es una agencia del gobierno de Estados Unidos
que tiene por objeto hacer cumplir las leyes federales y regular la industria de los bienes de valores,
los mercados financieros de la nación, así como las bolsas de valores, de opciones y otros mercados
de valores electrónicos.
y agentes del FBI y de la SEC estaban aquí para interrogarme, no tenía más
remedio que incluir a Rick sobre lo que realmente estaba pasando para que
pudiera protegerme mejor.
Los cuatro fuimos a mi habitación de hotel para discutir el asunto más a
fondo. Robert explicó que él y Larry habían sido asignados para investigar a
Harvey. Al final resultó que, Penny dio copias de los documentos a una compañera
de trabajo con instrucciones de que si algo le sucedía, su amiga las enviaría por
correo a la SEC.
Después de haber recibido la documentación, el FBI se involucró. Larry
explicó que a pesar de que los archivos verificaban que Harvey y Legacy
Investments S. A. se encontraban participando en estafas de inversiones
fraudulentas, dado que Penny los había robado, los documentos son inadmisibles
en los tribunales.
El FBI asignó un agente encubierto para hacerse pasar por empleado en
Legacy Investments. La investigación se hallaba en curso hasta que encontraran
pruebas suficientes, y luego una orden de registro le seguiría. Hasta entonces,
estaban reuniendo la mayor cantidad de información posible para construir el, caso
contra Harvey y su compañía.
Nuestra conversación continuó, les di la información de contacto de Alex y
el Señor Watkins, explicándoles que ellos también tenían información. Les hablé de
mi hermana y su muerte. Fueron comprensivos y amables, pero dijeron que eso se
encontraba fuera de su jurisdicción, aunque que lo revisarían y verían qué podían
hacer.
Querían saber por qué me encontraba en Las Vegas y por qué estaba en
contacto con Harvey. Me debatí entre qué decir, sabiendo que si les decía la
verdad, tendría que exponer mi plan. Utilicé la muerte de mi hermana como excusa
para explicar mis acciones. Buscar una nueva vida era la razón venir a Las Vegas, y
en cuanto a Harvey, simplemente dije—: Saben más de él que yo —evitando el
tema. Después de todo, ellos lo estaban investigando por fraude, pero yo estaba
tras el asesino de mi hermana.
Larry dijo que podrían usar mi ayuda. Cuando le pregunté, me proporcionó
información acerca de los viajes salvajes de Harvey a Las Vegas, los cuales ya
conocía. Querían atraer a Harvey hacia una emboscada para poder condenarlo por
sus transacciones ilegales de la SEC. Yo quería saber cómo podía ayudar.
Nombraron los hoteles, bares y clubes que Harvey visitaba. Afirmaron que era un
estafador y amaba a las mujeres. Querían que tratara de acercarme a él, para ver si
podía jugar con él y ganar su confianza; ellos harían el resto. Estuve de acuerdo en
ayudar.
***
A la mañana siguiente Elaine me llamó para saber lo que había pasado con
Harvey y por qué no había llenado mi tarjeta de registro. Cuando había llenado el
contrato de empleo, las opciones de pago eran cada noche o al final de la semana.
Para recibir el pago diario, tenía que reportarme cada noche. Ese era el acuerdo.
Elaine fue comprensiva cuando le expliqué lo enferma que estaba en la
limusina.
—Espero que no hayas agarrado una intoxicación alimentaria como Janine.
Una vez que escuchó mi relato, dijo que no había razón para disculparme,
pero lo hice de todos modos. No estaba en absoluto molesta, probablemente
porque Harvey había hecho un pago adicional. Elaine se hallaba preocupada por
mi salud pero una vez que le dije que me encontraba bien, estuvo más inquieta por
el trabajo de esa noche. Harvey específicamente me había solicitado y quería salir
conmigo de nuevo. Elaine me informó que estaba dispuesto a pagar el doble
debido a mi problema, y cuando se trataba de dinero, a Elaine no le gustaba
decepcionar a un cliente.
Me sorprendió con su siguiente pregunta. Me preguntó si estaba bien que
Harvey llamará a mi teléfono. Me explicó que Harvey estaba dispuesto a pagar
quinientos dólares por día que permitiera que me llamara y que ella no divulgaría
mi número privado. En lugar de ello, la empresa de seguridad que utilizaba Elaine
establecería una línea privada con un código de acceso al que Harvey podría
llamar; la llamada entonces sería enviada a mi teléfono con un mensaje que diría
"Harvey". Elaine dijo que cada día el código de acceso cambiaría, así Harvey tendría
que llamar a Cat Tails para recuperar el nuevo código antes de que pudiera
llamarme. De esa manera, en cualquier momento, Elaine, o yo podríamos negarle
el acceso.
Estuve de acuerdo.
No pasó mucho tiempo antes de que Harvey utilizara el código de acceso. A
las pocas horas, me estaba llamando.
Abrí mi teléfono y se leía "Harvey". Quería ir a comer de nuevo. —Con una
condición —le dije—. Iremos en otra cosa que no sea la limusina. —Estuvo de
acuerdo.
Mientras me preparaba para la cita, dando los toques finales a mi maquillaje,
pensé en lo que Larry y Robert querían que hiciera: acercarme a Harvey.
¿Cómo voy a acercarme a Harvey?
Me acordé de la noche anterior, la forma en que me había pedido que me
mudara a Nueva York, antes de decirme que me amaba. ¿Cuánto más cerca podría
llegar que eso? Él me deseaba, entendía eso, pero ¿cómo me deseaba?
Oh, Dios, ¿quería que fuera su novia?
Me aplique rímel en las pestañas y empecé a pensar en cómo atraerlo.
Quiere una novia, bueno entonces, voy a darle lo que quiere.
Mi cabello lucía perfecto mientras me miraba en el espejo. Salí de mi
habitación de hotel, pavoneándome por el pasillo hacia el ascensor, era hora de
engañar a Harvey Goldman
Cuando llegamos al restaurante, el anfitrión nos llevó a nuestra mesa.
Mientras caminábamos, alcancé y tomé la mano de Harvey. Se dio la vuelta y me
miró en estado de shock. Por el rabillo de mi ojo, pude ver su rostro: su boca
parcialmente abierta y sus ojos bien grandes. Intencionalmente opté por no
mirarlo, solo para mantenerlo haciendo conjeturas.
Me sentó como lo hizo la noche anterior solo que esta vez le di las gracias.
Sonrió y se sentó. Tuvimos nuestra comida con vino y luego pedimos postre.
Mientras esperábamos nuestra delicia de crema de plátano, me quité el zapato y
lentamente estiré mi pierna debajo de la mesa. Apunté entre sus muslos y coloqué
suavemente el arco de mi pie en su entrepierna, deslizando mis dedos a través de
su pene. Harvey saltó como un niño pequeño que recibía su primer beso.
Quitando mi pie, le pregunté—: ¿Estás bien? —Sabía que era mi pie
presionando contra su polla, pero fingió como si nada estuviera pasando.
¿Qué está mal con este tipo?
Elaine me dijo que era un pervertido y era conocido por las demostraciones
públicas de afecto sexual, pero ese no parecía ser el caso.
El camarero nos trajo el postre y lo puso delante de cada uno de nosotros.
Entonces, tuve una idea.
—Disfruten.
—Disculpe señor —dije.
El camarero volvió y con la voz más educada, preguntó—: ¿Qué puedo
traerle?
Le pregunté por los ingredientes para la delicia de crema de plátano, y
comenzó a compartir la receta. Mientras daba su explicación, mi pie retomó la
entrepierna de Harvey. Esta vez, no saltó, ni tampoco se movió porque el camarero
se hallaba a medio metro de distancia. Seguí frotando su pene, dándole al
camarero mi atención en contacto directo con sus ojos todo el tiempo. Podía sentir
a Harvey empezando a endurecerse.
El camarero terminó de explicar y le pregunté qué otros postres se
encontraban en el menú. Inmediatamente comenzó a describir cada postre, uno
por uno, y todo el tiempo sus ojos estaban fijos en mi escote. Cuando me di cuenta
de la mirada del camarero, continué masajeando a Harvey. Después, tomé un
tenedor lleno de crema de plátano y poco a poco lo llevé a mi boca. Sosteniendo
el tenedor en mi mano, lamí la crema con la punta de mi lengua como lo haría con
la cabeza de un pene. Cuando lo hice, una pequeña porción de la cobertura de
nata goteó del tenedor y aterrizó en mi teta izquierda. Miré a mi pecho, la crema
derretida se deslizó por la parte curva de mi pecho, sostenido por mi sujetador
push-up.
Colocando el tenedor en la mesa, bajé la mirada y vi la crema correr por mi
pecho. Con mi mano izquierda tiré mí vestido hacia un lado, exponiendo más de la
mitad de mi pecho. Con la otra mano recogí la crema goteando con mi dedo,
deslizándolo hacia arriba hasta que quedó a salvo en mi dedo. El camarero había
dejado de hablar, miré fijamente a sus ojos mientras puse mi dedo dentro de mi
boca y chupé la crema. Deslicé mi dedo hacia dentro y hacia fuera, chupándolo
como si fuera una polla dura. La polla de Harvey se puso firme mientras
continuaba frotando su pene durante la rutina del plátano-teta.
Después del postre, le dije a Harvey que me quería ir, pero insistió en pedir
una taza de café. En repetidas ocasiones, le pedí para irnos, pero siguió estancado.
Entonces finalmente admitió que todavía no podía ponerse de pie, porque tenía
una erección y no quería que nadie viera su bulto. Estaba esperando esta
oportunidad para abordarlo. Era el momento de engañar al timador.
—Déjame verlo —exigí.
—¿Qué?
—Déjame ver tu polla —contesté.
—No aquí.
—¿Harvey Goldman está avergonzado? —pregunté, riendo. Con eso, quité
mi otro zapato y puse mis pies sobre su rígida polla, frotándolo.
Echó su cabeza hacia atrás, cerró sus ojos, sus cejas se entornaron y respiró
profundamente.
—¿Te gusta eso? —dije en voz baja.
Asintió con aprobación. Mi engaño comenzaba a funcionar. Estábamos
cenando en un área privada, así que busqué alrededor del restaurante y noté que
nadie se encontraba cerca. Aun frotándolo, dije—: Mantén tus ojos cerrados e
imagíname en la ducha.
Levanté el mantel largo que llegaba al suelo en todos sus lados, agaché mi
cabeza y me escabullí debajo de la mesa. En cuatro patas, silenciosamente me
arrastré hacia Harvey, coloqué mis manos en el interior de sus muslos y los separé.
Cuando lo hice, susurró—: Kelly, sal de ahí.
—Shhh —dije. Con mi mano derecha sobre su bulto, empecé a frotarlo—.
Deslízate hacia adelante. —Solicité. Harvey acercó su silla, trayendo la parte inferior
de su cuerpo contra la mesa. Levanté el mantel y lo puse sobre su cintura, dejando
al descubierto sus pantalones de la cintura para abajo. Desabroché su bragueta,
metí mi mano dentro de la apertura de su ropa interior y con cuidado y cautela
saqué su pene de sus pantalones hasta que todo su miembro estuvo fuera.
Ahuecando mi mano en mi boca, eché saliva en mi palma para humedecer
su pene. Ubicando mi mano alrededor de su pene, acaricié suavemente hacia
arriba y hacia abajo a su miembro. Luego mojé mi otra mano y, usando
movimientos circulares, acaricié su polla. Su pene era largo, más largo que el de
Thomas, e increíblemente grueso. Cuando me estiré para apuntar su polla a mi
boca, me di cuenta de que su pene era firme y curvo como un plátano.
Asegurando mis manos alrededor de su pene, me aproximé para permitir
que mi saliva cayera en la punta de su cabeza. Totalmente empapado con mi saliva,
seguí acariciando usando movimientos circulares, hacia adelante y hacia atrás.
En ese momento, el camarero salió con una taza de café y preguntó—: ¿Más
café?
—No, estoy bien, solo esperando que mi novia regrese del baño —
respondió Harvey.
—Está bien. —El camarero respondió—. ¿Quiere su cuenta ahora?
—En un minuto.
El camarero se alejó y continué.
Él estaba haciendo obviamente todo lo posible para mantener una cara
seria, porque cuando oí la voz del camarero, presioné mis labios alrededor de la
punta de su cabeza y empecé a lamer su abertura con mi lengua. Pensé que tenía
unos cinco minutos hasta que el camarero volviera, así que esto no iba a ser una
mamada larga y prolongada. Había chupado una polla antes, un par de veces, pero
nunca había probado o tragado semen.
Con mis labios alrededor de su cabeza, me di cuenta de que o tendría que
permitir que haga su descarga en mi boca, o arriesgar que su jugo fuera a mi
rostro, a mi cabello o a mi vestido. Qué era peor, ¿probarlo o llevarlo puesto? No lo
sabía. Si mi engaño iba a funcionar, tenía que encargarme6, literalmente.
Ubicando mi mano izquierda sobre su muslo para mantener mi equilibrio, y
mi mano derecha sobre su pene, empujé mi rostro hacia su estómago, permitiendo
que su polla se deslizara a través de mi lengua. Nunca había hecho garganta
profunda, pero estaba dispuesta a intentarlo. Empujando con fuerza, podía sentir
su polla deslizándose por la parte posterior de mi garganta. Al principio quería
vomitar, pero deslizándolo dentro y fuera con rápidas penetraciones, no me hizo
daño o me ahogó. Cada vez que me lanzaba adelante con mi boca, acaricié su
polla en mi rostro hasta que mi mano y mi boca se tocaban.
En repetidas ocasiones, moví mi cabeza hacia adelante y atrás varias veces,
acariciando, luego sacando su polla de mi boca para deslizar mi lengua arriba y
abajo en la punta de su cabeza. Finalmente, pude sentir su daga crecer en mi boca,
tan larga que ya no podía hacerle garganta profunda. En cambio, con movimientos
rápidos, chupé fuertemente.
6
Texto original, suck it up, juego de palabras para referirse a encargarse de una situación o a tragarse algo.
Harvey reposicionó sus piernas, extendiéndolas, apenas tocando el suelo.
Obviamente, una señal de que estaba listo para acabar. Efectivamente, sus piernas
se tensaron y luego temblaron cuando sentí el estallido de su chorro llenando la
parte posterior de mi garganta como una manguera de incendios disparando agua
a alta presión. La eyaculación fue intensa. Su jugo caliente se lanzaba en intervalos,
muy similar a mis orgasmos y con cada embestida, la pulsación continuaba.
No fue tan malo. Un poco salado, pero me gustan las papas fritas, galletas y
otros alimentos salados, así que no me dio asco como pensé que lo haría.
Limpiando mis labios, aún en cuatro patas debajo de la mesa, me di la vuelta para
salir gateando. Cuando empecé a levantarme de abajo de la mesa, el camarero
volvió. Antes de que pudiera retirarme de abajo de la mesa, me vio. Agarré el
lóbulo de mi oreja derecha con ambas manos diciendo—: Pensé que lo había
perdido. —Fijando mi pendiente, miré al camarero y dije—: Estos bebés cuestan
más que la comida de esta noche y no iba a ir casa con uno solamente.
—No te puedo culpar —dijo.
Me volví hacia Harvey y dije—: Bueno, cariño, ¿estás listo para irnos?
Harvey sonrió y dijo—: Sí, querida. —Se puso de pie y cuando lo hizo,
inmediatamente vi una mancha blanca en sus pantalones. Con una mirada más de
cerca, me di cuenta de que una parte de su ropa interior sobresalía. Se encontraba
atascada en su cremallera. Sin dudarlo, me acerqué a él, puse mi mano izquierda
alrededor de su cintura, luego estiré mi derecha y desabroché su cremallera.
Rápidamente metí sus boxers dentro de sus pantalones y le subí la cremallera—.
Cariño, necesitas estar más atento cuando vas al baño.
Cuando salimos por el frente, esperando a que David sacara el coche,
Harvey colocó su mano en mi hombro y dijo—: ¿Qué fue todo eso?
—¿Qué, la mamada? —pregunté.
—Sí.
—Bueno, si no te gusto, puedo decirle a Elaine que quieres a otra persona.
—No, no es eso —dijo Harvey—. ¿Qué te pasó?
—¿Ahora no te gusto?
—Sí, me gustas, pero te traje a comer no a tener sexo.
—¿No te gusta el sexo? —insté.
—De eso se trata. Hasta ayer por la noche, me encantaba el sexo. Moriría
por eso. Pero ahora... —Harvey se detuvo, caminó unos pasos, pasó sus dedos por
su cabello, se dio la vuelta y dijo—: ¿Esto fuiste tú o el trabajo?
Hice una pausa, preguntándome qué decir. Era el momento de sellar mi
engaño.
Harvey Goldman, ahora eres mío.
—¿Y bien? —preguntó Harvey.
7
Traducido por Melanie Reads & Athena09
Corregido por Valevilchez
M
e giré y lo enfrenté. —Harvey, ¿una mujer no puede cambiar de
opinión? —Me acerqué hasta donde se encontraba, lo alcancé y
agarré sus manos. Miré directamente hacia sus ojos, me incliné y
besé sus labios—. Está bien... era yo.
Harvey sonrió tanto que pensé que se había desgarrado un músculo. Dejé ir
sus manos, envolví mis brazos alrededor de su cintura y me presioné contra él,
apoyando mi cabeza sobre su hombro izquierdo. Apreté mis senos contra su
pecho, y respondió envolviendo sus brazos a mí alrededor. Tiré mi cabeza hacia
atrás, miré sus ojos verdes y comencé a cantar una de las canciones de Frank
Sinatra—: Quiero ser parte de ello, de Nueva York.
***
Al día siguiente Harvey me llamó temprano, bueno, temprano para mí, eran
las once de la mañana. Apenas despierta, contesté el teléfono con voz perezosa—:
Harvey, buenos días. Es bueno escuchar tu voz. ¿Me echas de menos?
—Por supuesto, que lo hago.
—¿Disfrutaste tu cena anoche? —pregunté con voz provocativa.
—La comida estuvo excelente —respondió indiferente.
—Qué hay sobre el postre, ¿lo disfrutaste?
—La delicia de crema de caramelo de banana es mi favorita.
Este no era el Harvey Goldman que Alex había retratado, algo andaba mal
con él. Había hablado con Janine el día anterior para ver cómo se sentía, sabiendo
que tomé su lugar mientras se recuperaba de la intoxicación alimenticia. Me
informó de los deseos sexuales de Harvey y me dio indicaciones de qué hacer para
ganar una buena propina. Su descripción no era para nada el Harvey con el que me
encontraba lidiando. Sin embargo, me había dado cuenta. Estaba enamorado de
mí y no quería sumergirme en sus fetiches y sus oscuros deseos.
No me desea para jugar conmigo. En realidad me quiere.
Harvey cambió de tema. Me dijo que volaría en la mañana. Entonces me lo
propuso de nuevo—: ¿Ya has pensado sobre lo de Nueva York?
Le dije que necesitaba más tiempo, pero que estaba pensándolo. Luego
habló de los planes para esta noche. Quería saber lo que me gustaría hacer, le dije
que me devuelva la llamada alrededor de las tres y le haría saber.
Me hallaba a punto de encontrarme con Larry y Robert a la una de la tarde
en el restaurante Monte Carlo para discutir su estrategia para atraer a Harvey a la
trampa de inversión. Habían estado trabajando en un plan durante meses y querían
mi ayuda para sellar el trato. Tomé una ducha y me vestí, con vaqueros azules y
una camiseta rosa. Mirándome en el espejo, decidí llevar una gorra de béisbol
blanca con bordado color rojo brillante que decía: “Lo que pasa en las Vegas, se
queda en las Vegas”. A las doce y cuarenta y cinco dejé mi cuarto para ir a la planta
baja.
Me encontraba sentada en una mesa con Rick, bebiendo una Coca-Cola,
cuando Robert y Larry se nos unieron. Comenzaron a compartir su estrategia para
Harvey. Según sus fuentes, el método de Harvey para un esquema de inversión era
ofrecer rendimientos extremadamente altos en un período relativamente corto de
tiempo. En este esquema, Harvey afirmaba tener acceso a "garantías bancarias"
que puede comprar con un descuento y venderlas con un recargo. Revendiendo
varias veces a las "garantías bancarias", afirmaba que era capaz de producir
devoluciones excepcionales en la inversión mediante el uso de un "programa de
rotación".
Para hacer su esquema más atractivo, Harvey ofrecía "garantías" emitidas
por los "principales bancos " del mundo. Los documentos legales asociados con
tales esquemas requieren con frecuencia que la víctima entre en acuerdos de
confidencialidad y no elusión, ofreciendo retornos de la inversión en "un año y un
día" y afirmando la utilización de los formularios requeridos por la Cámara
Internacional de Comercio (CIC).
El propósito de estos fraudes es animar a la víctima a enviar dinero a un
banco extranjero, dónde es transferido a una cuenta en un paraíso fiscal al control
de un estafador, como Harvey. Desde allí, el dinero de la víctima es utilizado para
gastos personales del criminal o es lavado en un esfuerzo para hacerlo
desaparecer.
Larry y Robert querían establecer una reunión con Harvey, actuando como
inversionistas potenciales. Usando la vigilancia y equipos de grabación del FBI,
querían grabar su oferta de inversión, hacer una inversión sustancial, rastrear las
transacciones, tener a Harvey siguiendo con la estrategia de inversión, conseguir
los documentos de la transacción y reunir suficiente evidencia para hacer un
arresto.
—Ahora, Kelly, aquí es donde tú entras—dijo Larry—. ¿Cómo vas a llegar a
ganarte la confianza de Harvey, y cuánto tiempo crees te tomará poder
convencerlo de que se reúna con nosotros?
—Dame dos semanas —dije con confianza.
—Oh, eso es demasiado pronto —insistió Robert—. No es estúpido, pensará
que pasa algo si vamos así de rápido.
—Déjame emplear mi encanto —dije—. Entonces te haré saber lo que dice.
—Sí, Kelly, pero no lo apresures —dijo Larry—. Hemos estado trabajando en
esto por diez meses y si piensa que juegas con él, se echará para atrás y
perderemos la oportunidad.
***
7
Es un depresor del sistema nervioso central (SNC). La mezcla de GHB con alcohol provoca una
reacción cruzada que, muy a menudo, induce una pérdida total del conocimiento.
—¿De verdad? —se animó—. ¿Eso crees?
Le dije que necesitaba su ayuda para conseguir que su motor se cargara y si
se reuniría conmigo en mi habitación de hotel a las nueve, le dije que podríamos
darle a Harvey un espectáculo como el que dimos a Thomas, tal vez eso ayudaría.
Estuvo de acuerdo y se encontraba emocionada por echar una mano, le expresé
que dividiría con ella la cuota cincuenta y cincuenta.
Reuben llegó como lo había prometido y Harvey apareció a las siete en
punto. Pedimos una bebida y comenzamos a bailar en el piso principal.
Sorprendentemente, era un buen bailarín, la noche empezaba como había
planeado. Después de aproximadamente una hora y media de fiesta, baile y
coqueteo, fuimos al bar por otra bebida. Compré piñas coladas a propósito; la
dulzura diluiría el sabor salado del GHB.
El DJ anunció que era la hora de bailar, la música comenzó y cuatro
camareras hermosamente tetonas saltaron sobre la barra del bar y comenzaron a
bailar provocativamente. Una de ellas se encontraba a la altura de la cabeza de
Harvey, sacudiendo sus senos con deleite. Sobre la música a todo volumen, me
incliné y le pregunté—: ¿Lo harías con ella?
—¿Qué? —gritó por encima del ruido.
—Dije. —Levanté mi voz—, ¿Lo harías con ella? —Sabía a lo que me refería.
Se dio la vuelta, casi ofendido y dijo—: ¡No!
La bailarina comenzó a bailar en frente de mí. Inclinándome de nuevo, le
pregunté a Harvey—: ¿Te gustaría verme follar con ella? —Otra vez, me dio la
misma respuesta.
Recogí un billete de cien dólares de mi tirante del sujetador y lo tiré sobre el
mostrador, levanté mi mano sobre la cabeza de Harvey y señalé hacia abajo,
insinuando que él quería un baile privado. Ella tomó el dinero, lo guardó en su
camisa y se volvió loca sobre Harvey.
Ese era mi momento. Harvey se encontraba distraído mientras la chica lo
provocaba. Rápidamente vertí el GHB en su bebida.
A los pocos minutos, Harvey arrastraba sus palabras. La droga estaba
haciendo efecto más rápido de lo que esperaba.
Tal vez le di demasiado.
Enfrentándolo como si tuviera demasiado para beber, envolví su brazo a mí
alrededor para llevarlo al cuarto VIP. Era demasiado pesado para cargarlo.
Afortunadamente, Rick estaba observando, por lo que lo tuve ayudándome a llevar
a Harvey al cuarto y meterlo a la cama. Le dije a Rick que iba a dejar dormir a
Harvey, que bajaría al vestíbulo y esperaría mi llamada.
A las ocho y cincuenta y cinco de la noche, Janine tocó la puerta. Entró para
ver a Harvey completamente desnudo y en la cama, sus manos atadas al poste y
vendado. —Chica, creí que no te estaba respondiendo —dijo.
—Está borracho. Así que ahora está cooperando un poco más.
Janine se quitó su abrigo London Fogy y se encontraba completamente
desnuda. —¿Qué tienes en mente? —preguntó.
Abrí el cajón superior de la mesa de noche y saqué un consolador en un
cinturón de cuero negro con una polla de un rojo brillante. —¿Qué tal esto?
—Oh, sí —contestó Janine—. ¿Quién lo usa y quién recibe? —preguntó.
—Tú puedes ser la dominante.
Mientras Janine ajustaba el aparato alrededor de su cintura, me quité mi
sujetador y mis bragas, me subí a la cama y le quité la venda. Luego, a cuatro
patas, coloqué mis manos a un lado de su pecho y mis rodillas en el otro. Desde
atrás, Janine se inclinó sobre mí mientras presionaba gel líquido sobre la polla de
goma. Luego roció un poco en los afeitados labios de mi vagina, agarró el pene
con su mano derecha y penetró mi coño.
Comenzó a empujarme. Miré y los ojos de Harvey no se encontraban del
todo abiertos, aunque ocasionalmente los abría y luego los cerraba. —Janine —
dije—, empieza a hablarle a Harvey.
Dijo su nombre e instantáneamente abrió los ojos y la miró. —¿Janine? —
preguntó—. ¿Eres tú?
—Oye, Goldman —dijo, jadeando mientras seguía empujando el consolador
dentro de mi coño—. ¿Quieres ver cómo me cojo a tu perra? —preguntó. Los ojos
de Harvey se abrieron completamente cuando la vio meciéndose hacia adelante y
hacia atrás contra mi trasero.
Eso continuó durante algunos minutos y el pene de Harvey todavía se
encontraba blando. Miré de vuelta hacia Janine, y luego a su polla inerte. —No está
funcionando.
—Chúpalo mientras te cojo a ver si eso funciona.
Reposicionándome a mí misma hacia sus caderas, envolví mi mano derecha
alrededor de su pene, me incliné y empecé a chuparlo. Janine nunca perdió el
ritmo y no sacó el consolador mientras me movía en posición para la mamada.
Continuando chupando y humedeciendo su polla, apenas se puso duro. Me
levanté de su pene y le dije a Janine que debía de estar demasiado borracho.
—Eso es raro, Harvey puede beber sin embriagarse y follar después de una
noche de fiesta —respondió.
—¿Qué hacemos? —pregunté.
Janine se levantó y sacó una píldora de Viagra y un vaso de agua.
—¿En serio? —pregunté—. ¿Sucede que tenías una?
—Nunca sabes con los hombres, no todos pueden permanecer firmes y
cuando no lo hacen, no quieren pagar, solo dejar una propina, así que tienes que
estar preparada.
Le metimos la píldora a la fuerza y en un par de minutos pareció funcionar.
Su polla finalmente estaba dura, comenzando a crecer y a latir. Le agradecí a
Janine.
—No hay problema, cualquier cosa para ayudar a una amiga —dijo y luego
se fue, dejando el resto del tiempo de Harvey conmigo.
Tenía que aprovechar el tiempo, así que me subí sobre él, agarré una
porción de su polla dura, lo alineé y me senté sobre él, metiendo su pene en mi
vagina. Inmediatamente abrió sus ojos. Empecé a moverme de hacia abajo cuando
sus ojos trataron de cerrarse. Tomé su cabeza, empujándola de nuevo contra la
cabecera y grité—: ¡Fóllame hijo de puta!
Eso llamó su atención. —¿Qué estás haciendo? —preguntó.
—¿Qué parece? —contesté—. Te estoy follando.
Se volvió y miró a cada una de sus muñecas por primera vez, dándose
cuenta de que se encontraba atado al poste. —¿Dónde estoy? —preguntó.
—Estás conmigo, ahora, ¡cállate y fóllame!
Empezó a hacerlo, meciendo sus caderas hacia arriba y hacia abajo y
respondiendo a mis movimientos. —¡Mírame! —ordené. Miró directo a mis ojos. —
Ahora, me dijiste que te recordaba a alguien, ¿quién era? —pregunté.
—¿De qué estás hablando? —respondió.
—¿A quién te recuerdo? —pregunté de nuevo, aun moviéndome de arriba
hacia abajo.
Volteó su cabeza y dijo—: No quiero hablar sobre eso.
Tomé una vela encendida de la mesa de noche y la sostuve sobre él. —¿A
quién te recuerdo?
— Kelly, por favor, solo detente —rogó.
Volteé la vela y la cera caliente goteó sobre su pecho. Se sacudió.
—Eso te gusta, ¿no es cierto? —dije. Lo hice una y otra vez, siempre se
sacudía cuando la cera tocaba sus fornidos pectorales. Continué preguntándole a
quién le recordaba.
Manteniéndome sobre él, abrí el cajón superior de la mesa de noche, tomé
una mordaza con una bola, y la abroché alrededor de su cara, rellenando su boca
con la bola naranja.
—Así que, ¿no quieres hablar? —Me levanté, caminé hacia la mesa y abrí
una botella de vino. Recordé lo que Thomas había hecho; iba a jugar y a tener algo
de diversión a expensas de Harvey.
Tomé un largo trago y luego empecé a derramar el vino tinto sobre su
entrepierna. Cuando lo hice, el líquido salpicó toda la cubierta blanca de la cama.
Mierda. Eso va a dejar una mancha.
Me subí sobre la cama con botella vacía en la mano. Me puse de pie sobre
él, situé la botella en su estómago y me coloqué en cuclillas hasta que el cuello de
la botella penetró mi vagina. Manteniéndola en su lugar, me movía hacia arriba y
hacia abajo de la botella. Sus ojos se abrieron de par de par, disfrutando la vista. —
¿Te gusta? —pregunté.
Asintió con la cabeza y murmuró con placer.
Me levanté y removí la botella. Me giré, jalé sus piernas hacia arriba,
separándolas, antes de sentarme en su polla y deslizarla en mi coño. Tomé la
botella e inserté la punta en su ano, presionándola suavemente hacia adentro.
Quería empujarla dentro y destrozarlo, pero nunca obtendría ninguna información
si llevaba las cosas tan lejos.
Aparentemente, eso le gustaba. Empezó a mover sus caderas hacia arriba y
hacia abajo, desplazándose y retorciéndose con placer. Luego de algunos minutos,
decidí no interrogarlo más, pero en su lugar trataría de complacerlo. Mi estrategia
no estaba funcionando, así que tenía que improvisar.
Mis pantorrillas descansaban sobre las suyas, sosteniéndolo acostado con
sus piernas hacia atrás. Mis movimientos hacían un fuerte ruido de chasquido cada
vez que mis nalgas aterrizaban en su área pélvica. Sorprendentemente, yo lo
estaba disfrutando. Con sus nalgas expuestas, y la botella en su agujero, golpeé su
trasero. Gimió con placer. Me giré y lo miré.
—¿Te gusta?
Asintió con la cabeza de nuevo.
Lo golpeé repetidamente, mientras se movía más duro y más fuerte. Su pene
se encontraba creciendo dentro de mí. Cada vez que me presionaba hacia abajo,
podía sentirlo poniéndose más tenso. Un golpe más y fue suficiente. Empezó a
gemir y gemir cuando de repente, sentí su esperma caliente en mi interior. Roté mi
posición, presionando mi clítoris contra su pelvis y meciendo con fuerza. Tres, dos,
uno… ¡despegue! Empecé a terminar en su polla, y cada vez que mi orgasmo se
disparaba a través mi cuerpo, me sacudía con placer.
Usando una toalla húmeda, limpié mi vagina y entonces le hice lo mismo a
su pene, gentilmente limpiando su polla y sus bolas. Luego de que desatara sus
muñecas y removiera la mordaza, le dije que iba a tomar un baño y lo invité a
acompañarme. Juntos, el agua caliente se rociaba en numerosos chorros mientras
nos abrazábamos en la enorme ducha. Mis pechos apretándose contra su pecho, su
pene, aún duro, presionándose firmemente contra mi estómago. Mis brazos
alrededor de su cintura, y sus manos descansando contra la pared de azulejos, miré
hacia sus ojos y dije—: Me gustaría ir pronto a visitarte a New York en algún
momento.
Sorprendido y eufórico, respondió—: ¿Es en serio?
8
Traducido SOS por Yoda, Ivy & Athena09
Corregido por Gasper Black
F
uncionó. Bueno, debería decir, funcionó para Robert y Larry,
pero para mí no. Convencida de que hablaba en serio, el plan
de crear una reunión entre Harvey y las agencias, por el
momento se veía mejor.
Y él dijo, no te apresures.
—Vaya, qué noche —dijo Harvey.
—Te gusta un poco loco, ¿no? —contesté.
—Mmm —dijo con una gran sonrisa, viéndose como un niño en una tienda
de dulces.
Salimos de la ducha y nos envolvimos en las batas del hotel
complementarias. Decidimos pedir servicio de habitaciones y conseguir algo para
comer. Por alguna razón, se me antojaba una hamburguesa y papas fritas. Harvey
ordenó bistec, patatas rojas, brócoli y panecillos, ¿quién lo hubiera imaginado?
Terminé con mi sándwich y agarré las papas fritas, sumergiéndolas en salsa
de tomate, Harvey seguía comiendo su comida.
—Entonces, ¿qué es lo que haces para ganarte la vida? —pregunté,
sabiendo que me encontraba violando una regla de Cat Tails: no involucrarse
personalmente con un cliente. En ese momento, no me importaba. Iba a hacer lo
que necesitaba para hacer caer a Harvey Goldman.
Masticando su bistec, dijo—: Soy un agente de inversiones.
—En serio —contesté, mostrando interés.
—Sí, y soy malditamente bueno en lo que hago.
—Inversiones —dije—. ¿Al igual que el mercado de valores?
—Algo así, es complicado —respondió.
—¿Alguien puede invertir con tu empresa? —incité.
—Si tienen dinero —respondió con una sonrisa—. ¿Por qué, quieres invertir
en algo? —preguntó y luego agregó—: Solo bromeo.
—Podría —dije. Extendí mi mano y agarré de su plato un pedazo de brócoli,
lo puse en mi boca y comencé a masticar. Y dos segundos más tarde, se hallaba en
mi servilleta, era repugnante.
Harvey se rió y dijo—: Es bueno para ti.
—Muchas gracias, me quedaré con mi hamburguesa y papas fritas.
Tomé un sorbo de vino. Seguí adelante con la conversación—: Me
preguntaba… —Hice una pausa—. No importa.
—¿Qué es? —preguntó Harvey con curiosidad.
—No es nada.
—Solo dime —insistió.
—Bueno, cuando vaya a Nueva York...
—Sí —animó.
Continué—: Cuando vaya a Nueva York, me gustaría presentarte a mi tío
Pete —sobre la marcha, inventé un nombre para Larry—, y su socio. Están
buscando para hacer algunas inversiones, y cuando mencionaste que eras un
corredor, pensé en ellos… es solo una idea.
—No sé —vaciló Harvey—. No me gusta mezclar los negocios con el placer.
Incliné mi cabeza y saqué mi labio inferior, como una niña haciendo mala
cara porque su papá le dijo que no a algo que quería. —Por favor, ¿por favorcito?
Harvey se rió. —Veremos.
***
Al día siguiente, Harvey voló de regreso a Nueva York. Me llamó y todos los
días envió una docena de rosas al Cat Tails Lounge. El miércoles de esa semana,
recibí un paquete con un collar de diamantes y el viernes, Harvey me envió
pendientes de diamantes que hacían juego con el collar.
Ese fin de semana, no pudo ir a Las Vegas, así que hablamos por teléfono el
sábado y el domingo. Este tipo era un hablador. Sin embargo, era muy caballeroso.
Dos semanas más tarde, Harvey volvió a Las Vegas y teníamos planes para salir. Me
preguntó si era una aventurera.
—¿Qué tienes en mente? —pregunté.
Quería que me subiera a la montaña rusa en el Hotel y Casino Nueva York,
New York. Estuve de acuerdo.
El paseo fue muy divertido y aterrador al mismo tiempo. Comimos en el
restaurante del hotel, y entonces, fuimos a mi habitación, la cual se convertía en mi
segundo hogar cuando él se encontraba en la ciudad. Aún tenía mi habitación en
el Monte Carlo.
El calor del verano y la humedad empapaba mi cara hasta que mi maquillaje
prácticamente se derretía y mi cabello estaba empapado de sudor. Odio sudar, así
que me excusé para tomar una ducha, y por supuesto, él acompañó.
Naturalmente, bajé mi mirada y no pude dejar de notar que su pene se
hallaba erecto, largo y colgando al menos quince centímetros. —Bueno —dije—,
alguien está excitado.
Harvey bajó su mirada, volvió a levantarla y dijo—: A mí… a nosotros nos
gusta lo que vemos.
—Oh, ¿ahora te gusta? —dije, mirando fijamente hacia su polla—. Bueno,
entonces, trae a ese chico por aquí. —Harvey se acercó y me beso en los labios
mientras bajaba mi mano y acariciaba suavemente su polla. Envolví mi mano
alrededor de su eje, tirando de él ligeramente con movimientos descendentes
mientras sentía su espesor hincharse como galletas de mantequilla horneándose
en el horno, hasta que su polla se encontraba dura, firme y erecta.
Dándome la vuelta, me recosté en Harvey y presioné mi trasero contra sus
caderas, forzando su pene entre la raja de mi trasero, colocando una intensa
presión contra mi agujero y mi coño. Extendió ambas manos, colocándolas sobre
mis caderas, antes de tirarme fuerte. Su pene curvo acechaba, jugando con mi
agujero, hasta que la punta de su polla penetró los labios de mi vagina.
Inclinándome hacia adelante, mientras el agua caliente salpicaba la parte baja de
mi espalda y mis glúteos, y sintiendo su polla empujándose en mi interior,
comencé a sentir enormes sensaciones de hormigueo que nunca había sentido.
Harvey movió sus manos de mis caderas, subiendo a mi cintura y a mis
axilas, antes de tirarme hacia atrás. Tomó ambas de sus manos, las deslizó por la
parte de atrás de mis piernas y se detuvo justo encima de mis pantorrillas. Las
agarró fuerte y con un impulso me levantó, extendiendo mis piernas mientras
colgaba suspendida en el aire. Su pene curvado, rígido y erecto, presionando
contra mi pelvis justo por encima de mi clítoris, burlándose de mí por más.
Inclinándome, envolví mi mano alrededor de su polla, la agarré con fuerza y la guié
hacia mi coño, me levantó más arriba, permitiendo una posición perfecta para que
su polla me penetrara.
Su gruesa polla se deslizó en mi interior. Me levantó y luego me bajó, como
si fuera un fisicoculturista levantando pesas. Metió su polla aún más profundo en
mi vagina y, mientras flotaba en el aire, continuó sosteniéndome, presionándome
mientras me follaba por detrás.
—Oh, Dios mío, Harvey, eso se siente tan bien —dije. Inclinando mi cabeza
hacia atrás y gruñendo—: ¡Fóllame, fóllame!
Esa posición suspendida permitió que su polla se impulsara en mi interior
hasta que su pene curvo se presionó contra mi pared interior, llena y lejana. Fue
estimulante y doloroso al mismo tiempo. Atrapados en el éxtasis de la ducha
sexual, me olvidé de todo lo demás. Igual que el agua lavando contra nuestros
cuerpos, me sentí limpia, fresca y libre. Todo lo que quería en ese momento
era sentir su polla dentro de mí.
—Bájame —dije.
Harvey inmediatamente dejó de levantarme y se quedó inmóvil en su
posición. —¿Te estoy lastimando?
—No, bájame y te mostraré lo que quiero.
Harvey me levantó lo suficientemente alto para que su pene saliera de mi
interior; cautelosamente, me guió para ponerme de pie. Dando dos pasos hacia
adelante, me agaché, mi cabello casi tocando el suelo. Extendiendo mis piernas,
coloqué mi mano izquierda contra la pared para equilibrar mi peso; tomé mi otra
mano, la extendí bajo mi entrepierna y posicioné mi dedo medio contra mi ano.
Lentamente, empujé mi dedo dentro de mi culo y lo detuve.
—¿Qué quieres? —preguntó Harvey.
Sacando mi dedo y deslizándolo de regreso a mi culo, dije—: Quiero sentir
tu semen en mi interior, aquí mismo.
—¿Estás segura? —preguntó.
—Estoy segura.
Con anticipación, extendí mis piernas.
Colocando ambas manos contra la pared de la ducha, me incliné, Harvey
agarró su polla con su mano derecha y, usando su izquierda, separó mis nalgas,
abriendo mi ano. Apretó suavemente la cabeza de su polla en mi culo. Lo
sentí entrar. Estaba tan jodidamente apretada.
Una vez que su cabeza se encontraba dentro de mí, puso sus dos manos
sobre mis nalgas, separándolas, abriendo mi culo aún más. En cámara
lenta, comenzó a balancear sus caderas hacia atrás y delante, deslizando su polla al
interior para relajar mi ano. Entonces, abriéndome lo más físicamente posible,
comenzó a meter su gran polla. Empezó a estirarme y sentía como si fuera a
destrozarme, pero lo quería hasta el final dentro de mí.
—Uh —gruñí cuando levanté mi cabeza.
Harvey reconoció que mi sonido no era un ruido erótico sino un sonido de
dolor. De inmediato, sacó su pene y dijo—: ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño? Kelly,
lo siento mucho.
Fue genuino y sincero pidiendo disculpas por entrar demasiado lejos,
demasiado rápido. Seguía repitiendo—: Lo siento mucho. Lo siento mucho.
—Está bien, estoy bien.
—No quise hacerte daño —respondió—. ¿Esta es tú primera vez?
Al principio, no quería admitirlo, ya que no quería revelar mi identidad.
—Sí, pero se sentía tan bien al principio, con tu cabeza dentro de mí. Quiero
sentir tu semen en mi culo.
—¿Estás segura?
—Estoy absolutamente segura —contesté.
—Está bien, déjame intentar algo.
Reubicó sus pies, separándolos, lo cual bajaba a su objetivo. Deslizó su polla
parcialmente dentro y empezó a masturbarse. Los movimientos del empuje
mientras se acariciaba permitió la suficiente fuerza para penetrarme sin la tensión.
Su cabeza me empujaba cada vez que su polla tenía espasmos por placer y
satisfacción. Más y más rápido, golpeaba a su eje, gimiendo con cada embestida,
hasta que soltó un gruñido muy fuerte. Su esperma caliente estalló en mi culo;
sintiendo cómo cada chorro enviaba escalofríos por mi columna vertebral.
Quité mi mano derecha de la pared y la puse sobre mi clítoris y, mientras
seguía disparando su semen dentro de mí, froté mi coño. En menos de 20
segundos, comencé a gemir, al sentir mi orgasmo a punto de explotar. Harvey sacó
su polla de mi culo y penetró mi coño. Su gruesa polla, cubierta con su semen, se
deslizó dentro de mí con facilidad. Su completa polla de 20 centímetros me abrió
violentamente, mientras explotaba mi orgasmo contra ésta.
—Oh, Dios... Oh, Dios... sí... ¡sí! —grité.
Guau, ¡qué maldito orgasmo!
Mis piernas se retorcían en espasmos, todo mi cuerpo temblaba y pensé que
iba a perder el control.
Me levanté, me di la vuelta y nos abrazamos. Mirando directamente a sus
ojos, dije—: Eso fue increíble.
Volviendo su mirada a mis ojos, respondió—: Kelly, te amo... cualquiera
que sea tu apellido.
Oh, mierda. No la palabra con "A". ¿Qué digo ahora? Dios mío... Dios mío...
¡Piensa Cindy, piensa!
Sonriendo de nuevo, dije—: Lee, es Lee, mi apellido es Lee.
¡Mierda! ¿Por qué dije eso? Supongo que era mejor que decir: también te
amo.
***
S
alté de la encimera de la cocina, cogí mi bata y rápidamente
comencé a ponérmela. Le susurré a Reuben—: ¡Rápido, ve al
baño!
Sosteniendo su polla, dijo—: ¿Hacer qué?
—¡Es mi jefa, date prisa! Ocúltate en el baño.
Saltó del sofá y empezó a correr a través de la sala de estar; sosteniendo su
pantalón, mientras que su pene rebotaba con cada paso. Se detuvo, se dio la vuelta
y preguntó—: ¿Dónde está el baño?
Apuntando hacia la zona trasera cerca de la habitación principal dije—: ¡Allí
atrás, la puerta de la derecha, date prisa!
Sosteniendo sus calzoncillos, daba saltos mientras trataba de abrocharse su
pantalón.
Colocándome la bata a mi alrededor, até el cinturón, agarré mi toalla de
baño y me dirigí a la puerta. —Solo un segundo —dije. Frotando contra mi cabello
húmedo, me detuve y miré en la mirilla.
Algo estaba bloqueando la vista, no podía ver hacia fuera. En pánico, respiré
hondo, preparándome para saludar a Madam Elaine. Mi corazón se hallaba latiendo
con fuerza.
¿Cómo demonios sabía que me estaba quedando aquí?
Girando el cerrojo, abrí la puerta.
—¡Sorpresa!
—¡Janine! ¿Qué mierda? —exclamé, aliviada.
Apuntando con su dedo, riéndose dijo—: Te atrapé.
—Me diste un susto de muerte, idiota —contesté—. Vamos entra. —Janine
entró en la habitación. Dando un par de pasos, llamé a Reuben—. Está bien. Ahora
puedes salir. —Reuben salió caminando. Su cinturón se hallaba desabrochado,
colgando en frente, y su polla estaba dura, asomándose fuera de sus pantalones y
ropa interior, cinco centímetros de su larga polla a perfecta vista.
Entró a la sala de estar, se detuvo y miró a Janine. —Reuben, esta es Janine,
mi amiga —dije.
—Ella es mi amiga ahora —respondió.
Le conté a Janine que le debía un favor y le estaba dando un pequeño
espectáculo para pagarle por su amabilidad.
—Bueno, no dejes que yo te detenga —dijo ella.
—¿Quieres ayudarme?
Aceptó incondicionalmente. Reuben volvió a su posición en el sofá y yo me
abrí la bata, exponiendo mis pechos. Janine se acercó y comenzó a lamer mis
pezones y a presionar mis senos. Extendió su mano, la colocó en mi coño y
empezó a frotarlo. Reuben estaba duro como una roca, acariciando su polla, sin
quitar sus ojos de Janine. Levantando mi pierna derecha, puse mi pie en el taburete
de la barra y expuse mi clítoris por completo. Janine se arrodilló y empezó a lamer
vigorosamente mis labios vaginales. Levantó su mano y colocó dos dedos en mi
interior, deslizándolos suavemente hacia dentro y hacia afuera.
Miré a Reuben. Fíjamente a sus ojos, abrí mi boca, demostrando mi placer
por la gentil lamedura de Janine. Gritando y gimiendo, coloqué mis manos una en
cada pecho, y empecé a pellizcar mis pezones con mi dedo índice y pulgar. Con
fuerza, tiré de mis pezones, haciendo que se pusieran erectos.
El chico se levantó, sus pantalones y su ropa interior alrededor de sus
rodillas, y empezó a acercarse a nosotras, todavía acariciando su polla. Para tener
una mejor vista. Yo no quería que manchara la alfombra, así que le di instrucciones
para que tomara mi toalla de baño, la cual extendió en el suelo delante de él.
Janine miró por encima para echarle un vistazo a Reuben y al ver el tamaño
de su pene, se detuvo de lamerme y dijo—: Santa mierda.
—Tentador, ¿no es cierto? —resalté.
—Claro que sí —respondió—. No creo haber visto uno así de grande antes.
—Eres más que bienvenida para probarlo —dijo, sonriendo Reuben.
Janine me miró a los ojos y dijo—: Ojalá.
En ese momento tuve una idea. —Un momento —le dije a Janine y caminé
hacia el armario.
—Oye —dijo Reuben—. No he terminado.
—Un segundo —contesté.
Al regresar, los ojos de Reuben se abrieron de par en par y Janine sonrió con
una mirada que decía: Tú, chica traviesa. En mi mano se encontraba un consolador
de doble cabeza de 35 centímetros, espuma de goma. En cuestión de segundos,
Janine se quitó sus pantalones vaqueros, su ropa interior, su camiseta y su
sujetador. Tomé mi bata de baño y la tiré al suelo. Janine y yo no sentamos en
estrecha proximidad y mantuvimos nuestras piernas abiertas, una frente a la otra.
Arrastramos nuestras caderas hasta que nuestros cuerpos se hallaron solo a
algunos centímetros de distancia.
Coloqué el pene de dos cabezas entre nosotras, lo alineé y lo deslicé dentro
de mi vagina. Janine se acercó más, agarró el extremo en frente de ella y lo
introdujo en su interior. Las dos nos acercamos más, permitiendo que más del
consolador nos penetrara profundamente. Janine empezó a gemir. Se inclinó y, con
ambas manos, comenzó a pellizcar mis pezones. Su agarre fuerte causó que una
sensación de hormigueo corriera por mi cuerpo. Le hice lo mismo a ella. Juntas,
pellizcando los pezones de la otra y follando al enorme consolador, ambas
estábamos más que listas para llegar al clímax. Continué acariciando los pechos
suaves de Janine, apretando sus pezones con fuerza con las yemas de mis dedos, y
luego me giré y miré a Reuben, mi boca completamente abierta, gimiendo con
erótico placer.
En respuesta, Janine hizo lo mismo. Apretando mis pezones, meciendo sus
caderas, también se volvió a mirarlo, dándole ese ceño sensual que hacía tan bien.
Sacó su lengua y comenzó a moverla de arriba a abajo, imitando como había
estado lamiendo mi coño. Ambas mirábamos a Reuben, su polla era tan enorme y
su proporción era mucho más grande que su estatura. Obviamente, ambas
deseábamos que él fuera un cliente, porque lo habríamos follado hasta matarlo
ahora mismo.
—Es tan grande —gruñó Janine. Con eso, se precipitó aún más cerca,
conduciendo al consolador más profundamente hasta que nuestros labios
genitales se tocaron. Ver a Reuben sacudir su descomunal polla era algo para
disfrutar, pero ahora, la ficticia polla se hallaba profundamente dentro de nosotras,
y nuestros coños húmedos se relamían; el agarre de pezones era demente, me
ponía salvaje. Empecé a empujar mis caderas, tan duro como podía en el área
pélvica de Janine, y ella hizo lo mismo.
En ese momento, Reuben gritó—: ¡Oh, mierda! —Nos dimos la vuelta y
vimos como su semen salía con intensidad, disparándose alrededor de noventa
centímetros a un metro. Soltó su carga tan increíblemente que su primera
liberación se disparó por encima de la toalla de baño y aterrizó en la alfombra. En
ese momento realmente no importaba. Cuando su segunda liberación cremosa de
semen salió de su polla, empezamos a corrernos, Janine primero que yo.
Ambas continuamos observando a Reuben eyacular mientras nuestros
orgasmos estallaban. Entonces, una tercera y cuarta liberación de esperma salieron
de su pene, disparando una enorme cantidad de semen en la toalla.
Completamente satisfecho, Reuben se limpió con una toalla de papel y se
fue, agradeciéndonos antes de hacerlo.
—No, gracias a ti —respondimos las dos.
Después de eso, Janine y yo charlamos, como lo hacen las típicas chicas. Me
aseguré de que no estuviera molesta acerca de que Harvey me eligiera por encima
de ella, me aseguró que él solo era un cliente y que se encontraba bien al respecto.
Me sentí tan aliviada. Janine y yo disfrutamos al tener sexo juntas, y nuestra
amistad estaba empezando a desarrollarse.
Madam Elaine había accedido a permitirme trabajar solo cuando Harvey
estuviera en la ciudad. Pagaba tanto por mis “servicios” que ella no perdía dinero si
no trabajaba. Cuando se trataba de dinero, Elaine era todo negocio.
Le dije a Janine que viajaría a Nueva York el fin de semana para la fiesta de
cumpleaños de mi sobrina, lo cual era un montón de mierda, pero nunca cuestionó
si iba a ver a Harvey. Por lo que ella y todo el mundo sabía, Harvey era solo otro
cliente que vivía fuera de la ciudad.
***
***
La noche del sábado llegó rápido. Harvey tenía previsto llegar a las ocho
p.m. Al hacer planes, le dije que me encontraba cansada y no quería salir, el tráfico
de la ciudad era demasiado con lo que lidiar para mí. Estuvo de acuerdo y dijo que
podíamos pasar la noche en mi habitación de hotel. Esa noche, decidí darle a
Harvey una noche más de placer y luego iba a desaparecer por un tiempo, dándole
al investigador lo suficiente para acusarlo. No quería andar cerca cuando todo se
viniera abajo.
Harvey llamó a la puerta y le recibí con nada más que con un traje de sumisa
de cuero transparente. En mi mano se encontraba un arnés para pierna que se
aseguraba alrededor de las pantorrillas y se envolvía por el cuello, manteniendo las
piernas en una posición levantada.
Sostenía un ramo de flores y su boca se abrió cuando vio mi atuendo.
Levanté el arnés y dije—: ¿Alguien quiere ponerse sucio esta noche?
Harvey entró como un toro en una tienda de porcelana china. Lanzó las
flores a un estante cercano, cerró la puerta de un golpe, me agarró de mis nalgas y
me levantó en el aire. Envolví mis piernas alrededor de su cintura y me llevó a la
cama donde nos dejamos caer con brusquedad. Acostada sobre mi espalda con él
encima de mí, al instante empecé a sacarle su corbata y a desabrochar su camisa
de seda tan rápido como pude.
Luchando para conseguir que su botón central se desabrochara, agarré su
camisa con ambas manos y la desgarré, los cuatro últimos botones volaron sin
rumbo a través del cuarto. Mi erótica acción causó que Harvey acelerara sus
movimientos. Se inclinó, se quitó su cinturón, desabrochó sus pantalones y se
desnudó en cuestión de segundos. Mientras él se desvestía apresuradamente, tomé
el arnés de pierna, deslicé mis miembros a través de las correas acolchadas, envolví
la tira blanda alrededor de la parte posterior de mi cuello y postré mi cabeza hacia
adelante y mis piernas hacia atrás con las rodillas apretadas contra mis pechos.
Destrozando sus calcetines en su apuro, Harvey se resbaló y cayó,
aterrizando de cara en mi coño. Me reí en voz alta.
—Lo hice a propósito —respondió, en tono de broma.
Colocando sus manos en mis nalgas, me empujó hacia atrás, levantando
más mi culo. Presionó mis rodillas hacia mi pecho y empezó a lamer mis labios
vaginales. Extendiendo sus dos manos, tomó sus dedos y abrió mi coño antes de
escupirlo agresivamente. Su saliva goteaba hacia abajo, deslizándose de camino
hacia mi ano. Vio la saliva llegar a mi agujero y empezó a frotar mi culo. Al
instante, sentí mi apertura abrirse con placer. Con cautela, deslizó su dedo índice
hasta la mitad en mi ano, mientras lamía mi coño con su lengua. Continuó
complaciéndome cuando dije—: ¡Quiero chupar tu polla, ahora mismo!
Cuando se bajó de mí, se arrodilló en el suelo, en el borde de la cama. Quité
el arnés de detrás de mi cuello, recolocando las tiras alrededor de mis piernas y
rodé sobre mi estómago. Arqueando mi espalda y levantando mis piernas, estiré el
arnés por encima de mi cabeza hasta que la correa acolchada descansó sobre mi
cuello. La tensión era simplemente perfecta para contraer mis miembros, tensando
mi espalda mientras el arnés forzaba mi cabeza hacia atrás.
Harvey caminó hacia el otro lado de la cama, donde mi cara estaba
apuntando. Mis manos se hallaban inmovilizadas dentro de los agujeros
conectados a las tiras de la pierna, impidiéndome mover mis brazos. Me
encontraba atada e inmovilizada, sumisa a los deseos de Harvey. Estaba duro como
una roca. Su polla se encontraba completamente erecta, más de lo que podía
recordar haberlo visto. Podía ver cada una de las venas abultadas en su pene.
Agarrando su polla con la mano, señaló con su cabeza en mi dirección. Abrí
mi boca lo más amplio posible. Cuando su polla entró, se deslizó contra mi lengua.
Entonces agarró mi cola de caballo y empujó mi cara hacia él, hasta que me tragué
su polla en mi garganta. Moviendo sus caderas, su polla llenó mi boca y en
cuestión de segundos, su esperma caliente se disparó en mi garganta.
Cuando terminó, sacó su polla enorme y dijo—: Compré algo para ti, está en
la mesita de café.
Harvey vio un látigo de cuero a la vista. Con mi culo apuntando al aire, me
golpeó ambas nalgas. Era mi primera experiencia en sumisión, y me gustaba. Se
subió encima, penetró mi coño y continuó golpeando mis nalgas con el látigo. La
combinación de dolor y placer era como la sal y la pimienta. Se mezclaban
perfectamente. De pronto, sentí una ruptura de éxtasis. Mi jugo fluía mientras un
orgasmo sacudía mi cuerpo. Con cada pulsación, Harvey embistió su polla más
profundamente dentro de mí, recogiendo mi jugo con cada pulsación. Eché mi
cabeza hacia atrás y gemí con inmenso placer.
Como solía hacer después del sexo, fumé un cigarrillo mientras Harvey
pedía servicio de habitación. Después de comer, dijo que quería pasar la noche,
pero le contesté que me encontraría con mi tía para el desayuno y no quería llegar
tarde.
Trató de convencerme de que me llevaría, pero me mantuve firme y dije—:
No esta noche. La próxima vez que vayas a Las Vegas, puedes pasar la noche.
Lo que él no sabía era que Larry, Robert y una multitud de agentes del FBI y
la SEC vendrían a las nueve de la mañana para colocar los micrófonos y cámaras
ocultas, preparando la realización para el procesamiento.
Harvey consintió mis deseos y se fue poco después de la medianoche.
***
***
T
ransportado de nuevo a la ciudad de Nueva York, Harvey fue
procesado en el tribunal y enviado a la cárcel del condado mientras
esperaba la fecha del juicio. Considerado un riesgo de fuga con
posibles fondos de otros fraudes, el pasaporte de Harvey fue confiscado y se le
negó la libertad bajo fianza. Al día siguiente Legacy Investments Inc. fue allanada,
confiscando todas las computadoras, archivos, documentos legales, contratos de
inversión y registros de cuentas bancarias.
Tres meses y seis días después de su arresto, se fijó la fecha del juicio. Estudiar
leyes durante más de un año no me hacía una experta, pero estaba familiarizada
con el sistema legal, así que cuando me enteré de que tomaría nueve meses o más
antes de la selección del jurado y que comenzara el juicio, no me encontré
sorprendida.
Emocional y económicamente devastado, y confinado a una celda de ocho por
diez, Harvey finalmente iba a responder por sus actividades fraudulentas.
Consideraba la posibilidad de pasar de 10 a 20 años en prisión, el fiscal le ofreció
un acuerdo de cinco a ocho años si cooperaba, pero Harvey lo rechazó alegando
que era inocente. Al ser interrogado, se negó a discutir los detalles, escondiéndose
detrás de su abogado corporativo.
***
The Fix es la segunda parte de la Trilogía The Shamed Billionaire, una serie
New Adult apasionante, intensa, insinuante y sensual que te calentará por
debajo del cuello.