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Viento fuerte del norte transportando nieve a las laderas sur que no se ven en la foto y formando placas de viento
Las cornisas nos darán información de la dirección del viento los días previos y
de qué laderas pueden estar plagadas de placas. En la montaña, no dejes de
observar continuamente.
La combinación de viento y temperaturas frías es muy peligrosa para los
aludes de placa. El frío disminuye la plasticidad de la nieve y la hace más
quebradiza, más frágil. Si tras varios días de frío y anticiclón llega una nevada con
viento, las placas formadas sobre la superficie dura de los días de anticiclón serán
mucho más peligrosas que cuando van sucediéndose nevadas, una tras otra, como
ocurrió el invierno de 2013, con récord histórico de nevadas, pero sin apenas
víctimas por aludes durante dicha temporada en el Pirineo aragonés.
Cuidado con las nevadas de invierno tras un anticiclón largo con temperaturas
frías. Especial atención en las laderas umbrías.
Atención con los cambios de pendiente
Las convexidades del terreno son zonas favorables a la ruptura de placas, pues
allí las fuerzas de tracción superan con más facilidad a las fuerzas de resistencia a la
cizalladura. Cuidado al esquiar dichas zonas de cambio de pendiente.
Evitar las sobrecargas fuertes
Una placa aguanta quieta sobre una ladera inclinada al mantener un equilibrio entre
sus fuerzas de tracción y de resistencia. Este equilibrio se puede romper cuando
soporta una sobrecarga como puede ser una nueva nevada, pero especialmente
ante el paso de uno o, especialmente, varios esquiadores agrupados.
Guardar la distancia de seguridad
Una sobrecarga de, por ejemplo, 100
kg, necesaria para el
desencadenamiento de una placa
concreta, podrá no producirla el peso de
un esquiador aislado, pero sí el paso de
2 o más esquiadores juntos. De ahí la
importancia de guardar la distancia de
seguridad (mínimo 10 metros) entre los
miembros de un grupo a la hora de
cruzar una ladera potencialmente
avalanchosa (o de descenderla).
Esta distancia la guardaremos incluso si llevamos una mochila ABS (mecanismo tipo
airbag), pues esta protegerá al esquiador que la lleve pero no al resto de
participantes de la excursión. No todos los esquiadores pueden permitirse el gasto
económico de dicha mochila y debemos recordar que, aunque llevemos todo
el equipo de seguridad contra avalanchas, luego, sobre el terreno, deberemos
comportarnos como si no lleváramos dicho equipo.
Es importarse aprender a moverse y comportarse con buenos hábitos todos los
días, sea el riesgo alto o bajo. El practicar buenos hábitos hará que luego los
apliquemos de forma automática.
Recordar que las laderas norte son las más peligrosas
Nieve acanalada por la lluvia previa, traduciéndose en un manto libre de tensiones. Estable
Condiciones de desencadenamiento:
Se producen con la sobrecarga del manto al existir una estructura de placa dentro del
mismo, hablamos entonces de inestabilidad latente debido a la existencia de una capa
frágil en el interior.
ALUD DE FUSIÓN:
Deslizamiento de nieve húmeda sin cohesión, en pequeñas coladas o transportando
grandes masas de nieve. Generalmente su salida es puntual, circulando por las
vaguadas entre los 20 y 50 km/h. El depósito forma un cono de bloques densos y
materiales arrastrados.
En ocasiones estos aludes llegan a ser de fondo, sobre todo al final de la primavera y
sobre terrenos herbáceos.
Condiciones de desencadenamiento:
Cuando en un manto de nieve húmeda formado principalmente por grano redondo, se
debilitan los puentes de hielo que unen dichos granos hasta que no soporta su propio
peso. Tenemos que estar vigilantes con el aumento de la temperatura.
Condiciones favorables que minimizan el riesgo de aludes de fusión:
Temperaturas frías
Cielos despejados por la noche
Temperaturas altas
Cielos despejados por el día: fuerte radiación solar
Cielo cubierto por la noche
Lluvias moderadas
Nieblas húmedas
ALUD MIXTO:
En muchas ocasiones se producen aludes que son combinación de los tipos
fundamentales vistos. Se producen así deslizamientos de nieve que comienzan siendo
de un tipo y terminan por ser de otro. Son habituales en los grandes aludes. La caída
de rocas, cornisas o seracs frecuentemente produce una rotura por sobrepeso en la
capa de nieve en la que caen desencadenando el alud.