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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
TESIS DE GRADO
Datos de la alumna:
Alumna: Daiana Garay
L.U: 38.258.6860
Mail: daianagaray@yahoo.com.ar
Datos de la tutora:
Tutora: Gabriela Perrotta
DNI: 18.383.207
Año 2018
Índice
I. Introducción…………………………………………………………………… 3
III. Objetivos……………………………………………………………………... 4
IV. Metodología………………………………………………………………….. 5
Reflexiones finales……………………………………………………………….. 23
Referencias bibliográficas……………………………………………………… 26
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I. Introducción
3
II. Planteo del problema
III. Objetivos
Objetivo general:
Objetivos específicos:
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IV. Metodología
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Se emplea el uso de la ‘’x’’ con el objetivo de incorporar una perspectiva de género
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V. Resumen del Marco teórico
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de los cuerpos, del género como resultado de actos performativos y su crítica a
nociones esencialistas y argumentos biologicistas.
Se retomarán los aportes de Preciado (2010) sobre los inicios de los movimientos
Queer.
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que se constituya el cuerpo como tal. Es decir que no se encuentra presente desde
un principio, sino que es algo secundario producto de procesos complejos.
Lacan retoma los desarrollos freudianos sobre la construcción del cuerpo en el texto
“El estadio del espejo como formador de la función del yo (je)” (1984). Introduce el
tema de la constitución del cuerpo a partir de una identificación, mediante el cual lxs
niñxs en un momento aún de incapacidad motriz, asumen una imagen unificada de
sí mismxs que es devuelta por un otro. En el seminario 1 (1984) introduce su teoría
de los esquemas ópticos, mediante el cual comprende la constitución subjetiva en
relación a los otros semejantes basado en un sostén simbólico.
Los primeros aportes sobre las teorías Queer, se considera que los realizó Judith
Butler con la introducción de su libro El género en disputa (1990). La filósofa
propone pensar al cuerpo y al género como una construcción para alejarlo de la
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concepción del mismo como algo pasivo sobre el cual se inscriben significados
culturales.
Uno de los conceptos claves que introduce es el de performatividad, con el cual da
cuenta de cómo se materializa el género en los cuerpos; entendiendo por esto a una
repetición de actos y rituales que alcanzan su naturalización en un contexto social.
Así rompe con un argumento esencialista del género, e introduce el papel de los
discursos y prácticas legitimadas. Considera también que al ser una iteración de
actos nunca es completa, sino que necesita dicha repetición a través del tiempo.
Otro de los conceptos que introduce es la matriz heterosexual. Comprende por la
misma al contexto en el cual lxs sujetos se constituyen subjetivamente. Dicha matriz
posibilita la clasificación en género femenino y masculino, mediante el cual delimita
una frontera e inculca una norma. La existencia de dicha matriz se vuelve plausible
gracias a que existe una zona de abyección, una zona de identidades disidentes
rechazadas por la heteronorma.
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VII. Definición de conceptos en torno a la sexualidad humana
Una primer diferencia que habría que delimitar es el de sexo y género. Mientras
podemos hacer alusión a que el sexo da cuenta de las características biológicas y
anatómicas de los seres humanos (macho y hembra), el género es una
construcción social mediante la cual se adscriben diferentes roles y formas de
expresión en el mundo.
Si consideramos que el género es una construcción social, podemos agregar que
es producto de un proceso de construcción histórico-social que varía con el
tiempo. La clasificación de lxs sujetos a partir de sus deseos y prácticas sexuales
es un efecto de prácticas y discursos que prevalecen en una sociedad
determinada en un momento determinado. La misma se encuentra organizada a
partir de un sistema de clasificación binario que diferencia los géneros femenino y
masculino, los cuales se nos presentan como categorías universales y
cristalizadas. Al dar cuenta que esto es producto de una construcción social,
podemos demostrar que no fue siempre así.
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Podemos ubicar que con la entrada al capitalismo hace su aparición la noción de
anti-natural, y los placeres se orientarán hacia una función social: la reproducción
y el matrimonio (Fernández, 2009). Se establece un pasaje a la heterosexualidad
que tiene su lugar con la entrada a la era cristiana. La sexualidad se tiñe de juicios
eclesiásticos y las prácticas sexuales se reordenan ante dichas exigencias
sociales.
Por otro lado entendemos por identidad de género a la percepción que cada
persona tiene de su género. La ley de identidad de género de nuestro país define
a la misma como: ‘’la vivencia interna e individual del género tal como cada
persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al
momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (…) También
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incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los
modales. ’’
De dicha definición podemos destacar dos cosas: la asignación de género, y la
expresión de género. Por la primera comprendemos que a partir del nacimiento se
les asigna un género a lxs individuxs a partir de su órganos genitales, lo cual
inscribe una primer marca a partir de la cual se determinará la posterior educación
y asignación de roles.
Por otro lado nos encontramos con las expresiones de género. La ley menciona la
vestimenta, el modo de hablar y los modales. Entendemos por la misma a la forma
en que se expresan las personas.
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VIII. Psicoanálisis, constitución subjetiva y sexuación.
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biológica, si no que es algo que viene del exterior. Gracias a las identificaciones
imaginarias se conseguirá una ‘’forma ortopédica’’, que cumpla el objetivo de
corregir dichas deformaciones y otorgar una fantasía de totalidad al individuo. El
yo se constituye sobre la base de una identificación con la imagen del semejante,
es decir que el yo es otro, ‘’no es en el sí mismo de su organismo donde el sujeto
se representa y se reconoce como un cuerpo entero y unificado, si no que es algo
que le viene desde afuera’’ (Mazzuca, Schetjman, 2013 : 317).
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conceptualización, se desprende que el yo no es biológico, es decir no es con lo
que uno nace, sino que es producto de identificaciones.
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al temor de la castración, las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas
por identificación.
Los efectos del complejo de castración son diferentes en la niña. En primer lugar
ella no teme la pérdida del pene, pero reacciona por no haberlo recibido (Freud,
1938). Freud afirma que la niña tiene deseo de convertirse en un varón: en un
comienzo su clítoris se comporta como un pene, y la misma mantendrá la
expectativa de que luego crecerá, o que explicará que en algún momento lo tuvo y
lo perdió por castración.
La niña acepta la castración como un hecho ya ocurrido a diferencia del niño que
tiene miedo a la posibilidad del mismo, por lo cual Freud señala dos posibilidades:
por un lado la niña no abandona dicho deseo y desemboca en una
homosexualidad manifiesta, o bien abandona la identificación a la madre por no
poder perdonar que no la haya dotado de dicho miembro. De este modo la resigna
como objeto de amor y la sustituye por otra persona: el padre. Se colocará así del
lado de la madre queriendo sustituirla y odiándola por no haberla provisto del
genital masculino, desembocando en el deseo de recibir como regalo un hijo del
padre. Vislumbramos que a diferencia del varón, la niña es forzada al complejo de
Edipo por su falta de pene. Es así que el encuentro con la castración le permite la
salida de la fase ‘’masculina’’ (Schetjman, 2013). En este camino el clítoris pierde
su condición de zona rectora y se abandona la masturbación pasando de la
actividad a la pasividad: es así el camino mediante el cual la niña deviene mujer.
Freud destacará que a partir de eso habrá tres salidas posibles: ‘’una lleva a la
inhibición sexual o a la neurosis; la siguiente, a la alteración del carácter en el
sentido de un complejo de masculinidad, y la tercera, en fin, a la feminidad normal’’
(Freud, 1933: 113)
Encontramos que hay una diferencia fundamental entre el niño y la niña: esta
última poseedora de dos organos genésicos, (vagina y clítoris) desarrollará su vida
sexual en dos etapas. La primera en torno al clítoris, que es caracterizada como
masculino, y la segundo en torno a la vagina que es de carácter femenino.
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3. La sexualidad en Freud
Freud refiere que el objeto de la pulsión es aquello por lo cual la pulsión puede
alcanzar su meta, la cual no es necesariamente un objeto ajeno, sino que puede
ser una parte del propio cuerpo. La meta a la que se dirigen carece de objeto,
eventualmente va cambiando. De esto se desprende que no hay correspondencia
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entre el sexo y un objeto determinado, si no que cada individuo encontrará
diferentes formas de satisfacción.
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IX. Estudios de género y Teorías Queer
Según los aportes de Preciado (2010) las Teorías Queer emergen como una
posición crítica frente a los efectos normalizadores y disciplinarios de las
formaciones de identidad de género. Las mismas luchan contra la homofobia y
buscan visibilizar las sexualidades disidentes, criticando a los argumentos que
derivan de nociones esencialistas que concluyen por definir tanto a la mujer como
al hombre, a partir de diferencias anatómicas. La filósofa considera que no hay
‘’diferencia sexual’’ sino, la existencia de diversidad de prácticas e identidades
sexuales. Dichas teorizaciones apuntan a romper con la cristalización de
concepciones fijas acerca de la sexualidad y la normalidad, abogando por la
igualdad de derechos.
En cuanto al concepto Queer, Butler afirma que: ‘’el termino queer operó como
una práctica lingüística cuyo propósito fue avergonzar al sujeto que nombra, o
antes bien, producir un sujeto a través de esa interpelación humillante. La palabra
queer adquiere su fuerza precisamente de la invocación repetida que terminó
vinculándola con la acusación, la patologización y el insulto’’ (Butler, 2002: 318). El
término queer incluye a aquellxs sujetos que no se encuentran dentro de ‘’la
norma’’ dictada por la heteronormatividad, generando un empoderamiento con la
apropiación de dicho término, y produciendo un efecto inverso ofendiendo a
aquellxs que lxs nombran.
Mirta La Tessa (2012) realiza un recorrido histórico en el que demarca que los
estudios de género se desarrollan en un marco que tenía como objetivo separar el
género del sexo, en el cual se puede ubicar como uno de los primeros autores a
Stoller, quien en 1968 escribió un texto llamado “Sex and Gender”. Con el
posmodernismo, originado luego de la segunda guerra mundial, se produce un
cambio paradigmático dentro de los pensamientos de las ciencias sociales y el
arte que cuestionan los modos de racionalidad de la modernidad, el pensamiento
universal, el patriarcado y la norma heterosexual. Llevando a cabo así, nuevas
investigaciones y conceptualizaciones acerca de las nuevas disposiciones dentro
de la institución familiar: familias monoparentales, adopción por parejas de
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homosexuales, legalización de parejas no heterosexuales, nuevas formas de
reproducción, entre otras. Uno de los focos de interés dentro de las teorías Queer
y de género, es el debate sobre la construcción de la diferencia de los sexos.
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el contexto de un cuerpo, entendido, hasta cierto punto, como una duración
temporal sostenida culturalmente (…) lo que consideramos una esencia interna del
género se construye a través de un conjunto sostenido de actos, postulados por
medio de la estilización del cuerpo basada en el género. De esta forma se
demuestra que lo que hemos tomado como un rasgo ‘’interno’’ de nosotros
mismos es algo que anticipamos y producimos a través de ciertos actos
corporales, en un extremo, un efecto alucinatorio de gestos naturalizados’’ (Butler,
2012: 17). En otras palabras, el género como producto de un acto performativo se
consolida a partir del accionar cotidiano, es un hacer; no hay nada contenido en el
cuerpo sexuado. A propósito de esto la filósofa (1998) refiere que el género no es
un hecho, los diversos actos de género crean la idea del género, y sin esos actos,
no habría género en absoluto.
Para demostrar que la realidad no es tan rígida como la conocemos, apela al caso
del travestismo como ejemplo para demostrar el carácter de las imitaciones y
actuaciones culturales. Considera a esta posición como subversiva, ya que el
género no ‘’coincide’’ con el sexo anatómico. Lo que quiere demostrar en este
caso, es que el género es tan real como aquellos otros géneros que cumplen con
las expectativas sociales a partir de sus actos performativos. ‘’En vez de la ley de
coherencia heterosexual vemos el sexo y el género desnaturalizados mediante
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una actuación que asume su carácter diferente y dramatiza el mecanismo cultural
de su unidad inventada’’ (Butler, 1990: 269). Una excepción como es la del
travestismo, ayuda a visibilizar por un lado aquellas categorías que se encuentran
invisibilizadas, y por otro lado la característica de imitación del género. Podemos
agregar que estos cuerpos travestis interpelan a los mandatos heteronormativos
donde el sexo biológico no es determinante de la identidad de género que se
asumirá, ni tampoco cual será el deseo ni las prácticas que asumirán.
Butler afirma que lxs sujetos son producidxs dentro de una matriz heterosexual
que vuelve posible toda disposición posterior. La clasificación en géneros tanto
femenino como masculino, encarna mediante su denominación y clasificación, una
forma de delimitar una frontera e inculcar una norma. Al delimitar ambos sexos se
crea una zona de abyección, dentro de la cual se encuentran las sexualidades
disidentes rechazadas por la norma heterosexual. Así conceptualiza la existencia
de una norma cultural que gobierna la materialización de los cuerpos. Es en este
contexto, que lxs individuxs llevarán a cabo su evolución y el proceso mediante el
cual asumen un sexo. El proceso de ‘’asumir’’ un sexo, se encontrará relacionado
con las identificaciones que lxs sujetos toman a lo largo de su vida. La matriz
heterosexual ‘’permitirá’’ ciertas identificaciones sexuadas y repudiará otras. Se
creará así dicha zona de abyección que formará el campo constitutivo de lxs
sujetos, ‘’la formación de un sujeto exige una identificación con el fantasma
normativo del ‘’sexo’’ y esta identificación se da a través de un repudio que
produce un campo de abyección, un repudio sin el cual el sujeto no puede
emerger (…) la materialización de un sexo dado será esencial para la regulación
de las prácticas identificatorias que procurarán persistentemente que el sujeto
rechace la identificación con la abyección del sexo’’(Butler, 2002: 20). Según los
aportes de la filósofa, se desprende cierta ‘’libertad restringida’’ en cuanto a las
identificaciones permitidas.
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Reflexiones finales
De los aportes de Judith Butler podemos concluir que las teorías Queer nacen con
un objetivo de deconstruir y visibilizar prácticas y discursos heteronormativos que
legitiman una disposición social basadas en un orden patriarcal. Los mismos
buscan romper con una comprensión del género asociado a características
anatómicas e intentan dar cuenta de las lógicas de poder entre los géneros, que
influyen en los modos de subjetivación.
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Un punto de contacto entre ambos marcos teóricos, consiste en que tanto Freud
como Butler, no conciben una sexualidad determinada, sino que hay posibilidades
de elección en cuanto a la misma. A partir de Freud y sus conceptualizaciones
acerca de un carácter de bisexualidad, podemos pensar en una posible elección
frente a la posición sexuada. Si bien Butler visibiliza el contexto social e introduce
la importancia de tener en cuenta una matriz heterosexual que determina
mandatos sociales y roles de género, tiene en cuenta al cuerpo como una
construcción y no como un receptor pasivo de leyes culturales, dando lugar a
posibles elecciones. Dicha característica de la bisexualidad en Freud, o de la
abyección en Butler, demuestra que la sexualidad podría haber sido constituída de
otra manera.
Por otro lado, desde su posición Queer comprende que la anatomía no incide en la
conformación de la identidad de género, sino que el género es resultado de
acciones iterativas y prácticas discursivas. En esto difiere del psicoanálisis, ya que
el mismo afirma que las diferencias anatómicas no son sin consecuencias
psíquicas: dicha disposición determinará la entrada y salida al complejo de
castración.
Si bien ambas teorías tienen en cuenta el papel esencial que tienen las
identificaciones, las teorías Queer apuntan a deconstruirlas, y el psicoanálisis
considera que un sujeto a partir de su análisis puede enterarse de las mismas
para construir posiciones.
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Al llegar al final de dicho trabajo, algunos interrogantes quedan abiertos para
próximas investigaciones: Por un lado poder ahondar más en las teorizaciones del
psicoanálisis Lacaniano, y otras vertientes del mismo. Por otro lado: ¿Existen
corrientes psicoanalíticas actuales que intenten incorporar a su cuerpo teórico
aportes de los estudios de género?, ¿Cuáles son las críticas que actualmente le
realizan las teorías Queer al psicoanálisis, y cual es la respuesta del mismo?,
¿Cuáles son las críticas que el Psicoanálisis realiza a las teorías Queer?
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Referencias Bibliográficas
Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Capítulo VII. En
Obras completas. Tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu.
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Freud, S. (1923). La organización genital infantil. (Una interpolación en la
teoría de la sexualidad. En Obras Completas. Tomo XIX. Buenos Aires:
Amorrortu.
Lacan, J., (1951) “El estadio del espejo como formador de la función del yo
(je)”. En Escritos 1, México, Siglo XXI, 1984
27
Preciado, B., (2010). Multitudes Queer: notas de una política para “los
anormales”. Revista Topía. www.topia.com.ar.
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