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5. Alterna diferentes técnicas de resolución de problemas durante la práctica.
Nunca practiques demasiado tiempo en una sesión aplicando solo una técnica de
resolución de problemas; después de un tiempo, simplemente imitarás lo que hiciste
para el problema anterior. Combina recursos y trabaja en con diferentes tipos de
problemas. Con esto aprenderás la manera y el momento de usar una técnica. (Los
libros generalmente no tienen esta configuración, por lo que necesitarás hacer esto
por tu cuenta). Después de cada tarea y examen, revisa tus errores, asegúrate de
comprender la razón por la cual los cometiste y vuelve a elaborar tus soluciones. Para
estudiar de manera más eficiente, transcribe a mano (sin teclado) un problema de un
lado de la tarjeta didácticas y la solución del otro. (La escritura a mano genera en la
memoria estructuras neurales más sólidas que la escritura con teclado). También
puedes fotografiar la tarjeta si deseas cargarla en una aplicación para estudio en tu
teléfono móvil. Formula preguntas para ti mismo de manera aleatoria en diferentes
tipos de problemas. Otra manera de hacerlo es recorrer tu libro de manera aleatoria,
seleccionar un problema y ver si puedes solucionarlo a la perfección.
6. Tómate descansos. Es normal no poder resolver problemas ni interpretar conceptos
matemáticos o científicos la primera vez que se los encuentra. Por esta razón, estudiar
un poco todos los días es mucho mejor que estudiar mucho en un solo momento.
Cuando te sientas frustrado por un problema matemático o científico, tómate un
descanso para que otra parte de tu mente pueda intervenir y trabajar en segundo
plano.
7. Usa cuestionamientos explicativos y analogías simples. Cuando tengas problemas
con un concepto, piensa ¿Cómo puedo explicar esto para que pueda comprenderlo un
niño de diez años? Usar una analogía resultará útil; por ejemplo, decir que el flujo de
electricidad es como el flujo de agua. No te limites a pensar en tu explicación, dila en
voz alta o escríbela. El esfuerzo adicional de hablar y escribir te permite codificar (es
decir, convertir en estructuras de memoria neurales) en un nivel más profundo lo que
aprendes.
8. Concéntrate. Desactiva por completo los pitidos y las alarmas de tu teléfono y
computadora, y luego activa un temporizador que mida veinticinco minutos.
Concéntrate de manera intencionada durante esos veinticinco minutos e intenta
trabajar con la mayor diligencia posible. Una vez que transcurra el tiempo, date una
recompensa pequeña y divertida. Unas pocas de estas sesiones en un día pueden
ayudarte considerablemente a avanzar en tus estudios. Intenta establecer momentos
y lugares en los cuales estudiar (sin mirar tu computadora o tu teléfono) sea lo que
hagas naturalmente.
9. Cómete tus ranas temprano todos los días. Haz primero la actividad más difícil del
día, cuando tu mente esté despejada.
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10. Establece un contraste en tu cabeza. Imagina el lugar del que provienes y contrasta
esto con el lugar que anhelas alcanzar después de estudiar. Publica una imagen o
palabras en tu espacio de trabajo para tener presente tu anhelo. Dirige la mirada
hacia estas cuando sientas que tu motivación decae. Esta tarea tendrá frutos para ti y
para aquellos a quienes estimas.
Evita estas técnicas; pueden hacerte perder el tiempo, aun cuando puedan engañarte al
hacerte pensar que estás aprendiendo.
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