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Estar en el lugar equivocado y en el momento

equivocado, no es siempre una mala cosa...


Noah Anderson es especial y lo sabe. Sufre un fuerte
trastorno obsesivo compulsivo que lo hace necesitar tenerlo
todo organizado y en su sitio, pero lo aleja de todo el mundo
que lo rodea. No tiene familia o amigos, ni mucho menos un
amante. Nunca lo ha tenido.
Cuando se encuentra en el lugar equivocado en el
momento justo, Noah descubre que el peligro que plantea
tener sexo por primera vez, palidece si se compara con el
placer de seguir teniéndolo con el asesino que trata de
matarlo, incluso si eso significa perder la vida.
Gage Tynan es un asesino. Es lo que siempre ha sido. Y
destaca en su trabajo hasta que se mete en el coche de un
conductor que pasaba cuando su última misión sale mal. El
hombre que conduce es tan peculiar que lo hace sospechar si
no será un señuelo enviado para confundirlo y ayudar a su
eliminación. No tiene ni idea de que el pequeño hombre que
le pide que cuide a su gata va a cambiar su vida de maneras
que ni se imagina.
Gage es arrastrado a un mundo de cambiaformas y
reyes exiliados, uno en el que su fuerza es reclamada para
mantener a Noah a salvo a toda costa de los orgullosos
soldados enviados a impedir que asuma el trono.
—Conduce —gruñó el hombre de pelo oscuro mientras
saltaba al coche de Noah. Éste miró. No conocía a ese hombre.
Aunque le gustaría conocerlo. Olía maravillosamente. Pero no lo
conocía.

—¿Cómo dice?

—¿Mierda, estás sordo? —gritó el hombre mientras


golpeaba el salpicadero. No dejaba de mirar por encima del
hombro a través de la ventanilla trasera, como si revisara,
buscando algo—. Dije que condujeras.

Noah parpadeó por la confusión, sin dejar de mirarlo. —


¿Te conozco? —Tuvo que preguntar. No es que su memoria
fuera muy buena recordando caras. Olvidaba a la gente que
conocía todo el tiempo. Quizás conocía a este tipo y
simplemente lo había olvidado. No sería la primera vez.

—Conduce, maldita sea.

—¿A dónde? —preguntó Noah, curiosamente, todavía se


sentía un poco desconcertado de por qué un desconocido estaba
sentado en su coche. Cosas como estas simplemente no le
ocurrían. Les sucedían a otras personas. Ocurrían en la
televisión. Ocurrían en los libros que Noah leía. Pero no le
ocurrían a él.

—No me importa, sólo conduce.

Noah volvió a parpadear antes de poner el coche en


marcha. Había empezado a salir del aparcamiento del lugar en
el que se encontraba cuando se dio cuenta de que el hombre no
llevaba puesto el cinturón de seguridad. Noah presionó el freno
y se volvió hacia el hombre.

—¿Podrías ponerte el cinturón de seguridad por favor?

—¿Qué?

El hombre lo miró sorprendido por sus palabras, sus cejas


oscuras se dispararon casi hasta el nacimiento del pelo, y Noah
no lo entendía. Parecía una solicitud perfectamente razonable
para él. Era ilegal montar en un coche sin el cinturón de
seguridad. Todo el mundo lo sabía. Además, era peligroso.

—Por favor, ponte el cinturón de seguridad.

—No hablas en serio.

—No lo habría dicho si no hablara en serio —explicó Noah


con cuidado en caso de que el hombre no entendiera sus
palabras. ¿Tal vez no entendiese el inglés?—. Es ilegal montar
en un vehículo sin cinturón de seguridad. Es la ley del estado y
no quiero una multa.

El hombre le dio a Noah una peculiar mirada, a


continuación, llevo su mano al hombro y agarró su cinturón de
seguridad, tirando de él alrededor de su cuerpo y haciendo clic
en su lugar. —¿Feliz? —preguntó, una ceja levantada.

—Sí, gracias. —Noah empezó a conducir de nuevo,


comprobando el indicador de velocidad para asegurarse que iba
al límite de la velocidad permitida, a continuación, miró a
ambos lados para ver si venía algún coche—. ¿Dónde puedo
llevarlo, señor... ehm...?

—Tynan, Gage Tynan.

Noah asintió. —Es un placer conocerle, Sr. Tynan. Mi


nombre es Noah Andrews.
—Ah, sí, es un placer conocerte también, pero me llaman
Gage.

Noah miró al hombre, curioso por saber por qué estaba


tan desconcertado por su presentación. Era educado
presentarse al conocer a alguien por primera vez. Su madre se lo
había enseñado.

—¿Dónde puedo llevarte, Gage?

—¿Puedes conducir más rápido?

—Por supuesto que no —dijo Noah, sacudiendo la cabeza.


Quiso reírse del atontado hombre, pero sabía que no habría sido
cortés—. El límite de velocidad es de sólo treinta y cinco aquí. Se
trata de un distrito de negocios, después de todo.

—¿Eres tonto?

—¿Tonto? —Noah miró justo a tiempo para ver a Gage


rodar los ojos. Las cejas de Noah se juntaron cuando frunció el
ceño, mirando hacia atrás por la ventana. Tenía la sensación de
que Gage se estaba burlando de él. La sentía mucho.

Tal vez esa fuera una de las razones por las que no le
gustaba estar rodeado de un montón de gente. Siempre parecían
pensar que era extraño o raro, o cualquier otra cosa que
quisieran llamarlo. Noah no encajaba.

—No soy tonto, señor Tynan —dijo Noah después de tomar


una profunda respiración para controlarse. No serviría de nada
permitir que Gage supiera cuánto lo habían irritado sus
palabras—. Estaré encantado de llevarle a donde quiera ir, pero
necesito que me de un destino.

Gage suspiró profundamente. —Sólo déjame a unas pocas


calles de aquí.
Una pequeña parte de Noah se sintió decepcionada, pero
lo entendía. La mayoría de la gente que estaba a su alrededor no
quería perder, ni pasar nada de tiempo en su compañía. Noah
estaba acostumbrado.

Sin embargo, había algo absorbente en el extraño hombre


que llamaba a Noah. Tal vez esa era razón suficiente para
dejarlo en cualquier parte a la primera oportunidad. No tenía la
necesidad de involucrarse con cualquiera.

Noah tarareó en voz baja mientras se dirigía al


aparcamiento de una pequeña gasolinera situada a unas pocas
calles de allí. Paró el coche. Apoyó las manos en el volante
cuando se volvió para mirar a Gage.

—¿Está bien aquí, señor Tynan?

Gage miró a su alrededor y luego asintió agarrando la


manija de la puerta. —Sí, aquí está bien. Gracias por el viaje.

—Encantado de haberlo conocido. —Noah apenas


consiguió soltar las palabras antes de que el hombre se
encontrara fuera del coche y cerrara la puerta. Noah lo vio de
pie. Se sintió algo decepcionado, una vez que desapareció en la
noche.

Le costó trabajo para controlarse y no llamarlo y ofrecerse


a llevar al hombre allí a donde quisiera ir, y tal vez incluso
ofrecerse para acompañarle. Se encontraba solo, y Gage era la
primera persona en mucho tiempo por la que se sentía atraído.

Noah sabía lo inútil que era querer algo que no podía


tener. Mejor se iba a casa y se olvidaba de Gage Tynan. Nada
bueno podía salir de su asociación. La experiencia se lo había
enseñado.

Con ese pensamiento en mente, puso su coche en marcha y


se metió entre el tráfico para volver a casa. Tenía muchas cosas
que hacer, y probablemente más de un gato hambriento. Y
Precious1 hacía cosas muy malas cuando tenía hambre.

Las ventanas de la fachada del apartamento de Noah


parecían tristemente solitarias cuando se detuvo frente a su
edificio. Pudo ver una pequeña luz encendida, pero sabía que no
había nadie para darle la bienvenida. Había encendido la luz
antes de que salir temprano.

Siempre lo hacía antes de irse. No sólo porque se sintiera


un poco mejor haciéndolo, sino porque era menos peligroso.
Una gran cantidad de accidentes ocurrían en el hogar por falta
de luz. Además, accidentalmente podría pisar a Precious.

Noah subió los escalones lentamente mientras llevaba sus


provisiones y su cartera de cuero por las escaleras hacia su
apartamento del segundo piso. Desafortunadamente, no había
ascensor en su edificio, pero días como este el ascenso le parecía
aún más largo.

Precious estaba esperando a Noah mientras abría las dos


cerraduras de la puerta. Maulló y se envolvió alrededor de su
pierna, la cola subiendo por la pernera de su pantalón. Noah
rápidamente cerró la puerta y se volvió para dejar sus alimentos
en la pequeña cocina.

—Hola, Precious, te he traído algo maravilloso del trabajo.


Sarah tenía un sándwich de pavo que no quería, y me dijo que
podía llevármelo a casa para ti. Eso fue muy amable por su
parte.

Precious maulló de nuevo y corrió hacia el plato de comida


de color rosa. Noah sonrió cuando comenzó a sacar los
alimentos de las bolsas de tela y con sumo cuidado los fue
sacando de uno en uno.

1
Nota del corrector: Precious (preciosa en español) se deja en el inglés original por ser nombre propio.
—Ahora, sabes que tienes que esperar hasta que todos los
alimentos estén guardados, Precious. Podría olvidar algo y luego
¿dónde estaríamos, eh?

Noah abrió un cajón de la cocina y sacó su etiquetadora.


Echó un vistazo para asegurarse de que todavía había un rollo
nuevo de cinta de etiquetar, después puso la fecha de hoy. Una a
una, etiquetó cada caja, lata, y recipiente.

Después de poner la pistola de etiquetas en su lugar, sacó


la lista de su bolsillo y la puso sobre el mostrador antes de
agarrar un lápiz. Nunca usaba bolígrafo. Eran demasiado
peligrosos, y permanentes. Uno por uno, fue tachando los
alimentos de su lista.

Una vez que lo había hecho todo, Noah dobló la bolsa de


tela y la colocó en su lugar al lado de la nevera. Después de
poner la lista en la caja situada en el estante que estaba encima
del cubo de la basura, colocó una nueva en la nevera para su
próximo viaje de compras.

Precious maulló de nuevo, recordándole el sándwich de


pavo que le había traído a casa. Caminó hacia su maletín y sacó
una pequeña bolsa marrón, arrugando la nariz porque Sarah
usara bolsas de papel para traer su almuerzo al trabajo. ¿No
sabía que eso significaba un menor número de árboles? Debería
utilizar una de esas bolsas reutilizables térmicas para el
almuerzo.

Noah lo había leído en un libro.

Sacudiendo la cabeza, abrió el bocadillo y cogió varias


lonchas de pavo. Los cortó cuidadosamente en pequeños trozos
para que Precious se los pudiera tragar con facilidad y los dejó
caer en su plato de comida.
Noah puso el sándwich de nuevo junto y lo cortó por la
mitad. Envolvió una mitad y la puso en el refrigerador, después
colocó el otro en un plato blanco. Noah tomó un vaso de leche y
el plato y se lo llevó consigo hasta la pequeña mesa.

Antes de que pudiera olvidarse, Noah volvió a la cocina y


limpió el desorden, lavó el cuchillo, limpió la encimera. Incluso
plegó la bolsa de papel y la colocó en el armario de la despensa,
junto con las otras que había recogido en la esperanza de
devolverlas a la tienda.

El supermercado local pagaba cinco centavos de dólar por


cada bolsa de papel que pudiera ser reutilizada. Noah sabía que
no era una gran cantidad de dinero por bolsa, pero si sumaba lo
que podría ahorrar en un año, Noah sería capaz de comprarle
una nueva almohada a Precious para su cama.

A ésta le gustaría eso.

Noah volvió a la mesa y se sentó.

Cogió una servilleta de tela y la dobló en su regazo, tomó


su sándwich y le dio un mordisco. Noah hizo una mueca al
masticarlo. Sarah no había usado mayonesa de verdad. Sin
embargo, era un sándwich gratuito y los mendigos no podían
elegir.

Se lo comió.

Una vez que hubo terminado de comer, se bebió su leche y


se limpió la boca. Cogió sus platos y los llevó a la cocina para
limpiarlos y guardarlos. La servilleta fue a la ropa sucia junto
con la ropa que había llevado ese día.

Noah se preparaba para darse una ducha cuando oyó un


golpe en la puerta. Frunció el ceño poniéndose de nuevo los
pantalones. Rápidamente se puso su camisa y se dirigió a la
puerta cuando los golpes se hicieron más persistentes.
—¿Quién es? —preguntó Noah.

—Gage Tynan.

Noah parpadeó. —¿Quién?

—Nos conocimos hace un rato —dijo la voz—. Me diste un


paseo.

Noah negó mientras su corazón se aceleraba ante la breve


y entretenida idea de que Gage Tynan pudiera estar aquí para
verlo. Estaba soñando, y lo sabía.

Nadie que estuviera como ese hombre iría a verlo.

—¿Cómo puedo ayudarlo, señor Tynan? ¿Necesita otro


paseo? —Noah no podía entender ni por su vida por qué Gage
Tynan llamaba a su puerta. Tal vez al hombre se le había caído
algo en su coche.

Eso tenía que ser.

—¿Dejó algo en mi coche?

—Por favor, abra la puerta, Noah. No me gusta hablar a


través de ella.

Eso sonó como una petición razonable para él.

A la mayoría de la gente le gustaba mirar a otras personas


a la cara cuando hablaban. Le puso la cadena a la puerta y la
entreabrió para poder ver el rostro del hombre.

—¿Cómo puedo ayudarlo, señor Tynan?

—¿Puedo entrar?

Noah frunció el ceño. Supuso que era una petición


razonable, sí, pero algo lo contuvo, algo como una sensación de
advertencia que poco a poco se arrastró hasta su columna
vertebral. Noah se estremeció al recordar que su madre decía
que cuando alguien se siente así, es que está caminando por
encima de su tumba. Era un dicho extraño, pero también lo era
su madre.

Noah miró al apuesto hombre a través de la rajita de la


puerta durante varios minutos. Por último, cerró la puerta y
quitó la cadena antes de abrirla de nuevo.

—Por favor entre señor Tynan.

Noah dio un paso atrás y vio al hombre caminar, no se dio


cuenta de lo grande que era en realidad hasta que Tynan llenó la
puerta de entrada con su altura y anchura. Incluso tuvo que
agachar un poco la cabeza para pasar a través del marco de la
puerta.

Noah cerró y se volvió hacia el hombre, impresionado por


su tamaño y preguntándose por qué ese hombre tan grande
estaba de pie en su apartamento. Simplemente no tenía sentido.
—¿Se dejó algo en mi coche, señor Tynan?

—Echa la cerradura a la puerta, Noah.

Éste se giró rápidamente para echar la cerradura a la


puerta y después se volvió lentamente, desconcertado de por
qué había reaccionado de forma tan rápida a la orden. Ni
siquiera conocía al hombre, y no tenía idea de por qué se había
movido con tanta rapidez para hacer lo que Gage, le había
dicho.

—Eres muy ordenado... ¿No es así, Noah? —dijo Gage


mientras miraba alrededor del pequeño apartamento. Lo hizo
sonar como si encontrara alguna falta en la forma en la que él
organizaba su casa.
Noah miró a su alrededor, tratando de ver lo que Gage
veía. Todo parecía estar en su lugar. No había platos dejados de
lado en la encimera o en el fregadero. Su colección de libros
estaba organizada de forma clara y en orden alfabético por
autor. Incluso la pequeña colección de pájaros de porcelana de
su madre, no tenía polvo y estaba bien colocada encima de la
librería. Nada estaba fuera de lugar.

—La prolijidad no es una mala cosa, señor Tynan.

—No, supongo que no. —Gage tenía una sonrisa en los


labios cuando se volvió para mirarlo, pero de alguna manera no
parecía que llegara a sus ojos—. ¿Puedo obtener un vaso de
agua?

—Por supuesto. —Noah se apresuró a la cocina,


mentalmente pateándose a sí mismo por olvidarse de sus
modales. Su madre lo enseñó mejor que eso. No se sorprendería
si Gage pensaba que era un completo idiota.

Cogió un vaso limpio del armario y sacó el agua fría de la


nevera, poniéndole al hombre un vaso. Puso la jarra de agua en
la nevera y continuación le llevó el vaso a la sala.

Encontró a Gage hojeando la colección de libros, sacando


un título aquí y allá, a continuación, los volvía a colocar. Noah
se encogió, cuando sacó uno, leyendo la reseña y entonces lo
metió de nuevo en la estantería pero en la ranura equivocada.

—El agua, Sr. Tynan.

—Gracias, Noah —dijo, dándose la vuelta y tomando el


vaso de agua, se bebió la mitad del mismo de un golpe.

Noah sonrió y juntó las manos detrás de su espalda,


apretando los dedos juntos, mirando por encima de la
estantería. Se moría de ganas de poner el libro fuera de su sitio
en el lugar apropiado. Su mundo sólo estaba bien cuando estaba
organizado.

—¿A qué te dedicas, Noah?

—¿Perdón? —Apartó éste la mirada de la estantería y miró


a Gage, dándose cuenta de que se había olvidado de la presencia
del hombre. De inmediato comenzó a sentirse culpable.

Noah sabía que no estaba dando una buena impresión. Su


madre estaría muy molesta.

—Te pregunté que haces para ganarte la vida —dijo Gage.


Hizo un gesto con su mano—. ¿Y sabes, trabajo?

—Oh. —Noah sintió que se ruborizaba—. Soy editor de


textos para Silver Publishing.

—Eso suena interesante, lees todos los nuevos libros. —


Gage sonrió, respiró hondo y fue cuando Noah se dio cuenta de
que el hombre tenía hoyuelos en la mejilla, grandes y
deslumbrantes hoyuelos—. A puesto a que eres muy bueno en
eso.

—Estoy bien. —Noah pensó que en su trabajo debía estar


bien. Todavía lo tenía. Sabía que no era el mejor, pero tampoco
era el peor. Además, no era como si ser editor de textos fuera la
ambición de su vida, ni nada.

—No suena como que te guste mucho.

—Paga las facturas. —Noah se encogió de hombros—. ¿Qué


hace usted, señor Tynan? —¿Además de saltar a los coches de
extraños? Pensó Noah. Estaba fascinado con la manera en la
que las cejas oscuras de Gage se arquearon.

—Soy un asesino.
Gage metió los pulgares en los bolsillos de sus pantalones
vaqueros negros y miró como Noah Andrews chisporroteaba. El
hombre era divertido y una parte distante de él se entristeció,
porque quizás tendría que eliminarlo, pero Noah era un testigo,
daños colaterales. Tenía que hacerse.

—No es muy agradable burlarse de la gente, Sr. Tynan. Fui


honesto sobre mi empleo. Sea educado siéndolo igualmente
conmigo.

—¡Oh! Estoy siendo honesto contigo, Noah. Soy un


asesino.

Gage no se sorprendido cuando los ojos verde musgo del


pequeño hombre se pusieron como platos. Lo esperaba. Lo que
no esperaba, era la forma cuidadosa en la que Noah lo miró de
arriba abajo, como si buscara algo, quizás un arma.

—¿Estás aquí para matarme?

Bueno, eso era ir directo al grano.

—Es posible.

La frente de Noah se arrugó cuando frunció el ceño.

—¿Debido a que he visto tu cara?

—Sí —respondió Gage, a pesar de que lo sorprendió con su


rápida conclusión. Sin embargo, no permitió que su sorpresa se
le notara en su rostro. Sólo miró a Noah en silencio mientras el
hombre juntaba sus manos frente a él.
—¿Te llevarás a mi gata?

Gage casi deja caer su mandíbula mientras miraba a Noah


pasmado. —¿Estoy aquí para matarte y quieres saber si me
llevaré a tu gata?

—Precious se enoja mucho si la dejo sola mucho tiempo.


Ella puede hacer un lío. —Se apresuró Noah a través de la
habitación hacia la esquina, agachándose recogió al mayor gato
mestizo de pelo largo que Gage hubiera visto nunca. ¿Esa era
Precious? Parecía que podía comerse todo un trozo de carne de
vacuno por si misma y aún tener hambre.

—Es una chica muy buena —continuó Noah mientras


llevaba al enorme gato hacia Gage—. Tengo la comida para ella
y todo eso. Podría hacer las maletas para que te la lleves junto
con su cama, mantas y juguetes. No tomaría mucho tiempo, te
lo prometo.

—Noah, estoy aquí para matarte —dijo Gage lentamente en


el caso de que el hombre, no lo hubiera entendido—. No estoy
aquí para hacerme amigo de tu gata.

—Pero...

—¡Noah!

Gage no podía creer que estuviera teniendo esta


conversación con un objetivo potencial. Los chicos en la agencia
se estarían partiendo el culo de la risa, si pudieran verlo ahora
mismo.

—Está bien, entiendo. —Gage frunció el ceño cuando la voz


de Noah titubeó un poco—. Me imagino que tienes que viajar
mucho por tu trabajo y realmente no tienes tiempo para un
gato. ¿Si hago las maletas con sus cosas, la dejarías en el piso de
abajo el de la señora Turner? Podrías dejarla delante de la
puerta de la señora Turner. Precious tiene un trasportín a pesar
de que no le gusta utilizarlo.

—Noah, no voy a hacer nada por tu gata.

—Pero, podrían transcurrir varios días antes de que


alguien descubra mi cuerpo. —Noah agarró a la gata contra su
pecho hasta que ella dejó escapar un maullido de protesta—.
Precious podría morirse de hambre.

Gage puso los ojos en blanco. —Bien, si eso te hará sentirte


mejor, me aseguraré de que Precious sea cuidada. — Cualquier
cosa para hacer que el hombre dejara ir a su maldita gata.

—¿Me lo prometes?

«Los asesinos no hacemos promesas».

—Sí.

—Gracias —le susurró Noah—. Voy preparar sus cosas.

Gage cruzó los brazos sobre su pecho y miró.

Noah dejó a la gata en el suelo, entonces se apresuró a


recoger todas las cosas del animal y las colocó en la mesa de
café. Durante todo el tiempo, se preguntaba qué demonios
estaba haciendo. Tenía que haber perdido la cabeza.

Gage era un asesino profesional, un asesino. Tenía la


reputación de ser tan frío como un bloque de hielo. Nunca
perdía su objetivo, y nunca dejaba testigos. Así que ¿por qué
estaba dejando que este pequeño editor de textos le
enterneciera?

—Está bien, esta hecho —dijo Noah cuando puso una bolsa
en el suelo a los pies del asesino. Le alcanzó un pedazo de papel
a Gage.
—Este es su horario de alimentación y de lo que le gusta y
no le gusta. No come nada de carne. Creo que es alérgica o algo.

—Huh hum.

Noah tomó de nuevo a Precious en sus brazos y le dio un


abrazo mientras la llevaba hacia el armario. Gage se tensó
cuando el pequeño editor abrió el armario, preocupado de que
el hombre tuviera un arma hasta que lo vio sacar un trasportín
de color tostado.

Noah estaba hablando con la gata, pero su voz era tan baja
que Gage no podía distinguir las palabras. Cuando el hombre se
volvió, tenía lágrimas en los ojos. Noah le dio un último abrazo
a su gata después la puso en el trasportín. Lo recogió y lo puso
al lado de la bolsa con las cosas de la gata.

—Está bien, ¿qué debo hacer ahora? —preguntó Noah, su


voz sonaba baja y temblorosa—. ¿Cómo se hace esto? ¿Me vas a
disparar o apuñalar o algo más? ¿Qué sería más fácil para ti?

Gage parpadeó. Esta conversación no podía ser real. Nadie


le preguntaba educadamente a un asesino la forma en la que lo
iba a asesinar y luego trataba de hacérselo más fácil al mismo.
Noah debería estar corriendo y gritando por la habitación. No
hizo ni un solo movimiento hacia la puerta.

—Noah, ¿qué piensas que va a pasar aquí?

Las cejas doradas de Noah se fruncieron. —Vas a matarme


luego bajarás a Precious a la planta baja y la dejarás con la
señora Turner.

—¿Entiendes que cuando te matan?, realmente te matan.


Ya no estarás vivo. No respiraras más. No volverás a la vida. Los
paramédicos ni siquiera serán capaces de reanimarte. Estarás
muerto.
Gage esperaba que Noah se sorprendiera, y empezara a
correr por la habitación asustado. No esperaba que el pequeño
hombre asintiera. —Sí, lo entiendo perfectamente. Me lo has
explicado muy bien.

—¿Y no tienes miedo?

—Por supuesto que tengo miedo. No quiero a morir. —


Noah no sonaba asustado. Sonaba como si estuviera teniendo
una conversación cotidiana, no una en la que se estaba
discutiendo su muerte—. ¿Me dolerá?

—¿Te dolerá?

—¿Cuándo me mates, me dolerá?

—Lo haré rápidamente. No sentirás nada.

—Bueno, bueno, eso es bueno. No me gusta mucho el


dolor. —Noah apretó los labios por un momento, mirando
pensativo—. ¿Tendría tiempo para tomar una ducha en primer
lugar? Me interrumpiste antes de que pudiera darme mi ducha
de todas las noches, y odiaría que alguien me encontrara sucio.

—¡Noah!

—Me comprometo a ser rápido, y puedes primeramente


revisar la ducha. No tengo ningún arma allí, lo prometo. —Noah
arrugó la frente como si estuviera en una profunda reflexión—.
Nunca deberías tener armas en la ducha. Podrías resbalarte y
caer.

Noah Andrews era increíble. ¿Quería tomar una ducha


antes de que Gage lo matara? ¿Qué le importaba si estaba sucio,
una vez que estuviera muerto? ¿Qué le importaba a alguien? El
cuerpo de Noah lo más probable es que estuviera en un charco
de sangre. Nadie se daría cuenta de si se había duchado
previamente.
Gage abrió su boca para decirle a Noah exactamente eso
cuando vio una lágrima y los ojos verde musgo del hombre.

No entendía la dulzura repentina que sentía por el extraño


hombre. No tenía sentido, pero no podía evitar el sentirla.

—Está bien, puedes tomar una ducha.

—Gracias, señor Tynan, es muy amable de tu parte. —


¿Amable? Gage debía estar perdiendo su toque. Negó mientras
seguía a Noah al baño, mitad divertido por la rapidez ansiosa
del hombre y mitad incrédulo por sí mismo. No podía creer que
estuviera de acuerdo con esto.

Gage rápidamente registró el baño y luego la ducha,


quitando las maquinillas de afeitar del estante de la ducha antes
irse hacia atrás y apoyarse contra la puerta. Cuando Noah lo
miró y se quedó allí, Gage arqueó una ceja.

—No me voy.

—Oh. —Noah metió su labio inferior en su boca


mordiéndoselo—. ¿Podrías darte la vuelta entonces?

—¿Quieres que me dé la vuelta?

—Tengo que desnudarme y... —A Noah se le enrojeció la


cara mientras sus ojos se posaban lejos de Gage—. Nunca he...
quiero decir, nadie nunca... ¿Por favor?

Gage revolvió los ojos y se alejó de Noah,


instantáneamente viendo al hombre por el espejo del baño. Se
preguntó si el pequeño hombre, se había olvidado de que el
espejo estaba allí cuando empezó a quitarse la ropa.

Gage tragó saliva cuando consiguió una clara visión del


cuerpo desnudo del editor. Tenía esa cosa por los jovencitos, y
eso era exactamente lo que Noah era, desde la parte superior de
su pelo rubio blanco hasta la planta de sus delicados y pequeños
pies. Era exactamente el tipo de hombre que se habría follado
contra la pared si le daban la oportunidad.

¿Y por qué simplemente no lo intentaba?

—Noah, ¿alguna vez te han follado antes? —Le preguntó


cuando recordó las palabras que había balbuceado el joven.
Gage se echó a reír cuando éste dio un salto y sus grandes ojos
verdes parpadearon hacia él. El color rojo brillante que cubría la
cara de Noah fue suficiente respuesta para hacer palpitar su
polla en sus pantalones vaqueros.

Gage se dio la vuelta y le sonrió a Noah. —¿Te gustaría que


lo hiciera?

—¿Me gustaría qué?

—¿Te gustaría ser follado? —Le preguntó.

Todo el cuerpo de Noah pareció estremecerse. —¿Por ti? —


susurró.

—Por mí.

—Yo... eh... sí.

Eso era suficientemente bueno para Gage. Se sacó su


chaqueta y la puso sobre el mueble del lavabo, cogió la
cartuchera sobaquera con la pistola y la puso encima de la
chaqueta y la señaló. —No la toques.

Noah movió lentamente la cabeza porque el discurso


parecía que iba más allá de él. Su boca estaba abierta, y sus ojos
muy abiertos dominaban su rostro. Gage no podía decir si el
asombro del pequeño joven era más excitante o no, pero la polla
volviendo a la vida entre las piernas de Noah lo era.
Gage sabía que tenía que estar loco para tener sexo con
alguien a quien estaba a punto de matar, pero sólo no podía
dejar pasar a un hombre con la apariencia de Noah. Además,
matar al hombre antes de que alguna vez lo hubieran probado
iba en contra de su código moral. Todo el mundo debería tener
relaciones sexuales al menos una vez en su vida.

—Métete en la ducha, Noah, y vuelve a abrirla. No me


gusta el agua fría.

Noah casi tropezó con el borde de la ducha cuando entraba


y abría la llave de agua. No parecía ser capaz de apartar los ojos
de Gage. Observaba cada movimiento que realizaba, más ahora
que cuando había anunciado que era un asesino.

Gage dobló la última de sus ropas y la puso en el mueble,


se acercó a Noah, empujándolo hacia atrás en la ducha
sintiéndose hacinado contra su cuerpo. Era una maldita ducha
pequeña, pero eso también significaba que tenía que estar cerca.

El asesino estaba por la labor.

Gage envolvió su mano alrededor de la parte posterior de


del cuello de Noah, agarrando un puñado grande de pelo y
tirando de la cabeza del hombre hacia atrás mientras inclinaba
la suya. El jovencito lo miró ansioso, frunciendo los labios como
si estuviera pidiéndole un beso.

Él no besaba.

En cambio, se inclinó y succionó el cuello del chico con sus


labios. Tuvo cuidado de no aspirar la piel, pero lo hizo lo
suficientemente fuerte para sentir estremecerse a Noah en sus
manos, un largo gemido se le cayó de los labios al hombre.

Le acarició la espalda con su otra mano, sintiendo cada


hueso de su columna vertebral a su paso, hasta que llegó a la
suave curva que conducía a las nalgas de Noah. La pequeña
curva lo intrigaba lo suficiente como para acariciarla con su
mano durante varios momentos mientras seguía dándole
pequeños mordiscos al cuello.

Comenzó a hacer pequeños círculos con la mano, cada vez


más y más grandes con cada golpe hasta que sus dedos rozaron
la parte superior de la hendidura entre las nalgas.

Noah gimió y se apretó contra Gage.

El asesino sonrió y apretó su dedo contra la grieta, luego


lentamente lo empujó hacia abajo entre las dos generosamente
redondeadas mejillas. El cuerpo entero del pequeño joven
vibraba, cuando rozó su agujero, el hombre se elevó en las
puntas de sus pies.

—Por favor —rogó Noah, agregando más deleite al cuerpo


de Gage. No sólo le gustaban los hombres pequeños y delicados,
le gustaban los hombres pequeños, sumisos y delicados.

Esta vez fue Gage quien se estremeció.

—No creo que tengas lubricante, ¿verdad? — preguntó


Gage, mientras inclina la cabeza para mirar hacia abajo, a la
cara de Noah.

—¿Lubricante?

—Lubricante, aceite, algo para hacerte las cosas más fáciles


cuando te folle.

Cuando Noah se quedó mirando hacia él, mirándolo


confundido y aturdido, decidió tomar las cosas en sus propias
manos, por decirlo así. Miró alrededor de la ducha hasta que sus
ojos se centraron en una botella de gel para el cuerpo. Abrió la
tapa y vertió un poco en sus dedos antes de colocar la botella en
la pequeña plataforma.
Al llegar abajo detrás de Noah, Gage metió sus dedos
lubricados entre las nalgas del hombre. Un suave suspiro salió
de los labios de éste, cuando el asesino presionó un dedo contra
su apretado agujero. Gage sonrió y acarició el pequeño trozo de
carne arrugada durante varios minutos antes de que sintiera
que se aflojaba lo suficiente como para empujar el dedo en su
interior.

Maldita sea, le gustaban así. Noah estaba apretado,


ansioso, y pidiendo a gritos ser llenado. Y Gage era el hombre
para hacerlo. Metió el dedo en el culo y después lentamente tiró
de él antes de empujarlo de nuevo.

Noah se estremeció bastante en sus brazos cuando añadió


un segundo dedo. El cuerpo del hombre vibraba. Pequeños
gemidos salían de sus labios. Su piel ruborizada por el deseo.
Bueno, por lo menos Gage esperaba que fuera deseo. Si la dura
polla con fugas en contra de su pierna decía algo, era eso, Noah
estaba en el cielo.

—¿Te gusta esto, bebé?

Noah asintió vigorosamente.

—¿Quieres otro? —preguntó mientras metía y sacaba los


dos dedos del culo. El chico tenía un férreo control sobre los
dedos de Gage, casi como si no quisiera dejarlos ir. El
corpulento hombre tuvo un momento más difícil para sacarlos y
empujarlos.

Cuando presionó un tercer dedo en la ajustada abertura de


Noah, el cuerpo de este se tensó. Gritó cuando un líquido
caliente salpicó la pierna del asesino.

Gage miró a Noah, sorprendió que el hombre se corriera


con tan poca estimulación. No le había tocado aún la polla.
Supuso que no debería sentirse tan sorprendido. Noah era
virgen. Eso no quería decir que no fuera a follárselo.

Sacó los dedos del culo de Noah y agarró la botella de


lubricante improvisado otra vez. Vertió un poco más en la
palma de su mano y dejó la botella de nuevo en el estante.
Llegando entre ambos cuerpos, Gage frotó el gel sobre su polla
hasta que estuvo suave y pulida.

—Las piernas alrededor de mi cintura, Noah —dijo Gage


cuando levantó fácilmente al hombre por su trasero. Las piernas
de Noah inmediatamente se envolvieron alrededor de su
cintura. El enorme asesino gruñó mientras las piernas de Noah
se apretaban alrededor de él como una tenaza. A pesar de
aparentar lo contrario, Noah era un jovencito poco fuerte.

Gage se adelantó y empujó a Noah contra la pared de la


ducha. Levantó al joven lo suficiente como para colocar su polla
en la entrada apretada del culo y luego, lentamente, bajó el
cuerpo del chico, hasta que tocó fondo.

En cuanto a Noah, Gage se preguntó si el hombre estaba


incluso respirando. Tenía los ojos como platos, y su boca abierta
cuando pequeñas bocanadas salían de sus labios. El jovencito
parecía aturdido, pero Gage no podía ver ningún signo de dolor
en su cara.

—¿Estás listo, bebé?

Éste asintió, pero no dejó de jadear. Gage no sabía si Noah


ni siquiera sabía lo que estaba a punto de pasar. No tenía idea
de la cantidad de experiencia que el hombre podía tener más
allá de que era todavía virgen. Pero estaba a punto de
comprobarlo.

Gage tiró de sus caderas hacia atrás, sintiendo como su


polla lentamente se retiraba del férreo control del cuerpo de
Noah, y después se empujó hacia adelante. Los ojos del chico se
abrieron como platos, y su jadeo aumentó. Gage podía sentir
como la polla del hombre se endurecía de nuevo, ya que se
presionaba entre ellos.

Gage enganchó sus brazos debajo de las piernas de Noah,


permitiendo que el hombre se deslizase por la pared, justo un
poco, entonces comenzó a golpear en él sin previo aviso. La
mano de Noah raspó sus hombros. Gage sabía que tendría
marcas de uñas por la mañana. No le importaba. La seda
caliente que envolvía su polla cada vez que se movía parecía
mucho más importante en este momento.

El cuerpo de Noah parecía encontrarse con cada golpe de


Gage, casi como si le diera la bienvenida. Cuanto más golpeaba,
más profundamente entraba y mayor era la adherencia
alrededor de su pene.

Gage no podía recordar haber sentido nada igual.

Sonidos suaves de maullidos empezaron a llegar de Noah.


El sonido, era diferente a un quejido o gemido que era lo que
Gage hubiera esperado, pero eso lo espoleaba. Cada vez que
Noah maullaba, Gage sentía la necesidad de estar en el interior
del hombre, como si estuviera perdiéndose algo, pero no supiera
lo que era.

Gage se apoderó de las caderas de Noah y las mantuvo


fijadas mientras se empujaba más fuerte, golpeando su polla en
el agujero virgen de Noah. Todo su mundo se había reducido al
cuerpo prensado entre la pared y él.

Ni siquiera protestó cuando Noah se inclinó hacia adelante


y empezó a lamerme el cuello, incluso si la lengua de Noah se
sentía un poco como diamantes en bruto, como papel de lija,
aunque el hombre lo mordiera. Cada caricia parecía calentar
más Gage.
—Joder, Noah, estás hecho para el sexo —Gage gimió al
sentir que su polla comenzaba a hincharse. Sus pelotas estaban
duras como una roca contra de su cuerpo, y sabía que estaba a
sólo segundos de derramar su carga.

A pesar de todas las reglas que le habían enseñado sobre


no dejar evidencias atrás, mientras estuviera en una misión,
Gage no pudo evitar volver la cabeza y morder la suave piel del
cuello de Noah cuando su orgasmo explotó dentro de él.

Se metió una, dos, luego tres veces, la última vez


empujando su polla tan adentro del culo de Noah como pudo. A
lo largo del estremecimiento que sacudía su cuerpo, sentía la
cabeza de su polla palpitar y expandirse, mientras su semen
brotaba llenando a Noah.

Oyó en la distancia a Noah gritar, y sintió el espacio entre


ellos llenarse de líquido caliente. Los músculos internos de
Noah se apoderaron de la polla de Gage como una tenaza,
arrastrando su orgasmo durante tanto tiempo que el asesino
sintió el sabor de la sangre en su boca antes de darse cuenta de
que había abierto la piel del joven con su entusiasmo.

Gage jadeaba pesadamente mientras su orgasmo,


comenzaba lentamente a disminuir. Cerró los ojos y apoyó la
cabeza contra la pared de la ducha detrás de la cabeza de Noah,
preguntándose cómo demonios iba a matar al jovencito cuando
le había dado el mejor polvo de su vida.
Noah se estiró, gimiendo cuando los dolores en sus
músculos no utilizados, hicieron notar su presencia. Había
comenzado a rodar sobre su espalda cuando de repente se dio
cuenta de que un gran peso en su cintura, lo fijaba a su cama.

Era su cama, ¿verdad?

Levantó la cabeza y miró a su alrededor. Sí, esta era su


habitación, sábanas blancas, edredón blanco, y muebles
sencillos de madera. Pero si éste era su ambiente, ¿de quién era
el brazo que se agarraba fuertemente alrededor de su cintura?

Noah podía sentir un duro cuerpo pegado a su parte


trasera, un cuerpo firme y también muy impresionante. Volvió
la cabeza lo que pudo y alcanzó a ver el color castaño oscuro del
pelo, antes de que un ruido en la otra habitación le llamara la
atención.

Recordó de repente a Precious y que había dejado a la gata


en el trasportín la noche anterior. Su corazón se aceleró
frenéticamente, una, porque había tenido relaciones sexuales
por primera vez y todos los recuerdos inundaron su cabeza. Y
dos, porque estaba seguro de que Precious estaría furiosa con él.
Lentamente se deslizó de debajo del brazo de Gage y rodó al
lado de la cama.

—¿Adónde vas?

Noah se congeló, entonces con cautela miró por encima


del hombro para ver dos oscuros ojos castaños mirándolo.
Apuntó hacia la sala de estar. —Tengo que dejar ir a Precious a
la caja de arena. Ha estado encerrada en el trasportín toda la
noche.

Se puso nervioso ante la mirada intensa del asesino y


empezó a retorcer sus dedos. Sabía que el hombre todavía iba a
matarlo. Eso era un hecho. Gage era un asesino. No iba a dejar
de matar a alguien sólo porque hubieran tenido una alucinante
follada.

Pero aún tenía que dejar ir al baño a Precious.

—Me comprometo a volver —dijo Noah.

—Mira, ve y hazlo —dijo Gage—. Tenemos asuntos


pendientes.

Asintió y se alejó rápidamente, antes de que el asesino


pudiera ver las lágrimas que brotaban de sus ojos. No quería
parecerle débil al hombre. Sabía que iba a morir, y que hoy se
encontraría en el más allá, no importaba lo mucho que deseara
que fuera diferente.

Noah agarró el pantalón del pijama de los pies de la cama


y se levantó. Se lo puso rápidamente y se dirigió a la puerta del
dormitorio. Haciendo una pausa en la puerta, volvió la cabeza
ligeramente, lo suficiente para ver el perfil de Gage.

—¿Puedo traerte algo de la cocina?

—No.

Apretó los labios y salió del dormitorio. No iba a llorar.


¡No lo haría! Sería valiente. Había ganado más en las últimas
horas de lo que nunca pensó que lo haría. Si eso significaba su
muerte, que así fuera.

—Hola, preciosa mía, ¿estás enojada conmigo? —dijo


Noah en voz baja, mientras se arrodillaba en el suelo y abría la
puerta quitando el cerrojito del trasportín. La gata
inmediatamente se subió al regazo de Noah y empezó a
ronronear, frotándose la cabeza bajo la barbilla del joven.

—No tenía intención de tenerte ahí tanto tiempo, Precious.


Sólo perdí un poco la noción del tiempo. Prometo que no
volverá a suceder —Noah se puso de pie y llevó a la gata a la
cocina—. El señor Tynan, va a asegurarse de que tengas un buen
hogar cuando haya hecho su trabajo. No nos defraudará. Ahora,
vas a ir al baño y mientras preparo tu desayuno.

Noah la dejó en el suelo y la observó irse a la despensa


donde se encontraba su caja de arena. Agarró un plato limpio
del armario y lo puso en la encimera antes de abrir la nevera.
Sus ojos de inmediato cayeron en las sobras de pollo que había
estado guardando. No creía que lo necesitara más.

Agarró el pollo, lo dejó en la encimera y lo cortó en


pequeños trozos del tamaño justo para un gato. Puso el plato en
el suelo para Precious y limpió el desorden que había hecho.

Después de limpiar, Noah cuidadosamente dobló el paño


que había usado y lo puso al lado del fregadero. Su estómago
estaba demasiado alterado para comer, y Gage no quería nada.
No había nada que le impidiera regresar a la habitación, y a su
muerte.

Cuando comenzó a salir de la cocina, casi tropezó con la


gata que se había enredado en sus tobillos. Noah se estabilizó,
se inclinó para acariciarla, cayendo de rodillas en el suelo para
acercarse a ella.

—Vas a tener una buena vida, Precious, te lo prometo. El


Sr. Tynan va a cuidar muy bien de ti.

Noah aspiró su labio inferior y contuvo el grito que le subía


por la pena que lo abrumaba. Él realmente no quería morir.
Quería que Gage lo follara en la ducha de nuevo. Nunca había
sentido nada igual en su vida.

Supuso que jamás volvería a hacerlo.

—¡Noah!

Dio un salto cuando oyó gritar al asesino desde el


dormitorio. Besó a Precious en la cabeza y luego la dejó en el
suelo. —Bueno, supongo que esto es así, ¿eh?

La gata maulló mientras frotaba su cuerpo contra el suyo.


Noah sonrió y le dio unas palmaditas en la cabeza antes ponerse
de pie. Cada paso que daba hacia el dormitorio minaba toda su
fuerza y coraje. Se preguntó si así era como se sentían lo
condenados cuando caminaban hacia la guillotina.

Noah se detuvo en la puerta y respiró hondo antes de


empujarla y abrir. Se sorprendió al encontrar todavía a Gage en
la cama, desnudo. Había esperado que el hombre estuviera
vestido y listo para quitarle la vida.

—Siento haber tardado tanto. Le di de comer a Precious. —


Se dio cuenta que estaba balbuceando, pero no podía evitarlo.
Estaba tan nervioso y aprensivo que sentía que vomitaría en
cualquier momento—. Se pone de mal humor cuando no se
sigue su horario, y no querrás ver a Precious cuando está de mal
humor. La última vez que tardé en darle la cena, destrozó una
de mis almohadas.

—Noah —dijo Gage en voz baja.

—No creo que me permitas tomar otra ducha. —El asesino


simplemente arqueó una ceja. Noah asintió—. Sí, supongo que
es pedir demasiado. Sé que ya me has dado tiempo más que
suficiente. —Acabó el joven. Agitó la mano ausente, sin saber
qué más decir.
Tal vez no había nada más que decir. No era culpa de Gage
que estuviera aterrorizado. Noah había estado en el lugar
equivocado en el momento equivocado, y el hombre estaba
simplemente haciendo su trabajo. No tenía derecho a verter su
dolor sobre él.

Noah apretó los labios y bajó los pantalones del pijama por
las piernas. Sus manos temblaban mientras cuidadosamente lo
doblaba y lo ponía de nuevo a los pies de la cama. Acercándose a
su tocador, sacó unos calzoncillos limpios y se los puso. No
quería que lo encontraran desnudo, pero tampoco quería tener
la ropa sucia.

Alguien podría donarla o algo así.

El chico fue de nuevo hasta la cama y se subió. Se acercó


hasta que estuvo junto al asesino y entonces se puso sobre su
espalda. Noah cerró los puños a su lado y cogió otra profunda
respiración, exhalándola antes de unir su mirada con la de
curiosidad de Gage.

—¿No sería mejor si cierro los ojos?

—¿Mejor?

—¿Prefieres que tenga los ojos abiertos o cerrados?

—Ah, como quieras.

Noah no entendía la confusión que podía ver en la cara de


Gage. Tal vez nadie se lo había preguntado nunca. Decidió
cerrar los ojos. No quería ver llegar el golpe mortal.

—Está bien, estoy listo —le susurró Noah. Luego esperó.

Casi se sale de su pellejo cuando sintió el movimiento de la


cama. Abrió los ojos sólo una pizca y miró a través de sus
pestañas para ver a Gage salir de la cama y caminar hacia el
cuarto de baño.

Noah estuvo confundido por un momento hasta que se dio


cuenta de que la ropa y el arma del asesino se encontraban en el
cuarto de baño. No había pensado en lo que Gage utilizaría para
matarlo. Había estado demasiado concentrado en la parte de
morir como para pensar esas cosas.

Y también en la alucinante follada.

Cerró rápidamente los ojos cuando vio al hombre salir del


cuarto de baño. Realmente no quería ver lo que se avecinaba.
Prefería ser indiferente en cuanto al momento en el que moriría,
algo así como morir en un accidente de coche.

La cama se hundió, y Noah contuvo el aliento. Agudizó su


oído pero todo estaba en silencio. Como no pasó nada después
de unos momentos, no pudo soportarlo más. Abrió los ojos y
miró a Gage, sorprendido de encontrar su mirada fija en él.

—¿Hay algún problema?

—Nos olvidamos de usar un condón ayer noche, y no


puedo encontrar ninguno en el cajón.

—Eso es porque no tengo ninguno.

—¿Por qué diablos no tienes preservativos? ¿No sabes que


puedes pillar cualquier cosa si lo haces a pelo? Si tienes algo, ya
lo he pillado, pero no quiero presionar, me refiero con el tema.

—Era virgen, ¿recuerdas? No sólo no tengo nada, sino que


no tenía ninguna necesidad de condones.

—¿Estabas pensando en ser virgen toda la vida?


—No, imaginaba que podría conocer a alguien algún día, y
si eso ocurriera, entonces compraría los condones.

—¿Eres gay?

—¿Gay?

—¿Te gustan los hombres?

El joven se sintió sonrojar cuando bajó la vista.

—Sí.

—Bueno, eso es un alivio —resopló Gage.

No entendía por qué importaba si le gustaban los hombres


o las mujeres. De cualquier forma, no era como si fuera a tener
la oportunidad alguna vez de tener relaciones sexuales con
nadie, a excepción de la mantenida con el asesino.

—¿Podríamos terminar con esto? —preguntó Noah


cerrando los ojos otra vez. La espera lo estaba volviendo loco.
No era que quisiera morir, pero...

—Ansioso, ¿verdad?

El corazón de Noah se desbocó en su pecho, cuando Gage


se rio entre dientes. Había pensado que era un buen tipo, puesto
que el hombre había acordado cuidar de su gata y lo había
dejado tomar una ducha. El sexo había sido un gran extra. No se
había dado cuenta hasta ahora, que Gage poseía una vena
sádica.

—Por favor, solo...

—Shh, no pasa nada, bebé, voy a cuidar de ti.

Noah esperaba sentir el frío y duro acero del arma contra


él, no las manos del hombre. Se sacudió, sus ojos se abrieron
libremente mientras lo miraba pasmado. —¿Qué estás
haciendo? —Le preguntó cuando las manos de Gage
comenzaron a acariciar su pecho.

—¿Qué sientes que estoy haciendo?

—Tocarme.

—Entonces eres un joven muy perspicaz, porque eso es


exactamente lo que estoy haciendo. Espero estar haciendo
mucho más de aquí a un minuto.

—¿Por qué?

Las cejas de Gage se dispararon en su frente. —¿Por qué te


estoy tocando?

—Sí.

—Debido a que me voy a quedar malditamente


empalmado si no te follo otra vez.

—¿Me vas a follar otra vez?

—Ese era el plan. ¿Tienes algo más en mente?

—Pensé que me ibas a matar. ¿No es eso lo que viniste a


hacer? —De repente, estaba aterrorizado, Noah se presionó de
nuevo contra las almohadas, cuando Gage se apoyó en su codo y
lo miró.

—¿Por qué quieres tanto que te mate?

—¡No quiero¡

—Cada vez que me doy la vuelta estás esperando a que te


mate, incluso te ofreces a mí como un cordero al sacrificio. ¿Por
qué no has tratado de escapar y salvarte?
—¿Me serviría de algo?

—No, te encontraría dondequiera que fueras, pero aún...

—Eres un asesino, según tus propias palabras. No veo para


qué luchar, no me hará ningún bien. Puedo pasarme el resto de
mi vida mirando sobre mi hombro y vivir con miedo de cuando
me vas a encontrar o puedo aceptar mi destino.

—No creo que jamás haya conocido a nadie como tú en mi


vida.

—Lo siento. —Noah bajó los ojos una vez más—. He


tratado de hacerte esto fácil. Si me dices lo que quieres que
haga…

Las palabras del joven se detuvieron cuando Precious llegó


disparada a la habitación y saltó sobre la cama. Corrió a través
de las mantas y se agazapó junto a Noah, silbando y escupiendo
mientras miraba hacia la puerta del dormitorio.

Gage se levantó y salió de la cama, corrió al cuarto de baño


antes de que Noah supiera que algo estaba mal. Cuando éste
volvió, vestía sus vaqueros y tenía la pistola en la mano. Se llevó
el dedo a los labios y se acercó a la cómoda, sacó un pijama y se
lo entregó al chico.

Vístete. Gage gesticuló.

Noah asintió y se puso el pantalón del pijama lo más


silenciosamente que pudo. El corazón del chico se desbocó en su
pecho, y un sudor frío cubrió la parte posterior de su cuello.
Subió colocándose en el centro de la cama y agarró a Precious,
sosteniéndola contra su pecho mientras miraba Gage que se
asomaba desde la habitación.

Solo fueron unos segundos pero muy pronto le parecieron


minutos de agónico silencio. Noah dio un salto cuando oyó a
alguien gritar seguido de un estruendo. Bajó a Precious y salió
de la cama, corriendo hacia la puerta del dormitorio.

Hizo una pausa, miró a escondidas pegado a la esquina. Se


tapó la boca con una mano para no gritar cuando vio Gage
peleando con otro hombre. Un tercer hombre yacía en el suelo
junto al sofá, con un charco de sangre cerca de su cabeza.

La respiración de Noah se quedó trabada en su garganta


cuando Gage recibió un fuerte puñetazo en la cara, pero eso no
pareció frenar al hombre. Gage sólo se sacudió y apuntó con su
propio puño al otro hombre, conectando con su nariz. El joven
hizo una mueca cuando la sangre salpicó por todas partes.

¡Qué lío!

Por un momento, Noah pensó que el extraño tenía la


sartén por el mango mientras le daba un golpe tras otro al
asesino. Pero entonces Gage tomó el control, lanzando varios
bien dirigidos a las costillas y a la barriga. Lo pateó y el hombre
cayó al suelo.

Los ojos del chico se pusieron como platos al verle agarrar


su arma del suelo y disparar al intruso justo cuando éste
levantaba su arma hacia él. Gage se metió la pistola en la parte
trasera de sus vaqueros y comenzó a registrar al fiambre.

—Realmente eres un asesino.

—Sí, lo soy. —Las manos de Gage ni siquiera dejaron lo


que estaba haciendo. Noah sospechaba que el hombre sabía que
él había estado allí todo el tiempo—. Ve a vestirte, algo que
abrigue. Y pon a Precious en su trasportín.

—¿Por qué?

El asesino levantó la vista. —Porque vienes conmigo.


Noah abrió la boca para preguntarle por qué iba a ir a
ningún lado, cuando el hombre arqueó una ceja. Noah decidió
que aceptar la orden era la ruta más segura a seguir. Después de
todo acababa de verlo matar a alguien.

Se apresuró a regresar a su habitación y se vistió. Eligió un


pantalón vaquero, una simple camisa de algodón, y su abrigo de
invierno. Noah lo coronó con un par de calcetines y buenas
botas de montaña.

Había empezado a coger a Precious para llevarla a la sala


de estar, cuando de repente lo golpeó un sentimiento enorme de
nostalgia porque nunca volvería a ver su apartamento de nuevo.
No tenía mucho que valoraba más allá de su gato, pero había
unas cuantas cosas.

Dejó de nuevo a la gata sobre la cama, y fue al armario y


bajó la mochila del estante superior. Empujó algunos cambios
de ropa interior y luego una imagen de su madre de su mesita
de noche y el pequeño libro de recuerdos de familia que ella le
había hecho. Si no iba a volver, estas eran las cosas que quería
llevarse.

Agarrando a Precious, mientras ésta caminaba junto a la


cama y se dirigió a la sala de estar. Gage estaba al móvil cuando
entró, hablando en voz baja y cabeceaba cada pocos segundos.

Noah tenía curiosidad por saber con quién estaba


hablando, pero no era lo suficientemente curioso como para
preguntar. Se arrodilló en el suelo y puso a su gata en el
trasportín. Se puso de pie una vez más, cogió el cajón y su
mochila y miró a Gage.

—Estoy listo.

Gage asintió y continuó su conversación. Cuando terminó,


se metió el teléfono en el bolsillo y se dirigió al dormitorio. El
joven se quedó allí, sin saber qué hacer con dos cuerpos en su
piso y un asesino en su habitación.

Si Noah alguna vez había querido correr, este sería el


momento para hacerlo. Tenía todo lo que necesitaba en sus
manos. Volvió a mirar a la puerta principal, se dio cuenta que
curiosamente seguía cerrada. Había dado un paso hacia la
puerta cuando sintió que una mano grande caía sobre su
hombro.

—Vamos, salgamos de aquí —dijo Gage cuando tomó el


trasportín—. Un equipo de limpieza estará aquí en unos
minutos para volver a dejar de nuevo tu apartamento, a su
prístina condición. No podemos estar aquí cuando lleguen.

—¿Un equipo de limpieza?

—Hacen que pequeños líos como éste desaparezcan.

—¿Tú eres parte de un equipo de limpieza? —preguntó


Noah, mientras se apresuraba hacia la puerta principal tras el
asesino y bajaban las escaleras. No tenía otra opción. El hombre
tenía a su gata.

—No, trabajo estrictamente solo.

—¿Pero viniste aquí para limpiar tu desorden, ¿verdad?

Gage se rio entre dientes. —Sí, supongo que se podría decir


eso.

—Por lo tanto, entonces eres parte de un equipo de


limpieza.

—Está bien.

Noah estaba confundido acerca de muchas cosas. No


entendía por qué iba con Gage a algún sitio. Ni entendía por qué
había dos hombres muertos en el suelo de su apartamento. Y no
entendía por qué estaba poniendo su confianza en un hombre
que planeaba matarlo.
Gage, puso los ojos en blanco cuando Noah volvió tropezar
nuevamente. El chico era un completo desastre a pie. No habían
caminado más que unos pocos metros, cuando éste se había
estrellado contra un cubo de basura, dejando un rastro de la
misma a su paso.

Dos cubos de basura, un árbol y una anciana paseando a


su perro, y Gage, se preguntaba por qué había traído al joven
con él, en lugar de dejarlo en el apartamento para el equipo de
limpieza. Ni siquiera habían llegado a la siguiente calle.

El asesino estaba acostumbrado a moverse rápida y


silenciosamente. Utilizaba el sigilo, la astucia y las habilidades
de su profesión para desempeñar sus funciones. No se iba
escondiendo detrás de los árboles. Infiernos, no lo hacía a
menos que quisiera que alguien pensara que era tonto. Gage,
estaba empezando a preguntarse eso mismo del chico.

—Noah —le espetó en voz baja mientras se daba la vuelta


para mirarlo—. Levanta los pies y mira por donde vas.

—Estoy intentándolo. —Noah buscó en su bolsillo y sacó


sus llaves, volviéndose hacia ellos y apuntando hacia la calle de
abajo—. No entiendo por qué estamos caminando. ¿No sería
más fácil coger mi coche?

—Tomaremos el metro.

La cara del joven hombre era de un blanco pálido cuando


se giró de nuevo para mirar a Gage. Comenzó a negar poco a
poco, sosteniendo su bolsa. —No, no, no puedo coger el metro.
Hay tantas… muchas personas y…
—Noah, tomaremos el metro. —El asesino extendió su
brazo y trató de tomarlo de la mano, pero el chico dio un paso
atrás con más rapidez de la que Gage habría creído posible si no
lo hubiera visto con sus propios ojos—. ¡Noah!

—Realmente deberíamos coger mi coche. Incluso tiene el


deposito lleno de gasolina. Siempre me aseguro de tenerlo lleno.

Noah se dio la vuelta y echó a andar hacia su coche. —


Realmente nunca debes dejar que el deposito de gasolina baje
de un cuarto, ya sabes. Es malo para el motor.

Gage inclinó la cabeza hacia un lado mientras trataba de


entender de qué planeta era el pequeño joven. Desde luego, no
había nacido en la tierra. Bueno, incluso si lo hubiera hecho,
Gage, puso en duda que los pies del tipo jamás tocaran el suelo.
Su cabeza estaba demasiado alta en las nubes.

¿Tal vez su comportamiento se debía a la falta de oxígeno


en su cerebro?

La peligrosa realidad de los movimientos de Noah, pronto


se filtraron a través del confundido cerebro de Gage. Vio con
horror como éste extendía su brazo y apuntaba con un pequeño
dispositivo negro al coche a unos seis metros.

Gage dejó caer el trasportín con la gata y corrió tras el


chico, sabiendo de alguna manera que nunca alcanzaría al
hombre con el tiempo suficiente, cuando oyó el clic distintivo
del botón y a continuación, a Noah, murmurar algo acerca de
que la electrónica no funcionaba cuando debía hacerlo.

La ráfaga de llamas de la explosión del coche alcanzó al


joven al mismo tiempo que lo hacía Gage. Éste agarró a Noah
por la cintura y lo tiró al duro asfalto. Oyó el gruñido del chico
cuando todo su peso se desparramaba encima de él.
Las llamaradas fueron intensas y lamieron la piel de Gage.
La explosión había sido tan fuerte que el ruido hizo que los
tímpanos del asesino palpitaran. Se dio cuenta del dolor en su
espalda, que estaba cubierta de los cristales del parabrisas. No
lo sorprendería descubrir que había sufrido algunas
quemaduras.

Miró al pequeño hombre atrapado bajo él. Además del


susto en la cara de Noah, parecía ileso. Gage pasó la mano por
un lado del pálido rostro.

—¿Estás bien? ¿Te duele alguna parte?

—Mi coche explotó —susurró Noah. Levantó el mando a


distancia de su coche y se lo mostró a Gage—. Sólo trataba de
abrir la puerta. No tenía la intención de hacerlo estallar.

Las suaves palabras del joven alertaron a Gage del peligro


en el que se encontraban. Además del hecho de que el equipo de
limpieza estaría allí en cualquier momento para hacerse cargo
de los dos muertos de arriba, alguien había puesto una bomba
en el coche de Noah.

El asesino no sabía si la bomba había sido puesta en el


vehículo para matarlo a él, o para eliminar a Noah. Sabía que
tenían que salir de allí rápidamente. Al descubierto eran como
unos patitos de feria. Cualquiera podría dispararles.

Hizo una mueca cuando se puso en pie y le dio una mano a


Noah. —Vamos, bebé, tenemos que recoger a Precious y
encontrar un lugar seguro para ocultarnos.

—¿Ocultarnos? —murmuró Noah al tiempo que cogía la


mano de Gage y se levantaba—. ¿Por qué necesitamos… ¡Oh
Precious!

Gage parpadeó cuando Noah se separó de él y corrió de


vuelta a donde estaba la gata maullando. No había sabía que
realmente fuera posible que un hombre completamente adulto
le canturreara y murmurara a un gato durante todo el camino.
Noah lo hizo.

El chico actuaba como si acabara de descubrir las joyas de


la corona, cuando abrió el trasportín y sacó al felino. En cierto
modo, era entrañable. Noah realmente parecía cuidar a su gata.

En otras palabras, eso desconcertaba a Gage. Era sólo una


maldita gata gorda. Tal vez era porque el asesino nunca había
tenido una mascota antes, ya que no veía realmente para qué
servían. Comían, dormían, y hacían caca. De acuerdo con Noah,
además destrozaban las almohadas. ¿Para qué una?

Pero por alguna razón que Gage no entendía, sostener a la


gata y apretarlo contra su pecho hacía que el joven se sintiera
mejor. Sin duda, lo calmaba. Podía ver como un poco de color
volvía a la cara de Noah.

El asesino sacudió la cabeza cuando se agachó para


recoger la mochila y llevarla hacia el hombre. La situó al lado
del trasportín de la gata y se puso en cuclillas a su lado.

—Noah, tenemos que irnos.

—¿Irnos?

—El equipo de limpieza está llegando, ¿recuerdas?

La frente de Noah se arrugó cuando miró más allá del


hombre al coche en llamas. —¿Serán capaces de limpiar eso?

Gage miró por encima del hombro y vio la destrucción


detrás de él. Meneó lentamente la cabeza. —No, no creo que ni
siquiera el equipo de limpieza pueda limpiarlo.

—¿Estarán enojados conmigo?


Volvió a mirar a Noah. Podía ver los surcos en la
preocupada frente y la forma en la que el chico se mordía el
labio inferior. Gage no pudo evitar sonreír. Era adorable incluso
cuando estaba nervioso. Tal vez eso era lo que lo hacía tan
atractivo para él.

Eso, y la forma descarada en la que follaron.

—No vamos a estar aquí, por lo que los limpiadores nunca


sabrán que estás involucrado —Gage se impulsó y se puso de pie
tendiéndole la mano una vez más—. Vamos, Noah, pon de
nuevo a Precious en su trasportín para que podamos irnos.

Sorprendentemente, Noah hizo exactamente lo que le


ordenó. Le dio a Precious un rápido beso y un abrazo, la gata
maulló en protesta, cuando la metió en el trasportín. Una vez
que la puerta estuvo cerrada, se puso en pie.

—Está bien, estoy listo.

Gage decidió no decir una palabra más, hasta que pudiera


sacar a Noah de allí. Agarró el trasportín y le entregó a Noah su
mochila. Una vez la tuvo colgada de su hombro, el asesino lo
tomó del brazo y comenzó a tirar de él por la acera y lejos de la
destrucción.

Todavía no tenía idea de hacia dónde se dirigirían, siempre


y cuando estuvieran lejos del apartamento de Noah. Necesitaba
averiguar quién estaba tratando de matar a uno de ellos o a los
dos y por qué.

La asignación a la que Gage había sido enviado se había


echado a perder desde el principio. El objetivo que había ido a
eliminar no estaba en el sitio donde inteligencia dijo que estaría.
En su lugar, el asesino se había encontrado con varios hombres
armados que claramente lo esperaban.
Había habido algunos disparos, eliminando a algunos de
ellos antes de escapar por una pequeña ventana que lo llevó al
aparcamiento donde Noah tenía su coche. Saltando al vehículo
del joven que le pareció era la única vía de escape en ese
momento.

Gage le había dado un vistazo a la cartera de Noah antes


de dejarlo, memorizando su nombre y dirección. Que estuviera
justo ahí cuando necesitaba escapar parecía demasiada
coincidencia. Quería saber donde estaría el hombre para poder
encontrarlo más tarde.

Esperó un rato, haciéndole un seguimiento a Noah.


Después de observar su apartamento durante una hora, había
subido al piso con la intención de averiguar si éste estaba
implicado. Gage, no sabía si tendría que matarlo o no cuando
llamó a la puerta.

Todavía no estaba seguro, aunque, si iba a matarlo, Gage


no podía entender por qué estaba arrastrándolo consigo por la
calle, como si los perros del infierno fueran tras ellos. Lo lógico
sería dejar a Noah para quien estuviera detrás o para el equipo
de limpieza.

Pero no podía hacerlo. Gage mentalmente se golpeó a sí


mismo en la parte posterior de la cabeza. Debería estar usando
su cerebro correctamente en estos momentos. Noah era una
responsabilidad enorme. El hombre apenas podía funcionar en
el mundo normal. Probablemente haría que terminaran siendo
asesinados.

Y, sin embargo la idea de que alguien tocara un solo pelo


rubio casi blanco de la cabeza de Noah era suficiente para que
Gage viera rojo. Simplemente no lo entendía. Era verdad que
Noah era un pequeño pedazo caliente. El hombre había sido
hecho para el sexo. ¿Pero aun así, era lo suficientemente bueno
como para que lo arrastrara con él?
El férreo control de Gage en el brazo del hombre decía que
sí.

Gage cerró la puerta detrás de él en el motel y se giró para


inclinarse contra la misma, dejando salir su primer suspiro de
alivio desde hacia un par de horas. Estaban finalmente fuera de
las calles y a cubierto, incluso si era en un motel de los que
alquilaban habitaciones por horas.

Oyó un gruñido y por primera vez se echó a reír al ver caer


a Noah de cara en la única cama que había en la habitación.
Habría apostado cualquier cosa a que si el chico supiera el
tiempo que llevaban puestas la colcha y las sábanas de la cama,
no se acercaría ni a un kilómetro de ellas.

—¿Cansado, bebé?

Noah se quejó y asintió, sin siquiera levantar la cabeza de


la cama. el asesino se rio entre dientes mientras se acercaba
para sentarse en la cama junto a él. Frunció el ceño durante un
instante mientras se veía a sí mismo darle palmaditas a la
espalda del hombre, como si quisiera calmarlo.

Gage no había consolado a nadie en su vida.

Realmente estaba empezando a perderse. Se levantó y se


dirigió hacia el cuarto de baño. Tal vez una ducha fría lo haría
sentirse mejor. Tenía que tener la cabeza clara y decidir qué iba
a hacer a continuación, ya que, en este momento, todo en lo que
podía pensar era en el maldito Noah de nuevo.

—Voy a tomar una ducha —dijo cuando se detuvo en la


puerta del baño—. Mantente alejado de las ventanas y no le
abras la puerta a nadie.
Noah simplemente gruñó. Gage miró al hombre estando
de acuerdo y entró al baño. Por mucho que quería cerrar la
puerta y esconderse del mundo durante unos pocos minutos, no
podía soportar la idea de no poder escuchar si alguien intentara
entrar y dañar al pequeño editor.

Puso su arma en la encimera del lavabo y poco a poco se


quitó la ropa. Se metió en la ducha y abrió la llave del agua,
Gage trató de averiguar cómo su vida había ido tan mal en tan
solo unas pocas horas.

Había perdido a su objetivo, y nunca perdía a uno. Y el


único testigo de su actividad se encontraba actualmente con su
cara en la cama en la habitación de al lado. Para colmo de
males, en lugar de eliminarlo como debería haber hecho, lo
protegía, a él.

Y a su gorda gata.

Se encontró a sí mismo haciendo cosas que nunca había


hecho, como dejar un testigo vivo. Follarlo y consolarlo. Esas
habían sido sus acciones. Y no estaba dispuesto a seguir en esa
dirección. Ya estaba empezando a haber agujeros en la fuerte
armadura que había erigido en torno a él años atrás.

A pesar de lo que era, el caos parecía seguirlo, a él y a su


gorda gata dondequiera que fuera, a Gage en realidad le gustaba
el chico. Noah era peculiar. Bueno, la verdad, era más extraño
que un perro verde. Pero, curiosamente, eso era lo que le
gustaba de él.

Noah estaba lejos de los hombres comunes que Gage solía


tener a su alrededor, además de su mirada. No tenía ni un solo
hueso egoísta en su cuerpo. Gage dudaba que el joven siquiera
imaginara lo hermoso que era.
El asesino sacudió la cabeza y se acercó para cerrar el
agua. Le hubiera gustado lavarse el pelo con un champú y
quitarse la suciedad, pero en las habitaciones de un motel por
horas no proporcionaban este tipo de servicios. Al menos había
conseguido quitarse la mayor parte de la mugre de su cuerpo.

Agarró la toalla limpia que encontró y comenzó a secarse.


Sabía que necesitaba quitarse los pequeños trozos de vidrio de
su espalda antes de vestirse. Dándole la espalda al espejo, Gage
pudo ver varios cortes pequeños en su espalda, algunos pedazos
podría sacárselos él mismo, pero con otros iba a necesitar
ayuda.

Hizo lo que pudo, haciendo una mueca cada vez que


sacaba un pequeño trozo de su espalda. Cuando no pudo llegar a
más, supo que tendría que pedirle a Noah que viniera al cuarto
de baño. Gage odiaba pedir ayuda. Eso lo hacía dependiente de
otra persona, y no le gustaba tener que depender de nadie, ni
siquiera del joven.

—Noah, ¿puedes venir aquí?

Un momento después, un rostro de ojos soñolientos


apareció junto al marco de la puerta del baño. —¿Sí?

—Tengo algunos trozos de cristales en la espalda debido a


la explosión —le dijo Gage, dándole la espalda a Noah—.
¿Puedes quitármelos?

—Ah, te has hecho daño —susurró Noah.

Gage miró por encima de su hombro cuando oyó la


preocupación en la voz del pequeño hombre. Frunció el ceño.
No podía recordar la última vez que había oído a alguien
preocuparse por él. ¿Alguna vez alguien lo había hecho?

Creció en una serie de casas de acogida por lo que no había


tenido muchas ocasiones de relacionarse con nadie. Lo mejor es
que nunca esperó más que un par de noches de mutuo placer y
un apretón de manos cuando seguía su camino.

Nunca había tenido a alguien que se preocupara de lo que


le pasaba. Gage, no sabía exactamente cómo reaccionar ante el
suave toque de las manos de Noah sobre su espalda, mientras
éste sacaba cuidadosamente cada trozo de cristal.

No estaba acostumbrado a los gentiles toques, ni siquiera


durante el sexo. Siempre era caliente y animal, como cuando se
folló al chico en la ducha. No fue gentil.

¿Quién lo hacía gentilmente?

—Creo que ya están todos —dijo Noah, finalmente—.


¿Tienes algo con lo que pueda limpiarte los cortes? No quiero
que se te infecten, y si bien no son muy profundos, no sabes lo
que puede haber en ellos desde que hice explotar mi coche. Y las
infecciones puede ser muy malas.

Gage se volvió para mirarlo, señalando su cara seria. —


Noah, no hiciste explotar tu coche.

—Oh, es dulce de tu parte decir eso, pero yo…

¿Dulce? ¡Caray!

—Noah. —El asesino agarró los brazos de Noah y le dio


una pequeña sacudida—. No hiciste estallar tu coche. Te lo juro.

—Pero... —Noah arrugó su frente, mientras sus ojos se


movían a izquierda y derecha antes de volver a centrarse en la
cara de Gage—. Hice clic en el mando a distancia, y el coche
explotó. Sé que lo hice. No fue mi intención hacerlo, claro está.
Me gustaba ese coche, y desde luego, no habría hecho ninguna
cosa para hacerte daño, pero…
—Noah, alguien puso una bomba en tu coche. Explotó al
desbloquear el cierre centralizado.

—¿Pero por qué?

—Eso es algo que me gustaría saber también. —Gage dejó


caer las manos de los brazos del joven y las cruzó sobre su
pecho. Arqueó una ceja y le dio su mirada más severa—. ¿Hay
algo que quieras decirme, Noah?

El asesino no podía entender lo que éste podía haberle


hecho a alguien para que hicieran estallar su coche. El hombre
era editor de textos, no un diseñador de misiles. No tenía ni un
hueso de maldad en su cuerpo, y el espionaje no era algo que
cualquier pudiera hacer si no tenían algún tipo de naturaleza
agresiva.

Gage era la prueba viviente de eso.

—¿Y bien?

Noah sacudió la cabeza. —No, no, no creo que haya nada


que quiera decirte.

—Inténtalo de nuevo.

Tenía sentido para Gage. No se había puesto del todo a


encajar las piezas todavía, pero sabía muy en el fondo que Noah
estaba involucrado de alguna manera. Estaba empezando a
pensar que los hombres del apartamento y la bomba no eran
por él después de todo.

Alguien iba tras Noah.


El corazón de Noah palpitó frenéticamente en su pecho.
Apretó la mano contra su clavícula, y trató de respirar con
calma, como le había enseñado su madre. No era fácil porque
podía sentir los ojos de Gage observándolo y sabía que el
hombre quería respuestas. Él no tenía ninguna que darle.

Sus secretos eran sencillamente eso, suyos. Decírselos a


Gage sería inútil de todos modos. El hombre estaba allí para
matarlo. Noah tomó otra profunda respiración y trató de
recordar que el asesino no tenía sentimientos por él, y no tenía
derecho de estar molesto con el hombre por eso.

Gage nunca prometió un tiempo de luna y rosas. Nunca le


había prometido una vida juntos. Ni siquiera prometió no
matarlo. Solamente se había comprometido a asegurarse de que
Precious fuera cuidada. Eso era todo lo que podía pedirle al
hombre.

Eso era más de lo que podía esperar, aunque todavía tenía


esperanzas. Noah miró sus manos, incapaz de encontrarse con
la penetrante mirada de Gage. —Realmente no tengo nada que
añadir a esta conversación.

—Quiero saber por qué alguien está tratando de matarte,


Noah, y alguien lo está intentando. Créeme, lo sé.

El suave aire que había estado insuflando a sus pulmones


repentinamente se quedó atrapado en su garganta al oír las
palabras de Gage. Noah comenzó a sacudir su cabeza. —No, no,
nadie está tratando de matarme. ¿Por qué alguien intentaría
matarme? No conozco a nadie.
—Noah.

Comenzó a ir hacia la habitación, mientras seguía


sacudiendo la cabeza. —Únicamente soy un editor de textos. No
hay ninguna razón para que alguien quiera matarme. No tengo
mucho dinero ni poseo nada caro, estás equivocado. Nadie está
tratando de matarme.

—Noah.

Empezó a sentirse frustrado. Por cada paso que daba hacia


atrás, Gage avanzaba uno. Se sentía como si estuviera siendo
acechado. El asesino aún tenía los brazos cruzados sobre el
pecho, pero las cejas se habían unido frunciendo su ceño. Lo
miraba ferozmente.

Lo miraba excitado.

—Yo... eh... —Noah se lamió los labios mientras sus ojos se


iban bajando desplazándose por el cuerpo de Gage. Por alguna
razón, en lo único que podía pensar era en que el hombre tenía
el culo al aire. No tenía idea de cómo se lo había perdido.

¿Tal vez era tonto?

—Noah.

Éste siguió retrocediendo y Gage siguió avanzando, hasta


que de repente notó la cama y cayó en ella. Como el asesino no
se detuvo, Noah se revolvió nuevamente trasladándose hacia
atrás en sus manos y pies hasta el cabecero de la cama.

Un grito escapó de los labios del pequeño joven cuando


sintió como la gran mano se cerraba alrededor de su tobillo y
tiraba de él hasta el centro de la cama. Noah se dio la vuelta y
trató de arrastrarse, pero antes de que pudiera llegar a sus
manos y rodillas, un gran peso descendió sobre él.
—No voy a perseguirte por toda la habitación, Noah.

El chico gimió cuando el caliente aliento de Gage voló por


encima de su oreja y el costado de su cuello. Supo que el
asesino, había sentido el estremecimiento que recorrió su
cuerpo cuando se echó a reír. Su estremecimiento fue seguido
rápidamente por un rubor que llenó su rostro.

—Vas a decirme lo que quiero, amor, de una manera u


otra.

Noah estaba debatiendo la posibilidad de contárselo,


cuando Gage lo llamó “amor”, no lo entendía, cuando sintió que
las manos del hombre empezaron a tirar de sus pantalones
bajándoselos. Se calmó, sosteniendo su aliento.

Sus pantalones salieron de sus pies, y los oyó caer al suelo.


Su camisa fue lo siguiente. Noah no se resistió, le permitió a
Gage quitarle todas sus ropas. Una vez que estuvo desnudo, el
chico empezó a rodar, pero la presión de las manos de Gage
presionándolo contra el colchón se lo impidió. Un instante
después, sintió el cuerpo del hombre a horcajadas sobre sus
piernas.

—Ahora, vamos a hablar de por qué alguien está tratando


de matarte, Noah.

¿Gage quería hablar?

“¿Ahora?”

El joven gimió y enterró su rostro en las mantas. Podía


sentir la polla erecta de Gage presionando contra el pliegue de
su culo. Las manos del hombre le acariciaban lentamente las
nalgas y su baja espalda.

—Estoy esperando, Noah.


—No hay nada que contar.

—No te creo, Noah.

Los ojos del chico se cerraron cuando sintió los dedos de


Gage moverse hacia abajo entre las mejillas de su trasero.
Empujó su trasero hacia arriba al aire, con ganas de más
contacto, hasta que sintió una pequeña palmada en el culo.

—Oye, eso no es muy agradable —dijo, levantando su la


cabeza fuera de las mantas.

—Quiero respuestas, Noah, y no voy a follarte hasta que


me las des. Alguien está tratando de matarte, y quiero saber por
qué.

—Está bien, entonces no me folles —replicó éste,


sorprendido ante la vehemencia de su propia voz. Nunca le
levantaba la voz a nadie—. ¿Por qué no me matas como tenías
planeado y te vas?

Todo el cuerpo de Gage presionó a Noah. —No va a ser tan


fácil, amor. Quiero respuestas, y me las darás ahora. Ahora. —
Noah se estremeció cuando las manos del hombre acariciaron
sus costados—. Me puedes decir lo que quiero saber o puedes
averiguar lo tortuoso que puedo ser. Hay una razón por la se me
considera un asesino a sangre fría, Noah.

El joven apretó los labios y sacudió la cabeza. No podía.


Tenía secretos, sí, pero no podía decir lo que era. Estaba
prohibido. Eso significaría su muerte, y posiblemente la de
Gage, si decía algo.

—Muy bien, amor —susurró Gage—. No me digas que no te


lo advertí.

El asesino inició un asalto total sobre los sentidos de Noah,


mordisqueando y besando su cuerpo. Empezó por el cuello y se
abrió camino a todo lo largo de su cuerpo. Cuando llegó a sus
pies, Noah pensó que el hombre había terminado. Estaba
equivocado. Simplemente lo colocó sobre su espalda y volvió a
recorrer el camino por el que había venido.

Junto con los besos, los mordiscos y lamidas, Gage


acariciaba con sus manos su piel, haciéndola hormiguear,
acariciando cada centímetro por arriba y por abajo.

El cuerpo más grande del asesino lo rozaba cubriéndolo en


algunos momentos y empujándolo contra él en otros,
calentándolo en todo momento.

El joven aguantó diez minutos.

—¿Por favor? —declaró.

Gage sostenía las manos de Noah sobre su cabeza y no le


permitiría tocar su propio cuerpo. Su polla le dolía tanto, que
pensó que podría sufrir daños permanentes si no encontraba
alivio pronto.

—Dime lo que quiero saber, amor, y te follaré hasta


traspasar el colchón.

—Yo… yo no puedo.

—Noah.

—Por favor, no puedo —se quejó batiendo su cabeza a un


lado y otro de la cama. La sobrecarga de sensaciones corriendo a
través de su cuerpo eran tan duras que le costaba concentrarse.
Su capacidad intelectual se estaba derritiendo en el colchón con
cada toque de la mano de Gage.

—¿Así que, sabes que alguien está tratando de matarte?

—¡Sí! —Noah gritó—. No... No sé, tal vez.


—¿Por qué, amor? Dímelo.

Su respiración se atoró en su garganta cuando Gage le


soltó las manos y se trasladó para ponerse de rodillas entre sus
piernas. Las piernas de Noah se levantaron sobre los muslos del
hombre quedándose bien extendido.

—Oh, sí, sí, por favor —rogó Noah, cuando sintió la punta
de la polla de Gage cepillar su agujero tembloroso. Trató de
moverse hacia abajo, para empalarse a sí mismo sobre la rígida
polla. Lo necesitaba desesperadamente, y lo necesitaba ahora—.
¡Gage!

—Dime lo que quiero saber, amor.

—¿Qué, qué?

—¿Por qué alguien está tratando de matarte, Noah?

—¡Debido a que tomaste mi virginidad!

—¿Qué?

Noah se quejó en protesta cuando todos los estímulos a su


cuerpo se detuvieron. Abrió los ojos para encontrarse a Gage
mirándolo totalmente pasmado, la boca del hombre casi abierta.
El joven suspiró y volvió la cabeza para mirar a la sucia pared
blanca.

—Se suponía que yo nunca... pero llegaste, y me ibas a


matar, y pensé que por una vez quería tratar... sentir... —Noah
se volvió para mirar hacia Gage, parpadeó cuando sintió que las
lágrimas se reunían en las esquinas de sus ojos—. Pensé que
estaría bien, ya que me ibas a matar, pero no lo hiciste y... y
ahora no sé qué hacer.
—Espera. —Gage frunció el ceño—. ¿Me estás diciendo que
alguien está tratando de matarte, porque hemos tenido
relaciones sexuales?

—Sí.

—¿Por qué?

—No quieres saberlo.

—Oh, créeme, quiero saberlo.

La excitación de Noah se desvaneció cuando se dio cuenta


de que tenía que contarle la verdad a Gage. Sabía que una vez
que lo hiciera, las posibilidades de estar con él otra vez eran
menos que las de que el hombre lo matara, y eso no era una
bonita cosa para tener seguro.

—¿Me puedes dejar levantarme? —preguntó Noah—. Te lo


mostraré.

Gage parecía indeciso, pero hizo lo que le pidió, y se hizo a


un lado de la cama. Noah se trasladó al otro lado y se arrodilló
en sus manos y rodillas. Había visto hacerlo antes. Solo que
nunca lo había hecho él mismo. No podría ser tan duro.

Noah le echó una larga mirada por última vez a Gage y


cerró los ojos. Se imaginó la forma que tomaría, las piernas
largas, orejas puntiagudas, una cola. Sabía, por lo que su madre
le dijo antes de morir, que su piel sería de color blanco puro,
sedoso y suave, sus ojos se volverían de un profundo verde
esmeralda.

Poco a poco, hasta el punto en el que casi se había perdido,


el aire en torno a Noah comenzó a vibrar. Sintió un profundo
dolor atravesar su cuerpo, cuando comenzó a contorsionarse y
remodelarse. El largo bufido que se inició en su garganta
terminó como un maullido cuando el dolor desapareció.
—¡Puta mierda santa!

Noah abrió los ojos con cautela, parpadeando con rapidez


ante los colores intensos, el más asombroso era el de los
profundos ojos castaños que lo miraban con horror desde la
cama. Abrió la boca para preguntarle si estaba bien, pero todo lo
que salió fue un maullido. De repente, asustado, Noah, dio un
paso hacia Gage, solo para retroceder y bufar cuando el hombre
se revolvió en la cama y se apretó contra la pared. Gage levantó
una mano como para protegerse y advertirle.

—¡Mantente alejado de mí!

Noah ladeó la cabeza hacia un lado, confundido. Gage lo


miraba como... como a una abominación. Maulló fuerte
llenando la sala con su sonido, porque sabía que se trataba de él.
Estaba lleno de dolor y tristeza y el deseo de que el asesino
hubiera seguido con su plan y lo hubiera matado.

Cerró los ojos y se concentró en ser humano de nuevo. El


dolor fue menor esta vez, pero Noah imaginó que se
desvanecería con el tiempo, si es que lo tenía. Gage miraba
alrededor de la habitación, como si tuviera miedo de que saltara
sobre él en cualquier momento.

Noah esperó hasta que su vista se aclaró, luego agarró la


manta de la cama para cubrir su desnudez. La agarró
firmemente en sus manos para impedir que Gage, viera como le
temblaban.

—¿Vas a matarme ahora? —Noah susurró.

—¿Qué coño eres tú?

El corazón le dolía ante el aborrecimiento que podía oír en


la voz de Gage, el miedo que podía ver en los ojos del hombre.
Tal vez el asesino no tendría que matarlo después de todo. Tal
vez moriría por un corazón roto.
—¿Importa?

Noah trató de ocultar su temblor, envolviendo la manta


más firmemente alrededor de su cuerpo. Gage estaba mirándolo
como si fuera una especie de monstruo de la naturaleza. Se
sentía solo en ese momento.

El joven comenzó a moverse hasta el final de la cama para


agarrar su ropa. Quería vestirse y ocultar su cuerpo de la intensa
mirada de Gage. Y quería a su gata. Pero de repente el cuerpo
del asesino se tensó y eso lo congeló donde estaba.

—No voy a hacerte daño. —Dijo Noah tan afligido que


incluso le costó decir las palabras—. Sólo quiero mi ropa.

—Quédate donde estás —dijo Gage cuando se alejó en


dirección al baño. Señaló con el dedo a Noah—. No te muevas de
ese lugar.

Noah asintió, y Gage desapareció en el cuarto de baño.


Pensó seguirlo y tratar de explicárselo todo, pero ¿para qué?
pensaba que era un monstruo. Se quedó donde estaba, de
rodillas en el centro de la cama con una manta envuelta
alrededor de sus hombros hasta que el hombre salió del baño
unos minutos más tarde. Estaba completamente vestido.
Incluso sostenía su arma en la mano.

—Gage, yo —dijo Noah, mientras comenzaba a moverse.

—¡Quieto ahí!

El chico no respiró. No creía que pudiera. No con el arma


de Gage apuntándolo y el hombre parecía que iba a apretar el
gatillo en cualquier momento.

—Mira —comenzó Gage antes de que él pudiera decir otra


palabra—. No sé qué coño eres o qué diablos está pasando aquí,
y francamente, no me importa. Esta mierda es demasiado
extraña para mí.

Noah mantuvo los labios apretados mientras observaba a


Gage dirigirse hacia la puerta. No le podía pedir que lo
entendiera, no, teniendo en cuenta las circunstancias. Ahora
que ya no era virgen y había cambiado, los demás vendrían a
por él. Sabrían que ya no era como antes.

Lo mejor que podía hacer por el hombre era dejarlo ir, no


importaba que hacerlo le hiciera sentir que su corazón estaba
siendo arrancado de su pecho. Simplemente era mejor esta
manera. Gage estaría a salvo.

—Solo quédate ahí hasta que me haya ido. La habitación


está pagada hasta mañana, y estoy seguro que puedes encontrar
otro lugar donde esconderte por la mañana. —Gage agitó el
arma un poco más—. Parece que tienes recursos.

Noah no dijo nada mientras observaba al asesino de pie


fuera de la habitación. Se limitó a esperar a que la puerta se
cerrara. Una vez que lo hizo, se trasladó hasta la parte inferior
de la cama para agarrar su ropa.

Sus dedos se sentían entumecidos mientras se ponía los


pantalones y la camisa sucesivamente. No parecían querer
funcionar bien cuando se puso los calcetines y trató de atarse los
cordones de los zapatos. Tuvo que tomar varias profundas
respiraciones antes de ser capaz de conseguirlo.

No era capaz de procesar lo que acababa de pasar más allá


del hecho de que Gage, lo había dejado. Debería haberlo
esperado. Algunas cosas eran mucho pedir para que nadie las
aceptara, incluso un asesino.

Noah no lo culpaba. Se acordó de las cosas que su madre le


había dicho antes de morir. Ella sabía que los humanos no
aceptarían a alguien que pudiera cambiar. Le había advertido,
no una, sino muchas veces que nos se involucrara con nadie.

El joven, estaba en una pesadilla de su propia creación.


Conocía las reglas, mantener un perfil bajo, nunca decirle a
nadie lo que era, y nunca jamás tener relaciones sexuales con
nadie. Noah había más o menos roto todas esas normas y ahora
estaba pagando el precio.

Se movió por la habitación, poniéndolo todo en orden e


hizo la cama cuando ya no pudo pensar en nada más que hacer.
Su madre siempre le había dicho que limpiara tras de sí, incluso
si estaba fuera de casa.

“Casa”.

De repente sentía una profunda necesidad de estar en su


casa, rodeado de las cosas que definían su vida, sus libros, la
pequeña colección de pájaros de porcelana de su madre, su
cuidadosamente organizada vida.

—Ven aquí, Precious —dijo Noah, cuando le hizo señas a la


gata para que se acercara. Ella lo miró fijamente durante un
momento y luego comenzó a limpiarse su piel, como si no
tuviera una sola preocupación en el mundo. Él suspiró y se
acercó a recoger a la gata. Agarró su trasportín y la colocó
cuidadosamente en el interior, cerrando la puerta. Se puso la
chaqueta y a continuación agarró la bolsa y el trasportín. Miró
alrededor de la habitación una vez más para asegurarse de que
no había olvidado nada y luego asintió, convencido de que su
madre estaría orgullosa de él si viera la habitación limpia y
ordenada.

—Vamos, Precious, nos vamos a casa.


Gage, se había asustado como la mierda. Había visto al
hombre cambiar a gato, no un gato grande, como se ve en uno
de los canales de naturaleza, sino a un gato común. Gage
pensaba que si iba a ver algo extraño, al menos, podría ser un
tigre o un león, tal vez incluso una pantera. Pero no, tenía que
ver un cambio de hombre a gato común. Y era un hombre al que
se había follado. Infiernos, había bebido la sangre del hombre,
aunque fuera por accidente. ¿Estaba condenado ahora a
convertirse en una especie de cambiaformas? ¿Se convertiría en
un gato común? ¿Le aullaría a la luna o bebería sangre?

¿Tendría pulgas?

Estaba demasiado cansado y excitado, todo al mismo


tiempo para tratar de resolver esto por su cuenta. Necesitaba
respuestas, y sabía por dónde empezar. Alguien lo había
enviado en esta misión. Le darían las respuestas que quería, o
sería mucho peor para ellos de lo que había sido para Noah.

Paró un taxi y se subió. Le dio la dirección de la calle a la


que quería ir y entonces se echó hacia atrás para mirar las luces
de la ciudad, mientras pasaban. Se sentía mal por dejar a Noah
como lo hizo, pero la situación era demasiado rara.

Gage, había visto un montón de cosas en su vida, algunas


buenas, otras no tanto. Nunca había visto a nadie cambiar a otra
criatura. Sentía que había estado viendo una película de
Hollywood. No tenía miedo de Noah, no exactamente, más bien
estaba aturdido por lo que vio.

Además, el chico era un gato común.


Se echó a reír y sacudió la cabeza ligeramente. Se había
asustado de un maldito gato común. Tal vez fue el tema del
cambio lo que realmente lo había flipando porque Noah, era
una de las almas más cándidas que jamás había conocido.

No le haría daño a nadie, incluso en su forma peluda.


«Debo estar perdiendo la cabeza», pensó Gage, cuando el
remordimiento y la culpa lo abrumaron. Se pasó la mano por la
cara antes de mirar por la ventanilla. No importaba lo que
hacía, o cómo se asustó por lo que era, no podía dejar de pensar
en Noah.

Le preocupaba que alguien estuviera tratando de matarlo.


Le angustiaba que el hombre se estuviera sintiendo miserable
en este momento porque había sido abandonado. Le inquietaba
que tuviera frío. Demonios, incluso se preocupaba por esa
maldita gata gorda de Noah.

Tal vez dejar al joven y a su gata en un motel por horas sin


protección, no había sido lo más inteligente. Solo que no sabía
cómo hacer frente a la situación, eso hizo que se sintiera fuera
de control. Gage odiaba no tener el control.

Después de sus años pasados en el sistema de acogida, con


otras personas tomando todas sus decisiones, incluso donde
podía vivir y cuando podía hacerlo, tenía muchas dificultades
para ceder el control de su propia vida. Y los sentimientos que
habían comenzado a crecer dentro de él por Noah lo ponían
fuera de control.

Gage nunca había estado tan fascinado por un hombre o


una mujer, en su vida. Aún estaba tratando de comprender lo
que le ocurría, cuando había sido empujado a algo
increíblemente fantástico por lo irreal.

No estaba seguro de poder volver. Infiernos, no estaba


seguro de querer volver. Si eso quería decir que no habría un
Noah y que... «¡Bueno, mierda!» pensó Gage para sí mismo, al
darse cuenta de que regresaría aunque Noah no fuera una
opción. Gage metió la mano en su bolsillo y sacó su móvil,
abriéndolo de un tirón. Pulsó marcación rápida, llamando a una
de las pocas las personas de su confianza.

—¡Hola!

—Soy yo.

—Hola, ¿qué puedo hacer por ti?

Dejó caer la cabeza hacia atrás contra el respaldo. No


quería hacer esto. Odiaba pedir ayuda. Sabía que Dean lo
ayudaría, pero que la ayuda tendría un precio, el derecho a
fanfarronear.

—Necesito ayuda —finalmente lo escupió.

—¿Oh, el gran hombre necesita mi ayuda? —Dean silbó y luego

comenzó a reírse—. ¿Sabes lo que esto significa, colega?

Gage, puso sus ojos en blanco a pesar de que Dean no


podía verlo. Lo hacía sentirse mejor. —Sí, lo sé, pero aun así
necesito tu ayuda.

—El derecho a presumir de esto. —Dean se echó a reír—. Está

bien, amigo mío, ¿qué puedo hacer por ti?

—Nos vemos en la fuente en veinte minutos y trae tu


ordenador portátil.

—¿Mi portátil? —le preguntó Dean, repentinamente serio.

—Sí.
El hombre tenía dos ordenadores portátiles, el que la
agencia le había proporcionado y el suyo personal. El portátil
personal de Dean era mucho mejor que el que la agencia le
había dado y tenía acceso a muchos lugares, sobre todo a los que
se suponía que no debería tenerlo.

—Allí estaré.

Gage cerró su teléfono sin decir adiós y lo puso en el


bolsillo. Se inclinó hacia delante y golpeó en el cristal entre el
conductor del taxi y él. —Llévame al parque de la ciudad.

El viaje fue rápido, pero no lo suficiente para Gage.

Pasó los dedos alrededor del cuello de su camiseta, de


repente tenía la sensación de que no podía respirar. La camiseta
se sentía firmemente a través de su pecho. Estaba empezando a
sentirse ansioso e inquieto, y no sabía por qué.

Gage sentía como si estuviera a punto de salirse de su


pellejo. Puso el dinero en la bandeja entre los asientos y abrió la
puerta de par en par antes de que el taxi se detuviera por
completo. Saltó y corrió hacia la fuente, solo frenó cuando vio a
Dean, sentado en el borde de cemento de la fuente.

—Gracias por venir —dijo Gage, tan pronto como alcanzó


al hombre.

—Claro, sonabas bastante serio. ¿Cómo es de grave?

—A decir verdad, bastante malo. —Gage, se rio entre


dientes nerviosamente mientras iba y venía delante de Dean—.
O he perdido totalmente la cabeza o el mundo como lo
conocemos, es una película de Hollywood.

—Así que, ¿qué puedo hacer para ayudarte?

—Dime que no estoy loco.


—No estoy tan seguro de eso, pero eres uno de los
hombres más sensatos que conozco.

—No pensarás eso cuando te diga lo que tengo que decirte.

Las rubias cejas de Dean se arquearon, pero no dijo nada.


Gage se detuvo y pasó la mano hacia abajo por su rostro de
nuevo y luego se puso ambas en las caderas y tomó una
profunda respiración, soltándola poco a poco.

—Todo comenzó ayer, cuando fui a una misión. Se suponía


que era una tarea fácil, entrar, eliminar al objetivo, e irme, solo
que los de inteligencia estaban equivocados y una banda de
hombres armados me estaban esperando.

—¡Mierda! ¿Informaste de ello a Trent?

—Todavía no, porque las cosas se pusieron más raras a


partir de ahí.

—¿Ah, sí?

—Me escapé por una ventana y me subí en el primer coche


que pude encontrar, un tipo joven llamado Noah, lo conducía.

—¿Crees que está involucrado?

—Lo pensé al principio, quiero decir, me pareció


demasiado conveniente, ¿sabes? Así que lo localicé y lo observé
por un rato y luego subí a su apartamento. Tenía toda la
intención de eliminarlo si era un problema.

—Bien, ¿lo era?

—No de la manera que piensas. —Gage se echó a reír con


nerviosismo.

—A la mierda, te acostaste con él, ¿no?


Gage asintió.

—¿Lo has matado?

—No exactamente.

—¿Por lo tanto, necesitas que lo elimine o algo así?

—¡No! —Gritó Gage.

Dean parpadeó.

Esto no iba como Gage había planeado, No es que tuviera


ninguna idea de cómo iba a ir exactamente, solo que... —No
quiero que nadie lo elimine, y eso podría ser parte del problema.
Creo que alguien está tratando de matarlo.

—¿Alguien? —preguntó Dean, mientras se ponía en pie.

—¿Quién? ¿Uno de nosotros?

—No lo sé, pero creo que Noah lo hace.

—¿Sabe que están tratando de matarlo?

—Mira, necesitas entender, Noah, no es como otra gente.


—Gage hizo una mueca por haber soltado el mayor eufemismo
del año—. Es diferente, especial. Simplemente no hace las cosas
como las hacemos nosotros. Joder, el hombre no puede caminar
por una calle de la ciudad sin tropezarse con algo, pero...

—¿Pero?

—Alguien entró en su casa y luego puso una bomba en su


coche, y pensé seriamente que lo querían muerto.

—¿Por Dios, Gage, con quién coño está involucrado ese


hombre?
—¿La rata de la colonia? ¿La fraternidad de las bolas de
pelos? —Gage se echó a reír y se dio una palmada en la boca
cuando el sonido se hizo tenso. Ante la mirada cuestionadora de
Dean, sacudió la cabeza—. Pensarás que estoy loco.

—Ah, joder, Gage, ya lo hago, así que suéltalo.

—Después de matar a los dos hombres que irrumpieron en


su apartamento, Noah y yo nos fuimos, que es cuando el coche
explotó. Pensé que llegar a un lugar relativamente seguro era
nuestro mejor curso de acción, por lo que lo llevé a un motel
para protegerlo.

—Suena razonable.

—Y luego se convirtió en un gato.

Dean, miró a Gage, durante varios momentos agónicos en


silencio y a continuación recogió su portátil. —Sabes, Gage, si
quieres salir y emborracharte o drogarte, es tu problema. No me
arrastres a mí.

—Dean, no estoy bromeando.

Éste se limitó a mirarlo.

—Mira, no estoy borracho. Puedes olerme el aliento. Y no


estoy volando. Mira mis ojos. Estoy completamente sereno.

—La gente no se convierte en gato, Gage.

—Noah.

—¿Y nadie lo vio? ¿Ni llamó a la policía? —Dean se


burlaba.

—Él... eh... se convirtió en un gato común.


Gage estaba empezando a cansarse de la cara y las miradas
de póquer que Dean le seguía metiendo. Empezó a preguntarse
si era así como Noah, se sintió cuando le decía a la gente que
podía cambiar. ¿Tal vez sería más fácil si solo pudiera
mostrárselo a Dean?

—Bueno, no me crees. Lo entiendo. Ven conmigo a buscar


a Noah y él te lo mostrará. —Su amigo aún se veía indeciso—.
Por favor, Dean. Te lo juro, no estoy loco. Déjame que te lo
demuestre.

—Está bien, pero si me jodes, va a pasar bastante tiempo


antes de que responda a tus llamadas telefónicas de nuevo.

—Suficientemente justo.

—Así que, ¿dónde está tu pequeño gatito? —preguntó


Dean, mientras seguía a Gage.

El asesino frunció el ceño. No estaba seguro de que le


gustara que Dean, se burlara de Noah. Simplemente no le
sentaba nada bien por alguna razón. —Lo dejé en el motel.

—Si alguien está decidido a matarlo ¿crees que fue buena


idea?

—Ahora no, pero en ese momento, sí, me pareció una


buena idea.

Gage paró el primer taxi que vio y le dio al conductor la


dirección de regreso al hotel. El viaje de regreso pareció llevar
más tiempo. Las palmas de sus manos empezaron a picar por lo
que las abría y cerraba. Nada parecía funcionar. Algo no iba
bien, podía sentirlo. Y no le gustaba, porque si algo le había
pasado a Noah, sería por su culpa y lo sabía.

Había dejado al asustado hombre sin protección. Estaba


empezando a preguntarse quién era el monstruo aquí. Noah,
nunca le había hecho algo horrible. El asesino dudaba que le
hubiera hecho algo feo a nadie. Nadie de los que amaban a sus
gatos tanto como lo hacía el joven, podía ser tan malo.

Por otro lado, él se sentía más y más como el monstruo de


la situación. Estaba entrenado para detectar a los malos, para
rastrearlos y matarlos si era necesario. Había sido entrenado
para protegerse a sí mismo mediante la eliminación de
cualquier amenaza.

Entonces, ¿quién era el monstruo?

Tan pronto como el taxi se detuvo frente al motel, Gage,


saltó y corrió hacia la habitación que había alquilado. Lo
primero que lo afectó y extrañó fue la puerta abierta con el
cartel de libre en el pomo de la puerta. Al instante sacó su arma
y esperó a que Dean se uniera a él. Cuando el hombre se apoyó
en el lado opuesto del marco de la puerta, pistola en mano, el
asesino pateó la puerta.

Metió la cabeza en busca de un intruso, entonces se hizo


hacia atrás. Cuando no oyó nada, asintió a Dean y poco a poco
entraron, escaneando cada centímetro de la habitación de un
vistazo. Un viaje rápido al cuarto de baño demostró que estaba
vacía. Gage volvió a entrar en la sala principal mientras
empujaba su pistola en la funda del hombro y miraba alrededor.
Todo estaba limpio como una patena. De hecho, parecía mejor
que cuando llegó con Noah y la gata.

—Así que, ¿dónde está?

—No lo sé. —Y realmente no le gustaba ni un poco. No


había ningún signo de Noah después de haber estado en la
habitación a excepción de lo limpia que estaba.

—¿Pero aquí es donde lo dejaste?

—Sí.
—¿Hace cuánto tiempo?

—No lo sé. —Gage se encogió de hombros—. ¿Hace una


hora?

—¿Podría haberse ido a su casa?

—No, Noah no iría… —Gage supo de repente que eso era


exactamente lo que había hecho. La pequeña mierda se había
ido a su casa, metiéndose de nuevo en el corazón del peligro. El
asesino se quejó en voz alta mientras corría hacia la puerta y le
hacía señas a un taxi antes de que se fuera.

Iba a estrangular a Noah cuando lo encontrara... tan


pronto como se asegurara de que el hombre estaba bien.
Noah podía oír a los otros gatos maullando fuera de su
edificio. Sabía que si miraba por la ventana, vería a muchos de
ellos fuera. Parecía que se habían congregado para él, ahora que
había cambiado. Había tenido siempre afinidad con los gatos,
pero notó en el viaje a casa, que parecían haber aumentado.
Cada vez que se daba la vuelta, otro gato bloqueaba su ruta. No
eran más que gatos ordinarios al igual que él cuando cambiaba,
pero aun así era un poco espeluznante.

Trató de ignorar el ruido mientras terminaba de limpiar el


desorden que había quedado atrás. Gage podía haber llamado al
equipo de limpieza, pero en realidad no sabían nada de
limpieza. Su apartamento era un desastre.

Su único consuelo era la falta de cuerpos en el suelo. Ni


siquiera había sangre, sólo algunos muebles rotos. Un desastre.
Se había sorprendido de que el caos de la explosión también
hubiera desaparecido. El equipo de limpieza trabajó rápido. No
había ni rastro de todo lo que había volado a excepción de un
poco de asfalto calcinado. Por supuesto, el coche se había
perdido, o lo que quedaba no servía. Supuso que en realidad no
importaba. Moriría muy pronto así que tener un coche,
realmente no importa.

Sabía que sólo sería una cuestión de tiempo antes de que


los otros vinieran a por él y quería estar preparado. Eliminó la
mayor cantidad de desorden que pudo. Se negaba a dejar un lío
detrás antes de ir a limpiar otro. Tampoco quería que la gente
que viniese a su casa pensara que era perezoso. Su madre habría
tenido un ataque.
Cuando terminó, Noah reunió la información sobre los
datos bancarios de sus cuentas, y su agenda personal. La gente
tendría que ser informada de que había muerto, para que
cerraran sus asuntos, y todo eso. Lo colocó todo en una pequeña
caja de cartón y lo puso en el centro de la mesa del comedor,
con una nota para que dejaran a Precious en el piso de la señora
Turner. Alguien debería encontrarla ahí.

Lo último que hizo fue darse una ducha, y ponerse unos


pantalones vaqueros limpios y una sencilla camiseta de algodón.
Aún se negaba a que lo encontraran muerto estando sucio. Un
hombre tenía normas, después de todo.

Cogió una manta y se subió a su sillón junto a la ventana, y


estableció a Precious en su regazo. Se envolvió en la manta, y se
puso a mirar por la ventana. Miraba muchas veces por ella. A
veces, ver a la gente caminar por la calle de abajo era mejor que
ver la televisión. La gente parecía tener prisa, siempre
corriendo. Muy pocos se detenían a tomarse un momento y
disfrutar del mundo que los rodeaba.

Simplemente no lo entendía. Había muchas cosas


hermosas en el mundo para disfrutar, como el amor y las flores,
los pájaros y los colores, y Gage. Éste, era realmente hermoso.
Noah pensó que podría mirar al hombre durante todo el día y
nunca se cansaría de hacerlo. Sólo deseaba haberlo conocido
antes y haber tenido más tiempo para disfrutar de él.

De pronto se puso tenso. Podía olerlos llegar. Miró por la


ventana y observó que todos los gatos se habían ido. Aunque su
gata todavía estaba en sus brazos.

—Ya está, Precious —susurró Noah, mientras abrazaba a la


gata contra su pecho por un momento. Entonces, se levantó y
cruzó la habitación para ponerla en su trasportín. No quería que
estuviera en el camino cuando los golpes empezaran. No quería
que la dañaran.
Noah, colocó el trasportín con la gata en su interior junto
con su bolsa en un rincón de la habitación junto a su armario.
Cuando volvió la cara hacia la habitación, se retorcía las manos
nerviosísimo.

El apartamento estaba limpio y ordenado, como su madre


lo había tenido. Noah sólo podía esperar que se mantuviera de
esa manera. Tenía la sensación de que la próxima confrontación
iba a ser un poco incómoda.

Volvió a sentarse en el sillón, solo que ahora miraba a la


puerta. Dobló la manta cuidadosamente en un pequeño
cuadrado y la colocó en la parte posterior de la silla, acariciando
nerviosamente la tela.

La espera lo estaba volviendo loco. Al parecer muchas


personas estaban tratando de matarlo, y él, lo único que
deseaba es que se dieran prisa para así acabar de una vez y que
no tuviera que seguir esperando a que llegaran. No quería
pasarse la vida, el tiempo que tuviera, mirando sobre su hombro
y esperando a que alguien viniera a por él.

Sabía que su comportamiento podía ser considerado


extraño por otras personas. No estaba corriendo a esconderse
para mantenerse vivo. Sencillamente aceptaba lo inevitable.
Noah no era un asesino. Ni siquiera pensaba como uno. No
había forma de que fuera capaz de esconderse de aquellos
dispuestos a matarlo.

Además, no era como si su vida fuera maravillosa de todos


modos. Iba a trabajar, y volvía a casa. Con excepción de
Precious, Noah, no tenía muchos amigos. Demonios, ni siquiera
estaba seguro de tener uno. Pasaba su tiempo tratando de pasar
desapercibido y de no revelar su naturaleza, como para hacer
amistad con otras personas.
No ayudaba que la mayoría de la gente pensara que era
extraño o tonto. Era difícil hacer amigos cuando la gente se reía
a sus espaldas y le ponían motes. Con las pocas personas que
realmente trataron de hacer amistad con él, Noah, tuvo que
mantener la distancia.

Mantenerse alejado de otras personas había sido arraigado


en él por su madre, desde una edad muy temprana. Era la única
manera de que no descubrieran su secreto. Noah, se había
pasado toda su vida haciendo precisamente eso. No hacer
muchos amigos.

Excepto tal vez Gage. Incluso si el hombre se había ido una


vez que había descubierto lo que era, aceptaba todos sus
comportamientos extraños sin ponerle motes o señalarlo. Eso
era algo.

¿O no lo era?

Suspiró y juntó las manos esperando. Echaba de menos a


Gage. Habían sido sólo un par de horas, y ya sentía como si le
hubieran arrancado el corazón de su pecho. Noah, no podía
imaginar lo que hubiera sido si hubiera pasado más tiempo.

Tal vez por eso esperaba pacientemente a que los otros


vinieran a acabar con su vida. No sabía si podía sobrevivir sin
Gage, en ella, y estaba claro que el hombre pensaba que era un
bicho raro.

Se limpió las lágrimas que empezaban a congregarse en


sus ojos. Su creciente necesidad del asesino, no terminaría
nunca. Aunque Noah, lo sabía. Su madre no le había explicado
mucho, pero le había dado los fundamentos básicos. La persona
que tomara su virginidad se llevaría su corazón. Nunca querría
estar con otra. Anhelaba al hombre, lo necesitaba como el aire.
La separación lo dañaría tanto mental como físicamente, y
empeoraba con cada momento que pasaba.
Noah, por lo menos, sabía que era verdad. No es que
hubiera dudado de las palabras de su madre. Sólo que nunca
pensó sentir la conexión que sentía con Gage. Incluso ahora,
después de sólo un par de horas, la piel de Noah se moría de
ganas de ser aliviada por el suave toque del asesino.

Saber que su vida estaba a punto de finalizar era casi una


bendición para él. Pondría fin a la necesidad que tenía de estar
con Gage, algo que Noah se daba cuenta que no iba a suceder.

Por lo menos había tenido una noche con él.

Reposó la cabeza contra el respaldo del sillón y cerró los


ojos. Quería soñar con Gage cuando llegara el final, pensar en lo
maravilloso que se sentía conectarse con alguien a un nivel tan
íntimo.

No era de extrañar que su madre lo advirtiera en contra de


estar con alguien. Cuando esa persona se iba, dejaba un
profundo agujero de dolor. Si las personas que venían a matarlo
no completaban el trabajo, Noah moriría de pena. Lo sabía. El
ansia por Gage crecía con cada segundo que pasaba.

La salida de la luna lo haría aún peor. El joven resopló con


enojo. No creía que las cosas pudieran ser mucho peor que
ahora, pero si su madre tenía razón sobre su conexión con Gage,
tenía miedo de ver lo que sucedería cuando la luna llena llegara
y entrara en celo.

Sería un gato jodido.

Abrió los ojos y giró la cabeza para mirar a través de la


habitación cuando oyó que la puerta comenzaba a rechinar
abriéndose. Su corazón latió un poco más rápido cuando dos
hombres vestidos de negro entraron en la habitación.

Noah, hizo acopio de valor y se levantó para hacer frente a


los dos hombres. —He estado esperando.
—Vamos a hacer esto lo menos doloroso posible, Alteza.

—¿Supongo que no podéis saltaros el suplicio? —preguntó


Noah, mirando al hombre que le hablaba. El otro, con el pelo
más oscuro, permaneció en silencio mientras sus ojos miraban
con cautela toda la habitación.

—Sabía que no era posible cuando encontrara a su


compañero.

Noah se encogió de hombros. —Me pareció una buena idea


en ese momento.

—Me disculpo, Alteza, pero no hay otra manera. El rey


Geraldo ha ordenado su ejecución. Sabía que esto pasaría. Dijo
que nos estaría esperando.

—Sí, supongo que lo hice. —Noah, suspiró profundamente


a continuación señaló a la caja en la mesa de comedor—. Mis
efectos están en la mesa. Por favor, vea que todo se entregue y
que mi gata se quede con la señora Turner. Precious, ya está en
su trasportín.

—Me ocuparé de ello personalmente, Alteza.

Que amable. Noah, casi puso sus ojos en blanco. En su


lugar, asintió y miró a su alrededor. Sabía que sólo posponía lo
inevitable, pero no era capaz de dar el paso. Sería mucho más
fácil si lo hiciera. No había sido tan duro con Gage, y Noah, no
entendía por qué.

Gage no ocultó el hecho de que había venido a matarlo, al


igual que los dos hombres de pie frente a él. Noah había
permanecido voluntariamente tranquilo y aceptado su suerte
con Gage. Con estos dos extraños, a pesar de que sabía lo que
iba a suceder, no era capaz de aceptar su destino.
—Por favor, Alteza —dijo el hombre de pelo claro—. No
haga esto más difícil de lo que tiene que ser.

—Nunca pedí esto, ya sabes —dijo Noah—. Me guardé. Me


quedé fuera de los problemas, fuera de los focos. Nunca traté de
tomar el trono de Geraldo, nunca. Solo que... —Negó con la
cabeza y miró hacia abajo a sus dedos que retorcía con
nerviosismo—. Solo quería sentir algo por una vez.

—Lo entiendo, Alteza, pero estamos obligados a seguir las


órdenes del rey gobernante. Nuestra comprensión o simpatía
por su situación, no nos exime de nuestro deber para con el rey.

—No, supongo que no. —Noah suspiró—. Simplemente, no


me parece justo ser condenado a muerte por tener sexo. No es
como si hubiera tratado de derrocar al trono o algo así.

—Su capacidad para cambiar ahora es lo que lo ha


condenado, Alteza, y lo sabe bien. Fue advertido. Otros se
sentirán atraídos por vos. Se alejaran del rey Geraldo y lo
buscaran para obtener orientación. El rey no puede permitirlo,
no, si no quiere ser un gobernante ineficaz.

—¡Qué gobierne! —Noah lanzó su mano al aire en un gesto


exasperado—. Que tenga el trono. ¿Qué me importa?
Únicamente quiero a mi compañero.

—Ya no se trata de vos, Alteza. —El hombre casi sonaba


triste—. Su carisma natural atraerá a otros lo quiera o no.

—¿Mi carisma natural? —Se burló Noah—. ¿Estás loco? No


tengo ningún carisma natural. Ni siquiera tengo un carisma
antinatural. Soy un chiflado con un gran trastorno obsesivo-
compulsivo. La gente piensa que soy un bicho raro. Ellos no
creen que tenga carisma.

—Alteza, por favor...


Tan repentinamente como llegó, la lucha lo dejó. No sabía
por qué estaba protestando de todos modos. Gage se había ido.
Nada más parecía importar. Noah tomó un profundo aliento, se
acercó y se arrodilló a los pies de los dos hombres. Cruzó las
manos en su regazo e inclinó la cabeza hacia delante, al menos
podría ocultarles sus lágrimas de desesperación.

—Solo tratad de no hacer un lío en mi apartamento —dijo


Noah—. Me tomó mucho tiempo limpiarlo.

—Me ocuparé personalmente, Alteza.

El joven cerró los ojos cuando sintió que una fría hoja se
presionaba contra la parte posterior de su cuello. Oró porque no
le doliera, porque su muerte fuera rápida.

—Le pido perdón, Alteza —susurró uno de los hombres.


Noah pensó que las palabras eran ligeramente divertidas
teniendo en cuenta que el hombre estaba pidiéndole perdón por
causarle la muerte, pero podía sentir la oleada de malestar que
surgía del hombre.

—Lo tienes —susurró Noah.

—Gracias, Alteza.

Volvió a cerrar los ojos y trató de conjurar la imagen de


Gage en su mente, cuando sintió que la hoja se alejaba de su
cuello. Los segundos parecieron detenerse esperando el Golpe
letal.

—¡Noah!

Éste se volvió de golpe y cayó sobre su trasero cuando oyó


a Gage gritar su nombre. Sus ojos se abrieron en estado de
shock cuando vio a otro hombre con él escalando a través de las
ventanas del apartamento. Ambos hombres tenían armas en sus
manos, las dirigían hacia los dos hombres de pie detrás de él.
—Noah, ven aquí.

—¿Gage?

—Ven aquí, bebé —dijo el asesino, haciendo señas con su


mano libre.

—¿Gage, qué…? ¿Qué estás haciendo aquí?

Noah solamente tenía ojos para Gage, bebiéndose su


hermosa forma cuando el hombre se acercó. Los ojos del
asesino no estaban en Noah, sino en los dos hombres detrás de
él, pero a éste no le importaba. Había podido ver a Gage por
última vez antes de morir.

—Noah, lo digo en serio, ven aquí.

El joven había comenzado a avanzar hacia Gage, incapaz


de resistirse al tono dominante del hombre, cuando sintió una
mano sobre su hombro, manteniéndolo en su lugar. Respiró
hondo, se había olvidado a los dos hombres que estaban allí
para matarlo.

—Tú no debes interferir —dijo uno de los hombres con


vehemencia.

—No voy a dejar que lo matéis.

—Su destino ya está decidido. Únicamente retrasa lo


inevitable.

—No lo creo —dijo Gage mientras agitaba su arma hacia


los hombres—. Aléjate de Noah y puede que te deje vivir.

—Lamentablemente, eso no es posible.

—No voy a pedirlo de nuevo.


Noah, soltó un grito cuando una mano se envolvió en su
cabello y le echó la cabeza hacia atrás. Sintió un movimiento a
través de su garganta cuando la afilada hoja se posó de nuevo y
trató de no tragar. Era difícil teniendo en cuenta que sentía que
tenía un gran bulto en la garganta que le bloqueaba el aire de
sus pulmones.

Los ojos de Noah se abrieron como platos cuando oyó


gruñir al asesino. El hombre realmente gruñó. Trató de bajar un
poco la cabeza para verlo, sorprendido por el brillo feroz en los
ojos del hombre. Gage parecía enojado.

—Corta un solo pelo de su cabeza y morirás de una forma


muy dolorosa.

Uno de los hombres, el que no sostenía la espada en su


garganta, dio un paso amenazador hacia Gage. Noah se tensó, el
vello de su brazo se erizó cuando un bajo gruñido amenazador
salió a través de sus dientes apretados.

—¡No lo toques! ¡Mío! —Gritó Noah, el hombre que dio


otro paso, levantando su espada en el aire. Su mente se quedó
en blanco cuando se llenó de la necesidad de proteger a Gage.
Noah apartó la espada lejos de su cuello y se irguió de golpe,
sintiendo un puñado de pelo le era arrancado.

De un salto, Noah estaba al otro lado de la habitación,


aterrizó sobre el hombre que iba a por Gage. Sintió sus garras
afiladas extenderse de sus dedos y las clavó profundamente en
la carne del hombre. El aullido de dolor llenó la sala,
acentuando su necesidad de vengarse de cualquiera que
amenazara a Gage.

Noah bufó y hundió sus afilados dientes en el cuello del


hombre cuando trató de liberarse. Se agarró lo más fuerte que
pudo, mientras el hombre gritaba y lo asía, tratando de
quitárselo, hasta que cayeron al suelo.
—¡Noah!

Éste volvió a gruñir cuando sintió que alguien lo agarraba


desde atrás. Volvió la cabeza y le bufó, cuando la cara de Gage se
filtró a través de la furia que empañaba su cerebro.

—Déjalo ir, amor —dijo Gage en voz baja.

Se volvió a mirar al hombre desgarrado y ensangrentado


debajo de él. Bufó de nuevo únicamente por si acaso, luego
retrajo sus garras y poco a poco se alejó de las heridas en los
brazos del hombre hacia los de Gage.

Noah comenzó a ronronear en el momento en el que se


estableció contra el pecho del asesino y los brazos del hombre lo
envolvieron. Metió la cabeza debajo de la barbilla de Gage y
frotó su rostro sobre la piel del hombre, necesitaba el contacto
íntimo.

—Caray, está ronroneando.

El joven se dio vuelta y bufó al hombre que había trepado


por la ventana con Gage, en parte para ponerlo en su sitio y en
parte por la interrupción. Era su tiempo de abrazos. Mostró sus
garras solo para intimidarlo.

—¡Joder!

—Cállate, Dean —le soltó Gage al hombre, entonces bajó la


cabeza y le habló a Noah, su voz era mucho más suave, más
dulce—. Está bien, bebé, ronronea todo lo que quieras.

Noah apretó la cara de nuevo en la suave curva del cuello


del asesino y volvió a su ronroneo. Sus manos suavemente
amasaban la camiseta de Gage a pesar de que sus garras estaban
todavía extendidas. Simplemente se aseguraba de ser
cuidadoso. No le haría daño por nada del mundo.
—¿Cómo estás, Noah?

Él ronroneó más fuerte. Estaba muy bien. Gage estaba


mirándolo con preocupación en su rostro, no con desprecio.
Asimismo, no estaba gritando y corriendo por la habitación. Eso
tenía que significar algo.

—Has vuelto.

—Tenía que hacerlo. —Gage se rio en voz baja—. Prometí


follarte hasta hundir el colchón si me decías la verdad,
¿recuerdas?

—Sí —Noah sintió su rostro ruborizarse cuando recordó


esa promesa y lo que pasó después. Y entonces se acordó del
aborrecimiento de Gage y se puso rígido en los brazos del
hombre.

Poco a poco se apartó de Gage, quedándose de pie. Pronto


sintió frío, todos sus huesos helados. Se frotó las manos arriba y
abajo de sus brazos y miró alrededor de la habitación para
encontrarse a todo el mundo mirándolo.

Un maullido de la esquina de la sala llamó su atención. Se


volvió, viendo a Precious empujar la pata a través de las ranuras
de la puerta del trasportín. Corrió a través de la habitación y
cayó de rodillas. Tiró de la puerta y sacó a la gata.

—¡Oh, Precious! —Exclamó mientras la acunaba en su


pecho—. Lo siento mucho. Apuesto a que los hombres grandes
te asustaron, ¿verdad?

La gata ronroneó en los brazos de Noah, al igual que él lo


había hecho hacía unos instantes, cuando estaba en brazos de
Gage. Únicamente Noah, se dio cuenta de que Precious seguiría
ronroneando como cualquier otro gato normal. Era una gata
normal. No estaba condenada a ser un cambiaformas como él.
—¿Tío, tu gato tiene una gata?
Decir que estaba en estado de shock habría sido una
subestimación y no una que Gage, estuviera listo para decir en
voz alta. No estaba seguro de que situación era más extraña, si
ver a Noah, cambiar a gato o ver la cara del otro hombre cuando
estaba siendo atacado, escupiendo y resoplando. Ambas estaban
en lo alto de lo considerado raro en la escala del asesino.

Sin embargo, por extraño que pareciera, se le hacían cada


vez menos raras a cada minuto. Ver a Noah atacar, ante la
amenaza recibida por él, lo hacía sentir que no cabía en su
pellejo. No podía dejar de sonreír, hasta que el joven, se negó a
mirarlo y luego frunció el ceño.

—¿Noah?

—Creo que probablemente será mejor si tu amigo y tú, os


vais.

—¿Qué? —Gage se quedó atónito. Había pensado por las


acciones de Noah, que estaba feliz de verlo. Esperaba que
estuviera feliz de verlo. Él estaba feliz de ver al joven—. ¿Qué
está pasando aquí, Noah?

—No es nada que deba preocuparte. —La sonrisa que Noah


le envió se arrastró por su piel. No era real, y no se reflejó en sus
ojos verde musgo. Gage únicamente podía ver la mísera en lo
ojos de su amor.

—No es suficiente, amor.

—Me temo que esta vez va a tener que serlo. —Noah puso a
Precious en el suelo y se levantó. Hizo un gesto con su mano
alrededor de la sala hacia los demás que estaban allí
mirándolos—. Esto no te concierne.

—Lo hace ahora —dijo el asesino, apretando las manos en


puños, mientras trataba desesperadamente de controlar la ira
que amenazaba con liberarse—. Me involucré en el momento en
que follamos en la ducha.

Gage, tuvo la satisfacción de ver los ojos de Noah,


ampliarse ante sus palabras. Abrió los brazos para abarcar toda
la sala. —Ahora, ¿quieres decirme qué coño está pasando aquí?
¿Por qué estos hombres están tratando de matarte y por qué
diablos se lo permites?

El joven simplemente apretó los labios y negó. Gage, de


repente tuvo la impresión de que no importaba lo que dijera,
Noah no iba a decirle nada. Tenía una vena obstinada que era
tan grande como una catedral.

Por suerte, Gage sabía cómo romper esa terquedad.


Atravesó la sala de estar y lo agarró por el brazo, impulsándolo
hacia la puerta del dormitorio. En el marco de la puerta, se
detuvo para echar un vistazo sobre su hombro a Dean,
señalando a los dos hombres.

—Mantén un ojo en ellos —le dijo—. Vamos a necesitar un


ratito. Tengo que convencer a Noah de las bondades de la
honestidad hacia mí.

—Hecho.

Gage asintió y empujó a Noah al dormitorio, cerrando la


puerta tras él. Se recostó contra ésta y cruzó los brazos sobre su
pecho mientras que evaluaba al nervioso hombre que lo miraba
desde el otro lado de la habitación.
—Habla, Noah. Dime lo que está pasando aquí. ¿Por qué
esos dos hombres están aquí para matarte y por qué se lo
permites?

El chico volvió a presionar los labios y negó. Gage suspiró


profundamente y alcanzó el borde de su camiseta. —Hemos
pasado por esto antes, Noah. Ya sabes, puedo hacerte hablar.

—No.

Gage sonrió y tiró de la camiseta sobre su cabeza,


dejándola caer al suelo. Comenzó a acechar a Noah a través de
la habitación, mientras que poco a poco se desabrochaba los
pantalones. Podía sentir los ojos del hombre siguiendo cada uno
de sus movimientos, lo mismo que hacia él con el joven.

Había un hambre ardiente en los ojos verde musgo de


Noah, que casi hace que Gage, deseara que no estuviera más que
jugando. No quería forzarlo a hablar, a menos que tuviera que
hacerlo. Quería que el hombre de buen grado se lo contara todo.

Eso no significaba que se fuera a desviar de conseguir lo


que quería. Gage estaba aprendiendo rápidamente que Noah
tenía debilidad por él. Solo esperaba no tener que admitir nunca
que tenía la misma debilidad por el chico.

—Vas a hablar, Noah, de una manera u otra.

El asesino se quitó los zapatos y luego se agachó para tirar


de sus calcetines. Noah todavía observaba cada movimiento que
hacía, pero su respiración se hacía más sonora. Sus ojos verde
musgo iban cambiando de manera constante a más oscuros,
volviéndose casi de un color verde esmeralda.

—Gage —susurró en voz baja, se lamió los labios—, no


puedes... —Noah hizo una mueca—. No podemos... —sacudió la
cabeza—. No lo entiendes.
—Entonces explícamelo, Noah, así podré entenderlo.

Se sentó en el extremo de la cama y le tendió su mano al


joven hombre, esperando pacientemente. Noah se limitó a
mirarlo durante varios minutos luego resopló y se acercó
tomando la mano, y sentándose a su lado.

—Estoy escuchando, amor.

—No soy tu amor, deja de llamarme así —su voz se quebró,


sorprendiendo a Gage con su vehemencia—. Crees que soy un
bicho raro.

—No creo que seas un bicho raro, Noah. —Insistió el


asesino—. Solo un poco diferente. Tienes que admitirlo, te
trasformas en un gato común.

—Es debido a de donde procedo.

—¿Y de dónde procedes? —Gage tenía tanta curiosidad que


apenas podía mantenerse quieto. Era obvio que Noah no era un
humano corriente. Si trasformarse en gato común era normal de
dónde viniera, Gage tenía que preguntarse acerca de su gata—.
¿Precious puede cambiar?

—No. —El chico se echó a reír—. Ella es simplemente una


gata.

—¿Simplemente una gata? Noah, ¿tienes alguna idea de lo


extraña que es esa declaración? —Gage deseó no haber hablado
cuando Noah se apartó de él y se enroscó sobre sí mismo. El
asesino extendió la mano y agarró la de Noah, negándose a
permitir que la conexión entre ellos se rompiera—. Bebé, vas a
tener que darme un margen de maniobra con mi confusión.
Hasta que te trasformaste en el motel, no sabía nada de que esto
sucediera fuera del cine.

—No soy un bicho raro —murmuró Noah.


—No he dicho que lo fueras.

La cara de Noah era mitad ira, mitad turbación cuando se


volvió para mirarlo. —Pero lo hiciste, en el motel. Dijiste que era
un monstruo.

—No, dije que era una situación extraña, y lo era. Nunca


había visto a nadie cambiar. Pero ni una sola vez te llamé raro,
Noah, así que no digas que lo hice. No pongas palabras en mi
boca que no estuvieron ahí.

—¿Soy diferente?

—Muy diferente, Noah. La gente se asusta ante las


situaciones extrañas todo el tiempo, especialmente cuando no
esperan que sucedan o nunca las han experimentado antes. Eso
no quiere decir que las personas involucradas en la situación
sean raras.

—¿Por tanto, no estás asustado de que puede


trasformarme en gato?

—Voy a ser sincero contigo, Noah, me asuste, me volví un


poco loco. Pero eso no tiene nada que ver contigo, no realmente.
Sigo pensando que eres muy especial. Además, acabo de verte
atacar a un hombre que amenazaba con hacerme daño. En mi
experiencia, eso significa algo.

Gage miró boquiabierto cuando Noah de repente cambió


de nuevo. Casi en un abrir y cerrar de ojos, el hombre que
estaba sentado junto a él se trasformó en un gato. Esos oscuros
ojos verde esmeralda parpadearon hacia él cuando se sentó,
agitando su cola un lado a otro.

—¿Y ésto? —Le susurró Noah mentalmente, lo que


probablemente lo asustó más que cualquier cosa que hubiera
experimentado en las últimas horas—. ¿Realmente puedes
decirme que ésto no te asusta?
—Estoy muy interesado en saber cómo haces eso, porque
sí, que me hables mentalmente es un poco extraño.

—¿Demasiado extraño? —preguntó Noah, de nuevo en la


mente de Gage—. La última vez te asustaste y me dejaste. ¿Vas
a irte de nuevo?

—Te dejé la última vez, pero volví, ¿no?

La cabeza del gato se inclinó ligeramente. —¿Por qué


regresaste?

—No estoy seguro, la verdad. —Gage frunció el ceño—. No


tenía previsto volver cuando me fui. Probablemente necesitas
saber que estaba sentado en el taxi, y no podía dejar de pensar
en ti. Y no era... me preguntaba si estabas a salvo, si estabas
bien. Infiernos, me preocupaba que no estuvieras lo
suficientemente abrigado. Simplemente no tenía sentido para
mí, así que decidí que necesitaba volver a verte.

—Sólo que no estaba allí.

—No, no lo estabas, y vamos a tener que hablar de eso,


Noah. No está bien que te pongas en peligro. —Gage se echó
hacia atrás, sorprendido cuando Noah repentinamente cambió
de nuevo a su forma humana, con la ropa puesta y todo—.
¿Cómo haces eso y que ocurre con la ropa cuando cambias?

—¿Eso es lo que quieres saber? —Noah se echó a reír en


voz baja.

Gage se encogió de hombros. —Me imagino que voy a


tener una gran cantidad de preguntas para ti, pero, sí, tengo
curiosidad.

—No sé exactamente lo que le sucede a mi ropa. Cuando


cambio, sencillamente se desvanecen supongo. Cuando vuelvo a
cambiar de nuevo, están ahí.
—¿Y el cambio? ¿Cómo lo haces? ¿Te duele?

—Me dolió la primera vez que cambié, pero me ha dolido


menos esta vez. —Noah miró hacia abajo al edredón que cubría
la cama y comenzó a tirar de la tela blanca—. Cuando cambio,
únicamente pienso en cómo quiero verme y ocurre.

—Así que, ¿desde hace cuanto que cambias? Es decir


naciste así o...

—No, nací de esta manera.

—¿Y lo de cambiar?

—Yo... eh... cambié por primera vez en el motel, contigo.

Gage se quedó boquiabierto. —¿Nunca habías cambiado


antes?

La mano de Noah trabajó frenéticamente en el edredón, su


nerviosismo se mostraba en cada uno de sus nerviosos dedos. —
a causa de quien soy, no podía cambiar hasta que... hasta que...
bueno, ya sabes, y...

—Espera, espera, ¿debido a quien eres? —Le preguntó el


asesino—. ¿Quién eres tú?

Noah se dobló sobre sí mismo otra vez, y justo cuando


Gage pensaba que estaba llegando al hombre. —No importa.

—Ya has dicho eso antes, amor. No te creí entonces, y no te


creo ahora.

—Gage... —El joven sacudió la cabeza—. No lo entenderás


y te irás.

—No voy a dejarte, Noah.


Gage no podía recordar cuándo se había sentido tan
frustrado con alguien. Noah podía ser gentil y tímido y sólo un
poco extraño, pero era el hombre más terco que él hubiera
conocido. Era como sacarle las palabras con un sacacorchos.

—¿Por qué simplemente no lo dejas estar? —Soltó Noah


cuando se puso de pie y empezó a pasearse delante de la cama.
Sus manos se agitaban frenéticamente alrededor de la
habitación. Gage estaba bastante seguro que era lo más
expresivo que había visto a Noah, salvo cuando follaron—. No
querrás saberlo, creedme, porque lo que tendría que decirte es
mucho más raro que trasformarme en gato.

Gage no estaba seguro de que fuera posible. —Noah,


dímelo.

—¡Muy bien! —Saltó Noah—. ¿Quieres saber la verdad?


Me follaste en la ducha y no me mataste como se suponía que
harías y ahora tengo que pagar por ello durante el resto de mi
vida, por larga que sea.

—¿Cómo dices? —Gage se puso en pie y dio un paso hasta


quedarse delante de él, deteniendo su paseo. Apoyó las manos
en sus caderas y se inclinó para mirarlo—. ¿Estás diciendo que
toda esta mierda es por mi culpa, porque no te maté?

—¡Sí!

El asesino parpadeó, aturdido. No había esperado esa


reacción de Noah. No estaba seguro de lo que esperaba
exactamente, pero que éste estuviera enojado con él porque no
lo mató, eso no. Gage se pasó la mano por la cara, cuando dio un
paso atrás para sentarse en la cama. Estaba muy confundido.

—Noah, ¿por qué quieres tanto morir? —eso le dolía


incluso mencionarlo. No entendía la disposición del chico a
morir. No estaba seguro de hacerlo jamás.
—No quiero morir —dijo Noah en voz baja, como si la
rabia lo hubiera abandonado—. Nunca quise morir, pero sé que
va a suceder, y estoy cansado de esperar a que ocurra. Solo
deseo que seas tú quien lo haga.

—Bueno, ahora has sido directo. No tengo intención de


matarte, jamás. Así que deja de esperar que lo haga, porque no
va a suceder.

—¿Por qué no?

—¡Porque no quiero matarte! —Cuando las esquinas de los


labios de Noah se convirtieron en un ceño fruncido, Gage estaba
aún más confuso. Era como si el hombre estuviera triste por el
hecho de que no quisiera matarlo—. Noah.

—¿Sabes lo que me va a pasar si uno de esos hombres en la


otra habitación o tú no me matan? —susurró Noah—. Y eso es
suponiendo que no envíen a alguien más para hacer el trabajo.

—¿Vas a vivir una vida larga y saludable?

—No realmente. —La risa de Noah sonó más despreciativa


que feliz—. Poco a poco, me volveré loco hasta que o bien me
tengan que sacrificar por la seguridad de otros o me matare a mí
mismo porque no me podré controlar más.

Gage tragó saliva. —¿Por qué? —se ahogó.

—Hay una cosa curiosa acerca de mí —dijo Noah—. Mi


madre me lo advirtió, y sabía que tenía razón, pero pensé que si
me iban a matar, no tendría importancia. Pero no lo hiciste y
ahora la tiene y…

—¿Qué cosa, Noah?

—Me emparejo con la persona con la que tengo la primera


relación sexual.
—¿Qué?

—¡Incluso en el mundo de los cambiaformas soy un bicho


raro!

—Noah, no eres un bicho raro.

—Soy un bicho raro —exclamó Noah—. Me uní contigo y


ahora no puedo ser tocado jamás por nadie que no seas tú y... —
Noah sollozó—. No tienes idea de lo que será para mí.

—Dímelo —dijo Gage mientras envolvía el brazo alrededor


de los hombros del chico y llevaba la cabeza a su pecho. Noah se
resistió durante un momento y luego empezó a frotar su cara
contra la piel desnuda de la clavícula del asesino.

—Nos unimos cuando follamos en la ducha. No seré capaz


de soportar que nadie me toque, jamás. Estar separado de ti se
convierte en un dolor físico. No comeré. No dormiré. No seré
capaz de pensar en otra cosa que en estar contigo otra vez. Mi
piel ya pica por sentir tu toque, y solo va a empeorar cuando
estemos separados.

—Entonces, ¿quién dice que vamos a estar separados? —La


boca de Noah se quedó desencajada en el momento en que
levantó su cabeza para mirar al enorme hombre, pasmado. Gage
se rio entre dientes y le cerró suavemente la boca—. ¿Por qué
crees que es tan importante para mí saberlo todo, Noah?

—¿Debido a que estás loco?

—Eso puede ser cierto, pero realmente necesito saberlo


todo porque no tengo ninguna intención de ir a ninguna parte
sin ti, y con el fin de protegerte de todo lo que está pasando, lo
que necesito saber es por qué alguien quiere matarte. También
me gustaría saber más acerca de ti y de cómo funciona esa cosa
del apareamiento.
—Hemos tenido relaciones sexuales. Así es como sucedió.

—Y vamos a tenerlas otra vez, estoy seguro. —Gage sonrió


al ver la expresión de asombro en la cara de Noah—. No sé a ti,
pero a mí me gustó mucho, y me gustaría probarlo una vez más,
por lo menos unas cuantas cientos de veces.

—¿Recuerdas que me trasformo en gato, ¿verdad? —


preguntó Noah mientras apartaba alejando un poco al hombre
para mirarlo más fácilmente.

—Es un poco difícil pasarlo por alto, Noah. —Gage señaló a


la mano que Noah tenía en su pierna—. Sobre todo cuando estás
amasado mi muslo.

Noah apartó su mano, su rostro ardientemente


ruborizado.

—Lo siento.

Gage agarró la mano del joven y la llevó de vuelta a su


muslo, acariciándola suavemente. —De hecho, eso me gustaba,
mi amor.

—Realmente necesitas dejar de llamarme así —gimió—. No


lo dices en serio.

—No sé cómo me siento acerca de ti, Noah. —Y Gage no


estaba seguro de que alguna vez realmente lo supiera. El chico
era demasiado confuso para que afirmara cualquier emoción—.
Pero sé que no me gusta estar lejos de ti. Me preocupo cuando
no puedo verte. Sé que hago cosas contigo que nunca he hecho
antes.

—Eso es únicamente la unión por el apareamiento.


Desaparecerá cuando este muerto.
—Noah, no vas a morir —espetó Gage. Tenia ganas de
sacudir al hombre hasta que le castañearan los dientes—. No
voy a dejar que suceda.

—No se puede parar.

—Puedo si me dices por qué quieren matarte.

Noah casi revolvió los ojos. Gage podía ver la necesidad en


la cara de Noah. Sólo arqueó una ceja hacia el hombre y esperó
en silencio.

—Bien, ahora que puedo cambiar y me he acoplado


contigo, Me he convertido en una amenaza para el jefe de mi
pueblo.

—¿Quién?

—Cuando era un niño, mi padre fue asesinado. Mi madre


siempre pensó que fue asesinado, pero no pudo demostrarlo y
todo el mundo dijo que decía eso por su pena. Los compañeros
no lo pasan bien cuando uno de ellos muere.

—Otra razón para que me lo digas todo.

—No vas a dejarlo estar, ¿verdad?

—No, desembucha.

Esta vez, Noah si que puso los ojos en blanco. Gage


simplemente se rio entre dientes.

—Mi madre me cogió y escapamos, nos escondimos. Ella


pensó, ya que era el siguiente en la línea de liderazgo, que mi
vida estaría en peligro. Me advirtió una y otra vez que estaría a
salvo si no reclamaba a mi compañero.

—Eso pareció funcionar bien para ti.


—Se suponía que me ibas a matar después de haber
follado, ¿te acuerdas? Si lo hubieras hecho, nada de esto habría
sucedido.

Los ojos de Gage se estrecharon. —¿Y cómo llegaste a esa


conclusión?

—Porque no podía cambiar hasta que tuviera compañero.

—¿Qué tiene que ver lo de cambiar con lo otro?

Noah se puso de pie y fue hasta la ventana de la


habitación. Abrió la cortina y señaló. —Eso es lo que tiene que
ver con todo lo demás.

Confundido, Gage se levantó y se acercó a la ventana. Se


sorprendió al ver a más de diez gatos caminando por la acera
debajo de la ventana de Noah. En el momento que vieron a
Noah, los gatos se detuvieron y comenzaron a maullar, y más
bien demasiado fuerte.

—¿Qué están haciendo? —El asesino frunció el ceño—.


¿Son cambiaformas como tú?

—Nadie es como yo, Gage. —Noah soltó un bufido. Dejó


caer la cortina en su lugar y caminó por la habitación—. Dije
que, incluso en el mundo de los cambiaformas, soy un bicho
raro.

—¿Y eso qué quiere decir exactamente?

—¿De verdad crees que hay un mundo ahí fuera completo


de gatos comunes cambiaformas?

—Realmente no lo sé, Noah. Tú eres el primero que he


conocido —Gage frunció el ceño al considerar esa declaración—.
Creo.
—En realidad, hay más alrededor de lo que piensas,
manadas enteras y orgullosas. Estamos en todos lados, se
mezclan con los humanos en casi cada área del mundo.

—Así que, ¿cómo eres tan diferente?

—¿Alguna vez has visto alguno de esos canales de la


naturaleza? —preguntó Noah cuando se volvió a sentar en el
extremo de la cama.

—¿Por supuesto, no lo hace todo el mundo? —Gage se


encogió de hombros.

—Los lobos se aparean de por vida, al igual que los de mi


clase. También tienen una jerarquía en sus manadas, al igual
que en la mía. Solo que, en una manada de lobos, el más fuerte
es el alfa.

—¿Y en tu manada es... eh... manada?

—Manada de felinos.

—¿Igual que la de los leones?

—Exactamente igual que una de leones. Los miembros de


mi manada se trasforman en leones, tigres y eso.

Los ojos de Gage se estrecharon. Sentía que le faltaba un


gran pedazo del rompecabezas, y Noah le daba cada pieza para
digerirla muy lentamente. —¿Por lo tanto, puedes cambiar a
gato común porque...?

—En mi manada, la línea directa de la familia gobernante


cambia a gatos comunes. Es por eso que quieren matarme.
Ahora que puedo cambiar, soy la prueba viviente de mi
condición real. Ya que mis padres están muertos, soy el único
con vida que puede trasformarse en un gato común, lo que
significa que no se me puede negar mi derecho a gobernar.
Cualquier persona que me vea cuando cambie se dará cuenta.

—¡Mierda!

—Sí, bastante.

—¿Ellos quieren matarte para evitar que ocupes tu


posición?

—¿No pasaría si la hubieras estado gobernando desde hace


más de veinticinco años?

—¿Por lo tanto, quien esté gobernando actualmente está


tratando de matarte?

—Mi tío Geraldo se ha encargado desde que mi padre


murió. En un principio, se suponía que solo era para ocultarme
de la manada hasta que cumpliera la mayoría de edad. No es un
gato descendiente directo de sangre por lo que no puede
prohibirlo si hubiera alguien más para ocupar su lugar.

—Tú, en otras palabras —Noah asintió.

—¿Por qué no trataron de matarte hasta ahora?

—Porque antes, no podía cambiar. No era una amenaza


para nadie. —Se encogió de hombros—. Además, hasta que me
apareé contigo, no me podían encontrar.

—No veo la conexión, Noah.

—Básicamente, antes de que me apareara, era humano.


Todo lo que había de gato en mí estaba bloqueado. Cuando nos
acoplamos, abrimos las compuertas, y mi gato surgió. Otros de
mi especie ahora me seguirán. —Noah hizo un gesto con la
mano hacia la ventana—. Por tanto, soy un gato acechado.
—¿Así que, no podían encontrarte hasta ahora, porque
nunca habías tenido antes relaciones sexuales?

—Sí.

—Supongo que eso, me hace responsable, ¿no? —preguntó


Gage sentándose junto a Noah—. Desde que acabé con tu
virginidad y todo eso.

—No, por supuesto que no. Nunca esperaría que…

—¿Qué pasa si quiero serlo?


Noah parpadeó hacia Gage cuando el pasmo se hizo visible
en su rostro. —No quieres decir eso —susurró—. No puedes
decir eso. No sabes en lo que te vas a meter.

—Así que, dime, Noah.

—Si seguimos juntos, el vínculo entre nosotros solo se hará


más fuerte.

—¿Es eso tan malo, bebé?

—No lo entiendes, Gage, no vamos a ser capaces de estar


separados. La intensidad de lo que hay entre nosotros
empeorará.

—Todavía no veo el lado negativo, Noah.

—Mi fuerza, lo que me hace de la realeza, es que soy el


corazón y el alma de la manada. Tú serás la fuerza.

—¿Seré capaz de cambiar?

—No exactamente —Eludió Noah.

—Entonces, ¿qué?

—Puesto que soy esencialmente un gato común, no uno de


las razas más fuertes, como mi compañero te convertirás en lo
que no tengo. —Gage desorbitó sus ojos cuando Noah comenzó
a deambular por encima de su cuerpo—. Crecerás más, serás
más fuerte. Serás lo suficientemente fuerte como para derribar a
un león adulto. Serás mi protector.
—Supongo que eso explica por qué de repente mis
pantalones se sienten tan apretados. —se rio Gage entre dientes.

—Tu sentido del olfato, del gusto, del oído, todo ello
aumentará. Serás capaz de correr más rápido, saltar más alto,
cosas que nunca has podido hacer antes.

—Hay algo que no me estás diciendo, Noah, porque no veo


el inconveniente. —El joven trató de resistirse cuando Gage le
agarró la barbilla y le levantó la cara, pero el asesino no lo iba a
dejar pasar—. Dímelo.

—Una vez al mes con la luna llena, entro en celo.

—¿En celo?

—Voy a necesitar montones y montones de sexo y adivina


qué, tipo grande, ya que eres mi compañero, solo lo necesito
contigo. Y como soy tu pareja, también estarás obsesionado con
follarme durante ese tiempo. —La sonrisa del asesino fue lenta y
sensual y el corazón le latió más rápido a Noah—. No lo estás
entendiendo, Gage. Cuando digo que necesito una gran cantidad
de sexo, no estoy bromeando. Follaremos hasta perder el
conocimiento.

—Con la luna llena, ¿no? —preguntó acercándose más a


Noah.

—Sí —dijo éste cuando se echó hacia atrás, no estaba


seguro de a donde iba el hombre con su pregunta, pero tenía la
clara sensación de que estaba a punto de averiguarlo.

—¿Quieres empezar a practicar ahora?

—¡Gage! —Exclamó Noah cuando éste lo empujó hacia


atrás sobre la cama y cubrió su cuerpo. El chico puso sus manos
delante de su cuerpo, gimiendo cuando conectó con el pecho
desnudo del hombre—. No puedes.
—¿Por qué no?

—Porque si hacemos esto, sólo se fortalecerá el vínculo


entre nosotros.

—Bien.

Noah abrió la boca para decir algo, pero sólo consiguió


llenarse con la lengua del hombre. Al instante sintió el calor que
lo ruborizaba y gimió cuando su cuerpo comenzó a aclimatarse
a su compañero. Gage no entendía lo poderoso que su olor, su
tacto eran, él sí.

El asesino no entendía el deseo constante que sentía por


él, por su tacto, o la simple sensación de la respiración de Gage
soplando a través de su piel. Noah se desnudaría en mitad de la
calle si eso era lo que Gage quisiera. No le importaría quien lo
viera. Su necesidad por el hombre lo remplazaba todo,
especialmente cuando la luna estaba llena.

Pero Noah únicamente había opuesto tanta resistencia,


para tratar de advertir a Gage. Por lo tanto, cuando sintió la
mano del hombre en sus pantalones vaqueros, abandonó la
lucha y se abrió a sí mismo para su compañero, entregándose a
la unión entre ellos.

Cuando el asesino empezó a despojarlo de las ropas de su


cuerpo, Noah lo ayudó con entusiasmo. Si Gage alegaba tanto
que quería esto, él se lo daría. No podía hacer nada para
detenerlo. No quería pararlo.

Noah se recostó en la cama y lo observó empujar sus


propios pantalones por sus piernas. Su aliento se quedó
atrapado en su garganta cuando vio el tamaño de la polla que
sobresalía dura y orgullosa del cuerpo del hombre. Gage puede
que no lo supiera todavía, pero el tamaño de su polla había
aumentado junto con el resto de su cuerpo. Él iba a averiguarlo
muy pronto.

—¿De verdad crees que deberíamos estar haciendo esto


cuando el otro cuarto está lleno de gente? —Noah no quería
exactamente disuadir a Gage, pero tenía que preguntarlo.
Parecía que era lo correcto en estas circunstancias—. Están
esperando por nosotros.

—Que esperen. —Sonrió su compañero mientras se subía a


la cama y se situaba entre los muslos del joven—. Esto es mucho
más importante.

Noah quería argumentar que eso era grosero pero


mantuvo su boca cerrada. Además, prefería estar aquí con Gage
que en la sala con dos hombres que habían sido enviados a
matarlo. No eran tan guapos como su asesino.

—Puedo... —Noah se mordió los labios, sintiéndose tímido.


Nunca había tenido un amante antes, y su madre, sin duda
nunca le dijo cual era la etiqueta adecuada establecida cuando
tuviera uno. No quería cruzar fronteras que se suponía que no
debía.

—¿Puedes qué, amor?

Sintió el calor subir por su cara, mientras trataba de mirar


a los ojos curiosos del hombre. —¿Puedo... —Se encogió de
hombros—. Nunca he... quiero tocarte. ¿Está eso permitido?

Cuando las cejas de Gage se alzaron, Noah se preguntó si


había cruzado esa línea invisible hasta que de repente su
compañero lo agarró por la cintura y lo sentó sobre sus muslos.
Noah se halló a sí mismo a caballo sobre las caderas de Gage.

—Bebé, puedes hacer lo que quieras. No hay nada que no


esté permitido entre nosotros. Si quieres tocarme, tócame. Yo
sin duda planeo tocarte a ti.
Noah casi se traga la lengua mientras miraba hacia abajo a
lo que consideraba el cuerpo más perfecto del mundo, que había
conocido quizás en toda su existencia. Esa piel lisa y que
recubría músculos por todas partes pedía a gritos ser tocada,
lamida.

Y él era el gato para hacerlo.

Empezó por el cuello de Gage, lamiendo los fuertes


músculos que se le presentaron cuando éste arqueó su cabeza
hacia atrás, lo que le dio acceso total. La piel del hombre era
salada, pero había un sabor masculino de fondo que hacía
cosquillear su lengua. Lo hacía querer más.

El pecho de Gage era aún mejor. Los músculos firmes se


estremecían cuando Noah arrastraba su lengua a través de ellos,
los pezones del hombre se endurecieron en pequeños nudos. Él
sonrió cuando oyó gemir a su compañero y las manos del
hombre comenzaron a acariciar su espalda.

Gage no tenía ni idea de lo que su tacto le hacía. Noah lo


sabía. La suave caricia, el toque de las manos de Gage
acariciándolo desde la mitad de su espalda hasta la pequeña
parte inferior de su columna vertebral justo por encima de su
culo hacía a Noah ronronear.

Él era un gato, después de todo.

—Dios, eso es tan caliente, Noah —susurró Gage—. Me


encanta cuando ronroneas. Hace que mi polla se endurezca.

El joven ronroneó más fuerte. Lo haría todo para ponerlo


duro. La dureza era buena. Pero también lo eran los músculos
tensos temblando debajo de su lengua. Noah no podía entender
que le gustaba más, si los músculos del rígido abdomen que se
agitaban bajo su tacto o el gusto masculino y fuerte que
explotaba en su lengua cada vez que la pasaba por la piel del
hombre.

Cuanto más al sur llevaba su lengua, más fuerte era el


sabor. Noah estaba empezando a convertirse en un adicto a la
fuerte fragancia. Quería revolcarse en ella, que cubriera todo su
cuerpo. Quería bañarse en el perfume de su compañero.

—Gage —susurró. Entonces Tragó saliva y se deslizó más


abajo para llegar a la polla rígidamente erecta en la ingle del
asesino. Y era una hermosa polla, con las venas prominentes
corriendo por el grueso espesor. Y la cabeza en forma de hongo,
púrpura que prometía un placer más allá de lo que Noah
pudiera soñar.

No había conseguido una buena y verdadera mirada del


cuerpo de Gage cuando tuvieron sexo en la ducha. Había estado
demasiado preocupado por sentir la larga polla que entraba y
salía de su culo, para poder realmente darle un buen vistazo,
pero ahora lo hacía, aunque con solo mirarla hacía que Noah
quisiera probar más.

Se inclinó y pasó la lengua por un lado de la polla. Sus ojos


se agrandaron cuando Gage gimió y su polla saltó hacía él,
pequeñas perlas brillantes de semen se reunieron en la punta.
Sacó la lengua y lamió las gotas.

—Oh, Dios mío —le susurró a través de su vínculo mental


cuando el sabor amargo de la esencia de Gage explotó en su
boca. Noah nunca había probado nada igual, lo que era lógico ya
que esto era lo más cerca que había estado alguna vez de una
verdadera polla. Pero aun así, nunca esperó que Gage tuviera un
sabor tan bueno—. Sabes muy bien.

—Me alegra que pienses así.


Noah no podía dejar de reírse cuando Gage se rio entre
dientes. Y eso realmente lo sorprendió. Pensaba que el sexo era
todo intensidad, gimiendo y suspirando hasta que todo hubiera
acabado. Nunca se había dado cuenta de que podría ser alegre e
involucrar la risa.

Sonrió abiertamente ante su compañero justo antes de


tragársela. Mantuvo la mirada fija conectada a la de Gage,
viendo pasmado como el color avellana se oscurecía a un
marrón profundo, el blanco casi desaparecido bajo la intensa
sombra.

—¿Estás seguro que no has hecho esto antes? —dijo Gage


con voz áspera.

—Estoy seguro.

Gage dejó caer la cabeza sobre la cama cuando se echó a


reír otra vez. —Mamarla es natural en ti

—Me alegra que pienses así.

—¿Por qué no giras tu culo hacia aquí para que pueda


prepararte? —preguntó Gage mientras levantaba la cabeza de
nuevo para mirar hacia abajo a Noah—. No estoy seguro de
cuánto tiempo más podré aguantar.

—Entonces, tengo una sorpresa para ti. —Noah levantó


lamentablemente la boca de la polla que había estado mimando
y se deslizó a horcajadas sobre las caderas de Gage, una vez
más. Podía sentir como la polla se presionaba entre las mejillas
palpitantes de su trasero.

—¿Ah, sí? —Gage arqueó una de sus oscuras cejas


marrones.

—¿Te acuerdas que te dije que mi cuerpo ahora


únicamente te acepta a ti?
—Sí.

Noah se apoyó sobre sus rodillas y alcanzado entre sus


piernas para agarrar la polla de Gage en la mano. Colocó la
cabeza de la polla del hombre contra su dolorido agujero. Noah
esperó un momento hasta que sintió que se abría y entonces
comenzó lentamente a deslizarse hacia abajo, empalándose a sí
mismo en la polla de Gage.

—¡Noah! ¡Espera! ¡No! —Gage agarró las caderas de Noah


y trató de poner fin a su descenso—. Bebé, no estás preparado,
no estás estirado. Ni siquiera hemos utilizado lubricante. No
quiero hacerte daño.

—Mira, esa es la gran cosa sobre el apareamiento de un


gato. —Dijo el joven, su voz áspera por las explosiones de placer
que se disparaban a través de su cuerpo haciendo que estallasen
sus terminaciones nerviosas—. Mi cuerpo está hecho para ti y
solamente para ti. Te desea. Te ansía.

—Joder, Noah —se quejó Gage cuando finalmente estaba


asentado. El chico miró a los ojos del hombre por un momento,
su mandíbula tensa. Cuando su compañero abrió los ojos un
momento más tarde, brillaban con un deseo ardiente que puso a
correr al corazón de Noah.

—Cuando huelo tu excitación, mi cuerpo se prepara para


tu posesión, pero solo la tuya —sonrió mientras el deleite se
extendía por él. Nunca había pensado que sería capaz de decirle
estas palabras a alguien—. Si alguien que no seas tú, trata de
follarme, mi cuerpo no se lo permitirá. Sólo te permite a ti
reclamarme ahora.

—Joder. Supongo que este tipo de compromiso toma


completamente un nuevo nivel, ¿eh?

—Te lo advertí.
—Lo hiciste. —Gage arrugó la frente, y Noah empezó a
preocuparse hasta que el hombre empezó a hablar otra vez—.
¿Por lo tanto, estás diciéndome que el olor de mi excitación te
dilata?

—Sí. —Asintió—. Cuando te excitas, desprendes


feromonas. Cuando las huelo, es como si le señalaras a mi
cuerpo que me vas a reclamar. Y, dado que mi cuerpo ansía tu
tacto, tu semilla, prepara el camino para ti. Mi cuerpo incluso
crea una lubricación natural, para facilitar tu camino.

Gage parecía que no lo había creído por lo que Noah movió


sus caderas, levantándose y golpeándose hacia abajo contra la
polla en su culo. La sensación de su pareja llenándolo era casi
más de lo que podía manejar. Dejó caer la cabeza sobre sus
hombros y permitió que escapara un profundo gemido.

—Mi cuerpo ahora solo te responde a ti, compañero.

—¡Joder, sí! —Gage gritó antes de apoderarse de las


estrechas caderas con sus manos y alzarlo. Noah gritó cuando
sintió que el hombre levantaba sus rodillas detrás de él, y
plantaba sus pies en el colchón para hacer palanca cuando
comenzó a empujarse hacia arriba.

Noah fue abrumado por las sensaciones que arrasaban su


cuerpo. Ola tras ola de placer se derramaban sobre él, a través
de él. Cuando Gage se dio la vuelta y agarró sus piernas, Noah
con impaciencia las levantó por encima de los hombros del
hombre, no pudo evitar que un grito de alegría se escapara de
sus labios cuando el asesino cambió el ángulo de su polla, su
cuerpo recibió al hombre más profundamente.

—Te dije que te jodería hasta hundirte en el colchón —


jadeó Gage mientras lo golpeaba.
Noah asintió rápidamente encontrándose con la mirada
intensa de su compañero. Estaba más allá del lenguaje
articulado en ese momento, únicamente suaves quejidos y
gemidos brotaban de sus labios.

—Ronronea para mí, bebé.

Noah ronroneó.

—Me encanta follarte cuando ronroneas —anunció Gage y


empezó a empujar más rápido, sus movimientos cada vez más
descoordinados con cada golpe.

El chico decidió que ronronearía mucho en el futuro, sobre


todo si tenía su culo aporreando el colchón. Por supuesto,
cualquier superficie plana valdría. Noah no era exigente y
esperaba que Gage tampoco.

—Agarra tu polla, bebé —le exigió su pareja entre


empujes—. Acaríciate para mí.

Noah estaba demasiado ansioso por cumplir con la orden


de Gage. Extendió la mano entre sus cuerpos y agarró su pene,
acariciándolo con furia, mientras el asesino seguía golpeando su
culo. Su respiración se hizo más desigual, la presión se
construyó en su cuerpo a un nivel explosivo.

—Gage —susurró en silencio—. Por favor.

—Córrete para mí, bebé.

Una simple orden y el deseo ardiente atravesaron el


cuerpo de Noah quemándolo. Gritó, sacudiendo su cuerpo
mientras llenaba el espacio entre ellos. Tantas sensaciones
corrieron por su cuerpo que pensó que en realidad podría
morir.

—Oh joder, amor —se quejó Gage.


Noah levantó la vista para ver a Gage rígido, los músculos
de su garganta se destacaban claramente. Se sacudió una, dos
veces, luego se metió profundamente en el interior de su cuerpo.
Este gimió al sentir la polla de su compañero crecer, llenándolo
cuando el hombre lo colmó con su semilla.

—Caray, ¿qué coño es eso? —exclamó Gage, con sus ojos


de color avellana una vez más mientras miraba a Noah
pasmado.

—Eso es un nudo —jadeó Noah cuando la polla de Gage


continuó engrosándose y llenándolo. La cabeza de la polla se
expandió aún más, y al expandirse, se presionaba en contra de
la pequeña glándula del tamaño de una nuez dentro del cuerpo
de Noah—. Mantiene tu semen dentro de mí hasta que mi
cuerpo lo absorbe todo. Es una forma de avanzar en nuestro
compromiso.

—¿Te duele?

—¡No! —Noah se quejó. Se siente jodidamente bien.

—¿Se siente bien? —Gage se rio entre dientes mientras


giraba sus caderas.

Noah gimió y jadeó, moviendo la cabeza con rapidez. No


podía haber hablado en ese momento ni aunque su vida
dependiera de ello. Acababa de correrse unos momentos antes,
y estaba de nuevo al borde de otro clímax que le adormecería la
mente.

Si Gage se moviera un poco...

—¡Gage, por favor! —Noah declaró, mendigando. Cada vez


que Gage se movía, la gorda cabeza se frotaba contra su Punto
dulce, manteniéndolo en el mismo borde. Sabía que si se movía
un poco llegaría al clímax.
—¿Qué quieres, bebé? —preguntó su pareja girando sus
caderas de nuevo.

—M-muévete, maldita sea.

—¿Groserías, Noah? —Gage se rio entre dientes—. ¿Qué


diría tu madre?

—¡Por favor! Diría por favor, cuando se quiere algo hay


que ser educado, ¿no? ¿Te moverás?

—No me negarás nada, Noah.

—No —estuvo de acuerdo entusiasmadamente. No podía


negarle nada. El hombre prácticamente era su propietario
ahora. No estaba seguro de que fuera algo bueno teniendo en
cuenta que Gage básicamente solo necesitaba mover un dedo y
estaría dispuesto a darle cualquier cosa.

—No me ocultarás nada más.

—No.

—No pensarás más en morir.

—Gage.

—No más, Noah. Lo digo en serio. Estoy cansado de verte


ir de buena gana a tu muerte. A partir de este momento, vas a
luchar por vivir, lucharás por nosotros. —Gage se inclinó hasta
que casi estaban nariz con nariz—. ¿Lo entiendes, Noah?

El chico pudo ver el destello de terquedad en los ojos de


Gage cuando el hombre lo miraba. A pesar de que su cuerpo
ardía por la necesidad de correrse, la intensidad de la mirada
del asesino lo afectaba más que nada. Tenía la capacidad de
hacer tartamudear su corazón en su pecho.

—Gage —susurró Noah.


—Prométemelo, Noah, o esto se termina ahora mismo.

—Te lo prometo.

—Buen gatito.

La mandíbula de Noah cayó por las palabras de Gage.


Comenzó a discutir con el hombre que no era apropiado que lo
llamara gatito cuando su pareja se estrelló contra él. Los ojos de
Noah se cerraron cuando el orgasmo al instante cabalgó a través
de él.

No podía respirar. No podía hablar. No podía siquiera


pensar. Todo su cuerpo se estaba derritiendo en el colchón
directamente debajo del pesado peso de Gage cuando el hombre
se inclinó sobre él. Noah abrió los ojos cuando sintió la mano
del hombre acariciar su mejilla.

—Una promesa es una promesa, bebé.

Noah tragó. —Tú... no juegas limpio.

Las esquinas de los labios de Gage se retorcieron en una


sonrisa. —Soy un asesino, bebé. Nunca juego limpio. Lo hago
para ganar.
Gage no pudo evitar una sonrisa al ver a Noah vestirse. El
hombre era guapísimo, y no tenía ni idea. El asesino estaba
aturdido aún por todo lo que había aprendido en la última hora.
Su compañero había sido una enorme sorpresa. Curiosamente,
también una muy grata.

Mientras más tiempo pasaba con Noah, más le gustaba el


hombre. La particularidad que lo envolvía cada vez era menos
extraña, con cada minuto que pasaba. Sobre todo, porque el
sentimiento de probidad que Gage sentía cuando estaba con él
era cada vez más fuerte.

—Estás muy callado, gatito.

Noah se dio la vuelta para mirarlo, apuntándolo con su


dedo. —Realmente tienes que dejar de llamarme así.

—¿Qué? ¿Gatito? —Gage se rio entre dientes mientras se


levantaba y se acercaba para estar delante de él, el hombre se
apoyó en su pecho—. Pero si eres un gatito.

—No es digno —insistió Noah cuando pisoteó su pie.

—Tal vez, pero es más lindo que el infierno y así eres tú.

—¿En serio?

A Gage le encantó el pequeño color que llenó la cara de


Noah y la forma en la que el hombre lo miró. Sabía que no tenía
ni idea de su atractivo, pero por suerte, él sí. Añadiendo el
hecho de que el cuerpo del pequeño joven, básicamente, solo
podía ser marcado por él, y Gage era un tipo feliz con eso.
Ahora únicamente tenía que encontrar la manera de
mantenerlo con vida, porque no iba a permitir que el hombre
muriera. Por lo que a Gage se refería, Noah ahora le pertenecía,
punto, y pelearía con quien tratara de alejar al magnífico
pequeño de él.

—Oye, bebé —dijo Gage dando un paso atrás y comenzó a


recoger su ropa— esta decisión de gobernar tu manada, ¿es algo
que quieres?

—No lo sé. —Noah se encogió de hombros—. Nunca he


pensado en ello.

—Bueno, tal vez deberías hacerlo.

—¿Por qué?

—¿Por qué? —Gage frunció el ceño mientras trataba de


cerrar el botón de sus vaqueros y se dio cuenta que no podía—.
Maldita sea, Siento que he ganado veinte kilos.

—Probablemente lo has hecho. —Noah se echó a reír y


señaló hacia sus pies—. Obviamente has crecido, estás más alto.

Gage miró hacia abajo a sus pies, el shock se descargó a


través de él, cuando vio las perneras del pantalón por encima de
los tobillos. Miró a Noah sorprendido. —¿Cuánto más voy a
crecer?

—No tengo ni idea. Vas a crecer hasta que tu cuerpo llegue


a donde sea necesario para que puedas protegerme.

—Puedo ver un nuevo vestuario en mi futuro —Gage


murmuró mientras se ponía la camisa sobre su cabeza—. Me veo
ridículo.

—Te ves caliente.


Gage puso los ojos en blanco. No podía evitarlo. Su
camiseta apenas cubría su ombligo, y las costuras de las mangas
amenazaban con desgarrarse. Sus pantalones eran demasiado
cortos llegando justo por encima de los tobillos y no podía
abrocharse el botón en absoluto. A pesar de la afirmación de
Noah, sabía que se veía ridículo.

—Tan pronto como hayamos terminado aquí, vamos a ir a


comprar algo de ropa nueva.

—Es posible que desees comprar diversas tallas. No


sabemos lo grande que serás hasta que termines de crecer.

Gage arqueó una ceja. —¿No lo he hecho ya?

—No lo creo. —Los ojos de Noah estaban llenos de


diversión.

El asesino sabía que la diversión era a su costa, pero no


podía dejar de ser feliz ante la vista de la alegría en del hombre.
Noah había estado de tan mal humor y tan dispuesto a aceptar
su muerte. La risa en su voz era un cambio refrescante.

Tiró de la cinturilla de su camiseta, tratando de conseguir


que bajara un poco más, pero fue en vano. La prenda se quedó
justo donde estaba, mostrando su ombligo y todo eso.
Simplemente no iba a conseguir nada mejor hasta que tuviera
algo de ropa nueva.

—Muy bien, vamos.

—¿Hum, Gage?

—¿Sí, bebé?

—¿No crees que deberías hacer algo respecto a eso? —


preguntó Noah cuando señaló el vacío creado en su cintura
porque le quedaban pequeños los pantalones. Corrió hacia su
armario y sacó una sudadera. Cerró la puerta y se acercó a Gage,
entregándosela—. Esto podría ayudar, o al menos ocultar algo
de… —Noah gesticuló con su mano a la piel al descubierto entre
el ombligo y el vello púbico visible— ti.

Gage se rio entre dientes mientras se ataba las mangas de


la sudadera a su cintura y la anudaba. Cubrió una buena parte
de la piel expuesta, pero no lo suficiente como para que Gage se
sintiera cómodo. Sin embargo, no parecía haber ninguna otra
opción. No podía esperar para ver la reacción de Dean. El
hombre se iba a reír de él estúpidamente.

Sacudió la cabeza y le tendió la mano a Noah. —Ven,


muchacho, vamos a enfrentar al pelotón de fusilamiento.

—¡Oh, tal vez no deberíamos hacerlo. Podríamos salir a


hurtadillas por la ventana del dormitorio y…

—Noah, me refería a mi amigo, a Dean. No a los otros dos


chicos. Y eso me recuerda, ¿quién son exactamente esos dos
hombres?

—Son básicamente soldados de la manada, que mi tío


envió para que me mataran

—¿Saben que eres un gato común?

—Creo que sí, pero han jurado su lealtad a su rey, y hasta


que yo no sea proclamado o muerto, Geraldo lo es. Tienen que
hacer lo que les ordena.

Gage sabía que Noah estaba tratando de sonar razonable,


pero eso lo hizo ver rojo. Agarró su muñeca y comenzó a
arrastrarlo hacia la puerta del dormitorio. Les iba a dar a esos
dos hombres un ultimátum, incluso puede que les permitiera
vivir si estaban de acuerdo con sus términos.

Tal vez.
Gage se detuvo en la puerta para mirar hacia abajo a Noah.
—Quiero que estés tranquilo cuando estemos en la otra
habitación. Déjame hablar a mí. Sé cómo manejar a estos tipos.
Si necesito decirte algo, usaré esa cosa del vínculo entre
nosotros, ¿de acuerdo?

Noah asintió. Parecía nervioso y agitado. Gage puso su


mano bajo la barbilla y le levantó el rostro al hombre. Se inclinó
y le dio un pequeño beso en la cien, sonriendo cuando éste
suspiró y se apoyó en él. El ronroneo comenzó antes incluso de
que llevara su cabeza hacia atrás.

—Esa cosa del ronroneo es muy caliente.

Gage se echó a reír cuando la cara de Noah se ruborizó y


bajó la cabeza.

—Ven, muchacho, vamos a terminar con esto. —Abrió la


puerta del dormitorio y salió, sintiendo los ojos de cada hombre
en la habitación girarse en su dirección. Alargó su mano y
agarró el brazo de Noah y empujó al hombre detrás de él.

—¿Se divirtieron? —Dean le preguntó casualmente, desde


donde se encontraba apoyado contra la pared de la cocina, la
pistola en la mano apuntando a los dos hombres sentados en el
suelo, contra las estanterías.

—En realidad, sí lo hice.

Gage sacó fuera de la habitación a Noah y lo escoltó hacia


el lado opuesto de la habitación lejos de los dos hombres
enviados para matarlo. Lo empujó en el sillón junto a la ventana
y luego se volvió hacia los dos hombres.

—Olvidaros de Noah. —Gage cruzó los brazos sobre su


pecho y miró a los dos hombres—. Esa es su única opción si
queréis salir de aquí con vida.
—No es asunto tuyo —dijo uno de los hombres, el de pelo
oscuro. Era prácticamente la única manera en la que Gage podía
diferenciar a los dos hombres. Ambos iban de negro, tenían la
misma altura y peso. Incluso sus caras tenían un aspecto
similar. Podría ser que fueran familia. Sólo los diferenciaba por
el color de su cabello, uno oscuro, otro claro.

—Es asunto mío. Noah me pertenece a mí, y protejo lo que


es mío.

—¿Tú eres su única pareja? —Le preguntó el otro hombre:


el rubio.

—Lo soy.

—Pero, eres un humano.

—Es cierto, pero eso no niega el hecho de que no vas a


dañarle ni un pelo de su cabeza. Ahora es mío para protegerlo, y
lo haré. Sólo pruébame.

—Tiene que morir —dijo el hombre de cabello oscuro


bruscamente—. Ha sido ordenado por nuestro rey.

—Noah es vuestro rey.

—¡Amigo!

Gage ignoró el estallido de Dean y continuó mirando


fijamente a los dos hombres. —Sabéis que es vuestro rey, y sin
embargo todavía estáis tratando de matarlo. Me pregunto por
qué.

—No es el verdadero rey —gritó el hombre de cabello


oscuro—. Es un impostor.
—¿Cuál es tu nombre? —Le preguntó Gage al hombre de
pelo claro, ignorando al otro. No creía que tuviera mucho que
decirle.

—Me llamo Braden. —Hizo un gesto con la mano hacia el


hombre sentado a su lado—. Este es mi primo, Jonas. Estamos
al servicio de nuestro rey.

Gage se acercó y se puso en cuclillas frente a Braden,


mirando al hombre pensativamente. —Noah es tu rey legítimo.
¿Por qué estás tratando de matarlo? ¿No debería tu lealtad ser
para él?

—¡No es nuestro rey! —Insistió Jonas.

El asesino le lanzó una mirada rápida y mordaz antes de


mirar a Braden otra vez. —¿Es así como lo sientes?

—No lo sé. Me han enseñado desde mi nacimiento a seguir


las órdenes de mi rey, y ordenó que Noah muriera. Va en contra
de todo en lo que creo no cumplir con las órdenes reales.

—¿Incluso si esas órdenes están equivocadas? —le


preguntó Gage—. ¿Incluso si el hombre que da las órdenes no es
el verdadero rey?

—El rey Geraldo ha estado en el trono desde antes de que


yo naciera —dijo Braden—. ¿Cómo puedes decir que no es el
verdadero?

—Debido a que no lo es. Noah lo es. ¿Por qué crees que


Geraldo lo quiere muerto? Sospecho que no quiere renunciar a
su trono ya que Noah puede demostrar que es el rey legítimo.

—¡Estás mintiendo! —Jonas rompió—. El rey Geraldo es


nuestro rey, nuestro verdadero rey.
—¿Puede trasformarse en gato, un gato común? —le
preguntó Gage.

—Nadie puede —dijo Jonas, apretando los puños cuando


miró a Gage—. Todo el mundo sabe que la línea directa de los
reyes murió hace más de veinticinco años. Geraldo es el rey más
cercano que tenemos al linaje real. Es su derecho gobernar.

—Noah, amor, ¿serías tan amable de mostrar a estos


hombres tu verdadera forma?

—¿En serio? —preguntó Noah—. ¿Quieres que cambie?

Gage sonrió mientras miraba por encima del hombro a su


pareja. —Creo que es la única manera de que nos crean, bebé.

Noah revolvió los ojos justo antes de cerrarlos.

El asesino observó con fascinación como la luz alrededor


de Noah brilló por un momento, y luego en lugar del hombre
ahora había un gato blanco y doméstico con unos profundos
ojos verde esmeralda.

—¡No! —Jonas gritó.

Gage volvió justo a tiempo para verlo ponerse de pie y


saltar por la habitación hacia el albo felino. Estiró la mano la
mano y agarró al hombre por una pierna, lanzándolo al suelo a
pocos centímetros de Noah.

—¿Qué demonios? —Oyó gritar a Dean al fondo.

El corazón de Gage tronó mientras veía a Noah agazaparse


en la silla, el pelo en la parte superior de su gato erizado cuando
entre dientes gruñó en voz alta. Jonas gruñó exactamente como
antes y trató de abrirse camino a través del piso para acercarse a
al felino.
Gage apretó su control alrededor de las piernas de Jonas,
pero podía sentir que el hombre se le escapaba. No podía
permitirle llegar a Noah. Le había prometido al hombrecito que
lo mantendría a salvo. Empezó a arañar a Jonas, tratando de
arrastrarlo lejos de Noah. Se preguntó por qué Dean no
intervenía y lo ayudaba hasta que se volvió y vio a Dean con la
pistola apuntando todo el tiempo a Braden, para mantenerlo
fuera de la lucha.

Gage sintió una renovada energía cuando Noah sacó sus


garras y le arañó la cara a Jonas. Esperaba que éste le devolviera
el golpe, e incluso se puso tenso cuando esperó a que el hombre
golpeara a Noah.

En cambio, Jonas lanzó un grito y cayó al suelo, su cabeza


apoyada en sus manos. Confundido por la repentina falta de
lucha del hombre, Gage siguió sujetándolo. Levantó la cabeza
para mirar a su pareja, en busca de alguna lesión.

—¿Noah, estás bien amor?

—Sí, estoy bien. No me tocó.

—Cambia de nuevo, bebé.

En un abrir y cerrar de ojos, Noah volvió a su forma


humana, aunque todavía estaba encorvado hacia abajo, con las
rodillas dobladas hasta su pecho mientras miraba con recelo a
Jonas. Poco a poco, Gage aflojó su agarre, vigilándolo para
asegurarse de que el hombre no se movía.

Se sentó y se deslizó hasta colocarse entre Jonas y Noah


luego llevó una mano hacia atrás para tocar a su compañero,
queriendo asegurarse de que el pequeño no estaba herido.

—¿Estás seguro de que no estás herido?

—Estoy bien.
Gage quería ver a Noah, verlo por sí mismo, pero dudaba
en apartar los ojos de Jonas. No sabía a qué juego estaba
jugando el hombre, y quería estar listo para cualquier cosa. Sin
embargo, fue un gran alivio cuando sintió el cuerpo de Noah
ejercer presión contra su espalda, los brazos del hombre
rodeando su cuello cuando sintió un pequeño beso en su
mejilla.

—Te lo prometo, estoy bien, totalmente ileso.

Cuando Jonas empezó a moverse, levantó la cabeza en un


primer momento y luego se arrodilló, Gage se tensó. —Tócalo y
morirás —advirtió al hombre.

Para su sorpresa, Jonas se limitó a asentir luego se dejó


caer casi hasta el pecho. —Le pido disculpas, Alteza. No tengo
ninguna excusa para mis acciones. Espero su castigo.

«¿Qué carajo?» Pensaba Gage mientras veía al hombre


inclinado hacia adelante hasta que su frente tocaba el suelo. —
¿Noah? ¿Qué está pasando?

—¿A mí me lo preguntas?

—Jonas sabe que estaba equivocado. Geraldo no es


nuestro verdadero rey. Vos lo sois.

Gage miró más allá del hombre postrado donde Braden


todavía se apoyaba contra la estantería. Se sorprendió al ver las
lágrimas que brillaban en los ojos del hombre. —Y eso ¿qué
significa? Te he dicho todo el tiempo que Noah era el verdadero.

—Geraldo ha gobernado durante veinticinco años. Todo el


mundo cree que el linaje real se extinguió, que no hay más
sangre de la realeza. Es lo que se nos enseña desde nuestro
nacimiento.
—Entonces porque seguisteis llamándome Alteza cuando
llegasteis.

La sonrisa de Braden era triste. —Nos habían dicho que


eras un impostor, un pariente perdido de Geraldo. Siendo un
pariente, incluso si no tenías sangre real, todavía se te
consideraba miembro de la realeza. Nos dijeron que te
tratáramos como tal.

Noah soltó un bufido. —Bueno, al menos, Geraldo tiene


buenos modales.

—Su Alteza es mucho más amable de lo que lo sería, él. —


Dijo Braden—. Sobretodo teniendo en cuenta la situación.

Gage no podría estar más de acuerdo. Todavía no sabía si


iba a matar a Braden y Jonas o no. Definitivamente tenía planes
para matar a Geraldo si alguna vez veía al hombre. Se puso de
pie, manteniendo los ojos sobre el hombre. Todavía no confiaba
en él.

—Ve a sentarte de nuevo con tu primo, Jonas.

El hombre no se movió más allá de tensar sus músculos.

Gage puso los ojos en blanco y miró a Noah, agitando la


mano al hombre postrado en el suelo. —¿Te importaría?

—Haz lo que dice, Jonas —dijo Noah en voz baja, aunque


Gage podía oír la confusión en su voz—. Debes seguir cualquier
orden que te dé mi pareja. Habla por mí en todo momento.

Jonas se alzó sobre sus rodillas y asintió, a continuación,


se puso de pie y caminó de nuevo hacia el lado opuesto de la
habitación. Gage esperó hasta que se sentó de nuevo y Dean
tenía el arma apuntando a los dos hombres antes de volverse y
levantar a Noah en sus brazos.
Se sentó y lo estableció en su regazo, de ninguna manera
se sorprendió cuando Noah se acurrucó y comenzó a ronronear.
Gage le pasó su mano por el cabello y por su espalda, mientras
miraba a los dos soldados enviados a matar al hombre en sus
brazos.

—¿Qué sugieres que haga con esos dos? —Gage le


preguntó—. Han tratado de matar no sólo a mi compañero, sino
a su rey, su verdadero rey. Incluso si estaban siguiendo las
órdenes del hombre que creían que lo era, siguen siendo seres
racionales, capaces de pensar por sí mismos.

—¿Sinceramente? —dijo Braden—. Por lo que hemos


hecho, merecemos que nos mate.

—Estoy de acuerdo. —Gage sintió al joven ponerse tenso


en sus brazos, y el ronroneo se detuvo—. Sin embargo, a mi
Noah no le gusta el derramamiento de sangre. Se filtra en la
madera del suelo.

El ronroneo comenzó de nuevo por lo que el asesino supo


que había dado con la respuesta correcta. No es la que hubiera
dado hace veinticuatro horas, pero era divertido como había
cambiado su vida en tan poco tiempo. Ya no pensaba en
términos de eliminar cualquier amenaza conocida. Pensaba en
lo que a Noah le gustaría en primer lugar.

Gage no podía decir que estuviera triste de notar este


cambio. Sorprendido, sí, triste, no. Había pasado demasiados
años estando solo, no teniendo a nadie permanente en su vida.
Siempre folladas de una sola noche en cualquier callejón, que
no le satisfacían tanto como sostener en sus brazos a Noah. Este
lo hacía sentirse especial, como si le importara a alguien. No
podía recordar el haber disfrutado eso alguna vez.

Incluso los hombres para los que trabajaba, más allá de


sentir una ligera tristeza por su pérdida, no llorarían su muerte.
Era un asesino, una herramienta para utilizar. Había sido
entrenado de esa manera desde una temprana edad. Con Noah,
Gage sabía que lo echaría de menos, que se afligiría. Infiernos,
estaba muy seguro de que el pequeño quedaría devastado.

—Entonces, ¿qué se supone que voy a hacer vosotros? —


preguntó Gage—. Si os mato, Noah se molestara. Si os dejo ir,
podríais volver y tratar de hacerle daño, en cuyo caso me
cabrearía y tendría que mataros. No hay solución fácil.

—Si los mato yo, Noah no se enfadará contigo —Apuntó


Dean.

—Sí, pero lo haría contigo.

—Oh, puedo aceptar su enfado de pequeño gatito. —Dean


sonrió.

Sabía que su amigo estaba bromeando. Tenía un pésimo


sentido del humor. Pero Noah no lo sabía, y el asesino sintió al
hombrecito tensarse en sus brazos. Gage comenzó a frotarle la
base de la espalda con pequeños círculos cuando volvió el rostro
hacia su amigo.

—Podría ser, pero todavía tienes que lidiar con Noah por
llamarlo gatito.

Gage observó entretenido como la boca de Dean se abrió


ante el pequeño secreto se le había soltado. La cabeza de Noah
se giró rápidamente. La fría mirada que le envió a Dean habría
hecho que los hombres más duros temblaran en sus botas.

—¿Me llamaste gatito?

—Oh, vamos, no fue nada personal. —Dean hizo un gesto


de embarazo con la mano—. Eres un gatito.

—Soy un gato.
—Gato, gatito, ¿cuál es la diferencia?

Noah se movió y saltó sobre el suelo antes de que Gage


pudiera detenerlo. Dean gritó y luchó para alejarse todo lo que
pudo pero el joven lo atrapó en la parte delantera de sus
pantalones y la camiseta, sus uñas clavándose en el grueso
tejido. Le dio un zarpazo en la cara antes de saltar sobre el
mostrador de la cocina americana.

Se agachó emitiendo un suave gruñido con su garganta


mientras sus ojos verde esmeralda lo miraban. Cubriéndose la
hemorragia de la mejilla con su mano, Dean, lentamente se
alejó de Noah.

Gage se puso en pie después de que el choque finalizara y


se acercó para llevar a Noah a sus brazos. Hizo una mueca,
cuando negó hacia Dean. Volvió a sentarse con su pareja en su
regazo, pasándole las manos dulcemente por la suave piel.

—¿Todavía crees que puedas aceptarlo? —Gage arqueó una


ceja, mirando a su amigo.

—Tío, tu gato está loco. —Dean se frotó la mejilla luego se


quedó mirando horrorizado la sangre en su mano—. Me gusta,
¿voy a convertirte en un gato o algo así ahora?

—No ocurre así —dijo Braden desde su posición en el


suelo—. Si cada persona que resulte arañada por un gato
cambiara, el mundo se vería invadido.

—¿Has visto la población de gatos callejeros? —preguntó


Dean—. ¿Estás seguro que no estamos siendo invadidos?

—Solamente los verdaderos descendientes directos de la


estirpe real pueden transformarse en gatos comunes. Así es
como sabemos que son miembros de la familia real. El resto
tenemos diferentes formas.
Dean frunció el ceño, su frente arrugada. Gage sentía como
lo miraba confundido. —¿A qué puedes cambiar? —preguntó el
asesino.

La luz brilló alrededor de Braden y se lo mostró. Gage


parpadeó ante la brillante luz. Cuando su visión se aclaró, su
boca se abrió y su control sobre Noah se apretó cuando se
encontró mirando a un tigre siberiano de 226 kilos.

—¡Joder!

Gage asintió silenciosamente en acuerdo con Dean. Las


cosas se ponían cada vez más y más interesantes. Noah le dijo
que sería capaz de derribar a un león en plena madurez, cuando
finalmente llegara a su nuevo tamaño. Si ese fuera el caso, y
ante el gato que estaba mirando, estaba bastante seguro de que
iba a ser tan grande como una casa.

—Cambia —le ordenó el asesino, incómodo por la nueva


forma de Braden, ya que su pareja estaba en la habitación.
Según Noah, Gage, no había terminado de crecer y eso
significaba que aún no podría proteger debidamente a su
amado.

Gage espera no tener que pedirle a Noah que lo ayudara


para que el hombre siguiera sus órdenes. Por lo que se
sorprendió un poco cuando Braden se limitó a seguirla y cambió
de nuevo en un abrir y cerrar de ojos de cegadora luz. Una vez
más, un hombre vestido de negro estaba sentado en el suelo
delante de la estantería.

—Noah, amor, ¿por qué no cambias de nuevo también? —


Gage no había terminado de pronunciar las palabras cuando se
encontró con el hombre sentado en su regazo en vez del felino.
Estuvo a punto de gemir cuando se le abrazó y empezó a
ronronear, ambas acciones pusieron su polla dura.
Trató de mantener su atención en la conversación pero fue
perdiendo rápidamente su línea de pensamiento cuando Noah
se movió un poco y trató de ponerse más cómodo. Podía sentir
el culo de su pareja frotarse contra él y el ronroneo no estaba
ayudando. Era como una llamada de apareamiento a su polla.

—Compórtate, gatito —le susurró al oído mientras le daba


unas palmaditas en la cadera. La tonta risa de Noah era
agradable y lo llenó de alegría. El placer se disparó a través del
cuerpo de Gage ante el sonido que era casi mejor que el sexo,
casi. Eso hizo que cualquier incomodidad que sintiera se
desvaneciera.

Gage lamentablemente apartó su mirada de Noah y se


volvió hacia los dos hombres. Podía ver a los dos observándolo
con curiosidad y se imaginó que no sabían muy bien qué hacer
con Noah y él.

Incluso podía ver que Dean lo miraba por el rabillo del ojo,
una profunda arruga en su frente. Ya que nunca lo había visto
comportarse de esta manera, Gage imaginó que Dean estaba
muy confundido. El asesino casi sonríe.

—Braden, ¿qué sugieres que haga con tu primo y contigo?

—Nos merecemos la muerte por lo que hemos hecho —dijo


repitiendo lo que había dicho antes.

Eso era bastante simple, pero Gage supo que a Noah no le


gustaba la idea cuando el hombre se puso tenso en sus brazos de
nuevo. Suspiró, sabiendo que tendría que acostumbrarse a no
matar a alguien cuando se convirtiera en una amenaza. Tendría
que encontrar otras maneras de resolver sus problemas porque
a su pareja no le gustaba la idea de matar. Tenía que
preguntarse que plan cósmico se estaba riendo a su costa en
estos momentos.
—Eso no es lo suficientemente bueno —dijo finalmente
Gage—. Mataros no va a resolver el problema con su tío
tratando de matarlo. Si no sois vosotros dos, entonces enviará a
alguien más a terminar el trabajo, y no voy a tener Noah
mirando sobre su hombro el resto de su vida.

—Me deja vivir, incluso después de que traté de quitarle la


suya —le susurró Jonas, mirando hacia abajo al suelo—. La vida
que ahora tengo le pertenece, y lo protegeré hasta mi último
aliento.

—Como yo —agregó Braden. Su mirada era intensa, de


gran alcance, conteniendo algo parecido a la adoración en sus
profundidades azules cuando miró a Noah—. Es nuestro
verdadero rey.
Noah acariciaba con sus dedos la piel de Precious,
mientras escuchaba a Gage, Dean, Braden, y Jonas hablar.
Estaba cansado y frustrado. Se sentía irritable y de mal humor.
Después de que Precious había sido atendida, y todo el mundo
hubiera tenido una buena noche de sueño, de nuevo se
congregaron en la sala para discutir lo que Noah debía hacer.
Habían estado hablando desde que Dean regresó con ropa
nueva para Gage.

Cada uno de ellos tenía una opinión sobre lo que pensaban


que Noah debía hacer con su tío. Ninguno le preguntó que
pensaba, ni siquiera Gage. Braden y Jonas pensaban que Noah
debía tomar el trono. Su pareja vetó cualquier idea que lo
pudiera poner en peligro. Y Dean parecía pensar que todos
estaban locos.

Braden y Jonas estaban sentados en el sofá frente a Noah y


Gage. Dean seguía sentado en la encimera de la cocina. Los
vasos colocados en la mesa de madera sin posavasos. Noah solo
sabía que iban a quedar marcas. Dean ni siquiera limpió los
platos después de comer, los dejó en la encimera. Todo estaba
fuera de lugar.

Eso le hacía rechinar los dientes.

Noah gruñó bajo en su garganta y se puso en pie, dejó a


Precious en la silla. Atravesó la sala y recogió la pila de vasos de
la mesa de café. El silencio llenó la sala mientras recogía cada
vaso y hacía una torre con ellos.

Una vez que lo hubo hecho, recogió el resto de los platos y


se los llevó a la cocina. Empezó a aclararlos, y colocarlos en el
lavavajillas, sus movimientos fuertes y enérgicos. Era mejor que
gritar. Su madre le había enseñado a no gritar nunca con ira.
Aunque eso empeoraba la situación. Noah tenía que esperar
hasta calmarse antes de hablar con nadie.

—Noah, ¿estás bien?

Éste asintió al oír las palabras de Gage, apretando los


labios para no decir nada. Terminó de enjuagar el último plato y
lo colocó en el lavavajillas antes de agregar el jabón y, cerrar la
puerta. Con un movimiento de su muñeca el lavavajillas volvió a
la vida.

Dio un pequeño suspiro de alivio al tener eso hecho, cogió


un paño limpio y un poco de jabón. Todavía tenía que limpiar la
cocina de la suciedad que tenía por la preparación del almuerzo.
Noah negó, no comprendía por qué la gente no limpiaba
mientras cocinaba. Hacer eso era lo que tenía sentido, menos
trabajo y menos lío.

—Noah, amor, ¿qué pasa?

El joven se estremeció, sintiendo el aliento de su pareja de


golpe en la parte de atrás de su cuello. Brazos fuertes llegaron a
su alrededor y tiraron de él hacia atrás contra un pecho sólido.
Noah combatió el abrazo por un momento antes de inclinarse
de nuevo en el cuerpo de Gage.

—Dime, amor.

—Es muy complicado. —Noah oró por no haber sonado


como un quejica. No soportaba el desorden. Eso destruía todo
su mundo. Si las cosas estaban organizadas, podía pensar,
hacerles frente, enfrentar la situación. El desorden lo hacía
sentir... confuso.

—Te sientes agobiado, ¿no?


Noah asintió.

—¿Sabes qué, amor, podemos pedir la cena y así no


ensuciaremos esto. Y mientras tanto puedes darte una ducha y
ponerte ropa limpia. Apuesto a que te hará sentir mejor, ¿eh?

—Oh, sí, por favor —se quejó Noah ante el pensamiento de


tomar una ducha. Estaba seguro de que estaba sucio. Su ropa
también lo estaba. Su cuerpo limpio y ropa limpia lo haría sentir
mucho mejor. Sería incluso mejor si Gage pudiera reunirse con
él. Se volvió para mirar hacia atrás a su pareja—. ¿Necesitas una
ducha también?

—Sí. —Gage sonrió—. Supongo que sí.

La respiración de Noah se quedó atrapada en su garganta.


Rápidamente dobló el paño y lo puso sobre el mostrador antes
meterse en los brazos de Gage. —Supongo que podría limpiar la
cocina después.

—O podrías poner a Dean a hacerlo. Es su lío.

El joven se echó a reír. —Me gusta tu forma de pensar.

Noah agarró de la mano a Gage y comenzó a salir de la


cocina. Señaló a Dean en el momento en que lo vio. —Tienes un
lío que limpiar en la cocina. Ve a por ello.

Noah hizo caso omiso de las sonrisas conocedoras de


Braden, Jonas y Dean mientras tiraba de su compañero hacia el
dormitorio. Pasó junto a la cama y giró hacia el cuarto de baño.
En el momento en el que entró en el baño, Noah se giró hacia
Gage. Podía ver una sonrisita en la cara del hombre cuando
Alargó la mano hacia los botones de su camisa. Lo quería
desnudo y en la ducha más de lo que quería su siguiente
respiración.
Botón a botón se iba revelando el magnífico pecho de Gage
ante la mirada hambrienta de Noah. Éste empujó los bordes de
la camisa hasta los hombros tanto como le fue posible, pero era
muy difícil teniendo en cuenta que el hombre era mucho más
alto que él. Gage ayudó encogiéndose de hombros hasta que la
camisa se deslizó y cayó al suelo.

Noah aspiró profundamente cuando recibió una buena


vista del impresionante pecho desnudo ante él. Lo acarició
lentamente subiendo y bajando sus manos por los abultados
músculos, riéndose, cuando Gage flexionó los músculos
pectorales. Parecía que bailaban.

Noah quería quedarse donde estaba, explorando la


extensión de los apretados músculos, pero el bulto duro debajo
de la cintura de Gage le llamó la atención. Se mordió el labio
mientras miraba hacia arriba y movió sus manos hasta el borde
de los pantalones.

La sensual sonrisa en los labios de Gage, junto con el deseo


que ardía en los ojos del hombre, le dio el coraje a Noah. Le
abrió los pantalones, entonces llegó a los dos bordes,
separándolos hasta que la polla dura rebotó. Sus ojos casi se le
salen ante la hermosa y gruesa polla que sobresalía de la ingle
de Gage.

Noah trató de tragar el exceso de salivación, cayó de


rodillas y comenzó a quitarle los zapatos. No fue fácil. La polla
de Gage estaba delante de su cara, tan cerca, tan gruesa. Noah
gruñó y apartó la mirada de la polla para ayudar al hombre a
salir de sus pantalones.

Una vez que Gage se puso delante de él totalmente


desnudo, Noah se recostó sobre sus rodillas y miró al hombre.
Comenzó a acariciar sus pies y se fue moviendo lentamente por
el cuerpo de su compañero, más allá de sus fuertes pantorrillas
y muslos gruesos y musculosos. Sintió cada músculo, cada
depresión y cresta, cada plano ondulado.

El aliento de Noah en sus pulmones era irregular y apenas


era capaz de alimentarlos. Sentía como si cada soplo de aire
estuviera siendo forzado, como si no pudiera respirar, pero no
podía apartar sus ojos del hermoso hombre ante él.

—¿Vas a sentarse ahí y a mirarme, gatito, o a desvestirte?

—Creo que voy a sentarme aquí y mirar.

Gage se echó a reír, fijando sus ojos en la cara de Noah.


Este agarró con entusiasmo las manos tendidas hacia él porque
quería ser presionado contra el exuberante cuerpo del hombre
más que nada de lo que podía pensar en este momento.

Podría ser incluso más importante que respirar.

—Gage —susurró Noah cuando presionó su rostro contra


el esternón del hombre y aspiró profundamente. La fuerte
esencia del hombre y la excitación se extendieron por él,
quemando su mente, e integrándose con sus células, afirmando
que su cuerpo estaba a punto para ser reclamado. Noah sabía
que no importaba dónde, siempre sería capaz de encontrar a
Gage sólo por su aroma.

—Vamos a desnudarte y a la ducha, Noah. Podemos jugar


allí.

El pequeño joven estaba de acuerdo. Empezó a tirar de su


camiseta por encima de su cabeza antes de que Gage, incluso
dejara de hablar. Sus pantalones y ropa interior la siguieron
momentos más tarde, hasta que se quedó tan desnudo como el
otro.

Noah no tenía ni idea de donde venía su valentía gesticuló


con su dedo hacia Gage mientras se apoyaba en la ducha. Solo
sabía que tenía que poner sus manos sobre el caliente cuerpo
tan rápido como pudiera. Gage arqueó una ceja hacia Noah,
pero la sonrisa que cruzó sus labios le dijo que había tomado la
elección correcta en sus acciones.

Noah abrió el agua y esperó a que se calentara antes de


entrar bajo la alcachofa. Gimió e inclinó su cabeza hacia atrás
mientras el agua corría por su cuerpo. Sabía que ser un loco de
la limpieza era un poco extraño, pero se sentía siempre mejor
después de ducharse. Para él, la limpieza era como si alejara
todo y así podía hacer frente a lo que viniera después.

—Sabes que el sonido es casi tan caliente como tú


ronroneo, ¿verdad? —se rio entre dientes Gage en su oído
cuando atrajo sus cuerpos juntos. Noah sonrió y se inclinó
contra él, con la cabeza apoyada en el pecho del hombre.

—Te gusta esto, ¿verdad?

—Me gusta.

Noah gimió cuando las manos de Gage empezaron a vagar


por su pecho. Cada caricia hacía que se le curvaran los dedos de
los pies, su piel hormigueaba. Quería que lo tocara por todas
partes. —Creo que este es un buen medio de que escuches más.

—Oh, tengo mejores formas.

—¿Mejor? —Noah se ahogó. Miró a Gage, ansioso por


saber a qué se refería—. ¿Hay algo mejor que esto?

—Oh, sí.

Noah gimió y volvió a empujarse más cerca de Gage,


entregándose a la pasión que corría a través de él, cuando las
manos de su pareja recorrían su cuerpo. El hombre parecía que
estaba tratando de tocar cada centímetro de su cuerpo. él estaba
por eso.
Su cuerpo dolía, y no sólo por su dura polla que podía
notar presionándose contra su compañero como pidiendo
atención. Cada uno de sus nervios hormigueaba, como
esperando que el siguiente toque del asesino los despertara.
Cuando las manos de Gage de repente lo agarraron por su culo y
lo levantó en el aire, Noah se entusiasmó envolviendo sus
piernas alrededor de la cintura del hombre.

Noah casi se corre cuando sus pollas de golpe se juntaron.


Solamente apretando los puños y enterrando su rostro en el
cuello de Gage fue capaz de mantener a raya a su inminente
orgasmo. Podía sentir como el pecho de su pareja subía y bajaba
rápidamente y sabía que el hombre estaba en la misma
situación que él. Eso al menos le dio una cierta satisfacción.

También le dio una idea.

Tomó dos grandes puñados del pelo de Gage y le ladeó la


cabeza al hombre lo suficiente como para llegar a su garganta.
Empezó a lamer y mordisquear a lo largo de los gruesos
músculos, el sabor salado de la piel del hombre explotó en su
lengua.

—¿Te acuerdas de lo que te dije antes? —susurró Noah


mientras lo lamía hasta llegar a sus oídos—. Mi cuerpo ahora
solo te responde a ti, Gage. Una gota de tu semen y mi cuerpo se
preparará para ti, para tu posesión.

Las manos de Gage se tensaron en las mejillas del culo de


Noah, y todo su cuerpo se estremeció cuando el hombre se
quejó. —Realmente necesitas cuidar lo que dices, bebé. Estoy
colgando de un hilo.

—Me puedes follar en cualquier momento que desees. Mi


cuerpo te pertenece.

—No voy a hacer nada que te pueda hacer daño, Noah.


El joven echó la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los
ojos. Podía ver la preocupación combatir con la necesidad que
tenía por reclamarlo. Noah sonrió y tomó la cara de Gage entre
las manos.

—Confía en mí.

Su compañero parecía indeciso, pero finalmente asintió.


Suavemente presionó a Noah contra la pared. Este se agarró a
los hombros de Gage, cuando sintió al hombre posicionar su
polla en su culo Poco después, la cabeza de la polla se empujó
contra su ajustado agujero.

Los ojos de Gage volaron a los suyos.

—Sólo espera. Sucederá. Sólo le lleva un momento a mi


cuerpo reconocer al tuyo. —El aliento de Noah se quedó
atrapado en su garganta al sentir que su cuerpo comenzaba a
abrirse a Gage—. Ves, ahí... ahí está para ti.

El gemido de Noah apenas se había apagado cuando Gage


de repente empezó a deslizarse en él. Noah Podía sentir los
músculos tensos de Gage en sus manos. Sabía que quería más
que nada empujarse profundamente, pero se mantenía a raya
por el bien de Noah.

En el momento en el que sintió que podía tomar toda la


polla, Noah se apoderó de los hombros del hombre con fuerza y
flexionó los músculos de sus piernas. —Ahora, Gage, lléname
ahora.

El gritó de alegría de Noah llenó la habitación cuando


Gage embistió hasta su casa, llenándolo hasta el límite. Por el
agarre que su pareja tenía en su culo sabía que probablemente
tendría hematomas por la mañana. No podía importarle menos.
Quería que el hombre le diera todo lo que tenía.
Noah aspiró profundamente, llenando su alma con el
aliento de Gage cuando éste empezó con un ritmo incesante,
golpeándolo. Noah estaba en la gloria con cada profunda
embestida, cada golpe de la polla frotaba su punto dulce.

Poco a poco, las manos de Noah se deslizaron sobre los


hombros para atrapar los rizos de pelo en la nuca del cuello del
hombre. Le inclinó la cabeza hacia atrás y se inclinó para
succionar los fuertes músculos de su garganta. Se llenó de
euforia cuando los empujes de Gage pasaron a erráticos, los
profundos gemidos del hombre llenaban la ducha.

Olas de éxtasis palpitaban a través de su cuerpo. Noah


gritó, su gemido de liberación llenó la ducha, cuando el calor
húmedo llenó el espacio entre ellos. Su cabeza cayó hacia atrás
contra la pared de azulejos, mientras Gage golpeaba en él un par
de veces más.

El cuerpo de su pareja de repente se puso rígido. Noah


gritó de nuevo cuando la polla en su culo se amplió, el nudo
tomó forma dentro de él, mientras soltaba chorro tras chorro de
su semilla.

Noah se derritió contra Gage, y el mundo se estrechó solo


para ser llenado por él. Noah podía sentir el pecho del asesino
moverse arriba y abajo, sentía el aliento caliente del hombre
cepillando su cuello. Podía oír las palpitaciones de su
compañero, como si todo el aire hubiera sido succionado de sus
pulmones y estuviera desesperado por respirar.

Lentamente acarició con su mano el pelo de Gage y


empezó a ronronear, sabiendo que a él le gustaba oír el suave
sonido. Su pareja decía que el sonido lo calentaba, pero tal vez
también fuera un sonido reconfortante para el asesino.

Cuando Gage finalmente levantó la cabeza para mirar


abajo a los ojos de Noah, tenía un aspecto apacible, sereno. Las
líneas de tensión que habían estado presentes anteriormente se
habían alisado para ser sustituidas por una sonrisa relajada.

—¿Te sientes mejor, gatito? —preguntó Gage mientras le


apartaba el pelo mojado de la cara.

—Sí. —Noah sonrió.

—Yo también.

Noah se quejó en señal de protesta, cuando Gage se alejó


de él. Sus piernas temblaron, casi derrumbándose bajo él. Se
agarró a su compañero en el mismo momento que sintió los
fuertes brazos del hombre envolverse a su alrededor. Noah
sintió su rostro sonrojarse cuando miró a Gage.

—Supongo que estoy más cansado de lo que pensaba.

—Has tenido un par de días llenos de acontecimientos —


dijo Gage.

—No es de extrañar que estés cansado.

—Supongo, pero no han sido más azarosos que los tuyos.

—Cierto, pero estoy acostumbrado la tensión. Tú no.

Noah frunció el ceño. No le gustaba como sonaba eso. Si


Gage estaba acostumbrado a tener una vida llena de
acontecimientos, ¿cómo podía compararse con eso? Su aliento
quedó atrapado en su garganta cuando de repente se preguntó
si sería capaz de hacerlo lo bastante feliz para que se quedara.

¿Qué sabía él de complacer a un hombre? ¿Qué sabía de


complacer a alguien? Aparte de su madre, que había fallecido
hacía años, Noah realmente nunca había tenido a nadie en su
vida. Estaría totalmente solo, si Gage decidiría que su vida con
él era demasiado aburrida.
—Tengo que lavarme el pelo —le susurró Noah.

—¿Quieres que lo haga por ti?

—Eh... sí, supongo. —Noah no pudo ocultar la confusión


de su voz cuando se dio la vuelta para hacer frente a la ducha de
la pared. Nunca había tenido a nadie que le lavase el pelo antes,
no por lo menos que pudiera recordar.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que casi saltó


cuando sintió las manos de Gage hundirse en su pelo. Un golpe
de los dedos en su cuero cabelludo, y Noah no pudo evitar
ronronear. Nunca había sentido algo tan bueno en su vida fuera
de las relaciones sexuales. Ni siquiera sabía que era posible
sentir esto fuera del sexo.

—¿Te gusta esto, gatito? —murmuró Gage.

Noah asintió, más allá de hablar en ese momento,


especialmente cuando los dedos de Gage llegaron a sus oídos y
rascó detrás de ellos. Si hubiera sido un cachorro cambiaformas,
su pierna habría estado palpitando. Noah dio gracias a los
poderes por ser un cambiaformas gato adulto en cambio. No
quería parecer más palurdo de lo que ya lo hacía.

—Está bien, la cabeza hacia atrás.

Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Sentía los dedos
de Gage retirarle el champú mientras el agua caliente se
precipitaba sobre él. Noah no pudo dejar de ronronear. Todo
parecía demasiado bueno. Estaba siendo lavado, y por el
hombre más sexi del planeta. ¿Había algo mejor en el mundo?

—Por cierto, no he escuchado tu opinión, sin embargo,


Noah —dijo Gage— ¿Qué te gustaría hacer?
Su pequeña burbuja estalló. Hizo una mueca y sacó la
cabeza de debajo del agua dándose la vuelta y mirando a Gage.
—¿Qué quieres decir?

Gage sonrió. —Sabes exactamente lo que quiero decir.

Suspiró profundamente y cerró la ducha. Hizo caso omiso


de la ceja arqueada en la cara de Gage y salió de la misma,
agarrando una toalla del toallero a su paso. Noah se envolvió la
toalla a la cintura y buscó otra para secarse el pelo y el resto de
su cuerpo.

Por mucho que había querido que le hiciera esa pregunta y


que su opinión contara, Noah no estaba seguro de lo que quería
más allá de conservar a Gage. Simplemente no era capaz de
pensar en nada más allá de la posibilidad de perderlo.

Noah arrojó la toalla al cesto, junto con su ropa sucia.


Recogió la ropa de Gage y comenzó a estirarla, cuando de
repente se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Noah volvió a
mirar a Gage, sólo para encontrarse que el hombre le sonreía.

—Mis ropas deben lavarse también, Noah. Además, Dean


salió esta mañana y me compró algunas nuevas así que estoy
listo para salir.

Noah sonrió, sintiendo un gran alivio, y la arrojó a la cesta


de la ropa sucia, junto con la suya. Miró abajo a la pila por un
momento, dándose cuenta de que era la primera vez en el
tiempo transcurrido desde que podía recordar, que su ropa
estaba apilada junto con la otra persona. Una maravillosa
sensación lo barrió, ya no estaba solo después de tantos años.

—¿Noah? No has respondido a mi pregunta.

Mierda, ahí se fue su burbuja de nuevo.


Noah se volvió y se apoyó en el lavabo mirando a través del
cuarto de baño al hombre. Trató de elegir cuidadosamente sus
palabras. No quería molestar a Gage o decir nada que pudiera
hacer que se fuera, pero realmente no tenía ni idea de lo que
quería.

—No sé.

—¿No sabes qué, bebé?

—No sé lo que quiero hacer.

—¿Quieres ser el rey?

Noah resopló y sacudió la cabeza. —En realidad no.

—Está bien. —Gage se rio entre dientes—. Supongo que


eso es bastante normal.

—No tengo materia de rey, Gage, en serio. Eso lo joderá


todo de alguna manera.

—No creo eso, Noah. Creo que si optas por tomar el manto
del liderazgo, serías un maravilloso rey.

—¿Sí? —Noah susurró mientras su rostro se calentaba.


Cruzó los brazos sobre el pecho para evitar la inquietud porque
sabía que vendría. Podía sentir como su nerviosismo escalaba
cuando Gage se lo quedó mirando—. ¿Quieres que sea rey?

—Creo que la decisión tiene que ser tuya, Noah.

—¿Por qué? —Noah frunció el ceño cuando otro


pensamiento lo golpeó—. No debería ser esta decisión de los
dos, o no quieres... —Cerró la boca cuando se dio cuenta que
estaba empezando a sonar quejumbroso de nuevo.

Supo que tendría que tomar esta decisión el solo si quería


conservar a Gage. El asesino estaba acostumbrado a ser
únicamente responsable de sí mismo. No querría a alguien tan
necesitado como él. Noah se sentía bien en ese momento con su
vida. Respiró hondo y asintió.

—Si piensas que puedo ser un buen rey, entonces eso es lo


que voy a hacer. —Incluso si odiaba cada momento de eso.

—¿Es eso lo que quieres?

«¿Por qué Gage seguía haciéndole estas preguntas?» se


preguntó Noah. No importaba cuál fuera la respuesta que le
diera al hombre, las preguntas seguían llegando, como si Gage
no estuviera satisfecho con las respuestas, pero, Noah no sabía
cual era la correcta.

Noah se sentía como si todos sus nervios se crisparan y


estaba empezando a desmoronarse. Metió las manos a su
espalda para que Gage no lo viera apretar los puños. Bajó la
mirada confuso, cuando su compañero se limitó a seguir
mirándolo, esperando.

—¿Qué te gustaría que dijera, Gage?

—La verdad sería de gran ayuda.

Noah levantó la cabeza rápidamente. —¿La verdad?

—¡Noah!

Gage pareció sorprendido por las palabras que Noah había


dicho a toda prisa, y él no entendía eso. No entendía nada de
esto, y lo hacía sentir como si Gage se le escapara con cada
segundo que pasaba.

Noah se dejó caer al suelo y se frotó las manos por su cara


antes de apoyarlas en sus rodillas. Miró a Gage, tratando de
medir su reacción. Nada se mostraba en el rostro del hombre, y
tuvo que preguntarse si era debido a su profesión o
simplemente que el hombre era así.

—Haré lo que pienses que es mejor —dijo finalmente.

—Eso no vale, Noah. —Gage se deslizó hacia abajo por la


pared para sentarse en el suelo al otro lado de Noah—. Quiero
saber cómo te sientes, lo que quieres.

—No, no quieres.

Noah se sorprendió al ver como Gage abría la boca y le


caía brevemente antes de que la cerrara. Se puso tenso, no
estaba seguro de qué esperar. Su pareja parecía enfadado. Tenía
la mandíbula tensa, como si estuviera moliendo sus dientes.

—Si no quisiera saber lo que piensas, no te lo habría


preguntado, Noah.

—Pero me preguntaste y te di mi respuesta, entonces


volviste a preguntar porque te di la respuesta equivocada. Por lo
tanto, te di una respuesta diferente y aun así seguiste
preguntando. —Noah sacudió la mano en el aire como
demostrando su punto—. No sé lo que quieres que te diga, Gage.
Dímelo y te lo diré.

Noah podría jurar que Gage parpadeó extrañado hacia él


antes de ponerse de pie y caminar hacia la puerta, haciendo una
pausa durante un momento con la mano en el marco. Volvió a
mirarlo por encima del hombro con una fulminante mirada.

—Avísame cuando averigües lo que quieres, Noah.

El joven vio cómo Gage salía del cuarto de baño. Oyó un


golpe un momento después, la puerta del armario se abría y se
cerrada. Noah se quedó sentado por un momento, no estaba
seguro de qué era exactamente lo que acababa de pasar, cuando
oyó como la puerta principal se cerraba de un portazo.
Hizo una mueca cuando el ruido pareció llenar todo el
apartamento. Su corazón latió más y más rápido, Noah se puso
de pie y salió del cuarto de baño. No estaba en lo más mínimo
sorprendido al encontrarse la habitación vacía.

Sintió como si estuviera caminando en una niebla, fue


hacia la puerta del dormitorio y la abrió. De alguna manera no
se sorprendió al ver a Braden y Jonas sentados en la sala de
estar, pero más allá de eso, la habitación estaba vacía, nadie,
excepto Precious, que estaba acurrucada sobre Braden.

—¿Gage y Dean salieron?

—Sí, alteza —respondió Braden, pero Noah sabía lo que iba


a decir antes de que lo dijeran. El silencio que llenaba la sala
hablaba por sí mismo. Gage se había ido. Al parecer, Noah no le
había dado la respuesta que quería.

Noah asintió y volvió a cerrar la puerta en silencio tras él.


No sabía si estaba en estado de shock o qué, porque no parecía
sentir nada.

Se acercó a la cómoda y sacó unos pantalones limpios y


una camisa. Se los puso, después llevó su toalla a la cesta de
ropa sucia en el baño. En tan solo unos minutos limpió el baño,
lo cual dejó después a Noah sin nada que hacer.

No estaba cansado o lleno de energía. No estaba triste o


feliz. En realidad no sentía nada. Se sentía entumecido. Noah se
acercó y se sentó en el acolchado asiento de la ventana, pegó sus
las rodillas contra su pecho y sus brazos alrededor de ellas.

Apoyó la barbilla en las rodillas y miró por la ventana.


Podía ver a la multitud de gatos merodeando por el exterior,
algunos sentados en los árboles de la calle, otros paseando o
cerca de los tapacubos de los coches. Ninguno de ellos parecía
tenían ninguna intención de irse en un momento próximo.
Noah tuvo que preguntarse por qué había sido condenado
a ser el último rey de la línea de sangre real. Eso le había
costado todo lo bueno que había en su vida. La gente lo quería
muerto. Su cuidadosamente organizada casa había sido
invadida. Millones de gatos durmiendo fuera de su edificio de
apartamentos. Y lo más importante, Gage se había ido.

Un pequeño sollozo escapó de su garganta. Lo sofocó


presionando los labios con tanta fuerza como pudo. Su madre
siempre le había dicho que no tenía sentido llorar ante lo
inevitable. Noah nunca había entendido esa declaración hasta
ahora, por ridículo que sonara.

Gage se había ido, y no había nada que él pudiera hacer al


respecto. Había tomado su decisión. Noah tenía que aceptarla.
No podía forzar a Gage a que lo quisiera o se preocupara por él.

Un amor forzado no era verdadero amor. Dejarlo ir era su


única opción. Con ese conocimiento firmemente en su mente,
Noah se acercó y abrió la ventana de la habitación tan
silenciosamente como pudo. El aire fresco del atardecer se
precipitó sobre su brazo poniéndole la piel de gallina. Noah
inhaló el aire, el olor de la ciudad llenó sus sentidos e hizo que
arrugara la nariz con disgusto. Olía a humedad y suciedad, pero
era en la que vivía. Tendría que aceptar eso.

Con una última mirada alrededor de su dormitorio, Noah


cambiado a su forma de gato y saltó al alféizar de la ventana. El
suelo parecía estar demasiado lejos para saltar, pero el árbol a
pocos metros de su ventana no lo estaba.

Tomó una respiración profunda y saltó, cayendo sobre el


árbol con sus patas. Apenas tocó la corteza con sus garras tuvo
que luchar para no caerse. Una vez que se encontró a salvo en
una rama de un árbol, Noah buscó una sección tranquila y
agradable para acurrucarse, encontrado una pequeña área
cóncava entre el tronco del árbol y una rama grande.
Se agachó en la medida que pudo y cerró los ojos,
esperando que los días anteriores solo se desvanecieran como si
nunca hubieran sucedido. Había perdido su tiempo con Gage,
pero al menos no sentiría esa profunda herida que le estaba
arrancando su corazón.

Tal vez solo se quedaría como un gato para siempre.


—Entonces, ¿qué es lo que te molesta?

—¿Qué quieres decir? — preguntó Gage mirando a Dean.

—Amigo. —Soltó éste un bufido—. Si fueras líquido,


estarías evaporándote.

Gage puso los ojos en blanco y metió las manos en los


bolsillos de sus vaqueros mientras caminaban. —Estoy bien.

—Sí, y yo soy el Conejo de Pascua.

—Déjalo ya, Dean —le espetó Gage, volviéndose para mirar


a su amigo.

—Está bien, está bien —respondió Dean, levantando la


manos—. Sólo estoy diciendo, que si hay algo de lo que necesites
hablar, estoy aquí.

—Lo sé. —Y lo sabía. De todos los hombres con los que


trabajaba en la agencia, Dean siempre había estado a su
espalda, no importaba cuál fuera la situación. Era el hombre
con el que podía contar si las cosas se jodían.

Por lo menos hasta que Noah llegó. Gage sabía más allá de
toda sombra de duda que podía confiar en su pareja. Solo era el
no saber cómo lo sabía. La conexión entre Noah y él estaba más
allá de lo que nunca había experimentado, y no sabía muy bien
qué hacer con ella.

—Noah y yo tuvimos una pelea —dijo Gage observando sus


pies mientras caminaban por la acera de cemento, paso tras
paso.
—Me lo figuraba.

—Fue una estupidez.

—Por lo general, lo es.

Gage se giró para mirar a Dean. —¿Cuando infiernos te has


convertido en un experto en relaciones?

—Soy un hombre de muchos talentos. —Sonrió éste—. Por


lo tanto, Vamos, amigo, dime lo que pasó.

—Realmente fue una estupidez —se quejó Gage—. Durante


toda nuestra conversación con Braden y Jonas ni una vez le
preguntamos a Noah lo que quería. Oh, por supuesto, todo el
mundo tenía ideas, pero nadie le preguntó cómo se sentía
acerca de ellas. Ni siquiera yo.

—¿Y?

—Y... —Gage se encogió de hombros—. Entonces, le


pregunté.

—Por la forma en la que tienes el ceño fruncido supongo


que las cosas no fueron muy bien.

Gage no estaba seguro de la respuesta a esa pregunta. Algo


había pasado entre Noah y él. Solo que no estaba seguro de lo
que era. Sentía que el hombre le estaba escondiendo algo, ya lo
había sentido con el joven antes. Como cuando profundizó y
descubrió que era un cambiaformas y que estos existían en el
mundo, y el resto de las malditas cosas en su vida.

Estaba bastante seguro de que estaba a punto de enterarse


de algo nuevo, excepto que no estaba seguro de que estuviera
listo para nuevas sorpresas. Lo que había descubierto en un
periodo de 24 horas era suficiente para Gage.
—Noah no me dio una respuesta directa cuando le
pregunté lo que quería. —Gage frunció el ceño mientras se
encogió de hombros—. Era como si tuviera miedo de decirme lo
que realmente pensaba.

—Tal vez lo estuviera —dijo Dean—. Puedes ser un


hermoso tipo intimidador, ya sabes. Si pensó que podría
molestarte con su solución, quizá, trató de darte la que creía que
querías oír. Odio decir esto Gage, pero Noah no me parece un
tipo decidido.

—Entonces no lo conoces muy bien. Es uno de los hombres


más fuertes que he conocido. —Gage se enderezó mientras
pensaba en el pequeño hombre, su entusiasmo creciendo por la
conversación—. Imagínate pasar por lo que él ha pasado en su
vida y salir de ella con su cordura intacta. Un hombre débil no
podría haber hecho eso.

—Así que, si no tenía miedo de que no te gustara su


respuesta, ¿qué otra cosa podría ser? —preguntó Dean—. ¿Fue
algo que, le dijiste, algo que hiciste? Quiero decir, ¿cuánto
realmente sabemos sobre los cambiaformas gato? Tal vez haya
algún tipo de protocolo y lo rompiste o algo así.

Gage tenía que pensar en eso. Dean tenía razón.

No sabía mucho acerca de lo cambiaformas gatos. Lo que


sabía, lo había aprendido de Noah, y éste no parecía saber
mucho de ser un gato. Eso los dejaba a ambos a oscuras, pero al
menos los dejaba juntos en la oscuridad.

—No creo que quiera ser rey —le dijo Gage finalmente,
después de reflexionar sobre su conversación con Noah en el
baño.
—Entonces, ¿quién dice que tiene que serlo? Si no quiere
ser rey, no tiene por qué serlo. No hay nadie que lo obligue. —
Dean frunció el ceño—. A menos que quieras que lo sea?

—Realmente eso no podía importarme menos mientras


Noah esté seguro. Si quiere ser rey de su manada, está bien. Voy
a ir con él y mantenerlo a salvo. Si quiere quedarse aquí y ser un
gato doméstico, trataré con eso también. Sólo quiero que Noah
esté seguro, feliz y preferiblemente conmigo.

—¿Se lo has dicho?

Gage parpadeó por un momento, sorprendido por las


palabras de Dean, entonces comenzó a maldecir hasta por los
codos, cerrando sus manos en puños. No podía creer lo
gilipollas que podía ser a veces. Quería echarle la culpa a su falta
de experiencia en una relación, pero sabía que era su propia
maldita naturaleza controladora.

Noah le había dicho a Gage lo que quería escuchar, porque


había forzado al hombre a hacerlo. No le había dado la
oportunidad de realmente decir lo que pensaba. Noah tenía
toda la razón. Le había hecho su pregunta, entonces había
seguido preguntando. Noah por fin le había dicho lo que
pensaba que Gage quería escuchar en lugar de lo que realmente
sentía.

—Tengo que volver a la casa y hablar con él —dijo Gage,


cuando se dio la vuelta para correr de nuevo al apartamento, a
la mierda la cena para llevar. Podían comerse las sobras. Se dio
la vuelta gruñéndole a Dean cuando sintió la mano del hombre
en su brazo.

—Amigo, ve un poco más lento y dale a Noah algo de


espacio para pensar. Me imagino que lo necesita tanto como lo
necesitaste tú.
Gage se quejó y se frotó la mano por la cara. —No lo
entiendes, Dean. Creo que realmente la he jodido del todo.

—Te has equivocado antes. Vas a volver a hacerlo. Después


de todo eres humano... creo. —Dean se rio entre dientes—.
Después de actividades recientes, no estoy ya seguro de que sea
verdad.

—Muy gracioso.

—Hey, no soy el que duerme con una bola de pelo, amigo.


—se rio Dean—. Esto es sobre ti.

Gage no pudo evitar sonreír al recordar lo mucho que


disfrutaba teniendo relaciones sexuales con su bola de pelo, y
todos los beneficios que venían con eso. Apostaría su último
dólar a que Dean iría en busca de su propio cambiaformas gato,
si supiera la verdad sobre ellos.

—Estaré muy feliz haciendo eso el resto de mi vida.

—Woohoo —dijo Dean soltando una risita— escúchate.


Unos pocos días con el gato y ya estás deseando formalizar tu
relación. ¿Eso no es un poco rápido para ti?

—Me gustaría poder explicártelo, realmente lo haría, pero


simplemente es algo que no entenderás a menos que te pase.

La risa de Dean se alejó cuando frunció el ceño.

—¿Explicar qué exactamente?

—Bueno, ya sabes lo de mi cuerpo, que se está haciendo


más grande, ¿verdad?

Dean enganchó la nueva camiseta que Gage llevaba y


sonrió. —Sí, amigo, la ropa nueva no fue un regalo a precio de
saldo. Tuve que ir a comprarlas, ¿recuerdas? Eso, y el hecho de
que ahora eres unos centímetros más alto que yo, cuando desde
que te conozco, siempre has sido más bajo.

—Bueno, voy a continuar creciendo hasta que llegue al


tamaño con el que pueda proteger adecuadamente a Noah.
Según dice, como el verdadero rey de sangre, él es el corazón y
el alma de su manada. Yo, como su pareja, se supone que debo
ser su fuerza.

—¿pareja?

—No es una mala palabra, Dean.

—¿Estás seguro? —Dean parecía escéptico. Lo miró


afligido. La comisura de su labio estaba retorcida, sus ojos muy
abiertos, y su rostro más pálido de lo que había estado unos
minutos antes. Gage quería revolver los ojos pero no lo hizo.

—Sí, estoy seguro. Pareja significa... —Gage sacudió la


cabeza—. Hay una conexión entre nosotros que va más de todo
lo que he sentido en mi vida. Soy más feliz cuando estoy con
Noah, ¿sabes? Incluso toda esa locura de mierda de etiquetar
los alimentos y su necesidad de estar limpio todo el tiempo, me
gusta. Creo que es lindo.

—Amigo, lo tienes mal.

Gage frunció el ceño. —¿Qué quieres decir?

—Estás enamorado de la bola de pelo.

—No seas ridículo. Claro, me gusta Noah. Me gusta


mucho, pero solamente nos conocemos desde hace unos días.
No puedo estar enamorado de él. —Agitó la mano
descartándolo—. Infiernos, ni siquiera sé qué es el amor.

—Bueno, por lo que parece, lo es Noah.


Gage se detuvo para mirar a Dean. El shock y la confusión
se acumulaban en su cuerpo y sus pensamientos eran confusos.
¿Qué sabía de amar a alguien? Era un asesino, un asesino a
sueldo. Sabía más de matar de lo que sabía sobre el amor. Dean
no podía tener razón.

¿Podría?

Sintió una oleada tras otra de confusión, era algo


diferente, algo que jamás había sentido deslizarse a través de su
cuerpo. ¿Podría ser amor por Noah? ¿Cómo iba a saber si lo
era? No era como si hubiera tenido un montón de modelos
amorosos en los que fijarse mientras crecía en el sistema de
acogida. Sabía que había buenos hogares de acogida por ahí,
pero de alguna manera, nunca tuvo de la suerte de que lo
colocaran en ninguno de ellos. Los que lo aceptaban solo era
porque sabían que significaba un cheque de pago.

Gage no sabía si se trataba de su personalidad cerrada o su


negativa a permitir que alguien se le acercara, pero nunca había
encontrado un hogar con nadie. Al menos, no hasta ahora. Noah
lo hacía sentirse seguro, cálido y deseado. ¿Era eso el amor?

—Vamos, amigo. —Dean le hizo un gesto con la mano a


Gage para que se uniera a él cuando echó a andar por la acera.

—Cuanto más rápido consigamos la comida, más rápido


podrás regresar y hablar con tu pequeña bola de pelo.

Uno de estos días, Gage sabía que iba a romperle la cara al


bocazas de Dean o permitirle a Noah que saltara otra vez sobre
él. Sin embargo, el hombre tenía un punto. Tenía que regresar al
apartamento y hablar con el pequeño gato. Se apresuró a
alcanzar a su amigo, poniéndose al paso junto al hombre.

—¿Todo esto con Noah quiere decir que vas a salir de la


agencia?
—No lo sé. No lo había pensado.

—Puede que lo desees. Si necesitas todo tu tiempo para


protegerlo, no vas a poder alejarte mucho para ir de misión.

—Supongo.

—Sabes que tengo razón.

Gage sabía que Dean la tenía, pero en realidad no había


pensado en dejar su puesto de trabajo hasta ese momento.
Absolutamente no lo había pensado hasta este momento. Su
principal preocupación era proteger a Noah, eso seguro. Y tal
vez esa era su respuesta.

—Creo que salir de la agencia no es tan mala idea.

—Bueno, es definitivamente algo que puedes hacer y que


debes considerar, especialmente si Trent está tratando de
matarte como sospecho.

Gage patinó hasta detenerse y miró a Dean. —¿Qué? —


Dean se encogió de hombros—. Creo que Trent está tratando de
matarte. ¿Por qué si no te han dado mal la información?

—Tal vez no sabía que era errónea.

—Amigo, las tres últimas misiones que te ordenaron se


jodieron de alguna manera. O bien el objetivo se había ido o era
el lugar equivocado. Los lugares son cuestionables, y no hay
absolutamente ninguna forma de confirmarlos. Pero no hay
manera en el infierno que inteligencia meta la puta pata, tantas
veces.

Gage negó. Tenía que haber otra respuesta. Trent no era su


mejor amigo, ni siquiera un buen amigo, pero había confiado en
el hombre por más años de los que podía recordar. Dean tenía
que estar equivocado.
—¿Por qué Trent me querría muerto?

Dean se encogió de hombros. —Dímelo tú.

—No tengo la menor idea.

—¿Has comprobado con él por qué la misión salió mal?

—No, la única persona a la que llamé fue a ti.

—Siempre puedes llamarlo y organizar un reunión, sácalo


fuera. —Dean sonrió y señaló con el dedo a Gage—. Pero si lo
haces, te sugiero que lleves a las dos pequeñas mierdas contigo
para protegerte. Tengo la sensación de esos dos puede tomar
casi cualquier cosa.

El asesino sonrió y comenzó a caminar de nuevo. Dean


tenía razón sobre Braden y Jonas. Los hombres parecía que
podías pasarle un camión de basura por encima y salir ilesos.
Ahora que seguían a Noah, Gage se imaginó que podría
conseguir su ayuda. Obedecerían cualquier orden o deseo del
joven. En realidad, era un poco raro.

—Simplemente no puedo pensar en ninguna razón por la


que Trent me quiera muerto —dijo Gage después de unos
minutos—. No somos buenos amigos ni nada, pero siempre he
respetado al tipo. Siempre ha estado ahí en el pasado, cuando
estaba en un aprieto.

—Siempre he respetado a Trent también.

—Entonces, ¿qué te hace pensar que esté tratando de


matarme?

—Realmente no estoy seguro de tener una respuesta


correcta para eso, Gage. Es algo que siento. En los últimos
meses, el comportamiento de Trent ha sido extraño. Recibe
llamadas telefónicas que siempre toma en privado, se reúne con
la gente a puerta cerrada, y desaparece durante días. Trent no
era así antes.

—¿Qué llamadas? ¿Qué reuniones? —Gage frunció el


ceño—. ¿Y cómo es que nunca lo supe?

—Nunca estás en la oficina, amigo. Trajes, corbatas y


trabajo de colmena, ¿recuerdas?

—Eso no quiere decir que no debería haber detectado algo


de eso en los momentos en los que he estado en la oficina. Trent
puede ser un poco estirado, pero el hombre sabe lo que hace. —
Gage se encogió de hombros—. No sé, solo es difícil para mí
aceptarlo.

—Podría estar equivocado, Gage, pero tiene que haber una


explicación de por qué Trent, está actuando tan raro y tú hayas
tenido tantas misiones mal informadas. Llevamos en este
negocio mucho tiempo, tal vez demasiado, ¿pero puedes
realmente decirme que las últimas tres misiones en las que
estuviste fueron normales?

Gage pensó en sus últimas tres misiones. La primera, tres


meses atrás, había estado siguiendo a un tratante de armas. El
trabajo de Gage era averiguar quién era su contacto y
eliminarlo. Nunca descubrió quién era. Su tapadera había
volado de alguna manera, y tuvo que escapar.

La segunda misión había sido hacía seis semanas. Una vez


más, Gage había sido enviado a realizar el seguimiento del
traficante de armas. Solo que esta vez, su trabajo consistía en
seguir al tratante hasta su base y hacer estallar las armas de la
agencia que se sospechaba que el hombre almacenaba. Gage lo
siguió, únicamente para descubrir que las armas nunca habían
estado allí desde el principio.
La última misión, en la que estaba cuando se encontró con
Noah, fue la peor. Gage había sido enviado para eliminar al
traficante de armas. Cuando llegó, el tipo no estaba, aun cuando
la inteligencia le había dicho que sí. En su lugar el almacén
estaba lleno de hombres armados que lo esperaban.

—Está bien, podrías tener tu punto —dijo finalmente


Gage—. Mis tres últimas misiones se jodieron, pero todavía no
veo que Trent tenga nada que ver con eso. A veces, inteligencia
se equivoca. Es un hecho de la vida.

—¿Deberías saber que varios de nosotros hemos sido


enviados a misiones fallidas en los últimos tres meses?

—¿Cuántos?

—Tú, Marcus, Steele y yo.

—¿Todos nosotros?

—Bien, soy positivo sobre Marcus tú y yo. Steele no se ha


presentado desde su última misión, y me tiene preocupado. No
es propio de él no informar, ¿sabes? Al menos habría llamado
para decir si la misión había sido completada o no. Siempre lo
hace.

Gage se pasó la mano por el pelo en un gesto de


frustración. El lío de Noah y el de él, empeoraba por segundos.
La gente quería a Noah muerto, y al parecer, alguien lo quería a
él muerto también. Estaban de mierda hasta el cuello.

—Dean —dijo Gage en voz baja mientras miraba a su


mejor amigo—. Necesito ayuda. No sé si puedo mantener seguro
a Noah por mi cuenta. ¿Me ayudaras a mantenerlo a salvo hasta
que pueda solucionar todo esto?

—Ya lo sabes, amigo. Considérame carne de cañón.


Gage sonrió. Dean podría ser un hombre extraño, pero era
uno fiable. Gage se sentía mejor cuando comenzaron a caminar
de nuevo. Puede que no supiera lo que estaba pasando, pero
tendría ayuda para mantener seguro a Noah, y por ahora eso,
era suficiente.

—Creo que una vez que tengas en un lugar seguro a Noah,


deberíamos concertar una cita con Marcus y Steele, y comparar
notas y otras cosas.

—Estoy de acuerdo, pero mantener a salvo a Noah es mi


prioridad número uno. Nada de lo demás me importa en este
momento, únicamente Noah. Todo esto puede esperar hasta
después de que sepa que está a salvo.

—De acuerdo.

Gage asintió al darse cuenta de que Dean se había


detenido a varios metros detrás de él. Se volvió y miró al
hombre, frunciendo el ceño. —¿Qué?

Dean hizo un gesto a una puerta roja de gran tamaño. —


Estamos aquí.

Gage sintió su rostro sonrojarse mientras volvía a unirse


con Dean, entraron en el restaurante chino. Dean sonreía, su
diversión estaba clara en cada centímetro de su cara.

—Cállate.

Dean levantó una mano en un gesto sumiso cuando cogió


el tirador de la puerta, tirando y abriéndola. —No he dicho ni
una palabra.

—No tenías que hacerlo. —Gage lo señaló con el dedo—. Lo


estabas pensando.

—No va contra la ley, amigo.


—Debería. —Gage le sonrió a Dean, mientras entraban en
el restaurante—.Tal vez haré que Noah haga algo sobre esto.

—Noah no puede hacer eso —hizo una mueca Dean—, ¿o


sí?

La mirada de preocupación en el rostro de Dean no tenía


precio. Gage simplemente arqueó una ceja hacia el hombre.

—Vamos a verlo.

—Amigo, eso es un error.

Gage prácticamente subía corriendo las escaleras al


apartamento de Noah, tenía ganas de ver al hombre tan rápido
como pudiera. Necesitaba hablar, y mucho. Tenía un par de
cosas que decirle, y la principal era pedirle disculpas al hombre
por ser un gilipollas.

Llamó a la puerta del apartamento y esperó a que Braden


abriera, entró en la casa. Rápidamente miró alrededor buscando
a su pequeño gato, frunciendo el ceño cuando no lo vio
inmediatamente. —¿Dónde está Noah?

—Salió justo después de que te fuiste, pero luego volvió a


entrar en el dormitorio —dijo Braden—. No ha salido de nuevo y
todo ha estado realmente tranquilo. Creo que está durmiendo.

—Bien, bueno, la comida está caliente —dijo mientras


colocaba las bolsas sobre la mesa del comedor—. No hagáis un
lío y acordaos de limpiar después o Noah se va a cabrear. Esto
incluye cargar el lavavajillas.
Gage se dirigió hacia el dormitorio. Olió el aire fresco que
entraba por la ventana abierta en el momento en el que entró en
la habitación. Se puso tenso, tratando de ver a Noah en el
oscuro cuarto.

—¿Noah? —susurró Gage en voz baja. Nada se movía en la


habitación a excepción de las cortinas agitadas por el aire de la
noche. El dormitorio estaba helado, lo que demostraba que la
ventana llevaba algún tiempo ya abierta.

Gage en silencio se dirigió al baño y miró todos los lugares


posibles en los que Noah podría estar. Cuando no encontró
nada, buscó en el dormitorio. El corazón de Gage se desbocó por
el miedo cuando no encontró ninguna señal del joven.

—¿Noah? —dijo un poco más fuerte mientras exploraba la


habitación de nuevo—. ¿Dónde estás, gatito?

Todavía nada. Gage corrió hacia la ventana y con cautela


miró por la ventana abierta. Aún podía ver todos los gatos
merodeando en la calle así que sabía que Noah tenía que estar
cerca. No se explicaba por qué no estaba dentro de la seguridad
del apartamento.

—¡Noah! —Gage gritó fuerte para que lo oyera sobre los


maullidos de los gatos y el viento. Se inclinó por la ventana y
examinó de arriba a abajo la acera y la calle. Nada.

El asesino estaba a punto de perder la cabeza cuando un


suave maullido le llamó la atención. Gage miró al árbol a pocos
metros de la ventana para encontrarse con dos brillantes ojos
verdes mirando hacia él.

—¿Noah, que diablos estás haciendo ahí? —Le preguntó


Gage cuando se dio cuenta que el gato lo miraba a él—. No es
seguro, bebé. Vamos entra.
El gato simplemente maulló. Gage sabía que Noah podía
hablar con él telepáticamente, pero no entendía por qué no lo
hacía.

—Por favor, Noah.

El gato blanco se levantó y dio vuelta en un círculo. Gage


no sabía mucho acerca de los gatos. Nunca había tenido uno
antes. Esperaba que eso significara que Noah estaba buscando
una manera de bajar. Gage le hizo un gesto con la mano.

—Vamos, bebé. —El corazón del asesino casi se le sale por


la garganta cuando Noah bajó de un salto a la rama que estaba
por debajo de él, sacudiéndola violentamente—. Caray, Noah,
ten cuidado.

Gage podía sentir su boca seca al ver a Noah saltar a la


siguiente rama. Un paso en falso y se caería varios metros hacia
abajo al suelo. No había manera de que pudiera aterrizar sin
lesiones. Era una altura de dos pisos. Podría morir.

Él notaba la madera de la ventana clavándose en las


palmas de sus manos mientras las apretaba con más fuerza. La
espera lo estaba matando. Noah era todo lo que quería en su
vida, pero no lo supo hasta que lo vio en peligro. Si algo le
pasaba, quien quiera que fuera él, ni siquiera lucharía.

Justo cuando estaba a punto de saltar a la siguiente rama,


de repente se agachó y bufó, con los ojos alejándose de Gage a
un lugar más abajo en la calle. Vio el miedo en Noah, y notó algo
diferente en el aire, Gage se apoyó en la ventana y trató de
mantenerse oculto mientras miraba.

Los gatos que merodeaban por la acera y la calle se


dispersaron, maullando y bufando cuando dos oscura figuras
salieron de la oscuridad. Le tomó un segundo darse cuenta de
que estaban vestidos de manera similar a Braden y Jonas. Gage
supo que eran soldados de la manada y estaban allí para matar a
Noah.

Gage rápidamente cruzó al otro lado de la ventana y


levantó la mano a Noah, rezando para que el hombre entendiera
que tenía que permanecer exactamente donde estaba. Hasta que
planeara que hacer, el árbol sería el lugar más seguro para
Noah.

—Quédate quieto, bebé, por favor, y no dejes que te vean.


—Gage repitió las palabras una y otra vez en su cabeza mientras
corría hacia la puerta del dormitorio, con la esperanza de que
Noah pudiera escucharlo a través de su enlace. Nunca había
tratado de hablar así con Noah, solo lo escuchaba. Tal vez si lo
hubiera hecho, ahora no estaría en un árbol.

—Date prisa —respondió éste, para gran alivio de Gage—.


Creo que pueden olerme.

—Ya voy, te lo prometo. Quédate donde estás. Necesito


alertar a los demás que los problemas han llegado.

Gage abrió de un tirón la puerta del dormitorio


arrancándola de sus bisagras cuando la abrió. Tres pares de ojos
se volvieron hacia él alarmados. Apretó la mano contra su pecho
ya que su corazón tronaba dolorosamente.

—Noah está fuera en un árbol, y más soldados de la


manada están en la calle.
Noah se agazapó entre el montón de hojas de la rama del
árbol tanto como pudo. Estaba bastante seguro de que a la luz
de la luna, su piel blanca se destacaba como un faro para los dos
soldados que caminaban hacia él.

Y si no era así, entonces lo olerían. Los felinos tenían un


gran sentido del olfato. Esa era la forma en la que eran alertados
del peligro, las fuentes de alimentos, e incluso la excitación
sexual. Estos eran dos soldados entrenados para diferenciar
entre olores, captarían el olor único de Noah en una fracción de
segundo si se acercaban lo suficiente.

Noah quería que Gage volviera a la ventana. Todavía


estaba un poco sorprendido de que hubiera vuelto, pero todavía
estaba demasiado asustado para tratar con eso ahora. Sólo
quería estar con él, donde estaría a salvo.

—¿Noah, bebé?

Noah apartó la mirada de los dos soldados y se giró hacia


la ventana abierta. —¿Sí?

—¿Dónde están ahora? —Gage le preguntó a pesar de que


Noah no podía verlo a través de la ventana debido a la oscuridad
del cuarto—. No los puedo ver desde donde estoy, y si me
inclino más por la ventana, tal vez me vean. Necesito que seas
mis ojos y oídos, gatito. ¿Puedes hacer eso por mí?

—Sí.

Noah miró hacia abajo a la acera. Los dos soldados


acababan de llegar a la escalera que llevaba al edificio. Se
detuvieron y miraron a su alrededor con desconfianza. Noah
podía ver sus labios moverse, pero no podía escuchar lo que
estaban diciendo.

Tenía miedo de que escucharan su corazón cuando empezó


a palpitar con mayor rapidez. Cuando los dos hombres se
separaron, uno entró al edificio, y el otro se fue a la parte
trasera, Noah ni siquiera tuvo tiempo para exhalar un suspiro
de alivio. Quería volver al interior del apartamento donde
estaba Gage.

Bajó de un salto a la rama de al lado y corrió hasta el final.


Se detuvo un momento para recobrar el equilibrio cuando la
rama comenzó a tambalearse y saltó a la ventana. Las garras de
Noah arañaron la madera de la ventana cuando empezó a
resbalarse.

Empezado a maullar, ante el hecho de saber que iba a caer


en picado hasta su muerte, cuando de repente unas manos lo
agarraron y lo arrastraron hacia el dormitorio. Noah bufaba,
siseaba y arañaba al que sostenía, desesperado por escapar.

—¡Noah, detente, maldita sea, esa mierda me duele!

Se desplomó contra el hombre, de repente dándose cuenta


de que Gage había sido quien lo había sostenido y metido por la
ventana abierta. El corazón le latía en el pecho, pero no con
miedo. Golpeaba con alivio. Estaba a salvo. Estaba donde se
suponía que debía estar. En los brazos de su pareja.

—Joder, Noah, pensé que te ibas a caer del puto árbol. —


Noah se retorció, lamiendo las heridas que sus garras le habían
dejado a Gage en los brazos—. No vuelvas a hacerme eso otra
vez, bebé. Pensé que iba a perder la cabeza cuando te vi sentado
en esa rama.
El pecho de Noah retumbó, cuando Gage empezó a pasar
sus manos por su piel. Le encantaba la sensación de las manos
de su compañero en él, incluso en su forma de gato, a pesar de
que la forma humana tenía sus ventajas.

—¿Te hiciste daño cuando saltaste? —Le preguntó Gage —.


¿Te duele en alguna parte?

Noah cambió, encontrándose en su forma humana,


acunado en el regazo cuando el hombre se sentó en el suelo
junto a la ventana. Se enroscó en los brazos de Gage, cerrando
los ojos, cuando empujó su cara contra el cuello del hombre e
inhaló su olor único.

—Estoy bien.

Los brazos de Gage se apretaron en torno a él. —Te lo juro,


Noah, si alguna vez me asustas así de nuevo voy a nalguearte el
culo hasta que no te puedas sentar en una semana.

Sus ojos se abrieron por la sorpresa. Se inclinó hacia atrás


para mirar a su pareja, confundido por el temor que podía oír en
la voz del hombre. —¿Por qué tienes miedo? Te fuiste.

—Fui a buscar la cena, Noah. No me fui.

—Tú... ¿Fuiste a buscar la cena? —susurró él.

—¿No me abandonaste?

—Dios, no, ¿qué te ha hecho pensar eso?

—No lo hiciste... —Noah tragó saliva y apartó sus ojos de la


intensa mirada de Gage—. No te gustaron las respuestas que te
di, así que pensé que te habías ido.

Ansiosamente apretó la cara contra la garganta de Gage


cuando el hombre se presionó contra su cabeza. —No, no te
estaba dejando, gatito. Sólo fui por la cena. —Gage le acarició el
pelo y la espalda a Noah.

—Ahora, quiero que me escuches. No te voy a dejar. Nunca


te dejaré. Formamos un equipo.

—¿Sí? —Noah no trató de no sorberse los mocos, cuando


las lágrimas asomaron a sus ojos por las palabras de Gage.

—Sí. Podemos tener desacuerdos, pero tenemos que


superarlos, no ignorarlos o dejarnos uno al otro.

—Nunca te dejaré —susurró Noah en silencio.

—Puede haber ocasiones en las que quieras hacerlo. No


soy un hombre fácil con el que vivir, y no sé nada de relaciones.
Está es mi primera vez.

—Creo que me gusta el sonido de eso.

—¿Sí?

Noah se echó a reír cuando el asesino repitió las palabras


otra vez. —Sí.

Los ojos del joven se abrieron como platos cuando la mano


de Gage se enroscó en su pelo y tiró de su cabeza hacia atrás.
Empezó a protestar solo para que el sonido fuera ahogado por
una boca que cubrió la suya. Cualquier cosa que iba a decir se
evaporó de su cabeza cuando su mente se ablandó.

Los labios de Gage lo rozaban suavemente al principio,


pero cuando Noah abrió la boca y la lengua de Gage se deslizó
en él, el beso se volvió feroz. Noah gimió y volvió a empujarse
más cerca del hombre, entregándose a la pasión del beso.

Gage nunca lo había besado antes. Noah esperaba que


nunca dejara de besarlo si esto era lo que se sentía. Sus
emociones giraban y patinaban mientras los labios de Gage
violaban los suyos. El hombre era un maestro de los besos, y
Noah tenía toda la intención de ser su entusiasta estudiante.

Cuando el asesino finalmente levantó la cabeza, ambos


estaban jadeando. Noah, observó que los ojos de Gage estaban
medio cerrados, con el rostro enrojecido. Sabía que
probablemente se veía de la misma manera. Se quedó atónito.

—Nunca me habías besado —susurró Noah.

Uno de los lados de la boca de Gage subió mientras


sonreía. —Los asesinos no besan, Noah.

—Lo siento. —Noah bajó rápidamente los ojos para que


Gage no viera el dolor que le trajo esa declaración. Realmente le
gustaba besar, pero si Gage no quería besarlo, no insistiría.
Noah trató de mantener la mirada baja, cuando Gage le levantó
la barbilla, pero no pudo evitar darle un vistazo rápido. Lo que
encontró hizo que su corazón titubeara en su pecho.

La cara de Gage estaba llena de una paz que solamente le


había visto después de haber tenido sexo. Las líneas de tensión
se habían borrado de su frente. La suave sonrisa en sus labios
parecía que era real, y llegaba hasta sus hermosos ojos color
avellana.

—Ya no soy un asesino, Noah. Soy tu guardián. —La


sonrisa de Gage se hizo más grande—. Eso significa que puedo
darte un beso cada vez que quiera.

Como para probar su punto, Gage se inclinó reclamando


los labios de Noah de nuevo. Éste al instante gimió, apoyándose
en el beso, apretándose contra el pecho y pasando un brazo
alrededor del cuello del hombre. Realmente le gustaban los
besos. Podría convertirse en uno de sus pasatiempos favoritos.
—Me encanta besarte —gimió Noah—. Creo que podría
acostumbrarme a eso.

Gage se rio entre dientes y de repente levantó a Noah,


balanceándolo a su alrededor hasta que lo sentó a horcajadas en
su regazo. Noah gimió cuando sintió la polla del hombre
presionarse contra él a través de sus pantalones. Gage le agarró
el culo y lo exprimió.

—Algún día voy a correrme de esta manera, Noah —Gage


le gruñó al oído—. Voy a deslizar mi polla en el culo y besarte
hasta que llegue.

La propia polla de Noah saltó al oír las palabras. —¿Ahora?


—Gage se rio y afirmó su boca en la de Noah, hambriento,
llenándolo de besos. Noah habría seguido besando a Gage, todo
el tiempo, si alguien no hubiera golpeado la puerta de la
habitación. Se puso tenso, cuando Gage gruñó y separó sus
labios.

—Gage, hombre, tienes que salir, necesitas hacerlo ahora


mismo.

Noah reconoció de inmediato la voz que llegaba a través de


la puerta, era Dean. Solamente cuando escuchó la intensidad en
el tono del hombre recordó Noah a los dos soldados en el
exterior que venían a matarlo.

—Gage, esos dos hombres, uno entró en el edificio y el otro


dio la vuelta hacia atrás. —Noah nervioso tiraba de los bordes
de la camisa de su compañero—. Lo siento, olvidé decírtelo.

—Está bien, bebé —dijo Gage mientras lo ayudaba a


ponerse de pie y luego se levantaba el mismo. La mano de Gage
nunca dejó el brazo de Noah—. Quédate conmigo, ¿vale? No
quiero que nada te suceda.
—Gage, estoy cansado de esos chicos vengan a por mí. Sólo
quiero que todos se vayan.

—Lo sé, bebé.

—No me gusta tener miedo, Gage.

—No tendrás que esperar mucho más, Noah. —Este


empezó casi a ronronear de nuevo cuando la mano de Gage le
acarició la cara. Si no estuviera tan asustado, lo haría—. Sólo un
poco más, bebé, voy a resolver esto, ¿vale?

—Voy a ser rey si eso es lo que quieres —dijo Noah


mirándolo.

—Sólo quiero que seas feliz, estés seguro y


preferentemente conmigo. El resto no me importa.

—Bueno, eso tiene sentido. —Noah se rio alegremente—.


Cuando me siento feliz y seguro es únicamente cuando estoy
contigo.

—Ven, amor —dijo Gage cuando empezó a tirar de Noah


hacia la puerta de la habitación—. Vamos a ver lo que tiene a
Dean fuera de sus casillas, y busquemos a esos dos chicos que
están detrás de ti. Creo que también tenemos que tener una
larga discusión con todos los demás acerca de eso de ser rey.

Noah asintió y lo siguió, hasta que Gage oyó un alto


gruñido amenazador que provenía de la ventana abierta. Antes
de que Noah pudiera darse la vuelta, fue empujado al suelo y
Gage se puso delante de él.

El ruido de un forcejeo y fuertes golpes llenaban el


ambiente cuando Noah se dio la vuelta sobre su espalda. Apenas
pudo contener sus lágrimas cuando vio Gage librando una lucha
contra un león en plena madurez. Y parecía que podría estar
perdiendo.
—Dean —Noah gritó con toda la fuerza de sus pulmones
mientras cambiaba a su forma de gato. No sabía que podía
hacer para ayudar a Gage, pero no podía sentarse allí y ver a su
compañero salir lesionado, tal vez muerto.

Noah se subió de un salto sobre la cama y esperó al


momento oportuno. En el segundo en el que el león y Gage
rodaron en su dirección, Noah atacó. Aterrizó sobre el pelaje del
león y le clavó sus garras tan profundamente como podía. Lo
mordió clavándole los pequeños colmillos, sintiendo la sangre
inundando su boca mientras sus dientes se hundían en la oreja
del león.

No sería suficiente para que el león resultara gravemente


herido, pero tal vez sería suficiente para distraerlo y que así
Gage pudiera ganar la posición. Noah oyó la puerta de la
habitación abrirse cuando la pata del león lo golpeó, enviándolo
volando por la habitación.

Noah se estrelló contra la pared y se deslizó hasta el suelo


con un fuerte maullido. Se quedó allí, jadeando debido al dolor
que arrasaba su cuerpo, mientras observaba a Dean y Braden
atacar al león que agredía a su pareja.

Los ruidos de los gritos y más gritos y los gruñidos eran


tan fuertes que le hacían daño en los oídos a Noah. Las cosas
alrededor de la habitación se estrellaban contra el piso y los
muebles estaban quedando destrozados cuando los hombres y
el león rodaban mientras luchaban. El lugar era un desastre.

Noah cambió de nuevo a su forma humana y agarró el


mueble más cercano, cogiendo una pata rota de la pequeña
mesa, sentándose cerca de la ventana. Se puso de pie
sosteniendo el trozo de madera por encima de su cabeza con
ambas manos, a la espera del momento justo.
Llegó tan sólo unos segundos más tarde, cuando el león
mordió a Gage en el hombro y rodó, tratando de atraparlo
debajo de él. Usando toda su fuerza, Noah rompió la pata de la
mesa sobre la cabeza del león. Escuchó un fuerte rugido, y la
pata se rompió en varios pedazos.

Su respiración se quedó atrapada en su garganta, cuando


el león giró su cabeza mirándolo. Lo miró tan sólo unos
segundos antes de que sus ojos se quedaran en blanco y cayera
al suelo. Noah jadeaba pesadamente cuando se puso de pie
sobre el león, observando para ver si estaba engañándolo y de
repente saltaba y lo atacaba o si era verdad que estaba
inconsciente.

Después de unos momentos sin ningún movimiento, Noah


dio un suspiro de alivio. Dejó caer los restos de la pata de la
mesa al suelo y corrió hacia donde estaba Gage intentando
sentarse. Se puso de rodillas alcanzado al hombre, mientras sus
ojos evaluaban la lesión de un vistazo.

Gage estaba gravemente herido. Pero sus heridas no


deberían amenazar su vida, aunque estaba sangrando mucho,
sobre todo la marca de la mordida en el hombro. Los colmillos
de un león podían hacer mucho daño y de hecho, se lo habían
hecho.

—Gage, ¿estás bien?

—Voy a estar bien, Noah. —Su pareja hizo una mueca


mientras se sentaba más lejos y se deslizaba de nuevo para
apoyarse contra un lado de la cama—. ¿Por qué no vas por
algunas toallas para contener la hemorragia?

Noah asintió y se puso en pie corriendo al baño. Estaba de


vuelta un momento después, de rodillas al lado de Gage. Trató
de tener cuidado mientras presionaba una de las toallas en la
herida sangrante. No quería hacer nada que le hiciera daño.
—¿Cómo de grave es, bebé?

Noah hizo una mueca, mientras levantaba la toalla y veía


el daño. Grandes marcas de colmillos estropeaban la perfecta
piel de Gage. Dentadas irregulares mostraban que los dientes
del león se habían hundido en piel y músculos.

—Necesito asegurarme de que nada esté roto —dijo Noah


cuando tentativamente se acercó y sondeó la herida, con
cuidado de no hacer contacto directo con las lesiones. Tanteó
alrededor de los bordes sintiendo si había cualquier cosa que
pudiera estar fuera de lugar, además de los bordes dentados.

—Por Dios, Noah, tu mano. —Gage se apartó.

—¿Qué? —Noah gritó cuando apartó su mano—. ¿Te


duele?

—No, pero tu mano se puso muy caliente.

—¿Caliente? —Noah se dedicó a mirar la palma de su


mano. Sus ojos se abrieron. Se sorprendió al ver una brillante
luz azul pálida alrededor de la palma de su mano—. Que…

Nunca había visto nada igual. Cuanto más tiempo


mantenía su mano lejos de Gage, más débil se hacía la brillante
luz azul. Noah frunció el ceño y movió su mano más cerca de la
herida. La luz azul brilló más intensamente.

—¿Qué coño? —Gage susurró.

Noah bajó su palma y la presionó sobre la hemorragia de


la herida abierta en el hombro de Gage. Cuando la levantó un
momento después, la hemorragia había disminuido a un goteo
ocasional.

De repente, emocionado, Noah presionó la palma contra la


lesión otra vez, solo que ahora durante más tiempo. Podía sentir
a Gage mirando, pero decidió concentrarse en lo que estaba
haciendo en lugar de responder a las preguntas que podía ver
formándose en los ojos de su compañero.

Cuando Noah finalmente levantó su mano otra vez, la


herida ya no sangraba. El tejido de la carne arrugada y rosa
estaba reparado, y la marca de la mordida parecía que había
ocurrido hacía días en lugar de tan solo unos minutos.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Noah mientras miraba a


Gage.

—En realidad no estoy demasiado mal, solo un poco


dolorido, pero no dolor de verdad. —Los ojos de Gage lo
miraban confundido—. ¿Qué hiciste?

Noah se encogió de hombros. —No estoy seguro


exactamente. —Levantó su mano y contempló como la luz azul
se resistía a irse de su mano—. Creo que esta cosa de color azul
claro te sanó.

—¿Estás bien? —Le preguntó Gage, cogiendo el brazo de


Noah—. No te has hecho daño de ninguna manera, ¿verdad?

—No, me siento bien.

Gage de repente le dio un tirón acercándolo hasta que


estuvieron nariz con nariz. —No vuelvas a hacer algo así de
nuevo si no sabes lo que está pasando.

—Gage, sólo estaba tratando de…

—Sé lo que estábas tratando de hacer, bebé, y lo aprecio,


pero no es aceptable que te pongas en peligro. ¿Entiendes?

—Pero yo… —Noah señaló al león inconsciente—. No podía


dejar que te hiciera daño, Gage.
—No estoy hablando de eso, Noah. —Su pareja tomó la
mano de Noah y la acercó a él—. Estoy hablando de esto. No
tenías idea de lo que pasaría cuando me sanaste. Podrías
haberte lesionado o... o algo peor.

Noah sonrió al oír el pánico en la voz del hombre. Se


empujó hacia adelante hasta que sus labios se encontraron,
colocando un pequeño beso en los labios de Gage antes de
mirarlo a los ojos. —Haría cualquier cosa para mantenerte a
salvo.

A pesar de que dijo las palabras, Noah se dio cuenta de que


no había hecho todo lo posible para mantenerlo seguro. Había
estado demasiado ocupado tratando de mantenerse a salvo. Y
tal vez era el momento de cambiar eso, era el tiempo de que se
levantara y fuera un socio equitativo en su relación con Gage. Su
compañero no se merecía menos.

—Tengo algo que hacer. —Noah se alejó de Gage y se puso


de pie. Había empezado a cruzar la habitación cuando un ligero
movimiento del león le llamó la atención. El joven lo señaló. —
Se está despertando. Te sugiero que o bien lo golpees de nuevo o
lo ates de alguna manera. ¿Y alguien sabe qué pasó con el otro
soldado?

—Jonas lo tiene en la sala de estar. Está controlado.

Se volvió a echar un vistazo sobre su hombro a Braden


cuando el hombre habló y asintió. —¿Quieres venir conmigo?
Sabes más acerca de todo esto que nadie, y podría necesitar tu
ayuda.

—Por supuesto, alteza.

Noah puso los ojos en blanco. —Es Noah, ¿de acuerdo?


Esa cosa de alteza me da escalofríos.

—Sí, alte… digo Noah.


Éste asintió y comenzó a salir de la habitación solo para
detenerse cuando Gage lo llamó. Se dio la vuelta para
encontrarse a su pareja de pie, una mirada severa fruncía su
frente.

—¿Noah, dónde infierno te crees que vas ahora? —Soltó


Gage— Hay otro de esos cambiaformas en la otra habitación.

—Está bien, ven conmigo. —Noah se dio la vuelta y salió de


la habitación, con la esperanza de que Braden, y Gage,
estuvieran justo detrás de él. Vio a Jonas y al segundo
cambiaformas de inmediato cuando entró a la sala de estar.
Jonas estaba de pie delante del hombre con los brazos cruzados
sobre el pecho. El hombre estaba sentado a sus pies, sus manos
apoyadas en sus dobladas rodillas.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Noah mientras


caminaba hasta él. Vio a Jonas ponerse tenso por el rabillo del
ojo cuando el hombre en el suelo, lo fulminó con la mirada—.
Creo que te hice una pregunta.

—¡Que te jodan! —Sentenció el hombre.

Noah cruzó los brazos sobre su pecho mientras sonreía. —


¿Es por ahí por donde quieres ir?

—No tengo que contestar a ninguna de tus preguntas.

—Es verdad, no tienes, pero tu amigo en la otra habitación


no va a ser de ninguna ayuda para ti. Noqueé su culo.

—¿Tú? —El hombre resopló mientras lo miraba de arriba


abajo—. Tengo serias dudas sobre eso.

Noah sabía que no había mucho que mirar en él. Era


mucho más bajo que el resto de los que estaban en la sala y un
viento fuerte probablemente que se lo llevaría. Sin embargo, eso
no quería decir que estuviera totalmente indefenso. Tenía
algunos talentos ocultos que estaba descubriendo ahora.

—¿Quieres probarme?

El hombre gruñó y se puso tenso, como si fuera a saltar a


sus pies y atacar. Noah sintió de repente un brazo envolviéndose
alrededor de su cintura y tirándolo lejos cuando Braden corrió
hasta pararse a un lado del hombre. Jonas dio un paso más
cerca al otro lado, todos los hombres lo rodeaban.

—Noah, esto sería más fácil si simplemente le mostraras


quién eres en realidad —dijo Gage—. No lo sabe, ¿recuerdas?

—Está bien, pero era más divertido a mi manera. —


Mantuvo sus ojos en el soldado, se puso en cuclillas en el suelo y
cambió a su forma de gato. El rostro del hombre palideció hasta
el blanco nuclear.

—¡No! —gritó—. ¡Jodida mierda!

Noah cambió de nuevo y se levantó. —¿Quieres intentarlo


de nuevo?

—Cómo... —El hombre negó como si no pudiera creer lo


que estaba viendo—. Me dijeron que había muerto.

—Sí, eso me han dicho.

—Pero, ¿por qué? —preguntó—. Debería estar gobernando


la manada, no escondiéndose aquí cuando están siendo
enviadas personas a matarle. Esto está mal.

—No podría estar más de acuerdo —dijo Gage cuando se


acercó para estar junto a Noah, envolviendo posesivamente un
brazo alrededor de su cintura—. Estoy realmente cansándome
de tener soldados viniendo a por mi compañero.
—Por lo tanto, vamos a terminar con esto —dijo Noah—.
¿Dónde tiene el rey Geraldo actualmente la corte?
Gage no estaba tan seguro de que le gustara el plan de
Noah, pero tenía menos que ver con el esmoquin que le había
obligado a usar y más con que su compañero se enfrentara al
rey actual. Aunque comprendía que su compañero necesitaba
hacer frente a su tío para que su pesadilla finalizara.

Tiró de la pajarita negra que llevaba al cuello. Le daba una


sensación de ahogo, pero su pareja había afirmado que
necesitaba vestirse para la ocasión con el fin de llegar a la fiesta
que el rey estaba celebrando en el jardín para la manada. Estaba
dispuesto a hacer lo que fuera necesario con el fin de camuflarse
entre la multitud hasta que Noah pudiera enfrentarse al
hombre.

—Te ves caliente.

Gage miró a través del espejo por encima de su hombro


donde Noah estaba de pie detrás de él. Sintió que su rostro se
sonrojaba poco a poco ante el sexual y flagrante deseo que pudo
leer en los ojos verde musgo de Noah. El hombre prácticamente
se lo comía vivo. Pudo sentir como su polla se animaba
interesada. Creció aun más cuando los ojos de Noah se
ampliaron y su nariz de repente se inflamó.

—Gage, no puedes hacer eso, no ahora. —Éste vio el


movimiento de la garganta de Noah cuando el hombre tragó
saliva—. No tenemos tiempo.

El asesino arqueó una ceja, una sonrisa maliciosa se


insinuó en sus labios. —Podríamos hacer tiempo.
Noah se veía tan indeciso que Gage no podía dejar de
reírse. —No te preocupes, bebé. Esta habitación de hotel
probablemente no es el lugar para empezar nada de todos
modos. No tengo ninguna idea de cómo es el grosor de las
paredes y los vecinos seguramente podrían oírnos. Volveremos
a ello cuando lleguemos a casa.

Las cejas de Noah se juntaron. —Sí, sobre eso. —Dijo


Noah. Gage notó que retorcía sus manos, como si el hombre
estuviera nervioso—. Si esto sale como quiero, tal vez podríamos
mudarnos y vivir juntos. Quiero decir, si quieres mudarte
conmigo.

Gage se dio la vuelta para llegar hasta Noah, apretujando


al hombre contra su pecho. Le apartó el pelo rubio blanco de la
cara y lo hizo mirar hacia arriba. —Ya te he dicho antes, gatito,
estamos juntos.

—¿Entonces no te importa mudarte?

—No es que tenga algo más que un apartamento tipo


estudio, de todos modos. Hasta ahora, nunca estuve realmente
en una casa. Demonios, ni siquiera tengo un hogar, Noah, solo
una habitación individual donde guardo mis cosas y la alquilo
por meses. No es mejor que un guardamuebles. Lo que
tengamos juntos, dondequiera que sea, será nuestro hogar.

—Oh.

Gage se deleitaba en la expresión de asombro en la cara de


Noah. Sabía que había sorprendido a su compañero. Una parte
de él esperaba ser siempre capaz de dejarlo sobrecogido. —Así
que, donde quiera que vayamos, no me importa, siempre y
cuando estamos juntos, ¿entendido?

Noah asintió, con la boca abierta. Gage se rio y se inclinó


para colocar su dedo debajo de la barbilla de Noah, cerrando la
boca del hombre. —¿Estás listo, amor? Los demás están
esperándonos.

Gage sabía que Noah estaba nervioso por el inminente


enfrentamiento con su tío. Buscaba alguna manera de consolar
a su compañero más allá de estar a su lado y protegerlo. Pero
esta era una batalla que Noah necesitaba combatir por sus
propios medios, no sólo por toda la manada, sino por él mismo.

Poco a poco, el asesino pudo apreciar como su compañero


iba saliendo del cascarón que se había autoimpuesto. Noah no
había tenido ni un berrinche cuando su habitación había sido
virtualmente destrozada. Simplemente le pidió a Jonas que la
adecentara y luego cambió de tema.

Jonas había estado muy dispuesto a cumplir con cualquier


demanda que Noah le hiciera. Gage pensó que el hombre sentía
que tenía que compensarlo de alguna manera y probablemente
se pasaría el resto de su vida haciéndolo. Al menos, eso es lo que
le había dicho.

Braden y los otros dos soldados enviados a matar a Noah,


Lincoln y Carlyle, también habían declarado su intención de
dedicarse a Noah. Gage se preguntó si Noah se daba cuenta de
la lealtad que inspiraba en los demás.

Gage finalmente entendió lo que quería decir acerca de


que era el corazón y el alma de la manada. Solo por estar en su
presencia, los hombres a su alrededor se sentían como que
habían sido tocados por la grandeza. No era como si lo vieran
como un dios o cualquier otra cosa, sino más bien como la
esperanza para el futuro de su manada.

—No puedo creer que esté diciendo esto, pero sí, vamos.

Gage sonrió pero mantuvo todos los comentarios para sí


mismo. Noah tenía a su valor colgado de un hilo. Salieron fuera
de la habitación, estaban en la suite principal del hotel, que
habían alquilado para pasar la noche.

La finca del rey Geraldo estaba a unas nueve horas


conduciendo desde el apartamento de Noah. Habían decidido
conducir hasta allí y después alquilar una habitación de hotel y
descansar antes de enfrentarse al rey.

Braden llamó a un amigo para que pusiera sus nombres en


la lista de invitados, y les había dicho que se aseguraría de que
tuvieran sus invitaciones. Era la única manera de pasar a traves
de la seguridad. Ahora sólo tenían que aparecer y mezclarse
hasta que Noah encontrara el momento correcto.

—¿Todo el mundo listo? —preguntó Gage. Todos se


pusieron de pie y asintieron—. Bueno, vamos. Braden, Jonas,
vendréis con Noah y conmigo. Carlyle y Lincoln irán con Dean.
Quiero que el lugar sea explorado y que cada guardia que pueda
hacerle daño a Noah sea controlado, antes de que hable. ¿Está
claro?

—¿Podrías solo dejar de ser el hombre de las cavernas, por


favor? —Noah movió la mano hacia Lincoln, el hombre al que
había noqueado en forma de león—. Puedo protegerme, ¿sabes?
No soy un completo inválido.

—Bebé, no tiene nada que ver con ir en plan hombre de las


cavernas —dijo Gage rápidamente. Podía ver a donde iba esta
línea de la discusión—. Se supone que debo tener la fuerza y tú
el corazón y el alma, ¿recuerdas?

Noah suspiró y asintió.

—Bueno, parte de esa fuerza es saber cuándo debo utilizar


los activos que tengo a mano para mantenerte a salvo. —Señaló
Gage a cada uno de los hombres parados alrededor que los
miraban—. Son mis activos.
Esperó mientras Noah lo miró fijamente durante unos
momentos. El hombre parecía estar reflexionando sobre sus
palabras. Si Gage era sincero consigo mismo, Noah tenía
derecho a estar preocupado. El asesino tenía toda la intención
de ir en plan hombre de las cavernas sobre él. Tendría que
utilizar todas las armas en su arsenal para mantenerlo a salvo.

—¡Muy bien! —dijo Noah que de repente se dio la vuelta y


se dirigió a la puerta. Se detuvo ante la misma, se giró y apuntó
con un dedo a Gage—. Pero si siento que estás sobre mí, no
ronronearé durante una semana.

Gage apretó los labios para no sonreír mientras seguía a


Noah. Era muy difícil teniendo en cuenta el pequeño balanceo
en los pasos de Noah. Si el hombre pensaba que no tenía
material de rey, estaba totalmente equivocado. Definitivamente
tenía la arrogancia y el tono de mando que era una forma de
arte.

—¿Venís? —preguntó, mirando sobre su hombro a los


otros hombres. Podía ver que estaban tratando duramente de
no reírse. Gage simplemente sonrió—. Reíros todo lo que
queráis, pero eso no va a pasar. Y sé que echaré un polvo esta
noche.

Las sonrisas cayeron de la cara de Braden, Jonas, Lincoln,


y Carlyle para ser sustituidas por profundos ceños. Gage se
volvió rápidamente y siguió a Noah fuera de la suite del hotel.
Se encontró con él justo cuando llegó al ascensor y le rodeó sus
hombros con el brazo. El resto de los chicos estaban justo detrás
de ellos.

Ellos bajaron y se dirigieron a la limusina que Braden


había alquilado. Gage pensé que era demasiado, pero el hombre
le aseguró que esa era la única manera de pasar desapercibidos
entre la multitud invitada por el rey Geraldo.
El paseo a la hacienda del rey de la manada a las afueras
de la ciudad les llevó menos de veinte minutos. Gage podía
sentir los dedos de Noah tirando de la pernera de su pantalón
cuanto más se acercaban. Miró a los hombres que estaban
sentados con ellos en la parte posterior de la limusina y se dio
cuenta que estaban tratando de no mirar al nervioso e inquieto
gato.

Gage estaba agradecido por su gesto, pero aun así se


agachó y cubrió la mano de Noah dándole un pequeño apretón.
Éste sonrió y se inclinó hacia él. —Vas a estar bien, gatito —dijo
Gage a través de su enlace.

—¿Me lo prometes?

—Sí.

—No estoy seguro de que puedas prometerme eso, Gage.

—Claro que puedo. Tengo un interés personal en


mantener tu culo a salvo. —Gage le sonrió a Noah y movió sus
cejas—. Planeo follarte más tarde.

La boca de Noah se abrió solo por un momento y luego el


hombre se echó a reír. La tensión se drenó de su cara para ser
sustituida por una amplia sonrisa y esos ojos verdes brillando
de la risa.

Misión cumplida.

Por desgracia, todas las risas de Noah inmediatamente se


acabaron cuando llegaron a la puerta del la propiedad del rey
Geraldo. El coche se detuvo por un momento cuando el
conductor entregó sus invitaciones y fueron marcados en la lista
de invitados, entonces pasaron.

Siguieron el camino hasta que llegaron a una casa grande,


tan grande que Gage estaba seguro de que un centenar de
personas podrían vivir en el interior. El coche se detuvo justo
delante de unas enormes puertas dobles, y alguien abrió la
puerta. Dean, Lincoln y Carlyle salieron primero y Braden,
Jonas, Gage, y Noah fueron los siguientes.

Gage pudo sentir a Noah saltar cuando el valet cerró la


puerta tras ellos. Mantuvo su mano apretada en la parte baja de
la espalda de Noah, en parte porque quería un poco de conexión
con el hombre y en parte para tranquilizarlo transmitiéndole
que él estaba allí.

Siguieron el flujo de personas a través de una serie de


puertas abiertas y alrededor de la parte de atrás de la casa, hasta
el jardín donde la fiesta tenía lugar. Gage le hizo una seña a
Braden y Jonas cuando le hizo un gesto a Noah para que se
detuviera por un momento. Tenía que analizar el sitio y buscar
una vía de escape en el área, por así decirlo.

Manteles de tela blanca cubrían las mesas que se


asentaban alrededor de la zona que rodeaba la piscina, esta con
velas flotantes que se añadían a la suave luz de la tarde. Más
cerca de la casa, una orquesta estaba en el patio piedra que era
utilizado como pista de baile. A lo largo de un lado se levantaba
una tarima con una gran carpa blanca con una mesa tras otra,
cargadas de comida.

Había gente por todas partes, unos bailando, otros de pie


junto o sentados a las mesas. Los camareros con bandejas de
comida y bebidas pasaban entre los invitados. Y todo el mundo
estaba vestido con sus mejores galas, a excepción de los
hombres que protegían la fiesta. Gage inmediatamente pudo
percatarse que los hombres vestidos de negro estaban armados
hasta los dientes.

De repente tuvo dudas acerca de lo que estaban a punto de


hacer. Noah podría resultar gravemente herido o algo peor.
Gage agarró el brazo de su pareja en un férreo control. —Tal vez
no deberíamos hacer esto, Noah. Hay una gran cantidad de
armas aquí.

—No me preocupan las armas. —Noah soltó un bufido.


Luego señaló a través del patio a un hombre más bien bajo, que
llevaba un esmoquin negro como el de ellos—. Es él.

Gage miró al hombre y trató de verlo como una amenaza,


simplemente no pudo. Parecía que iba disfrazado, como si fuera
un maniquí con relleno. Incluso su rostro se veía pálido como si
usara maquillaje para cubrir las imperfecciones de su cara.

—¿Ese es tu tío?

—Ese es el rey, Geraldo.

Gage estaba pasmado. Se lo había imaginado como un


enorme monstruo malvado, y se había equivocado en todo.
Dudaba que el hombre fuera un par de centímetros más alto que
Noah.

Aunque, por la forma en que los botones de su camisa de


esmoquin se expandían, el hombre superaba a Noah por lo
menos en 20 kilos.

Gage pronto se sintió mucho mejor. —Vamos, bebé, vamos


a recuperar tu trono.

Ellos cuatro pasearon por la fiesta como si se supusiera


que debían estar allí. Gage se dio cuenta que obtuvieron varias
miradas extrañas, especialmente él. Lo atribuía a su aumento de
peso y altura. Era el más alto entre la multitud.

—¿Dónde debemos hacer esto, Braden?

—La pista de baile sería el mejor lugar —respondió éste—.


Es la mejor vía de escape a través de la casa si lo necesitáramos.
Jonas y yo nos haremos cargo de la música.
Gage asintió, ya que había pensado lo mismo. —Vamos a
bailar cerca de la orquesta, bebé. Tenemos que esperar hasta
que Braden y Jonas detengan la música para que puedas
enfrentarte a tu tío.

—No bailo.

—Hoy sí —dijo Gage llevando a Noah a la pista de baile.

—No, en serio, Gage, no bailo. Solo tengo dos pies


izquierdos. Tropiezo con todo.

—Sólo tienes que seguirme, me encargaré del resto.

Gage aprendió rápidamente que Noah estaba diciendo la


verdad. En el momento en el que comenzaron a bailar a través
de la pista de baile, sus pies habían sido pisados tantas veces
que no tenía duda que le había hecho un buen trabajo para
pulírselos.

—Lo siento.

—Me lo advertiste.

—Lo hice.

Gage sonrió. —Está bien, te enseñaré a bailar uno de estos


días.

—¿Me lo prometes?

—Siempre. —Gage se dio cuenta de que habían llegado al


borde de la pista de baile. Dejó de bailar y llevó a Noah a un
lado. Braden se mantuvo justo a su lado. Jonas estaba detrás de
la orquesta junto al interruptor eléctrico para cortar la energía a
los altavoces. Gage rápidamente miró alrededor y vio a los otros
tres hombres poco a poco haciendo su camino hacia la pista de
baile.
Respiró hondo y asintió hacia Jonas. La música se cortó un
momento después. Gage observaba como la gente poco a poco
dejaba de bailar y miraban a su alrededor confusos. Le hizo un
gesto a Braden para que los sacara de la pista. No quería que
ningún invitado inocente resultase herido si las cosas se
desmadraban.

—Oye, ¿qué es esto? —Gage se volvió para ver al gordo rey


rápidamente encaminándose hacia la orquesta. Estaba jadeando
y resoplando en el momento en el que llegó a la zona.

—¿Por qué habéis dejado de tocar?

—Hola, tío —dijo Noah cuando se adelantó.

El rey Geraldo se quedó inmóvil, mirándolo fijamente


como si estuviera viendo un fantasma. —No-Noah.

—Bueno, al menos recuerdas quién soy.

El rey Geraldo lo miró un momento más antes de soltar


una carcajada temblorosa, sus ojos iban como dardos a
izquierda y derecha mirando a toda la gente de pie alrededor
mientras que ellos hablaban. —Noah, pensé que habías muerto.

—¿En serio? —preguntó Noah. Gage podía notar como


temblaba, pero lo estaba disimulando bien, su voz era fuerte y
estable. Gage estaba tan malditamente henchido de orgullo que
podría haber estallado—. ¿Si pensabas que estaba muerto,
entonces por qué enviaste a los soldados a matarme?

—Oh, yo... eh... nunca haría eso. Debes estar equivocado,


Noah.

—¿En serio? —Noah hizo un gesto a Braden y Jonas, que


se habían acercado a su lado—. ¿No los enviaste a matarme? —
Señaló Noah a los dos hombres—. ¿Qué pasa con Lincoln y
Carlyle? ¿No los enviaste?
Los ojos de Geraldo se dispararon violentamente alrededor
de la multitud de nuevo. Gage casi podía ver las gotas de sudor
que corrían por las sienes del hombre. Estaba nervioso. Tenía
que saber que su poción de poder se estaba desvaneciendo ante
sus ojos.

El saber como los hombres del rey podían reaccionar ante


esta situación, hizo que Gage se tensara, esperando que el
hombre hiciera una especie de intento desesperado de
conservar su trono. No sabía lo que podía ser, pero estaría listo
para lo que fuera cuando sucediera.

—Noah, hijo —dijo el rey dando un paso hacia él—


Nunca…

—No soy tu hijo —dijo Noah— Tenía un padre, y lo


mataste. Puede que no sea capaz de demostrarlo, pero tanto tú
como yo sabemos que lo hiciste.

—¿Qué? —Geraldo le gritó—. Nunca habrí…

Noah levantó la mano para detener al hombre. —Tu error


fue ir tras mi compañero. Te habría dejado gobernar la manada.
No quería el trono. Nunca lo quise. Sólo quería una vida
tranquila con mi pareja, pero cuando lo amenazaste, eso cambió
las cosas.

—¿Tu compañero? —Gage sintió los ojos del hombre caer


sobre él y sonrió—. ¿Él? ¿Un humano?

—Si mi pareja es o no humano, no está en discusión. Es mi


compañero, y eso es todo lo que necesitas saber —Noah inclinó
la cabeza a un lado—. Pero sabías que tenía un compañero, ¿no?
Es por eso que enviaste a tus soldados a matarme.

—Nunca he enviado a nadie a matarte, Noah.


—¿En serio? —Noah cruzó sus brazos sobre el pecho—.
¿Braden? ¿Jonas? ¿Tenéis algo que decir acerca de lo que el rey
Geraldo ha dicho? ¿Y tú, Lincoln? ¿Carlyle?

Braden se adelantó y asintió. —A Jonas y a mí el rey


Geraldo nos ordenó eliminar una amenaza al trono. Nos dijo
que era un pariente lejano que proclamaba ser el rey.

—¿Lincoln? ¿Carlyle? ¿Qué pasó con vosotros dos?

—Fuimos informados por nuestro rey que nuestros


compañeros soldados, Braden y Jonas, habían sido asesinados
por el impostor. El rey nos ordenó que nos ocupáramos de él y
de su amenaza al trono.

—Caramba —dijo Noah mientras miraba a Braden y


Jonas—. Se ven bastante bien para dos hombres que están
muertos.

Gage tenía dificultades para mantener sus labios apretados


cuando quería explotar de la risa. La frente de Geraldo se puso
roja. El gruñido que emanó del hombre solo pudo ser escuchado
por las personas cercanas a él, pero Gage imaginó que era todo
lo que el hombre podía hacer para no rugir de indignación.

—Nunca le pedí a nadie que te matara, Noah. Estos


hombres están, evidentemente, mintiendo—. Geraldo hizo un
gesto a varios hombres de pie junto a él, chasqueando los
dedos—. Han difamado a su rey. Quiero que se los lleven.

Los guardias fruncieron el ceño, obviamente confundidos,


pero no hicieron ni un movimiento hacia Braden, Jonas,
Lincoln, o Carlyle. No fue hasta que miró a su alrededor que
Gage se dio cuenta que Braden había sacudido ligeramente la
cabeza hacia los guardias.

—¿Me han oído? —El rey gritó mientras se volvía para


mirar a los guardias inmóviles—. Os he dado una orden.
—Les has dado una orden que no pueden cumplir —dijo
Noah—. Me imagino que son hombres de honor, a diferencia de
ti, tío. Has conservado el trono desde hace veinticinco años, un
trono que sabes que no te pertenece.

—¡Soy el rey! —Geraldo le gritó mientras se balanceaba de


nuevo para mirar a Noah.

—¡No, yo, soy el rey! —Noah gritó de vuelta.

Gage entrevió la rabia en la cara de Noah solo por una


fracción de segundo antes de que el hombre cambiara a su
forma de gato doméstico.

Los músculos de Gage se tensaron cuando Noah comenzó


a caminar hacia su tío. El silencio era ensordecedor, mientras
todos los presentes miraban al gato en el patio. Luego,
lentamente, los invitados comenzaron a susurrar.

Noah cambió de nuevo a su forma humana a pocos metros


de su tío. —Soy el rey de esta manada por mi sangre real, no tú.
Y estoy aquí para ocupar el lugar que me corresponde. A partir
de este momento, ya no eres responsable de esta manada.

Gage vio que algo iba a ocurrir antes de que pudiera llegar
a Noah. En un abrir y cerrar de ojos, Geraldo cambió a un león y
se abalanzó sobre Noah. El corazón de Gage se encogió en su
pecho. Oyó los gritos y gruñidos, pero todo le sonaba en la
distancia mientras corría hacia su compañero, con la esperanza
de llegar a él antes de que las garras del león fueran letales.

Antes de que Gage pudiera llegar a él, Noah cambió de


nuevo a su forma de gato y saltó en el aire, aterrizando en la
cabeza de Geraldo con sus dientes y garras. Geraldo lanzó un
fuerte rugido y empezó a mover la cabeza hacia atrás y hacia
adelante tratando de desalojar a Noah. Cuando eso no funcionó,
empezó a golpear a Noah con sus patas.
Un golpe bien dado con una de sus garras, lanzó volando a
Noah. Gage se lanzó hacia adelante y cogió a Noah en sus brazos
antes de que pudiera aterrizar en el suelo. Sabía que los gatos, o
eso se suponía aterrizaban sobre sus pies, pero por si acaso
Noah no pudiera ya que había sido golpeado por un león.

Gage hizo caso omiso de los fuertes rugidos y gritos


estridentes que llenaban el aire y se concentró en la única cosa
que quería más que nada, Noah. Sabía que los cuatro guardias
que lo protegían los mantendrían a salvo mientras comproba
que su compañero no estuviera malherido. Confió en la lealtad
que tenían para con el gato en sus brazos.

—Noah, ¿estás bien? —Gage jadeaba pesadamente


mientras se sentaba y lo acunaba en sus brazos. Lo acariciaba
pasando sus manos sobre el cuerpo del gato en busca de
cualquier señal de daño. No respiró ni dio un suspiro de alivio
hasta que vio que no había heridas en el peludo y perfecto
cuerpo blanco. Acercó a Noah a su pecho y hundió el rostro en
el pelaje del gato, inhalando su dulce aroma—. Mierda, bebé,
me asustaste de muerte.

—Te asuste.

Gage poco a poco se puso de pie y miró a su alrededor,


preocupado por el silencio que parecía llenar la zona. Varios
miembros de la manada se habían desplazado en su forma de
león, incluyendo Jonas, Lincoln. Carlyle y Braden rodeando a
Gage y Noah, protegiéndolos de nadie y de todo el mundo.

—¿Me puedes soltar?

—¿Tengo que hacerlo?

Gage podía oír la risa de Noah a través de su conexión. —


No, no realmente, pero deberíamos solucionar esta situación, y
creo que sería mejor si lo hiciera en forma humana. Tengo que
asegurarme de que mi tío abdicará del trono.

Ante la mención de Geraldo, dio un rápido vistazo al área


buscando al gran león, pero no pudo verlo de inmediato. En su
lugar, una gran multitud estaba parada frente a ellos. Algunos
estaban en su forma humana, otros en forma de león. Todos
ellos miraban a Noah como si fuera un tesoro imposible de
medir. Gage estuvo de acuerdo.

—Braden, ¿dónde está? —Le preguntó Gage, sabiendo que


el hombre sabía exactamente de quién estaba hablando. Arqueó
una ceja con un gesto de curiosidad cuando Braden gesticuló
hacia el grupo de leones de pie directamente delante de Noah y
él.

Gage sintió a Noah trepar y envolverse alrededor de su


cuello, hasta quedar sobre su hombro. Las patas de Noah
amasaban sus músculos y la tensión en ellos poco a poco
empezó a drenarse. Después comenzó a ronronear, Gage sabía
que el mayor peligro había pasado, aunque no había visto a
Geraldo todavía.

El público de pronto se separó, dejando al descubierto un


cuerpo tendido en el suelo cubierto de sangre. El negro
esmoquin que Geraldo había usado estaba despedazado, junto
con una buena parte de su cuerpo. En realidad era bastante
desagradable.

—Bueno, eso fue realmente decepcionante. —Braden se


echó a reír.

Braden estaba en lo cierto por lo que a Gage se refería.


Esperaba una gran batalla, tal vez con varios miembros de la
manada de leones, si no todos ellos. Nunca esperó que la
manada atacara al hombre que los había liderado durante casi
un cuarto de siglo.
—Fue casi demasiado fácil. —Gage se rio—. Ni siquiera
necesitamos tocarlo.

—La manada estaba enojada porque Geraldo les escondió


la existencia de Noah durante tanto tiempo —dijo Braden—. Él
es el corazón y el alma de nuestra manada, y lo necesitamos.
Saber que ha estado ahí fuera por su cuenta cuando debería
haber estado aquí con nosotros, bueno... —Se encogió de
hombros y movió su mano hacia el cuerpo de Geraldo— puedes
ver cómo nos sentimos sobre eso.

—¡Lo veo! —Exclamó Gage—. No me gustaría ver lo que


harían si realmente odiaran a alguien.

—Nunca es una buena idea molestar a un grupo de leones.

—Solías ser divertido, amigo —se quejó Dean, sacudiendo


la cabeza mientras se ponía de pie junto a Gage y Noah—. Antes
llamaban, matábamos a alguien, echábamos un polvo. Ahora
estás rescatando gente y caminas alrededor del lindo gatito
blanco como si persiguieras al villano de James Bond.

—Estás más que enojado porque no has encontrado a tu


gatito doméstico. —Gage se echó a reír cuando Noah bajó de un
salto al suelo y cambió de nuevo a su forma humana. Gage
extendió la mano y pasó un brazo alrededor de su cintura,
tirando del hombre envolviéndolo en la curva de su cuerpo. Lo
besó en la parte superior de la cabeza y luego le sonrió más a
Dean cuando el hombre resopló—. Soy el inteligente del grupo.
Me quedé con el gato rey.
Noah sonrió y asintió mientras trataba de evitar revolver
sus ojos cuando otro miembro de la manada le hizo una
reverencia mientras caminaba por el pasillo hacia el despacho
donde Gage estaba trabajando. Necesitaba ver a su compañero
ahora. Eso era más importante que respirar.

Sacudió la cabeza cuando alguien le hizo otra reverencia.


No creía que se acostumbrara nunca a todas las inclinaciones y
reverencias que le rendían los miembros de la manada. Era tan
solo un tipo corriente a pesar de la insistencia de todo el mundo
de que era el rey. Ellos lo veían como una especie de milagro.

Imaginaba que su confusión venía de haber crecido fuera


de la manada. Sabía lo que un rey de sangre real significaba
para esta. Realmente nunca lo entendería. Noah no creía que
nadie debiera estar por encima de la manada, o fuera adorado
con fascinación.

En el mes que había transcurrido desde la muerte de su


tío, Noah había visto cada vez más la adoración que le tenía su
manada. Se manifestaba en el creciente número de
cambiaformas felinos que llegaban y le pedían permiso para
unírseles. Parecía que todo el mundo quería pertenecer a una
que tuviera un gato de sangre real.

La única cosa por la que Noah estaba agradecido era por la


multitud de gente que esperaba para satisfacer cada una de sus
necesidades. No porque quisiera que los sirvientes atendieran
todos sus caprichos, sino porque el lugar era demasiado grande
para limpiarlo él solo.
Cuando quedó claro que Noah era un loco de la limpieza,
la gran propiedad empezó a brillar cuando todo el mundo
intentó con todas sus fuerzas mantenerla limpia y organizada
para complacer a su rey. Él todavía hacía un poquito aquí y allá,
pero eso era sencillamente porque era obsesivo y lo sabía.
También lo ayudaba a calmar sus nervios cuando las cosas se
ponían demasiado raras.

Precious, por el contrario, estaba en el cielo. La maldita


gata estaba siendo tratada como una reina de su propia manada.
Noah estaba seguro de que tendría que ponerle una dieta
bastante pronto si la gente no dejaba de darle a escondidas sus
golosinas. Ella incluso tenía una cama grande y casi siempre
había alguien a su alrededor. Gage estaba en lo cierto. La
estaban convirtiendo en una consentida.

Pero, tal vez él lo estaba también. Los regalos de flores y


alimentos y otros artículos comenzaron a llegar de parte de los
miembros de su manada de cambiaformas y de otras de todo el
mundo, eso lo asombraba. Parecía que todo el mundo quería
darle la bienvenida. Era extraño.

Sonrió y asintió de nuevo cuando otro miembro se inclinó


ante él, entonces aceleró su paso por el pasillo. Los efectos del
calor del apareamiento estaban empezando a golpearlo por
primera vez, y sentía que su piel se iba a caer de su cuerpo.
Únicamente quería llegar a Gage y que el hombre acariciara
cada centímetro de su cuerpo.

Noah iba casi corriendo en el momento en el que abrió la


puerta del despacho de Gage. Vio a éste, Braden, y Dean que
levantaron la vista cuando tropezó y cerró la puerta tras él,
recostándose contra la fresca madera.

—¿Noah, está todo bien? —Le preguntó Gage mientras se


ponía de pie.
Noah se mordió los labios y miró a los otros dos hombres
en la habitación. «¿Cómo puedo decirle que necesito saltar
sobre sus huesos sin ofender a los otros dos hombres?» se
preguntó así mismo. Se apartó de la puerta y dio un par de
pasos más cerca de Gage, la necesidad de que su compañero
rodara a través de su cuerpo le hacía imposible hablar
civilizadamente.

—¿Podrías dedicarme algo de tu tiempo? —preguntó Noah


con esperanza—. ¿En privado?

—Sí, por supuesto —dijo Gage haciendo un gesto a Dean y


Braden—. ¿Podríais disculparnos un momento?

Dean lo miró confundido, sus cejas fruncidas mientras


caminaba hacia la puerta. —¿Gage, terminaremos este discusión
después? Tengo algunas pistas que quiero que veamos.

—Sí, simplemente no hagas nada hasta que hablemos con


Steele. No sé qué pasa con Trent, pero tenemos que
enfrentarnos a esto juntos. Marcus ya viene hacia aquí. Una vez
que localicemos a Steele, tendrá que venir aquí también, y
entonces haremos un plan. ¿De acuerdo?

Dean asintió y salió de la habitación. Braden no lo puso


fácil. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho mientras miraba
alternativamente a Gage y Noah, una sonrisa pícara en sus
labios. Cuando se limitó a seguir mirándolos, sin hacer ningún
movimiento hacia la puerta, el deseo de Noah por Gage se
sobrepuso a su sentido común.

—Braden, lárgate de una puta vez.

—Sí, alteza. —El furioso bufido de Noah tropezó con la risa


divertida de Braden mientras iba hacia la puerta—. Que os
divirtáis, alteza.
Noah gruñó y sacó sus garras. La risa de Braden se oía a
través de la puerta y por el pasillo. No le hizo gracia y decidió
que iba a devolvérsela al hombre de alguna manera. Aunque
echarlo así estaba muy bien por ahora.

—¡Noah! —Gage exclamó, mirándolo como si hubiera


perdido la razón—. ¿Qué diablos te pasa?

Noah llegó a los botones de su camisa y comenzó a acechar


a Gage. Tenía la camisa desabotonada y fuera de sus hombros
para el momento en el que llegó hasta su compañero junto a la
gran mesa de madera. Cuando Noah llegó a la cremallera de sus
pantalones vaqueros, Gage respiró hondo.

—Oh, infiernos, has entrado en celo, ¿no?

El olor de la excitación instantánea de Gage golpeó el aire


como un tifón. Las rodillas de Noah casi se doblan cuando lo
inundó el olor del hombre, el almizcle y la necesidad. Se quitó
rápidamente los zapatos y luego se quitó los vaqueros, hasta que
su cuerpo estuvo desnudo ante su compañero.

Mientras que su cuerpo, naturalmente, se preparaba para


la posesión de Gage cuando olía la excitación del hombre,
cuando estaba en celo, el efecto era diez veces peor. Noah podía
sentir el dolor de su agujero abriéndose, el lubricante natural
calentándolo por dentro.

—Gage —susurró Noah parpadeando sorprendido. Ni


siquiera era él mismo. Parecía más necesitado, y lo estaba, pero
su voz también tenía un tono profundo y sensual. Nunca pensó
que se oiría sonar así, pero se alegraba de que lo hiciera cuando
vio tragar duramente a Gage.

Noah caminó hacia delante hasta que se puso entre éste y


el borde del escritorio y se inclinó hacia atrás y se acostó en el
escritorio, abriendo sus piernas. Vio como Gage acariciaba su
cuerpo ya muy sensible. Los ojos del hombre eran enormes, casi
dominando su rostro.

—Te necesito, compañero.

—¡Santa mierda! —Gage se ahogó cuando se arrancaba su


propia ropa. Tan rápido como se movía, Noah estaba bastante
seguro de que algunas de las prendas de vestir de Gage
terminarían en la basura ya que las destrozaba mientras se las
arrancaba de su cuerpo.

Su respiración se atoró en su garganta cuando Gage dejó


caer la última prenda de ropa al suelo y dio un paso entre las
piernas abiertas. Noah levantó los pies y los colocó en el borde
de la mesa, extendiéndose incluso mucho más.

Sabía lo que quería, y lo quería ahora. Y lo que quería era


la gruesa, dura y goteante polla de Gage. Noah se encorvó hacia
delante estirándose para envolver sus dedos alrededor de la
ancha polla. Sonrió cuando Gage gimió y dejó caer su cabeza
sobre sus hombros.

—Te quiero, Gage, ahora mismo.

—Noah. —Gage volvió a mirar a Noah, sus ojos brillantes


de deseo—. Mantén eso y vas a conseguir más de lo que
esperabas, gatito.

Noah sonrió. —Cuento con ello.

Gage se apoderó de las caderas de Noah con sus manos


mientras empujaba sus caderas hacia delante, empujando su
polla entre los pliegues de Noah. —¿Qué te hace exactamente
este celo tuyo, gatito? ¿Tengo que follarte hasta que no puedas
aguantar más o hasta que te desmayes?

—¿Ambos? —Noah gimió—. O lo uno o lo otro.


—Así sea.

Noah estaba excitado más allá de lo que jamás había


sentido antes. Estaba quemándose solamente por el olor de la
excitación de Gage. Pero la sensación que tuvo cuando lo separó
y luego, lentamente, empezó a hundirse en su culo era más de lo
que el sensible cuerpo de Noah podía manejar.

Gritó, arqueándose en el aire cuando su cuerpo entró en


erupción, cordones de blanca semilla nacarada salían de su
polla. El cuerpo de Noah siguió sin embargo palpitando, aunque
su orgasmo apenas había pasado antes de que lo quisiera otra
vez. La polla de Noah ni siquiera se suavizó, se quedó recta y
dura.

—Maldita sea, bebé, eso es increíble. —Gage sonrió y tiró


de sus caderas hacia atrás hasta que únicamente la cabeza de su
polla permaneció enterrada en el culo de Noah—. Creo que
hemos terminado entonces.

Noah gimió.

—O no.

El grito de alegría de Noah llenó la habitación cuando


Gage lo embistió de nuevo, llenando cada centímetro de su culo.
El cuerpo había dejado de crecer cuando el hombre llegó a los
2.11 metros y 127 kilos. Su polla se había adaptado a su cuerpo,
creciendo varios centímetros, más larga y más gruesa.

El aumento de tamaño aseguraba que Noah sintiera cada


movimiento realizado por Gage, si el hombre se retiraba o se
empujaba lo sentía todo. Cada vez que lo follaba, Noah podía
sentir como su polla golpeaba su punto dulce todo el tiempo.

Con su cuerpo excesivamente sensibilizado por el celo, el


efecto se multiplicaba, su cuerpo era más consciente de cada
movimiento, cada toque. Gage solo lo había golpeado unas
cuantas veces y ya se podía sentir aproximarse otro orgasmo.
Estaría muerto al final del día. Noah lo sabía.

¿Es posible morir a causa de demasiados orgasmos?

—¿Te vas a correr otra vez para mí, bebé?

Noah asintió. Podía ver a Gage mirando como su polla se


deslizaba dentro y fuera de su culo. Su pareja estaba lamiéndose
los labios como si el espectáculo fuera estimulante para él.
Tenía la piel enrojecida y sudorosa mientras golpeaba en su
culo, y al joven le encantaba cada segundo de ello.

El cuerpo de Noah de pronto se tensó, un fuerte grito cayó


de sus labios, cuando otro orgasmo lo barrió. Noah jadeaba
pesadamente mientras su polla se derramaba de nuevo, más
cuerdas de semen aterrizaron en su pecho.

Gage lo miró y sonrió, frotando el semen en su piel. —Eso


fue jodidamente caliente, bebé. ¿Quieres probar un tercero?

«¿Un tercer orgasmo?»

Los ojos de Noah casi se cruzan. ¿Tendría otro? ¿Podría


sobrevivir a otro? El dolor en su todavía dura polla le dijo que
no solo iba a experimentar un tercer orgasmo, sino que tal vez
más después de este. Noah era consciente de que iba a morir de
demasiado placer.

Gage levantó repentinamente a Noah en sus brazos y se


sentó en la silla detrás de él. El joven se quejó mientras la polla
de Gage se deslizaba unos cuantos centímetros más. Su cuerpo
se sentía como si estuviera en llamas. Apenas podía levantar la
cabeza para mirar a su pareja a la cara.

—Qué…
—Vamos a ver si podemos conseguir que te corras
solamente con besos, ¿recuerdas?

Noah gimió.

—Mi polla en tu culo, mis labios en los tuyos.

El cuerpo de Noah se estremeció cuando Gage se inclinó


hacia él. Su aliento entrecortado en su garganta cuando afirmó
sus labios en un profundo y ardiente beso, su alma se derritió
con el beso, lo sintió hasta en sus pies. Sentía como si Gage
estuviera tratando de imprimirse a sí mismo en él.

Cuando la mano de Gage apretó su pelo, inclinándole


ligeramente la cabeza, Noah le devolvió el beso al hombre con
total abandono. Le encantaba la manera en la que lo besaba. Le
encantaba la forma en la que le hacía el amor. Amaba lo feliz
que lo hacía.

Amaba a Gage.

Noah se quejó en la boca de su compañero cuando el


hombre profundizó más. La lengua de Gage acariciaba la suya, y
él sentía como si hubiera lamido un enchufe eléctrico. Sus
sentidos se tambalearon, como si se cortocircuitaran. Noah
empezó a empujar sus caderas contra las Gage, tratando de
conducir la polla del hombre más profundamente en su culo.
Gimió en señal de protesta, cuando de pronto Gage se apoderó
su cintura, manteniéndolo quieto.

—Uh uh, gatito, solo mi polla en tu culo y besos,


¿recuerdas?

Noah iba a morir y luego mataría a Gage. No se quejaba un


momento más tarde, cuando éste volvió a besarlo. El hombre
era una máquina de besar. Su lengua parecía conocer todos los
lugares que tenía que lamer para conseguir que lo nervios de
Noah hormiguearan.
—¡Gage! —gritó Noah cuando el placer lo atravesó
haciendo que su cuerpo estallara en una vorágine de éxtasis. Su
conciencia pareció hundirse, antes volverse más brillante que
nunca, llenando sus sentidos con todo lo que era Gage.

—Mi turno, gatito —dijo Gage con voz áspera. Se puso de


pie y puso de Noah de nuevo en el escritorio, encorvado sobre
él.

Noah levantó las piernas hacia arriba, enganchándolas en


los hombros de Gage, mirando con deleite cuando los ojos de
éste se cerraron por un breve instante y el hombre gimió en voz
alta.

Gage empezó a golpear a Noah, incluso antes de que sus


ojos se abrieran de nuevo. La fuerza de sus largos y profundos
empujes lo desplazaban hacia el borde contrario del escritorio
así que Noah se agarró el borde de la mesa con las manos,
anclándose a sí mismo en el lugar.

Noah no estaba seguro de poder tener otro orgasmo, pero


ya había pensado eso antes. Su pene aún estaba duro y tenía
fugas, y no era capaz de llevar el suficiente aire en sus pulmones
para hablar, o mendigar, si fuera el caso. Gage pareció entender
el pequeño gemido que soltó porque se agachó y agarró su polla.

—¡Oh! —Noah gritó. Arqueando su cuerpo hacia arriba. Su


cabeza golpeó contra la mesa de dura madera, y sus piernas se
apretaron sobre los hombros de Gage.

—Eso es, bebé, siente por todas partes mi polla.

Las sucias palabras de Gage junto con los golpes de su


polla en su culo y la mano acariciando su dura longitud lo
enviaron al abismo. Noah gritó su alegría, cuando el placer
indescriptible se acumuló en su pequeño cuerpo. Ni siquiera le
importaba que probablemente todo el mundo en la mansión lo
estuviera oyendo gritar.

Noah apenas podía mantener los ojos abiertos, pero valía


la pena la lucha por ver el cuerpo de Gage rígido, los músculos
de su cuello se tensaba cuando el hombre encontraba su propia
liberación. Sintió la polla de su pareja ampliarse y espesarse
cuando el nudo se apoderó de su interior. Chorro tras chorro de
caliente semen llenó su culo, abrumándolo.

La polla de Noah trató de enviarlo una vez más al borde al


tiempo que el placer de Gage empapaba su cuerpo, pero fue un
esfuerzo a medias, apenas un chorrito de leche salió disparado.
Aun así, fue suficiente para hacerlo temblar cuando el
agotamiento lo obligó a dejar caer sus piernas de los hombros
del hombre.

Gage gruñó y se inclinó sobre Noah, su pecho agitándose


rápidamente, mientras trataba de tomar aliento. —¿E-esto es lo
que se siente cuando entras en celo?

—No lo sé. Nunca había entrado en celo antes. No ocurre


hasta que nos emparejamos.

Gage asintió, pero de alguna manera, Noah sabía que


aunque no dijera nada, estaba de acuerdo con sus palabras.
Extendió la mano y le acarició la cara. —¿Estás bien?

—Estoy en el cielo, gatito. —Gage sonrió—. Solamente


necesito recuperar el aliento.

—Hum... —Noah susurró cuando sintió que su polla daba


un tirón.

—¿Otra vez?

Noah hizo una mueca y asintió.


—Dulce infierno, bebé, me vas a matar. —Gage se echó a
reír—. Y aquí todo este tiempo pensando que yo era el asesino.

—No —dijo Noah mientras envolvía con sus brazos el


cuello de Gage y amoldaba su cuerpo desnudo y sudoroso más
cerca del hombre—. Eres el maullido del gato.
Stormy Glenn cree que la única cosa que hay más sexi
que un hombre con botas vaqueras, son dos o tres hombres
con ellas. También cree en el amor a primera vista, en los
compañeros del alma, el amor verdadero, y los finales felices.

Stormy vive en la zona noroeste de los EE.UU, con su


magnífico esposo y compañero del alma, seis adolescentes
muy activos, dos cachorros de boxer/collie, un gato viejo y
Biddy su pez.

Por lo general la puedes encontrar abrazada a sus


cachorros en la cama con un libro en su mano o su ordenador
portátil, creando atractivas ideas para sus próximas
historias. Stormy da la bienvenida a los comentarios de los
lectores.

www.stormyglenn.com
Lleu

Dicking

Gaby

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