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ESCUELA DE ORACIÓN » Fichas de Oración » 3. Itinerario.

Moradas

4. La prueba del amor

“La tentación más sutil y peligrosa en las personas espirituales es la que se da bajo apariencia de bien: de ese modo el demonio
engaña y oscurece el discernimiento” (San Ignacio de Loyola).

“Yo dije al hombre que guardaba la puerta de la vida: ‘Dame una luz para encontrar mi camino en lo desconocido’. El me respondió:
‘Entra en las tinieblas y pon tu mano en la mano de Dios. Eso será para ti más útil que una luz, más seguro que un camino familiar’.
Entonces me puse en camino y al encontrar la mano de Dios, marché alegre al corazón de la noche” (Minnie Louise Haskins).

“Espera en Dios, y de una u otra manera, El actuará. En su amor al hombre, a través de la esperanza, abrirá una vía que tú ignoras,
para salvar tu alma cautiva” (San Juan Damasceno).

“Para dar significado a la vida hay que fijarse un objetivo mayor que uno mismo” (W. Durant).

“Qué alegría cuando me dijeron: ‘Vamos a la casa del Señor’. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén” (Sal 121,1-
2).

“Al hombre le parece siempre recto su camino pero es Dios quien pesa los corazones” (Proverbios 21,2).

EN CAMINO

. Ven sin nada. Hemos tomado la decisión de iniciar un trato de amistad con el Señor, sabemos que mucho más importante que la
oración es el orante y por eso nos hemos tomado en cuenta, hemos descubierto que dentro de nosotros hay voces contrarias y hemos
luchado por no echarnos atrás ante las dificultades. No es poco, pero “¿está ya todo hecho?” (M 3,1,8). Queda lo más importante:
Dejarnos hacer. “Todo eso que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida
comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo” (Flp 3,7). .

Las pretensiones de los buenos. Nos hemos propuesto llevar un estilo de vida coherente con lo que pensamos y creemos, no
perdemos el tiempo en cosas sin importancia, estamos dispuestos a ayudar a los demás... No es poco, pero “¿está ya todo hecho?”
(M 3,1,8). No está todo hecho ni mucho menos. La oración entraña un dinamismo que le lleva a progresar hasta identificarse con la
libertad y el amor de Dios. Y siempre está el peligro de que se estanque en las primeras etapas. El deseo de tener más y más
experiencias sensibles, de buscar aparecer como buenos ante los demás, de decaer en el ánimo cuando desaparece el fervor, de
compararnos con los demás, nos está indicando pistas por donde caminar. “La objeción más popular que se hace hacia la Iglesia es
que es una institución de poder” (Rovira Belloso). Somos “siervos sin provecho” (M 3,1,8), que “sólo pueden presumir de la
misericordia del Señor” (M 3,1,3).

. El joven rico (Mt 19,16-22). Santa Teresa nos propone tener delante a este joven del que habla el Evangelio. Tenía una vida
modélica entre las manos, esperaba el premio, y cuando el Señor le pidió que dejara todo eso y lo siguiera, le volvió la espalda y se
fue triste. Lo había hecho todo menos lo que le proponía Jesús. “Sólo quien no pide nada a cambio puede llegar a descubrir el tesoro
de una paz sin fondo, si persevera, si se determina a ir por un camino en el que hay que aceptar perderse uno a sí mismo” (Teresa
Berrueta).

. Pablo, camino de Damasco. El que había emprendido por propia iniciativa un viaje para detener en las sinagogas a cuantos
seguidores del Camino se le pusieran por delante, es el que entra en Damasco consciente de su ceguera, guiado por las manos de
otros y conducido hasta Ananías para reencontrar junto a él la capacidad de verlo todo de una manera nueva (cf Hch 9,1-25). Lo de
atrás quedaba olvidado y daba un paso hacia delante (cf Flp 3,12-13). Comenzaba así el camino de la Ley a la Gracia, de lo que yo
realizo con mi esfuerzo a lo que Dios hace en mí, de mis obras a situarme en manos del amor de Dios y dejarme querer por El.

EL CAMINO DE LA CONFIANZA

. Abiertos al Señor. Cuando tomamos conciencia de lo frágil que es nuestro estilo de vida y que “tenemos los enemigos a la puerta”
(M 3,1,2), lo mejor es revivir la experiencia de luz, el respeto y la conciencia amorosa del papel que juega Dios en la vida, y que
expresa el salmista: “¡Dichoso quien teme al Señor!” (Sal 111,1). Solo la confianza ilimitada en el Señor podrá salvarnos de la
inestabilidad e inseguridad permanente.

. Llevar aceite en la alcuza. Este tiempo del orante es como el otoño, tiempo de despojo, pero a la vez de belleza porque el suelo
se viste de miles de hojas llenas del color del fuego. Todo lo vivido hasta ahora, las alegrías, los dolores y las dudas son el humus
de humanidad de donde puedan brotar semillas nuevas. En la noche oímos la llamada a poner un poco de aceite en nuestra lámpara,
un poco de alegría interior para atravesar el invierno. Esperamos en silencio la oportunidad de florecer.
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. Determinada determinación. Nuestro espíritu pragmático y concreto quiere saber enseguida cómo conseguir las cosas, de qué se
trata tal asunto para resolverlo cuanto antes. Queremos aprender a orar por métodos fáciles, asequibles, seguros. La determinada
determinación no va por ahí. No es el empeño de mi voluntad de manera fuerte y enérgica. Consiste en aprender a recibir, a confiar.
Recibirnos de Dios es vivir de balde, dejar que él obre gratuitamente en nosotros y tome la iniciativa más allá de nuestros proyectos
de generosidad. “Siempre oímos cuán buena es la oración, y no se nos declara más de lo que podemos nosotros; y de cosas que obra
el Señor declárase poco” (M 1,2,7).

. Una súplica humilde en la aridez. ¿Cómo liberarnos de egoísmos y espejismos narcisistas en el camino de la oración? ¿Cómo no
estancarnos en lo ya conseguido y “sacar de las sequedades humildad y no inquietud” (M 3,1,9)? ¿Cómo aprender a recuperarnos
de la humillación del fracaso, de las incoherencias que se esconden detrás de nuestro bordado “curriculum vitae”? Lo mejor es que
brote en nosotros una súplica confiada: “Pruébanos, tú, Señor, que sabes las verdades, para que nos conozcamos” (M 3,1,9).

. La ayuda de otros exploradores de la tierra. Así aconsejaba santa Teresa: “Entrad, entrad, en lo interior; pasad adelante de
vuestras obrillas” (M 3,1,6). Y para esto, qué bien vienen las ayudas. Como la de aquella viuda pobre que echó en el cepillo del
templo todo lo que tenía para vivir (cf Mc 12,41-44), o la mujer que hizo pedazos su frasco de perfume y lo derramó en los pies de
Jesús sin reservarse una gota (cf Mc 14,3-11). Ellas, y tantos otros, nos reafirman en la decisión de entregar vida, sin medir ni
calcular.

. Tejiendo redes. En tiempos agitados de búsqueda de seguridad, cuando hoy aquí y mañana allá se oyen los tambores de la guerra,
el orante, desde su apertura al Amor, proclama con su vida que “otro mundo es posible”, y que no hay espiritualidad que no lleve a
una solidaridad. En su apertura al amor, descubre un modo nuevo solidario de pensar lo humano, en el que el otro es parte mía. La
prueba del amor nos desvela lo que somos. No vale un estilo de vivir que nos hace perfectos, pero nos aísla y nos deja sin capacidad
de encuentro y sin espacio para la misericordia hacia los otros. “La belleza, sea en el arte, sea en el ser humano, tiene que estar al
servicio del hombre y del mundo” (Kandinsky).

Momento de oración

* Abre tu vida al Señor

Ora en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si de algo quieres presumir, presume de la misericordia del Señor para
contigo.

* Ilumina tu corazón con la luz de los cuentos:

“Un fiel se aproximó al rabino Moche de Kobryn: ‘¿Cómo debo usar mis días para que Dios quede contento con mis actos?’ ‘Sólo
existe una alternativa: procura vivir con amor’, respondió el rabino. Minutos después, se aproximó otro discípulo e hizo la misma
pregunta. ‘Sólo existe una alternativa: procura vivir con alegría’, le dijo a éste. El primer discípulo se sorprendió: ‘¡Pero el consejo
que usted me dio era diferente!’ ‘Al contrario, dijo el rabino. Fue exactamente igual”.

* Somete tu vida a la prueba del amor:

“Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos
platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para
mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no
tengo amor, de nada me sirve” (1Cor 13,1-3).

* Recuerda la actitud de María:

En vez de decir: “Voy a hacer todo eso que el Señor me pide”, dijo: “Hágase en mí según tu palabra”. Y nació una criatura nueva.
Porque toda persona que escucha puede encontrar a Dios.

Ora:

“Señor de la noche y del vacío, quisiéramos saber hundirnos en tu regazo impalpable confiadamente, con seguridad de niños”
(Luis Espinal).

* Canta:

RESTÁURANOS, SEÑOR JESÚS, RESTÁURANOS EN EL AMOR. QUE TU PERDON Y TU BONDAD NOS DEN LA LUZ,
NOS DEN LA PAZ.

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5. Nacer de nuevo

“Cada vez que salgo con los niños, no puedo creer lo poco que me cundió. Si tenía que hacer cinco cosas, apenas alcancé a terminar
dos... Cuando salgo con los niños, miro las calles de otra manera. Es que a su ritmo se ven flores, pájaros, grúas, y todo tipo de cosas
que, si voy sola y apurada, ni me doy cuenta de que existen” (Testimonio de una madre de familia).

“Hermana, ¿sabe usted por qué Dios elige mujeres como esa que sale en la Biblia y mujeres como nosotras? Porque los ricos, en
cuanto les ocurre algo, se ponen mal, se deprimen, y se vienen abajo. Nosotras, como nos pasan tantas cosas y no nos echamos a
morir y salimos adelante... A lo mejor por eso Dios cuenta con nosotras” (Palabras de Celia, mujer chilena, en un encuentro orante
con la Biblia, comentando la historia de Tamar).

“Está creciendo la tendencia a echar la culpa a los demás de los propios errores y debilidades” (Alberto Iniesta). “No te extrañes de
que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene y adónde
va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3,7-8).

“La santidad no está en tal o cual práctica piadosa; consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en
los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre” (Santa Teresa de Lisieux).

LAS PRUEBAS DE LA VIDA

. Como el oro en el crisol. Todos pasamos por pruebas. En vez de mirarlas como un fastidio, podemos verlas como una oportunidad
para conocernos y dejar espacio a Dios en nuestra vida. Pueden ayudarnos a pasar de la prepotencia al amor. Hay tantas y con tantos
matices como personas. Normalmente tienen que ver con la salud, los dineros, las relaciones con los demás, el gusto o disgusto con
que hacemos las cosas... También Dios entra por medio. No vemos sus huellas en los acontecimientos de la vida, no oímos su voz,
se nos agotan los recursos para relacionarnos con Él, no sentimos la emoción de estar en su presencia... “Son cosillas en que podemos
entender si estamos señores de nosotros mismos” (M 3,2,6). La prueba deja al descubierto la verdad de nuestra vida, evidencia la
precariedad de nuestros esfuerzos ascéticos y nos induce a un cambio de vuelo.

. Hablando con ejemplos.Es lo que hace santa Teresa. Pone delante casos de la vida, como un excelente camino para conocernos.

- Contratiempo económico. “Viene a una persona rica... una falta de ella, mas no es de manera que en lo que le queda le puede
faltar lo necesario para sí y para su casa, y sobrado. Si éste anduviese con tanto desasosiego e inquietud como si no le quedara un
pan que comer, ¿cómo ha de pedirle nuestro Señor que lo deje todo por Él?” (M 3,2,4).

- Afán por tener más y más. “Tiene una persona bien de comer, y aun sobrado; ofrécesele poder adquirir más hacienda: tomarlo,
si se lo dan, enhorabuena, pase; mas procurarlo y, después de tenerlo, procurar más y más, tenga cuan buena intención quisiere, que
no hayan miedo que suban a las moradas más juntas al Rey” (M 3,2,4).

- No podemos caer bien a todos. “Si se les ofrece algo de que los desprecien o quiten un poco de honra... les queda una inquietud
que no se pueden valer, ni acaba de acabarse tan presto. ¡Válgame Dios! ¿No son éstos los que ha tanto que consideran cómo padeció
el Señor y cuán bueno es padecer y aún lo desean? Querrían a todos tan concertados como ellos traen sus vidas, y plega a Dios que
no piensen que la pena que tienen es de la culpa ajena y la hagan en su pensamiento meritoria” (M 3,2,5).

LA VERDAD DEL CORAZON

Las pruebas dejan al descubierto la verdad del corazón. Pero no lo olvidemos, son pruebas, y no es fácil encontrar una buena salida
que nos lleve a la luz. Hay muchas personas que no son capaces de superar la “barrera del sonido”. Han comenzado con entusiasmo,
pero que no han sido capaces de dejarle a Dios las riendas de la vida.

• “Habían de estar señores del mundo” en pruebas no muy grandes, y sin embargo ven cómo les brota “inquietud y apretamiento de
corazón...” (M 3,2,1).

• No aceptan fácilmente los consejos de los demás, “porque, como ha tanto que tratan de virtud, paréceles que pueden enseñar a
otros y que les sobra razón en sentir aquellas cosas” (M 3,2,1).

• Debiera ser la prueba una ocasión para conocerse, pero no es así, porque “canonizan en sus pensamientos estas cosas y así querrían
que otros las canonizasen” (M 3,2,3).

ENSANCHA EL ESPACIO DE TU TIENDA

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. Vidas con futuro. ¿Cómo tener el corazón lo suficientemente grande como para vivir en él la relación con Dios? ¿Cómo asumir
con humildad y confianza los episodios de nuestra vida? ¿Cómo dejar que se entrometa Dios en el tejido de nuestra historia personal?

. El proyecto de Dios es lo primero. “El negocio está en procurar ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios en
todo, no que se haga nuestra voluntad, sino la suya” (M 3,2,6). “Si no estamos dispuestos a entregar nuestra vida, ¿qué hacemos
aquí?” (Sor Nirmala, Superiora de las Misioneras de la Caridad).

. A la espera del Señor. Somos gente que ha recibido el encargo de aguardar, sin saber en qué momento de la noche llegará Aquel
que nos trae un nombre nuevo. Nuestro nombre más auténtico nos viene más allá de nosotros mismos; es Dios mismo quien nos lo
revela y nos lo da a conocer como una buena noticia. “Al vencedor le daré una piedrecita blanca, y grabado en ella un nombre nuevo
que sólo conoce el que lo recibe” (Ap 2,17).

. Limpieza de mente y de corazón. Para poder ver el mundo con los ojos del niño. “No perdáis al niño que fuisteis, agarradlo de
la mano y que os acompañe toda la vida”. “Miremos nuestras faltas y dejemos las ajenas, que es mucho de personas tan concertadas
espantarse de todo; y por ventura de quien nos espantamos, podríamos bien deprender en lo principal” (M 3,2,13).

. La ayuda de los demás. “En gran manera aprovecha tratar con quien ya nos conoce para conocernos, y porque algunas cosas que
nos parecen imposibles, viéndolas en otros tan posibles y con la suavidad que la llevan, anima mucho y parece que con su vuelo nos
atrevemos a volar, como los hijos de las aves cuando se enseñan, que aunque no es de presto dar un gran vuelo, poco a poco imitan
a sus padres” (M 3,2,12).

. Locura de amor. “No está aún el amor para sacar de razón; mas querría yo que la tuviésemos para no nos contentar con esta
manera de servir a Dios, siempre a un paso paso, que nunca acabaremos de andar este camino” (M 3,2,7).

. La solidaridad de quien ha pasado por las pruebas. ¡Dichoso el que ha aprendido en las pruebas los caminos de la sencillez, de
la comprensión, de la bondad!

Momento de oración

* Deja que Dios entre en tu vida. Hazlo con la señal de los cristianos: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

* Recuerda:

“El Bautismo es el más bello y magnífico de los dones de Dios. Lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de
incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay” (San Gregorio Nacianceno).

* Preséntate con la verdad de tu corazón entre las manos:

. Si ves que te falta libertad y humor... humildad. . Si ves que no tienes los ojos limpios... humildad. . Si te encuentras con mil
temores... humildad. . “La humildad es el ungüento de nuestras heridas; porque, si la hay de veras, aunque tarde algún tiempo,
vendrá el cirujano, que es Dios, a sanarnos” (M 3,2,6).

* Ora con el salmo 126:

“Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras
duermen!” . Cuando oras te haces consciente de que Dios está y obra contigo. . Incluso, cuando no trabajas, sigue la actividad
silenciosa de Dios. . Ante la vida nueva que te propone el Señor, puedes decir como María: Aquí estoy. Hazme de nuevo.

* Ora:

Nuestros ojos, Señor, están en Ti suspensos, aguardando el maná de tus palabras vivas. Tú eres la roca fresca del consuelo, mi
cobijo y mi sombra. El seguro más cierto, Tú nos traes tus manos como nubes copiosas, y sacias nuestros pobres corazones
andantes (Arbeloa).

* En cualquier circunstancia de tu vida:

“Recordadme sencillamente, que un amor, un amor me espera” (María del Espíritu Santo, carmelita descalza).

CUANDO CESAN LOS RUIDOS COMIENZA LA CANCIÓN DEL CORAZON


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