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Qué pasará en la Argentina si todo sigue como hasta ahora

En el corto plazo (con este gobierno)

La fuerte devaluación (alrededor del 25%) generará una nueva y brutal


transferencia de ingresos, afectando a la gran mayoría de la población,
trabajadores, desocupados y jubilados (que ya vienen soportando los efectos
nocivos de las políticas públicas aplicadas desde hace más de tres años).

Como la gran mayoría de los bienes y servicios en la Argentina tienen precios


que varían en función del valor del dólar, la devaluación se trasladará al
conjunto de los precios, beneficiando a los sectores exportadores, a los
dolarizados (combustibles, energéticos), a los bienes transables y a las
corporaciones monopólicas que controlan los mercados.

Eso implica una transferencia de ingresos que pagarán los que dependen de
su fuerza de trabajo, de sus haberes o de subsidios miserables, a través de
la pérdida del poder adquisitivo de sus ingresos.

Las medidas posteriores a la devaluación anunciadas como paliativos, no


tendrán mucho impacto en términos de calidad de vida, ya que se trata de
reparto de migajas que no compensan ni de cerca las pérdidas anteriores ni
las recientes.

Los anuncios de las nuevas autoridades de Hacienda no modifican los ejes


esenciales de las políticas previas, y ratifican el rumbo que traía la economía
(sobre la base de las imposiciones de ajuste por parte del FMI). En todo caso
se ven agravadas por la suba de las tasas de interés (al 75%) y, a pesar de
eso, la retirada de capitales especulativos y de bancos extranjeros ante la
incertidumbre futura sobre la capacidad de pago de la Argentina.

El impacto neto de ese conjunto de medidas en el marco de la economía


actual anticipa la continuidad del escenario de estanflación, y con amenazas
serias de que la situación se agrave si no se contiene el dólar. De todos
modos, el fin de la gestión implica también que no alcanzarán a cumplir con la
totalidad de sus objetivos estratégicos, de destruir la industria, terminar
con las PYMES y liquidar a la clase media argentina.
En el mediano plazo (con un nuevo gobierno)

Dado que las posibles nuevas autoridades nacionales a partir de diciembre se


moverán dentro de los límites que le impone el actual modelo económico-
social, se puede prever un escenario con algunas modificaciones pero sin
cambios importantes en lo que hace a la calidad de vida del conjunto de la
población.

Este modelo que se despliega luego de la profunda crisis de principios de


siglo, es un modelo neocolonial, concentrador, extractivista depredador, de
saqueo y corrupción. Su continuidad significa que se reconocerán los ‘pactos
preexistentes’ con el FMI y grandes corporaciones, incluyendo las
obligaciones públicas impagables y los contratos con grandes empresas que
les garantizan una renta extraordinaria, a costa del erario público y del
golpeado bolsillo de la masa mayoritaria de consumidores.

Es posible que se generen fuertes tironeos entre los dueños del poder y la
conducta de los nuevos gestores a cargo del ejecutivo nacional, necesitados
de dar algunas muestras de cambios y de alivio a la dramática situación
actual. Si bien no pareciera que hubiera disposición para enfrentar a los
grandes grupos económicos ni al FMI, es probable que la actitud del nuevo
gobierno no sea la misma que la del actual.

Esto abre, sin dudas, un panorama de incertidumbres que dependerá de las


presiones de los poderosos sobre el gobierno, y de la resistencia y la lucha
popular en defensa de los intereses de los sectores mayoritarios.

De ahí la importancia de insistir respecto de la actitud de la sociedad


argentina, que debe dejar de creer en los espejitos de colores que les
ofrecen los sectores dominantes con las elecciones, para que crean que los
cambios vendrán simplemente con sólo poner el voto cada cuatro años.

Es cada vez más necesario asumir que los cambios en sentido favorable a los
sectores mayoritarios sólo serán factibles en la medida que se logre una
creciente participación popular y un compromiso persistente del conjunto de
la sociedad. Está visto en estas tres décadas y media de democracia que
nadie nos regalará nada, y que los cambios necesarios no vendrán de arriba,
sino de la lucha de todos los días por la construcción de un mundo mejor.

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