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Aspectos importantes de la constitución de 1830

1) En cuanto a la forma de Estado establece un sistema que se ha llamado centrofederal, pues


aunque consideraba al Estado como unitario, centralista, daba a las provincias que lo componían
considerable autonomía, con una Asamblea o Diputación provincial electa por los cantones que
componían a cada provincia, con facultades de proposición en el nombramiento o designación de
los gobernadores de ellas y en los miembros de las cortes superiores de los distritos judiciales en
que a estos fines se dividió la República;

2) El sistema electoral continuó siendo indirecto y censitario;

3) Se mantuvo como en toda la historia constitucional del país la división de poderes, con un
sistema presidencialista, pero prohibió la reelección inmediata del presidente de la República;

4) El Poder Legislativo se mantuvo bicameral, igualmente como a través de las varias


constituciones que nos han regido, con una Cámara del Senado y una de Representantes, pero la
Cámara del Senado está compuesta por 2 senadores por cada provincia, afirmando así la igualdad
de cada una de ellas, principio éste que es una de las características normales de los estados
federales y que ha sido continuo en nuestra historia, hasta las últimas constituciones que en cierta
forma lo atenúan y se separan en algo del mismo;

5) La materia de derechos individuales continúa la tendencia ya expresada en la Constitución de


1811 y resume éstos en la libertad civil, la seguridad individual, la propiedad y la igualdad. Nada
dice la Constitución sobre la libertad religiosa y de cultos, quizás por considerarla subsumida dentro
de la libertad de expresión o regulada por la Ley de patronato eclesiástico, adoptada por la Gran
Colombia en 1824;

6) En materia de nacionalidad afirma como preponderante el sistema del jus soli, por el cual son
nacionales los nacidos en el territorio patrio, dando sólo cabida subsidiaria al jus sanguinis, esto es,
la atribución de la nacionalidad por la nacionalidad de los padres con independencia del lugar de
nacimiento;

7) Consagra en materia territorial el principio de que el territorio de Venezuela es el mismo que


correspondía a la capitanía general de Venezuela antes de la transformación política de 1810,
conocido con el nombre de uti possidetis juris y que es el que, con variantes de redacción, han
consagrado hasta hoy todas las constituciones posteriores de Venezuela;

8) Instituye un órgano que denominó Consejo de Gobierno, constituido por miembros del
Parlamento, electos por éste, y los ministros del despacho, con funciones consultivas y electivas ya
que en algunos casos elegía a los vicepresidentes de la República.

Que fue la gran Colombia


La gran Colombia fue la unión de tres países como lo son Cundinamarca, Venezuela, ecuador para
ayudar a terminar la independencia. Porque la gran Colombia se constituyo en 1820 ya cuando en
el caso de Venezuela ya estaba dando sus primeros pasos hacia la libertad.
La gran Colombia fue una de los grandes deseos de simón bolívar para la unión de los pueblos
sudamericanos.
La gran Colombia de destruye ya que Cundinamarca (actual Colombia) querían y tenían todos en
sus manos, es decir la presidencia esta en Cundinamarca, los ministerios en Cundinamarca todo lo
de poder. Otro factor importante es la diferencia es la gran diferencia de la cultura entre los tres
países.
Que fue el movimiento separatista y la cosiata
Movimiento separatista “LA COSIATA”
La Cosiata (cosa sin importancia) o revolución de los morrocoyes, fue un movimiento que estalló en
Valencia el 30 de abril de 1826, acaudillado por José Antonio Páez. Originalmente no tuvo la
intención de separar a Venezuela de la Gran Colombia, sino de exigir la reforma de la Constitución
de Cúcuta y anunciar su rompimiento con las autoridades de Bogotá, aunque manteniéndose bajo
la protección del Libertador.
Carlos Soublette afima en 1826: «El nombre de colombiano es la cosa más destituida de
significación, porque nos hemos quedado tan venezolanos, granadinos y quiteños como lo éramos
antes, y quizás con mayores enconos». Lo cual comprueba -afirma Vallenilla Lanz- que la Colombia
de Bolívar no fue jamás una nación, sino un Estado Militar».
El Libertador, en efecto, veía esta unión como una necesidad militar. En carta a O’Leary, fechada
en Guayaquil, el 13 de setiembre de 1829, dícele Bolívar; «Los hombres y las cosas gritan por la
separación, porque la desazón de cada uno compone la inquietud general. Ultimamente la España
misma ha dejado de amenazarnos; lo que ha confirmado más y más que la reunión no es ya
necesaria, no habiendo tenido esta otro fin que la de concentracion de fuerzas contra la metrópoli».
La Constitución de Cúcuta causó malestar entre los venezolanos, y fue jurada en Caracas bajo
protesta por la Municipalidad. Santander en la Vicepresidencia de la República, y la escogencia de
Bogotá como capital, fueron también puntos de discordia. En Venezuela, pues, se veía con
disgusto una unión con los granadinos que en nada la favorecía.
¿Cómo se originó La Cosiata? Ante el temor de una supuesta Santa Alianza, mediante la cual se
estaría formando en Europa un poderoso ejército para reconquistar a América, Santander decreta
el 31 de agosto de 1824 un alistamiento general de todos los ciudadanos, de dieciséis hasta
cincuenta años, con las excepciones del caso.
Fue una orden terminante, reiterada, y quizás por la misma repugnacia que causaba a Páez su
cumplimiento, el Jefe llanero demoró su ejecución casi todo el año siguiente.
A finales de diciembre de 1825 decide Páez hacer cumplir el decreto sobre alistamiento. Convoca a
los hombres desde dieciséis hasta cincuenta años al templo de San Francisco, en Caracas. La cita
es para el 6 de enero de 1826, Día de Reyes. Sólo acuden unos 800 vecinos.
Al hacer una segunda y tercera convocatoria con el mismo resultado, Páez ordena a los batallones
Anzoátegui y Apure que hagan una total y verdadera recluta entre todos los ciudadanos que
encuentren.
Cumplió, pues, enérgicamente, el decreto. El Intendente y el Concejo de Caracas lo acusan de
hacer una recluta abusando de su autoridad. Desgraciadamente, la acusación contra
Páez prosperó en el Senado de Colombia, al ser admitida el 27 de mayo por 15 votos contra 6.
Santander envió su informe al Congreso, y al final pone su ingrediente de picardía. Dice que no
habiendo tribunal que juzgue a Páez, le corresponde esa función al Congreso. El Senado, en
efecto, suspende a Páez de la Comandancia General y le llama a Bogotá para que responda los
cargos en su contra.
Cabe aquí la expresión de Bolívar, que lo estaba previendo todo: «A mis ojos, la ruina de Colombia
está consumada desde el día en que usted fue llamado por el Congreso».
Páez no acudirá a ese llamado. Entregó el mando a su acusador Juan de Escalona, pero se
declaró en franca rebelión, asesorado por quienes creyeron que el Congreso sería el cadalso del
hombre fuerte de Venezuela, fresca como estaba la muerte de Leonardo Infante, un oficial
venezolano a quien se le siguió injusta causa y atroz sentencia. ¡No tenía por qué ir a Bogotá!
Y en esto tuvo en Bolívar su principal apoyo.
La Municipalidad de Valencia, que se había reunido el 27 de abril, analiza el caso de Páez, y ante
la imposibilidad de trocar de alguna manera el dictamen del Congreso, acuerda expresar su
resentimiento a Páez por la suspensión de su cargo y se muestra confiada en que justificará ante el
Senado su inocencia.
Pero esto no iba a quedarse así. La agitación se extendió por toda la ciudad carabobeña. Al recibir
Escalona la Comandancia General, se produjeron desórdenes, y hasta tres muertos hubo.
El 30 de abril volvió a reunirse la Municipalidad en virtud de que el pueblo se había amotinado para
aclamar a José Antonio Páez y pedir su reposición como Comandante General.
Dicho de otra manera: al ídolo se le arrancó de cuajo de su casa, lo cargó la multitud en hombros,
lo llevó hasta la Municipalidad y lo instaló en su trono para que desde ese día mandara, como en
efecto mandó, porque el ilustre Concejo de Valencia, «considerando inevitable el suceso, y
coincidiendo con la voluntad general del pueblo, determinó: que Su Excelencia reasumiese el
mando».
La Municipalidad de Caracas, que con tanto celo había actuado contra Páez ante el Senado de
Colombia, originando de paso su suspensión, ahora lo apoya. En sesión multitudinaria del 5 de
mayo de 1826, los concejales caraqueños se sumaron al pronunciamiento de Valencia -un
verdadero golpe de Estado- y a esto siguió una hilera de pueblos y ciudades.
El 14 de mayo de 1826 Páez prestó juramento ante el Gobernador Peñalver «por Dios y los Santos
Evangelios, ofreciendo guardar y hacer guardar las leyes establecidas, con condición de no
obedecer las nuevas órdenes del gobierno de Bogotá».
Poco después se dirige a Caracas. ¿Cómo fue recibido Páez en Caracas? El relato de la época nos
lo pinta con vivos colores. Había llegado a la capital el 19 de mayo, a las 6 de la tarde. En medio de
la más entusiasta aclamación, montado en pelo, para demostrar su llanería: «y de entre una nube
de polvo se adelanta un jinete sin silla, medio húsar, medio pastor, cubierto con una gorra
encarnada y cabalgando como un discípulo de Franconi. A medida que avanza, modera su marcha,
sonríe a la muchedumbre, saluda a los hombres con la mano y a las hermosas caraqueñas con
miradas y besos. En su camino se hallan tres casas pertenecientes a la familia del Libertador.
Las damas están a la reja: él se yergue, después se inclina respetuoso; y al instante el pueblo, que
lo ha comprendido, grita como para hacer tumbar las montañas: «¡Viva Bolívar! ¡Viva Páez! ¡Viva
Venezuela!»
En la proclama de ese mismo día 19 a los venezolanos, Páez confirma: «El Libertador Presidente
será nuestro árbitro y mediador, y él no será sordo a los clamores de sus compatriotas».
Cuando días más tarde, el 25 de mayo, le escriba al Libertador, le pedirá: «Véngase usted a ser el
piloto de esta nave que navega en un mar proceloso, condúzcala a puerto seguro, y permítame que
después de tantas fatigas vaya a pasar una vida privada en los llanos de Apure, donde viva entre
mis amigos, lejos de rivales envidiosos, y olvidado de una multitud de ingratos que comienzan su
servicio cuando yo concluyo mi carrera».
Obsérvese cómo en todos los pronunciamientos, en todas las manifestaciones y en la
correspondencia, la figura de Bolívar se conserva incólume, venerada por todos. Sí es verdad que
se está contra el Gobierno de Bogotá y contra las insidias de Santander; es cierto que se piden
reformas a la Constitución de Cúcuta y se acelere la convocatoria de la próxima Convención. Pero
no se ataca a Bolívar, y los promotores de esta Revolución de La Cosiata, se mantienen dentro del
ámbito de Colombia y bajo la autoridad del Libertador.
Fernando Peñalver era uno de los pocos -contando a los familiares- que tuteaba al Libertador. Por
eso puede leerse en una carta suya: «El General Páez manifiesta por ti el mayor respeto y
consideración, y te ha proclamado en el ejército y en todas partes. Aunque dice que no recibirá
órdenes de Bogotá, ha ofrecido mantener las cosas en el estado en que estaban, sin hacer ninguna
novedad hasta que vengas y resuelvas lo que te parezca conveniente».
Por estos días el Libertador estaba más que entusiasmado con su Constitución Boliviana. A todo el
mundo escribía recomendándola. A Páez le envía con O’Leary «muchos ejemplares», consciente
de que esa Constitución «abraza los intereses de todos los partidos, da una estabilidad firme al
gobierno unida a una grande energía y conserva ilesos los principios que hemos proclamado de
libertad e igualdad».
Tanto deseaba el Libertador que la Constitución de Bolivia fuera asimilada por los colombianos, que
me atrevo a asegurar que esta revolución de Venezuela convenía a esas intenciones de Bolívar,
pues pidiendo los venezolanos reforma constitucional, como en efecto la pedían, se allanaba el
camino.
Entiéndaseme bien: Bolívar consideraba su código bolivariano superior al esfuerzo de libertar su
territorio; en él perfeccionaba su Constitución de Angostura. Como no se podían hacer reformas a
la de Cúcuta hasta 1831, y ante la onda expansiva del estallido valenciano, ¿no ofrecía La Cosiata
una admirable oportunidad para adelantar la fecha del próximo Congreso Constituyente?
En política todo es cuestión de saber aprovechar el momento, la circunstancia. Es por esto que al
llegar a Venezuela, al dar el decreto sobre paz y olvido de lo pasado, lo primero que promete
Bolívar es la convocatoria de la Convención.
Este fue el movimiento de La Cosiata. Una reacción de Páez y del pueblo frente a una injusticia de
Bogotá. Una reacción contra la Constitución de Cúcuta, con la misma fuerza con que la adversaba
el Libertador.
No fue La Cosiata un movimiento para separarse de la Gran Colombia, sino para ignorar las
órdenes de Santander. No para derrocar a Bolívar. Este lo entiende así; por eso, cuando llega a
Venezuela indulta a todos los comprometidos en La Cosiata, por decreto del 1 de enero de 1827,
ratifica a Páez en el cargo de Jefe Superior Civil y Militar de Venezuela, y le da más poder. Si
Bolívar lo entendió así, ¿podemos ser nosotros más papistas que el Papa?

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