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e625.com/adolescentes-y-evangelismo-primitivo
3 de abril de
2019
No creo que el mejor método de evangelismo haya cambiado. Fue justamente con la
intención de masificarlo y simplificarlo que intentamos reemplazarlo. Pero los siglos y las
experiencias con millones siguen corroborando que el mejor método sigue siendo el de la
iglesia primitiva.
Es una metodología lenta en cuanto a proceso y resultado, pero es un proceso que cambia
vidas y resulta en el discipulado.
Perdón, en este artículo debería decir evangelismo. O quizás no. Perdón, debería decir
discipulado…
Mi confusión se debe a que no estoy seguro en cuál momento de la historia pusimos una
división entre ambos conceptos. En la iglesia del libro de los Hechos se nota claramente que
la extensión y multiplicación de la iglesia no se da por una simple proclama. Sin dudas que
allí notamos los discursos de Pedro y de Pablo ante un buen número de gente, pero cuando
notamos como se expandía la práctica del cristianismo, vemos que las relaciones
interpersonales protagonizaban el papel principal. Igual a hoy.
Estemos en la edad media, la moderna, la posmo o la post posmo, son las relaciones
interpersonales la mejor metodología de evangelismo. El verdadero evangelismo no se
reduce a presentar un mensaje a un público inconverso sino de presentar a un personaje
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que debe convertirse en el Señor de la vida. Por eso no basta con la proclama o predicación
evangelística. No es que estén mal, pero es una metodología incompleta si todo queda
solamente ahí.
En cambio a través de las relaciones interpersonales nadie tiene dudas de que se puede
influenciar a un joven. De hecho, la adolescencia es una de las épocas más influenciables del
ser humano a través de esas relaciones y por eso es tan necesario y urgente que
aprendamos a evangelizar adolescentes de esta manera.
Sí. Soy un fiel creyente en que los mejores evangelistas de jóvenes y adolescentes son los
mismos jóvenes y adolescentes que tenemos en nuestras iglesias. Los líderes sólo debemos
motivarlos, ayudarles a ganar confianza y también ayudarlos a organizarse para saber cómo
llevar las relaciones hacia el evangelismo y el discipulado. Claro que una buena reunión de
jóvenes ayuda, pero insisto, si los jóvenes de nuestras iglesias no saben -en sus relaciones
interpersonales- demostrar cómo se sigue a Jesús, es muy difícil que otros quieran hacerlo
sólo con escucharnos hablar de eso en un discurso o en una canción.
En una ocasión les dije a mis jóvenes al comenzar las clases que ese año no quería que
ninguno dijera en la escuela que era cristiano a menos que alguien se los preguntara. A sus
caras sorprendidas les expliqué que si ellos eran buenos cristianos iban a ser los mejores
compañeros, los que sabían guardar un secreto, los que sabían no reírse del que todos se
burlaban, iban ser los estudiantes más esforzados y los que nadie tuviera duda de que
siempre iban hacer lo correcto.
Les expliqué que cuando lograran eso y alguien les preguntara por qué, ahí sí dijeran que
era porque eran cristianos y querían agradar a Jesús, porque no valía la pena que dijeran
que eran cristianos sin tener esos valores.