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Biblioteca Teatral "El Público" A.T.T.A.CH.

El canto de la oveja 1

EL CANTO DE LA OVEJA
de H. Omar AITA
Correo: Oaita@argentores.org.ar

PERSONAJES
PICA
MECO
RODO
MORUCHO
MARIANA
SONIA
VAGUITO
MARIMÓN

Casa de velatorios. Antesala de la capilla ardiente donde velan a Caneta. El cajón se puede
ver a través de la arcada que comunica ambas habitaciones. No hay flores. Están en escena
Meco y Pica sentados, sin hablar; rompe el silencio el trinar de un jilguero que deja entrar
su canto por la ventana abierta de la sala.
PICA: Cerrá la ventana "Giramún", que el jilguero va a despertar a Caneta.
MECO: (Cerrando la ventana) ¿Comiste ya?
PICA: No tengo hambre.
MECO: Tu vieja te debe estar buscando.
PICA: Yo de acá no me muevo. Un amigo es un amigo en las buenas y en las malas.
RODO: (Entrando, desde la calle) ¿Flores?
MECO: Debe estar laburando.
RODO: Digo si recibió flores.
MECO: No. ¿Por qué...? (Rodo no lo escucha, cruza la sala y sale por la otra puerta)
PICA: (Enojado) ¿Para que pregunta?
MECO: Le debe extrañar. Se preocupa. Como él es el dueño, un velorio sin flores... le
hace mala propaganda.
PICA: ¡Ah!..Caneta me dijo que me iba a regalar a la Oveja. (se asoma a la sala
mortuoria, luego se tira sobre un sillón llorando ridículamente), pero se
murió antes...La Ovejita es mía. ¡Mía!
MECO: (Conmovido) Habla con Vaguito, él para que la quiere. (Pica sigue llorando)
Dejá de llorar, che, y anda a comer algo que tu vieja debe estar preocupada.
MORUCHO: (Entrando) ¡Che! ¡Pica! Te busca tu vieja, dice que te va a pasar lo mismo que
a Caneta si no comés.
MECO: Eso le estaba diciendo yo.
PICA: El finado no se murió de hambre, se murió de flaco, que es otra cosa.
MORUCHO: Dale pibe, no jodás, ¿querés?
PICA: Yo de acá no me muevo.
MORUCHO: ¡Ma, sí! Hacé lo que quieras. (Espía al muerto) ¿Quién te vio, eh? (Se da
vuelta con los ojos llenos de lágrimas) ¿Viste, Meco?
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El canto de la oveja 2
MECO: ¡Eh, sé! ¡Espichó un amigo!
PICA: No me muevo, porque un amigo es un amigo en las buenas y en las...
MECO: (Interrumpiéndolo) ¡Ma! ¡Finiyela!
RODO: (Entra y cruza la sala) ¿Soña?
PICA: Yo no sueño, esta es la verdad, a la Oveja me la iba a regalar a mí.
RODO: Digo, si no la vieron a Soña.
MECO: Debe estar por el pat... (Rodo sale por la otra puerta) ¡Ma, camina! (Silencio.
Pica entra a ver al muerto, Meco y Morucho hacen gestos y se lamentan)
MORUCHO: ¡Y bué!
MECO: ¡Y sé! (Pausa)
MORUCHO: Calor, ¿no?
MECO: ¡Sé!
MORUCHO: (Abre la ventana) Así entra un poco de aire. (Se escucha el canto del jilguero)
¿Que máquina no? Entre este y Gardelito, no se con cual quedarme.
PICA: (Entrando como una flecha, enojadísimo, lo enfrenta a Morucho) Que vas a
comparar, no digas boludeces, ¿querés? Gardelito al lado de., por favor, ¡es un
bagre! ¡Eso es lo que es!.. Comparar a un pájaro de porquería con la... ¡Eso es
ofender a Caneta!
MORUCHO: (Enfrentándolo también) ¡Che, pará! Que yo no estoy ofendiendo a nadie,
¿oíste? Además Caneta era mi mejor amigo, mirá si lo voy a ofender. (Se saca
la boina que lleva puesta y la estruja entre sus manos llorando) Sería como
insultarme a mi mismo. (Mirando hacia el cajón) Gracias Flaco. (Reflexiona)
Después de todo tiene razón Pica, no puedo comparar a Gardel con la Oveja,
son dos cosas distintas. Te prometo que la voy a cuidar bien. No te vas a
arrepentir de habérmela dejado a mi.
PICA: (Asombradísimo, comienza a dar empujones a Morucho) ¡Ohia! ¡Ohia! ¿Qué
decís? ¡La Ovejita es mía! ¡Mía! Porque yo era el mejor amigo del muerto.
MECO: (Separándolos) ¡Tranquilos, che! ¡Tranquilos!
MARIANA: (Entrando con un sánguche en la mano) ¡Pica!.. ¡Pica! Sabía que estabas acá.
(Lo toma del brazo y lo aparta de los demás) ¡Grandulones! Aprovecharse de
la criatura. ¿Que te hicieron, nene? Tomá, te traje para que comas algo..., tomá.
PICA: (Dándole la espalda) ¡No quiero!
MARIANA: (Preocupada) Te vas a debilitar, ¡comé!
PICA: La Ovejita es mía.
MARIANA: ¡Claro, querido! ¿Quién sabe que te hicieron estos dos? ¡Comé!
PICA: (Toma el sánguche y lo devora. Habla con la boca llena) Porque él era mi
mejor amigo. (Entra Sonia, saluda con un gesto y se dirige a la otra puerta.
Pica aún comiendo, la sigue embelesado. Mariana lo retiene, pero él zafa)
MARIANA: Nene, no terminaste de comer.
PICA: (Reaccionando, muerde con fuerza el sánguche y mira al muerto) ¡El sí que
era un amigo!
MECO: ¡Acabala, pibe!
RODO: (Entra romantiquísimo, se dirige al cuarto donde está Sonia) ¡Musa, musa
inspiradora de todas las poesías!
PICA: Meco, ¿de qué habla?
MECO: No sé, me parece que se refería a Sonia.
PICA: (A la madre) ¿Musa? ¡Ja! Comparar a esa mina con una pizza. ¡Ja! No está
mal, ¿eh?
MARIANA: Nene, quedate tranquilo y no le hagas caso a estos hombres.
MECO: ¡Mariana! Yo soy el tío, ¿no?
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MORUCHO: ¿Y yo quién soy acaso, un degenerado? ¿Qué le hicimos al pibe? (Pausa.
Meco se asoma a la puerta que da a la otra pieza que oficia de cocinita,
atraído por un leve jadeo, ve algo que lo sorprende y atrapado por la escena
queda sin reacción)
MORUCHO: ¿Qué pasa, Meco? (Meco se acomoda la corbata incómodo, le hace señas a
Morucho para que se acerque, este lo hace y se pone tan curioso e incómodo
como el primero, trata de disimular, se arregla la boina y acomoda los pocos
pelos que tiene)
MECO: (Tratando de apartar a Mariana que también quiere ver) Mariana, ¿por qué
no le traés un sánguche más a Pica que se quedó con hambre?
PICA: Si, tengo hambre.
MARIANA: ¡Claro! Te vas a debilitar si no comés. (Sale Mariana; Morucho y Meco van a
espiar por la puerta)
MORUCHO: ¡Este no tiene vergüenza !
MECO: ¡Flor de tipo, eh! Con la pinta de distraído que tiene.
PICA: ¿Qué pasa che? (Se escucha a Sonia protestar. Morucho y Meco se apartan
de la puerta para dejar paso a Sonia que sale apuradísima con el cabello
suelto y arreglándose la ropa. Rodo trata de detenerla)
RODO: ¡Soña, Soña, discúlpeme, fue un arrebato! Ya sabe lo que siento por Ud., ¡por
favor!
SONIA: Yo no me llamo Soña, me llamo Sonia, con ene, i, a: "Sonia". No Soña, con
eñe.
RODO: Discúlpeme nuevamente So... Yo... (Todos miran anonadados, mientras
Sonia se arregla el vestido y el pelo)
SONIA: (Coqueteando) Yo no correspondo a esos sentimientos, y mucho menos a esos
arrebatos... tan..., tan, bueno..., calientes.
RODO: Yo sé que este no es el momento apropiado, pero es que yo salgo tan poco...,
con este trabajo de la funeraria..., ¿vio?
SONIA: ¡Rodo, ya hablaremos! (Sale. Detrás Rodo)
PICA: (Enojado) Es para morirse. ¡Se la quiere levantar! (A Meco) ¿A vos te parece
"Giramún"? Este me quiere afanar a la Ovejita y este funebrero se quiere
levantar a la mina que me gusta. ¡Qué los parió!
MORUCHO: (Tomándolo de un brazo) ¡Pará, pibe! ¡Que esto es un velorio!
PICA: ¡No me toqués, vos! ¡Esto es un velorio, pero vos me querés afanar la Oveja, y
el otro se va con la mina! ¡Eso no se hace en los velorios!
MECO: (Con experiencia) Minas hay en todas partes. (Lo aparta para darle consejos)
En cada esquina tenés una.
PICA: En este barrio no.
MORUCHO: Es un modo de decir, lo que quiere decir Meco es que...
PICA: (Tapándose los oídos) A vos no te quiero ni escuchar.
MECO: En este barrio no , pero en otros si. Vení, vamos a comprarle un ramo de flores.
(Señala al muerto) Vení, Morucho, vamos. (Salen los tres. Entra Vaguito con
una jaula en la mano, esta tiene un jilguero dentro, se detiene en medio de la
sala, la acaricia)
VEGUITO: Si tuviera que hacer un monumento a Caneta se lo haría con un pájaro en la
mano. ¡Así! (Muestra como), y en el bronce escribiría: "Este fue mi hermano
Caneta, tenía alma de jilguero, y la Ovejita cantó por él". No, no, eso no. Le
pondría: "¡Caneta, el canto que no cantaste, los pájaros lo hicieron por vos!".
(Se emociona) ¡Dormí, hermano, dormí, que ya nos vamo a encontrar! Te dejo
a la Ovejita a los pies, quecante para vos y para nadie más, que se vaya con vos
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al cielo, y si querés se la mostrás a los ángeles. (Abraza a la jaula y la besa.
Entra a la pieza y la deposita a los pies del muerto. Entran Pica, con un
ramo de flores, Morucho y Meco)
MECO: (Abrazando a pica) Así es pibe, nosotros seguimos esperando, pero el se cansó
y se fue. No dijo ni chau. Hizo bien, las despedidas son tristes. Pero los amigos
lo vamos a llevar en el corazón. El siempre fue un tipo leal, y esos valores hay
que tenerlos en cuenta, ¿sabés?
PICA: El era mi mejor amigo, y yo siempre fui leal con él, por eso me dejó la Ovejita,
que es el pájaro más grande que hay.
MECO: Una vez la llevó a Plaza de Mayo, quería que el General la escuche.
PICA: ¿Y Giramún?
MECO: Al principio estaba asustada, se movía en la jaula de un lado para el otro y no
cantaba. No era para menos, había muchísima gente..., los gritos, los
bombos..., entonces Caneta se subió al mástil y enganchó la jaula en la punta.
En ese momento el General salió al balcón: miró la Plaza repleta de
compañeros, llena de pueblo, de trabajadores, entonces paseo la mirada de
izquierda a derecha, como siempre, pero se detuvo en el centro donde vio a
Caneta subido al mástil y a la Ovejita, esta paró de moverse inmediatamente; la
gente reunida hizo un silencio sepulcral, hasta los del bonbo se callaron.
Entonces Perón levantó los brazos, sonrió y cuando dijo: – "Compañeros" la
Oveja se puso a cantar como nunca. La Plaza entera reventó en un aplauso, los
bombos comenzaron a sonar nuevamente y todo fue una fiesta; el General tuvo
que esperar como diez minutos para retomar la palabra, y la Ovejita acompañó
el discurso con su canto.
PICA: ¿Y Caneta, Meco?
MECO: A Caneta hubo que hacerle masajes, porque le quedaron las piernas y los
brazos a la miseria de estar prendido al mástil. La Ovejita salió en los diarios.
¡Fotografiada, salió! Es el jilguero más popular del país. (Pausa)
PICA: Y Meco, ¿qué más?
MECO: ¿Cómo, que más? Que vale una fortuna ese animal. Siempre se lo quisieron
comprar, pero él nunca quiso venderlo. Caneta era un tipo fiel y leal. (Pausa)
Decían que el General era un tipo aficionado a los jilgueros.
PICA: ¡Seguro! ¡Si son lo más grande que hay!
MECO: (Desviando el tema) Bueno, che, ponele esas flores en el jonca que se te van a
secar en las manos. (A Morucho) Te diste cuenta, somos los únicos que le
trajimos flores.
MORUCHO: Cierto.
MECO: Si. Porque Caneta era leal, pero pobre..., y a los pobres...
PICA: Pero no decís que la Oveja cuesta una fortuna.
MECO: Si pero... (Se acerca Vaguito, que no había sido visto por ninguno de los tres)
VAGUITO: (A Meco) ¿Se fue, viste? (Se abrazan)
MECO: ¿Que vas a hacer, Vaguito? Allá va a estar más tranquilo.
VAGUITO: Si, tenés razón, va a llevarle el canto de los pájaros a los ángeles.
(Dirigiéndose a pica) ¿Viste, pibe?, se murió tu amigo.
PICA: Si, Vaguito, se murió. (Se abrazan los tres y lloran) Voy a llevarle las flores.
VAGUITO: Andá, pibe, andá. Que bien merece este muerto un par de lágrimas y un ramo
de rosas.
PICA: (Entra a dejarle las flores a Caneta y sale rápidamente) Che, Vaguito, ¿vos
pusiste a la Ovejita en el cajón?
VAGUITO: Si. ¿Por qué, pasa algo?
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PICA: ¡Qué me impresiona! ¡Después va a tener olor a muerto!
VAGUITO: No te preocupes, de ahí no sale. Se va con él al pozo y con su alma al cielo.
PICA: ¿Qué querés decir, que no te entiendo?
MORUCHO: ¡Que la va a enterrar con Caneta! ¡Eso quiere decir! ¡Y ni vos, ni yo, ni nadie
la va a poder escuchar más!
MECO: Tenés razón, Morucho. ¡Ya nunca le podría cantar a las multitudes como aquel
día! (Avanza hacia el cajón) ¡Eso no lo permitiría nunca el finado.
VAGUITO: (Deteniéndolo) Caneta era mi hermano, y nadie lo conocía mejor que yo.
(Señala a la jaula en el cajón) ¡Y este era su deseo, seguramente!
PICA: ¡La Ovejita es mía!
MORUCHO: (Acomodándose la boina nerviosamente) ¡Rajá, pendejo! ¡Que yo a los
diecisiete años le hacía caso a los mayores!
MECO: ¡La Ovejita es del movimiento!
PICA: ¡Las pelotas!
MORUCHO: ¡Las pelotas no sé, pero el jilguero me cantó siempre a mí! (Pone la gorra en
su mano como si fuese la jaula, e imita el canto del pájaro, muy conmovido)
¡Posado en mi mano cantaba, poniéndome la jaula en la cabeza, cantaba! Ese
trinar y ese repique ahora son del primer y único amigo de Caneta, ¿entendés,
pendejo? (Morucho y Pica se trenzan en una pelea)
MECO: (Tratan de separarlos) ¡Ese pájaro es del Movimiento!
VAGUITO: (Con un banco cierra el paso que da a la sala mortuoria) ¡Ese animal se va
con mi hermano al cielo! ¡Carajo! (Los tres se paralizan por el grito. Se
detiene el movimiento, todos se miran enfrentados)
RODO: (Que había presenciado parte de la escena) Su hermano y el animal se van al
cielo, si alguien paga la cuenta del velorio. ¡Si no, se pudren los dos acá!
PICA: (Va hacia la ventana a vomitar) ¡La oveja podrida, ¡puaj!, no me la imagino!
(Vomita)
MARIANA: (Entrando con un sánguche en la mano) ¿Nene, que te pasa que vomitás?
¡Ayyy, que desgracia con este chico! ¡Tomá! ¡Tomá, comé, que te vas a
debilitar si no comés!
MECO: Dejá a ese muchacho tranquilo, Mariana.
MARIANA: ¡Vos no te metas!
MORUCHO: Dejalo que se meta, después de todo este despelote lo armó tu hijo. Se cree que
la Ovejita es de él. (A Pica) ¡Es mía la Ovejita, pibe!
MECO: ¡Del Movimiento!
VAGUITO: ¡Seguirá siendo de mi hermano!
PICA: ¡Me la regaló a mí!
MARIANA: Y yo le voy a dar de comer, nene, quedate tranquilo.
RODO: La Ovejita será para pagar la cuenta del velatorio. ¡Entendieron!
VAGUITO: Para eso me van a tener que sacar de acá. (Al banco que puso en la arcada le
cruza la tapa del cajón)

APAGON LENTO
Es el amanecer del día siguiente. Una luz tenue entra por la ventana y hace que algunos
personajes se vean en sombras. El centro de la escena lo ocupa Don Marimón, sentado en
una silla de ruedas. Todos están quietos, como dormidos. La escena se va iluminando
lentamente y puede observarse que ha habido una fuerte pelea. Se ve colgado, a modo de
pasacalle, atravesando la sala, un letrero que dice: "La Ovejita es del Movimiento". Meco
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está parado cerca de la ventana, Mariana y Pica sentados en uno de los bancos, tienen una
pancarta pero está dada vuelta, Morucho duerme en un rincón. Se escuchan los primeros
trinos de la Ovejita, muy suaves. Vaguito se asoma a través de su trinchera, que sigue con
el banco y el cajón cruzados. Observa todo y desaparece. De a poco, el canto del jilguero se
hace más fuerte y va despertando a todos menos a Pica.
MARIMÓN: (Para sí) Ese pájaro pequeño y amarillo que le chilla al día, que seguramente
estará cargado de problemas. ¡A enfrentarlos Marimón! (Grita) ¡Vaguito!, sacá
esas vallas que quiero pasar a ver al finado.
VAGUITO: ¡Quiero que se vayan todos y dejen al muerto en paz!
MECO: ¡Dejalo vos! ¿No ves lo que le hacés? El hubiese querido que el jilguero siga
vivo... porque...(Se emociona).., porque la Ovejita es como si fuera él, como si
fuera el canto de su alma.
VAGUITO: El siempre cantó como el culo, pobre. Nadie soportaba escucharlo.
MARIMÓN: ¡Bueno, basta hombre! No joda más y déjeme pasar.
VAGUITO: A Ud. menos que a nadie D. Marimón, que lo explotó toda su vida.
MORUCHO: (Despertando) Tenés razón el lo que decís. (A D. Marimón) ¡Viejo,
explotador! (Nerviosamente se pone la boina que tenía en la mano)
MARIANA: ¡No griten, que van a despertar a Pica!
MORUCHO: ¿Por qué no vamos a gritar? Si nos estuvimos aguantando toda la noche.
MARIMÓN: Tengo derecho a defenderme, señores. Si bien teníamos diferencias, yo siempre
supe comprender, respetar y/o lo he escuchado, aunque confieso que charlando
y no cantando.
MECO: Los patrones nunca escuchan a los laburantes.
VAGUITO: Y menos a los que tienen el corazón emplumado, como mi hermano.
MARIMÓN: A pesar de lo que Uds. dicen, yo reconozco en él a un gran hombre, honrado,
trabajador, leal...
MORUCHO: ¡Un gran amigo!
VAGUITO: ¡Un hermano de lo mejor!
MECO: ¡Excelente compañero!
MARIMÓN: Y con un fino oído para el canto de los pájaros.
MORUCHO: ¡Te dije, Meco! ¡Este vino al velorio por la Ovejita! ¡Se deschavó!
VAGUITO: ¡Tenés razón!
MECO: Claro, si no, ¿por qué iba a venir el capo de la fábrica? Por interés, nada más.
MARIANA: No griten que despiertan a...
PICA: (Despertándose) ¡La Ovejita es mía!
MARIANA: Dormite, nene. (Lo acurruca) ¿Ven lo que le hicieron?, lo despertaron.
PICA: ¡Salí, vieja, dejame!
SONIA: (Entra) ¿Qué es esto? ¿Qué hicieron? Papá, que vergüenza, hacerle esto al tío
que era tan bueno. (llora)
RODO: (Que la viene siguiendo) No llore, Sonia, no llore. Venga, venga, ya va a pasar.
(La lleva a la cocinita)
VAGUITO: Pero hija, entendeme... yo...
PICA: ¿Viste, Giramún?, se la llevó a l cocinita.
MECO: Tranquilo, pibe, que a vos te queda grande.
MORUCHO: Sería mejor que te fijes en la sala mortuoria, que la Ovejita sigue ahí y nosotros
acá.
PICA: Lo que estás haciendo está mal, Vaguito, Caneta era leal con los amigos, con el
partido, con todos, y...
VAGUITO: ¡Y con la madre!
MECO: ¡Sé!
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MORUCHO: ¡Pobre viejita!
PICA: Y me había regalado la Ovejita a mí. (llora)
MARIANA: Calmate querido.
MARIMÓN: Y cumplidor en el trabajo como ninguno.
MECO: ¡Buen compañero!
MORUCHO: ¡Buen amigo!
VAGUITO: ¡Mejor hermano!
PICA: Entonces, por que no te dejás de joder, me dejás pasar, agarro la Oveja antes de
que se pudra y listo.
MARIANA: Yo la cuido.
PICA: Y así tenemos un recuerdo fenomenal del mejor tipo del barrio.
MARIMÓN: Lamento decirle, Doña Mariana, que la Ovejita en cuestión, pertenece a mi
firma.
PICA: ¿Qué dice el paralítico?
MARIMÓN: Que el finado Caneta, Dios lo tenga en la gloria...
MORUCHO: Lo va a tener si Vaguito lo deja salir.
MARIMÓN: Decía: que el finado en cuestión, tiene o tenía una deuda con mi empresa por
un préstamo personal, que superaría ampliamente el valor de ese pequeño y
estridente pájaro.
MECO: ¡No le permito!
MORUCHO: ¡Que viejo jodido!
PICA: ¿Qué dijo, vieja?
MARIANA: Que canta mucho.
PICA: Ahh, ¿Y por eso se enojan?
MARIMÓN: Pero qué: Tratándose de tan apreciado trabajador, y justipreciando su labor
como obrero durante tantos años en mi fábrica, en la que se esforzó sin
desmayo, "Marimón S.R.L.", cancelaría tales documentos a cambio de ese
animal. Debido, y esto quiero aclararlo para que no haya malos entendidos, al
valor sentimental que este posee y no a su valor material, comprometiéndome,
además, a embalsamarla luego del día de su muerte.
MARIANA: ¿Quiere embalsamar a Caneta?
MORUCHO: No, mucho peor, a la Ovejita.
PICA: ¡A la Ovejita no la embalsama nadie!
MECO: ¡Ni a la Ovejita, ni al finado!
MARIMÓN: ¡Haya calma, señores!
MORUCHO: (Amenazándolo con la boina) ¡Ud. estará calmo por que nadie quiere
embalsamarlo!
VAGUITO: ¡Acá no entra nadie! (En medio de la discusión cruzan la escena Sonia y
Rodo atrás queriéndole explicar algo; salen por la puerta de calle. Rodo
vuelve a entrar solo)
RODO: A la Ovejita me la morfo yo, ¿entendido?
PICA: ¡Se la levantó! (Confundido) ¡La Ovejita era mía, mía, y se la quiere comer él!
MORUCHO: Tenés razón Pica, era, porque de esta, me parece que no va a ser de nadie.
(Pausa larga, se miran en silencio)
VAGUITO: ¡Es puro canto y espíritu!
MECO: La Oveja no tiene valor.
MORUCHO: ¡Es el espíritu de Caneta!
MARIANA: ¡Morucho!, no digas eso, que Pica después no duerme.
MARIMÓN: (Amargamente) Cuando Caneta llevaba a la Ovejita a la fábrica, los obreros
duplicaban la producción.
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VAGUITO: Cuando la sacaba al patio, la glicina se llenaba de toda clase de pájaros que
venían a escucharla cantar.
MORUCHO: El Dr. Vemudez la llevó muchas veces al hospital para darles ánimo a los
enfermos más graves.
MECO: Es la voz de un pueblo.
MARIANA: La Ovejita es una santa.
PICA: Lo dijiste, vieja, es milagrosa.
MARIMÓN: (Entusiasmado) ¡Habría que santificarla! (Silencio profundo. Todos se miran
y luego miran interrogantes a Vaguito, que no acaba de entender)
MORUCHO: (Rompiendo el silencio) ¡Bien D. Marimón, por fin dijo algo como la gente!
¡Hay que santificarla! ¿Viste, Vaguito?, casi cometés un sacrilegio. ¡La Oveja
es una Santa!, y vos querías enterrarla con Caneta.
VAGUITO: Pero yo...
PICA: Dale viejo, tenés que sacarla de ahí.
MARIANA: Hacelo por tu vieja.
MECO: ¡Por los muchachos!
MARIMÓN: Yo no quiero insistirle, Vaguito, pero estoy seguro que Ud. cumplirá con su
deber de cristiano.
VAGUITO: (Reaccionando) ¡Está bien! ¡Esta bien! Tienen razón. (Estalla en llanto)
¡Perdoname, hermano! Estaba por hacer una macana sin darme cuenta.
(Lentamente va quitando las vallas que puso en la arcada, primero la tapa
del cajón y luego el banco Mira al muerto y se persigna) Hermanito, yo sé
que vos hubieras hecho lo mismo por mí. (Toma la jaula) La santificación de
este pájaro será tu propia santificación. (Aún con lágrimas en los ojos se
dirige a la antesala; todos lo miran expectantes) ¡Caneta! ¡Flaco querido!
¡Vos seguís vivo en este pájaro de oro! (Besa a la jaula)
MARIANA: ¡Vaguito es un poeta! (Toda la atención se centraliza en este, que ha
extendido sus brazos mostrando la jaula. Pica deja ver, entonces, la pancarta
que tenía preparada, en ella se lee "La Ovejita es mía". Apagón lento,
mientras la Oveja deja oír su trinar. Todos aplauden)
Esa misma tarde. Todo está en orden. El muerto en la sala mortuoria y en la antesala ya no
se ven ni el pasacalle, ni la pancarta. No hay nadie. Se escucha una discusión que viene
desde afuera. Entra Sonia y detrás Rodo.
SONIA: De ninguna manera se lo voy a permitir señor Rodríguez, nunca voy a ser yo la
intermediaria.
RODO: Entiéndame Soña, el negocio anda mal.
SONIA: Esto no tiene que ver con los negocios, tiene que ver con los sentimientos.
(Gritándole) ¡Y a ver si pronuncia bien mi nombre de una buena vez!
RODO: Si, si, claro, pero...
SONIA: ¡Ningún pero, señor, Ud. recién me hablaba de amor y después terminó...!
RODO: Ud. debe comprender Soñ... digo Sonia, que no solo de amor vive el hombre,
que también hay que comer.
SONIA: ¡Ahhh! No tiene vergüenza. (Se dirige al cajón) ¡Tío, mi tiíto querido,
perdoname por favor, tener esta discusión en momentos así, perdoname!
(Llora. Conmovida mira a su alrededor) Te dejaron solo, nadie se quedó a
cuidarte, pobrecito.
RODO: No llore Soña. (Trata de abrazarla)
SONIA: ¡No me toque!
RODO: ¡Está bien! ¡No la toco! Pero quiero que entienda que alguien tiene que pagar
los gastos, y si Ud. convence a su papá para que me entregue a la Ovejita...
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SONIA: ¡Jamás! La Ovejita es mi herencia. (Mira hacia el finado) Sería el único
recuerdo tuyo tío. (llora)
RODO: Soña, deje de llorar, por favor.
SONIA: Y Ud. no sea sacrílego. O no sabe que la Ovejita pronto será una santa.
RODO: Si, lo sé, pero no se trata de eso Soña. (Sonia se fastidia) Este mes no fue muy
bueno..., en noviembre no muere mucha gente y...
SONIA: (No lo deja seguir. Se acerca insinuante, seductora) Ud. debe hacer un
sacrificio Rodo, y no cobrar el velatorio. Por el amor que dice que me tiene. La
Ovejita será mía, o nuestra, solo si Ud. lo permite. Y Dios lo dispondrá así
seguramente.
RODO: (Sorprendido) Soña..., no se que decirle... (Entran Pica y Mariana)
PICA: A la final van a enterrar a Caneta y la Ovejita en veremos.
RODO: (Reaccionando) Nada de veremos. Ese pájaro será para pagar el velorio.
MARIANA: No le hagas caso hijo, lo dice para embromarte.
SONIA: No sea así, Rodo, venga para acá que vamos a seguir hablando. (Lo lleva a la
cocinita)
PICA: Estos dos siempre a la cocinita, siempre a la cocinita. Caneta se va terminar
pudriendo y...
MARIANA: (Interrumpiendo) ¡Hay, nene! No te preocupes tanto. (Cambiando de tema)
¿Vos comiste?
PICA: ¡Uf, vieja! Si que comí. (Llegan Morucho y Meco) Y, ¿lo convencieron al
cura?
MORUCHO: No sabemos. Se quedaron Don Marimón y Vaguito charlándole.
MECO: El cura quería una muestra.
PICA: ¿Cómo? ¿Una parte de la Ovejita, un pedazo?
MORUCHO: ¡No, animal! La muestra de un milagro.
MARIANA: No le digas animal a Pica.
MECO: Terminala, Mariana.
PICA: ¿Y la Ovejita, cantó?
MORUCHO: Todo el tiempo.
PICA: (Loco de alegría) Entonces..., ¿la santificaron?
MECO: No te está diciendo que tenía que hacer un milagro.
PICA: ¡Y bueno!
MORUCHO: ¿Y bueno, qué?
PICA: Que el canto de ese pájaro es un milagro.
SONIA: (Desde la puerta de la cocinita) El milagro sería sería si hace resucitar a mi
tío. (Con tristeza se acerca al cajón. Rodo la sigue)
MORUCHO: (Descubriendo) ¡Ahí está! Eso es lo que estamos buscando. Eso es lo que tiene
que hacer la Ovejita.
MECO: No entiendo, Morucho, explicate.
MORUCHO: (No puede más de la emoción, estruja su boina y se pasea por la sala) No
entendés, Meco, lo que acaba de decir Sonia. ¡Ese tiene que ser el milagro!
MECO: ¿Vos querés decir que...?
PICA: ¿Qué querés decir vos?
MORUCHO: ¡Eso, lo que están pensando..., que la Oveja tiene que hacer resucitar a Caneta!
Eso sería un verdadero milagro.
MECO: (Que no termina de reaccionar) ¡Claro! De esa manera la iglesia no tendría
dudas.
PICA: Y Caneta se sentiría orgulloso de semejante pájaro.
MORUCHO: Y seguiríamos todas las mañanas escuchando su canto.
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El canto de la oveja 10
MECO: ¡Carajo! ¡Si el General resucitara y viera como resucita Caneta!
PICA: (Con entusiasmo) ¡Sería impresionante!
MARIANA: (Quejosa) ¿Vieron? ¡Lo hicieron impresionar al nene! (Entran Vaguito y
detrás, lentamente, Don Marimón. Todos hacen silencio. Lo miran a Vaguito
interrogantes. Este se dirige al cajón)
VAGUITO: Siempre fuiste un incomprendido, hermano.
MORUCHO: (A D. Marimón) ¿Qué pasó? (D. Marimón lo aparta con un gesto)
VAGUITO: En vida por todos nosotros. (llora) ¿Te acordás Meco?
MECO: Cómo no me voy a acordar, Vaguito, lo tengo presente como si fuera hoy.
VAGUITO: ¿Viste, Caneta? El también se acuerda... ¿Y vos, Morucho?
MORUCHO: Claro que sí, Vaguito.
PICA: Yo no me acuerdo de nada.
MARIANA: Vos no habías nacido, nene.
PICA: ¡Ufa, vieja! ¡Yo siempre tarde!
VAGUITO: Había una sola fruta en lo alto del árbol, grande. jugosa...; vos eras el único
que podía llegar a la punta de esa rama, tu peso no alcanzaba a doblarla.
MORUCHO: ¡Era livianito como un pajarito! (Todos lloriquean)
VAGUITO: Trepaste ágilmente, y recuerdo que te detuviste un instante antes de alcanzar la
fruta. Todos, abajo, te esperábamos sedientos; Tomaste la pera y dijiste: ¡Pa la
vieja! Y la guardaste en una bolsita.
MECO: Caneta era bueno con la madre.
MARIANA: ¿Oíste, nene?
PICA: ¡Acabala, vieja!
MORUCHO: Todos le dijimos que era un amarrete.
VAGUITO: ¡Incomprendido...! Esa tendría que haber sido la respuesta... Y ahora esto..., el
cura dice que tiene un canario que pone más contenta a la gente que va a la
iglesia y que nunca pensó en santificarlo.
PICA: ¡Ese pollerudo está loco! ¡Comparar a la Ovejita con un canario!
MORUCHO: ¡Tiene razón Pica! A ver si ese canario trina repica y redobla como este
gilguero. ¡Por favor! ¡Que ignorante!
MARIMÓN: Si ese pájaro hiciese un milagro, pero un milagro en serio, que se pueda
constatar, entonces si lo santificarían y pasaría a costar muchísimo más de lo
que cuesta.
SONIA: (Saltando) ¡Materialista! Es la única herencia que me dejó mi tío, y yo no
estoy pensando en venderla. (Se produce un silencio profundo. Nadie la
había tomado en cuenta) Aunque un milagro nunca viene mal, ¿no es cierto?
MORUCHO: ¿Pero de que estábamos hablando antes de que vengan Uds.? La Oveja tiene
que hacer resucitar a Caneta.
RODO: Entonces sí que nadie me va a pagar el velorio. Caneta se queda muerto donde
está. Piensen en otro milagro.
VAGUITO: ¡Mi hermano de nuevo con vida!
SONIA: Tranquilo Rodo, que si la Ovejita hace un milagro, esta casa se jerarquizaría.
MARIMÓN: ¡Tendría fama internacional!
SONIA: ¡La conocería hasta el Papa!
MARIMÓN: Y tendría muertos de calidad superior a la del finado, sin querer ofender a los
presentes, claro.
MECO: Dele, Rodo, déjese de pavadas y déjenos intentarlo.
MORUCHO: Yo sé lo que voy a hacer.
PICA: ¡Que la Ovejita cante!
RODO: Está bien, me convencieron, lo vamos a intentar.
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El canto de la oveja 11
VAGUITO: (Meditando) Mi hermano de nuevo con vida, de nuevo su figura flaca y alta
paseando por el patio de mi casa, ocupando la pieza que alguna vez yo construí
para mi hija.
SONIA: Si, papá, yo seguiré durmiendo en el sofá del comedor. Pero acepto la
incomodidad si santifican a la Oveja.
RODO: Disculpe, no, pero de todos modos si Caneta resucita igual no va a vivir mucho
tiempo, porque, hablando de salud, el finado nunca fue un derrochón,
sinceramente.
VAGUITO: ¡Está bien! ¡Está bien! Después de todo lo importante es la Ovejita....,
(Pausa).. y mi hermano por supuesto. ¡El hombre del corazón de pájaro!
PICA: ¡Bien, Vaguito! Que bien decís las cosas.
MARIANA: Te lo dije Pica, Vaguito es un artista.
MORUCHO: Si la Ovejita lo resucita nos salvamos todos.
MECO: (Melancólico) Quizás resucite al movimiento.
MARIMÓN: Si la fábrica duplica la producción, todos nos salvamos.
RODO: A la gente le daría gusto morirse y que la velen acá. Y yo no tendría más
problemas en noviembre y en diciembre.
SONIA: Y podríamos comprar una casa más grande, ¿no, papá? Y le haríamos una
piecita en el fondo al tío Caneta..., con baño y todo..., digo, hasta que se muera
de nuevo.
VAGUITO: Ojalá, hija, claro que sí. Volver a ver a mi hermano de pié, mirarlo a los ojos
nuevamente, escuchar su voz ronca, profunda, la contraposición del canto de
un jilguero. (Pausa. Mira al muerto) ¿Recuperará algo el color?
MORUCHO: ¿Y eso que importa? Si la Ovejita lo resucita seguro que viene la televisión y
ellos te lo maquillan.
SONIA: ¡Claro! ¡La televisión! (Se arregla el vestido y el pelo)
RODO: ¡Mi negocio en la TV!
MARIMÓN: ¡Mis productos en la TV!
PICA: Yo quiero seguir escuchando a la Ovejita, con Caneta o sin Caneta.
MARIANA: ¡Callate, nene!
VAGUITO: Y Caneta también.
MORUCHO: Entonces no esperemos más, hay que dejar al finado y a la Ovejita a solas.
MECO: ¡Claro, que ella le cante todo lo que quiera, porque ese pájaro tiene
sentimientos, sino no hubiese hecho lo que hizo en la plaza!
PICA: ¡Que bárbaro, como me hubiese gustado estar ahí!
MARIANA: Eras muy chiquito, nene.
PICA: ¡Ufa, mamá! Siempre jodiéndome. ¿Por qué no nací antes, eh?
MARIANA: ¡Que cosas decís, hijo!
MECO: El pibe tiene razón, hermana, se perdió de vivir la época más gloriosa de la
Argentina, que fue la vuelta de...
MARIMÓN: (Interrumpiéndolo) Eso ya es pasado, miremos hacia adelante, nuestro
presente está aquí en el velorio, y nuestro futuro será milagroso gracias a...
MORUCHO: (Interrumpiéndolo también) Gracias al canto de la Oveja. Ahora tenemos que
cerrar las cortinas de la sala mortuoria, así los dejamos solos a los dos.
MECO: Vaguito, poné al pájaro a los pies de Caneta y cerrá bien.
VAGUITO: (Lloriqueando) ¡Hermano, que este pájaro te devuelva la vida, que su pequeño
corazón haga latir fuertemente el tuyo. (Sostiene la jaula con la mano
extendida; Sonia se acerca y posa suavemente su mano en ella. Luego Rodo
hace lo mismo, después Meco y Morucho, Pica y Mariana, como un ritual.
Se dan cuenta que D. Marimón no alcanza, Vaguito baja, entonces, a la
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El canto de la oveja 12
Ovejita, para que este llegue) ¡Ovejita, que tus plumas y tu canto lo despierten
cosquilleándole los pies! (Todos sueltan sus manos de la jaula y Vaguito, por
fin, procede a ponerla a los pies del muerto; luego sale y cierra las cortinas,
se persigna. Un gran silencio se produce. Sonia reza y codea a Rodo para
que haga lo mismo. Mariana saca un alfajor de la cartera y se lo ofrece a
Pica, este lo rechaza enojado)
PICA: ¡Ufa, mamá!
TODOS: ¡Shhh!
PICA: (Acercándose a Meco, en voz baja) ¿Y Giramún?
MECO: ¿Y, que?
PICA: ¡Que no canta! (Se crea un clima de impaciencia, Meco y Morucho se miran,
lo miran a Vaguito, este no entiende, D. Marimón comienza a andar
nerviosamente en la silla de ruedas, ésta chilla por falta de aceite)
SONIA: ¡Quédese quieto, D. Marimón! ¿No ve que con ese ruido el bicho se asusta?
PICA: (En voz alta, casi gritando) Tenía que ser mina, decirle bicho a l Ovejita!
MORUCHO: Tiene razón Pica, acá nadie sabe de pájaros, y después pretenden que la Ovejita
cante. ¡El jilguero puede ofenderse, caramba!
MARIMÓN: Por que no la hace cantar Ud., ya que sabe tanto. Resucitamos a Caneta y todos
contentos.
MORUCHO: (Dando cátedra) La Oveja no canta porque está acobardada.
PICA: ¡Que va a estar acobardada, si es el pájaro más valiente que hay!
MECO: ¡Tranquilo, che! Dejalo seguir a Morucho, que el de jilgueros sabe.
MORUCHO: Digo que está acobardada por el manoseo que se hizo del animal. (Pausa.
Mira a todos. Toma la boina y hace como si fuera el pájaro) El jilguero es un
pájaro sensible y necesita cariño, estímulo, no hay que ponerlo nervioso.
(Excitándose) ¡Y aquí hubo nervio señores, y a él eso le llega!
RODO: ¿Pero éste quién es, el psicólogo de los pájaros?
PICA: ¡Callate, funebrero, que vos sos un gil! (Entusiasmado) Seguí, Morucho, seguí
hablando de los jilgueros, y no le hagas caso a este cuervo.
MARIANA: ¡No te metas a pelear, Pica!
PICA: ¿Quién se mete, eh? ¿Quién?
MECO: ¡Terminala, che!
MARIMÓN: ¿Y que sugiere que hagamos, estimado Morucho?
MORUCHO: Nada. Simplemente esperar y tener paciencia; tiene que volver a tomar
confianza en si mismo, sentirse dueño de la jaula.
MARIMÓN: Entonces habrá que esperar un par de horas.
MORUCHO: O un par de días, y luego volverá a cantar como siempre, entonces será el
momento de resucitar a Caneta.
RODO: ¡Pero para entonces el cadáver va a estar podrido!
SONIA: No le digas cadáver a mi tío, Rodo.
PICA: No ves que este es un desgraciado, decirle cadáver al finado Caneta.
MARIMÓN: Y si resucita agujereado por los gusanos, van a decir que hicimos un pacto con
el diablo.
MECO: Sobre todo el cura ese, que quiere competir con el canario.
VAGUITO: No puedo soportar la imagen de Caneta podrido y con vida tomando fresco
debajo de la higuera. ¡Perdoname hermano querido!
SONIA: Ocupando mi pieza.
PICA: La Ovejita se va a asfixiar con el olor.
MARIANA: Nosotros nos vamos a ir antes de que se pudra, querido.
MORUCHO: Pero yo tengo la solución. (Silencio. Todos lo miran interrogándolo)
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El canto de la oveja 13
MECO: (Impaciente) ¡Decila, Morucho! Te estamos esperando.
MORUCHO: La solución está en..., no, mejor no lo digo. Es un secreto profesional. Se usa
solo en casos de necesidad.
MARIMÓN: ¡Este es un caso de extrema necesidad, Morucho!
RODO: ¡Es un caso de vida o muerte!
PICA: ¡Claro! Si la Oveja canta, Caneta revive, si la Oveja no canta, ¿Caneta qué...,
eh?
MORUCHO: ¡Está bien! No se pongan nerviosos. (Se pasea por la sala como un
catedrático) La solución está en agregarle alcohol fino al alpiste a la Oveja.
MECO: ¿Alcohol fino? ¿Y para qué?
MORUCHO: Para que olvide las penas, los malos tratos recibidos.
PICA: (Reflexionando) Las penas, claro. Después de todo a ella también se le murió
Caneta.
MARIMÓN: Si yo no entiendo mal, Ud. habla de emborrachar a ese pobre pájaro.
MORUCHO: Ud. lo dijo, viejo.
PICA: ¿Viste, vieja? Quiere poner en pedo a la Ovejita
MARIANA: ¡No digas malas palabras!
MECO: ¡Mariana, dejá escuchar, ¿querés?!
MORUCHO: Se olvida de las penas, se le calienta la sangre y se pone a cantar, y canta, canta
como una loca, hasta que se le pasa el efecto.
SONIA: ¡Pobre Ovejita! Todo para hacerla una santa. (Silencio comprometedor, nadie
sabe que hacer)
MARIMÓN: (Reacciona) ¡Vamos! ¿Qué estamos esperando! (Ordena) Sr. Rodríguez, traiga
rápido un frasco de alcohol. (Rodo inmediatamente obedece y va en busca del
frasco, mientras Morucho saca la jaula del cajón; Rodo vuelve y entrega el
alcohol a Morucho. Este, como si se tratase de una operación peligrosa,
moja el alpiste)
MORUCHO: (Explica) Este método se usa en los concursos de canto. (Ríe con picardía)
Para hacer trampa, claro. (Devuelve la jaula al cajón) ¡Listo! Ahora tenemos
que esperar unos minutos. Tiene que comer.
PICA: ¿Y después se mama?
MORUCHO: (Conformándolo) Digamos que sí.
PICA: ¿Y después canta?
MORUCHO: si.
PICA: ¿Tiene que cantar mucho?
MORUCHO: ¡Claro!
PICA: ¿Y después resucita Caneta?
MORUCHO: Si.
PICA: ¡Qué impresión!
VAGUITO: ¡Qué milagro! ¡Caneta, levántate y anda, dijo con su canto la Ovejita! (Pausa
larga)
MECO: Me parece que tendremos que tener paciencia
MARIMÓN: Ud. está tranquilo porque no tiene nada que hacer, pero yo señor mío, tengo
una fábrica llena de obreros que me están esperando.
MECO: ¡Cállese, explotador! ¿Quién lo va a esperar a Ud.? Si tiene a cinco obreros
locos que los hace trabajar por diez y le paga como si fueran dos, y todavía
quiere duplicar la producción, para eso quiere a la Ovejita, y si no para que le
sirva de propaganda haciendo resucitar a uno de sus trabajadores.
MORUCHO: ¡Shhh! ¡Cállense, que la van a asustar más de lo que está y entonces sí que
estamos listos! (Todos se callan. Hay tensión. De a uno tratan de espiar si la
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El canto de la oveja 14
Ovejita come, se hacen señas; D. Marimón se mueve más de la cuenta y sus
ruedas lo denuncian. Todos lo hacen callar. Pica es el último en asomarse)
PICA: (Con grito contenido) ¡La Ovejita come! ¡La Ovejita está comiendo! (Gran
alboroto, todos se entusiasman y van a espiar, dejando atrás a D. Marimón
que no puede llegar)
MARIMÓN: ¡Morucho, ponga orden, por favor!
MORUCHO: No se haga problema, viejo. ¡Ahora sí que va a cantar!
PICA: En pedo va a cantar como los dioses.
MECO: ¡Ahora va a cantar para ellos! (Todos murmuran y comentan)
MORUCHO: ¡Silencio! (Se escuchan los primeros trinos) ¿Escucharon?
PICA: ¡Es ella!
MARIANA: ¡No te emociones, hijo! (El canto del pájaro se hace cada vez más fuerte y
más hermoso. Sonia y Rodo se ponen de rodillas frente a la sala mortuoria,
D. Marimón cruza los dedos, Meco de espaldas al finado, hace la V de la
victoria, Vaguito espectral, Morucho triunfal, Mariana arrepolla a Pica, este
se deja. Los trinos y repiques de la Oveja llegan a su máximo esplendor.
Lentamente, por la transparencia de la cortina, Puede verse la silueta de
Caneta que se va incorporando en el cajón. Hay una exclamación de
asombro profundo. Mariana quiere guardar a Pica, éste tiembla, Vaguito cae
de rodillas junto a Sonia y Rodo, D. Marimón descruza los dedos y retrocede
con su silla tirando al suelo a Meco que estaba a sus espaldas y que no se
animaba ni a dejar la V, ni a darse vuelta para ver)
MORUCHO: (Dirigiéndose a la ventana) ¡Milagro! ¡Milagro! La Ovejita hizo resucitar a
Caneta. ¡Milagro! (Meco se repone y abraza a Morucho, luego lo hacen
todos con todos; en el entusiasmo D. Marimón logra levantarse)
MARIMÓN: ¡Milagro! (Camina, forzadamente da dos pasos) ¡Milagro! Caneta resucito y
yo camin...; (Se cae. Nadie le da importancia, todos festejan. La algarabía va
cesando lentamente y todos se quedan mirando la sombra que se va
iluminando. Caneta se mueve a penas. Ahora el silencio es profundo, roto
solamente por el canto de la Oveja, ya más bajo que en un principio. Por
momentos se entrecorta, se atora, se quiebra y termina con sonidos
involuntarios, estertoreamente, secamente. Otro silencio absoluto, largo)
PICA: (Tímidamente) La Ovejita no canta más. ¿Se le pasó el pedo?
MARIANA: (En voz muy baja) Y bueno, se cansó. Después de todo ya hizo resucitar a
Caneta, ¿no?
MORUCHO: No te preocupes, pibe, ya va a cantar de nuevo se cansó, nada más.
MECO: Santa Oveja, la santa de los obreros.
MARIMÓN: ¡Tiene razón Sr. Meco, como los hace producir!
RODO: (En un arranque) ¡Dejen todo como está! Voy a llamar a la televisión.
SONIA: ¡Rodo! Un poco más de respeto por la familia.
RODO: Perdonemé Soña, pero... (Sale corriendo)
VAGUITO: (Dando la espalda al resucitado en actitud valiente) Amigos, me toca hoy a
mi recibir por segunda vez en esta vida, a mi hermano Caneta. Recuerdo en
este momento la primera: ¡yo era un chico de pantalones cortos!, hoy es en el
ocaso de mi vida. (Todos lo aplauden) Cuando todos lo daban por perdido,
cuando ya nadie soñaba con verlo vivo nuevamente, sentado en su silla debajo
de la higuera tomando fresco, lo vemos sentado en su lecho de muerte, en el
cajón que lo llevaría a la más profunda oscuridad, hoy nos lo devuelve a la
vida ese pájaro maravilloso de plumaje dorado, gracias a él... (Pica no soporta
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El canto de la oveja 15
más el discurso, empuja a Caneta y entra a la sala mortuoria. Se escucha un
grito de espanto)
MARIANA: ¡Nene! ¡Mi hijo! ¡Socorro! ¡Lo agarró el muerto!
PICA: (Saliendo con la jaula en la mano) ¡La Ovejita está muerta! ¡Muerta! ¡Está
muerta y era mía!
MARIANA: (Lo abraza) ¡Tranquilo, hijo! (llora) ¡Hijito! No llores que tu mamá está con
vos.
MARIMÓN: ¡Ay, que tristeza tan grande! ¡Cuando se enteren mis obreros! ¿Quién los
alegrará? (Trata de agarrar la silla pero se le escapa haciendo sentar a
Meco) ¡Mi producción jamás volverá a duplicarse! ¡Ud. tiene la culpa,
Morucho!
MECO: ¡Viejo capitalista!
MORUCHO: ¿Yo la culpa? ¿Yo? Que sabía que se iba a morir. Se engolosinó, le gustó el
alcohol y se pasó de la marca. Seguro que murió cirrósica. ¡Eso es lo que pasó!
SONIA: (Muy triste) Y ahora el tío va a ocupar de nuevo mi piecita, y yo seguiré
durmiendo en el comedor.
VAGUITO: (Que todavía no salió de su sorpresa) ¡Tranquilos amigos, que si bien no
tenemos a la Ovejita, tenemos a mi hermano resucitado y esto es un milagro!
¡Ovejita querida! ¡Hermano querido! Nacieron el uno para el otro y ella murió
para que vos vivieras. Pero yo me pregunto: (El llanto no lo deja continuar
hablando) ¿Quién sos vos, querido hermano Caneta, sin ese don que Dios te
dió? (Levanta la voz eufórico) ¿Quién es mi hermano sin su corazón
emplumado, sin su alma de pájaro, sin su canto? (Bajando el tono) Caneta y la
Ovejita eran uno solo, y Caneta sin la Oveja... (Reflexiona) Nadie creería que
aquí se produjo un milagro. (Llora amargamente. Las luces van bajando
lentamente. D. Marimón que ha logrado subirse a su silla abandona la sala
tristemente, haciendo crujir sus ruedas y rompiendo el silencio reinante.
Meco, sin mirar a Caneta., le hace la V de la victoria y es empujado hacia
afuera por Morucho, quien estrujando la boina y lloriqueando, le dice una
palabras al resucitado)
MORUCHO: Se acabaron los jilgueros para mí, te lo juro Caneta. La Oveja fue lo mejor del
mundo y siempre la voy a recordar. ¡Chau, Flaco! (Se lleva a Meco. Sonia
toma del hombro a su padre que todavía llora y ambos salen)
MARIANA: (Mirando, junto con pica, a Caneta) Vamos, Pica, vamos que mami te va a
comprar otro pajarito, ¿eh? Un pichoncito te voy a comprar. (Ambos miran la
jaula que quedó en el piso. La luz se centraliza sobre ellos, notándose detrás
de la cortina la figura de Caneta aún sentado en el cajón) Y lo vamos a criar
entre los dos. (Mira a Caneta) Será cantor como la Oveja.... y manso..., como
Caneta. (Pica toma la jaula y la abraza, mientras llora grotescamente)

TELON
Síntesis argumental
La historia se desarrolla, en el marco de un grotesco liviano, en la antesala de una casa
mortuoria del velorio de Caneta, personaje muy querido por los vecinos del barrio. Los
concurrentes son Vaguito (hermano del difunto) y casi un poeta, Sonia (hija de Vaguito) una
coqueta loca, Meco (amigo de la familia) gremialista militante, Morucho (amigo de la familia)
conocedor de pájaros, Mariana (hermana de Meco y madre de Pica) sobreprotectora y
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El canto de la oveja 16
controladora, Pica (adolescente hijo de Mariana) fanático de los jilgueros y admirador de
Caneta, Marimón (dueño de la fábrica donde trabajaba Caneta) explotador y codicioso y Rodo
(dueño de la funeraria) comerciante y admirador de Sonia. Durante la noche del velorio los
personajes se disputan a la Oveja, el jilguero cantor que Caneta ha dejado como única
herencia. Con el paso de las horas el pájaro deja de tener un valor sentimental y se convierte
en un objeto codiciado por todos. Para comprobar su supuesta capacidad de hacer milagros el
grupo decide someterlo a una prueba. La Oveja logra resucitar a Caneta pero pierde la vida en
el esfuerzo.

Otras reflexiones
No obstante el humor y el clima costumbrista de aparente ingenuidad, dentro del relato
subyacen conflictos sociales e individuales que evocan aspectos de nuestra historia cercana. A
través de supuestos lugares comunes los personajes dejan entrever su hipocresía y la realidad
cobra una dimensión más descarnada.

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