Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
24 2 PDF
24 2 PDF
RESUMEN
ABSTRACT
The judicial interpretation is a relevant subject for the application of Law, same as the theory
as well as the practice, since the judicial dynamic and the application of the procedures
cannot be understood as the result of a process of deduction, as merely a "logical-deduction"
of what is established in the general rules, in the judgment of Courts as well as in the
administrative decisions.
Between the judicial orders of the various peoples and in the different historic periods of
time, there are multiple and very important differences; the Substantive Laws diverge, the
procedurel rules differ, the valuation that inspired each of the Positive Judicial Orders are
different. Nevertheless, in spite of all these variables and differences, there exists a repertoire
of problems that are the same, even when the manner of treating them, and the intent for their
solutions has changed.
The tumultuous and vertiginous development of new facts and social problems, not only not
provided for, but not even suspected by the legislator has occurred where in the daily judicial
practice, in the courts, in administrative offices and law firms, have arisen urgent
requirements to the Philosophy of Law, in order to provide satisfactory clarifications to these
problems and offer criteria to treat them adequately, the judicial philosophic thoughts have
served to open new forms of progressive development of Law.
The interpreter is being called to develop a judicial philology, which will consist in
identifying the authentic sense of the words used in the text of law; a work of judicial logic
since a connection must be established Between the terms, in conformity with a principle of
rationale, because the job of the interpreter is considered as an authority of conversion that
goes from the from the language to the practical action, and where the interpreter remains
inserted within the context of the social practice which is a much wider horizon than the
linguistic, that is identified with a standard grouping of the legislation.
Key words: Positive Law - logic - rationale - society - fact - interpretation - application -
justice.
CONTENIDO
FUNDAMENTACION
Los problemas están siempre presentes en cualquier proceso de aplicación jurisdiccional del
Derecho a casos concretos. Tratar formas a priori, esto es, esencias necesarias y universales,
por métodos de lógica, gnoseología y ontología formales, parece sin duda adecuado y
correcto. En cambio, resulta discutible aplicar esos mismos métodos al tratamiento de los
contenidos jurídicos de la materia jurídica, que es una realidad empírica que se origina en
cierto lugar y en cierto tiempo al conjuro de las necesidades históricas y en vista de ciertos
fines particulares.
Las normas de la ley o del reglamento pretenden constituir pautas para la acción, desde luego
inspiradas en valores ideales, pero a su vez, constituyen una obra del hombre en una cierta
circunstancia social, obra con la cual se pretende producir prácticamente en la existencia
colectiva unos cuantos efectos.
En los casos de interpretación jurídica en los que se pone de manifiesto la lógica tradicional,
resulta un método insuficiente para tratar el problema planteado, precisamente en virtud de
que tenemos otras razones que entendemos, deben prevalecer para resolver correctamente el
problema, esas consideraciones pertenecen al campo del logos, al campo de la lógica. Por lo
que, la razón en el verdadero y riguroso sentido, es toda acción intelectual que nos pone en
contacto con la realidad.
Los nuevos caminos y los nuevos horizontes en la Estimativa Jurídica, han provisto lo mismo
al legislador que a los juristas prácticos, con métodos y criterios más acertados y más
eficaces; el mérito principal es la sinceridad con que han destacado los problemas de la
interpretación y del proceso judicial en el ámbito de sus facultades, sin negar el principio de
la obediencia que los juristas deben al orden jurídico positivo dentro de las medidas de
racionalidad desde un punto de vista práctico, o sea, referente a la acción humana en un
marco de cambios paradigmáticos o manera de interpretar la realidad.
-La cuestión de hallar cuál es la norma válida pertinente para el caso controvertido.
Convertir los términos generales de la ley o del reglamento en una norma singular y concreta
para el caso particular, de modo que en esta norma individualizada se cumpla la regla general.
-Sobre cuál entre los varios métodos posibles de interpretación debe ser elegido para tratar el
caso concreto.
Cómo ha de actuar el Juez cuando la aplicación de una norma, en apariencia válida, al
problema singular sometido a su jurisdicción, llevaría a un resultado notoriamente injusto y
otras cuestiones de parecida importancia.
Ahora bien, en épocas tranquilas y de estabilidad en que casi todos los aspectos de la vida
están correlacionados de un modo coherente, esos problemas, aunque existentes, se hacen
menos sensibles y suscitan menores dificultades. En cambio, esos problemas suscitados en la
individualización judicial se hacen más numerosos, difíciles y agudos en épocas de hondas
transformaciones sociales.
No debemos esperar que el Derecho realice las funciones de certeza y seguridad en términos
absolutos, ya que no hay nada absoluto. Además hay deseos de la sociedad opuestos a la
certeza y seguridad, como sería por ejemplo el deseo de cambio progresivo, de
perfeccionamiento de apertura de nuevos horizontes.
Ni siquiera en sociedades relativamente estáticas, ni en las sociedades relativamente estables
han podido los hombres construir un sistema omni comprensivo y permanente de normas que
prevean todas las controversias jurídicas posibles y las resuelvan de antemano. Es notorio que
en todos los órdenes jurídico-positivos hay contradicciones, inconexiones y vacíos. Cierto
que en varios períodos de la Historia del Derecho tanto los juristas teóricos, como los
abogados practicantes y los jueces, han pretendido ocultar esta situación real y el cultivo de
este mito ha enturbiado a veces la clara percepción de las cosas tal y como ellas son
efectivamente.
El estudio sobre la interpretación jurídica no es un tema complementario. Es muchísimo más,
lo mismo en la teoría que en la práctica. No puede existir ningún orden jurídico, sin función
interpretativa, porque las normas están destinadas a ser cumplidas y en su caso aplicadas.
El Principio de la PLENITUD HERMETICA expresa que el orden jurídico positivo debe dar
solución a todo conflicto que se plantee. Y, el postulado de la Plenitud Hermética, es el mito
que consiste suponer - en contradicción con los datos reales- que en el conjunto de normas
formuladas hay siempre solución prevista expresa o tácita, para cualquiera de las
controversias que puedan plantearse. La experiencia prueba que no es así.
De hecho, la dinámica jurídica - la creación, el funcionamiento y la individualización del
Derecho - no se desarrolla como un proceso lógico. Las nuevas normas jurídicas, que
reforman viejas instituciones o crean otras, no pueden ser entendidas como el resultado de un
proceso deductivo, en el que se extraen nuevas consecuencias de las premisas ya sentadas en
el orden jurídico. Las sentencias de los tribunales, así como las decisiones administrativas
casi nunca pueden explicarse como "mera deducción lógica" de lo dicho en las normas
generales pre-existentes.
Las normas generales - Constitución, leyes, reglamentos, son generales y abstractos. En
cambio, la vida humana, las realidades sociales en las cuales se debe cumplir y aplicar las
leyes son siempre particulares y concretas.
Si un órgano jurídico tiene que aplicar el Derecho, hace falta necesariamente que establezca
el sentido de las normas que tiene por misión aplicar; hace falta necesariamente que interprete
esas normas. La interpretación es, entonces un proceso intelectual que acompaña
necesariamente el proceso de progresión de un grado superior a un grado inferior.
La interpretación jurídica puede llevarse a cabo en el interior del derecho o en relación con su
exterior. Tal interpretación podrá consistir, entonces en una metodología de la indagación y
de la decisión del juez (o más general, del jurista; que puede ser un abogado, un notario, un
funcionario de la administración pública o un estudioso, especialista en derecho), que se
mueve, idealmente, en el ámbito de un ordenamiento jurídico.
O bien, la interpretación jurídica puede tomar el Derecho considerado en su conjunto, ya que
este hace las veces de metodología práctica de la vida social, para identificar -por ella- la
estructura que le es característica. En este segundo caso, el jurista se sitúa fuera del orden
jurídico, para aprehenderlo en su significado global.
La diferencia entre estas dos posiciones la expresó Manuel Kant como la diferencia entre las
preguntas "Quid sit juris?" ¿Qué cosa está conforme con el Derecho? ¿Quid sit jus? ¿Qué es
el Derecho?; preguntas que pertenecen -ambas- al bagage hermenéutico. Debe, no obstante,
advertirse que esta diferencia ha de entenderse en sentido dialéctico: ésta consiste en un
círculo vital, según el cual la respuesta dada al primero o al segundo interrogante, está
siempre condicionada y será siempre condicionante en relación con la otra respuesta.
De hecho, la interpretación del derecho se funda, siempre, en un "círculo hermenéutico". Es
decir: sobre la relación -móvil y continua- que se establece entre el sujeto y el objeto del
interpretar; entre la actividad del intérprete y esa experiencia jurídica en la que este vive,
piensa y actúa. Sea cual sea la definición del derecho que aporten sus teóricos o los filósofos,
esta deberá someterse a confrontación y a prueba, tanto de la interpretación interna al mismo
derecho, como de la que hace referencia a su morfología práctica en la realidad social; solo
así podrá valorarse su veracidad y eficacia.
De otra parte, una hermenéutica operante del derecho, debe situarse y desarrollarse en una
perspectiva teórica, a través de la cual se marcan las líneas directrices de las diversas
modalidades asumidas en la interpretación, entendida como técnica cognoscitiva y operativa.
En efecto, una diferencia; no solo en el plano formal de la argumentación jurídica, sino
también en el nivel de la modificación práctica de esa realidad que se interpretó recurriendo a
las normas del derecho.
Ambos aspectos de la interpretación jurídica, se complementan e integran mutuamente, si
bien nunca alguno de ellos pierde su identidad en el otro. Precisamente, la hermenéutica
jurídica consiste en el intercambio que se realiza entre los dos aspectos; en la transposición
continua -implícita o explícita- del interior al exterior del derecho y viceversa.
La Interpretación del derecho, como actividad del intérprete al interior de aquel, solo es una
de las formas en las que se desarrolla la actividad hermenéutica en general. Para identificarla
y para poderla definir en su método es necesario situarse fuera de ella y compararla con las
demás especificaciones de la hermenéutica, en cuanto teoría general de la interpretación.
Las interpretaciones que se han dado sobre la interpretación jurídica, pueden, a su vez,
diferenciarse a partir de dos puntos de vista fundamentales: el discursivo y el operativo.
Aunque hay considerables diferencias entre uno y otro, cada uno de ellos brota de un
trasfondo de cultura jurídica, en la que están simultáneamente presentes tradiciones de
procedimiento profesional, inspiraciones de carácter filosófico y hasta intereses ideológicos
de carácter social o político.
La interpretación jurídica, entendida como interpretación lingüística, es decir, como actividad
de reelaboración semántica del lenguaje normativo, pone de manifiesto sus rasgos
fisonómicos de carácter legalista y formalista. Según ésta, la actividad del intérprete se
considera como estrechamente condicionada por el mismo texto de las palabras de la ley o
por la sentencia. Se considera, en consecuencia, que el intérprete está obligado a la máxima
fidelidad posible, frente a la intención expresada por el legislador. El intérprete está, pues,
llamado a desarrollar una tarea de filología jurídica, que consistirá en identificar el sentido
auténtico de las palabras utilizadas en el texto de la ley; una tarea de lógica jurídica, por
cuanto deberá establecer una conexión entre los términos, conforme a un principio de
racionalidad; un trabajo de interpretación jurídica, pero solo en la medida en que ha de
convertir -o traducir- en términos adecuados la primigenia intención de quien habló. Por ello,
podría definirse esta actividad hermenéutica, como interpretación "textual". Pero la
interpretación jurídica se proyecta, de forma mucho más adecuada en un sentido diferente,
que podríamos denominar operativo (mejor que "discursivo") o también "contextual". Pues el
trabajo del intérprete se considera como una actividad de conversión, que va del lenguaje a la
acción práctica; como actividad en la que se realiza la integración del conocimiento con la
decisión de juzgar; como operación en la que el intérprete queda inserto en el contexto de la
práctica social, que es un horizonte mucho más amplio que el lingüístico, que se identifica
con el conjunto normativo de la legislación.
Por lo demás, esta dimensión de la actividad hermenéutica se halla reflejada en nuestro
Código Civil, cuando, al referirse a la interpretación de los contratos, "Al interpretar el
contrato debe investigarse cuál fue la común intención de las partes, sin limitarse al sentido
literal de las palabras. Para determinar esta común intención de las partes, es necesario
valorar su comportamiento global, incluso posterior a la conclusión del contrato" (Art. 1362).
La Interpretación como Técnica Integradora del Mensaje Legislativo
El ciclo del mensaje legislativo sigue adelante con las fases sucesivas de su interpretación y
aplicación al caso concreto, la interpretación puede definirse adecuadamente como una
técnica integradora del mensaje legislativo. Las interpretativas que asume el mensaje
legislativo, son las siguientes:
La Técnica Constitucional
La palabra Técnica viene etimológicamente de "tejné", que significa arte. Toda ciencia tiene
un arte. Aún cuando algunos autores distinguen entre arte y técnica, la técnica es el conjunto
de operaciones que se realizan para alcanzar los objetivos o finalidades fundamentales que
persigue el Derecho.
El Derecho Constitucional quiere "lograr un equilibrio entre el poder, la libertad y el orden".
(Hauriou).
El tema de la Técnica constitucional se desdobla en estas vertientes: A) La Técnica de
Formulación de la Constitución; y B) La Técnica de Aplicación del mismo texto.
A) La Técnica de Formulación, corresponde a aquellas encargadas de elaborar el texto
constitucional.
B) La Técnica de Aplicación, consiste en llevarla con pulcritud a los casos concretos, a las
situaciones particulares que en la vida diaria de los pueblos se presentan.
La Técnica de Aplicación de la Constitución, es materia un poco difícil.
La Hermenéutica Constitucional
La Interpretación Constitucional
"A la ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente del significado propio de las
palabras, según la conexión de ellas entre sí y la intención del legislador. Cuando no hubiere
disposición precisa de la ley, se tendrá en consideración las disposiciones que regulan casos
semejantes o materias analógicas y, si hubiese todavía dudas, se aplicarán los principios
generales del Derecho".
La Utilidad fundamental de este Artículo, radica en que es una norma que ofrece argumento
"en opinión de Hermann Petsold Pernía":
"Permite al intérprete y especialmente al juez, justificar la interpretación que ha realizado,
ayudándole a presentar su decisión como conforme al Derecho Positivo vigente, puesto que
no hay que olvidar que la interpretación es un proceso eminentemente axiológico que
habitualmente se recubre con una vestimenta lógica a fines precisamente argumentativos
buscando convencer al auditorio (Jueces y partes litigantes) de lo jurídicamente justificada
que está la interpretación realizada, pero que en el fondo sigue siendo esencialmente
valorativa".
En el texto de la primera parte de dicho Artículo aparecen dos de los trece argumentos (a
contrario, asimile o analógico, a fortiori, a completudine, a coherencia, psicológico, histórico,
apagógico, teológico, económico, ad exemplo, sistemático y naturalista), que permiten
interpretar los textos en función de la intención que se atribuye al legislador y los cuales han
sido analizados por el Profesor Tarello, al ocuparse de la experiencia propia de los juristas.
Ahora bien, los dos argumentos que contiene este Artículo son: El sistemático y el
psicológico, pudiéndose definir el sistemático, según Perelman de la siguiente forma: "es
aquel que parte de la hipótesis de que el Derecho es ordenado, que sus diversas normas
forman un sistema, cuyos elementos pueden ser interpretados en función del contexto en que
se hallan insertos".
Este argumento es recogido en la disposición legal analizada cuando establece: "A la ley debe
atribuírsele el sentido que aparece evidente del significado propio de las palabras según la
conexión de ellas entre sí" y el argumento psicológico definido por el mismo autor consiste
en la búsqueda de la voluntad del legislador concreto, gracias al recurso de los trabajos
preparatorios, este argumento permite precisar la razón de la ley, reconstruyendo la intención
del legislador, pensando en el problema concreto que tenía que resolver, en los principios a
los cuales se refiere en las enmiendas aportadas al proyecto primitivo. Este argumento es
reconocido en el Artículo en referencia cuando se habla de la intención del legislador.
Si bien la interpretación del Derecho es una materia que pertenece a la Doctrina y sobre la
cual existen diferentes criterios, también es cierto que sin la existencia de esta norma
establecida en el Artículo 4° del Código Civil, sería muy difícil justificar desde un punto de
vista legal, las diversas interpretaciones del Derecho que puedan presentarse en un caso
concreto.
Para corroborar lo antes apuntado, es conveniente citar algunas sentencias extraídas de la
abundante jurisprudencia de más alto Tribunal venezolano, relativas al Artículo en referencia.
En primer término tenemos una decisión del 9 de octubre de 1.953 de la desaparecida Corte
Federal, que expresa:
"Con estos cuatro elementos, se agota la comprensión del contenido de la ley, no se trata de 4
clases de interpretación entre las cuales se puede escoger al libre albedrío, sino de diferentes
actividades que deben cooperar para que la interpretación pueda tener éxito. Algunas veces
será más importante y visible un elemento y otras, otro elemento, de modo que la atención se
dirija hacia todas esas direcciones. El éxito de toda interpretación, depende de dos
condiciones en las cuales se condensan los 4 elementos: 1) recapitular plásticamente la
actividad mental de la cual dimana la expresión particular problemática de pensamiento; 2)
que dominemos el conjunto histórico dogmático, que solo arroja luz sobre la disposición
particular, para darnos cuenta enseguida de las relaciones entre aquel conjunto y el texto
presente".
Vamos a definir cada uno de los elementos de interpretación de las leyes según este autor:
A) Elemento Gramatical: Tiene por objeto la interpretación de la palabra que constituye
el medio para que el pensamiento del legislador se comunique con el nuestro. Consiste en la
exposición de las leyes lingüísticas aplicadas por el legislador.
B) Elemento Lógico: es aquel que tiende hacia la estructuración del pensamiento o sea
hacia la relación lógica entre las diversas partes.
C) Elemento Histórico: Tiene por objeto la situación de la relación jurídica regulada por
reglas jurídicas, en el momento de la promulgación de la ley. Esta debía intervenir en aquella,
de determinada manera y el mencionado elemento ha de evidenciar el modo de aquella
intervención: lo que por aquella ley se ha introducido de nuevo en el Derecho.
D) Elemento Sistemático: Referido a la conexión interna que enlaza a todas las
instituciones y reglas jurídicas, dentro de una magna utilidad. Este plexo se halla lo mismo
que el contexto histórico, en la mente del legislador y por consiguiente no conocemos por
completo su pensamiento sino esclarecemos la relación en la cual la ley se encuentra con todo
el sistema jurídico y el modo en que ella debía intervenir eficientemente en el mismo.
Esta posición es muy acertada ya que el intérprete o sea el Juez se coloca en el lugar del autor
real y auténtico de la Ley, manejando los elementos en conjunto y no aisladamente, teniendo
siempre en cuenta el carácter argumentativo de la interpretación judicial y los valores insertos
en la Norma Jurídica Positiva y presente.
Según Eduardo Couture estos elementos citados por Savigny no agotan por sí solos la obra
interpretativa, pero reunidos la cumplen en buena parte y agrega a estos 4 elementos la idea
de actualidad en la vigencia del Derecho, es decir la medida de eficacia actual de la Norma.
La Norma nace un día para una sociedad determinada y para un tiempo determinado pero
extiende su ámbito temporal de validez a todo tiempo posterior hasta el día de su derogación.
El tiempo de la Ley y su sentido no sólo son el tiempo y el sentido de su sanción sino también
el Tiempo y el sentido de su vigencia. Es indispensable añadir también para no tener una
visión incompleta del Derecho Positivo, que la sentencia sea fuente para nuevas
consecuencias concretas en la vida en curso, como fuente para nuevas proyecciones sobre los
nuevos hechos que la realidad social presenta.
La cultura jurídica contemporánea, en sus orientaciones más avanzadas, que siguen los
procesos obtenidos por la epistemología científica, ha clarificado que el mensaje legislativo,
por sí solo, no es portador de racionalidad y de orden, como pretendía la persistente
afirmación del Iluminismo. Un mensaje, en la medida en que está destinado a incidir en ese
estado de desequilibrio que existe en la relación entre ordenamiento jurídico y realidad social,
también puede ser portador de irracionalidad y de desorden, precisamente porque dicho
mensaje es una "estructura disipativa", es decir, generadora de simplificación de
fluctuaciones de orden social, que conduce a una nueva situación que se basa en la ruptura
entre el pasado (el orden existente) y futuro (el cambio realizado por las innovaciones
legislativas).
Por ello, el mensaje legislativo no puede considerarse en forma estática, cerrado en sí mismo
y atemporal, sino en su proyección dinámica, orientada al objetivo de su conversión foral en
una nueva situación jurídica; situación que está determinada por una estructura que se impone
sobre otras estructuras, eliminándolas o sustituyéndolas en su funcionalidad operativa o
también modificándolas. La ley es, en efecto, un instrumento cognoscitivo de la realidad y es
objeto de interpretación para el intérprete. Pero al mismo tiempo, la ley le brinda un conjunto
semiológico: todo un complejo de signos y símbolos que le permitan interpretar
jurídicamente los hechos, los comportamientos y los valores sociales. Considerada como
"mensaje", la Ley adquiere, en el momento interpretativo, un aspecto descriptivo y otro
prescriptivo: es una toma de conciencia de la lens legislatoris (mente=intención del
legislador), objetivada en las fórmulas legales y, al mismo tiempo, un imperativo dirigido al
interlocutor-magistrado o funcionario- que debe observarla y hacerla cumplir; recibirla y
trasmitirla, convirtiéndola en una situación que se interpreta jurídicamente como legítima.
El racionalismo de la técnica legislativa no es ya algo intrínseco a la ley, sino que está
orientada a un objetivo, que es la aplicación del ordenamiento. La racionalidad ejercida por el
intérprete, en su tarea de comprensión y de adecuación a los hechos, es funcional en relación
con la directriz del significado y con la intencionalidad objetiva-no subjetiva-, pues la razón
última de la ley radica en su aplicación a la realidad. En efecto, el Derecho consiste en un
círculo de conversión entre la forma y la acción, entre las palabras y los hechos, círculo que
se inicia y se cierra, desde el principio al fin, con el mensaje legislativo.
a) Para unos, llamados los Realistas, el juez se convierte en dueño y señor del derecho.
La clave de la práctica jurídica sigue estando en la conciencia del juez, pero ésta ya no es
conciencia congnoscente, sino libérrima conciencia decisoria; el juez ya no es contemplado
como servidor de la ley sino como señor absoluto del Derecho. Aquí el razonamiento jurídico
sigue siendo monológico, subjetivo, pero en el sentido de arbitrario e incontrolado y,
cualquier idea de seguridad, certeza o verdad se estima carente de referencia sólida y rebajada
a puro mito sin más razón de ser que la pura ideología.
b) Para otros, la conciencia del juez se convierte en conciencia pública. El juez no decide
al margen del contexto social, no decide impunemente, de modo puramente personal. Su
actuación está inserta en un debate que es público, exterior a él y que le somete a
requerimientos y controles que son sociales. De éste modo, el razonamiento jurídico se
"publifica", se hace intersubjetivo, dialógico. El juez se convierte en árbitro de un debate al
que su decisión pone fin en lo jurídico, pero que se puede prolongar en lo social cuando su
decisión no alcanza un mínimo consenso, cuando los argumentos con que motiva su sentencia
no gozan de una mínima capacidad de convicción.
Estos últimos son los planteamientos que subyacen a las llamadas teorías de la argumentación
jurídica. No es casual, pues, que en nuestros días haya caído en desuso la expresión
"razonamiento jurídico" y en su lugar se hable de "argumentación jurídica". La práctica
jurídica decisoria no está primariamente presidida por un razonador subjetivo, sino por un
argumentar intersubjetivo. Las razones que cuentan no son las de la razón individual, las de la
conciencia subjetiva del intérprete y/o juez, sino los argumentos intersubjetivos, las razones
que se expresan hacia los otros como justificación de las opciones y decisiones. De éste
modo, la "verdad" jurídica no se averigua subjetivamente, se construye intersubjetivamente;
no se demuestra en su certeza inmanente, sino que se justifica o se fundamenta en su
"razonabilidad" hacia el exterior, para los demás. La corrección de las decisiones no proviene
de su correspondencia con una norma que se asimila a un objeto preestablecido, sino que se
apoya en el consenso que ante cada caso concreta los perfiles de la norma, mediante
argumentos que ya no se extraen de la norma misma, sino de postulados socialmente
compartidos, pues hasta la propia validez de la norma jurídica deja de entenderse como
atributo inmanente y se reputa fruto de un "reconocimiento" social del que la llamada
"validez" es solidificación coyuntural y variable.
Pues bien, como antes se apuntó doctrinas como la de PERELMAN tienen históricamente al
valor de haber actuado como precursoras de este cambio de paradigma de la metodología
jurídica.
Críticas al empleo de la lógica tradicional
En su obra El Fin en el Derecho, Ihering afirma rotundamente que "el fin es el creador de
todo Derecho; que no hay norma jurídica que no deba su origen a un fin, a un propósito, esto
es, a un motivo práctico". El Derecho no es un fin en sí mismo, es solamente un medio al
servicio de un fin. Este fin consiste en la existencia de la sociedad. El criterio o medida que
sirve para juzgar el Derecho no es un criterio absoluto de verdad -dice Iheringsino que es un
criterio relativo de finalidad.
Jeremías BENTHAM (1748 - 1832) creador del moderno sistema UTILITARIS en la ETICA
Y EN EL DERECHO (obra: "Los Principios de la Moral y de la Legislación"). En su
pensamiento figura su propósito de juzgar las leyes desde el punto de vista de los "efectos
reales» que ellas producen. Leyes buenas o justas aquellas que al ser aplicadas producen efec-
tos buenos y las malas o injustas aquellas que al ser llevadas a la práctica producen efectos
malos, Bentham calificaba esos efectos mediante su idea de "utilidad" lo bueno es lo que
produce placer y lo malo causa dolor. Lo bueno o justo es lo que tiende a aumentar la
felicidad al mayor número de individuos.
La obra que Francois Gény publicó en 1899, Método de Interpretación y Fuentes en Derecho
Privado Positivo, puso claramente de manifiesto que en contra de lo que convencionalmente
se sostenía en Francia, la interpretación judicial del Código Civil había sido
considerablemente creadora y, estaba muy lejos de constituir una deducción silogística de las
normas y de los principios contenidos en aquel cuerpo legal.
Geny puso de manifiesto que la ley no es tanto la expresión de un principio lógico, sino más
bien una expresión de voluntad. Parece razonable que en la aplicación del Derecho se debe
tratar de esclarecer cual fue el propósito del legislador. Cuando la ley no contiene norma para
resolver el caso concreto planteado, entonces hay que acudir a otras fuentes suplementarias,
las cuales son tres ordenadas jerárquicamente:
- La costumbre.
- La autoridad y la tradición, tal como han sido desenvueltas por la jurisprudencia de los
tribunales y la doctrina.
- La libre investigación científica.
A) El juez está obligado, desde luego a obedecer el Derecho positivo. La función del juez
consiste en proceder al ajuste de intereses del mismo modo que el legislador. La disputa entre
las partes le presenta un conflicto de intereses. La valoración de los intereses llevada a cabo
por el legislador debe prevalecer sobre la valoración individual que el juez pudiera hacer
según su personal criterio.
B) Las leyes aparecen incompletas, a veces inadecuadas, incluso contradictorias, cuando
se las confronta con la riquísima variedad de problemas que los hechos sociales van
suscitando sin parar en el correr de los días. El legislador en nuestro tiempo debiera esperar
del juez, no que éste obedeciese literalmente, de un modo ciego, las palabras de la ley, sino
que, por el contrario, desarrollara ulteriormente los criterios axiológicos en los que la ley se
inspira, conjugándolos con los intereses en cuestión. La función del juez no debe limitarse
meramente a sub asumir hechos bajo los mandatos jurídicos, sino que también debe construir
nuevas reglas para las situaciones respecto de las cuales la ley nada dice, y debe asimismo
corregir las normas deficientes. En suma, el juez debe proteger la totalidad de los intereses
que el legislador ha considerado dignos de protección y, en el grado y jerarquía en que éste ha
estimado que deben ser protegidos. El juez no se limita simplemente a aplicar normas
jurídico-positivas ya hechas y terminadas, sino que, además tiene él mismo que elaborar
normas jurídicas. Claro que en está tarea está obligado a obedecer el criterio valorativo de
intereses establecido en la legislación vigente. Sin embargo, el juez está muy lejos de ser un
autómata jurídico. Por el contrario, es eficaz auxiliar del legislador.
En cierta manera la escuela norteamericana de la "Jurisprudencia Sociológica" desenvuelve
un pensamiento análogo al de la escuela alemana de la "Jurisprudencia de Intereses", sólo que
con una prioridad en el tiempo respecto de ésta y con matices originales.
Según la Jurisprudencia Sociológica, el reconocer las formas y estructuras lógicas del
Derecho no impide que al mismo tiempo se comprenda que el Derecho no es pura lógica,
sino que, además, es también esencialmente un instrumento para la vida social, para la
realización de los fines humanos, dentro del ámbito cambiante de la historia. La
"Jurisprudencia Sociológica" norteamericana no sólo constituye uno de los más importantes
movimientos doctrinales, sino que ha ejercido una influencia decisiva en la práctica judicial.
Son muchos los profesores y jurisconsultos prácticos que han contribuido al pensamiento y a
la acción de esta escuela. Considérese que el iniciador de ella fue Oliver Wendell Holmes.
Muy representativo de la misma, fue el también Magistrado de la Suprema Corte de los
Estados Unidos, Benjamín Cardozo y asímismo, su compañero Louis Brandeis. Pero el gran
director espiritual y máximo maestro de ese movimiento es Roscoe Pound, que durante
muchos años fue decano de la Facultad de Derechos de la Universidad de Harvard. No es este
el lugar adecuado para ofrecer un resumen de la totalidad de las aportaciones con que esta
escuela ha beneficiado al pensamiento jurídico contemporáneo y al progreso efectivo del
Derecho.
Ya en los últimos años del siglo XIX el famoso magistrado de la Suprema Corte de los
Estados Unidos Oliver Wendell Holmes puso de manifiesto que "la vida real del Derecho no
ha consistido en lógica, sino en experiencia. Las necesidades sentidas en cada época, las
teorías morales y políticas predominantes, las intuiciones en que la acción política se ha
inspirado, bien aquellas confesadas explícitamente o bien otras inconscientes, e incluso los
prejuicios que los jueces tienen al igual que todas las otras gentes, han tenido que ver mucho
más que los silogismos en la determinación de las normas para gobernar a los hombres". El
esquema total del Derecho, dice Holmes, es el resultado de un conflicto en cada punto entre
la lógica (entendida como generalización y como deducción silogística mecánica de aquellas
generalizaciones) y el buen sentido. Holmes se dió cuenta, o al menos tuvo el claro barrunto,
de que en el desarrollo del Derecho y sobre todo en el proceso de su aplicación, hay un tipo
de razones que no encajan en la "lógica tradicional", que no son razones de lógica
matemática, sino que son razones de otro tipo. Algunas veces, Holmes llama a esas razones
buen sentido.
Holmes había dicho que el juez debe conocer y tomar en cuenta las necesidades concretas de
la sociedad de su época, las doctrinas políticas que prevalecen en ésta y las convicciones
sociales, explícitas o implícitas, sobre el interés público que en ella impera. La labor del
jurista teórico, la del legislador y la del juez no deben limitarse a un proceso meramente
lógico sino que deben contener, además, indispensablemente un conocimiento sociológico de
las realidades actuales, que sirva como base para la formulación de normas generales e
individuales inspiradas en los criterios de justicia.
La experiencia práctica de OLIVER WENDELL HOLMES (1841 - 1935) contribuye con
reflexiones muy importantes a la filosofía sobre la creación del Derecho, sobre el proceso
judicial Magistrado de la Suprema Corte de los Estados Unidos, sus aportes en este campo
fueron el resultado de su experiencia como juez, analizada a la luz de su propia formación
filosófica. Entre sus afirmaciones en contra de la creencia que predominaba:
El esquema total del Derecho según Holmes es el resultado de un conflicto en cada punto
entre la lógica (entendida como deducción silogística mecánica) y el buen sentido.
La lógica no es la única fuerza operante en la formación y desarrollo del Derecho. Es verdad
que cualquier decisión judicial se le puede dotar de una forma lógica con lo cual se da una
impresión de mantener el principio de la certeza y la seguridad jurídica, el problema consiste
en sentar las "premisas concretas", tanto las premisas de principios, como la relativa a los
hechos.
Holmes apunta a dos aspectos correlacionados; apunta a un tipo de razonamiento que es
valorativo y apunta también a la razón vital e histórica.
Subraya la "Jurisprudencia Sociológica", que el objetivo del Derecho es la justicia y el
bienestar social. Por lo tanto, ninguna norma que en su resultado práctico sea parte de esa
finalidad puede justificar su existencia. No se trata de desligar al juez de su deber de
obediencia al Derecho Positivo. Se trata de que, cuando el juez haya de decir hasta qué punto
las normas existentes han de ser interpretadas extensivas o restrictivamente, debe inspirarse
por las ideas de justicia y bienestar social, las cuales determinarán el método adecuado de
interpretación y aclararán la dirección y el alcance de esas normas.
Esa ingeniería social se propone conseguir como resultado el hecho de que los bienes de la
existencia, los medios de satisfacer las demandas y los deseos de los hombres que viven
juntos en una sociedad organizada políticamente, si es que no puedan llegar en su totalidad a
todas las gentes que claman por ellos, por lo menos lleguen en la mayor cantidad posible al
mayor número posible, con el menor grado de rozamiento pérdida. Un sistema de Derecho
Positivo logra la finalidad del orden jurídico, o por lo menos intenta lograrla, de la siguiente
manera:
a) Reconociendo algunos de los intereses que demandan protección; b) Definiendo los límites
dentro de los cuales esos intereses deben ser reconocidos y protegidos eficazmente mediante
preceptos jurídicos, que sean aplicados congruentemente por la autoridad judicial o por la
administrativa, en caso necesario y, c) Esforzándose en asegurar de manera efectiva los
intereses reconocidos dentro de los límites que se hayan definido para ellos.
El gran filósofo norteamericano John Dewey se ha ocupado también de temas jurídicos, y de
modo especial, de hacer una crítica del uso de la lógica deductiva en la interpretación. La
lógica deductiva debe ser abandonada como instrumento principal y decisivo par llegar a la
sentencia judicial, y debe ser sustituida por una lógica diferente, por un tipo de lógica que, en
lugar de arrancar de los antecedentes, tenga de gravedad en la consideración de las
consecuencias.
Entre esas críticas hay que destacar las dirigidas muy certeramente contra la doctrina de la
sentencia como un silogismo y contra el indebido uso de la lógica tradicional en la función de
hacer justicia.
Karl N. Llewellyn descubre que hay que distinguir entre las que podrían llamarse "reglas en
el papel" y "reglas efectivas". Las primeras, las "reglas en el papel", comprenden no
solamente las normas formuladas en las leyes y los reglamentos, sino que comprenden
también las normas en que los tribunales declaran en sus sentencias, como fundamentos para
sus fallos. Las "reglas efectivas" son aquellas, declaradas o no, según las cuales los jueces
deciden realmente el litigio. Esta diferenciación entre "reglas en el papel" y "reglas efectivas"
no supone que las primeras carezcan de toda influencia o importancia.
El hecho de que en la mayor parte de las críticas contra el empleo de la lógica para la
interpretación del Derecho, por ser aquélla no sólo insuficiente, sino muchas veces
tremendamente perturbadora, al hablar de "lógica" se piensa en las lógicas tradicionales, en la
lógica de Aristóteles, en la de Bacon, en la de Stuart Mill, la de Sigwart, etc., e incluso en la
de Husserl y la lógica simbólica contemporánea; es decir, se piensa en la lógica pura, de tipo
matemático; pero hay que advertir que esa lógica tradicional no es toda la lógica, no
constituye la lógica entera antes bien tan sólo una parte de ella. El campo del logos es
muchísimo más extenso que área de la lógica pura tradicional: comprende otras regiones,
como, por ejemplo, la de (la razón histórica apuntada por Dilthey) la de la razón vital e
histórica mostrada por Ortega y Gasset, la lógica de lo humano o de lo razonable. Todas estas
denominaciones en el fondo apuntan hacia varios aspectos del logos.
Ahora bien, la lógica tradicional o físico-matemática no es adecuada para tratar la vida
humana ni sus problemas prácticos, por consiguiente, tampoco para los menesteres jurídicos,
entre los cuales figura la interpretación del Derecho. Para todo cuanto pertenezca a nuestra
humana existencia, incluyendo la práctica del Derecho, hay que emplear un tipo diferente del
logos que tiene tanta dignidad como la lógica tradicional, si es que no superior a la de ésta:
hay que manejar el logos de lo humano, la lógica de lo razonable, la cual es razón como la
lógica de lo racional, pero diferente de ésta. La lógica de lo humano o de lo razonable es una
razón impregnada de puntos de vista estimativos, de criterios de valoración, de pautas
axiológicas, que, además, lleva a sus espaldas como aleccionamiento las enseñanzas recibidas
de la experiencia, de la experiencia del prójimo a través de la historia.
Entiéndase bien que la crítica contra el empleo de la lógica tradicional en la interpretación del
Derecho, se dirige contra la aplicación de esa lógica tradicional a los contenidos de las
normas jurídicas. O, dicho con otras palabras, el problema de la interpretación es un
problema de lógica material y no de lógica formal.
La lógica formal, de tipo puro, a priori; -por consiguiente, la lógica tradicional de lo racional-
, tiene ciertamente empleo necesario y correcto en el tratamiento de las formas jurídicas, es
decir, en la aclaración y en el análisis de los conceptos jurídicos puros, de los conceptos
jurídicos esenciales, como son, por ejemplo: los conceptos de norma jurídica, relación
jurídica, derecho-subjetivo, deber jurídico, persona jurídica, supuesto jurídico, consecuencia
jurídica, etc. Precisamente en el siglo XX se han producido dos distintos tipos de
investigaciones lógicas de gran envergadura y con enorme alcance en el campo de la
Filosofía del Derecho. Tenemos, por ejemplo, la teoría pura del Derecho de Kelsen y otros
ensayos fundamental del Derecho, bien sobre base fenomenológica (Schireier) y, por otra
parte, tenemos los recientes estudios de axiomática jurídica y de lógica y ontología formales
del Derecho de García Máynez, Miró Quesada, Von Wright y otros, que han abierto la
exploración de una nueva zona y que han conseguido ya resonancia mundial. En todos esos
estudios y en otros análogos se aplica legítima y correctamente la lógica pura al estudio de las
formas esenciales del Derecho.
Tratar formas a priori, esto es, esencias necesarias y universales, por métodos de lógica,
gnoseología y ontología formales, parece sin duda adecuado y correcto. En cambio, resulta
superlativamente discutible con seguridad gravemente erróneo, aplicar esos mismos métodos
al tratamiento de los contenidos jurídicos, de la materia jurídica, que es una realidad empírica
que se originó en cierto lugar y en cierto tiempo, al conjuro de las necesidades históricas y en
vista de ciertos fines particulares.
Las verdades de la matemática y, también las de la teoría fundamental del a priori jurídico,
esto es, de las esencias puras en el campo del Derecho, son conexiones ideales. Las leyes de
la física tratan de expresar el curso necesario que siguen los acontecimientos en la naturaleza.
Por el contrario, los artículos de la ley o del reglamento pretenden constituir pautas para la
acción, pautas, desde luego inspiradas en valores. Pero los artículos de la ley o del reglamento
no son expresión pura de esos valores ideales; constituyen una obra del hombre, en un
determinado momento de la historia, en una cierta circunstancia social, obra con la cual se
pretende producir prácticamente en la existencia colectiva unos ciertos efectos. Por lo tanto,
el alcance y la validez de un artículo, de una ley o de un reglamento, puede medirse, debe
medirse, única y exclusivamente, en función de los efectos que produce en la vida real.
En los casos de interpretación jurídica, en los que se pone de manifiesto que la lógica
tradicional resulta en un método insuficiente, o que la aplicación de la lógica tradicional
conduce a un resultado disparatado, irritante, injusto, sentimos y comprendemos que hay
razones muy importantes, decisivas, para tratar el problema planteado de una manera tal, que
se haga a un lado aquella lógica tradicional. Ahora bien, si sentimos que hay razones, esto
quiere decir que estamos en el campo del logos. Hemos arrojado por la borda unas razones de
lógica tradicional, precisamente en virtud de que tenemos otras razones que entendemos
deben justificadamente prevalecer sobre aquellas, las cuales no parecen servir para resolver
correctamente el problema. Por lo tanto, estamos dentro del campo de la razón. Entendemos
que la lógica tradicional en los ejemplos aludidos no nos proporciona la solución correcta del
problema y que en cambio hay otros razonamientos, distintos de aquella lógica, los cuales
suministran el modo correcto de resolver el problema. Por lo visto, hay otras consideraciones
o razones que llevan al resultado correcto. Ahora bien, esas consideraciones pertenecen al
campo de la razón, al campo del logos, al campo de la lógica, aunque sea a un especial sector
de ésta, el cual es diferente de la M.
Tienen también en común el haberse desenvuelto sobre todo alrededor de los problemas de
interpretación que plantea el poder judicial.
Asímismo, tienen en común, el haberse enfrentado de un modo muy sincero con la realidad
efectiva y necesaria de la función jurisdiccional, desnudando a ésta de mitos y disfraces para
presentarla en su pura autenticidad.
El mérito principal que han aportado es: la sinceridad con que han destacado los problemas
de la interpretación y del proceso judicial.
Es importante aclarar y mostrar cual es la esencia necesaria de la función del juzgado, en el
ámbito y la índole de sus facultades, sin negar el principio de la obediencia que los juristas
deben al orden jurídico positivo.
Estas aclaraciones se lograrán a la luz de tres perspectivas:
l. Por una parte, gracias al descubrimiento que la lógica material del Derecho, es decir,
la lógica de los contenidos de las disposiciones jurídicas, es una lógica diferente de la lógica
tradicional; es el logos de lo humano, la lógica de lo "razonable" a diferencia de la lógica de
lo "racional", de tipo matemático, que sirve para la ciencia, pero no para tratar los problemas
humanos prácticos.
2. Por otra parte, el hecho de que nos percatemos de cuál es la índole de las normas
jurídicas en cuanto a su contenido, el darnos cuenta de que el contenido de las normas
jurídicas no está constituido por principios ideales con validez abstracta, sino por "obras
humanas" que fueron suscitadas por determinadas motivaciones concretas, por ciertas
necesidades sentidas de modo especial en algún lugar y en alguna época y que se encaminan
a producir determinados resultados que son estimados como valiosos.
3. La clara comprensión de esos problemas ayudará también en gran parte a la correcta
comprensión de cuáles son dentro del orden jurídico las relaciones entre las normas generales
(leyes, reglamentos, costumbres) y las normas individualizadas o de contenido singularmente
concreto (fallos judiciales y resoluciones administrativas), es decir la correcta comprensión
de cuál es la índole de la función jurisdiccional.
Análisis de la Lógica de lo Razonable
Es oportuno recordar que la vida humana, la existencia humana, no puede ser conocida, no
puede ser comprendida, no puede ser analizada, mediante el manejo del repertorio de
categorías y de métodos que se emplean para la captación y la explicación de los fenómenos
de la naturaleza.
Además en todo problema humano, es decir, en toda cuestión de conducta práctica, figura el
hecho de que el hombre es de libre albedrío dentro de una zona o de un campo determinado,
zona o campo que está limitado por el mundo concreto en el que vive o por la circunstancia
particular dentro de la cual se encuentra.
La mayoría de los problemas humanos de conducta práctica, que han de ser tratados,
buscados y decididos de acuerdo con el logos de lo razonable, implican relaciones sociales y,
entre tales relaciones, nos encontramos con conflictos de intereses entre diversas personas y
diversos grupos.
En el tratamiento y en la solución de los problemas humanos y, entre ellos de los problemas
jurídicos, no se puede conseguir nunca con exactitud, ni una evidencia inequívoca. Esto es
imposible, precisamente por virtud del hecho de la enorme y complicadísima multitud de
componentes heterogéneos que intervienen en la conducta humana y muy especialmente en
los problemas de inter-relaciones humanas. Por eso es difícilmente practicable el poder de
abarcar mentalmente todos esos factores y todas las recíprocas influencias entre dichos
factores.
Otros factores que hallamos en los problemas humanos son: el de la jerarquía o diverso rango
de los valores; y el de la jerarquía en cuanto a la más o menos correcta realización de los
valores en la vida humana.
La estimativa jurídica nos dice cuáles son los valores cuyo cumplimiento puede ser
perseguido mediante el Derecho y cuáles son los valores que no pueden ser realizados por vía
legal, porque se hallan situados o más acá o más allá del Derecho.
Los predicados "verdad" y "falsedad" no pueden ser atribuidos a las normas del Derecho, ni
tampoco a los programas de Derecho ideal. Las reglas jurídicas, positivas o ideales, no son ni
verdaderas ni falsas. Las reglas jurídicas no pueden ser juzgadas desde el punto de vista de la
verdad o falsedad. Pueden y deben ser enjuiciadas desde los ángulos de otros valores: justicia,
dignidad de la persona humana, criterios de libertad, de igualdad ante el Derecho, de igualdad
de oportunidades, de servicio al bienestar general, de adecuación a las circunstancias, de
eficacia, etc.
Las normas del Derecho no son enunciados de ideas con intrínseca validez -como lo son, por
ejemplo, las proposiciones matemáticas-; ni son tampoco descripciones de hechos; ni son
expresión de ningún ser real. Las reglas del Derecho son instrumentos prácticos, elaborados y
construidos por los hombres, para que, mediante su manejo, produzcan en la realidad social
unos ciertos efectos, precisamente el cumplimiento de los propósitos concebidos. El Derecho,
como realidad, es un arte práctico, una técnica, una forma de control social.
CONCLUSIONES
Entre los órdenes jurídicos de varios pueblos y de distintas épocas históricas hay múltiples e
importantísimas diferencias; divergen las normas de Derecho Sustantivo, son distintas las
valoraciones que inspiran a cada uno de los órdenes jurídicos Positivos. No obstante, de todas
estas variantes y diferencias, hay problemas que son los mismos, aunque hayan cambiado el
modo de tratarlos y los intentos de solución.
La Filosofía Jurídica ha servido para suministrar una justificación valorativa del Derecho
Vigente, así como también para ofrecer a la práctica jurídica aclaraciones pertinentes, es
notorio que en todos los órdenes jurídicos positivos hay contradicciones, inconexiones y
vacíos.
Es por ello, que el estudio sobre la interpretación jurídica es un tema relevante para la
aplicación del Derecho, lo mismo en la teoría que en la práctica, ya que la dinámica jurídica y
la aplicación de las normas no pueden ser entendidas como el resultado de un proceso
deductivo; las sentencias de los tribunales, así como las decisiones administrativas, casi
nunca pueden explicarse como "mera deducción lógica" de lo establecido en las normas
generales.
La interpretación es un proceso intelectual, que se mueve en el ámbito de un ordenamiento
jurídico y en la práctica de la vida social para aprehenderlo en su significado global, en donde
ambos aspectos de la interpretación jurídica se complementan e integran mutuamente.
BIBLIOGRAFÍA
* Bobbio Norberto. TEORIA GENERAL DEL DERECHO. Editorial Temis. Bogotá 1994.
* Bobbio Norderto. EL PROBLEMA DEL POSITIVISMO JURIDICO, EUDEBA. Buenos
Aires, 1965.
* Carlos Santiago Nino. INTRODUCCION AL ANALISIS DEL DERECHO. Segunda
Edición ampliada y revisada de "Notas de Introducción al Derecho" - Editorial ASTREA,
Buenos Aires, 1980.
* CODIGO DE ETICA PROFESIONAL DEL ABOGADO. Venezuela 1978.
* Enrique Rommen. DERECHO NATURAL, (HISTORIA-DOCTRINA). Editorial JUS,
México, 1950.
* Felipe González Vicen. ESTUDIOS DE FILOSOFIA DEL DERECHO. Facultad de
Derecho, Universidad de la Laguna, 1979.
* Genaro, Carrió. NOTAS SOBRE DERECHO Y LENGUAJE. Abeledo Perrot, Buenos
Aires 1973.
* Hans Kelsen. CONTRIBUCIONES A LA TEORIA PURA DEL DERECHO. Centro Editor
de América Latina, Buenos Aires.
* Hans Kelsen. TEORIA PURA DEL DERECHO. Versión castellana de Roberto J.
Vernengo, de la Segunda Edición Alemana. UNAM. México, 1979.
* Heredia de Girón, Belén. LA DESOBEDIENCIA CIVIL Y SU PERTINENCIA EN UN
REGIMEN CONSTITUCIONAL DE DERECHO. Revista Homenaje a los 100 años de la
Universidad de Carabobo, 1994.
* Heredia de Girón, Belén. LA LEGITIMIDAD DEL DERECHO EN TIEMPOS DE
CRISIS. Memoria Política No. 4 C.EP.A. U.C. 1995.
* J.M. Delgado Ocando. APRENDIZAJE, ALINEACIÓN Y FILOSOFIA DEL DERECHO.
Maracaibo, 1975.
* J.M. Delgado Ocando. CURSO DE FILOSOFIA DEL DERECHO ACTUAL. Colección de
Cursos y Lecciones CEFD-LUZ. Maracaibo.
* John Rawls. TEORIA DE LA JUSTICIA. Fondo de Cultura Económica 1979.
* José Ferrater Mora. "Filosofía, en DICCIONARIO DE FILOSOFIA. Alianza Editorial -
Vol.2.
* La Roche, Humberto. DERECHO CONSTITUCIONAL, PARTE GENERAL. Editorial
Vadell Hermanos. Valencia - Venezuela, 1987.
* Lino Rodríguez Arias Bustamante. FILOSOFIA Y FILOSOFIA DEL DERECHO. Editorial
TEMIS, Librería, Bogotá, 1985.
* Luis Legaz y Lacambra. FILOSOFIA DEL DERECHO. (Segunda Edición revisada y
aumentada). BOSCH, Casa Editorial - Barcelona, 1961. * Peces Barba Gregorio. LIBERTAD
PODER SOCIALISMO. Editorial Civitas, S.A. Madrid 1980.
* Preciado Hernández Rafael. LECCIONES DE FILOSOFIA DEL DERECHO. Editorial
JUS, México 1970.
* Rabossi Eduardo. ESTUDIOS ETILOS. Celis, Facultad de Derecho, Universidad de
Carabobo.
* Recasen Siches Luis. INTERPRETACION FILOSOFICA MODERNA. Editorial México
1982.
* Roque Carrión Warn. "RECONOCIMIENTO JURIDICO Y FUNDAMENTACION
FILOSOFICA DE LOS DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA", en ANALES
DE LA CATEDRA DE SUAREZ, No. 26/27 1986 - 1987 pp.13-89.
* Roque Carrión Wam. ELEMENTOS DE SEMIÓTICA JURÍDICA. Anuario, Universidad
de Carabobo, Facultad de Derecho - Instituto de Derecho Comparado, Valencia, 1976-1977,
pp.261-807.
* Roque Carrión Warn. DOXA DEMOCRATICA. Relaciones entre Etica, Derecho y Política
en América Latina. Universidad de Carabobo No. 18 y 19 Valencia - Venezuela 1992.