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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

TESIS DE GRADO

La construcción del cuerpo y del género: un acercamiento al


Psicoanálisis y a las Teorías Queer

Datos de la alumna:
Alumna: Daiana Garay
L.U: 38.258.6860
Mail: daianagaray@yahoo.com.ar

Datos de la tutora:
Tutora: Gabriela Perrotta
DNI: 18.383.207

Año 2018
Índice

I. Introducción…………………………………………………………………… 3

II. Planteo del problema ……………………………………………………….. 4

III. Objetivos……………………………………………………………………... 4

IV. Metodología………………………………………………………………….. 5

V. Resumen del Marco teórico ………………………………………………… 6

VI. Breve reseña de los estudios sobre el tema ……………………………... 7

VII. Definición de conceptos en torno a la sexualidad humana………………10

VIII. Psicoanálisis, constitución subjetiva y sexuación.


1. Constitución del yo, del cuerpo y el papel de las identificaciones….. 13
2. El complejo de Edipo y el complejo de castración en el niño y en
la niña……………………………………………….…………………….. 15
3. La sexualidad en Freud…………………………………………………. 16

IX. Las teorías Queer


1. Origen de las teorías Queer………………………………………………19
2. Perspectiva de Judith Butler……………………………………………… 20

Reflexiones finales……………………………………………………………….. 23

Referencias bibliográficas……………………………………………………… 26

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I. Introducción

La identidad de género no ha sido un tema abordado por el psicoanálisis


Freudiano ni Lacaniano. A modo de aproximación, se pueden ubicar los
desarrollos sobre el concepto de posición sexuada.
A partir del nacimiento de las teorías Queer y el movimiento llevado a cabo por el
colectivo LGBTIQ+, feministas, gays, lesbianas, travestis, etc., se comienzan a
poner en tela de juicio algunos conceptos cristalizados sobre determinadas
prácticas e identidades de género hegemónicas.
La presente tesis enmarcada dentro del Área Social-Comunitaria, tiene como
objetivo explorar las teorizaciones acerca de cómo se construye el cuerpo y el
género.
Para abordar dicha temática se parte de un desarrollo que se encuentra
posicionado desde una perspectiva psicoanalítica, y se propone la lectura y el
análisis de los aportes desarrollados por los estudios de género y teorías Queer.
Se tiene el fin de considerar la perspectiva de género que cuestiona el
determinismo anatómico y la imposición social de los roles con dos objetivos: por
un lado considerar si existen cruzamientos conceptuales posibles con los aportes
psicoanalíticos, y por otro lado identificar si el concepto de posición sexuada
puede compararse con lo que las teorías Queer comprenden por identidad de
género.

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II. Planteo del problema

Esta tesis de grado se encuentra guiada por dos interrogantes centrales:


Por un lado, ¿Cómo comprende el cuerpo psicoanalítico la construcción del cuerpo
y del género, y cómo lo desarrollan los estudios de género y teorías Queer?
Por otro lado, ¿Hay convergencias entre la forma de concebir al género dentro del
marco psicoanalítico y el de de las teorías Queer?

III. Objetivos

Objetivo general:

Investigar y presentar un desarrollo de cómo abordan las teorías Queer y el


psicoanálisis las conceptualizaciones sobre la construcción del cuerpo y del
género.
Identificar si existen convergencias y divergencias entre el concepto de posición
sexuada para el psicoanálisis y de identidad de género para las teorías Queer.

Objetivos específicos:

- Explorar los aportes del psicoanálisis que dan cuenta de la constitución


subjetiva y la posición sexuada de los y las sujetos.

- Indagar en las conceptualizaciones que introducen las teorías Queer para


fundamentar la construcción de la identidad de género.

- Considerar si existen cruzamientos en cuanto a la concepción de la


construcción del género a partir del marco teórico de las teorías Queer y del
psicoanálisis

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IV. Metodología

Para el desarrollo de esta tesis se utilizó el método de investigación de carácter


cualitativo. Según Sampieri (2010) dicho enfoque implica una acción indagatoria
que se mueve de manera dinámica entre los hechos y su interpretación y resulta
un proceso ‘’circular’’. Entendemos por circular a aquello que no necesariamente
sigue un desarrollo lineal, sino que surge la necesidad constante de volver a
estadios anteriores. La metodología cualitativa tiene como objetivo la descripción
en profundidad de las cualidades de un fenómeno. Lo que prevalece en dichas
investigaciones, es la producción y posterior contrastación de hipótesis.

El procedimiento de esta tesis consiste en la lectura de fuentes bibliográficas y su


posterior análisis y articulación. Para esto se estudiaron autorxs1 referentes del
Psicoanálisis y Teorías Queer.

El desarrollo se encuentra dividido en tres partes: por un lado la exposición de


conceptos psicoanalíticos fundamentales para comprender la constitución
subjetiva y la psicosexualidad humana.
Por otro lado, el análisis de los aportes de Judith Butler sobre la conformación de
la identidad de género.
Por último a modo de reflexión final, se tiene el objetivo de considerar si es que
existen o no puntos de convergencia entre ambos marcos teóricos.

1
Se emplea el uso de la ‘’x’’ con el objetivo de incorporar una perspectiva de género

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V. Resumen del Marco teórico

Esta tesis se encuentra posicionada desde una perspectiva psicoanalítica que


intenta considerar los aportes sobre el sexo, la sexualidad y el género introducidos
actualmente por los Estudios De Género y las Teorías Queer.

Desde el psicoanálisis se retoman las conceptualizaciones introducidas por Freud


para dar cuenta de la noción de cuerpo como resultado de una construcción. Para
esto se recurre a Introducción del narcisismo (1914) donde se teorizará acerca de
la necesidad de una ‘’nueva acción psíquica’’ que otorgue una unidad a las
pulsiones anárquicas características del momento de autoerotismo inicial.
Se retoman los aportes de Lacan sobre el estadio del espejo (1951) para dar
cuenta del cuerpo como producto de una identificación imaginaria con un otro
semejante, sobre la base del sostén del Otro simbólico.

Se parte de una concepción de la sexualidad como perversa polimorfa a partir de


Tres ensayos de teoría sexual (1905), donde Freud introduce un cambio de
paradigma sosteniendo que la sexualidad no se reduce a lo genital ni a la función
reproductiva.
Por otro lado, se tendrá en cuenta los desarrollos acerca de la diferencia de la
construcción de los sexos que Freud aborda en textos como La organización
genital infantil (1923), El sepultamiento del complejo de Edipo (1924), Algunas
consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos (1925), y
Esquema del psicoanálisis (1940). A partir de los mismos se abordará la
determinación de la posición sexuada femenina y masculina, resultado del
sepultamiento del complejo de Edipo. De la conferencia 33 la feminidad (1933) se
tendrá en cuenta qué implica para el psicoanalista una salida ‘’normal’’ de la
posición femenina.

En el apartado de Estudios De Género se indagarán las conceptualizaciones


acerca de la construcción del cuerpo y del género. Para esto se tendrá en cuenta
los aportes de Judith Butler en los libros El género en disputa (1990) y Cuerpos
que importan (2002). De allí se desprende su concepción sobre la materialización

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de los cuerpos, del género como resultado de actos performativos y su crítica a
nociones esencialistas y argumentos biologicistas.
Se retomarán los aportes de Preciado (2010) sobre los inicios de los movimientos
Queer.

VI. Breve reseña de los estudios sobre el tema

Un primer antecedente de relevancia es el aporte de Freud en Tres ensayos de


teoría sexual (1905), donde introduce un cambio de paradigma acerca de la
sexualidad, comprendiéndola no solo en cuanto a la función de reproducción.
Introduce que la sexualidad se encuentra presente desde la infancia, y no solo en la
adultez y pubertad como se creía previamente. Introduce la concepción de la
sexualidad como perversa polimorfa para explicar que las pulsiones no se
encuentran al servicio de la función de reproducción, y polimorfas ya que las
pulsiones son parciales y no se encuentran bajo una unidad.
Da cuenta también de un carácter de bisexualidad que es inherente para ambos
sexos. Con esto afirma que en lxs seres humanxs no se haya una feminidad o
virilidad pura en sentido biológico ni psicológico, sino que se puede encontrar una
mezcla de ambos. De esto se desprende que no hay un determinismo total, sino que
al haber una mezcla de rasgos de ambos sexos hay una cierta elección.

En Pulsiones y destinos de pulsión (1915) Freud caracteriza el concepto de pulsión


como un nexo entre lo físico y lo psíquico, y al objeto de la misma como aquello
mediante lo cual puede alcanzar su meta. Dicha meta carece de objeto, por lo cual
se comprende que no existe un objeto determinado para alcanzar la satisfacción de
la pulsión, sino que es singular de cada sujeto. Dichos aportes sostienen que la
sexualidad no responde a un instinto, sino que se encuentra desviada de la norma
para hacer su entrada a la cultura.

En su texto Introducción del Narcisismo (1914) Freud aborda el cuerpo como


producto de una construcción. Afirma que en un primer momento hay un estadio
llamado narcisismo, y posteriormente será necesario un nuevo acto psíquico para

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que se constituya el cuerpo como tal. Es decir que no se encuentra presente desde
un principio, sino que es algo secundario producto de procesos complejos.

Freud incursiona en la cuestión de la diferencia de las posiciones sexuadas en


textos como: Algunas consecuencias acerca de la diferencia anatómica entre los
sexos (1925), El sepultamiento del complejo de Edipo (1924), y La organización
genital infantil (1923). En dichos desarrollos introduce el carácter de disimetría entre
la niña y el niño, afirmando que las diferencias anatómicas tienen consecuencias
psíquicas. Si bien en un primer momento el camino es el mismo para ambos sexos
ya que el primer objeto es el pecho materno, luego se bifurcan. Tanto el niño como
la niña poseen características anatómicas diferentes, lo que tendrá como
consecuencia diferentes procesos hasta alcanzar una posición sexuada. Si el
complejo de castración para el varón es lo que pone fin al Edipo, la niña es forzada
al complejo de Edipo por su falta de pene.

A partir de su conferencia 33 titulada ‘’La feminidad’’ (1931) Freud desarrollará las


primeras conceptualizaciones sobre la sexualidad femenina, y las posibles salidas
sexuales. Demostrará como a diferencia del varón, la niña es forzada al complejo de
Edipo por su falta de pene. Es así que el encuentro con la castración le permite la
salida de la fase ‘’masculina’’. Freud destaca tres posibles salidas: una que lleva a la
inhibición sexual o neurosis, otra a un complejo de masculinidad, y la última a una
‘’feminidad normal’’.

Lacan retoma los desarrollos freudianos sobre la construcción del cuerpo en el texto
“El estadio del espejo como formador de la función del yo (je)” (1984). Introduce el
tema de la constitución del cuerpo a partir de una identificación, mediante el cual lxs
niñxs en un momento aún de incapacidad motriz, asumen una imagen unificada de
sí mismxs que es devuelta por un otro. En el seminario 1 (1984) introduce su teoría
de los esquemas ópticos, mediante el cual comprende la constitución subjetiva en
relación a los otros semejantes basado en un sostén simbólico.

Los primeros aportes sobre las teorías Queer, se considera que los realizó Judith
Butler con la introducción de su libro El género en disputa (1990). La filósofa
propone pensar al cuerpo y al género como una construcción para alejarlo de la

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concepción del mismo como algo pasivo sobre el cual se inscriben significados
culturales.
Uno de los conceptos claves que introduce es el de performatividad, con el cual da
cuenta de cómo se materializa el género en los cuerpos; entendiendo por esto a una
repetición de actos y rituales que alcanzan su naturalización en un contexto social.
Así rompe con un argumento esencialista del género, e introduce el papel de los
discursos y prácticas legitimadas. Considera también que al ser una iteración de
actos nunca es completa, sino que necesita dicha repetición a través del tiempo.
Otro de los conceptos que introduce es la matriz heterosexual. Comprende por la
misma al contexto en el cual lxs sujetos se constituyen subjetivamente. Dicha matriz
posibilita la clasificación en género femenino y masculino, mediante el cual delimita
una frontera e inculca una norma. La existencia de dicha matriz se vuelve plausible
gracias a que existe una zona de abyección, una zona de identidades disidentes
rechazadas por la heteronorma.

En su libro La historia de la sexualidad (1984) Foucault realiza un recorrido histórico


a partir de la sociedad griega para demostrar cuales fueron los hechos que
conllevaron a la forma que tenemos de comprender las prácticas sexuales. A partir
de dicho aporte demostrará que la forma que tenemos de comprender las prácticas
e identidades, se encuentran atravesadas por diversos discursos como el
eclesiástico y el médico.

Preciado en su libro Manifiesto contra-sexual (2002) desarrolla su noción de sexo-


política para dar cuenta de cómo con la llegada del capitalismo, el cuerpo pasa
concebirse como capital y los órganos a partir de sus funciones. Los cuerpos y la
vida de lxs sujetos se convierte así en un interés político. Por otro lado, realiza un
recorrido de cómo surgieron las teorías Queer, abogando que las mismas nacen
como un movimiento que busca visibilizar las sexualidades disidentes. Realiza una
crítica a los discursos basados en nociones anatómicas y argumentos esencialistas,
que determinan un sistema clasificación binario que acepta las identidades hombre
y mujer.

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VII. Definición de conceptos en torno a la sexualidad humana

Como punto de partida es necesario definir algunos conceptos claves que se


emplearán en el desarrollo de esta tesis en torno al concepto de sexualidad.

Una primer diferencia que habría que delimitar es el de sexo y género. Mientras
podemos hacer alusión a que el sexo da cuenta de las características biológicas y
anatómicas de los seres humanos (macho y hembra), el género es una
construcción social mediante la cual se adscriben diferentes roles y formas de
expresión en el mundo.
Si consideramos que el género es una construcción social, podemos agregar que
es producto de un proceso de construcción histórico-social que varía con el
tiempo. La clasificación de lxs sujetos a partir de sus deseos y prácticas sexuales
es un efecto de prácticas y discursos que prevalecen en una sociedad
determinada en un momento determinado. La misma se encuentra organizada a
partir de un sistema de clasificación binario que diferencia los géneros femenino y
masculino, los cuales se nos presentan como categorías universales y
cristalizadas. Al dar cuenta que esto es producto de una construcción social,
podemos demostrar que no fue siempre así.

Para llevar a cabo un develamiento de los surgimientos históricos que conllevaron


a la forma que tenemos de comprendernos a nosotrxs mismxs, Foucault (1984)
destaca que en el mundo antiguo para la sociedad griega no existía una
problematización moral en cuanto a la elección de partenaire sexual referido a su
sexo biológico, sino que se elegía la pareja considerada bella. No existía ninguna
institución pastoral o médica que regulara lo que se concebía como normal o
anormal, ni lo que se encontraba permitido ni prohibido. Esto permitía la
coexistencia de diversas prácticas sexuales, otorgando el mismo lugar al
bisexualismo, heterosexualismo y la homosexualidad. Podemos considerar que las
prácticas que hoy en día consideramos ‘’naturales’’ no lo eran antes, sino que son
producto de distintos discursos tales como el médico hegemónico, el legal, y el
eclesiástico que legitima el matrimonio entre hombre y mujer.

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Podemos ubicar que con la entrada al capitalismo hace su aparición la noción de
anti-natural, y los placeres se orientarán hacia una función social: la reproducción
y el matrimonio (Fernández, 2009). Se establece un pasaje a la heterosexualidad
que tiene su lugar con la entrada a la era cristiana. La sexualidad se tiñe de juicios
eclesiásticos y las prácticas sexuales se reordenan ante dichas exigencias
sociales.

A propósito de esto, Preciado (2002) introduce el concepto de sexo-política para


dar cuenta de como con la entrada al capitalismo, el cuerpo se concibe como
capital y los órganos son comprendidos en pos de su función. Los discursos de
normalización influyen así sobre el control de la vida, y el sexo de lxs sujetos se
convierte en un interés político. Es responsabilidad del Estado regular la
reproducción de lxs ciudadanxs y la natalidad, acorde a las necesidades
poblacionales. Ergo, el cuerpo resulta ser un espacio de construcción bio-política,
que lo reduce a zonas erógenas en función de una clasificación y distribución
asimétrica del poder entre los géneros: el sistema heterosexual concluye en ‘’un
aparato social de producción de feminidad y masculinidad que opera por división y
fragmentación del cuerpo (…) que después identifica como centros naturales y
anatómicos de la diferencia sexual’’ (Pág, 22). El fin último es globalizar ciertas
identidades hegemónicas por ejemplo femenina, burguesa y blanca.

Butler (2002) denomina matriz heterosexual al contexto dentro de la cual lxs


sujetos se desarrollan. En dicha matriz prevalece una disimetría de poder entre
los géneros disponiendo una dominación de lo masculino sobre lo femenino. Esta
forma de organización social donde los varones tienen mayor poder social, se lo
denomina patriarcado.

Por otro lado entendemos por identidad de género a la percepción que cada
persona tiene de su género. La ley de identidad de género de nuestro país define
a la misma como: ‘’la vivencia interna e individual del género tal como cada
persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al
momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (…) También

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incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los
modales. ’’
De dicha definición podemos destacar dos cosas: la asignación de género, y la
expresión de género. Por la primera comprendemos que a partir del nacimiento se
les asigna un género a lxs individuxs a partir de su órganos genitales, lo cual
inscribe una primer marca a partir de la cual se determinará la posterior educación
y asignación de roles.
Por otro lado nos encontramos con las expresiones de género. La ley menciona la
vestimenta, el modo de hablar y los modales. Entendemos por la misma a la forma
en que se expresan las personas.

Por último vislumbramos que también se define la identidad de género a partir de


la orientación sexual de lxs sujetos, es decir si elije a un partenaire del sexo
opuesto será ‘’heterosexual’’ y si es del mismo sexo ‘’homosexual’’. Butler
introduce el sistema de sexo/género/deseo (1990) el cual se designa como una
unidad de experiencia, y existe como una coherencia interna que establece un
carácter identitario que se define en oposición al otro sexo y a partir de su deseo y
prácticas sexuales. Una identidad ‘’normal’’ será aquella que coincide en los tres
aspectos. Por ejemplo sexo macho, género masculino, deseo heterosexual hacia
una persona del sexo opuesto.

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VIII. Psicoanálisis, constitución subjetiva y sexuación.

1. Constitución del yo, del cuerpo y el papel de las identificaciones

En Introducción del Narcisismo (1914) Freud parte de un supuesto en el cual en el


comienzo de la vida no existe una unidad comparable al yo, sino que se puede dar
cuenta un estadio autoerótico inicial. Dicho estadio comprende la satisfacción
anárquica de pulsiones parciales, es decir sin integración: cada una por su lado.

Freud introduce la existencia de un nuevo estadio llamado narcisismo, el mismo


comprende la integración de dichas pulsiones las cuales abandonan su cualidad
de anarquismo para pasar a ubicarse bajo el primado de la satisfacción genital.
Para que esto ocurra señalará que es necesario un nuevo acto psíquico. Es decir
que el narcisismo en el hombre y en la mujer no es primario, es secundario: tanto
el cuerpo, como la realidad y el yo se construyen, no están dados desde el
comienzo. Freud introduce una diferencia entre la libido yoica y la libido objetal. De
esta forma explica que se producirá un desplazamiento de la libido del objeto al yo:
‘’el cuerpo, o el yo que surge inicialmente como cuerpo, es el primer objeto que se
conforma como objeto total, como objeto unificador de la libido dispersa de la fase
previa, la del autoerotismo, en los diversos objetos de las pulsiones parciales’’
(Mazzucca; Schetjman, 2013: 316).

La conceptualización de Freud deja sin desarrollar cuál es dicho ‘’nuevo acto


psíquico’’. A partir de los aportes de Lacan en su texto El estadio del espejo como
formador de la función del yo (1984) se puede enfatizar que hay que comprender
a dicho estadio como una identificación que da por resultado ‘’ la transformación
producida en el sujeto cuando asume una imagen’’ (Pág, 12). Se trata de una
identificación que tiene lugar en la infancia en la cual el niño o la niña en un
momento aún de incapacidad motriz, produce una asunción de una imagen
unificada de sí mismo que es devuelta por un otro. Es mediante una aprehensión
de la imagen de totalidad del otro que el niño o la niña adquieren la imagen de su
propio cuerpo. La noción importante que introduce Lacan es que el cuerpo es algo
que se constituye. No es producto de un momento exclusivamente de maduración

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biológica, si no que es algo que viene del exterior. Gracias a las identificaciones
imaginarias se conseguirá una ‘’forma ortopédica’’, que cumpla el objetivo de
corregir dichas deformaciones y otorgar una fantasía de totalidad al individuo. El
yo se constituye sobre la base de una identificación con la imagen del semejante,
es decir que el yo es otro, ‘’no es en el sí mismo de su organismo donde el sujeto
se representa y se reconoce como un cuerpo entero y unificado, si no que es algo
que le viene desde afuera’’ (Mazzuca, Schetjman, 2013 : 317).

Es indispensable que tanto como en un momento inicial, pero también para el


desarrollo ulterior de la vida, que lxs individuos se encuentren expuestxs a la
acción visual de una imagen similar a la suya para producir una identificación que
le permita construir una imagen de sí. Lacan afirma que este estadio es necesario
en cuanto la función de las imagos, que posibilita que se establezca una relación
entre un organismo, y su realidad. ‘’Este momento en que termina el estadio del
espejo inaugura, por la identificación con la Imago del semejante (…) la dialéctica
que desde entonces liga al yo con situaciones socialmente elaboradas’’ (Lacan,
1984: 16)

Posteriormente en los años 50’ Lacan agrega la importancia de agregar el registro


simbólico como sostén de lo imaginario. En el seminario 1 (1984) retoma sus
teorizaciones acerca de la construcción del cuerpo a partir de la experiencia de los
esquemas ópticos. Afirma que ‘’La constitución del mundo (...) depende de la
situación del sujeto (…) que está caracterizada por su lugar en el mundo
simbólico; en el mundo de la palabra’’ (Lacan 1953-1954: 130). Lacan introduce el
papel de un sostén simbólico el cual posibilita un posicionamiento subjetivo que
permita la asunción de una identificación imaginaria. En otras palabras, es a partir
de la posición en la que se es colocado por el Otro, que un sujeto puede verse en
el espejo. En la formulación sobre los esquemas ópticos, Lacan desarrolla que no
es igual el lugar en que el sujeto es colocado respecto a los espejos. Desde un
posicionamiento se puede ver una imagen unificada, pero desde otro lado se
puede ver como esta imagen falla y cómo esta ilusión de completud se desvanece.
Esto da cuenta de que esta noción de narcisismo es una construcción posibilitada
por el Otro; la imagen que es posibilitada desde afuera, da cuenta de la labilidad y
dependencia del Otro simbólico. A partir de la introducción de dicha

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conceptualización, se desprende que el yo no es biológico, es decir no es con lo
que uno nace, sino que es producto de identificaciones.

Es necesario diferenciar el concepto de identidad del de identificación dentro de la


teoría psicoanalítica. Por un lado comprendemos el concepto de identidad como
‘’esto que de algún modo sirve de referencia para no confundirnos con otro’’
(Schetjman, 2013). Por otro lado Freud define a la identificación como ‘’la más
temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona’’ (Freud, 1921:
99). El mecanismo de identificación como lo concibe el psicoanálisis, no es nunca
fuente de identidad, es siempre fuente de alienación. La identificación no es
sinónimo de identidad, ya que implica asumir algo ajeno.

2. El complejo de Edipo y el complejo de castración en el niño y en la niña.

Freud (1938) teoriza acerca del complejo de Edipo destacando el carácter de


disimetría respectivamente entre el niño y la niña, afirmando que las diferencias
anatómicas tienen consecuencias psíquicas. Va a afirmar que solo en un primer
momento el camino es el mismo para ambos sexos, teniendo en cuenta que el
primer objeto erótico es el pecho materno. Mediante el mismo se satisfacen
necesidades nutricias deviniendo la madre como primer objeto de amor.
Por un lado el varón que ha aprendido a conseguir sensaciones placenteras de su
miembro sexual, deseará a su madre. En consecuencia su masculinidad tendrá
como rival al padre, al cual buscará reemplazar. Ambos progenitores buscarán
prohibir dicho acto mediante amenazas dirigidas a comunicar al niño de que si
continúa con dicho accionar podrá perder su miembro. Al recordar el niño la visión
de los genitales femeninos, se representará la pérdida del propio pene y creerá en
dichas amenazas; entrará así en el complejo de castración. Para salvar su
miembro, renunciará a la posesión de la madre. Hay dos posibilidades acerca de
la posición del niño (Schetjman, 2012) por un lado el ‘’Edipo positivo’’ en la cual se
identifica al padre para abordar desde allí a la madre, o el ‘’Edipo negativo’’ en el
cual mediante una identificación a la madre, espera la satisfacción sexual del
padre. Para el varón es el complejo de castración lo que pone fin al Edipo, en lo
que Freud llama ‘’El sepultamiento del complejo de Edipo’’ (Freud, 1924). Debido

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al temor de la castración, las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas
por identificación.
Los efectos del complejo de castración son diferentes en la niña. En primer lugar
ella no teme la pérdida del pene, pero reacciona por no haberlo recibido (Freud,
1938). Freud afirma que la niña tiene deseo de convertirse en un varón: en un
comienzo su clítoris se comporta como un pene, y la misma mantendrá la
expectativa de que luego crecerá, o que explicará que en algún momento lo tuvo y
lo perdió por castración.
La niña acepta la castración como un hecho ya ocurrido a diferencia del niño que
tiene miedo a la posibilidad del mismo, por lo cual Freud señala dos posibilidades:
por un lado la niña no abandona dicho deseo y desemboca en una
homosexualidad manifiesta, o bien abandona la identificación a la madre por no
poder perdonar que no la haya dotado de dicho miembro. De este modo la resigna
como objeto de amor y la sustituye por otra persona: el padre. Se colocará así del
lado de la madre queriendo sustituirla y odiándola por no haberla provisto del
genital masculino, desembocando en el deseo de recibir como regalo un hijo del
padre. Vislumbramos que a diferencia del varón, la niña es forzada al complejo de
Edipo por su falta de pene. Es así que el encuentro con la castración le permite la
salida de la fase ‘’masculina’’ (Schetjman, 2013). En este camino el clítoris pierde
su condición de zona rectora y se abandona la masturbación pasando de la
actividad a la pasividad: es así el camino mediante el cual la niña deviene mujer.
Freud destacará que a partir de eso habrá tres salidas posibles: ‘’una lleva a la
inhibición sexual o a la neurosis; la siguiente, a la alteración del carácter en el
sentido de un complejo de masculinidad, y la tercera, en fin, a la feminidad normal’’
(Freud, 1933: 113)
Encontramos que hay una diferencia fundamental entre el niño y la niña: esta
última poseedora de dos organos genésicos, (vagina y clítoris) desarrollará su vida
sexual en dos etapas. La primera en torno al clítoris, que es caracterizada como
masculino, y la segundo en torno a la vagina que es de carácter femenino.

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3. La sexualidad en Freud

Es importante tomar como punto de partida los aportes revolucionarios que


introdujo Freud sobre la sexualidad en Tres ensayos de teoría sexual (1905). Los
mismos sirven como aportes esenciales para comenzar a considerar una
sexualidad no determinada únicamente a partir de las funciones genitales y de
reproducción.
Para Freud la sexualidad no se encuentra solo en la adultez y en la pubertad, sino
que está presente desde la infancia. No se encuentra ligada a lo instintivo, sino
que se encuentra desviada de la norma para hacer su entrada de acuerdo a las
funciones culturales. La sexualidad infantil tiene la característica de ser perversa
polimorfa: perversa porque las pulsiones no están al servicio de la función
reproductiva, y polimorfa porque son pulsiones parciales y no existe una
unificación de las mismas.

Un concepto fundamental para comprender las bases del psicoanálisis es el de


pulsión. Dicho concepto es definido por Freud como: ‘’un concepto fronterizo entre
lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que
provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la
exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón
con lo corporal ’’ (Freud, 1915: 117). En otras palabras, la pulsión se ubica como
un nexo entre lo físico y lo psíquico. Podemos afirmar que la pulsión actúa como
una fuerza constante que tiene su fuente de estímulo situada en el interior del
organismo. Freud agrega que lo que cancela la necesidad de la pulsión es la
satisfacción: ‘’Puesto que no ataca desde afuera, sino desde el interior del cuerpo,
una huída de nada puede valer contra ella. Será mejor que llamamos ‘’necesidad’’
al estímulo pulsional; lo que cancela esta necesidad es la ‘’satisfacción’’ (Freud
1915: 114). Al ser el interior del organismo la fuente de la pulsión, no hay manera
de huir de ella.

Freud refiere que el objeto de la pulsión es aquello por lo cual la pulsión puede
alcanzar su meta, la cual no es necesariamente un objeto ajeno, sino que puede
ser una parte del propio cuerpo. La meta a la que se dirigen carece de objeto,
eventualmente va cambiando. De esto se desprende que no hay correspondencia

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entre el sexo y un objeto determinado, si no que cada individuo encontrará
diferentes formas de satisfacción.

Este aporte es fundamental para los desarrollos el psicoanálisis, ya que da cuenta


de que el objeto sexual no está determinado, y cada persona establecerá una
forma singular de satisfacer sus pulsiones.

En Tres Ensayos de teoría sexual (1905) agrega el carácter de bisexualidad de la


sexualidad humana. Refiere que: ‘’en el caso de los seres humanos no hallamos
una virilidad o una feminidad puras en sentido psicológico ni en sentido biológico.
Más bien todo individuo exhibe una mezcla de su carácter sexual biológico con
rasgos biológicos del otro sexo, así como una unión de actividad y pasividad’’
(Freud, 1905: 200). Este fragmento nos hace pensar que Freud considera que lxs
individuos no se encuentra totalmente determinadxs, sino que muestran una
mezcla de ambos caracteres tanto femeninos como masculinos. Esto sugiere que
hay cierta ‘’elección’’ que se determina a partir de vivencias y experiencias
personales, resultado de las cuales lxs sujetos tomarán una posición.

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IX. Estudios de género y Teorías Queer

1. Origen de las teorías Queer

Según los aportes de Preciado (2010) las Teorías Queer emergen como una
posición crítica frente a los efectos normalizadores y disciplinarios de las
formaciones de identidad de género. Las mismas luchan contra la homofobia y
buscan visibilizar las sexualidades disidentes, criticando a los argumentos que
derivan de nociones esencialistas que concluyen por definir tanto a la mujer como
al hombre, a partir de diferencias anatómicas. La filósofa considera que no hay
‘’diferencia sexual’’ sino, la existencia de diversidad de prácticas e identidades
sexuales. Dichas teorizaciones apuntan a romper con la cristalización de
concepciones fijas acerca de la sexualidad y la normalidad, abogando por la
igualdad de derechos.
En cuanto al concepto Queer, Butler afirma que: ‘’el termino queer operó como
una práctica lingüística cuyo propósito fue avergonzar al sujeto que nombra, o
antes bien, producir un sujeto a través de esa interpelación humillante. La palabra
queer adquiere su fuerza precisamente de la invocación repetida que terminó
vinculándola con la acusación, la patologización y el insulto’’ (Butler, 2002: 318). El
término queer incluye a aquellxs sujetos que no se encuentran dentro de ‘’la
norma’’ dictada por la heteronormatividad, generando un empoderamiento con la
apropiación de dicho término, y produciendo un efecto inverso ofendiendo a
aquellxs que lxs nombran.
Mirta La Tessa (2012) realiza un recorrido histórico en el que demarca que los
estudios de género se desarrollan en un marco que tenía como objetivo separar el
género del sexo, en el cual se puede ubicar como uno de los primeros autores a
Stoller, quien en 1968 escribió un texto llamado “Sex and Gender”. Con el
posmodernismo, originado luego de la segunda guerra mundial, se produce un
cambio paradigmático dentro de los pensamientos de las ciencias sociales y el
arte que cuestionan los modos de racionalidad de la modernidad, el pensamiento
universal, el patriarcado y la norma heterosexual. Llevando a cabo así, nuevas
investigaciones y conceptualizaciones acerca de las nuevas disposiciones dentro
de la institución familiar: familias monoparentales, adopción por parejas de

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homosexuales, legalización de parejas no heterosexuales, nuevas formas de
reproducción, entre otras. Uno de los focos de interés dentro de las teorías Queer
y de género, es el debate sobre la construcción de la diferencia de los sexos.

2. Perspectiva de Judith Butler

Butler se convirtió en una de las pioneras de las teorías Queer a partir la


publicación de su libro El género en disputa (1990). En el mismo va a interpelar la
noción esencialista del género, y la relación recíproca entre sexo-género.

Propone pensar al cuerpo y al género como una ‘’construcción’’ para alejarlo de la


concepción del mismo como algo pasivo sobre el cual se inscriben significados
culturales. Esto introduce la posibilidad de que las opciones culturales puedan o no
activarse. Dichas ‘’opciones’’ dirá que serán provistas por un discurso hegemónico
basado en estructuras binarias que se encuentran situados dentro de una matriz
heterosexual. La autora refiere que: ‘’en algunos estudios, la afirmación de que el
género está construido sugiere cierto determinismo de significados de género
inscritos en cuerpos anatómicamente diferenciados, y se cree que esos cuerpos
son receptores pasivos de una ley cultural inevitable. Cuando la cultura pertinente
que construye el género se entiende en función de dicha ley o conjuntos de leyes,
entonces parece que el género es tan preciso y fijo como lo era bajo la afirmación
de que ‘’biología es destino’’. En tal caso, la cultura, y no la biología, se convierte
en destino’’ (Butler, 1990: 57). Este aporte es importante dentro de su teoría, ya
que sugiere que los cuerpos no son pasivos al recibir una norma cultural, sino que
son producto de una construcción y hay una posible elección.

Butler formula el concepto de performatividad para dar cuenta de cómo el género


se materializa en los cuerpos. Con el mismo da cuenta que no existe un a priori ni
rasgos esencialistas previos a la cultura que se argumenten mediante la biología,
sino que es producto de discursos y prácticas: ‘’la identidad está constituída por el
género que es performativo’’ (Butler, 2012). Refiere que: ‘’no es un acto único, sino
una repetición y un ritual que consigue su efecto a través de su naturalización en

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el contexto de un cuerpo, entendido, hasta cierto punto, como una duración
temporal sostenida culturalmente (…) lo que consideramos una esencia interna del
género se construye a través de un conjunto sostenido de actos, postulados por
medio de la estilización del cuerpo basada en el género. De esta forma se
demuestra que lo que hemos tomado como un rasgo ‘’interno’’ de nosotros
mismos es algo que anticipamos y producimos a través de ciertos actos
corporales, en un extremo, un efecto alucinatorio de gestos naturalizados’’ (Butler,
2012: 17). En otras palabras, el género como producto de un acto performativo se
consolida a partir del accionar cotidiano, es un hacer; no hay nada contenido en el
cuerpo sexuado. A propósito de esto la filósofa (1998) refiere que el género no es
un hecho, los diversos actos de género crean la idea del género, y sin esos actos,
no habría género en absoluto.

Acerca de la característica del género como producto de actos performativos, se


desprende la necesidad de que la reiteración es necesaria, esto pone en evidencia
que la materialización nunca es completa: ‘’el sexo es una construcción ideal que
se materializa obligatoriamente a través del tiempo’’ (Butler, 2012: 18). Es decir
que es un proceso que se consolida a partir de la reiteración de acciones. Al
mismo tiempo, afirma que ‘’Como práctica discursiva que está teniendo lugar, está
abierta a la intervención y a la resignificación. Aunque el género parezca
congelarse en las formas mas reificadas (…) es la estilización repetida del cuerpo,
una sucesión de acciones repetidas, que se inmoviliza con el tiempo para crear la
apariencia de sustancia, de una especie natural de ser’’ (Butler, 1990: 98). A partir
de esto podemos destacar, por un lado que es un proceso constante e inestable, y
por otro, que depende de un contexto socio-histórico. Comprende al mismo como
una ficción y como un juego entre las acciones y la apariencia.

Para demostrar que la realidad no es tan rígida como la conocemos, apela al caso
del travestismo como ejemplo para demostrar el carácter de las imitaciones y
actuaciones culturales. Considera a esta posición como subversiva, ya que el
género no ‘’coincide’’ con el sexo anatómico. Lo que quiere demostrar en este
caso, es que el género es tan real como aquellos otros géneros que cumplen con
las expectativas sociales a partir de sus actos performativos. ‘’En vez de la ley de
coherencia heterosexual vemos el sexo y el género desnaturalizados mediante

21
una actuación que asume su carácter diferente y dramatiza el mecanismo cultural
de su unidad inventada’’ (Butler, 1990: 269). Una excepción como es la del
travestismo, ayuda a visibilizar por un lado aquellas categorías que se encuentran
invisibilizadas, y por otro lado la característica de imitación del género. Podemos
agregar que estos cuerpos travestis interpelan a los mandatos heteronormativos
donde el sexo biológico no es determinante de la identidad de género que se
asumirá, ni tampoco cual será el deseo ni las prácticas que asumirán.

Butler afirma que lxs sujetos son producidxs dentro de una matriz heterosexual
que vuelve posible toda disposición posterior. La clasificación en géneros tanto
femenino como masculino, encarna mediante su denominación y clasificación, una
forma de delimitar una frontera e inculcar una norma. Al delimitar ambos sexos se
crea una zona de abyección, dentro de la cual se encuentran las sexualidades
disidentes rechazadas por la norma heterosexual. Así conceptualiza la existencia
de una norma cultural que gobierna la materialización de los cuerpos. Es en este
contexto, que lxs individuxs llevarán a cabo su evolución y el proceso mediante el
cual asumen un sexo. El proceso de ‘’asumir’’ un sexo, se encontrará relacionado
con las identificaciones que lxs sujetos toman a lo largo de su vida. La matriz
heterosexual ‘’permitirá’’ ciertas identificaciones sexuadas y repudiará otras. Se
creará así dicha zona de abyección que formará el campo constitutivo de lxs
sujetos, ‘’la formación de un sujeto exige una identificación con el fantasma
normativo del ‘’sexo’’ y esta identificación se da a través de un repudio que
produce un campo de abyección, un repudio sin el cual el sujeto no puede
emerger (…) la materialización de un sexo dado será esencial para la regulación
de las prácticas identificatorias que procurarán persistentemente que el sujeto
rechace la identificación con la abyección del sexo’’(Butler, 2002: 20). Según los
aportes de la filósofa, se desprende cierta ‘’libertad restringida’’ en cuanto a las
identificaciones permitidas.

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Reflexiones finales

El objetivo de este trabajo fue elaborar un acercamiento a las teorizaciones acerca


de la construcción del cuerpo y del género para el marco psicoanalítico y el de las
teorías Queer. La intención fue realizar un primer acercamiento entre ambas
teorías con el fin de considerar puntos de contacto que aporten herramientas para
considerar una mirada sobre la identidad de género como construcción y alejado
de teorizaciones anatómicas e innatistas que deriven en una escucha clínica
patologizante. En esta tesis no se tuvo el fin de llegar a conclusiones definitivas
sobre la construcción de la identidad de género, sino en poder realizar un
acercamiento que pueda ser retomado en futuras investigaciones.

Para pensar en posibles puntos de contacto entre ambos cuerpos teóricos, es


necesario aclarar que será a partir de considerar que ambos tienen diferentes
fines: uno tiene un fin terapéutico, el otro apunta a una deconstrucción.

Como bien mencioné anteriormente, Freud nunca abordó la temática de la identidad


de género, pero es gracias a sus aportes que hoy en día las teorías Queer las
pueden emplear como apoyo para teorizar acerca de la identidad de género. Sus
consideraciones acerca de la sexualidad infantil y las pulsiones, introducen las
herramientas que vuelven plausible considerar una sexualidad no determinada
únicamente por los órganos genitales y sus funciones. A partir de recorrer su
enseñanza, podemos concluir que el cuerpo es secundario, es decir que no se
encuentra desde un primer momento, sino que es resultado de un proceso
complejo.

De los aportes de Judith Butler podemos concluir que las teorías Queer nacen con
un objetivo de deconstruir y visibilizar prácticas y discursos heteronormativos que
legitiman una disposición social basadas en un orden patriarcal. Los mismos
buscan romper con una comprensión del género asociado a características
anatómicas e intentan dar cuenta de las lógicas de poder entre los géneros, que
influyen en los modos de subjetivación.

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Un punto de contacto entre ambos marcos teóricos, consiste en que tanto Freud
como Butler, no conciben una sexualidad determinada, sino que hay posibilidades
de elección en cuanto a la misma. A partir de Freud y sus conceptualizaciones
acerca de un carácter de bisexualidad, podemos pensar en una posible elección
frente a la posición sexuada. Si bien Butler visibiliza el contexto social e introduce
la importancia de tener en cuenta una matriz heterosexual que determina
mandatos sociales y roles de género, tiene en cuenta al cuerpo como una
construcción y no como un receptor pasivo de leyes culturales, dando lugar a
posibles elecciones. Dicha característica de la bisexualidad en Freud, o de la
abyección en Butler, demuestra que la sexualidad podría haber sido constituída de
otra manera.

Por otro lado, desde su posición Queer comprende que la anatomía no incide en la
conformación de la identidad de género, sino que el género es resultado de
acciones iterativas y prácticas discursivas. En esto difiere del psicoanálisis, ya que
el mismo afirma que las diferencias anatómicas no son sin consecuencias
psíquicas: dicha disposición determinará la entrada y salida al complejo de
castración.

Si bien ambas teorías tienen en cuenta el papel esencial que tienen las
identificaciones, las teorías Queer apuntan a deconstruirlas, y el psicoanálisis
considera que un sujeto a partir de su análisis puede enterarse de las mismas
para construir posiciones.

A partir del presente trabajo destaco la importancia de considerar los aportes de


los estudios de género. La separación que realiza Butler en considerar
dialécticamente al sexo y al género vuelve plausible tener en cuenta la
proliferación de sexualidades diversas. Poder deconstruir los discursos
hegemónicos nos permiten ampliar nuestra concepción en cuanto a las
diversidades sexuales con el fin de respetar las subjetividades y los derechos
humanos.

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Al llegar al final de dicho trabajo, algunos interrogantes quedan abiertos para
próximas investigaciones: Por un lado poder ahondar más en las teorizaciones del
psicoanálisis Lacaniano, y otras vertientes del mismo. Por otro lado: ¿Existen
corrientes psicoanalíticas actuales que intenten incorporar a su cuerpo teórico
aportes de los estudios de género?, ¿Cuáles son las críticas que actualmente le
realizan las teorías Queer al psicoanálisis, y cual es la respuesta del mismo?,
¿Cuáles son las críticas que el Psicoanálisis realiza a las teorías Queer?

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