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Nombre: Werlin Estefanía Rincón German

Matricula: 2019-2513

Tarea: Ocupación militar norteamericana de 1916

Estimados,

Luego de consultar los textos : Historia Critica


Dominicana del autor Juan Francisco Martinez Almanzar
en las paginas de 386 a 405. Fundamentos de Historia
Social Dominicana de los autores : Nelson E. Diaz y
Silverio Gonzalez . Historia del Pueblo Dominicana de
Franklin Franco Pichardo en las paginas 397 a 412.

Realizar un análisis comparativo sobre la ocupación


militar norteamericana de 1916.

Esta debe tener un formato en PDF . A ser elaborado en


cinco paginas .

Después proceda a grabar y arrastrar o subir archivo.

El 14 DE ABRIL de 1916 se verificó uno de los alzamientos


que con frecuencia alteraban la vida política del país en los
albores del siglo XX. Desiderio Arias, secretario de Guerra y
Marina, se rebeló frente al presidente Jimenes, a causa de
la destitución de dos de sus partidarios que ocupaban
puestos de mando militar. El Congreso, dominado por
seguidores de Arias y por opositores al anciano mandatario,
se aprestaba a interpelarlo.
Los episodios que seguirían -desembarco de tropas de
infantería naval, renuncia de Jimenes, elección del doctor
Francisco Henríquez y Carvajal como presidente interino,
nunca reconocido por Wilson- desembocarían en la Primera
Ocupación Militar Americana. Tras siete meses de presiones
para que el gobierno dominicano aceptara la designación de
un experto financiero con poderes para manejar las finanzas
públicas y un comandante americano que reestructurara los
cuerpos castrenses en una sola entidad profesional.

El 29 de noviembre, desde el buque insignia Olympia, el


capitán Harry S. Knapp proclamó que el país quedaba bajo
“estado de ocupación militar, sometido al gobierno militar y
al ejercicio de la ley militar.” Como le diría el coronel
Pendleton a Francisco J. Peynado: “la ley marcial quiere
decir que si Ud. pone la cabeza o el dedo en el camino del
Gobierno, esa cabeza o ese dedo desaparecerá.”

Serían ocho años, tras los cuales, el país no volvería a ser


el de antes. Los cambios implantados por
los marines dejarían honda huella en la sociedad y las
instituciones.

Desintegrados los cuerpos armados existentes, dieron paso


a la Guardia Nacional que tendría el monopolio de la fuerza.
Se procedió al desarme general de la población y a la
liquidación de las bandas armadas. Originándose la
resistencia, más en el Este, de grupos irregulares señalados
por el interventor como gavilleros o bandidos.

En la Guardia, un Trujillo ingresante como segundo teniente


en 1919 hizo carrera hasta convertirse en su comandante en
jefe. Abriéndose camino hacia el poder político e
imponiéndose durante tres décadas.

Se instauró un sistema de mensura y registro de la


propiedad inmobiliaria mediante la Ley de Registro de
Tierras de 1920. Su aplicación durante la depresión que
afectó a la industria azucarera en los 20, facilitó la
concentración de la propiedad a favor de las empresas
americanas. Fue el capítulo de los desalojos, el avance del
capitalismo corporativo que movió la pluma de Moscoso
Puello en Cañas y bueyes, la de Manuel Amiama en El
terrateniente y dio alas al canto épico de Pedro Mir en Hay
un país en el mundo.

Se impulsó la educación en las áreas rurales (85% de la


población), con mejoras salariales y se construyeron
planteles en algunas ciudades siguiendo diseños del Sur de
EEUU, como la Escuela Brasil en San Carlos.

El Código Sanitario de 1920 reguló la práctica médica y


farmacéutica, el control epidemiológico y el saneamiento
ambiental. Surgieron la Secretaría de Sanidad, el
Laboratorio Nacional y las escuelas de enfermería. Dos
nuevos hospitales y un leprocomio, renovándose otros
cinco: de 100 a 450 camas.

Los marines dejaron una red vial moderna, enlazando


regiones antes comunicadas por el tráfico de cabotaje y las
líneas férreas del Cibao. Con las carreteras vino el automóvil
y el trabajador haitiano, importado por Obras Públicas y los
ingenios. Agregaron puentes, depósitos aduanales y otras
infraestructuras. Una polémica reforma arancelaria y
mejoras burocráticas.

La literatura sobre la Ocupación no ha sido abundante. The


Americans in Santo Domingo (1928) es el clásico, de la
autoría de Melvin M. Knight, encomendado ese estudio por
el American Fund for Public Service, parte de una serie
acerca del papel de las inversiones de EEUU en el exterior.
De allí saldrían Nuestra Colonia de Cuba de Leland Jenks
y Nuestros Bancos en Bolivia de Margaret Marsh. Primeras
monografías sobre el “imperialismo económico”.

Publicado en 1939 por la Universidad de Santo


Domingo, Los Americanos en Santo Domingo permaneció
sin parangón. Hasta que el historiador Bruce J. Calder
culminó su tesis sobre la Ocupación, editada por la U. de
Texas: The Impact of Intervention (1984). Que presenta un
balance más equilibrado de la gestión del gobierno militar.
Afirmando que buena parte de sus ejecutorias se inspiraba
en la ideología progresista, en boga en EEUU, que
preconizaba reformas económicas y sociales con sentido de
equidad.

Calder relativiza la leyenda negra sobre la Ocupación,


alentada por el enfoque radical de Melvin Knight, el
nacionalismo de nuestros intelectuales de los años 20 y el
maniqueísmo marxista o neo marxista en la joven
generación de estudiosos de las ciencias sociales, proclive
a ver intencionalidad maquiavélica en todos los actos del
consignado imperialismo. Existen tres ediciones en español
de esta obra, la última de 2014 por cuenta de la Academia
Dominicana de la Historia: El Impacto de la Intervención. La
República Dominicana durante la ocupación norteamericana
de 1916-1924.

Por el lado académico dominicano, como un meritorio


estudio comprensivo, figura la obra del sociólogo Wilfredo
Lozano La dominación imperialista en la República
Dominicana, 1900-1930, que se concentra en los cambios
estructurales que la intervención provocara en la economía.
Publicada por la UASD en 1976, con prólogo de José del
Castillo, la Comisión de Efemérides Patrias tiene en carpeta
su reedición con motivo del Centenario de la Intervención del
16.

Contemporánea a la Ocupación, Los yanquis en Santo


Domingo (1929) está escrita en esmerada prosa modernista
por Max Henríquez Ureña, Secretario de la Presidencia del
efímero gobierno de su padre Pancho, a quien acompañara
en su campaña por América Latina, EEUU y Europa para
reclamar la restitución de la soberanía. Es un cuidadoso
relato documentado de los hechos que antecedieron a la
intervención.

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