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Alud de placa.

El corte se aprecia arriba, en la parte más inclinada de la pendiente

El 90 % de las víctimas de un alud lo son por la rotura de una placa


desencadenada por ellos mismos o por alguno de sus compañeros. Por lo
tanto, nuestro comportamiento va a ser crucial a la hora de evitar accidentes
por aludes. Existen tres tipos de aludes, y el esquiador de montaña debe
conocer y saber reconocer las condiciones que pueden llevar a
desencadenarlos.
Recordemos los tres tipos de aludes posibles:
• Aludes de placa (causantes del 90 % de las víctimas de esquí de travesía).
• Aludesde fusión o de nieve húmeda.
• Aludes de nieve polvo (poco frecuentes en el Pirineo, no lo analizaremos en
este texto).
Todo esquiador de montaña debe convertirse, mejor antes que después, en
un experto en nivología y aludes, pues de estos conocimientos y de la adecuada
toma de decisiones sobre el terreno puede depender su vida. Mucha
información la irás adquiriendo estando atento y con la experiencia: cuando
salgas a la montaña en tus salidas invernales, no pierdas ninguna oportunidad
de aprender y estate atento a el color, la textura y el sonido de la nieve.
Tipos de aludes: Aludes de placa
Los aludes de placa son los que más víctimas causan. Estos ocurren más
frecuentemente en invierno y tienen preferencia por las laderas norte, queno ven el
sol durante semanas y donde la nieve no se transforma, tardando más tiempo en
estabilizarse.
La inclinación de la pendiente es el factor más importante: el riesgo aumenta
especialmente a partir de los 27º de inclinación y es el rango de los 30º a los
45º el más peligroso. Por encima de dicha
inclinación, la nieve no suele acumularse,
pues la fuerza de tracción supera a la de la
resistencia, purgándose dichas laderas
verticales conforme las nevadas se suceden.
Podemos estimar el ángulo de la pendiente
utilizando dos bastones de esquí. Si el
bastón horizontal cruza el bastón vertical por
encima de la mitad, la pendiente tendrá más
de 27º de inclinación. A partir de ahí entramos
en terreno potencialmente peligroso y habrá
que comportarse con la prudencia adecuada,
según sea el nivel de riesgo de aludes del
boletín local. Comprueba cada ladera
potencialmente peligrosa y recuerda que, cuando la cruces, estarás ejerciendo una
sobrecarga sobre dicha ladera.
Las placas de viento son superficies de nieve conectadas entre sí que forman una
capa con adherencia precaria sobre la base inferior. Suelen formarse tras nevadas
con viento, aunque también se pueden formar en días de viento, aunque no haya
nevado días antes, arrastrando la nieve de la ladera expuesta al viento a la ladera
contraria, llamada ladera a sotavento. Tienen un anclaje precario sobre la nieve
de debajo que podrá romperse ante la sobrecarga de un esquiador y empezar a
deslizarse ladera abajo.

Viento fuerte del norte transportando nieve a las laderas sur que no se ven en la foto y formando placas de viento

Las cornisas nos darán información de la dirección del viento los días previos y
de qué laderas pueden estar plagadas de placas. En la montaña, no dejes de
observar continuamente.
La combinación de viento y temperaturas frías es muy peligrosa para los
aludes de placa. El frío disminuye la plasticidad de la nieve y la hace más
quebradiza, más frágil. Si tras varios días de frío y anticiclón llega una nevada con
viento, las placas formadas sobre la superficie dura de los días de anticiclón serán
mucho más peligrosas que cuando van sucediéndose nevadas, una tras otra, como
ocurrió el invierno de 2013, con récord histórico de nevadas, pero sin apenas
víctimas por aludes durante dicha temporada en el Pirineo aragonés.
Cuidado con las nevadas de invierno tras un anticiclón largo con temperaturas
frías. Especial atención en las laderas umbrías.
Atención con los cambios de pendiente
Las convexidades del terreno son zonas favorables a la ruptura de placas, pues
allí las fuerzas de tracción superan con más facilidad a las fuerzas de resistencia a la
cizalladura. Cuidado al esquiar dichas zonas de cambio de pendiente.
Evitar las sobrecargas fuertes
Una placa aguanta quieta sobre una ladera inclinada al mantener un equilibrio entre
sus fuerzas de tracción y de resistencia. Este equilibrio se puede romper cuando
soporta una sobrecarga como puede ser una nueva nevada, pero especialmente
ante el paso de uno o, especialmente, varios esquiadores agrupados.
Guardar la distancia de seguridad
Una sobrecarga de, por ejemplo, 100
kg, necesaria para el
desencadenamiento de una placa
concreta, podrá no producirla el peso de
un esquiador aislado, pero sí el paso de
2 o más esquiadores juntos. De ahí la
importancia de guardar la distancia de
seguridad (mínimo 10 metros) entre los
miembros de un grupo a la hora de
cruzar una ladera potencialmente
avalanchosa (o de descenderla).
Esta distancia la guardaremos incluso si llevamos una mochila ABS (mecanismo tipo
airbag), pues esta protegerá al esquiador que la lleve pero no al resto de
participantes de la excursión. No todos los esquiadores pueden permitirse el gasto
económico de dicha mochila y debemos recordar que, aunque llevemos todo
el equipo de seguridad contra avalanchas, luego, sobre el terreno, deberemos
comportarnos como si no lleváramos dicho equipo.
Es importarse aprender a moverse y comportarse con buenos hábitos todos los
días, sea el riesgo alto o bajo. El practicar buenos hábitos hará que luego los
apliquemos de forma automática.
Recordar que las laderas norte son las más peligrosas

En invierno el sol estabiliza las laderas sur, haciéndolas más seguras

El sol transforma continuamente la nieve en invierno en las laderas sur, favoreciendo


el redondeo de los gránulos de la nieve y aumentando su cohesión y estabilidad. Las
laderas norte no ven apenas el sol antes de abril-mayo y en esas laderas
umbrías o que reciben el sol solo de refilón, las placas pueden permanecer sin
evolucionar, “a piñón”, durante semanas enteras.
Las laderas este son las segundas en peligro, pues en invierno solo ven el sol al
alba, cuando el día es más frío, y apenas se transforman. Las laderas sur, aunque
formen placas de viento tras una nevada con vientos del norte, solo necesitarán,
como mucho, un par de días de sol para estabilizarse.
Las laderas oeste son las laderas que menos víctimas de avalancha tienen
estadísticamente en nuestro Pirineo, puesto que los vientos dominantes y la llegada
de borrascas suelen ser desde el Oeste, a barlovento de los vientos dominantes.
Pero cuidado, ninguna ladera está exenta de riesgos y cada ladera tiene micro-
orientaciones donde pueden haberse formado placas de viento. En el mundo real las
laderas no son de una orientación pura. Sus irregularidades canalizarán los vientos
dominantes, haciéndolos girar en múltiples direcciones para adaptarse a la orografía,
creando así placas en múltiples orientaciones, no solo las orientadas a sotavento.
Esto ocurrirá en días de vientos fuertes, con los vientos dominantes rodeando las
irregularidades del terreno y creando vientos orográficos en múltiples direcciones.
En invierno, preferentemente elegiremos rutas que discurran por laderas sur (SE, S,
SW), que se transforman y estabilizan al sol, dejando las laderas norte idealmente
para primavera, cuando el sol alto ya incide mejor en dichas orientaciones.

Recordemos que el 90 % de las víctimas de un alud lo son por la rotura de una


placa desencadenada por ellos mismos o por alguno de sus compañeros. De
los tres tipos de aludes que existen, trataremos ahora los aludes de fusión o nieve
húmeda.
Todo esquiador de montaña debe convertirse, mejor antes que después, en
un experto en nivología y aludes, pues de estos conocimientos y de la adecuada
toma de decisiones sobre el terreno puede depender su vida. Mucha información la
irás adquiriendo estando atento y con la experiencia: cuando salgas a la
montaña en tus salidas invernales, no pierdas ninguna oportunidad de aprender y
estate atento a el color, la textura y el sonido de la nieve.

Tipos de aludes: Aludes de fusión o nieve húmeda


En primavera, además de madrugar más, la orientación de la ladera será importante
para esquiar una mejor nieve y para evitar los aludes de fusión o de nieve
húmeda. Estos ocurren cuando el sol alto de primavera y el calor humedecen la
nieve, aumentando su peso y predisponiéndola a deslizarse ladera abajo,
especialmente en laderas de inclinación fuerte.
En primavera avanzada, evitaremos las laderas este o madrugaremos para
atravesarlas temprano, pues el sol en esas fechas sale muy del Este y las
humedece muy pronto. Las oeste (SW, W y NW), sin embargo, permitirán un
descenso más tardío en primavera, incluso tras el mediodía, con una nieve que
todavía aguantará bien.
Recordar que a pesar del alto poder destructivo de los aludes de fusión o aludes de
nieve húmeda, raramente ocasionan víctimas en esquiadores, pues suelen ocurrir
de forma espontánea en un lugar y tiempo determinados. Sin embargo, los aludes
de placa, más propios de invierno, al ser desencadenados por el propio esquiador,
coinciden ambos en el tiempo y el espacio, siendo los que causan más víctimas.
Recordar que el 90 % de las víctimas de un alud lo ha provocado él mismo o alguno
de sus compañeros.
El único lugar donde podemos favorecer que coincidan en el tiempo y el lugar un
alud espontáneos de fusión o de nieve húmeda es recorriendo un corredor
largo o una canal en un día de calor. Deberemos evitarlos tras grandes nevadas o
en días de aumento de temperaturas o lluvia. Las cornisas situadas en la salida del
corredor son como esponjas y podrán caer al humedecerse al sol.
Como el esquiador asciende durante horas por la misma trayectoria del alud,
estaremos todo ese largo tiempo expuestos en la zona por donde una colada
barrería el corredor. Fue la causa de dos víctimas por alud en el Pirineo durante la
primavera de 2013, en la sierra de Cadí del Pirineo catalán.Evitar corredores tras
grandes nevadas o en días de calor o lluvias.

Nieve acanalada por la lluvia previa, traduciéndose en un manto libre de tensiones. Estable

La lluvia también produce, y de forma casi instantánea, aludes de nieve húmeda.


Percola y rompe los anclajes de la nieve, haciéndola aumentar de peso y lanzándola
ladera abajo. Durante las lluvias el riesgo de aludes aumenta de forma rápida. Tras
retirarse las lluvias, la primera noche estrellada helará toda esa nieve fundida,
estabilizándola por completo. Así, si sabemos la cota hasta la que ha llovido,
sabremos que por debajo de dicha altura el manto estará completamente
estabilizado los días posteriores, mientras que por encima de la cota de nieve
persistirán las placas de viento de esa última nevada. Ese manto estabilizado tras la
lluvia suele presentar un aspecto acanalado, como con olas, sinónimo de un manto
libre de tensiones, muy estable.
Rehielo nocturno
La nieve transformada y humedecida durante el día (por el calor en las laderas al
sol o por la lluvia en todas las orientaciones) helará luego durante las noches
estrelladas, estabilizándose para la mañana siguiente. Pero si la noche ha sido
nublada, el colchón de nubes rebotará el calor a la tierra e impedirá el rehielo de
las laderas humedecidas el día anterior. Así pues, tras una noche de mucha
cobertura nubosa, la nieve amanecerá húmeda, pesada y más proclive a
desencadenar aludes de nieve húmeda.
En dichas circunstancias, los aludes de fusión podrán caer de forma espontánea
en pendientes de 40 a 45º, que deberemos evitar. Nuestras sobrecargas podrán
lanzar ladera abajo aludes de nieve húmeda en pendientes que sobrepasen los 35º.
Por lo tanto, esos días deberemos evitar las pendientes fuertes, movernos en
laderas de inclinación suave o moderada y esperar a un mejor rehielo para atacar
pendientes fuertes.

El sol es el principal transformador de la nieve recién caída. Es débil en invierno


y aumenta en fuerza conforme avanza la temporada. En primavera el manto se
estabiliza rápidamente tras una nevada, pues el sol alto de abril-mayo funde la
nieve en muchas orientaciones y las noches estrelladas forman continuos ciclos de
fusión-rehielo.
En invierno la estabilización es mucho más lenta y serán las laderas sur las que
antes se estabilizarán. En pleno invierno, serán precisamente las laderas sur más
inclinadas (30-40º), las que más se estabilizarán, al estar bien encaradas al sol bajo
de invierno.
Justo el grado de inclinación más peligroso para aludes en las laderas umbrías
es el que mejor estabiliza las laderas bien encaradas al sol en invierno.
Recordar los tres ángeles de la muerte: Riesgo 3 + ladera norte + 30º. Evitar
esa combinación, especialmente en invierno.
ALUD DE PLACA DE NIEVE:
Deslizamiento de capas de nieve compacta y densa, pero que no se cohesionan con el
sustrato inferior por presentar éste un plano de deslizamiento (nieve granulada, granos
de caras planas, cubiletes o escarcha). El arranque es lineal y trasversal a la
pendiente, y el depósito está formado por bloques irregulares.

Un caso particular es el Alud de placa de viento , formados a sotavento de aristas o


crestas. El viento rompe los cristales en partículas finas que se cohesionan bien entre
ellas formando placas rígidas, pero que no se anclan al sustrato inferior por no haber
apelmazamiento.
Tipos de placas:

ƒ Placa de viento: más compactas, densidad de 100 a 200 kg/m3. Se distinguen


facilmente.
ƒ Placa friable: menos compactas, densidad de 50 a 100 kg/m3. Son muy
difíciles de distinguir ya que la sensación es estar en un manto de nieve reciente. La
estructura de placa se forma en la base del estrato de nieve reciente por lo que al
romper, lo hace linealmente, pudiendo venirse abajo toda la ladera. Son estas placas
las que más víctimas producen.

Condiciones de desencadenamiento:
Se producen con la sobrecarga del manto al existir una estructura de placa dentro del
mismo, hablamos entonces de inestabilidad latente debido a la existencia de una capa
frágil en el interior.

Condiciones favorables que minimizan el riesgo de aludes de placa:

ƒ Vientos débiles (< 40 km/h)


ƒ Poca cantidad de nieve reciente disponible
ƒ Temperatura del aire cercana a 0ºC
ƒ Superficie de la nieve vieja fuertemente irregular

Condiciones desfavorables que agravan el riesgo de aludes de placa:

ƒ Vientos fuertes (>40 km/h)


ƒ Mucha cantidad de nieve reciente disponible
ƒ Temperaturas bajas (por debajo de -5 a -10ºC)
ƒ Superficie de la nieve vieja muy lisa o poco cohesionada

ALUD DE FUSIÓN:
Deslizamiento de nieve húmeda sin cohesión, en pequeñas coladas o transportando
grandes masas de nieve. Generalmente su salida es puntual, circulando por las
vaguadas entre los 20 y 50 km/h. El depósito forma un cono de bloques densos y
materiales arrastrados.
En ocasiones estos aludes llegan a ser de fondo, sobre todo al final de la primavera y
sobre terrenos herbáceos.
Condiciones de desencadenamiento:
Cuando en un manto de nieve húmeda formado principalmente por grano redondo, se
debilitan los puentes de hielo que unen dichos granos hasta que no soporta su propio
peso. Tenemos que estar vigilantes con el aumento de la temperatura.
Condiciones favorables que minimizan el riesgo de aludes de fusión:

ƒ Temperaturas frías
ƒ Cielos despejados por la noche

Condiciones desfavorables que agravan el riesgo de aludes de fusión:

ƒ Temperaturas altas
ƒ Cielos despejados por el día: fuerte radiación solar
ƒ Cielo cubierto por la noche
ƒ Lluvias moderadas
ƒ Nieblas húmedas

ALUD MIXTO:
En muchas ocasiones se producen aludes que son combinación de los tipos
fundamentales vistos. Se producen así deslizamientos de nieve que comienzan siendo
de un tipo y terminan por ser de otro. Son habituales en los grandes aludes. La caída
de rocas, cornisas o seracs frecuentemente produce una rotura por sobrepeso en la
capa de nieve en la que caen desencadenando el alud.

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