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AntologiaPedroLezcano PDF
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Antología poética
Poesía Prometida
Pedro Lezcano
Antología poética
Presidente de Gobierno
Fernando Clavijo Batlle
Consejera de Turismo, Cultura y Deportes
María Teresa Lorenzo Rodríguez
Viceconsejero de Cultura y Deportes
Aurelio González González
© de la edición
Gobierno de Canarias
Edición de
Antonio Becerra Bolaños
Selección de textos
Antonio Becerra Bolaños
María Isabel García Bolta
Felisa Padilla Rodríguez
Ilustración de cubierta
Alberto Hdez.
Diseño y maquetación
Sergio Hernández Peña (sergiohp)
Impresión
Gráficas San José
Antología poética
Pedro Lezcano
Poesía Prometida
Índice
9 En homenaje
11 Prólogo
21 Referencias
22 Esta edición
ANTOLOGÍA
6
64 Seguidillas de domingo provinciano
66 Los padres
68 Amor
69 Romance de la paz condenada
72 De la amistad
74 Kansas School
75 Endecha de las dos islas (Tenerife y
Fuerteventura)
77 El asesinato
79 La maleta
83 Al grupo Mestisay
84 Oda a la muchacha de la paz
86 Para mi hija María
88 La palmita
89 Mujeres saharauis
91 Retrato de un obrero cualquiera
93 Orden
95 Plática
96 Crónica de una guerra
97 Plagios en desagravio de la rosa
99 Aparcera
101 Fe de vida
7
En homenaje
9
de tierra en el Atlántico, la paz. Ojalá que estos poemas
sirvan para recordarnos lo fácil y lo complicado que re-
sulta que un pueblo mantenga ese valor que lo hace tan
especial. Ojalá que estos poemas se conviertan en el
vehículo para que nosotros y las generaciones que nos
continúen no olviden que nuestra maleta no es la de “la
insular miseria” y que nuestras raíces están en esta tie-
rra sencilla y buena, que cantaron tantos sabios y bon-
dadosos poetas como el propio Pedro Lezcano.
10
Prólogo
11
Las formas poéticas populares se prestan a ser canta-
das y nos cuentan algo; nos ofrecen la posibilidad de
mirar hacia lo que ocurre en el momento que se canta,
como sucede, por ejemplo, con el romance (“Azul”, “Ro-
mance de la pena alegre”, “Romance de la paz conde-
nada”, “Romance del Corredera”, “Al grupo Mestisay”),
las seguidillas (“Seguidillas de domingo provinciano”)
o las endechas (“Endecha de las dos islas”). Las formas
cultas, por su parte, parecen más destinadas a la reflexión
de tipo moral o existencial y filosófico; nos enseñan algo,
como sucede, por ejemplo, con los sonetos “Tus labios”,
“Playa”, “A Ricardo Lezcano”. Lezcano hará uso de la
silva (“El escultor de barro”, “Carta al extranjero”) y
otras formas estróficas, además del verso libre.
Muchos de los poemas de Lezcano están hechos pa-
ra ser recitados, como pasa con su “Consejo de paz” o
“La maleta”, del que el propio poeta afirmaba:
12
cias marcaron la vida de todo un país y que condenó al
exilio a muchas de sus voces; una dictadura, la de Fran-
co, que amordazó a un pueblo y lo sumió en el silencio;
una guerra mundial que mostró lo peor de la humani-
dad y el fracaso de la razón como vía de progreso; la
polarización del mundo en dos bloques, la internacio-
nalización de las guerras (Vietnam, Camboya...) y el
poder de la industria armamentística; las utopías re-
volucionarias americanas; el fin de la dictadura y el ini-
cio de la democracia; la posible militarización de las
Islas, donde echó sus raíces, con la adhesión a la OTAN
y la esperanza de una paz por la que luchó durante
toda su vida. Todas estas circunstancias están presentes
en su poesía, que pasó del yo angustiado de sus prime-
ros libros a un nosotros en el que incluyó a las gentes
que quería y a los desheredados de la fortuna.
No obstante, considerar únicamente la poesía de
Lezcano como una poesía de denuncia sería hacerle
un flaco favor. La trayectoria del poeta es un proceso
de maduración de la palabra; se trata del aprendizaje del
oficio del poeta: primero se perfecciona formalmente;
después al reflejar la angustia ante lo que acontece a su
alrededor, su poesía se va desnudando y se convierte
en una “poesía necesaria”. “Poesía necesaria” o “poesía
herramienta” son los epítetos que Gabriel Celaya usó
para definir la poesía social en “La poesía es un arma
cargada de futuro” (1955). Así la obra de Lezcano se
convierte en la expresión de quien tiene los pies en la
tierra. La poesía, y así lo creía Lezcano, debía servir
para cambiar el mundo o, al menos, para señalar qué
había que cambiar. Mientras hubiera esclavitud, men-
tira y muerte, la poesía no podría ser neutral, afirmaba.
13
Hay una expresión de Lezcano que define muy a las
claras su anhelo: “Siento Comprometida la Poesía, en
espera de la Poesía Prometida”.
14
con las modas de cuello duro almidonado y amplísimas
hombreras que enmascaraban las penurias” (p. 20).
La aparición de Antología cercada, con textos de los
hermanos Millares Sall (Agustín y José María), Ventu-
ra Doreste, Ángel Johan y el propio Lezcano, es un
manifiesto contra el régimen dictatorial franquista, que
tiene en “Edicto”, uno de los dos poemas que publica
Lezcano, un elocuente ejemplo.
“Edicto”, de indudable tono marcial (como años más
tarde “Orden”), parece hacerse eco de los gritos de Millán
Astray ante Miguel de Unamuno en la Universidad de
Salamanca (“¡Viva la muerte!”, “¡muera la inteligencia!”).
El poema es el testimonio de la deshumanización de los
ciudadanos de la España de la posguerra, que se han
convertido en meras cosas (“columnas sois, pilares / de
la ciudad moderna”); la sociedad ha de esconder su sufri-
miento, la imaginación y la ilusión forman parte del
sueño del pasado. El ser humano ha muerto y con él, la
libertad; España es un país de esclavos, nos dice el poeta.
Quien lea Antología cercada puede preguntarse cómo
fue posible que se permitiera que aquel libro, que mar-
có el nacimiento de la poesía social española, viera la
luz tan solo ocho años después del final de la Guerra
Civil en un ambiente de represión y persecución polí-
tica. Lo cierto es que la obra, impresa en los talleres de
la Tipografía Alzola, contaba con 44 páginas y no po-
día ser considerada libro, sino folleto, por lo que a los
ojos de los censores pudo pasar de alguna manera desa-
percibida.
En aquellos años los poemas de Lezcano aparecen en
algunas de las principales revistas españolas de poesía,
donde está gran parte de su producción. El poeta, co-
15
mo le escribe a su hermano Ricardo en una carta de 1949,
concibe ya la creación poética como una poesía nece-
saria, que no tiene “que ver nada con la literatura, que
está más cerca del hambre o del fusil submarino que
de los ficheros de biblioteca” (2006: 217). Un año más
tarde publica Romance del tiempo, que, como señala Te-
resa Cancio, es una síntesis de su obra.
No obstante, por su significación, y por las conse-
cuencias que le acarreó, Consejo de paz (1965) es el libro
que marca definitivamente el compromiso del poeta.
En él Lezcano aborda los temas esenciales de la vida
íntima (la familia, el hogar, la amistad, la mujer, la isla)
para adoptar un tono más reivindicativo a continuación
(donde se encuentra “Consejo de paz”). El poemario
se inicia con una nota que apunta a la vertiente reivin-
dicativa y a la condición clandestina de su pensamiento
poético:
16
jóvenes que en las futuras guerras no habrá proezas indi-
viduales, corceles montados por héroes refulgentes, es-
tandartes gloriosos ni revolucionarios. La nada se forjará
por oscuros caudillos en sus profundos sótanos” (p. 405).
Al año siguiente de la aparición del libro, Salvador
Sagaseta publica un artículo en Diario de Las Palmas
donde reproduce el poema “Consejo de paz”. La reac-
ción del estamento militar de las Islas no se hace espe-
rar. El joven periodista y el redactor jefe del periódico,
Juan Hernández Rodríguez, son juzgados en consejo
de guerra por injurias a las fuerzas armadas en el cas-
tillo de Mata. Tras haber sido desestimado, y a instan-
cias del capitán general de las Islas, en 1967 se volverá
a incoar un nuevo consejo de guerra en el que se inclu-
ye a Pedro Lezcano entre los encausados. Lezcano será
condenado a seis meses y Sagaseta a un año de prisión.
En junio se ordena el secuestro del número del 21 de
junio de Diario de Las Palmas, hecho muy común en
aquellos años en España.
Estas circunstancias originarán, como señala Teresa
Cancio (1988), que su poesía se vuelva más ideologiza-
da y combativa, aunque no aparezca en prensa, si excep-
tuamos las poesías de la revista Fablas o la antología
de Lázaro Santana de la colección Tagoro Poesía canaria
(1969). Habrá que esperar hasta el año 1977, para ver
otro poemario impreso, Romances (Taller de Ediciones
JB). Un año antes, en “Poesías inéditas” (Fablas), escribe
su primera poética, que plantea en siete puntos:
17
2. Confieso que no me preocupa lo que la poesía sea;
pero me conturba lo que debe ser el poeta.
3. No conozco otra profesión a la que tan directamen-
te ataña el deber de atestiguar su tiempo, de nom-
brar verazmente la realidad.
Creo que el poeta tiene la responsabilidad aca-
démica de limpiar, fijar y dar esplendor al corazón
humano.
4. El filósofo Adorno llegó a decir que la poesía lírica
era imposible después de Auschwitz. Yo no radi-
calizaría tanto; pero admito que la poesía lírica es
indecente en tanto Auschwitz.
5. Me alegra inmensamente que ciertos líricos de hoy
hayan declarado “demodé” la esclavitud, la mentira
y la muerte. A ver si cunde tan delicado mohín de
repugnancia. En tanto este repudio no prospere, si-
go creyendo que solo las cosas son neutrales. Siento
Comprometida la Poesía, en espera de la Poesía
Prometida. Vivir es empezar a ser parcial. La neutra-
lidad del poeta es imposible. Hemos de ser contem-
poráneos, y ser contemporáneo es una cuestión de
conciencia. El poeta es un miembro de la resistencia.
6. Ignoro si la poesía podrá modificar la realidad; pero
es cierto que el silencio la otorga.
Poca mella en la historia podrá hacer una espa-
da de papel; mas siempre será lícito que los mor-
tales escriban sobre la muerte, canten al amor en
tanto aman y clamen por la libertad mientras arras-
tren una sola cadena.
7. Mi poética, biográficamente, ha sido un progresivo
cambio de puntuación:
18
Yo (tú, él, ellos)
Yo, tú, él, ellos.
Yo: tú, él y ellos.
19
gada del turismo de masas en la segunda mitad del
siglo XX. Si en Canarias, Estévanez identifica la patria
con un intangible (“mi patria es de un almendro / la
dulce, fresca, inolvidable sombra”); Lezcano propone
despojarse de la maleta, que simboliza la miseria, la su-
misión, la conformidad como única manera de echar
raíces.
A mi juicio, Pedro Lezcano es el gran poeta de la
sencillez, en la misma línea del caboverdiano Jorge
Barbosa o el mexicano Jaime Sabines. Su habla es en
apariencia simple, sonora, hecha para ser escuchada.
Su mensaje es profundamente humano.
Es muy probable que Pedro Lezcano se imaginara un
mundo en el que muchos de sus poemas fueran leídos
solo como un vestigio de un pasado extinto, en el que
era preciso luchar con versos para vivir y morir en paz.
20
Referencias
21
Esta edición
22
Cartilla de ajedrez. La investigadora de la obra de
Lezcano muestra los textos tal como aparecieron
por primera vez en revistas u otras publicaciones
periódicas, lo que ofrece la posibilidad de cono-
cer los poemas tal como fueron concebidos antes
de su inclusión en obras posteriores.
Obra escogida (1996) es la última antología reali-
zada en vida del escritor; recoge, además de poe-
mas y cuentos, el cómic de Cardona sobre “La
maleta”. Frente a las dos anteriores, la última se-
lección considera “escasamente relevante la cro-
nología en una obra como esta, inalterable a través
del tiempo”.
23
[...] si el hombre con sus versos no contribuye a paliar
los males de este mundo, con su silencio los otorga todos.
Pedro Lezcano
Antología
poética
Poema del llanto verde
III
30
ese doliente desgajar de rama;
esa pupila de animal esclavo;
ese impotente aletear de jaula...
¿No hablan de madre que sufriendo besa?
¿No hablan de madre que muriendo llama?
IV
31
Tus labios
32
Elegía a mi perro y a mí
33
Qué salto cruel el suyo
desde la viva gracia
hasta la pestilencia de una muerte
inmunda —perro muerto— ya en palabra.
Y qué abdicación mía.
Desde el trono en sus ojos que soñaban
sangre de Dios mi deleznable lodo,
retorno al fin a mi insignificancia.
34
Edicto
35
donde nadie os vea,
gesticulad, gritad ante un espejo,
acuchillad muñecos de madera,
pisotead los códigos civiles,
desnudaos de telas.
Pero al regreso de la luz se exige
vuestro antifaz, vuestra antialma puesta.
36
(Esculpidos en mármol de los bares
los artistas se sueñan.
Flor de papel su eternidad soñada,
como la siempreviva: siempre muerta).
Prohibido todo sueño. La vigilia
perenne se decreta.
(Se tomarán medidas radicales
contra la primavera).
37
Playa
38
Azul
39
Azul, azul ya perdido,
azul amor que recuerdo
—como el cielo y como el mar—
más azul cuanto más lejos.
40
Romance de la pena alegre
No te mires el vestido
ni esa tez de madrugada
donde te revolotean
mariposas encarnadas.
Mira a lo negro y verás
llorando pasar el agua.
41
¿No sientes la dulcedumbre
de esta tristeza mojada?
El sol levanta la veda
de luz para las miradas,
y ha quedado absorto el cielo
repitiendo una palabra,
la misma, como soñando
con el nombre de la amada.
42
A Ricardo Lezcano
43
Oración profana
En tu profesión de cruz
con los dos brazos abiertos,
vendes amor y no tienes
amor que llevarte al pecho.
Perdona, virgen, estrella,
cerca de la mano y lejos.
Porque en esa encrucijada
de tus brazos y tu cuerpo,
bajo tus dos blancas dunas,
dormita un corazón huérfano.
44
Señora, perdona a nos
caricias sin sentimiento,
madrigales de blasfemias,
la sequía de tu pecho
y los frutos de tu vientre,
antes de ser flores, secos.
(Clavos de cobre en las manos
ponen al calvario un precio.
Corona de cinco espinas,
caricia de cinco dedos).
45
El escultor de barro
46
marchad —diré a mis hijos—
a donde oigáis cantar los ruiseñores.
47
Conformidad
48
Muere la rosa cuando no es de cera.
De mí tan solo quedarán los huesos,
lo más infame si lo más perenne,
pobres despojos del festín del tiempo.
49
Canción de Empédocles
50
Baja
51
Fría
Caliente, caliente,
como lo viviente.
Caliente la mano
que toca y no siente,
la mano cerrada
herméticamente,
durísimo fruto
sin posible diente,
que guarda una llave
como su simiente.
Y no se abre nunca,
52
ni toca una frente,
ni guía, ni salva,
ni pide, ni siente.
Caliente.
53
Carta al extranjero
54
Hombre de otra montaña, de otro mar, de otro río:
el sueño de tu pueblo es el sueño del mío.
Hombre de otra ribera, de otro mar, de otro monte,
ante vuestros soldados, labriegos y poetas,
crucificado sobre el horizonte,
me alzo —abriendo los brazos— mellando
[bayonetas.
55
Morir en paz
56
La mujer ante todo es paz. Y ama
en paz, y vive, y crea;
y todo lo que sea
sobre la tierra es paz y paz se llama,
pues solo en paz se quiere,
y hasta se odia en la paz y en paz se muere.
57
Consejo de paz
Contables misteriosos
cerrarán un balance.
Decretarán la nada entre los hombres
misteriosos contables.
Cuando en los hondos sótanos,
valientes y cobardes
recen al Alto Mando
por un soplo de aire.
No los oirá ni Dios, que está más cerca;
no los oirá ya nadie.
58
3
59
5
Muchachos soñadores,
bajaos del corcel, tirad el sable.
Cuando las botas pisen los olivos
y su símbolo aplasten,
coged su savia espesa, echadla al mar,
y veréis cómo aplaca tempestades.
60
Para los camaradas de la ilustración
61
como Fidel o Che Guevara.
Pero es que cuando llegan los teóricos
no traen más enseñanzas
que hacer pasar por locos o traidores
a viejos camaradas.
Nuestra lucha de ideas se convierte
en lucha de palabras.
Y mientras tanto, en frente la jauría
impune engorda y ladra.
62
Compañeros son todos los que sienten
en los hondos del alma,
que es posible marchar hacia adelante,
y dan el primer paso de la marcha.
A todos regalamos nuestra mano.
(Nuestra mano es obrera y es barata).
Y a los que sabéis tanto nuestra mano
también os necesita y os emplaza
para que en un futuro,
cuando el solar tengamos de la patria
—sobre la tierra libre, no en el viento—
edifiquemos juntos nuestra casa.
63
Seguidillas de domingo provinciano
64
no dar motivo,
pues no hay pecado grave
si no hace ruido”.
Este es el mandamiento
del buen domingo:
has de aburrir al prójimo
como a ti mismo.
65
Los padres
Mi pierna es un caballo
en que mis hijos cruzan
los pueblos más lejanos.
Mi frente es un altísimo
fulgor donde el misterio
perece esclarecido.
66
Mis hijos se han dormido,
y yo cierro los ojos
para soñarme niño:
67
Amor
68
Romance de la paz condenada
69
a la puerta de mi casa.
La paz no tiene color,
ni bandera ni morada.
La paz no tiene vergüenza
de desnudarse en la plaza.
La paz es madre de todos,
pero de ninguno ahijada.
70
para mirarla encarnada.
¡La paz será siempre roja
mientras sangre como sangra!
71
De la amistad
72
—Aquel amigo Pedro,
después de todo no era mal muchacho...
Y guardarán silencio.
Y el pequeño lugar que yo ocupaba
sobre la tierra volverá a estar lleno.
73
Kansas School
74
Endecha de las dos islas
(Tenerife y Fuerteventura)
75
Mi agua es dulce,
la tuya amarga.
Mía la rosa,
tuya la aulaga.
Yo la fatiga,
tú la esperanza.
76
El asesinato
77
Lo hacen temblando; dos guardias
vomitan en las tinieblas;
otro llora; al director
no le sostienen las piernas...
“Creo en Dios el creador
de los cielos y de la tierra...”
(Mientras Juan García muere,
Sánchez, el verdugo, reza).
78
La maleta
80
mirarán con horror las siete islas,
no como siete estrellas,
sino como las siete plagas bíblicas,
las siete calaveras
desde donde su muerte, y nuestra muerte,
indefectiblemente se proyectan.
Yo por mi parte
cojo la maleta.
La maleta que el viejo
se llevó a las Américas
en un barquillo de dos proas.
¡Qué valientes barquillas atuneras!
Tienen dos proas, una a cada lado,
para que nunca retrocedan.
Vayan a donde vayan siempre avanzan.
¿Quién dijo popa? ¡Avante a toda vela!
Y yo... voy a marcharme, reculando.
Voy a dejar que crezca
sobre esta tierra mía
toda la mala hierba.
Voy a volver la espalda al forastero
que vendrá con sus máquinas de guerra
para ensuciar de herrumbre las auroras,
de miedo las conciencias...
81
Voy a pintar y a barnizar de nuevo
su gastada madera,
voy a quitarle el hilo y a ponerle
la cerradura nueva.
Y con ella vacía
me acercaré a La Isleta,
y al primer forastero de la muerte
que llegue a pisar tierra
se la regalo, para siempre suya,
y que la use y nunca la devuelva.
¡No quiero más maletas en la historia
de la insular miseria!
Ellos, ellos,
que cojan ellos la maleta.
Los invasores de la paz canaria
que cojan la maleta.
Los que venden la tierra que no es suya
que cojan la maleta.
Los que ponen la muerte en el futuro
que cojan la maleta.
¡Que cojan la maleta,
que cojan para siempre la maleta!
82
Al grupo Mestisay
De ustedes es la canción
de la que yo soy un eco.
Al pueblo van mis palabras,
porque vinieron del pueblo.
83
Oda a la muchacha de la paz
84
Y no donde los hombres y los buitres
viven de la carroña y la guadaña,
donde los carniceros de la guerra
venden a bajo precio las entrañas.
85
Para mi hija María
cuando aún no sabía pronunciar su nombre
Mi pequeña María:
yo quisiera, quisiera
escribir para ti una poesía.
Mas si las voces muerte o primavera
tienen la misma música en tu oído.
Si mi voz es un aire que tus cabellos mueve,
y mi escritura un juego divertido
de caminitos negros en la nieve,
¿cómo vas a entenderme, mi pequeña María,
si acaso te dan ¡sueño! mis canciones?
Extranjera bonita, de tu patria a la mía
están hechas de besos las comunicaciones.
Yo quisiera escribirte una tierna balada,
un madrigal tan dulce como un terrón de azúcar,
y que me lo pidieras con tu mano estrellada...
yo quisiera, quisiera...
¡pero no entiendes nada!
Si al menos comprendieras ese clamor diario
del beso, ese gorjeo de mirlo que no sabe,
cuando la boca olvida su inmenso diccionario
para ensayar contigo su lenguaje de ave...
¿Cómo decir, cantar, besar mi canto
para que se te alcance
que yo te quiero tanto?
Mi pequeña extranjera,
86
nuestro común idioma pudiera ser el llanto,
pero es muy triste hablar de esa manera.
Yo quisiera, quisiera...
87
La palmita
88
Mujeres saharauis
89
Que ella vierta su sangre
sobre el sagrado Sáhara
cuando alumbra una vida,
nunca cuando se apaga”.
90
Retrato de un obrero cualquiera
91
Mas si yo fuese artista,
sabiendo que este obrero
me fabricó el pincel de pura marta,
tejió con hebra vegetal mis lienzos,
hizo la luz que alumbra mis colores,
coció las rojas tejas de mi techo,
lo pintaría igual que se pintaba
a Dios en otros tiempos:
con la bola del mundo en una mano,
puesto que ha fabricado el mundo entero.
En una mano, el mundo; en la otra, nada,
la esperanza y el viento.
92
Orden
93
2
94
Plática
95
Crónica de una guerra
Tonto,
te declararon tonto.
Te dieron un fusil, de puro tonto.
Disparaste, so tonto, más que tonto.
Asesinaste a tus amigos tontos,
a tus hermanos y a tus tontos padres.
Y así has quedado solo,
tonto superviviente, tonto único:
¡rodeado de listos!
96
Plagios en desagravio de la rosa
97
Yo tampoco te canto
porque otras cosas piden la palabra.
Tú eres ya una canción que está compuesta;
solo hemos de escucharte y tú te cantas.
Y aunque todos los hombres sin descanso
tu nombre declinaran
—oh rosa, rosae, rosam... la primera
declinación de la feliz Arcadia—
por eso ni la vida ni las rosas
se tornarían más rosadas.
98
Aparcera
Cuarterías estrechas
de una sola ventana
cobijaron tu aliento,
aparcera sin casa.
Y a la luz de un carburo
fuiste amante y amada,
y tuviste dos hijos
en tus dos fanegadas.
Aparcera bendita,
propietaria de nada,
con tus dos manos verdes,
entintadas en savia,
realizaste el milagro
del verdor de Canarias.
99
Campesina sin campo,
regadora sin agua,
labradora sin yunta,
cosechera del alba.
Te recordaré siempre,
aparcera cansada,
aparcera a la parte,
aparcera del alma.
La mitad de la vida
que vivir te tocaba
se la diste a la tierra
en que ahora descansas.
Pereció de tu vida
la mitad más esclava;
¡pero la mitad libre
viva está en cada zafra!
100
Fe de vida
Tus labios
Poesía (1945, 1ª publicación).
103
Elegía a mi perro y a mí
Poesía (1945, 1ª publicación).
Edicto
Antología cercada (Las Palmas de Gran Canaria: El Arca, 1947,
1ª publicación) y, posteriormente, aparece en Consejo de paz (Las
Palmas de Gran Canaria: Colección Tamaragua, nº 2, 1965).
Playa
Muriendo dos a dos (1947, 1ª publicación).
104
En 1948 escribe Ventura Doreste a propósito de este libro y del
poema en particular:
Azul
Muriendo dos a dos (1947, 1ª publicación).
A Ricardo Lezcano
Antes de ser publicado en Muriendo dos a dos (1947), apareció por
primera vez en la revista Garcilaso, nº 35-36 (1946) bajo el título
“A Ricardo Lezcano, porque escribió el soneto «Desesperada
muerte»”. El poema de su hermano, que reproducimos a conti-
nuación, estaba en el mismo número:
Desesperada muerte
105
Un galope sin rumbos y sin brida
que deshoja horizontes, senda a senda.
Una mano furiosa que se prenda
a los pies de las horas en huida.
“del alto mar para partir en breve.” (Obra escogida; versión restituida)
“de alto mar para partir en breve.” (Biografía poética)
“el telegrama azul de nuestras venas”
“el radiograma azul de nuestras venas” (Muriendo dos a dos)
“en una misma muerte nos iremos”
“en una muerte misma nos iremos” (Muriendo dos a dos)
Oración profana
Consejo de paz (1965, 1ª publicación).
El escultor de barro
Aparece por primera vez bajo el título de “Poema” en Mensaje, nº
19 (1946) y como “Escultor de barro” en Consejo de paz (1965).
106
“¿Qué van a pensar ellos”
“¿Y qué pensarán ellos,” (Mensaje)
“tan viejo y triste junto a alegres jóvenes,”
“tan viejo y tan triste entre los jóvenes” (Mensaje)
Conformidad
Consejo de paz (1965, 1ª publicación).
Para Gregorio Salvador (1977) es el poema más interesante del
libro, “una de las más originales muestras líricas contemporáneas
de lo que se ha dado en llamar tema de la brevedad de la vida de
la rosa” (p. 119). Salvador señala asimismo una versión anterior
que se publicó en un almanaque de la Universidad de La Laguna
en 1972, en la que hay elecciones estilísticas “menos afortunadas”.
Canción de Empédocles
Consejo de paz (1965, 1ª publicación).
El poeta hace referencia a la teoría de los cuatro elementos ma-
teriales (fuego, aire, agua y tierra), que aumentan o decrecen según
su mezcla y su separación a través de los principios del amor y de
la discordia.
Baja
Consejo de paz (1965, 1ª publicación).
107
Fría
Consejo de paz (1965, 1ª publicación).
Carta al extranjero
Consejo de paz (1965, 1ª publicación).
Morir en paz
Consejo de paz (1965, 1ª publicación).
Consejo de paz
Como se comentó en el prólogo, este poema, que dio título al libro
(1965), supuso un consejo de guerra a Pedro Lezcano y su conde-
na a seis meses y un día de prisión. En la sentencia se solicita ade-
más “la recogida del libro o, en su caso, de no proceder así, [que]
se desglose el poema del libro” (Diario de Las Palmas, 16 de junio
de 1967).
108
“con floridos ramajes en las frentes,”
“con floridos ramajes en la frente,” (Consejo de paz)
Los padres
Originalmente publicado en Fablas, nº 26-27 (1972) bajo el título
“El padre”. En su Biografía poética (1986) aparece ya bajo el título
“Los padres”, que mantienen en sus antologías Teresa Cancio
(1988) y Rafael Fernández Hernández (2013).
Amor
Fablas, nº 67 (1976, 1ª publicación). Publicado, posteriormente,
en Palabra y signo (Academia Canaria de la Lengua, 2001).
109
Variantes de Biografía poética:
“Cuando ella besa en pie crece sin peso,”
“Ella, besando en pie, se alza sin peso” (Fablas)
“Va haciendo ella el amor y él lo deshace.
Él sabe que se pierde, ella que gana.
Él ciega, ella adivina.
En tanto él agoniza, ella se hace inmortal...”
“Él sabe que se pierde; ella, que gana.
Él ciega, ella adivina.
Él muere hoy y ella nace mañana.
Mientras él agoniza ella se hace inmortal.” (Fablas)
“Va haciendo ella el amor y él lo deshace.
Él sabe que se pierde, ella que gana.
Él ciega, ella adivina.
En tanto uno agoniza, ella se hace inmortal...” (Obra escogida)
De la amistad
Revista Millares, nº 9 (1966, 1ª publicación); posteriormente apa-
recerá en “Poesía inédita”, Fablas, nº 67 (1976). En Obra escogida
no está la dedicatoria.
110
Variantes de Biografía poética:
Dedicatoria: “A mis compañeros del teatro” (Millares)
“Que vivimos en ellos.”
“Que vivimos por ellos.” (Millares)
“Que aquel que haya vivido sin amigos”
“que el hombre que ha vivido sin amigos” (Millares)
“Yo viviré lo que deseen ustedes.”
“Yo viviré lo que queráis vosotros” (Millares)
“Cuando olviden mi nombre, me habré muerto;”
“Cuando olvidéis mi nombre, me habré muerto” (Millares)
“Para entonces dirán de vez en cuando:”
“Para entonces diréis de vez en cuando” (Millares)
“Y guardarán silencio.”
“Y guardaréis silencio” (Millares)
“la gloria que les debo.”
“la gloria que os debo” (Millares)
“He conocido acaudaladas gentes”
“He conocido acaudalados hombres” (Millares)
Kansas School
Fablas, nº 67 (1976, 1ª publicación).
El asesinato
El poema íntegro, “Romance del Corredera”, aparece por primera
vez en el disco homónimo de Mestisay en 1985. Como sucederá
con “La maleta”, Pedro Lezcano recitará los versos del poema; el
texto, sin embargo, había sido escrito años antes, en 1959, cuando
Juan García Suárez El Corredera fue ejecutado por el régimen
franquista. Agustín Millares Sall (“Recuerdo de Juan el Nuestro”)
y Manuel Padorno (“Coral Juan García el Corredera”) también
escribirán poemas sobre el personaje.
111
La maleta
San Borondón, nº 1 (1982, 1ª publicación).
Al grupo Mestisay
Biografía poética (1986, 1ª publicación), incluido en la sección “Las
islas y el amor”.
112
La palmita
Biografía poética (1986, 1ª publicación), en “Las islas y el amor”.
Mujeres saharauis
Aparece en Biografía poética (1986, 1ª publicación), en “Las islas
y el amor” bajo el título “Recuerdo de tres mujeres saharauis”.
Orden
Biografía poética (1986, 1ª publicación).
113
Variantes de Biografía poética:
“que señala la banda.”
“que acompasa la banda” (Paloma o Herramienta)
Plática
Biografía poética (1986, 1ª publicación).
Aparcera
Obra escogida (1997, 1ª publicación).
Fe de vida
Obra escogida (1997, 1ª publicación).
114
Otorgad, incendiarios, a este libro
calor, altura y resplandor de hoguera.
Por el humo se sabe, por el odio,
dónde arden las ideas.
Ellas, como el amor, como la aurora,
arden,
mas no se queman.
Pedro Lezcano