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Desde hace décadas existe una creciente sensibilización respecto del impacto
medioambiental de las actividades humanas que se concretan en el cambio climático. Para
dar respuesta a esta circunstancia y marcar una hoja de ruta sostenible surge lo que
conocemos como el Protocolo de Kioto.
El Protocolo de Kioto sobre Cambio Climático es el resultado más significativo del esfuerzo
colectivo y global para buscar un marco conjunto que permita luchar contra el cambio
climático. De esta manera se establecen unos límites cuantificados y obligatorios de
emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para los países que lo ratifican, y que son
jurídicamente vinculantes para éstos.
Presenta como objetivo global la reducción de un 5% en las emisiones respecto de
1990 (cubre los 6 principales GEI), focalizado mediante un compromiso de los 38 países
industrializados incluidos en el Anexo Uno del Protocolo con objetivos jurídicamente
vinculantes y calendarios de cumplimiento. No se han fijado objetivos para países en vías
de desarrollo.
Para que el Protocolo entrara en vigor se establecieron 2 requisitos indispensables:
El número de países que lo ratificaran fuera de un mínimo de 55;
Las emisiones de aquellos países que hubieran ratificado el Protocolo superaran el
55% de las emisiones totales de los países del Anexo Uno en 1990.
La UE se comprometió a la reducción en 2010 de un 8% de sus emisiones de GEI respecto
de 1990. Este objetivo se repartió entre los Estados miembros, asignando a cada uno un
objetivo concreto.
En concreto: Actividades energéticas (refinerías, coquerías e instalaciones de combustión
con una potencia térmica nominal superior a los 20 MW).
Producción y transformación de metales férreos.
Industrias minerales (cemento, vidrio y cerámica).
Fabricación de papel y pasta de papel.
La puesta en marcha de Kioto ha permitido una reducción del 22,6% en las emisiones
de gases de efecto invernadero con respecto a los niveles de 1990 en 37 países
industrializados y la UE, cuando el compromiso inicial era de una disminución del 5%.
DECLARACIÓN DE RÍO
Los ODS conllevan un espíritu de colaboración y pragmatismo para elegir las mejores
opciones con el fin de mejorar la vida, de manera sostenible, para las generaciones futuras.
Proporcionan orientaciones y metas claras para su adopción por todos los países en
conformidad con sus propias prioridades y los desafíos ambientales del mundo en general.
Los ODS son una agenda inclusiva. Abordan las causas fundamentales de la pobreza y nos
unen para lograr un cambio positivo en beneficio de las personas y el planeta.