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¿COMO PODEMOS ENTENDER PASAJES TAN CHOCANTES?

Quizá en todo el Apocalipsis, las trompetas son lo que más han asustado y
despistado a los lectores. ¿Cómo puede un Dios de amor enviar tales azotes sobre el
universo y la humanidad? En realidad las seis primeras trompetas (junto con las siete
copas, que son igualmente espantosas pero un poco menos detalladas y dramáticas)
proyectan toda una película de terror digno de Alfred Hitchcock:

1) una extraña lluvia de granizo y fuego mezclados con sangre quema la


tercera parte de la tierra y su vegetación (8:7);
2) una enorme masa flameante es lanzada al mar, una tercera parte del mar
se convierte en sangre, una tercera parte de la vida marítima muere y una
tercera parte de las naves del mar son destruidas (8:8-9);
3) un inmenso bólido de fuego cae sobre una tercera parte de los ríos y fuentes y los
vuelve amargos (8:10-11);
4) un agente no nombrado hiere una tercera parte del sol, la luna y las
estrellas y debilita su luz en un tercio (8:12);
4b) en esos mismos cielos ya heridos, aparece una ominosa águila para
anunciar que ahora seguirán tres “ayes” espantosos (8:13);
5) del abismo surge, envuelto en densa humareda, un incontable enjambre
de anormales langostas carnívoras que se dedican a torturar a los
humanos comiendo, como escorpiones, su carne sin nunca llevarlos
hasta la muerte aliviadora (9:1-11);
6) Como si todo eso fuera poco, por el Eufrates entra al mundo civilizado
una caballería montada sobre 200 millones de dragones que soplan
fuego mortífero y cuyas colas terminan en culebras (9:13-21);
6b) el profeta tiene que comer un libro agridulce (10:8-11);
6c) Dos testigos del Señor, que también soplan fuego y carbonizan a sus
enemigos (11:5), son a su vez muertos por la bestia. Sus cadaveres
quedan insepultos en la plaza central, objetos del escarnio y la fiesta
de sus enemigos hasta que de repente resucitan (11:7-13). En seguida
un violento terremoto derrumba la décima parte de la ciudad y mueren
siete mil personas (11:13);
7) Con la séptima trompeta se inicia el Reino de Dios y se realiza el juicio
definitivo de los impíos (11:15-19).

¡No es recomendable leer estos capítulos justo antes de dormirse, a menos que a uno
le gustan las pesadillas! Para algunos, no sin razones justificadas, éste y otros
pasajes parecidos provocan serios problemas de fe. Además del problema menor
(común también al sexto sello) de cómo entender tales fenómenos y cómo creer
cosas tan fantasmagóricas, surgen aquí peores problemas teológicos y éticos.
¿Cómo puede Dios destruir su propia creación en forma tan aparentemente anti-
ecológica? ¿No sería terrorista un Dios que enviara tales catástrofes sobre seres
humanos?

No es fácil responder a estas preguntas, ni desearíamos suavizar lo que las mismas


escrituras plantean tan drásticamente. No son las únicas enseñanzas chocantes en la
Biblia; para comenzar, la misma cruz es un escándalo. Dios es amor, pero su amor es
justo y santo. Si Dios hiciera la vista gorda al pecado, o si lo perdonara por mero
decreto con una amnistía general a pesar de tanta injusticia, Dios no sería justo y el
universo no tendría fundamento ético. Con todo, unos sanos principios hermenéuticos
nos ayudarán a entender mejor estos pasajes difíciles del Apocalipsis:
A) Primero, debemos recordar que estos pasajes se presentan como visiones que
Juan vio, no explícitamente como predicciones de acontecimientos futuros
específicos. Aunque las visiones pueden revelar eventos venideros, muchas veces
son más bien descriptivas del sentido teológico de alguna realidad, en este caso del
juicio divino sobre los impíos rebeldes. Ninguna frase en los relatos de las siete
trompetas sugiere explícitamente que estuviera narrando sucesos literales del futuro.
Llama la atención que los verbos de estos pasajes vienen en pasado (aoristo), no en
futuro.. Muchos detalles resultan literalmente imposibles, p.ej. mezclar granizo y fuego
(8:7), que una sola estrella cayera sobre una tercera parte de todos los rios y fuentes
del mundo (y menos como se entendían los astros antiguamente), o que una montaña
ardiente convirtiera la tercera parte del mar en sangre (¿cómo se dividiría de las otras
dos terceras partes?). Tampoco tendría sentido preguntar cuáles continentes del
globo terraqueo sufrirán los fatales incendios forrestales de la primera trompeta.
Tomando en cuenta todos los datos exegéticos, parece improbable que las trompetas
pretendieran vaticinar daños literales a lugares específicos de la tierra.

B) Como señalamos antes bajo la exposición del sexto sello (6:12), casi todos los
detalles de estas descripciones eran ya muy familiares entre los judíos. Una vasta
literatura de descripciones similares componía todo un género literario bien conocido,
derivado en primer lugar de las teofanías*, especialmente del éxodo y del Sinaí. En
esa medida, los detalles mismos no constituyen una revelación nueva, directa y
explícita, por medio de Juan. La revelación específica viene, más bien, en la forma en
que Juan escoge, organiza y sobre todo reinterpreta todos estos recursos simbólicos.

C) Mientras los sellos muestran una impresionante correlación con el sermón


apocalíptico de Jesús (Mr 13 y paralelos), las trompetas y las copas se basan
claramente en el éxodo y especialmente las plagas contra Egipto. La referencia
sistemática al éxodo es una importante clave al sentido de las trompetas y las copas.
El aporte específico de Juan era de reestructurar esos datos bíblicos ya conocidos en
el formato de trompetas y copas, intensificarlos, y marcar su carácter progresivo (una
cuarta parte con los sellos 6:8, a la tercera parte con las trompetas 8:7, hasta el todo
con algunas copas 16:3).

El significado especial de estos pasajes se verá en la relectura contextual que Juan


hace, para el primer siglo (y el nuestro), de estos relatos antiguos que eran patrimonio
del pueblo judío. La re-interpretación de Juan presupone una serie de correlaciones:
ahora la iglesia es el nuevo Israel de Dios, Roma corresponde al antiguo Egipto,
Jesucristo es el Moisés escatológico de nuestra salvación, el mar rojo reaparece
como el cristalino mar (Ap 15:2-3). El sentido básico del paralelismo era que Dios
todavía actúa en la historia para salvar a su pueblo. Como las plagas de Egipto
conducían hacia el éxodo de Egipto, así también las trompetas y las copas conducen
a una liberación definitiva. Eso tiene que haber sido un mensaje de gran esperanza
para los cristianos de Asia Menor.

D) Aunque los azotes que traen estas trompetas son espantosos, un aspecto
importante de su significado es que siguen siendo parciales. Esto parece tener la
finalidad de dejarles a los impíos nuevos espacios para el arrepentimiento. La
amonestación de Dios, como toda su enseñanza, es progresiva; si los pecadores no
responden, Dios “levanta el tono”, como cuando uno tiene que corregir a un niño. Dios
primero susurra suave, despues sube el volumen un poco, y al final hasta “grita” para
que le hagamos caso. Esto parece ser el sentido más natural del repetido refrán, “Y
sin embargo, no se arrepintieron” (9:20-21; 16:9,11), es que debían haberlo hecho
pero, como faraón, endurecieron sus corazones. Según Wilcock (1976:95), en las
trompetas Dios está ofreciendo su misericordia al pecador. Así las trompetas revelan
la ira de Dios (6:16) pero también su paciencia y compasión.

Aun más enfáticamente, Sabiduría 10-16, en una larga relectura del éxodo, insiste
repetidas veces en que Dios amaba también a los egipcios y cananeos y con las
plagas, en su desarrollo gradual, los llamaba al arrepentimiento (Sab 11:23-26; 12:2,
9-10, 19-20-21, 26-27). Al ver que el castigo de ellos era bendición para los israelitas,
los egipcios reconocieron al Señor y admiraron al pueblo que antes despreciaron con
escarnio (11:13-14). Para este autor, el propósito de Dios en tocar a Egipto y Canaán
por una serie de castigos progresivamente severos era precisamente llamarlos al
arrepentimiento:

No porque no pudieses en batalla campal entregar a los impíos en manos de los


justos, o aniquilarlos de una vez con feroces fieras o con una palabra inexorable, sino
que los concedías, con un castigo gradual, una ocasión de arrepentirse (12:9-10; cf.
11:23-26; 12:1-2 BJ).

Mas tu con todas las cosas eres indulgente, porque son tuyas, Señor que amas la
vida... Por eso mismo gradualmente castigas a los que caen, les amonestas
recordándoles en qué pecan para que, apartándose del mal, creen en tí, Señor (11:26
-- 12:2; cf. 12:26-27 BJ).

El paralelo con los septenarios del Apocalipsis, con su sistemática progresion en


severidad y en la proporción afectada por los azotes, es evidente. Con tanto más
razón podemos entender que las trompetas y las copas son llamados amorosos al
arrepentimiento en el sentido de su simbolismo.

E) Es necesario aclarar, también, que estos azotes son “la ira de Dios y del Cordero”
(6:16-17) y como tal van contra los impíos y no contra los fieles. En los relatos del
éxodo, prototipo para las trompetas y las copas, se repite frecuentemente que las
plagas no tocaban a los israelitas (Ex 8:22-23; 9:4, 6, 26; 10:23; 11:6-7). Filón (VitMos
1.26) insiste en que

..ni uno solo [de las plagas] tocó a los hebreos, aunque moraban en las mismas
ciudades y aldeas , y aun casas, que los egipcios...Y lo más extraordinario y casi
increíble es que por el mismísimo evento, ocurriendo en el mismo lugar y a un mismo
tiempo, un pueblo fue destruido y otro pueblo fue preservado. El río se cambió en
sangre, pero no para los hebreos, pues cuando ellos fueron a sacar agua del río, ésa
pasó por otra transformación que la hizo de nuevo potable.

Ranas subieron del agua a la tierra y llenaron los mercados, los establos y las casas,
pero se retiraron ante los hebreos, como si hubieran podido distinguir entre las dos
naciones...Ni piojos ni moscas, ni langostas, que tanto dañaron las plantas, las frutas,
los animales y las personas, nunca dcscendieron sobre los hebreos...Cuando aquella
densa oscuridad descendió sobre los demás, los hebreos vivían en plena luz del día.
Cuando de los egipcios murieron todos los primogénitos, no murió ni uno de los
hebreos...Cualquier observador hubiera pensado que los hebreos estaban presentes
como espectadores de las miserias que las demás naciones sufrían.

Nuevamente el libro de Sabiduría nos ayuda a entender esta perspectiva. “Lo mismo
que fue para sus enemigos un castigo, fue para elllos [Israel] en su apuro un
benefiicio” (11:5-7, cf. 11:13). Para los egipcios el “río enturbiado por una mezcla de
sangre y barro” fue castigo por el sangriento infanticido que habían cometido, pero
Dios dio agua abundante a Israel en el desierto. Comentando a Exodo 9:24 (cf. Ap.
8:7) dice:
lo más extrano era que con el agua, que todo lo apaga, el fuego cobraba una
violencia mayor. El universo, en efecto, combate en favor de los justos. Las llamas
unas veces se amansaban para no consumir a los animales enviados contra los
impíos (16:17-18) ... Destruiste la tierra de un pueblo inicuo. A tu pueblo, por el
contrario, le alimentaste con manjar de ángeles (16:19-20, cf. 22-23)...

Porque la creación, sirviéndote a tí, su Hacedor,


se embravece para castigo de los inicuos
y se amansa en favor de los que en tí confían (16:24).

Ocurre un fenómeno similar con las trompetas y copas del Apocalipsis. A las
langostas de la quinta trompeta “se les ordenó que no dañaran la hierba...sino sólo a
las personas que no llevaran en la frente el sello de Dios” (9:4), y la primera copa tocó
“a toda la gente que tenían la marca de la bestia”(16:2). Eso era de esperarse, tanto
por el paralelo de las trompetas y las copas con el éxodo, y también por la visión de
sellamiento de los fieles contra los vientos de ira (7:1-8). Farrer (1964:114) muestra
también el paralelo con Ezequiel: en la misma secuencia del Apocalipsis, los fieles
son sellados (Ez 9:4,6), brazas ardientes son tiradas del cielo (Ez 10:2; Ap 8:5) y el
sello protege al pueblo de los juicios divinos sobre su ciudad (Ez 9:6).

Es importante distinguir dos vetas de conflicto o calamidades que corren por esta
parte central del Apocalipsis. La primera es la ira justiciera de Dios (6:16-17),
simbolizado especialmente por las trompetas y las copas. Esto va específicamente
contra los impíos, castigando su rebeldía y llamándolos al arrepentimiento. Por otra
parte está la furia del dragón (12:12) y su aliado la bestia (13:6-7) en su embestida
contra los santos, que no aceptan la marca de la bestia y no la adoran. Lógica y
necesariamente, ese odio se dirige contra los que siguen al Cordero en vez de la
bestia.

F) La clave más importante al sentido de las trompetas y las copas es la teología


bíblica y judía de la creación, como indica nuestra anterior cita de Sabiduría 16:24. Ya
la hemos visto también en nuestra exposición de Apocalipsis 4-5, que subraya
doxológicamente la bondad de la creación. En las bellas palabras de Oráculos
Sibilinos:

La noche oscura, el día y el sol, las estrellas y la luna, el mar de peces poblado, la
tierra, los ríos, la boca de las fuentes eternas son creaciones suyas para la vida; y
también las lluvias, que engendran el fruto de la tierra, los árboles y la viña, así como
el olivo (OrSib 4:13-17).

La creación, como revelación divina, es el lenguaje de Dios para manifestar tanto su


gloria (Sal 19:1-6) como su justicia y su juicio (Rm 1:18-19). Así las trompetas y las
copas son la voz de Dios llamando a los impíos al arrepentimiento.

Pero es más. En contraste con nuestra idea moderna de las leyes de la naturaleza,
los hebreos lo concebían como el pacto fiel de Dios con su creación. Después del
diluvio, Dios confirmó su pacto de fidelidad con “todo ser viviente” y con la tierra (Gn
9:9-13; Is 54:9-10, “mi pacto de paz” con la creación). Las “leyes delante de mí” de
Jeremías 31:35-36 son precisamente “”mi pacto con el día y mi pacto con la noche”
(Jer 33:20,25; cf. Sal 74:16; 89:35-37; 148:3-6) y eso está coordinado directamente
con “mi pacto con mi siervo David” (33:21,26; cf. 31:36; Sal 89:36-37).

Pensar en la creación como pacto, en lugar de como leyes naturales, afecta


profundamente la manera de ver los fenómenos cósmicos que llamamos “naturales”.
El pacto trae sus condiciones éticas y espirituales. Dios creó el mundo para Israel (4
Esd 6:55; 2 Bar 14:17-19; TMoi 1:12), y si Israel no guardara la Torá se habría
cancelado el propósito del universo y las condiciones del pacto de la creación.
Entonces Dios reduciría el cosmos a su caos original (Midr.Rab. Ex 47:4; Midr.Ps. 20;
b.Abadoth Zarah 3a). Como el mundo fue creada por la agencia de la Torá (Midr.Rab.
Ex 47.4; Midr.Rab. Lev.35:4; cf. b.Shabbath 88a), la Torá entonces es el “pilar” que
sostiene el universo (Midr.RabNum. 10:1) y la existencia de éste depende de que
Israel cumpla la Torá conforme al pacto (Midr.Ps 6:1; cf b. Pesahim 68b; B.Shabbath
137b; b.Megillah 31b; b.Nedarim 31b-32a; b.Sanhedrim 99b).

Por eso, la creación es el buen don de gracia que Dios nos concede, bajo las
estipulaciones del pacto. Dios no nos debe el buen orden del universo, ni nosotros lo
merecemos. Cuando caemos en desobediencia en vez de agradecerle al Creador su
buena creación (Gn 1), Dios puede comenzar a privarnos poco a poco de las mismas
bendiciones de esa creación. Aun peor, cuando las criaturas comienzan a adorar a la
creación y no al Creador, entonces la creación se convierte en ídolo que Dios
comienza a quitar. Entonces, el aparentemente seguro “hogar” de los “habitantes de
la tierra” (6:10; 8:13) comienza a temblar. Ahora ellos no hallan seguridad ni en tierra,
ni cielo ni mar (Peterson 1988:98). Esos son los juicios que corresponden al mismo
pacto de la creación y en ese sentido debemos entender las trompetas y las copas
del Apocalipsis.

NOTAS:

) Este pasaje del comentario Apocalipsis: Tomo II (Bs.As: Kairós 2003), fue escrito
para ayudar al lector a entender mejor los pasajes chocantes del libro, especialmente
las trompetas y las copas de ira. Cf. Boring (1989:112-119), “Cómo interpretar las
imágenes violentas del Apocalipsis”.
) 1Co 1:23; Gal 5:11. Alberto Camus rechazó el cristianismo porque su “mito central”,
la cruz, era para él la injusticia más grande de la historia humana. Según George
Bernard Shaw, ningún caballero (ningún “gentleman” inglés) podría aprobar lo que
Dios hizo a su hijo. Recientemente, John Dominic Crossan ha calificado la crucifixión
de Cristo por voluntad del Padre como un caso de abuso de niños (“transcendental
child abuse”, The Birth of Christianity 1998, citado en Christian Century 6 de enero,
1999 p.22).
) Interesantemente, esto lo confirman filósofos como Platón, Kant, y en cierto sentido
Sartre. Ver Stam, fEscatología bíblica y misión de la iglesia (Guatemala: Semilla
2000).
) Sólo 9:6, curiosamente, utiliza el futuro (quizá por la alusión indirecta a Os 10:8). Por
otra parte, aunque la sépetima trompeta es futura y en algún sentido literal, no se
podría deducir eso del lenguaje del pasaje, que igual que las demás trompetas viene
en aoristo (del pasado, cuando Juan vio la visión). El uso de los tiempos verbales en
Juan es muy irregular; podría ser precisamente porque Juan quiere alertarnos a no
sacar demasiadas conculsions temporales de su lenguaje.
) Mounce (1998:178) observa con razon que tomar estas fracciones literalmente daría
resultados absurdos.
) Secundariamente, remiten también a la historia de Sodoma. Foulkes (1989:102)
señala además ciertos ecos de las endechas burlescas del AT (ver también Ap 18), y
Ap 8:7 alude al juicio contra Gog, Ez 38:22.
) Beale (1999:465-467; 483-6): argumenta tenazmente que el propósito principal de
las trompetas no es el arrpentimiento sino el castigo; al otro extremo, Bauckham
(1993A:238-281 “La conversión de las naciones”) afirma que las trompetas buscan y
logran el arrepentimiento de las naciones. Según Mounce (1998:176), la finalidad es
más un llamado al arrepentimiento que el castigo. También Wilcock (1976:95) y la
mayoría de comentaristas reconocen aquí un llamado divino al arrepentimiento. Cf.
Alegría (1995:231).
) Kiddle (1940:150) y otros señalan el paralelo con Rom 1:18-32: ante la rebeldía
creciente de los pecadores, Dios les entrega cada vez más a las consecuencias de su
propia impiedad.
) Sobre este tema la exposición de Beale (1999:483-486; 402-404) es especialmente
valiosa.
) Todas las citas rabínicas de este párrafo son de Beale (1999:483).
) A veces esto se describe como un des-hacer de la creación en orden inverso del
original. Esta de-creación a su vez prepara el camino para la nueva creación, bajo un
nuevo pacto (Contreras 1990:191; Ellul 1977:74; Beale 1999:486).

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