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Entre los más codiciados se encuentran cobalto, cobre, uranio, oro, diamantes, casiterita
y coltán.
Esos minerales cruzan las fronteras de forma clandestina para que otros se puedan
enriquecer gracias a ellos, mientras la población congoleña se queda en la pobreza.
Ya en los tiempos de Leopoldo II de Bélgica Congo era considerado una propiedad para
expoliar a beneficio personal. Hoy en día, la situación sigue parecida, y es un hecho
reconocido que los países africanos más ricos en recursos naturales crecen 2-3 veces
más lentos que los países menos ricos.
Índice de contenidos
En lo que se refiere al wolframio, Congo desempeña un papel muy pequeño con el 2-4%
de la producción mundial. Sin embargo, este mineral es una fuente de ingresos en
crecimiento para los grupos armados.
Los grupos armados tienen interés en comerciar sobre todo las tres Ts (las menas que
producen los metales estaño, tantalio y wolframio) y el oro, los minerales más
importantes para la industria de los aparatos electrónicos.
Conocemos esos minerales como “las 3 Ts” porqué en inglés, tantalio, wolframio y estaño
se traducen como tantalum, tungsten y tin, respectivamente.
Estimar los beneficios que los grupos armados obtienen del comercio de los minerales es un
esfuerzo desafiante, dada la dificultad de obtener datos fiables sobre un comercio ilegal
lleno de contrabando.
Sin embargo, basándonos en datos fiables, estimamos que en el 2008 los grupos armados
del Congo ganaron aproximadamente 185 millones de dólares con el comercio de los
minerales.
Los sitios de explotación minera se extienden sobre una vasta franja en el Congo oriental y
abarca toda una gama de operaciones a gran escala, que van desde, por ejemplo, la mina
Bisie en el territorio de Walikale, la cual da trabajo a unos 2.000 mineros hasta los agujeros
dispersados en el suelo en los que trabajan un puñado de obreros.
Toda la explotación minera llevada a cabo en las zonas de conflicto es artesanal: trabajo
manual, herramientas simples y las tecnologías más básicas. Este es el caso de la mayoría
de explotación minera en el Congo.
Incluso en la provincia de Katanga, donde se encuentras las minas de cobre y cobalto que
dominan el sector minero, gran parte de la producción actual es artesanal y las operaciones
industriales a gran escala se quedan principalmente en la fase de exploración.
Otras zonas claves ricas en recursos naturales son Katanga, que tiene abundantes minas de
cobre y cobalto, y la provincia Kasal, que es rica en diamantes. Estas zonas no están
siendo víctimas del conflicto armado y, por ello, sus productos no se consideran minerales
en conflicto.
El tantalio, el wolframio y el estaño: ¿minerales o metales?
Los minerales son una materia natural, inorgánica, sólida, cristalina que se clasifica según
su composición química, y se diferencian entre minerales metálicos, de los que se extraen
los metales, y minerales no metálicos.
Los metales son elementos simples, o sea compuestos por átomos iguales.
En la naturaleza sólo los metales nobles se encuentran en estado “puro”, sin estar unidos a
otros elementos. La mayoría se encuentra bajo la forma de compuestos químicos, o sea en
combinación con otros elementos.
Estos compuestos son parte de rocas, mezclados con elementos que no son metales, como
cuarzo, silicatos o caliza. Estas impuridades se denominan con la palabra “ganga“, y la
roca formada por la ganga y el compuesto que contiene el metal se denomina mineral.
El mineral del cual se extrae el metal se denomina mena, y ganga a la roca acompañante.
Los minerales que se extraen en el Congo oriental tienen forma de mena, antes de ser
refinados más adelante en la cadena de suministro.
Los grupos armados se benefician del comercio de los minerales de dos maneras:
¿Cómo llegan estos minerales en conflicto hasta los aparatos electrónicos que tenemos en
casa y en el bolsillo?
Este es un resumen de la ruta de los minerales del Congo, desde África hasta Europa y
Estados Unidos.
En el Congo Oriental, los grupos armados controlan las minas y las rutas de tránsito,
compran armas, cometen violencia, y el gobierno congoleño carece del control sobre las
zonas ricas en minerales del Kivu y de las provincias vecinas.
Esto se debe a que en muchos casos el mineral cruza frontera hacia los países vecinos de
forma ilegal.
A menudo, los comerciantes internacionales dan información incorrecta sobre los recursos
provenientes de Ruanda, Uganda u otros países de la región, para evitar la etiqueta de
“minerales en conflicto” del Congo.
Asia Oriental
Desde esos países limítrofes los minerales se transportan en barco a través de los puertos
de Mombasa (Kenia) y Dar es Saalam (Tanzania) principalmente a
Asia (Malasia, Tailandia y China y otras partes), donde empresas de fundición de
minerales o de procesado químico transforman los minerales en metales.
Los principales actores son de todas formas los comerciantes de metal europeos.
Las empresas de procesado de tantalio con sede en los Estados Unidos y Alemania, al
igual que las empresas de comercio de metales belgas, pueden estar adquiriendo
minerales de los grupos armados en el Congo oriental.
A continuación, las empresas encargadas de fabricar las tarjetas de circuitos colocan los
metales en éstas.
Estos metales son adquiridos por empresas que fabrican componentes electrónicos como
condensadores y tarjetas de circuitos. Uno por uno, estos componentes se suministran a
los fabricantes de aparatos electrónicos, incluyendo los productos más vendidos como
teléfonos móviles, reproductores portátiles de música, videojuegos y cámaras digitales.
La facilidad para que los consumidores finales rastreen e inspeccionen las cadenas de
suministro de los componentes de metal de los productos electrónicos es un paso crítico
para encauzar la demanda internacional fuera de los grupos armados y para que ésta tenga
acceso a los recursos legítimos.
Las compañías que producen productos electrónicos que pueden contener minerales en
conflicto provenientes del Congo oriental tienen la responsabilidad de asegurar que sus
negocios no estén ayudando involuntariamente a alimentar esas atrocidades.
Pueden por ejemplo presionar a sus proveedores y seguir el rastro de los minerales que
usan para asegurar que no provienen de las minas que financian grupos armados e intereses
criminales.
Los consumidores y los ciudadanos globales por otra parte, tienen que desempeñar un
papel crítico demandando que las compañías y los gobiernos ejerzan presión en la cadena
de suministro para que los minerales en conflicto del Congo queden fuera de las relaciones
comerciales.
La relación entre guerra de Congo y nuestros hábitos de consumo, explicada por la premio
Príncipe de Asturias Caddy Adzuba:
Si las empresas internacionales se limitaran a marcharse del Congo y el mercado para todos
los minerales se agotara, esto podría hacer que la situación se volviera aún peor. Los
mineros sin trabajo pueden caer en la tentación de unirse a los grupos armados para poder
asegurar su sustento.
Atenuar estos efectos requiere no solamente un apoyo amplio para legalizar el sector
minero en Congo, pero también un compromiso hacia las empresas en la cadena de
suministro que han mostrado interés por el mercado de los minerales congoleños.
Proporcionar la mezcla correcta de incentivos para prevenir que estos actores dirijan el
comercio de manera clandestina, será una pieza crucial para proporcionar oportunidades
económicas legales en el sector económico formal del Congo oriental.
El Grupo de Expertos de la ONU ha documentado cómo los grupos armados que forman
parte del conflicto, incluido el ejército congoleño, se benefician de la explotación de
recursos y amenazan a la población local. Controlan las minas, cobran impuestos por el
comercio y abusan de los civiles que están involucrados en el negocio.
Cambiar esta situación implica asegurar físicamente las mayores minas y quitárselas a
los grupos armados. Esta es una prioridad inmediata, pero la ONU y los otros actores la
han ignorado.
En el Congo oriental, hay cientos de minas controladas a punta de pistola. Pero las
siguientes minas son sobre todo las minas claves para los grupos armados:
La mina Bisie, en el Distrito Walikale, Kivu del Norte, que produce la mayor parte
de mena de estaño en el Norte de Kivu.
La mina Lueshe Pyrochlore, en el Distrito Rutshuru, Kivu del Norte. Es uno de los
pocos sitios mineros industriales en Kivu del Norte y Kivu del Sur, y un sitio
propicio para la puesta en marcha de operaciones industriales. Produce niobio,
que está estrechamente relacionado con el tantalio.
Bisembe, territorio de Mwenga, Kivu del Sur. Asegurar esta zona requiere
esfuerzos
significativos para acabar con el control militar y administrativo de las Fuerzas
Democráticas para la Liberación de Ruanda, y solamente se debe considerar con
una amplia planificación, incluyendo provisiones para proteger a los civiles.
La riqueza mineral del Congo enriquece a las redes compuestas por empresarios locales e
internacionales, líderes de las milicias y políticos que se benefician de los recursos que
deberían formar la base de una autoridad estatal legítima.
La comunidad internacional debe trabajar duramente junto con el gobierno congoleño para
forjar una voluntad política y una capacidad para ejercer control sobre la explotación
minera y el comercio en el Congo oriental.
La corrupción endémica del Congo y las redes altamente sofisticadas que dominan el
comercio de los minerales son grandes obstáculos para la reforma. La comunidad
internacional tiene la oportunidad de presionar no solamente por el compromiso sino para
conseguir reformas demostrables en lo que respecta a la regulación de la explotación
minera, el comercio y los regímenes de impuestos.
Es necesaria una mayor coordinación regional sobre las exportaciones para eliminar los
incentivos para el contrabando a través de los países vecinos: debido a las diferencias
drásticas entre las tarifas de los aranceles, para exportar desde Ruanda un contenedor de
mena de estaño hay que pagar 200$ en impuestos, mientras que para exportar el mismo
contenedor desde la República Democrática del Congo hay que pagar 6.500$. Esto crea
incentivos para el contrabando y, por lo tanto, es necesario coordinar los regímenes
de exportación.
A menudo, los mineros empobrecidos y sus familias dependen completamente del escaso
salario que obtienen trabajando en la mina, y tienen pocas alternativas económicas posibles
que les permitan salir de esta esclavitud contratada.
Además, los mineros tienen que hacer frente a unas condiciones físicas muy difíciles
y peligrosas a la hora de desempeñar su trabajo.
Los esfuerzos para terminar con el comercio de los minerales en conflicto tienen que ir
acompañados de apoyo internacional para el sustento y las oportunidades económicas en el
Congo oriental, poniendo en marcha medidas como:
Las cuatro partes claves de esta estrategia que acabamos de presentar son ambiciones
políticas reales. Lograr llevar a cabo estas ambiciones requerirá coherencia y compromiso
tanto por parte del gobierno congoleño como por parte de la comunidad internacional.
Puedes asegurarte de que se oiga tu voz apoyando nuestro Compromiso contra los
Minerales del Conflicto que se puede encontrar aquí.
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PREGUNTAS FRECUENTES
En su sentido más amplio, se les denomina de ese modo a todos los minerales cuya
extracción o comercialización sistemática se produce en un contexto de conflicto, pudiendo
estar ligada a la violación del derecho humanitario o a violaciones susceptibles de ser
consideradas crímenes de guerra.
Existen otros minerales, metales y tierras raras que están presentes en nuestros dispositivos
electrónicos y son igualmente problemáticos en los lugares de extracción. Por eso creemos
que sería deseable que las regulaciones internacionales contemplasen en su definición de
“minerales en conflicto” a todas aquellas materias primas de origen mineral que estén
vinculadas a violaciones de derechos humanos.
No necesariamente. Es cierto que existen evidencias que relacionan los recursos naturales y
los conflictos armados. Por ejemplo, un informe del Programa de las Naciones Unidas para
el Medioambiente estimó recientemente que, desde los años 90, al menos 18 conflictos
violentos se han alimentado de la explotación de recursos naturales (diamantes, petróleo,
oro, madera, minerales); y cerca del 40% de todos los conflictos intra-estatales de los
últimos sesenta años pueden asociarse a las disputas por el control de estos recursos.
El caso del este de la República Democrática del Congo es unos de los más graves porque
además de esta confluencia de factores sociales y económicos, la explotación y el
contrabando de minerales constituyen una importante fuente de financiación para grupos
armados y eso dificulta la pacificación de la zona y el fin de las violaciones de derechos
humanos.
¿Cómo se certifica una mina? ¿En qué se diferencia una mina certificada de una mina que
no está certificada?
Más información aquí. Sobre los problemas de la certificación y los avances, ver pregunta
nº 4.
La certificación de los minerales en origen, ¿funciona? ¿Qué avances se han hecho? ¿Qué
queda por hacer?
A pesar de los enormes desafíos, se han hecho algunos avances significativos. Según las
Naciones Unidas en 2010 todas las minas del este de la República Democrática del Congo
estaban bajo el control de grupos armados. En 2015, el 44% de las 1615 minas visitadas por
el IPIS Research habían sido desmilitarizadas.
Para profundizar en esos progresos, las ONG creemos que es necesario que se apliquen
medidas complementarias a las legislaciones internacionales: ver pregunta 16.
Como se puede ver en la siguiente infografía las empresas que operan en el primer
segmento, desde la mina hasta la refinería/fundición, se denominan “upstream” (o “rio
arriba”) y las que van de la refinería/fundición al consumidor final, son las “downstream”
(o “rio abajo”).
¿Existe algún certificado que me garantice productos electrónicos “100% libres de
conflicto”?
No. Por el momento no existe ninguna certificación que garantice al 100% que los
dispositivos electrónicos están libres de minerales procedentes de zonas en conflicto. Y
es que determinar esto es sumamente difícil debido a la complejidad de las cadenas de
suministro y la falta de incentivos que tienen las empresas tecnológicas para comportarse
de manera responsable en relación con el comercio de “minerales en conflicto”. Existen
cada vez más legislaciones para promover estas prácticas responsables en diferentes
sectores industriales.
En el caso del comercio de minerales, en los últimos años han aparecido diferentes sistemas
de trazabilidad sobre el terreno (véase la pregunta 4) y algunas empresas han empezado a
solicitar auditorias a las refinerías y fundiciones con las que trabajan para que identifiquen
el origen de los minerales.
En este sentido, las certificaciones y las auditorias, aun siendo necesarios, no son
suficientes. El flujo de minerales procedentes de zonas en alto riesgo de conflicto hacia las
refinerías y fundiciones es constante. Las auditorías, sin embargo, son puntuales. De modo
que hay un riesgo permanente de que un lote de minerales extraídos ilícitamente o
vinculados a violaciones de derechos humanos se mezcle con otro de origen legal en el
trayecto.
Desde la Campaña Tecnología Libre de Conflicto, lo que queremos es un compromiso a
largo plazo por parte de la empresa en el que ésta asuma como propios los principios
de la diligencia debida establecidos por la OCDE. De ese modo, la empresa muestra su
voluntad de gestionar responsablemente sus cadenas de suministro. Para conocer mejor
cómo se traducen estos principios en leyes puedes pinchar en el enlace “Regular el
comercio de minerales en conflicto” aquí.
¿Cómo puedo saber si una empresa se está comportando de manera responsable con el
tema de los “minerales en conflicto”?
Casi todas las empresas que fabrican dispositivos electrónicos emplean minerales en
conflicto (wolframio, coltán, estaño, oro) en la elaboración de sus componentes (chips,
placas base, baterías, condensadores, etc.). Para saber si están tomando medidas de cara al
suministro responsable de dichos minerales, podéis buscar en google su política de
minerales en conflicto. Si no encontráis nada es un mal indicador.
En Estados Unidos, por ejemplo, la ley Dodd-Frank (en su sección 1502) les obliga a
publicar anualmente sus informes de minerales en conflicto. Hasta la fecha han publicado
dos ediciones (la última es de 2016).
A partir de esa información se han elaborado rankings éticos en los que se compara la
calidad de la información de dichos informes:
También están disponibles los rankings de la ONG Know the Chain, donde se puede
comparar la rendición de cuentas de la empresa en función de diferentes criterios, además
de la trazabilidad de sus materias primas. En este enlace encontrarás la información.
También puedes revisar la información de las empresas recogidas en los informes y noticias
publicados por Good Electronics.
La tantalita que se extrae del coltán, por ejemplo, se emplea para hacer condensadores
eléctricos. Éstos pueden fabricarse también con materiales (como la cerámica o el
aluminio). Pero el tantalio tiene unas cualidades únicas de resistencia a la oxidación y
conducción de electricidad, y ocupa menos espacio.
Para evitar que estas prácticas comerciales terminen vulnerando los derechos humanos, las
Naciones Unidas aprobaron los Principios Rectores de Empresas y Derechos Humanos de
Naciones Unidas. El desafío consiste en hacer de estos principios basados en la
voluntariedad, normas vinculantes.
Si miras nuestra web, en la pestaña ¿Qué es TLC?, encontrarás una sección “Regular el
comercio de minerales” en la que respondemos a esta cuestión informándote de las
normativas y leyes existentes para promover el suministro responsable de minerales.
¿Bastará la ley europea para poner fin al drama humanitario del este de la RD del Congo?
No. El drama humanitario tiene raíces políticas y debe solucionarse por la vía política.
El objetivo de ley europea es promover prácticas de suministro responsable entre las
empresas comunitarias que importan estos minerales de zonas en conflicto, como la del este
de la RDC. En este sentido, la ley es un paso importante, pero, como dijimos cuando se
alcanzó el acuerdo, creemos que no es suficiente.
Para que esta legislación tenga un impacto positivo en las comunidades congoleñas que
viven de la minería artesanal, es necesario que la Unión Europea lleve a cabo medidas
de acompañamiento dedicadas a mejorar la buena gobernanza del sector minero.
20 octubre 2013
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El conflicto más sangriento del mundo desde la Segunda Guerra Mundial sigue
retumbando.
Una guerra en la que más de cinco millones de personas han muerto, millones más quedado
al borde de la inanición y víctimas de enfermedades y en la que millones de mujeres y niñas
han sido violadas.
La Segunda Guerra del Congo, llamada también Gran Guerra de África, que ha succionado
soldados y civiles de nueve países e innumerables grupos rebeldes armados, se ha peleado
casi enteramente dentro de las fronteras de este desafortunado país.
Image caption Muchas de las operaciones mineras del país se conectan con las aguas del
imponente río Congo.
Es un lugar aparentemente bendecido con toda clase de minerales, pero siempre queda
abajo en el índice de desarrollo humano de Naciones Unidas, pues hasta los más
afortunados viven en pobreza extrema.
La República Democrática del Congo es potencialmente uno de los países más ricos de la
Tierra, pero el colonialismo, la esclavitud y la corrupción lo condenaron a ser uno de los
más pobres.
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enfrentados por un millonario contrato del Pentágono
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Allí estuve este verano para descubrir en el pasado de este país qué lo llevó a semejante
violencia y anarquía.
Cuando los mercaderes portugueses llegaron en la década de 1480, se dieron cuenta que era
una tierra de una inmensa riqueza natural, rica en recursos, particularmente en carne
humana.
Hicieron lo posible por destruir cualquier fuerza política indígena capaz de cercenar sus
intereses esclavistas o mercantiles.
Para los años 1600, el otrora poderoso reino se había desintegrado en una anarquía acéfala
de miniestados atrapados en guerras civiles endémicas. Los esclavos, víctimas de estos
conflictos, huían a la costa y desde donde se los llevaban a América.
Este primer encuentro con los europeos marcó el resto de la historia de Congo.
Image caption Las expediciones de Stanley facilitaron la explotación de Congo por el rey
Leopoldo.
Explotación rapaz
El desarrollo ha sido sofocado, el gobierno ha sido débil y el estado de derecho, inexistente.
Eso no se debe a una falla innata de los congoleses. A los poderosos les convenía destruir,
suprimir e impedir cualquier gobierno fuerte, estable y legítimo.
Eso interferiría -como han amenazado los congoleses en algunas ocasiones- con la fácil
extracción de los recursos nacionales. Congo vive bajo la maldición de su riqueza natural.
Image caption República Democrática del Congo es un estado fallido, condenado desde la
llegada de los europeos.
El agua interminable del segundo río más largo del mundo, el Congo, un clima benigno y
un suelo rico y fértil, debajo del que hay abundantes depósitos de cobre, oro, diamantes,
cobalto, uranio, coltán y petróleo, para mencionar sólo algunos de los minerales que
deberían hacerlo uno de los países más ricos del mundo.
Al interior de Congo llegó a fines del siglo XIX un explorador nacido en Reino Unido,
Henry Morton Stanley, cuyo sueño era establecer asociaciones de libre comercio con las
comunidades que iba conociendo. Pero estos fueron destrozados por el infame rey de
Bélgica, Leopoldo, quien creó un vasto imperio privado.
El suministro más grande de caucho fue encontrado justo cuando se había vuelto una
materia prima indispensable en Occidente, en virtud de las llantas de bicicletas y autos, así
como el aislamiento eléctrico.
Había disparos cuando estábamos en la línea del frente, pero la peor amenaza eran las
terribles carreteras y los malos vehículos.
¿Por qué volver al Siglo XVI e ignorar el devastador papel de los movimientos
revolutionarios en la desestabilización de Congo en los últimos 50 años?
Tratamos de hacer ambos. Los problemas del pasado reciente son hijos de la historia más
distante.
¿Por qué las naciones occidentales no han mostrado más interés en estabilizar al país,
considerando su riqueza mineral?
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Lamentablemente, creo que los líderes piensan que es un problema masivo e insoluble que
no entiende, en una tierra lejana.
Ruanda logró con éxito reducir su pobreza y desarrollar su infraestructura. Hace falta un
liderazgo totalmente diferente.
Visité la República Democrática del Congo en 2012. ¿Por qué la gente es tan
inconsciente del impacto negativo de los europeos occidentales (y ahora también los
chinos)?
Es un punto ciego para nosotros. No sé por qué. Quizás no nos gusta morar en nuestros
fracasos.
¿Que aconseja a empresas que quieran invertir en el país? Tener impecables contactos
políticos locales, o no tratar.
Los señores de la guerra controlan el acceso a los recursos y las mineras más grandes y
responsables no se arriesgan a invertir.
¿Es la pobreza en un país tan rico causada por líderes congoleños avaros o potencias
postcoloniales?
Si tuvieras que escoger una sola cosa para cambiar en Congo, ¿qué sería?
El estado de derecho. La gente necesita protección cuando se violan sus derechos, para
comenzar negocios y para saber a dónde va el dinero.
La locura por las bicicletas en la Inglaterra victoriana fue facilitada por el caucho congolés
recogido por los esclavos.
Hombres congoleses eran acorralados por la brutal fuerza de seguridad belga, sus esposas
internadas como garantía y maltratadas durante su cautiverio. Los hombres eran forzados a
la selva a cosechar el caucho.
Los líderes tribales capaces de resistir eran asesinados, la sociedad fue diezmada y se les
negaba la educación.
Se creó un régimen rapaz y bárbaro de una élite belga sin el mínimo interés en desarrollar
el país o su población... y ha perdurado.
Supuestamente para acabar con la brutalidad, Bélgica se anexó el Congo, pero los
problemas en su excolonia persistieron.
En la Primera Guerra Mundial, los hombres dieron la vida, pero fueron los minerales de
Congo fueron los que los mataron.
Las libertades occidentales eran defendidas con recursos de Congo, mientras a los negros
congoleses se les negaba el derecho al voto, a formar sindicatos o asociaciones políticas. Se
les negaba todo, más allá de una educación básica.
Atrapado entre estas rivalidades, el líder congoleño Patrice Lumumba fue horriblemente
golpeado y ejecutado por rebeldes con apoyo occidental. Un hombre fuerte del ejército,
Joseph-Desire Mobutu, que fue sargento de la policía colonial, se hizo cargo.
Mobutu se convirtió en tirano. En 1972 se cambió el nombre a Mobutu Sese Seko Nkuku
Ngbendu Wa Za Banga, que significa "el guerrero todopoderoso que, gracias a su
resistencia e inflexible voluntad para ganar, va de conquista a conquista, dejando un rastro
de fuego".
Los disidentes eran torturados o comprados, los ministros robaban presupuestos enteros, el
gobierno era atrofiado. Occidente le permitía a su gobierno que pidiera millones de dólares
prestados, que luego eran robados. Hoy es Congo el que debe pagar la cuenta.
En 1997, una alianza de países vecinos, encabezada por Ruanda -furiosa porque Congo le
daba refugio a muchos de los responsables del genocidio de 1994- invadió para deshacerse
de Mobutu.
Un exiliado congoleño, Laurent Kabila, fue reclutado en África oriental para actuar como
líder. El ejército de Mobutu, sin dinero, implosionó. Sus líderes, compinches incompetentes
del presidente, abandonaron a sus hombres en una alocada carrera para escapar.
Mobutu salió una vez más de su Versalles selvático, en su avión cargado de objetos
valiosos, mientras sus propios soldados le disparaban.
Ruanda había conquistado a su inmenso vecino con una facilidad espectacular. Sin
embargo, una vez instalado, Kabila, el títere de Ruanda, se negó a cumplir órdenes.
Ruanda volvió a invadir, pero esta vez fue detenida por sus antiguos aliados que se pelearon
entre ellos y arrastraron a Congo a una guerra terrible.
Caos interminable
Ejércitos extranjeros se enfrentaron en lo profundo de Congo mientras el frágil estado
colapsaba totalmente y la anarquía reinaba.
Niños soldados reclutados a la fuerza acorralaban ejércitos de esclavos para que extrajeran
minerales como coltán, componente clave de teléfonos celulares, la última obsesión del
mundo desarrollado, mientras aniquilaban a comunidades enemigas, violando a las mujeres
y forzando a los sobrevivientes hacia la jungla donde morían de inanición y enfermedades.
Una paz profundamente fallida y parcial fue fabricada hace una década. En el este de
Congo, hay una nueva guerra, una compleja red de rivalidades internas e internacionales
con grupos rebeldes enfrentados al ejército y la ONU, mientras pequeñas milicias
comunitarias contribuyen a la inestabilidad general.
Me subí a uno de esos trenes cargados de cobre que van directamente de minas de
propiedad extranjera a la frontera y de ahí al Lejano Oriente, cruzando por barrios
marginales de congoleños desplazados y empobrecidos.
Los millones de dolares que esos minerales generan no han llevado más que miseria y
muerte a la gente que vive encima, mientras se enriquecía una élite microscópica en Congo
y sus patrocinadores extranjeros, y sustentando nuestra revolución tecnológica en el mundo
desarrollado.
Congo es una tierra lejana, aunque nuestras historias están íntimamente entrelazadas.
Hemos prosperado gracias a una relación asimétrica, pero estamos totalmente ciegos a ella.
El precio de esa miopía ha sido el sufrimiento humano a una escala inimaginable.
Con las ventas millonarias de estos productos, estos grupos se financian y compran más
armas por lo que el conflicto se alarga y permanece en el tiempo, a la vez que se extiende al
drama de lo niños-soldados o las niñas-prostitutas. Las integrantes de Alboan, Alicia
Alemán y Virginia Basurto, han destacado que ese control de los recursos naturales no es la
única causa de la guerra que sufre el Congo desde hace veinte años, pero sí una de ellas.
Por ello, se ha organizado la campaña denominada Lo que tu móvil esconde, que se
desarrollará durante los próximos dos años y cuyo objetivo es difundir esa realidad y
conseguir que la UE obligue a las empresas a certificar si utilizan "minerales y metales de
sangre".
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La UE ya dispone de un primer borrador sobre este asunto, pero deja a voluntad de las
empresas presentar la trazabilidad de sus productos. Esta normativa afectaría a
cuatrocientas empresas importadoras de wolframio, tantalio, estaño y oro en el mercado
europeo. Según Alemán, para finales de noviembre, la UE ya tendrá una opinión formada
sobre el borrador y estarán nombrados los nuevos comisarios tras las pasadas elecciones
europeas.
La posición del Gobierno español al respecto, según ha dicho, es mantener el texto tal y
como está, sin incluir la obligatoriedad. La campaña también propugna que una vez
desechados los aparatos de telefonía móvil se asegure que serán tratados de forma
adecuada, ya que, habitualmente, estos aparatos, que son muy contaminantes, vuelven a
vertederos de África.
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África necesita más sorpresas políticas como las presenciadas este 2017 →
Sobre el mapamundi con el que Transparencia Internacional (una ONG a nivel mundial
especializada en el estudio de la corrupción) muestra el índice de corrupción, vemos que los
países más corruptos, coloreados en granate, se encuentran en los continentes del Sur y en
Asia. Por otro lado, los menos corruptos son Estados Unidos, Canadá y los países europeos.
En su artículo titulado “Derribar el mito de la corrupción”, Jason Hickel, de la London
School of Economics, modifica esta imagen. Su conclusión es que “sencillamente, esta
teoría no es verdad”.
Transparencia Internacional define la corrupción como “el abuso de poder para el beneficio
propio”. Sin embargo, explica Hickel, si aplicamos esta definición a la economía
internacional, tenemos que reconocer que la corrupción a gran escala se encuentra
precisamente en los países “desarrollados” de Europa y Norteamérica. Es cierto que, según
el Banco Mundial, la corrupción local hace que los países en desarrollo (de África,
Latinoamérica y Asia) pierdan entre 20.000 y 40.000 millones de dólares al año (entre
16.000 y 32.000 millones de euros). Es una gran cantidad pero, en comparación con las
pérdidas provocadas por la corrupción en el hemisferio norte, es una cifra bastante baja. En
Bélgica, por ejemplo, se estima que el fraude fiscal es de 36.000 millones de euros al año.
Desde hace algunos años, el Partido del Trabajo de Bélgica publica anualmente el top 50 de
las grandes multinacionales que no pagan los impuestos de sus beneficios, ya que se
refugian en vacíos legales. Sin embargo, no se considera “corrupción” porque los sucesivos
gobiernos legalizan esta evasión de impuestos por parte de grandes sociedades con el
pretexto de que dichas sociedades crearán empleo, lo que no es cierto. Por esta corrupción
legal, Bélgica perdió 9.100 millones de dólares más en 2016. Y Bélgica no es una
excepción en el mundo occidental, ni mucho menos.
Pero esto no es lo peor: las multinacionales del Norte roban a los países en desarrollo más
de 1billón de dólares por medio de prácticas ilícitas. El informe de la organización Africa
Progress Panel de 2013 titulado Equidad e Industrias Extractivas en África apunta:
“Las industrias extractivas que trabajan en África pueden reducir sus pagos de impuestos de
varias formas. Algunas son legales, otras ilegales y otras se sitúan a medio camino, pero
todas son difíciles de detectar. Se estima que, hoy en día, el 60 % del comercio
internacional se realiza entre sucursales de una misma empresa; además, algunas
sociedades de extracción que operan en países ricos en recursos naturales son prácticamente
autónomas. Importan bienes y servicios de una sucursal o de una entidad afiliada, obtienen
financiación de otra y los venden en un mercado ascendente a otras empresas del grupo
activas en la transformación”. El informe continúa: “Las autoridades fiscales africanas se
enfrentan a dificultades en todos estos ámbitos. Seguir el valor añadido a través de un
laberinto de empresas conectadas entre sí, relacionadas por medio de sociedades ficticias,
holdings y otros intermediarios registrados en lugares desde las Islas Vírgenes Británicas
hasta Suiza pasando por Londres, es un reto constante, incluso para las administraciones
fiscales más desarrolladas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE). Los gobiernos de los países miembros de la OCDE han percibido los
precios de transferencia como una amenaza a su base fiscal. Para las autoridades africanas,
aplicar el código de impuestos es generalmente misión imposible”.
El informe Honest Accounts de 2017 compara detalladamente los flujos financieros que
entran y salen del África Subsahariana. El cálculo final demuestra que el mundo
desarrollado no ayuda a África, como se dice normalmente, sino todo lo contrario; África
ayuda al resto del mundo con una suma de 40.000 millones de dólares al año.
Esta imagen resume la comparación detallada de los flujos económicos que entraron y
salieron de África en 2016.
Otro estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicado en octubre de 2015,
apunta que el tipo de canon sobre el cobre; es decir, el alquiler que las sociedades deben
pagar al Estado para explotar sus concesiones, era del 2 % en la RDC, frente al 4 % en
Indonesia, el 6 % en Zambia y hasta el 14 % en Chile.
Albert Yuma, presidente de la empresa minera congoleña Gécamines, atacaba así a las
grandes sociedades mineras: “Desde la aplicación del código minero en 2002, los distintos
socios de Gécamines han exportado más de 48.000 millones de dólares y el Estado ha
recibido menos de 3.000 millones de dólares netos, que son los ingresos menos las
bonificaciones fiscales que ha proporcionado. […] Desde hace 15 años, nuestros socios
nos han engañado y, digámoslo, nos han robado. Esto tiene que parar”. Estas cifras
declaradas por Yuma no han sido contradichas por ninguna autoridad.
Pero el código minero, escrito en 2002 por el Banco Mundial y muy a favor de las
sociedades mineras, prescribe “la obligación de repatriar el 40 % de los ingresos de
exportación”. Según esto, en vez de los 3.000 millones de dólares de los que habla Yuma,
la RDC debería haberse quedado con 19.200 millones de dólares, bien en forma de
inversiones o de anticipos en los bancos congoleños. Y, dado que la producción minera
empezó seriamente en 2008, la mayoría de estos 19.000 millones de dólares deberían haber
llegado a la RDC en los últimos 10 años.
Yuma alegó: “Nos engañaron en el 2000 cuando nos dijeron que la RDC era incapaz de
aprovechar sus recursos mineros por cuenta propia y que, para ello, necesitaba socios”.
De hecho, ya en 2015, el profesor Stefaan Marysse advirtió de que la teoría sobre el
crecimiento inclusivo defendida por el FMI, resultado de su fórmula ultraliberal, era una
falacia (1).
Ahora bien, ¿qué dice Marysse al respecto? Según el profesor, en vez de un crecimiento
inclusivo, este remedio recetado por el FMI ha ocasionado un crecimiento más bien
disociado. De hecho, según sus cálculos, entre 2013 y 2019, la pérdida de capitales por
repatriación de los beneficios de las grandes compañías en el sector minero asciende a
17.100 millones de dólares. Marysse contrasta este dato con lo que ha perdido el Estado en
la venta de activos mineros por debajo del precio del mercado, suma que, según un informe
publicado en noviembre del 2011 por el diputado laborista británico Eric Joyce, se eleva a
5.000 millones de dólares (2). Conclusión: “Si las Instituciones Financieras
Internacionales (FMI y Banco Mundial, N. de la R.) fueran honestas en sus discursos sobre
el crecimiento inclusivo, reconocerían que lo que está en juego no es solo una fuga de
capitales fraudulentos y una depredación estatal, sino también una hemorragia legal
derivada de la lógica económica de las multinacionales”.
Para no dejar lugar a dudas, el 10 de junio de 2015 Marysse planteó la siguiente cuestión
tras la presentación de su estudio ante el Parlamento belga: “¿Una vuelta al modelo
económico (neo)colonial de la extraversión o el precio de la globalización ante un Estado
frágil?«.
Siete años más tarde el mismo Marysse, uno de los críticos más feroces del famoso contrato
chino, aseguró que “tras la publicación de los datos relativos a los beneficios repatriados,
parece que Sicomines (contratos chinos) se presenta como una mejor alternativa, mientras
que la estrategia del Fondo Monetario Internacional-Banco Mundial resulta menos
creíble”.
“Relaciones desiguales”
Marysse declaró: “Para que este discurso sobre el crecimiento inclusivo no sea ideológico
(interpreten el “no sea” en el buen sentido, N. de la R.), las Instituciones financieras
internacionales deberían ayudar a la RDC a reforzar las condiciones para que sus
relaciones con las compañías extranjeras sean menos desiguales. Esto se podría conseguir,
por ejemplo, si secundaran los esfuerzos del país por revisar las cláusulas de diversos
contratos y, así, ir más allá de la revisión de los contratos en 2010”.
Siempre podemos seguir soñando, pues es de lo que aquí se trata. Tanto la posición del
FMI como la del Banco Mundial y la de la llamada comunidad internacional (véanse los
gobiernos occidentales) son claras respecto a este tema: están del lado de las
multinacionales occidentales. Basta con leer la saga descrita por Raf Custers, investigador
en el centro belga GRESEA (Grupo de investigación para una estrategia económica
alternativa), en su libro Cazadores de materias primas. En ella, aborda la guerra sin cuartel
a la que se enfrentó el Gobierno congoleño cuando se llevó a cabo la revisión de los
contratos en 2010 y se interesa, en particular, por el conflicto con la sociedad canadiense
First Quantum (FQ) (3).
En primer lugar, Custers explica cómo el Gobierno congoleño, tras un año negociando un
posible acuerdo, consigue anular el contrato de la compañía Kingamyambo Musonoi
Tailings (KMT), propiedad de FQ. Los cuatro argumentos empleados por el Gobierno son
los siguientes:
A continuación, Custers comienzo a relatar la guerra sin cuartel que emprendió First
Quantum y sus aliados en el Banco Mundial, en los gobiernos occidentales y en los grandes
medios de comunicación financieros para conseguir que el Gobierno de la RDC se
retractase. Cinco días después de que este tomara la decisión de anular el contrato de First
Quantum, el director del Banco Mundial, el estadounidense Robert Zoellick, acudió en
persona a la capital de la RDC, Kinshasa, para hacerle una visita al primer ministro
congoleño. Le exigió que el Gobierno reconsiderara la iniciativa. Fue entonces cuando el
Gobierno canadiense intervino en el Club de París para retardar el proceso de anulación de
la deuda, que continuó con retraso, puesto que estaba previsto para 2006. No obstante, los
canadienses, con el apoyo del Gobierno estadounidense, belga y algunos otros,
consiguieron aplazar la decisión un año más, hasta finales de noviembre del 2010. El
responsable de la ONG belga CNCD, Arnaud Zacharie, criticó este retraso alegando lo
siguiente: “¡La de tiempo perdido en esta anulación prevista para el 2006! Durante estos
cuatro años el escaso presupuesto congoleño ha tenido que correr a cargo de una deuda
ilegítima y odiosa contraída en la época del régimen de Mobutu, con la complicidad de las
cancillerías occidentales, que no ha aportado nada al desarrollo y al bienestar de los
congoleños”.
Asimismo, Custers aborda la campaña lanzada por First Quantum a través los medios de
comunicación para acusar al Gobierno congoleño de corrupción. Finalmente, la compañía
puso fin a esta guerra en enero de 2012 a cambio de una suma igual a 1.250 millones de
dólares que la sociedad de Kazajistán ENRC, heredera de sus concesiones, pagaría.
En conclusión, las relaciones entre el gobierno congoleño y las compañías que tienen
muchos más medios para presionar y publicar informes (elaborados por centros de
investigación y de juristas especializados en la materia) son extremadamente desiguales.
Barclays, uno de los cinco bancos británicos más importantes, especializado en el sector
minero mundial, reflejaba en su informe de octubre de 2010 la soberbia dictatorial y la
mentalidad colonial del gran capital. En él, se denuncia lo que denominan “el nacionalismo
de las materias primas”. Hay algunos países que siempre quieren ganar más con su riqueza
natural: un escándalo. “Pero el mayor peligro para el sector de la minería y los metales
está en la República Democrática del Congo”; y el principal factor de riesgo es el
presidente Kabila: “El Ministerio de Asuntos Exteriores de Estados Unidos lo considera
como alguien imprevisible, algo que no aporta nada positivo” (4). El experto
estadounidense Jason Stearns actúa de altavoz y titula con orgullo en su página web: Un
voto de desconfianza contra Kabila (5). Stearns alaba el hecho de que los grandes
inversores castiguen al perverso Gobierno congoleño por haberse atrevido a intentar sacar
provecho de sus riquezas para el propio país.
Cambiar la proporción de fuerzas con el mundo del gran capital internacional de Occidente
es muy difícil. Está claro, da igual lo que opine el profesor Marysse: para ello, el Gobierno
congoleño no podrá contar con el FMI o el Banco Mundial.
Los ingresos propios del Estado de la RDC se triplicaron entre 2009 y 2014.
Los ingresos del sector minero aumentaron de 100.000 dólares a 166.000 millones de
dólares.
El 5 de julio de 2017, el gobernador del Banco Central del Congo (BCC), Deogratias
Mutombo, anunció una serie de medidas orientadas a las empresas mineras que rechazan
respetar el código minero, que, para las sociedades privadas, ya es favorable y liberal. Hay
una repatriación del 40 % de la exportación obligatoria que sistemáticamente se evita. Esto
implica una falta de dinero en la economía congoleña, lo que causa la inflación. Para
Mutombo, “hay mala fe por parte de algunas empresas. En el sector, sigue habiendo
fraude y falta de transparencia; por eso, hemos decidido publicar una circular en las
próximas dos semanas, que va a endurecer el régimen de sanciones ante el incumplimiento
de la reglamentación en materia de repatriación de ingresos de exportación por las
empresas titulares de la ley de explotación minera. Concretamente, vamos a reforzar el
control sobre las principales cuentas en el extranjero de las empresas mineras, de manera
que aseguremos la repatriación efectiva del 40 % y el uso del 60 % que se queda en el
extranjero”.
El código actual también permite a las sociedades minimizar sus beneficios, amortizando el
60 % de sus inversiones desde el primer año. También existe la posibilidad de mezclar
varios proyectos mineros distintos, lo que facilita el fraude. La intención de cambiar el
código minero está presente desde 2009, cuando el Senado evaluó negativamente el
existente. Ahora bien, esto conduce a una fuerte resistencia por parte de las sociedades
mineras que piden ayuda. En marzo de 2013, se retiró un proyecto de reforma del código
minero y se pospuso la enmienda. A lo largo de enero de 2018, estaba previsto que se
evaluase el nuevo código en una sesión extraordinaria por petición explícita del presidente
Kabila ante el Parlamento.
¿Podrá el Gobierno de la RDC afrontar las grandes sociedades mineras? Yuma ya advirtió a
final de noviembre de que Gécamines “va a revisar y digo revisar, no renegociar, a partir
de ahora nosotros fijamos los términos, las condiciones de los socios que relacionan la
empresa congoleña con sociedades mineras privadas”.
El año 2017 se ha caracterizado por una avalancha de informes que denuncian la corrupción
de los dirigentes congoleños. Una serie interminable de organismos, todos situados en
Occidente, publican un informe tras otro: la compañía estadounidense Bloomberg, la
agencia de noticias Reuters, el proyecto de investigación Congo Research Group, la ONG
Human Rights Watch, el Centro Carter, etc. Todos denuncian una corrupción que
constituiría la base de la pobreza de la RDC. Desde luego, muchos problemas están
relacionados con la corrupción en este país. Sin embargo, observo dos problemas con estos
informes y en cómo se emitieron en los medios de comunicación.
En primer lugar, las grandes multinacionales, principales responsables de la catastrófica
situación de la RDC (en el plano histórico y debido al papel que desempeñan actualmente
en la economía mundial) han quedado fuera de juego. Los principales objetivos son el
Estado congoleño y sus dirigentes. Por ejemplo, cuando hablamos de la empresa Glencore
lo hacemos sobre todo para denunciar el comportamiento del empresario Dan Gertler “que
es amigo de Kabila”. Ahora bien, el gigante Glencore tiene la corrupción y el expolio en su
ADN, con un volumen de negocios de 177.000 millones de dólares en 2016. A nivel
mundial, es la sociedad más grande del sector minero. Sin embargo, más que en la
explotación minera, la sociedad está especializada en el comercio, en la venta y reventa de
concesiones, en los minerales, etc. En cualquier parte del mundo, el gigante Glencore ha
sido acusado de corrupción y de estafas. Entonces, echamos a Gertler, reemplazamos a
algunos directores y el juego puede continuar. Una vez más, el experto Jason Stearns actúa
como altavoz del gobierno de Trump al reproducir, en una serie de cinco tweets, frases
literales de un comunicado oficial de la administración de Trump relacionado con sanciones
contra Gertler, “el amigo de Kabila». (6)
En segundo lugar, hay poco debate de fondo. Todo se realiza en una atmósfera de
linchamiento hacia el “régimen de Kabila”. Hubo, por ejemplo, una respuesta exhaustiva de
Gecámines sobre el informe de la ONG Global Witness el pasado julio y del Centro Carter
en noviembre. Existe un debate de cifras, pero también de observaciones fundamentales.
Así, el director general en funciones de Gécamines, Jacques Kamenga Tshimuanga, critica
la “visión ideológica” del Centro Carter. El Centro opina, a su vez, que Gécamines debería
“abandonar su estatuto de productor para dedicarse a la gestión de la cartera de
participaciones minoritarias”.
Jacques Kamenga Tshimuanga afirma que esta recomendación “aplicada desde hace casi 15
años, ya ha conducido al empobrecimiento de la RDC para el beneficio de los
colaboradores exteriores”. De hecho, más que de 15 años, Kamenga debería hablar de tres
décadas. En realidad, no solamente el Centro Carter defiende esta política. Se trata de la
visión que el FMI y el Banco Mundial han impuesto desde 1980. Una visión ultra-liberal
que considera a las grandes multinacionales como los únicos actores competentes para la
explotación de minerales, mientras que, a su modo de ver, Gécamines, empresa pública,
debería limitarse a facilitarles la vida a estos “verdaderos actores”.
No obstante, desde hace algunos años, Gécamines intenta abandonar esta vía y
reconvertirse en una compañía de producción con una política industrial ambiciosa. El 23
de diciembre de 2017, Kamenga anunció la construcción de dos fábricas de producción de
cobre en 2018. La primera se ubicará en Kolwezi y tendrá una capacidad de producción de
80.000 toneladas de cobre por año. Con esta nueva fábrica, la capacidad de producción
anual de Gécamines podrá así alcanzar más de 200.000 toneladas en los próximos años. La
segunda fábrica, cuya capacidad de producción no se ha revelado, se construirá en
Kambove.
Sin embargo, en los medios de comunicación occidentales no hay ni rastro de las cifras ni
de estos argumentos básicos. Esto se debe a un desprecio originado por una creencia ciega
en el credo liberal del FMI.
Podemos decir que mientras los análisis sobre la corrupción en África no tengan en
consideración las cuestiones fundamentales de la sociedad y el funcionamiento de la
economía mundial, tenderán a llegar a la misma conclusión estéril. La idea de que todo se
resolverá cuando se haya reemplazado a los dirigentes actuales por “buenos dirigentes” es
una idea populista. Una idea que en realidad no ha reducido la corrupción en ninguna parte,
al contrario. Para dar con los “buenos dirigentes” es necesario que el pueblo sepa actuar
conjuntamente con estos, así como juzgarlos en base a las soluciones aportadas para las
cuestiones fundamentales que defienden con discursos y actos. ¿Cómo salir de este sistema
que reduce la RDC a un papel de repartidor de materias primas a la economía mundial,
dominada por las grandes multinacionales occidentales? ¿Cómo ir hacia una economía que
produzca valores añadidos sirviendo ante todo al mercado interior? ¿Cómo puede el pueblo
dominar sus propios derechos democráticos y su soberanía?
Notas:
(1) Fuente: “Conjonctures congolaises 2014” y “Croissance cloisonnée : note sur
l’extraversion économique en RDC », ediciones Harmattan, páginas 25-39. Stefaan
Marysse es profesor doctor emérito en la Universidad de Anvers especializado en África
Central.
(2) El Centro Carter señala que el cálculo de Africa Progress Panel, que fija la pérdida en
1500 millones de dólares, es más correcto que la estimación publicada por Joyce: «This
seems a more rigorous estimate than the one of U.K. member of Parliament Eric Joyce,
who claimed Congo lost US$5.5 billion for the same deals. More than 80 percent of the
US$5.5 billion revenue loss Joyce reported related to canceled FQM projects (the Kolwezi
tailings and the Sakania titles) that were sold to Gertler, over US$4.5 billion. However the
Africa Progress Panel put the loss at US$665 million.» «A State Affair: Privatizing
Congo’s Copper sector.» Noviembre 201, pág 89.
(3) Raf Custers, Chasseurs de matières premières, co-edición Investig’Action-Gresea-
Couleurs Livres, Bruselas 2013, 245p.
«Quand le profit est adéquat, le capital devient audacieux. Garantissez-lui 10 %, et on
pourra l’employer partout; à 20 %, il s’anime, à 50 %, il devient carrément téméraire; à 100
%, il foulera aux pieds toutes les lois humaines ; à 300 %, il n’est pas de crime qu’il n’osera
commettre» Para apreciar la actualidad de esta frase que Marx escribe en El Capital, hay
que leer el libro de Raf Custers. Relata la voracidad actual de las grandes multinacionales.
El mismo libro puede pedirse por medio de este enlace.
Aquí mostramos dos fragmentos del libro en el que además se ofrecen investigaciones
sobre el saqueo de los minerales en varios países africanos y sudamericanos: aquí y aquí.
(4) Commodity Daily Briefing 102634710 / Barclays, octubre 2010
(5) Congosiasa, 14 octubre 2010
(6) Twitter de @jasonkstearns del 21 diciembre del 2017
Fuente: Investig’Action, Qui sont les vrais pilleurs de l’Afrique et du Congo ?, publicado el
20 de enero de 2018.
Traducido para UMOYA por: Paula Calvo, Marta Martínez, María Martín-Luquero y
Leticia Herrero de la USAL.
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