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SOIS TODOS SANPAKU


Por Georges Ohsawa
2da Edición, 1972
Sociedad Macrobiótica Argentina

PRESENTACIÓN

El señor Sakurazawa Nyoiti, conocido en el mundo occidental como Georges


Ohsawa, fue un destacado científico japonés que dedicó casi toda su vida a la
búsqueda y al estudio de principios que la filosofía de oriente conoce desde hace
más de 5000 años. Penetrando en ello con profundo amor e inteligencia, el
señor Ohsawa logró redescubrir, para su conocimiento universal, esta natural y
antigua orientación dietético-filosófica, brindando al ser humano desorientado
de nuestros días, un invalorable instrumento para su recuperación física y
mental.

El tema impactante de este libro está, pues, constituido por la revalorización


actualizada de una antiquísima sabiduría que el hombre acumuló desde tiempos
remotos, en la búsqueda de una intensificación consciente de sus posibilidades
vitales.

SANPAKU: Esta palabra japonesa describe una condición del organismo


humano, en la cual el blanco del ojo se hace visible bordeando el iris por tres
lados cuando la persona mira directamente delante de si; tal signo revela un
estado de grave desequilibrio físico y espiritual.
El individuo “sanpaku”, no se encuentra en armonía, ni consigo mismo ni con
las fuerzas naturales del universo, y en tal estado se torna susceptible a
enfermedades y accidentes de todo tipo. La condición “sanpaku”, que está
tomando caracteres alarmantes en todo el mundo, puede ser reconocida por
manifestaciones tales como la fatiga crónica, la baja vitalidad sexual, reacciones
instintivas flojas, mal humor, incapacidad para dormir profundamente,
inexactitud en el pensar y en el hacer. En general, falta de equilibrio.

La palabra “MACROBIOTICA”, como tantas otras ciencias (psicoanálisis” entre


ellas), formóse de raíces griegas. La macrobiótica es una ciencia que tienen sus
orígenes en la antigüedad, y constituye un medio eficaz y sencillo para corregir
el peligroso estado de “sanpaku”, creando condiciones de salud, bienestar y
armonía, tanto interna como externa. Esta ciencia se basa filosóficamente en el
antiguo concepto oriental de las fuerzas yin-yang en el universo, fuerzas que en
el cuerpo humano están representadas por el importante equilibrio entre los
elementos sodio y potasio. La macrobiótica es conocida y practicada desde hace
muchos siglos en extremo oriente. Hoy redescubierta para el mundo occidental,
esta ciencia demuestra, una vez más, ser sorprendentemente valiosa en el
tratamiento de gran número de enfermedades específicas, así como en las
formas más sutiles del malestar contemporáneo.

La macrobiótica se fundamenta en un régimen que devuelve el comer y beber a


sus fuentes humanas originales, integrándolas en el “divino arte del vivir”. Los
regímenes dietéticos indicados en este libro, se basan en su mayor parte, en
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cereales integrales, legumbres (porotos), verduras, raíces, frutas y


excepcionalmente peces. Tales regímenes consiguieron aliviar y curar muchas
enfermedades tachadas de “incurables” por las más avanzadas técnicas de la
medicina moderna. En su libro “SOIS TODOS SANPAKU” Georges Ohsawa
explica con simplicidad las razones por las cuales esto ocurre.

Ohsawa investigó, escribió y enseñó durante más de 50 años, viajando por


Europa, África y las Américas. Trescientas de sus obras fueron publicadas en
japonés, y más de 20 libros conocieron la traducción en Francia. Un detalle
notable digno de señalarse, es que en este último país, los “gourmets” a la
búsqueda de las máximas expresiones de la alta cocina, se han vuelto discípulos
entusiastas de la macrobiótica ante el resultado obtenido con la aplicación
práctica de sus principios.

William Dufty, traductor y editor inglés del presente libro, fue personalmente
autorizado por Ohsawa para seleccionar material de su profusa bibliografía, a
fin de presentarlo en un solo volumen destinado a divulgar eficazmente sus
ideas al público norteamericano. En cuanto a la América del Sur, la
macrobiótica fue introducida por primera vez en PORTO ALEGRE (Brasil) por
el señor Mario A. Costa, hace unos nueve años. Inmediatamente atrajo el interés
de los brasileños, a tal punto que el entusiasmo expandió pronto su
conocimiento a otras ciudades como Río de Janeiro, San Pablo, Curitiba,
Pelotas, entro otras.

La publicación de este libro en la República Argentina, se debe al fervoroso


empeño del señor Juan Torres, quien hallándose en Porto Alegre, entró en
contacto de modo personal y directo con esta maravillosa ciencia dietética. Ante
los asombrosos resultados obtenidos gracias al tratamiento especial a que se
sometiera, el señor Juan Torres se dedicó de lleno al estudio y difusión de la
Macrobiótica, con miras a llevar sus beneficios al publico de nuestro país, para
lo cual tradujo “SOIS TODOS SANPAKU” al castellano.

Oriundo de España, Juan Torres hace más de 60 años que está radicado en la
Argentina. Su biografía orgánica hasta su encuentro con la Macrobiótica, es una
larga secuencia de enfermedades, con frecuentes períodos de hospitalización y
siete serias intervenciones quirúrgicas. Según el mismo lo señala, sus problemas
tuvieron origen en “una vida disipada de francachelas, mala alimentación
consistente en carnes enlatadas, sándwiches, carnes de cerdo y de gallina,
excesos generales den el comer y en el beber, etc.”. En 1960, y viéndose muy mal
adoptó el régimen vegetariano. Con ello su salud mejoró algo, pero no lo
suficiente como para librarse de la destrucción orgánica en marcha.

En este proceso pasó por las manos de muchos médicos, hasta que los últimos
llegaron a pronosticarle un máximo de tres meses de vida. Fue por esos días
cuando entró en contacto con el libro “SOIS TODOS SANPAKU”, gracias a un
compatriota suyo que se lo remitió desde Brasil. De este modo el señor Torres
comenzó a practicar la macrobiótica, y lo hizo con tal entusiasmo que superó las
primeras dificultades, para conseguir los elementos esenciales del régimen.

En dos meses, y sólo con arroz integral, logró restablecer sus


funciones deterioradas, curó el insomnio crónico, y hasta recuperó su vista
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debilitada, a tal punto que pudo prescindir de los lentes que había usado
durante treinta años. Hoy, cumplidos los 82, el señor Juan Torres, es un vivo
exponente de los efectos asombrosamente benéficos de la MACROBIOTICA.
A fin de ampliar el tratamiento que había iniciado por su propia cuenta, y en
respuesta al pedido de un grupo de amigos de Buenos Aires, el señor Torres
viajó a Porto Alegre, donde completó su curación y obtuvo además, mejores
conocimientos sobre esta ciencia, ya que Porto Alegre es considerada la Meca de
la Macrobiótica en América del Sur. Regresó luego a Buenos Aires con la
experiencia y los conocimientos adquiridos (incluso cocina ZEN, tan esencial en
Macrobiótica) y se dio a la tarea de fundar también aquí una Asociación en
Macrobiótica y de traducir las obras del señor Ohsawa al castellano, como ahora
lo hace con “SOIS TODOS SANPAKU” Y “COCINA ZEN”.

El lector de este libro encontrará una explicación sencilla y comprensible en la


filosofía en que se fundamenta la Macrobiótica y verá también expuestos los
hechos que comprueban su eficacia. Tablas simplificadas ofrecen una variedad
de regímenes dietéticos, dosificados según su uso específico. Sakurazawa-
Ohsawa establece escalas de dieta macrobiótica con instrucciones claras para su
preparación y utilización.
Los tratamientos recomendados se basan todos en el empleo de alimentos
integrales y naturales.
Consideramos interesante llamar la atención sobre un capítulo, sorprendente
por su simplicidad y alcance, dedicado a los Alimentos y el Sexo. “Aquí, declara
Ohsawa, se decide si las antiguas teorías macrobióticas son válidas o no. Es
increíble, dirán algunos; es magia negra, dirán otros, pero deberéis comprobarlo
por vosotros mismos. El estado de nuestra salud y felicidad sexual es uno de
nuestros más íntimos secretos. Ningún médico tendrá la capacidad de deciros
algo que no sepáis ya acerca de esta función de vuestro cuerpo…La sexualidad,
la más básica y delicada de las funciones del organismo….depende únicamente
de nuestro alimento diario. Cualquier anormalidad sexual puede ser curada
tonel tiempo a través de la observación estricta del régimen macrobiótico…”

Sakurazawa-Ohsawa sustenta que los aditivos venenosos y los productos


químicos introducidos en los alimentos industrializados, causan lo que llama
“desmantelamiento de la polaridad sexual”, volviendo más masculinas a las
mujeres y afeminados a los hombres. “Esta es la más perniciosa y destructiva de
todas las amenazas al orden del universo; podría significar el fin de la raza
humana. Lo que ahora estamos presenciando es solo el preludio de esa tragedia.
Tres cuartas partes de la humanidad sufren de algunas irregularidades las
glándulas sexuales o en los órganos sexuales. A menos que hombres y mujeres
sean integralmente saludables, todas las enfermedades, desde el banal resfriado
a hasta el cáncer incurable, exige su terrible precio por culpa de la degradación
de las fuerzas sexuales.”

El régimen macrobiótico no sólo es eficaz para curar enfermedades ya


declaradas, sino que-como lo ha comprobado la experiencia de innumerables
casos- torna al cuerpo resistente contra males futuros. Además-y esto vale para
aquellos que se interesan por trascender ciertos estados de conciencia- el lector
podrá observar la estrecha afinidad entre los regímenes de Sakurazawa-Ohsawa
y la dieta recomendada por los monjes del Zen-Budismo y otros maestros
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notables de la filosofía oriental que siempre se preocuparon en hacer del cuerpo


humano una morada perfecta para el alma.

En síntesis, Ohsawa convida al hombre a curarse a sí mismo antes que


preocuparse de cualquier otro asunto, y ofrece medios sencillos y naturales para
hacerlo. Durante un período de dos semanas, cualquier persona puede intentar
una experiencia fácil y segura con el objeto de formarse un juicio por si misma

EL libro de Sakurazawa-Ohsawa, que ahora el señor Juan Torres introduce en el


mundo de habla hispana, se convertirá sin duda alguna en una de las obras más
buscadas y discutidas en su especialidad.

Como complemento a esta presentación, consideramos útil incluir la


experiencia que el señor Torres vivió durante cinco meses de este invierno de
1970 en el Valle de Cinti (Bolivia). Ella ilustra y corrobora sorpresivamente los
asertos de Sakurazawa-Ohsawa. Dejemos que el señor Torres se exprese por si
mismo:

“En primer lugar me llamó poderosamente la atención comprobar que el


régimen de comida en Bolivia es muy similar al que propugna la Macrobiótica.
Lo fundamental de este régimen es una sopa llamada “lagüita”, hecha a base de
harinas de trigo, maíz, habas secas y lentejas, juntamente con zapallo,
zanahoria, cebolla, ajo y verduras de la región. De tanto en tanto (cuando la hay)
algo de carne de cabra en charqui o fresca. Esta sopa se come junto con el
“mote”, maíz muy especial, que, cocido en agua, reemplaza al pan.
“Tuestan el cereal y las legumbres, luego trituran todo en piedras (molienda
primitiva) y, previo cocimiento de las verduras, incorporan la harina. Hierven
unos minutos más y ya tienen lista su sopa o “lagüita”, la cual, -en muchas
regiones de Bolivia y para una gran parte de su pueblo- constituye su único
sustento.

“Quedé asombrado al ver que con solo esta fuente nutricia conseguían
desarrollar una energía y resistencia para el trabajo, excepcionales, más aún si
se tiene en cuenta los desgastes producidos pos sus tres borracheras semanales
(la región es de viñateros y fabricantes de licores), y su constante masticar hojas
de coca, equivalente al fumar en el mundo moderno. Todo esto me condujo a
hacer un experimento con mi comida diaria, en el cual, en lugar de cocinar
enteros los granos de cereales y legumbres, adopté el sistema de tostarlos y
molerlos. A simple título de orientación doy las proporciones en que combino
los elementos de mi mezcla personal. Estas proporciones son susceptibles de
variar según las necesidades individuales y la posibilidad de que ofrece el
mercado. No siempre se consiguen determinados ingredientes, por lo cual es
preciso reemplazarlos aumentando la cantidad de los otros. Además las
exigencias de cereales y de verduras-como se verá en los capítulos
correspondientes del libro- son distintas según los casos tratados
específicamente. Esta fórmula sirve, pues, como una idea base para orientarse:

CEREALES: Arroz 40%


Trigo 18%
Maíz 12%
Centeno, mijo y cebada 5%
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Lino 1%

El lino puede usarse como estimulante de la flora intestinal y además es curativo


en los casos de úlceras.

LEGUMBRES: garbanzo, poroto azuki, lentejas, haba seca pelada (previo


remojo): 5%

Los cereales y legumbres deberán ser tostados y luego molidos

VERDURAS: zanahoria, zapallo, bardana, nabo blanco, radicheta, cebolla,


puerro
10%, 20% o 30% según estado de salud.

MODO DE PREPARA LA SOPA “LAGÜITA” CON ESTOS


INGREDIENTES

Después de bien lavadas las verduras (sin dejarlas en remojo), se ponen a hervir
en agua abundante pues deben absorber harina. Utilizar cacerolas de barro,
hierro o de acero inoxidable, y evitar las de aluminio. Poner la sal marina, y
después de cocidas agregar la harina de dos a tres cucharadas soperas por
persona (previo remojo en agua fría). Luego de agregada la harina, remover
lentamente para que no se pegue mientras vuelve a hervir durante dos a tres
minutos. Retirar del fuego.
“Doy a conocer esta preparación para aquellas personas que son nerviosas,
rápidas en el comer, o que por mala dentadura tragan el bolo alimenticio casi
entero, pues en macrobiótica se recomienda mucho la buena
masticación como condición indispensable para una buena
digestión.

Esta dieta me dio un gran resultado a 2500 metros de altura y con 82 años de
edad, sin sufrir el menor contratiempo en los cinco meses que viví en el Valle de
Cinti (Bolivia).”

INTRODUCCIÓN
La muerte de Kennedy

“¿Por qué el murió, entonces, allí y así? Los cielos callan.”


W. E. Auden

La muerte del Presidente Kennedy modificó muchas vidas y originó muchos


libros, incluso éste, aunque parezca extraño.
Auden hace la eterna pregunta, pregunta esta, que está más allá de aquellas
otras que nos mantuvieron pegados al televisor durante aquellos días de
noviembre y al tumulto de palabras de nuestros diarios y revistas. Una de las
raras historias de periódico, que fue más allá de los hechos oficiales obvios de la
tragedia, pero que, indirectamente, proporcionó un deseo de responder a lo que
no tenía respuesta, apareció en el “New York Herald Tribune Sunday
Magazine”, el 12 de enero de 1964, con la autoría de Tom Wolfe. Nada, en su
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título –“Sanpaku en la segunda avenida”- nos habría hecho creer que hubiese
una relación con lo sucedido en Dallas más tarde. S u primer párrafo, sin
embargo, ya era para hacernos detener en su lectura y pensar:

“Abdul Karim Kassem, el Presidente Ngo Dinh Diem y el Presidente Kennedy


eran “sanpaku” y, ahora, están muertos, asesinados, destruidos por el destino de
los sanpaku, lo que es más que coincidencia, y debería constituir una señal de
alarma para los hombres y las naciones, afirma la Macrobiótica, conforme fue
demostrado por su líder, George Ohsawa, el profeta japonés del Principio
Único.”

Yo mismo, como viejo repórter, profundamente consciente de las limitaciones


de la profesión, pasé ligeramente los ojos por algunos párrafos dislocados. De
una manera, hasta cierto punto ambivalente, el artículo se refería a un extraño
número de personas que comían: kasha, arroz, pescado y gergelim (semilla de
sésamo tostada y salada), en la parte baja de la segunda avenida, y relacionaba
esto, de cierto modo, con el éxodo de algunos neoyorquinos que huyeron de
Long Island, en 1961, para Chico, California, para escapar de las emanaciones
atómicas ¿Pero cuál es el destino de un “sanpaku”? ¿Quién es ese extraordinario
profeta japonés? Bien, al final del reportaje, en otra página, estaba explicado
que “sanpaku” significa “no solamente una enfermedad del cuerpo sino también
una condición peligrosa del espíritu y de la psiquis.” Todo el sistema del hombre
sanpaku está fuera de equilibrio, quedando sujeto a accidentes y muerte
trágica. La parte blanca, visible abajo del iris de los ojos, establece la condición
conocida como “sanpaku”.

“En agosto pasado, continuaba el extraño artículo, George Ohsawa, en su


apartamento del Hotel Wentworth, desparramó frente a él, en la mesa del café,
unas cuantas fotos de personalidades célebres, entre otras las de Marylin
Monroe, Brigitte Bardot, Karim Kassem, Presidente Diem y Presidente
Kennedy. El Presidente Kennedy atravesará dificultades muy grades, en un
futuro próximo, dijo a un repórter, y según dicen sus seguidores, llegó a hablar
confidencialmente sobre un final trágico.”

¿Un repórter? ¿Qué repórter? ¿Será que esta notable predicción de asesinatos
de tres Jefes de Estado llegó a ser publicada en los diarios? El Presidente
Kennedy era uno de los más ávidos lectores de diarios. ¿Será que leyó la
profecía? ¿Y sus médicos? ¿Y el Servicio Secreto? Indiscutiblemente, el artículo
ocasionó más preguntas que respuestas. Finalizaba con la mención directa del
profeta japonés que, se decía, predijo la muerte de Gandhi, de Hitler, y el fin del
colonialismo británico en la India, llegando, casi, a ser condenado a muerte, en
el Japón, por haber predicho la derrota absoluta de su propio país durante la
Segunda Guerra Mundial.

“Miles de americanos leyeron mi predicción de la muerte de Kennedy. Nadie,


sin embargo, me buscó para saber cómo evitar su destino…

Mis razones al profetizar el fin trágico de naciones, sociedades e individuos


fueron siempre vislumbrando un alerta para que notificasen el rumbo de sus
destinos, pero…raramente me preguntaron cuáles fueron los medios por los que
me fue posible llegar a tales conclusiones ¿Cuál es el motivo de este bajo nivel de
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comprensión? En Oriente, cualquiera sabe el significado de “sanpaku”, desde


época inmemorial. Solamente el “¿por qué?” fue olvidado. Sois todos más o
menos “sanpaku”…Tenéis que curaros vosotros mismos, antes de
interesaros por cualquier otra cosa”.

Arranqué mis lentes, fui hacia el espejo del baño y me miré cuidadosamente. El
profeta japonés, que acertó con Gandhi, Hitler, el Japón, Kassem, Diem y
Kennedy, debía, con certeza, también estar en lo cierto conmigo. Mis ojos
parecían dos huevos fritos.
“Sanpaku”, sin duda. Muy “sanpaku”. Arranqué la página del “Herald Tribune” y
la guardé en el bolsillo. Durante días, al encontrar amigos o extraños no podía
desclavar mis ojos de los de ellos. Examinaba todas las fotos de los diarios. Una
mayoría alarmante era “sanpaku”. Comencé a pensar, entonces si los demás
lectores del “Herald Tribune” estarían escrutando el blanco de mis ojos. Empecé
a usar lentes oscuros.

Cierta noche, estuve conversando con Carmen de Lavallade, una de las mayores
bailarinas de América. Los bailarines, así como los atletas, están preocupados
siempre por su físico. Sus cuerpos están bajo constante desgaste y necesitan
continuos cuidados. Siempre están modificando su alimentación, buscando
establecimientos especializados en la venta de buenos y saludables alimentos,
tratando de descubrir filtros mágicos para recomponer sus espaldas cansadas y
sus músculos doloridos, con masajes y toda especie de terapéutica. Carmen
mencionó el reportaje del “Herald Tribune”. Los inquietos ya estaban hablando
sobre él. Miré sus espléndidos ojos negros.
“Pero no usted no es “sanpaku”, le dije.”
“Puede ser que no, querido”, respondió riéndose. “Pero en el estado en que me
encuentro estoy dispuesta a probar cualquier cosa”.

La bailarina Carmen, cierta vez, resbaló en una escalera de metal en los


bastidores de un teatro de Broadway y cayó sobre la espina dorsal. Su espalda
nunca más fue la misma. Ya había tentando todo. Ella ya se había anticipado a
mí, telefoneando a la Fundación Ohsawa, en la segunda avenida, fijando hora
para comenzar un curso de cocina macrobiótica en la tarde del domingo
siguiente. Prometió darme informaciones.

Esta idea de tomar clases de cocina me pareció un tanto ridícula.


Me acordé de aquellos días en que preveía mi paternidad y también se me
ocurrió la idea de cambiar pañales y lidiar con el bebé. Me parecía estar en algo
semejante.
Carmen cumplió su promesa. Domingo de noche, después de su clase, telefoneó
convidándome para tomar el té. Ella había vuelto de la segunda avenida con una
bolsa llena de productos macrobióticos –arroz oscuro, sin pulimento, sal
marina, salsa de soja, algas japonesas, y dos especies de té-. Todo el
departamento emanaba un extraño y exótico aroma. Las ventanas estaban
abiertas a la brisa de enero y el marido de Carmen Geoffrey Holder, abanicaba
intentando ventilar el ambiente. Sucede que el té macrobiótico precisaba ser
tostado en una sartén, colocada sobre el fuego. En la primera tentativa se quemó
y Carmen tuvo que tostarlo nuevamente. Precisábamos esperar un poco por el
té. Mientras tanto, Geoffrey, que ya sobrevivió al entusiasmo de Carmen por
varios regímenes anteriores y contaba con que ella abandonase, éste, se le
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ocurrió decir que no estaba haciendo ninguno. Como defensa inmediata,


Carmen me mostró un libro que había comprado en la segunda avenida. Era una
publicación de pocas páginas, titulada “Macrobiótica Zen – el arte de longevidad
y rejuvenecimiento”, por G. Ohsawa. La palabra ZEN estaba en letras grandes y
el resto en impresión pequeña. Esto ya era bastante para desinteresarme dada
mi aversión por las recientes olas de satori artificiales. Comencé a hojear el
libro, mientras aguardaba que curtiese la segunda porción de té. A pesar de
estar escrito en un inglés básico y precario, había sido impreso en el Japón, lo
que explicaba su dimensión bizarra, sus errores ortográficos, trasposiciones de
líneas y errores tipográficos. Si los tipógrafos americanos intentasen componer
un libro con letras japonesas, ciertamente lo habrían hecho peor.

Me sorprendió que el “Herald Tribune” no hubiese hecho la menor alusión a los


libros escrito por el profeta japonés. Carmen me prestó el pequeño libro por
aquella noche. Y durante las doce horas siguientes no lo solté. Leí y volví a leer.
Ningún otro libro me impresionó tan profundamente. PORQUE YO ERA
“SANPAKU”. Era tan claro como si estuviese escrito en una pared. Basta el
contacto de una noche con las ideas simples y extremadamente subversivas de
este hombre, llamado Sakurazawa Nyoiti, o Georges Ohsawa y nada más
permanece siendo lo mismo que antes. “Trate de curarse a sí mismo antes de
hacer cualquier otra cosa”, era lo que él decía.

Al día siguiente, me puse los lentes oscuros y busqué el número 317 de la


segunda avenida. La Fundación Ohwasa ocupa el primer piso de un viejo predio
al lado de un conjunto de modernos hospitales. El restaurante está en la parte
frontal y la cocina al fondo. Era casi la hora de cenar y las cuatro mesas estaban
vacías. Había estantes en uno de los ángulos y en los cuales estaban expuestos
extraños productos comestibles. En el otro ángulo había estantes con libros. En
un cuadro estaban fijadas reproducciones fotostáticas de un reportaje del
“Herald Tribune”. No el reportaje sobre el “sanpaku” que me llevara allí, sino
otro, del mismo Tom Wolffe, fechado el 18 de agosto de 1963. Fue publicado tres
meses antes de lo de Dallas, y su título era brusco y chocante:

KENNEDY Y BARDOT – AMBOS MUY “SANPAKU”

El texto consistía en una larga entrevista con Georges Ohsawa, en el Wentworth


Hotel, donde aquel abrió su archivo de recortes de periódicos, lleno de rostros:
“fotografías del Presidente Kennedy, Albert Schweitzer, Willy Brandt, Franz
Joseph Strauss, del fallecido Davey Moore, Natalie Word, Bárbara Powers
(esposa del piloto de U-2), Brigitte Bardot, Francoise Sagan, de modelos y toda
especie de gente”.

“Hace algunos años, vi muchas fotografías y films de Nixon y Kennedy” dijo el


Sr. Ohwasa. “Kennedy, aún de joven, era ya “sanpaku” y, por causa de esto,
predije que tendría brevemente muchas dificultades. Hace ya tres años que
declaré esto”.

A esta altura el frunció las cejas, como si dijera –“¿Ve?” “Sanpaku”,


literalmente, es un ojo con tres lados blancos. “Los ojos de una persona
“sanpaku” muestran la parte blanca abajo del iris – como el Presidente
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Kennedy”, dijo Ohsawa. Y mostró con el lápiz la gran extensión blanca bajo el
iris de la órbita del Presidente.

Pero lo más significativo de este reportaje, estaba en las cosas faltantes. No se


hacía mención a los libros de Ohsawa ni, específicamente, al Presidente Ngeo
Dinh Diem o Abdul Karim Kassem. Los dos primeros de los tres asesinatos
fatales, fueron considerados como si pudiesen ocurrido a cualquier ciudadano.
La sutileza de la predicción original de Ohsawa, en cierta forma fue atenuada
desapercibidamente. Si Winchell Odrew Pearson, hubiese publicado esta
profecía con su autoría, ella habría sido repetida como una especie de eco.
Ciertos astrólogos que predijeron acontecimientos menos importantes en
lenguaje mucho menos explícito, fueron elevados y valorizados en grado sumo.

En realidad, conforme supe más tarde por personas que asistieron a aquella
conferencia de Ohsawa en agosto, su predicción había sido más notable todavía.
La calificación de “sanpaku” del Presidente Kennedy fue mencionada ligándola
con la de otros jefes de Estado tales como: Diem y Kassem cuyos asesinatos
debían preceder al de él. El otro único Presidente de los Estados Unidos, elegido
para la galería de “sanpaku” fue Abraham Lincoln. Un ejemplar característico de
la galería de “sanpaku” de Ohsawa es, también, el archiduque Ferdinando de
Austria que fue asesinado en Sarajevo, así como uno de sus sosías, vestido y
uniformado como él para asemejarse en los mínimos detalles excepto uno. El
archiduque era “sanpaku”. El sosías no lo era.

Todo esto era lúgubre, fascinante, pero inexplicable. ¿Cómo se podría relacionar
la pérdida del equilibrio físico y espiritual del difunto Presidente – o de Diem o
Kassem- con los acontecimientos que supe, entonces, hayan ocurrido en Dallas
e Irak? Las heridas sufridas durante la guerra por el Presidente Kennedy, y sus
consiguientes sufrimientos habían sido ampliamente divulgados. No constituía
secreto alguno que sufría de ellos irregularmente y que estaba bajo constante
tratamiento y medicamentación. Pero ¿cómo conciliar el hecho de ser el
“sanpaku”, sujeto a accidentes y tragedias, con los hechos entonces conocidos
sobre los horribles acontecimientos de Dallas?.

“Cúrese a si mismo, antes de hacer cualquier otra cosa”, había dicho el profeta.
Quedé con una copia de la reproducción del “Herald Tribune” y, protegido por
mis lentes oscuros, hice mi pedido de productos macrobióticos lo más
acertadamente posible, evitando la mirada simpática de una bondadosa y sana
mujer de cabellos grises, que cuidaba de la casa.

Compré un ejemplar más del libro para un amigo enfermo, sintiéndome como
un adolescente que hacía su primera compra en la farmacia vecina. Volví a casa,
puse el arroz en el fuego y empecé a cocinarlo guiándome por el libro. Torré un
poco de té, con las ventanas abiertas. Si alguien estaba necesitando del drástico
régimen de 10 días, solamente de arroz oscuro y nada más, ese alguien era yo.

Mi primera sorpresa fue la de constatar de que el arroz era comestible. Después,


al masticar 50 veces, conforme se recomienda, comenzó a gustarme. Pensé que
sería un suplicio abandonar el café, azúcar, refrigerantes, frutas, jugos, dulces,
carne, papas, tomates y otras cosas, pero había resuelto hacer un intento.
Supuse que sería imposible limitar los líquidos a casi nada. Yo era un
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irrefrenable tomador de café, té y refrigerantes; un viciado por los líquidos, con


excepción hecha del alcohol. Pero el régimen de Ohsawa ofrece una
compensación. No decía nada acerca de abandonar el cigarrillo no obstante
hablar de cáncer. Por otro lado la notificación oficial del gobierno americano
uniendo el cáncer de pulmón y la enfermedad del corazón con los cigarrillos,
recién había sido hecha pública haciendo poca o ninguna mención a la comida y
bebida. Así, mientras muchos de mis amigos estarían intentando abandonar el
hábito del cigarrillo, yo estaría abandonar el hábito de restaurantes.

El librito de Ohsawa da una respuesta a otro enigma existencial.


Supongamos que se deseara pedir la dimisión a la civilización americana; ¿hacia
dónde dirigir el pedido? ¿al Departamento de Rentas Internas? ¿al New York
Times? ¿hacia….dónde?. El discípulo macrobiótico mandaría su pedido de
dimisión al supermercado de la esquina, o a cualquier restaurante neoyorquino
como ser “Chock Full o Nuts”, “Le Pavillion” o “21”. Tal como tantos otros
graciosos y olvidados dichos populares, la vieja frase: “debe haber sido alguna
cosa que comí”, repentinamente me pareció más oportuna y profunda que
cualquiera de los últimos boletines de AMA.

Como tantos otros que ya pasaron de los cuarenta, yo no estaba propiamente


enfermo; con todo estaba lejos de ser sano. Trabajando 10 años en un diario de
Nueva York, había visto amigos y colegas de mi edad, y hasta más jóvenes, morir
como moscas. En Nueva York, nunca fui al entierro de alguien con más de 50
años, mientras que en el interior de Michigan, donde nací, raramente fui al de
alguien con menos de 80 años. Mis cuatro abuelos llegaron más allá de esta
edad. Mis padres ya están con 70 años y disfrutan de buena salud. Siempre fui
saludable, hasta que pasé cuatro años en el Ejército durante la última Guerra
Grande; dos de ellos en el norte de África y Europa. La mayor parte de mi
experiencia con la medicina americana fue con la de su caricatura, la medicina
del Ejército. Casi muero de neumonía en Inglaterra, contraje la malaria en el
norte de África y, después de dar baja, me enfermé de hepatitis infecciosa y toda
variedad de fiebres. Después de la lectura de Ohsawa, volví mi atención hacia el
hecho de que durante toda mi experiencia y contacto con los médicos de
Estados Unidos no conseguía recordar uno solo de ellos, de las docenas que me
trataron, que hubiesen manifestado la menor curiosidad respecto a lo que comía
y bebía.

Lógicamente, en el Ejército esto sería absurdo. El régimen dietético era


determinado por los más altos comandos, y nuestras madres podían estar
tranquilas, pues éramos las tropas mejor alimentadas de toda la Historia. Pero
todos mis instintos estaban contra la alimentación del Ejército. Después de un
año de servicio empecé a sufrir de hemorroides sangrientas, lo que me
horrorizó. Siempre pensé que tan desagradable enfermedad se manifestaba en
personas más viejas, y no los que, como yo, tenían veinte y tantos años. Tras
esto existía un trauma de infancia. Cuando era bien pequeño, mi madre fue
hacia la Clínica Mayo después de haberle sido diagnosticado cáncer. Después de
dos operaciones, una colostomía, volvió para casa semiparalítica. Recelando lo
peor, me sometí dos veces a una cirugía rectal. Mi enfermedad no era cáncer,
pero las dos intervenciones nada hicieron sino aliviar las hemorroides durante
unas breves semanas. Experimenté todo lo que era anunciado en los trenes
subterráneos y en la televisión, pero nada mejoró.
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Mi última enfermedad fue todavía más sería. Yo siempre sufría de dolor de


cabeza. Raro era el día en que yo no tomara dos o más aspirinas. Un día, la
aspirina no hizo más efecto. Los dolores de cabeza continuaron por 10 días, al
punto de no poder más dormir, trabajar, comer o moverme. Un sábado,
completamente aniquilado, ingresé en el Hospital de Veteranos, en Manhattan,
como un caso de urgencia. No aguantaba más el dolor. Me sometieron al más
completo examen, con una preparación que nunca había visto antes. Después
que los aparatos hablaron, un médico joven los tradujo para mí. Yo era un
espécimen perfecto y normal en cualquier aspecto. En algunos puntos estaba en
un notable estado de conservación.
-¿Pero qué debo hacer contra el dolor de cabeza?- tartamudeé incrédulo.
-Si no desaparece- sugirió el médico, deberá volver dentro de una semana.

Simplemente yo había sido preparado para lo peor, y nada más había que hacer.
No podía aguantar 24 horas más. Llamé por teléfono, entonces, a un practicante
conocido, un hombre inteligente y poseedor de excelentes credenciales médicas,
que nunca quiso practicar la medicina ortodoxa. Me dijo que fuera a buscarlo.
Me preguntó sobre mis exámenes. Tomó una jeringa larga y derramó algo muy
frío en mis fosas nasales. Después de una hora sentí algún alivio. Conocía lo
suficiente sobre drogas como para saber que había sido cocaína. Bien, pensé
conmigo mismo, es así que el derrumbe comienza.

Posteriormente, me dio algunas instrucciones por escrito. Absolutamente: no


fumar. Nada de café. Avena con leche y azúcar por la mañana. Arroz en el
almuerzo. Arroz con gallina para la cena. Su diagnóstico: hipotensión postural,
disminución de circulación. Me dio algunos ejercicios calisténicos para hacer
varias veces por día. Seguí su consejo y obedecí el régimen. Abandonar el café y
los cigarrillos significaba, para mí, casi la imposibilidad de trabajar, pero resistí
hasta conseguir una mejoría temporal. Infringía, entonces, comenzando a
fumar. Cuando el dolor de cabeza volvía, dejaba nuevamente los cigarrillos. Esta
dieta de arroz blanco probablemente me ayudó a aceptar la simple tesis de
Ohsawa de “que la dieta es todo”. El único denominador común en ambos
regímenes no ortodoxos, era el arroz. Pero hasta haber leído a Ohsawa, pensaba
que arroz era arroz. Yo serví en el Pacífico, y nunca había visto arroz con
cáscara. No tenía la menor noción de lo que era arroz oscuro integral. Sabía la
diferencia entre pan integral y pan blanco. Pero nunca supe que existiera
cualquier otra especie de arroz, excepto las infinitas variedades de los
restaurantes chinos y el arroz silvestre de Minnesota, que de ninguna manera es
arroz.

Quedé con el arroz oscuro integral durante 48 horas, hasta que pasó algo para lo
que el libro no me había preparado. Trabajando, de mañana, fui sacudido por
náuseas y fuerte dolor de cabeza, peor que el que un día me llevara al hospital; el
más fuerte de toda mi vida. Era un punto crítico por el cual tenía que pasar.
Intenté soportar, pero era una tortura. Esto podría ser el final del
autodiagnóstico y autotratamiento. Descubrí, más tarde, que algunos neófitos,
llegando a este punto, recelosos y desprevenidos, echan la culpa al arroz
volviendo a la aspirina, carnes y helados. Pero mi instinto me llevó a relacionar
mis síntomas con aquello que ya sabía, sobre la cura de los toxicómanos. Al final
de cuentas, la heroína no pasa de ser un producto químico. Yo estaba
12

abandonando toda especia de esos productos, aspirina, cafeína, mono-sodio


glutaminado, y todas aquellas otras cosas multisilábicas que el gobierno obliga a
los fabricantes a usar, y poner en los rótulos bien impresos de esos productos
enlatados expuestos en los supermercados. Supe, mucho más tarde, que cuanto
mayor es la reacción del tercer día más enfermo se está cuando se comienza el
régimen. Esto solamente podría significar, por lo tanto, que yo estaba no tan
sólo enfermo, sino muy enfermo. Pasé un día horrible, pero dormí bien aquella
noche y la mañana siguiente fue una revelación. Me sentí maravillosamente bien
y el arroz oscuro nunca me pareció más sabroso.

Arribando al quinto día fue que empecé a notar una mudanza drástica. No fue
física y sí emocional. Al salir de una penosa conferencia comercial, quedé
paralizado por la forma en que me conduje, por primera vez como nunca antes
consiguiera hacerlo. Generalmente acostumbramos a salir de tales reuniones
mascullando sobre lo que hicimos, cubiertos de transpiración nerviosa,
deseando poder interpretar toda la escena nuevamente. En esta oportunidad,
fue completamente diferente. Estuve calmo, frío, receptivo, preciso y locuaz.
Solucioné cosas pendientes hacía dos años. Todo terminó antes de haberme
dado cuenta de lo que había sucedido. No había otra manera de explicarlo.
Cinco días de arroz oscuro eran la causa de tan grande diferencia y beneficio.

Los días siguientes trajeron una sucesión de maravillas. Las hemorragias


rectales cesaron. Las encías pálidas (piorrea) se curaron. La contextura de la piel
y su tacto completamente diferente al lavarlas. M levantaba tres o cuatro horas
más temprano, con energía y vivacidad, satisfecho por pasar con cuatro o seis
hora de sueño en vez de ocho. Mis camisas se volvieron demasiado grandes.
Cierta mañana, al afeitarme, me asusté al notar que las líneas de mi rostro
estaban perfectamente definidas pues, durante años, habían estado cubiertas de
carne e hinchazón. Mis pantalones quedaban muy holgados en la cintura, Pero
esto ya había sucedido antes. Pero el más increíble descubrimiento fue que los
zapatos me estaban provocando ampollas, aunque los pies nadaban en ellos. Me
pesé después de dos semanas constatando haber bajado de peso, de 193 a 173
libras. Como medía seis pies, con 33 pulgadas de pecho, nunca me consideré
gordo. Ya había adelgazado antes, pero nunca en forma tan imperceptible ni tan
uniforme.

Comenzó entonces el lado cómico. Visité a mi familia, después de algunos meses


sin verlos, y mi apariencia empezó a ser el asunto principal. Concerté una
entrevista comercial a la hora del almuerzo –toujours almuerzo- y nunca
llegamos a hablar de negocios. Mi transformación física desviaba todo hacia
interminables conversaciones sobre la macrobiótica. En Nueva York, en los
restaurantes, del más grande al más simple, casi nada había en el ´”menú” que
yo pudiese comer. Por lo tanto, comía poco o nada. Esto nunca podía ser
explicado sino después de una hora de informaciones. Empecé a sentirme como
una especie de maniquí de Ohsawa. Pero todo eso sin exteriorizaciones. Las
verdaderas mudanzas fueron totales. Repentinamente, tomaba conciencia de lo
que podía ser la salud. Sentía una vitalidad, un inmediatismo, una calma, una
claridad que eran nuevos para mí. En una situación profesional imprevista,
encontré en diez días una solución que llevaría, normalmente, veinte. Tenía
capacidad para trabajar doce horas, dormir un par de horas y trabajar más. En
energía física y duración de trabajos, descubrí que podía superar a los que
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tenían la mitad de mi edad, sintiendo satisfacción con el cansancio. Era la época


de los resfríos, infecciones de garganta y cosas parecidas: a todo parecía yo estar
inmunizado. Hasta mis cabellos que estaban cayendo y volviéndose grises en los
temporales, repentinamente dejaron de caer y empezaron a oscurecer.

Cuando volví a la Fundación Ohsawa, en la Segunda Avenida, la misma señora


canosa, que cuidaba de la casa, al separar mis compras empezó a mirarme y
exclamó: “Ahora me acuerdo de usted. No lo había reconocido”. Me quité los
lentes oscuros, me senté para tomar un té y comenzamos a conversar. Después
de morarme cuidadosamente me preguntó si no podía escribir ni caso para los
archivos de la Fundación. Me sentí como si hubiera sido aprobado para la
admisión en la Universidad de Harvard. Aquella señora era Irma Paule,
coordinadora de la Fundación Ohsawa de Nueva York. Cuando ella me contó
“su” historia, la mía me pareció un milagro insignificante. Puedo, ahora,
comprender su energía, la paciencia con que desempeñaba sus tareas
domésticas entre las constantes interrupciones telefónicas, su serenidad y su
felicidad, que eran contagiosas.

Irma examinó mis manos, dijo que mis ancestros en Michigan habían sido
extremadamente carnívoros y algunas cosas más, todas, verdaderas. Omitió,
delicadamente, referirse a mis ojos. Todavía era muy “sanpaku”, y,
posiblemente, lo continuaría siendo por algún tiempo más. Me sugirió algunos
perfeccionamientos en el régimen, eficientes y propios para mi caso, y me dio
algunos consejos valiosos para cuando tuviera que viajar. “Busque un
restaurante italiano y pida spaghetti con salsa blanca de mariscos. Cuando se
vea envuelto en situaciones sociales difíciles, tome un whisky puro bebiéndolo a
sorbos pequeños durante toda la noche”. Nos hicimos buenos amigos.

Después de tres meses, comenzaron realmente mis días de maniquí-misionero.


Cuando bajé a 150 libras me vi obligado a comprar ropas nuevas. Mi camisa
encogió de 16 a 15, mi pecho de 34 a 29. Entré en una tienda con un saco
tamaño 42 y salí con otro, de tamaño 38. La ropa interior acompañó las
medidas de la exterior. Como en primavera es el tiempo de hacer dietas, los
amigos de ambos sexos, con exceso de peso, me sitiaban pidiéndome el secreto.
Me cansé de explicar que estaba siguiendo un régimen para estar saludable y
que la pérdida de peso era accidental. Con paciencia aconsejé buscar el 317 de la
Segunda Avenida, comprar y leer el libro de Ohsawa “cúrese a sí mismo”. Mas
mi primer convertido no fue neoyorquino. Cierto día, en el Aeropuerto Kennedy,
me encontré con Sheila, una actriz inglesa conocida mía, que estaba de paso;
volvía para Londres, proveniente de América del Sur. Quedó sorprendida al
verificar que yo había perdido casi 50 libras de peso. Después de algunas
semanas de sol y comidas, ella había sobrepasado casi a la mitad de la capacidad
de su guardarropa. Volvía a Londres, para enfrentar al público y las cámaras,
necesitando por lo tanto el secreto de la drástica dieta. Casi no había tiempo
para explicarle mucha cosa, a no ser algo sobre el arroz integral oscuro. Y yo no
tenía la menor idea si había, o no, una Fundación Ohsawa en Londres. Sucede
que había. Le mandé los detalles por correo aéreo. Tres semanas más tarde
recibí una respuesta que considero preciosa. Sheila compró el librito de Ohsawa,
y siguió el régimen vislumbrando, solamente, usar de nuevo sus costosos
atavíos. Terminó absolutamente sorprendida con los demás beneficios que
obtuvo. Nada más ni nada menos que una completa transformación física.
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Relacionaba una cantidad de dolores que desaparecieron milagrosamente.


Después de una costosa intervención quirúrgica, hecha un par de años antes,
ella tenía que tomar toda gama de píldoras. Abandonó los medicamentos,
perdiendo casi 20 libras, en menos de un mes. Sus fotos, de antes y después,
eran más dramáticas que cualquier otra cosa que pudiese haber en las revistas
femeninas. Me sentí como si fuese el Dr. Kildare.

Entonces, de casualidad viví la mayor de todas las lecciones. Durante meses yo


estuve envuelto en un desesperado caso de litigio conyugal. Después de
comparecer al juicio cuatro veces, en dos meses, después de diversas
postergaciones, volví por quinta vez, con algunos bocadillos de arroz en los
bolsillos, previendo el caso de que la audiencia se prolongara hasta la hora del
almuerzo. Cuando finalmente me llamaron, fui recibido por dos policías que me
presentaron un mandato de prisión por 90 días en la Cárcel Civil, por orden del
Tribunal. Los dos policías irlandeses fueron encantadores. Permitieron que
comiera mis dos bocadillos, los últimos, de arroz en el taxi, camino de la cárcel,
me enjaularon, me desearon buena suerte y salieron presurosos para ir al
entierro de un colega, de 44 años, en el Bronx. La prisión era encantadora, los
guardias eran encantadores, los compañeros encantadores, en fin, todo era
encantador hasta que llegó la hora de cenar. La comida era veneno, según los
padrones macrobióticos. Ensalada de papas con tomate. Pan blanco, café, carne
y fruta enlatada. Y todavía llevaría mucho tiempo hasta salir de la prisión, de
mayo hasta setiembre. Desde el principio, sólo una vez había salido del régimen.
Acepté una invitación para cenar y la dueña de casa preparó arroz y pescado,
especialmente para mí. Pero el pescado había sido preparado con salsa de
tomate y limón. Escurrí la salsa pero había penetrado en el pescado y así, tuve
una diarrea que, al día siguiente, me hizo sangrar como un puerco degollado. No
precisaba de nuevas lecciones.

Ya estaba habituado a entrar en un restaurante y salir, sin haber pedido nada.


Pero en la prisión la cosa era diferente. Mi cena intocable se convirtió en motivo
de conversación, un foco para todas las miradas. Intenté dar explicaciones lo
más simplemente posible. Cualquier intento de una “huelga de hambre”
redundaría en ser transferido a la prisión Bellevuey alimentado a la fuerza, por
un tubo. La pillería se completó cuando, a la mañana siguiente, fui designado
para el servicio de cocina, arreglando las mesas, sirviendo la comida y lavando
los platos de los compañeros de prisión y sus funcionarios.

Al segundo día, sin comida o agua, me sentí un poco atontado pero eso pasó.
Los otros prisioneros dividían mis comidas entre sí y bromeaban haciendo
apuestas sobre cuál sería la hora y día en que yo sería llevado para el Hospital
Bellevue. Al cuarto día, en cuanto continuaba desempeñando mis tareas
domésticas, había una sorpresa general en la prisión sobre mi resistencia. Nadie
estaba tan sorprendido como yo. Tres noches por semana los prisioneros tenían
el privilegio de pedir lunches frescos de una casa especializada de la vecindad.
Sabía que era inútil mirar el “menú”. Los otros pedían sándwiches, pizzas,
bebidas dulces variadas, helados y bocadillos. Intenté conseguir una botella de
agua mineral, pero respondieron que no tenían.

Al día siguiente llamé a Irma Paule, en vez de un abogado, de la Segunda


Avenida. La reacción fue como un tónico. “Eso es maravilloso”, me dijo con una
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carcajada, cuando le conté dónde estaba. “Como usted está haciendo la


macrobiótica hace cuatro meses, puede pasar treinta días sin comida y sin
ningún peligro. Es verdad que quedará un poco más delgado, mi querido, pero
escuche: si usted tiene todavía alguna cosa, no hay nada mejor que buen ayuno.
Eso curará todo. En el segundo día, ¿tuvo un poco de dolor de cabeza y algún
mareo? Pero, ahora, debe estar O.K. A mi también me gustaría estar en la cárcel
un mes o más. Sería una oportunidad única en la vida. Oración y ayuno.
Justamente lo que todos nosotros precisamos”.

Irma se ofreció voluntariamente a buscar agua mineral y traer algunos


bocadillos de arroz para tener en reserva, en caso de que fuera necesario. A la
hora de la visita, Irma estaba allá, con dos botellas y una bolsa con bocadillos de
arroz. Había tanto tumulto que solo conseguimos comunicarnos por señales a
través de las rejas.

Entonces se encendió la señal roja. La matrona encargada de inspeccionar los


paquetes permitió los bocadillos de arroz pero rechazó el agua mineral. Con la
discusión que se originó terminé en la oficina del Administrador. Dos pedazos
rotos nunca se enmiendan perfectamente. ¿Cómo conciliar dos concepciones
antagónicas? Intenté acordar la contienda dentro de las reglas que conocía.
Alegué que tenía problemas circulatorios y que “mi médico” había recetado una
severa dieta de 90 por ciento de cereales y 10por ciento de vegetales. “Servimos
cereales todas las mañanas”, dijo él. Intenté explicar que las masas de pastel
(hojaldres) y maíz verde acaramelados me estaban prohibidos. El consideró esto
como una crítica contra la Institución, cuya comida era nutritiva y seleccionada
conforme el Departamento de Salud. Yo quería explicar que podía continuar
solamente con los bollitos y agua mineral, cuando el comenzó a examinar los
bocadillos de arroz. Inmediatamente, modifiqué mi táctica asegurándole que los
bocadillos eran simples complementos. Los llamé “Bollitos” y el dejó pasar.
Pero, con referencia al agua minera, permaneció irreductible. Permitiría las
bebidas dulces, pero el agua mineral…precisaría consultar con una autoridad
superior. Llegamos a un acuerdo. Irma Había dicho: “Pida agua hervida”. El
Administrador concordó en bajar una orden permitiéndome recibir agua
hervida tres veces por día. Con esto y la reserva de bocadillos de arroz de Irma,
sabía que podía sobrevivir.

Sábado de noche, la orden permitiendo el agua hervida todavía no había pasado


por los canales competentes. Nos sirvieron té helado. Después de casi 100 horas
sin líquidos, me tenté. Llené una cuchara y tomé en pequeños sorbos. Me
quemó la boca, como si fuera soda cáustica. Lo que sucedió en la oficina del
Administrador, corrió por toda la cárcel. Pasé a ser consultado, constantemente,
sobre la medicina oriental. En grupos, los prisioneros tomaban actitudes
chistosas. Había mucha burla de mi apariencia y decían que yo parecía haber
salido de Dachau. Pero en las horas tardías, cuando las luces estaban apagadas,
los obesos y enfermos siempre se aproximaban para hacerme, privadamente,
consultas más serias.

En el sexto día, cuando fui puesto en libertad inesperadamente, había llegado a


135 libras. Mis ojos estaban hundidos, mis paquetes de bocadillos de arroz
estaban intactos pero no me sentía en mucho mejor forma que cuando entré.
Solamente tuve una experiencia parecida cuando fui cercado detrás de las líneas
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enemigas. Para bien o para mal, el arroz oscuro superó a la comida del ejército.
Esto me hizo pensar en la estrategia de guerra en las florestas asiáticas, donde el
sistema primitivo de suministro –bolsillos llenos de arroz- enfrentó los ejércitos
equipados más elaboradamente y mejor racionalizados de Occidente.

Ohsawa escribió: “Cúrese a sí mismo antes de hacer cualquier otra cosa”. Volví a
leer el librito nuevamente, de punta a punta. Se convirtió en mi Biblia y,
finalmente, sentí que estaba curado. Cuando volví a buscar a Irma, ella quedó
desconcertada por el brusco corte que habían sufrido mi ayuno y meditación.
Pero no depende de nosotros el permanecer o salir de la cárcel. Enfrente de un
plato de “crema de arroz” tuvimos una larga conversación. Yo había acumulado
algunas preguntas. Me sentía inmensamente libre y profundamente agradecido
a todos los que, en la corriente de los acontecimientos, hicieron esto posible.
Estaba imaginando cuántas personas, en Nueva York, habrían leído el obituario
del ´”Herald Tribune” y reaccionado como yo lo hice. Irma se puso sombría.
“No muchos”, dijo ella. “Solamente unas pocas viejas, Carmen y usted”.

Me pareció increíble. Carmen había seguido el régimen hasta entonces y estaba


más bonita que antes. Lo que realmente me perturbó era no haber conseguido
convencer a nadie personalmente. Era la vieja historia de la comunicación
humana ¿Cómo resolverla? Irma poseía una traducción, en inglés, del último
libro de Ohsawa sobre cáncer, que había sido publicado en París. Dos editoras
americanas lo habían rechazado. Una de ellas, tenía como jefe-editor una
persona que yo conocía y respetaba. Estaba ausente cuando lo busqué y, por eso,
escribimos una carta con intención de hacerle considerar nuevamente el caso.
Compré otro ejemplar del librito del Zen y lo envié a otro editor, en la esperanza
de que leyese y registrase su mensaje. Para mí, el librito de Ohsawa era la obra
más importante que leyera en mi vida. Si yo no conseguía su publicación en los
Estados Unidos era porque, entonces, somos todos desesperadamente
“sanpaku”. Tenía, entretanto, que volver al trabajo. Mi semana de cárcel había
atrasado todo mi servicio. Irma estaba agradecida. Yo estaba frustrado. Ella
prometió transmitirme cualquier respuesta que recibiese en la Madison Avenue.
Fue entonces que ella dijo: “¿Por qué usted no escribe un artículo, para una de
nuestras revista, contando su propia experiencia?”

No se me había ocurrido. Si en el propio “Herald Tribune” no había causado


impresión una “bomba” tan oportuna y dramática, como era la profecía única de
tres asesinatos, ¿qué más podría hacer yo? Mi historia de hemorroides y dolores
de cabeza, inclusive la cura-descanso de la prisión, me parecía pálida y
cansadora. Tendría dificultades en ponerla al papel. Prometí pensar sobre el
asunto y, efectivamente, lo hice. Según Ohsawa, en el mundo no existe bien ni
mal, solamente Yin y Yang. Cuanto mayor el frente, tanto mayor el dorso,
constituye otro de sus refranes. La enfermedad es la puerta de entrada de la
salud. “La tragedia se transforma en comedia”. “Desastres se convierten en
bendiciones”. Entonces, ciertamente, el desastre nacional de Dallas fue, para mí,
un beneficio personal. Dio inicio a una serie de acontecimientos que,
posiblemente, salvaron mi vida. Durante meses antes de Dallas, no había leído
diarios o revistas. Difícilmente, por lo tanto, yo podría haber sido informado
sobre la macrobiótica de cualquier otra manera sino por el caso de la tragedia de
Kennedy que pasó a ser objeto de mi más minucioso estudio. Me pareció de muy
mal gusto publicar esto. Pero omitirlo no daría principio a mi historia. Me
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hubiera gustado más escribir la historia de Irma, mas ella seguramente lo podría
hacer mejor que yo. Irma parecía desorientada con mi desistencia. Me sentía
frustrado.

Inesperadamente, cierto día recibí una carta de Félix Morrow, presidente de la


University Books, Inc. Había sido enviada a todas partes, pasado por la cárcel y
vuelto, llevando casi diez días para llegar a mis manos. Era un sábado de julio,
por la mañana, y el escritorio de él estaba cerrado. El lunes estaba intimado a
permanecer todo el día en el Tribunal. Solamente de tarde pude telefonear a su
escritorio. El mismo atendió. Las secretarias ya había salido y él estaba por
viajar a Europa el día siguiente. Como regresaría el 18 de agosto, combiné un
encuentro para su regreso. El tenía un proyecto sobre el cual le gustaría tratar
conmigo. Eso era todo por el momento.

Sin embargo, sucedió que el día 7 me encontraba en Londres. Un film, en el que


estuviera trabajando intermitentemente desde febrero, había comenzado a ser
rodado en Manhattan, mientras yo estaba en la cárcel. Había colaborado en la
trama, con un director francés. Después de los usuales altibajos, la producción
fue transferida a una compañía europea. Ahora, además de las dificultades
normales, el rodaje había sido suspendido. Fueron creados nuevos papeles y eso
requería modificaciones en la trama. Los franceses estaban volviendo a París
tratando de salvar las cosas o recomenzar todo.

Yo precisaba una fotografía para un nuevo pasaporte. Poco antes de partir el


avión, telefoneé a la secretaria de Félix Morrow, intentando saber los nombres
de sus hoteles en París y Londres para, ocasionalmente, encontrarlo. Mi pasaje
daba derecho a interrupción en Londres, la única ciudad donde yo conocía una
verdadera creyente de la cocina macrobiótica. Del aeropuerto de Londres
efectué dos llamados telefónicos. Llamé a Sheila, que me convidó para cenar
sopa de zapallo y arroz oscuro. Del hotel de Mr. Morrow me informaron que
había salido y por eso dejé un mensaje, en la certeza de que había ido a pasar un
fin de semana en el campo, como todo el mundo. Estaba engañado. El domingo
de mañana me telefoneó y fijó un encuentro para la hora del almuerzo en su
hotel. Toujours almuerzo.

Después de seis meses, yo ya estaba acostumbrado a mi delgadez. Tenía eso


como un hecho consumado, olvidando que no veía a Félix desde un encuentro
fugaz en la calle, cuando contaba muchas libras de peso de más. La esposa de él
no me veía desde hacía algunos años, No me reconoció. Félix estaba admirando
mi apariencia y quería saber que había pasado.

Con otras personas u otros editores, se precisa empezar desde el comienzo. Con
Félix Morrow se puede comenzar, siempre, con un impacto.

“¿Usted oyó hablar de un japonés llamado Sakurazawa Ohsawa?”, le pregunté.


Como siempre, Félix no sólo conocía el hombre y su trabajo, sino que hasta llegó
a hablar con él durante una de sus previas visitas a Nueva York. Cuando relaté
mi caso, manifestó sorpresa solamente sobre un punto. Como editor encontró
dificultad en creer que yo hubiese conseguido curarme con nada más que un
libro.
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Hay un dictado, generalmente usado por los editores, cuando entran en


conflicto con la ley: “Hasta hoy ninguna joven se perdió por medio de un libro”.
Félix parecía sorprendido por ver contrariado el dictado. Yo estaba sorprendido
con su sorpresa porque no podía concebir que sucediese de manera diferente.
Volví a mi pescado y él a su bife mientras hablábamos de muchas otras cosas.
Súbitamente se recostó en la silla y dijo decididamente: “Tengo una propuesta
para hacerle”. Con Félix nunca se sabe lo que va a suceder. La “A”nunca se une
con la “B”, saltando generalmente a la “Z”. “quedé muy impresionado con
Ohsawa desde la primera vez que lo encontré. Me sentí casi culpable por no
haberlo escuchado como debía y por no haber hecho nada, como resultado de
mi encuentro con él. Si usted hace una nueva traducción de su libro, lo
publicaré”.

La versión inglesa que había, impresa en el Japón, necesitaba de una revisación,


con lo que Ohsawa estaba de acuerdo. Sobre este particular no había la menor
duda. Ohsawa ya había hablado con Félix en este sentido Había algo en la
lengua japonesa que se traducía mejor en francés que en Inglés. Pero yo sentía
que mi francés estaba oxidado e inadecuado, pero Félix estaba irreductible.
“Usted tuvo la experiencia que nadie más tuvo”. Ese es un punto básico e
importante. Vamos a París para buscar al hombre y obtener una autorización”.

Irma me había informado que Ohsawa era esperado en Nueva York durante el
verano. Decidí telefonearle. Ohsawa estaba en California camino de Nueva York.
Estaría en París por un día, el 17 de agosto, siguiendo para el sur de Francia.
Félix seguiría de Londres hacia París al día siguiente, donde permanecería hasta
el 18 de agosto. Pedí a Irma que me consiguiera un encuentro con Ohsawa en
París, el 17 de agosto, un lunes. Ella se puso radiante. Cuando transmití el
resultado a Félix, fue la Sra. Morrow que, calmosamente, tuvo la última palabra.
“Si publicas el libro –dijo al marido-, tendrás que hacer el régimen”.

Tuve que telefonear a Sheila dándole la noticia. “Oh! Maravilloso”, exclamó.


La noche antes de dejar Londres, tuve oportunidad de saber por la TV de la BBC
que De Gaulle estaba en Saint Tropez para conmemorar el 20ª aniversario de
los desembarcos aliados en el sur de Francia, el 15 de agosto de 1944. Estaba tan
preocupado con el encuentro del 17 de agosto que olvidé completamente que eso
también era un aniversario para mí, lo que me llevó a buscar entre mis papeles
personales, un antiguo pase del Primer Ejército Francés, donde serví durante 15
meses. Intentaba juntarlo a mi pasaporte pues podría auxiliarme en París
invocando mi calidad de “ancien combatant”. Mientras revolvía mis papeles,
encontré una fotografía sacada en la playa, el verano pasado. No puedo explicar
el hecho de que apareciera entre mis papeles y, por esto mismo, quedé
sorprendido pues no me reconocí. En seguida la comparé con la nueva
fotografía sacada para el pasaporte. No es de admirar que las personas
reaccionen ante mi nueva apariencia. El verano pasado yo estaba tan hinchado
como Oliver Hardi (el Gordo); este verano, más delgado que Steve McQueen (el
Flaco). Solo por chiste, junté la fotografía al pasaporte. El lunes por la mañana
todavía estaba allá, cuando llegué a la Livrairie Ohsawa, en la Rue Lamartine, en
París, para nuestro encuentro. Tuve una dificultad con el taxi y llegué atrasado.
Félix Morrow estaba parado en la vereda esperándome. Antes de que me
pudiera disculpar él dijo: “Está todo perfecto. Ohsawa aceptó todo. Está ansioso
por verlo”.
19

Cuando entramos en la librería, encontramos un frágil funcionario japonés


empaquetando libros y amarrándolos con hilo…Solamente después que Félix
habló con él en francés es que me di cuenta que era el propio profeta. Sabía que
tenía 72 años y los diarios siempre decían que no aparentaba más de 50, no
obstante, su apariencia juvenil era inacreditable. Félix explicó que, cuando
estaba en Francia, hablaba solamente francés. No había otra alternativa.
Ohsawa tomó mis dos manos en las suyas. Su energía era contagiosa. “Entonces
usted es el hombre que perdió 25 kilos”, preguntó riendo. Y sin consultarme.
Formidable!”. Terminó de envolver los libros y me entregó el paquete. Con este
gesto parecía decirme: “Está aquí toda una vida de trabajo. Haga con esto lo
mejor que pueda. Llegó su vez”.

Las cosas nunca pasan así. Quedé arrasado. Mi francés estaba oxidado e
inadecuado. Arranqué así las fotos antes y después de mi pasaporte –Oliver
Hardi y Steve McQueen- entregándolas a Ohsawa. Dio un suspiro y, después,
una buena carcajada. Comenzó a hablar en japonés con otras personas en la
librería, mostrando las fotografías. Mirando intensamente la más reciente, dijo:
“Todavía un poco “sanpaku”. Asentí con la cabeza, concordando. Me pidió
permiso para sacarme los lentes y aseguró mi cabeza, inclinándola para atrás.
Miró mis ojos y apretó los lóbulos de las orejas. Agarró mi mano derecha, la
volvió para arriba con su propia mano y apretó con su pulgar la carne abajo del
mío. Gemí de dolor. “Ah, ah”, dijo con aire triste. “Usted necesita todavía de
bastante tiempo. Estuvo en muy malas condiciones. Se salvó justamente en la
hora. Dentro de seis meses se sentirá mucho mejor. Realmente, estaba en muy
malas condiciones”. Miró nuevamente las fotografías, rió y dijo: “Formidable”.
Me preguntó si podía quedarse con ellas. Escribí mi nombre y las fechas en el
reverso de cada foto. Las guardó cuidadosamente dentro de la cartera de su
propio pasaporte. Se levantó sonriente y dijo: “Ahora está todo resuelto, los
convido para el almuerzo”. Esto era como música en mis oídos. Hacía 24 horas
que no comía. Existen varios restaurantes macrobióticos en París. Hacía meses
que no comía en un restaurante. Comenzamos a subir la Rue Lamartine.
Maestro Ohsawa, como todos lo llamaban, caminaba vigorosamente al largo de
la calle con la destreza de un niño. Nos presentó a su colega japonés, Maestro
Hoki, uno de los más notables yoghis del Japón, que trajera de Tokio con él.
Hoki hablaba solamente japonés y un poco de inglés que aprendiera al atravesar
los Estados Unidos. Ohsawa era siempre el primero en localizar un taxi vacío en
la difícil hora del almuerzo, cuando el tránsito es intenso en París, y siempre el
primero en indicar la calle y orientar al chofer. En agosto, la mitad de París esta
cerrada, pues es el tiempo de “fermeture annuelle”, cuando todos, incluso las
limpiadoras, están de vacaciones en la Riviera o en España. Lunes es el “tour des
fournisseurs”, o día de descanso de las tiendas, almacenes y muchos
restaurantes. Después de rodar mucho por la ciudad, encontramos cerrado el
restaurante que Ohsawa había elegido. Todos los restaurantes macrobióticos
que abrían los lunes, habían cerrado en homenaje a la llegada del maestro.
Tuvimos que despedir el taxi y esperar en la calle porque otros comensales
estaban siendo esperados. La estrategia de los encuentros estaba complicada
pero el maestro no se dejó perturbar. Dirigió a todos hacia otro restaurante
japonés en Montparnasse. Éramos diez en torno a la mesa.

“Papá” Ohsawa asumió el mando: conferenció con el cocinero japonés, eligió la


mesa, indicó los lugares y supervisó todos los detalles con su ojo de águila.
20

Cuando fue servido el pescado crudo, hizo la debida demostración coreográfica


con los palitos y pidió las salsas. Cuando llegó el sake, hizo el condimento.
Cuando fue servido el “tempura”, intenté servirme primero de un pedazo de
“zuchini” pero el me apartó, rápidamente, mis palitos con los suyos,
indicándome “l¨angoustine”. “Premierment yang”, dijo él. “Aprés yin”. Cuando
se constató que el arroz era blanco y Félix Morrow manifestó su sorpresa por el
hecho de que el maestro Hoki se sirviera de él, éste manifestó: “Se puede comer
el arroz blanco, pero será necesario comer una cantidad cinco meces mayor para
obtenerse la misma nutrición.”

Sentada a mi frente, al lado del maestro Ohsawa, estaba una encantadora y


elegante dama de Bruselas, Madame L… Cuando Ohsawa le mostró mis fotos,
comencé intentado responder sus preguntas. “¿Puede creer que ella ya pasó de
los sesenta?”, observó Ohsawa. “Debería haberla visto siete años atrás”
Delicadamente, tocó sus cabellos rubios. “Completamente blancos”.
Actualmente ella aparentaba unos vigorosos 55 años, nada más. Explicó que
había sido inválida, paralítica, desde antes de la guerra. Gran número de
renombrados médicos especialistas de Europa habían sido consultados, sin
resultado. Ella estaba aguardando la muerte cuando, como último recurso, sus
amigos consultaron al maestro Ohsawa.

“El se aproximó a mi cama y me miró”, recordó ella. “No podía moverme. Sólo
quería morir. El levantó mis cabellos blancos para mirar los lóbulos de mis
orejas. Encontré extraño cuando los apretó entre sus dedos. Luego sonrió y me
dijo: “Madame, los lóbulos de sus orejas son destacados como un clip. Usted
tiene una buena constitución física básica. Puede curarse Ud. Misma”. “Dejé
todos los remedios y nada comí sino arroz oscuro durante tres días. Después,
pensé que iría realmente a morir de la peor jaqueca que tuve en mi vida,
acompañado de una terrible náusea. En el día siguiente, simplemente
desapareció. Después de diez días me levanté y caminé por la primera vez,
después de años. Fue increíble”.

Fue esta la primera vez que encontré alguien que, como en mi caso, haya tenido
una reacción como la mía, en el tercer día. Después de su milagrosa
recuperación, ella viajó para el Japón, y los Estados Unidos, donde se encontró
con Irma Peale, pasando a dedicar la mayor parte de su tiempo a la causa de la
macrobiótica. Había venido especialmente de Bruselas para asistir a la
conferencia del maestro Ohsawa, en la noche siguiente. Iría, después, para el
Campo Ohsawa –la conferencia macrobiótica anual de verano- un una pequeña
ciudad, cerca de Bordeaux.

“Usted debería venir con nosotros-sugirió maestro Ohsawa- . Algunos días de


buena cocina macrobiótica francesa, bajo mi supervisión, podría fortificarlo”.
Cuando Félix Morrow supo de la conferencia, reforzó la sugestión. Era de la
opinión que sería el lugar ideal para aprender lo que fuera necesario para mi
trabajo.

No fue precisa mucha insistencia para que alterase nuevamente mi programa.


La oportunidad de quedar junto a Ohsawa, algunas horas o días, me pareció una
chance única en la vida, con o sin libro. El viaje a Bordeaux comenzó a
21

parecerme el coronamiento feliz de un itinerario preordenado, hecho en


dirección al centro de la tranquilidad.

Pasé el día siguiente limpiando el tombadillo y pensando sobre los libros de


Ohsawa. Tarde en la noche recibí una llamada telefónica avisando que había
sido conseguido un pasaje para mí en el mismo avión de Ohsawa para
Bordeaux. Nos encontramos en el aeropuerto de Orly, tan pronto nació el sol.
Un joven japonés, con el uniforme azul de la Air France, se hizo cargo de todo,
pasajes, equipaje y la inevitable revisación Al llevarnos para el avión, Ohsawa
me lo presentó como su hijo. En Bordeaux fuimos recibidos por Guy Massat,
editor del periódico francés mensual “Yin-Yang”, y, director del campamento
localizado a unos cincuenta kilómetros de distancia, en Saint Medard de
Guizéres. Fuimos sacudidos en un coche guiado por un chofer macrobiótico que,
provocado por el maestro Ohsawa, pasó a contar una historia ya conocida.
Había sido dueño de un pequeño café. Cuando fue dado como portador de una
enfermedad incurable, curó a sí mismo siguiendo el régimen macrobiótico.
Estaba ahora recomenzando a vivir. S u conciencia no le permitía vender más
tazas de café, copas de vino y dosis de alcohol.

Constituía una historia simple pero profética. Es fácil empezar una vida
macrobiótica, engañadoramente fácil. Pero cuando la transmutación
empieza todo cambia, y no hay vuelta atrás, sea vender café, como un
montón de otras cosas más.

El Grand Hotel du Parc, en St. Medard de Guizére, en la Provincia de Gironda,


es algo imponente. Constituía una típica hostería antigua de una pequeña
ciudad, convertida durante el verano en el Campo Ohsawa. Los cuartos de la
planta baja fueron transformados en una gran sala común de comidas y
conferencias; la cocina fue completamente tomada por un grupo de cocineros
macrobióticos; la mayor parte de los cuartos estaba ocupada por discípulos
macrobióticos de la Europa Occidental. El verde parque, lleno de árboles, con
bellas sombras, localizado en los fondos del hotel, equipado con lavandería,
pozo de agua, baños y gallinas, estaba repleto de tiendas coloridas y de coches-
remolques conseguidos por peregrinos de toda Europa. El bar del hotel, tal
como el árbol del conocimiento del bien y del mal en el Jardín de Edén,
permanecía intacto y abierto para los frecuentadores locales.

Mientras los peregrinos ce comprimían alrededor de Ohsawa para saludarlo y


someterse al examen, observé primero los niños, los primeros niños
macrobióticos que veía; todos aseados, fuertes, bien comportados, con una
inequívoca apariencia japonesa. Los observé cuidadosamente durante dos días y
sólo una vez, durante una conferencia, oí un bebé llorar.

Después del almuerzo -un “tour de force”- de la cocina macrobiótica digna de su


huésped de honor maestro Ohsawa me invitó a una larga caminata por la
pequeña ciudad y sus alrededores. Durante 24 horas me había empachado con
el sabor de todos los libros que Ohsawa escribiera en los últimos cinco a treinta
años pasados. No era para sorprenderse constatar que el propio Ohsawa, en sus
palabras y pensamientos, había llegado mucho más allá de todo lo que ya fuera
publicado. Estaba profundamente en aquello que él llama la tercera revolución
industrial. Tal como Lao Tsé, que dividió su vida en cuatro épocas, Ohsawa
22

divide la suya en: 1) el desenvolvimiento de la filosofía de no-acción, la parte


más difícil de todas; 2) la macrobiótica; 3) la distribución y la propaganda;
finalmente, 4) la alquimia. Actualmente él se sitúa en el fin de su tercer período
y en el comienzo de su época final. Ohsawa decidió que 1964 sería el año de su
última visita a Occidente para hacer conferencias y propaganda. De ahora en
adelante permanecerá en el Japón dedicando todo su tiempo y energías a
investigaciones y experiencias en el campo de la transmutación bioquímica.

El se quedó inmensamente impresionado, hace algunos años, con el trabajo


pionero de un bioquímico francés, L. Kervran, autor de la obra “Transmutación
Biológica”. Como consecuencia de su encuentro con Kervran y su trabajo, y
experiencias subsiguientes, el consiguió en Tokio, en enero de 1964, la primera
transmutación de sodio (Na) en potasio (K) a baja temperatura, sin alta presión.
Repitió públicamente la demostración a principios de julio, ante un
seleccionado grupo de científicos japoneses y líderes políticos en la Cámara de
Diputados de la Dieta Japonesa. Fueron infinitas las ramificaciones que
resultaron de esto, al punto de atrasar su viaje a California, Nueva York y a
Europa, pues acostumbraba hacer una peregrinación anual a Occidente.

Las consecuencias de este descubrimiento fueron alucinantes. El Japón, por


ejemplo, podrá detener toda su importación de potasio, de millones de
toneladas, pasando a exportar millones de toneladas de sodio, muy barato, en
virtud de su ilimitado acceso al elemento marítimo. Además de esto, Ohsawa
poseía en el bolsillo una fórmula para la transmutación de hierro de productos
químicos fácilmente obtenibles.

Los diarios comerciales americanos han considerado esta época como la era de
la alquimia, pero, con esto quieren generalmente referirse a los últimos
descubrimientos en el campo de productos plásticos o sintéticos. Nunca
estuvieron tan distantes, según me parece, de aquello que estaba en la mente del
septuagenario Ohsawa, que saltaba mientras caminábamos por esta tranquila
ciudad francesa.

En Nueva York él ya había sido –y era- buscado por uno de los gigantescos
monopolios farmacéuticos. Le ofrecieron una atrayente cifra con seis ceros por
una opción a su proceso de transmutación de Na en K. ¿Qué debía hacer él?
¿Vender la fórmula al capitalismo americano? ¿O intentar lo imposible
conservando el control en las manos de sus colegas japoneses, por un tiempo
que sería solamente limitado?

Mis conocimientos de química estaban todavía más oxidados que los de francés.
Pasé toda la noche anterior leyendo sobre la antigua filosofía del arte en arreglos
florales, del origen y cura de las molestias de riñones, y de la fórmula de un café
sintético, hecho de raíz de diente de león, y ahora una charada cósmica digna
del Instituto de Estudios Avanzados.

Mi primer consejo fue vender a los americanos y tomar su dinero. La fórmula de


transmutación de Ohsawa, entonces, pasaría a ser un secreto con una etiqueta
de precio colgada, tal como un olvidado Rembrandt. Si la ciencia simple de la
macrobiótica pudiera tener una etiqueta de precio colgada, podría despertar el
interés del público. De lo contrario se parecía, virtualmente, a un movimiento
23

subterráneo. Ohsawa se divertía con mis reacciones. Evidentemente, yo estaba


en aprendizaje por debajo de él; era un neófito en macrobiótica –y poseía poco o
ningún conocimiento de teoría de no-acción-, intentando alcanzar el
aprendizaje de la propaganda. Me sentí mejor cuando llegamos al asunto sobre
escritores, políticos y casamientos. Concordamos sobre el vegetariano George
Bernard Shaw. Ohsawa me recomendó leer urgentemente a Edgar Snow.

Ohsawa dijo que estaba ansioso por visitar China y constatar, personalmente, el
alcance y el significado verdadero de noticias sobre las intenciones del gobierno
de revivir la antigua medicina chinesca. Siempre deseó mucho un encuentro con
Mao Tse Tung. ¿Quién no lo desearía? El es, virtualmente, la única
supercelebridad inaccesible que todavía existe.

En el transcurso de la conferencia, más tarde, pasando revista al progreso del


movimiento macrobiótico en los Estados Unidos, Ohsawa retiró de la cartera
aquellas inevitables fotografías mías, antes y después, Oliver Hardí y Steve
McQueen. Pasaron por las personas de la asamblea entre exclamaciones de
admiración. Hice un saludo inusual de presentación, no diciendo nada. Pero eso
bastó como una presentación improvisada a todos los peregrinos. Después de
esto, yo era el escritor americano que había perdido 25 kilos.

Los componentes del campo Ohsawa considerados individualmente, o como un


grupo, ofrecía materia prima para una docena de novelas o para una gran obra.
Dos mujeres, por ejemplo, acostumbraban sentarse juntas para cenar. Una de
ellas era la esposa de un funcionario del Departamento de Estados Unidos. En
un viaje de regreso a las islas griegas, se contagió una infección intestinal que
desafiaba cualquier tratamiento. Regresando a Washington, permaneció
internada en un hospital durante semanas sin mejorar. Poco después su hijo,
que estudiaba en la Universidad de Harvard, oyó algo sobre las teorías
macrobióticas de Ohsawa, debido a su interés por judo y aikido, se ausentó de la
escuela, fue a Washington, sacó a su madre del hospital y cocinó para ella arroz
integral durante diez días, hasta verla completamente curada. Ella había tomado
un avión para Londres, alquiló un coche y se acercó a St. Medard de Guizére
para oír al maestro Ohsawa. A su lado estaba una señora judía de edad media,
llegada de París. Después de dos años internada por los nazistas, fue atacada de
una aguda esquizofrenia. Durante 17 años estuvo internada en un hospicio, en
París. Su hermana mayor, quien oyó hablar sobre las teorías de Ohsawa y las
experimentó en sí misma, consiguió retirarla de aquella institución mental por
un lapso de tres semanas. La trajo para el campo Ohsawa donde le era servido
arroz integral, solamente, en cada comida –régimen número 7-.. Después de
algunos días, ella parecía tan lúcida y tranquila como cualquier otro peregrino.
En dos días en el Campo Ohsawa, debo haber contado mis experiencias unas
cincuenta veces, como mínimo, en cambio de las historias de otros peregrinos.
Cualquiera de ellas serviría mejor que la mía para presentar un libro sobre
macrobiótica.

Pero el programa en el campo Ohsawa no era solamente arroz, sol y


conferencias. Comenzaba, cada mañana, en el césped del parque de los fondos
del hotel, con una hora de aikido. El judo, el karate y el aikido, entonces tan de
moda en Francia, actualmente son la recomendación más usada en los círculos
macrobióticos franceses. “Primero la macrobiótica, después el judo”. Ello
24

constituía mi escudo y mi disculpa para quedar fuera, como espectador. Para


mis ojos desacostumbrados era, en verdad, un espectáculo divertido ver señoras
de cabellos blancos, sobrepasando los sesenta, curvándose pulidamente en un
saludo mutuo, antes de proyectarse unas a las otras, violentamente, al suelo del
césped mojado.

Después de vivir 48 horas en otro mundo, una brusca llamada telefónica,


recibida en el bar del hotel, me obligó a hacer las valijas y regresar a París.
Intenté volver al Hotel du Parc por algunos días más, pero la suerte decidió lo
contrario. Tuve que volver nuevamente a cocinar mi arroz.

Tal vez nadie sea considerado como profeta en su propia tierra, tal vez un
americano en París sea un exponente exótico y poco verosímil de la filosofía
médica oriental. De cualquier manera, incluso sin predicar y desprovisto de
fotografías antes y después para documentar mi transformación personal, me
sentí en París como el padre de una creciente familia macrobiótica.

Todo comenzó en la mesa de un café de los Campos Elíseos, donde tuve que
explicar porqué no bebía. En aquella noche por teléfono, tenía, ya, dos
discípulos. De dos aumentó a cinco, de cinco aumentó a diez Ahora, ya perdí la
cuenta. Todo, desde eczema violenta hasta la ardiente artritis, fue curado en
diez días. Supe de casos de vidas que se transformaron por contactos
accidentales con personas que estuvieron en contacto conmigo, gente que nunca
conocía. Amigo con amigo, esposa con marido, marido con esposa, yerno con
suegra, suegra con amigo, la palabra mágica se había desparramado.

Los peregrinos afluyen a la Librería Ohsawa, en la Rue Lamartine, donde media


docena de libros de Ohsawa pueden ser encontrados en francés. Pasan, después,
a visitar “Les Trois Epis” el minúsculo supermercado en la Rue Lamartine,
donde acuden a comprar productos macrobióticos, ya con menos alborozo y
comenzar a curarse a sí mismos.

¡Es tan diferente a Nueva York!, pensé desconcertado Tal vez Ohsawa tenga
razón cuando dice que la Calle 57 y la Quinta Avenida son la capital, el centro de
gravedad de todos los sanpakus del mundo.

MUERTE DE KENNEDY

En setiembre de 1964, cuando el relatorio de la Comisión de justicia Earl


Warren fue divulgado, y a principios de diciembre, cuando, finalmente, se
hicieron públicas las transcripciones de las deposiciones hechas a la Comisión
de Investigación del asesinato del Presidente Kennedy comencé a leer los
documentos, línea por línea, tan ávidamente como había leído las noticias de
prensa, algunos meses antes. Pero, de esta vez, pasé a leer basado en un punto
de vista especial, que era la perspectiva de un “ex sanpaku”. Desmenucé
infinidad de detalles y, entonces, subrayé las afirmaciones básicas que, más
tarde, junté en la siguiente composición:

“Segundos después, los tiros sonaron en rápida sucesión. Las manos del
Presidente se dirigieron a la garganta. El pareció estirarse momentáneamente
25

y balancearse ligeramente hacia el frente. Una bala había penetrado en la


base trasera de su cuelo…
El Presidente Kennedy podría haber sobrevivido a la primer herida en el
cuello…El Gobernador Connally sintió el impacto en la espalda porque había
sido alcanzado por una bala…La fuerza del impacto del proyectil pareció
haber hecho al Gobernador girar hacia su derecha, y la señora Connally lo
acostó en su regazo. Otro proyectil, entonces, alcanzó al Presidente Kennedy
en la parte posterior del cráneo, causándole una herida extensa y fatal. El
presidente cayó hacia la izquierda, en el regazo de la señora Kennedy.

GOBERNADOR CONNALLY: Seguidamente he conjeturado conmigo mismo


porque nunca tuve la suficiente presencia de ánimo, con certeza dije alguna
cosa parecida a “Oh, no, no, no” y, después, “Mi Dios, ellos nos van a matar a
todos”. No sé por qué no dije:”Bajense dentro del coche”, pero no lo hice…
SRA. KENNEDY:…..Entonces, repentinamente, el Gobernador Conally
gritaba: “Oh, no, no, no”… y oí aquellos terribles estampidos. Mi marido no
hizo ningún ruido. Me volví, entonces, hacia la derecha. Y todo lo que recuerdo
fue que mi marido tenía aquella especia de mirar extraño en su fisonomía, y
estaba con una mano levantada, me parece que era la izquierda. Cuando miré
hacia él pude ver un pedazo de su cráneo, recordándolo color de carne.
Recuerdo haber pensado que él aparentaba estar, apenas, con un leve dolor de
cabeza. Y es solamente de lo que recuerdo haber visto. No había sangre o
cualquier otra cosa. Entonces, parece que hizo alguna cosa así (indicando)
llevando la mano a la cabeza, y cayó sobre mi pecho. Recuerdo, todavía, que
me incliné sobre él diciendo “Oh, no, no, no”. Era como si dijese, “Oh, Dios mío,
ellos mataron a mi marido” y “Jack, yo te amo”, a los gritos.
La evidencia indicaba que habían sido disparados tres tiros. La Comisión
concluyó que uno de ellos, probablemente, no alcanzó el coche presidencial y
sus ocupantes, y que tres tiros fueron disparados en un período de tiempo de,
aproximadamente, 4.8 a 7 segundos.
Testigos técnicos….declararon que si el segundo tiro hubiera errado, Oswald
disponía de 4.8 a 5.6 segundos para disparar los tres tiros. Si tanto el primero
o tercer tiro fallasen, Oswald disponía, como máximo, de 7 segundos, para
dispara los tres tiros…

Habían transcurrido de 4.8 a 7.8 segundos entre la primer bala no-fatal, que
alcanzó al Presiente en el cuello, y la segunda, mortal, que le penetró en el
cráneo.
Todos los que estaban en el coche, la señora Connally, que protegió al marido, el
Gobernador Connally, la señora Kennedy y el propio Presidente, disponían de
4.8 a 7.8 segundos para reaccionar en pensamiento, palabra o acción.

Súbitamente, la cosa más horripilante de las escenas coloridas filmadas por un


fotógrafo ocasional, era la imagen de un Presidente helado, inmóvil, incapaz de
hacer cualquier cosa excepto agarrar su pescuezo, permaneciendo como un
blanco inmóvil y fijo.
La comisión, evidentemente, poco dijo en el sentido de aclarar ese punto,
limitándose a declarar generalizadamente que: “Al examinar los films, fue
llevado en consideración que la víctima de una bala no puede reaccionar
inmediatamente y, en algunas situaciones, conforme los peritos, la víctima no
podía saber dónde había sido alcanzado o cuándo”.
26

Efectivamente, la forma de reaccionar en un momento crítico es algo individual.


Cuando en combate, en el ejército, en accidentes de automóvil, en peligro de
muerte por ahogo, en cualquier crisis física, se sabe que unos pocos segundos
pueden representar una eternidad que constituye la diferencia entre la
sobrevivencia y la sentencia de muerte.

Esa incapacidad de reaccionar rápida, pronta, precisa e instintivamente contra


cualquier amenaza o accidente, es lo que aprendemos a distinguir entre
nuestros camaradas del Ejército. Es éste el sexto y más importante índice del
estado de salud establecido en el librito de Sakurazawa-Ohsawa, que está
basado en antiguos textos orientales de 5000 años. Los cinco primeros índices
valen diez y veinte puntos cada uno, este último, el más importante, vale 30
puntos.

Se es “sanpaku”, en síntesis, cuando en caso de peligro, se pierde la habilidad


de reaccionar instintivamente, como lo hace el animal.
Veinte años antes, EL teniente de Marina, Jhon F. Kennedy, consiguió salvarse y
salvar algunos de sus compañeros de combate en una embarcación PT-109. Pero
el Teniente Kennedy no era “sanpaku”. El Presidente Kennedy sí lo era.
El la revista francesa “Yin – Yang” publicada en París, también encontré un
artículo completo exponiendo la reacción de Ohsawa ante la horripilante
concreción de sus predicciones sobre el trágico fin del Presidente. En los
Estados Unidos, en los primeros momentos después de la tragedia, la derecha
procuró comprometer a la izquierda; la izquierda procuró comprometer a la
derecha. Ohsawa, por otro lado, se culpó a sí mismo y a sus compañeros,
especialmente los de París, que son mucho más numerosos y organizados que
los de nuestro país.”Nosotros sabíamos cómo provenir y curar la condición de
“sanpaku”, lamentó Ohsawa. “Pero nadie tuvo la capacidad de acercarse al
Presidente y auxiliarlo. ¡Si un grupo cultural numeroso hubiese enviado, por lo
menos, un mensaje firmado por algunos millares de personas! Pero, dejando de
hacer eso, nos convertimos en cómplices del asesinato de Kennedy. Lo lamento
profundamente. ¿Por qué sucedió eso? ¿Por qué fue perdida esa oportunidad?
¡Sois demasiado exclusivistas! Eso también es “sanpaku”. Las personas que son
exclusivistas están destinadas a tener un final tan trágico como el del Presidente
Kennedy. ¡Cuánto más egoístas sean, tanto más violento será su final!”.
En el Tribunal, cuando me enfrenté con mi ex.-esposa, la única cosa nueva que
registré en el encuentro fue la imprevista verificación de que ella era
extremadamente “sanpaku”, y que ya lo era hacía muchos años. Tampoco
intenté auxiliarla, lo que ya había hecho con mucha gente. Pero, ¡con ella no! Yo
era, todavía muy “sanpaku”.
La publicación de este libro pasó, repentinamente, a constituir una compulsiva
necesidad para mí. Nunca sentí la inclinación de vender libros de puerta en
puerta, como hacen los Testigos de Jehová, pero podré comenzar con éste.
Todos los acontecimientos de los meses pasados, los extraños accidentes, las
duras coincidencias, los inexplicables encuentros, me parecieron, de un
momento a otro, adquirir un significado.

“Debéis curaros a vosotros mismos antes de hacer cualquier otra cosa”. Llevé
casi un años para ver la luz. Durante este año perdí 61 libras, terminando con un
cuerpo completamente diferente. Estaba en mejor forma física que cuando tenía
27

25 años. En todos los otros sentidos, tanto cuanto puedo humildemente


analizarlos, no había comparación.
Con relación a eso, así como a muchas otras cosas más, las últimas líneas del
poema de Auden parecen ser tan adecuadas como las primeras:
“Recordando su muerte,
La forma de vida que escogemos
Es que decide su significación”.

William Dufty
París, enero 1965

I
EL DIVINO RITUAL

En el Japón antiguo, siglos antes de Cristo, el acto de comer y beber fue


incorporado en la ceremonia de un rito tradicional y sacramental.
La cocina y el comedor eran lugares sagrados en los hogares, pues era en ellos
que el milagro básico y el misterio de la vida, que consiste en el sacrificio del
reino vegetal a favor de la creación de la vida y pensamientos humanos, eran
diariamente reproducidos.
Ninguna otra ceremonia terrestre la sobrepasaba en importancia.
Con el uso del fuego y la sal, esta milagrosa y misteriosa transmutación de
alimentos y agua en cuerpo y sangre, mente y espíritu, memoria del pasado y
creación del futuro, constituía el ritual religioso central de la civilización de
Oriente, muchos siglos antes que los sacramentos cristianos llegase a simbolizar
otro milagro de transubstanciación.
En Oriente, desde el principio de la historia, el grano de arroz fue identificado
con Dios. Los japoneses, de una manera muy natural, deificaron la nutrición. La
diosa Toyouke, símbolo-madre del reino vegetal, se convirtió en la más
reverenciada figura de la constelación divina.
Así como en los sacramentos cristianos, el pan y el vino son el cuerpo y sangre
de Cristo, así, también, los sabios orientales creían, siglos atrás, que el grano de
arroz representaba la deidad.
28

Siempre ofrecían oraciones al arroz, antes de comerlo. El comer y el beber era,


verdaderamente, una comunión entre Dios y el hombre.
Todas las grandes religiones de Extremo Oriente fueron fundadas en base a
principios que intentaban establecer la salud y la felicidad aquí en la Tierra, y no
en algún otro mundo paradisíaco después de la muerte. Consecuentemente,
todas las grandes religiones de Extremo Oriente estaban firmemente
basadas en leyes y mandamientos que determinaban que la nutrición
del cuerpo debía realizarse de acuerdo con los más severos
principios dietéticos.
Si, con el transcurso de los siglos, todas las grandes religiones perdieron
autoridad fue justamente porque dejaron de lado u olvidaron los factores
básicos de la vida, biológicos y fisiológicos, que, en su conjunto, están dentro de
las leyes de la naturaleza.
Sin la nutrición del cuerpo, ninguna vida es posible. Comer es crear una nueva
vida para el día de mañana por medio del sacrificio del reino vegetal y sus
maravillosas plantas verdes.
Si, por ignorancia o obstinado orgullo, el hombre cometió errores –los pecados
contra las leyes naturales que gobiernan el Orden del Universo- eso constituye,
literalmente, el pecado original, simbolizado en el libro del Génesis.
En Extremo Oriente, hace millares de años, se enseñaba que pueden ser
modificados no sólo la estructura del cuerpo, sino hasta inclusive la naturaleza
humana, dependiendo todo de la comida y bebida que se ingiere. El comer y el
beber, por lo tanto, eran considerados como el ritual más importante del divino
arte de la vida, que es la creación de la salud y felicidad.

Pero, ¿qué es salud? ¿qué es felicidad?

En Nueva York, Londres o París no tengo ninguna certeza si tales palabras


pueden ser, actualmente, definidas, Pero en Extremo oriente, la felicidad fue
definida, hace millares de años, por algunos de sus hombres más sabios. Toda la
filosofía y religión orientales consisten en enseñanzas prácticas para obtener los
cinco factores de la felicidad:
La capacidad de tener alegría, una vida sana y larga, llena de entrenamientos,
interés y radiantes experiencias.
La capacidad instintiva de la sobrevivencia, evitando accidentes y enfermedades
causantes de muerte prematura.
Una amorosa capacidad de comprender y aceptar el infinito Orden del
Universo, en todos los tiempos y niveles.
Una innata ausencia de egoísmo y una actitud de buenas maneras.
Nunca querer ser el primero, para no convertirse en el último, tratar siempre
bien al último, para que pueda ser siempre el primero.

¿Qué es la salud?
Durante siglos, los sabios de Extremo Oriente han medido el estado de salud de
acuerdo con las seis condiciones siguientes:

1) AUSENCIA DE FATIGA: La fatiga es la consecuencia de la enfermedad y


de la desarmonía. Una persona sana nunca siente cansancio. Un hombre
sano está siempre pronto para enfrentar dificultades, una después de
otra, recibiendo bien los grandes problemas; y las situaciones imposibles,
29

encarándolas como una aventura, un desafío. Cuanto mayor el problema,


tanto mayor el placer de superarlo.
2) BUEN APETITO: Un buen apetito es la esencia misma de la salud. Si
alguien puede saborear el alimento más simple, con la más profunda
gratitud hacia el Creador, es porque posee un buen apetito. Quien siente
apetito por un simple pan negro o plato de arroz integral, posee un buen
apetito y un estómago fuerte y sano. El apetito sexual y su satisfacción
natural también constituyen índices de buena salud. El hombre o mujer
que no poseen deseos sexuales y no tiene placer en su satisfacción, está
fuera del Orden del Universo, está violando las leyes de la naturaleza y
careciendo de un ingrediente esencial de la salud.
3) SUEÑO PROFUNDO: Si luego caéis en sueño profundo, dentro de tres o
cuatro minutos después de apoyada la cabeza en la almohada, en
cualquier lugar; si pudiereis dormir profundamente, sin hablar en sueños
o soñar, si pudiereis despertar en cualquier momento que deseareis, en la
hora mentalmente fijada antes de dormir; si os sintierais muy bien con
cuatro a seis horas de sueño. Si no pudiereis dormir de esta manera es
porque hay algo básicamente errado en vuestro estado de salud.
4) BUENA MEMORIA: La memoria es la brújula de nuestra personalidad.
Nuestra capacidad de memoria debe desenvolverse cada vez más con la
edad. Sin una memoria fuerte, precisa y correcta, la mente y el cuerpo
son un poco más que una máquina. Sin buena memoria, el buen juicio es
imposible y, sin buen juicio, todo nuestro esfuerzo físico y mental puede
estar perdido. Nuestra buena salud está en razón directa con nuestra
memoria de aquello que vemos u oímos. Cualquier falta de memoria es
señal de mala salud.
5) BUEN HUMOR: Una persona sana nunca da lugar a la rabia, está
siempre satisfecha y alegre en cualquier circunstancia. Su voz, sus
actitudes, hasta su crítica misma, transmiten buen humor. El hombre
sano tiene admiración por todas las cosas: por un grano de arena, por
una caída de agua y por todos los seres humanos. Se puede aprender
mucho hasta de un enemigo cruel y fuerte.
6) RAPIDEZ DE RACIOCINIO Y DE EJECUCIÓN: Un hombre que goza de
buena salud es capaz de emitir juicios sólidos, inmediata e
instintivamente, actuado con rapidez y precisión Lo inmediato es una
expresión de libertad, Aquellos que son inmediatos, rápidos y precisos
están siempre preparados para enfrentar cualquier desafío, cualquier
emergencia, cualquier accidente. Gozan de buena salud. Se ponen en
evidencia por su habilidad de crear la belleza y el orden a su alrededor y
en sus vidas cotidianas. La vida, la salud, la divinidad y la eternidad son
una cosa única. Nuestra salud personal y la felicidad son expresiones del
Orden del Universo y se traducen en los menores detalles de nuestra vida
diaria.

De las seis condiciones de salud, las tres primeras son fisiológicas y las tres
últimas psicológicas. Usando este antiguo criterio de Oriente como guía para
evaluar la propia salud, podéis atribuir diez puntos para cada uno de los tres
primeros criterios físicos, veinte puntos para cada uno de los dos siguientes y
treinta puntos para el último.
Partiendo de este índice de 100 puntos si cualquiera puede, honestamente,
atribuirse 40 puntos., goza de salud relativamente buena. Cada uno precisa
30

sentir en sus propios huesos, mejor de lo que cualquier diagnosticador, cuando


algo está errado. El cuerpo no miente.

II
UN PAIS DE SANPAKU

“A no ser que tomemos una providencia, dos tercios


de los americanos que ahora viven, sufrirán o morirán
de cáncer, del corazón o de derrame cerebral. Espero
que hagáis alguna cosa para evitar esto.”
Presidente Lyndon B. Johnson
17 de abril de 1964.

La gran sociedad de los Estados Unidos de América dispone de lo que es


llamado “el más elevado patrón de vida” entre todas las naciones del mundo. No
obstante, todavía estoy por encontrar un niño americano (dejando de lado los
adultos), en todos mis viajes a través de este gran país, que pueda sobrepasar 60
de los 100 puntos de evaluación de salud y felicidad que fue establecida hace
siglos por los sabios de Extremo Oriente.
En los Estados Unidos, se gastan billones, anualmente, en pesquisas médicas,
en seguro médico y hospitales, en medicación y drogas, en tratamiento médico y
quirúrgico, en asilos y casas de salud, en la formación de médicos y enfermeras.
A pesar de todo eso la mitad de la población sufre en cierta forma, de
enfermedades crónicas. Solamente un pequeño porcentaje de toda su población
está libre de cualquier especie de enfermedad o defecto físico.
Los hechos duros presentados al Presidente de los Estados Unidos por su
comisión Especial de Salud Pública, en diciembre de 1964, son perturbadores.
En 1963, las enfermedades de las arterias del corazón causaron 55 por ciento de
todas las muertes en los Estados Unidos y el cáncer 16%. Los derramos causaron
la muerte de 201.000 personas, enfermedades de las arterias, fuera del cerebro,
combinadas con las enfermedades del corazón, mataron 793.000. El cáncer
mató 285.000. Muchas de estas muertes fueron prematuras, lo que es
comprobado por el hecho de haber alcanzado a personas menores de los 65
años.
“Diariamente –dijo la Comisión Presidencial- mueren hombres y mujeres que
no precisarían morir. A cada hora. Una cantidad de familiares es alcanzada por
una tragedia que no precisaba ocurrir”. La Comisión propuso una subvención
gubernamental de tres billones de dólares durante los cinco primeros años para
fabricar “medicamentos milagrosos”, accesibles todos, y para investigar sobre
mejores métodos de tratamiento hospitalario.

Hace diez años, otra Comisión Presidencial hizo un relatorio declarando que 25
millones de americanos vivos morirían de cáncer, a no ser que el índice de
mortalidad de aquella enfermedad fuese disminuido. El médico personal del
Presidente Eisenhower dijo, dirigiéndose al Congreso, que la enfermedad del
corazón era una “epidemia americana moderna” que transformó a los Estados
Unidos en uno de los países menos saludables del mundo.
31

A despecho de los anunciados programas intentando posibilitar su erradicación


inicial y su diagnóstico, el cáncer llegó al punto de causar mayor número de
muertes entre los niños americanos que cualquier otra enfermedad, solamente
sobrepasada por los accidentes fatales.

Los Estados Unidos poseen más hospitales mentales y sanatorios, más


psiquiatras y psicoanalistas que cualquier otro país del mundo; calculándose
que un americano entre diez pasó una parte de su vida en una institución
mental.

Los Estados Unidos disponen de una organización de las más amplias y


costosas, pública y privada, para la asistencia prenatal de las madres y, no
obstante, nace un niño retardado cada 15 minutos. Cerca de cinco millones y
medio de americanos son mentalmente retardados y, dentro de cinco años,
según las estadísticas oficiales, este número aumentará a 6.4 millones, más que
toda la población de Los Ángeles.

Cada año, las gigantescas industrias farmacéuticas americanas fabrican nuevos


remedios milagrosos, no obstante, en cada invierno la mitad de la población es
atacada de resfriados o de alguna especie de enfermedad de las vías
respiratorias.

La cultura americana transformó en una religión la búsqueda de la satisfacción


y felicidad sexual. No obstante, las publicaciones y estadísticas criminales en los
Estados Unidos presentan las mismas historias lamentables de personas que
son esclavas de actos sexuales anormales.

Las perturbaciones alérgicas afligen a cerca de 20 millones de americanos. Las


enfermedades del sistema nervioso alcanzan a otros 15 millones. La
arterioesclerosis y las enfermedades del corazón afectaron crónicamente cerca
de 10 millones. La psicosis y psiconeurosis a más de 16 millones. Las úlceras a
más de 8 millones. La atrofia muscular, la tuberculosis, la esclerosis múltiple y
la parálisis cerebral condenan a otro millón. Más de 10 millones sufren de
defectos visuales; un número parecido sufre de alguna especie de sordera. Son
calculados 15 millones como estériles. Más de cuatro millones son alcohólicos
crónicos. Un número incalculable de personas está presa de los narcóticos y
barbitúricos y cerca de cuarenta millones –una entre cada cinco personas-
sufre de obesidad crónica o exceso de peso.

Cada americano gasta una media de 300 dólares, anualmente, en medicación


directa, más que la renta total de los jefes de familia de algunas naciones. Los
americanos gastan más de 100 millones de dólares por año en píldoras para
dormir y más millones en otras para despertarse. Solamente de aspirina, cerca
de 7 millones de kilos son consumidos por año en los Estados Unidos.
Toneladas de píldoras para aliviar la presión de vientre, para reducir el peso,
para disminuir el apetito y para despertarlo, para calmar los nervios y para
combatir el hábito de tomar píldoras.

La medicina oficial americana quedó tan fragmentada que ahora existen


innumerables especialistas para cada enfermedad y cada parte del cuerpo
humano. El paciente ya no encuentra una salida a través de ese laberinto
32

creciente de especialidades médicas, y los médicos están confundidos por una


complejidad que ellos mismos forjaron.
¿Cuál es la razón de ese caos en un país tan adelantado material y
tecnológicamente?….

Lógicamente, Los Estados Unidos no están solos. La mayor parte de la


civilización occidental, sobre la cual los Estados Unidos ejerce una profunda
influencia, está, más o menos, en el mismo estado. Simplemente, en este último
país, el contraste entre la abundancia material y la enfermedad física y
espiritual, es el más pronunciado de todos.

La intersección de la Quinta Avenida y de la Calle 57, en la ciudad de Nueva


York, tal como podría ser cualquier otra esquina, tal vez sea la encrucijada de
América, tomada en el sentido limitado. Cada vez que regreso a América del
Norte, acostumbro ir allí, donde me dejo estar entre fascinado y horrorizado.
Algunas veces, difícilmente puedo creer en lo que veo, cuando observo los ojos
sanpaku de centenas de americanos que pasan a cada minuto.

Las frías estadísticas, oficiales o no, cuentan solamente parte de la historia. Los
ojos del americano medio cuentan todo. El cuerpo no miente. Y los ojos, ventana
del alma, mienten mucho menos. Casi todo americano que veía era, más o
menos, “sanpaku”.

En Extremo Oriente, hace millares de años, todos conocen el significado de la


palabra “sanpaku”. Para gran sorpresa mía, entre tanto, constaté que en
Occidente no existe una palabra equivalente.

La palabra japonesa “sanpaku”, traducida literalmente, quiere decir: tres (san)


blancos (paku). Indica la característica del ojo humano que presenta tres lados o
áreas blancas, alrededor del iris. En el recién nacido sano, la parte inferior del
iris –el globo colorido del centro del ojo- está debajo de la línea inferior de la
vista, tal como un son naciente. El ojo tiene dos áreas blancas en cada lado del
iris. En los ojos de un muerto el iris está vuelto para arriba, en dirección del
cráneo. Siendo enteramente visible, el iris tiene tres lados blancos “SANPAKU”.
Cuando un hombre empieza a envejecer o a enfermarse, a medida que se
aproxima a la muerte –tanto con siete como con setenta años de edad- la parte
colorida del ojo, el iris, sube y descubre la parte blanca entre el párpado inferior
y el iris.

Es este el estado conocido hace millares de años como “sanpaku”. Durante


millares de años las personas del Extremo Oriente vienen mirando los ojos,
unos de otros, controlando las señales de ese temible estado. Cualquier indicio
de “sanpaku” significa que todo el sistema del hombre, físico, fisiológico y
espiritual, está fuera de equilibrio. Pecó contra el Orden del Universo quedando,
por consiguiente, enfermo, infeliz, demente, o conforme se acostumbra decir en
Occidente “predispuesto a accidentes”. El estado de “sanpaku” es una
advertencia, un aviso de la naturaleza, de que nuestra vida está amenazada por
un fin próximo y trágico.

Si eso parece forzado, examine las fotografías de personalidades históricas y de


líderes mundiales cuyas carreras fueron cortadas por muerte imprevista.
33

Abraham Lincoln, Adlof Hitler, Ngo Dinh Diem, General Abdul Karim Kassem,
María Antonieta, Archiduque Ferdinando, Presidente John F. Kennedy. Todos
eran “SANPAKU”.

El “sanpaku” es un presagio útil, tal como el dolor. Marilyn Monroe, como


todas las fotografías revelan, era decididamente “sanpaku”. Muchos de los
maniquís y modelos de las revistas de moda, exóticamente delgados y lindos,
presentan la señal de “sanpaku”. Harían bien en preocuparse por su bienestar
futuro.
El “sanpaku” es un presagio útil, tal como el dolor. Acusa el desequilibrio en el
sistema humano, pide medidas restauradoras.
Examínese, así como a sus seres queridos ¿Sois “sanpaku”?
Existe un remedio. Puede ser encontrado en una filosofía y en un sistema de
restauración por medio del alimento –una dieta, si así queréis, o un tratamiento
dietético de la falta de salud- originario del Extremo Oriente. Para uso
occidental, lo llamo MACROBIÓTICA ZEN.

Fui criado creyendo en la ciencia médica occidental. Felizmente sin embargo, fui
atacado, muy joven, por una enfermedad”incurable”, lo que obligó a buscar la
puerta de la salud por mi propia cuenta. Mi familia, tal como tantas otras en el
Japón en el comienzo del sigo XX, sintió todo el impacto de la introducción de
los ideales occidentales de la tecnología, medicina y religión, lo que comenzó
con el advenimiento del Almirante Perry hace, casi, medio siglo. Pero mi madre
murió a los 30 años bajo el cuidado de los médicos doctorados en Occidente.
Dos hermanas murieron antes de los 10 años y un hermano murió con 16 años
tomando los remedios de la medicina occidental. Los mismos médicos
declararon que yo tenía un caso incurable de tuberculosis pulmonar, complicada
por úlceras gástricas y otras cosas más. Tenía entonces 16 años, la edad en que
mi hermano muriera. Abandonado por la medicina científica de Occidente, fui
forzado a buscar mi propia salvación .La moderna medicina occidental perdió
las esperanzas conmigo y, así, hice la misma cosa con relación a ella Decidí
convertirme en mi propio médico y empecé a estudiar la medicina oriental de
más de 5000 años, aunque hubiese sido suprimida y casi prohibida por el
gobierno, que estaba bajo la influencia de la civilización occidental. En cinco
años salvé mi vida siguiendo la terapia oriental. Por lo tanto, decidí continuar
mis estudios y pesquisas y dedicar el resto de mis años al estudio de la filosofía
de la medicina oriental que me salvó.

Había un famoso médico japonés llamado Sagen Isiduka que, un poco antes de
mi nacimiento, había redescubierto y reinterpretado la teoría del Principio
Único, que se remonta a cuatro o cinco mil años en la historia oriental. El doctor
Isiduka estableció la validez médica y bioquímica del principio Yin-Yang a la luz
de la bioquímica moderna, al descubrir el antagonismo complementario entre
sodio (Na) y potasio (K), que realmente consiste en la redescubierta de un
principio que desempeña un papel básico en toda la vida humana.

Sagen Isiduka curó centenas de millares de pacientes, ¡pobres almas


condenadas y abandonadas como incurables por médicos doctorados por la
moderna medicina occidental! Era tan famoso en Tokio que cualquier carta
dirigida al “Dr. Anti-Doctor” era automáticamente entregada a él. Cuando
34

murió, su cortejo fúnebre tenía más de dos millas de largo. Con el tiempo, me
convertí, prácticamente, en su único sucesor.

Comencé mi estudio independiente desde las raíces, buscando conocer el origen


físico, químico y biológico de nuestros cuerpos. Dejé de lado para más tarde,
todas las preguntas de orden biológico, filosófico y espiritual. Empezando por el
verdadero comienzo, inicié con la teoría práctica de la nutrición. Los primeros
principios de la nutrición son evidentes.

1. Quien come, vive. Quien come, puede pensar, hablar, accionar, amar,
odiar, discutir, casar, procrear, matar.
2. Quien no come, nada puede hacer y, necesariamente, tendrá que
desaparecer.

Sigue, por lo tanto, que el alimento debería ser la preocupación básica y


primaria hasta de la parte más espiritual de la humanidad. Sin alimento no hay
Cristo ni Buda. Comer es ser. Tal como los demás seres, el hombre es una
transformación de los alimentos. Pero…. ¿qué alimentos?....

Primero constaté que todos los alimentos poseen un origen vegetal. El animal
no puede existir sin el vegetal. El cuerpo humano no puede digerir las sustancias
inorgánicas. Es incapaz de fabricar proteínas, carbohidratos, gordura o mineral
a partir de las substancias inorgánicas. Esa síntesis de los elementos inorgánicos
es una función del vegetal. Este proceso, llamado autotrofismo, es el fenómeno
mejor realizado por el reino vegetal. Los vegetales absorben los elementos
inorgánicos y los convierten en alimentos orgánicos, es un verdadero milagro de
composición y creación producido por las fuerzas interactuantes de la
naturaleza, que ningún laboratorio tuvo la posibilidad de imitar. Comer carne
significa duplicar el proceso, primero en el animal y después en el hombre.

El reino vegetal trabaja incesantemente para producir hojas, granos, bulbos y


frutas, que alimentan a los animales. El vegetal es como una madre para el
animal. Estas hojas, granos, bulbos y frutas son transformados en materia
animal por el proceso de digestión y asimilación.

¿Quién puede caminar bajo el verde de una profunda floresta sin una sensación
de seguridad y paz, tal como un niño abrigado y acariciado por la madre?

El hombre es el rey de los animales. Todos los otros animales fueron creados
para servirlo o deleitarlo. Cada uno desempeña su papel. Pero ¿qué razón podrá
él invocar para alimentarse de sus carnes, excepto la de satisfacer las tendencias
de placeres sensoriales?

Ecológicamente hablando, somos todos hijos de la madre vegetal.


Sin la vida vegetal ningún animal podría sobrevivir. Directa o indirectamente,
somos extremadamente dependientes de los productos vegetales. Nuestra
hemoglobina proviene de la clorofila. Todos los alimentos vegetales son
materia prima para la construcción y manutención de nuestros cuerpos. La
carne de los animales y sus subproductos no lo son. Los vegetales constituyen la
clase de alimento superior. Precisamos comer vegetales o sus productos
35

directos. Esto constituye un firme principio biológico y una ley natural


fundamental.

Antes que Dios dijese”Creced y multiplicaos”, en el Libro del Génesis, El dijo


“Os doy las plantas verdes como alimento”.

Los pueblos del Oriente, especialmente los chinos y japoneses, fueron


vegetarianos durante millares de años. Los tradicionales platos vegetarianos
japoneses son delicados, estéticos, fortificantes y revitalizantes. Tuvieron su
origen en dos grandes libros de la medicina de Extremo Oriente, el “Charak-
Samhita, primera parte, y el “Nei King”, código del Emperador Houan. Estos
grandes libros son el alfa y el omega de la filosofía médica oriental.

Después de años de pesquisa y experiencia, estoy convencido de que el hombre


debe ser fiel a la ley natural y depender, simple y enteramente, de la gran madre
vegetal.

Si, por razones climáticas o económicas, fuéramos obligados en una emergencia


a comer alimentos animales, deben ser solamente usados en pequeñas
cantidades y con especial cuidado en su preparación o cocción, buscando
desanimalizarlos todo lo posible.

Anatómicamente hablando, conforme evidencia la naturaleza de sus dientes e


intestinos, el hombre fue hecho para ser vegetariano.

Los vegetales son su alimento normal, lógico y natural. El uso de la carne animal
y sus productos es arriesgado y peligroso.

Pero el simple vegetarianismo, sin la orientación de la filosofía del Principio


Unico, todavía no es suficiente y puede descender a un mero sentimentalismo.
Independientemente de la naturaleza de su dieta, el hombre es goloso y come
demasiado. Por eso oración y ayuno –comer y beber frugalmente y estar
permanentemente armonizado con el Orden del Universo- constituye el portón
de entrada para la salud y la felicidad.
Las dos primeras reglas de la lógica universal del Principio Unico proclaman:

TODO LO QUE COMIENZA TIENE FIN


TODO LO QUE TIENE FRENTE TIENE DORSO.

Estas dos leyes son la espina dorsal de todas las grandes religiones y el
fundamento de la filosofía médica oriental.
El comienzo es opuesto y antagónico al fin, aunque uno no pueda existir sin el
otro. En este mundo relativamente material, el frente es antitético y opuesto al
dorso. El nacimiento lleva a la muerte. La felicidad lleva a la tristeza. La belleza
lleva a la fealdad. La actividad lleva al cansancio. La fuerza lleva a la flaqueza.
Todo llega a un fin, que es lo opuesto de su comienza. Todo es alimentado,
animado, mantenido y destruido por su opuesto. Esta es la gran ley de la
naturaleza, la cual llamo el Orden del Universo. Es una ley muy simple, aunque
profunda, que rige nuestra vida en este mundo relativo, que es diferente del
mundo que es absoluto, infinito y eterno.
36

Una vez comprendido esto, no tendremos dificultad en comprender o curar


nuestras así llamadas enfermedades incurables. Sin esta comprensión será
imposible la cura de la más simple enfermedad.
Si muriésemos prematuramente, en virtud de un accidente o enfermedad, esto
quiere decir que perdimos las gracias salvadoras del estado humano, por haber
violado el Orden del Universo, por muchos años. La tolerancia del Infinito no es
ilimitada y sin términos, a pesar de perdonarnos casi hasta el fin. Si alguna
enfermedad nos fue enviada, eso representa una advertencia, una señal de
alarma. La enfermedad no nos es enviada como un castigo, más si como un
ofrecimiento final de gracia salvadora. Precisamos solamente prestar atención a
nuestros cuerpos para saber lo que debemos hacer.

En vez de esto, innumerables personas ignoran la señal de alarma divina y, en


nombre de la medicina científica entregan sus cuerpos a los médicos formados
alopáticamente, que intentan poner fin al dolor matando y destruyendo la
delicada señal de alarma telefónica por medio de drogas o una cirugía drástica.
Tengo dos discordias con la medicina occidental. Primero: la encuentro
destituida de moralidad y espiritualidad, deseosa de desarrollar a cualquier
precio, métodos y medicamentos que solamente destruyen los síntomas de la
enfermedad. Segundo: encuentro que los medicamentos occidentales, las
drogas milagrosas que reprimen ciertos síntomas de enfermedad de una
generación, seguidamente provocan enfermedades más serias en las futuras.

La medicina socializada de Gran Bretaña volcó, repentinamente, grandes


cantidades de vitaminas y drogas en personas que antes no estaban
acostumbradas a ellas. Como resultado, fueron hechos interesantes
descubrimientos. Se probó que el exceso de vitamina D, tomada durante la
gravidez, es la cause del nacimiento de infelices pequeños deformados y
retardados. Más recientemente, una muy recetada antihistamina, recomendada
para náuseas y malestar matutino de las gestantes, causaba deformaciones en
fetos. Nuevamente, es éste el lamentable resultado final de la fe ciega en la
medicina sintomática, que castiga más trágicamente, justamente a los que están
por nacer.

La medicina de Extremo Oriente, basada en principios naturales que tienen


origen hace más de cinco mil años, no ataca los síntomas de la enfermedad,
sino que se dirige a su origen.

En Extremo Oriente, desde millares de años atrás, la medicina vino


evolucionando de la medicina sintomática a la profiláctica y después, al yoga,
que corresponde a un arte religioso de la salud. Más tarde progresó hasta llegar
a la “macrobiótica, que es una ciencia de rejuvenecimiento y longevidad”.

Finalmente, progresó hasta la medicina social. La medicina de sociedad, o


pública finalmente se alió con la verdadera medicina filosófica, fue absorbida y
se convirtió en una parte de los conceptos cosmológicos del Universo –los
vedas, hinduismo, brahmanismo, jainismo, budismo, cristianismo, islamismo y,
últimamente, las enseñanzas de Lao Tsé.
37

El albo esencial de todas las grandes religiones ha sido el de conducir al hombre


a la beatitud, la libertad infinita, justicia absoluta y felicidad eterna, por medio
de las prácticas enseñanzas filosóficas del Principio Unico.

Los discípulos de la moderna medicina sintomática –que es la medicina en su


forma más rudimentaria y elemental- al investigar la medicina china, hindú,
japonesa o árabe, partiendo de su propio punto de vista limitado, se sienten
perdidos en un laberinto de hierbas y curas aparentemente exóticas para ellos.
“La medicina sintomática moderna se preocupa solamente en curar los
síntomas del enfermo, a cualquier precio”, importándole poco si las técnicas
usadas son brutales, egocéntricas o inmorales. Poco ofrece en relación a la cura
de las “causas básicas” de la enfermedad en el propio paciente.

A grosso modo, existen siete niveles de medicina que pueden ser resumidos,
brevemente, en lo siguiente:

1. La medicina sintomática. Un tratamiento paliativo para remover los


síntomas
2. La medicina profiláctica o preventiva.
3. El arte de la salud. El estudio de los caminos y medios a seguir para la
adquisición y manutención de la salud física.
4. La medicina macrobiótica. El arte del rejuvenecimiento y longevidad.
5. La medicina socio moral y educacional, que tiende a establecer la salud
pública, la libertad y la justicia en la sociedad, en gran escala.
6. La medicina filosófica, dirigida para el plan mental del pensamiento,
juicio y discernimiento.
7. La medicina suprema. Es educativa, biológica y fisiológica. Su meta es
convertir a cada hombre en su propio médico, permitir al enfermo
descubrir por sí mismo, la concepción cosmológica del Universo,
reflejada en su propio cuerpo. No solamente cura las enfermedades del
presente y del futuro, sino además establece un estado positivo de salud y
felicidad.

Para encontrar la medicina que cura básica y profundamente, de una vez por
todas, se precisa alcanzar el Séptimo Estado, o el Aprendizaje Supremo de la
Medicina. Se precisa dar menos importancia al aprendizaje sintomático. Los
europeos y americanos buscan la verdad, según me parece, perdiéndose en
detalles por medio de técnicas analíticas. Dedican demasiada atención a
minuciosos exámenes microscópicos de tejidos periféricos disecados, lo que es
efectuado por cuerpos de especialistas, en vez de dedicarse a una pesquisa más
amplia, examinando los ojos, los lóbulos de las orejas, los labios, las palmas de
las manos, los dedos, la formación del cuerpo, las posturas, la apariencia general
y la constitución integral del hombre. La Verdad es todo un conjunto.

La Medicina Suprema, el óptimo y más elevado aprendizaje de la medicina, es


increíblemente simple en sus técnicas, pero profunda en sus fundamentos
filosóficos. Ella no ataca síntomas, pero si se vuelve hacia los orígenes de la
enfermedad. Además de eso, como la última causa de cada enfermedad es la
violación del Orden del Universo, por la ignorancia o por la arrogancia, la
Medicina Suprema se dirige, naturalmente, hacia el paciente y, algunas veces,
de dedica a su demorada educación técnica filosófica, en vez de buscar una cura
38

rápida por medio de inyecciones o amputaciones. Enseña al hombre cómo


desarrollar sus propios instintos de supervivencia, su innata habilidad de
formular juicios correctos. La enfermedad y el sufrimiento, en la filosofía del
Budismo Zen, preparan y llevan al hombre a recibir la salud perfecta y la
felicidad que solamente la Medicina Suprema tiene para ofrecer.

III

LA FE Y LA MEDICINA

Un gran número de autores, especialmente los religiosos, afirman que la


enfermedad puede ser curada por la fe. Si, en cierto sentido –pero apenas en
cierto sentido- eso es verdadero.
El doctor Alexis Carrel, autor de una obra iluminadora: “EL HOMBRE, ESE
DESCONOCIDO”, está enteramente convencido de que, entre los creyentes del
milagro de Lourdes, en peregrinación, muchos fueron curados efectivamente
por su fe.
En las estructuras y funciones del cuerpo humano existen muchas maravillas
que la medicina moderna no puede explicar; entre otras, esta capacidad del
cuerpo: ser curado de las enfermedades por la fe. Incluso los que poseen fe, que
insisten sobre su importancia y superioridad sobre todas las otras terapéuticas,
tampoco pueden explicar el proceso. Pero el piloto que no conoce el mecanismo
de su avión, cómo y por qué funciona, no puede merecer confianza.
La fe –como es llamada- ha curado algunos, tal vez, pero perjudicó a otros. Y
esto porque constituye una fue ciega, primitiva y supersticiosa, sin guía y a
menudo mal dirigida.
La verdadera fe –como es practicada por las religiones del Extremo Oriente-
insiste sobre el conocimiento propio y el conocimiento del Principio Unico (la
justicia divina) que gobierna al Universo. Fe y conocimiento; sin conocimiento
de sí mismo no puede haber fe verdadera. Es importante observar cómo muchos
que oran por un milagro para curarlos, continúan recurriendo a las medicinas
convencionales y a los médicos ortodoxos occidentales.
Asimismo la medicina macrobiótica, con todas sus curas milagrosas no podrá
llevar a una cura y felicidad perfectas a no ser que su base Yin-Yang sea
comprendida y adoptados sus principios, en cuyo caso usted puede, en verdad,
convertirse en su propio médico.
La medicina occidental opera tan ciegamente como la “fe”. Los que la ejercen
son incapaces de explicar los fenómenos farmacológicos o físicos de las así
llamadas curas. ¿Por qué la adrenalina altera el movimiento cardíaco? ¿Por qué
el arsénico (un veneno mortal) ha sido considerado como un específico de
ciertas enfermedades, desde el tiempo de Hipócrates? ¿Por qué y por cuál
proceso la aspirina baja la fiebre? ¿Qué es el automatismo cardíaco? ¿Qué es el
mecanismo de la sedimentación sanguínea con lo cual los médicos cuentan,
frecuentemente, para el examen físico de los pacientes? ¿Cómo actúa el
antagonismo entre los dos sistemas vegetativos simpático y parasimpático?
¿Cómo se procesan los fenómenos opuestos que ellos producen en el corazón y
estómago?
Existen centenares de tales preguntas que la medicina analítica no puede
responder. ¿Será que la medicina empírica moderna no pasa también,
realmente, de una superstición moderna?
39

Cuando mucho, la medicina alopática ortodoxa, que confía en venenos para


conseguir efectos directos e inmediatos, no pasa de ser un ciego tanteamiento
sin brújula ¿Cómo podremos saber jamás cuántos pacientes son muertos y
cuántos son curados por la moderna medicina alopática? ¿Cuántas de las
llamadas curas, nada más fueron que reacciones de la naturaleza en su
tendencia de salvaguardar al hombre contra sus enemigos?
La verdadera fe, que trae la felicidad infinita y eterna para el creyente, consiste
en el conocimiento de que el Universo está realmente constituido, en el
Principio Unico, el Reino de los Cielos y su justicia, en el amor universal que
abarca todos los antagonismos, tan ampliamente, que los convierte en
complementarios.
Como ello implica toda una vida de disciplina, de contemplación, nada más
puedo hacer, por medio de este libro, que indicar el camino.
Lamentablemente, el principio de la medicina filosófica desapareció del propio
Extremo Oriente, donde nació.
Seguidamente, nuestra propia cultura nos pasa desapercibida. Muchas
comodidades e invenciones que los americanos aceptan naturalmente, son
cause de maravillosa admiración en otras partes del mundo. Lo mismo sucede
en mi país. Por ejemplo, los blocks de madera para impresión no tenían valor
especial en el Japón. Eran hechos más para la recreación educativa infantil,
hasta que los hermanos Goncourt y el profesor Fenollosa, llegados de otro
mundo, encontraron en ellos grandes valores artísticos. Así, también, el judo y
el arte de arreglos florales era practicados con naturalidad en el Japón, hasta
que fueron exaltados como artes superlativas por los observadores occidentales.
Alimento la esperanza de que el mundo occidental aceptará con visión más
amplia otra dádiva de Oriente, que es ofrecida como retribución a las muchas
cosas maravillosas que le proporcionó. Me refiero a nuestro supremo tesoro
ancestral, de más de 5000 años, el Principio Unico, la filosofía práctica del Yin-
Yang.
De acuerdo con esta filosofía, todas las cosas son divididas en dos categorías,
que son simultáneamente antagonistas y unificantes: el Yin y el Yang. El Yin
puede ser llamado de fuerza centrífuga y el Yang de fuerza centrípeta.

POSITIVO Y NEGATIVO
El Yin y el Yang, al mismo tiempo, están en oposición y se complementan uno al
otro, tal como el día y la noche, el hombre la mujer, el invierno y el verano. Son
dos opuestos fundamentales, que se unen para destruir y crear cualquier cosa
que exista en el Universo. No pueden estar totalmente opuestos porque son
siempre limitados y relativos. Están ligados entre sí como la noche y el día. Y
cuando es noche en Occidente, es día en Oriente. Nada existe totalmente Yin o
totalmente Yang. Puede ser más Yin que Yang, o más Yang que Yin, y así los
designamos como uno u otro.
Este “dualismo” también existe en las religiones occidentales. Jesús comprendía
y admitía que Satanás existía incluso en El, el Hijo de Dios. Según el Principio
Unico, en este mundo nada existe que sea totalmente bueno o malo, así como
nada es totalmente Yin o Yang. En este mundo de relatividad, el Yin
inevitablemente se convierte en Yang, y el Yang se convierte en Yin.

Solamente aquello que es eterno, absoluto e infinito puede ser llamado “bueno”,
en el sentido absoluto.
40

En la Tierra llamamos “bueno” a aquello que nos gusta, y “malo” a aquello que
no nos gusta, o sea también, aquello que consideramos provechoso para el
hombre y aquello que suponemos es perjudicial. Lo que puede ser bueno para
un hombre, entretanto, puede ser malo para otro. Las virtudes, en ciertas
circunstancias, pueden ser vicios como cuando la economía se convierte en
avaricia, el coraje en temeridad, la paciencia en indolencia. En este mundo, la
mutación es la única constante. Para los que comprenden la paradoja práctica
del pensamiento Yin-Yang, la vida es una educación constante en la mayor
universidad que existe y que no cobra matrícula ni mensualidades. Para los que
nada saben del Yin y Yang, la vida puede ser un infierno.
El centrípeto Yang es constrictivo y produce calor, sonido, densidad, peso: la
tendencia a ir hacia abajo.
El centrífugo Yin es expansivo y produce frío, silencio, dilatación, expansión,
liviandad; la tendencia a ir hacia arriba.
Desde el punto de vista físico, cualquier cosa que contenga más agua que sólidos
–siendo iguales cada una de las otras condiciones- es Yin; lo inverso es Yang.

En términos de composición química, los compuestos ricos de hidrógeno,


carbono, litio, arsénico y sodio son más Yang de lo que los otros desprovistos de
estos elementos y que, a su vez, son ricos en potasio azufre, fósforo y nitrógeno.

Todo lo que existe en el Universo tiene una forma, un color y un peso


característicos. Una forma prolongada en una posición vertical, es Yin. La
misma forma extendida horizontalmente es Yang. La primera es dominada por
una fuerza centrífuga o Yin. La segunda está bajo la influencia de una fuerza
centrípeta o Yang.

ARTE
A B C D son formas verticales regidas por la fuerza centrífuga.
E F G H Son formas horizontales regidas por la fuerza centrípeta.
Cada par de formas tiene la misma dimensión, la misma superficie geométrica.
Pero son antagónicas. Una es Yin y la otra es Yang. Los antagonismos entre C y
G y entre D y H son bastante pronunciados., C y G superpuestos se combinan
para formar la estrella judaica de David. D y H superpuestos se combinan
formando una cruz. La unión de las formas básicas Yin-Yang dio origen a
símbolos sagrados fundamentales.

PESO

La fuerza centrípeta gobierna todo lo que es pesado y, por lo tanto, es Yang. La


fuerza centrífuga gobierna todo lo que es leve y, por lo tanto, es Yin. Cuanto
menor el peso, tanto más Yin.

Formas yin A B C D Formas yang E F G H

A E
E
41

B F

C G

D H

COLOR

El color es nuestra primera percepción sensorial. Sin color, nada podemos


apreciar. La clasificación de los colores básicos es fácil. Colores calientes y fríos
representan los extremos de Yin y Yang, con todas las otras graduaciones de
calor y frío en posición intermedia. Es tan simple como el arco iris, que va del
extremo Yang, o el rojo, pasando por el naranja, amarillo, verde, azul y añil,
hasta el extremo yin, o violeta.

Partiendo de estas tres características fundamentales, forma, peso y color, todo


en el Universo puede ser clasificado como Yin o Yang, sin necesidad de aparatos
complicados o análisis químicos. Esa clasificación puede ser
“científicamente”confirmada tomándose como base la tasa Potasio / Sodio
(K/Na) establecida en las tablillas analíticas. Pero asimismo, este último método
no es exacto, pues la tasa K/Na puede discordar considerablemente entre varias
especies de la misma planta o en sus diversas partes.

VARIACIONES GEOGRÁFICAS

Todas Las cosas que son producidas y nacen en climas fríos son Yang,
comparadas con aquellas que mejor se adaptan a climas calientes. Por ejemplo:
una manzana roja del Canadá es Yang. Un mango púrpura de Trinidad es Yin.
Las personas que viven en un clima frío son siempre más fuertes,
fisiológicamente, que aquellas que viven en un clima caliente, pues comen más
alimentos Yang, que, paradójicamente, son producidos más fácilmente en el
clima frío, Yin.

PALADAR
42

Así como los colores van del extremo Yin al Yang, así también podemos
distinguir el Yin del Yang por el paladar y por el olfato. Las graduaciones de Yin
a Yang, son las siguientes: cáustico, ácido, dulce, salado, amargo. La pimienta
dilata nuestros capilares y aumenta la circulación sanguínea dando una
sensación de calor: es extremadamente Yin. El berro es amargo y da sensación
de frescura: es extremadamente Yang. Conviene recordar que estas relaciones
son sólo de los sabores naturales y no de los artificialmente condimentados o
manufacturados químicamente. La dulzura del azúcar blanco, químicamente
manufacturado, es cien veces mayor que la del azúcar natural, a nuestro paladar
El azúcar blanco, fabricado por procesos químicos, ocupa el extremo Yin en la
escala de los alimentos. De un modo general, los vegetales más Yin son: la
berenjena, los higos, las pasas de uva, la col y el repollo “morados”, que en la
realidad son violáceos, el germen de la papa, las naranjas, el azúcar de caña o de
remolacha. Son todos azulados o violáceos, interna o externamente. Son ricos en
vitamina K y C, y todos muy Yin.

Los alimentos yang, al contrario son rojos o amarillos: carne y todos los
productos de la hemoglobina, pescado, huevos, vitamina D, zapallo, zanahoria,
inhame (tipo de patata), manzana, cereza, frutilla. Son ricos en sodio (Na) en
comparación con el potasio (K).

El factor esencial para la nutrición apropiada del cuerpo humano consiste en la


proporción adecuada de Yin y Yang en los alimentos ingeridos.
El potasio (o K) puede ser considerado como el símbolo de los elementos Yin en
nuestros alimentos. El sodio (o Na) puede ser considerado como el símbolo del
Yang. La tasa K/Na es muy práctica como guía, pues tanto K como Na se
encuentran en casi todas las composiciones químicas de los alimentos y son los
más importantes indicadores químicos del Yin y del Yang.
La mejor proporción de Yin /Yang, o K/NA, es de cinco por uno. El arroz
natural, sin pulimento, es el alimento perfecto: presenta el equilibrio justo de 5
por 1. Todos los alimentos cuya tasa K/Na es mayor de 5 por 1, son Yin. Por
ejemplo, la banana es de 850/1, la naranja es 570/1, la papa es de 512/1, y el
pomelo es de 390/1.

La alimentación del hombre evolucionó con él a través de los siete aprendizajes


biológicos que siguieron al abandono del “hábitat” marino. Los cereales
constituyen la etapa final de esa evolución alimenticia, y contienen todas las
propiedades necesarias a la vida en su forma más elevada, siendo, pues, el
alimento perfecto para el hombre.

En el Japón actual, según las estadísticas oficiales, la profesión más peligrosa no


es la de corredor de obstáculos, alpinista o acróbata aéreo, sino la medicina. Los
médicos mueren más temprano que cualquier otro grupo profesional. En ese
orden siguen los propietarios de restaurantes. ¿No les parece interesante que,
justamente aquellos que supuestamente deberían ser los guardianes de nuestra
salud, y éstos que preparan para nosotros deliciosos y tentadores manjares, sean
no solamente los que ignoran el secreto de la longevidad, sino hasta,
aparentemente , sus adversarios?

Por otro lado, de acuerdo con estadísticas oficiales, el grupo de los que tienen
vida más larga es el de los monjes budistas. Los sistemas tradicionales de comer
43

y beber, que todavía subsisten inalterados en los monasterios del budismo Zen,
continúan confundiendo a los investigadores científicos de la longevidad y la
juventud eterna.
En los monasterios del Budismo Zen, los más adelantados discípulos son
siempre elegidos para la honra singular de convertirse en cocineros. Su posición
es la más importante en la vida espiritual de la comunidad. Son elegidos para
que su conocimiento superior y experiencia en la selección y preparación de los
alimentos, según las enseñanzas del Principio Unico del Yin/Yang, puedan
auxiliar el desarrollo del discernimiento de los demás discípulos.

En los monasterios ZEN-Budistas, esa manera tradicional de seleccionar,


preparar y servir el alimento es llamada de “SYOZIN RYORI”. Su traducción
más aproximada sería: “la cocina que desenvuelve el discernimiento supremo”.

La aplicación de la filosofía oriental a la ciencia de la nutrición, también puede


ser traducida por una palabra derivada del griego: macrobiótica. En griego,
“macro” significa grande, “bio” significa vida, y “biótica” significa la técnica del
rejuvenecimiento. Así, la palabra macrobiótica derivada de los griegos –un
pueblo que también sabía que una mente sana no puede existir en un cuerpo
tenso y perturbado- es aquí empleada para transmitir la idea de ese antiguo arte
de seleccionar y preparar los alimentos para que puedan producir longevidad y
rejuvenecimiento.

En la práctica, la manera de vivir macrobióticamente es muy simple. Está


abierta para cualquiera: rico o pobre, inteligente o ignorante. Cualquier lugar.
Millones de personas, en Extremo Oriente, han vivido de esa manera durante
siglos, disfrutando de felicidad y libertad, cultura y paz, durante millones de
años, gracias a las enseñanzas macrobióticas de Lao-Tsé, Song-Tsé, Confucio,
Buda, Mahavira, Nagarjuna y muchos sintoístas, mucho tiempo antes de los
sabios que crearon la gran ciencia médica de la India.

Actualmente, a pesar de los libros escritos sobre filosofía oriental, la mayor


parte de sus enseñanzas básicas se volvieron absolutas. Todo el entendimiento
intelectual y conceptual de la filosofía del Extremo Oriente será completamente
inútil si no da origen a una vida más sana y feliz, a partir del día siguiente.

Si el hombre es el rey del reino animal, él debería ser capaz de curarse y


proteger su salud de manera más efectiva de lo que cualquier otro animal. Un
hombre que no puede curar sus dolores y sufrimientos, conquistar su propia
libertad, u obtener alegría y justicia por y para sí mismo, está sujeto a ser
explotado por los otros, o alimentar gérmenes y microbios. No precisa tener
miedo del infierno después de la muerte, pues ya está viviendo en él.

Todas las grandes religiones poseen una cosa en común: leyes y principios para
guiar a los hombres, enseñándoles a comer y beber. Algunos de los más antiguos
–los de la antigua India, como el Código de Manú, por ejemplo- determinan
minuciosamente las reglas fisiológicas y biológicas prácticas para la conquista
de la felicidad y de la salud. Esta es la sabiduría olvidada a la que debemos
volver, con gratitud y humildad.
44

Si realmente dijésemos sí a la vida, y aceptásemos el Orden del Universo,


fortaleceremos nuestro entendimiento, libertaremos nuestro juicio y capacidad
de tomar decisiones, así como cortaremos los grillos de los sentidos, al volver
nuevamente a la alimentación natural, normal y adecuada.

IV

LA CAUSA

Sufrimos las consecuencias de todas las malas acciones de la pereza, avaricia y


gula omitiendo la palabra Jesús de Dios. T. S. Elliot (Cuatro Cuartetos)

¿En qué consiste la enfermedad?


Epícteto decía: “Si un hombre no es feliz, la culpa es de él”. Recelo que hoy en
día existen muchas personas infelices que no concuerdan con esta máxima
griega. Incluso aceptándola teóricamente, alimentan dudas sobre la razón
ulterior de sus padecimientos.

Permítanme postular la ecuación de otra manera. Si un hombre no es feliz, eso


quiere decir, que, consciente o inconscientemente, él violó las leyes de la
naturaleza. Debido a su juicio defectuoso, o por simple perversidad, se colocó a
sí mismo o a su manera de vivir, en conflicto con el orden del universo infinito y
la ley del equilibrio.

En Occidente, hoy en día, raramente es invocada la “ley natural” excepto cuando


son discutidos los argumentos sobre métodos de control de natalidad. Se invoca
el Libro del Génesis, con su máxima divina: “Creced y multiplicaos”. Pero vivir
dentro de la ley natural significa algo más que el control de los apetitos sexuales.
En el Libro del Génesis hay una máxima divina, que precede a otra, que
especifica lo que el hombre debe y no debe comer. Y la gula continúa siendo un
pecado capital en la religión cristiana, a pesar de haber poca oportunidad de oír
sermones de grandes líderes religiosos pregonando contra ella.

La gula es un alejamiento obstinado de la naturaleza y sus leyes. Sus


consecuencias son el sufrimiento, enfermedades y malestar general. Los
pecados de nuestros padres realmente recaen sobre nosotros, pues la gula es,
seguidamente, el resultado del ambiente embriológico, familiar y social. Pero no
somos castigados por un Dios Supremo, Omnipotente e Infinito. El hombre
nace en un estado de gracia que lo destina a ser feliz en la Tierra. Toda la
infelicidad, enfermedad, molestia y crimen resultan de su ceguera o ignorancia
sobre la naturaleza del mundo en que vive, o de su orgullo obstinado al
colocarse contra él. La molestia y el dolor son un aviso divino, un mensaje de la
naturaleza buscando guiarnos por el camino cierto. En sí misma, no pasa del
síntoma de una enfermedad más profunda –un alejamiento de la constitución
humana- que el propio Dios estableció para nosotros.

La molestia puede ser útil obligando al hombre a retornar a un entendimiento


de los principios fundamentales de la salud y de las leyes inexorables de la
naturaleza. Temporariamente, ella puede herir una parte, beneficiando el todo
45

al final, una vez que reconozcamos y entendamos integralmente el problema de


la salud.

Si tratamos la molestia por medio de la medicina sintomática, estaremos,


simplemente, provocando un desastre inevitable: “La operación fue un éxito,
pero el paciente murió”. La medicamentación química, las píldoras e incluso las
intervenciones quirúrgicas solamente sirven para desviarnos del verdadero
camino que nos lleva de vuelta a la salud. Una molestia “curada” de esta manera
volverá nuevamente o recrudecerá bajo otra forma. Esencialmente, sólo hay una
enfermedad básica –el pecado original-, el desprecio a las leyes de la naturaleza,
una repulsión de la verdad por pura ignorancia o pura perversidad, una afrenta
al primordial e inmutable Orden del Universo.

Estoy convencido de que la noción de “enfermedad incurable” es una invención


humana, la más arrogante de todas las invenciones, transfiriendo a la
responsabilidad divina las faltas e ineptitud del propio hombre. Tengo certeza,
en el fondo del corazón, que no existen enfermedades en el mundo –invalidez,
diabetes, lepra, epilepsia, cáncer, asma- que no puedan ser eliminadas si
aprendemos a aplicar correctamente la filosofía médica que nos fue delineada
por algunos de nuestros ancestros.

Yo mismo me dediqué a ciertas teorías de cura que son peculiares al Extremo


Oriente, y al Budismo Zen en particular, teorías que están ligadas a todo un
concepto filosófico, que son basadas en los principios del Yin del Yang, que
intentaré exponer más tarde.

Esa filosofía médica del Extremo Oriente tiene por base, sobre todo, un
reconocimiento del hecho de que la naturaleza –de la cual la vida depende-, es
la mayor curadora. El primer paso para la cura es el reconocimiento de que
nosotros mismos creamos la enfermedad de la cual sufrimos. No son los
bacilos, ni los virus, pero sí nosotros mismos los culpables, por permitir al
enemigo invadir y tomar cuenta de nuestros cuerpos.

“Mea culpa”, mi propia culpa, son las primeras palabras del pecador que se
aproxima al confesionario católico romano pidiendo absolución. Estas mismas
palabras son las primeras que deberían pasar por la mente del hombre enfermo
que busca restablecerse.

El segundo paso es comprender las simples maravillas del cuerpo humano.


Lógicamente, toda enfermedad y molestia es alimentada por la corriente
sanguínea. El cuerpo humano descompone y renueva diariamente una cantidad
de 300 millones de glóbulos por segundo –una décima parte del total- cada día.
En consecuencia, si volvemos a comer y beber de manera normal, natural y
adecuada, biológica y eco biológicamente, la sangre se transformará
enteramente y quedará renovada en diez días. Por lo tanto, de acuerdo con la
constitución del Universo, conforme es entendido e interpretado por la antigua
filosofía de la medicina oriental, cualquier enfermedad deberá, lógicamente, ser
detenida, si no curada, en diez días.

Todas las grandes religiones y libros religiosos del mundo, incluyendo el Nuevo
Testamento, recomiendan la oración y el ayuno como los grandes curadores.
46

Si no nos podemos curar por la oración y el ayuno es porque nuestra concepción


de oración y ayuno está falseada. Jesús curaba a cualquier enfermo por la fe. La
fe es nada más que la oración constante. Pero la oración, en ese sentido, no debe
ser confundida con súplica o mendicidad de ventajas personales. Es antes una
meditación profunda y perpetua, una contemplación permanente de la infinita
justicia y del orden divino del Universo.

Por raro que parezca, muchos de aquellos que pregonan los Evangelios de Jesús,
así como muchos budistas eminentes, a menudo, son demasiado gordos, por
consiguiente, muy enfermos, atracados de comida y bebida, muy “sanpaku”, lo
que en sana conciencia, no los recomienda mucho para pregonar un Evangelio
de ayuno y oración.
Son ellos los primeros en engullir medicamentos y píldoras en cantidad, y a la
primera señal de indisposición corren hacia algún hospital o clínica buscando la
cura por las más recientes técnicas de la medicina sintomática o intervención
quirúrgica; así es que olvidan pronunciar el “mea culpa”, que está en la raíz de
sus sufrimientos. El verdadero “ayuno” no exige el abandono completo de la
comida y de la bebida, No podemos apartarnos del aire y la luz, que son las más
maravillosas síntesis de las cuales derivan los cereales y, por lo tanto,
constituyen el verdadero fundamento de la vida. Ayunar significa abandonar el
hábito de la voracidad que siempre nos induce a comer y beber en exceso.
Ayunar, en el verdadero sentido, significa comer y beber simplemente, de
acuerdo con aquellos principios que son el centro del orden infinito del
Universo. El ayunar, también, es un antídoto contra el comer demasiado.

La teoría en sí, es simple, así como la lógica. Pero la técnica es delicada y puede
ser muy complicada, Además, ninguna teoría es útil sin una técnica práctica. Y
ninguna técnica es segura sin que se comprenda la teoría simple y clara en la
cual está basada. Nuestra teoría simple es esa: alimentos naturales,
debidamente equilibrados y ningún remedio.

Con seguridad, nada es tan difícil actualmente como encontrar alimentos y


bebidas naturales, especialmente, en las grandes metrópolis de la civilización
occidental, donde las cocinas, los mercados, la agricultura y el sistema de
distribución de alimentos están tan industrializados y complicados. Pero, si
determinarais entender el Principio Único, que está en la raíz de la filosofía
oriental de la medicina, nada os podrá desanimar.

Creemos que si la comida adecuada puede mantener la salud, o evitar la


enfermedad, lo que nadie niega, por el mismo motivo puede curarla. Esto es, si
fuera introducida en el cuerpo en dosis apropiadas, con moderación, atendiendo
sus propiedades químicas –conforme se acostumbra a decir en el Occidente- o
en términos de Yin y Yang, como decimos en el Extremo Oriente.

El alimento puede ser un remedio. También puede ser un veneno. Pero, ningún
remedio (ninguna combinación química) puede ser un alimento, y todos los
remedios son venenosos.

Existe un área, en la filosofía médica, donde el Este encuentra al Oeste. El más


ardiente abogado de las “drogas milagrosas” no negará su imperfección, y lo
47

más cierto todavía, sus peligros. Los bacilos adquieren inmunidad contra ciertos
medicamentos y, así, los remedios milagrosos de una generación ya pasan, en la
otra, a ser considerados inocuos y, a veces, hasta perjudiciales. ¿Habrá
necesidad de citar el reciente escándalo internacional que se originó de la
descubierta respecto a cierto medicamento que era recetado para los malestares
del embarazo que fue responsable del nacimiento de niños sin manos o pies?
Sinceramente apoyamos lo que fue dicho por Olive Wendell Colmes, autor y
médico, padre del famoso jurista.

En cuanto al valor terapéutico del alimento, es costumbre en la medicina


moderna, así como en el científico Oriente, prohibir a los pacientes ciertos
alimentos –permitidos cuando gozan de buena salud- o someterlos a dietas
especiales para restaurarles la salud.
Existe, por lo tanto, cierta concordancia en relación a que los alimentos poseen
valor terapéutico y a que las drogas son peligrosas.

El punto donde nosotros, de tradición oriental discrepamos radicalmente con


los médicos occidentales, consiste en los valores atribuidos a ciertos alimentos y
en las teorías en las cuales estos valores están basados.

La salud del individuo no le pertenece,


ella es exclusiva de la sociedad como
prosperidad, fortaleza y ejemplo
de la salud de todos.
HERICOURT

V
LA CURA

La enfermedad no es una necesidad, ni es mandada por Dios. Por lo tanto, los


esfuerzos de la medicina occidental –poco importa el cuidado científico por ella
empleado al analizar su naturaleza y medicamentos específicos-, son
desperdiciados, superfluos y, muchas veces engañadores. La adopción del
régimen macrobiótico no sólo protege contra las enfermedades sino también
puede detenerlas e incluso curarlas, poco importa su grado de adelantamiento.

Es lamentable que solamente una o dos formas de medicina, especialmente la


alopática, sean permitidas en la mayoría de los países occidentales. Eso dificulta
desafiar por resultados comparativos, las teorías sintomáticas de la medicina
occidental. Incluso en el Extremo Oriente, lamentablemente, la Ciencia
occidental prevaleció, y la más antigua filosofía es mantenida solamente por
unos pocos.
48

Si tuviera libertad para tanto, podría recetar específicamente para la cura de las
enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, enfermedades venéreas, riñones e
incluso para el área de la psiquiatría –esquizofrenia y paranoia- con seguridad
de cura dentro de un tiempo asombrosamente corto. Recomendaría, entonces,
al paciente vaciar el contenido de su caja de remedios, dispensarse con el
médico y, salvo en casos de emergencia más extrema, desengañarlo de la
esperanza de salvación dudosa, particularmente en el caso de cáncer, de la
cirugía drástica.

Espero solamente que los establecimientos médicos de Occidente sean lo


suficientemente tolerantes como para investigar las posibilidades terapéuticas
de la alimentación macrobiótica y pasen a ser guiados por sus verdaderos
descubrimientos. Podrían obtenerse profundas reformas en sus sistemas y
hábitos, y más, tal vez, una impredecible revolución de toda la medicina
sintomática.

En este momento, me siento libre solamente para sugerir a aquellos infelices a


los cuales la ciencia médica desahució como “casos perdidos”, o a aquellos
enfermos que, por uno u otro motivo, están bajo cuidado médico, que haría bien
siguiendo los regímenes expuestos en este capítulo, asegurándoles que están
constituidos, en su s mínimos detalles de alimentos que traen salud y que de
ninguna manera dejarán de mejorar sus condiciones físicas.

Antes que nada, permitan que enumere algunas de las enfermedades para las
cuales la medicina occidental admite que no hay cura. Ella no consigue hacer
más que aliviar el dolor y las molestias –a cualquier precio- de la artritis, por
medio de simples analgésicos o por el engañador uso de hormonas. Igualmente,
para la diabetes, la única solución de que los médicos occidentales disponen
para ofrecer, es el equilibrio artificial y temporal de la química del cuerpo por
medio de inyecciones constantes de una sustancia externa, la insulina, cuyo
valor, conforme declaré anteriormente, fue puesto en duda hasta por los que la
recetan. Todavía más directa es su prohibición del azúcar al diabético, con lo
que son forzados a concordar con la práctica macrobiótica Y ¿por qué razón no
prohibir el uso generalizado del azúcar como alimento, como el régimen Yin-
Yang exige, eliminando así, para siempre, y para todos, el peligro de adquirir
aquella enfermedad? Si se lanzó un grito de alerta contra el tabaco, cuyo daño
no fue probado con certeza, ¿por qué no contra el azúcar?

Para el cáncer y úlceras estomacales, no hay cura, salvo la cirugía. Por lo tanto,
son incurables. Para la lepra, leucemia, epilepsia, cuando mucho hay un alivio.
La lepra ya es enteramente curable (por lo menos en términos occidentales)
desde el advenimiento de los sulfones. La sífilis se extiende a pesar de todos los
programas públicos de salud y de los antibióticos “hacedores de milagros”. El
doble de muertos por el cáncer, resuena hasta para los jóvenes. Y las
enfermedades del corazón son el asesino Nº 1 año tras año.

La mayor parte de la cirugía también es una confesión de fracaso por parte de la


medicina, tanto alopática como homeopática. A los cirujanos no les alcanzan las
manos en las salas de operaciones, para hacer simpatectomías. Actualmente, ya
existen bancos de sangre, bancos de ojos, y ya se pueden comprar riñones
artificiales. En breve tiempo habrá bancos de estómagos, riñones y corazón, y el
49

proceso puede no tener fin hasta que el cuerpo humano no posea más que piezas
artificiales. Como ironía final, muchos hombres americanos tan celosos de sus
poderes sexuales, son forzados a tomar hormonas colocándose en peligro y
arriesgando la pérdida de su potencia, con el objetivo de evitar el
endurecimiento de las arterias.

Toda enfermedad es causada por el desequilibrio Yin-Yang en el cuerpo. La


medicina tradicional de Extremo Oriente –debiéndose aclarar que no queremos
referirnos a la práctica oriental moderna que está casi enteramente bajo la
influencia de la ciencia occidental- se aproxima a cada enfermedad a través de
fases sucesivas, produciéndose la cura, entre tanto, paralelamente con el
progreso de la enfermedad. Estos grados son:

1. Fatiga, causada por una vida indisciplinada, desordenada, obesidad,


nervios destrozados. Un hombre perezoso es un enfermo.
2. Dolor y sufrimiento, no asociados a la enfermedad específica, pero
causados por excesos sexuales o sumisión a las extravagancias y
excentricidades alimenticias.
3. Síntomas crónicos, causados por un exceso de Yin o de Yang en la
alimentación siempre a través de un capricho o auto-indulgencia en la
selección del alimento. Los ejemplos son los dolores de cabeza, de
estómago, presión de vientre, diarrea, vómitos, úlceras y todas las
enfermedades de la piel o de la sangre.
4. Síntomas simpaticotónicos o vagotónicos, o sea, cuando la enfermedad
crónica llegó hasta el sistema nervioso autónomo.
5. Alteraciones fundamentales o estructurales en los propios órganos.
6. Enfermedades psiconeuróticas, emocionales, tales como la
esquizofrenia, neurastenia, hepatitis, enfermedad de Basedow, dilatación
cardiaca.
7. Enfermedad espiritual. Algunas personas pueden ser fuertes, libres de
indisposiciones físicas o mentales y no obstante, sufrir las consecuencias
sociales de la arrogancia y de la intolerancia. A pesar de su éxito externo,
no poseen fe, esperanza, alegría o amor. Su fin es inevitablemente
trágico.

Las enfermedades no siempre se encuadran en una clasificación rígida y, a


menudo, uno o todos esos grados de enfermedad están interligados.
Obviamente, los tres primeros pueden ser tratados separadamente por medio de
una dieta apropiada y una vida disciplinada. En esta área, los regímenes
macrobióticos, pocos lo negarán, pueden efectivamente operar maravillas.
Donde haya ocurrido una alteración orgánica, o en ciertas indisposiciones
nerviosas, que venían procesándose durante largo tiempo, la regresión puede
ser demorada –a pesar de haber ocurrido curas súbitas en el último caso- pero
la tradicional medicina Yin-Yang insiste que puede promover un alivio rápido, y
cura final de cualquier enfermedad, incluso de las así llamadas incurables.

Sin hacer afirmaciones específicas, pero convencidos de que podrán servir para
mejorar la salud general y el bienestar de cualquier hombre enfermo, hicimos
una lista de diversos regímenes considerados por la medicina oriental como
extremadamente beneficiosos para el cuerpo y la mente enfermos. Son
contraindicados solamente en emergencias drásticas, tales como un apéndice
50

perforado, caso en que no se debe comer nada. Fuera de esto, sólo podrán
beneficiar a los que experimenten, advertidos, sin embargo, de que el uso de
remedios, siquiera sean recomendados por su médico o no, pueden perjudicar
su equilibrio delicado y anular sus efectos. Además, no contienen nada
perjudicial, usados tanto interna como externamente. Son constituidos,
enteramente, de buenos alimentos y hierbas de naturaleza y alimentación
saludable. Previo ayuno factible.

TABLA DE ALIMENTOS PARA CURA Y COCINA ZEN

Nº Cereales Vegetales Sopa Animal Frutas y Postres


Bebidas
Ensaladas

7 100%
6 90% 10%
5 80% 20%
4 70% 20% 10%
3 60% 30% 10%
2 50% 30% 10% 10%
1 40% 30% 10% 20%
1 30% 30% 10% 20% 10%
2 20% 30% 10% 25% 10% 5%
3 10% 30% 10% 30% 15% 5%

Bebidas y líquidos: se aconseja beber con moderación.

En cuanto a los regímenes de números negativos constantes en la lista,


aclaramos que esa anotación se debe al hecho de estar, levemente por debajo del
margen de seguridad absoluta. Una persona sana, que busca variedad en la
dieta, puede adoptarlas con cierto riesgo pero esto no es recomendable. Su
propio estado de salud y bienestar pueden guiarlo, pero pocas personas, tal vez
ninguna, gozan de salud perfecta o felicidad completa. Todos se sentirán mejor
si obedecen a los regímenes superiores.

Más por razones de salud que sentimentales, una dieta vegetariana es


recomendable para todos. Entre los alimentos animales, el pescado es el menos
Yang, y se prefiere a los demás. Puede, efectivamente, ser usado por cualquier
persona normal sin marcado perjuicio. La carne de aves, principalmente de
caza, su fueron alimentadas con sustancias orgánicas en la menos perjudicial de
todas. Otras carnes deben ser absolutamente evitadas, aunque sean
aparentemente sanas, principalmente la carne roja.

No todos los vegetales pueden ser consumidos sin peligro, aún en grado
moderado, conforme consta en la lista. En otro lugar de este libro se encuentra
la explicación de esto. También existe una relación al final del libro, de las
propiedades Yin-Yang de varios alimentos animales y vegetales, en el debido
orden de sus composiciones.
51

Nuevamente, conviene destacar que los cereales son beneficiosos, en su estado


natural, contienen todos los ingredientes en la debida proporción Yin-Yang,
necesarios para sustentar la vida y promover el bienestar.

El Régimen Número 7, que consiste en 100% de cereales, es el más fácil, simple,


recomendable y rápido para recuperar la salud, especialmente si usted es
“sanpaku”, si está sufriendo de algún disturbio crónico, o si su auto examen
hecho con el auxilio de los seis índices de la salud, reveló que su salud está
bastante por debajo de lo normal.

Trate de seguir este camino más fácil y más rápido durante diez días. Y, de
ahora en adelante, conserve en la mente, con firmeza, los siguientes puntos
como una orientación permanente en la elección de comida y bebida saludables:

1. No use azúcar blanca y evite todo lo que sea azucarado, especialmente


bebidas dulces, incluso las que usan substitutos del azúcar, como la
sacarina que también es muy Yin.
2. Limite la ingestión de líquidos, haciéndolo en la cantidad mínima
necesaria para que no orine más que dos veces cada 24 horas, si es
mujer, o tres veces, si es hombre.
3. Use la menor cantidad posible de productos animales, especialmente si
vive en un clima caliente o si va de viaje. Casi todos los alimentos
animales, incluyendo leche, queso y manteca, son tratados o fabricados
químicamente, en tanto que las ostras, pescado fresco y caza están
generalmente libres de productos químicos.
4. Evite alimentos industrializados, todos los productos enlatados,
embotellados preparados, particularmente los preparados con
colorantes. Sólo en último caso, coma alimento que importado de larga
distancia.
5. Evite completamente los vegetales muy Yin, que son las papas, tomates
y berenjenas, y no coma ningún vegetal fuera de estación o traído de
lejos. Esto porque, generalmente, tales vegetales fueron producidos
artificialmente o tratados con fertilizantes químicos o insecticidas.
6. Evite frutas y jugos de frutas.
7. Cuide que su dieta siempre incluya de 60 a 70 por ciento de cereales y de
20 a 25 por ciento de vegetales bien cocidos y fritos. Con la mejoría
progresiva de la salud, podrá ir bajando, despaciosamente, el índice. En
la medida que sea perfeccionada su habilidad en el arte del equilibrio
Yin-Yang, podrá ir incluyendo sopas, pescado y ensaladas en su dieta.
Puede, no obstante, continuar con cualquier régimen más elevado que el
número 3, por el tiempo que lo desee, sin peligro. Pero si no siente una
mejoría progresiva de la salud tomando como base los seis índices de la
salud, vuelva al Régimen Número 7 durante pocas semanas o meses. El
Régimen Número 7 es el más simple y sabio. Los otros son más difíciles
porque son más complicados.
8. Evite el café, o té, que contiene colorantes cancerígenos. El Banchá, té
japonés y el té chino natural son permitidos.
9. Evite condimentos, vinagre, sazonadores químicos, incluso las salsas y
misso japoneses en venta en los mercados. Condimente sus platos
naturalmente con sal marina no refinada, salsa de soja o misso
macrobióticamente preparados y/o los aprobados por la Fundación
52

Ohsawa, de los Estados Unidos o de otros países. Cocine con aceite


vegetal, cuidando de limitar la cantidad en no más de dos cucharadas
de sopa por persona, diariamente.
10. Se puede usar la cocina china, hindú o francesa, o una combinación de
técnicas culinarias.

Inevitablemente, después de leer la relación de alimentos que deben ser


evitados, algunos americanos siempre preguntan: “¿Pero qué puede comer,
entonces?”.

Generalmente, tal pregunta revela los orígenes del mal estado de salud e
infortunio de quien la hace. Es una admitida confirmación de aquel egoísmo
sensorial y arrogancia, de aquel pecado original que continúa,
inconscientemente, cometiendo cada día.

Es alguien que conoce poco de las otras culturas o civilizaciones que


perfeccionaron el arte culinario al punto de transformar simples alimentos
básicos, en centenares de platos diferentes.

Uno de los más famosos restaurantes de Tokio es el “Tokio Kaikan”, que


posee diversos salones de refección y centenas de de privativos. En él se
pueden apreciar las mejores comidas de todas las naciones; cocina francesa,
italiana, inglesa, china y también japonesa. El cocinero-jefe de ese famoso
restaurante declaró, cierta vez, en una conferencia pública, su convicción
sobre la superioridad culinaria y fisiológica de los platos preparados de
acuerdo con el Principio Unico. En el “Tokio Kaikan” estamos aptos para
preparar cualquier plato, dijo él, “pero para mi mismo, prefiero los platos
preparados por mi esposa, que utiliza el método del Maestro Ohsawa”.

El arte culinario es el arte de la vida. Nuestra salud, nuestra felicidad,


nuestra libertad y nuestro raciocinio dependen de lo que acontece en
nuestras cocinas.

Los chinos y japoneses fueron vegetarianos durante millares de años.


Durante ese tiempo adquirieron una fantástica habilidad en el arte de
cocinar vegetales. Tanto es así que, cuando un japonés se enfrenta con
aquello que es llamado comida vegetariana, en Occidente, queda
decepcionado con la vulgaridad e insipidez de la comida.

Constaté que los buenos cocineros son muy raros en Occidente,


especialmente en los Estados Unidos. Si usted no es buen cocinero, tendrá,
simplemente, que aprender al arte culinario. No se puede depender de otros.

La cocina macrobiótica, perfeccionada en nuestros cursos, basada en el


tradicional arte culinario de Oriente, es deliciosa. Se lleva tiempo para
aprenderla. En nuestra cocina se precisa ser creador en términos de
proporción Yin-Yang. La vida es creadora. Vivir es crear.
Mientras usted esté aprendiendo, inevitablemente, ha de preparar platos no
exactamente deliciosos. No hace mal. Si sus platos no son sucesos
espectaculares, usted comerá menos. Eso puede ser muy bueno para su
estómago e intestinos que, con toda seguridad, deben estar muy cansados.
53

Todos tenemos inclinación a ser glotones y cuando algunas veces comemos


menos, tanto mejor.
Estudiando cada vez más la teoría y practicándola diariamente en la cocina,
su juicio, habilidad y confianza, aumentarán hasta que, más tarde o más
temprano, usted se convertirá en una artista creador en la
distribución de los elementos Yin-Yang en sus comidas diarias, el
arte más fundamental e importante de la vida.

VI

LOS INTERESADOS EN LA BALANZA

En Occidente existen muchas personas corpulentas en exceso, sobre todo


mujeres. Esta gordura excesiva, esta obesidad, es una indudable expresión de
angustia y gula insaciables.
En cambio en China y Japón esta dolencia es hasta cierto punto, humillante, y
extremadamente rara, debido a la vida austera, a la sobriedad y a la
alimentación vegetariana milenaria.
Generalmente, se trata de un exceso, ya sea de agua, grasa o proteínas animales,
que se acumula en el organismo y que desaparece por milagro con un simple
régimen.

En cuanto a la pareja, la mujer que se alimenta exclusivamente de proteínas


animales (Yang) es muy probable que adolezca de irregularidades sexuales con
lo cual el hombre comienza a tornarse indiferente, siendo esto muchas veces la
causa de reyertas conyugales y hasta de infidelidades y separaciones.

Las mujeres occidentales comen mil veces más proteínas animales que las
japonesas, las chinas o las hindúes. Es por eso que aquellas son mucho menos
femeninas que éstas, es por eso que existen muchos hombres occidentales
deseosos de casarse con jóvenes orientales, más dulces y femeninas.

Hay más de 100.000 japonesas casadas con soldados norteamericanos. La


sexualidad, como vemos entonces, puede cambiar el destino de los hombres, y la
clave de este cambio parece encontrarse en la nutrición cotidiana.

La macrobiótica es aceptada con vivo interés por ciertos individuos


preocupados por la balanza, por ser este un medio sencillo, práctico y saludable
de perder peso rápidamente, así como también de conservar la línea sin
problemas.
Los lectores interesados en ello, alcanzarán estados más saludables y de larga
vida, y planos mucho más amplios de conciencia, lucidez mental y alegría,
observando el régimen Nº 7 durante 10días, continuando luego con el Nº 5 o el
Nº 6, por uno o dos meses.

VII
54

EL CONTROL DIARIO

Nuestra felicidad o infortunio, en este mundo, depende de innumerables


decisiones que tomamos diariamente. Cada una de ellas se fundamente en
nuestra capacidad instintiva de emitir juicios. Nuestro bienestar físico,
psicológico, hasta incluso espiritual, depende grandemente de aquello que
comemos, de la manera como fue cocinado y cómo lo comemos.
La proporción de Yin y Yang de nuestra dieta diaria debería ser siempre de cinco
por uno. Pero, a no ser que sigamos con una dieta solamente de cereales, esa
proporción es muy difícil de mantener en cada comida. Esto sucede porque,
durante la preparación de nuestro alimento, factores físicos, como el calor, y
factores químicos como la sal y el agua, alteran la proporción original de los
alimentos crudos, descomponiendo, evaporando, condensando y combinando
los elementos individuales. Es muy importante comprender teóricamente el Yin
y el Yang, pero como las distinciones, a menudo, son difíciles para los
principiantes, y como el cocinero altera la proporción, existe otro modo, muy
fácil y práctico, de orientación que nos puede servir de guía diariamente.

Si la orina fuera entre marrón y transparente (como cerveza clara); si la materia


fecal es marrón oscura o naranja, substancialmente de buen formato, larga y
flotante, con buen olor, la dieta del día anterior contenía la proporción adecuada
de equilibrio Yin-Yang: 5-1. Si la orina y evacuaciones diarias resultan muy
claras es porque se comió demasiado Yin.

Una orina amarilla y transparente, que presente sedimentos después de


reposada durante unos diez minutos, indica perturbación o enfermedad renal
más o menos grave, debido tanto a un exceso de calorías como a una deficiencia
de Yang. Una orina muy diluida, transparente y copiosa, indica la probabilidad
de diabetes. Quien necesita orinar más de cuatro veces cada 24 horas, ya está
enfermo: probablemente con los riñones cansados o con una enfermedad del
corazón.

La presión de vientre (estreñimiento), o su opuesto – la necesidad de evacuar


más de dos veces diariamente- indica una perturbación más o menos grave. Si la
materia fecal es verdosa o negra, indica un gran exceso de Yin. Un mal olor
indica un mal funcionamiento del estómago o de los intestinos.
Un hombre verdaderamente sano, tal como los animales, no debería necesitar
de papel higiénico.
Biológicamente, los animales no pasan de una conversión de los vegetales pues
la hemoglobina es una mutación de la clorofila. Los cereales y los vegetales
pueden proporcionar un adecuado equilibrio diario de Yin-Yang a nuestro
alimento, lo que no ocurre con los productos animales.

Al comer cereales y vegetales, su clorofila se transforma en hemoglobina. En


nuestra nutrición celular, cualquier cosa que no puede ser transformada en
sangre roja, es descartada por los intestinos en el color naranja y amarillo o por
la orina. Nuestra vida fisiológica es un proceso de transformar los productos
clorofílicos en sangre roja hemoglobínica. El Yang se crea del Yin. Cocinar el
alimento ayuda inmensamente a esta transmutación porque utiliza factores
Yang, tales como sal, fuego, presión y deshidratación. El descubrimiento de la
sal y el uso del fuego fueron de primordial importancia precisamente porque
55

representan el principio de la civilización humana, diferenciado al hombre de


los otros animales.

Este proceso de transformar la clorofila en hemoglobina comienza en la cocina y


se realiza, incesantemente a través de la boca y de los órganos digestivos. Los
carbohidratos, que son los compuestos más Yang, son digeridos por la saliva de
la boca, el órganos más Yin. Las proteínas, que son más Yin que los
carbohidratos y son sin embargo más Yang que las grasas, son digeridas por las
secreciones producidas en el estómago, que es un órgano de localización más
Yang que la boca. Los aceites y las grasas que son los más Yin, son digeridos por
los intestinos, órganos más Yang que el estómago.

Nuestra vida fisiológica es una transmutación de los colores Yin en colores


Yang. Nuestra salud y felicidad dependen de esta transmutación diaria. Este es
el secreto de la vida, simple, bello y sin artificios.

El secreto de la muerte es lo opuesto, una dieta diaria basada en todos los


caprichos y extravagancias de los sentidos, careciendo del sentido de equilibrio
Yin-Yang, produce las enfermedades, infelicidades, infortunio y agonía,
resultantes de la violación del Orden del Universo.

VIII

LA ALIMENTACIÓN Y EL SEXO

Si un japonés descubre pelos en las piernas de una mujer queda espantado.


Pelos en los brazos de una mujer es algo más que afrentoso, pues los brazos son
más Yin que las piernas. Esto es una señal de que la mujer está atacada de la
más fatal y decadente de las molestias: la pérdida de su sexualidad. Una mujer
con pelos en los brazos y en las piernas no es más considerada como mujer.
Perdió su feminidad.
En la lengua japonesa, la diferencia entre el reino animal y la raza humana está
expresada en los términos más básicos. No tener pelo es llamado “hito”, que
significa humano. Tener pelo es llamado “kedamono”, que significa animal.

La perdida del pelo del cuerpo representa una evolución biológica de millones
de años. Como las mujeres, biológica y fisiológicamente, son infinitamente
superiores al hombre, ellas representan un grado más avanzado de aquel
proceso y son naturalmente dotadas de una piel suave, bella y elegante.

Cuando todas las mujeres posean pelos en el cuerpo, será la señal del fin del
mundo, una tragedia más catastrófica que la destrucción termonuclear. La
erosión de la polaridad sexual, con mujeres más masculinas y hombres más
femeninos, ya se volvió la más destructiva y perniciosa de todas las amenazas al
Orden del Universo.
Si el hombre se volviera más femenino, perdiendo sus cualidades Yang, y la
mujer tendiera a masculinizarse, perdiendo sus cualidades Yin, el resultado final
podrá ser el fin de la raza humana. Lo que estamos viendo, actualmente, es
apenas el preludio de esa tragedia. La sexualidad es la base de toda vida
humana, la llave de nuestra existencia, la atracción universal que Newton
56

encontró en las estrellas y otros encontraron en los átomos. La sexualidad es el


orden primordial del Universo. Sin la sexualidad, la vida, simplemente, no
puede existir. Y el amor es el florecimiento de esa sexualidad. Amar es vivir. En
el Japón, la séptima noche del séptimo mes de cada año, las jóvenes y mujeres
que sueñan con el amor eterno, amarran papeles de siete colores en las varas de
bambú. En cada esquina del frágil papel son pintados poemas de amor. Aquellas
varas, o postes, son colocados en el frente de cada casa, rica o pobre, y la brisa
nocturna lleva estos poemas japoneses de amor por los cielos,
esperanzadamente, hasta las estrellas más distantes.

Los siete papeles coloridos unen los siete mundos diferentes, los cuales
expresan las siete diferentes especies de amor. Estas palabras, y los instintos
que están por detrás de ellas, no existen en Occidente.

De acuerdo con el Principio Unico y el Orden del Universo, las siete especies de
amor son, hasta donde la diferencia de idioma permite reproducir, el amor
ciego, el amor sensual, el amor sentimental, el amor intelectual, el amor social,
el amor ideológico y el amor universal.

¿Cuál es la razón de haber tanta tragedia sexual en este mundo? Es porque tres
cuartas partes de la raza humana sufre de alguna disfunción de las glándulas o
de los órganos sexuales. La educación sexual es una preocupación moderna en
muchos países occidentales, pero en casi todas partes tal educación está
exclusivamente ligada a juicios transitorios de los sentidos, sentimientos o
intelecto. La educación sexual en Occidente, según me parece, ignora
completamente la educación biológica, fisiológica y psicológica que nos lleva al
entendimiento de los siete aprendizajes del amor y al lugar que ocupan en el
Orden del Universo.

En recientes visitas a los Estados Unidos y Europa, he sido asediado por


personas que sufren desesperadamente de todas las especies de enfermedades
sexuales: homosexuales, mujeres sufriendo de leucorrea, hombres y mujeres
impotentes o estériles, hermafroditas (pseudos o genuinos), personas con
deformación en los órganos sexuales, mujeres con menstruación irregular,
mujeres frías, mujeres que perdieron aquello que llaman “sex appeal”, mujeres
que se masculinizaron, hombres que se afeminaron, pobres almas que
protestan, lamentan, lloran, luchan y deploran su penosa situación.

Existen muchas enfermedades específicas de las glándulas y de los órganos


sexuales. Pero TODAS LAS ENFERMEDADES, del más simple resfriado al
cáncer “incurable”, pagan su terrible tributo a la erosión de las fuerzas sexuales.

En un país como los Estados Unidos, donde una gran mayoría de personas sufre
de una o de otra enfermedad crónica, no es de admirar que los desajustes
sexuales sean la regla y no la excepción. No es motivo de admiración que existan
tantos casamientos fracasados, tantos divorcios, tantas deserciones, tantos
nacimientos ilegítimos, tanta agonía, causados por prácticas sexuales
anormales. No es de admirar que el catolicismo se haya visto obligado a prohibir
totalmente el divorcio en una tentativa de conservar unida a la familia a
cualquier precio.
57

Las sociedades de Extremo Oriente son feministas, a despecho de toda


apariencia contraria.
En el Japón existen templos budistas especiales, llamados “En Kiri”, que
significa el corte de los lazos matrimoniales. Cualquier mujer puede ir a esos
templos y obtener el consentimiento religioso para abandonar un marido cruel o
inconveniente. Las sociedades de Extremo Oriente están basadas en la
superioridad biológica y fisiológica de las mujeres. La madre es la creadora, el
padre es el destructor. El hombre es el guerrero, la mujer la pacifista.

Los Estados Unidos son una gran sociedad que proclama la libertad por encima
de todo y no obstante, cuatro de cada cinco personas reclaman
lamentablemente contra la falta de libertad sexual y sufren horrores en sus vidas
conyugales. Difícilmente, un hombre entre mil, parece encontrar alegría y
felicidad permanentes en su casamiento. Innumerables personas no gozan del
amor sexual y sus vidas son una búsqueda incesante de nuevas especies de
placer sensorial compensador.
La mayor parte de la infelicidad e infortunios de la vida familiar provienen de
dificultades sexuales –impotencia, falta de una vida sexual placentera-, o su
opuesto, demasiada actividad sexual patológica entre los cónyuges.
Nadie puede ser verdaderamente feliz a no ser que sus necesidades sexuales
sean placenteramente satisfechas en su vida conyugal. Muchos hombres
eminentes llegaron a un final trágico porque sus esposas eran sexualmente
desequilibradas. ¿Cuál es la causa fundamental de ese continuo conflicto entre
mujeres frígidas y cansadas y hombres indiferentes, carentes de estímulo para la
placentera consumación de sus deseos sexuales normales?

El deseo sexual normal, moderado y natural, es una señal de buena salud. Un


hombre y una mujer sanos pueden compartir el éxtasis sexual una vez por
noche, al menos hasta los sesenta años. Los hombres y mujeres que siguen un
régimen macrobiótico pueden hacerlo hasta los 80 años. Uno de los mayores
monjes budistas del Japón –Rennyo (1415/1499)- fue padre de su 27º hijo a los
81 años, tres años antes de morir.

Un hombre sano es Yang –activo, fuerte, centrípeto-. En extremos patológicos,


violento, destructivo y cruel.
Una mujer sana es Yin -pasiva, suave y centrífuga-. En estados patológicos,
frágil, negativa, exclusivista, antisocial, escapista. El hombre y la mujer son
opuestos, antagónicos y complementarios. Por naturaleza, su destino es rimar
permanentemente. Por eso la vida es tan interesante, dramática y agradable.

Infelizmente, existe un número demasiado grande de personas completamente


dislocadas de este esquema natural de las cosas. Algunos hombres son asexuales
por haber heredado una naturaleza Yin en virtud de la dieta errada de las
madres. Otros adquirieron una naturaleza Yin consumiendo demasiada
alimentación Yin: azúcar, frutas, bebidas comerciales dulces, helados y alcohol.
El hombre precisa ser Yang. Si es Yin, será infeliz. Entretanto si, por otro lado,
fuera demasiado Yang, será cruel y destructivo. Si su Yang excesivo no fuera
controlado, él morirá joven y trágicamente.

Las mujeres son Yin por naturaleza. Cuando se vuelven muy Yang, por comer
demasiado alimento Yang, principalmente productos animales, se tornarán
58

infelices. Quedan masculinizadas. Pasan a detestar los deseos sexuales del


hombre, pierden el deseo de amar y ser amadas por los hombres. Al contrario,
pasan a ser atraídas por hombres dóciles, obedientes y femeninos; se dedican a
pequeños animales caseros o se convierten en homosexuales. Sus vidas son
infortunadas e infelices porque violaron todas las leyes naturales. En el otro
extremo están las mujeres que son demasiado Yin para ser amadas. Huyen de
toda la sexualidad y se refugian en una tristeza permanente.

Los hombres muy Yin son más infelices que los muy Yang. Y las mujeres muy
Yang son más infelices que las que son muy Yin. Esa especie de anormalidad
básica les dificulta, o imposibilita constituir un hogar feliz. Algunas veces,
entretanto, un hombre extremadamente Yin y una mujer extremadamente Yang
se encuentran y consiguen ser menos infelices juntos, que si permaneciesen
solos o viviendo con pájaros, perros o pescados.
Los hombres y las mujeres, naturalmente, son controlados por sus hormonas
sexuales, pero éstas, a su vez son influenciadas por la dieta. La vida está llena de
dificultades sexuales e infortunios matrimoniales porque la mayoría de los
hombres y mujeres no poseen la mínima idea de cómo mantener su salud, por
medio de la comida y de la bebida. Todos comen, pero saben cómo comer.
Permiten que su comida y bebida –la base de su salud y felicidad sexual- esté
regulada por el gusto sensorial, por hábitos de familia, costumbres regionales,
pereza y conveniencia, rutina y erróneos modernismos.

Están jugando a la gallina ciega. Están tirando al oscuro, cuando eligen sus
compañeros vitalicios en base a la pura atracción física, o por razones
sentimentales, económicas o intelectuales. Si comprendiesen el Orden del
Universo, los principios Yin-Yang, y la manera correcta de comer y beber,
podrían conocerse a sí mismos. Podrían, también, estar mejor habilitados y
elegir una esposa o marido más de acuerdo con sus temperamentos. O, si por
desgracia, hubiesen elegido un consorte inconveniente, podrían, todavía, saber
cómo transformar biológica, fisiológica y psicológicamente, su constitución –así
como a sí mismos- recurriendo al régimen macrobiótico. Si alguien dijera a una
miembro de una familia religiosa japonesa, o a un miembro de la orden
monástica budista, que es imposible “mudar la naturaleza humana”, él no lo
comprendería ni lo creería.

La tradición oriental determinó, hace millares de años, que los niños y niñas no
deberían jugar o estudiar juntos más allá de la edad de 7 años. Es una manera
básica e inteligente de fortalecer la naturaleza Yang de los niños y la naturaleza
Yin de las niñas. En Oriente, todos los niños empiezan a aprender la filosofía
básica Yin-Yang en cuanto van a la escuela. El estudio de Yin-Yang es
extremadamente práctico y los niños aprenden rápidamente, desde tierna edad,
a aplicarlo en cualquier nivel y dominio de la vida. Bioecológicamente, la
filosofía Yin-Yang nos enseña que los casamientos más felices son aquellos que
reúnen niños y niñas nacidos en las antípodas de la órbita terrestre, o sea, con
una diferencia de cerca de 180 días. Aquellos que vienen de familias de lo más
diferentes, son considerados como poseedores de un antagonismo
complementario, que produce una unión más feliz y de mejor descendencia.
Esas diferencias provocan una atracción mutua más fuerte.
59

Hace millares de años los pueblos de Oriente poseen estrecho conocimiento de


estos secretos vitales de la naturaleza –los millares de alimentos y la manera de
prepararlos- que pueden mudar la constitución individual humana, la tendencia
intelectual, el comportamiento social, las inclinaciones sexuales, y,
consecuentemente, todo el destino humano, así como la naturaleza de la
sociedad.
Algunos de estos alimentos son “milagrosos”, en su capacidad de aumentar el
poder sexual. No daré aquí ningún ejemplo de los afrodisíacos orientales,
porque, en la actual situación, ciertamente, habría abuso de ellos. Es mucho
mejor seguir el régimen macrobiótico natural, que transforma toda la
constitución y personalidad, lenta y firmemente, en la dirección de una salud
total y de una verdadera polaridad sexual.

Existen otros alimentos, igualmente “milagrosos”, para matar todo el apetito y


deseo sexual, instantánea y completamente. Han sido usados, tradicionalmente,
en los templos budistas y entre las familias severamente religiosas y ortodoxas.
Entre otros, tenemos el shiitake, una especie de hongo japonés; kampyo, un
poroto seco; konnyaku, una especie de tubérculo. Pero esos vegetales japoneses
no atenúan ni matan tanto los apetitos sexuales como el azúcar, dulces, jugos de
frutas, helados, frutas importadas de países calientes, bebidas dulces, papas,
tomates, berenjenas y vitamina C.

La papa (solanum tuberosum), el tomate (solanum lycopersicum), la berenjena


(solanum melongena) y el morrón, eran desconocidos en Oriente. Son todas
plantas tropicales, variedades de solaninas, que parecen ser nativas de las
montañas andinas y cultivadas, primeramente, por los incas. Fueron dadas por
los incas a los invasores españoles que las trajeron a otras partes de Europa y
América del Norte. Durante años, lógicamente, el tomate fue considerado como
venenoso en muchos países y usado simplemente como planta decorativa.
Durante millares de años, en Oriente, cuando las mujeres no podían más la
crueldad, violencia o exigencias sexuales patológicas de sus maridos demasiado
Yang, ellas no consultaban abogados ni apelaban a los tribunales. Calladamente,
consultaban a una mujer más vieja de la familia, que planeaba una modificación
en la alimentación del marido, preparando alimentos diferentes que convertían
un hombre demasiado Yang, en un marido dócil o impotente. Los maridos, que
desconocían la cocina macrobiótica, nunca sabían lo que les estaba sucediendo.
El hombre más fuerte y sano puede ser asesinado legalmente, sin indicio de
prueba y sospecha, cuando es alimentado con una dieta extremadamente Yin,
durante días o semanas. Si eso puede suceder, y aseguro que sí, es relativamente
fácil fortalecer, debilitar o extinguir completamente, los apetitos sexuales y
fuerzas por medio de una habilidosa selección y preparación del alimento diario.
¿Cómo podemos enfrentar la epidemia de enfermedades sexuales? ¿Cómo
podremos detener la desaparición de la polaridad sexual, responsables por la
creación de hombres-mujeres y mujeres-hombres?
¿Cómo podremos crear hombres vigorosamente sanos y mujeres lindamente
femeninas? Esto es un secreto que, de buena voluntad, estoy dispuesto a revelar.
Procurad seguir el régimen macrobiótico, especialmente el Régimen Número 7,
durante un cierto número de días o semanas. Quedaréis admirados con el
resultado.
60

Verifique eso por sí mismo. El cuerpo no miente. El estado de nuestra salud y


felicidad sexual es uno de nuestros secretos más íntimos. Ningún médico tiene
posibilidad de decirle alguna cosa que usted mismo no conozca sobre esta
función de su cuerpo. Con los primeros resultados, las teorías macrobióticas
deben confirmarse o caerán. Con la severa adopción del Régimen Número7
durante dos o tres semanas, los pelos de los brazos y pernas de las mujeres
comenzarán a desaparecer hasta que las glándulas sexuales gradualmente,
alcancen una condición de equilibrio natural. Con la estricta observación del
Régimen Número7, cualquier hombre encontrará, después de unas pocas
semanas, el vigor y la intrepidez que pensaba ya habían desaparecido para
siempre. Si marido y mujer comparten la misma alimentación macrobiótica,
especialmente el Régimen Número7, en el comienzo, -que es la manera más
segura de establecer el equilibrio entre Yin y Yang- descubrirán que cualquier
anormalidad sexual que pueda existir, cualquier incompatibilidad,
desaparecerán gradualmente en la medida que sus glándulas consigan alcanzar
la armonía establecida por el Orden del Universo, el mismo Orden del Universo
que decreta, absolutamente y para siempre, que cada 28 días (cuatro veces
siete) la mujer pierda una cierta cantidad de sangre por la menstruación. La
sangre es la esencia del Yang y la menstruación asegura a la mujer continuar
permaneciendo un poco más Yin que el hombre.

Cualquier mujer que desee recuperar su feminidad, tan rápido como sea posible,
y regular el desequilibrio glandular causado por un exceso de Yang, precisa
evitar todos los productos animales, carne, manteca, leche y queso. Esos
productos nunca fueron destinados a nutrir una constitución tan delicada como
la de la mujer. Algunas veces son usados, pero solamente para nutrición del
cuerpo masculino, más grosero y primitivo.

Somos aquello que comemos, y nuestra naturaleza es determinada por el


alimento que usamos para renovar nuestros cuerpos.

La sexualidad, la función más básica y delicada del cuerpo, depende únicamente


de nuestra nutrición diaria. Solamente los que comen de acuerdo con las leyes
naturales del Universo, serán siempre felices. El infortunio alcanzará a aquellos
que rehúsan aprender esta lección y vivir de acuerdo con ella. Serán obligados a
vivir el resto de sus días en una prisión que ellos mismos crearon.

La anormalidad sexual es uno de los síntomas de esa miseria, entre muchos


otros. El homosexualismo y el hermafroditismo –real o falso- están aumentando
en Occidente. La anormalidad sexual es la más miserable de todas las
enfermedades, siendo hombres y mujeres esclavos de los más ciegos instintos
animales.
Después de la necesidad de alimento, el deseo de satisfacción sexual es la más
fuete y profunda necesidad de la humanidad. El hombre vive como
consecuencia de sus apetitos; su apetito de alimento sustenta, a su vez, su
apetito de satisfacción sexual. La ganancia y la gula por otro lado, provocan
deseos sexuales anormales. El vicio alimenticio inevitablemente se convierte en
sexualidad desequilibrada. Aprisiona doblemente.

Aquellos que encuentran la llave del Orden del Universo pueden encontrarse a
sí mismos y a la libertad infinita. Los otros están destinados a ser esclavizados
61

durante toda su vida por los apetitos fisiológicos y sexuales. Quien sea esclavo
de inclinaciones sexuales anormales, no es ni animal ni humano. Es alguna cosa
intermedia. La persona homosexual o asexual es, de todas, la más digna de
lástima, y la literatura occidental está repleta de sus monstruosidades, desde el
Marqués de Sade hasta las últimas noveles americanas. Cualquier anormalidad
sexual puede, con el tiempo, ser curada por la más estricta adhesión al régimen
macrobiótico. Partiendo del inhumano al animal, del animal al humano, del
humano al superhumano, el camino que lleva a la felicidad es largo, y el único
guía práctico es la confianza en la macrobiótica, de acuerdo con el Principio
Único del Yin-Yang.

IX

ORACIÓN Y AYUNO

Cuatrocientos años atrás, un pequeño barco navegaba en el medio de una


tempestad en el Océano Indico, jugando como una hoja al capricho de
impetuosas olas. En aquella diminuta embarcación, un hombre joven, solo,
abrasado por la fiebre y sufriendo, exclamaba:” ¡Oh, Señor! ¡Mandadme más
dolor, oh, Señor!”
Sobrevivió, para pregonar en Nagasaki algunos meses después. Era San
Francisco Javier, el primer cristiano que pusiera los pies en el Japón. Allí murió
después de rezar durante treinta años.
Es ese el espíritu, esa confianza absoluta, que nos libera del desastre y de la
enfermedad. Algunos lo llaman fe. Yo llamo a eso comprensión del Principio
Unico y amorosa aceptación del Orden del Universo.

La antigua medicina oriental fue anulada y virtualmente extinguida por la


moderna medicina occidental, con su cornucopia de maravillas tecnológicas,
invenciones, instrumentos y máquinas tan deslumbrantes como las que
constituyen la revolución industrial moderna. Pero fue la propia medicina
oriental que preparó el camino para su caída, al olvidar y abandonar el Principio
Único. Todo lo que comienza tiene fin.

Como ejemplo práctico, a fin de ilustrar la diferencia básica entre la medicina


sintomática occidental y la filosofía de la medicina del Extremo Oriente, basada
en el Principio Unico, observemos una misma enfermedad partiendo de dos
puntos de vista. Por ejemplo: la poliomielitis. Prácticamente todos, en América,
tienen conocimiento de la reciente campaña de “guerra a la polio”, que recibió
una atención especial en virtud de los sufrimientos del Presidente Roosvelt.
Constituyó objeto de billones de dólares en investigaciones, culminando en, por
lo mínimo, dos vacunas y un premio Nóbel para uno de los descubridores. No
obstante, ¿quién puede afirmar que el virus de la polio existe realmente? El
virus de la poliomielitis continúa siendo un misterio para la medicina
sintomática moderna.
La medicina de Extremo Oriente argumenta de otra manera. Como las piernas y
los pies son la parte más inferior del cuerpo humano, son considerados como
62

muy Yang. Los pies son órganos Yang. El Yang sólo puede ser neutralizado o
destruido por factores Yin. La causa básica de la polio, por lo tanto, debe ser un
exceso de Yin.
Procure observar la dieta diaria de una víctima de polio. Con seguridad
constatará en ella un exceso de Yin: demasiada vitamina C y K, azúcar, agua,
frutas, papas, tomate, refrescos, helados y dulces, todo fuera de proporción a los
demás alimentos. La estación para las epidemias de polio en los Estados Unidos,
es en el medio del verano, cuando hay un excesivo consumo de Yin.

En los antiguos métodos de la medicina de Extremo Oriente, el estudio de la


fisiognomía era usado para descubrir la predisposición para ciertas
enfermedades. Los niños más susceptibles a la polio poseen rostros triangulares
o en triángulo invertido. Su predisposición para una enfermedad como la
poliomielitis fue preparada en el estado embrionario, una vez que nuestra
constitución morfológica fundamental es creada por la alimentación ingerida
por nuestra madre, mientras estamos en su vientre. De la misma manera, los
niños con pies planos son también susceptibles a la polio, así como la epilepsia,
encefalitis y enfermedades del corazón. El arco de la sueña del pie debe ser
suficientemente fuerte, tal como la lámina de un resorte, a fin de absorber el
gran choque que todo el cuerpo sufre a cada paso que da, principalmente, al
bajar escaleras, protegiendo así, los millones de células cerebrales
increíblemente sensibles.
Una vez comprendido esto, podemos prevenir la polio y curarla. Es muy fácil
inmunizarse contra ella. Tenemos solamente que abandonar todo el azúcar,
todos los dulces, chocolate, frutas y jugos de frutas, excepto manzana, frutilla y
cereza; abstenernos de café, condimentos, pan blanco, manteca, queso, carne,
exceso de líquidos; en fin, de todas las sustancias Yin innecesarias para
sustentar la vida. Los remedios, operaciones, vacunas, no serán más necesarios.
“Por extraño que parezca, todos los microbios y virus desaparecen o pierden su
virulencia con la dieta macrobiótica”. Cuando usted esté inmunizado de una vez
por todas, no precisará más, tener miedo a la poliomielitis. Llevando adelante el
asunto, pasemos a examinar las diferentes actitudes de la medicina sintomática
occidental y de la de Extremo Oriente, y observemos cómo proceden en relación
a otra enfermedad que en los Estados Unidos asumió las proporciones de una
verdadera plaga: la diabetes.
Ningún médico occidental puede curar la diabetes, a pesar de transcurridos
treinta años desde el descubrimiento de la insulina. Los médicos continúan
recomendándola, lo que equivale a condenar a sus pacientes diabéticos a
caminar con una muleta de insulina para el resto de su vida. No obstante, en el
25º aniversario de su descubriendo, la ineficacia de la insulina como
tratamiento o cura de la diabetes fue públicamente admitida. Entretanto,
millones de diabéticos pagaron millones de dólares por ese remedio ineficaz, no
sólo en los Estados Unidos, sino en todos los países. Y el número de diabéticos
aumenta cada día. Una vez comenzado el tratamiento con insulina, tendrán que
conformarse con llenar los bolsillos de los médicos y farmacéuticos mientras
vivan.
En la diabetes, el azúcar pasa a la orina. La medicina sintomática receta la
insulina y prohíbe al paciente alimentarse con productos ricos en carbohidratos.
Eso produce alivio, pero no pasa de una cura con muletas. Sobre la diabetes, la
medicina del Extremo Oriente argumenta de la siguiente manera: dentro del
escalonamiento del Principio Unico, el azúcar es el elemento situado en el
63

extremo Yin de la escala de alimentos. La falta de insulina en el cuerpo, que


desciende los niveles de azúcar sanguíneo, también es Yin. La insulina, siendo
un constrictor, es Yang. El páncreas, un órgano compacto, es Yang en el sentido
físico. La mala función del páncreas Yang es Yin, causando una dilatación en
toda esa parte, principalmente en las células de los islotes de Langerhans. En
todos los casos, la diabetes es causada por un exceso de factores Yin, demasiada
comida y bebida Yin. En consecuencia, el tratamiento precisa ser Yang, y el
remedio final consiste en una dieta bien equilibrada, no demasiado Yin ni Yang.

REMEDIOS EXTERNOS

Cada vez que visito Occidente parece que oigo hablar sobre alguna enfermedad.
O una vieja enfermedad aparece con un nuevo nombre. El diagnóstico es
bastante difícil para los médicos, a pesar de estar equipados con millares de
aparatos y técnicas.
Pero el cuerpo humano continúa siendo el mismo y cada enfermedad o molestia
es acompañada por uno o más síntomas clásicos: fiebre, inflamación, diarrea,
disentería, tos, hinchazón, anemia y flaqueza general, o alguna especie de
parálisis.
Siguiéndose fielmente el Régimen Número 7 durante diez días, no hay
necesidad de ningún tratamiento específico. Los síntomas deben desaparecer.
La macrobiótica, entre tanto, dispone de una lista de remedios simples,
naturales, externos e internos, que pueden ser útiles.
DENTIE: Se trata de un dentífrico en polvo que preparé usando la berenjena,
salada y seca, después quemada. Llamé “Dentie” a las cenizas. Puede ser
encontrada entre los elementos y asociaciones macrobióticas. Utilicé los
antiguos principios de la medicina oriental para hacerlo; empleando la parte
más Yin del vegetal más Yin (la parte superior) y usando sal, calor, fuego y
tiempo –todos Yang- para obtener su esencia Yang. Todas las enfermedades de
la boca, particularmente los dientes y encías, son muy Yin, causados por
productos Yin, ricos en vitamina C y potasio. Dentie es extremadamente Yang.
Aplíquela en un diente dolorido y encontrará alivio inmediato. Si sufre de
piorrea, cepille los dientes y las encías con Dentie, solamente en la parte
externa, antes de dormir. Puede, también, ser usada como pasta de dientes dos
veces al día.
FOMENTO DE TE: Tueste unas hojas de bancha y haga un té. Agregue cinco por
ciento de sal marina y haga un fomento de este té diluido en los ojos. Es
especialmente bueno para inflamaciones y conjuntivitis. Aplique durante diez a
quince minutos tres veces al día.
EMPLASTO DE ARROZ: Aplaste arroz integral con un poco de agua. Aplíquelo
directamente en cualquier herida dolorosa.
EMPLASTO DE CLOROFILA: Berro, espinaca, col, hojas grandes de cualquier
vegetal verde deben ser aplastados formando un emplasto y aplicados
directamente en la frente para absorber la fiebre. Si se golpea en la cabeza,
arranque en seguida una hoja fresca de un vegetal verde y aplíquela en el lugar
golpeado para aliviar la molestia.
EMPLASTO DE HABICHUELA DE SOJA: Tome una taza de porotos de soja y
deje en remojo en cinco partes de agua durante la noche. Aplaste, adicione un
64

poco de harina de trigo integral, aplicando en la frente contra fiebre o


inflamación.
FOMENTO DE SAL: Caliente dos o tres libras (una libra = 450 gr) de sal marina
no refinada. Ponga en una bolsa de algodón. Haga fomentos y aplique en
cualquier parte dolorida del cuerpo.
BAÑO DE ASIENTO DE JENGIBRE: Ralle medio kilo de jengibre y póngalo en
una bolsa de algodón. Hierva en tres cuartos litros de agua. Es muy bueno para
disentería. Siendo blanda, haga sólo la mitad de la cantidad. Moje una toalla en
la solución y aplíquela como compresa caliente en el abdomen.
BAÑO DE ASIENTO DE CLOROFILA: Tome dos o tres “hiba” u “hosina” (hojas
secas de nabo daikon) cocinándolos en 4 litros de agua, con un puñado de sal.
Cubra el cuerpo para calentarlo y, de tiempo en tiempo, agregue agua caliente
con hiba para conservar el baño caliente. Es muy indicado para todas las
enfermedades de los órganos femeninos, útero y ovarios. Después del baño,
tome una taza de “syo-ban” y métase en la cama.
BAÑO DE ASIENTO CON SAL: Tome el mismo baño, sin la “hiba”, usando
solamente sal marina no refinada.
ACEITE PURO DE SESAMO: Filtre aceite puro de sésamo a través de una gasa
o algodón. Aplique una simple gota en los ojos, antes de dormir. A veces es un
poco doloroso, pero es muy bueno para todas las enfermedades de la vista. El
aceite de sésamo es obtenido en los puestos macrobióticos y en muchos de los
almacenes y supermercados occidentales. En muchos países es conocido como
aceite dulce.
SESAMO Y JENGIBRE. Ponga una cuchara de té con aceite de sésamo y otra
con jugo de jengibre. Mézclelos bien antes de ingerirlos. Es muy eficaz contra
dolores de cabeza, caspa y caída de cabello.
EMPLASTO DE TOFU. Aplaste un queso de soja blanco –tofu- y adiciónele diez
por ciento de harina. Aplique esto sobre cualquier parte dolorida o inflamada
del cuerpo para obtener alivio inmediato.
XI

REMEDIOS INTERNOS

FIEBRE: Beba Kuzu, Ume-Syo-Kuzu y crema de arroz integral. Externamente,


aplique emplasto de clorofila, tofu, poroto de soja o carpa.

INFLAMACIÓN. Externamente intente emplasto de albi, carpa, tofu o clorofila,


siguiendo con la aplicación de la compresa de jengibre.

DIARREA O DISENTERÍA: Beba kuzu, o ume-syo-kuzu. Externamente


compresa de jengibre, konnyaku o un baño de asiento de jengibre.

RESFRIADO: kuzu, ume-syo-kuzu y crema de arroz integral.

TOS: Té kohren de loto es un excelente remedio para tos convulsa.


Externamente aplique compresas de jengibre y emplasto de inhame.

HINCHAZON: Daikon (bebida Nº2) o caldo de azuki.


65

ECZEMA O HERIDAS: Observar estrictamente el Régimen Número 7. Nada


más. Externamente, arroz crudo aplastado con un poco de agua puede ser
aplicado en heridas dolorosas.

PARALISIS: Estricto cumplimiento del Régimen Número 7, tomando el mínimo


de agua posible. Berro o diente de león bien picados y rehogados en una
pequeña cantidad de aceite y sal, o espolvoreados con gomasio, es muchas
veces, muy eficaz.

ANEMIA Y DEBILIDAD GENERAL. Estricta observancia del Régimen Número


7, bebiendo muy poco. También puede ser preparado lo siguiente: picar 30 gr de
raíz de loto, 45 gr de raíz de bardana, 30 gr de zanahoria. Rehogar la bardana en
60 gr de aceite y, después, adicione el loto y la zanahoria, cocinando bien.
Agregue, después, 5 gramos de jengibre y 150 gramos de miso. Agregue 60 gr
más de aceite y cocine bien hasta quedar bien seco. Esto es llamado tekka
número 1.

PARASITOS Y DISENTERÍA AMEBIANA. Tome un puñado de arroz crudo, en


vez de desayuno, masticándolo cien veces. Siga el Régimen Número 7
rigurosamente, usando gomasio. Coma una ciruela umeboshi un día si y otro no.

XII

EL ACTO SAGRADO

Para cualquier tratamiento, desde la náusea aérea hasta las venas varicosas,
para todas las enfermedades y perturbaciones del cuerpo humano, sólo hay una
receta básica: oración y ayuno. En otras palabras, una observación rigurosa del
Régimen Número 7 y una profunda meditación sobre la justicia absoluta y la
sabiduría infinita del Orden del Universo.
El almanaque de las enfermedades humanas, abajo trascripto, junto con el
comentario específico sintomático, no pasa de una elaboración de aquella
simple afirmación, hecha arriba. Existen algunas pequeñas variaciones en el uso
de la dieta secundaria específica, dependiendo de las perturbaciones que
proceden de demasiados factores Yin o Yang. Constataréis que ellas son útiles y
reconfortantes. Pero, cuanto más cambian los remedios externos o
específicamente sintomáticos, tanto más permanece inalterable la antigua
recomendación de oración y ayuno.

NAUSEA AEREA: Para este mal, así como para la náusea marítima y matinal
beba lo menos posible antes de viajar. Nada de alcohol, azúcar o dulces. Evite,
especialmente, el chicle y los bombones ofrecidos por la aeromoza. En vez de
eso conserve en la boca un poco de gomasio durante el viaje aéreo. Si tuviera
fuerzas para seguir el Régimen Número 7 durante uno o dos meses, usted nunca
se mareará nuevamente, tanto en el aire como en la tierra.

APOPLEJIA: Quien está siguiendo el régimen macrobiótico, no precisa temer a


esta enfermedad. Está inmunizado contra ella. Para los que fueran atacados por
este mal, es aconsejable la rigurosa adhesión al Régimen Número 7.
66

APENDICITOS. Igualmente, ninguna persona macrobiótica puede ser atacada


por esta enfermedad. El Régimen Número 7 es la respuesta para aquellos que
son víctimas de ella. El mejor remedio externo son las compresas de jengibre,
seguidas de emplasto de inhame.

ARTRITIS: Tal como las otras enfermedades “incurables”, ésta es perfectamente


curable con la severa observación del Régimen Número 7. Externamente, haga
compresas de jengibre y emplasto de inhame.

QUEMADURAS: Absolutamente nada de agua durante algunos días, mientras


es seguido el Régimen Número7, con una ciruela umeboshi adicional, cada dos
días. Aceite de sésamo externamente, también es recomendable.

ENFERMEDAD DE BASEDOW. Muy fácil de curar con el Régimen Número 7 y


gomasio.

CATARATA: Es causada por la ingestión de demasiada azúcar y vitamina C


durante un largo período. Se recomienda el Régimen Número 7 con gomasio

PRESIÓN DE VIENTRE: Nuevamente, la causa de esta perturbación es


demasiada comida y bebida Yin –azúcar, vitamina C, frutas, ensaladas, papas
fritas, tomates y salsas- Deje de comer estas cosas y quedará curado, como si
despertase de una pesadilla. Si el Régimen Número 7 no trae un alivio completo
dentro de unos pocos días, su caso es grave. Demuestra que sus intestinos
perdieron toda elasticidad y están completamente paralizados. Aguarde unos
días más, bien semanas. No hay motivo de preocupación si está siguiendo el
Régimen Número 7. Ninguna fermentación venenosa ocurrirá en sus intestinos
comiendo la alimentación natural macrobiótica. No se asuste, mientras sus
intestinos no restablecieren la elasticidad natural.

TOSES: Respetando el Régimen Número 7, con gomasio, cualquier tos, incluso


la tos convulsa, terminará en pocos días. Incluso una vieja tos asmática de 20
años desaparece con este tratamiento. Té de loto y kuzu también son muy
buenos.

CALAMBRES MUSCULARES: Más de una vez, la cause es el exceso de Yin,


frutas y dulces. Generalmente, atacan las piernas, que son las más Yang y, por lo
tanto, acostumbran a neutralizar el Yin en exceso. Si los calambres atacan al
corazón, el resultado puede ser fatal. Los calambres, así como los otros síntomas
y sufrimientos, son alarmas, telegramas mandados por Dios. Si usted toma
sedantes, drogas o hace tratamientos sintomáticos, estará empeorando el
sistema de alarma contra incendios sin conseguir llegar cerca de la causa del
fuego.

CASPA, CAÍDA DE CABELLO Y CALVICIE: Agua en exceso, muchos dulces,


frutas, azúcar, vitamina C –todos ricos en potasio- son las causa de todas las
perturbaciones del cuero cabelludo. Evite su uso y quedará curado sin ningún
tratamiento. (Después de curado, intente la siguiente experiencia que
confirmará la causa de sus perturbaciones: coma uno de los alimentos Yin –
tomate, pera, berenjena, vinagre o miel -, antes de acostarse. En la mañana
siguiente encontrará cabello en la almohada o en el peine, diez veces más que en
67

la víspera). Al cepillar, use cepillos de cerda natural. Los cepillos y peines


plásticos, cosméticos, lociones y tinturas son muy Yin.

DIARREA Y DISENTERÍA: Nuevamente, la causa es demasiada vitamina C o


mucha fruta. Adhiera al Régimen Número 7 y no beba agua ninguna. Aplique
compresas de jengibre y emplasto de inhame en el abdomen. Para la disentería
infantil, el tratamiento y la causa son los mismos. Un baño de asiento de
jengibre puede ser más fácil y tiene la misma eficacia.

ECZEMA. Todo eczema es resultado de una enfermedad renal. Ningún


tratamiento sintomático es necesario o recomendable. Siga el Régimen Número
7, dejando absolutamente de tomar líquidos durante algunos días. Mi esposa
frecuentemente ha curado esta enfermedad “incurable” en tres días.

DOLOR DE CABEZA: Los dolores de cabeza son avisos de una posible


hemorragia cerebral incipiente. Son provocados por exceso de alimentos ricos
en Yin. Tomar una aspirina para matar el dolor, es suicidio, porque estaremos
eliminando el dolor con la paralización de nuestro sistema nervioso, nuestro
radar, nuestra alarma de autodefensa. Los dolores de cabeza son alarmas dadas
por Dios que indican demasiada acidez en la sangre, y la aspirina es un ácido
fuerte, así como todas las vitaminas. El dolor de cabeza es una señal de que el
peligro penetró en la propia fuente de su vida. Siga rigurosamente el Régimen
Número 7 y será aliviado. Tome una cucharada (de sopa) de gomasio. Las
siguientes bebidas, son también muy buenas. Yannoh, kokoh, té mu, syo-ban,
kuzu, ume –syo-kuzu. Crema de arroz también es eficaz.

HEMORROIDES: Seguir estrictamente el Régimen Número 7. Si el dolor fuera


mucho, haga una compresa de jengibre y un emplasto de inhame, externamente.

HERNIA: Siga el Régimen Número 7, rigurosamente, aumentándolo con


kombu. Kombu es una ancha hoja verde, marítima, que puede ser conseguida
seca en los puestos macrobióticos o en los almacenes japoneses. Aparte una hoja
gruesa, lávela con agua, conservando ésta para otro plato, pues contiene
preciosas sales minerales. Corte el kombu en pequeños trozos de 4 centímetros
cuadrados. Agregue tres partes de agua y cocine bien hasta que quede seco.
Agregue 10 a 20 por ciento de salsa de soja y cocine nuevamente hasta que
quede seco.

HIPERINSULINISMO: Es una enfermedad de transición antes del ataque de


hipoinsulinismo que constituye la diabetes. Es fácilmente curable con la
observancia del Régimen Número 7.

INFLUENZA: Crema de arroz integral, kuzu, ume-syo-kuzu y té mú son


adicionales eficaces al Régimen Número 7. No precisaría decir que, una vez
adoptado el régimen macrobiótico, se queda inmunizado a la influenza.

IMPOTENCIA: Ver el capítulo sobre los desajustes sexuales en la página 85.

INSOMNIO: Siga el Régimen Número 7 rigurosamente y tome una taza de


bancha con salsa de soja (shoyu) antes de dormir.
68

ICTERICIA: Ayuno completo sin comer ni beber durante tres días, es lo


recomendado. Después, crema de arroz con un pocote umeboshi. Si la ictericia
atacara a un bebé alimentado por la leche materna y no se cura en pocos días, es
muy peligroso. La madre precisará convertirse en Yang, pasando a comer
alimentos Yang. Nada de eso es necesario para el bebé.

LEUCORREA: (Blanca, verde o amarilla). Es muy común. Las mujeres afligidas


por esta enfermedad son infortunadas, por ricas, bellas e inteligentes que sean.
La variedad verde es la más Yin. Siga el Régimen Número7, agregado baños de
asiento muy calientes, por dos semanas, quince minutos antes de acostarse.

JAQUECA: Puede ser fácilmente curada en pocos días con el Régimen Número
7 y un poco de gomasio.

MENSTRUACIONES IRREGULARES: Régimen Número 7 con té mu. Tome


menos agua. Haga uno de los baños de asiento.

MIOPIA: La mayor parte de las variedades de esta enfermedad es causada por la


expansión del diámetro del ojo, lo que es Yin. Algunos tipos de miopía,
entretanto, son causados por un aumento del poder de refracción del cristalino,
provocado por demasiado Yin y, algunas veces por demasiado Yang. Cualquier
variedad puede ser curada por el Régimen Número 7, junto con 30 a 60 gramos
de daikon (nabo blanco y largo, japonés, crudo) y un poco de gomasio. Debe
seguirse durante un mes o más.

PROLAPSO: Nuevamente el Régimen Número 7 con un poco de gomasio.


Compresa de jengibre y emplasto de inhame.

PERIOSTITIS: Régimen Número 7 con un poco de gomasio. Externamente,


compresas de jengibre y emplasto de albi, cuatro veces al día.

PARANOIA: Estando la fisiología ligada a la psicología, es obvio que la


enfermedad mental puede ser curada por la dietética. La enfermedad mental
reacciona bien al tratamiento macrobiótico y hace efectiva la cura porque los
enfermos mentales habitualmente están en buenas condiciones físicas. La
paranoia es una variedad de esquizofrenia, que tiene una base Yin muy fuerte,
combinada con una excesiva composición Yang, llevando a la violencia y a la
crueldad. Es recomendable el Régimen Número7 con abstención completa de
cualquier alimentación Yang.

REUMATISMO. Beba cada vez menos. Al seguir el Régimen Número7, limítese


al arroz o crema de arroz, servido lo más espesa posible. Externamente, haga
compresas de jengibre y emplasto de inhame.

ESQUIZOFRENIA: Se trata de una enfermedad mental caracterizada por la


separación de los procesos mentales y físicos. Esta perturbación es una
enfermedad Yin, caracterizada, casi siempre, por una falta de Yang (fuerza
centrípeta) y una pérdida de los límites del ser, una sensación de irrealidad y
alejamiento del mundo, hasta del propio cuerpo. Así como el cáncer es la
enfermedad más Yin de las personas dotadas de fuerte constitución física, la
esquizofrenia es la enfermedad más Yin de las personas de constitución frágil.
69

El Régimen Número 7 debe ser observado rigurosamente durante tres semanas,


por lo menos. Shyo-ban y otras bebidas Yang también son recomendadas.

DOLOR DE ESTÓMAGO: Crema de arroz con un poco de gomasio. Shyo-ban y


ume-syo-kuzu como bebida. Externamente, compresas de jengibre y emplasto
de albi.

ESTERILIDAD: El Régimen Número 7 debe ser observado, absoluta y


rigurosamente, durante dos semanas, por lo menos y después Régimen Número
6 al Número 4, durante varios meses. Cualquiera de los baños de asiento, muy
calientes, debe ser tomado 15 minutos antes de dormir.

DLOLOR DE DIENTES: Aplique Dentie en el diente afectado y en las encías


circundantes. No tomar líquidos Yin.

TRACOMA: Régimen Número 7 con un poco de gomasio. La crema de arroz


integral es recomendada así como kimpira, cuya receta está bajo el nombre de
tekka. Existen dos especies de tekka. La primera está bajo el título de remedios
internos. La segunda es hecha picando 60 gr de loto, 15 gr de raíz de bardana,
15 gr de zanahoria, 6 gr de diente de león. Fría primero la bardana en 60 gr de
aceite, hasta que los vegetales sequen.

VARICES: Se pueden aclarar, rápidamente, las venas varicosas con el Régimen


Número 7, evitando todo lo que sea Yin. Un baño de asiento de 15 minutos,
antes de dormir, es muy recomendable para las mujeres.

Esta lista parcial de enfermedades y remedios da una idea general del


tratamiento macrobiótico de las enfermedades físicas y mentales que desarrollé
durante mi experiencia e interpretación de la más antigua medicina filosófica
oriental. Aquellos que poseen combinaciones de enfermedades precisan
estudiar, contemplar y observar sus propios cuerpos, y tratarse a sí mismos, así
como cualquier animal lo hace. Cada uno debe y puede ser su propio médico.
Una vez que haya adquirido una percepción interna sobre la filosofía práctica de
Oriente, junto con una fe genuina y profunda en la justicia absoluta del Orden
del Universo, nada le será imposible.
Si usted siguió fielmente el Régimen Número 7, durante diez días o dos
semanas, seguramente ya tuvo un relámpago de felicidad y salud. Esto, a su vez,
podrá ayudarlo a comprender algunas de las afirmaciones de este libro que, al
principio, podrán haber parecido arrogantes, infantiles o absurdas.
Seguir un régimen macrobiótico le ayudará a comprender la macrobiótica mejor
que leyendo un libro sobre ella. Lo ayudará a comprender por qué cualquiera
que siga un régimen macrobiótico puede quedar completa y permanentemente
inmunizado contra todas las enfermedades.
Si usted se liberó de alguna enfermedad, de mayor o menor gravedad, y tuvo la
oportunidad de constatar la apreciable mejoría de su salud, como consecuencia
de la observancia de las antiguas leyes presentadas en el comienza de este libro,
podrá ser más aventurero e intentar regímenes más complicados, del Número 6
para abajo, agregando vegetales, siempre que hayan sido plantados y
madurados localmente y dentro de la estación, tales como cebolla, zanahoria,
zapallo, nabo, col, coliflor, berro, achicoria y lechuga. También, dependiendo de
70

la localización geográfica, su dieta puede incluir maravillosos vetéales silvestres,


tales como diente de león, ortigas, bardana y bolsa de pastor. Existen millares de
plantas silvestres comestibles, hojas, raíces, bulbos, flores, granos, simientes,
creadas por Dios sin ninguna intención comercial.

Fueron pasando de moda desde los tiempos venturosos de nuestros abuelos y


nunca se plantaron para ser vendidos y comercializados. Están, por lo tanto,
puros, libres de fertilizantes e insecticidas. Son todos deliciosos debidamente
preparados, y poseen un gran valor medicinal.
Aprenderá cómo preparar sopas, hacer pan, crear toda la suerte de platos
deliciosos y originales. Hasta aprenderá cómo usar alimentos animales,
especialmente ostras, en pequeñas cantidades cuidadosamente preparados y
servidas con originalidad.

Todos los alimentos animales son prohibidos en el budismo, especialmente el


Budismo Zen, como entre muchas ramas de la Iglesia Cristiana en América,
tales como los Adventistas del Séptimo día. La prohibición de la Iglesia Católica
de comer carne los viernes, y algunos días de Cuaresma, está basada en una
antigua tradición.
El budismo Zen, que prohíbe rigurosamente el alimento animal, es el tipo
superior de Budismo, biológica y fisiológicamente. Sin el Syozin Ryori –la
cocina que desenvuelve el juicio supremo- sin la macrobiótica, no existe el
verdadero budismo.

Pero como usted, probablemente, no tiene gran apuro en alcanzar el Satori,


puede comer platos especiales, de vez en cuando, hasta que finalmente esté
libre de cualquier dependencia del reino animal. En ese lapso, no es nuestro
deseo crear un miedo mórbido a cualquiera de los alimentos animales. Si usted
consiguió establecer un equilibrio apropiado Yin -Yang en su sistema,
ejerciendo el debido cuidado, puede aprender a neutralizar los efectos del
alimento animal. Es una cuestión de grado y proporción. La cantidad mata la
calidad. Yin se puede convertir en Yang. Una gota de agua tiene propiedades
diferentes de las del océano. Inclusive lo conveniente se transforma en
inconveniente con el exceso. Pero, antes de experimentar, se debe haber
aprendido la filosofía del Principio Único y las técnicas prácticas de la cocina
macrobiótica.

Usted puede cometer errores, pero tiene la posibilidad de corregirlos. Puede


guiarse por las materias fecales (como ya fue indicado antes) según la forma,
peso y color de las evacuaciones. Si existe algún desequilibrio, vuelva
inmediatamente al Régimen Número 7 por algunos días o semanas, hasta estar
con la salud completamente restablecida. De cualquier forma, debe siempre
estar dentro de los 10 regímenes, del Número 6 para abajo y a través de los
negativos. Sin embargo, cuanto más baja sea la escala seguida, tanto más
complicados serán los balanceamientos que tendrá que hacer.

Entretanto, para evitar errores muy comunes a los principiantes de la cocina


macrobiótica, observe rigurosamente, y en cualquier caso o circunstancia, los
siguientes “NO”:
71

No pele los vegetales. Cepíllelos bien y aprenda a usar cada parte del vegetal.
Las cáscaras de la cebolla, la cabeza de las zanahorias, las hojas del coliflor.
Bastan apenas imaginación y coraje para usarlos creativamente en su cocina.

Nunca deje el vegetal dentro del agua, tanto entero como cortado. Evite el uso
de mucho aceite al cocinar. Dos cucharadas de sopa por persona, diariamente,
es el máximo.

Evite comer vegetales en gran cantidad. Considérelos principalmente como un


condimento y complemento de su alimento principal, los cereales. Su
alimentación diaria debe consistir de 70 a 90 por ciento de cereales. Dos
cucharadas de vegetales cocidos en cada refección es un límite seguro.

Evite usar mucha agua en la preparación del alimento. En general, los cereales
deben ser bien cocidos, y con todo, lo suficientemente secos para exigir una
buena masticación

Nunca trague la comida olvidando su necesaria masticación. Si mastica de 30 a


50 veces, esto lo ayudará a no comer demasiado. Puede comer tanto cereal como
desee, siempre que lo mastique debidamente.

No abuse con la sal. Precisamos yanguizarnos progresivamente, no


abruptamente.

No intente limitar drásticamente la ingestión de líquidos a fin de curarse,


recayendo después violentamente, en las antiguos hábitos de beber.
Alteraciones bruscas violentan todo el sistema.

No se empache cuando esté siguiendo los regímenes macrobióticos. Mucho


ejercicio y bastante trabajo manual, máxima actividad física son muy útiles, si
no esenciales, en los regímenes macrobióticos.

Deje de tomar píldoras o medicamentos de cualquier especie.

No desperdicie comida, ni siquiera un grano de arroz. Si cada uno desperdicia


un grano de arroz por comida, esos tres billones de granos podrían ser en un
año, suficiente para alimentar un millón de personas.

Evite cocinar en exceso Y no tenga miedo de comer cereales “fermentados” o


“descompuestos. No hay peligro en usarlos, justamente lo contrario. La
digestión es descomposición y disminuirá el trabajo del estómago. El arroz
cubierto de moho puede ser fácilmente digerido. Después de haberse curado con
el Régimen Número7 y pasado a observar una dieta más complicada, un norma
buena de seguir es la de no comer nada que en estado vivo pueda ofrecer
resistencia o huir. Los vegetales, algas y ostras no están en esta categoría.

No coma ningún alimento industrializado que haya sido preparado


químicamente.

Después que el cuerpo se acostumbró a la alimentación macrobiótica normal y


natural, los alimentos procesados industrialmente, que contengan muchos
72

elementos químicos, se vuelven particularmente peligrosos y se puede esperar


una reacción inmediata.

Puede comer todo lo que está de acuerdo con el Orden del Universo, tal como la
fruta de estación que es plantada y cosechada orgánicamente libre de
insecticidas y aplicaciones químicas. El Orden del Universo es la justicia
absoluta. Si América produce 200 millones de manzanas por año, usted debería
comer solamente una cada verano. Eso es justicia. Si come más, usted está
robando a su vecino y será castigado, tarde o temprano, por la prisión, en un
reformatorio que se llama enfermedad.

XIII

SOBRE LA SAL

El mar que nos circunda acepta todas las cosas, acogiendo los restos de los ríos,
transformándolos a su semejanza, límpida, bella y pura. La inmensidad del mar
acoge todas las cosas peligrosas, tales como los multiplicantes parásitos, los
innumerables microbios y virus considerados los estigmas del enemigo del
hombre, el pus con olor asqueroso, la sangre envenenada, los residuos
radioactivos letales, el excremento de millones de ciudades y billones de
hombres. Transforma todos los detritos en relucientes cristales esmeraldinos.

Limpiando todo con lo que entra en contacto, renovando todo lo que alcanza, el
mar da vida a toda la flora y fauna, como madre de toda la vida terrestre animal
y vegetal. El hombre tiene su origen en el mar que lo rodea. Y ¿cuál es el secreto
de este poder del mar, de limpiar, renovar y crear?
Es la sal marina.
Sin la sal, el mar, con toda su inmensidad, no sería más que una cloaca enorme,
un vivero de gérmenes y microbios. La sal del mar transforma todo el
inaccesible microcosmos en un espectacular vivero de plantas y cosas vivas de
belleza sin par. El mar modifica todo permaneciendo siempre igual. La sal es el
secreto de su milagro.
La sal es lo mágico. Y la sal es Yang.

El origen marítimo del hombre le imprimió una marca para toda la eternidad,
que es la sal de su sangre. Sin sal en las venas, el hombre igual que es pez fuera
del agua, se fatiga y muere. La corriente sanguínea salada es una réplica en
miniatura y un recuerdo de su origen acuático. Tal como la sal del mar, la sal de
la sangre limpia, renueva y transforma todos los peligros en donaciones
necesarias de vida, nutriendo nuestras células, alimentándolas con oxígeno. Si la
sangre pierde su salinidad, la consecuencia es la enfermedad que lleva a la
muerte.

Si el hombre carece de sal, el mal y el infortunio se multiplican. Si el mundo en


que vivimos está impregnado de mal, miseria, crimen y conflictos es porque los
seguidores de Cristo abandonaron su mandamiento: “debéis ser como la sal de
la tierra”.
73

En vez de esto se saciaron con la esencia extraída del fruto prohibido.

El hombre creó la civilización después del descubrimiento del fuego y de la sal.


La sal ha sido considerada como la cosa más preciosa para nuestra vida diaria,
desde los principios de la historia. Los primeros caminos y huellas a través de
inmensas extensiones terrestres fueron hechos por los animales que buscaban y
encontraban la fuente salina necesaria para su supervivencia. Hombres que
resistieron a la tentación del oro vendieron sus mujeres e hijos como esclavos, a
cambio de sal. La sal es el patrón internacional de salud, por encima y más allá
del oro. Aún actualmente, exploradores que se aventuran por territorios
prohibidos, cargaban sal para ofrecerla a los pueblos desconocidos e
inamistosos. La palabra “salario” significa: paga en sal.

La función más importante y fundamental del cuerpo humano resulta de un


balanceamiento y equilibrio entre el sodio y el potasio en la sangre,
especialmente el cerebro –las siete pulgadas entre la raíz de la nariz y el
occipital- nuestra más valiosa posesión.

Hace más de treinta años en la Sorbona de París, el profesor Quinton presentó


la teoría de que todos los seres biológicos terrestres provienen del mar. Su
trabajo fue el resultado de toda una vida de estudios. Su fascinante libro L´EAU
DE MER, o agua de mar, fue leído y aceptado por escuelas científicas de todo el
mundo. Su laboratorio en París y su clínica en el Atlántico, son mundialmente
famosos. El creó la palabra “talasoterapia”, que significa el uso de sal en la
terapia, y su plasma pasó a ser un elemento indispensable en la medicina
occidental.

Para sorpresa mía, no obstante, como visitante que soy del Extremo Oriente, el
miedo a la sal invadió la medicina sintomática occidental. Se volvieron moda las
dietas sin sal. Fueron fabricados y creados alimentos sin sal para explotar esa
fobia. No consigo descubrir ningún fundamento para tales ideas.
No hay peligro en ingerir una pequeña cantidad de sal no refinada, marina, o
gomasio (sal mezclada con simiente tostada de sésamo) conjuntamente con una
dieta macrobiótica. Experimente durante diez días o solamente uno. Verificará
que no existe ningún peligro. Al contrario, sentirá una mejoría si fue ingerido en
dosis razonables. No se deje sugestionar por las mudables supersticiones y
modas de la medicina sintomática. Deje que su propio cuerpo le dé la respuesta.

XIV

SOBRE EL AZÚCAR

Por otro lado, con relación al azúcar o sacarosa, la medicina y la ciencia


occidental recién comenzaron a hacer sonar la señal de alarma al respecto del
fantástico aumento per cápita de su consumo, especialmente en los Estados
Unidos. Recelo que sus pesquisas hayan llegado con un atraso de varias
décadas.
El azúcar blanco químicamente refinado, tuvo una difusión relativamente
reciente en la civilización occidental. El azúcar natural, no refinado, el azúcar
obtenido mediante la cristalización de la savia de caña, y el azúcar de la
remolacha, fueron un lujo poco común en la historia del hombre, hasta épocas
74

bien recientes. Era completamente desconocido en los tiempos de Buda, Lao Tsé
y Jesús Cristo, pues no es mencionado en los anales de la época. Es
completamente diferente de la frutosis natural del azúcar vegetal y de las frutas
que contienen muchos minerales, proteínas, aceites y vitaminas necesarios para
mantener nuestra vitalidad. El azúcar refinado industrialmente, carece por
completo de estos elementos naturales y contiene muchos elementos químicos
realmente perjudiciales para la salud humana.

Confío en que la medicina occidental admitirá, algún día, aquello que hace años
es bien conocido en Oriente, o sea, que el azúcar es, indiscutiblemente, el
asesino número uno de la historia de la humanidad, mucho más letal, que el
opio o las emanaciones atómicas especialmente para aquellos pueblos que
tienen el arroz como alimento básico. El azúcar es el mayor mal que la moderna
civilización industrial envió a los países macrobióticos de Extremo Oriente y
África. El azúcar se convierte en agua y CO2 en el cuerpo, debilita los elementos
Yang de la sangre y aumenta la proporción de K y Na. Es el más Yin de todos los
productos usados como alimento humano y es la causa directa de numerosas
enfermedades fatales.
Cada año, los gigantescos carteles del azúcar engendran nuevos medios de
descargar la enorme superproducción de azúcar industrial en los pueblos
indefensos del mundo. Y, actualmente, el niño norteamericano medio, consume
azúcar en una proporción desmedida comparado con los niños de cincuenta
años atrás.
Será de admirarse si la leucemia y otros cánceres roban la vida de más niños
inocentes por año, en los Estados Unidos, que cualquier otra enfermedad. La
ciencia occidental admite la verdadera devastación provocada en los dientes de
los niños, incluso pequeños, por las bebidas azucaradas, caramelos, helados y
dulces. El resto del cuerpo difícilmente queda inmune. Así como el azúcar
derramado atrae las hormiga y los insectos a nuestras cocinas, también atrae los
microbios y los parásitos para nuestros cuerpos.

El cáncer es, sin duda, una enfermedad Yin caracterizada por la expansiva
multiplicación de las células en uno u otro órgano del cuerpo. Su causa básica
es siempre un exceso de Yin en la dieta diaria. El cáncer de la sangre aparece
solamente en aquellos que se exceden tomando bebidas azucaradas, helados,
leche, café y té azucarados. ¿No encuentran interesante que aquellos que son
golosos por las cosas dulces, perezcan automáticamente?
Un niño, criado dentro de una dieta macrobiótica, escupirá automáticamente el
azúcar que le sea dado, pues ésta le quemará la boca. Aquellas personas tontas,
que dan o venden caramelos a los niños, tendrán un día que pasar por el horror
de descubrir que son las responsables de consecuencias imprevisibles.

XV

SOBRE LA LECHE

En la China, Japón, y aún en la India, el pueblo vivió durante millares de años


sin beber leche animal. Hasta hoy, más de un billón de personas en Oriente bebe
té sin agregar azúcar o leche.
75

¿Por qué en Occidente el hábito de beber leche se convirtió casi en religión? La


leche de vaca es para nutrir becerros. No hay razón para que el hombre viva de
la leche de un animal, especialmente de un animal inferior, biológicamente,
intelectualmente.
Los pueblos de Oriente no evitan la leche por razones sentimentales, y sí porque
respetan las leyes naturales biológicas del Orden del Universo. La leche es
nutrición indispensable para los becerros sin dientes. Luego que las jóvenes
crías de los animales adquieren los dientes y son apartados de las mamarias,
dejan de beber leche. Las vacas y las perras nunca permiten que sus crías
mamen después de tener los dientes. Ningún animal lo permite.

La leche para niños, como teoría de dietética, es una superstición sentimental


moderna, concebida y propagada comercialmente. El índice de mortalidad entre
los niños artificialmente alimentados con leche animal, comprobadamente,
superior al de los niños alimentados con leche humana. Hay posibilidades de
perfeccionar la calidad de la leche animal y, así, disminuir la mortalidad infantil
pero nunca será posible convertir la leche animal en leche humana. Esta ley
biológica natural no puede ser quebrada. Un niño alimentado con leche animal
es, literalmente, fisiológica y biológicamente, un pariente del becerro. Se vuelve
estúpido, carente de intelecto, delicadeza, sociabilidad y espiritualidad.

En Oriente hace millares de años, existe un régimen tradicional de educación


biológica y embriológica a ser observado por las mujeres, desde el inicio de la
gravidez hasta el día en que el niño abandona el pecho. La nutrición de un
recién nacido es proveniente, exclusivamente, del seno materno. La vida diaria
de la madre, todas sus actividades, su dieta, sus lecturas y sus pensamientos son
severamente regulados de acuerdo con el Principio Único del Orden del
Universo.

Si la madre no posee leche para su bebé, o si ella muere después del nacimiento,
es un deber para el jefe de familia buscar un ama. En la selección del ama, debe
ser conocido todo respecto a ella. Sus antecedentes –tanto como los de su
familia, de su marido- su personalidad, sus actividades físicas e intelectuales, su
belleza, su fidelidad y, sobre todo, sus características astrológicas. En Extremo
Oriente, una madre que no pueda amamantar a su hijo, nunca pensará en
contratar un ama que no posea todas esas cualidades. Las familias orientales
saben que la educación embriológica y la primer alimentación de un niño son
mucho más importantes que la elección de un colegio para su educación futura.
Ninguna familia oriental pensaría en transferir la nutrición de un niño a un ama
escogida fortuitamente y, mucho menos, de lacticinios.
La calidad y cantidad de leche de la madre, controla el destino de su hijo. En los
casos en que la leche materna falta, los bebés pueden ser alimentados con
Kokoh, una leche macrobiótica de cereales, hecha de arroz tostado, arroz
glutinoso, avena, soja y simientes de sésamo reducidos a la forma de un polvo.

XVI

SOBRE LOS LIQUIDOS


76

Tomar menos líquidos es muy difícil, especialmente en América donde la teoría


simplista de “beba cuanto pueda” está de moda hace tantos años, y donde el
consumo de grandes cantidades de bebidas dulces con azúcar químico se
convirtió en un hábito nacional. Es mucho más difícil beber razonablemente que
comer sabia y simplemente. Pero eso es extremadamente necesario para nuestra
salud y felicidad.

En términos de cantidad, el agua es el componente más importante de nuestros


cuerpos. Setenta y cinco por ciento del peso de nuestro cuerpo está constituido
por agua. Pero un exceso de agua en el sistema puede reducir nuestra vitalidad,
una vez que significa una proporción disminuida de la sangre, baja la
temperatura del cuerpo y fuerza el corazón y los riñones a un exceso de trabajo.

El agua está evaporándose constantemente, pues es dominada por una fuerza


centrífuga Yin. Generalmente, los que son muy activos físicamente, beben
mucho más agua que aquellos que no lo son. Pierden agua del cuerpo por la
actividad y la transpiración y quedan sedientos. Pero, cuando todos los demás
elementos son iguales, aquello que contiene agua es más Yin que aquello que es
seco. Los que beben grandes cantidades de líquidos y no son muy activos
físicamente, quedan muy Yin; friolentos, inactivos, desalentados, débiles y
perezosos.

El arroz cocido, por ejemplo, contiene de 60 a 70 por ciento de agua, y la


mayoría de los vegetales contienen 80 a 90 por ciento. Inevitablemente,
estamos, por lo tanto, consumiendo siempre líquidos Yin, aún cuando no
estamos bebiendo. Agregándose agua a un grano de cereal, que ya contiene 13
por ciento de agua, él se dilata, se descompone (Yin) y empieza a germinar
(Yin). Todas las actividades son expansivas y, por consiguiente, son Yin.
Las personas, generalmente, quedan más plácidas cuando llueve, pero son
mucho más activas y felices cuando el tiempo está claro. Esto es especialmente
comprobable cuando se sufre de reumatismo.

El reumatismo es una enfermedad Yin que puede ser curada tomándose poco
agua y eliminando de la dieta todos los alimentos que son ricos en agua,
especialmente el azúcar que se convierte en agua y CO2 en el cuerpo humano,
cosas éstas que disminuyen la cantidad de los componentes Yang de la sangre y
aumenta la proporción de K/Na. Para acelerar la cura macrobiótica, beba lo
menos posible de manera que, siendo mujer orine solamente dos veces en 24
horas y, siendo hombre, tres veces durante el mismo período.

XVII

SOBRE LA MASTICACIÓN

Mahatma Gandhi dijo: “Debéis masticar los líquidos y beber los sólidos”.
Se debe masticar cada bocado de alimento, por lo menos, 50 veces. Si pretendéis
asimilar la filosofía macrobiótica más rápidamente y alcanzar un patrón más
elevado de salud lo más rápidamente posible, masticad más veces. De 100 a 150
veces. Algunos alimentos, los granos especialmente, se vuelven más sabrosos
cuando son bien masticados.
77

Por otro lado, cuanto más se mastica la carne tanto menos sabrosa es. El placer
sensorial reside, en gran parte, en la memorización de su olor, del chirrido y del
jugo.
La comida que es realmente buena y necesaria para el cuerpo, es tanto más
sabrosa cuando se pierde el hábito de devorarla en pedazos y se adquiere el
hábito natural de masticar bien. Usted encontrará en los más simples alimentos
placeres que no abandonará hasta el fin de su vida.
La digestión de los cereales y otros almidones empieza en la boca. Masticar bien
es un ejercicio excelente y muy importante, pues nos fuerza a prestar atención
y tomar conciencia de aquello que se está haciendo; o sea, recordar que el acto
de alimentación es vital y sagrado. Toda comida debe ser ingerida con gratitud,
agradecimiento placentero y con el máximo de calma.
Durante millares de años el acto de la nutrición, en Oriente, fue considerado
sagrado. En otros tiempos y en otros lugares, aún actualmente, los hombres
todavía conservan esta actitud de gran respeto por su alimento. Algunos
agricultores, que están más cerca de los elementos y del reino vegetal, sienten
instintivamente la importancia del festín diario y dan al acto de alimentación la
atención y respeto que merece.

XVIII

SOBRE LOS ALIMENTOS BASICOS

Uno de los más importantes descubrimientos de la historia del hombre, paralelo


al uso del fuego y la sal, fue el descubrimiento de un alimento básico, la espina
dorsal de la dieta diaria; el sostén de la vida. Posee ramificaciones a través de
todo el conjunto de actividad humana: biológico, fisiológico, geográfico, político
y económico.
En Oriente, especialmente en Extremo Oriente, el concepto de alimento básico
era considerado el fundamento de la vida. El alimento básico (granos) fue
deificado en el principio de la historia. El arroz, el trigo, la cebada, el trigo
sarraceno, el mijo, la avena y demás granos fueron cultivados en Oriente desde
tiempos prehistóricos, siendo considerados como plantas sagradas y santas.

Una de las cosas que considero más extrañas en los países occidentales, es la
virtual desaparición de este concepto de los granos como alimento básico,
excepto en los rótulos promocionales de los fabricantes de alimentos, que
hicieron del tratamiento químico una industria, “yinnizando” el arroz, trigo,
avena y otros granos
Algunos platos especiales –en muchos casos adaptados por cocineros
macrobióticos americanos de algunas recetas originales creadas por mí y por mi
esposa- serán dados a conocer. Fueron seleccionados del libro de cocina
descripto en el final de esta obra. Se destinan a establecer un equilibrio sano en
vuestra constitución física, neutralizando el demasiado Yang y el demasiado Yin,
siendo este último el de mayor peligro. También están adaptados a la
experiencia de los amigos americanos, que aprendieron cómo evitar toda la
línea de alimentos del mercado americano, que hayan sufrido una
contaminación organizada a través del uso de insecticidas, fertilizantes y
diversos procesos químicos. La macrobiótica no es una especie de
vegetarianismo meramente sentimental. Si los alimentos animales deben ser
evitados es con la finalidad de preservar y perfeccionar la habilidad humana de
78

pensar. La carne animal es ideal para los animales irracionales. Las glándulas
animales producen hormonas que son buenas para los animales,
imposibilitados de pensar. El centro de sensibilidad, por consiguiente, no es tan
desenvuelto como el nuestro.
Una vez comprendidos perfectamente los conceptos de alimento básico y
subsidiario, el punto crucial de equilibrio (K/Na), cinco por uno entre Yin y
Yang en la dieta diaria se vuelve digerible y posible. Sin este concepto,
terminamos por tener nuestra alimentación diaria guiada solamente por
intermitentes caprichos, manías y fantasías, comiendo cualquier cosa que tiente
nuestros sentidos en el momento, o viciando sus sensaciones con la abundancia
o la costumbre.

XIX

ALIMENTOS VITALES

Arroz (Oryza Sativa)

El arroz oscuro, natural, integral, sin pulimento, es el alimento perfecto. Ha


sido, durante millares de años, el alimento básico de las más antiguas
civilizaciones de Oriente. Puede ser guardado indefinidamente, sin
conservadores químicos y refrigeración. La cáscara protectora natural de cada
grano de arroz es extraordinariamente resistente a todos los productos
químicos, incluso al ácido sulfúrico y ácidos en general. Cada grano integral
contiene todas las sales minerales naturales, vitaminas, proteínas y lípidos
(compuestos orgánicos que producen las grasas necesarias para la nutrición del
hombre).

Si a un ratón domesticado le fuera dado elegir entre el arroz natural oscuro


integral y el arroz blanco y pulido, él, instintivamente, elegirá el primero y
nunca el arroz blanco. Este instinto básico de supervivencia, de decir “si” a la
vida, gobierna la más crucial decisión de los animales: qué comer. En el hombre
occidental ese instinto básico fue abandonado, si no perdido, por años de
escarnio a las leyes básicas de la naturaleza.

Hace unos sesenta años, después de la invención alemana de las máquinas


pulidoras “Engelberg”, que despojan cada grano de arroz de su revestimiento
protector y transparente externo, transformándolo en el así llamado arroz
refinado y pulido, fue que el arroz blanco se puso de moda. Esas máquinas no
solamente hicieron lo que algunas personas ya habían hecho, desgranándolo
manualmente, sino que lo hicieron peor. Despojaron a cada grano de arroz,
también, de sus partículas intermediarias e internas, las cuales contienen
preciosos minerales y substancias nutritivas. Ese “beneficio” de nuestro
alimento natural perfecto se fue extendiendo al pre-cocimiento y embalaje,
hasta que poco sobró además del perecedero hidrato de carbono central –
79

despojado de sus cáscaras protectoras- que no puede ser almacenado y


guardado sin el uso de adicionales químicos.

Cocinar su alimento básico, el arroz oscuro, integral, sin pulimento, será una de
las más provocantes y recompensadoras experiencias de su nuevo régimen. Una
pesada y moderna cacerola de presión (la presión es Yang) es un instrumento
valioso y que ahorra tiempo. Primero, lave bien el arroz integral en agua fría.
Para cada taza de arroz adicione una taza y media de agua en la cacerola a
presión, con una pizca de sal marina. Usted descubrirá la cantidad exacta
después de algunos errores y tentativas. Después que el agua hierva, déjela en
fuego lento durante 15-20 minutos accionando lentamente. Apague el fuego,
después, dejándola tapada por dos a veinte minutos y, después, abra la tapa.
Nota: se obtiene un mejor sabor cociendo entre 40 y 50 min. Esta
recomendación proviene de los discípulos de Ohsawa que actualmente
continúan su labor.

Después de la cacerola a presión, el mejor utensilio para cocinar el arroz es una


cacerola de hierro o barro bien pesada con tapa bien ajustada.
Requiere más tiempo e, inicialmente, más agua, o sea: de dos a tres tazas de
agua para cada una de arroz. Después de alcanzar el punto de ebullición, deje el
arroz hervir turbulentamente durante cinco minutos, después reduzca el calor a
fin de que el agua, suplemente, cocine lentamente por una hora o más. Nota:
una vez alcanzado el punto de ebullición, bajar enseguida la llama y cocer
durante 60 a 90 min.

Teóricamente, el arroz está listo para ser servido cuando los granos en el fondo
de la cacerola están levemente quemados. Los granos quemados, amarillos o
marrones, son los más Yang, los más fuertes y ricos en sales minerales y los más
nutritivos. Por esa razón, las personas enfermas y los temperamentos Yin
deberían tener prioridad para comer los granos del fondo de la cacerola.

Acertar la cantidad de agua, el tiempo de cocimiento y la cantidad exacta de


sal es precisamente donde la tentativa y el error pueden llevar a un verdadero
arte. Es siempre conveniente cocinar la cantidad de arroz suficiente para su
consumo y el de la familia por todo un día o más. Se conserva naturalmente sin
refrigeración y puede ser fácilmente recalentado. Es aconsejable tener, siempre,
una cacerola de arroz listo en el fondo del fogón. Hasta incluso el arroz frío,
espolvoreado con sésamo salado o gomasio puede ser muy apetitoso. Tal como
la mayoría de los alimentos macrobióticos, el arroz integral puede, inicialmente,
apetecer poco, especialmente si usted fue acostumbrado desde niño a platos
muy elaborados y condimentados.
Pero, tal como todas las cosas buenas, empieza a sentirse más delicioso cuanto
más es masticado y comido. En pocos días o semanas, usted se admirará al
pensar cómo le fue posible vivir sin él.

Cocinar el arroz integral constituye, apenas, la primera prueba; a partir de ahí


debe funcionar el ingenio. Existen centenares de maneras de usar el arroz
cocido; en combinación con otros cereales, vegetales o algas marinas. Después
de haber pasado por la prueba del Régimen Número 7, y desear hacer
experiencias, existen innumerables sugestiones para inspirarlo en el ejercicio de
un verdadero arte culinario creador.
80

Crema de arroz

Para los que están efectivamente enfermos, para los que no poseen buenos
dientes para masticar debidamente el arroz integral, así como para los que viven
solos, con medios limitados para cocinar, la crema de arroz hace posible un
régimen cerealista en los primeros diez días. Es posible conseguirla en los
puestos macrobióticos. Lleva menos tiempo para cocinar que el arroz entero y
no necesita de mayor habilidad que la requerida para calentar una lata o plato
de alimento de cereales comerciales. La crema de arroz, entre tanto, puede ser
hecha en casa, tostando simplemente el arroz en una cacerola o sartén hasta
quedar marrón dorado. Los granos podrán saltar como el grano de maíz verde.
Después, el arroz tostado podrá ser molido hasta convertirlo en una especie de
harina, tanto en un moledor de café, como en un pilón o mortero, y si todo falla,
en una licuadora eléctrica.

La dosis, en cualquier caso es de cuatro cucharadas soperas de harina de arroz


para tres tazas de agua fría, revueltos vigorosamente, con un poco de sal marina.
Debe ser llevado al fuego, hirviendo unos 20 minutos, revolviendo de vez en
cuando y agregando agua, si fuera necesario. La crema de arroz así preparada
resulta una sopa espesa o puré, que puede ser servido con pedazos de pan
tostado y espolvoreado con gomasio.

Para hacer un puré espeso de crema de arroz, con la consistencia de un budín,


coloque una cucharada de sopa de aceite vegetal en una cacerola de barro
(cuanto menos aceite mejor será). Caliente el aceite en llama baja y después
agregue una taza de harina de arroz. Fría durante algunos minutos, revolviendo
de vez en cuando, hasta oscurecer exhalando un aroma a nueces. Mientras,
prepare dos tazas de agua hirviendo. Cuando la harina de arroz esté bien frita,
vierta la primer taza de agua hirviendo. La mezcla crepitará y humeará.
Revolviéndola fuertemente, terminará obteniendo una especie de masa o pasta
en el centro de la cacerola. Agregue, entonces, la segunda taza de agua
hirviendo, y un poco de sal marina. Tape y continúe cocinando otros diez
minutos. Revuelva bien para ablandar la mezcla. Deje hervir unos pocos
minutos más y sirva. El budín de crema de arroz, espolvoreado con gomasio o
perejil picado es delicioso, caliente o frío. Una taza cocida de esta manera
corresponde a tres porciones, suficiente para una persona durante un día
entero.

Trigo sarraceno (kasha)

Esta planta domesticada, que produce un grano con tres vértices, es originaria
de Asia y ha sido cultivada en Europa desde la Edad Media. En algunas partes
de Europa, Rusia y Bretaña, por ejemplo, el trigo sarraceno es un alimento
básico, equivalente al arroz en Oriente. El trigo morisco es el más Yang de todos
los cereales. También es el más fácil de ser obtenido en las fuentes comerciales
habituales en su estado natural y no adulterado, bajo la forma de kasha o de
harina de trigo morisco (sarraceno). Para cocinar kasha, fría una taza de granos
triangulares en una cucharada de sopa de aceite vegetal, girasol, oliva o maíz.
Agregue 2 tazas de agua y 1 cucharada de té llena de sal marina. Deje hervir
lentamente a fuego suave hasta que toda el agua haya sido absorbida y el grano
81

quede esponjoso y seco. (Nota: unos veinte minutos) Algunas personas gustan
de mezclar kasha y arroz, pero otras lo prefieren puro. De cualquier manera, con
kasha se preparan tantas variedades de platos originales como con el arroz.

Crema de trigo sarraceno

Es equivalente a la crema de arroz o puré de arroz, sólo que es más Yang y tiene
la ventaja de ser hecho de pura harina de trigo sarraceno, más fácil de obtener
en su estado puro y natural, en el hemisferio occidental, que el arroz integral.
Cubra el fondo de la cacerola con una cucharada de sopa de aceite, sólo lo
suficiente para revestirlo de una fina camada. Baje la llama y adicione dos
cucharadas llenas de harina de trigo sarraceno. Revuelva la harina fuertemente
hasta que cambie de color, de beige a marrón oscuro. Deje enfriar y después
agregue una o dos tazas de agua y un poco de sal marina. Deje hervir hasta que
quede espero. Aquí también, la cantidad de agua puede variar de acuerdo con el
paladar individual. Puede ser servido en un plato hondo o tazón, con pan
tostado. Tiene la consistencia, la apariencia y algo de la textura de una sopa de
habichuela negra. Después de haber reestablecido la salud con un régimen
totalmente de cereales, puede experimentar la crema o puré de trigo sarraceno
usando, también, en lugar de agua, una sopa de cebollas con salsa de soja
(shoyu). Eso da un sabor muy diferente. En los puestos macrobióticos y en
algunas casas japonesas de las ciudades mayores, uestes podrán adquirir y
experimentar el sabroso macarrón japonés, hecho de trigo sarraceno. (Nota:
esta crema puede ser hecha sin aceite. También cocinado el sarraceno en grano
y luego pasando por la licuadora, agregando suficiente agua; en general no se
aconseja consumir muchas harinas, es siempre más saludable el grano entero)

Trigo
Cous-cous
Chapati

El trigo fue uno de los principales cereales domesticados por el hombre. Ha sido
la fuente principal de pan del hombre blanco en Europa y en América, desde el
siglo diecisiete. Entretanto, tal como sucedió con el arroz, ha sido víctima de los
procesos de refinamiento industrial que rechazan la parte nutritiva del grano y
sólo usan el centro blando de hidrato de carbono. (En el mercado americano
sólo existe, realmente, un cereal comercial -wheatena- que conserva el valor
alimenticio natural del trigo).

En otras partes del mundo, como el Norte de África y la India, la harina de trigo
integral en su estado natural constituye un alimento básico. Cous-cous es un
alimento muy usado en el Norte de África y en Oriente Medio, que puede ser
obtenido en los barrios árabes de casi todas las grandes ciudades y, algunas
veces, en casas especializadas o supermercados, donde son considerados una
exótica golosina. Es una harina de trigo gruesa, llamada “boulgour” por los
armenios y que los árabes usan como base para el condimento de los vegetales y
carne. Es insustituible, deliciosa. Puede ser cocida en un utensilio especial que
los franceses llama de Cous-Couserie, o sea hervida como kasha (cuscusera).
82

En la India, chapati es un alimento básico, comido diariamente. Es hecho con


harina gruesa integral y es un alimento muy bueno como suplemento para una
persona enferma o para aquellos que son muy Yin.
Agregue una pequeña cantidad de sal a la harina integral, amase con agua hasta
formar una masa blanda. Tome una cucharada de esa masa y haga una bola de
cada una.
Forme finos discos de masa y cocínelos en el horno. También pueden ser asados
en la llama o en el calor de una plancha; se inflarán a medida que van siendo
cocidos. El chapati puede ser cortado en pequeños pedazos redondos y fritos en
bastante aceite. Reventarán como globos y son llamados Puri (en Japón).

Mijo (panizo)

El mijo es uno de los cereales más antiguos, cultivado desde los tiempos
prehistóricos, y usado como alimento habitual en algunas partes del mundo,
desde los tiempos bíblicos y aún antes. Es preparado tal como kasha. Fría una
taza de mijo, en dos cucharadas de sopa de aceite, agregue un poco de sal
marina y dos tazas de agua. Ponga sobre fuego medio hasta hervir, después de
los cual baje la llama y deje hervir lentamente hasta que los granos absorban
completamente el agua, quedando blando y algo seco. El mijo puede ser usado
en la misma variedad de maneras que el kasha.

Cualquiera de los antiguos desayunos americanos constituidos de avena, papa,


harina de maíz, etc., pueden ser usados para variar el régimen de arroz en los
primeros diez días. La única precaución es la de certificarse de que cada cereal
está en su estado integral, natural y primitivo, sin preparación química y sin
agregados de cualquier especie. Los panqueques de trigo sarraceno, muy usados
antiguamente en los Estados Unidos en las refecciones matinales, así como los
británicos crepes de sarrasin, pueden ser hechos mezclando la harina de trigo
sarraceno con harina de trigo integral. Adicione un poco de sal, use un poco de
agua o té en vez de leche y fría en una chapa o parrilla untada con una pequeña
cantidad de aceite vegetal.

Arroz crudo

La manera más eficiente y rápida de curar los intestinos, especialmente el


duodeno, librándonos de los parásitos, es una simple receta de Oriente antiguo.
Coma un puñado de arroz crudo por la mañana., en vez del desayuno habitual.
Mastique las porciones llevadas a la boca, como mínimo, cien veces. Haciendo
esto durante unos pocos días, quedará admirado con los resultados.

Pan

En los almacenes macrobióticos de las ciudades grandes y en algunas casas de


alimentos especializados, es posible obtener pan de trigo integral, garantido y
libre de agregados químicos, incluso hasta sin fermento. No obstante, lo mejor
es hacer el propio pan.
Mezcle cuatro pociones de harina de trigo integral cernida con dos porciones de
harina de trigo sarraceno, harina de mijo y de maíz. Adicione sal y un poco de
aceite, amasando delicadamente con agua tibia. Algunas veces se puede
experimentar agregando un poco de arroz cocido.
83

Unte con aceite el molde y llévelo al horno. Como no debe ser usado ningún
fermento, no espere que el pan sea blando y leve. Como no fueron incluidos
preservantes químicos, el pan precisará ser conservado en un lugar fresco. Es
muy gustoso cuando es bien masticado. Aumentando la cantidad de harina de
maíz, tendrá entonces pan de maíz. El pan frío puede quedar más sabroso
cuando se tuesta o picado y frito en un poco de aceite. (Nota: empleando una
mezcla de 2/3 de harina integral bien cernida y 1/3 de harina de sarraceno y
dejando descansar la masa en un recipiente cerrado toda la noche en la
heladera, el pan quedará tierno).

Gomasio
Sésamo salado
Sal de gomasio

Es un condimento indispensable en el régimen macrobiótico. Posibilita el uso


debido de sal sin provocar sed. El gomasio puede ser obtenido en los almacenes
macrobióticos pero, de cualquier forma, es conveniente prepararlo en casa.
Como la semilla de sésamo está de moda en los Estados Unidos usada
solamente como adorno en panes y roscas, es fácil encontrarlo en casas de
especialidades, La proporción de sal marina y sésamo varía de uno a cuatro para
los adultos y personas Yin, hasta uno a cinco para los niños (Nota: actualmente
se recomiendo 1 a 20 para niños; uno a cinco sería demasiado salado). Tome
una porción de sal marina, amásela en un suribachi (mortero de cerámica
japonés) hasta quedar triturado y pulverizado. Tueste entonces en una sartén
hasta que quede brillante.

Tome cuatro o cinco porciones de simiente de sésamo, lave y séquelas. Tórrelas


rápidamente. Una cacerola leve y honda es más aconsejable y práctica para
revolver y evitar que las semillas salten fuera de la cacerola. Luego que estén
levemente tostadas, amáselas en el mortero. Deben quedar machacadas si
fueron amasadas cuidadosamente. Si todavía parecieran crudas, tuéstelas un
poco más. Deben ser molidas blandamente en la primera vez para adquirir una
textura gruesa. Agregue entonces la sal y muela nuevamente para que quede
más fino. Moliendo juntos la sal y el sésamo, grada grano de sal queda envuelto
en el aceite natural de la simiente de sésamo, lo que impide que sea provocada
la sed. Cuando la mezcla es molida en un aparato eléctrico, esta protección no es
obtenida. La preparación manual y natural siempre es superior a la forma
mecánica de ahorro de tiempo El gomasio debe ser conservado en una pequeña
botella, herméticamente cerrada. Puede ser usado para condimentar cualquier
plato, sobre el arroz, trigo sarraceno y cualquier cereal. Como se ve en este libro,
también puede ser usado como medicamento en la dosis de una cucharada.

Umeboshi

En el Japón, todas las familias tradicionales hacen, anualmente, una


preparación de salmuera, conservando esta ciruela japonesa que no es tocada,
sino después de tres años. Puede ser obtenido en todos los centros
macrobióticos y tiene infinidad de usos, tanto para comida como para
medicamento.
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Misso

El shoyu es una salsa tradicional de Oriente, hecho de soja, trigo y sal


fermentados durante tres años, por lo menos. Es obtenido en los centros
macrobióticos. La versión comercial de este producto tradicional y doméstico se
fabrica usando productos químicos para abreviar el maduramiento y debe ser
evitada.

El misso es una pasta muy parecida, hecha de poroto de soja y sal. Ambos tienen
una infinidad de usos en la cocina macrobiótica.

Tahini o crema de sésamo

Este manjar consiste en una pasta o manteca hecha de semillas de sésamo


amasadas.
Es un producto básico de la cocina del Extremo Oriente que ahora puede ser
adquirido en las casas de especialidades de los Estados Unidos pues se convirtió
en manjar de moda. Es utilizado en la cocina macrobiótica de diversas maneras.
Con excepción de los que comienzan con el Régimen. Número 7, su uso
principal, es como ingrediente que se mezcla al misso para utilizarlo como
sustituto de la manteca, queso o condimento.

Crema de misso

Tómese una cucharada de sopa llena de misso y otras tres de tahini –manteca
de sésamo-. Se agrega un poco de agua y se mezcla bien. El producto tendrá la
consistencia y algo de textura de manteca de maní, pero su sabor exótico es
completamente original y con el uso usted se aficionará cada vez más a él.
Póngalo sobre el pan o bizcochos de arroz, obtenidos en los centros
macrobióticos y tendrá un gustoso festín, fácil de transportar en picnics, cuando
viaje o como merienda para el trabajo, junto con un té caliente, en un termo.

Sobre el te

En Oriente, el té no es solamente una bebida para ser tragada con cubos de


hielo, saturada de azúcar o leche y con jugo de limón. Durante miles de años ha
sido usado como algo más que una simple fuente de placer sensorial o para
matar la sed.

Es un medicamento precioso que ocupa un lugar valioso en la medicina oriental,


no solamente para un fin y sí para centenares de ellos, tanto cuantos son las
variedades de té. Existe el té Yin y el té Yang; el simple té verde hecho de hojas y
ramitos tostados, con no menos de tres años de edad; las inmensamente
complicadas mezclas compuestas de “ginseng” y otras quince plantas
combinadas.

El cultivo y las mezclas de té, su preparación, las cantidades servidas, la manera


de hervir y de servir, es todo controlado por las más antiguas ceremonias y
85

tradiciones. El té, en el fondo, constituye una religión por sí mismo; y así, está
bellamente explicado en el “Libro del Té”, del autor japonés Okakura.
El té, cuando está debidamente cultivado, seleccionado, hervido, servido y
tomado en pequeñas cantidades, en circunstancias propicias, puede constituir
una revelación. Puede significar alguna cosa más que los tranquilizantes
químicos, actualmente tan en boga; algo que aguza nuestros sentidos,
intensifica nuestra percepción, desenvuelve nuestro discernimiento y
profundiza nuestros planos de meditación; y no sólo es una mezcla de sabores
placenteros y transitorios.
Cuanto menos líquidos se bebe, tanto más importante se torna la manera
perfecta de prepararlo y servirlo, a fin de que pueda ayudarnos a quebrar viejos
hábitos compulsivos de beber sólo por beber. El té debe ser servido en las más
finas tazas de puedan ser encontradas y lo más caliente posible. Una
pequeñísima taza japonesa de sake, llena de té hirviendo, debidamente
preparado, puede satisfacer mucho más que una taza grande, llena de una
bebida “instantánea” saturada de azúcar y leche, o hecha con el hervor de un
sobre de té que contiene colorantes cancerígenos para darle una apariencia de
color uniforme.

Y recuerde: el té nunca se sirve para ser tomado durante una comida. Es el


remate final de cada comida. Debe ser apreciado por sí mismo. No existen
modos apropiados de hacer té instantáneo. El té debe llevar de diez a veinte
minutos para ser debidamente preparado, aunque los tés mencionados en este
libro puedan ser conservados indefinidamente y recalentados.
Olvidad vuestras teteras de porcelana tan bonitas. De lo que precisáis es de
pequeñas teteras japonesas de metal, en las cuales el té puede ser hervido y
servido. A falta de ellas, podéis utilizar una caldera esmaltada de emergencia, el
té puede ser hecho utilizando una cacerola esmaltada. El aluminio y el hierro
deben ser evitados, si es posible.

Té verde natural
Bancha

La contextura y apariencia de este té podrán parecer extrañas al principio. Son


hojas de gajitos secos, leñosos, pues todas las hojas son de tres años, por lo
menos. Coloque una pequeña cantidad en una cacerola y tueste en llama media
durante algunos minutos, hasta que eche humo y quede marrón oscuro. Puede
ser tostado lentamente y algunas veces más eficientemente, en un molde abierto
colocado en el horno del fogón a temperatura blanda. Coloque los residuos
tostados en ¾ litros de agua fría. Después del punto de ebullición, deje hervir
durante diez minutos. Con el tiempo usted descubrirá la cantidad de té que debe
utilizar para su paladar. Al principio, podrá parecer de coloración flaca, lo que
significa no haber sido suficientemente tostado o haber sido usada poca
cantidad de té. Intente nuevamente. Un cocimiento de té, suficiente para
diversas teteras, puede ser preparado y conservado en un envase de vidrio bien
cerrado.

Bancha con shoyu

Ponga una pequeña taza de té y coloque salsa de soja (shoyu) hasta una décima
parte de su capacidad. Adicione té verde tostando bancha, hirviendo y sirva. Por
86

más extraña que tal mezcla parezca, su paladar se aproxima mucho al más
delicioso caldo. Es maravilloso como recuperador de fuerzas cuando se está
cansado al final del día. Hace maravillas con amigos escépticos que bebieron
alcohol en exceso y están dispuestos a intentar cualquier antídoto contra la
resaca. Una taza de bancha con shoyu tomada antes de dormir, evitará cualquier
indisposición matinal y cualquier escéptico se despertará más bien dispuesto y
accesible a los otros “milagrosos” aspectos del régimen macrobiótico.

Te mu

De todas las bebidas, es la más Yang. Contiene la legendaria hierba “ginseng”, la


más Yang de todas las hierbas usadas para té, además de otras quince plantas
medicinales entre las cuales mencionamos: peonia, raíz de angélica; cardo
marino, junco, jengibre, membrillo, alcazuz, canela, cáscara de naranja acedera.
La palabra “mu” significa espacio o infinito, en japonés, y el té Mu es así
llamado porque es la bebida que desenvuelve el juicio superior. Es normalmente
obtenida solamente en los depósitos macrobióticos en pequeños envoltorios.
Abra el paquete y derrame el té Mu en un litro de agua fría. Deje hirviendo
durante cinco a diez minutos. Aquí, nuevamente, usted descubrirá por sí mismo
la cantidad de té que mejor le conviene al paladar. Si el té Mu está siendo
preparado para alguien muy Yin, el agua debe ser evaporada por el hervor para
hacer que el té quede más fuerte, hasta que reste un poco más de la mitad del
litro original. Esto bastará por dos días, pudiendo lógicamente, ser recalentado
cada vez que es servido. El té Mu es otro delicioso y exótico producto
introducido en los alimentos macrobióticos que puede ser especialmente dado a
los amigos desilusionando a quienes todo lo intentaron, desde cannabis sativa
al ácido lsysérgico dietilamida (LSD). También los niños que precisan ser
gradualmente apartados de los jugos de naranja y otras bebidas dulces, el té Mu
puede ser dado con algunas gotas de jugo de manzana que podrán ser
disminuidas hasta que empiecen a gustar, solamente, del delicioso sabor del té.

Té lotus
Este té es hecho de raíz de loto seca, rallada, normalmente obtenida a granel en
los almacenes macrobióticos. Ponga una cuchara de té de loto rallado, agregue
una taza pequeña de agua caliente, revolviendo vigorosamente cuando lo esté
bebiendo. Es un remedio maravilloso para toses, inclusive la tos convulsa y la
tos asmática, en cuyos casos debe ser tomado diariamente, tres veces,
excluyendo todos los demás líquidos.

Té de loto
Ponga cinco centímetros de raíz de loto fresca, generalmente obtenida en los
barrios orientales, extrayéndole el jugo. Agregue diez por ciento de jengibre
crudo rallado, un poco de sal y una taza de agua hirviendo. Es también muy
eficaz contra la tos y un remedio para las personas que son demasiado Yin.
(Nota: actualmente se recomienda hervir durante 5 min a fuego lento, el lotus y
el loto)

Té de menta
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Tome, durante la estación, hojas secas de menta y déjelas secar. Las hojas secas
pueden ser conservadas durante años. Muchas casas especializadas poseen
stock de hojas de menta secas. Ponga algunas hojas y unas pocas tazas de agua
hirviendo dejando hervir al menos durante cinco minutos. Usted aprenderá a
ajustar la cocción del té, más fuerte o no, de acuerdo con su paladar individual.
El té de menta puede ser liviano y delicado, si no recalentado y nuevamente
hervido, oscuro y fuerte. Adicionando una pizca de sal marina es una bebida
recomendable para el desayuno.

Té de tomillo
El tomillo fresco o seco puede ser usado para dar un delicioso sabor al té, de la
misma manera que la menta.

OTRAS BEBIDAS

Café Ohsawa
Consiste en una mezcla de varios cereales, disponibles en los almacenes
macrobióticos, que puede ser convertida en un sustituto del café. Adicione una
cucharada de té de café Ohsawa (Yannoh) a ½ litro de agua fría y deje hervir
durante diez minutos. Las personas más decididas pueden intentar hacer su
mezcla propia de café, siendo la fórmula la siguiente: tome tres cucharadas de
sopa de arroz, dos de trigo y una de azuki, garbanzo y achicoria. Tuéstelos
separadamente, hasta que queden bien oscuros. Mézclelos todos, entonces, y
tuéstelos en una cacerola conteniendo una cucharada sopera de aceite. Deje
enfriar y muela hasta convertirlo en polvo.

Diente de león
Es otro sustituto del café, que puede ser encontrado en los puestos
macrobióticos, cuyo principal ingrediente es la raíz de diente de león, el mismo
cuyas flores fueron usadas para hacer vino, durante la prohibición, en los
Estados Unidos. Adicione una cucharada de té de diente de león para cada taza
de agua, hierva durante diez minutos cuele y sirva. Para hacer para sí mismo la
mezcla, tome plantas de diente de león usando solamente la raíz. Lávela y deje
secar. Córtela en pequeños pedazos, tuéstela en una cacerola con un poco de
aceite y después muela en un molinillo de café La achicoria puede ser agregada
para aquellos que prefieren un sabor más amargo.

Leche de cereales
Es una mezcla de varios cereales que se convierte en una leche de cereales. Ya
puede ser obtenido en los depósitos macrobióticos, felizmente, pues su
elaboración doméstica, siendo constante, es cansadora. Los ingredientes
consisten en arroz tostado, arroz glutinoso (moti), avena, poroto de soja y
semillas de sésamo. Agregue una cucharada de sopa llena de kokoh (leche de
cereales) a unos 300 gramos de agua, revolviendo bien; hervir durante 10
minutos. Es un substituto para el desayuno, bastante sabroso. Cuando alcance
aquel aprendizaje creador y experimentador, en su cocina, también descubrirá
que puede ser usado como postre, budín y es óptimo para recubrir las comidas
fritas. Un descubrimiento: la milanesa de crema de arroz, o Kokoh, proporciona
a las frituras un sabor misterioso, exótico, y una contextura que sorprenderá a
cualquier “gourmet”.
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Araruta
Kuzu

Algunas personas consideran esto una novedad que supera a cualquier cocktail
con alcohol. Otras consideran su contextura muy extraña para su paladar y la
designan más como remedio. En cualquier caso, tiene millares de usos. Consiste
en un polvo blanco, hecho de ara ruta, una gelatina natural vegetal, que puede
ser usada para hacer una rápida salsa o condimento, para diversos platos,
variando solamente de gusto. Ponga una cucharada de sopa llena de harina de
araruta y disuélvala en dos o tres cucharadas de agua fría. Adicione un cuarto
litro de agua fría y hierva esta mezcla hasta que quede clara, transparente y
espesa. Ponga un poco de salsa de soja (shoyu) y tendrá el sabor y la contextura
de una crema de sopa, con el sabor de un verdadero “bouillon” (caldo).

Jugo de umeboshi
Es una de las raras bebidas macrobióticas que se puede tomar fría. Las ciruelas
umeboshi son obtenidas en los almacenes macrobióticos. En algunas ciudades
de población oriental, pueden ser encontradas en diversas partes y son
conocidas como ciruelas chinas saladas. Tome una ciruela y hiérvala en litro y
medio de agua durante algunos minutos, hasta que la misma se desintegre.
Cuele o deje como está, conforme a su gusto individual. Agregue otro tanto de
agua y deje enfriar. Es ideal como bebida de verano, con un sabor propio y muy
especial.

Ume syo kuzu


Entre las bebidas macrobióticas medicinales, ésta es una verdadera “píece de
resistance”, combinando tres ingredientes valiosos. Tome una ciruela umeboshi,
disuélvala en medio litro de agua fría. Adicione una cucharada de sopa llena de
harina de araruta y, después, otra cucharada más de sopa de jengibre rallado y
un litro de agua. Hierva la mezcla hasta que quede clara y espesa y, entonces,
ponga un poco de shoyu en cada porción que tome. Hace maravillas para cortar
y curar un resfriado. Nota: excelente para gripes.

Jugo de azuki
Los porotos azuki son pequeños granos rojos que pueden ser obtenidos en los
almacenes macrobióticos. Cocine una cucharada de sopa de porotos azuki en
dos litros de agua, hasta que la mitad del líquido se haya evaporado. Ponga un
poco de sal. Esta bebida es muy indicada para los que sufren de males renales.

Bebida de daikon Nº 1
Tome un nabo japonés, blanco y largo –daikon- y rállelo bien. Agregue dos
cucharadas de sopa de nabo rallado a tres cuartos litros de agua caliente.
Agregue además dos cucharadas de sopa de salsa de shoyu, una cucharada de té
de raíz de jengibre, también rallada. Es muy bueno para resfriados. Tómelo en
la cama y eso lo ayudará a transpirar u orinar, haciendo bajar cualquier
temperatura.

Bebida de daikon Nº 2
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Ralle un nabo daikon y escurra el líquido. Tome unos 100 gramos de caldo de
nabo, agregue el doble de agua y un poco de sal marina, hirviendo todo durante
algunos minutos. Es bastante eficaz para piernas hinchadas pero nunca deberá
ser tomado más de una vez por día y nunca por más de tres días consecutivos.

Puré de arroz especial


Tueste un cuarto kilo de arroz integral en una cacerola, hasta que quede color
marrón-amarillento. Cocine en dos litros de agua durante una o dos horas.
Cuele en un paño de algodón. Es un buen tónico para el cansancio al final del
día y un óptimo desayuno para personas enfermas.

Té de arroz integral
El arroz oscuro integral también se usa para hacer té. Tueste el arroz hasta que
quede marrón claro. Para cada cucharada de arroz, adiciones diez de agua y deje
hervir durante 5 a 10 min. Agregue un poco de sal y sirva. El arroz y el té
bancha, ambos tostados previamente, pueden ser juntados y usados como una
bebida. El arroz tostado puede ser tamizado y comido separadamente como una
refección normal.

Té de trigo
Los granos de trigo también pueden ser usados para hacer una bebida, que es
otra de las raras bebidas macrobióticas que pueden ser servidas frías. Tueste los
granos en una cacerola, en el fogón, hasta que queden marrones. Cocine una
cucharada de sopa bien llena en dos litros de agua, durante unos 10 min, para
hacer el té.

XX

LA UNIDAD DEL UNIVERSO

En el esplendor de la luz del día, el firmamento parece no tener estrellas. El


brillo de millones de soles e innumerables estrellas solamente puede ser visto a
través de la oscuridad de la noche. La luz sólo puede ser vista a través de la
oscuridad. La belleza está entre la fealdad. No existe un hombre sabio en una
nación de sabios. El hombre honesto habitualmente ignora cándidamente su
propia virtud. Un hombre sano no sabe lo que es la salud.

Si usted piensa que posee coraje, honestidad, justicia, paciencia y salud, esto
demuestra que usted es ajeno a esas cualidades.
La libertad sólo puede ser encontrada en la esclavitud. La felicidad en las
profundidades del infortunio. La salud sólo puede ser conseguida a través de las
enfermedades más perturbadoras. La salud establecida con el auxilio de
remedios es transitoria, dependiente e incierta cuando se compara con el
bienestar natural del animal más diminuto.

La verdadera salud puede ser mantenida incluso bajo las circunstancias más
miserables, conforme nos fue demostrado por los soldados en los frentes de
batalla. La enfermedad, a su vez, puede manifestarse en los modos de vida más
protegidos, mimados y súper higienizados. La verdadera salud sólo puede ser
establecida por el triunfo individual sobre las constantes tentaciones y peligros
de la vida diaria. No puede ser conseguida por medio de un remedo de guerra
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contra el cáncer, contra la pobreza, la tuberculosis y contra las enfermedades del


corazón. La verdadera salud puede ser alcanzada por el reconocimiento del
principio de Unidad del Universo y la relación que el hombre tiene con él. La
destrucción total de las fuerzas que crean la enfermedad sería un suicidio como,
por ejemplo, el uso de insecticidas que envenenan los alimentos junto con los
así llamados insectos destructores, que perturban el equilibrio de la naturaleza.
No puede haber bien sin mal; ninguna belleza sin fealdad. No puede existir un
frente sin un dorso. La libertad sólo puede ser encontrada a través de la
disciplina. La más bella flor de loto crece en el más sucio lodo. La libertad sólo
adquiere significado en el medio de la opresión y del trabajo arduo.

La libertad que es planificada, legislada y conferida a los otros, no es libertad. La


paz mantenida por una ley no es paz verdadera. La lucha por la libertad de otros
parece, a veces, ser noble y persuasiva, pero la verdadera libertad no puede ser
otorgada a nadie. La tentativa de hacerlo obstruye, simplemente, el
florecimiento de la facultad innata del hombre, su propio deseo y ansia de
libertad. La felicidad sólo puede ser establecida por nosotros mismos y en
nosotros mismos. Un hombre libre, fuerte, fiel y admirable puede vivir y ser
feliz, incluso hasta en el medio de la violencia y de las vicisitudes. Sólo en el más
profundo atolladero de dificultades, él será capaz de evidenciar toda su ilimitada
capacidad de coraje. Externamente muy Yin, calmo, silencioso, abierto,
profundo, receptivo, pero internamente muy Yang, fuerte y absolutamente
independiente. Tal es el verdadero hombre.

Por lo tanto, aceptemos el Universo, digamos “sí” a la vida, aceptemos el


infortunio, así como acogemos con agrado la felicidad. La enfermedad y la
salud, la guerra y la paz, el desafecto y el amigo, la muerte y la vida, la pobreza y
la riqueza, son todos parte de un gran designio.

Todo lo que nos sucede nos da alguna experiencia o desenvuelve alguna


cualidad de nuestro carácter que estaba escondida o faltaba. Todo lo que parece
ser una insoportable adversidad puede ser convertido en un aliado. Aquel que
puede abrazar a sus antagonistas, es el más feliz entre los hombres.

Acepte todo con el mayor placer y agradecimiento, dando todo con la mayor
alegría y gratitud. Dé y dé, sin reserva mental. Si usted da algo que puede ser
retribuido, en realidad nada dio. El verdadero dar significa vernos privados de
algo muy precioso para nosotros, muy necesario y muy importante, o sea,
nuestra propia vida, parcial o totalmente.

La palabra “sacrificio” es una concepción generalmente admirada, raramente


practicada y muy engañadora. No la recomiendo. Pero el don de la vida puede
ser compartido con los otros enseñándose el Principio Único del Yin-Yang.
Nunca con palabras, pero sí con actos. Su capacidad de aceptar todo y dar todo
será su regla, su termómetro particular, que revelará –solamente para usted
mismo- el verdadero estado de su salud.

Deje que la macrobiótica constituya su manera de vivir. Dé a la comida y a la


bebida su debido lugar y nada más. No abandone una serie de hábitos
esclavizantes para cambiarlos por otros. Trabaje bastante, busque cansarse
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físicamente. No se permita ser un mimado y un haragán, pues eso actuará de


modo contrario a la energía producida por su dieta sana.

Si usted consiguió restablecer su salud convirtiéndose en su propio médico, si


comenzó a contemplar nuevos horizontes en la vida, incluso aún titubeantes, le
estaré muy agradecido si me envía un breve relato de su experiencia con la
macrobiótica. No siempre sospechamos hasta qué punto nuestra propia
experiencia de cura puede dar coraje a los otros. Este es el primero paso en una
nueva vida. Busque, compartir su experiencia con los amigos y vecinos, sus
antiguos enemigos especialmente, si están sufriendo como usted sufrió. Trate de
mostrarle, por medio del propio ejemplo, la simplicidad y la superioridad del
camino macrobiótico que conduce a la salud y a la felicidad.

Si usted no puede hacer eso, significa que todavía no está completamente


curado. Todavía es exclusivista, antagonista, antisocial y arrogante. Todavía es
“sanpaku” y caerá nuevamente.

La exclusividad es la más difícil de todas las enfermedades y la fuente de toda la


infelicidad oculta de los hombres. Usted precisa convertirse en aquella especie
de hombre o mujer que no puede desagradar, ser antipático realmente a ningún
ser humano.
Usted precisa aprender a amar nuevamente. Y amar significa dar y dar, sin
recibir nada a cambio. El sistema de dar y recibir no pasa de un egoísmo bien
organizado. Dar es convertirse en una fuerza creadora.

Todo lo que usted piensa poseer, será perdido, tarde o temprano,


inevitablemente. Aquello que empieza, tiene un fin. Dar y dar, sin límite,
significa que usted abrió una cuenta en un banco ilimitado, el banco del infinito;
una compañía aseguradora diferente de las otras que le garantiza una vida
infinita. El único precio que tendrá que pagar es el de continuar dando. ¿Dando
qué? Aquello que para usted es lo más precioso, o sea, la salud y la felicidad: las
llaves de entrada en el reino. Estas llaves consisten, simplemente, en el acto de
transmitir, por actos y no palabras, la comprensión del Principio único de Yin-
Yang y el arte macrobiótico de la longevidad y rejuvenecimiento. La felicidad y
la salud pueden volverse tan contagiosas como la enfermedad. Y aquellos que
ayudan a transmitir este contagio encontrarán alegría hasta el fin de sus días.

No se puede esperar alcanzar el juicio supremo en un vislumbre momentáneo.


Se precisa sufrir, progresivamente, calor, frío, hambre y las mayores
dificultades, a medida que se envejece. Vivere Parvo: lleve una vida pobre,
humilde y trabajosa, y encontrará riquezas incontables. El hombre puede ser
inferior a los animales, pero posee dentro de él la posibilidad de tornarse
profundamente humano y hasta divino.

FIN

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