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Junto a las amenazas clásicas derivadas de los conflictos armados, la militarización global y la

carrera armamentista, actualmente existen otras amenazas para la paz vinculadas a la crisis
medioambiental y la presión sobre los recursos naturales, a la desigualdad y exclusión de
amplias capas de la población, y a graves carencias de cohesión social de las sociedades del
Norte y del Sur, que se manifiestan en una creciente división de grupos sociales por razones
socioeconómicas, culturales e identitarias. Al tiempo que la desigualdad acentúa los conflictos
distributivos (económicos y ecológicos), resurgen ideologías excluyentes que conducen a la
intolerancia cultural.

Los nuevos desafíos obligan a replantearnos los conceptos de paz y de seguridad bajo nuevas
ópticas capaces de abarcar aspectos no considerados suficientemente hasta ahora. Desde CIP-
Ecosocial creemos que el concepto de paz debe ampliarse para englobar los múltiples desafíos
de distinta naturaleza que enfrentan las sociedades actuales. Hoy resulta patente la
interrelación entre las diferentes facetas y la necesidad de actuar sobre ellas desde una
perspectiva integradora. Así, la educación para la paz y el tratamiento de este enfoque a través
de la educación formal y no formal constituyen el primer paso para lograr una ciudadanía
responsable y comprometida con la cultura de paz.

Como recordamos cada Navidad, Jesús es el príncipe de la paz y sólo Él nos ha


dicho que dos da su paz.
La paz es un regalo de Dios. Cuando conocí el evangelio hace mas de cuarenta
años era muy utilizado para la evangelización un libro apasionante de Billy
Graham titulado “Paz con Dios”, era el resumen del evangelio. Nuestra relación
con Jesucristo implica paz con Dios, ya que la cuenta, nuestra deuda ha sido
saldada en la cruz del calvario, nuestros pecados han sido lavados y perdonados
por su preciosa sangre y como dirá Isaias por su llaga fuimos curados.
Cuando aceptamos al Señor recibimos uno de los frutos del espíritu que es la paz.
En segundo lugar, cuando nos entregamos al Señor tenemos paz con nosotros
mismos, paz de conciencia, podemos descansar en él y dormir confiados porque
sólo él vela por nuestro descanso.Jesús nos ha enseñado a descansar en él, que no
se ponga el sol sobre nuestro enojo y que cada día al acostarnos le pidamos perdón
por todo lo que hemos hecho, dicho o pensado mal a lo largo del día.
En tercer lugar al abrazar el evangelio hemos de buscar la paz con los demás…en
la medida que dependa de nosotros estar en paz con todo el mundo. Somos
embajadores y signos de reconciliación y en la iglesia, cuerpo de Cristo hemos de
ser ejemplo de reconciliación, hemos de ejercitarnos en el perdón y el amor a todos
los hermanos y todo esto es posible porque Él es nuestra paz. El Señor nos exhorta
diciendo que si al traer nuestra ofrenda al altar nos acordamos de que tenemos algo
con algún hermano primero antes de traer la ofrenda nos hemos de reconciliar con
el hermano.
Estas son las tres dimensiones de la paz que procede de Dios, paz con Él, paz con
nosotros mismos y paz con cuantos nos rodean en lo que dependa de nosotros y si
esto es una realidad en nuestras vidas entonces podremos vivir y descansar
confiados.
Devocional escrito por Narcís de Batlle Teixidor Pastor de la IEE en Reus y en la
residencia Bet San.
“En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo”. Romanos 5:1
Para el hombre y la mujer encontrar la paz en nuestro entorno es una de las pruebas más difícil de lograr.
Las exigencias de nuestro trabajo y de nuestra familia consumen todo nuestro tiempo y las dificultades
arrecian nuestro diario vivir, las necesidades no cesan y entramos en permanente conflictos que producen
agotamiento en nuestro ser.
Dios nos invita a tener paz. Lo primero y más importante es tener paz con Dios, (en hebreo es Shalom), lo
cual denota seguridad y así experimentamos la sensación de estabilidad interior, viviendo en armonía y
seguridad espiritual con Dios para que gobierne nuestro corazón.
Lo segundo es tener paz con el prójimo, la cual es necesaria para tener un entorno agradable y llevadero,
evitando tener conflictos con nuestros amigos y hermanos en Cristo. Y por último es necesario tener paz
interior con uno mismo, pues así tendremos una mejor comunión con el Padre, reflejar paz y seguridad en
nuestro hogar y en toda nuestra vida.
Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su Espíritu.

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