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Libro6 (1563) PDF
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INDICE
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1. El Espíritu Santo nos
Guía Hasta La Verdad
Objetivo:
Verémos cual es la Verdad Completa a la que nos
guía El Espíritu Santo y decidiremos vivir siempre
con El para conocer la Verdad que nos hace
libres.
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1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
“Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa: pues no
hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El
me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.Todo lo que tiene el
Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros” (Jn 16,13-
15).
EL GUÍA Y ‘ ANUNCIADOR ’.
Con esas palabras, Jesús nos hace saber que el Espíritu Santo, que procede del
Padre y del Hijo y que es un solo Dios con ellos, es el que nos guiará hasta que
poseamos la verdad completa.
El Espíritu Santo “no hablará por su cuenta”, al igual que Jesús que dijo: “Las palabras
que os digo, no las digo por mi cuenta” (Jn 14,10). Ninguna de las tres divinas
Personas hacen algo ‘por su cuenta’ porque son perfecta unidad en la que el
Padre, que es el origen, tiene siempre la iniciativa; por eso todo lo que es del Padre
es también del Hijo y del Espíritu Santo. Así es como el Hijo y el Espíritu Santo
siempre quieren y hacen lo que el Padre quiere y hace.
El Espíritu Santo, después de la salida de Jesús de este mundo, siempre “recibe” de
lo de Jesús, es decir, siempre continúa lo que el Padre ha querido dar a los hombres
y lo que Jesús ya nos ha dado. Por eso el Espíritu Santo “hablará lo que oiga”, como
Jesús, que ‘nos ha dado a conocer todo lo que ha oído a su Padre’ (cf Jn 15,15), y
le “dará gloria” porque nos hará valorar lo que ya dijo Jesús y nos hará penetrar en
su enseñanza.
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Cómo se llega a ‘la verdad completa’.
Jesús había dicho pocos momentos antes a los Apóstoles: “Mucho tengo todavía que
deciros, pero ahora no podéis con ello” (Jn 16,12), por eso ‘la verdad completa’ es lo
que el Espíritu Santo hará comprender a los Apóstoles, especialmente el
anonadamiento de Jesús en su pasión y muerte: el escándalo de la cruz era
incomprensible para los Apóstoles. También es imposible para nosotros comprender
el misterio de Cristo. Sólo se puede aceptar por la fe.
A la verdad completa, se llega en la fe y mediante la fe. El hombre no puede
naturalmente llegar a la verdad completa, necesita abrir su corazón por la fe. La
guía del Espíritu Santo para hacer que el hombre llegue a la verdad consiste en
suscitar la fe en el hombre: ésta es fruto de Su acción en el hombre. El misterio de
Cristo exige la fe, nadie puede llegar a él por la sola inteligencia humana. La verdad
de Dios y de lo que Él hace no se encuentra en las ideas, sino en la existencia, en
la vida, en las relaciones que tengan entre sí las personas. ¡El Espíritu nos guía a
la vida!
La fe nos introduce a la verdad de la vida, no sólo a las ideas ni sólo a aprender las
enseñanzas de doctrina. Cada parte de esa verdad completa tiene que llegar a ser
para nosotros una manera de tratar con Dios y con los demás. La verdad completa
consiste en alcanzar a vivir con Dios de manera que nos llene de su mismo ser, de
su santidad. La verdad completa es Dios mismo y todo lo que Dios ha hecho en
sus criaturas.
La Verdad es Dios mismo en su Trinidad Santísima: ella es la plenitud de la Verdad,
crea verdad y comunica verdad; para nosotros Dios llega a ser Verdad cuando
nuestro trato con cada una de las Personas Divinas, va transformando nuestras
vidas. Antes de esta relación Dios es para nosotros solamente una idea.
Es verdad la gran empresa del amor al hombre que es la Encarnación, la vida,
pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo de Jesús, que es “La Verdad” revelada
al hombre en el hombre-Dios. Todo hombre que llega a este mundo tiene que
descubrir esta Verdad. Así como para los discípulos Jesús se hizo verdad cuando lo
siguieron, así Él se hace Verdad para nosotros
cuando lo tomamos en serio y libremente lo admitimos como Salvador para que
realice nuestra liberación del pecado.
El Espíritu Santo,“Señor y dador de vida”, llega a ser Verdad para nosotros cuando,
en docilidad a su acción, lo dejamos habitar en nosotros, transformarnos y darnos
la experiencia de la libertad y de la santidad.
En la Verdad completa está también la realidad del hombre pecador. Por eso el
Espíritu Santo viene a “convencer al mundo de pecado”. También es verdad que la
justicia exige que Jesús vuelva al Padre después de haber realizado su obra de
salvación del hombre; por eso el Espíritu convence al mundo de justicia. Y es
verdad también que el Príncipe de este mundo, que engañó al hombre y lo indujo
al pecado, ya está condenado; el Espíritu convence al mundo de ‘juicio’ condenatorio
del Diablo.
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La verdad del hombre será ‘nuestra’ verdad cuando aceptemos todo el amor que
Dios nos tiene y dejemos de estimarnos con criterios mundanos. Vivir la verdad
del hombre es aceptar nuestra realidad de pecadores amados por Dios, llamados
a la santidad con la que Dios es santo.‘Probemos’ la verdad de que somos ‘capaces
de Dios’, dejando a Dios que llene nuestra vida y permitiéndole hacer todo lo que
le plazca en nuestra vida.
El Espíritu Santo nos guía por el camino que lleva a la Verdad plena que encontramos
revelada en el señor Jesús.
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS DA LA GUÍA DEL ESPÍRITU SANTO
PARA LLEGAR A LA VERDAD COMPLETA.
7
8. RESUMEN.
El Espíritu Santo tiene el encargo de llevarnos a “la Verdad completa” y para
hacerlo “no hablará por su cuenta”, sólo “dirá lo que oiga” y “dará gloria” a Jesús,
haciendo conocer, apreciar y vivir lo que enseñó.
A “la verdad completa” se llega sólo por la fe. Ésta es fruto de la acción del
Espíritu Santo y de la respuesta del hombre a su acción divina. Con la fe el
Espíritu Santo nos hace vivir la verdad, porque la verdad completa no se conoce
con las solas fuerzas del entendimiento. Él tiene el encargo de guiarnos hasta la
Verdad completa, hasta que vivamos plenamente la realidad de Dios en nuestra
realidad humana. La verdad tiene que llegar a ser una manera de existir y una
manera de tratar con Dios y con los demás.
Dios uno y trino se nos hace verdad cuando nos relacionamos con cada una de
las tres Personas conforme a su lugar en la Trinidad. Jesús llega a ser verdadero
para nosotros cuando lo dejamos ser nuestro Salvador y Señor; el Espíritu Santo
es verdad para nosotros cuando lo admitimos en nuestra vida y le permitimos
cambiarnos conforme a lo que Dios quiere hacer de nosotros.
También necesitamos vivir en serio la verdad de nosotros mismos, como parte de
“la verdad completa”: somos pecadores amados por Dios y destinados a la santidad
en la eternidad. El Espíritu que nos guía hasta la verdad completa convence al
mundo de pecado, de juicio y de justicia. El Diablo está condenado; Jesús está en
el cielo. Viviremos la verdad no teniendo nada que ver con el Diablo y
entregándonos al Señor Jesús que en su mismo ser nos conduce hasta el Padre.
9. CANTO.
8
11. MEMORIZA:
“EL ESPÍRITU DE LA VERDAD OS GUIARÁ HASTA LA VERDAD COMPLETA”
(JN 16,13)
9
2. El Espíritu Santo hace nuestra
Comunión con
El Padre y con El Hijo.
Objetivo:
Conocerémos la acción del Espíritu Santo en
nosotros para hacernos participar de La
comunión con el Padre y con el Hijo; decidirémos
ser dóciles a su obra y a sus Inspiraciones.
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1. REVISIÓN DEL TRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
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Dios nos hace participar de su misma vida en cuanto nuestra naturaleza humana
es capaz de tenerla. Dios nos une a Él de tal manera que llegamos, en la medida de
nuestra docilidad y fidelidad, a ser uno con Dios. Hemos sido creados para
participar así de la naturaleza divina. Con esta gracia de comunión Dios nos
concede una verdadera y profunda participación en su misma vida divina, de
modo que podamos ver las cosas como Dios las ve, pensar como Él piensa, querer
lo que Él quiere y hacer lo que Él quiere, como Jesús, que con su naturaleza
humana siempre estuvo unido al Padre e hizo lo que a Él le agrada.
Nuestra comunión con los demás.
De la primera comunidad cristiana se escribió: “La multitud de los creyentes no tenía
sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era
en común entre ellos” (Hch 4,32).
La armonía que todos tenían en relación a los bienes materiales y a las cosas
exteriores procedía, pues, de la armonía y de la unidad de alma y de corazón.
Cuando el hombre saborea la comunión con Dios satisface una necesidad funda-
mental que Dios le dio en la creación: la comunicación plena con otro, especialmente
la profunda relación con su Creador. A partir de esto el hombre tiene necesidad
de hacer que otros tengan también esa comunión y logran una convivencia antes
no conocida. El hombre encuentra así el camino de una sana relación con los
hombres: el camino para la unidad con los demás es la unión con Dios.
La acción del Espíritu Santo.
Cuando el Espíritu Santo viene a un ser humano llega al ‘corazón’, al lugar donde
el hombre hace sus decisiones y desde donde dirige su vida. Es en ese lugar donde
el hombre se abre a otros para darse y para recibir.
Ese lugar es su conciencia, y es el lugar propio de Dios en cada hombre. Cuando
el Espíritu Santo ‘entra’ en nuestro corazón nos enriquece con su propio ser, sacia
nuestros deseos y nos dispone a abrirnos a los demás. Cuanto más abrimos el
corazón, más profundamente penetra el Espíritu Santo, más nos da de su propio
ser y más sacia nuestra necesidad de comunicación. La Eucaristía, los demás
sacramentos, la Sagrada Escritura y la oración nos abren más al Espíritu Santo.
El hombre ‘en el Espíritu’ abre entonces su corazón a los demás para enriquecerlos
con su propio ser y con todo lo que tiene, sin por ello empobrecerse, y para
enriquecerse con el ser de los otros hombres ‘en el Espíritu’. Con esto aprende la
nueva relación con las cosas materiales y aprende a usarlas para el bien de todos.
Así la comunión con Dios que hace el Espíritu Santo en los corazones individuales
se manifiesta también en las relaciones que los hombres establecen entre sí; Él
mismo nos regala la comunión entre los hombres.
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4. ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS.
NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS.
1 Jn 1,1-4
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME.
GUARDAREMOS SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA
ACOGER EN NUESTRO INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL ESPÍRITU SANTO QUE NOS QUIERE LLENAR DE SÍ
MISMO PARA QUE LLEGUEMOS A LA PLENA COMUNIÓN CON ÉL Y
TENGAMOS UN SOLO CORAZÓN Y UNA SOLA ALMA CON LOS DEMÁS.
8. RESUMEN.
La ‘comunión’ se da cuando varios seres distintos tienen, sin embargo, la misma
vida. Consiste, pues, en que muchos sean uno. Dios es uno y a la vez es tres
personas; así también, al modo humano, los miembros de la primera comunidad
cristiana eran muchos pero ‘tenían un solo corazón y una sola alma’.
La comunión nos da una profunda participación en la misma vida de Dios, nos
hace ver las cosas como Él las ve, pensar como Él piensa, querer lo que Él quiere
y hacer su voluntad. Es un reflejo de lo que vivió Jesús en la tierra con su naturaleza
humana: siempre estuvo unido al Padre e hizo lo que a Él le agrada.
La armonía interior que viene de la comunión con Dios nos lleva a la comunión
con otras personas que también viven ‘en el Espíritu’ y produce la comunión con
los hermanos. Esta comunión da una profunda unidad ente los hombres, sin destruir
las diferencias propias de la personalidad de cada uno. Esta comunión nos da la
recta convivencia con los demás y nos ayuda a usar rectamente de las cosas
materiales.
13
Cuando abrimos nuestro corazón al Espíritu Santo, Él nos comunica su ser divino,
en la medida en que es capaz nuestra naturaleza humana; Él es, pues, el que nos
da la comunión con Dios. Pero también Él es el que nos impulsa a abrir nuestros
corazones a los demás y a apreciar las cosas materiales sólo en lo que valen. Él
nos da, pues, la comunión con los hermanos.
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“QUE ESTÉIS EN COMUNIÓN CON NOSOTROS.Y NOSOTROS ESTAMOS EN COMUNIÓN CON EL PADRE Y CON
SU HIJO, JESUCRISTO” (1 Jn 1,3)
14
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3. El Espíritu Santo da inicio a la
Iglesia que fundó Jesús.
Objetivo:
Conoceremos en qué consistió la acción del
Espíritu Santo sobre la Iglesia el día de
Pentecostés. Decidiremos vivir en la Iglesia para
gozar de la certeza de la acción santificadora del
Espíritu Santo.
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1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
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El Espíritu Santo, guía invisible de la Iglesia.
Desde Pentecostés el Espíritu Santo asumió la guía invisible de la Iglesia. La unión
del Espíritu Santo y de la Iglesia es interna; el Espíritu Santo no ‘ayuda’ a la Iglesia;
constituye y hace la Iglesia; sin Él no habría Iglesia.
En Pentecostés llenó con su ser a los primeros miembros de la Iglesia, los Apóstoles
y los ‘laicos’. Les dio la experiencia hablar movidos por Él, les dio capacidad de
servir a los demás con sus carismas, les hizo saber que, siendo débiles y cobardes,
Él los hacía obedientes y valientes para predicar al Señor Jesús. Y Pentecostés se
perpetúa en la Iglesia con los sacramentos de la Confirmación y del Orden: en ellos
los cristianos reciben el Espíritu Santo y la fortaleza.
El Espíritu Santo sigue guiando a la Iglesia a toda la verdad. La sigue enriqueciendo
con nuevos cristianos que se entregan plenamente a Jesús; la llena de Su presencia;
la santifica en cada uno de sus miembros ayudándoles a ser dóciles, dándoles
dones jerárquicos y diversos carismas con los que les da el derecho y la obligación
para actuar en la Iglesia y los capacita para servirla.Y al mismo tiempo, el Espíritu
Santo, como constructor de la Iglesia, da unidad a toda la Iglesia. Él, el dador de vida,
la mantiene viva, unida en un solo Cuerpo con su Cabeza, Jesús, con una misma y
única vida. La Iglesia es así un “misterio de comunión” por obra del Espíritu Santo.
Él está presente y actúa en todos y en cada uno de los sacramentos de la Iglesia: hace
la Eucaristía, se da en el Bautismo y en la Confirmación, ‘es el perdón de los
pecados’, se da a los esposos en el Matrimonio, es infundido por el sacramento del
Orden y se hace presente en quien recibe la Unción de los Enfermos.
El Espíritu Santo, además, ‘pone como vigilantes, para pastorear a la Iglesia de Dios’ (cf.
Hch 20,28) a algunos a los que capacita para el desempeño de su misión y los
acompaña y fortalece en el desempeño de su tarea.
“La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo son
guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el Reino del Padre y han
recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por
ello se siente intima y realmente solidaria del género humano y de su historia»
(Concilio Vaticano. Gaudium et Spes 1)
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
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6. COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL
SEÑOR.
CONTESTAREMOS VOLUNTARIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1. ¿Crees que el Espíritu Santo está presente en toda la Iglesia, formada por sacerdotes
y laicos?
2. ¿Al recibir algún sacramento piensas que en él vas a recibir el Espíritu Santo?
3. ¿Cuánto le toca al Espíritu Santo hacer la unidad de la Iglesia y cuánto a
nosotros?
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL ESPÍRITU SANTO QUE HACE TAN ADMIRABLE A LA
IGLESIA.
8. RESUMEN.
El día de Pentecostés vino el Espíritu Santo al grupo de los Apóstoles unidos por
el encargo de Jesús de ir a predicar a todas las naciones. Estaban con María en
oración, para recibir la Promesa del Padre.
Ese mismo día comenzó la predicación de la Iglesia con el discurso de Pedro y de
los Once ante la multitud que se había reunido al oír el ruido que produjo el
viento impetuoso. Los Apóstoles quedaron transformados y experimentaron el
poder del Espíritu Santo que a ellos, débiles, ignorantes y cobardes, les dio poder
para hablar con entereza ante todo el pueblo.
Desde ese día el Espíritu Santo es el guía de la Iglesia. Él está en todos sus miembros,
sacerdotes y laicos, y al les da unidad; les da dones que los hacen dóciles a su
acción y les da carismas, que son capacidades para actuar en la Iglesia, que les dan
derecho y obligación de trabajar en ella y de dar a conocer a Jesús.
El Espíritu Santo siempre está dando la garantía de que la Iglesia permanecerá en
la verdad, porque Él “nos llevará hasta la verdad completa”. El asegura también la
unidad de toda la Iglesia, dándonos la única vida divina y haciéndonos una sola
“comunión”. Él actúa y se da a Sí mismo en cada uno de los sacramentos y a los
que Él decide los pone como Pastores que la apacienten y nutran. En toda su vida,
la comunidad de la Iglesia se siente así solidaria con todos los hombres y se
compromete a dar a conocer a su Salvador y a su Espíritu que hacen la gran
transformación de la humanidad.
19
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“NO PODÍAN RESISTIR A LA SABIDURÍA Y AL ESPÍRITU CON QUE HABLABA” ESTEBAN. (Hch 6,10)
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4. María, en El Espíritu, Madre del
Cuerpo de Cristo.
Objetivo:
Conoceremos la participación de María santísima
en la Iglesia, como Madre; renovaremos y
profundizaremos nuestra relación filial con María,
la madre de la Iglesia.
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1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
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4. ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS.
NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS.
Jn 19,25-27
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y DANDO
GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS DIO A MARÍA COMO MADRE DE CADA UNO Y DE LA
IGLESIA.
8. RESUMEN.
9. CANTO.
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10. LEE, MEDITAY ACTÚA.
Día 1 Mt 12,46-50 María es Madre de Jesús, es dócil a la volun
tad del Padre y quiere enseñarlos a serlo.
Día 2 Hch 1,4-14 María, como Madre, acompaña a la Iglesia
naciente a recibir y tratar al Espíritu Santo.
Día 3 Lc 2,8-20 María, la Madre, guarda en su corazón sus
experiencias como Madre de Jesús.
Día 4 Lc 1,39-45 Guiada por el Espíritu Santo, María, como
Madre, comunica vida y une al Espíritu Santo.
Día 5 Lc 2,22-35 A María se le anuncia que acompañará a
Jesús en el sufrimiento por salvar a los
hombres.
Día 6
Día 7
11. MEMORIZA:
Prueba
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5. El Espíritu Santo Alma
de La Iglesia.
Objetivo:
Valoraremos la acción del Espíritu Santo en la Iglesia
y viviremos con grande alegría su presencia continua en
la Iglesia.
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1. REVISIÓN DEL TRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
Con frecuencia decimos que alguien es «el alma» de algo, de una institución, de
un grupo, etc.Y lo que queremos decir con ello es que sin esa persona la institución
o el grupo no tendría la fuerza y el ánimo de que goza.
La comparación está tomada del ser humano, que tiene alma y cuerpo: el cuerpo
sin el alma es un cadáver, carece de vida, no puede moverse. Con el alma, en
cambio, el cuerpo tiene fuerza y energía y el hombre realiza las actividades
propiamente espirituales del entendimiento y de la voluntad.
Alma de la Iglesia.
En primer lugar, el Espíritu Santo es “alma de la Iglesia” porque así como el cuerpo
está muerto si no tiene su alma, así el Espíritu Santo, el “dador de vida”, hace
que la Iglesia tenga vida. La vida de Dios es la única vida de la Iglesia, y esta vida
la tiene por la acción del Espíritu Santo. Cuando Jesús terminó su obra en la tierra,
fue enviado el Espíritu Santo el día para santificar a la Iglesia hasta el fin de los
tiempos y para que en él tengamos acceso al Padre por medio de Cristo (cf. Ef 2,
18). El dador de vida hace en nosotros la “comunión”, esa participación de la vida
misma del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El es la fuente de agua que salta hasta la vida eterna (cf. Jn 4,14;7,38-39). Por Él, el
Padre nos da vida, y nos la seguirá dando hasta que Él nos resucite en nuestros
cuerpos mortales en Cristo (cf. Rm 8, 10-11) .
En Pentecostés el Espíritu Santo bajó sobre los discípulos para permanecer con
ellos para siempre; desde entonces, la Iglesia se manifiesta públicamente; ese día
comenzó la difusión del Evangelio por la predicación entre los paganos.
En segundo lugar, el Espíritu Santo es alma de la Iglesia porque es su guía. Desde
el día de Pentecostés el Espíritu Santo, que Jesús pidió al Padre que nos lo diera
“para que esté con nosotros para siempre” (cf. Jn 14,16), ha sido el guía de la
Iglesia. Él la guía a toda verdad.
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La era de la Iglesia empezó cuando la Promesa del Padre, que es el Espíritu de la
verdad, llegó con toda su fuerza y evidencia sobre los apóstoles, y realizó el
nacimiento de la Iglesia. Desde entonces la primera comunidad cristiana tuvo la
conciencia de que el Espíritu Santo había asumido la guía invisible —pero en
cierto modo «perceptible»— de todos los que, después de la partida del Señor
Jesús, se sentían profundamente huérfanos.
Desde entonces esta presencia y guía del Espíritu Santo no ha faltado a la Iglesia
jamás. Lo vemos en las primeras decisiones de los Apóstoles y en los últimos
Concilios, enseñanzas y decisiones de los que “ha puesto el Espíritu Santo para
guiar a la Iglesia” (cf. Hch 20,28).
El Espíritu Santo, que dio luz y fortaleza a sus Apóstoles, las sigue dando a la
Iglesia, mediante sus sucesores. La gracia que habían recibido la dieron a sus
colaboradores con la imposición de las manos, y ésta sigue siendo transmitida en
la ordenación episcopal. Los Obispos, a su vez, con el sacramento del Orden dan
este don espiritual a los ministros sagrados y, mediante el sacramento de la
Confirmación, dan fortaleza a todos los renacidos por el agua y por el Espíritu; así,
en cierto modo, se continúa siempre en la Iglesia la gracia de Pentecostés.
En tercer lugar, “el Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles
como en un templo (cf. 1 Co 3,16;6,19), y en ellos ora y da testimonio de su
adopción como hijos (cf. Ga 4,6; Rm 8,15-16.26)” (Concilio Vaticano II).
El Espíritu Santo no está ‘fuera de’ la Iglesia, sino en su interior, como el alma en el
cuerpo. Por eso la Iglesia canta: “Sin tu divinidad, nada hay en el hombre, nada que sea
limpio”. La Iglesia sería nada sin el Espíritu Santo; sólo Él nos hace ser Iglesia y tener
vida.
Él está muy activo en cada miembro de la Iglesia y en toda ella: toda la oración
que se hace en la Iglesia procede del Espíritu Santo; todo testimonio acerca de
Jesucristo procede del Espíritu Santo; toda invocación y toda afirmación verdadera
acerca de Jesús, vienen también de Él.
Así como el alma da unidad al cuerpo y cuando ella falta el cuerpo se desintegra,
así el Espíritu Santo unifica a la Iglesia y continuamente trabaja para sea una
sola, un solo Cuerpo de Cristo.
También El la gobierna con diversos dones jerárquicos la provee de diversos
dones carismáticos. Todos ellos son diversos, pero todos tienen que ayudar a la
unidad y la riqueza de la Iglesia. Así, el Espíritu embellece a la Iglesia con sus
frutos (cf. Ef 4,11-12; 1 Co 12,4; Ga 5,22).
El Espíritu, “alma de la Iglesia”, la rejuvenece con la fuerza del Evangelio, la renueva
incesantemente, le da vigor para luchar, la alegra en la esperanza y la conduce a la
unión consumada con su Esposo Jesús.
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5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS DA UNA SOLA VIDA EN UNA SOLA
IGLESIA.
8. RESUMEN.
En el hombre, el alma da vida al cuerpo. Así en la Iglesia, que es un solo Cuerpo,
el Espíritu Santo, el “dador de vida”, mediante la comunión da a la Iglesia la
vida divina. Sin el Espíritu Santo la Iglesia estaría muerta; pero el Espíritu Santo
la ha hecho vivir por dos mil años y estará con nosotros hasta el fin de los
tiempos. Es la fuente de agua viva que brota para la vida eterna (cf. Jn 4,14).
El Espíritu además, es guía de la Iglesia; la conduce a toda verdad. Desde el día
de Pentecostés empezó su trabajo de guía dando a los Apóstoles y a la primera
comunidad cristiana, la certeza de su fuerza y de su guía. Esto lo vieron los Apóstoles
en sus enseñanzas y en sus decisiones, y lo seguimos viendo en las enseñanzas y
las decisiones que ahora toma la Iglesia en los concilios y en los diversos actos de
guía y gobierno que realizan los que el mismo Espíritu ha puesto como pastores.
También el donde Pentecostés continúa dándose a todos, como los Apóstoles lo
dieron a sus sucesores, éstos, que son los obispos, lo han venido dando a otros y
a sus colaboradores, los presbíteros; y de modo especial lo dan a los laicos mediante
el sacramento de la confirmación.
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Además, el Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como
en un templo. Allí el Espíritu hace que la Iglesia ore y dé testimonio de que
somos hijos de Dios. Y también el Espíritu da y construye la unidad de la
Iglesia. Como a todo cuerpo vivo, le da la unidad necesaria, partiendo de la
multiplicidad de dones jerárquicos y carismáticos con los que enriquece a su
Iglesia.
Así el Espíritu Santo embellece a la Iglesia, la rejuvenece, la renueva, le da vigor
para la lucha, la alegra en la esperanza y la conduce a la unión consumada con su
Esposo.
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
Prueba
30
31
6. El Espíritu Santo da Unidad
a La Iglesia.
Objetivo:
Conocerémos como el Espíritu Santo trabaja
en la Iglesia para darle unidad y decidiremos vivir
esa unidad que es garantía de la presencia del
Espíritu.
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1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE LA SEMANA Y
QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
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La misma Iglesia, por tanto, no es principalmente una obra humana. Por eso ha
tenido la garantía de existir a lo largo de veinte siglos y durará hasta el fin de los
tiempos. Ningún ser humano podrá decir que la existencia de la Iglesia se debe
sólo a un hombre o a un grupo de ellos; unidad de la Iglesia, por tanto, no la hacen
los hombres, sino el mismo Espíritu Santo.
Bautizados en el mismo Espíritu.
Cada uno al ser bautizado se convierte en templo del Espíritu Santo y Éste lo llena
de su presencia, lo santifica y pone en él la relación con cada una de las divinas
Personas y con los demás miembros de la Iglesia. Además, le comunica su amor
(el mismo con el que ama al Padre y al Hijo) y lo hace capaz de realizar cosas
según Dios.
Haciendo esto en cada uno, el Espíritu Santo va haciendo el Cuerpo de Cristo y
su unidad. No hemos sido bautizados en varios ‘espíritus’, sino “en un solo Espíritu
para ser un solo Cuerpo” (1 Co 12,13). El Espíritu Santo es el único que hace la
Iglesia y al mismo tiempo el que hace su unidad.
Y Él, que hace la unidad del Padre y del Hijo, es el mismo que hace nuestra
unidad. Por eso el Concilio dice, con las palabras de San Cipriano, que la Iglesia es
“un pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
El Espíritu Santo nos da el verdadero amor.
En la unidad interna que el Espíritu Santo da a la Iglesia nosotros tenemos algo
que hacer: nos toca vivir y ejercitar esa unidad y, por tanto, mantenerla; porque, si
bien no somos los autores de la unidad si podemos vivirla y mantenerla, pero
también podemos destruirla. Para vivir, ejercitar y mantener esa unidad el Espíritu
Santo nos da su mismo ser, que es el AMOR, pero el amor divino, el amor con el
que se ama Dios a sí mismo y con el que nos ama a nosotros.
Nosotros pues, colaboramos con la obra del Espíritu Santo en la construcción de
la unidad de la Iglesia ejercitando “el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5).
La unidad de la Iglesia es una cosa tan importante que constituyó una parte de la
oración de Jesús en la última cena: “Padre, que todos sean uno, como Tú, Padre en mí
y Yo en Ti, así también ellos sean uno en nosotros. Yo les he dado la gloria que Tú me diste
para que sean uno, como nosotros somos uno” (Jn 17,21-22).
Y si el Espíritu hace la unidad de las personas cristianas, también hace la unidad de
las Iglesias particulares. En todas ellas está el Espíritu Santo construyendo el Cuerpo
de Cristo y su unidad. La comunión que une a la Iglesia se manifiesta entre las
Iglesias por su comunión con la Iglesia de Roma, encomendada a Pedro y a sus
sucesores.
Mantenerse en la comunión no es cosa de sumisión disciplinaria, es más bien una
decisión de permanecer en la unidad de la vida de Cristo en nosotros. La comunión
con el Obispo en la Diócesis y de las diócesis con el Papa es obra del Espíritu
Santo ya la que colaboramos, en la fe, con nuestro amor.
34
4. ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS.
NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS.
Jn 17,20-23
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y DANDO
GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS DA UNA UNIDAD CON ÉL Y ENTRE NOSOTROS SUPERIOR
A CUALQUIER UNIDAD QUE LOS HOMBRES PUEDAN PENSAR.
8. RESUMEN.
La unidad de la Iglesia es ante todo un hecho interior de su vida misma. Está
formada por la unidad de vida que Dios le da. Proviene de la unidad de Dios, que
es tres personas y un solo Dios. Esta unidad no la podemos hacer los hombres. La
hace el Espíritu Santo que es quien hace la unión del Padre y del Hijo.
La unidad de la Iglesia se llama “comunión” y es una prolongación de la comunión
que hay entre las tres Divinas Personas. La comunión nos hace tener la misma
vida y lo que tiene una misma vida, como los diversos miembros y células de un
cuerpo, tiene una unidad interior.
La unidad de la Iglesia no es por tanto unidad disciplinaria, ni de simple obediencia
externa, ni, mucho menos, de imposición. Es la unidad que hay entre la Cabeza y
los miembros de un Cuerpo (el de Cristo) y de los miembros entre sí. El autor de
esta unidad es el mismo Espíritu Santo.
Al ser bautizados, cada cristiano se transforma en templo del Espíritu Santo: habita
en él, lo llena de su divinidad, santidad y plenitud divina. Y como Dios es Amor, el
Espíritu Santo nos llena del verdadero amor a Dios y a los hombres.
35
El hombre tiene que poner su parte en esta unidad de la Iglesia. Aunque no es el
autor de la unidad, tiene que vivirla, ejercitarla y mantenerla. Lo que de veras hay
dentro de nosotros tiene que manifestarse en el exterior. Así es como la obra del
Espíritu Santo, que es la Iglesia, se entiende como “un pueblo reunido por la unidad del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Ser miembro de la Iglesia implica el ejercicio de
la fe que nos hace ver, por encima de las cualidades y defectos de sus miembros,
la unidad que el Espíritu Santo realiza entre nosotros con Dios.
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“Todos hemos bebido de un solo Espíritu” (1 Co.12,13)
36
37
7. El Espíritu Santo hace Santa a
La Iglesia.
Objetivo:
Conoceremos como el Espíritu Santo Santifica
a La Iglesia y decidiremos ser Dóciles a su Acción
Santificadora.
38
1. REVISIÓN DEL TRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
39
La comunicación de esta naturaleza santa de Dios a los hombres la hace la Iglesia
mediante la “comunión” misma. El apóstol San Juan dice “La vida eterna se manifestó,
y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba
vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó. Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos,
para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en
comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo” (1 Jn 1,2-3)
Esta ‘comunión’ de Dios con el hombre no es una cosa externa, sino que toca
profundamente a la persona y la cambia, la transfigura y la consagra y de este
modo le comunica la santidad de Dios en lo más profundo de su ser.
El hombre así ‘tocado’ por Dios tiene la santidad básica, primera. Esta santidad se
desarrolla después por medio del ejercicio de la fe y con las cosas santas, es decir,
los sacramentos, la Palabra de Dios, los carismas, las prácticas de las virtudes,
especialmente de la caridad. Así, con la acción del Espíritu Santo en nuestro ser y
con nuestra respuesta dócil a sus inspiraciones, convertidos ya “conciudadanos de
los santos y familiares de Dios”, vamos “siendo juntamente edificados, hasta ser morada
de Dios en el Espíritu” (Ef 2,18,22).
‘Vamos siendo edificados’ significa que vamos siendo purificados, nos ‘convertimos’
para que de veras brille en nuestras vidas la santidad misma de Dios. Así la
santidad moral, a la que todo cristiano está llamado, va siendo realizada por el
Espíritu Santo con la colaboración nuestra. Por eso escribió San Cirilo de Jerusalén:
“Desde Pentecostés la Iglesia está llena de santos”. “Él, el Espíritu Santo, es, en
efecto, el Santo que santifica, ayuda y amaestra a la Iglesia.
La Iglesia es ‘la Comunión de los Santos’.
La Iglesia, “llena de santos”, es la “comunión” de todos ellos. Esto significa que la
santidad misma que es Dios, está en todos ellos; significa también que toda la
riqueza de santidad que hay en los miembros de la Iglesia nos beneficia a todos
sus miembros. Somos, pues, parte de un pueblo de santos.
Esto no quiere decir que en la Iglesia no haya pecadores; no sólo somos personas
que llevan en sí la capacidad de pecar, sino que, de hecho, tenemos la experiencia
del pecado. Pero junto con él tenemos la experiencia de la salvación del pecado,
y ésta es fruto de la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas.
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
40
6. COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL
SEÑOR.
CONTESTAREMOS VOLUNTARIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1. ¿Respetas la santidad que Dios te ha dado y la cultivas en la docilidad al Espíritu
Santo?
2. ¿Te das cuenta de que Dios quiere hacer contigo, unido a tus hermanos, el
pueblo santo?
3. ¿Ves cómo los pecadores, dentro de la Iglesia se purifican y transforman en
santos?
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR ESPÍRITU SANTO QUE TRABAJA
INCESANTEMENTE PARA HACER SANTOS A TODOS LOS MIEMBROS DE LA
IGLESIA.
8. RESUMEN.
La santidad de la Iglesia es la santidad misma de Dios, que es el único santo. La
santidad de Dios es su mismo ser. De modo especial llamamos ‘santo’ al Espíritu
de Dios, que es el lazo de unión del Padre y del Hijo. Él también es el lazo de unión
de los hombres con Dios y de los hombres entre sí. El Espíritu de Dios nos une al
único Dios dándonos lo que Él es, la Caridad, que es Dios mismo y es la unión del
Padre y del Hijo.
La santidad que Dios da a su Iglesia por el Espíritu Santo tiene como fin que los
hombres adquieran la santidad, la naturaleza de Dios, uniéndose a ella. Al hacer
su Iglesia Dios la ha dotado de todo lo que necesitan los hombres para llenarse de
Dios y así ser santos. La Iglesia es una ‘convocación’ y por eso congrega a los
hombres con el único fin de darles la vida de Dios. La Iglesia, nos dice el Concilio
Vaticano, es “signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de
todo el género humano”. Esta unión que da la Iglesia no es una invención humana
ni una ‘dinámica de integración’, sino es la “comunión del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo”, comunión que nos da el mismo Espíritu Santo.
Esta “comunión” que se nos da y es la santidad de Dios, tenemos que ejercitarla,
para llegar nosotros “al estado de hombre perfecto” (Ef 4,13), cooperando así a la
gracia que nos da el Espíritu Santo. La comunión no es un don que no se mueve,
por el contrario, es vida que se muestra en el movimiento. La comunión es para
ejercitarse y vivirse. Al hacerlo así llegamos a mostrar de una manera menos
imperfecta la santidad de Dios en nuestras vidas, en nuestra conducta y en nuestras
relaciones.
La Iglesia es “la comunión de los santos”.Y con estas palabras se quiere decir que
41
toda la santidad que Dios da a la Iglesia, toda la santidad que tienen los miembros
de la Iglesia, todo lo bueno que ellos hacen, es un tesoro que comparten todos los
que forman parte de la Iglesia. Cualquier miembro de la Iglesia que responde al
Espíritu santificador, ayuda a todos los demás miembros de la Iglesia a llegar a la
santidad. Esto no quiere decir que en la Iglesia no haya pecadores; éstos están en
la Iglesia para recibir la santidad que Dios da a la Iglesia y para experimentar la
obra de la salvación que hizo Jesús y el Espíritu Santo aplica a nuestras vidas.
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, Aquel que era, que es y que va a
venir” (Ap 4,8)
42
43
8. El Espíritu da Carismas y
Ministerios a La Iglesia.
Objetivo:
Conoceremos qué son los carismas y los
ministerios y los apreciaremos como regalos del
Espíritu Santo a su Iglesia.
44
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
45
El uso de los carismas.
La enseñanza que nos da el Concilio nos hace ver la responsabilidad que tienen
los fieles de usar los carismas: “De la recepción de estos carismas, incluso de los
más sencillos, procede a cada uno de los creyentes el derecho y la obligación de
ejercitarlos para bien de los hombres y edificación de la Iglesia, ya en la Iglesia
misma, ya en el mundo, en la libertad del Espíritu Santo, que «sopla donde quiere»
(Jn 3,8).
Pero el uso de los carismas nunca debe ser aislado de los demás miembros de la
Iglesia, sino “en unión con los hermanos en Cristo, sobre todo con sus pastores, a
quienes pertenece el juzgar su genuina naturaleza y su debida aplicación, no por
cierto para que apaguen el Espíritu, sino con el fin de que todo lo prueben y
retengan lo que es bueno (Cf. 1 Ts 5,12; 19,21)”. (A. A. 3)
Aunque son siempre dones especiales, unos carismas son más ordinarios y otros
son más bien de tipo extraordinario.
Los Ministerios en la Iglesia.
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE TRABAJA INCESANTEMENTE PARA HACER
SANTOS A TODOS LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA.
8. RESUMEN.
9. CANTO.
46
10. LEE, MEDITAY ACTÚA.
Día 1
Día 2
Día 3
Día 4
Día 5
Día 6
Día 7
11. MEMORIZA:
Prueba
47
9. El Espíritu hace La Comunidad
de Salvación Universal
Objetivo:
Aprenderemos que el Espíritu Santo sigue
haciendo comunidad a todos los que llama a la
Salvación y los envía a predicar. Aceptaremos la
Acción del Espíritu Santo en nuestras vidas y lo
obedeceremos.
48
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
49
comunión es la vida misma de la Iglesia, lo que da la unidad y la constituye
propiamente en Iglesia. El Espíritu Santo hace la Iglesia salvando a los hombres y
salva a los hombres haciendo la Iglesia.
Más aún, el Espíritu Santo, que es el autor de la Iglesia, habita en ella como en un
templo, se vale de ella para que, como cuerpo, por su unidad y su vida comunitaria,
llegue a las mentes y a los corazones de la gente y acepten la salvación que Él
quiere dar a todos.
La Iglesia es comunidad de salvación universal.
La salvación, por tanto, es la obra divina que convierte en comunidad a los hombres
que viven dispersos por el pecado. Cuando el hombre sale de la esclavitud del
pecado naturalmente se une a todos los que van teniendo la misma experiencia
que él ha tenido; en la medida en que va quedando libre del pecado, más se va
haciendo parte de la Iglesia, pero sin dejar de vivir en el mundo ni abandonar las
actividades propias de esta vida terrena en la que nos encontramos. La salvación
no es evasión del mundo en que Dios nos puso, sino el logro de una vida terrena
sin pecado y llena de Dios, una vida en el mundo que tiende a hacer presente a
Dios en todo, tal como Él la planeó para el hombre.
La Iglesia, por tanto, obra del Espíritu Santo, es una comunidad que está llamada
a presentar y a hacer atractiva a los hombres, con su estilo de vida, la salvación.
Así, es “en Cristo, como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión
con Dios y de la unidad de todo el género humano”. La Iglesia, hechura del
Espíritu Santo llega a ser signo de la unidad de los hombres con Dios y de los
hombres entre sí.
En la Iglesia Dios reúne a los hombres que han sido alcanzados por su poder, los
transforma, los hace un solo Cuerpo de Cristo, les da la misma misión de Cristo,
los asiste en este trabajo de evangelizar al mundo y, haciendo que tengan unidad
y que aparezcan como una sola con Él, les da el poder de realizar la obra salvadora
de Cristo Jesús, que es la obra del Padre “que quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tm 2,4). Dios hizo a la Iglesia la
gran aliada de todo hombre.
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS SI-
LENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO INTERIOR
LA PALABRA DE DIOS.
50
CONTESTAREMOS VOLUNTARIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1. ¿Has imaginado la grandeza de la obra salvadora que el Espíritu quiere hacer a
través de ti?
2. ¿Has sentido algún llamado del Espíritu Santo para salvar a otros trayéndolos a
la Iglesia?
3. ¿Te esfuerzas por vivir en comunidad, en la Iglesia, para salvar al mundo?
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y DANDO
GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS HA LLAMADO A SER COMUNIDAD EN LA IGLESIA
PARA QUE EL MUNDO SE SALVE A TRAVÉS DE VER NUESTRA VIDA DE IGLESIA.
8. RESUMEN.
Dios nos salva con su acción propia pero haciéndonos participar con nuestra
propia actividad. Dios respeta nuestra libertad y por eso no nos salva sin nuestra
voluntad. Tenemos, pues, que quererla, hacérnosla propia y experimentarla. En la
realización de nuestros actos libres de cada día es donde vamos aplicando la
salvación a nuestra vida y donde vamos viendo la acción salvífica de Jesús.
Al ir salvando a los hombres, el Espíritu Santo los va uniendo en un solo Cuerpo,
que es la Iglesia. Ésta continúa la misión de Cristo. El Espíritu Santo se vale de las
personas que se van salvando y de la comunidad de los cristianos, del Cuerpo
Místico de Cristo que es la Iglesia, para llevar a cabo su obra de salvación.
La Iglesia tiene como vida la comunión que cada uno recibe del Espíritu Santo y
esa comunión es la que el Espíritu Santo va comunicando a los hombres que ven
en la Iglesia en qué consiste la vida en la comunión con Dios y palpan cómo se
vive en comunidad reunida por la vida de Dios. El Espíritu Santo hace la Iglesia
salvando a los hombres y salva a los hombres haciendo la Iglesia. La salvación, por
tanto, es la obra divina que convierte en comunidad a los hombres que viven
dispersos por el pecado.
9. CANTO.
51
10. LEE, MEDITAY ACTÚA.
Día 1 Hch 10,34-48 El Espíritu Santo se vale de la Iglesia para que
los hombres reciban al Espíritu y se salven.
Día 2 Hch 2,41-47 La comunidad de cristianos eran muy
apreciados por todos y así llamaban a la
salvación.
Día 3 Hch 1,4-8 Jesús antes de subir al cielo manda a los
Apóstoles ser Iglesia para evangelizar.
Día 4 Hch 4,24-31 Dios protege a la comunidad de salvación
universal.
Día 5 Ef 2,11-21 Dios nos llama a la reconciliación y a
constituir un solo Cuerpo en el Espíritu
Día 6
Día 7
11. MEMORIZA:
Prueba
52
53
10. La Iglesia es Católica en La
Plenitud del Espíritu
Objetivo:
Conoceremos por qué y cómo es católica la Iglesia
que fundó Jesús; agradeceremos haber sido
llamados a ella y decidiremos vivir el catolicismo.
54
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
55
La universalidad de la Iglesia es un don del mismo Señor. No es ante todo una
decisión humana, es divina. El Espíritu Santo hace universal a la Iglesia. Y por eso
ella tiende siempre y eficazmente a reunir a la humanidad entera. La Iglesia no
existe para construir una fuerza universal, sino presentar a todos los hombres la
salvación de Jesús.
Cada diócesis es “católica”.
Cada diócesis recibe el nombre de “Iglesia Particular”, porque no es la totalidad
de la Iglesia, pero tiene las características de la Iglesia Universal: en ella está la
plenitud de Jesucristo y la plenitud de los medios de salvación; y también
cada diócesis está llamada a “ir por todo el mundo”, a “hacer discípulos a todas las
gentes”, empezando en su propio lugar. La misión universal que Jesús dio a su
Iglesia es para cada uno de sus miembros y para toda la Iglesia. Es decir, en cada
Iglesia Particular existe la única y una Iglesia Católica.
Cada Iglesia Particular es plenamente “católica” por la comunión que tiene con la
Iglesia de Roma, que es “la que preside en la caridad”. La Iglesia no universal que
Jesús dio a su Iglesia es para cada uno de sus miembros y para toda la Iglesia. Es
decir, en cada Iglesia Particular existe la única y una Iglesia Católica.
Cada Iglesia Particular es plenamente “católica” por la comunión que tiene con la
Iglesia de Roma, que es “la que preside en la caridad”. La Iglesia no consiste en la
suma o la ‘federación’ de todas las Iglesias Particulares. Esto sería considerar a la
Iglesia como algo externo a los seres humanos. La Iglesia, como hemos dicho, es
una comunión, es una unión vital, de tal modo que las Iglesias Particulares son
partes vivas de un único cuerpo. Cada cuerpo vivo es uno, único, y tiene una sola
vida, tanto si es pequeño como si es grande.
Por otra parte, la vida de la Iglesia se realiza en todas las culturas y en todos los
modos de ser de los hombres. La Iglesia es “católica” porque abarca la totalidad
de los hombres en sus diversas situaciones. Por esta razón encontramos varias
culturas, ritos y costumbres dentro de la única Iglesia católica. Todos ellos
manifiestan una gran riqueza de pensamiento, espiritualidad y culto de la única
Iglesia católica.
El Espíritu Santo es el autor de esta gran variedad de Iglesias Particulares y de la
unidad de todas ellas en la única Iglesia “Católica”, que es verdaderamente univer-
sal, porque está dirigida a todos los hombres. El Espíritu Santo reúne en la Iglesia
a todos los hombres: Él es el único que puede hacer esta obra maravillosa porque
sólo Él puede reunirnos en una misma familia.
Los miembros de la Iglesia, por tanto, tenemos que abrirnos a todos los hombres
para que puedan conocer la obra de unidad que realiza el Espíritu en nosotros y
así obtengan el beneficio de la salvación y de la unidad que el mundo necesita y
en vano busca realizar fuera de Jesucristo, único Salvador del mundo.
56
4. ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS.
NOS PONEMOS DE PIE PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS.
Jn 11,49-52
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS HA LLAMADO A SER CATÓLICOS,
POSEEDORES DE TODOS LOS MEDIOS DE SALVACIÓN Y A FORMAR UNA
FAMILIA CON TODA LA HUMANIDAD.
8. RESUMEN.
“Católico” significa ‘según la totalidad’. La Iglesia es católica porque tiene la totalidad
de los medios de salvación que Jesús ofrece a los hombres: ella tiene como Cabeza
a Jesús, en quien “habita la Plenitud de la Divinidad corporalmente”; y también es
católica porque está llamada a llegar a la totalidad de los hombres, porque “Dios
quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1
Tm 2,4). La Iglesia, por tanto, es universal (“católica” en este sentido) por voluntad
de Dios.
57
Las Iglesias Particulares también son “católicas” porque en ellas está también
Jesús, con la “Plenitud de la Divinidad, corporalmente”; porque cada diócesis
tiene la plenitud de los medios de salvación y porque toda diócesis tiene también
el mandato de “ir por todo el mundo a hacer discípulos a todas las gentes”. Pero,
además, cada Iglesia Particular es “católica” por su comunión con la Iglesia de
Roma. La Iglesia es un ser vivo con la vida de Dios y sólo teniendo la vida que
Dios ha puesto de manera principal en la Iglesia de Roma, la Iglesia del sucesor de
Pedro, tenemos la vida divina en nosotros.
La Iglesia abarca a todos los hombres y a todas sus culturas. No hay ninguna
cultura que no esté llamada al conocimiento del Dios verdadero y a recibir la
salvación que Él ha puesto en Jesucristo. Los “católicos” tenemos que estar abiertos
a todos los seres humanos para presentarles la salvación que Jesús trajo a la tierra
y para alentarlos a experimentar esa misma salvación.
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de
l a verdad” (1 Tm2,4).
58
59
11. El Espíritu Santo hace
Apostólica a la Iglesia.
Objetivo:
Conoceremos porque la Iglesia es Apostólica y
decidiremos permanecer libremente unidos a los
sucesores de los Apóstoles.
60
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
61
Con su acción discreta, silenciosa, invisible, llena de amor al hombre, el Espíritu
Santo lleva a la Iglesia, en cada etapa de la historia, hasta sus fuentes, a Jesús, a sus
palabras y a la comprensión de lo que Él dijo e hizo. Esto quiere decir que, si
creemos, si ejercitamos la fe, podemos escuchar y ver lo que escucharon y vieron
los Apóstoles y la gente que se acercaba a Jesús. Con la enseñanza que nos dan los
sucesores de los Apóstoles que a su vez son inspirados por el mismo Espíritu
Santo, recibimos lo que ellos recibieron y lo que transmitieron. El Espíritu Santo,
nos hace parte de la Tradición, haciéndonos receptores de esa ‘entrega’ de la
doctrina y de la vida de Jesús.
El Espíritu Santo, además, recuerda a la Iglesia a dónde va, al final de la historia de
la humanidad, a lo último, al Reino de Dios que ya inició la Iglesia. El Espíritu
Santo nos va impulsando, moviendo, fortaleciendo, para que promovamos el reino
de la verdad, de la vida, de la justicia, del amor y de la paz, que es lo propio del
Reino que Jesús trajo a la tierra. El Espíritu Santo, pues, no sólo nos hace escuchar
a Jesús, sino que nos da lo necesario para ponerlo en práctica.
Podemos, pues, decir que el Espíritu Santo hace apostólica a toda la Iglesia, hace
que cada cristiano, si posee y vive la verdad transmitida por los apóstoles, sea
‘apostólico’.
El Espíritu Santo hace la sucesión apostólica.
En segundo lugar, el mismo Espíritu Santo hace que el carisma de los Apóstoles
siga presente en la Iglesia en sus sucesores, que son los obispos que están en
comunión con el sucesor de Pedro.
La gracia que los Apóstoles recibieron en Pentecostés sigue siendo recibida por
los Obispos mediante la imposición de las manos a través del sacramento del
orden que reciben. Esa gracia les da el carisma propio de los obispos: enseñar,
santificar y guiar al pueblo de Dios. Y este carisma, como todos los carismas, es
dado por el Espíritu Santo para edificar a la Iglesia, una y única. A este carisma
que tienen los obispos, por tanto, están subordinados todos los demás carismas,
porque el carisma de los obispos incluye la construcción de la unidad.
Además, el Espíritu Santo nos reúne a todos los cristianos en torno a los obispos,
con sus presbíteros, en la celebración de la Eucaristía. El Espíritu Santo hace
presente hoy el misterio de Cristo en la Eucaristía, para construcción de la Iglesia.
62
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS HA DADO A LOS APÓSTOLES Y A
LOS OBISPOS PARA DAR SEGURIDAD A NUESTRA VIDA DE FE.
8. RESUMEN.
Jesús, siguiendo la voluntad del Padre, ha querido fundar su Iglesia sobre el cimiento
que Él mismo ha puesto: los Apóstoles. La Iglesia, por eso, es apostólica. El Espíritu
Santo hizo el día de Pentecostés la ‘comunión’ de la Iglesia con la Santísima Trinidad
y la comunión de los cristianos con los Apóstoles. Esta misma comunión la sigue
haciendo el Espíritu Santo en la Iglesia y continuará haciéndola hasta el fin de los
tiempos.
La promesa de Jesús de que el ‘Espíritu Santo nos enseñaría todo y nos recordaría
todo lo que Él dijo’, nos aseguran que el Espíritu Santo nos hace conocer la
enseñanza verdadera y nos ayuda a comprenderla; pero también esta promesa
nos asegura que permaneciendo en la comunión con los Obispos, sucesores de
los Apóstoles, tendremos la fidelidad a las enseñanzas de Jesús.
El Espíritu Santo, en primer lugar, hace ‘apostólica’ a toda la Iglesia, a cada uno de
los fieles, dándose a ellos mediante el sacramento de la Confirmación. Ejercitando
la fe que recibimos por los sacramentos, el Espíritu Santo lleva a toda la Iglesia
hasta sus orígenes: nos hace escuchar al mismo Jesús en las enseñanzas de los
Apóstoles y de sus sucesores y nos hace capaces de vivir lo que hemos aprendido.
63
En segundo lugar, el Espíritu Santo asegura que los sucesores de los Apóstoles
tengan el carisma propio de los Apóstoles. Para ello, Él mismo se da a los obispos
por medio del sacramento que reciben en su ordenación y reciben ese sacramento
de otro obispo que esté en comunión con el sucesor de Pedro. Así poseen el
carisma de los Apóstoles, que es el de enseñar, santificar y guiar al pueblo de Dios.
Este carisma, como todos los carismas, es para construir la Iglesia, que es una y
única. Por eso los obispos tienen gracia especial para propiciar la unidad de la
Iglesia. Además, ellos son los que reúnen a toda la Iglesia en la celebración de la
Eucaristía, mediante la cual el Espíritu Santo nos reúne en un solo Cuerpo, que es
la Iglesia.
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“Edificados sobre el cimiento de los apóstoles y los profetas, siendo la piedra
angular Cristo mismo”. (Ef 2,20)
64
65
12. La Iglesia Evangelización
en el Poder del Espíritu.
Objetivo:
Aprenderemos que el Espíritu santo es el
principal evangelizador, conoceremos cuál es
nuestra parte en la evangelización y seremos
dóciles a la acción con la que El nos evangeliza y
nos envía a evangelizar.
66
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
67
no las digo por mi cuenta” (Jn 14,10), el Espíritu Santo le comunicaba de parte del
Padre las palabras que debía decir. Así se procede también en la Iglesia.
Y también en el que es evangelizado.
Dios despierta la acción de los evangelizadores para que nos anuncien la salvación
que los hombres necesitamos, la cual está en Jesús, el Hijo del Dios que nos ama.
El Espíritu Santo nos lleva a entregar nuestra vida a Jesús, a hacerlo Señor nuestro
y a formar parte de la Iglesia, que es su Cuerpo. En la Iglesia recibimos sacramentos
que nos hacen vivir en Dios. Así obra el Espíritu Santo en los hombres.
El Espíritu Santo actúa en nuestros corazones disponiéndonos a recibir la
salvación. Actúa suave pero firmemente, sin violencia y sin reprensiones. Nos
hace sentir el peso del pecado y la incapacidad en que estamos para liberarnos de
nuestras esclavitudes, nos ayuda a abrir el oído a las palabras que nos traen la
‘Buena Noticia’, nos hace entender esas palabras de verdad, nos ayuda a vencer
las dificultades que sentimos para aceptarla; así, sin violentar su voluntad ni forzar
nuestra decisión, nos ayuda a apropiarnos de la salvación que Jesús nos trajo.
Con esta progresiva acción del Espíritu Santo en su vida, cada hombre, a su
manera y según su temperamento, llega a experimentar la paz que es Dios y que
Él da; así empieza a experimentar la alegría profunda de la verdadera libertad. Es
entonces cuando el hombre ‘siente’ en su vida otra manera de ser hombre, algo
que antes no había conocido, ni sospechaba: es la experiencia de la Nueva Vida en
Cristo Jesús. A partir de ese momento la vida de ese hombre cambia. No sólo ‘se
va a portar bien’, sino que ha llegado a conocer a Jesucristo y ha entrado en
una sana relación con Él.
El “Protagonista de la Evangelización”
Con esto podemos ver que la acción de los hombres que evangelizan es necesaria,
pero nunca podrá sustituir al Espíritu Santo. Él es el principal actor de la
evangelización, es el “protagonista”, porque Él hace la acción principal. “No habrá
nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo” (EN 75),
escribió el Papa Paulo VI en su Encíclica sobre la Evangelización.
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
68
6. COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL
SEÑOR.
CONTESTAREMOS VOLUNTARIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1. ¿Has pensado y agradecido la manera como llegaste a la fe y a participar de la
vida divina?
2. ¿Has pensado y agradecido a la Iglesia y a quienes te ayudaron y ayudan a
encontrar a Dios?
3. ¿Estás dispuesto a colaborar con Dios cuando Él te llame a servir a quienes no
lo conocen?
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS HA LLAMADO DE MANERA
MISTERIOSA ALA FE Y QUE TAMBIÉN QUIERE QUE COLABOREMOS CON ÉL
PARA QUE EL MUNDO SE SALVE.
8. RESUMEN.
El Espíritu Santo actúa en el corazón de cada hombre para que alcance la salvación
que necesita, sin la cual no puede llegar a ser hombre en plenitud. El Espíritu
Santo toca profundamente la conciencia del ser humano para que pueda aceptar
la salvación que necesita. La Iglesia y cada hombre tiene que poner su parte; tanto
el que es evangelizado como el que, cumpliendo la voluntad de Dios, es llamado a
evangelizar a otros, tienen que colaborar con Dios a su gracia.
En el que evangeliza el Espíritu Santo dispone su voluntad para hacer la voluntad
del Padre “que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno
de la verdad” (1 Tm 2,4). Ejemplo de cómo evangelizar nos lo dio el primer
evangelizador, Jesús: lleno del Espíritu Santo, fue dirigido por Él en todo lo que
hizo en su vida pública. Nunca fue a alguna parte o dijo alguna palabra que no
fuera inspirada por el Espíritu Santo. Así el que evangeliza tiene que ser consciente
de que colabora con Dios y no tiene que dar su propia palabra o inventar sus
propias acciones.
Con una sabiduría inigualable, el Espíritu Santo va tocando las diversas áreas de la
vida de cada uno hasta que finalmente se abre libremente el corazón para pedir y
recibir la salvación que Jesús nos trajo. Esta obra es exclusiva del Espíritu Santo.
Sin Él es imposible en cualquier tiempo realizar una verdadera evangelización. Él
es el “protagonista de la Evangelización”.
Y cuando el Espíritu Santo ha hecho su obra evangelizadora en una persona, la
ayuda a entregarse plenamente a Jesús, la llena de su paz y alegría y le sigue
ayudando toda la vida para que llegue “al pleno conocimiento de Dios y de su hijo
Jesucristo”.
69
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos”
(Hch 1,8)
70
71
13. El Espíritu Santo agente
principal de la Evangelización
Objetivo:
Conoceremos como actúa El Espíritu Santo en los
hombres para su Evangelización y responderemos
agradecidos a su acción sobre nosotros.
72
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE LA SE-
MANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
74
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR ESPÍRITU SANTO QUE NOS EVANGELIZA Y
NOS HACE HOMBRES NUEVOS CON SU ACCIÓN INSUSTITUIBLE.
8. RESUMEN.
El Espíritu Santo es el agente principal de la nueva evangelización. Es importante
descubrir que el Espíritu construye el Reino de Dios en el curso de la historia y es
quien prepara su plena manifestación en Jesucristo. Él anima a los hombres en su
corazón y hace germinar dentro del corazón humano las semillas de la salvación
definitiva, de tal manera que hace que los hombres vivan una vida nueva.
La acción evangelizadora de los hombres es una acción necesaria, pero nunca
podrá ser la obra principal. Ésta está reservada al Espíritu Santo. Los hombres son
sólo como los pregoneros que anuncian lo que el Espíritu les manda decir a los
hombres; pero la salvación misma no la dan ellos, es el Espíritu que trabaja dentro
del corazón del hombre el que pone a Jesucristo en esos corazones. Los
evangelizadores tienen que prepararse debidamente, tienen que orar, pero toda
su acción es incapaz de transformar al hombre si no hay acción del Espíritu Santo.
La acción propia del Espíritu Santo es la de dar al hombre, con toda suavidad y sin
violentar la libertad humana, la vida misma de Dios. Esta vida divina unifica, porque
Dios, que es tres Personas, es un solo Dios. En la Trinidad, el Espíritu Santo es el
lazo de unión del Padre y del Hijo.También entre los hombres, el Espíritu Santo, al
darnos la vida divina, nos une entre nosotros y con Dios. Esta unión la hace con
la «comunión», que es la vida divina.
Al unirnos, el Espíritu Santo nos hace solidarios. La fuente de la solidaridad que el
mundo necesita está en Dios. Por eso, en los afanes de justicia, de paz, de mutua
ayuda, el mundo mismo está, sin saberlo, pidiendo con urgencia el don del Espíritu
Santo.
75
La vocación de la Iglesia, por tanto, es la universalidad: está destinada a unir a
todos los hombres; es decir, a hacerlos uno en Cristo (lo cual no quiere decir que
la Iglesia tenga que gobernar el mundo). Los cristianos tenemos el reto de re-
sponder a la vocación que Dios ha dado a la Iglesia. Todos tenemos que tener
conciencia de estar llamados a la universalidad.
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
Prueba
76
77
14. El Espíritu Santo nos recuerda
y enseña lo que Jesús nos dijo
Objetivo:
Conoceremos una de las tareas que l espíritu Santo
realiza en la Iglesia y decidiremos ser dóciles a sus
enseñanzas.
78
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
79
La consolación del Espíritu Santo no es un aquietamiento o apaciguamiento externo;
el Espíritu Santo realiza la obra de hacer presente a Jesús en medio de nosotros.
Esta consolación consiste ante todo en recordarnos sus enseñanzas. Él es ‘la me-
moria viva’ de Jesús, que al recordárnoslas nos las hace vivas y las hace penetrar
profundamente en nuestras mentes y corazones. Él asegura que lo que enseñó
Jesús perdure en la Iglesia y siempre sea predicado a toda creatura que viene a
este mundo.
Nos recuerda y nos enseña lo que dijo Jesús.
El Espíritu Santo se encarga ahora no sólo de ‘repetirnos’ de manera material o
fríamente lo que dijo Jesús, sino que nos ayuda a penetrar en lo que esas enseñanzas
de Jesús significan y nos hace ver la importancia que ellas tienen para nuestra vida
y para nuestra relación con Dios. Cuando el Espíritu Santo nos ‘recuerda’ lo que
Jesús dijo, nos hace viva la Palabra de Jesús, nos interpela como lo hacía Jesús a los
suyos, hace vibrar nuestro corazón y penetra hasta el fondo de nuestras conciencias.
El Espíritu Santo ‘enseña’, como lo prometió Jesús. Nos enseña todo lo que Jesús
dijo, porque para aprender lo que dijo Jesús no basta con leerlo u oírlo, hay que
conocerlo bien, saborearlo, asimilarlo, aceptarlo y vivirlo.Todos estos pasos abarca
la enseñanza que da el Espíritu Santo. Realmente Él es el ‘Consolador Magnífico’
que hace presente a Jesús en nuestras vidas y nos ayuda a seguir cada uno de sus
pasos.
Él nos da estas enseñanzas inspirando a los predicadores del Evangelio, para que
su palabra no sea solamente una exposición de lo que ellos han estudiado, sino
sea la misma palabra del Espíritu Santo, que utiliza la libertad y las facultades de
los hombres para enseñar a otros. Cuando los predicadores son dóciles al Espíritu
Santo, su enseñanza puede no ser tan llena de la sabiduría humana, pero es una
manifestación del Espíritu (cf. 1 Co 2,4) que trabaja en todos los creyentes.
El Espíritu Santo continúa la acción de Jesús.
La enseñanza que nos da el Espíritu Santo abarca también el trabajo que realiza
en los que escuchan la palabra. Él dispone los corazones para escuchar, comprender
y hacer propia la palabra que se nos predica.
También, por otra parte, el Espíritu nos enseña cuando leemos y meditamos la
Palabra de Dios en la Sagrada Escritura. ¡Qué bueno es saber que al leer esa
Palabra no estamos solos, sino que nos acompaña y nos enseña el mismo Espíritu
Santo.
Por todo lo dicho podemos ver que la misión del Espíritu Santo continúa la
misión de Jesús y la lleva a plenitud entre nosotros.
El Espíritu Santo, el ‘Dulce Huésped del Alma’, nos ayuda a que las enseñanzas de
Jesús se hagan vida y obtengamos de ellas la salvación que Jesús quiere darnos a
cada momento.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS DIO TAN AMABLE MAESTRO, EL
ESPÍRITU SANTO.
8. RESUMEN.
Ya cerca de su salida de este mundo, Jesús nos prometió el envío del Espíritu
Santo para que nos enseñara y nos recordara todo lo que él nos había dicho. El
Espíritu Santo es el ‘otro Paráclito’, el Consolador de la Iglesia que nos hace
presente a Jesús, con toda su fuerza y su actividad salvadora. Él está presente en
la Iglesia “para siempre” como maestro de la misma Buena Nueva que Jesús anunció,
Él garantiza que lo que se enseña en la Iglesia es siempre la misma enseñanza de
Jesús.
La Consolación del Espíritu consiste principalmente en recordarnos y enseñarnos
lo que Jesús dijo. El Espíritu es ‘la memoria viva’ de la Iglesia que, al recordarnos lo
que Jesús dijo, hace vivas sus enseñanzas y las hace penetrar profundamente en
nuestras mentes y corazones.
La acción del Espíritu Santo nos descubre el sentido profundo de las enseñanzas,
nos abre el corazón para recibirlas, nos ayuda a asimilarlas y a vivirlas. ¡Es un
maestro excepcional! El inspira a los predicadores para que su enseñanza sea
‘una manifestación del Espíritu” y no sólo una pobre repetición de verdades frías.
Por otra parte, Él dispone los corazones de los que escuchan la predicación y los
de quienes leen la Sagrada Escritura. Así continúa la obra y la misión de Jesús.
¡Qué bueno es saber que el Espíritu Santo está con nosotros!
81
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“EL ESPÍRITU SANTO OS LO ENSEÑARÁ TODO Y OS RECORDARÁ TODO LO QUE YO OS HE DICHO” (Jn
14,26)
82
83
15. El Espíritu y los Apóstoles
dan testimonio de Jesús
Objetivo:
Apreciaremos la alegría con la que al Espíritu da
testimonio de quienes y que hace Jesús
resucitado y nos dispondrémos a dar también
nosotros, llenos de alegría, testimonio de su
acción en nuestras vidas.
84
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
85
Para llegar a ser testigos, nosotros tenemos, ante todo, que vivir de manera que le
demos a Jesús resucitado la oportunidad de ir haciendo continuamente la salvación
en nuestras vidas. Seremos testigos si nos comprometemos a permitir a Jesús que
nos salve y a dejar que aparezca en nosotros su poder salvador.
2. ‘Mártir’ significa ‘Testigo’.
Los primeros cristianos de tal manera estaban unidos a Cristo que su testimonio
era una cosa natural. Ellos tenían necesidad de dar testimonio de Jesús: su vida era
muy diferente de la de los paganos y eso no se podía ocultar. La gente pagana veía
en los cristianos algo que no comprendían bien, pero los mismos cristianos se
encargaban de decir que Jesucristo los hacía tener una vida diferente. Entonces
narraban su conocimiento y su experiencia de Jesús.
Ante los paganos que querían seguir con su paganismo, esta vida cristiana les
producía disgusto y por eso muchas veces los cristianos fueron llevados a los
tribunales y fueron condenados a la cárcel y no pocas veces a muerte. El testimo-
nio de los cristianos llegó hasta dar la vida por hacer conocer a Jesús. Este testi-
monio en el que se entregaba la vida se llamó ‘martirio’. Los primeros cristianos
consideraron el testimonio hasta la muerte como una felicidad y una gracia y por
eso se llenaban de alegría cuando a alguno le era concedida esta gracia. Y hay un
dicho muy importante en la Iglesia:“la sangre de los mártires es semilla de cristianos”.
Ahora la palabra mártir significa alguien que sufre la muerte por alguna causa
noble. Nuestra Patria ha sido bendecida con el donde muchos mártires que con
sencillez y con la fuerza que da el Espíritu han sufrido la muerte por ser fieles a
Jesús.
3. El martirio, o Testimonio, de cada día.
El testimonio de los cristianos no siempre es la muerte en el suplicio; pero siempre
es dejar ver a Jesús como fuente de nuestra salvación.Y este tipo de testimonio lo
hace cada cristiano cuando se deja transformar por Jesucristo en su vida diaria.
Todas nuestras acciones pueden hacer ver la salvación de Jesús si las hacemos
con Él y en ellas le dejamos realizar su presencia. Este testimonio y el de nuestra
palabra dicha ‘oportuna e importunamente’, son un ‘martirio’ o testimonio al
alcance de todos. Jesús nos pide este testimonio diario a todos nosotros y no
podemos negárselo, porque sería negarlo a Él.
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
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6. COMPARAR NUESTRA REALIDAD CON LO QUE NOS PIDE EL
SEÑOR.
CONTESTAREMOS VOLUNTARIAMENTE A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1. ¿Has pensado en el valor que tiene tu testimonio de Jesús ante las personas que
conoces?
2. ¿Has dejado de dar testimonio por miedo cuando eras impulsado por el Espíritu
a darlo?
3. ¿Agradeces el testimonio interior que el Espíritu Santo te da acerca de Jesús?
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE NOS HA DADO TESTIMONIO Y QUIERE
QUE A NUESTRA VEZ LO DEMOS A OTROS.
8. RESUMEN.
El Espíritu Santo nos es dado para que esté con nosotros y nos dé testimonio de
Jesús. Él lo conoce muy bien porque es un mismo Dios con Él y porque el mismo
Espíritu Santo es el autor de la Encarnación del Hijo de Dios.
Ser testigo de Cristo es comprometerse con la Palabra de Dios para que llegue a
realizar plenamente en nosotros su acción hasta que nos haga irradiar
inequívocamente la presencia de Jesús que hay en nosotros y esto hasta dar la
sangre por esa Palabra. El Espíritu Santo está plenamente comprometido con
Jesús en dar testimonio de Él hasta hacer que en nosotros aparezca plenamente
su obra salvadora.
Para nosotros, dar testimonio es ante todo comprometerse a no estorbar a Jesús
que realiza su obra en nosotros y la haga llegar a su plenitud. Esto es el principio
del testimonio. Con estas experiencias es como podemos dar testimonio de Jesús.
Su vida por confesar a Jesús. Entre ellos había alegría cuando alguien recibía la
gracia del martirio y decían que ‘la sangre de los mártires es semilla de cristianos’.
El martirio de cada día es el mejor testimonio que podemos dar y que Jesús nos
pide a todos: es el de dejar a Jesús hacer su salvación en nosotros. Esto se realiza
haciendo cada una de nuestras obras guiados por el Espíritu y en compañía de
Jesús que salva, de modo que nuestras acciones manifiesten a Jesús y no a nuestra
‘carne’ de pecado.También Jesús quiere que demos claramente testimonio de Él a
todos los que Él nos lo pida.
9. CANTO.
87
10. LEE, MEDITAY ACTÚA.
Día 1 Rm 8,14-17 El Espíritu nos da un testimonio que
necesitamos profundamente: que somos hijos.
Día 2 Jn 15,26-16,4 El Espíritu da testimonio y nos enseña a
darlo, Él nos fortalece cuando lo necesitamos.
Día 3 2 Tm 1,6-12 No te avergüences del testimonio y soporta
los sufrimientos por el Evangelio.
Día 4 2 Tm 4,1-5 Proclama la palabra a tiempo y a destiempo.
Día 5 Hch 18,5-11 Pablo da testimonio y el Señor le dice: “no
tengas miedo, sigue hablando”.
Día 6 Hch 20,17-24 A Pablo no le interesa su vida, sino cumplir
su ministerio de dar testimonio.
Día 7 1 P 2,11-17 Nuestras obras den testimonio y propicien la
alabanza a Dios.
11. MEMORIZA:
“QUIEN SE AVERGÜENCE DE MÍ Y DE MIS PALABRAS, DE ÉSE SE AVERGONZARÁ EL HIJO DEL HOMBRE”
(Lc 9,27)
88
89
16. Los que son guiados
por el Espíritu Santo
evangelizan con Eficacia
Objetivo:
Verémos cuál es y cómo es la acción que los
hombres tenemos que realizar en la evangelización
y decidiremos unirnos más plenamente al Espíritu
para cumplir con eficacia nuestra misión
evangelizadora.
90
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
91
«La reflexión de los fieles en el segundo año de preparación deberá centrarse con
particular solicitud sobre el valor de la unidad dentro de la Iglesia, a la que tienden los
distintos dones y carismas suscitados en ella por el Espíritu. (La doctrina
eclesiológica del Concilio Vaticano II) ha subrayado expresamente que la unidad
del Cuerpo de Cristo se funda en la acción del Espíritu Santo, y está garantizada por
el ministerio apostólico y sostenida por el amor recíproco (cf. 1 Co 13,1-8). La
profundización catequética de la fe llevará a los miembros del Pueblo de Dios a
una conciencia más madura de las propias responsabilidades, como también aun
sentido más vivo del valor de la obediencia eclesial».
El Gran Jubileo del año 2000 debe ser una ocasión privilegiada para que todos
luchemos para recuperar la universalidad y la unidad de la Iglesia para que llegue
a ser un verdadero signo de la unión de los hombres con Dios y de los hombres
entre sí.
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA ALABANDO Y
DANDO GRACIAS AL SEÑOR QUE QUIERE QUE COLABOREMOS CON ÉL
EN SU OBRA DE EVANGELIZAR Y TRANSFORMAR AL MUNDO.
92
8. RESUMEN.
El Espíritu Santo es el principal actor de la evangelización, pero nos llama a colaborar
con Él, y lo primero que hace en nosotros es transformarnos y darnos su vida
para que a través de nosotros ella brille ante los hombres y puedan éstos conocer
lo que Dios hace para transformarnos.
Dios quiere seguir hablando a los hombres por medio de hombres, como lo hizo
primero a través del hombre verdadero llamado Jesús; y también quiere seguir
congregando a los hombres en la unidad. Por eso nos asocia a su obra.
La obra de Dios y la del hombre no van separadas: Dios actúa con y a través del
hombre. Por eso para actuar el Espíritu llena de su misma vida al evangelizador.
Éste debe abrir su corazón para ser él mismo evangelizado para poder llevar el
testimonio del Evangelio a los demás. Por eso los evangelizadores son mejores en
la medida en que ellos son poseídos y guiados por el Espíritu y, en este sentido,
‘espiritualizados’. No se trata de que se olviden de vivir y responsabilizarse de la
vida de este mundo corporal, sino de vivirla guiados por el Espíritu.
Los hombres que dejan ver al Espíritu, como los cristales transparentes, son los
que comprenden la obra del Espíritu Santo y la del hombre en la evangelización:
ellos sí tienen poder para evangelizar, porque no dejan ver sus personas, sino a
Dios.
De modo especial, al comienzo del Tercer Milenio, tenemos que convertirnos en
evangelizadores que ayudemos a la Iglesia completa a recuperar su ser de signo de
unidad de los hombres con Dios y de los hombres entre sí.
9. CANTO.
10. LEE, MEDITAY ACTÚA.
Día 1 1 Ts 1,1-10 El proceso de evangelización de Pablo y el
proceso de la comunidad que evangeliza.
Día 2 Lc 1,13-17 El ángel anuncia que Juan Bautista preparará,
con el Espíritu, la venida de Jesús.
Día 3 Hch 10,1-48 Dios llama a Pedro a evangelizar, éste vence
sus ideas, va y los paganos reciben al Espíritu.
Día 4 Col 1,24-29 La responsabilidad del evangelizador y su
motivación fundamental..
Día 5 Hch 16,6-15 Los apóstoles están atentos para saber dónde,
cuándo y a quien quiere Dios que evangelicen.
Día 6 Ga 1,1-2,2 El apóstol es obediente a Dios y está unido a
la cabeza de la Iglesia.
Día 7 2 Tm 4,1-5 Las virtudes propias del evangelizador.
11. MEMORIZA:
«9,16-27 Razones y actitudes para evangelizar.Ay de mí si no predicara el Evangelio»
12. REPITE FRECUENTEMENTE:
PRUEBA
93
17. EL Espíritu y la
Esposa dicen: ¡Ven!
Objetivo:
Contemplaremos con fe y admiración las
promesas del Señor y clamaremos en el Espíritu
y con la Iglesia, en esperanza y alegría, su ruego:
¡Ven, Señor Jesús!
94
1. REVISIÓN DELTRABAJO PERSONAL
EXPONDREMOS CÓMO CUMPLIMOS EL TRABAJO PERSONAL DURANTE
LA SEMANA Y QUÉ EXPERIENCIAS TUVIMOS AL CUMPLIRLO.
95
La oración que continuamente tiene la Iglesia en su corazón y en su boca es un
grito gozoso de amor. Una persona que está muy enamorada tiene profundamente
en su corazón el recuerdo y la presencia de la persona amada. Si externamente
está lejos de ella, no está internamente alejada de la persona amada. No hay
enamoramiento más verdadero que el amor con que se ama a Jesús.
La Iglesia es “la esposa” de Jesús. San Pablo describía así es misterio de Cristo y de
la Iglesia. Jesús “se entregó a sí mismo por ella para santificarla, purificándola mediante
el baño del agua y presentársela resplandeciente a si mismo” (Ef 5,25-27). Por esto la
Iglesia se ve a sí misma totalmente dependiente de su esposo Jesús y por eso su
enamoramiento procede de su mismo ser, de lo más profundo de su existencia.Y
así, guiada por el Espíritu, ella dice “Ven, Señor Jesús”.
Una oración llena de esperanza.
Esta oración de la Iglesia es ante todo un acto firme y gozoso de esperanza. La
Iglesia y sus miembros esperan en Jesús, quieren estar con Jesús en su Reino y
tienen la seguridad que da la esperanza, de que estarán para siempre con Jesús. Es
la expresión de la Iglesia que sabe que vive en este mundo, pero que no es de este
mundo; es el grito de quien camina gozoso hacia su destino y cada vez siente más
cercano el encuentro con Aquél para quien existe; es el gozo de quien se deshace
de todo lo que le impide llegar al encuentro de quien ama.
«Unidos, pues, a Cristo en la Iglesia y sellados con el Espíritu Santo, que es prenda
de nuestra herencia (Ef 1,14), con verdad recibimos el nombre de hijos de Dios y lo
somos (cf. 1 Jn 3,1) pero todavía no se ha realizado nuestra manifestación con
Cristo en la gloria (cf. Col 3,4), en la cual seremos semejantes a Dios, porque lo
veremos tal como es (1 Jn 3,2).» (LG 48)
Una oración que pide el poder de Jesús.
Pero nuestra esperanza en esta vida futura no nos aleja de la vida de esta tierra.
Es cierto que «mientras habitamos en el cuerpo vivimos lejos del Señor, pues caminamos
en la fe y no en la visión... » 2 Co 5,6-7), pero «aunque poseemos las primicias del
Espíritu, gemimos en nuestro interior (cf. Rm 8,23) y ansiamos estar con Cristo (cf.
Flp 1,23). Ese mismo amor nos apremia a vivir más y más para Aquél que murió y
resucitó por nosotros (cf. 2 Co 5,15). Por eso procuramos agradar en todo al
Señor (cf. 2 Co 5,9) y nos revestimos de la armadura de Dios para permanecer
firmes contra las asechanzas del demonio y resistir en el día malo (cf. Ef 6,11-13).
Y como no sabemos el día ni la hora, es necesario, según la amonestación del
Señor, que velemos constantemente, para que, terminado el único plazo de nuestra
vida terrena (cf. Hb 9,27), merezcamos entrar con Él a las bodas y ser contados
entre los elegidos (cf. Mt 25,31-46)». (LG 48).
Por eso invocamos a Jesús y le decimos con todo el corazón y llenos de confianza
“Ven, Señor Jesús”. Ven a nuestra vida, ven a nuestras luchas, ven a fortalecernos
en la tentación, ven a darnos tu Espíritu Santo, ven y muéstrate a través de nuestras
vidas y de nuestro trabajo.
96
«La esperanza no falla, porque el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5).
Gustosos y llenos del Espíritu Santo y con una confianza plena, digamos con toda
la Iglesia y con los que no oran: “¡Ven, Señor Jesús!”
5. SILENCIOY REFLEXIÓN.
DEJEMOS QUE LA PALABRA DE DIOS NOS TRANSFORME. GUARDAREMOS
SILENCIO DURANTE ALGUNOS MINUTOS PARA ACOGER EN NUESTRO
INTERIOR LA PALABRA DE DIOS.
7. ORACIÓN COMUNITARIA.
HAREMOS ENTRE TODOS UNA ORACIÓN COMUNITARIA AL SEÑOR QUE NOS
DICE “SÍ, VENGO PRONTO”. DIGÁMOSLE GOZOSOS “AMÉN. VEN, SEÑOR JESÚS”
8. RESUMEN.
El Espíritu Santo en el interior más profundo de nosotros nos hace orar con
gusto, esperanza y confianza, la oración que el Apocalipsis dice que Él y la Iglesia
(la Novia) dicen: “Ven, Señor Jesús”. Él es el que pone en nosotros un atractivo
para con Jesús, que nos hace estar ‘en tensión’ continua hacia Él. La oración que
Él pone en nuestros corazones y en toda la Iglesia es ciertamente ‘según Dios’.
Recitarla movidos por el Espíritu Santo ciertamente nos hace entrar en comunión
con el Espíritu Santo y con Jesús.
La Iglesia vive en un amor grande a Jesús porque a Él le debe lo que es, de Él ha
recibido su santidad y Él es quien la conduce a la felicidad eterna con Su Padre.
Ella es la esposa a la que Jesús “amó se entregó a sí mismo por ella, para santificarla,
purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra y presentársela
resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que
sea santa e inmaculada”. (Ef 5,25-27). Por esto ora con gran gozo, movida por el
Espíritu: “¡Ven, Señor Jesús!”
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Este canto de la Iglesia es la expresión de su amor que al mismo tiempo es la
esperanza segura de llegar a estar con Jesús y de vivir para siempre con Él en la
certeza de que nada la separará de su amor. Es la certeza de que “seremos semejantes
a Él porque le veremos tal cual es” (1 Jn 3,2).
La Iglesia tiene la certeza de poseer ya la vida divina y de que todos sus miembros
son verdaderos hijos de Dios; pero también sabe que aún vamos caminando hacia
Él. Esta misma situación alienta a todos sus hijos a esforzarse por permanecer en
Jesús, y porque su vida en este mundo sea ya una manifestación del poder de
Jesucristo para la salvación de todos; por eso su esfuerzo por hacer este mejor
mundo.
«La esperanza no falla, porque el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5). Por eso con toda la Iglesia,
llenos de esperanza, decimos movidos por el Espíritu Santo: “¡Ven, Señor Jesús!”.
9. CANTO.
11. MEMORIZA:
“Iremos al encuentro del Señor y estaremos siempre con Él” (Cf. 1 Ts 4,17)
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