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Francisco Pizarro

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Francisco Pizarro

Retrato de Pizarro por Paul Cottan (1835)

Adelantado, conquistador y marqués

Años de servicio 1496-1541

Lealtad Imperio español

Condecoraciones Marquesado de los Atavillos


(Marquesado de la Conquista)

Conflictos Conquista del Imperio incaico y Guerras


civiles entre los conquistadores del Perú

Información

Nacimiento 16 de marzo de 14781


Trujillo, Corona de Castilla
Fallecimiento 26 de junio de 1541 (63 años)
Palacio de Gobierno
Ciudad de los Reyes, Nueva Castilla

Firma

Escudo de Francisco Pizarro

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Francisco Pizarro González (Trujillo, 16 de marzo de 1478-Lima, 26 de junio de 1541)1


fue un conquistador español que lideró a comienzos del siglo XVI la expedición que
iniciaría la conquista del Perú.a Posteriormente sería nombrado gobernador de Nueva
Castilla, con sede de gobierno en la Ciudad de los Reyes.
Pizarro integró la expedición que descubrió el Mar del Sur (Océano Pacífico), empresa
liderada por Vasco Núñez de Balboa en 1513. En 1532, tras capturar y ajusticiar al Sapa
Inca Atahualpa, pudo imponerse sobre el Imperio incaico con ayuda de diversos
cacicazgos locales, conquistando el mencionado estado imperial cuyo centro de gobierno
se ubicaba en el actual Cuzco, Perú, además de establecer una dependencia española
sobre él. Obtuvo el título de marqués y sus descendientes tuvieron el título de marqueses
de la Conquista, pero con el nombre de Atavillos,2 siendo este el título utilizado por el
cronista don Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias, capítulo
CXXXII. También fue referido como marqués por Pedro Cieza de León en su
libro Chrónica del Perú. Para sus huestes indígenas era conocido como Apu (‘jefe’, ‘señor’,
‘general’) o Machu Capitán (‘viejo capitán’).3

Índice

 1Infancia y juventud
 2Primeros años en América
 3La conquista del Perú
o 3.1La captura de Atahualpa
o 3.2Guerra civil entre conquistadores
o 3.3Muerte
 4Legado
 5En la ficción
 6Véase también
 7Notas
 8Referencias
 9Enlaces externos

Infancia y juventud[editar]

Casa-Museo de Francisco Pizarro en Trujillo (España)

Francisco Pizarro nació en la ciudad extremeña de Trujillo. Existen dudas acerca de la


fecha exacta de su nacimiento puesto que, si para unos historiadores fue el 16 de marzo
de 1476, para otros fue la misma fecha, pero del año 1478.1 Algunos historiadores llegan a
hablar de 1473.
Fue hijo con señorío de naturaleza española del hidalgo Gonzalo Pizarro Rodríguez de
Aguilar (ca.1446-1522), llamado el largo o el romano, importante personaje de la época
con gran influencia que participó en las campañas de Italia bajo el mando de Gonzalo
Fernández de Córdoba, y de Francisca González Mateos, dama de recámara noble de
Beatriz Pizarro, la tía de Gonzalo, devota del convento de San Francisco el Real (junto a la
Puerta de la Coria). Pizarro era pariente lejano de Hernán Cortés, quien conquistó el
imperio azteca.4
A la edad de veinte años se alistó en los tercios españoles que, a las órdenes de Gonzalo
Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, luchaban en las conocidas como campañas de
Nápoles contra los franceses. Según López de Gómara, habría servido bajo las órdenes
de este, siempre como soldado, en el sur de la península, Calabria y Sicilia. Viajó a Sevilla,
donde permanecerá hasta su marcha a América.

Primeros años en América[editar]

Ruta del viaje de Núñez de Balboa y Francisco Pizarro para el descubrimiento del Mar del Sur en
1513.

En 1502 llegó a América en la expedición de Nicolás de Ovando, el nuevo gobernador


de La Española. De sus primeros años en América se sabe muy poco. Probablemente
pasó un tiempo en la isla de La Española.5 Se crearon dos nuevas gobernaciones en las
tierras comprendidas entre los cabos de la Vela (Colombia) y de Gracias a Dios (en la
frontera entre Honduras y Nicaragua). Se tomó el golfo de Urabá como límite de ambas
gobernaciones: gobernación de Nueva Andalucía y Urabá al este, gobernada por Alonso
de Ojeda, y la de Veragua al oeste, gobernada por Diego de Nicuesa.
Descubrimiento del Mar del Sur (Océano Pacífico)
En 1509 hubo una expedición comandada por el bachiller y acalde mayor de Nueva
Andalucía Martín Fernández de Enciso, que salió a socorrer a su superior jerárquico, el
gobernador Alonso de Ojeda. Ojeda, junto con setenta hombres, había fundado el poblado
de San Sebastián de Urabá en Nueva Andalucía, lugar donde después se levantaría la
ciudad de Cartagena de Indias; sin embargo, cerca del establecimiento existían muchos
indígenas belicosos que usaban armas venenosas, y Ojeda había sido herido en una
pierna. Poco después, Ojeda se retiró en un barco a La Española, dejando el
establecimiento a cargo de Francisco Pizarro, que en ese momento no era más que un
soldado en espera de que llegara la expedición de Enciso. Ojeda pidió a Pizarro que se
mantuviera con unos pocos hombres por cincuenta días en el poblado, o que de lo
contrario usara todos los medios para regresar a La Española. Hombre de fuerte carácter y
poco dispuesto a la actividad sedentaria, participó en la expedición de Alonso de
Ojeda que exploró América Central y Colombia (1510), y luego en la de Vasco Núñez de
Balboa que culminó en el descubrimiento del Mar del Sur (más adelante conocido como
océano Pacífico) en 1513.
En enero de 1519, Francisco Pizarro arrestó a Vasco Núñez de Balboa por orden de Pedro
Arias de Ávila, gobernador de Castilla de Oro. De 1519 a 1523 fue encomendero y alcalde
de Panamá. Existen discrepancias sobre el estado de la fortuna de Pizarro durante su
estancia en Panamá. Al respecto, Horacio Urteaga afirmó que:
Este es el único cronista que asegura que la situación económica de Pizarro y Almagro era holgada.
Quintana y Mendiburu, que mucho averiguaron sobre la vida de los conquistadores, aseguran que
Pizarro era uno de los moradores de Panamá menos acaudalados, y cuando llegó el caso de la
famosa contrata para descubrir el Perú, ambos socios no pudieron poner otra cosa que su industria
personal y su experiencia.

Los socios de la conquista


En 1524 Pizarro se asoció con Diego de Almagro y Hernando de Luque, un hombre
influyente, cura de Panamá, para conquistar «Birú» o «El Birú» (el Imperio inca del Perú),
del que tenían vagas noticias, repartiéndose las responsabilidades de la expedición.
Pizarro la capitanearía, Almagro se encargaría de la intendencia y Luque estaría al cargo
de las finanzas y de la provisión de ayuda. Existen noticias de un cuarto asociado, el
licenciado Espinosa, que no quiso figurar oficialmente y que habría sido el financiador
principal de las expediciones hacia el Perú.
Trece de la Fama
Artículo principal: Trece de la Fama

Los trece de la isla del Gallo, pintura de Juan Lepiani (1902)

A finales de septiembre de 1526, cuando habían transcurrido dos años de viajes hacia el
sur afrontando toda clase de inclemencias y calamidades, llegaron extenuados a la isla del
Gallo, en la bahía de Tumaco, actual sur de Colombia en la costa del Pacífico. El
descontento entre los soldados era muy grande; llevaban varios años pasando
calamidades sin conseguir ningún resultado. Pizarro intenta convencer a sus hombres para
que sigan adelante; sin embargo, la mayoría de sus huestes quiere desertar y regresar. Allí
se produce la acción extrema de Pizarro, de trazar una raya en el suelo de la isla
obligando a decidir a sus hombres entre seguir o no en la expedición descubridora. Tan
solo cruzaron la línea trece hombres. Los Trece de la Fama, o los Trece caballeros de la
isla del Gallo, fueron: Bartolomé Ruiz, Pedro Alcón, Alonso Briceño, Pedro de Candia,
Antonio Carrión, Francisco de Cuéllar, García Jerén, Alonso de Molina, Martín Paz,
Cristóbal de Peralta, Nicolás de Rivera (el viejo), Domingo de Soraluce y Juan de la Torre.
Sobre la escena que se vivió en la isla del Gallo, luego de que Juan Tafur le transmitiera la
orden del gobernador Pedro de los Ríos, nos la cuenta el historiador José Antonio del
Busto:
El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella desnuda
hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se
limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la
arena:
Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere
buen castellano lo que más bien le estuviere.
Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe, pero pasados los primeros instantes de la
duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas de los valientes, que en
número de trece, pasaron la raya. Pizarro, cuando los vio cruzar la línea, no poco se alegró, dando
gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón la quedada. Sus nombres
han quedado en la Historia.
José Antonio del Busto

Pizarro y los Trece de la Fama esperaron refuerzos cinco meses en la isla del Gallo, los
cuales llegaron de Panamá enviados por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al
mando de Bartolomé Ruiz. El navío encontró a Pizarro y los suyos en la isla de la
Gorgona, hambrientos y acosados por los indios. Ese mismo día, Pizarro ordenó zarpar
hacia el sur. Pizarro no fue ni el primero ni el único que intentó la conquista del Perú. Dos
años antes, en 1522, Pascual de Andagoya intentó la aventura: su expedición terminó en
un estrepitoso fracaso. Sin embargo, las noticias de la existencia de «Birú» y de sus
enormes riquezas en oro y plata influyeron sin duda en el ánimo de los asociados y
pudieron haber sido decisivas en la toma de decisión para acometer la empresa.

La conquista del Perú[editar]

Llegada de Pizarro a Perú

Con la Capitulación de Toledo de 1529, firmada por Isabel de Portugal con la autoridad del
rey Carlos I, se concedieron los derechos de dominio sobre la zona de Perú explorada
hasta ese entonces. El territorio que correspondía a Pizarro iba desde el río de Santiago
(río de Tempula o Cayapas) en el norte de Ecuador, hasta el Cuzco.6 En 1532 Pizarro
zarpó desde la ciudad de Panamá con 180 soldados, desembarcando cerca de Tumbes,
en lo que ahora es la frontera norte del Perú; entonces formaba parte del Imperio
inca llamado Tahuantinsuyo, que se extendía desde Colombia hasta Chile con una
población aproximada de 12 millones de personas.
Los incas tenían una leyenda sobre que un día el dios Viracocha regresaría desde la tierra
del sol poniente, una deidad que según ellos vestía de oro y plata, con barba blanca y ojos
verdes, y que se había ido a través del océano Pacífico para volver en tiempos de gran
necesidad. Los nativos norteños vieron la llegada de los españoles que tenían
características semejantes a las de Viracocha, narradas en su leyenda. Los indios tayanes
le comunicaron a Atahualpa que los españoles eran dioses, dada su piel blanca, sus
barbas, sus brillantes armaduras y que habían venido en grandes naves desde el océano
Pacífico.7
Atahualpa creyó el origen mitológico de los conquistadores y lo tomó como buen presagio
en ánimos de acabar con la guerra civil en que estaba sumido el Tahuantinsuyo por la
sucesión del emperador Inca Huayna Cápac, muerto por viruela. Los príncipes Huáscar y
Atahualpa luchaban por la toma del Cuzco (capital del imperio).
La captura de Atahualpa[editar]

Atahualpa

Imperio inca

Fue invitado por Atahualpa a encontrarse en la fortaleza inca de Cajamarca, por intermedio
de un emisario muy allegado a él. El emisario se encontró con los españoles en Cajas y
además de llevarle regalos (patos desollados, vasijas en forma de fortaleza, etc.) midió las
fuerzas de los españoles y lo invitó a continuar su marcha por el valle del Chancay, cerca
del pueblo de Chongoyape hasta Cajamarca para entrevistarse con Atahualpa. Pizarro
aceptó y le envió una fina camisa de Holanda y dos copas de vidrio al Inca como regalo.
Así, se adentró en territorio inca con 168 soldados y 37 caballos, y se dirigió a Cajamarca.
Los españoles, al llegar a los núcleos incas, vieron que se trataba de una civilización
avanzada, con sistemas de irrigación, una rica cultura y un ejército poderoso. Al llegar a la
fortaleza de Cajamarca la encontraron casi vacía, y la exploraron inquietos temiendo una
emboscada. Sin embargo, Atahualpa se encontraba en un manantial cercano con su
hermana sin preocuparse en absoluto por la presencia de los españoles. Pizarro deseaba
hablar con Atahualpa, por lo que envió emisarios. El encuentro que tuvo lugar entre el rey
y los enviados de Pizarro fue muy tenso. Atahualpa y sus hombres vistieron sus mejores
galas en el recibimiento y tenía una pose muy seria. Los incas nunca habían visto caballos,
de modo que los españoles decidieron permanecer en sus monturas y encabritarlos y
hacerlos relinchar en presencia del monarca inca. Atahualpa respondió bebiendo del
cráneo de un prisionero ejecutado. Posteriormente, ofreció copas de oro a los españoles,
de las que ellos bebieron. Finalmente, prometió ir a Cajamarca al día siguiente a
entrevistarse con Pizarro.6
Los exploradores habían contado al menos 30 000 guerreros incas, por lo que iniciar una
conquista militar sería imposible. La noche del 16 de noviembre de 1532 los españoles
rezaron pensando que sería la última vez. A la mañana siguiente los españoles se
prepararon para la batalla y se escondieron en un patio a esperar. Posteriormente, vinieron
miles de soldados incas desarmados y los rodearon. Luego, vino un desfile de cientos de
sirvientes limpiando el camino para el paso del rey Atahualpa, que iba subido en un trono
de oro rodeado de sus líderes. Entonces el capellán de los españoles se acercó al trono
con una cruz y una biblia, y pidió al rey que se retractara de sus creencias paganas y
aceptara el bautismo y la autoridad del rey de España Carlos I. Atahualpa tomó la Biblia, la
examinó sin entender nada de lo que ponía y la arrojó al suelo, lo que fue interpretado
como una blasfemia por los españoles y Pizarro ordenó abrir fuego. Los españoles
posteriormente sacaron sus espadas, iniciaron una matanza y tomaron prisionero a
Atahualpa (16 de noviembre de 1532).

Pintura que representa a Pizarro capturando a Atahualpa.

Cuarto del rescate de Atahualpa en Cajamarca. Los incas lo llenaron una vez de oro y dos de plata.
El botín fue entregado a Pizarro.
Ejecución de Atahualpa, según grabado del siglo XIX.

Fue confinado en una sala de Cajamarca con sus tres esposas y se le dejaba seguir
conduciendo sus asuntos de gobierno. Pizarro, además, hizo que el inca Atahualpa
aprendiera el idioma español y le hizo aprender a leer y a escribir. De esta forma, fue
posible comunicarse con el rey inca, que le informaba de sitios donde había oro. Además,
jugaba partidas de juegos de mesa con el rey indígena. Pizarro emprendía con sus
hombres exploraciones en busca del preciado metal. En una de ellas llegaron a
encontrarse con la fortaleza de Sacsayhuamán, donde grupos de incas se resistían a los
españoles. Los españoles atacaron la fortaleza y la conquistaron. En sus expediciones los
españoles encontraron desiertos, salinas e incluso hacia el Este, exploraron en la selva del
Amazonas.
Para crear un vínculo más cercano, Atahualpa ofreció a Pizarro a su hermana favorita en
matrimonio. Quispe Sisa (Inés Huaylas Yupanqui) era hija del emperador inca Huayna
Cápac. El conquistador la hizo bautizar como Inés Huaylas y tuvo dos hijos con ella: una
primera hija a la que llamó como su padre, Francisca Pizarro Yupanqui, y Gonzalo, que
murió joven.
Pizarro mantuvo una estrecha alianza con la nobleza del Cuzco, partidaria de Huáscar, lo
que le permitió completar la conquista del Perú. Tras nombrar inca a Túpac Hualpa, un
hermano de Atahualpa, marchó al Cuzco (capital del Imperio inca), que ocupó en
noviembre de 1533. Su hermano Juan fue nombrado regidor de la ciudad.
Atahualpa propuso a Pizarro llenar la habitación donde se encontraba preso, el conocido
como Cuarto del Rescate, dos veces, una con oro y otra con plata a cambio de su libertad,
lo que Pizarro aceptó. Los súbditos trajeron oro en llamas durante tres meses hacia
Cajamarca de todas las partes del reino para salvar su vida. Finalmente lograron reunirse
84 toneladas de oro y 164 de plata.8
Francisco Pizarro ordenó la ejecución de Atahualpa, mientras estuvo prisionero. A pesar
de haber recibido el rescate más alto de la historia, lo mandó ajusticiar la noche del 26 de
julio de 1533 por los delitos de sublevación, poligamia, adoración de falsos ídolos y por
haber ordenado ejecutar a Huáscar. Además, se creía que había mandado un ejército para
luchar contra los españoles desde el sur hacia el norte comandado por el general
Calcuchimac. Se le ofreció ser quemado vivo o convertirse al cristianismo y ser
estrangulado, y eligió el estrangulamiento. Fue estrangulado en el poste, después de que
el sacerdote lo bautizara dándole el nombre cristiano de Francisco.6 Esa noche miles de
súbditos de Atahualpa se suicidaron para seguir a su señor al otro mundo.6
El 18 de enero de 1535 fundó en la costa la Ciudad de los Reyes, pronto conocida
como Lima, y Trujillo, con lo que se inició la colonización efectiva de los territorios
conquistados. Mientras tanto, su hermano Hernando, que había partido a España para
entregar el Quinto del Rey a la corona, regresó portando el título de marqués para su
hermano Francisco, y el de adelantado para Almagro, al cual se le habían concedido
200 leguas al sur del territorio atribuido a Pizarro.
Guerra civil entre conquistadores[editar]
Artículo principal: Guerras civiles entre los conquistadores del Perú
Diego de Almagro, considerando que el Cuzco estaba dentro de su jurisdicción destituyó
a Juan Pizarro y lo encarceló junto a su hermano Gonzalo. Francisco acudió desde Lima y
firmó un acuerdo con Almagro en Cuzco, tras lo cual Almagro partió para Chile. A la vuelta
de su infructuosa expedición, Almagro trata de ocupar de nuevo el Cuzco, el cual,
defendido por su regidor Hernando Pizarro, estaba resistiendo un largo cerco por parte de
los incas sublevados al mando de Manco Inca, que había conseguido huir de los
españoles.
Mientras tanto Pizarro en Lima sufrió también el cerco de dicha ciudad por parte de Quizu
Yupanqui, general y pariente de Manco Inca, quien tras estar a punto de tomar la capital
pereció en la batalla. La victoria de Pizarro en Lima se debió a su estratégica alianza con
los señores étnicos enemigos de los incas. En este caso en particular destacó la alianza
con la cacique de Huaylas. Estos acudieron a Lima con cinco mil hombres, quienes
pelearon junto a los españoles en la defensa de Lima frente al cerco y ataque de Quizu
Yupanqui. Tras la llegada de Almagro al Cuzco, Manco Inca levantó el cerco, lo que
aprovechó Almagro para encarcelar a Hernando y Gonzalo Pizarro. Tras derrotar al
lugarteniente de Pizarro, Alonso de Alvarado, en la Rota de Abanday, llega a un nuevo
acuerdo con Pizarro en Mala (1537), por el que Hernando es puesto en libertad.
La paz fue corta y ambos bandos volvieron a enfrentarse en la batalla de las
Salinas (1538), cerca de Cuzco. Los almagristas fueron derrotados y Diego de Almagro
encarcelado, tiempo después fue condenado a muerte y ejecutado por Hernando Pizarro
sin la autoría de su hermano Francisco, en la Plaza Mayor de Cuzco (8 de julio de 1538).
Tras la muerte de Almagro, Pizarro se dedicó a consolidar la colonia y a fomentar las
actividades colonizadoras (envía a su hermano Gonzalo a Quito y a Pedro de Valdivia a
Chile)
Muerte[editar]
Asesinato de Francisco Pizarro a manos de los almagristas, según un grabado del siglo XIX. Una
versión muy extendida atribuye a Rada la estocada mortal en la garganta que acabó con la vida del
marqués gobernador.

Los partidarios de Almagro se agruparon en torno a su hijo Almagro el Mozo, con el fin de
acabar con el gobierno de Pizarro amenazando con matarlo. Los doce almagristas,
comandados por Juan de Rada iniciaron un complot con el que se abastecieron de armas.
La mañana del domingo 26 de junio de 1541, enterado de que su vida corría peligro,
Pizarro no salió a la misa dominical de la Catedral y la oyó en su casa. Luego de la misa,
los almagristas lo buscaron en la catedral, y después cruzaron la plaza en dirección al
palacio del Marqués Gobernador gritando: "Viva el Rey, muera el tirano". Pizarro, quien se
encontraba almorzando con un grupo de amigos, logró ser advertido con poco tiempo de
que el grupo estaba a las puertas de su residencia, por lo que dejó el comedor y pasó a
armarse a su dormitorio. Cuando regresó al comedor, sus invitados ya habían huido y solo
quedaban su medio hermano, Francisco Martín de Alcántara, Gómez de Luna y los pajes
Tordoya y Vargas.
El historiador José Antonio del Busto relata la escena del asesinato de Pizarro:
Los asesinos, a cuyo frente venía Juan de Rada, subieron la escalera y hallaron en su puerta abierta
a Francisco de Chaves, quien tenía la orden de mantenerla cerrada. Suprimiendo todo diálogo, lo
mataron de una estocada y penetraron al comedor. El viejo Marqués, que por terminar de
abrocharse las coracinas había tornado a su dormitorio, salió al encuentro de los intrusos con la
espada desenvainada, reuniéndose con sus cuatro leales compañeros y dirigiéndose de modo
particular a su hermano para decirle: ¡A ellos, hermano, que nosotros nos bastamos para estos
traidores! Los doce almagristas se limitaron a mantenerse en guardia, gritándole con ira y odio:
¡Traidor!
La lucha se entabló sin ninguna ventaja para los de Chile. Al tiempo que luchaba, Pizarro enrostraba
a sus atacantes. Había tomado el primer puesto en la pelea y tanto era su brío que no había
adversario que se atreviera a propasar la puerta. En eso cayó Francisco Martín con una estocada en
el pecho, también los dos pajes y Gómez de Luna. Solo se puso entonces a defender el umbral,
desesperando a sus contrincantes que, acobardados, pedían lanzas para matarlo de lejos. No se
retrajo por ello el Marqués, antes bien, pretendiendo desanimar a sus enemigos, siguió combatiendo
con más intensidad que antes. Tan animoso se mostró, que Juan de Rada entendió que así no lo
vencerían nunca y, recurriendo a un ardid traicionero, tomó a uno de los suyos apellidado Narváez y
lo empujó hacia Pizarro; el Marqués lo recibió con su espada, pero el peso del cuerpo lo hizo
retroceder, aprovechando entonces los almagristas para penetrar el umbral a la carrera y rodearlo.
Pizarro continuó la lucha, ya no atacaba, se defendía. El anillo de asesinos giró con frenesí de odio,
luego se cerró con intención de muerte. Cuando el anillo se abrió, el Marqués estaba lleno de
heridas, una de ellas en el cuello. Pizarro, caído sobre el brazo derecho, tenía el codo lastimado; sus
ropas estaban manchadas de sangre, ésta le emanaba a borbotones, pero sin mostrar flaqueza ni
falta de ánimo, trató de levantarse para seguir luchando. Sin embargo, las fuerzas no le ayudaron y,
todavía consciente, se desplomó sobre el piso ensangrentado.
Sintiendo las ansias de la muerte, se llevó la mano diestra a la garganta y, mojando sus dedos en la
sangre, hizo la cruz con ellos; luego balbuceó el nombre de Cristo e inclinó la cabeza para darle un
beso a la cruz... Entonces uno de los asesinos le dio una estocada en el cuello, otro quiso ultimarlo
y, tomando una alcarraza, se la quebró en el rostro. El Marqués se desplomó pesadamente y quedó
quieto en el suelo. Así, mientras los asesinos salían gritando: ¡Viva el Rey, muerto el tirano!, y los
rezagados bajaban fatigados la escalera comentando ¡cómo era valiente hombre el marqués!, arriba
—con el rostro hundido en su sangre guerrera— yacía el Conquistador del Perú.

Análisis forense de sus huesos

Tumba de Francisco Pizarro en una capilla ubicada en la nave derecha de la catedral de Lima.
Epitafio:Aquí yace el [Marquez] Gobernador Don Francisco Pizarro. Conquistador del Perú y
fundador de Lima. Nació en Trujillo de Extremadura, España en 1478 y murió en Lima el 26 de junio
de 1541. El cabildo Metropolitano trasladó aquí sus restos el 18 de enero de 1985. Al cumplirse el
450 aniversario de la fundación de la Ciudad. Dios lo tenga en su gloria. Amén

Sus huesos, que yacen en la catedral de Lima, fueron estudiados por el antropólogo
forense Edwin Greenwich Centeno en 2007, quien llegó a la conclusión de que Pizarro
murió con al menos veinte heridas de espada; cuenta con detalle la sucesión de hechos
según las huellas de las armas dejadas en los huesos. Greenwich afirma que por las
evidencias «Pizarro se defendió bravamente» ya que recibió una estocada que indica el
vaciado del ojo izquierdo y otro corte recto en el pómulo derecho. También le cercenaron
de tajo parte del hueso de un codo. También existen cortes en la sexta vértebra torácica,
en el pecho, en la primera lumbar y en el estómago.9
Entre las heridas más graves se encuentran dos que fueron mortales de necesidad: en la
zona de la garganta, entre la cuarta y quinta vértebra cervical. Se ve la impronta de una
espada, que entra, corta y fractura el hueso. Mientras que la otra lesión perimórtem o post
mortem, es un intento de decapitamiento que se ubica en la primera vértebra cervical, el
corte vino desde el lado derecho y se acercó a una arteria que lleva sangre al cerebro.
Finalmente, las fracturas en el cráneo, que son del cántaro con el que le golpearon al
final.9
Estado de salud en el día de su muerte
Murió pasados los sesenta años de edad, un sobreviviente para su época; de complexión
robusta, sobrepasaba 1,74 m de estatura, sufría de artrosis y artritis, con problemas en sus
articulaciones. Tenía hernias discales. Sufría dolor y caminaba con dificultad. Ya no podía
cabalgar y no comía carne. Tenía crecimientos óseos por los talones, lo que indica que
caminó mucho en su vida.9

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