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Augusto B. Leguía fue el capitalista por excelencia de comienzos del siglo XX, un hombre que
alcanzó su alta investidura por sus propios méritos y esfuerzo. Su genio empresarial lo llevó a
los círculos de negocios de la élite. Provenía de una familia de clase media modesta, pero con
buenas conexiones en la costa norte. Educado en una escuela comercial británica en Valparaíso,
Chile, Leguía dejó su primera huella en el mundo empresarial como agente y administrador de
la New York Life Insurance Company. A partir de esta temprana conexión con los intereses
económicos británicos y estadounidenses, adquirió una duradera fe en lo que un historiador
llamó «el efecto de demostración extranjero»
SU PRIMER GOBIERNO
Respaldado por el crédito a gran escala de fuentes británicas y estadounidenses. Su
primer gobierno terminó mal, con un partido civilista profundamente dividido.
Posteriormente rompió con el partido y fue obligado por Pardo a exiliarse en Londres y
Nueva York, donde renovó sus vínculos empresariales y financieros con miras a la
reconstrucción de la golpeada economía peruana de la posguerra. Percibiendo el vacío
político de la República Aristocrática luego de la guerra, así como las posibilidades
presentadas por el descontento social que amenazaba con Capítulo IX El desafío
populista, 1919-1945 300 Peter Klarén derribar dicho orden, Leguía retornó al Perú a
comienzos de 1919 para convertirse en un candidato independiente a la presidencia.
Su contendor civilista era el viejo hacendado Ramón Aspíllaga Barreda, cuyos orígenes
conservadores y aristocráticos resultaban muy poco atractivos para un público que
exigía cambios.
Leguía prometía a las clases populares peruanas, agotadas por la inflación, una era de
prosperidad y crecimiento económico sostenido.
Con la base de poder tradicional del civilismo golpeada y aislada, Leguía tomó medidas
durante su primer gobierno para arraigar su régimen en un grupo social de contrapeso,
la nueva clase media. Tal vez la mejor medida de este desplazamiento político fue la
expansión de la burocracia estatal, que se multiplicó cinco veces durante el Oncenio de
Leguía. De este modo, el número de funcionarios públicos subió de apenas 898 en 1920
a 5.313 en 1931, lo que provocó que un opositor del régimen, el respetado Víctor Andrés
Belaunde, tildara a su gobierno en forma nada inexacta de «cesarismo burocrático».
La expansión e incorporación de las clases medias urbanas no habría sido posible, claro
está, sin el reinicio del crecimiento económico luego de las dislocaciones causadas por
la Primera Guerra Mundial. Para alcanzar este objetivo, Leguía buscó enérgicamente
atraer inversiones y préstamos extranjeros, sobre todo de los Estados Unidos, cuyo
comercio e inversiones en América del Sur se incrementaron enormemente, como ya se
señaló, después de la apertura del canal de Panamá en 1913. Este crecimiento se
produjo a expensas de los intereses británicos y europeos, que fueron eclipsados
rápidamente por los de los Estados Unidos. De este modo, la participación
norteamericana en las inversiones directas hechas en el Perú, que según Stallings (1987:
247) constituían el diez por ciento en 1900, subió a cuarenta por ciento en 1914, sesenta
y nueve por ciento en 1919, y un pico máximo de setenta y cuatro por ciento en 1924.
La parte estadounidense de las importaciones y exportaciones peruanas mostró un
crecimiento similar, alcanzando en 1919 los niveles máximos de sesenta y dos y cuarenta
y seis por ciento, respectivamente
Aunque Leguía proponía la idea de una modernización a través del capital y las
empresas estadounidenses, no está del todo claro qué significado tuvo esto en función
del desarrollo nacional. Los historiadores Thorp y Bertram sostienen, al igual que
Drake, que su intención era simplemente tomar préstamos en el exterior y efectuar
concesiones favorables al capital extranjero para así estimular el crecimiento, financiar
la expansión de la burocracia y abrir oportunidades para la concusión y corrupción de
la nueva élite plutocrática favorecida y respaldada por su régimen.
Elevadas tasas de inmigración a Lima desde las provincias y del surgimiento de la clase
media durante el Oncenio
Lima se transformó durante el Oncenio en una ciudad hermosa y moderna, una de las
más impresionantes en toda América del Sur, con amplios bulevares, espaciosos
parques y elegantes tiendas y hoteles. Se convirtió en una galería de exhibición, no
sólo para celebrar el centenario de la independencia, sino para atraer a los
inversionistas y empresarios extranjeros con los cuales contaba el gobierno para el
crecimiento económico
Las elevadas tasas de inmigración a Lima desde las provincias y del surgimiento de la
clase media durante el Oncenio, que implicaron un incremento perceptible en las
cuentas de ahorros pequeñas de la banca local
Si bien el número de empresas manufactureras cayó durante la década de 1920 en
comparación con la de 1895-1908, ello quedó compensado por el surgimiento de otras
altamente capitalizadas en el sector construcción (carreteras, puertos, ferrocarriles,
instalaciones sanitarias, de irrigación y refrigeración, entre otros), en las cuales los
grupos domésticos participaban juntamente con el capital extranjero.
Por último, según esta postura, las políticas arancelarias y crediticias fueron favorables
para los fabricantes locales durante la segunda mitad del Oncenio. Estas dos
interpretaciones de la política económica seguidas
En 1921, Leguía inició negociaciones con varios bancos de Nueva York para obtener su
primer gran préstamo extranjero de $15 millones.
Los términos eventuales del mismo, hechos por Guarantee Trust, muestran el fuerte
grado de sumisión de Leguía ante los intereses extranjeros, y los estadounidenses en
particular.
Después de investigar aún más la situación financiera del Perú, Guarantee Trust efectuó
una serie de demandas adicionales, entre ellas la creación de un banco central y una
opción exclusiva sobre todo préstamo futuro respaldado con la renta de las aduanas. En
este momento Leguía se resistió a entregar el control total de las finanzas peruanas a
un banco extranjero, pero sí creó el Banco Central de Reserva
Leguía proclamó una política de «indigenismo oficial». Por ejemplo, creó una Oficina
de Asuntos Indígenas en 1920, dirigida por el distinguido sociólogo Castro Pozo.
En junio de 1920, los emigrantes de la sierra formaron en Lima el Comité Central Pro-
Derecho Indígena «Tahuantinsuyo»
El Banco Central de Reserva, la primera institución de su tipo en América del Sur, fue
creado en 1922 y tuvo como modelo el Sistema de Reserva Federal de los EE. UU
Además de hacer la administración pública más eficiente, Leguía buscó modernizar y
ordenar Lima, que desde comienzos de siglo se había convertido en una próspera
ciudad comercial, burocrática e industrial.
En 1920 el gobierno aprobó una ley, conocida como la ley de conscripción vial, que
requería que todo varón entre los dieciocho y los sesenta años de edad trabajara entre
seis y doce días al año en el sistema nacional de carreteras. Gracias a ésta y otras
medidas, el número de kilómetros de caminos construidos durante el Oncenio casi se
duplicó, de 10.643 en 1926 a 19.465 en 1930.
Al mismo tiempo, la inmensa aceptación de Alianza por parte del público limeño en la
década de 1920 se produjo en el contexto de la adopción de la marinera afroperuana
como baile nacional.
En 1929 Trata de volver a reelegirse, pero una serie de protestas lo sacan del gobierno
y es encarcelado.
En 1932 (6 de febrero) Leguía enferma y es internado en el hospital de Bellavista,
Callao, donde muere a los 69 años de edad.
Fuente:
© Instituto de Estudios Peruanos
Horacio Urteaga 694, Lima 11
Telf. (511) 332-6194
Fax (511) 332-6173
Email: publicaciones@iep.org.pe
© Peter F. Klarén
ISBN 978-9972-51-095-3
ISSN 1019-4533
Impreso en el Perú
1.ª ed., 2004. 1.ª reimp., 2005. 2.ª reimp., 2008,
3.ª reimp., 2011, 4.ª reimp. (revisada), abril 2012
1000 ejemplares
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2012-04277
Registro del proyecto editorial en la Biblioteca Nacional: Nº
11501131200274
Revisión de texto: Sandy Mansilla y Odín del Pozo
Prohibida la reproducción total o parcial de las características gráficas de
este libro por
cualquier medio sin permiso del Instituto de Estudios Peruanos.