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Duarte, El Patriota Calumniado

Por Juan Daniel Balcácer

Cuando la nación dominicana estaba sumida en una larga noche de miseria, su economía
arruinada y nuestra cultura ancestral, la primada de América, seriamente afectada por la
dominación haitiana que estrangulaba las enseñanzas, el idioma, la religión y nuestros valores y
costumbres, era claro que la dominicanidad corría un grave peligro, ese era un panorama muy
sombrío. Entonces, un valiente y dinámico jovencito multiplica sus actividades por toda la
ciudad de Santo Domingo, con un discurso de ideales y esperanzas despertando conciencias,
prometiendo libertades, como un faro inexpugnable, y enfrentando los peligros se convirtió en
el líder de las juventudes de la época antes huérfanas de futuro.

Su labor fue cuidadosa y metódica, pero también incansable. Sabemos con pruebas
documentales, que desde los 16 años se había prometido así mismo no descansar hasta darnos
una patria libre e independiente de la cual pudiéramos estar orgullosos todos los dominicanos.
Desde el regreso de su bienaventurado viaje a Europa, se dedicó a su noble misión.

Pero, para ese sublime propósito, lo primero era crear conciencia dominicanista en esta
sociedad completamente confundida, espíritu constante de trabajo, y la mística del heroísmo y
el sacrificio por la Patria.

Nadie nunca lo ha hecho mejor que él.

En el almacén de su padre en las atarazanas, creo una escuela de avanzados pensamientos, y


luego un glorioso día 16 de julio del 1838, reunió a 8 compañeros para que hicieran con él un
solemne juramento en nombre de Dios y su conciencia, para dedicar su persona, vida y bienes a
la creación de una Republica libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera.

Esa organización secreta, Trinitaria, fue la verdadera madre de nuestras libertades y su


organización caló profundamente en el corazón de los dominicanos y él se ocupó de que se
extendiera por todo el país, creando las condiciones necesarias para conseguir la independencia
anhelada.

A pesar de ser una organización secreta, sabemos por los hechos históricos, que prendió en
todo el territorio nacional y aun perduran sus ideales.

En labor facilito el inolvidable 27 de Febrero del 1844, y también la prontitud y facilidad con que
se unieron y pronunciaron los demás pueblos de la naciente República, respaldando así los
ideales sembrados por el Patricio que estuvieron incluso presentes cada vez que se mancilló
nuestro pueblo.

El trabajo de Duarte no sólo propició que naciera la Republica, sino que también él supo
defenderla y quererla durante toda la vida, aún consciente que la labor era harto difícil, con
enemigos poderosísimos dentro y fuera del país; por eso, el 26 de mayo del 1844, cuando los
disfrazados traidorzuelos fraguaban la anexión a Francia, su voz varonil recia e insobornable
frustró el Protectorado Francés y la perdida de por vida de la península y bahía de Samaná.

También con Sánchez, Puello y otros patriotas desalojó a los traidores de la Junta Central
Gubernativa con la Acción Cívica Militar del 9 de junio de 1844, dejando plasmados para
siempre sus ideales, para ser imitados en todas las épocas, preservando así la Patria de sus
sueños.

Juan Pablo Duarte fue el verdadero artífi ce de la conciencia dominicanista de la Patria, que hizo
posible la independencia y el mantenimiento de la Republica, y venciendo todas las vicisitudes.

El camino no fue fácil. Pero él siempre tuvo fe en su pueblo, y éste, el dominicano, supo
levantarse de las caídas propiciadas por las traiciones, por las injustas y constantes invasiones y
los grandes intereses de las potencias coloniales, que siempre han gravitado sobre la Nación.
Pero, aun así, este pueblo, el más glorioso y heroico de América, en la tierra de todas las
primacías, ha conservado siempre en su alma sus puros ideales y siempre ha sabido vencer sus
grandes difi cultades.

Duarte puede ser denostado y calumniado, pero la realidad es que aunque nunca quiso
permanecer en el estercolero de la politiquería posterior a la fundación de la Republica, sí
regresó cuando su bandera, que él había plasmado en el juramento trinitario, fue arriada y
enhestado el pabellón español. Entonces vino una vez más a ofrendar su vida y todo lo que era
por nuestras libertades. Por todo esto y mil cosas más Duarte, el líder de la Revolución de los
Muchachos, es y será siempre nuestro padre de la Patria.

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