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Origen histórico

Aproximadamente en el siglo XI culminaba el sistema feudal que se


caracterizaba por la relación entre el señor y el siervo, la cual se
desvanecía paulatinamente abriendo paso al capitalismo donde emergía
la clase dominante de la burguesía apropiada con los medios de
producción de modo que surge la relación entre el proletariado o clase
obrera con la burguesía que poseía el capital. Esta relación era injusta
puesto que no había un interés estatal en regularla, de modo que se
caracterizaba por constantes explotaciones a los obreros a través de
jornadas laborales extenuantes de 16 horas diarias, raquíticos salarios,
riesgos laborales al punto que era común que muchos trabajadores
murieran debido a los frecuentes accidentes laborales en las fábricas, sin
ningún tipo de protección o seguro social. Bajo esas circunstancias
llegamos al siglo XIX con esta problemática en punto de ebullición, y surge
Otto Von Bismark, un político militar prusiano que se destacó por una
exitosa carrera diplomática y militar que lo convierten en el emperador
del imperio prusiano que incluía a Alemania. Concerniente con nuestra
temática, a petición de los trabajadores alemanes afiliados al partido
social demócrata alemán Bismark crea una ley de seguridad social de
carácter obligatorio, la cual es precursora de la seguridad social actual,
cuyo fin era procurar un estado de bienestar para la clase obrera el cual
consistía en otorgarles garantías económicas en caso de que sufriesen
algún accidente laboral.

Sin embargo, el término de “Estado de bienestar” se acuñará hasta el


siglo XX por el economista John Maynard Keynes, luego de la gran
depresión surgida en 1929. En palabras de Uriarte “El concepto del estado de
bienestar es un concepto que propone Keynes en uno de sus escritos. Y surge a partir
de la caída de la bolsa de Wall Street en el año 1929”. (Uriarte, 2019)

Keynes abogaba por un sistema en que el Estado actuase como


benefactor o ente regulador de las actividades económicas, y que tome
parte activa en el desempeño de las mismas, muy al contrario de lo que
enseña el liberalismo o sistema del libre mercado, el cual lo abordaremos
más adelante.

En el periodo de la posguerra se dan importantes avances en materia de


derechos humanos, florecen los partidos socialdemócratas que abogan
por las clases desprotegidas promoviendo un estado de bienestar, el cual
se da a través de un consenso entre sindicatos, partidos políticos,
gobernantes y la empresa privada como principales actores; pero dicho
estado de bienestar ya no se limita a la seguridad social, no solo se
preocupa por la clase obrera, sino por la sociedad en general, cada
gobierno procurara el bienestar social de su población, surgiendo así un
abanico de beneficios para todos los estratos sociales. El columnista
Guillermo López nos brinda la siguiente lista de las políticas públicas que
se implementan en un estado de bienestar: “Derecho a una educación pública
y gratuita, Derecho a un seguro de jubilación, Derecho a la seguridad en el puesto de
trabajo, Derecho a la asistencia médica gratuita y universal, Derecho a la protección por
desempleo, Articulación de una red de servicios sociales que evitaran la exclusión social
e idearan una redistribución ordenada de los recursos que genera el Estado.” (Lopez,
2013)
Los países que adoptan el estado de bienestar suelen ser keynesianos ya
que el Estado invierte buena parte de los impuestos de la población en la
construcción de hospitales, escuelas, universidades, programas de
seguridad social, etc. La mayoría de los países latinoamericanos han
adoptado este sistema, casualmente el Estado de España rige su
economía a través del sistema keynesiano. No todos los países
keynesianos son iguales, podríamos decir que unos son más keynesianos
que otros, con una economía mixta donde el Estado comparte acciones
con la empresa privada en la explotación de un recurso o la prestación de
un servicio a la población. Esto se debe a que el Estado no siempre tiene
la capacidad para invertir todo el capital que se requiere para hacer
funcionar ciertas empresas con el fin de prestar un servicio de calidad, de
modo que se asocia con empresarios privados para poder brindar el
servicio; ejemplo de esto lo vemos con PEMEX en México, Dissnorte-
Dissur en Nicaragua, etc. Dejamos el link donde se expone como Noruega
ha tenido éxito en la aplicación de este estado de bienestar:
https://www.youtube.com/watch?v=_5gVt9-Ni3I

Por lo tanto, podríamos definir el estado de bienestar como la intervención


estatal en la economía del país, con el objetivo de realizar una justa
distribución de las riquezas acortando así la brecha de las desigualdades
sociales en la población a través del acceso gratuito de todos a la
seguridad social, servicios básicos, salud y educación gratuita y de
calidad, etc.

Contrario a esto vemos el liberalismo cuyo postulado es que la mejor


manera de gobernar no es distribuyendo las riquezas como si de un pastel
se tratase donde le damos un pedazo a cada quien, sino mediante la
creación de riquezas a través de la liberación del mercado, en donde no
haya otras reglas más que la de la oferta y la demanda y la de la libre
competencia. El padre del liberalismo y de la economía es el escoces Adam
Smith (1727-1790), catapultándose a la fama con su obra magna “la
riqueza de las naciones”, escrita en 1776, la cual puede descargarse en
el siguiente link: http://pdfhumanidades.com/sites/default/files/apuntes/194-
Smith%2C%20Adam%20-
%20La%20riqueza%20de%20las%20naciones%20%28Alianza%29%20818%20pag%20IMPRIMIR%2
0EN%20AHORRO.pdf

El liberalismo suele ser mal interpretado por muchos anticapitalistas


asociándolo al neoliberalismo, sin embargo no es una acusación justa sino
que se trata de una falsa equivalencia porque el neoliberalismo predica el
libre mercado, pero en la práctica no lo vemos ya que el Estado interviene
en favor de una elite empresarial degenerando en un trato injusto y
desigual en el que a los empresarios afines al poder se les condonan
impuestos, se les brinda proteccionismo, se les otorgan preferencias en
las licitaciones públicas convocadas por el Estado, etc., afectando así la
libre competencia que debería primar en una economía de libre mercado.
Por lo tanto, el monopolio, el proteccionismo, la competencia desleal
solapada, o la corrupción no son propias del liberalismo sino del
neoliberalismo que viene a ser una distorsión del primero, diferencia que
haremos bien en demarcarla.

Por otro lado, también tenemos a los capitalistas que interpretan el


liberalismo como una selva económica donde sobrevive el más fuerte, o
el más apto en términos de un evolucionista social; lo único que importa
es ganar más dinero. Invertir y acumular capital de una forma egoísta sin
importar que el resto se muera de hambre o atraviese problemas
económicos, olvidándose del aspecto humanista, de virtudes loables como
el amor por el prójimo, la empatía y la solidaridad, etc. Así que, los
capitalistas también distorsionan la doctrina de Adam Smith porque él era
un filósofo moral que antes de publicar la riqueza de las naciones había
escrito sobre la capacidad que tiene el ser humano de compartir con el
necesitado, tener empatía por el prójimo, y servir a la colectividad. Este
aspecto humanista no debe desligarse del libre mercado.

Sobre esta distorsión que sufre Smith por parte de los capitalistas, el
siguiente comentario de Chomsky es muy ilustrativo al confirmar lo que
venimos diciendo: “los principios fundamentales de Adam Smith y de otros liberales
clásicos eran estos: la gente debe ser libre, no debe estar bajo el control de instituciones
autoritarias, no debe estar sujeto a cosas como la división del trabajo, que destruye a
las personas… en condiciones de libertad perfecta, los mercados llevarían a una igualdad
perfecta, esa era la razón por la que Smith estaba a favor de los mercados.” (Chomsky,
2002)

El sistema del libre mercado ha funcionado en varios países tales como la


Inglaterra democrática después de la revolución gloriosa de 1688 lo que
permitió que ese país fuese la cuna de la revolución industrial, los Estados
Unidos como cuna del liberalismo, etc. En el libro titulado “Porque
fracasan los países” publicado por editorial Critica en el año 2012, y
escrito por James Robinson y Daron Acemoglu nos proporciona un listado
de los países que se han enriquecido con el modelo liberal.

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