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género en el Derecho
colombiano
A ideologia de gênero
no Direito colombiano
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo 13
Campillo-Vélez, Beatriz Eugenia, “La ideología de género en el Derecho colombia-
no”, en Díkaion 22-1 (2013), pp. 13-54.
Díkaion - ISSN 0120-8942, Año 27 - Vol. 22 Núm. 1 - Chía, Colombia - Junio 2013 / pp.13-54
Resumen
Palabras clave
Género, Ideología, Derechos sexuales y reproductivos, Colombia.
14
Key words
Gender, Ideology, Sexual and Reproductive Rights, Colombia.
15
Palavras-chave
Gênero, ideologia, direitos sexuais e reprodutivos, Colômbia.
16
Introducción
Pues bien, en el presente artículo queremos afirmar que es bajo esta segunda es-
trategia que la ideología de género ha ingresado a nuestro país, procurando ge-
nerar cambios culturales casi imperceptibles; de hecho, la estrategia más eficaz
ha sido el cambio en el lenguaje, particularmente el jurídico, como veremos con
múltiples ejemplos, sumado por supuesto a un discurso de reivindicación de de-
rechos que genera un ligero ambiente de revolución, donde las personas lastimo-
samente suelen dejarse llevar por la masa y, entre las arengas, olvidan someter
los discursos a un análisis serio y racional.
Para iniciar este acercamiento a la ideología de género será necesario precisar los
conceptos que utiliza este discurso, además de hacer una breve contextualización
1 Cfr. Joseph S. Nye, Soft Power: The Means to Success in World Politics, PublicAffairs (2004). 17
2 Cfr. Beatriz Eugenia Campillo Vélez, “La ideología de género como vigencia del informe Kissinger”, en
Pensamiento Humanista 7 (2011), Universidad Pontificia Bolivariana.
3 Marguerite A. Peeters, Marion-ética: Los “expertos” de la ONU imponen su ley, Madrid, Rialp, 2010, p. 13.
Sin embargo, lo más relevante para nuestro estudio sobre la ideología de género es
que el modus operandi establecido para actuar no es haciéndolo de forma directa
pues generaría un rechazo de la población por una clara violación de soberanía,
sino que se haría por medio de ONG y organismos internacionales para contra-
rrestar la sensación de imposición imperialista que pudiera generarse. De allí que
no resulte tan extraño que aunque son los grandes ganadores de la Guerra Fría,
realmente en la globalización el papel de los Estados aparezca ciertamente dis-
minuido o competido por la aparición de nuevos actores internacionales. Así las
cosas, el panorama de la primera década de la Posguerra Fría es el siguiente (y
en cierta forma se mantiene):
A partir de 1990, la ONU organizó una serie sin precedentes de grandes confe-
rencias intergubernamentales que cubrían casi todos los aspectos de la vida en
sociedad: educación (Jomtien, 1990); los niños y sus derechos (Nueva York, 1990);
medioambiente (Rio, 1992); derechos humanos (Viena, 1993); población (El Cairo,
19
1994); desarrollo social (Copenhague, 1995); mujer (Pekín, 1995); hábitat (Estam-
bul, 1996); y alimentación (Roma, 1996). El objetivo de este proceso de conferen-
cias era construir una nueva visión del mundo, un nuevo orden mundial, un nuevo
consenso mundial sobre las normas, los valores y las prioridades de la comunidad
internacional del siglo XXI”4.
De allí que se haya vuelto normal que frente a una discusión que surja en un de-
bate de cualquier naturaleza —especialmente político-jurídico y con repercusión
mediática—, generalmente la idea en discusión no sea analizada o sometida a un
juicio racional —en el sentido socrático— sino que, por el contrario, además de
primar argumentos emocionales y probablemente acalorados, no faltará quien
acudiendo a un argumento de autoridad nos diga que el problema ya fue resuelto
por los “expertos” en alguna de las conferencias antes citadas, o en alguna resolu-
ción dada por algún organismo adscrito a la ONU, como la OMS, la FAO, la Unesco,
etc. En efecto, quienes hacen el lobby a favor o en contra de los más diversos temas
saben la importancia de generar presión ante estos organismos e intentar que su
posición sea acogida y consignada en algún documento, para que en adelante sea
defendida por los “expertos”. Hemos pasado pues del mito del legislador racional,
y del mito del juez racional, al mito de los organismos internacionales racionales,
infalibles y neutros.
Ahora bien, no significa pues que estos foros internacionales no deban ser tenidos
en cuenta, sino que sus argumentos también deben ser susceptibles de ser refu-
tados y, en un sano diálogo democrático, se debería abrir la participación a todas
las voces y ser respetuosos de aquellos pueblos que disientan de sus políticas.
“A pesar del avance científico y de que nunca se supo tanto sobre la naturaleza de
los fenómenos biológicos, en las sociedades desarrolladas de Occidente parece ex-
tenderse una tendencia al olvido de los fundamentos que han supuesto el éxito de
nuestra especie. Es inherente a ello, la imposición de criterios de carácter filosófico
que inspiran corrientes ideológicas de las que se derivan leyes injustas, que nada
tienen que ver con la ley natural y por lo tanto con la propia naturaleza de la vida
humana. El ejemplo más significativo de esto es la llamada ‘ideología de género’,
que afirma que las diferencias entre el varón y la mujer, al margen de los obvios
rasgos y funciones anatómicas, no se basan en una naturaleza estable que haga a
unos seres humanos varones y a otros mujeres. Según esta corriente ideológica las
20
4 Ibíd. p. 41.
5 Constitución Política de Colombia, 1991.
El párrafo del profesor Jouve, que hemos querido citar in extenso, nos introduce
en las ideas centrales de esta ideología y es profundamente esclarecedor; llama
la atención frente a lo que no podemos perder de vista, y es que se trata justa-
mente de una ideología política en tanto busca cambios sociales y culturales,
por medio de la imposición de un sistema de pensamiento, en otras palabras, está
íntimamente relacionado con el ejercicio del poder y utiliza el Derecho como su
herramienta de combate y legitimación.
Según el profesor Jorge Scala7, una ideología es un cuerpo de ideas cerrado, que
parte de un principio básico equivocado, que si se acepta todos los demás razona-
mientos lógicos que se derivarían de allí estarían igualmente equivocados, y así se
llegaría hasta las últimas consecuencias, donde la única manera de escapar a la
ideología sería criticar ese principio inicial. Como ejemplo, el profesor Scala pro-
pone la ideología nazi, para lo cual expone que el principio equivocado era afirmar
que la raza alemana era una raza superior, una vez aceptado esto significaba que
todas las demás eran inferiores, e incluso algunas indeseables, lo que siguiendo
un orden lógico, llevó a la aceptación de los campos de concentración, de exter-
minio, y demás modalidades que fueron implementadas.
6 Nicolás Jouve De La Barreda, “El manantial de la vida: genes y bioética”, Encuentro (2012), p. 68.
7 Cfr. Jorge Rafael Scala, “Ideología de Género”, Conferencia sobre reforma constitucional México, 21
2011, en: http://www.youtube.com/watch?v=JqvabrGww1A&feature=relmfu. Fecha de consulta: 1
de septiembre de 2012.
hasta después de la muerte; realmente lo que hay que mirar con cuidado es
el segundo postulado, “el género como construcción cultural”, no solo porque
es una frase que en sí misma no es clara sino porque tiene grandes repercu-
siones y ha entrado con fuerza en las normas jurídicas, por lo que no está por
demás tener presente la advertencia del profesor Rafael del Águila, quien ha-
blando de las ideologías expresa:
“Los grandes ideales políticos nos prometen sentido para nuestras vidas, justicia
para el pueblo, un futuro feliz y perfecto. Y, sin embargo, los ideales son peligrosos.
Lo que hacen por nosotros lo hemos pagado siempre extremadamente caro. Su
supremacía durante los últimos siglos arroja un balance estremecedor: violencia,
asesinatos en masa, guerras totales, terrorismo, limpiezas étnicas, campos de
concentración, exterminios, genocidios… Parece que la profundidad de la fe en
los ideales es directamente proporcional a la crueldad y el horror que se utilizan
para hacerlos realidad”8.
Hasta el momento solo hemos dado algunas ideas donde hemos afirmado que para
esta ideología el género es una construcción cultural, que no es biológico como el
sexo. En otras palabras, hace una disgregación, el género se convierte en la for-
ma de saltarse las limitantes que puede poner el sexo; en ese orden de ideas, si
cada quien puede construirse como quiera y no hay ningún tipo de referencia a la
naturaleza llegaremos a la conclusión de que no existen ni hombres, ni mujeres.
Pero, ¿en qué se fundamenta esta idea?, ¿cómo surge?, ¿qué busca?
Para explicarlo es necesario remontarse varias décadas atrás, pues esta ideolo-
gía surge del llamado Mayo del 68 francés, donde se une con algunos movimien-
tos feministas, pero también está ligada a los estudios del profesor John Money y
su teoría de la reasignación del género, así como los estudios del profesor Alfred
Charles Kinsey, pionero de la investigación sexual, que dio origen al llamado in-
forme Kinsey.
Es así como en la historia del feminismo hay una ruptura que lleva a hablar de un
feminismo de equidad y de un feminismo de género, justamente para diferenciar
22
8 Rafael del Águila, Crítica de las Ideologías, el peligro de los ideales, Madrid, Taurus, 2008.
Esta idea de que se puede aprender a ser de un género o del otro tuvo un intento
de respaldo científico con los experimentos del profesor John Money, quien afirma-
ba que los niños son neutros, y que la sociedad es la que le indica si es un varón o
una mujer, lo que coincide con los planteamientos de Lucy Gilber y Paula Wesbster:
“Cada niño se asigna a una u otra categoría con base en la forma y tamaño de sus
órganos genitales. Una vez hecha esta asignación nos convertimos en lo que la cul-
tura piensa que cada uno es —femenina o masculino—. Aunque muchos crean que
el hombre y la mujer son expresión natural de un plano genético, el género es pro-
ducto de la cultura y el pensamiento humano, una construcción social que crea la
verdadera naturaleza de todo individuo”12.
9 “El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una
feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de
discriminación. Por el contrario, el feminismo de género es una ideología que pretende abarcarlo
todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La fe-
minista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista de género
a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la
situación se pondrá peor. Pero esto carece de base en la realidad norteamericana. Las cosas nunca han
estado mejores para la mujer que hoy conforma 55% del estudiantado universitario, mientras que la
brecha salarial continúa cerrándose”. Entrevista a Christina Hoff Sommers en Faith and Freedom,
1994, p. 2. Citado en: Oscar Alzamaro Revoredo, “La ideología de género”, CEP, en http://www.mer-
caba.org/FICHAS/Mujer/ideologia_de_genero1.htm. Fecha de consulta: 13 de agosto de 2009.
10 Julián Marías, La justicia social y otras justicias, Madrid, Espasa-Calpe, 1979.
11 Cfr. Natalia López Moratalla, Cerebro de mujer y cerebro de varón, Madrid, Rialp, 2007.
12 Lucy Gilber y Paula Wesbster, “The Dangers of Feminity”, Gender Differences: Sociology of Biology?, 23
p. 41, citado en Oscar Alzamora Revoredo, “La ideología de género”, CEP, en http://www.mercaba.
org/FICHAS/Mujer/ideologia_de_genero1.htm. Fecha de consulta: 13 de agosto de 2009.
El suicidio de ambos hermanos ha servido para demostrar que es falso que a una
persona se le pueda educar para que sea de un “género” determinado14.
Por otro lado, Kinsey hizo un informe que fue publicado en dos volúmenes: en uno
explicaba el comportamiento sexual de los hombres y en el otro el comportamiento
sexual de las mujeres. “Kinsey defendió que todos los comportamientos sexuales
que se consideraban desviados son normales, mientras que propuso que el ser
exclusivamente heterosexual es anormal y producto de inhibiciones culturales y
de condicionamientos sociales”15; sin embargo, son conocidos los múltiples erro-
res que tienen sus mediciones y el poco rigor científico. “Los datos habían sido
estadísticamente manipulados porque la muestra era manifiestamente sesgada,
En efecto,
Frente a estas visiones de género que hemos expuesto se hace necesario recordar
y tomar en serio el argumento antropológico personalista expresado por el doctor
Ramón Córdoba Palacio, quien no niega la dimensión sexual del ser humano, sino
que la enriquece al tomar en cuenta la totalidad de la persona:
16 Idem.
17 Marguerite A. Peeters, Marion-ética: Los “expertos” de la ONU imponen su ley, ob. cit., p. 33.
18 Consejo Pontificio para la Familia, Lexicón: términos ambiguos y discutidos sobre familia, vida y
cuestiones éticas, Madrid, Palabra, 2006, p. 519.
19 Cfr. “Anarquía sexual: El legado de Kinsey”, traducción del inglés por: Marlene Gillette-Ibern, en
http://notifam.net/index.php/archives/6590/ Fecha de consulta: septiembre 18 de 2011. “’Ma-
ligno’: asistentes a prominente conferencia pro-pedofilia horrorizados por las sesiones”, en http://
notifam.net/index.php/archives/6498/ Fecha de consulta: septiembre 19 de 2011. “Pedofilia es 25
una ‘orientación sexual’, dicen expertos al Parlamento”, 3 de marzo de 2011, en http://notifam.net/
index.php/archives/3360/ Fecha de consulta: 18 de septiembre de 2011.
Es lógico que ciertos comportamientos los asociemos más con un sexo que con
el otro, esto en razón de que somos diferentes, no mejores o peores, iguales en
tanto humanos, pero con capacidades o fortalezas distintas que desde el mun-
do de la caverna pueden identificarse y es justamente lo que nos enriquece. Que
hombres y mujeres seamos diferentes es una cuestión antropológica, que no está
relacionada con la dominación como esta ideología de género pretende mostrarlo.
20 Ramón Córdoba Palacio, La Bioética y la existencia humana, Medellín, Universidad Pontificia Boliva-
riana, 2010, t. 3, pp.158-159.
26 21 “La determinación del sexo en el hombre, como en los mamíferos en general, se debe a la existencia
de los cromosomas sexuales: XX en la mujer y XY en el varón”. Nicolas Jouve De La Barreda, “Explo-
rando los genes del Big -Bang a la nueva biología”, Encuentro (2010), p. 246.
Por otro lado, uno de los puntos más sensibles en esta igualdad extrema que pre-
tenden entre los seres humanos es el tema de la maternidad, que aparece como
el punto tal vez más notorio en el cual hombres y mujeres nos diferenciamos,
lo cual ha llevado a que la maternidad sea vista, por estos ideólogos, como una
enfermedad o incluso como una carga impositiva que el sistema patriarcal o an-
drocéntrico, como suelen referirse a la historia, le ha impuesto a la mujer. Así,
para un ideólogo de género, la maternidad se reduce a la carga reproductiva que
el hombre le ha impuesto a la mujer, la cual debe ser abolida, por lo que empie-
zan a plantearse unos supuestos derechos que intentarían equilibrar la balanza,
tal es el caso del aborto, la anticoncepción o la esterilización, impulsados bajo
el nombre de “planificación familiar” o “derechos sexuales y reproductivos”23.
De allí que se empiecen a privilegiar centros de salud especializados en “dere-
chos sexuales y reproductivos” que no incluyen la maternidad en sus servicios.
O personas que empiezan a decir que el embarazo genera altísimos riesgos para
la mujer, por lo que recomiendan que los gobiernos aprueben o despenalicen el
22 “Un padre estadounidense acaba en la cárcel por pedir que no se adoctrine a su hijo en la ho-
mosexualidad”, en http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noti-
cia=17257. Fecha de consulta: 7 de septiembre de 2012.
23 Los “Derechos sexuales y reproductivos” aparecen compilados en tres textos de 1996: Declaración
de los derechos sexuales y reproductivos de la Federación Internacional de Planificación Familiar
(International Planned Parenthood Federation - IPPF), la obra de Mari Ladi Londoño, Sexual and re-
productive rights, y el Foro Abierto para los Derechos Sexuales y Reproductivos en Chile. Cfr. Consejo 27
Pontificio para la Familia, Iglesia Católica, Lexicón: términos ambiguos y discutidos sobre familia,
vida y cuestiones éticas, Madrid, Palabra, 2006.
aborto, decisión que por cierto suele estar altamente presionada por instancias
internacionales que no respetan la soberanía de los países, ni la llamada “libre
determinación de los pueblos”24.
Los ideólogos de género han llegado incluso a expresar que “una estrategia apro-
piada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la pene-
tración heterosexual es una violación, sea cual fuere su experiencia subjetiva
contraria”25. Vemos cómo se empieza a hacer el tránsito del delito al derecho (los
cuales realmente son deseos), pero también cómo adicionalmente se le empieza a
dar mayor fuerza a los laboratorios como el medio ideal para el inicio de la vida,
que evitaría ese proceso tan molesto del embarazo, para lo cual existirán una es-
pecie de nuevas esclavas, las llamadas madres de alquiler o vientres de alquiler,
aunque la idea es llegar al uso de la ectogénesis (úteros artificiales).
24 Cfr. “Médico pro-vida revela lado más oscuro de la presión abortista en Nicaragua”, 16 de febrero de
2007, en http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=15769. Fecha de consulta: 1 de noviembre de 2009.
25 Adrienne Rich, “Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence”, Blood, Bread and Poetry, p. 27.
Citado en Alzamora Revoredo, “La ideología de género”, ob. cit.
26 Cfr. Intervenciones ciudadanas de Aurelio Cadavid en: Corte Constitucional, sentencia C-1299/05,
y La intervención ciudadana de Carlos Corsi Otálora y Luisa García Merlano, sentencia C-1300/05,
quienes abiertamente denuncian la intervención de la ONG Women´s Link Worldwide en nuestro
país, financiada por la fundación Ford, pues la directora del programa Género y Justicia (Gender
28 Justice Program) Mónica Roa, fue quien actuó como demandante en varias oportunidades buscando
despenalizar el aborto en Colombia. Lo que públicamente se conoce hace parte del Plan Litigio de
Alto Impacto en Colombia (Laicia).
mayor discriminación, así como en Sudáfrica se tenían buses para negros y otros
para blancos, así mismo se ha planteado hoy la necesidad de tener transporte ex-
clusivamente para mujeres o para hombres27.
Frente a la inevitable pregunta de qué hacer ante este panorama que hemos des-
crito, la doctora María Dolores Vila-Coro, expresa:
‘sexual’, tienen suficiente historia, enjundia y raigambre como para que solo induz-
can a error si deliberada e intencionadamente se pretende desvirtuar su verdadero
sentido. En todo caso no veo inconveniente en que se adopte el término ‘sexuada’,
que a nadie ofende”29.
29 María Dolores Vila Coro Barrachina, La bioética en la encrucijada: sexualidad, aborto y eutanasia,
Madrid, Dykinson, 2007, p. 65.
30 Marguerite A. Peeters, Marion-ética: los “expertos” de la ONU imponen su ley, ob. cit., p. 18.
31 Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, Madrid, Tecnos, Trad. Luis M. Valdés Villanue-
30 va, 2007, 5.6.
32 Rubén Revello, “Perspectiva de género: la nueva ideología”, en Universitas. Revista de sociedad y
cultura, 1 (2005), p. 78.
Este cambio sutil en el lenguaje puede evidenciarse desde una simple encuesta
hasta documentos de tipo jurídico nacionales e internacionales. Sin embargo, el
uso de la palabra género en un ámbito más político empieza a introducirse como
sinónimo de mujer; para lograr mayor impacto, este cambio puede rastrearse desde
la Conferencia sobre la Mujer celebrada en Beijing en 1995 bajo el auspicio de la
ONU, en la cual se habló de la violencia de género como aquella “tanto física como
psicológica, que se ejerce contra las mujeres por razón de su sexo, como conse-
cuencia de su tradicional situación de sometimiento al varón en las sociedades de
estructura patriarcal”33. Decimos que es una primera fase, porque en una etapa
más avanzada encontraremos que el género se extenderá a otras formas, como los
llamados veinte géneros que recientemente reconoció Australia34.
33 Real Academia Española, “Informe sobre la expresión violencia de género”, Madrid, 19 de mayo de
2004, en http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000001.nsf/(voAnexos)/archBB81F7452A4355C0
C12571F000438E7A/$FILE/Violenciadeg%C3%A9nero.htm. Fecha de consulta: 3 de agosto de 2012.
34 Australia propone hasta veinte identidades sexuales: “la Comisión Australiana de Derechos Hu-
manos que en su documento de trabajo enumera hasta 20 identidades de género diferentes […], se
enumeran las siguientes identidades de género: transgender, trans, transexual e intersex. A las que
le siguen: androgynous, agender, cross dresser, drag king, drag queen, genderfluid, genderqueer,
intergender, neutrois, pansexual, pan-gendered, third gender y third sex. Además, introducen las
peculiaridades culturales de los pueblos originarios de Australia, y añaden identidades tales como
sistergirl y brotherboy que, al parecer, existen entre los aborígenes australianos y los nativos de las
islas Torres Strait. Paralelamente, a los grupos homosexuales se los identifica como LGBT (lesbia-
nas, gay, bisexuales, transexuales). A esa sigla se le han añadido, casi universalmente, la Q (queer) y
la I (intersexos), lo que da como resultado: LGBTQI. A toda esta tipología de género habría que sumar
las categorías de transexuales de los que están en espera de tratamiento, los que han tenido trata-
miento hormonal, los que han tenido tratamiento hormonal y quirúrgico, y los que fueron tratados
con hormonas y cirugía, pero no son felices y quieren revertir esos procedimientos. “¿A dónde con- 31
duce la perspectiva de género?”, en http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.
php?id_noticia=19787&id_seccion=21. Fecha de consulta: 26 de septiembre de 2012.
Los argumentos presentados por la RAE para oponerse a estos usos bien pueden
resumirse en la siguiente idea, y es que “las palabras tienen género (y no sexo),
mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género). En español no existe tradi-
ción de uso de la palabra género como sinónimo de sexo”37. El género propiamente
es de carácter gramatical, y pueden distinguirse el género femenino, el masculino
y el neutro. Es así como clasificamos las palabras y empleamos los artículos; por
ejemplo, el balón, el cuadro, el carro serán de género masculino; mientras que la
casa, la silla y la ciudad serán de género femenino; pero si he de referirme a lo
bello, lo importante o lo razonable, serán palabras de género neutro.
35 Género (Del lat. genus, genĕris). 1. m. Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comu-
nes. 2. m. Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas. “Ese género de bromas no me gusta”, 3.
m. En el comercio, mercancía. 4. m. Tela o tejido. Géneros de algodón, de hilo, de seda. 5. m. En
las artes, cada una de las distintas categorías o clases en que se pueden ordenar las obras según
rasgos comunes de forma y de contenido. 6. m. Biol. Taxón que agrupa a especies que comparten
ciertos caracteres. 7. m. Gram. Clase a la que pertenece un nombre sustantivo o un pronombre por
el hecho de concertar con él una forma y, generalmente solo una, de la flexión del adjetivo y del
pronombre. En las lenguas indoeuropeas estas formas son tres en determinados adjetivos y pro-
nombres: masculina, femenina y neutra. 8. m. Gram. Cada una de estas formas. 9. m. Gram. Forma
por la que se distinguen algunas veces los nombres sustantivos según pertenezcan a una u otra de
las tres clases. / ~ chico. 1. m. Clase de obras teatrales musicales de corta duración y de ambiente
costumbrista o popular, que comprende zarzuelas, sainetes y comedias. / ~ femenino. 1. m. Gram.
En los nombres y en algunos pronombres, rasgo inherente de las voces que designan personas del
sexo femenino, algunos animales hembra y, convencionalmente, seres inanimados. 2. m. Gram. En
algunos adjetivos, determinantes y otras clases de palabras, rasgo gramatical de concordancia con
los sustantivos de género femenino. / ~ literario. 1. m. Cada una de las distintas categorías o clases
en que se pueden ordenar las obras literarias. 2. m. subgénero. / ~ masculino. 1. m. Gram. En los
nombres y en algunos pronombres, rasgo inherente de las voces que designan personas del sexo
masculino, algunos animales macho y, convencionalmente, seres inanimados. 2. m. Gram. En algu-
nos adjetivos, determinantes y otras clases de palabras, rasgo gramatical de concordancia con los
sustantivos de género masculino. / ~ neutro. 1. m. Gram. En algunas lenguas indoeuropeas, el de
los sustantivos no clasificados como masculinos ni femeninos y el de los pronombres que los repre-
sentan o que designan conjuntos sin noción de persona. En español no existen sustantivos neutros,
ni hay formas neutras especiales en la flexión del adjetivo; solo el artículo, el pronombre personal de
tercera persona, los demostrativos y algunos otros pronombres tienen formas neutras diferenciadas
en singular. /de ~. 1. loc. adj. Esc. y Pint. Dicho de una obra: Que representa escenas de costumbres
o de la vida común. Cuadro de género 2. loc. adj. Dicho de un artista: Que la ejecuta. Pintor de géne-
ro. Diccionario de la lengua española, 22 edición”, en http://lema.rae.es/drae/?val=g%C3%A9nero.
Fecha de consulta: 20 de septiembre de 2012.
36 Informe de la Real Academia Española sobre la expresión violencia de género, en http://www.rae.
32 es/rae/gestores/gespub000001.nsf/(voAnexos)/archBB81F7452A4355C0C12571F000438E7A/$F
ILE/Violenciadeg%C3%A9nero.htm. Fecha de consulta: 20 de septiembre de 2012.
37 Idem.
De la misma manera, se hace notar que por tradición y precisión se debe preferir
hablar de “violencia doméstica”, “violencia intrafamiliar”, “violencia familiar”, “vio-
lencia contra la mujer” o, si se quiere, “violencia por razón de sexo”.
Además dice la RAE, al hablar del Derecho español, que “En la misma línea, de-
biera en adelante sustituirse la expresión ‘impacto por razón de género’ por la de
‘impacto por razón de sexo’, en línea con lo que la Constitución establece en su ar-
tículo 14 al hablar de la no discriminación ‘por razón de nacimiento, raza, sexo’”38.
38 Idem.
39 Constitución Política de Colombia, 1991.
40 “Il fatto che la parola ‘genere’ sia già entrata nel diritto positivo e abbia sostituito e stia sostituendo
la parola ‘sesso’ non è un fatto di poca importanza: non è una scelta di un termine che suona più de-
licato [...], ma è una scelta teorica e filosófica (ma forse anche ideologica) ben precisa nelle direzione
della negazione della naturale differenza uomo/donna come fondamento antropológico dell’identità
sessuale e della famiglia”. Laura Palazzani, Identità di genere? Dalla differenza alla in-differenza ses-
suale nel diritto, San Paolo, Milano, 2008, p. 8. (“El hecho de que la palabra ‘género’ se haya introdu-
cido en el derecho positivo, y haya sustituido y esté sustituyendo la palabra ‘sexo’ no es un asunto
de poca importancia: no es una elección de un término que suena más delicado […], pero es una
elección teórica y filosófica (pero quizá también ideológica) precisamente en dirección de la negación 33
de la natural diferencia entre hombre/ mujer como fundamento antropológico de la identidad sexual
y de la familia”, trad. Gloria Patricia Naranjo Ramírez).
34
41 Hay que aclarar que el aborto no es un derecho, así lo afirma el Tribunal Europeo de Derechos Hu-
manos en los numerales 213 y 214 de la sentencia proferida el 16 de diciembre de 2010 en el caso de
Cualquiera podría pensar que estos cambios lingüísticos no tienen mayor trascen-
dencia, pero la realidad muestra lo contrario; ejemplo de esto es la exigencia que
la Sala Octava de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional le hace al pro-
curador Alejandro Ordóñez para que rectifique la expresión “campañas masivas
de promoción del aborto como derecho”, pues según la Corte “en realidad, estas
buscan promover que las mujeres colombianas conozcan el contenido de sus de-
rechos sexuales y reproductivos, dentro de los cuales se encuentra la interrupción
voluntaria del embarazo en las hipótesis despenalizadas”43.
A, B y C en contra de Irlanda (Application 25579/05, 2010). De igual forma, los artículos de San José
de Costa Rica de marzo 25 de 2011, en http://www.sanjosearticles.com/?page_id=204&lang=es. Fe-
cha de consulta: 18 de julio de 2012.
42 “Desde 1967 Profamilia está afiliada a la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF)”,
en http://www.profamilia.org.co/index.php?option=com_content&view=article&id=117&Itemid=64.
Fecha de consulta: 28 de septiembre de 2012. 35
43 Corte Constitucional, sentencia T-627 de 2012, M. P. Humberto Antonio Sierra Porto. Bogotá D.C.,
10 de agosto de 2012.
El Estado no solo reconoce que hombres y mujeres deben ser iguales en derechos
y oportunidades, sino que también es consciente de la diferencia biológica que
hay entre ellos y por eso quiere proteger de manera expresa a la mujer, haciendo
énfasis en su maternidad; en este sentido se aparta por completo de la ideología
de género. El apoyo estatal viene dado originalmente no en permitirle matar a sus
hijos como derecho sino en el apoyo especialmente económico y laboral para que
ella pueda progresar con sus hijos, incluso estando sola, de esta manera la Cons-
titución es coherente con la protección a la vida promulgada en el artículo 11.
Lo que hace notar que el “género” no es una expresión del Constituyente, pues
siempre habla del hombre y la mujer como sexos45.
Así las cosas, la idea del género solo viene a ser introducida en la Constitución
colombiana en el artículo 107, por medio de un Acto legislativo que en 2009 lo
modifica, incluyéndose en el texto constitucional la equidad de género como prin-
cipio, en los siguientes términos: “Los Partidos y Movimientos Políticos se orga-
nizarán democráticamente y tendrán como principios rectores la transparencia,
objetividad, moralidad, la equidad de género, y el deber de presentar y divulgar
sus programas políticos”.
Aunque pueden rastrearse diversas iniciativas que se han propuesto, aquí hare-
mos un recuento de algunas leyes en las que se ha incluido de forma expresa esta
ideología. El criterio de selección inicial fueron las leyes en las cuales apareciera la
palabra “género”, utilizada naturalmente dentro del contexto que venimos presen-
tando pues, como anunciábamos, la palabra en sí misma tiene diversas acepciones
no ideologizadas. Dentro de este campo puede encontrarse cómo el legislador ha
venido integrando de manera paulatina la ideología de género.
La única ley donde aparece consignada una definición de género es la Ley 742 de
200246, en el párrafo 3 del artículo 7°: “A los efectos del presente Estatuto se en-
tenderá que el término ‘género’ se refiere a los dos sexos, masculino y femenino,
en el contexto de la sociedad. El término ‘género’ no tendrá más acepción que la
que antecede”.
Sin embargo, esta definición no siempre es acogida, lo cual puede verse fácilmente
cuando en textos legislativos aparecen expresiones tales como: no habrá discri-
minación de “raza, género, sexo, religión o cultura”, diferenciando obviamente el
género del sexo. Incluso en la definición que hemos citado, aunque pareciera ma-
nifestar que sexo y género fueran sinónimos, en la expresión “en el contexto de la
sociedad” se vislumbra la idea de género como construcción cultural.
Del rastreo realizado podemos deducir que existen leyes de la década de los no-
venta en las cuales suele usarse el género como sinónimo de sexo, o incluso de
mujer. Tal es caso de la Ley 248 de 199547, donde el artículo 1º establece que
“para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mu-
jer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como
en el privado”. Adicionalmente, el artículo 8 señala que los Estados convinieron
adoptar medidas progresivas para alcanzar varias metas, entre ellas la expresada
en el literal “b” del mismo artículo:
47 “Por medio de la cual se aprueba la Convención Internacional para prevenir, sancionar y erradicar
la violencia contra la mujer”, suscrita en la ciudad de Belém do Pará, Brasil, el 9 de junio de 1994”.
38 Congreso de la República de Colombia.
48 “Por la cual se dictan normas sobre igualdad de oportunidades para las mujeres”. Congreso de la
República de Colombia.
Así mismo, el artículo 8 inciso primero menciona que “Los procesos de formación
y capacitación de los recursos humanos en salud, públicos y privados, incorpora-
rán la perspectiva de género”. Pero nunca se explica en qué consiste dicha pers-
pectiva, de hecho, este mandato va a encontrarse de manera frecuente en nuestra
legislación, siendo igualmente confusa su aplicación.
Es en la Ley 984 de 200550 donde podemos encontrar con mayor precisión cómo
el género es visto como un rol o un papel que incluso el Estado parece llamado a
moldear. En la exposición de motivos se explica:
49 “Artículo 9º. El Estado garantizará el acceso de las mujeres a todos los programas académicos y
profesionales en condiciones de igualdad con los varones. Para el efecto, el Gobierno diseñará pro-
gramas orientados a:
1. Eliminar los estereotipos sexistas de la orientación profesional, vocacional y laboral, que asig-
nan profesiones específicas a mujeres y hombres.
2. Eliminar el sexismo y otros criterios discriminatorios en los procesos, contenidos y metodologías
de la educación formal, no formal e informal.
3. Estimular los estudios e investigaciones sobre género e igualdad de oportunidades de las muje-
res, asignando los recursos necesarios para su realización.
4. Facilitar la permanencia de las mujeres en el sistema educativo, en especial de las que se en-
cuentren en situaciones de vulnerabilidad o en desventaja social o económica.
5. Mejorar la producción y difusión de estadísticas e indicadores educativos con perspectiva de
género.
Para el logro de los objetivos previstos en los numerales 2 y 3 de este artículo, el Gobierno realiza-
rá, entre otras acciones, campañas a través de los medios masivos de comunicación con mensajes
dirigidos a erradicar los estereotipos sexistas y discriminatorios, y a estimular actitudes y prácticas
sociales de igualdad y de relaciones democráticas entre los géneros”. Congreso de la República de
Colombia, Ley 823 de 2003.
50 “Por medio de la cual se aprueba el Protocolo facultativo de la Convención sobre la eliminación de to-
das las formas de discriminación contra la mujer, adoptado por la Asamblea General de las Naciones 39
Unidas el seis (6) de octubre de mil novecientos noventa y nueve (1999)”. Congreso de la República
de Colombia.
51 “… 22. Aun cuando reconoce las medidas adoptadas por el Estado Parte para mejorar la salud de
la mujer, incluida su salud sexual y reproductiva, como el establecimiento de la Política de Salud
Sexual y Reproductiva y el fallo C-355 de mayo de 2006 de la Corte Constitucional que despenalizó el
aborto en casos de riesgo para la salud y vida de la madre, o en casos de violación o malformaciones
graves del feto, el Comité expresa su preocupación por las altas tasas de mortalidad materna, sobre
todo entre las mujeres pobres, de las zonas rurales e indígenas, incluidas las de ascendencia africa-
na. En particular, son motivo de preocupación para el Comité la gran cantidad de abortos ilegales y
en condiciones de riesgo que se practican y la mortalidad materna conexa, así como la posibilidad
de que, en la práctica, las mujeres puedan no tener acceso a los servicios de aborto legalizados o a
la atención médica garantizada para el tratamiento de las complicaciones derivadas de los abortos
ilegales y/o practicados en condiciones de riesgo.
23. El Comité alienta al Estado Parte a proseguir sus esfuerzos para aumentar el acceso de la mujer
40 a los servicios médicos, en particular los de atención de la salud sexual y reproductiva, de confor-
midad con lo dispuesto en el artículo 12 de la Convención y la recomendación general 24 del Comité
sobre la mujer y la salud. Pide al Estado Parte que refuerce las medidas dirigidas a prevenir los em-
Por otro lado, es la Ley 1098 de 200652 donde aparecerá en el artículo 12 la defi-
nición de perspectiva de género en los siguientes términos:
barazos no deseados, entre otras cosas, aumentando los conocimientos y la información acerca de
diferentes métodos anticonceptivos y servicios de planificación familiar que existen para las mujeres
y las niñas, así como el acceso a ellos, y adopte medidas para evitar que las mujeres recurran a
procedimientos médicos de riesgo, como el aborto ilegal, debido a la falta de servicios adecuados de
planificación familiar y anticoncepción o a su inaccesibilidad. El Comité recomienda que el Estado
Parte preste atención prioritaria a la situación de las adolescentes y las mujeres rurales e indígenas,
incluidas las afrodescendientes, y proporcione educación sexual apropiada, con atención particular
a la prevención de los embarazos y las enfermedades de transmisión sexual, incluso como parte del
programa regular de estudios. Insta al Estado Parte a que garantice que las mujeres que deseen
interrumpir un embarazo de forma legal puedan acceder a ese tipo de servicios, entre otras cosas,
aclarando las responsabilidades del personal de salud pública. Recomienda que el Estado Parte
adopte medidas para garantizar que el marco normativo y las directrices vigentes que rigen el ac-
ceso a servicios de calidad para los abortos legalizados, y para el tratamiento de las complicaciones
derivadas de los abortos ilegales o practicados en condiciones de riesgo se apliquen en la práctica, y
que los profesionales médicos y sanitarios reciban suficiente capacitación e información sobre sus
obligaciones a fin de reducir las tasas de mortalidad materna. Recomendaciones del Comité de la
Cedaw al Estado colombiano, 2007.
52 “Por la cual se expide el Código de la Infancia y la Adolescencia”. Congreso de la República de Colombia.
53 “Por la cual se reglamenta la adecuada y efectiva participación de la mujer en los niveles decisorios
de las diferentes ramas y órganos del poder público, de conformidad con los artículos 13, 40 y 43 de
la Constitución Nacional y se dictan otras disposiciones”. Congreso de la República de Colombia.
54 Cabe anotar que no todas las mujeres están de acuerdo con esta norma, “la feminista de género se
alegra porque se dan normas como la ‘ley de cuotas’. Mientras que la feminista de equidad se ofende,
pues sabe que de fondo están poniendo en duda sus capacidades intelectuales para competir. Baste
recordar que en el campo de la educación, las primeras mujeres que entraron a una universidad pidie-
ron ser evaluadas con la misma rigurosidad con que se evaluaban a los hombres, pues al principio
se les ponían pruebas más sencillas, porque se tenía la idea de que no eran capaces de responder
a algo más exigente, sin duda aceptarlo hubiera sido una ofensa y por eso protestaron”. Beatriz
Eugenia Campillo Vélez, “Un acercamiento a la ideología de género”, Boletín 4 del Observatorio de
Ética, Política y Sociedad, Universidad Pontificia Bolivariana, 27 de marzo de 2012. 41
55 “Por la cual se adoptan reglas de organización y funcionamiento de los partidos y movimientos políticos,
de los procesos electorales y se dictan otras disposiciones”. Congreso de la República de Colombia.
La paradoja es que siguiendo la lógica expuesta, uno de los géneros también po-
drían ser los hombres. En la aplicación de la norma generalmente se ha entendido
que el 30% al que se hace referencia es a las mujeres, no obstante, teniendo en
cuenta que también se menciona las “demás opciones sexuales” y que se exige un
“mínimo un 30% de uno de los géneros”, cualquier persona, por ejemplo un hom-
bre que sea homosexual o un travesti, bien podría alegar que no se siente incluido
en la categoría de “hombres y mujeres”, y que se le debe dar un trato preferencial
en virtud de la equidad de género. Así, algo que inició para dar un equilibrio a las
mujeres fácilmente puede ser saltado si se privilegian las “orientaciones sexuales”
y se habla en términos de género, porque al ser algo que culturalmente se cons-
truye, podría ser absolutamente variable, de allí el problema, incluso político, de
entrar en estas ideologías.
“debe resaltarse que el legislador estatutario previó una fórmula de género amplia,
la cual no se restringe a la inclusión de hombres y mujeres en la actividad de parti-
dos y movimientos políticos, sino que también dispuso que la inclusión comentada
deba predicarse de todas las personas, sin importar su opción o identidad sexual.
Esto implica que los partidos y movimientos políticos deberán garantizar que hom-
bres, mujeres y minorías de identificación u orientación sexual, tengan espacios
suficientes y adecuados de participación en la organización, posibilidad de acceder
a sus instancias directivas y a los debates electorales, al igual que de obtener re-
presentación política”.
42
56 Corte Constitucional, sentencia C-490/11, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva. 23 de junio de 2011.
“En materia de género, por ejemplo, esta Corporación ha identificado varias normas
y conductas discriminatorias. Así, ha encontrado que viola la igualdad, el consagrar
una causal de nulidad del matrimonio que solo se predica de la mujer; el negar de
plano a la población femenina el acceso a la única escuela de cadetes del país; que
una entidad de seguridad social permita a los hombres, y no a las mujeres, afiliar a
sus cónyuges; el exigir que el matrimonio se celebre exclusivamente en el domicilio
de la mujer; que a esta se le prohíba trabajar en horarios nocturnos. En todos estos
eventos, la Corte ha concluido que las diferencias en el trato, lejos de ser razonables
y proporcionadas, perpetúan estereotipos culturales y, en general, una idea vitanda,
y contraria a la Constitución, de que la mujer es inferior al hombre”.
Así las cosas, la Corte asume que cuando se habla de género se refieren a un pa-
pel o rol social diferente del sexo, afirmación que aparece de manera explícita en
el pie de página número 9 donde se hace la aclaración:
“La Corte entiende que los términos sexo y género no son sinónimos. Cuando se
habla del sexo, se hace énfasis en la condición biológica que distingue a los hom-
bres de las mujeres, mientras que el género hace referencia a la dicotomía sexual
que es impuesta socialmente a través de roles. No obstante esta diferencia, para
efectos prácticos, la Corte en esta sentencia utilizará los términos como sinónimos,
pero aclarando que cuando se utilicen están comprendidas ambas dimensiones”
(énfasis agregado).
Resulta interesante ver cómo la Corte asume la tesis básica de la ideología de géne-
ro al afirmar que la dicotomía sexual (hombre-mujer) es impuesta por la sociedad
o la cultura a través de roles, negando así que la dicotomía se afinca en la misma
naturaleza en tanto los seres humanos somos mujeres (XX) u hombres (XY), lo que
va a marcar nuestra existencia; nótese además que decimos que “somos”, no
que cumplimos el “rol de” o “el papel de”. Lo que es equivocado es pensar que un
sexo es mejor que otro, pero nuevamente recordemos que para decir que somos
iguales en derechos no tenemos por qué llegar a negar diferencias que son natu-
rales y que nos hacen diferentes.
43
“La discriminación relacionada con el aborto que sufren las mujeres con base en
el sexo y el género —con frecuencia acompañada de discriminación por motivos de
raza, etnia y edad—, ilustra la violación predominante del derecho a la igualdad
que permite el estatus subordinado que tienen muchas mujeres en sus familias,
comunidades, sociedades más amplias y sistemas legales. La carga del embarazo,
la recuperación del posparto, el amamantamiento y el cuidado por años de uno o más
niños dependientes, niega a las mujeres otras formas de aplicar su energía, tiempo
y talento, a las que deberían renunciar solo voluntariamente. Por lo tanto, cuando
un Estado afirma tener el poder para obligar a las mujeres a dar sus cuerpos contra
su voluntad con el fin de entregar a los niños a su protección legal, revela o indica
que las mujeres son menos que ciudadanas de segunda clase” (énfasis agregado).
“[u]no de los aspectos más relevantes que se plantea hoy en la relación entre dere-
cho y lenguaje es el de la reconstrucción del lenguaje jurídico con una perspectiva
de género. La lucha por la igualdad de la mujer es también la lucha por la elimi-
nación de términos sexistas en el lenguaje y por la reformulación del lenguaje en
un sentido igualitario. Se trata de una tarea complicada por cuanto que el lenguaje
que compartimos ha sido construido históricamente sobre claves masculinas y su
reformulación sobre claves igualitarias ofrece gran dificultad”. Francisco Balaguer
Callejón, "La constitución del lenguaje jurídico en la Unión Europea" Universidad
de Granada, Fecha de consulta: 23 de mayo de 2013.
Conclusión
Habrá que recordar a Ferdinand Lasalle cuando, en su famoso texto ¿Qué es una
Constitución?, nos recuerda que el poder político desborda lo jurídico; y tampoco
habrá que olvidar al profesor André-Jean Arnaud quien advierte que en la actuali-
dad “en las facultades de Derecho, sin embargo, se insiste imperturbablemente en
formar —si no en deformar— a los estudiantes en la idea de que el derecho es la
emanación de un poder soberano único, absoluto, entero, exclusivo: el Estado”63.
62 Corte Constitucional, sentencia C-804/06, M. P. Humberto Antonio Sierra Porto. 27 de septiembre de 2006.
63 André Jean Arnaud, Entre modernidad y globalización, Bogotá, Universidad Externado de Colombia,
2000, p. 24.
64 “Il diritto non può e non dev’essere neutrale: il diritto è chiamato a difendere alcuni valori costitutivi,
intrinseci alla giuridicità, il valore della dignità umana (ritenendo che ogni essere umano ha pari
diritti) e della convivenza sociale, quali condizioni di posibilità della esistenza e della coesistenza. In
tale orizzonte di pensiero il diritto non è chiamato a legalizzare desideri, istanze, affetti, ma è chiama-
to a difendere istituzionalmente le strutture fondanti obiettive dell’essere umano”. Laura Palazzani,
Identità di genere? Dalla differenza alla in-differenza sessuale nel diritto, ob. cit., p. 68. (El derecho
no puede y no debe ser neutral: el derecho está llamado a defender algunos valores constitutivos,
inherentes a la juridicidad, el valor de la dignidad humana (estimando que cada ser humano tiene
45
iguales derechos) y de la convivencia social, tales como condiciones de posibilidad de la existencia y
de la coexistencia. En este horizonte de pensamiento el derecho no está llamado a legalizar deseos,
Paralelo a esto también preocupa que se entre en una eficacia simbólica de la nor-
ma, es decir, que se eluda dar solución a problemas reales. Suponiendo que se
busca mejorar las condiciones sociales, políticas, económicas de la mujer, que his-
tóricamente se ha visto maltratada, no podemos perder de vista que el enfoque de
género es una lectura que parte de supuestos que niegan la naturaleza de la mujer
y desconocen sus particularidades, su ser lo reducen a un mero rol o papel social.
Lo verdaderamente riesgoso de usar la palabra género, entendiéndola como cons-
trucción cultural y desligándola del sexo, no es otra cosa que el contenido político
del que se ha cargado esta expresión desde el ámbito internacional.
Puede existir una forma correcta y sensata de hacer estudios de género, si se en-
tiende que la cultura es una construcción de las sociedades que responde a su
tradición, a sus costumbres, de esa forma podría decirse que el género no es más
que los estereotipos que esa cultura le asigna a un sexo, entendiendo por ellos, por
ejemplo, el modo de vestir, de comportarse, etc. Esta forma pacífica de entender el
género es utilizada por muchos estudiosos que solo pretenden identificar caracte-
rísticas en una sociedad sin pretender modificarla, solo estudiarla desde afuera.
En otras palabras, es claro que la sociedad tiene una cultura, pero cuando se va
a estudiar se debe ser respetuoso de ella, y es ahí donde la ideología de género (el
enfoque de género, o la perspectiva de género) se equivoca. El error y lo reprocha-
ble aparecen, entonces, cuando desde afuera se juzga una cultura como mala,
cuando se aplica el término “deconstrucción”, cuando se piensa que lo tradicio-
nal, lo que a esa sociedad le es propio debe ser reemplazado por ideas foráneas
que sin mayor análisis se consideran progresistas. Es decir, cuando más allá de
un ejercicio académico por entender las diferencias de cada grupo humano, se
pasa a un plano de querer destruir lo que para esa sociedad ha sido importante.
46
demandas, afectos, pero está llamado a defender institucionalmente las estructuras fundacionales
objetivas del ser humano, trad. Gloria Patricia Naranjo Ramírez).
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50
ANEXO 1
53
ANEXO 2
Año Sentencias
1993 C-537, C-565
1997 C-622
1998 C-481
1999 C-082, C-507
2000 C-112, C-371, C-1403
2001 C-093, C-540, C-580, C-585, C-778, C-814, C-837, C-862/01,
C-953, C-1173, C-1293
2002 C-176, C-873, C-1076
2003 C-184, C-273, C-318, C-402, C-482, C-620, C-810, C-838, C-875,
C-964, C-1094
2004 C-044, C-227, C-507, C-722, C-1146
2005 C-059, C-101, C-203, C-204, C-208, C-382, C-534, C-822, C-1004,
C-1083, C-1237, C-1299, C-1300
2006 C-176, C-319, C-322, C-355, C-370, C-531, C-575, C-667, C-670,
C-719, C-804, C-898, C-989, C-1043
2007 C-075, C-078, C-095, C-099, C-182, C-278, C-282, C-291, C-294,
C-399, C-552, C-665, C-720, C-780, C-859, C-911, C-960
2008 C-189, C-336, C-376, C-539, C-540, C-740, C-750, C-755, C-1035,
C-1064, C-1065, C-1088
2009 C-029, C-070, C-149, C-175, C-662, C-663, C-728, C-748, C-801,
C-802
2010 C-008, C-040, C-181, C-252, C-289, C-293, C-303, C-319, C-378,
C-397, C-434, C-543, C-569, C-645, C-666, C-776, C-777, C-830,
C-886, C-913, C-985
2011 C-122, C-220, C-283, C-372, C-490, C-620, C-633, C-731, C-771,
C-788, C-791, C-824, C-936
2012 C-027, C-077, C-197, C-250, C-293, C-363, C-383
54