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La Alhambra
La Alhambra
Para la construcción de la muralla se empleó la técnica del tapial: técnica que utiliza
moldes de madera no muy grandes formados por tableros verticales y horizontales,
que se llenan de argamasa. Una vez seca la argamasa, los tableros se retiran y
reutilizan para seguir construyendo otro trozo de muro, que queda compacto,
homogéneo y flexible.
Para impedir que el enemigo se acercara a la base de los muros se construía torres
para vigilar y detener con antelación posibles ataques. Su posición es elevada y
avanzada hacia el exterior permite un extenso campo de visión y acción contra el
enemigo. Una treintena de torres refuerzan la muralla. Distribuidas en intervalos
irregulares e interconectadas visualmente. Todas son diferentes en tamaño, estructura
y función. Hay varios tipos de torres:
Almena*: Bloque o prisma de piedra que, junto con otros, remata la parte superior de una muralla o
parapeto defensivo; entre cada uno queda un espacio que servía para disparar.
Torre del agua: Su nombre se debe a que se encuentra junto al acueducto que
ingresa el agua a la Alhambra proveniente del Generalífe. Es una de las torres
de mayor tamaño de la Alhambra, situada en el ángulo suroeste de la muralla
cerca del actual acceso principal al recinto. Por los bombardeos de la artillería
del ejército napoleónico fue destruida su totalidad. Durante el siglo XX se llevó
a cabo un proceso de reconstrucción, levantándose sus muros exteriores.
Las puertas eran las únicas vías de entradas a las ciudades fortificadas. El número de
puertas se relaciona con la extensión o importancia de la ciudad. Eran puntos de clave
defensa, por lo que se reforzaban con estructuras defensivas complementarias como
torres, baluartes, recodos, fosos o barbacanas.