El tema de la Medicina Prepagada en Colombia, es un tema por el que pocos, por
no decir ninguno, se han preocupado por estudiar, analizar o criticar y, la verdad es que por ser un aspecto relevante de la Seguridad Social en Salud debe ser visto con la verdadera influencia y trascendencia con que muchos otros son analizados o estudiados en la vida de los ciudadanos colombianos o aquellos que se encuentran residiendo en el territorio colombiano. Así bien, desde mi punto de vista, es importante que, en el mundo jurídico-laboral, se haga un análisis crítico sobre lo que es en realidad la Medicina Prepagada en Colombia y su desarrollo legal, normativo y jurisprudencial, buscando dar solución a una pregunta que siempre ha estado presente y que hasta la fecha nadie ha resuelto como lo es. Desde épocas inmemoriales, los Estados se han venido preocupando por la salud de sus ciudadanos, permitiendo, pero regulando, entre otros, el desarrollo de actividades de vital importancia para los mismos, como lo es la medicina. Sin embargo, la historia ha demostrado fehacientemente que los Estados por sí mismos, no son capaces de garantizar la cobertura total e integral de los servicios de salud requeridos por sus gobernados, dejando desamparados algunos aspectos que, como en la mayoría de los casos, son de suma importancia para el mantenimiento de la vida e integridad personales, así como de la higiene y salubridad general del Estado. Es desde allí, desde ese momento, en el cual se empieza a ver por parte de los particulares, la posibilidad de desarrollar una actividad comercial que simultáneamente suministre cobertura y protección los habitantes del Estado en aquellas necesidades de salud insatisfechas por el Estado y, enriquezca a quienes participen en el negocio. Ahora bien, a Colombia la Medicina Prepagada llegó como una gran novedad a mediados de los años 80’s, abriéndose paso gracias al desgreño administrativo, financiero y de calidad en la prestación de los servicios de salud que imperaba en nuestro país para aquel entonces. Para ese entonces, la medicina prepagada se mostraba al público en general como la “panacea” que permitiría a los habitantes y residentes del territorio nacional patrio, el acceso a los servicios de salud de forma ágil y eficiente, siendo esto el “caballo de batalla” de los empresarios (nacionales y extranjeros) que veían la posibilidad de aumentar sus ingresos aprovechando que un gran número de personas tenían amplia capacidad de pago y no podían acceder a unos servicios de salud de la calidad esperada por estos. Teniendo en cuenta lo anterior y, al no existir dentro de nuestro ordenamiento Constitucional y/o Legal norma alguna que reglamentará estos nuevos servicios, los mismos, es decir, la medicina pre pagada ingresan nuestro país, no como parte de un Sistema General de Seguridad Social en Salud, como hoy en día se conoce, (toda vez que para ese entonces en nuestro país ni siquiera existía un Sistema de Seguridad Social debidamente articulado) sino que lo hicieron bajo el amparo y por cuenta de la normatividad consagrada en nuestro Código de Comercio, el cual consagra y regula de forma amplia todo lo relacionado con el contrato privado de seguro, con todos y cada uno de sus elementos constitutivos. Bajo estos postulados, la medicina preparada en nuestro país encuentra su nicho bajo la forma de un Contrato Comercial de Seguro de Personas regulado por los Artículos 1137 y siguientes del Código de Comercio Colombiano, permaneciendo así hasta los años 90’s, cuando el legislador toma la determinación de expedir la Ley 10 de 1990 (primer gran intento nacional por crear un Sistema General de Seguridad Social en Salud). Desde su ingreso a nuestro país y hasta los años 90’s, (e incluso mucho años más tarde, tal como lo estamos viendo en este ensayo, la medicina pre pagada fue considerada como un contrato de seguro de personas, toda vez que gozaba de los elementos, formas, características y demás aspectos regulados por el Código de Comercio. En este punto es de vital importancia recordar que el contrato de seguro es aquel por medio por el cual una persona jurídica llamado el asegurándose obliga, a favor de otra persona natural o jurídica llamada tomador, asegurado y/o beneficiario, resarcirán daño a pagar una suma de dinero si ocurre la eventualidad prevista en el contrato. Por su parte, el tomador o contratante se obliga a pagar una suma de dinero, llamada prima. Este último, el contratante o tomador del seguro, que puede coincidir o no con el asegurado, en otras palabras, el tomador del seguro puede así mismo ser el beneficiario del mismo o, puede no serlo, situación igual a la que acontece con el contrato de medicina prepagada. Así mismo, tanto el contrato de seguro, como el contrato de medicina pre pagada, son consensuales; los derechos y obligaciones recíprocos del asegurador y asegurado, empiezan desde que se ha manifestado la voluntad de contratar y gozan de características similares, para garantizar un excelente servicio con todos sus cliente.