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EL FINAL DE LECUMBERRI

Entre abril y septiembre de 1976, se preciso en múltiples ocasiones la fecha para la


demolición de Lecumberri, y así mismo fue detenida por las circunstancias surgidas.
Pocos días antes del 24 de agosto (última fecha pactada para la demolición)
comenzó el trabajo preparatorio sobre el improvisado edificio que ligaba los dos
pisos de juzgados en el jardín del frente, donde se hallaba la estatua de Madero.

La cárcel del Norte había avanzado mucho y también la del Oriente; por lo que se
calculó que para el momento del traslado ambas prisiones tendrían capacidad de
recibo gradual de los presos para una verdadera marcha de los nuevos reclusorios,
realista, sujeta a ajustes racionales.

Se desplegó por parte de todos, un gran esfuerzo para el cambio; por la custodia en
Lecumberri, el personal de las cárceles nuevas, los empleados y funcionarios
judiciales. Se trabajó intensamente en los traslados, una vez hecha la lista definitiva,
se citaba al convoy de resguardo de la Policía del Distrito Federal.

La custodia policial fue excelente, bien organizada. Entre las julias en que viajaban
los traslados, proporcionados por Lecumberri, Santa Martha, la Procuraduría del
Distrito, la Cárcel de Mujeres, iban vehículos de la policía transportando granaderos
bien armados. De trecho en trecho había patrullas y policía a pie, regularmente de
la Dirección General de Policía y Tránsito, con apoyo de la Procuraduría del Distrito
Federal.

El 26 de agosto al medio día, en Lecumberri ya no había reclusos; ese día salieron


los últimos cuantos a las nuevas prisiones. La Penitenciaría de Lecumberri, luego
Cárcel Preventiva de la Ciudad; había terminado.

Lecumberri habrá de servir para el Archivo General de la Nación respetando la


mayor parte de sus edificios, salvaguardando la historia que albergan, pero
dándoles otro destino. En 1823 se creó el Archivo General y Público de la Nación,
cuyos servicios de la institución no estaban destinados exclusivamente al uso del
gobierno, sino para todos quienes estuvieran interesados en consultar su acervo.
Actualmente el Archivo General de la Nación resguarda, conserva, y difunde el
patrimonio histórico de la nación a su cargo, y coadyuva a que los archivos
gubernamentales se encuentren organizados y sistematizados para una gestión
eficiente y una adecuada rendición de cuentas.

Actualmente, las 860 celdas de la estrella de siete brazos albergan 322 fondos
documentales, 6 millones de imágenes, 7,131 mapas, 1,500 códices novohispanos
y un sinfín de archivos públicos y particulares que van desde el documento de un
beato español del siglo XIII hasta los registros e imágenes de nuestro presente.

Entre los expedientes que resguarda el Archivo General de la Nación figuran las
diversas constituciones nacionales y estatales; el Juicio de Residencia de Hernán
Cortés, en 1526; la doctrina cristiana en lengua mexicana de fray Pedro de Gante y
la causa de Maximiliano. Es también depositario de las cartas de Emiliano
Zapata a Francisco Villa y del Acta de la Convención de Aguascalientes, así como
códices, edictos, bocetos arquitectónicos, canciones de los presos, estadísticas de
criminalidad, grabados de José Guadalupe Posada y pinturas de David Alfaro
Siqueiros realizadas durante su estancia en la prisión de Lecumberri, al igual que
de litografías, desplegados del Club Femenil Antirreeleccionista de las Hijas de la
Revolución en 1912, entre otros.
Además del valor bibliográfico, la gente acude a las visitas que se imparten para
sentar el valor arquitectónico de la edificación, obra de Antonio Torres Torija y de
los ingenieros Antonio M. Anza y Miguel Quintana. El edificio se encuentra al
noroeste de la Ciudad y mantiene sus puertas abiertas al público de lunes a sábado.

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