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Tomas Giammarco

Respuestas al segundo parcial de Sociología Política

1) Para poder establecer en primera instancia la relación existente entre Estado e


Ideología según Althusser es pertinente definir de manera breve ambos términos,
distinguiendo qué elementos toma el autor directamente del aporte de Marx y en
cuales profundiza con intenciones de agregar reflexiones importantes para el
entendimiento de la consigna.

El concepto de Estado en el Marxismo clásico es entendido formalmente como un


aparato de Estado represivo en función de la reproducción de las relaciones de producción,
capitalistas en este caso, explotadoras de una clase dominante que lo utiliza como
instrumento para oprimir a las clases subalternas y extorsionar de su trabajo la plusvalía.

Althusser entiende que esta definición es meramente descriptiva y debe evolucionar


para dar cuenta de la razón por la cual se genera consentimiento en las clases subalternas
para perpetuar esta situación de explotación, por lo cual comprende que es importante
señalar la presencia de una distinción importante que a su vez elabora sobre el aporte de
Antonio Gramsci.

Por un lado existe el aparato represivo del Estado (ARE) que consiste en instituciones
como la policía o el ejército y que se encarga de mantener la dominación de clase desde el
aparato estatal y de garantizar el monopolio de la violencia física y legitima. Este aparato
es singular, funciona a través de la violencia y es público.

Ahora bien, los encargados de reproducir esta dominación en tanto modo de producción
capitalista son aquellos aparatos ideológicos del Estado (AIE) compuestos por instituciones
mayormente privadas como la escuela, la familia, el derecho, la cultura, etc. Como su
naturaleza lo indica, son plurales y funcionan primariamente a través de la ideología.

La ideología, por su parte, es definida desde Marx como un sistema de valores, ideas o
creencias que impera sobre la existencia de las personas. Althusser complejiza esta

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definición diciendo que la ideología representa la relación imaginaria de los individuos con
sus condiciones reales de existencia. Es ahistorica y material en tanto hace alusión a la
realidad mediante un mecanismo ilusorio de representación alienada de las condiciones
materiales de existencia.

En el plano relacional entonces podemos entender que la ideología le da sentido y


función al Estado en sus aparatos ideológicos que cuya función es articular el consenso de
las clases subalternas interpelándolas en su subjetividad para reproducir las relaciones de
explotación en tanto relaciones de dominación de clase amenazada por la situación histórica
de lucha de clases.

Es aquí donde nos damos cuenta que debe existir una relación armónica en el plano
estatal entre la ideología y la represión en sus distintos aparatos ya que mientras que tanto
el aparato represivo del Estado como los aparatos ideológicos del Estado comparten la
misión común de reproducir las relaciones de producción y de explotación capitalista, el
primero se encarga de las condiciones políticas que esta reproducción precisa mientras que
los segundos toman el camino allanado para la articulación correcta del consentimiento de
las clases subalternas por el funcionamiento de los aparatos ideológicos de Estado.

En conclusión, mientras que la ideología le da función y legitimidad al Estado


articulada en sus aparatos ideológicos estatales, en la evolución histórica y la situación de
cada modo de producción hay un aparato ideológico que aparece como dominante para
perpetuar desde el Estado la dominación de clase y en nuestro caso ayudarnos a pensar
como la ideología puntualmente ilustra una teoría de la reproducción de las relaciones de
producción capitalistas.

Mientras que durante el feudalismo, el AIE dominante era la religión, la educación


tomó este lugar en el capitalismo según el autor ya que es aquí donde se inculcan las
habilidades deseadas de la ideología de la clase dominante para la reproducción futura de
las relaciones de producción.

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Ahora bien, para mencionar un esbozo de teoría de la reproducción de las relaciones de


producción capitalistas desde la relación entre Estado e ideología y puntualmente desde esta
última queremos mencionar sin temor a ser reiterativos que es en el Estado donde aparecen
los dos dispositivos de los que dispone la clase dominante para articular su dominación de
clase y reproducir acto seguido las relaciones de producción. Estos dispositivos son la
represión y la ideología en tanto cada uno toma un papel importante como la función o
instrumento principal de sus respectivos aparatos.

Puntualmente, la ideología, si es articulada de manera correcta desde el Estado por la


clase dominante mediante sus diversos aparatos privados, lograra perpetuar también en los
sujetos una situación de alienación que les permita dar su consentimiento para la
reproducción de las relaciones de producción capitalistas. Si el aparato represivo del Estado
hizo su trabajo correctamente entonces dará las condiciones políticas para la actuación de la
ideología en tanto aparato de Estado, puntualmente desde la institución escolar como bien
señala Althusser, para poder reproducir una situación de dominación camuflando su
naturaleza explotadora.
2) Para comprender la razón por la cual para el autor el Estado es tanto reproducción como
contradicción debemos realizar un breve recorrido por su recopilación de definiciones al
respecto.

Poulantzas menciona que en un principio el Estado es entendido como un aparato o instrumento de


clase que mediante la represión se encarga de reproducir las relaciones de dominación y explotación
que le dan característica y especificidad a un modo de producción determinado.

En este sentido, el Estado parece ser un objeto disputado por la lucha de clases sociales que puede
ser poseído y utilizado como una herramienta tanto monopolizando la coerción y la represión como
construyendo consenso mediante la hegemonía. En otras palabras, el Estado es algo externo y material
que es susceptible de ser disputado por las distintas clases en pugna.

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El autor critica esta definición tratando de conciliarla y sintetizarla de manera superadora con la
noción de que el Estado no solamente se encarga de la reproducción de las relaciones de dominación y
en última instancia del modo de producción en este caso capitalista sino que en su seno el Estado es
sujeto a contradicciones tanto entre la clase dominante y las clases subalternas como aquellas que
suceden entre las diferentes facciones que componen la clase en el poder.

El Estado entonces no es un bloque sólido y sin fisuras, instrumento de la dominación de clase


fruto de la lucha de clases sino que es justamente el resultado de una relación contradictoria entre
clases que sucede dentro del Estado mismo.

Esta reproducción de la dominación de una clase en clave de explotación sobre otras es entonces
constantemente disputada por las contradicciones presentes en el seno del Estado, tanto con las clases
subalternas como con las distintas fracciones dominantes.

No solo entonces la segunda parte de la pregunta se debe relacionar con una concepción
Gramsciana del Estado sino también esta noción de contradicción y formas de reproducción que
Poulantzas elabora mencionándolo ocasionalmente.

Para Gramsci, el Estado es una instancia permanente de equilibrios inestables, una


constante lucha por la imposición de hegemonía, refiere esto a las contradicciones internas
al Estado mencionadas por Poulantzas. Al mismo tiempo, la dominación de una clase sobre
la otra es entonces inestable, no es una derivación espontánea o automática del dominio
económico.

En este sentido, la propuesta por un socialismo democrático que realiza el autor


comienza por el análisis de la experiencia soviética entendiéndola como el ejemplo más

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reciente e importante en el cual el papel del Estado queda en disputa cuando las luchas de
clases le permiten a las clases subalternas convertirse en dominantes y tomar el poder.

Poulantzas entiende que la democracia es la única vía válida para alcanzar el socialismo
evitando una situación indeseable de disputa entre dos polos entendidos como el doble
poder y el estatismo autoritario estalinista.

Entiende el autor en este sentido que si se prioriza la democracia directa en exclusión a


otras alternativas se puede recaer en una situación de doble poder entre una unidad
exclusivamente proletaria como eran los soviets y un Estado que sin extinguirse sigue
siendo objeto de la lucha de clases.

Si bien admite Poulantzas que la historia no nos ha regalado nunca un ejemplo valido
de socialismo por vías democráticas, entiende que la democracia representativa no debe ser
desechada como exclusivamente burguesa sino que puede ser un instrumento importante
para llegar al socialismo sin caer en el mero reformismo.

En ese sentido, el camino hacia el socialismo con la toma del poder del Estado por vías
democráticas planteado por Poulantzas se relaciona con la concepción de Gramsci del
Estado en tanto ambos comprender que la dominación estatal se consigue mediante la
praxis, mediante el hacer en la lucha de clases.

Gramsci, en ese sentido entiende el Estado como un aparato privado de hegemonía sobre
la sociedad civil.

Entre el Estado y la sociedad civil existen corporaciones y asociaciones que permiten


organizar el consenso de los gobernados, educando a los gobernados mediante estas
instituciones privadas ante la coerción del Estado.

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El Estado tiene y pide el consenso, sosteniéndolo mediante la coerción y la hegemonía.


Supone un mantenimiento y una renovación del acuerdo o consenso. El Estado entonces no
va a ser un instrumento de clase meramente sino un espacio en donde se modela una
imagen de la clase en su conjunto de capas.

3) Lo primero que se debe resaltar a la hora de justificar la afirmación de Norbert


Lechner sobre la especificidad del Estado en América Latina definida por la
dominación y la ausencia de hegemonía es el hecho de que señala una crisis
hegemónica.

El autor entiende que el Estado se constituye como relación entre dominación


interna y hegemonía externa. En las sociedades latinoamericanas es dependiente en tanto
subordinado a otros estados en un proceso global y tiene su base en otro lado. También
señala una heterogeneidad estructural en tanto fragmentación interna de la sociedad porque
supone que no produce por su propia dinámica un interés general.

La dinámica de la sociedad latinoamericana tiene su motor fuera de ella, en el proceso


mundial del capital. Esta extraterritorialidad de la lógica social de lugar a una hegemonía
externa.

La crisis del Estado radica en una crisis de hegemonía. La sociedad latinoamericana en


su heterogeneidad no ha constituido una esfera de mediación de la práctica social por la cual el
Estado adquiere tanto su forma de generalidad como su contenido ético determinado.
Contenido ético que expresa la hegemonía de determinada práctica social bajo la forma de un
interés general.

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La ausencia de una dirección político-cultural significa que la práctica social no ha


producido una razón que otorgue al Estado sentido. La crisis del Estado es una crisis de
sentido.

La dinámica de la sociedad latinoamericana tiene su motor fuera de ella, en el proceso


mundial del capital. Esta extraterritorialidad de la lógica social de lugar a una hegemonía
externa.

La frase de Lechner, a pesar de resaltar una situación problemática, no deja de signar la


especificidad de la configuración estatal en América Latina. Además, señala que la persistencia
de la dominación sin consentimiento, consenso y hegemonía da como resultado gobiernos
altamente autoritarios, lo que es decir que el nuevo autoritarismo es una de las formas en que se
manifiesta la crisis del Estado en América Latina.

La ausencia de hegemonía y el exceso de dominación, en términos gramscianos, nos


permite definir que si la clase dominante no asume como propios los intereses de las clases
subalternas no podrá construir el consenso y pasar de ser meramente dominante a dirigente. El
problema evidenciado tanto por Lechner como por Zavaleta es que de alguna manera u otra en
América Latina no existe una clase que asuma ese rol.

Además, esto da como resultado un Estado que es intento de construcción de una idea
común de nación y no a la nación como asiento material del Estado nacional, como sucede en
los países Europeos que son el foco de los análisis más usuales.

Cuando Zavaleta habla de la burguesía incompleta y de la incapacidad de realizar la


soberanía que es característica de un Estado moderno y no llegar a ser en última instancia
burgueses por no cumplir con su tarea histórica de clase (Zavaleta, 2013) está señalando
justamente un problema de hegemonía y de incapacidad de la burguesía de asumir su papel de
clase dirigente más allá de su papel meramente dominante.

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La incapacidad de Marx de captar la especificidad del Estado en América Latina


señalada por Aricó se relaciona con la afirmación de Lechner en tanto el primero entiende que
la visión marxista de Latinoamérica no parte de un eurocentrismo o de un desconocimiento de
los acontecimientos históricos sino de una premisa fundamental en la incapacidad de pensar al
Estado político de manera autónoma.

Marx desconocía en el Estado una capacidad de fundación de la sociedad civil y le


restaba importancia en su influencia sobre los procesos de constitución de una nación (Aricó,
1983)

Según Aricó, el autoritarismo que resulta de un Estado que posee la dominación pero no
el consentimiento de las clases subalternas mediante la hegemonía debe ser entendido en
Latinoamérica como una forma impuesta de manera coercitiva por la inmadurez de las masas
para comprender una sociedad democrática, por lo menos en el caso puntual de la crítica que
realizaba Marx a la figura de Simón Bolívar.

El autor coincide con la afirmación de Lechner y el trabajo de Zavaleta cuando analiza


que por el contexto internacional y contrarrevolucionario, Bolívar solo pudo proyectar la
construcción nacional a partir de un Estado fuerte que se asiente en una opinión publica
favorable al sistema y por un ejército capaz de contener el poder regional y la subversión
fragmentadora de las masas populares (Aricó, 1983) parece remitir al desafío de no contentarse
solamente con la dominación sino tratar de construir hegemonía.

A su vez y en conclusión, Aricó entiende que Marx es incapaz entonces de captar la


especificidad del Estado en América Latina por asemejarlo con un Bonapartismo contra el que
se había encargado de despotricar anteriormente pero que a su vez es interpretado erróneamente
muchas veces dejando de lado el hecho de que se trata de un pensador involucrado en la praxis
que siempre priorizó la estrategia política.

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Referencias:
 ALTHUSSER, L.: “Estado y aparatos ideológicos de estado”, en La filosofía como
arma de la revolución, México, Siglo XXI, 1968.
 ARICO, J.: “Marx y América Latina”, en Marx y América Latina, México, Alianza..
 LECHNER, Norbert (2006) [1977]: "La crisis del Estado en América Latina", en
Lechner, Norbert, Obras escogidas 1. Chile, LOM, pp. 17-120.
 POULANTZAS, N. Estado, poder, y socialismo, Madrid, Siglo XXI, 1979,
introducción (pp.5-34) y segunda parte, cap. 1 a 3 (pp. 152-186).
 TARCUS, H.: “Introducción al debate Miliband-Poulantzas”, en R. MILIBAND, N.
POULANTZAS y E. LACLAU. Debates sobre el Estado capitalista, ed. cit.
 ZAVALETA MERCADO, René (1990) [1983]: "El Estado en América Latina", en
Zavaleta Mercado, René, El Estado en América Latina. La Paz, Los amigos del libro,
pp. 163-203.
 ZAVALETA MERCADO, René (1990) [1983]: "La Burguesía Incompleta", en
Zavaleta Mercado, René, Clases Sociales y Conocimiento. La Paz, Los amigos del libro.
 ZAVALETA MERCADO, René (1990) [1983]: "Ni Piedra Filosofal ni Summa Feliz",
en Zavaleta Mercado, René, El Estado en América Latina. La Paz, Los amigos del libro.

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