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Estudio

del libro de
Gálatas

AUTOR:
PhD. ALEJANDRO TORRES.

Derechos de Autor N. 009484


ISBN 9978-95-090-7

1
PREFACIO
Todo aquel que lea cuidadosamente el libro de Gálatas, puede percibir, que la desobediencia a la
Santa ley de Dios constituye una maldición, “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las
cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”, (Gálatas 3:10).

El tema del libro e Gálatas no trata de demostrar que la ley de Dios (los diez mandamientos) ha sido
abolida y que ahora no está en vigencia, No; el tema de la Epístola de los Gálatas es la demostración
de cómo debe ser guardada o cumplidos los diez mandamientos.

La Biblia dice: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo la maldición”. “Y que
por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque el justo por la fe vivirá.” (Gálatas
3:10,11). Depender de las obras de la ley significa ejercitar la justicia propia, tratar de cumplir la ley
en ausencia del Espíritu de Cristo. En el libro de Romanos leemos: “Por cuanto los designios de la
carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios ni tampoco pueden” (Gálatas
8:7). Los gálatas comenzaron a depender de las obras de la ley, buscaban la justicia en la ley, en vez
de ir a Cristo por medio de la fe para ahí encontrarla. El apóstol Pablo declara: “Pero también digo:
Entre tanto que el heredero era niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que
está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el Padre. Así también nosotros,
cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones, el
Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

“Porque lo que era imposible para la ley, por Cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo
en semejanza de carne de pecado, condenó el pecado en la carne; para que la justicia de la ley se
cumpliere en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu." (Gálatas
4:1-6; Romanos 8:3,4)

En la actualidad existen algunas denominaciones que piensan que la ley de Dios esta abolida, que ha
sido dada solo para los judíos, o que los mandamientos de Dios han sido reemplazados por otros,
para los tales, el libro de Gálatas es un testimonio claro de que los mandamientos de Dios están en
vigencia. Negar la ley de Dios, modificarla, o cambiarla, significa pretender la salvación por obras, o
ejercitar la justicia propia, como hicieron los Gálatas cuando se extraviaron de la verdad. El
cumplimiento de la ley de Dios es la justicia, pero la justicia no está en la ley sino en Cristo Jesús
nuestro único Salvador.

El autor

2
Contenido
PREFACIO ................................................................................................................................................ 2

CAPÍTULO 1 ............................................................................................................................................. 4

Salutación............................................................................................................................................ 4

CAPÍTULO 2 ...........................................................................................................................................16

El ministerio de Pablo .......................................................................................................................16

CAPÍTULO 3 ...........................................................................................................................................25

El Espíritu se recibe por la Fe ............................................................................................................25

CAPÍTULO 4 ...........................................................................................................................................44

El propósito de la Ley........................................................................................................................44

CAPÍTULO 5 ...........................................................................................................................................57

Estad firmes en la libertad ................................................................................................................57

CAPÍTULO 6 ...........................................................................................................................................66

Las obras de la carne y el fruto del Espíritu ......................................................................................66

CLAVE DE ABREVIATURAS .....................................................................................................................75

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CAPÍTULO 1
Salutación

Versículo 1 y 2: "Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y por Dios el
Padre que lo resucitó de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de
Galacia".

En el libro de romanos leemos: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el
evangelio de Dios. Que él había prometido antes por sus profetas en las santas
Escrituras…” (Romanos 1:1,2). El libro de los Hechos nos dice: "Pero levántate, y ponte sobre tus
pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has
visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes
ahora te envío, para que abras tus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia
entre los santificados" (Hebreos 26: 16-18). "Al ponderar estas cosas en su corazón Pablo entendió
más y más claro el significado de su llamado, 'a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios... Su
llamado había venido no de hombres ni por "hombres, sino por Jesucristo y por Dios el Padre.

La grandeza del trabajo puesto delante de él, le dirigió a estudiar mucho las Sagradas Escrituras, para
poder predicar el evangelio, 'no con la sabiduría de palabras, para que se haga vana la cruz de
Cristo', 'sino con demostración del Espíritu de poder', para la fe de quienes oyen 'no este fundada en
la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios'. (1 Corintios 1:17; 2:4,5). Como Pablo estudio
las escrituras, aprendió que a través de las edades que 'no muchos hombres sabios según la carne,
no muchos poderosos, y nobles son llamados. Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar al sabio, y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo
y lo menospreciado, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nada se jacte en su
presencia" (1Corintios 1:26-29), (HAP, pág. 104).

Hablando de la resurrección de Cristo el apóstol Pedro declara: " Varones hermanos, se os puede
decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros
hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de
su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, viéndolo

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antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio
corrupción. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos" (Hechos 2:29 -32).

"Era usual para Pablo incluir los nombres de sus hermanos, en las salutaciones de sus epístolas. En 1
Corintios 1: 1, él menciona a Sóstenes, en Filipenses a Timoteo. En vista de la posibilidad que existe
de que esta epístola y la dirigida a los Romanos, fueron escritas en el mismo tiempo, desde
Corinto, aquellos hermanos mencionados en Romanos 16:21-23, pueden ser los referidos en esta
carta" (6BC, pág., 937).

"Galacia era una provincia en Asia Menor, llamada así por el hecho de que fue habitada por los Galos
- gente que vino de un país ahora llamado Francia. - Ellos se asentaron en el territorio el cual tomo
su nombre (Galos - Galacia), en el siglo tercero antes de Cristo. Fueron por supuesto paganos,
siendo su religión bastante similar a la de los Druids (Druidas) de Inglaterra. Pablo fue uno de los
primeros que les predicó el Cristianismo como leemos en Hechos 16:6; 18:23, El país de Galacia
también incluía Iconium, Lystra y Derbe, los cuales fueron visitados por Pablo con Bernabé en su
primer viaje misionero." (Hechos 14). (EJ. Wagoner. Glad Tidings, pág. 4).

Versículo 3: “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo”.

“El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, (Génesis 3:15), cuando
después de la caída se dio la promesa divina de que la cimiente de la mujer herirá a la serpiente en la
cabeza. Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios
para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les prometía la vida eterna si eran
fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas la esperanza de la salvación.

“Este mismo pacto le fue renovado a Abraham en la promesa: ‘En tu simiente serán benditas todas
las gentes de la tierra’ (Génesis 22: 18). Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo para
obtener el perdón de los pecados. Fue esta la fe que se contó como justicia” (PP, págs. 386, 387).
Con este antecedente podemos decir que cuando Pablo expresa: “Gracia y paz sea a vosotros”, se
refiere al deseo de que los Gálatas obtengan la justicia de Cristo, y no sus propias obras, para lograr
la salvación. “El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le
apareció y le dijo: ‘Yo soy el Dios Todopoderoso, anda delante de mí, y se perfecto’. El testimonio de
Dios respecto a su siervo fiel fue: ‘Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos,

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mis estatutos y mis leyes’, y el Señor declaró: Estableceré mi pacto entre mí y ti. Y tu simiente
después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente
después de ti´” (Génesis 17.1, 7; 26:5), (PP, pág. 387). David nos asegura la estrecha relación que
existe entre la justicia de Cristo, o la obediencia a la ley de Dios y la paz en el hombre renovado:
“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no ay para ellos tropiezo” (Salmos 119: 165).

Versículo 4 y 5: “El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para liberarnos del presente siglo
malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los
siglos. Amen”.

En la epístola a los Filipenses leemos: "Haya, pues, en vosotros este mismo sentir que hubo también
en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimo el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humillo a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8). “El tema de esta epístola es salvación por medio de
Jesucristo. Los Gálatas se habían desviado de la verdad espiritual y habían aceptado la enseñanza
falsa de la salvación por obras. La aceptación de esta doctrina no Bíblica, prácticamente les había
guiado a ignorar la muerte redentora de Cristo. En darse a sí mismo para librarnos del castigo del
pecado, Jesús no solamente se ofreció a sí mismo como sacrificio para el hombre, para sufrir la
muerte en su favor, sino que se unió a si mismo con la familia humana e identifico sus intereses
como el Suyo” (6BC, pág. 937). El profeta Isaías declara: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados” (Isaías 53:5). “Para librarnos del presente siglo malo”; el libro de Romanos nos enseña la
siguiente verdad: “! Miserable de mí¡¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a
Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la
carne a la ley del pecado. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la
ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y
a causa del pecado, condenó el pecado en la carne; para que la justicia de la ley se

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cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu"
(Romanos 7:24,25; 8:1-4).

Pablo les había enseñado a los Gálatas las verdades relacionadas tanto con la justicia imputada de
Cristo Jesús como con la justicia impartida o santificación; pero ellos habían regresado a las obras de
la ley como el medio para obtener la salvación, por esta razón vuelve a presentar la gran verdad de
Jesús que, a través de su sacrificio expiatorio ha proveído un camino de escape para todos los que le
aceptan. Todo esto se realizó de acuerdo a la voluntad de nuestro Dios y Padre, por lo cual Isaías
declara: "Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya
puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová
será en su mano prosperada"; y el rey David exclama: "Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios
mío, mucho te has engrandecido, te has vestido de gloria y de magnificencia...Sea la gloria de Jehová
para siempre; alégrese Jehová en sus obras. Amén” (Isaías 53:10), (Salmos 104: 1,31).

Versículo 6: "Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia
de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os
perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo".

"En casi cada iglesia habían ciertos miembros quienes eran judíos por nacimiento. En estos
convertidos, los maestros Judíos encontraron un acceso listo, y a través de ellos pusieron pie en las
iglesias. Era imposible, por medio de argumentos escriturales, negar las doctrinas enseñadas por
Pablo; entonces recurrieron a las más inescrupulosas medidas para contrarrestar su influencia y
debilitar su autoridad. Habían declarado que Pablo no había sido discípulo de Jesús, y no había
recibido la comisión de Él; no obstante había presumido enseñar doctrinas directamente opuestas a
aquellas sostenidas por Pedro, Santiago y otros discípulos. Entonces los emisarios del Judaísmo
triunfaron en alejar a muchos de los cristianos convertidos de su maestro en el evangelio. Habiendo
ganado en este punto, les indujeron a retornar a la observancia de la ley ceremonial como
esencial para la salvación. La fe en Cristo, y la obediencia a la ley de los diez mandamientos, fue
conceptuada como de menor importancia. División, herejía y sensualismo estaban rápidamente
ganando terreno entre los creyentes de Galacia.

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“El espíritu de Pablo fue sacudido, cuando vio como los demonios amenazaban rápidamente,
destruir las iglesias. Inmediatamente escribió a los Gálatas, exponiendo sus falsas teorías, y con
severidad reprendió a aquellos quienes habían departido de la fe” (LP, 188, 189) (6BC, pág. 1108).

Pablo decía: “no que haya otro evangelio”, porque “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros
los edificadores, la cual h avenido a ser cabeza del ángulo. Y en ninguno otro hay salvación, porque
no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en el que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11,
12). El evangelio enseñado por los profetas, durante la dispensación Judía era el mismo evangelio
que Pablo había enseñado a los Gálatas; sin embargo, había muchos maestros judaizantes, que
perturbaban a los convertidos y pervertían al evangelio de Cristo enseñando la salvación por las
obras.

Versículo 8: “Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del
que os hemos anunciado, sea anatema”.

En el libro de Judas leemos: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su
propia morada…” (Judas 6). El apóstol Juan declara: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente
antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus
ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12:9).

En la epístola a los Corintios se anota: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que
se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como
ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia;
cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15).

Con estas verdades Bíblicas en la mano, podemos decir, que cuando Pablo dice: “O un ángel de cielo
os anunciare otro evangelio diferente”, se refiere a los ángeles caídos: “hubo una gran batalla en el
cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no
prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo” (Apocalipsis 12::7, 8). Esta es la razón para
que el apóstol Juan también declare: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si
son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).

En el evangelio de Juan leemos: “Jesús les respondió y dijo: mi doctrina no es mía, sino de aquel que
me envió” (Juan 7:16) Y el apóstol Palo declaró que si predicara él otro evangelio que el que había
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recibido sería anatema; por lo tanto nadie puede formular doctrinas a su voluntad y predicarlas
como requerimientos necesarios para la salvación, ahora más que nunca la declaración de Pablo,
debe ser el lema del cristiano genuino. “Ahora necesitamos hablar la verdad con santa claridad. El
testimonio dado a la iglesia primitiva, por el mensajero de Dios, su pueblo debe discernir en este
tiempo…El hombre que hace de los milagros la prueba de su fe, hallará que Satanás puede, a través
de efectivos engaños, efectuar maravillas, que aparecerán ser milagros verdaderos. Fue esto lo que
esperó para hacer una prueba de decisión con los Israelitas al tiempo de su liberación de Egipto”
(Manuscritos 43, 1907) (2MS, Pág. 52).

Versículo 9: “Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente
evangelio del que habéis recibido, sea anatema”.

Evidentemente en una visita previa a los Gálatas, Pablo les advirtió sobre la apostasía que vendría,
después de su partida. En el libro de Hechos, con relación a la Iglesia de Éfeso dice: “Porque yo sé
que después de mi partida entraran en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonaran al
rebaño. Y de vosotros mismos se levantaran hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras
sí a los discípulos” (Hechos 20:29, 30).

En esta epístola a los Gálatas, leemos: “Pablo, apóstol no de hombres ni por hombres, sino por
Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucito de los muertos”, “si alguno os predicare diferente
evangelio del que habéis recibido, sea anatema”. El apóstol vuelve hacer esta terrible advertencia.

Versículo 10: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues su todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”.

La Biblia dice: "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la
Escritura dice en vano: El espíritu que él ha hecho morar en vosotros nos anhela celosamente?"
(Santiago 4:4,5). "Cristo no aceptará nada que no sea, un corazón entero y un cariño completo. La
amistad con el mundo es enemistad contra Dios. Cuando se desea vivir para esquivar el reproche,
están buscando una posición sobre el sufrido Señor; y mientras están sumergidos en esto, están
separándose de su Padre en el cielo, cambiando su amor, por aquello que no tiene valor...De seguro
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no necesitamos esperar escapar de las pruebas y la persecución siguiéndole a nuestro Salvador;
porque este es el salario de aquellos que le siguen. Plenamente declara que sufriremos persecución.
Nuestros intereses terrenales deben estar, subordinados a lo eterno. Escuchen las Palabras de
Cristo: Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos
seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o
hermanos o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,
que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y
tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna'. Intereses eternos están aquí en
juego" (2 T, pág. 495,496).

Versículo 11 - 16: "Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según
hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
Porque ya habéis oído a cerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía
sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis
contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. Pero
cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia,
revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con
carne y sangre".

Estos versículos son una clara alusión a los principales eventos relacionados con su conversión al
Cristianismo. En el libro de Hechos de los Apóstoles, leemos: "Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso
de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la
ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. Y Saulo asolaba la iglesia, y
entrando casa por casa, arrastraba a hombres y mujeres, y los entregaba en la cárcel...Perseguía yo
este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; como el
sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para
los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén, también a los que estuviesen allí, para
que fuesen castigados. Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía,
de repente me rodeó mucha luz del cielo; y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por
qué me persigues? Yo entones respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a
quien tú persigues. Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no

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entendieron la voz del que hablaba conmigo. Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate,
y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. Y como yo no veía a causa de
la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco. Entonces uno
llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio entre los judíos que allí
moraban, vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma
hora recobré la vista y lo miré. Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas
su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres,
de lo que has visto y oído. Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me
sobrevino un éxtasis. Y vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no
recibirán tu testimonio acerca de mí…Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles”
(Hechos 22:3, 4, 5, 6-21).

Pablo fue apartado para el evangelio d Dios, desde el vientre de su madre, como lo fueron Isaías,
Jeremías y Juan el Bautista, pero su llamamiento al ministerio, no fue sino cuando era adulto. En el
libro del profeta Isaías leemos: “Oídme, costas, y escuchad pueblos lejanos. Jehová me llamó desde
el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria” (Isaías 49:1).

Con relación al profeta Jeremías, la Biblia dice: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes
que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). Y en cuanto a Juan el
Bautista, San Lucas anota: “Muchos se regocijaran de su nacimiento; porque será grande delante de
Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de si madre” (Lucas
1:14, 15). El apóstol dice: “Y me llamó por su gracia revelar a su Hijo en mí. En la epístola los
Colosenses declara: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que
falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, según la
administración de Dios que me fue dada para vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra
de Dios, el ministerio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido
manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este
misterio entre los gentiles; que es Cristo en mí la esperanza de gloria” (Colosenses 1:24-27).

Con relación a los gentiles, que ignoréis acerca de los dones espirituales. “Sabéis que cuando erais
gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos” (1Corintios 12.1, 2). En
la epístola a los Efesios leemos: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en
cuanto a la carne, erais llamados incircuncisos por la llamada circuncisión hecha a mano en la carne.

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En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel, y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo“(Efesios 2: 11, 12). En la carta a los Romanos anota:
“Porque no quiero hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a
vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo” (Romanos 11: 25, 26).

Lugo Pablo añade que su designación como apóstol fue por Jesucristo y por Dios el Padre, “no
consulto en seguida con sangre y carne”, pues, el profeta David dice: “Me apresurare y no me
tardare en guardar tus mandamientos” (Salmos 119:60).

Versículos 17 y 18: “Ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui Arabia,
y volví de nuevo a Damasco. Después pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y
permanecí con él quince días”.

Pablo había sido hecho ministro, según la administración de Dios, aunque se consideraba “el más
pequeño de los apóstoles”, no era necesario consultar con carne y sangre, ni tampoco era necesario
subir a Jerusalén a los apóstoles que eran antes de él. No se conoce a que región del Asia se fue;
pero es razonable pensar, que el motivo de su retiro fue para prepararse para su ministerio, al
respecto un escrito inspirado anota: “La oposición se tornó tan fiera que no se le permitió a Pablo
continuar sus labores en Damasco. Un mensajero del cielo le ordenó que dejara el lugar por un
tiempo; y fue 'a Arabia' (Gálatas 1:17), donde halló un refugio seguro.

"Allí, en la soledad del desierto, Pablo tenía amplia oportunidad para estudiar Y meditar con quietud.
Repasó serenamente su experiencia pasada, y se arrepintió cabalmente. Buscó a Dios con todo su
corazón, sin descansar hasta saber con certeza que su arrepentimiento fue aceptado y sus pecados
perdonados. Anhelaba tener la seguridad de que Jesús estaría con él en su ministerio futuro. Vació
su alma de los prejuicios y tradiciones que hasta entonces habían amoldado su vida, y recibió
instrucción de la Fuente de la verdad. Jesús se comunicó con él, y lo estableció en la fe
concediéndole una rica medida de sabiduría y gracia" (HAP, pág. 103).

Después de tres años, "prosiguió a Jerusalén, deseando llegar a familiarizarse allí con los apóstoles,
especialmente con Pedro. Estaba muy ansioso de saludar con los pescadores galileos, quienes
habían vivido, orando y conversando con Cristo Jesús en la tierra.

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"Trató de unirse a sus hermanos, los discípulos, pero fue grande su pena y decepción cuando no le
recibieron como uno de ellos. Recordaron sus persecuciones antiguas y sospecharon que actuaba en
parte para engañarlos y destruirlos. Era verdad que habían oído de su preciosa conversión, pero
como se había retirado inmediatamente a Arabia, y no habían oído noticias de él desde ese
entonces, no daban crédito al rumor de su gran cambio. Bernabé, quien libremente había
contribuido con sus medios a sostener la causa de Cristo para aliviar las necesidades del pobre, se
había familiarizado con Pablo cuando él se oponía a los creyentes. Vino ahora directo y renovó esa
familiarización, oyó el testimonio de Pablo en relación a su milagrosa conversión y su experiencia de
aquel tiempo. El creyó completamente y recibió a Pablo, lo tomó por su mano, y le guio a la
presencia de los apóstoles. Relacionó su experiencia con la que había oído - que Jesús había
personalmente aparecido a Pablo en su camino a Damasco; que Él había conversado con el apóstol;
que Pablo había recuperado su vista como respuesta a la oración de Ananías, y que posteriormente
había mantenido en la sinagoga de la ciudad que Jesús era el hijo de Dios.

“Los apóstoles no vacilaron más. No podían resistir a Dios. Pedro y Santiago, quienes en ese tiempo
eran los únicos en Jerusalén, dieron la mano derecha de amistad al que una vez fuera, fiero
perseguidor de su fe; y ahora era tan amado, amado y respetado, porque su temor inicial se había
perdido. Allí los dos grandes caracteres de la nueva fe se encontraron en la tierra; Pablo un Fariseo,
quien desde la ascensión del Señor, se había encontrado con Él cara a cara, y había hablado con Él, y
le había visto también en visión, y la naturaleza de trabajo en el cielo” (LP, 34-36) (6BC, pág. 1058,
1059).

Versículo 19 y 20: “Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, hermano del Señor. En
esto que os escribo, eh aquí delante de Dios que no miento”.

En Tesalonicenses leemos “Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los Tesalonicenses en Dios Padre
y en el Señor Jesús…Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos
avaricia; Dios es testigo; ni buscamos gloria de hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque
podíamos seros carga como apóstoles de Cristo” (1 Tesalonicenses 1:1; 2: 5,6). En Romanos el
apóstol declara: “Saludad a Andrómico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los
cuales son muy estimados ente los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo” (Romanos
16:7). Con estas verdades Bíblicas en la mano, podemos decir: que además de los Doce apóstoles,

13
hubieron otros quienes una vez fueron llamados como apóstoles, pero quienes nunca fueron
considerados como pertenecientes al grupo seleccionado y comisionado por Cristo. Pablo solamente
encontró a Jacobo, hermano del Señor. (Mateo 13:55).

En el libro de Génesis se lee: "Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció
Jehová Y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto". (Génesis 17:1).
Entonces cuando Pablo dice: "Esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento", significa
que Dios es el testigo de su caminar de acuerdo a su Santa Ley, y que aun el acto de dirigirles la carta
era movido por el Espíritu de Dios.

Versículo 21: "Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia".

El libro de "Hechos" en relación con este viaje del apóstol Pablo leemos: "Me aconteció, vuelto a
Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis. Y le vi que me decía: Date prisa, y sal
prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. Yo dije: Señor, ellos
saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; y cuando se
derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su
muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban. Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a
los gentiles". (Hechos 22: 17-21). "Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesárea, y
le enviaron a Tarso". (Hechos 9:30). "En ese tiempo Siria y Cilicia estaban unidas a la administración
de una provincia Romana. Tarso, la tierra de Pablo, estaba en Cilicia. Supuestamente Pablo
emprendió en un ministerio activo, en Tarso y sus poblaciones vecinas. Alrededor de cinco años más
tarde Bernabé fue a Tarso y trajo a Pablo con él a Antioquia (capital de Siria), donde ambos
enseñaron durante un año", (Hechos 11:25,26) (6BC, pág. 942).

Versículo 22 Y 23: "Y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; solamente
oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo
asolaba".

Durante los quince días que Pablo estuvo en Jerusalén, con Pedro, no pudo visitar las iglesias de
Judea, pues, no era conocido de vista, aunque la Biblia dice que entraba y salía de la ciudad, sin
embargo no visitó las comunidades cristianas localizadas fuera de la ciudad. "Solamente oían decir:
14
Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba". (Hechos
26:9,10). "Cuando el apóstol Pablo, a través de la revelación de Cristo, fue convertido de perseguidor
a Cristiano, declaró que era como hijo abortivo. Desde entonces fue Cristo todo en todo para él.
'Para mí el vivir es Cristo', declara. Esta es la más perfecta interpretación en pocas palabras, en toda
las Escrituras, de lo que significa ser cristiano..." (RH Oct. 19, 1897) (7BC, pág. 903). Esta era la fe que
ahora predicaba Pablo y que en otro tiempo la asolaba.

Versículo 24: "Y Glorificaban a Dios en mi".

El evangelio de Mateo declara: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte
no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el
candelero, y alumbra a todos los que están en casa Así alumbre vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:
14-16). En el evangelio de Juan leemos: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no
puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis
en mí. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os
será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”
(Juan 15: 4, 7, 8). Con estas verdades Bíblicas como antecedente podemos decir que Pablo después
de su conversión y durante su ministerio reflejaba la justicia de Cristo en su persona y llevaba mucho
fruto del Espíritu de Dios, por esta razón la gente que le veía y le escuchaba, encontraba razón para
glorificar a Dios en él.

15
CAPÍTULO 2
El ministerio de Pablo
Versículo 1: “Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando
también conmigo a Tito".

Pablo se refiere a los catorce años que habían transcurrido después que se fue "a las regiones de
Siria y Cilicia”. De que esa época la Biblia dice: “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a
los hermanos: si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y
Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña entre ellos, se dispuso que subiese Pablo y
Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y los ancianos, para tratar esta
cuestión” (Hechos 15: 1, 2). En este viaje Pablo dice que llevo también consigo a Tito (2 Corintios
2:13).

Versículo 2: "Pero, subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en
privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico a los gentiles”.

En el libro de Números leemos: "Y Jehová habló a Moisés diciendo: Envía tú hombres que
reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres
enviareis un varón, cada uno príncipe entre ellos” (Números 13: 1, 2). “Frecuentemente Pablo era
recipiente de la iluminación celestial. En varias ocasiones fue dirigido, advertido o animado por Dios”
(Hechos 16:9; 20.23; 23:11; 27: 22-26), (6BC, pág. 944). “Pablo describe la visita la cual hizo a
Jerusalén para solventar algunas preguntas las cuales eran agitadas, en la iglesia de Galacia, una de
ellas decía: si los gentiles deberían someterse a la circuncisión y guardar la ley ceremonial. Esto fue
la única ocasión en la cual él había diferido al juicio de los otros apóstoles como superior al suyo.
Había buscado primero una entrevista privada en la cual expuso la materia en todas sus fases ante
los apóstoles líderes, Pedro, Santiago y Juan". (6BC, pág. 1108).

Versículo 3: "Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a
circuncidarse".

La Biblia dice: "Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y
refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos,
que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la
ley de Moisés. Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto, y después de
mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún
tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y
Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a
nosotros...Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo
que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor
Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos". (Hechos 15:4-11). Por el conocimiento de Pablo y la
confirmación de los apóstoles en Jerusalén, "Ni aún Tito fue obligado a circuncidarse".
16
Versículos 4 Y 5: "Y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban
para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales
ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con
vosotros”.

"Debido a los maestros Judaizantes, empezaron a surgir bandos, quienes urgían a los convertidos al
Cristianismo que observaran la ley ceremonial, en el hecho de la circuncisión. Creían todavía que el
Israel original, eran los exaltados y privilegiados hijos de Abraham, y eran los autorizados para
heredar todas las promesas hechas a él. Sustentaban su posición, la cual estaba en oposición a la de
Pablo, mostrando que el hecho del apóstol de recibir los Gentiles en las iglesias, sin circuncisión,
impedía que más Judíos aceptaran la fe, que los gentiles convertidos...Rehusaban admitir que el
sacrificio de Cristo abarcaba a todo el mundo. Decían que Él era el Salvador de los Hebreos
solamente; por lo tanto sostenían que los gentiles debían recibir la circuncisión antes de ser
admitidos en la iglesia de Cristo” (6BC, pág. 1110, 1111).

Con respecto a la libertad que habla el apóstol, la Biblia dice: "Sacrificio y ofrenda no quisiste; más
me preparaste cuerpo Holocausto y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He
aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad. Como en el rollo del libro está escrito de mí.
Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te
agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios,
para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último". (Hebreos 10:5-9). En el libro
de los Hechos leemos: "Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está
caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al
Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer
todo esto desde tiempos antiguos” (Hechos 15:16-18). 2Cuando los labios de Cristo exhalaron el
fuerte clamor: “Consumado es”, los sacerdotes estaban oficiando en el templo. Era la hora del
sacrificio vespertino. Habían triado para matarlos el cordero que representaba a Cristo…El sacerdote
estaba por matar la victima; pero el cuchillo cayó de su mano enervada y el cordero escapo. El
símbolo había encontrado en la muerte del Hijo de Dios la realidad que prefiguraba. El gran sacrificio
había sido hecho. Estaba abierto el camino que llevaba al santísimo. Había sido preparado para
todos un camino nuevo y viviente. Ya no necesitaría la humanidad pecaminosa y entristecida,
esperar la salida del sumo sacerdote. Desde entonces el Salvador iba a oficiar como sacerdote y
abogado en el cielo de los cielos. Era como si una voz viva hubiese dicho a los adoradores. Ahora
terminan todos los sacrificios y ofrendas por el pecado. El hijo de Dios ha venido conforme a su
palabra: “Heme aquí (en la cabecera del libro está escrito de mí) para que haga, oh Dios, tu
voluntad”. “Por su propia sangre (él entra) una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna
redención” (Hebreos 10:7; 9:12) (DTG, pág. 7004, 705). De esta manera la ley de esclavitud dio paso
a la ley de la libertad; “Porque el Señor es Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay
libertad” (2 Corintios 3:15). 2 estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1).

Luego el apóstol Pablo continua y dice: “A los cuales ni por un momento accedimos a someternos”,
esto es a los Judaizantes, que obligaban a que Tito se circuncidara. Al parecer los apóstoles y la
iglesia rechazaron tal demanda”, y les pareció ben… elegir de entre ellos varones y enviarlos a
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Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones
principales entre los hermanos; y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles, a los ancianos y los
hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud.
Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han
inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos
ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros
amados Bernabé y Pablo...Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros
ninguna carga más que estas Cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de
sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien"
(Hechos 15:22-30).

Versículo 6: "Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada
me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me
comunicaron".

Cuando Pablo dice: "los que tenían reputación de ser algo" se refiere sin duda a los Doce apóstoles,
pues, elfos tenían fama "de ser algo", de ser los discípulos de Cristo Jesús. De ellos dice también el
apóstol, nada nuevo me comunicaron, queriendo decir con esto, que el evangelio predicado por él,
era el mismo que predicaban los Doce, esto es "poder de Dios para la salvación a todo aquel que
cree". Cuando declara: "lo que hayan sido en otro tiempo no me importa...” no es por desprecio a
los Doce, sino para indicar a los Gálatas, que su apostolado tenía también las credenciales divinas.

Versículos 7 Y 8: "Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el
evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión, (pues el que actuó en Pedro para
el apostolado de la circuncisión, actuó también en mi para con los gentiles)”.

La Biblia hablando de Ananías acerca de Pablo nos dice: “El Señor le dijo: Ve, porque instrumentos
escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de Reyes, y de los hijos de
Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hechos 9:15, 16). En
el libro de Gálatas leemos: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí…” (Gálatas 2:209. Con relación al apóstol Pedro leemos: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los
expatriados de la dispersión en el Pontón Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la
presencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y se rociados con la sangre de
Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas” 8 1 Pedro 1:1, 2). Con estas verdades Bíblicas como
antecedente podemos decir que Pablo fue nombrado apóstol para los gentiles y Pedro para los
expatriados de la dispersión, los israelitas, tanto para los de la incircuncisión como para los de la
circuncisión, el Espíritu de Dios estuvo siempre presente.

Versículos 9 y 10: “Y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que
eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señales de

18
compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Solamente nos
pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procure con diligencia hacer”.

“En la obra de Dios, la humanidad no puede generar nada. Ningún hombre puede por su propio
esfuerzo convertirse en un ser portador de luz de Dios. Era el áureo aceite vertido por los
mensajeros celestiales en los tubos de oro, para ser conducido del recipiente de oro a las lámparas
del santuario, lo que producía una luz continua, brillante y resplandeciente. Es el amor de Dios
continuamente transferido al hombre lo que lo capacita para impartir la luz. En el corazón de todos
los están unidos a Dios por la fe, el áureo aceite del amor fluye libremente, para brillar en buenas
obras, en un servicio real y sincero por Dios.

“En la inconmensurable dádiva del Espíritu Santo se hallan contenidos todos los recuerdos del
cielo…si todos tuvieran la voluntad de recibir, todos serian llenados de su Espíritu…

“La religión de Cristo significa más que el perdón del pecado; significa la extirpación de nuestros
pecados y el henchimiento del vacío con las gracias del Espíritu Santo. Significa iluminación divina,
regocijo en Dios. Significa un corazón despojado del yo y henchido con la presencia permanente de
Cristo. Cuando Cristo reina en el alma, hay pureza, libertad de pecado…La belleza y fragancia del
carácter de Cristo, reveladas en la vida, testifican de que Dios ha enviado ciertamente a su hijo al
mundo para ser su Salvador”.

“La revelación de su propia gloria en la forma humana, acercará tanto el cielo a los hombres que la
belleza que adorne el templo interior se verá en toda alma en quien more el Salvador (PVGM, pág.
297, 298).

Versículos 11 - 14: “Pero cuando Pedro vino a Antioquía. Le resistí cara a cara, porque era de
condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero
después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en
su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también
arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la
verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y
no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”.

"Cuando Pedro visitó más tarde a, Antioquía, ganó la confianza de muchos por su prudente conducta
hacia los conversos gentiles, Por un tiempo procedió de acuerdo con la luz procedente del cielo. Se
sobrepuso a su natural prejuicio hasta el punto de sentarse a la mesa con los conversos gentiles,
Pero cuando ciertos judíos celosos de la ley ceremonial vinieron de Jerusalén, Pedro cambió
imprudentemente su actitud hacia los conversos del paganismo. 'Y en su simulación consentían
también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también llevado por la hipocresía de
ellos (Gálatas 2:13). Esta manifestación de debilidad de parte de aquellos que habían sido
respetados y amados dirigentes, hizo la más penosa impresión en la mente de los creyentes gentiles.
La iglesia estaba amenazada por un cisma, pero Pablo, que vio la subversiva influencia del mal hecho
a la iglesia por el doble papel desempeñado por Pedro, le reprendió abiertamente por disimular así
sus verdaderos sentimientos, En presencia de la iglesia le preguntó: 'Si tú, siendo judío, vives como
los gentiles y no como judío, ¿por qué constriñes a los gentiles a judaizar? (Versículo 14).
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"Pedro vio el error en que había caído, y se puso a reparar inmediatamente el mal que había hecho,
hasta donde pudo, Dios, que conoce el fin desde el principio, permitió que Pedro revelara esta
debilidad de carácter, a fin de que el probado apóstol pudiera ver que no había nada en sí mismo
por lo cual pudiera enorgullecerse, Aun los mejores hombres, abandonados a sí mismos, se
equivocan. Dios vio también que en lo venidero algunos se engañarían hasta el punto de atribuir a
Pedro sus presuntos sucesores las exaltadas prerrogativas que pertenecen a Dios solo, Y este
informe de la debilidad del apóstol subsistiría como prueba de que no era infalible ni superior a los
otros apóstoles.

“La misma historia de este apartamiento de los buenos principios permanece como una solemne
amonestación para los hombres que ocupan puestos de confianza en la causa de Dios, para que no
carezcan de integridad, sino que se adhieran firmemente a los principios. Cuanto mayores son las
responsabilidades colocadas sobre el agente humano, y mayores sus oportunidades para mandar y
dirigir, mayor daño hará, con seguridad si no sigue cuidadosamente el camino del Señor y no trabaja
de acuerdo con las decisiones del cuerpo en general de los creyentes en consejo unánime” (HAp,
pág. 163, 164).

Versículos 15 y 16: “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo
que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros
también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de
la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”.

La Biblia dice: “Por cuanto pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). “Todos
se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”
(Romanos 3:12). Con este marco Bíblico como antecedente podemos decir que cuando Pablo dice:
“Nosotros judíos de nacimiento, y no pecadores entre los gentiles”, nos testifica que él y el apóstol
Pedro eran descendientes del patriarca Abraham y se consideraban pecadores no “de entre los
gentiles”. Los dos continua Pablo, sabemos “que el hombre no es justificado por las obras de la ley,
ningún hombre puede ser hecho justo por las obras de la ley, pues, en la Biblia leemos: “No hay
quien haga lo buen, no hay ni siquiera uno”. “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la
gracia” (Romanos 3:12, 23). Nadie por sí mismo ha podido guardar la ley de Dios, sus requerimientos
son grandes, por lo tanto es evidente que nadie puede ser justificado por las obras de la ley, pero es
cierto también que la falta no está 'en la ley, sino en la persona. Pablo declara: la justicia es el
cumplimiento de la ley, pero dicha justicia no podemos encontrarla en la ley, sino en Cristo Jesús.
Mediante la fe podemos hacer nuestra la justicia de Cristo. Cuando el hombre por la fe, tiene a
Cristo en su corazón, entonces la justicia de la ley empezará a brillar en esa persona. En el libro de
Salmos leemos: "El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi
corazón" (Salmos 40:8). Aquel que desprecia la ley, está despreciando la justicia de Cristo, pues, la
Biblia dice: ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley
(Romanos 3:31).

Es por la fe en Cristo Jesús que el hombre puede ser justificado. En el libro de Hebreos leemos:
"Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe" (Hebreos 12:2). El apóstol Juan
testifica también este hecho cuando dice: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
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mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apocalipsis 14:12). Solamente la fe de Cristo trae consigo el
cumplimiento estricto de la ley de Dios, esta es la fe que le hace justo al hombre. Por otra parte Dios
es el que reparte la gracia a cada persona, la Biblia dice: "Digo, pues, por la gracia que me es dada, a
cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino
que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno" (Romanos
12:3).

Esto se cumple en cada alma penitente, de acuerdo al testimonio de Juan cuando declara: "Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda más tenga vida eterna" (Juan 3: 16). Por estas razones Pablo continúa diciendo:
"Por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado". Al respecto un escrito inspirado dice: "Yo
llamaría a todos quienes desearían ganar el cielo, tomar en cuenta la siguiente advertencia: No
disipe su precioso tiempo probatorio, en juntar y coser hojas de higo para cubrir la desnudez como
resultado del pecado. Cuando se mire en el gran espejo moral del Señor, su santa ley, su norma de
carácter, ni por un momento suponga que ella le puede limpiar. No hay propiedades de salvación en
la ley. No puede perdonar al transgresor. El castigo debe ser impuesto. El Señor no salva pecadores
aboliendo su ley, el fundamento de su gobierno en los cielos y la tierra. El castigo ha sido soportado
por el sustituto del pecador. No que Dios es cruel in misericordioso, y Cristo tan misericordioso que
murió en la cruz del calvario para abolir una ley tan arbitraria que debía ser extinguida, crucificada
en medio de dos ladrones. El trono de Dios no debe tener una mancha de crimen, un rastro de
pecado. En los concilios del cielo, antes de que el mundo sea creado, el Padre y el Hijo acordaron
juntos, que si el hombre era probado ser desleal a Dios, Cristo en unidad con el Padre, tomaría el
lugar del transgresor, y sufriría el castigo de la justicia que debía caer sobre él" (MS 145, 1897), (6BC,
pág. 1070).

Versículos 17 Y 18: "Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados
pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. Porque si las cosas que
destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago".

La Biblia hablando de la pureza de Cristo nos dice: "Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un
cordero sin mancha y sin contaminación" (1 Pedro 1:19). En el libro de los Hechos leemos: "El Dios
de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien
vosotros entregasteis negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida" (Hechos 3: 13,
14). Pedro dice: "Pues esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su
boca" (1 Pedro 2:21, 22). En la epístola a los Corintios Pablo declara: "Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él". (2 Corintios
5:21). Cristo es “el rio limpio de agua de vida, resplandeciente como el cristal" (Apocalipsis 22:1).

Con estas verdades Bíblicas en la mano podemos asegurar, que Cristo no es ministro de pecado, no
solamente no pecó, sino que no conoció el pecado. Por esta razón es imposible que de él pueda
venir el pecado. El no imparte pecado. Cuando algún hombre, buscando ser justificado en Cristo,
como Pedro y Pablo, es hallado pecador, en su vida de santificación; no es porque Cristo le ha
impartido el pecado, sino porque las cosas que destruyo, esto es, sus actos hechos de acuerdo a la
carne las mismas vuelve a edificar, entonces transgresor se hace de la ley.
21
Versículo 19: "Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios".

La Biblia dice: "He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es
mía, el alma que pecare esa morirá". Entonces, todo hombre que pecare es muerto por la ley,
porque la paga del pecado es la muerte. Y lo es para la ley porque ésta seguirá existiendo por la
eternidad. Cristo decía: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido
para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni
una jota ni una tilde pasara de la ley, hasta que todo se haya cumplido" (Mateo 5:17, 18). La ley
siempre ha estado está y estará lista para condenar al criminal. Igual cosa sucede para aquel que
vuelve a edificar las cosas que destruyo, la ley volverá a ejecutarle. De manera que el que ha muerto
al pecado y resucita en Cristo, "nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas" (2 Corintios 5:17). Su vivir es para Dios.

Versículo 20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo
que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó así mismo
por mí".

La Biblia dice: ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte con el
bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva...Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido a fin de que no sirvamos más al
pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos
que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no
muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por
todas; más en cuanto Vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6.3-11).

"Todo lo bueno en hombres y mujeres es el fruto del trabajo del Espíritu Santo. El Espíritu nos
enseña a revelar la justicia en nuestras vidas. El más grande trabajo que puede ser hecho en nuestro
mundo es glorificar a Dios viviendo el carácter de Cristo. Dios hará perfectos solamente a aquellos
quienes morirán a sí mismo. Aquellos que están voluntariamente decididos a hacer esto, pueden
decir: 'Ya no vivo yo más Cristo vive en mí"' (Ms 16,1900), (6BC, pág. 1109).

Un escrito inspirado nos dice: "La aceptación de Cristo da valor al ser humano. Su sacrificio imparte
vida y luz a todos los que aceptan a Cristo como su Salvador personal. El amor de Dios mediante
Jesucristo se infunde ampliamente en el corazón de cada miembro del cuerpo de Cristo, llevando
consigo la vitalidad de la ley de Dios el Padre. Así puede morar Dios con el hombre, y el hombre
puede morar con Dios. Declara Pablo: 'Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas
vive Cristo en mi";.. (Gálatas 2:20), (MS Tomo 1, pág. 352).

"Pablo comprendía que su suficiencia no estaba en él, sino en la presencia del Espíritu Santo, cuya
misericordiosa influencia llenaba su corazón y ponía todo pensamiento en sujeción a Cristo.

22
Hablando de sí mismo, afirmaba que llevaba 'siempre por todas partes la muerte de Jesús en el
cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestros cuerpos'. (2 Corintios 4:10).
En las enseñanzas del Apóstol, Cristo era la figura central... (Gálatas 2:10). El yo estaba escondido;
Cristo era revelado y ensalzado" (HAp, pág. 204).

"El hombre natural debe morir, y el nuevo hombre, Cristo Jesús, toma posesión del alma, de tal
manera que el seguidor de Cristo puede decir en realidad y verdad: 'ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí'”.

"La conquista propia es dificultosa. La depravación humana en cada forma no es fácilmente puesta
en sujeción al Espíritu de Cristo. Pero todo debe ser impreso con el hecho que a menos que esta
victoria sea ganada a través de Cristo, no hay esperanza para ellos. La victoria debe ser ganada;
puesto que nada es imposible con Dios. Por Su gracia asistente, todo mal temperamento, toda
depravación, puede ser superada"... (4T, pág. 348, 349).

“Permita que su corazón sea ablandado y enternecido bajo la influencia del Espíritu de Dios. No debe
hablar mucho a cerca de usted mismo, puesto que esto a nadie fortifica. No debe hacer de usted el
centro, e imaginar que debe estar constantemente pendiente de sí mismo y guiando a otros a cuidar
de usted... Hable de Cristo, y deje que el yo desaparezca, permita que sea sumergido en Cristo, y que
el lenguaje de su corazón sea: 'Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí'. Jesús será para Usted la ayuda
presente en cada instante de necesidad (2 T, pág. 320, 321).

Con estas verdades en la mano podemos decir: que la experiencia del apóstol Pablo, debe ser la
experiencia de todo cristiano genuino en el camino de la salvación. Todos debemos morir con Cristo
Jesús al pecado a este mundo, nuestro yo debe desaparecer para dar paso al nuevo hombre Cristo
Jesús, él debe tomar posesión de nuestro ser, hasta el punto que lleguemos a exclamar: "Ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí". Entonces tendremos la más alta educación y la llave para abrir los
portales de la ciudad celestial. Este acto de morir al yo y dar paso a Cristo Jesús, debe tener lugar en
la mente y el corazón del hombre; la cruz de Cristo debe estar junto a nosotros, en las entrañas
mismas en donde habita el pecado en el hombre, allí debemos morir con Cristo para vivir en El por
toda la eternidad. Este es el misterio "que había estado oculto desde los siglos y edades, 'pero que
ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria
de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria" (Colosenses
1:26,27).

Cuando el hombre muere en la cruz con Cristo Jesús, la vida de Cristo es manifestada en el cuerpo
mortal. Pablo dice: "Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios... "

Esta preciosa verdad tiene especial aplicación al fin de la historia de esta tierra; el profeta Juan da
testimonio de este hecho cuando en el mensaje del tercer ángel dice: "Aquí está la paciencia de los
santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". "Después miré, y he aquí el
Cordero estaba en pie sobre el monte de Sión, y con el ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el
nombre de él y el de su Padre escrito en la frente”. “Y en sus bocas no fue hallada mentira, pus son
sin mancha delante del trono de Dios” (Apocalipsis 14: 12, 1, 5).

En la crisis final, entre el bien y el mal, cuando la misericordia de Dios por el hombre pecador este
por extinguirse, habrá un grupo especial de hijos de Dios, que tendrán la fe del Hijo de Dios, su
23
carácter, su pensamiento y su poder; de estos la Biblia dice: “Vi volar en medio del cielo otro ángel,
que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu,
lengua y pueblo”. Y otra vez dice: “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los
que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre,
en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el
cántico del Cordero…” (Apocalipsis 14: 6; 15:2,3). El tema de este cántico es Cristo el todo y en todo,
porque él nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.

Versículo 21: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás
murió Cristo”.

La Biblia dice: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo. Adiós nadie le dio jamás; el unigénito hijo, que está en el seno del Padre, le ha
dado a conocer” (Juan 1:17, 18). Cuando Pablo se refiere a la “gracia de Dios”, se refiere a su justicia,
a la justicia de Cristo Jesús que puede hacer suya el pecador mediante la fe. El cumplimiento de la
ley es la justicia, pero ésta no se la puede hallar en la ley, sino en Cristo Jesús, en su carácter. El
apóstol Pablo añade: “Pues si por la ley fuese la justicia, es decir si tratando de cumplir la ley por sí
mismo puedo obtener la justicia, “entonces por demás murió Cristo”. Si la gracia no es necesaria el
evangelio no tiene valor.

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CAPÍTULO 3
El Espíritu se recibe por la Fe

Versículo 1: "! Oh Gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros
ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?".

En el Libro de Salmos y Proverbios leemos: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen
entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos"; "Los insensatos desprecian la
sabiduría y la enseñanza", (Salmos 111:10; Proverbios 1:7). Los Gálatas habían despreciado la
sabiduría y enseñanza del apóstol. "¿Quién os fascinó para no obedecer la verdad?" La Biblia dice:
"Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En el Edén, en el
huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura;...los primores de tus tamboriles y
flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú querubín grande, protector, yo te
puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti
maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que
yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras de fuego, oh querubín protector. Se
enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo
te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti...Todos los que te
conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de
ser" (Ezequiel 28:12-19).

Con respectos estos versículos un escrito inspirado nos dice: “Aquellos que presentan una doctrina
contraria a la de la Biblia, son guiados por el gran apóstata quien fue echado de las cortes de
Dios…Con semejante líder –un ángel caído del cielo- estos hombres supuestamente sabios de la
tierra, pueden fabricar teorías fascinantes de las cuales infatúan las mentes de los hombres: Pablo
dice a los Gálatas: ‘¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad’ Satanás tiene una mente
magistral y tiene sus agentes escogidos por medio de los cuales él trabaja para exaltar a los hombres
y los viste de honor sobre Dios. Pero Dios esta vestido de poder; Él es capaz de tomar a aquellos que
están muertos en la transgresión y pecados, y por medio del Espíritu quien resucitó a Cristo de la
muerte transformar el carácter humano, haciéndole al ser la imagen de Dios. Aquellos que creen en
Jesucristo son cambiados de rebeldes contra la ley de Dios, a siervos obedientes y sujetos de su
reino. Son nacidos de nuevo, regenerados, santificados a través de la verdad. El poder de Cristo, el
escéptico no admitirá, y rehuirá toda evidencia hasta que es llevado bajo el dominio de sus
facultades finitas. Aún se atreve a poner aparte la ley de Dios y prescribe el límite del poder del
poder de Dios. Pero Dios he dicho: ‘Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el
entendimiento de los entendidos. ¿Dónde ésta el sabio? ¿Dónde ésta el escriba? ¿Dónde ésta el
disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la
sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agrado a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan
sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero y

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para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y
sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:19-24), (YI, Feb. 7, 1895).

Cuando Pablo dice: ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad? Se refiere a hombres guiados
por Satanás”, quienes sostienen la verdad en injusticia; quien declara creer en ella y, no obstante la
lastiman cada día por medio de su vida inconsistente, se somete a sí mismo al servicio de Satanás y
guía a las almas a la ruina, Esta clase mantiene relación con los ángeles caídos y son guiados por
estos en ganar el control de las mentes. Cuando el poder fascinador, controla una persona, Dios es
olvidado y el hombre quien es llenado con propósitos corruptos, es exaltado, Un secreto libertinaje
es practicado como virtud por estas almas engañadas. Esto es una especie de brujería…Siempre hay
un poder fascinador en las herejías y el libertinaje. La mente es engañada y no puede razonar
inteligentemente, y una ilusión está continuamente alejándole de la pureza, La visión espiritual se ve
nublada, personas que eran moralmente sin mancha, llegan a ser confundidas, bajo los sofismas
engañosos de aquellos agentes de Satanás quienes profesan ser mensajeros de luz", (5T, pág. 142).

Esta clase de hombres, cuyas mentes eran guiadas por Satanás, habían confundido a los Gálatas,
"para no obedecer a la verdad", para no obedecer a la santa Ley de Dios, pues, la Biblia dice: "Todos
tus mandamientos son verdad", (Salmos 119:86).

Pablo les había presentado a Cristo crucificado cuya justicia, cualquier penitente arrepentido puede
hacerla suya, por medio de la fe.

La Biblia dice: "Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
tropezadero, y para los gentiles locura; más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder
de Dios, y sabiduría de Dios", (1 Corintios 2:23, 24). "Jesús fue presentado ante los Gálatas cuando
Pablo les predicó, como claramente crucificado ante sus ojos. No fue una habilidad de parte de
Pablo para presentar el cuadro, ni la imaginación de parte de los Gálatas, porque entonces solo
hubiese sido solamente engaño. No; fue un hecho real; Cristo estuvo allí, crucificado, delante de sus
ojos, y Pablo por el Espíritu les capacitó para que lo vieran", (EJ, Waggoner: Glad Tidings, pág. 53).
Entonces, si bien es cierto, que Satanás tiene una mente magistral para fascinar al hombre y
apoderarse de su mente, no es menos cierto también que, Dios tenga el poder, para resucitarlo al
hombre caído, muerto en sus pecados, limpiarlo purificarlo y volverle a la Imagen Suya. Mediante
"Cristo poder de Dios" el hombre puede volver a tener el carácter de Dios que lo perdió en el Edén,
cuando transgredió la ley de Dios.

Versículo 2: "Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o
por el oír con fe?".

"Habiendo visitado las iglesias de Pisidia y de la región vecina, Pablo y Silas, con Timoteo, penetraron
en "Frigia y la provincia de Galacia", donde proclamaron las buenas nuevas de la salvación. Los
Gálatas eran idólatras, pero cuando los apóstoles les predicaron, se gozaron en el mensaje que les
prometía libertad de la servidumbre del pecado. Pablo y sus colaboradores proclamaron la doctrina
de la justicia por la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo. Presentaban a Cristo como Aquel que, al
ver la impotente condición de la especie caída, vino a redimir a los hombres y mujeres viviendo una
vida de obediencia a la ley de Dios y pagando la penalidad de la desobediencia. Y a la luz de la cruz,
26
muchos que nunca habían conocido antes al Dios verdadero empezaron a comprender la grandeza
del amor del Padre.

"Así se les enseñaron a los Gálatas las verdades fundamentales concernientes a 'Dios el Padre', a
nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente
siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y el Padre nuestro' 'Por el oír de la fe, recibieron el
Espíritu de Dios, y llegaron a ser 'hijos de Dios por la fe en Cristo'", (Gálatas 1:3,4; 3:2, 26) (HAp. pág.
171, 172),

La Biblia dice: "El que cree en mí, como dice la escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el
Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado". "En el también vosotros, habiendo oído
la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados
con el Espíritu Santo de la promesa: ", (Juan 7:39; Efesios1:3). Con estas verdades Bíblicas en la
mano, podemos decir que, el Espíritu santo fue dado a los Gálatas; no hay otra manera de comenzar
una vida cristiana.

En el libro de Zacarías leemos: "Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a
Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos", (Zacarías 4:6). Es evidente que los Gálatas recibieron el Espíritu por el oír de la fe.

Versículo 3: " ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar con la
carne?".

En el libro de Proverbios leemos: "Los labios del justo apacientan a muchos, más los necios mueren
por falta de entendimiento". El libro de Hebreos dice: "Porque somos hechos participantes de Cristo,
con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza, del principio". "Y estando persuadido de
esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo",
(Proverbios 10:21; Hebreos 3: 14; Filipenses 1:6). A la luz de estas verdades Bíblicas, podemos decir
que en éste versículo el apóstol Pablo dice: ¿Tan faltos de entendimiento sois oh Gálatas? ¿habiendo
comenzado con obras del Espíritu de Dios, vais a terminar con obras de la carne? ¿No sabéis que “los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios ni tampoco
pueden”?, (Romanos 8:7). El profeta Ezequiel nos dice: "Mas si el justo se apartare de su Justicia y
cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él?
Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó y por
el pecado que cometió, por ello morirá". (Ezequiel 18:24).

'''Sin mí' Cristo dice: 'Nada puedes hacer'. Aquellos quienes tratan de llevar adelante el trabajo por
su propio esfuerzo ciertamente caerán. La Educación solamente no le capacitará a un hombre para
un lugar en el trabajo, no le preparará para obtener un conocimiento de Dios. Oiga lo que el apóstol
Pablo dice sobre esta materia. 'Pues no me envió Cristo a Bautizar, sino a predicar el evangelio; no
con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo, Porque la palabra de la cruz es
locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios". (1
Corintios 1:17,18).

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Versículo 4: “¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano”.

Pablo asegura que los Gálatas al principio de su vida cristiana recibieron el Espíritu, y sus 'obras de
justicia, predicaban el evangelio; la Biblia dice: “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo
Jesús padecerán persecución”. (2 Timoteo 3:12). El apóstol declara: "Pero como entonces el que
había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora"
(Gálatas 4:29). Los Gálatas al comienzo predicaron el evangelio eterno y por causa de esto sufrieron
persecución y padecimiento ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en
vano. Fue por la fe en el sacrificio de Cristo que los Gálatas sufrieron persecución, Pablo pensaba
sinceramente que este padecimiento no sería en vano, porque aun habiendo caído en tan profunda
apostasía, esperaba que reconocieran su error y retornaran a la lealtad del comienzo.

Versículo 5: “Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace
por las obras de la ley, o por el oír con fe?”.

El ministerio de Pablo entre los Gálatas, fue testificado con una fe salvadora y un poder del Espíritu
Santo en su vida. Esto demuestra que la experiencia de ellos había sido profunda y real, el Espíritu
les había sido dado y grandes milagros fueron hechos entre ellos y aun por ellos mismos. Pablo fue
claramente el agente, o instrumento mediante el cual Dios confirió esta notable dotación del
Espíritu. Entonces la aseveración de Pablo fue que su ministerio y su respuesta a él, había sido en
base a la fe, sin confianza en las provisiones del sistema legal.

Versículo 6: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia”.

La Biblia dice: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te
herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15). “El pacto de la gracia se estableció
primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la promesa divina de
que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este pacto puso al alcance de todos
los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios, para obedecer en lo futuro mediante la fe de
Cristo. También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas
la esperanza de la salvación.

“Este mismo pacto le fue renovado a Abraham en la promesa: ‘En tu simiente serán benditas todas
las naciones’ (Génesis 22:18). Esta promesa dirigía os pensamientos hacia Cristo. Así lo entendió
Abraham (Gálatas 3: 8, 16), y confió en Cristo para obtener el perdón de los pecados. Fue ésta fe la
que se le conto como justicia. El pacto con Abraham también mantuvo la autoridad de la ley de Dios.
El Señor se le apareció y le dijo: ‘Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto’. El
testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: ‘Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis
mandamientos, mis estatutos y mis leyes’, y el Señor declara: ‘Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu
simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu
simiente después de ti’” (Génesis 17:17; 26:5).

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Versículo 7: “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham”.

La Biblia dice: “Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado
en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar
de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto, se dice hoy: En el
monte de Jehová será provisto”. (Génesis 22:13,14).

“En el monte Moria Dios renovó su pacto con Abraham y confirmó con un solemne juramento la
bendición que le había prometido a él y a su simiente por todas las generaciones futuras. 'Por mí
mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu
único; bendiciendo te bendeciré y multiplicando multiplicará tu simiente como las estrellas del cielo,
y como la arena que está a la orilla del mar; y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos: en tu
simiente serán benditas todas las gentes de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz. (versículos 16-
18).

“El gran acto de fe de Abraham descuella como un pilar de luz, que ilumina el sendero de los siervos
de Dios en las edades subsiguientes. Abraham no buscó excusas para no hacer la voluntad de Dios.
Durante aquel viaje de tres días tuvo tiempo suficiente para razonar, y para dudar de Dios si hubiera
estado inclinado & hacerlo...Abraham era humano, y sus pasiones y sus inclinaciones eran como las
nuestras; pero no se detuvo a inquirir como se cumpliría la promesa si Isaac muriera. No se detuvo a
discutir con su dolorido corazón. Sabía que Dios es justo y recto en sus requerimientos, y obedeció el
mandato al pie de la letra. “Abraham creyó a Dios, y le fue imputado a justicia, y fue llamado amigo
de Dios'. (Santiago 2:23) San Pablo dice: 'Los que son de los tales son hijos de Abraham” (Gálatas
3:7). Pero la fe de Abraham se manifestó por sus obras. “¿No fue justificado por las obras Abraham,
nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe obró con sus obras, y
que la fe fue perfecta por las obras?” (Santiago 2:21 ,22).

“Son muchos los que no comprenden la relación que existe entre la fe y las obras. Dicen: “Cree
solamente en Cristo, y estarás seguro. No tienes necesidad de guardar la ley'. Pero la verdadera fe se
manifiesta mediante la obediencia. Cristo dijo a los judíos incrédulos: ‘Si fueras hijos de Abraham, las
obras de Abraham haríais'. (Juan 8:39). Y tocante al padre de los fieles el Señor declara: 'Oyó
Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes (Génesis 26:5)
El apóstol Santiago dice: ‘La fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma”. (Santiago 2:17). Y Juan,
que habla tan minuciosamente acerca del amor, nos dice: 'Este es el amor de Dios, que guardemos
sus mandamientos; y sus mandamientos no son penosos'”. (1 Juan 5:3). (PP págs. 148, 149).

Versículo 8: “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de
antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones".

La Biblia dice: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las naciones de la tierra”. (Génesis 12:3). Oseas, refiriéndose a los gentiles nos
dice: “Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada”. (Romanos 9:25). El
apóstol Pablo declara: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis

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arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta
que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sión el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad”. (Romanos 11:25, 26). De acuerdo
al profeta Ezequiel 21:24-27; y Daniel 8:14; el periodo para que entrara la plenitud de los gentiles fue
el periodo comprendido entre la muerte y resurrección de Jesús y el día de la expiación o
cumplimiento de la profecía de Daniel 8:14. Sin querer decir con esto que el tiempo de los gentiles
terminó, sino que el llamado final (Mensajes de los tres ángeles, Apocalipsis 14:6-10). es
principalmente para el pueblo judío, creyente en el Señor Jesús, al cual se unirá también todo
cristiano genuino. Se debe aclarar que el evangelio predicado durante el Viejo Testamento es el
mismo que se predica en la dispensación cristiana; al respecto un escrito inspirado nos dice: “No hay
tal contraste, como frecuentemente se dice que existe entre el Viejo y el Nuevo Testamento, entre la
ley de Dios y el Evangelio de Cristo, los requerimientos de los judíos y aquellos de la dispensación
cristiana. Cada alma salvada en la primera dispensación fue salvada por Cristo como en verdad
somos salvos por El ahora. Los patriarcas y los profetas fueron cristianos. La promesa del evangelio
fue dado a la primera pareja en el Edén, cuando ellos por la transgresión se habían separado de Dios.
El evangelio fue predicado a Abraham. Los hebreos, todos bebieron de la roca espiritual, la cual es
Cristo”. (BBC, pág. 1061). (ST Sept, 14, 1882).

Versículo 9: “De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham”.

En el libro de los Hechos leemos: “Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo
con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la
tierra. A vosotros, primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese,
a fin de que cada uno se convierta de la maldad”. (Hechos 3:25, 26). “De modo que los de fe”, son
aquellos que buscan la justicia por la fe, y ¿Cuál es la bendición de Abraham? es la bendición de la
justicia a través de Cristo. No existe ninguna otra bendición para los hombres, sino la que Abraham
recibió, y el evangelio predicado a él es el evangelio eterno, esto es “Cristo en mi la esperanza de
gloria”. La Biblia dice: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha
venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. “En quien tenemos redención por su sangre,
el perdón de los pecados”. (Hechos 4:11,12; Colosenses 1:14). Entonces la bendición de Abraham,
hace que el hombre pueda guardar correctamente la ley de Dios, y vuelva a ser a la imagen de su
Creador.

Versículo 10: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues
escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la
ley, para hacerlas”.

Veamos como erraron los judíos al considerar las obras de la ley. “(1) Considerando que la salvación
podría obtenerse por sus propios esfuerzos, estando de acuerdo con los requerimientos de la 'ley' y
por virtud de una vida meritoria en la cual un exceso de buenas acciones, cancelarían las malas
acciones. (2) Añadiendo a la ley dada por Dios, un legado de requerimientos hechos de hombre,

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comúnmente llamados “tradición” (Marcos 7:3). (3) Extendiendo y poniendo en vigencia ciertas
características de la “ley” ritual y ceremonial, hasta después de la cruz, cuando ellas habían expirado
por su tiempo de limitación. Todo esto, sin lugar a duda estaba en la mente de Pablo cuando escribió
la carta a los Gálatas”. (BBC pág., 949).

“Un escrito inspirado nos dice: “El que está intentando alcanzar el cielo por sus propias obras al
guardar la ley, está intentando un imposible. El hombre no puede ser salvado sin la obediencia, pero
sus obras no deben ser propias. Cristo debe efectuar en él tanto el querer como el hacer la buena
voluntad de Dios. Si el hombre pudiera salvarse por sus propias obras, podría tener algo en sí mismo
por lo cual regocijarse. El esfuerzo que el hombre puede hacer con su propia fuerza para obtener la
salvación está representado por la ofrenda de Caín. Todo lo que el hombre puede hacer sin Cristo
está contaminado con egoísmo y pecado, pero lo que se efectúa mediante la fe es aceptable a Dios.
El alma hace progresos cuando procuramos ganar el cielo mediante los méritos de Cristo.
Contemplando a Jesús el autor y consumador de nuestra fe, podemos proseguir de fortaleza en
fortaleza, de victoria en victoria, pues mediante Cristo la gracia de Dios ha obrado nuestra completa
salvación. 'Sin fe es imposible agradar a Dios. La fe viviente capacita a su poseedor para aferrarse a
los méritos de Cristo, lo capacita para obtener, del plan redentor, gran consuelo y satisfacción”. (RH,
July 1, 1890) (Ms, Tomo 1, pág. 426,427).

Pablo continúa diciendo: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el
libro de la ley, para hacerlas”. Esto es una alusión al libro de Deuteronomio 27:26; en el libro de
Apocalipsis leemos: “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea
en el árbol de la vida, y que entren por las puertas de la ciudad”, (Apocalipsis 22:14). David nos
declara: “Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová”. (Salmos
119:1).

¿Quiénes son, entonces, los que están bajo maldición? Todos los que dependen de las obras de la
ley. “Por lo tanto, entonces, aquellos que son de fe son los hacedores de la ley, porque aquellos que
son de fe son bendecidos, y aquellos quienes guardan los mandamientos son benditos. Por fa ellos
guardan los mandamientos. El Evangelio es contrario a la naturaleza humana y se llega a ser un
hacedor de la ley no tratando de cumplir la ley por si mismos sino por la fe. Si obramos para obtener
justicia, estaríamos solamente ejercitando nuestra naturaleza pecaminosa, por lo tanto, no nos
acercaríamos a la justicia y más bien nos alejaríamos de ella; pero creyendo en las “preciosas y
grandísimas promesas', venimos a ser participantes de la Naturaleza Divina (2 Pedro 1:4), y entonces
todas nuestras obras son hechas en Dios. “¿Qué pues diremos? que los gentiles que no iban tras la
justicia, han alcanzado la justicia, es decir la justicia que es por la fe; más Israel que iba tras una ley
de justicia, no la alcanzo. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino por obras de la ley, pues
tropezaron en la piedra de tropiezo, como está escrito: '“...He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo
y roca de caída; y el que creyere en él, no será avergonzado”. (Romanos 9:30-33).

“Nadie puede leer Gálatas 3:10 cuidadosamente y atentamente sin percibir que la maldición es la
transgresión de la ley. La desobediencia a la ley de Dios es en sí misma la maldición; 'el pecado entró
en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte' (Romanos 5:12). El pecado lleva consigo la
muerte. Sin el pecado la muerte sería imposible, “porque el aguijón de la muerte es el pecado”. (1
Corintios 15:56). “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición”. ¿Por
qué? ¿Es porque la ley es maldita? -No, de ninguna manera ‘La ley es Santa, y el mandamiento, santo
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justo, y bueno”. (Romanos 7:12) ¿Por qué entonces “todos los que dependen de las obras de la ley
están bajo maldición? Porque está escrito “Maldito todo aquel que no permaneciera en todas las
cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas”. Note esto Ellos no son malditos porque son
cumplidores de la ley sino porque no lo cumplen. Por lo tanto, vemos que depender de las obras de
la ley no significa que alguien guarda la ley. No, “Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden'. (Romanos 8:7). Todo está
bajo maldición, y el que piensa salirse de ella por sus propias obras, permanece allí. La maldición
consiste en no permanecer en todas las cosas escritas en el libro de la ley; por tanto, la bendición
significa perfecta conformidad con la ley”. (EJ. Waggoner: Glad Tidings, pág. 57, 58)

Versículo 11: “Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por
la fe vivirá”.

La Biblia dice: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe como está escrito:
Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). Con esta verdad Bíblica en la mano podemos decir que,
por las obras de la ley ningún hombre puede llegar a ser justo, solamente por la fe puede obtenerse
la santificación; por la fe, puede lograrse la justicia de Cristo que es igual a la justicia de Dios. Cuando
Pablo hace alusión al profeta Habacuc y dice: “Mas el justo por la fe vivirá” lo hace para probar que
el hombre que ejercita la fe, como resultado de ella, será considerado justo. Declara que la fe es el
requisito fundamental para ser aceptado por Dios.

Versículo 12: “Y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas”.

“Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; y les dio la ley, con la promesa de grandes
bendiciones siempre que obedecieran: ‘Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi
pacto...vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5,6). Los israelitas no
percibían la pecaminosidad de su propio corazón y no comprendían que sin Cristo les era imposible
guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces
de ser justos por sí mismos declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová a dicho y
obedeceremos’ (Éxodo 24:7) Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley,
y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo; apenas unas pocas semanas después
quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían expresar el
favor de Dios por medio de un pacto que habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su
necesidad de perdón, llegaron a sentir la necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abraham y
simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como
su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del
nuevo pacto.

“Los términos de pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere vivirá por ellos”
(Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “Maldito el que no confirmase las palabras de esta ley para
cumplirlas'. (Deuteronomio 27:26). El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la
promesa del perdón de los pecados, y la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía
con los principios de la ley de Dios. 'Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de
32
aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiera en sus corazones; y...perdonare
la maldad de ellos, y no me acordará más de sus pecados (Jeremías 31:33,34).

“La misma ley que fue grabada en tablas de piedra escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del
corazón. En vez de establecer nuestra justicia propia. aceptamos la justicia de Cristo. Su sangre expía
nuestros pecados. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el
Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a
la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como el anduvo.
Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a si mismo: 'El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha
agraciado; y tu ley está en medio de mis entrañas'. (Salmos 40:8) Y cuando vivió entre los hombres
dijo: 'No me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que a él le agrada hago siempre'. (Juan 8:29).

“El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto.
Dice: 'Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
¿Luego anulamos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley’. ‘Porque lo que era
imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne (No podía justificar al hombre, porque ésta en su
naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley), Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de
pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carme; para que la justicia de la ley fuese
cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, más conforme al espíritu” (Romanos
5:1; 3:31; 8:3‘4). (PP. pág. 389,390).

Un escrito inspirado, con relación a la epístola de los Gálatas nos dice: “Ponga el lector particular
atención al hecho de que en esta epístola no hay controversia a cerca de la ley, como si ésta debe o
no ser obedecida. Ninguno ha dicho que la ley fue abolida, o cambiada o ha perdido su vigencia. La
epístola no contiene sugerencia alguna sobre este asunto. El asunto no era si la ley debía guardarse,
sino como debía guardarse. La justificación - guardarla ley - era admitido ser una necesidad; la
pregunta era: ¿Se logra por fe, o por obras? Los falsos hermanos estaban persuadiendo a los Gálatas
que ellos podían ser justos por sus propios esfuerzos. Pablo por medio del Espíritu les enseñaba que
tales intentos eran sin valor y solamente podrían dar como resultado una sujeción más firmemente
de la maldición sobre el pecador. Justificación a través de la fe en Cristo Jesús está disponible para
todo hombre como la única justicia real. Los falsos hermanos alardeaban que era por medio de la
ley, pero a través de la transgresión de esta, hacían que el nombre de Dios sea blasfemado. Pablo
hacía su fundamento en Cristo, y por la justicia de la ley, a la cual entonces se sometía, hacía que el
nombre de Dios sea glorificado en él”. (E.J. Waggoner: Glad Tidings, pág. 60).

Versículo 13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”.

“Cristo llevó la maldición de la ley sufriendo su castigo, completando el plan mediante el cual el
hombre había de ser colocado donde pudiera guardar la ley de Dios y ser aceptado mediante los
méritos del Redentor, y por su sacrificio se cubrió de gloria la ley. Entonces la gloria de lo que no ha
de ser abolido la ley de Dios de los Diez Mandamientos fue vista claramente por todos los que vieron
en su totalidad lo que fue abolido”.

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“"Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. (2 Corintios 3:18).
Cristo es el abogado del pecador. Los que aceptan su evangelio, lo contemplan a cara descubierta.
Ven la relación de su misión con la ley, y reconocen la sabiduría y gloria de Dios como son revelados
por el Salvador. La gloria de Cristo es revelada en su ley que es el trasunto de su carácter, y su
eficacia transformadora se ejerce sobre el alma hasta que los hombres se transforman a la
semejanza divina. Se hacen participantes de la naturaleza divina y se asemejan más y más a su
Salvador, avanzando paso tras paso en conformidad con la voluntad de Dios hasta que alcanzan la
perfección” (1MS, paga 282,283).

“Así como Adán y Eva fueron despedidos del Edén por la transgresión de la ley de Dios, Cristo debía
sufrir fuera del lugar santo. El murió fuera del campamento (Levítico 16:27), donde los delincuentes
y asesinos eran ejecutados. Allí, él piso el lagar solo, soportando el castigo que debería haber caído
sobre el pecador. Que profundo y lleno de significado son las palabras: “Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, habiéndose hecho maldición “por nosotros'. El salió fuera del campamento,
enseñándonos con esto que dio su vida no solamente por la nación judía sino por el mundo entero”
(Y l June 28, 1900) (7BC, pág. 934).

“Cristo sufrió fuera de las puertas de Jerusalén, porque el calvario estuvo fuera de las murallas de la
ciudad. Esto fue para enseñarnos que el murió no solamente por los hebreos, sino por todo el
mundo. Él proclama a un mundo caído que es su redentor, y los urge a que acepten la salvación que
nos ofrece” (SW Sept. 4,1906) (7BC pág. 934)

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley” la muerte es la maldición de la ley, pues la Biblia dice:
“Maldito todo el que es colgado de un madero”. En el verso 10 leemos: “Maldito todo aquel que no
permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”, por lo tanto, la
desobediencia constituye también la maldición de la ley de la que habla el apóstol Pablo: “Ya que el
aguijón de la muerte es el pecado” (1 Corintios 15:56).

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley”. “Debemos considerar esta frase muy cuidadosamente,
porque alguien puede leerla en forma directa y rápida y exclamar: “No necesitamos guardar la ley,
porque Cristo nos redimió de su maldición”, como si el texto dijera que Cristo nos redimió de la
maldición de la obediencia...La maldición como hemos visto es la desobediencia. “Maldito todo
aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas' Por lo
tanto Cristo nos ha redimido de la desobediencia a la ley. Dios envió su Hijo en semejanza de carne
de pecado y a causa del pecado, 'para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros” (Romanos
8:4).

“Alguien puede decir ligeramente: “Entonces estamos bien; cualquier cosa que hagamos es correcta
en lo que a la ley concierne, porque estamos redimidos”. Es verdad que todos somos redimidos,
pero no todos han aceptado la redención. Muchos dicen de Cristo. 'No queremos que él reine sobre
nosotros”, y se despojan de la bendición de Dios. Pero la redención es para todos; todos hemos sido
comprados con su sangre preciosa la vida de Cristo, y todos pueden ser si desean libres del pecado y
de la muerte. Por esa sangre somos redimidos de nuestra 'Vana manera de vivir’. (1 Pedro 1:18).

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“Que ‘Cristo murió por el impío es evidente para todos quienes leen la Biblia. ‘El cual fue entregado
por nuestras transgresiones (Romanos 4:25). El inocente sufrió por el culpable, el justo por el injusto.
“Más él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz
fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargo en él, el pecado de todos nosotros” (Isaías
53:5,6). Pero la muerte vino por el pecado. La muerte es la maldición que ha pasado sobre todos los
hombres, simplemente porque “todos han pecado'. Por lo tanto, como Cristo “fue hecho pecado por
nosotros', (2 Corintios 5:21). El llevó “nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro
2:24) Note que nuestros pecados estaban en “Su cuerpo”. No fue un trabajo superficial el que Él
tomó. Los pecados no fueron puramente figurativos los que estaban sobre El, sino que ellos estaban
en El realmente. Fue hecho maldición por nosotros, fue hecho pecado por nosotros, y
consecuentemente sufrió la muerte por nosotros.

“Para algunos esta verdad parece desechable; para los griegos es necedad, y para los judíos piedra
de tropiezo, “pero para los llamados, esto es el poder de Dios'. Pues, lleve en la mente, que fueron
nuestros pecados los que el llevó en su propio cuerpo no sus propios pecados. La misma Escritura
que nos dice que fue hecho pecado por nosotros, nos asegura también que El 'no conoció pecado”.
El mismo texto que nos dice que El llevó nuestros pecados 'en su propio cuerpo, es cuidadoso en
hacernos conocer que El ‘no pecó'. El hecho de que Él pudo llevar nuestros pecados con El y en El,
siendo en realidad hecho pecado por nosotros, y no obstante no cometer ningún pecado, es Su
eterna gloria y nuestra salvación eterna del pecado. Todos los pecados de todos los hombres
estaban en El, no obstante, ninguna persona pudo encontrar una traza de pecado en El. Ningún
pecado fue manifestado en su vida, aunque tomó todos los pecados sobre sí mismo.

“Cristo, ’en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía
librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente’ (Hebreos 5:7). ¡Pero El murió! Sí, pero
ninguno tomó su vida de Él; En la puso, para volverla a tomar. Las cuerdas de la muerte fueron
sueltas', por cuanto no era posible que fuese retenido por ella” (Hechos 2:24).

“¿Por qué no fue posible que la muerte lo detuviera, aunque voluntariamente se puso en su poder?
Porque “no conoció pecado” Él tomó el pecado sobre sí mismo, pero fue salvado de su poder. Él fue
“en todo'. “hecho semejante a sus hermanos, “en todos los puntos tentado como nosotros somos”
(Hebreos 2:17; 4:15). y en vista de que no podía hacer nada de Sí mismo. (Juan 5:30), oró a su Padre
para que le guardara de ser vencido, y de este modo caer bajo el poder de la muerte. Y Él fue oído.
En su caso las siguientes palabras fueron cumplidas: "Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto,
no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. Cercano
está de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi
causa?’” (Isaías 50:7,8) (E.J. Waggoner: Glad Tiding, págs. 61-63).

Versículo 14: “Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de
que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”.

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La Biblia dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios por abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó de su camino; más
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” “Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel,
porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel no me olvides. Yo deshice como una
nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”. (Isaías 53:4-6;
44:21 ,22).

Cristo soportó la maldición de la ley, para que la bendición de Abraham viniese a nosotros. En el
libro de Génesis leemos: “De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas
del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus
enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi
voz” (Génesis 22:17., 18). Con estas verdades en la mano, podemos decir que Cristo, es la bendición
de Abraham, en El serían benditas todas las naciones de la tierra, en Él se cumple las palabras del
profeta Isaías cuando dice: “He aquí mi siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada
mi alma; Pondré mi Espíritu sobre él, Y a los gentiles anunciará juicio. filo contenderá, ni voceará, Ni
nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no quebrará, y el pabilo que humea no apagará, Hasta
que saque victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles” (Mateo 12:18-21). Tanto judíos
como gentiles pueden recibir por fe la bendición de Abraham, que es la liberación del pecado, así
como la maldición es la transgresión de la ley.

Versículo 15: “Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez
ratificado, nadie lo invalida, ni le añade”.

En el libro de Romanos leemos: “Hablo como humano, por vuestra humana debilidad”. (Romanos
6:19). Pablo tomó nuestras relaciones humanas comunes, para indicar que, a pesar de nuestra
debilidad, un pacto entre hombres cuando este es ratificado “nadie lo inválida ni lo añade”. ¿Cómo
puede entonces invalidarse el pacto hecho con Abraham y ratificado por el juramento de Dios? La
Biblia dice: “Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró
por sí mismo diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y
habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. Porque los hombres ciertamente juran por
uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. por
lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la
inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que, por dos cosas inmutables, en las cuales
es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo, los que hemos acudido para asirnos
de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y
que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo
sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. (Hebreos 6:13-20). Si en acuerdos
humanos un pacto ratificado es inalterable, Pablo arguye ¿hemos de esperar que Dios anule o altere
caprichosamente su promesa o pacto hecho con Abraham el cual dice que la salvación de los
hombres es por la fe en Cristo Jesús el Mesías?

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Versículo 16: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las
simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”.

“La herencia que Dios prometió a su pueblo no está en este mundo. Abraham no tuvo posesión en la
tierra, ‘ni aún para asentar un pie’. (Hechos 7:5). Poseía grandes riquezas y las empleaba en honor
de Dios y para el bien de su prójimo; pero no consideraba este mundo como su hogar. El Señor le
había ordenado que abandonara a sus compatriotas idólatras, con la promesa de darle la tierra de
Canaán como posesión eterna; y, sin embargo, ni él ni su hijo, ni su nieto la recibieron. Cuando
Abraham deseó un lugar donde sepultar sus muertos, tuvo que comprarlos a los cananeos su única
posesión en la tierra prometida fue aquella tumba cavada en la cueva de Macpela.

“Pero Dios no faltó a su palabra; ni tuvo ésta su cumplimiento final en la ocupación de la tierra de
Canaán, por el pueblo judío. ‘A Abraham fueron hechas las promesas y a su simiente’. (Gálatas 3:16).
Abraham mismo debía participar de la herencia. Puede parecer que el cumplimiento de la promesa
de Dios tarda mucho; pues un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día;
“puede aparecer que se demora, pero el tiempo determinado, “sin duda vendrá no tardará' (2 Pedro
3:8; Habacuc 2:3).

“La dádiva prometida a Abraham y a su simiente incluía no solo la tierra de Canaán sino toda la
tierra. Así dice el apóstol: 'No por la ley fue dada la promesa de Abraham o a su simiente, que sería
el heredero del mundo sino por la justicia de la fe'. (Romanos 4:13). Y las Sagradas Escrituras enseña
expresamente que las promesas hechas a Abraham han de ser cumplidas mediante Cristo” (PP pág.
166,167). En el libro de los Hechos leemos: “Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que
Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias
de la tierra. A vosotros, primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os
bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad” (Hechos 325,26). En la epístola a los
Corintios se declara: “Porque todas las promesas de Dios son en él Si, y en el Amén, por medio de
nosotros, para la gloria de Dios”. (2 Corintios 1:20). Efesios nos enseña: “En el mismo tuvimos
herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad” (Efesios 1:11).

El objetivo del pacto de Dios con Abraham era la venida del Mesías y la salvación de los hombres. La
Biblia dice: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos”. (Hechos 4:12). Los maestros judaizantes se imaginaban que la
salvación la podían obtener haciéndose ellos mismos justos, en ausencia de Cristo. Pero esta
creencia no tiene fundamento Bíblico; la ley de Dios se la puede cumplir únicamente cuando Cristo
mora en el corazón del hombre, nadie piense andar como Cristo anduvo en esta tierra, si no ha
recibido la bendición de la perfecta justicia. La Biblia dice no muchos sino uno y ese Uno es Cristo
Jesús, la simiente de Abraham.

Versículos 17 y 18: “Esto pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley
que vino, cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. Porque si la
herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la
promesa”.

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El pacto y la promesa "previamente ratificado por Dios para con Cristo”, (Génesis 17:7,8; 22:15-18),
incluía la herencia de la justicia de Cristo, la vida eterna y un lugar en donde vivir eternamente, la
tierra nueva. La Biblia dice: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 6:23). “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva;
porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más...Y oí una voz del cielo
que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos como su Dios”.
(Apocalipsis 21: 1,3). Entonces la ley “que vino cuatrocientos treinta años después”, no abroga el
pacto para invalidar la promesa, Pablo dice: “Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la
promesa, pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa”. “Cristo nos redimió de la
maldición de la ley. Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin
de que recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gálatas 3:13,14).

Versículo 19: “Entonces ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta
que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en
mano de un mediador”.

“Entonces ¿para qué sirve la ley?” “Pero si el pacto confirmado a Abraham contenía la promesa de
redención ¿porque se hizo otro pacto en el Sinaí? Durante su servidumbre, el pueblo había perdido
en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios de pacto con Abraham. Al libertarlos de
Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en Él.
ÉL los llevó al mar rojo, donde perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para
que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libro. Así se
llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismos
como libertador de la esclavitud temporal. Pero había una verdad aún mayor que debía grabarse en
las mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto
verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total
incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo eso les debía
enseñar.

“Dios los llevó al Sinaí, manifestó allí su gloria, les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones
siempre que obedecieran: 'Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto...vosotros
seréis un reino de sacerdotes, y gente santa’ (Éxodo 19:5,6). Los israelitas no percibían la
pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la
ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios; “Haremos todas las cosas que
Jehová ha dicho, y obedeceremos' (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la
proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y, sin embargo, apenas unas
pocas semanas después quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida.
No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su
pecaminosidad y su necesidad de perdón, llegaron a sentir la necesidad del Salvador revelado en el
pacto con Abraham y simbolizado en los sacrificios De manera que mediante la fe y el amor se
vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para
apreciar las bendiciones del nuevo pacto.

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“La misma ley que fue grabada en las tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas
del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo.
Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la
gracia de Cristo viviremos obedeciendo la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poner el Espíritu
de Cristo, andaremos como el anduvo” (PP. paga 388,389).

“Hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa”. En el libro de Hebreos leemos: “…He
aquí vienen días, dice el Señor, en que establecerá con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo
pacto; No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la
tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos dice el
Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el
Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios,
y ellos me serán a mí por pueblo; y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano,
diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.
Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades”
(Hebreos 88-12). El cumplimiento parcial de esta profecía tuvo lugar en el primer advenimiento de
Jesús, después de su resurrección y ascensión a los cielos, en ocasión del Pentecostés, pero tendrá
su cumplimiento cabal total estos días mientras Jesús sigue ministrando durante el “día de la
expiación”, en este tiempo se cumplirá la hermosa profecía predicha por el apóstol Juan cuando
declara: “Vi también otro ángel que subía de donde nace el sol, y tenía el sello del Dios
vivo...diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en
sus frentes a los siervos de nuestro Dios”, (Apocalipsis 7:2,3). La ley de Dios debe ser escrita en los
escogidos de Dios.

“Y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador”. La Biblia dice: “Jehová vino de
Sinaí, y de Seir les esclareció; Resplandeció desde el monte de Parán, y vino de entre diez millares de
santos, con la ley de fuego a su mano derecha”. (Deuteronomio 33:2). En la epístola a Timoteo
leemos: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.
(1 Timoteo 2:5). Con estas verdades en la mano podemos decir con certeza que la ley de Dios fue
ordenada por medio de ángeles, y dada al Israel de Dios en mano de Cristo Jesús.

Versículo 20: “Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno”.

El apóstol Pablo declara: “Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo
muerte para remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la
promesa de la herencia eterna” (Hebreos 9:15). Cristo Jesús es nuestro Sumo Sacerdote y por lo
tanto es el único Mediador entre Dios y los hombres: “Y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de
Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de
mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:21 ,22). “Pero Dios es uno”. La
Biblia dice: “Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios
mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para
tomarla,…Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que
fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres: Oye, Israel:
Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu
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alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:1, 3, 4,5) (Marcos 1229,30). El Dios de la
dispensación judía es el mismo Dios de la dispensación cristiana, “El Señor nuestro Dios, el Señor uno
es”. El Ángel del pacto que puede verse en las páginas del Viejo Testamento, es Cristo que murió en
la cruz para redimirnos de la maldición de la ley.

Versículo 21: “¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la
ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley”.

En el verso 14 se lee: “A fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”, y esta promesa
lleva consigo la siguiente profecía “pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las
escribiré...” (Hebreos 8:9), el libro del Génesis declara: “Y creyó Abraham a Jehová, y le fue contado
por justicia”, (Génesis 15:6), por lo tanto la ley no puede ser contraria a la promesa, puesto que la
ley y su cumplimiento está dentro de la promesa. El libro de Romanos nos enseña. “¿Qué, pues,
diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia
que es por la fe; más Israel, que iba tras una ley de justicia no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras
ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, como está
escrito: He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de caída; y el que creyere en él, no será
avergonzado”. (Romanos 9:30-32).

“Porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley”. En el libro de
Romanos leemos: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que
no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque lo que era imposible para la ley, por
cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa
del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,
que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1, 3,4).

“¿Qué era imposible para la ley hacer por nosotros por cuanto éramos débiles por la carne? Esta no
podía salvarnos, no podía vivificamos, debido a que no podíamos guardarla por la debilidad de la
carne. Entonces, Jehová envío a Jesús para obedecer la ley perfectamente en la carne. El condenó al
pecado en la carne mediante una victoria total sobre éste. ¿Qué hizo posible para nosotros la
victoria en la carne? Que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros. Podemos obedecer. ¿Cómo su
victoria en la carne hace posible para nosotros que obedezcamos la ley? Por el milagro de la
conversión el cual cambia nuestro camino de la carne al Espíritu. Entonces Cristo en nosotros a
través del Espíritu, imparte victoria sobre el pecado en nuestras vidas”. (Joe Crews: Christ’s Human
Nature. Published by Amazing Facts, Inc. PO. Box 880 Frederick, MD 21701). “Y que por la ley
ninguno se justifica para con Dios es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe,
sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Gálatas 3:11,12).

Versículos 22 y 23: “Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por
la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados
bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada”.

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La Biblia dice: “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún
entendido, Que buscara a Dios… Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo
bueno, no hay ni siquiera uno”. “Como está escrito: No hay justo. ni aun uno; No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien hágalo
bueno, no hay ni siquiera uno”. (Salmos 142,3; Romanos 3:10-13). La Escritura testifica que no hay
un hombre “que haga lo bueno, ni siquiera uno”, los judíos que confiaban en las obras de la ley, para
salvarse, y los gentiles que confiaban en sus ídolos y dioses paganos, todos estaban bajo pecado
(Romanos 3:29).

Esta situación continuó hasta que vino la Simiente a quien se había hecho la promesa. “Pero cuando
vino el cumplimiento del tiempo”. “Dios enviando a su Hijo en Semejanza de carne de pecado y a
causa del pecado condenó el pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en
nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. (Gálatas 4:4; Romanos
8:3,4).

Pero antes que viniera Jesús a la tierra y viviera una vida sin pecado, tuviera una muerte vicaria y una
gloriosa resurrección, todos estábamos sujetos a la ley, encerrados y presos en una vida de pecado,
pero el profeta Isaías hablando del ministerio de Jesús en la tierra declaró: “Yo Jehová te he llamado
en justicia, y te sostendrá por la mano, te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las
naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas
de prisión a los que moran en tinieblas”. (Isaías 42:6,7). De esta manera estábamos encerrados en
prisión hasta que Cristo Jesús nos fue revelado.

Versículo 24: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuésemos justificados por la fe”.

“El Espíritu Santo está hablando especialmente de la ley moral en este texto, mediante el apóstol. La
ley nos revela el pecado y nos hace sentir nuestra necesidad de Cristo y de acudir a él en procura de
perdón y paz mediante el arrepentimiento ante Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo.

“La ley de los Diez Mandamientos no ha de ser considerada tanto desde el aspecto de la prohibición,
como desde el de la misericordia. Sus prohibiciones son la segura garantía de felicidad en la
obediencia. AI ser recibida en Cristo, ella obra en nosotros la pureza de carácter que nos traerá gozo
a través de los siglos eternos. Es una muralla de protección para el obediente. Contemplemos en ella
la bondad de Dios, quien al revelar a los hombres los principios inmutables de justicia, procura
escudarlos de los males que provienen de la transgresión”.

“La ley es una expresión del pensamiento de Dios. Cuando la recibimos en Cristo, llega a ser nuestro
pensamiento. Nos eleva por encima del poder de los deseos y tendencias naturales, por encima de
las tentaciones que llevan al pecado ‘Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos
tropiezo’ (Salmos 119:165)” (1M8 págs. 275-277).

“Cuando mire en el gran espejo moral del Señor, Su santa ley su norma de carácter, no suponga ni
por un momento que ella nos puede limpiar del pecado. No hay propiedades salvadoras en la ley No
puede perdonar al transgresor. El castigo debe ser impuesto. El Señor no salva pecadores aboliendo

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su ley, el fundamento de su gobierno en los cielos y la tierra. El castigo ha sido recibido por el
sustituto del pecador...En los concilios del cielo, antes de que el mundo sea creado, el Padre y el Hijo
pactaron juntos, que, si el hombre demostrara ser desleal a Dios, Cristo, uno con el Padre, tomaría el
lugar del transgresor, y sufriría el castigo de la justicia que debía caer sobre él”. (Ms 145, 1897) (BBC,
pág. 1070).

En el libro de Romanos leemos: “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a


Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no
conforme a la ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia,
no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin (propósito, objetivo) de la ley es Cristo, para
justicia de todo aquel que cree”. (Romanos 10:1-4).

Versículo 25 y 26: “Pero venida la fe, ya no estamos bajo el ayo, pues todos sois hijos de Dios por
la fe en Cristo Jesús”. En el libro de Romanos leemos: “Así que la fe es (viene) por el oír, y el oír, por
la palabra de Dios”. (Romanos 10:17) Cuando el hombre recibe la palabra de Dios y entiende el pacto
de Dios con Abraham y su promesa, sabe que la justicia viene en ella (en la promesa), entonces la fe
de Cristo se manifiesta en él. “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” “Por
el oír con fe, recibieron el Espíritu de Dios y llegaron a ser ‘hijos de Dios por la fe en Cristo’”. (Gálatas
322,26).

Versículo 27; “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”.

En el libro de Romanos leemos: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo
Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
nosotros también andemos en vida nueva”. (Romanos 6:3,4). Luego el libro de Gálatas dice: “Con
Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gálatas
2:20). Con estas verdades en la mano podemos decir que: ser bautizados en Cristo, significa morir
con El en la cruz, morir a la vida antigua de pecado, morir a este mundo lleno de corrupción; y
resucitar con Cristo a una nueva vida, de manera que podamos decir con el apóstol: “Ya no vivo yo,
más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a si mismo por mí”.

Versículo 28: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, porque
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.

Todos somos pecadores y todos somos salvados de la misma forma…. Ya no hay judío ni griego,
porque todos debemos morir con Cristo Jesús en la cruz una vez venida la fe. Entonces, como todos
hemos muerto con Cristo, resucitaremos en El y todos somos uno en Cristo Jesús.

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“Dios no reconoce distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Hacedor de toda la
humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen
una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los
departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviere acceso a Dios. Su amor es tan
amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a
aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que
rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre” (PR pág.
274). “Desde los días de Pablo hasta ahora, Dios, por medio de su Santo Espíritu ha estado llamando
a los judíos tanto como a los gentiles”. ‘Porque no hay acepción de personas para con Dios', declaró
Pablo. Él; apóstol se considera a sí mismo deudor a “griegos y a bárbaros’, tanto como a los judíos;
pero nunca perdió de vista las indiscutibles ventajas de los judíos sobre otros, 'lo primero
ciertamente, Que la palabra de Dios les ha sido confiada. 'El Evangelio declaro es potencia de Dios
para salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego. Porque en él la justicia
de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe’” (HAp pág. 305).

Versículo 29: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según
la promesa”.

En el libro de Génesis leemos: “Y haré de ti una nación grande y te bendeciré, y engrandeceré tu


nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y
serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Al renovarse el pacto después de que Isaac nació,
Jehová refiriéndose a su Hijo el Señor Jesús y toda la humanidad dijo: “En tu simiente serán benditas
todas las naciones” (Génesis 22:18).

Mediante el profeta Isaías a quien hizo ver el derramamiento de la lluvia tardía declaró: “La tierra
está llena del conocimiento de Jehová, como cubren el mar las aguas”. (Isaías 11:9). El profeta Joel
en relación a la lluvia temprana y tardía nos dice: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre
toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños y
vuestros jóvenes verán visiones”. (Joel 2:28). Todo esto nos hace ver que el Espíritu de Dios iba a
derramarse sobre toda carne: Los que deseaban la justicia de Cristo debían contarse con el Israel de
Dios. En el libro de Apocalipsis leemos: “Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran
poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria”. (Apocalipsis 18:1).

Las profecías anuncian un gran acontecimiento el Espíritu Santo el carácter de Cristo ha de darse al
que tenga hambre y sed de justicia. Todo ser humano puede ser injertado en el árbol genealógico de
Abraham, todos mediante Cristo podemos ser herederos según la promesa.

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CAPÍTULO 4
El propósito de la Ley

Versículos 1-3: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del
esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado
por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los
rudimentos del mundo”.

La Biblia dice: “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del
error”. “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales,
como a niños en Cristo”. (Efesios 4:14; 1 Corintios 3:1). Con estas verdades Bíblicas en la mano, bien
podemos decir que, de acuerdo a la palabra de Dios, un niño Bíblicamente hablando, es una persona
inconversa sujeta todavía a la carne, en esclavitud bajo los rudimentos del mundo, nacido bajo la ley.
En nada difiere del esclavo, pues el mismo es esclavo de la carne, sujeto a la maldición de la ley.

Versículo 4: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley”.

La Biblia dice: “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre
vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable” (Hechos 3:22). “El Espíritu
de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas
a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los
presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza
del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados” (Isaías 61:1,2). “No se cansará ni desmayará,
hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley” (Isaías 42:4).

“La venida del Salvador había sido predicha en el Edén. Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la
promesa, esperaban que se cumpliese pronto. Dieron gozosamente la bienvenida a su primogénito,
esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tardó. Los que la recibieron
primero, murieron sin verlo. Desde los días de Enoc, la promesa fue repetida por medio de los
patriarcas y los profetas, manteniendo viva la esperanza de su aparición, y sin embargo no había
venido. La profecía de Daniel revelaba el tiempo de su advenimiento, pero no todos interpretaban
correctamente el mensaje. Transcurrió un siglo tras otro, y las voces de los profetas cesaron. La
mano del opresor pasaba sobre Israel, y muchos estaban listos para exclamar: Se han prolongado los
días, y fracasa toda visión”. (Ezequiel 12:22). “Pero, como las estrellas en vasta órbita de su
derrotero señalado, los propósitos de Dios no conocen premura ni demora. Por los símbolos de las
densas tinieblas y el horno humeante, Dios había anunciado a Abraham la servidumbre de Israel en
Egipto, y había declarado que el tiempo de su estada allí abarcaría cuatrocientos años. Después de
esto dijo Dios, saldrán con gran riqueza”. (Génesis 15:14) Y contra esta palabra se empeñó en vano
todo el poder del orgulloso imperio de los faraones. “En el mismo día” señalado por la promesa

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divina, “salieron todos los ejércitos de Jehová de la tierra de Egipto’. Así también fue determinada en
el concilio celestial la hora en que Cristo había de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó
aquella hora, Jesús nació en Belén.

“‘Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo’. La Providencia había dirigido los
movimientos de las naciones, así como el flujo y reflujo de impulsos e influencias de origen humano
a tal punto que el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador. Las naciones estaban unidas
bajo un mismo gobierno. Un idioma se hablaba extensamente y era reconocido por doquier como la
lengua literaria. De todos los países, los judíos dispersos acudían a Jerusalén para asistir a las fiestas
anuales, y al volver a donde residían, podían difundir por el mundo las nuevas de la llegada del
Mesías”. (DTG pág. 23,24).

Cuando el apóstol Pablo refiriéndose a Jesús expresa: “nacido de mujer, claramente se refiere a su
naturaleza humana, al respecto en el libro de Hebreos leemos: “Por lo cual debía ser en todo
semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se
refiere, para expiar los pecados del pueblo” (Hebreos 2:17).

Un escrito inspirado nos dice: “La historia de Belén es un tema inagotable. En ella se oculta la
“profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios”. (Romanos 11:33). Nos asombra
el sacrificio realizado por el Salvador al trocar el trono del cielo por el pesebre, y la compañía de los
ángeles que le adoraban por la de las bestias del establo. La presunción y el orgullo humanos quedan
reprendidos en su presencia. Sin embargo, aquello no fue sino el comienzo de su maravillosa
condescendencia. Habría sido una humillación casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la
naturaleza humana, aun cuando Adán poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús aceptó la humanidad
cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado. Como cualquier hijo de Adán,
aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales
demuestra cuáles eran aquellos defectos. Mas él vino con una herencia tal para compartir nuestras
penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado” (DTG Pág. 32). El apóstol Pablo
también declara que Cristo nació “bajo la ley”; esto es consecuencia de ser nacido de mujer, la Biblia
dice: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó el pecado en la carne”.
(Romanos 8:3). Cristo vino sujeto a la maldición de la ley esto es a la muerte. “Nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque escrito está: Maldito todo aquel que es
colgado de un madero). Pero Jesús tuvo una vida inmaculada, nunca pecó, y aunque estaba bajo la
ley y consiguientemente sujeto al pecado, “venció el pecado en la carne”.

Versículo 5: “Para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la
adopción de hijos”.

La naturaleza débil y pecaminosa de Adán, había pasado a sus hijos a través de las leyes de la
herencia, haciendo imposible para sus descendientes no pecar mientras permanecieran en su estado
inconverso. Debido a que sus pecados eran el resultado del pecado de Adán, fue fácil para ellos creer
en el error de que compartían la culpabilidad de Adán. Pero hay una gran diferencia entre estar
sujeto al pecado y la culpabilidad de pecado. El hombre transmite a su descendencia la capacidad o

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potencial para pecar, y esto es lo que significa estar bajo la ley. La Biblia dice: “Por tanto, como el
pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron...” “Así que, como por la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres”. Pero “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de pecado y a causa
del pecado condenó al pecado en la carne, para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros”.
“Y por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida”. (Romanos 5:12,18;
8:13,4).

“A fin que recibiésemos la adopción de hijos”. El apóstol Juan declara: “A los suyos vino, y los suyos
no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a todos los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de
carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:11-13). “De cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu es” (Juan 3:5,6). “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los
muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11).

Versículo 6: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual
clama: ¡Abba Padre!”.

Los Gálatas habían recibido el Espíritu Santo, así lo confirma el mismo apóstol cuando dice:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? (Gálatas 3:2). Y “todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo de testimonio a nuestro espíritu, que somos hijos de
Dios” (Romanos 8: 14-16).

Versículo 7: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio
de Cristo”.

“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente...la cual es Cristo Jesús”, y si
nosotros hemos recibido el Espíritu de su Hijo, somos “también herederos, herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con el seamos
glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la
gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Gálatas 3:16, Romanos 8:17,18).

Versículo 8: “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza
no son dioses”.

Galacia era una provincia de Asia Menor, era llamada así, porque fue habitada por los Galos, gente
proveniente de un país que ahora es llamado Francia. Fueron por consiguiente paganos, y servían a
los ídolos. Antes que Pablo les predicara el cristianismo, los Gálatas anduvieron “siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en
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los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivíamos en otro tiempo en los
deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás (Efesios 22:2,3). La Biblia dice: “Sabéis que cuando
erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos” “Antes digo que
lo que los gentiles sacrificaban, a los demonios lo sacrificaban, y no a Dios; y no quiero que vosotros
os hagáis participes con los demonios” (1 Corintios 12:2, 10:20).

Versículo 9: “Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que
os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales 05 queréis volver a esclavizar?”.

El apóstol Pablo dice: “! ¡Oh Gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a
vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?
luego declara: “Esto solo quiero saber de vosotros. ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o
por el oír con fe? Con estas verdades Bíblicas en la mente se deduce que los Gálatas conocieron a
Dios o más bien fueron conocidos por Dios como Hijos y les envió a sus corazones “el Espíritu de su
Hijo, el cual clama: ¡Abba Padre! “La Biblia también nos indica: “El Espíritu de Jehová el Señor está
sobre mí, porque me ungió Jehová.; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a
vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la
cárcel”. “Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y
te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades; para
que digas a los presos: salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos serán
apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos”. (Isaías 61:1; 49:8,9). Los Gálatas vivieron la
experiencia de la libertad del pecado y disfrutaron de los rayos del Sol de Justicia sin embargo
volvieron de nuevo a los débiles y pobres rudimentos del paganismo, a los cuales querían volver a
esclavizarse”. El mismo apóstol Pablo asegura: “Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces
cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de
Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es
el ser quemada” (Hebreos 617,8).

Versículo 10: “Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años?

Estas fueron las cosas a las cuales los Gálatas estaban volviendo, las cuales Dios había prohibido a
Israel cuando fue sacado de Egipto.

En el libro de Deuteronomio declara: “Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no
aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga
pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni
hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es
abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu
Dios echa estas naciones de delante de ti” (Deuteronomio 18:9-12).

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El profeta Isaías nos dice: “Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te
defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los
meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti (Isaías 47:13).

Dios prohibió estas cosas al mismo tiempo le daba a Israel su Santa Ley, por lo tanto, no se puede
imaginarse siquiera que cuando se habla de “días” se menciona al sábado séptimo día que Dios
separó y lo bendijo, los Gálatas no eran judíos, eran paganos “contempladores de los cielos”,
observaban las estrellas y contaban los meses los tiempos y los años para pronosticar el futuro”.

Versículo 11: “Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros”.

El apóstol Pablo fue enviado por el Señor Jesucristo, y no habló sus propias palabras. La Biblia dice:
“Para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de
aquellas en que aparecerá a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envió,
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a
Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y herencia entre los
santificados”. (Hechos 26:16-18). El trabajo que Pablo hizo entre los Gálatas obedecía a una orden
de Dios, él era solamente el humilde instrumento que llevaba a los gentiles el Evangelio de la gracia.
Por lo tanto, cuando el mensaje no fue oído por ellos no fue una ofensa al apóstol, sino un rechazo a
la Palabra de Dios. Entonces, cuando Pablo dice me temo “que haya trabajado en vano”, no se
lamentaba en relación a su trabajo, el hizo la voluntad de Dios, sino en relación a ellos, los Gálatas,
“la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella y solo produce espinos y abrojos...esta
próxima a ser maldecida”.

Versículo 12: “Os ruego, hermanos que os hagáis como yo, porque yo también me hice como
vosotros. Ningún agravio me habéis hecho”.

“Los Gálatas eran idólatras, pero cuando los apóstoles les predicaron, se gozaron en el mensaje que
les prometía la libertad de la servidumbre del pecado. Pablo y sus colaboradores proclamaron la
justicia por la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo. Presentaban a Cristo como Aquel que, al ver la
impotente condición de la especie caída, vino a redimir a los hombres y mujeres viviendo una vida
de obediencia a la ley de Dios y pagando la penalidad de la desobediencia y a la luz de la cruz,
muchos que nunca habían conocido antes al Dios verdadero empezaron a comprender la grandeza
del amor del Padre”.

“Así les enseñaron a los Gálatas las verdades fundamentales concernientes a “Dios el Padre”, y a
“nuestro Señor Jesucristo”, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este
presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro'. 'Por el oír de la fe’, recibieron
el Espíritu de Dios, y llegaron a ser ‘hijos de Dios por la fe’, en Cristo (Gálatas 1:3,4; 3:2.26).

“Pablo vivió de tal manera entre los Gálatas que pudo decir más tarde: ‘Os ruego, sed como yo’”.
(Gálatas 4:12). Sus labios habían sido tocados con un carbón encendido del altar, y fue habilitado
para sobreponerse a las debilidades corporales y presentar a Jesús como la única esperanza del
pecador. Los que lo oían sabían que había estado con Jesús. Dotado de poder de lo alto. era capaz de
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comparar lo espiritual con lo espiritual, y de derribar las fortalezas de Satanás. Los corazones eran
quebrantados por la presentación de la acción de Dios, como estaba revelado en el sacrificio de su
Hijo unigénito y muchos eran inducidos a preguntar: ¿Qué debo hacer para ser salvo?”. (HAP, pág.
169, 170).

“Yo también me hice como vosotros”. En el libro de Corintios leemos: “Por lo cual, siendo libre de
todos, me he hecho, siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como
judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como
sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como Si yo
estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están
sin ley. Me hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para
que de todos modos salve a algunos”. (1 Corintios 9:19-22). Finalmente, para que no se interprete
mal el sentido de su carta, como reflejando una queja personal contra los Gálatas, por un supuesto
mal trato dado al apóstol, Pablo aclara diciendo: “Ningún agravio me has hecho”.

Versículo 13: “Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el
evangelio al principio”.

Aparentemente el apóstol Pablo no había planificado evangelizar Galacia en ese tiempo, pero había
sido obligado a permanecer allí por un tiempo a causa de un problema de salud. Sin embargo, a
pesar de su debilidad física, predicó el Evangelio en demostración del poder del Espíritu y fue tan
grande este poder que vieron a Jesucristo crucificado, y por haberte aceptado a Él, recibieron
también el Espíritu Santo y predicaron el Evangelio y sufrieron persecución. La Biblia dice “Así que,
hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de
palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a
éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni
mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del
Espíritu y de poder” (1 Corintios 2:1-4).

Versículo 14: “Y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes
bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús”.

En el libro de Corintios leemos: “Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros mas
no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en
el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestros cuerpos”. (2 Corintios 4:8-10). En el libro de los Hechos, la palabra inspirada
relatando un hecho ocurrido en la isla de Malta nos dice: “Cuando los naturales vieron la víbora
colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien,
escapado del mar, la justicia no deja vivir” (Hechos 28:4). “En los tiempos antiguos una aflicción era
comúnmente considerada como un castigo directo de Dios por algún pecado grave. Habría sido
natural para los Gálatas concluir que Pablo había ofendido a los dioses, y considerar su mensaje
como de poco valor. Pero no lo hicieron así” (6BC pág. 668). "Pablo era de pequeña estatura, débil
de salud, y tenía una aflicción especial cuando les visito por primera vez, no obstante, su casi
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absoluta debilidad corporal, predicó el Evangelio con gran poder que nadie pudo dejar de ver, que
hubo una presencia real, aunque invisible con él. El Evangelio no es de hombre sino de Dios. No les
fue hecho conocer por medio de la carne, y no estaban en deuda con ella, por ninguna de las
bendiciones que habían recibido. Que ceguera, que infatuación entonces, para ellos, pensar llegar a
la perfección por medio de sus propios esfuerzos, lo cual puede ser obtenido solamente por el poder
de Dios”. (E.J Waggoner: Glad Tidings pág. 96). El apóstol decía: “Aquel pues que os suministra el
Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?”.

Versículo 15: “¿Dónde, pues está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio
de que hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos”.

Pablo les hizo a los Gálatas participes del Espíritu Santo, y su satisfacción había sido verdadera. La
Biblia nos enseña que el crecimiento espiritual de un cristiano debe ser de gloria en gloria: “Mas la
senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”
(Proverbios 4:18). Los Gálatas habían cambiado la esperanza en el poder de Dios por el de sus
propias obras. El apóstol Juan dice: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y
vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11). No hay gozo o satisfacción que pueda ser igualado a aquel
que siente en la experiencia de una vida en Cristo Jesús. Pablo da testimonio del gozo que sintieron
los Gálatas cuando recibieron el Evangelio. No había nada tan grande o tan duro para ellos, que
puedan hacer por él. El apóstol dice: “Si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos
para dármelos”.

Versículo 16: “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?”.

Ahora como la vez primera Pablo les predicó a los Gálatas el Evangelio eterno, la Biblia dice: “Aquí
está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”
(Apocalipsis 14:12). Él no había cambiado; su evangelio no cambia. ¿por qué entonces había
cambiado la actitud de los Gálatas hacia él? Anteriormente les había librado de las cadenas del
paganismo, ahora trata de salvarlos de la esclavitud del judaísmo, el apóstol declara: “¿cómo es que
os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?”
Pablo en verdad era su mejor amigo, y no podía pensarse que se había hecho su enemigo “por
decirles la verdad”.

Versículos 17 y 18: “Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de
nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos. Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y
no solamente cuando estoy presente con vosotros”.

“Los Judaizantes estaban fingiendo un gran interés en el bienestar de los Gálatas y aparentemente
hacían mucho por ellos, con el fin de ganarlos en sus puntos de vista concernientes con el judaísmo y
la Circuncisión. Deseaban que los Gálatas fueran sus seguidores. No podemos anular condenando
sus motivos, pero podemos condenar su celo”.

“La falta de entusiasmo por parte de los cristianos ha sido siempre la causa de la falta de interés
mostrada por los no cristianos en las enseñanzas de la iglesia. Si fuéramos genuinos en verdad,
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nuestro celo, seria espontáneo. Intentos espasmódicos, forzados o fingidos para representar una
religión desde un sentido de deber, hace poca impresión. Entusiasmo superficial traiciona a sí mismo
con el tiempo. El mejor testimonio en favor de creencias religiosas, es su demostración en una vida
totalmente consagrada a los principios que ellos reflejan. “Quieren apartaros de nosotros”,
probablemente de las atenciones solícitas y de su Evangelio. Posiblemente también, estos hombres
malvados, intentaron cerrarles el contacto a los Gálatas con otras iglesias que eran leales a Pablo, en
la esperanza de hacer de Galacia el centro de sus actividades entre los gentiles. “El verdadero motivo
de los Judaizantes en poner tanta atención en los Gálatas era que ellos mismos querían llegar a ser el
centro de atención entre los Gálatas. Esto esperaban como respuesta a su supuesto interés en el
bienestar de la iglesia” (6BC pág.969).

El celo es recomendable si se refleja motivos que armonizan con la verdad. Aparentemente los
Gálatas habían sido celosos de las cosas de Dios, cuando Pablo estuvo con ellos; pero ahora cuando
daban acogida a las enseñanzas Judaizantes, su celo por Cristo había desaparecido, y en cambio se
contagiaron por el celo de las obras de la ley, del cual el apóstol Pablo comenta: “Porque yo les doy
testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de
Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios, porque el fin de
la ley es Cristo para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:2-4).

Versículos 19: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea
formado en vosotros, quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy
perplejo en cuanto a vosotros”.

En el libro de Corintios leemos: “No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a
hijos míos amados. Porque, aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues
en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis” (1
Corintios 4:1416), Pablo como padre espiritual de los Gálatas, es lógico pensar, que manifestara
preocupación por el bienestar de ellos. En llevar a los Gálatas a Cristo, el apóstol soportó los
ramalazos de sus nacimientos, ahora que dejaron su fe, él debe soportar una vez más toda la amarga
experiencia de antes. En la epístola a los Colosenses leemos: “El misterio que había estado oculto
desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar
a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la
esperanza de gloria” (Colosenses 126,27). Cuando Cristo vive dentro de la persona, El manifiesta su
vida perfecta a través de la vida del cristiano: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto
era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que
no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 813,4). La mente del cristiano
es la mente de Cristo, (Filipenses 2:5); el carácter de Cristo es su carácter, el amor de Cristo se
manifiesta en él. Este proceso continúa hasta que el cristiano llega a la estatura completa de Cristo.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

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Versículo 20: “Quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en
cuanto a vosotros”.

“Pablo desearía entregar su mensaje personalmente su carta podía ser mal interpretada o aplicada.
Si estuviese presente, podría contestar todas las preguntas que seguro se levantarían cuando la
carta sea leída. Sus enemigos le interpretarían con el peor entendimiento. Ahora muchos
obscurecen el significado de las palabras de Pablo en su carta a los Gálatas, por no estudiadas en su
contexto contra el trasfondo de la situación que existía entre las iglesias de Galacia, Pablo hubiese
preferido cambiar su actitud, hacia ellos, pero hechos son hechos. Que placentero hubiese sido para
él si ellos cambiaran su actitud, harían posible para él expresar confianza en ellos otra vez y no
pronunciar palabras de quejas, desconfianza y censura. Esto es lo que haría si estuviese presente, si
dejarán sus caminos y retornaran a su lealtad original al evangelio. Pablo anticipa el cambio de
corazón al recibir su carta”.

“Estoy perplejo en cuanto a vosotros' su perplejidad de alma cuenta por las cosas severas que él les
dice en la carta. Pero las cosas estando como están, debe decir lo que él considera su deber de
hablar. Habían dado evidencia de insinceridad y vacilación; no obstante, no quería hacer las cosas
peores mediante una indebida severidad” (GBC pág. 970).

Versículo 21: “¿Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?”.

En la Epístola de Santiago leemos: “!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de
Dios” (Santiago 4:4). El libro de Proverbios declara: “Hay camino que parece derecho al hombre,
pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16:25). Los Gálatas deseaban seguir unidos al mundo,
sujetos a transgredir la ley y por lo tanto bajo la ley; el libro de Romanos declara: “Y yo sé que, en mí,
esto es, en mi carne, no mora el bien, porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. así
que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mi” (Romanos 7:18,21). ¿No
habéis oído la ley? “El que permaneciese en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas
vivirá por ellas” (Gálatas 3:10,12).

Versículo 22: “Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava, el otro de la
libre”.

El libro de Génesis nos dice: “Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que
le dio Agar, Ismael” “Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había
hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Y
llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac” (Génesis 16:15; 21:1-
3). “Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de
su hijo Isaac. Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no
ha de heredar con Isaac mi hijo” (Génesis 2129,10). Jesús nos enseña: “Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham

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somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie ¿Cómo dices tú: ¿Seréis libres? Jesús les respondió: De
cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no
queda en la casa para siempre; el hijo si queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres” (8 Juan 8:31-36). Porque todos los que dependen de las obras de la ley están
bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas
escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gálatas 3:10).

Versículo 23: “Pero el de la esclava nació según la carne; más el de la libre por, la promesa”.

En el libro de Romanos leemos: “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que
descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En
Isaac te será llamada descendencia. Esto es: no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios,
sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes” (Romanos 9:6-8).
Ismael fue nacido según la voluntad de hombre, de Abraham y Agar, según la carne, y su
descendencia solo podía traer hijos de servidumbre. Con relación a Isaac el hijo de la promesa la
Biblia dice: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz
aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien le había prometido. Por lo cual
también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la
arena innumerable que está a la orilla del mar” (Hebreos 11:11).

Versículos 24 y 25: “Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene
del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en
Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos está en esclavitud”.

“El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la
caída se dio la promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este
pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer
en el futuro mediante Cristo, También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así
obtuvieron los patriarcas la esperanza de la salvación”.

“Este mismo pacto le fue renovado a Abraham en la promesa: 'En tu simiente serán benditas todas
las gentes de la tierra’ (Génesis 22:18). Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo. Así la
entendió Abraham. (Véase Gálatas 328,16), y confió en Cristo para obtener el perdón de sus
pecados. Fue esta fe la que se le contó como justicia. El pacto con Abraham también mantuvo la
autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció y le dijo: 'Yo soy el Dios Todopoderoso; anda
delante de mí y sé perfecto. El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: 'Oyó Abraham mi voz,
y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes, y el Señor declaró: 'Estableceré
mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para
serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti’ (Génesis 17:1,7; 26:5). “Otro pacto, llamado en la
Escritura el pacto ‘antiguo’, se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue
ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abraham fue ratificado mediante la
sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o ‘nuevo’ pacto, porque la sangre con la cual fue
sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en
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vigor en los días de Abraham, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por
el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta’ (Hebreos
6:18).

“Pero si el pacto confirmado a Abraham contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro
pacto en el Sinaí? Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de
Dios y de los principios del pacto de Abraham. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su
poder y misericordia para inducirlos a amarle y confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde,
perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total
desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. así se llenaron de amor y gratitud hacia
él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud
temporal.

“Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un
ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la
extremada pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de
Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto les debía enseñar”.

“Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones
siempre que obedecieran: 'Ahora pues si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,...vosotros
seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa”. (Éxodo 19:5,6). Los israelitas no percibían la
pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la
ley de Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: 'Haremos todas las cosas
que Jehová ha dicho, y obedeceremos (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la
proclamación de la ley, y habían temblado de temor ante el monte; y, sin embargo, apenas unas
pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida.
No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su
pecaminosidad y su necesidad de perdón, llegaron a sentir la necesidad del Salvador revelado en el
pacto de Abraham y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se
vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para
apreciar las bendiciones del nuevo pacto” (PP, págs. 386-389).

Con estas verdades en la mano, podemos decir que cuando Pablo habla metafóricamente y dice que
Agar es el monte Sinaí, se refiere al hecho de que, así como Abraham a través de Agar y su hijo
Ismael quiso cumplir el plan de Dios y obtener la salvación del hombre mediante su plan puramente
humano, así el pueblo de Israel mediante el pacto en el Sinaí procuraba lograr la justificación
mediante las obras de la ley. Pero el plan de Dios dice que la justicia solamente puede obtenerse
mediante la te del creyente en Cristo Jesús.

La Biblia dice: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues
escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas escritas en el libro de la ley,
para hacerlas” (Gálatas 3:10).

El apóstol dice que, así como hay dos pactos, existen también dos ciudades que pertenecen a cada
uno de ellos. Jerusalén actual, corresponde al pacto hecho en el Sinaí en Arabia; pues ésta con sus
hijos están en esclavitud. Respecto al destino de esta ciudad la Biblia dice: Jerusalén, Jerusalén, que

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mates a los profetas, ¡y apedreas a los que te son enviados! Cuántas veces quise juntar a tus hijos
como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, ¡y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada
desierta; y os digo que no veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en el
nombre del Señor” (Lucas 13:34, 35). Con respecto a la Jerusalén celestial en el libro de Apocalipsis
leemos: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el
mar ya no existía más”. “Ven acá; yo te mostrará la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en
el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén que descendía
del cielo de Dios, teniendo la gloria de Dios (Apocalipsis 21:1, 9,10).

Versículo 26: “Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre”.

En el libro de Hebreos leemos: “Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que
ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz
que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se los hablase más, porque no podían soportar
lo que se ordenaba: Si aún una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan
terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis
acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos
millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el
Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a
la sangre rociada que habla mejor que la de Abel” (Hebreos 12:18-24).

El profeta Juan declara: “Y Yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de
Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía; he
aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios”. (Apocalipsis 21:2,3).

La ciudad de arriba la nueva Jerusalén es libre, es libre de pecado, la Biblia dice: “No entrará en ella
ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en
el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21:27). Siendo ella nuestra madre engendra solamente
hijos en libertad.

Versículo 27: “Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; prorrumpe en júbilo
y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de la desolada, que de la que
tiene marido”.

El profeta Isaías dice: “Regocíjate oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de
júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la
casada, ha dicho Jehová” (Isaías 54:1). El profeta Oseas declara: “Con todo, será el número de los
hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue
dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente” (Oseas 1:10).
Posteriormente el apóstol Juan refiriéndose a los “hijos de la desolada” exclama: “Después de esto
miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos
y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y
con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios
que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7:9-10).

Versículo 28: “Así que, hermanos, nosotros como Isaac, somos hijos de la promesa”.
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En el libro de Génesis leemos: “De cierto te bendeciré, y multiplicará tu descendencia como las
estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas
de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto
obedeciste a mi voz', (Génesis 22:17,18). Luego el apóstol Pablo declara: “Ahora bien, a Abraham
fueron hechas las promesas y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos
sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3:16). “Porque también a nosotros se
nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir
acompañada de fe en los que oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la
manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas
estaban acabadas desde la fundación del mundo” (Hebreos 4:2,3).

Versículo 29: “Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había
nacido según el Espíritu, as: también ahora”.

Pablo haciendo alusión a Génesis 21:8-11, declara: “Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos;
uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; más el de la libre
según la promesa” (Gálatas 4:22,23). Cuando el apóstol habla de los nacidos según la carne se refiere
metafóricamente a los judíos y cristianos judaizantes de su época, los cuales buscaban la salvación
mediante las obras de la ley. En el Libro de Génesis leemos: “Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia,
el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac” (Génesis 21:9). De igual
manera los judíos y Cristianos Judaizantes estaban también persiguiendo a los cristianos y tratando
de despojados de la promesa del pacto, de la justificación por la fe. Los nacidos del Espíritu son
todos los cristianos, quienes son participes de la promesa de la salvación, por medio de la fe en
Cristo Jesús, a través de su nuevo nacimiento.

Versículos 30 y 31: “Mas ¿qué dice la escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no
heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de
la esclava, sino de la libre”.

En el libro del Génesis leemos: “Por tanto dijo a Abraham Echa a esta sierva y a su hijo, porque el
hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo. Este dicho pareció grave en gran manera a
Abraham a causa de su hijo. Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del
muchacho y de tu sierva; en todo lo que dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada
descendencia” (Génesis 21:10-12). De manera hermanos que nosotros, los cristianos tanto judíos
como gentiles, somos hijos de Abraham y Sara: solamente los hijos de la libre tienen acceso a los
privilegios de la promesa en Cristo Jesús. Todo cristiano que ha nacido de nuevo, ha sido injertado
en el tronco de Abraham, mediante Cristo Jesús; es hijo de la libre y por tanto guarda en su corazón
la ley de la libertad, los diez mandamientos de Dios.

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CAPÍTULO 5
Estad firmes en la libertad
Versículo 1: “Estad, pues, firme en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez
sujetos al yugo de esclavitud”.

En el libro de Santiago leemos: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiera en un
punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No
matarás. Ahora bien, sino cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. Así
hablad, así haced como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad” (Santiago 2:10-12).
En la “epístola a los Corintios el apóstol Pablo declara: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está
el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17). A la luz de estos textos Bíblicos, podemos
asegurar que la ley de la libertad es la ley moral de Dios, los diez mandamientos. Cristo nos hizo
libres proporcionándonos el Espíritu para poderla guardar y de ese modo hacernos libres de la
transgresión o del pecado. “Por el servicio del yo las multitudes están atadas al servicio de Satanás
son esclavos de sus propios impulsos y pasiones, que se hallan bajo el control del maligno. Al
llamarlos a su servicio, Dios les ofrece la libertad. La obediencia a Dios es libertad de la servidumbre
del pecado, liberación de la pasión y el impulso...'Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay en
ellos tropiezo' “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma” (TM, pág. 247).

En el evangelio de Lucas podemos leer la siguiente escena: “Enseñaba Jesús en una sinagoga en el
día de reposo; y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y
andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
Mujer eres libre de la enfermedad, Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y
glorificaba a Dios. Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de
reposo, dijo a la gente: seis días hay en que se debe trabajar; en estos pues, venid y ser sanados, y
no en día de reposo. Entonces el Señor le respondió: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en
el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que
Satanás había atado dieciocho años, ¿no se debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?
(Lucas 13:10-16). Mediante este milagro Cristo Jesús Iibertó a esta hija de Abraham de las garras del
maligno, le llamó al servicio de Dios y le puso en la senda donde se guardan los mandamientos de
Dios. Nadie piense que con esta actitud Jesús abolió la santidad del día Sábado, No; este día fue
diseñado, para hacer obras de misericordia y obras que tienen que ver con la redención del hombre.
El cuarto mandamiento de la ley de Dios nos dice: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo seis
días trabajarás, y harás toda tu obra más el séptimo día es para Jehová tu Dios...Porque en seis días
hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo
día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:9,11). Guardar el sábado
significa reposar en las obras de la creación del Señor, es justificación por la fe, porque para poder
reposar se necesita haber nacido en Cristo Jesús. La Biblia dice: “Y puso las manos sobre ella; y ella
se enderezo luego, y glorificaba a Dios”. Cristo le proporcionó el Espíritu Santo a te mujer enferma,
le hizo confiar en el Señor y ella comenzó a glorificarle; le hizo hija de Dios y como tal heredera de
Dios por medio de Cristo”.
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Versículo 2: “He aquí, yo Pablo os digo que, si os circuncidáis, de nada os aprovechara Cristo”.

La Biblia dice: "La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es sino el guardar los mandamientos
Dios' (1 Corintios 7:19) Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y
nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne (Filipenses 3:3). “En el fuisteis
también circuncidados con circuncisión de Cristo”. (Colosenses 2:11). Con estas verdades Bíblicas,
bien podemos decir, que la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne nada es, “la
circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra, la alabanza del cual no viene de los hombres
sino de Dios”. La circuncisión verdadera es la que echa nuestros cuerpos pecaminosos y carnales y
nos hace vivir en Cristo nuestra única esperanza.

Versículo 3: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardarla
ley”.

Quien acepta la circuncisión exterior en la carne, expresa su creencia en todo el sistema ceremonial
religioso judío y está de acuerdo en someterse a todas sus demandas; pero al mismo tiempo
manifiesta desconfianza en la eficacia de la expiación hecha por Cristo por toda la humanidad. Todo
intento en querer obtener la Justicia (o el cumplimiento de ley) por otro medio que no sea por la fe
en Cristo Jesús es simplemente un imposible, “Porque todos los que dependen de las obras de la ley
están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas
escritas en el libro de la ley para hacerlas”. El versículo 3 no dice, que la ley ha sido abolida o que el
hombre no tiene que cumplirla; la ley no es la mala, ella es el carácter de Dios, lo malo: está en tratar
de cumplirla por uno mismo en ausencia de Cristo, porque simplemente no es posible.

Versículo 4: “De Cristo es desligasteis, los que por la ley es justificáis; de la gracia habéis caído”.

En el libro de Romanos leemos: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la


redención que es en Cristo Jesús, a quién Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados
pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el justifica
al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:24-26). “Los Gálatas habían recibido el Espíritu de Dios,
habían experimentado la justificación por la fe, había en verdad disfrutado la libertad del evangelio
caminando en justicia durante un tiempo. Si es que ahora buscan la salvación por obras, se olvidaron
de la gracia de Cristo que hasta ahora habían disfrutado. Estos dos métodos de obtener la
justificación son mutuamente exclusivos. Adoptar uno de ellos es rechazar el otro” (BBC pág. 976).

Versículo 5: “Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia”.

Jesús declara: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuere, el
Consolador no vendrá a nosotros: más si me fuere os lo enviaré. Y cuando el venga, convencerá al
mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:7,8). En el libro de Romanos leemos: “Porque lo
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que era imposible para le ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en
semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó el pecado en la carne; para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu". (Romanos 8:13,4). Con la luz de estas verdades Bíblicas, bien podemos decir que los que
hemos nacido del Espíritu aguardamos por fe la justicia de Cristo, hasta que con el apóstol Pablo
podamos expresar “Cristo en nosotros la esperanza de Gloria”.

Versículo 6: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que
obra por el amor”.

En el libro de Corintios leemos: “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino guardar los
mandamientos de Dios” (1 Corintios 7:19). Jesús expresaba: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha
agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmos 40:8). Una persona que ha muerto al
pecado y vive en Cristo Jesús, la circuncisión o la incircuncisión externo no vale nada; su corazón es
movido por la fe del Hijo de Dios la cual se manifiesta por el cumplimiento de la ley. En Romanos
leemos: “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” “¿Luego por
la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”.

Versículo 7: “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?”.

En el libro de Hebreos leemos: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan
grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado, y corramos con paciencia la
carrera, que tenemos por delante” (Hebreos 12:1). Al fin de sus días el apóstol Pablo declara: “He
peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 47). En relación con
la palabra “verdad” la Biblia dice: 'Todos tus mandamientos son verdad”, “Enséñame, oh Jehová, tu
camino; caminaré yo en tu verdad”. La verdad es la santa ley de Dios, así lo confirma el apóstol
cuando dice: “Pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que
obedecen a la injusticia” (Romanos 2:8). Con este marco de verdades Bíblicas podemos decir que, los
Gálatas cuando recibieron el evangelio por medio de Pablo corrían en la carrera de la fe; el apóstol
declara: “Y la escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de
antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo
que los de la fe son bendecidos por el creyente Abraham”. Luego pronto se alejaron “del que os
llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente”. Los judaizantes les enseñaban a
depender de las obras de la ley para ser salvos, y les ponían bajo maldición por “no permanecer en
todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”.

Versículos 8 y 9: “Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda
toda la masa”.

La persuasión o convencimiento de que la salvación es por obras de la ley, no podía proceder de


Dios, la Biblia dice: “Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al
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mundo para condenar al mundo, sino que para que el mundo sea salvo por él” (8 Juan 3:16.17). De
modo que Dios es un Dios de misericordia y salvación; y hablando del sacrificio de Jesús la Biblia
dice: “Sacrificio y ofrenda no quisiste; más me preparaste cuerpo. Holocausto y expiaciones por el
pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en
el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocausto y expiaciones
por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego:
He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero para establecer lo último”
(Hebreos 10:5-9).

“Un poco de levadura leuda toda la masa”, un poco de levadura de malicia, de maldad, o de error, es
suficiente para perder una iglesia completa. En el libro de Santiago leemos: “Porque cualquiera que
guardase toda la ley, pero ofendiere en un solo punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10).
Un solo principio falso en la doctrina, puede echar a perderla vida y el carácter de un hombre.

Versículo 10: “Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; más el
que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea”.

En el capítulo 1 del libro de Gálatas se lee: “No que haya otro, sino que hay algunos que os
perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” (verso 7), esto nos demuestra que, aunque la
apostasía de Galacia era alarmante, sin embargo, no era completa. Pablo tiene la confianza que
muchos pensarán como él, y reconocerán el error que les estaba desviando de la verdad. El apóstol
cree que los Gálatas aceptarán su consejo, y su advertencia. Aparentemente estaban en un estado
de perplejidad e incertidumbre, más de una persona estaban desviándoles de la verdad. “Tienen
celo por nosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros
tengáis celos por ellos”. Pablo no se refiere a una persona en particular como causante del
problema, sino a todos los maestros judaizantes que enseñaban los errores de doctrina.

“Más el que os perturba llevará la sentencia, quien quiera que sea”. El libro de los Hechos nos
enseña: "Por cuanto a establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a
quien designó dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31). En la epístola
a los Corintios leemos: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o
sea malo” (2 Corintios 5:10). Finalmente, el apóstol Juan dando testimonio del juicio ejecutivo
declara: “Y vi un gran trono blanco y el que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la
tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie
ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida, y fueron
juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el que no se
halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:11, 12,15).

Versículo 11: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución
todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz”.

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En el libro de los Hechos leemos: “Después llegó a Derbe y a Listra, y he aquí había allí cierto
discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía, pero de padre griego;…Quiso Pablo que este
fuese con él; y tomándole, le circuncido por causa de los judíos que habían en aquellos lugares;
porque todos sabían que su padre era griego” (Hechos 16:1,3). Esta actitud y probablemente otras
similares, hizo que los judaizantes, acusaran falsamente a Pablo de predicar la circuncisión. No
dudaban en hacer parecer al apóstol como inconsistente.

Pablo aclarando este asunto declara: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la
incircuncisión sino la fe que obra por el amor”; y luego añade “¿Por qué padezco persecución
todavía? En otras palabras ¿por qué los judaizantes me persiguen aún? “Tres veces he sido azotado
con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio, una noche y un día ha estado como
náufrago en alta mar; en caminos muchas veces, en peligro de ríos, peligros de ladrones, peligros de
los de mi nación…” (2 Corintios 11:25, 26). La mayoría de las persecuciones que sufrió Pablo fue por
manos de los judíos; en el capítulo cuarto leemos: “Pero como entonces el que había nacido según la
carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora” (Gálatas 4:29).

Por supuesto la acusación que le hacían los judaizantes era falsa, pues el apóstol declara: “En tal
caso se ha quitado el tropiezo de la cruz”; “pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los
judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura, más para los llamados, así judíos como
griegos poder de Dios y sabiduría de Dios”. (1 Corintios 1223,24). La circuncisión es incompatible con
la cruz, si Pablo en verdad predicaba la circuncisión; es porque ya no estaba predicando la cruz, las
dos cosas no pueden coexistir.

Versículo 12: “¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!”.

“Falsos maestros habían traído a los Gálatas doctrinas que eran opuestas al evangelio de Cristo.
Pablo buscó exponer y corregir estos errores. El grandemente deseó que estos falsos maestros
fuesen separados de la iglesia, pero su influencia hubiera afectado a un gran número de creyentes
que parecía peligroso tomar acción contra ellos. Había peligro de causar división y contienda lo cual
hubiese sido la ruina para los intereses espirituales de la iglesia. Por lo tanto, el buscó impresionar a
sus hermanos sobre la importancia de tratar de ayudarse unos a otros” (5T, pág. 243).

Versículo 13: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la
libertad como ocasión para la carne, sino siervos por amor los unos a los otros”.

Cristo Jesús nos hace libres de la sujeción al pecado, en el libro de Lucas leemos: “El Espíritu del
Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a
sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos, a poner
en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18,19). El libro de
Romanos nos declara: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por la fe y para fe, como
está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). La fe de Cristo Jesús nos hace libres del
pecado, pero no nos da libertad para pecar. En la actualidad las muchas denominaciones “cristianas”
se imaginan que en Cristo tenemos libertad para ignorar la ley de Dios, olvidándose a sabiendas que

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la Biblia dice: “Todo aquel que comete pecado infringe también la ley; pues el pecado es infracción
de la ley” (1 Juan 3:4). Muchos opinan que porque la Biblia resume la ley de Dios en dos grandes
mandamientos: “Amararle a Dios con todo el corazón con todo el entendimiento, con toda el alma y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas; y “Amar a tu prójimo como a ti mismo”; se puede ignorar
los diez mandamientos de la ley de Dios, a los tales hay que recordarles que “resumir”, no es,
“reemplazar”.

“Al lavar los pies a los discípulos, Cristo dio evidencia de que haría, por humilde que fuera, cualquier
servicio que los hiciere herederos con él de la eterna riqueza del tesoro del cielo. Sus discípulos, al
cumplir el mismo rito se comprometen asimismo a servir a sus hermanos. Donde quiera que este
rito se celebre debidamente, los hijos de Dios se ponen en santa relación, para ayudarse y
bendecirse unos a otros. Se comprometen a entregar su vida a un misterio abnegado. Y esto no solo
unos por otros, su campo de labor tan basto como lo era el de su Maestro. El mundo está lleno de
personas que necesitan nuestro ministerio. Por todos los lados, hay pobres desamparados e
ignorantes. Los que hayan tenido comunión con Cristo en el aposento alto, saldrán a servir como él
sirvió” (DTG, pág. 606,607).

Versículo 14: “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”.

En la epístola del apóstol Juan leemos: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de
Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios”. “En esto se mostró el amor Dios para
con nosotros, en que Dios envió a su hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él”. “Todo aquel
que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios”. “Y nosotros hemos
conocido y escrito el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en
amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:7, 9, 15,16).

El apóstol Pablo en el libro de Romanos declara: El amor no hace mal al prójimo; así que el
cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13:10). Con estas verdades Bíblicas como luz, podemos
asegurar que el carácter de Dios es el amor, no existe otro amor verdadero que pueda ser
compartido con la humanidad, es mediante el Espíritu Santo, mediante la justicia de Cristo en la
persona que esta preciosísima verdad se cumple. Bien podemos decir entonces, que quien ama
genuinamente a su prójimo como a sí mismo, tiene a Cristo en su corazón y puede cumplir toda la
ley.

Versículo 15: Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad también no os consumáis unos a
otros”.

La conducta de los Gálatas no era la de un cristiano que estaba obedeciendo la verdad; la Biblia dice:
“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. “Justificados, pues, por la fe,
tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Salmos 119:165; Romanos 5:1).
Cuando el Espíritu de Dios mora en una persona, el resultado es la paz, y el fruto, es la obediencia a
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los mandamientos de Dios. Así mismo un pequeño error en una iglesia, trae el germen de la
discordia y de la maldad entre sus miembros, y el espíritu que gobierna a la gente es el espíritu del
maligno.

Versículo 16: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”.

En la carta a los Efesios leemos: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el
Señor; andad como hijos de luz, porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad”.
(Efesios 5:8,9). “No satisfagáis los deseos de la carne”, “por cuanto los designios de la carne son
enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios” (Romanos 8:7).

Versículo 17: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne;
y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.

La Biblia dice: “Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal vendido al pecado. Porque
lo que hago no entiendo; pues no hago lo que quiero sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no
quiero eso hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino
el pecado que mora en mí. Y yo sé que, en mí, esto es en mi carne, no mora el bien; porque el querer
el bien está en mi pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero sino, el mal que no quiero
eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Porque según
el hombre interior me deleito en la ley de Dios; ¡pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela
contra la ley de mi mente, y que lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros
Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Jesucristo Señor
nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado”.
(Romanos 7:14-25).

Versículo 18: “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley”.

En el libro de Romanos leemos: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son
hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:14,15).
Estar bajo la ley” significa estar sujetos a la ley o sujetos al pecado. Los que han muerto al pecado y
han nacido del Espíritu, estos ya no están bajo la ley, pues, de la esclavitud del pecado han sido
libertados y viven en Cristo una vida de obediencia a los mandamientos de Dios.

Versículos 19 - 21: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgias, y cosas semejantes a estas; a cerca
de las cuales os amonesto, como os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios”.

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Todos estos actos son transgresiones de la ley de Dios que desfiguran la imagen de Dios en las
personas, y se constituyen en esclavos del pecado, los que practican tales cosas, no son hijos del
Espíritu y por lo tanto no son herederos de la promesa con Cristo Jesús.

Versículos 22 y 23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.

Estas características son propias del carácter de Dios, del carácter de Cristo: las personas que las
poseen cumplen a cabalidad la ley de Dios. El apóstol Pablo dice: “contra tales cosas no hay ley”,
queriendo decir con esto que los que tienen el Espíritu tienen la justicia de Cristo, y por lo tanto ellos
mismos son la manifestación de la ley de Dios.

Versículo 24: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”.

“Las bajas pasiones tienen su asiento en el cuerpo y se manifiestan a través de él. Las palabras carne
o carnal () deseos carnales, abarca la más baja, naturaleza corrupta; la carne por si misma solo puede
actuar contraria a la voluntad de Dios. Somos llamados a crucificar la carne con sus afecciones y
deseos. ¿Cómo lo haremos? ¿infligiremos dolor en el cuerpo? No, si no matáremos la tentación a
pecar. Los pensamientos corruptos deben ser expelidos. Cada pensamiento debe ser llevado en
cautiverio a Cristo Jesús. Todas las tendencias animales deben estar sujetas a los poderes más altos
de la mente. El amor de Dios debe reinar en forma suprema Cristo debe ocupar un trono indiviso,
nuestros cuerpos deben ser considerados como su posición adquirida. Los miembros del cuerpo
deben llegar a ser instrumentos de justicia” (3SP pág. 127, 128).

Versículo 25: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”.

Los Gálatas murieron al mundo, murieron en la cruz con Cristo Jesús, habían recibido el Espíritu; el
apóstol dice: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? Profesaron aceptar la
guía del Espíritu Santo en sus vidas; por lo tanto, Pablo les dice: debéis andar también guardando la
ley de Dios, pues, la manifestación o indicador que la fe es genuina en una persona, es la obediencia
a los diez mandamientos de Dios. Los Gálatas habían “comenzado por el Espíritu y estaban acabando
por la carne.

Versículo 26: “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a
otros”.

La Biblia dice: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria. antes bien con humildad, estimando
cada uno a los demás como superiores a él mismo”. “Porque todo lo que hay en el mundo, los
deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
mundo. Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para

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siempre” (Filipenses 2:3; 1 Juan 2:16). “El amor es sufrido. es benigno, el amor no tiene envidia, el
amor no es jactancioso (vanaglorioso), no se envanece”. (1 Corintios 13:4).

Cuando Pablo nos dice “no nos hagamos vanagloriosos”, significa que debemos actuar con humildad
de acuerdo a la ley de Dios, el profeta Isaías declare:! A la ley y al testimonio! Si no dijese “conforme
a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).

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CAPÍTULO 6
Las obras de la carne y el fruto del Espíritu

Versículo 1: "Hermanos, si alguno fuese sorprendido en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea
que tú también seas tentado".

"Con espíritu de mansedumbre, 'considerándote a ti mismo, porque tú no seas también


tentado', ve al que yerra y 'redargúyele entre ti y él solo'. No le avergüences exponiendo su
falta a otros, ni deshonres a Cristo haciendo público su pecado o error de quien lleva su
nombre. Con frecuencia hay que decir claramente la verdad al que yerra; debe inducírsele a
ver el error para que se conforme. Pero no hemos de juzgarle ni condenarle. No intentemos
justificarnos sean todos nuestros esfuerzos para recobrarlos. Para tratar las heridas del alma
se necesita el tacto más delicado, la más fina sensibilidad. Lo único que puede valernos en
esto es el amor que fluye del que sufrió en el calvario. Con ternura compasiva, trate el
hermano con el hermano, sabiendo que si tiene éxito 'salvará un alma de muerte' y 'cubrirá
una multitud de pecados'. (Santiago 5:20) (DTG pág. 408). "Un hombre puede tratar de
servir a Dios, pero tentaciones de dentro y fuera le pueden asaltar. Satanás y sus ángeles le
urgen y le halagan para que transgreda la ley de Dios. Tal vez cae como presa de sus
tentaciones. ¿Cómo entonces su hermano le trataría? ¿Le hablaría duramente, con palabras
cortantes, alejándole aún más del Salvador? Qué triste espectáculo seria este para Cristo y
sus ángeles.

Recordemos que estamos esforzándonos y cayendo, fallando en representar a Cristo en


palabra y acción, cayendo y parándose otra vez, esperando y desesperando. Cuidemos en
actuar de una manera no delicada con aquellos, que como nosotros, están sujetos a
tentación y quienes como nosotros, son objeto del amor infalible de Cristo”. (9T pág. 222).

Versículo 2: "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”.

En el evangelio de Lucas leemos la siguiente escena: “Entonces Jesús le dijo: Simón una cosa
tengo que decirte: y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía
quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con que pagar, perdonó a
ambos. Di, pues, ¿Cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón dijo: Pienso que aquel a
quien perdonó más. Y él le dijo rectamente haz juzgado”. (Lucas 7:40-43). Con esta parábola
Cristo nos enseña que su amor es para todos, que tanto el fuerte como el débil en la fe,
encuentran en El su ayuda oportuna. “El no limitó sus visitas y trabajos para la clase más
inteligente y menos faltas, y desatendió a los infortunados. El no pregunto si es más
conveniente para El, ser compañero del más pobre, del más necesitado. Estos son aquellos
cuya compañía busco Jesús, a las ovejas perdidas de la casa de Israel". (2T, pág. 75).

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La Biblia dice: "Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones”. “Así que,
los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a
nosotros mismos”. (Romanos 14:1; 15:1). "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis
unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. (Juan 13:34). Con
estas verdades en la mano, podemos asegurar que la "Ley de Cristo”, es la ley de los Diez
mandamientos de Dios, pues, cuando está en el corazón de un creyente, es Cristo quien
mora en él; y su amor se manifiesta verdaderamente hacia Dios y hacia su prójimo.

Versículo 3: "Porque el que se cree algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña".

En el libro de Romanos leemos: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio
de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense
de si con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". "Como está
escrito; no hay justo ni aún uno" (Romanos 3:10: 12:2,3). En la epístola a los Corintios se
declara: "Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo". (1
Corintios 8:2). El libro de Efesios nos enseña: "Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe,
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". (Efesios 2:8-19). Con estas verdades
Bíblicas como antecedente, bien podemos decir, que cuando Pablo dice: "Porque el que se
cree ser algo, no siendo nada", está hablando de la justificación por las obras; en otra parte
de la epístola declara: "Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está. Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas
escritas en el libro de la ley, para hacerlas". "Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos
son hijos de Abraham". "¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna
manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley".
(Gálatas 3:10, 2,21).

El cumplimiento de la ley es la justicia, pero la justicia no está en la ley, sino en Cristo Jesús,
Señor nuestro. De manera que la ley no puede hacerle justo a ningún hombre, sino el
Espíritu Santo, que imprime el carácter de Cristo en la persona y lo hace un hombre
cumplidor de la ley. La vida de Cristo fue un verdadero holocausto al servicio de la
humanidad pecadora.

Versículo 4 y 5: "Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá
motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su
propia carga".

El libro de Romanos nos declara: "Pero ahora aparte de la ley, se ha manifestado la justicia
de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos
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pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su
gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación
por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por
alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su
justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Por la ley de
las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos pues, que el hombre es justificado por fe
sin las obras de la ley". (Romanos 8:21-28).

Dentro de este contexto, cuando Pablo dice: “someta a prueba su propia obra", significa que
las obras, propias deben ser sometidas a la ley de la fe, no a la "ley de las obras", entonces
veremos cada uno, que toda jactancia queda excluida y que toda gloria pertenece a Cristo
Jesús. En otra parte de la carta a los Romanos leemos: "Mas os he escrito hermanos, en
parte con atrevimiento, como para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el
evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu
Santo tengo pues de que gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no
osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mi para la obediencia de los
gentiles, con la palabra y las obras". (Romanos 15:15-18). Una persona puede gloriarse
solamente en Cristo Jesús, de lo que Él ha hecho por medio de esa persona, esto significa
que solo puede gloriarse respecto de sí mismo y no en otro, porque aunque la Biblia dice
"sobrellevad las cargas los unos de los otros”, esto, no contradice el hecho de que cada uno
debe llevar su propia carga y depositarla en Cristo Jesús, nuestro único Redentor.

Versículo 6: "El que es enseñado en la palabra, haga participe de toda cosa buena al que lo
instruye”.

En el evangelio de Juan leemos: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. (Juan


17:17). El libro de Salmos nos dice: "La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo Juicio
de tu justicia”. (Salmos 119:160). El libro de Corintios nos enseña: "La copa de bendición que
bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros
con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel mismo pan”. (1
Corintios 10:16,17). Con este conjunto de verdades Bíblicas, bien podemos decir que cuando
Pablo aconseja que “El que es enseñado en la palabra, haga participe al que le instruye",
quiere decir que el que ha sido instruido en la palabra, predique la verdad, enseñe la Justicia
la ley manifestada en Cristo Jesús, de esta manera hará participe de toda “cosa buena al que
le instruye"; porque, "El pan que partimos ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo
un solo pan, nosotros con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de un
mismo pan”.

Versículo 7: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará".

El profeta Oseas nos declara: “Sembrad para nosotros en justicia, segad para vosotros en
misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta
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que venga y nos enseñe justicia. Habéis obrado impiedad, y segasteis iniquidad; comeréis
fruto de mentira, porque confiaste en su camino y en la multitud de tus valientes”. (Oseas
10:12,13). Jeremías nos declara: “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el
hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”. “Bendito el varón
que confía en Jehová, y cuya confianza es en Jehová”. (Jeremías 17:5,7). El evangelio de
Mateo nos enseña: “El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos nos enseña: “El
campo es el mundo: la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del
malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son
los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el
fin del siglo". "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con
él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las
naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos, Y
pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda”. (Mateo 13:38-40; 25:31-33).

Con este conjunto de verdades Bíblicas, podemos decir que, “al fin del siglo: cuando la siega
tenga lugar en esta tierra, se verá la clase 4 semilla que todo hombre sembró para sí mismo.
El apóstol Juan describiendo el gran día del juicio ejecutivo nos declara: "Y vi un gran trono
blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún
lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios, y los
libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el e libro de la vida; y fueron
juzgados los muertos, por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras".
(Apocalipsis 20:11,12). El apóstol Pablo dice: "No os engañéis, Dios no puede ser burlado,
pues, todo lo que el hombre siembra, eso también segará”. “El Faraón sembró obstinación, y
cosechó obstinación. El por sí mismo puso la semilla en el suelo. Así como Dios no interfiere
en el crecimiento de un grano de maíz mediante algún nuevo poder, así no era necesario
interferir en el caso del Faraón. Todo lo que es necesario es una semilla que será dejada para
que germine, y nazca y de fruto según su clase. La cosecha revela la clase de semilla que ha
sido sembrada”. (MS 126, 1901) (1 BC pág. 1100).

Versículo 8: "Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el
que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.

En el libro de Romanos leemos: "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse


del Espíritu es vida y paz”. “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios;
porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios". (Romanos 8:6-8). El libro de Corintios nos declara: “Pero esto digo
hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción
hereda la incorrupción”. (1 Corintios 15:50). Con este conjunto de verdades Bíblicas en la
mano, podemos afirmar que el que vive de acuerdo a la carne, sujeto al pecado o bajo la ley,
segará al final corrupción o muerte, pues, la Biblia dice: "Porque la paga del pecado es
muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro". (Romanos
6:23).

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De igual forma, refiriéndose a la siembra para el Espíritu, la Palabra de Dios dice: "Y si el
Espíritu de aquel que levantó a los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levanto de los
muertos a Cristo Jesús vivificara también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora
en nosotros". "Así que hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos de
acuerdo a la carne; porque si vivís, conforme a la carne moriréis; mas si por el Espíritu hacéis
morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
estos son hijos de Dios. Pues habéis recibido el Espíritu de adopción por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que
padecemos juntamente con él, para que juntamente con el seamos glorificados". (Romanos
8:11-17).

Versículo 9 y 10: "No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo
segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a
todos, y mayormente a los de la familia de la fe".

En el libro de Isaías leemos: "¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres
errantes albergues en casa; que cuando la veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu
hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación (“y tu salud" en otras
versiones) se dejará ver pronto..." (Isaías 58:7,8); al respecto un escrito inspirado nos dice:
"Quién sufra de una pobre salud, hay un remedio para usted. Si usted cubre al desnudo, y a
los pobres errantes albergues en tu casa y partes el pan con el hambriento, 'entonces nacerá
tu luz como el alba, y tu salud se dejara ver pronto' Hacer lo bueno es un excelente remedio
para la enfermedad. Aquellos quienes están sumergidos en el trabajo, invitados a llamar a
Dios, y Él ha prometido por sí mismo contestarlos. Su alma será satisfecha en la sequía, y
serán como un jardín fértil, cuyas aguas son seguras". (27 pág. 29)... En la epístola universal
de Santiago leemos: "La religión pura mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo". (Santiago
1:27). “Despertar hermanos y hermanas. No tengas temor de las buenas obras. "No nos
cansemos de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”. No
esperemos que nos digan cual es nuestro deber. Abra sus ojos y vea quien está a su
alrededor; familiarícese por sí mismo con el desamparado, afligido y necesitado. No se
esconda de ellos y busque no olvidarse de sus necesidades. ¿Quién está ansioso por hacer
todo lo posible en ayudar en el gran plan de la salvación? (27 pág. 29).

"Somos requeridos "hacer bien a todos pero especialmente a los de la familia de la


fe..."Debemos cuidar de aquellos quienes tienen el coraje moral, para aceptar la verdad,
quienes perdieron sus situaciones como consecuencia, y son echados del trabajo con el cual
mantenían a sus familias. Provisión debe ser hecha para ayudar al pobre y digno, a encontrar
empleo para aquellos que aman a Dios y guardan sus mandamientos. No deben dejarlos sin
ayuda, para que se sientan forzados a trabajar el Sábado o sufrir hambre... Es de esta clase
de cristianos especialmente, que el Señor se refiere cuando dice: "a los pobres errantes
albergues en tu casa”. (6T pág. 85).

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Versículo 11: "Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano".

En el libro de Corintios leemos: "Yo Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano". (1
Corintios 16:21). En la epístola a los Colosenses el apóstol nos dice: "La salutación de mi
propia mano, de Pablo". (Colosenses 4:18). En el libro de Tesalonicenses declara: “La
salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía, así escribo". (2
Tesalonicenses 4:18). Con este antecedente bien podemos decir que desde el verso 11 del
capítulo 6 hasta el verso 18, Pablo escribió la carta a los Gálatas de su propia mano, como
señal que la carta era suya. El tipo de letra, era grande, debido al hecho que para ese tiempo
el apóstol sufría de algún problema en la vista. (Gálatas 4:13,15).

Versículo 12: "Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os
circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo”.

La Biblia dice: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque corréis mar y tierra
para hacer un prosélito, una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del diablo que vosotros"
(Mateo 23:14). Los falsos maestros por cuyas enseñanzas a los Gálatas, Pablo está realmente
preocupado, exigían de ellos una señal tangible de su éxito en sus esfuerzos. Esta señal se
obtenía mediante el acto de la circuncisión. Este acto implicaba, justificación por obras en
vez de justificación por fe. La ley de Dios para ellos era una forma de justicia y verdad, ellos
no guardaban la ley, ni podían hacerlo porque la carne es opuesta a la ley del Espíritu. "Por
cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de
Dios ni tampoco pueden". (Romanos 8:7). "Este pretendido sello o señal de la circuncisión no
provenía de un amor genuino a la causa que ellos representaban, sino más bien al deseo de
no padecer persecución de sus hermanos los Judíos. Si expresaban fidelidad a las
ceremonias Judías, como la circuncisión no serían esencialmente diferentes de otros Judíos,
y podrían escapar a la persecución que Pablo y otros cristianos soportaban”. (6BC pág. 987).

Versículo 13: "Porque ni aún los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren
que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne".

El apóstol declara: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas
escritas en el libro de la ley para hacerlas". (Gálatas 3:10). Luego nos dice que aquel que se
circuncida, está en la obligación de guardar toda ley, finalmente afirma que “los designios de
la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco
pueden". Con esto Pablo nos enseña "que ni aun los que se circuncidan guardan la ley, por
tratar de guardar la ley de Dios en ausencia de Cristo, lo cual es un imposible. “Porque lo que
era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en
semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó el pecado en la carne; para
que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino

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conforme al Espíritu". (Romanos 8:3,4). "Para los Judaizantes tener éxito en hacer propósitos
les daba crédito y gloria a los ojos de los Judíos ortodoxos. Sus objetivos eran
evidentemente, convencer a sus compatriotas judíos, devotos, que como cristianos, ellos
eran aún buenos Judíos y entonces se congraciaban por sí mismos con las autoridades
Judías. Mostrando su celo por la ley, esperaban abolir la persecución. (6BC pág. 988).

Versículo 14: “Pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo".

En el libro de Jeremías leemos: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su


valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas". (Jeremías 9:23). La epístola
Corintios nos dice: "Nadie se engañe a sí mismo, si alguno entre vosotros se cree sabio en
este siglo, hágase ignorante, para llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es
insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y
otra vez el Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos". (1 Corintios 3:18-
20). Por lo tanto el hombre no tiene absolutamente nada en sí mismo de que gloriarse; el
profeta Isaías dice: “Voz que decía da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces?
Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor de campo. La hierba se seca y la flor se
marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo".
(Isaías 40:6,7). Pablo consiente de la situación del hombre caído frente a la justicia y
santidad de Dios, exclama: "¡Pero lejos de mí este gloriarme! ¡Sino en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo!” En el libro de Romanos leemos: “Tengo pues de que gloriarme en Cristo
Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por
medio de mi para la obediencia de los gentiles con la palabra y con las obras, con potencias
de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios". (Romanos 15:17,18). La cruz de
Cristo es todo para el hombre, “Porque la palabra de la cruz es locura para a los que se
pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios". (1 Corintios 1:18).
En el libro de Apocalipsis leemos: “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles al rededor del
trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos y su número era millones de millones, que
decían a gran voz: el Cordero que fue inmolado es digno de tomar, el poder, la sabiduría y la
fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y todo lo creado, que está en el cielo, y sobre la
tierra, y en el mar, y a todos las cosas que en ellos hay, Oí decir: al que está sentado en el
trono, y al Cordero, sea la alabanza, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”.
(Apocalipsis 5:11-13).

Versículo 15: "Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión sino
una nueva creación".

En el libro de Corintios leemos: "Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó
a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias ¿Fue llamado alguno siendo
circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue llamado alguno siendo incircunciso? No se circuncide.
La circuncisión nada es y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de
Dios”. La salvación no viene del hombre; ¿O no sabéis que todos los que hemos sido
bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? sabiendo que nuestro viejo
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hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a
fin de que no sirvamos más al pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también
viviremos con él”. (Romanos 6:3, 6,8). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17), Los
parámetros que nos indican que una persona es una “nueva creación", son el Sábado y la
cruz, pues, en el libro de Apocalipsis leemos: “Aquí está la paciencia de los santos, los que
guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". (Apocalipsis 14:12). El Sábado implica a
Cristo y Cristo implica al Sábado.

Versículo 16: "Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a
ellos, y al Israel de Dios".

“A todos que anden conforme a esta regla", es decir a los que hayan muerto al pecado y
hayan nacido de nuevo, Pablo les dice: “paz y misericordia sea a ellos”, queriendo decir con
esto, que la justicia de Cristo les ha sido proporcionada, pues, en El, se cumple lo que la
Biblia dice: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron".
(Salmos 85:10).

"El amor de Dios ha sido expresado en su justicia no menos que en su misericordia. La


justicia es el fundamento de su trono y el fruto de su amor. Había sido el propósito de
Satanás divorciar la misericordia de la verdad y la justicia. Procuró demostrar que la justicia
de la ley de Dios es enemiga de la paz. Pero Cristo demuestra que en el plan de Dios están
indisolublemente unidas; la una no puede existir sin la otra... "Por su vida y su muerte, Cristo
demostró que la justicia de Dios no destruyó su misericordia, que el pecado podía ser
perdonado, y que la ley es justa y puede ser obedecida perfectamente. Las acusaciones de
Satanás fueron refutadas. Dios había dado al hombre evidencia inequívoca de su amor".
(DTG pág. 711).

Cuando Pablo dice: "Y al Israel de Dios", se refiere indudablemente a las 12 tribus de Jacob,
refiriéndose a ellos nos declara: ¿qué ventaja tiene el judío? Mucho, en todas maneras:
Primero; ciertamente las ha sido confiada la palabra ¿Pues qué, si alguno de ellos han sido
incrédulos? ¿Su incredulidad ha hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera...
(Romanos 2:3-4). En el libro de Hebreos nos dice: "He aquí vienen días, dice el Señor, en que
estableceré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que
hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto...
Después de aquellos días dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos y sobre su
corazón las escribiré..." (Hebreos 8:8-10). Esta preciosísima verdad, tendrá especial
cumplimiento en estos días cuando tenga lugar la siguiente profecía: “Y yo os tomare de las
naciones, y os recogeré de todas las tierra, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre
vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros
ídolos os limpiare. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; mi
Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y lo pongáis por
obra”. (Ezequiel 36:24-27).

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Versículo 17: "De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi
cuerpo las marcas del Señor Jesús”.

Pablo considera la epístola terminada, no hay nada que añadir, se han refutado claramente
todos los argumentos de los Judaizantes, se ha demostrado plenamente, que la ley es
perfectamente compatible con la fe, se ha definido la justificación por obras y la justificación
por la fe, se ha analizado el pacto con Abraham y su alcance para toda la humanidad. Ahora
el apóstol, como testimonio de que su ministerio fue de origen divino declara: "Porque yo
traigo en mi cuerpo las manos del Señor Jesús". "El llevaba siempre en su cuerpo las marcas
de la gloria de Cristo, en sus ojos, los cuales fueron enceguecidos por la luz divina” (6BC pág.
1058).

Versículo 18: "Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.
Amén”.

Finalmente el apóstol vuelve a afirmar que la salvación viene por gracia y por medio del
Señor Jesús, la Biblia dice: "Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es Cristo Jesús”. (Romanos 3:24). "Cristo pronuncia juicio sobre aquellos que
claman tener conocimiento de la ley, pero quienes por precepto y ejemplo, guían a las almas
hacia la confusión y obscuridad" (6BC pág. 1085).

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CLAVE DE ABREVIATURAS

1BC The Seventh day Adventist Bible Commentary, Vol 1

DTG EL Deseado de Todas las Gentes

HAP Los Hechos de los Apóstoles

LP Sketches from the life of Paul

1 MS Mensajes Selectos, Vol 1

MS Manuscript

PP Patriarcas y Profetas

PR Profetas y Reyes

PVGM Palabras de Vida del Gran Maestro

RH The Advent Review an Sabbath Herald

3SP Spirit of Prophecy, Vol 3

ST The Signs of the Times

SW The Southern Watchman

1T Testimonies for the Church, Vol 1

TM Testimonio para los ministros

YI The Youth’s Instructor

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