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John Broadus Watson

(Greenville, EE UU, 1878-Nueva York, 1958) Psicólogo estadounidense.


Se trasladó a Chicago para estudiar filosofía, atraído por Dewey y el
pragmatismo, pero pronto comenzó a interesarse por la psicología. Se
doctoró en 1903 y empezó a trabajar como asistente instructor en
psicología animal. En 1907 pasó a la Universidad Johns Hopkins, donde
estudió los procesos sensoriales en los animales. Su convencimiento de
que las referencias a los contenidos de la mente y a la conciencia no
podían someterse a ningún criterio objetivo y suscitaban una
problemática seudocientífica le llevó a la utilización de los únicos datos
objetivos existentes en el análisis psicológico, es decir, aquellos que
proporcionaba la conducta exterior. En 1914 publicó El conductismo:
una introducción a la psicología comparativa, donde postulaba la
observación directa de la conducta con el objetivo de hallar conexiones
entre ella y la fisiología subyacente. Durante los años veinte abandonó
la actividad académica, aunque continuó publicando numerosos
ensayos, entre los cuales destacan Conducta (1914) y Conductismo
(1924).

Josef Breuer

(Viena, 1842-1925) Psiquiatra austriaco. Médico con amplios intereses científicos y culturales,
comunicó a Freud sus hallazgos en un caso de histeria tratado con hipnosis, método que
incorporaría después el mismo Freud, y que se convirtió en el núcleo del psicoanálisis. De la
colaboración de ambos hombres surgió la obra Estudio sobre la histeria (1895). Rompió con
Freud a causa de la importancia que daba Freud al factor sexual en la histeria.

Sigmund Freud

(Freiberg, 1856 - Londres, 1939) Neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis. El hombre que
habría de revolucionar la psicología clínica y la psiquiatría, se inclinó relativamente tarde hacia el
estudio de la Medicina. Se matriculó en la Facultad vienesa de esta ciencia (su familia se había
trasladado a Viena en 1859) tras la lectura de las obras de Darwin y de un ensayo de Goethe.

Graduado en 1881, se interesó al principio por la fisiología del sistema nervioso y la anatomía
cerebral. Obtenida en 1885 la habilitación para la enseñanza libre de la neuropatología, se
dedicó, no obstante, muy pronto a la psiquiatría y marchó aquel mismo año a París para seguir
los cursos de Charcot en la Salpétrière, estudiar sus teorías y familiarizarse con las técnicas
hipnóticas empleadas por éste en el tratamiento del histerismo y de otros trastornos nerviosos.

Sigmund Freud

Vuelto a Viena (1886), contrajo matrimonio con Martha Bernays, y luego regresó, aun cuando
por breve tiempo, a Francia, a fin de aprender en Nancy los métodos hipnosugestivos de cura de
Bernheim. De nuevo en su patria, y no demasiado satisfecho (el hipnotismo terapéutico no
resultaba fiel y la etiología del histerismo no quedaba explicada), se interesó por el sistema
seguido antes por un colega mayor que él, Joseph Breuer, en la curación de una joven histérica
mediante el empleo del hipnotismo, no ya para anular los síntomas, sino para superar las
inhibiciones de la paciente y hacerle evocar detalles de su vida pasada en relación causal con
tales síntomas, pero tenazmente olvidados (método "catártico").

Sigmund Freud trabajó en el mismo sentido y publicó en 1895, con Breuer, Estudios sobre la
histeria (Studien über Hysterie). El sistema contenía en germen la terapéutica psicoanalítica y
había aclarado la existencia de conflictos ideoafectivos inconscientes como premisas y causas de
una condición neurótica; el traslado, en el síntoma, de energías psíquicas no liberadas y,
finalmente, la posibilidad técnica de un retorno de la afectividad atascada a sus vías normales de
flujo.

Se presentaban, no obstante, dos problemas: primeramente, la posibilidad de una técnica


menos insegura que el hipnotismo para la debilitación de las inhibiciones y la evocación de los
recuerdos; en segundo lugar, la naturaleza de las emociones y energías psicodinámicas en
juego. A la primera cuestión respondió Freud con la sustitución de la hipnosis por la técnica del
relajamiento y de las "asociaciones libres", según la cual el paciente es invitado a hablar con
absoluta libertad de cuanto llega a su mente y a vincular una idea con otra sin un orden
establecido previamente; solucionó la segunda admitiendo en buena parte la naturaleza sexual
de las emociones relacionadas con las situaciones olvidadas.

Llegados a este punto (1896-97), Breuer y Freud acabaron por separarse. Había nacido el
psicoanálisis freudiano, entendido como técnica de exploración del subconsciente, psicoterapia y
teoría psicológica general. Freud descubrió sucesivamente que los contenidos alejados de la
conciencia ("removidos") podían expresarse no sólo en los síntomas neuróticos, sino asimismo
en otros aspectos no meramente patológicos, y sobre todo en los sueños (a cuya interpretación
dedicó una obra fundamental, La interpretación de los sueños, 1900) y en muchos actos
insignificantes de la existencia corriente (Psicopatología de la vida cotidiana, 1904).

LIBIDO
Esta palabra ha sido siempre un cultismo, como lubricidad, lascivia, lujuria y tantas
otras. Como cultismo correctamente formado, su forma era "libídine" (del acusativo
libídinem, con caída de la m). Pero al adoptarla Freud como bandera de su
novedosa teoría sobre la causa motriz de la conducta humana, fue a lo fácil,
quedándose con el nominativo. También en la teoría fue a lo fácil y simplificó
generalizando más de la cuenta. El español, que ya tenía formada la palabra (no
así el alemán), se podía haber quedado con ella; pero los psicoanalistas
españoles, enfrascados en la lectura del maestro, ni siquiera sabían de su
existencia, por lo que se apuntaron al neologismo freudiano. Por supuesto que el
adjetivo libidinoso-libidinosa no lo formó Freud, sino que era parte del caudal de la
lengua española, que lo tomó directamente del latín libidinosus, a, um, y que se
usaba en el lenguaje culto (bastante más que el sustantivo libídine) muchos siglos
antes de que Freud lanzase la libido al estrellato.

La palabra latina libido, libídinis, abarcaba una gama tan amplia de significados
como dan de sí el deseo y la libre voluntad; pero al caer en el ámbito del sexo y
prosperar en él su uso, pronto quedaron descartados los demás significados, que
daban lugar a juegos de palabras, al doble sentido, a los equívocos y a la metáfora
fácil. El origen de libido está en el verbo defectivo libet, libebat, libere, libuit o
libitum est, que significa agradar, placer, gustar: ut libet = a tu gusto; si libet = si
quieres; ánimo libenti = de buen grado, por tu voluntad. El participio presente
libens, libentis (el que obra por su voluntad, el que hace las cosas a gusto), da
origen al adverbio libenter, que significa gustosamente, con agrado,
espontáneamente: libenter studioseque audiant = escuchen con agrado y con
interés. El participio pasado líbitus, a, um significa que gusta, que agrada. La
sustantivación en plural neutro líbita, libitorum, son los caprichos, los antojos, las
fantasías. La expresión ad líbitum significa a voluntad, a elegir, como a uno mejor
le parezca. Está claro que en los orígenes de la libido no hay nada de libidinoso. Y
está claro también que entre los muchos significados de la palabra latina libido,
libídinis, estaba además el de deseo e incluso desenfreno sexual: libido bonorum
futurorum era el deseo de los bienes futuros; libido ulciscendi, la voluntad de
vengarse; bona libido patriae gratificandi, el buen deseo de servir a la patria; libido
voluptatis, el deseo de placer; ex libídine, caprichosamente; in libídine esse, estar
en una línea de conducta caprichosa (tirando a licenciosa); amor vacans omni
libídine, amor libre de todo deseo sensual y sexual. El plural libídines se usaba con
el valor de imágenes obscenas (nuestra pornografía): in póculis libídines coelare =
cincelar escenas escabrosas en las copas. De esta palabra, con la gran amplitud
de significado arriba expuesta, sacamos nuestra libídine con su adjetivo libidinoso,
y Freud su libido (es incorrecto hacerla esdrújula). Tal como la libídine es un
cultismo arcaico cuyo significado no va más alla de la lujuria, la libido de Freud es
un cultismo moderno; de hecho, una palabra tesis dentro del contexto del
psicoanálisis freudiano: representa el deseo sexual como fuente de los impulsos
vitales que determinan la co

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