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Poco antes del 27 de febrero de 1889, treinta residentes del pueblo

firmaron una petición en la que pedían el aislamiento del genio


holandés al creer que podía ser un peligro público.

El propio Van Gogh fue consciente de que no podía seguir


viviendo solo e ingresó voluntariamente en el hospital de Saint
Remy el 8 mayo de 1889 acompañado del reverendo Salles. Allí fue
diagnosticado como epiléptico con episodios de alucinaciones y aguda
locura. En esta institución estuvo recluido un año y siguió pintando.

Es por esta razón que es común que una persona bipolar sienta que su

tratamiento no es más necesario, ya que se siente mejor que nunca, negando así la

enfermedad por la presencia de una falsa mejoría. (Vieta et al., 2004)

Algunas personas con Trastorno Afectivo Bipolar “valoran altamente la

creatividad como un aspecto positivo de su condición. Esto es relevante para los

clínicos, ya que las personas con trastorno bipolar pueden no estar dispuestos a

colaborar con los tratamientos y terapias que comprometen su creatividad”

(Garrido (s.f)). De esta manera se puede inferir que el tratamiento para la

bipolaridad no es algo que todos deseen, ya que los medicamentos usados para el

tratamiento de este trastorno (usualmente litio) tienen como propósito

contrarrestar la intensidad emocional que experimentan las personas con

bipolaridad y normalizar los picos emocionales, lo cual puede generar un malestar

en la persona que ha tenido el trastorno por un tiempo, ya que puede experimentar

una sensación de vacío o de no tener emociones.

También está van Gogh, quien llevó una vida de soledad y pobreza; pasó gran parte de
su vida en un estado de abulia. Durante toda su vida tuvo momentos de extrema
depresión, como cuando terminó su amistad con uno de sus mejores amigos y, después
de amenazarlo con una navaja, decidió cortarse su oreja. Tiempo después decidió
terminar con su vida en 1890. Se dice que muchas de sus pinturas han sido inspiradas en
su tristeza y depresión, que era reflejada a partir de los escenarios nocturnos o
desanimados, opuesto a sus obras más coloridas y brillantes, que reflejaban sus estados
de más energía y ánimo.

Es a partir de estos hechos que se puede empezar a juzgar al trastorno afectivo

bipolar de una forma negativa, ya que estos exponentes de la grandeza artística que

puede suscitar este trastorno son los mismos que han podido mostrar el lado más oscuro

y negativo de la bipolaridad, donde algunos han llegado al punto de suicidarse. Sin

embargo, es muy probable que los factores externos y eventos en la vida de cada uno de

estos artistas hayan sido determinantes en cuanto a qué tan negativo y qué tanto haya

afectado sus vidas, teniendo en cuenta que, de los artistas nombrados, ninguno se

suicidó por ser bipolar, sino más bien por las condiciones en las que vivían.

Al tener en cuenta la información anterior, es posible decir que no solo hay

personas a las que les afecta negativa o positivamente, sino que también puede que no

les afecte en nada en absoluto, creando un punto medio entre las dos posturas

presentadas previamente. Por lo tanto, es posible evidenciar que la bipolaridad es muy

diversa en cuanto a los efectos que puede tener en una persona, ya que esta enfermedad

se presenta de una manera única en cada persona y es tomada de distintas maneras por

las distintas personas que la tienen, desde el que atraviesa una fase depresiva y toma la

radical decisión de suicidarse, hasta el que aprovecha una fase de manía para explotar

sus habilidades artísticas.

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