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Tanto Vallespín como Innerarity vuelven a poner sobre la mesa el eterno debate,
que se remonta a la época clásica y sigue sin inclinarse por una única respuesta, sobre
quién debemos elegir los ciudadanos para que gestione el poder en un sistema
democrático. Entre sus opciones están los intelectuales, los expertos y los “tertulianos”,
y aunque sus reflexiones se basen entorno a la política actual, las diferentes apuestas
por una u otra figura se remontan a la filosofía política de la antigua Grecia.
económicas quieren divulgar y hacen creer al público que es su opinión. Quien nos
orientaba hacia un mejor sistema democrático ha sido reemplazado por los líderes de
las masas.
“pensamiento rápido”, juzgan sin tener verdadero conocimiento y arrastran a las masas
con plática populista. Los sofistas defienden que no existe una única verdad ya que ésta
es relativa, y los tertulianos rechazan las grandes verdades en boca de los intelectuales
o expertos y tienden a discutir cualquier premisa. Esta relación también se da entre los
“filósofos” y los “intelectuales”. Tanto unos como otros son altamente educados y tienen
un papel importante en realzar el valor de aquella idea que nos hará “el bien” a todos.
Sus argumentos son más “válidos” o más “loables” porque detrás de ellos hay una
superioridad moral a la que los ciudadanos corrientes no podemos acceder. Ellos son
los que han sabido “salir de la caverna” y por lo tanto hemos de estar dispuestos a
escuchar lo que nos tienen que decir para poder contemplar otras facetas de la
existencia o despejar las nubes que envuelven la objetividad. Para Platón la solución
está en una reforma política para mantener la ciudad, dejando la democracia atrás y
asentando una aristocracia. Para Vallespín la solución está en dejar los portavoces
modernos atrás e idealmente recuperar los ilustrados clásicos.
incorrectamente, el autor del artículo, asumiendo que por su naturaleza humana los
cometerá, encuentra la solución en la inteligencia del sistema. Éste es el que mejor
gestiona nuestra ignorancia de manera más eficiente en comparación con otros
sistemas. Esto es porque algunos de ellos, de poder más centralizado, son más débiles
en cuanto a la acción de sus dirigentes ya que no pueden compensar los daños
causados tan eficazmente. Y esa es la razón de ser de la democracia.
Hay algo que los tres autores tienen en común y es que el sistema democrático
es “el del modelo tertuliano” en el que los gobernantes no tienen un conocimiento puro.
Mientras que Platón defiende la aristocracia, Vallespín opta por una democracia que
mejore en calidad a través de prestar más atención a los intelectuales tienen que decir,
e Innerarity apuesta por la democracia como un sistema inteligente que es capaz de
socavar la falta de sabiduría en la sociedad. En contra del filósofo griego, los dos autores
de los artículos ponen en cuestión que más conocimiento implique una mejor capacidad
de gobernar.
Por otro lado, Innerarity coincide con Aristóteles en una política más práctica y
no tanto de búsqueda de valores. Ambos se centran en resolver los problemas de la
convivencia política y no tanto en diseñarla teóricamente. Sus herramientas para reparar
estos obstáculos son dos caras de la misma moneda: Aristóteles pone énfasis en las
leyes y su efectividad, e Innerarity en las instituciones democráticas y sus instrumentos.
Otra relación paralela es el equilibrio en igualdad y justicia que Aristóteles encuentra
fundamental en la sociedad para que no haya revueltas o para que el gobierno no abuse.
Con Innerarity, este equilibrio se da con el conocimiento distribuido por la sociedad. Hoy
Noviembre 2019 Teoría Política I Irene Llevat Torre
en día, las masas tienen un acceso mucho mejor a la información y al saber. Debido a
ello, los gobernadores limitan las actuaciones que puedan realizar en su propio interés
para evitar la rebelión en caso de ser descubiertos. Y aunque sus acciones se vean
condicionadas, no se libran de equivocarse (por el hecho de ser personas comunes).
Ambos autores creen que no se puede alcanzar la totalidad de las cosas, aunque sí que
podemos llegar cerca (por ejemplo, con el telos). Nunca podremos llegar a alcanzar el
saber completo y eso nos convierte en ignorantes de ciertos aspectos de la realidad.
Aristóteles niega la existencia de las esencias absolutas, y con ello desmonta la teoría
platónica de que los filósofos deben estar en el poder, y la misma postura la defiende el
politólogo cuando los categoriza de “profetas intelectuales” que tienen “debilidades y
cometen errores”.