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Silencio, el aliento es un don del cielo

Una historia de transformación

Carol Martínez Weber

Siéntete contento con lo que te es dado


y relaja tu fruncido entrecejo
porque la puerta de la elección
no está abierta ni para ti ni para mí.
―Hāfez

I. Supervivencia física y transformación

A
l reloj de arena de mi vida parecían que- que amenazaba con deslizarse hacia abajo y ahogarme.
darle solamente unos pocos granos. Sentía Me faltaban fuerzas para hablar y más aún para toser.
tanta opresión en mi pecho que cada alien- Cuando era estudiante de medicina me habían enseñado
to suponía un esfuerzo. Cada respiración a quitar un tubo de respiración a un paciente utilizando
era una eternidad. Sólo existía el momen- un catéter y succionando con fuerza al retirar el tubo a
to presente pues me encontraba tan débil que no podía modo de escoba. De esta forma la mucosidad se retira
pensar en el esfuerzo que supondría la próxima respira- junto con el tubo. Ahora yo era la paciente y, debido a
ción. Me encontraba hundida en una profunda tristeza que alguien no había recibido un entrenamiento tan me-
sin conocimiento de separación o unidad. Siempre había ticuloso, ¡yo iba a morir!. ¡Qué curioso sería, después de
imaginado que dejaría mi cuerpo físico con el nombre de haber sobrevivido catorce horas en el quirófano, si fuera
Dios en mis labios, pero no tenía consciencia del recuer- a fallecer por una flema!
do de Dios (zekr) al sentirme próxima a partir. Mi deseo En estos primeros momentos de lucidez tras la ope-
de vivir se sobreponía a todo lo demás. En las prime- ración, reflexionaba sobre cómo la extirpación de mis
ras horas postoperatorias no fui consciente de manera pechos y la reconstrucción de otros nuevos sacados de
concreta de mi ser físico y solamente sentía una angus- los músculos abdominales podían haber dejado parali-
tia amorfa, indefinible. No estaba triste ni sentía miedo. zados mis brazos y mis piernas. Apenas abría los ojos o
Estaba simplemente dedicada a un esfuerzo primario de hablaba. Permanecía inmóvil, sorbiendo agua cuando me
supervivencia. lo ordenaban y sintiéndome totalmente fuera del mun-
Lentamente, comencé a ser consciente de una gran do. Una poderosa necesidad de sobrevivir permanecía
bola de mucosidad en la parte trasera de mi garganta, sin articular en mi corazón y hacía que una respiración

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sucediera a otra. No tenía la urgencia pésimo darwish (aspirante en la Senda parecía estar bastante bien y esperaba
de un deseo, sino una presencia pro- sufí), sin devoción ni sinceridad». que la mandasen a casa al día siguien-
pia que dominaba cada partícula de Mis dudas habían comenzado te. Así que, con mucho miedo, di mi
mi ser. Jamás tuve conocimiento de poco después de que me diagnostica- consentimiento para la operación to-
lo que sucedió con la flema. Presu- ran el cáncer de pecho. Era la época tal.
miblemente, me la tragaría, en algún en que la mastectomía radical era la
momento de inconsciencia, y volve- práctica habitual. Mi madre había in- II. Ajustes
ría a quedarme dormida. sistido en que tan sólo le extrajeran
Tres o cuatro días después, la
neblina comenzó a disiparse y tuve
un bulto maligno de su pecho. A pe-
sar de su férrea negativa a seguir nin-
gún tratamiento posterior, sigue hoy
A pesar de haber tenido un posto-
peratorio extremadamente com-
plicado y prolongado, nunca me arre-
la resolución y la claridad necesarias
para ocuparme de mi inmovilidad y libre de cáncer. Yo tenía veintitantos pentí de haber elegido la opción de
de mis molestias. Me di cuenta de que años cuando me extirparon el primer una cirugía agresiva para mi cáncer.
la larga operación había provocado bulto del pecho. Durante los quince Lamenté profundamente el efecto
una retención de líquidos tan impor- años siguientes, muchas biopsias más que esta enfermedad tuvo sobre mis
tante que mis piernas hinchadas pa- habían resultado benignas, pero tuve hijos. Durante tres meses perdieron
recían troncos enormes e inmóviles. que hacer frente a múltiples y com- la presencia y las atenciones de su
Me explicaron también que el dolor plejas decisiones sobre mi salud que madre y les aterrorizaba que muriese.
persistente a lo largo de mi espalda podrían influir poderosamente sobre Mi hija canalizó y expresó su pena a
y el bulto en la parte trasera de mi el resto de mi vida. Por primera vez través del arte. Estaba todavía hos-
cabeza se debían a los daños origina- me sentí abrumada por la incerti- pitalizada cuando mi hijo comenzó
dumbre. el jardín de infancia y se comportó
dos por la presión ejercida sobre mi
El radiólogo que había realizado tan agresivamente y dio tantos pro-
cabeza para fijarla en una posición y
mis mamografías anuales ya me había blemas que se planteó su expulsión.
por el rodillo que habían situado bajo
avisado de que mis pechos eran tan Gracias a Dios, aunque estos aconte-
mis hombros durante el largo tiempo
«densos» que no podría diagnosticar cimientos dejaron marcas permanen-
de la operación.
un cáncer hasta que no estuviese muy tes en todos nosotros, mis hijos han
Sin embargo, no estaba claro por
avanzado. Ahora que el diagnóstico madurado y son unos buenos jóve-
qué no sentía nada y no podía mover nes adultos llenos de compasión por
estaba confirmado en un pecho, y
mis manos ni mis brazos. Los exper- el sufrimiento de los demás.
considerando que el tipo de tumor
tos me pinchaban y me aguijoneaban. Tres semanas después de la ope-
tendía a producirse en ambos pechos
Un bosque de agujas taladraba mis ración tuve el valor de mirar mi nuevo
simétricamente, me desaconsejó la
brazos y mis hombros para medir las práctica conservadora. Estuve de cuerpo. Estaba todavía hospitalizada
corrientes eléctricas. Finalmente, fue acuerdo e hice los preparativos para y la imagen en el espejo estaba domi-
confirmado el diagnóstico de parálisis una mastectomía bilateral sin recons- nada por una gran banda marrón de
bilateral del plexo braquial. Al haber trucción. Los amigos, los colegas e cuero seco gangrenado. A pesar de la
permanecido durante tantas horas en incluso mi cirujano estaban horrori- microcirugía que suministraba sangre
cruz (con ambos brazos colgando a zados con que una mujer de 40 años al centro de mi pecho, la piel en el
los lados para tener acceso quirúr- escogiese no recomponer sus pechos. lado izquierdo había muerto y se ha-
gico a las axilas), quedaron dañados ¿Estaría cometiendo un error? bía transformado lentamente en una
los nervios que conducen las seña- Estaba segura de mi feminidad y especie de cuero que iba formando
les desde la columna vertebral a los quería una operación sencilla. Tenía un gran haz triangular.
hombros, brazos y manos en ambos niños pequeños en casa y deseaba Más tarde, al ducharme por pri-
lados. reducir al mínimo el tiempo que pa- mera vez, miré sin darme cuenta
Para mi asombro, no me pude saría lejos de ellos. Además, después hacia abajo y vi mis nuevas mamas.
tranquilizar mientras me colocaban de aguantar unos pechos hinchados Inmediatamente caí en la cuenta de
las agujas para la electromiografía y doloridos cada mes durante vein- lo mal que me habría encontrado si
(EMG). Intenté meditar pero el dolor te años, estaba preparada para ser hubiera visto solamente mis costillas
y la ansiedad se sobreponían a todos pecho-plano. Pero la reacción tan y dos grandes cicatrices. Me gustó mi
los esfuerzos para calmarme. Cuanto intensa provocada por mi decisión nuevo cuerpo. Incluso vi que la con-
más me decía el doctor que me re- me hizo vacilar. Me reuní con dos figuración de las heridas formaba de
lajara para que pudiera terminar la mujeres que habían pasado por la re- hecho una cara feliz que me sonreía.
evaluación, más incómoda y violenta construcción con tejido abdominal y A veces es sabio, incluso para el más
me hallaba. Me reprochaba a mí mis- ambas estaban encantadas con los re- seguro de sí mismo, hacer caso al
ma: «¿Por qué no puedo entrar en esa sultados. Había visitado a una de ellas consejo de los demás. Les estoy muy
clase de consciencia que experimen- en el hospital sólo unos pocos días agradecida a todos ellos.
tan los serenos yoguis sentados sobre después de su operación y se encon- Tras la operación estuve en el
una cama de clavos? Debo ser un traba sentada en la cama, lavándose; hospital durante un mes recibiendo

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los cuidados oportunos y


comenzando el proceso
de rehabilitación. Cuando
finalmente me enviaron a
casa con una cama de hos-
pital y un programa muy
intenso de fisioterapia,
era aún incapaz de valer-
me por mí misma y tenía
un sueño muy irregular a
pesar de tomar estupefa-
cientes para el dolor. Los
amigos y los vecinos me
traían comida y hacían las
tareas de la casa. No esta-
ba en condiciones de cui-
dar a mis hijos, de modo
que vivían unos cuantos
bloques más allá con su
padre y venían regular-
mente a visitarme. El ver
a su madre tan enferma
los perturbaba, pero era
mejor que lo que podrían
haber imaginado de no
haber podido verme en
absoluto.
Estas cuatro primeras
semanas en casa fueron el
momento más difícil para
mí. Estaba lo suficiente-
mente bien como para
lamentar la pérdida de mi
fuerza, de mis pechos y
de mi bienestar, pero me
sentía incapaz de reunir
la energía necesaria para
estar con alguien más allá
de una visita breve y oca-
sional. Me sentía inmen-
samente culpable por la
aflicción que estaba cau- problemas espirituales que surgían de posición adecuada. Dos meses des-
sando a mi familia. Cuando mi guía mi grave enfermedad y de mi divor- pués de la operación todavía andaba
espiritual, mi maestro sufí, médico cio en curso en ese momento. como un pato, ligeramente encorva-
La esperanza, 1886. George Frederick Wattas

también, me recomendó continuar mi da, y terminaba agotada con un tra-


recuperación bajo su guía en un cen- bajo tan sencillo como llevar comida
tro de la Orden al otro lado del océa- III. La aspiración para la del plato a mi boca. A pesar de todo,
no, me sentí aliviada, temporalmente, transformación espiritual me subí a un avión rumbo a Europa

I
de la carga de sentirme responsable mientras reflexionaba sobre las extra-
ba recobrando gradualmente sen-
de los demás y de mí misma. ñas e impredecibles vueltas que da la
El lugar era bien conocido por sibilidad y movilidad en mis ex-
vida.
mis hijos como un sitio feliz de va- tremidades superiores y estiraba mi Mi sueño de ser una amante es-
caciones que visitábamos varias ve- abdomen hasta mantenerme ergui- posa y madre y un médico de barrio
ces al año. Sentí que sería mejor para da —me habían subido piel del ab- parecía desmoronarse con mi cuerpo.
ellos imaginarme allí que tener que domen con el músculo abdominal ¿Cómo podría aprovechar esta adver-
hacer frente continuamente a mi dis- para hacerme mis nuevos pechos y sidad y convertirme en una persona
capacidad y a mi tristeza. Sabía que mi ombligo tuvo que ser recortado y mejor? En Inglaterra inicié un camino
me ayudaría mientras luchaba con los recolocado para que apareciese en la de transformación física y espiritual.

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Diariamente pasaba horas dedicada a de nuevo alzar mis brazos y abrazar confianza al ponerme de nuevo en
una rutina compleja de ejercicios de a toda mi familia. Era nuestro primer sus manos.
fortalecimiento y destreza. En lugar abrazo en tres meses y ese momento
de llorar mientras realizaba el progra- quedó grabado para siempre en mi V. Rejuvenecimiento y
ma, como hacía en casa y en el hos- corazón.
pital, era consciente de la bendición transformación
que suponía estar viva y sentirme
apoyada y querida.
IV. Resultados
M e habían llevado en silla de rue-
das al quirófano para quitarme
Mi maestro me invitaba a acom-
pañarlo en sus paseos diarios por la
finca. A pesar de mi lamentable es-
D e regreso en casa, antes de vol-
ver al trabajo, mis amigos co-
menzaron a recomendarme que de-
el pecho y para su reconstrucción,
sin que hubiera sido consciente del
alcance de los cambios que iban a
tado físico, se refería a mí como su mandase al anestesista y al hospital, tener lugar. En las primeras semanas
guardaespaldas. La finca contaba con considerando que un error al situar surrealistas después de la operación,
numerosos árboles frutales y mag- mis brazos durante la operación ha- una serie de pensamientos y de sen-
níficos y cuidados jardines. El paseo bía causado un estiramiento indebido timientos se presentaron en mi men-
en sí era un esfuerzo físico mayor del de los nervios y éste había originado te casi sin intervención por mi par-
que me hubiera creído capaz, pero la mi parálisis. Mis cirujanos, en quienes te. Aunque no me podía centrar en
inspiración de su presencia me man- yo confiaba ciegamente, me asegura- nada, a través de mi desgracia, sentí
tenía tambaleándome todo el camino, ron que se me colocó en la manera una conexión pacífica, intuitiva, con
disfrutando con su guía y su delicado recomendada y publicaron un artícu- algo más grande que yo: la Verdad,
apoyo. Una mañana al pasar junto a lo científico en el cual aconsejaban el Universo, Dios, el recuerdo del co-
un envoltorio de caramelo tirado en modificar la posición habitual para razón…
la hierba, exclamó: «¿Qué clase de dar­ prevenir esta complicación inusual. Durante la larga fase de recupe-
wish camina sobre la basura y no la No obstante, posiblemente me ración experimenté un rejuveneci-
recoge para embellecer la tierra?». Sa- habrían entregado una importante miento físico y espiritual, siguiendo
bía muy bien que, para mí, doblarme cantidad de dinero si hubiera pleitea- conscientemente las directrices de la
hasta el suelo requería un esfuerzo do por mala praxis. Se habría tratado Senda sufí: aceptar agradecido la par-
doloroso y monumental. No espera- de un dinero fácil ganado con mi do- te que nos asigna Dios, sea ésta cual
ba menos de sus discípulos. lor, mi sufrimiento y mi persistente sea. En un primer momento, acep-
Mis limitaciones físicas eran incapacidad—nunca he recobrado té la incapacidad, el daño físico y la
representaciones simbólicas de re- completamente un buen control so- angustia emocional porque no tenía
tos espirituales y comprendí que el bre el movimiento de las manos. Pero energía para combatirlas. Vivía com-
maestro se refería a mucho más que no me podía prestar a hacer una cosa pletamente el momento, por obliga-
recoger basura del suelo. Tan rápido así. Nadie me había dañado intencio- ción y no por iluminación espiritual.
como pude, me estiré hasta mi límite, nadamente ni había sido negligente. La sensación de proximidad de
agarré el papel y lo metí en el bolsillo Las cosas a veces salen mal. No que- la muerte y de la incapacidad nos re-
de mi abrigo. Aún hoy, unos quince ría yo ser la causa de un problema en cuerda lo que es valioso. El aliento
años después, no puedo ver tirado ni la vida de otro. es, por supuesto, una bendición. A
el más pequeño rastro de basura sin Unos diez años después, estaba través de la confianza en Dios, cual-
recordar aquel momento y sentir la en la Unidad de cirugía ambulatoria quier desgracia puede llegar a ser una
profundidad de su enseñanza. para una intervención menor que oportunidad para crecer y compren-
A pesar de la paz y del afecto que requería sedación, cuando el mismo der más profundamente el regalo de
rodearon mi recuperación en el mes anestesista vino para recoger mi his- la vida. Ahora, años más tarde, toda-
que pasé fuera, mi recuerdo más pre- torial médico antes de dormirme. Los vía lucho para cultivar aquellos mo-
ciado de todo este tiempo fue el de la dos reconocimos instantáneamente mentos de absoluta aceptación con la
noche en que volví. Al salir de la zona nuestros nombres y, algo incómo- serenidad de una verdadera sumisión
restringida del aeropuerto, vi a lo le- dos, comentamos nuestro encuentro espiritual.
jos a mis hijos con su padre. Con- tiempo atrás.
tentísimos gritaron: «Mamá». Mi hija Me planteé pedir que fuese sus-
era lo suficientemente mayor como tituido, pero recordé que el cirujano
para comprender que todavía no es- que había realizado la reconstrucción
taba bien y se quedó atrás hasta ver de mi pecho había pedido precisa-
que haría yo. Mi hijo pequeño vino mente este anestesista por su plena
corriendo con sus brazos abiertos. confianza en su capacidad. La vida
Para mí fue la versión de una antigua nos había juntado de nuevo por al-
película en la que unos enamorados, gún motivo. Quizás era para confir-
tras una larga separación, se reúnen mar que había hecho lo correcto al
de nuevo a cámara lenta. Por fin pude no interponer un juicio. Mostré mi

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