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FILOSOFIA Y SOGliLISHIB
C O N SID ER A C IO N ES SOBRE F IL O SO F IA , P O L IT IC A D EL PR O L E
T A R IA D O , E C O N O M IA , H IS T O R IA , E T C ., D E SD E EL P U N T O DE
V IS T A M A R X IS T A
T R A D U C C IO N D E L FR A N C E S PA R A C L A R I D A D P OR
LUIS ROBERTS
E U T C ttA i
OAESD1D
COLECCION CLARIDAD
“M a n u a l e s d e C u l t u r a M a r x is t a "
B U E N O S A I R E S
PEQ U EÑ A N O T A R E FE R E N T E AL A U T O R
(1 ) Roma. E. Loescher.
(2 ) Ver el post-scriptum .
8 A n t o n io L a b r io l a
nadas notas, y que poco más o menos se resumen así (es así
al menos que yo los interpreto) : ¿por qué siendo imperfecto
el conocimiento y la elaboración del marxismo, tanta gente se
ha preocupado en completarlo, ya con Spencer, ya con el
Positivismo en general, ya con Darwin, ya con no importa
qué otro ingrediente, mostrando así que quieren, o bien ita
lianizar, o bien afrancesar o bien rusificar el materialismo
histórico?, es decir, mostrando que olvidan dos cosas: que
esta doctrina lleva en sí misma las condiciones y los modos
de su propia filosofía, y que ella es, en su origen como en su
substancia, esencialmente internacional.
Pero también sobre este particular es necesario continuar.
III
IV
Roma, 14 de mayo de 1897.
(1 ) Es por eso que Hégel y los hegelianos, que tan a menudo han
hecho uso de simbolismos verbales, empleaban la palabra aufheben, que
tanto puede significar quitar y superar, como elevar y, por consecuencia, hacer
ascender de grado.
F il o s o f ía y S o c ia l ism o 47
aquí una lista de nombres) y muchos otros, traducen las ideas de Hégel
con una precisión y una fidelidad tales que hubiera parecido imposible,
hace diez años, en Alemania” , pág. 3, “ Vera es el discípulo más exacto
que jamás haya tenido Hégel; lo sigue paso a paso con entera devoción” ,
pág. 5. “ En adelante se puede aconsejar a aquellos que tengan dificulta
des para leer a Hégel en alemán, que lean la traducción de Vera. Podrán
comprender a éste, siempre que, evidentemente, tengan la capacidad indis
pensable para el conocimiento filosófico” , pág. 9.
50 A n t o n io L a b r io l a
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VI
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Mi querido T urati:
VIII
por otra parte, muy claros ni muy patentes. Y hasta aquí esto
puede pasar.
La teoría que está en la base del derecho penal de los países
en los que la revolución burguesa ha extendido su acción, com
parte en todo lo que nosotros llamamos el liberalismo: las
ventajas y los defectos del principio de igualdad, que, dada
h s diferencias naturales y sociales de los hombres, no puede
ser puramente formal y abstracto. Esta teoría es en verdad un
progreso sobre la justicia corporativa y sobre los privilegios
del clero y de la aristocracia y, con respecto a este punto de
vista, hay una victoria histórica en la máxima: la ley es igual
para todos. Además, esta teoría, reduciendo la represión a la
sola garantía jurídica del orden legalmente constituido, se li
mita a castigar lo que es un peligro o un agravio para la misma
organización, pero no penetra ya en la conciencia. Se la
despoja de todo carácter religioso, y no castiga más al pen
samiento y al alma. Ya no es más el instrumento de una
iglesia, de una creencia, de una superstición. El derecho penal
es tan prosaico como toda la sociedad capitalista. Y en ello
reside otro triunfo — salvo algunas ligeras contradicciones—
del pensamiento libre. En una palabra: se castiga el acto y
no al hombre: se castiga lo que perturba el orden que se quiere
defender, no la conciencia, sea ésta irreligiosa, incrédula, atea,
etcétera. Para llegar a este resultado esta teoría ha debido
construir, sobre la base media de la voluntariedad, y exclu
yendo los casos extremos de ausencia de conciencia y de di
rección en el acto, una responsabilidad típica igual para todos
los hombres ( 1) . Y es así que, como una ironía para esta
justicia tan ponderada y celebrada, el principio de la ley igual
para todos se trueca dialécticamente en la más grande injus
ticia; porque los hombres son en realidad social y naturalmente
desiguales ante la ley.
IX
petencia. T anto por esta causa como por esta otra, que
Italia es la sede del papado y de todo el movimiento im
portante que de él depende ( 1 ) , que sólo los teóricos del
utopismo liberal declaran muerto para siempre, esta burgue
sía, que debe aún crecer, es revolucionaria en su esencia, como
diría el Manifiesto. Y como no ha podido ser jacobina, como
lo hubiera querido su instinto natural, se ha quedado en la
fórmula del rey por la gracia de Dios y de la nación al mismo
tiempo. Esta burguesía, no pudiendo contar con el rápido
desenvolvimiento de una gran industria, que tarda en llegar, y
con la conquista rápida de un gran mercado exterior, dado el
progreso lento e inseguro de la economía nacional, especial
mente agrícola, se entrega a la pequeña política de los expe
dientes y gasta en bagatelas toda su inteligencia. ¿Qué hace
la flota italiana desde hace tantos meses en el Oriente? Se
diría el zorro que, según la fábula, dice que las uvas no
están maduras porque no las puede alcanzar; ¡pero con este
zorro, a diferencia del de la fábula, se encuentran allí otros
que vigilan 'las uvas que se han apoderado o sobre las que
quieren meter las patas! Y el zorro se hace idealista ya que
nada tiene en que meter los dientes. Dado el abstencionismo
reaccionario o demagógico de los clericales y el muy lento
desenvolvimiento de la oposición proletaria, la burguesía ita
liana ha creído, y cree, que ella es toda la nación, y en ausen
cia de partidos que dividen la sociedad, da el nombre de
XI
NEGACION DE LA NEGACION
dy
se ha borrado lacantidad — , es decir, la relación de las
dx o
diferenciales de x e y ) , se reduce, por lo tanto, a — , pero esta
o o y
fórmula — no es aquí más que la expresión de la fórmula — .
o .y
Observaré de pasada que la relación entre dos magnitudes bo
rradas como el momento fijo en que se borran, es una contra
dicción; pero esto no importa, ya que esta contradicción no
ha impedido que los matemáticos hagan progresos desde hace
dos siglos. Pues bien, ¿qué hemos hecho aquí más que negar
las magnitudes x e. y sino de un modo congruente con la
realidad de la situación?, pues las negamos no desentendién
donos de ellas, que es el modo como niega la metafísica. He
mos substituido las magnitudes x e y por su negación, llegando
así, en nuestras fórmulas o ecuaciones, a dx y dy. Hecho esto,
seguimos nuestros cálculos sobre estas fórmulas, operamos con
d x y dy como magnitudes reales, aun cuando sujetas a ciertas
leyes de excepción, y al llegar a un determinado momento,
negamos la negación, es decir, integramos la fórmula dife
rencial, obteniendo de nuevo, en vez de dx y dy las magnitu
des reales x e y. Y al hacerlo, no volveremos a encontrarnos
en el punto de partida, ya que hemos resuelto un problema,
problema que en vano habría tratado de resolver la geometría
y el álgebra vulgares. •
No otra cosa acontece en la historia. Todos los pueblos ci
vilizados han comenzado por la propiedad colectiva de la
tierra. Y en todos los pueblos, al superar una determinada
fase primitiva con el desarrollo de la agricultura, la propie
dad colectiva se convierte en una traba para la producción.
Al llegar a este momento la propiedad colectiva se destruye,
se niega, convirtiéndose, tras etapas intermedias más o menos
largas, en propiedad privada. Pero, al llegar a una fase más
alta de progreso en el desarrollo de la agricultura, fase que se
alcanza precisamente gracias a la propiedad privada del suelo,
ésta se convierte, a su vez, en un obstáculo para la producción,
que es lo que hoy acontece tanto para la grande como para
la pequeña propiedad. En estas circunstancias nace, por la
fuerza de la necesidad, la forzosidad de negar también la pro
piedad privada, a convertirla nuevamente en propiedad colec-
F il o s o f ía y So c i a l i s m o 145
Querido S. . .
La primera hora que tengo libre la ocupo en contestar la
suya ( 1 ) .
Creo que haría muy bien en aceptar el cargo que se le ha
ofrecido en Zurich. Con respecto al punto de vista económi
co, podrá allí aprender siempre algo, a pesar de que Zurich
no es más que un mercado financiero de tercer orden, y
que, por lo tanto, las influencias que allí se ejercen son dé
biles, por repercutir en segundo o tercer lugar, o bien fal
seadas intencionalmente. Si llega a ponerse prácticamente
al corriente de ese engranaje, se verá forzado a seguir las in
formaciones de las bolsas de Londres, Nueva York, París, Ber
lín y Viena y el mercado mundial se le presentará así en su
reflejo, como mercado de dinero y de efectos. Sucede con los
reflejos económicos, políticos, etc., lo mismo que se produce
en el ojo del hombre: atraviesan una lente y se presentan
invertidos en la cabeza. Sólo que en la economía falta el
sistema nervioso que ponga la imagen al derecho. El que
pertenece a un mercado financiero no ve el movimiento de
la industria y del mercado mundial más que en el reflejo
trastrocante del mercado de dinero y de efectos; para él el
efecto es la causa. Es lo que he visto en Mánchester, hacia
1840. Con respecto al punto de vista del movimiento in
dustrial y de su mínima y máxima periódica, los precios
corrientes de la bolsa de Londres eran completamente inutili-
zables, ya que se quería explicarlo todo por las crisis del mer
cado monetario, siendo que estas mismas no eran más que
síntomas. Se trata de demostrar la mal fundada explicación
F. E n g els .
F. E n g e l s .
I NDI C E
Págs.
FILOSOFIA Y SOCIALISMO
Cartas a G. Sorel
I. — ............................... - .................................................. 11
I I . — .................................................................................... 19
III. — ............................................................................... 30
IV. — ............................................................................... 40
V. — .................................................................................... 53
V I. — ....................................................................................................... 66
VIL — .................................................................................... 76
V I I I .— .................................................................................... 87
IX . — ............................................................................... 96
X. — ............................................................................. 116
X I . — Post-Scriptum a laedición francesa ................... 130
Apéndice I. — Negación de la negación. (Fragmentos
del Anti-Dühring) ............................................................ 141
Apéndice II ............................................................................. 151