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Isabel Flores de Oliva o también conocida como Santa Rosa

de Lima nació en Lima el 30 de abril de 1586. Sus padres


fueron el arcabucero Gaspar Flores y María de
Oliva. Bautizada como Isabel, su madre empezó a llamarla
Rosa desde que un día, al acercarse a su cuna, le vio el
rostro encendido como una rosa. La mayor parte de su
infancia y adolescencia los pasó en el pueblo de Quive, una
reducción indígena ubicada en la sierra de Lima, entre la
confluencia de los ríos Chillón y Arahuay. Hasta allí se
trasladó la familia Flores de Oliva, porque Gaspar había
conseguido trabajo como encargado de una mina. De niña, la
futura Santa Rosa de Lima sufrió una enfermedad que le
imposibilitaba la movilidad de las piernas. Su madre quiso
aliviarle con una receta local, cubriéndole las piernas
con pieles de buitre, medida que finalmente agravaría los
males de la pequeña, sufriéndolos en silencio. Recibió en
1598 el sacramento de la confirmación, junto con otros dos
niños, de manos del arzobispo Toribio de Mogrovejo, también
futuro santo.
Una vez crecida la niña, sus padres quisieron que tomara
interés en los negocios de la familia y su madre un día la llevó
al ingenio minero para que viera el procesamiento del metal.
Santa Rosa de Lima no mostró ningún interés y, por el
contrario, advirtió a su madre que el oro era la moneda que
ofrece el mundo para perdernos. Al ocurrir un derrumbe en la
mina, los Flores de Oliva tuvieron que retornar a Lima. Rosa
ya estaba decidida a seguir la vida religiosa y tomó como
modelo la vida de Santa Catalina de Siena.
Nació en Mayorga, España, en 1538.

Los datos acerca de este Arzobispo, personaje excepcional


en la historia de Sur América, producen asombro y maravilla.

Los historiadores dicen que Santo Toribio fue uno de los


regalos más valiosos que España le envió a América. Las
gentes lo llamaban un nuevo San Ambrosio, y el Papa
Benedicto XIV dijo de él que era sumamente parecido en sus
actuaciones a San Carlo Borromeo, el famoso Arzobispo de
Milán.

El 23 de marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una


capillita de los indios, en una lejana región, donde estaba
predicando y confirmando a los indígenas.

Estaba a 440 kilómetros de Lima. Cuando se sintió enfermo


prometió a sus acompañantes que le daría un premio al
primero que le trajera la noticia de que ya se iba a morir. Y
repetía aquellas palabras de San Pablo: "Deseo verme libre
de las ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a
encontrarme con Jesucristo".

Ya moribundo pidió a los que rodeaban su lecho que


entonaran el salmo que dice: "De gozo se llenó mi corazón
cuando escuché una voz: iremos a la Casa del Señor. Que
alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor".

Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del
salmo 30: "En tus manos encomiendo mi espíritu".
San Martín de Porres fue bautizado con el nombre de Martín
de Porres Velásquez O.P. Fue el primer santo mulato nacido
en América. Martín de Porres nació en Lima en tiempos
del Virreinato del Perú el 9 de diciembre de 1579.
De origen noble, su padre, fue un Caballero de la Orden de
Alcántara: Juan de Porres, sin embargo, era pobre. Su madre,
una negra panameña libre, que vivía en Lima de nombre Ana
Velásquez.
Martín fue educado estrictamente en la fe católica por su
madre. Vivió casi toda su infancia en la pobreza pero en 1586,
el padre quien estaba destacado en Guayaquil decidió
reconocer a sus hijos y llevárselos, sin embargo, Martín no
fue recibido por sus parientes, solo su hermana.

Regresa a Lima y queda al cuidado de Doña Isabel García


Michel en un barrio donde habitaban negros e indígenas. A
los 12 años comienza a trabajar como barbero y también
inicia su conocimiento de la medicina con su oficio como
auxiliar de herborista.

En este oficio se entrena con Mateo Pastor y aprende a curar


lesiones menores y todo lo concerniente a las propiedades
curativas de las plantas.

Debido a la fuerte formación cristiana recibida de su madre y


a la proximidad del convento dominico Nuestra Señora del
Rosario, Martín se siente cautivado por la vida religiosa y a
los 15 años decide solicitar su ingreso al convento.
Juan Macías nació el 2 de marzo de 1585 en Ribera del
Fresno, villa de Extremadura en la diócesis de Badajoz,
España. Fueron sus padres Pedro de Arcas y Juana Sánchez,
por lo que su nombre debió ser Juan de Arcas Sánchez. El
cambio de nombre se debe fundamentalmente a que las
tierras de pastoreo eran llamadas "las Macías" y a los
pastorcitos "los Macías". Por eso es que se le conoce como
Juan Macías o Juan Pastorcillo. Se sabe que quedó huérfano
desde los cuatro años y medio y bajo el cuidado de un tío que
lo dedicó al pastoreo. Cuentan que a la edad de 28 años, una
noche de Navidad, Juan interrumpió la conversación de sus
parientes para decirles que se marcharía.
Luego conoce a un comerciante con el que trabajó y con él
hace un primer viaje a América. Llegó primero a Cartagena de
Indias (Colombia) luego al Reino de Nueva Granada, pasando
por Pasto y Quito (Ecuador), para llegar finalmente
al Virreinato del Perú donde se quedaría hasta su muerte. Su
primera acción al llegar a Lima fue indagar sobre la Orden de
Predicadores, indicando que se proponía ingresar a ella para
servir a Dios de acuerdo a la voz que escuchó a los 20 años
que le ordenaba venir al Perú.
Confiado en su especialidad, trabajó con ganaderos en las
afueras de la ciudad y allí nace su vocación a la vida religiosa.
Su extrema bondad lo hacía frecuentemente repartir lo poco
que tenía entre los pobres, hacía labor social y apoyaba a
la Orden de Predicadores como hermano lego en el convento
de dominicos de Santa María Magdalena donde finalmente
fue admitido y luego el 23 de enero de 1622 tomó los hábitos.
Un año después hizo los votos definitivos el 25 de
enero de 1623.
Francisco Sánchez Solano Jiménez (Montilla, Córdoba, 10
de marzo de 1549-Lima, Virreinato del Perú, 14 de
julio de 1610) fue un fraile y sacerdote franciscano español,
que misionó por el Perú, donde residió por 20 años hasta su
muerte, predicando el cristianismo a los aborígenes.
Fue canonización en 1726 por el Papa Benedicto XIII
(papa)|Benedicto XIII]] y es llamado "el Taumaturgo del Nuevo
Mundo", por la cantidad de prodigios y milagros que se le
atribuyen.

En 1581, Francisco Solano fue destinado como vicario y


maestro de novicios al convento cordobés de la Arruzafa,
donde solía visitar a los enfermos y recomendaba a los más
jóvenes que tuvieran paciencia en los trabajos y
adversidades. Desarrolló, al igual que Francisco de Asís, el
fundador de su Orden, una relación especial con los animales.
Cuentan que había una serpiente de gran tamaño que
atacaba a ganados y pastores y hacía estragos en toda la
región, y a la cual Solano reprendió y ordenó ir al convento,
donde fue convenientemente alimentada. Dicen que después
de comer la serpiente se marchó y no volvió a causar daño en
la comarca.

El Virreinato y los superiores de la Orden residían en Lima


(Perú) a donde llamaron a Fray Francisco en 1595. Llegado a
Lima, fue nombrado Guardián del Convento de Recolección
Nuestra Señora de los Angeles. Como siempre, se resistió
todo lo que pudo antes de aceptar cualquier cargo de
responsabilidad.
Luis Tezza (Conegliano, 1 de noviembre de 1841 - Lima, 26
de septiembre de 1923) es un beato italiano, aunque la mayor
parte de su sacerdocio la ejerció en Perú. Fue el fundador de
la Congregación Hijas de San Camilo.
En 1856 inicia su formación religiosa en la comunidad
camiliana de Santa María del Paraíso, ingresando al
Monasterio de la Visitación de Verona y renunciado a sus
bienes a favor de los pobres y de la Iglesia.
El 21 de mayo de 1864 fue ordenado sacerdote, sin embargo
en 1866 se dicta en Italia una ley de supresión de órdenes y
congregaciones religiosas, por lo que Luis Tezza, ya superior
de los clérigos en Cesiolo, Verona, debe buscar asilo en casa
de amigos, al ser expulsado del pueblo. Posteriormente
también estuvo en Francia donde también fue perseguido.
Llegó a Lima el 19 de junio de 1900 con el objetivo de
reunificar a las comunidades religiosas del Perú a la Orden de
San Camilo y posteriormente consolidar su presencia.
El 26 de setiembre de 1923, muere en la Casa de Santa
María de la Buena Muerte, en Lima. En 1948 sus restos
mortales fueron trasladados a Buenos Aires.
El 4 de noviembre de 2001 fue beatificado en Roma por
Papa Juan Pablo II, en una ceremonia especial a la que
asistió el Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, Arzobispo de
Lima y Primado de la Iglesia peruana.
Ana Monteagudo Ponce de León (Arequipa, 26 de
julio de 1602 o 1604 - 10 de enero de 1686), más conocida como Sor
Ana de los Ángeles Monteagudo, es una beata peruana y
religiosa dominica. Beatificada por el papa Juan Pablo II en 1985. Es la
primera beata arequipeña.
Cuando tenía aproximadamente 14 años de edad, sus padres
decidieron que ya había llegado el momento de reintegrarla a la vida
de la ciudad y fue retirada del monasterio, con el fin de comprometerla.
La joven Ana, de vuelta a su casa, decidió seguir con el mismo género
de vida que hasta entonces había llevado en el monasterio de Santa
Catalina
Hizo de su habitación un lugar de retiro, donde trabajaba y rezaba
todos los días , sin descuidar los quehaceres de la casa. Un día,
mientras meditaba en su aposento, se le apareció en una visión, Santa
Catalina de Siena, quien le hizo saber de parte de Dios, que había sido
elegida para entrar en el estado religioso, vistiendo el hábito
dominicano. Le dirigió estas palabras: "Ana, hija mía, este hábito te
tengo preparado; déjalo todo por Dios; yo te aseguro que nada te
faltará". Le daba a entender que debía prepararse para un gran
combate espiritual, donde no faltarían las asechanzas del enemigo,
pero que con la ayuda de Dios obtendría al final la victoria.
Ana Monteagudo Ponce de León, conocida como Sor Ana de los
Ángeles Monteagudo, es una beata peruana. Nació en Arequipa el 26
de julio de 1602. Fue hija del español Sebastián Monteagudo de la
Jara y de la dama Arequipeña Francisca Ponce de León. Fue la cuarta
de ocho hermanos. No se conoce exactamente la fecha de su
nacimiento porque su partida de bautismo se perdió durante un
incendio en la Iglesia Mayor de Arequipa en 1620. A los tres años, fue
entregada a las monjas catalinas que residían en el Monasterio de
Santa Catalina (Arequipa).

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