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"Bienvenidos a San Miguel Los Lotes", se lee en un rótulo

pintado en un inmueble que fue el segundo hogar de 185 niños


de una de las comunidades más afectadas por la erupción
del Volcán de Fuego el pasado domingo.

De la Escuela Oficial Rural Mixta San Miguel Los Lotes, en


El Rodeo, Escuintla, ya no queda más que una pared con ese
mensaje que da la bienvenida al lugar. La mayoría de alumnos
de preprimaria y primaria se encuentra desaparecida.

Nely Mayén, una de las maestras de prekinder de ese centro


educativo, no pierde la esperanza de encontrar con vida a sus
alumnas. El martes logró ubicar en albergues a Ashley y un día
después a Paola, dos de las trece estudiantes que eran parte de
su vida.

"No pierdo la fe de encontrar con vida a las otras once, mis


demás compañeras también buscan a sus alumnos de primaria
que están desaparecidos. No me atrevo a creer que todas
murieron", explica Mayén entre lágrimas.

La maestra de 36 años, quien vive en San Juan Alotenango,


Sacatepéquez, viaja todos los días a la zona de la tragedia para
buscar incansablemente en albergues y hospitales a las niñas,
sus "pollitas" y "princesas", como les llama con cariño.

Comenzar de cero
Mayén llegó al principio del año a esa comunidad proveniente de
Escuintla, lugar donde anteriormente daba clases, pero el
Ministerio de Educación (Mineduc) cambió sus planes y "me
mandó a este lugar, que fue mi segundo hogar", recuerda
emocionada.

"Comencé de cero, buscando alumnos para mi clase, la


comunidad no me conocía y las madres se resistían a dejarme
encargadas a sus pequeñas, pero de cero fui armando mi clase
y así conseguí a mis trece alumnas", narra Nely.
La maestra logró mantener su clase pese a la escasez de
recursos y a que el Mineduc le exigía tener en ella hasta 30
alumnos, de lo contrario la cerrarían y enviarían a la docente a
otro sitio.

"Eran niñas muy alegres, humildes, de mi bolso conseguía


refacción para todos, de hecho había una alumna a la que su
mamá le tenía prohibido recibirme la comida porque les daba
pena aceptarla", expresa.

"Todos los días, a las 11:00, cantábamos unas canciones para


cerrar las clases. Yo compartí salón con otras tres maestras",
relata Nely. Esas canciones y la despedida diaria de sus
pequeñas alumnas sin duda eran su motivación para viajar de
Escuintla hacia Alotenango.

"Ellas siempre se preocupaban por mí, me decían: 'Seño, con


cuidado en el bus, no le pase nada'", cuenta con la voz
entrecortada. "Sin saber que los que se debían cuidar eran
ellas", solloza.

Mayén guarda en su memoria y en sus redes sociales imágenes


compartiendo con sus alumnas, quienes un día le dieron la
mejor lección de su vida. "Ser humilde no te quita ser educado,
además siempre me hicieron sonreír y juntas fuimos felices",
comenta.

De momento se desconoce a dónde irá la maestra, puesto que


luego de la tragedia el Mineduc deberá decidir sobre el futuro de
los docentes. Mientras eso ocurre, Nely continúa la búsqueda de
una esperanza de vida entre los escombros.

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