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E N S AYO

EL GESTO BRUTAL DEL PINTOR:


SOBRE FRANCIS BACON
MILAN KUNDERA

1 Un día Michel Archim-


baud, que se propone
publicar un libro de retra-
nos habían prestado. Dos
días antes, durante todo el
día, había sido interrogada
una ternera colgado de un
gancho en una carnicería.
El ruido del agua que
trípticos de Francis Bacon,
es como si me acordara de
aquello. La mirada del pin-
tos y autorretratos de Fran- sobre mí por la policía. llenaba la cisterna del aseo tor agarra la cara como con
cis Bacon, me invita a es- Ahora quería verme a es- ya prácticamente no cesaba una mano brutal, tratando
cribir un pequeño ensayo condidas (temía ser cons- y, de repente, tuve ganas de de apoderarse de su esen-
inspirado en estos cuadros. tantemente seguida) para violarla. Sé bien lo que cia, de ese diamante oculto
Me asegura que así lo quie- contarme las preguntas que digo: violarla, no hacer el en las profundidades. Cla-
re el propio pintor. Me re- le habían hecho y lo que amor con ella. No quería ro, no estamos seguros de
cuerda un breve texto mío, ella había respondido. En su ternura. Quería agarrar- que las profundidades con-
publicado hacía tiempo en el caso de un posible inte- le brutalmente la cara y, al serven realmente algo
la revista L’Arc, que Bacon rrogatorio, mis respuestas instante, tomarla a ella en- –pero, sea lo que sea, hay
consideraba uno de los po- debían ser idénticas a las tera, con todas sus contra- en nosotros ese gesto bru-
cos en los que se reconocía. suyas. dicciones tan intolerable- tal, ese movimiento de la
No negaré mi emoción Se trataba de una joven- mente excitantes: con su mano que agarra, arrugán-
ante semejante mensaje, cita que todavía desconocía vestido impecable y sus en- dola, la cara de otro con la
que me llegaba, después de el mundo. El interrogato- trañas revueltas, con su ra- esperanza de encontrar en
años, de un artista con el rio la había alterado y, des- zón y su miedo, con su ella, detrás de ella, algo que
que jamás me encontré y al de hacía tres días, el miedo orgullo y su desgracia. Te- se oculta allí”.
que tanto he admirado. le removía las entrañas. Es- nía la impresión de que en
Escribí este texto de
L’Arc (que, más tarde, ins-
piró parte de mi Libro de la
taba muy pálida y, durante
nuestra conversación, se le-
vantaba con frecuencia
todas sus contradicciones
radicaba su esencia: ese te-
soro, esa pepita de oro, ese
3 Los mejores comen-
tarios sobre la obra de
Bacon los hizo él mismo en
risa y el olvido), dedicado al para ir al servicio –hasta el diamante oculto en las dos entrevistas: con Sylves-
tríptico de los retratos de punto de que el ruido del profundidades. Quería po- ter en 1976 y con Archim-
Henrietta Moraes, al poco agua que llenaba la cister- seerla en un segundo, con baud en 1992. En los dos
de mi emigración, hacia na acompañó todo nuestro toda su mierda y su alma casos habla con admiración
1977, todavía obcecado encuentro. inefable. de Picasso, en particular el
por los recuerdos del país La conocía desde hacía Pero veía sus ojos fijos del periodo entre 1926 y
que acababa de abandonar tiempo. Era inteligente, en mí, llenos de angustia 1932, el único al que él se
y que permanecía en mi ingeniosa, sabía controlar (dos ojos angustiados en siente realmente cercano;
memoria como una tierra perfectamente sus emocio- un rostro razonable), y ve abrirse en él un territo-
de interrogatorios y de vi- nes e iba siempre vestida cuanto mayor era la angus- rio “inexplorado: una for-
gilancia. Ahora, no puedo de un modo tan impecable tia de sus ojos, más absur- ma orgánica relacionada
sino empezar mi nueva re- que su vestido, al igual que do, estúpido, escandaloso, con la imagen humana
flexión sobre el arte de su comportamiento, no incomprensible e imposi- pero que es de hecho su to-
Bacon a partir de aquel an- dejaba el mínimo resquicio ble de cumplirse se tornaba tal distorsión”(la cursiva es
tiguo texto: para entrever su desnudez. mi deseo. mía).
Y, de golpe, el miedo, Por desplazado e injusti- Podría decirse que, de

2 “Ocurrió en 1972.
Me encontré con una
joven en la periferia de Pra-
como un gran cuchillo, la
había escindido. Estaba
allí ante mí, abierta, como
ficable que fuera, ese deseo
no dejaba de ser menos
real. No sabría negarlo –y,
no ser durante este breve
periodo, en toda la restante
obra de Picasso es un leve
ga en un apartamento que el tronco desgarrado de cuando miro los retratos- gesto del pintor lo que

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transforma motivos del de las proporciones, unos ciones difieren una de otra matar su creación. Hay a la
cuerpo humano en forma pocos milímetros de dife- y, no obstante, no dejan de vez en él algo demasiado
bidimensional, sin obliga- rencia. Añadamos a todo tener algo común a las tres: sistemático y demasiado
ción alguna de parecerse a ello nuestra experiencia “ese tesoro, esa pepita de inteligente, tal vez sea esto
algo. En Bacon, la euforia histórica, que nos ha indu- oro, ese diamante oculto”, lo que siempre me ha mo-
lúdica picassiana deja lugar cido a comprender que los el “yo” de un rostro. lestado”. Y para terminar:
al asombro (cuando no al hombres actúan imitándo- “En pintura, siempre deja-
espanto) ante lo que somos,
lo que somos materialmen-
te, físicamente. Movida por
se los unos a los otros, que
sus actitudes son estadísti-
camente calculables, sus
4 Podría decirlo de otra
manera: los retratos
de Bacon cuestionan los lí-
mos demasiados hábitos,
nunca los eliminamos lo
suficiente, pero en la obra
ese espanto, la mano del opiniones manipulables, y mites del “yo”. ¿Hasta qué de Beckett tengo con fre-
pintor (por retomar pala- que, así las cosas, el hom- grado de distorsión un in- cuencia la impresión de
bras de mi antiguo texto) bre es menos un individuo dividuo sigue siendo él que, a fuerza de querer eli-
se apodera con un “gesto (un sujeto) que un elemen- mismo? ¿Durante cuánto minar, ya no ha quedado
brutal” de un cuerpo, de to de una masa. tiempo sigue todavía reco- nada y que esa nada acaba
una cara, “con la esperanza En esos tiempos de du- nocible el rostro de alguien sonando a hueco...”.
de encontrar en ella, detrás das es cuando la mano vio- amado que va alejándose Cuando un artista habla
de ella, algo que se oculta ladora del pintor se apode- de nosotros por enferme- de otro, siempre habla (me
allí”. ra con un “gesto brutal” de dad, locura, odio o muerte? diante carambolas y ro-
Pero ¿qué es lo que se la cara de sus modelos para ¿Dónde queda la frontera deos) de sí mismo, y en ello
oculta allí? ¿Su “yo”? Claro, encontrar, en algún lugar tras la cual un “yo” deja de radica todo el interés de su
todos los retratos que jamás en profundidad, su “yo” se- ser “yo”? opinión. ¿Qué nos dice Ba-
se han pintado quieren re- pultado. En esa búsqueda con sobre sí mismo al ha-
velar el “yo” del modelo.
Pero Bacon vive en la época
en la que el “yo” empieza
baconiana las formas some-
tidas a “una total distor-
sión” nunca pierden su ca-
5 Desde hacía mucho
tiempo, en mi galería
imaginaria del arte moder-
blar de Beckett?
Que no quiere ser clasi-
ficado. Que quiere proteger
en todas partes a ser escu- rácter de organismos vivos, no, emparejaba a Bacon su obra de los tópicos.
rridizo. En efecto, nuestra recuerdan siempre su exis- con Beckett. Luego leí la Asimismo: que se resiste
experiencia más trivial nos tencia corporal, su carnali- entrevista con Archim- a los dogmáticos de la mo-
enseña (sobre todo si la dad, siguen conservando su baud: “Siempre me ha sor- dernidad que han levanta-
vida que se nos va quedan- apariencia tridimensional. prendido que me emparen- do una barrera entre la tra-
do atrás se prolonga dema- Y, además, ¡se parecen a sus taran con Beckett” dición y el arte moderno,
siado) que lamentablemen- modelos! Pero ¿cómo pue- dice Bacon. Y, más ade- como si éste representara
te las caras se parecen todas de el retrato parecerse al lante: “... siempre me ha en la historia del arte un
(y la insensata avalancha modelo del que es cons- parecido que Shakespeare periodo aislado, con sus
demográfica no hace más cientemente una distor- había expresado mucho propios valores incompa-
que incrementar esa sensa- sión? Sin embargo, lo prue- mejor y de un modo más rables y criterios autóno-
ción), que dejan que se ban las fotos de las personas ajustado y más poderoso lo mos. Ahora bien, Bacon
confundan, que sólo las di- retratadas: el retrato se les que Beckett y Joyce habían aspira a inscribirse en la
ferencia algo diminuto, parece; miren los trípticos intentado decir...”. Y aún: historia del arte en su tota-
apenas perceptible, que, –tres variaciones yuxta- “Me pregunto si las lidad; el siglo  no nos
matemáticamente, sólo re- puestas del retrato de la ideas de Beckett sobre su dispensa de nuestra deuda
presenta, en la disposición misma persona; estas varia- arte no terminaron por para con Shakespeare.

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EL G ESTO B RUTAL DE L P INTOR: SOB RE F RA N CI S B ACO N

Y además: se cuida de dad técnica. Son por ejem- sin anestesia a Andréi Bol- “¿Y Warhol?” “...para mí no
expresar sus ideas sobre arte plo, en la forma de la sona- konski, mortalmente heri- es importante.”
de un modo demasiado sis- ta (incluso entre los gran- do, no está exenta de belle- ¿Y el arte abstracto? ¡Oh,
temático porque teme de- des, Mozart o Beethoven), za; como jamás lo está una no, ése no le gusta nada!
jar que su arte se convierta todas las transiciones (con escena de Shakespeare; como “Después de Picasso, ya no
en una especie de mensaje frecuencia muy convencio- jamás lo está un cuadro de sé muy bien”.
simplista. Sabe que el peli- nales) de un tema a otro. Bacon. Habla como un huérfa-
gro es tanto mayor cuanto Casi todos los grandes ar- Las carnicerías son luga- no. Y lo es. Y lo es incluso
que el arte de nuestra mi- tistas modernos intentan res horribles, pero, cuando en el sentido muy concreto
tad de siglo se ha enfanga- suprimir estos “rellenos”, Bacon habla de ellas, no ol- de su vida: los que abrieron
do en una ruidosa y opaca quitar todo lo que proviene vida señalar que “para un camino estaban rodeados
logorrea teórica que impide de un hábito, todo lo que pintor hay allí esa gran be- de colegas, gente que hacía
que una obra entre en con- les impide abordar, directa lleza del color de la carne”. comentarios, admiradores,
tacto directo, no mediati- y exclusivamente, lo esen- simpatizantes, compañeros
zado, no preinterpretado,
con quien la contempla (la
lee o la escucha).
cial (lo esencial: lo que el
propio artista, y sólo él,
puede decir).
7 Pese a todas las reser-
vas de Bacon, ¿qué
hace que siga sintiéndolo
de viaje, todo un grupo. Él,
en cambio, está solo. Como
lo está Beckett. En la entre-
Allá donde puede, pues, Veamos qué pasa con cercano a Beckett? vista con Sylvester declara:
Bacon confunde las pistas Bacon: los fondos de sus Los dos se encuentran “Creo que sería más esti-
para dejar desamparados a cuadros son muy simples, más o menos en el mismo mulante ser uno más entre
los expertos que quieren re- lisos, pero: en primer pla- lugar de la historia de sus muchos artistas trabajando
ducir el sentido de su obra no, los cuerpos están trata- artes respectivos. A saber, juntos. [...] Me parece que
a un pesimismo tópico: le dos con riqueza tanto de en el último periodo del sería terriblemente agrada-
enfurece la utilización de la colores como de formas. arte dramático, en el últi- ble tener a alguien con
palabra “horror” a propósi- Pues bien, ésta es la riqueza mo periodo de la historia quien hablar. Hoy no hay
to de su arte; señala el pa- (shakespeariana) que más de la pintura. Porque Ba- absolutamente nadie con
pel que desempeña en su le gusta. Ya que, sin esta ri- con es uno de los últimos quien hablar”.
pintura el azar (el que queza (riqueza que contras- pintores cuyo lenguaje to-
irrumpe mientras trabaja; ta con el fondo liso), la be- davía es el pincel y el óleo. De hecho, su moderni-
una mancha de color, caída lleza sería ascética, como Y Beckett todavía escribe dad, la que cierra la puerta,
fortuitamente, que cambia puesta a régimen, dismi- un teatro que descansa so- ya no responde a la moder-
de golpe el tema mismo del nuida, y, para Bacon, se bre el texto del autor. Es nidad que les rodea, la mo-
cuadro); insiste sobre la pa- trata siempre y ante todo cierto que después de él el dernidad de las modas que
labra “juego” cuando todo de belleza, de la explosión teatro sigue existiendo, tal lanza el marketing del arte.
el mundo exalta la grave- de la belleza, porque, aun- vez incluso evolucione, (Sylvester pregunta: “Si los
dad de sus pinturas. Puede que hoy en día esta palabra pero ya no lo inspiran, ni cuadros abstractos ya no
que alguien le mencione su parezca desvirtuada, pasada lo innovan, ni aseguran su son sino arreglos formales,
desesperación; sea, pero de moda, es ella la que le evolución los textos de los ¿cómo explica usted que
entonces, él puntualiza en- une a Shakespeare. autores dramáticos. haya gente que, como yo,
seguida: para él se trata en Y ésta es la razón por la En la historia del arte siente a veces hacia ellos el
todo caso de una “alegre que le irrita la palabra “ho- moderno, Bacon y Beckett mismo tipo de reacción vis-
desesperación”. rror” aplicada con obstina- no son de los que abren ca- ceral que sienten hacia
ción a su obra. Tolstói de- mino; se recluyen. Bacon obras figurativas?” –Y Ba-

6 En su reflexión sobre
Beckett, Bacon dice:
“En pintura siempre deja-
cía de Leonid Andreiev y
de sus novelas negras:
“Quiere amedrentarme, pero
responde a la pregunta de
Archimbaud sobre qué pin-
tores contemporáneos le pa-
con responde– La moda).

Ser moderno en la épo-


mos demasiados hábitos, no siento miedo”. Ahora recen importantes: “Des- ca en que la gran moderni-
nunca los eliminamos lo hay demasiados cuadros pués de Picasso, ya no sé dad está a punto de cerrar
suficiente...”. que quieren amedrentar- muy bien. Hay actualmente sus puertas es muy distinto
Demasiados hábitos quie- nos, y son aburridos. El es- una exposición de pop art que ser moderno en la
re decir: todo lo que no es un panto no es una sensación en la Royal Academy [...], época de Picasso. Bacon
descubrimiento del pintor, estética y el horror que en- cuando se ven todos esos quedó aislado (“no hay ab-
su aportación inédita, su ori- contramos en las novelas cuadros reunidos, no se ve solutamente nadie con
ginalidad; lo que es herencia, de Tolstói nunca está para nada. Me parece que ahí quien hablar”); aislado
rutina, relleno, elaboración amedrentar; la escena des- dentro no hay nada, que está tanto del pasado como del
considerada como necesi- garradora en la que operan vacío, completamente vacío”. porvenir.

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MILAN KUNDERA

8 Al igual que Bacon,


Beckett no se hacía
ilusión alguna acerca del
está ausente en su manera
de pensar; según él, “el
hombre cae ahora en la
caer en la cisterna como yo
la oigo caer cuando miro
Figura inclinada sobre una
9 ¿Qué nos queda cuando
hemos bajado hasta aquí?
El rostro;
porvenir del mundo ni del cuenta de que no es sino jofaina, de 1976, o el Tríp- el rostro que contiene “ese
arte. Y en ese momento del un accidente, un ser sin tico, de 1973, de Bacon. tesoro, esa pepita de oro, ese
final de las ilusiones en- sentido, que sin razón al- La joven praguense ya no diamante oculto”, que es el
contramos en los dos la guna debe seguir el juego se enfrentaba a la policía, “yo” infinitamente frágil estre-
misma reacción, inmensa- hasta el final”. sino a su propio vientre, y meciéndose en un cuerpo;
mente interesante y signifi- Visto así, Jesús es ese ac- si alguien presidió, invisi- el rostro sobre el que fijo
cativa: las guerras, las revo- cidente que, sin razón, ha ble, aquella pequeña esce- mi mirada con el fin de en-
luciones y sus fracasos, las seguido el juego hasta el fi- na de horror no fue un contrar una razón para vivir
masacres, la impostura de- nal. La cruz: el final del policía, un apparatchik, un ese “accidente desprovisto de
mocrática, todos estos te- juego que se ha jugado sin verdugo, sino un Dios, o sentido” que es la vida.
mas son ajenos a sus obras. razón hasta el final. un Anti-Dios, el Dios mal-
En El rinoceronte, Ionesco No, no hay sacrilegio; vado de los gnósticos, un
[Capítulo I de Milan Kundera:
todavía se interesa por las más bien una mirada lúci- Demiurgo, un Creador, Un encuentro, Tusquets Editores,
grandes cuestiones políti- da, triste, pensativa y que aquel que nos ha hecho 2009.]
cas. Nada similar en Bec- intenta penetrar hasta lo caer en la trampa de ese
kett. Picasso pinta todavía esencial. ¿Y qué revela lo “accidente”del cuerpo que © Milan Kundera: Une rencontre,
2009
Masacre en Corea. Tema esencial cuando todos los él ha manipulado en su ta-
impensable en Bacon. sueños sociales se han eva- ller y al que, durante algún © de la traducción: Beatriz de
Cuando se vive el fin de porado y el hombre ve tiempo, nos vemos obliga Moura, 2009
una civilización (tal como “cómo se anula para él [...] dos a servir de alma.
la viven, o creen que la vi- toda salida religiosa”? El Bacon espiaba con fre-
ven, Beckett y Bacon), la cuerpo. El único ecce cuencia ese taller del Crea-
última confrontación bru- homo,evidente, patético y dor; puede comprobarse,
tal no se produce contra concreto. Porque “lo que sí por ejemplo, en los cua-
una sociedad, contra un es seguro es que somos car- dros titulados Estudio del
Estado, contra una políti- ne, somos carcasas en po- cuerpo humano en los que
ca, sino contra la materiali- tencia. Si voy a un carnice- desenmascara el cuerpo
dad fisiológica del hombre. ro, siempre me parece sor- humano como simple “ac-
Por eso, incluso el tema de prendente no estar yo allí, cidente”, accidente que
la Crucifixión, que antaño en lugar del animal”. podría haber sido confec-
concentraba toda la ética, No es ni pesimismo ni cionado de modo muy
toda la religión, incluso desesperación, es una sim- distinto, por ejemplo, qué
toda la Historia de Occi- ple evidencia, pero una evi- sé yo, con tres manos o
dente, se convierte en Ba- dencia que normalmente con los ojos situados en
con en un simple escánda- queda disimulada por nues- las rodillas. Éstos son los
lo fisiológico: “Siempre me tra pertenencia a una colec- únicos cuadros que me lle-
turbaron las imágenes rela- tividad que nos ciega con nan de horror. Pero ¿es
cionadas con mataderos y sus sueños, sus estímulos, “horror” la palabra acerta-
con la carne, y para mí es- sus proyectos, sus ilusiones, da? No. No hay palabra
tán estrechamente vincula- sus luchas, sus causas, sus acertada para la sensación
das a todo lo que es la Cru- religiones, sus ideologías, que suscitan estos cuadros.
cifixión. Hay fotografías sus pasiones. Y, un buen Lo que suscitan no es el
extraordinarias de animales día, cae el velo y nos deja a horror que conocemos, el
hechas en el momento pre- solas con el cuerpo, a mer- que se debe a las locuras
ciso en que los sacan para ced del cuerpo, como lo de la Historia, a la tortura,
enviarlos al matadero. Y estaba la joven praguense a la persecución, a la gue-
ese olor a muerte...”. que, después de la conmo- rra, a las masacres, al su-
Acercar a Jesús clavado ción de un interrogatorio, frimiento. No. En Bacon,
en la cruz a mataderos y al se iba cada tres minutos al es un horror muy distinto:
miedo de los animales po- servicio. Había quedado proviene del carácter acci-
dría parecer un sacrilegio. reducida a su miedo, a la dental del cuerpo humano
Milan Kundera es novelista y
Pero Bacon no es creyente, rabia de sus entrañas y al súbitamente revelado por ensayista. Autor de La broma y La
y la noción de sacrilegio ruido del agua que ella oía el pintor. insoportable levedad del ser.

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