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Universidad de Guadalajara

Maestría en Ciencias Sociales


Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos
Procesos de constitución de sujetos sociales en América Latina
Alejandro Pérez Amante
El ensayo que a continuación se presenta, es un ejercicio de reflexión que surge como
resultado de una serie de discusiones que fueron planteadas durante el curso de Procesos
de Construcción de Sujetos Sociales en América Latina, el cual forma parte de la
Maestría en Ciencias Sociales.

Concretamente, pretendo abordar algunas pistas, conceptos y aspectos epistemológicos,


que en términos de la tesis que actualmente me encuentro desarrollando, me han
permitido por una parte cuestionar o mirar desde diferentes perspectivas aspectos que
están siendo abordados, y por otra, incorporar una serie de argumentos a través de los
cuales problematizar de mejor manera algunos planteamientos realizados no solo en lo
referente a cuestiones teóricas y epistémicas, sino también sobre nuestro quehacer como
investigadores en términos éticos y políticos.

Distingo al menos tres ejes principales que estructuran las reflexiones que a
continuación se presentan, los cuales a su vez están atravesados por otros elementos a
considerar. Estos son:

 Breve introducción a la resistencia colectiva que estoy documentando como


parte de mi trabajo de tesis y a la cual también pertenezco. Esto con la intención
de contextualizar y problematizar el lugar desde el que me situó al momento de
desarrollar mi trabajo de investigación.
 Reflexionar en torno a los planteamientos que realiza Hugo Zemelman (2005) en
términos de lo que considera la exigencia de la historicidad, los cuales nos
interpelan sobre la necesidad de colocarnos ante un momento histórico, que es
más complejo que la relación de producir conocimiento sobre un objeto, y como
estos aportan elementos para considerar que somos parte de las realidades que
investigamos y por lo tanto es necesario posicionarnos ante ellas.
 Por otra parte, se pretende abordar algunos planteamientos en torno a la obra de
Fals Borda (2015), particularmente lo referente a los cuestionamientos que
realiza en relación a los criterios de construcción de conocimiento recibidos de
Europa y Estados Unidos, principalmente desde el paradigma positivista, los
cuales en muchas ocasiones tienden a ser inaplicables a nuestras realidades
como latinoamericanos y las implicaciones de la “ciencia rebelde” que en
contraposición propone.
 Finalmente, se expresaran algunas reflexiones que si bien no son definitivas ni
inamovibles sirven para arrojar algunas ideas que pudieran ser retomadas en
trabajos posteriores.

Considero pertinente mencionar que si bien las reflexiones aquí presentadas se dieron en
el marco de un curso académico, estas no representan el resultado de un esfuerzo
individual, sino que además de los elementos que brindaban los textos revisados, no
serían posibles sin el intercambio de ideas, discusiones, bromas y risas compartidas con
las/los compañeros, así como con los profesores dentro y fuera del aula de clase y a
través de mi propia experiencia dentro del colectivo.

Por lo tanto, conviene considerar lo que autores como Rivera Cusicanqui (2016) nos
comparte cuando señala que las ciencias sociales son insuficientes para proporcionarnos
las preguntas y respuestas necesarias para enfrentar las múltiples crisis que enfrentamos,
y por lo tanto reconocer que la teoría por sí sola no basta, la ciencia social no basta, la
universidad y la academia no bastan resulta fundamental para dar cuenta del mundo que
nos ha tocado vivir.

Por lo tanto, bajo esta perspectiva, considero importante reconocer no solo el


conocimiento que construimos al interior de la academia, sino también fuera de ella, en
las otras múltiples y diversas esferas en las que nuestras vidas transcurren.

Comité Salvabosque: Catorce años de resistencia en defensa del territorio

El Comité Salvabosque –al cual pertenezco hace aproximadamente tres años- es un


colectivo que desde hace catorce años se resiste y se organiza comunitariamente ante el
despojo del bosque El Nixticuil, el cual se ubica se ubica en los márgenes de la Zona
Metropolitana de Guadalajara, particularmente al noroeste del municipio de Zapopan.
Cuenta con una extensión aproximada de 1,860 hectáreas, las cuales cotidianamente se
encuentran acosadas por intereses capitalistas expresados en múltiples proyectos
inmobiliarios de capital extranjero y nacional, proyectos gubernamentales, e incluso en
determinados momentos por la iglesia católica de Guadalajara (Comité Salvabosque,
2015).

Sin embargo, para rastrear los orígenes del colectivo es necesario remontarse al año
2005, cuando el entonces alcalde de Zapopan, Arturo Zamora Jiménez, perteneciente al
Partido Revolucionario Institucional (PRI), bajo el pretexto de reubicar a familias
afectadas por una falla hidráulica en la zona de Nextipac –también municipio de
Zapopan-, manda a talar alrededor de 300 árboles de tipo roble del bosque El Nixticuil,
pretendiendo construir 260 nuevas viviendas y dañando con ello cuatro hectáreas del
bosque.

Esta acción, que de acuerdo a lo que se expresa desde quienes llevan más tiempo dentro
de la organización, e incluso de académicos y especialistas, no respondía a solventar la
necesidad de vivienda de las familias afectadas, sino que representaba la apertura a
diversos proyectos inmobiliarios que pretendían instalarse al interior del bosque
(Carrillo, 2005).

Por ello, ante el avance de las maquinas, varias madres de colonias vecinas deciden
plantarse frente a ellas, logrando con ello detener una primera agresión del Estado en
contra del bosque El Nixticuil.

Esta experiencia que contiene bastante valor simbólico para el colectivo, considero que
en términos de Holloway (2015), implicó ese primer momento de ruptura en que las y
los sujetos desde la incertidumbre dicen no a verse despojados no solamente de su
territorio en términos de un espacio geográfico, sino de toda una forma de vincularse
entre sí mismos y con la naturaleza, lo cuales no en pocas ocasiones involucran
procesos de significación y re significación de la vida misma.

Actualmente el colectivo está conformado por familias enteras, así como


individualidades que desde la afinidad y el compromiso nos hemos incorporado a la
organización. Desde ahí, a catorce años de distancia, se enuncia que el despojo solo
puede resistirse en la construcción de un proyecto autónomo en el que se ensayen
nuevas formas de relaciones sociales y con el territorio comunitario, no autoritarias, no
mercantiles (Comité Salvabosque, 2015).

A partir de este posicionamiento político, en un primer momento los objetivos de la


investigación que iba comenzando a desarrollar se expresaban en términos de
documentar la resistencia que el Comité Salvabosque ha desplegado desde su
conformación hasta la actualidad. Es decir, como el despojo se ha configurado en este
territorio, las formas en que colectivamente se le ha hecho frente al capital inmobiliario
y las repercusiones referentes a la organización que supone organizarse desde la
autonomía.

Sin embargo, a través de mi experiencia en dialogo con las/los compañero de colectivo


durante estos tres años, de a poco he ido interiorizando cuestiones que en un principio
no alcanzaba a dimensionar, las cuales tienen que ver con que defender el territorio
implica toda una forma de experimentar la vida que no solo hace referencia a
determinados momentos en los que las y los compañeros realizamos trabajos
comunitarios de reforestación, prevención de incendios, o cuestiones legales como
interponer denuncias, solicitar información a determinadas dependencias
gubernamentales, hacer comunicados, boletines, etc, sino que también son afectos,
practicas, discursos, anhelos que desbordan la cotidianidad y que se expresan en las
diversas esferas en las que desplegamos nuestra día a día.

Debido a este cumulo de experiencias es que los objetivos que en principio habían sido
planteados si bien continúan estando presentes, adquirieron nuevos ángulos, es por ello
que actualmente se aspira a documentar las implicaciones que en la cotidianidad supone
para quienes integran el Comité Salvabosque reivindicar como principios políticos y de
vida la defensa del territorio y la construcción de autonomía.

Parafraseando a Raquel Gutierrez (2015) cuando para hablar de las formas en que opera
el patriarcado se enuncia así misma dese su experiencia como mujer, en ese sentido me
interesa presentar una serie de razonamientos lógicos sobre como las y los sujetos a la
par que resisten van creando en su cotidianidad otras realidades que de diversas formas,
incluso contradictorias, ponen en tensión las dinámicas capitalistas, sin embargo, para
ello requiero ir hablando de mi propio conocimiento práctico, de lo vivido a través de
mis propios sentidos, o de experiencias cercanas.

Abordar mi trabajo de tesis desde esta serie de posicionamientos, ha supuesto acercarme


a formas de hacer ciencias sociales que apuestan por ensayar otras formas de abordar la
construcción de conocimiento, las cuales interpelan nuestro quehacer como
investigadores principalmente en lo que refiere a la supuesta neutralidad y objetividad a
la que desde el paradigma positivista deberíamos aspirar.
Sin embargo, pese a lo que se tiende a pensar desde ciertos sectores de las ciencias
sociales, esta serie de apuestas por hacer investigación social que no desvinculen la
teoría de la práctica no son nuevas, sino que nos remiten cuando menos a los años 70s,
particularmente a los planteamientos que desde ese entonces Fals Borda (2015)
manifestaba, los cuales diversos autores y experiencias colectivas han continuado
desarrollando hasta la actualidad desde el llamado pensamiento critico latinoamericano.

Tal es el caso -entre muchos otros- de los planteamientos desarrollados por Hugo
Zemelman y el ya mencionado Fals Borda, los cuales me han proporcionado una serie
de pistas en al menos dos sentidos principales. Por una parte considerar que nuestra
colocación como sujetos históricos, no solo implica un ejercicio intelectual sino que es
extensivo a la vida en todas sus dimensiones (Zemelman, 2002) y por otra la necesidad
de atrevernos a realizar ciencias sociales en las que la práctica y la teoría no sean
consideradas como procesos diferenciados sino partes necesarias de uno mismo si nos
proponemos aportar elementos que aporten a la construcción de nuevas realidades
sociales.

A continuación se presentan algunos planteamientos realizados por Hugo Zemelman,


reconociendo que lo expresado es el resultado de mis primeros acercamientos a su obra
y por lo tanto las reflexiones derivadas son parte del proceso de documentación que aún
se encuentra en construcción.

Hugo Zemelman y la necesidad de hacer investigación con sujetos

En este apartado me propongo ir tejiendo algunos planteamientos desarrollado por


Zemelman a través de algunas ideas en apariencia sueltas, pero que han estructurado e
inspirado la tesis que me encuentro desarrollando. Para ello, me remitiré a dos textos en
particular, Necesidad de Conciencia y voluntad de Conocer, ambos escritos durante la
primera década del siglo XXI.

En Necesidad de Conciencia, Zemelman (2002) nos plantea una serie de cuestiones que
hacen referencia a la forma en que el pensamiento se expresa en las ciencias sociales,
particularmente desde los paradigmas en los que las diversas realidades que
experimentan los sujetos deben ser acotadas a categorías pre establecidas, que niegan
las diversas experiencias, que en términos de Zemelman, desde el estar siendo se
construyen, más allá de los constituido.
En ese sentido manifiesta algunas preocupaciones, las cuales en principio hacen
referencia sobre como desde los paradigmas dominantes se reflexiona en torno al
mundo y la sociedad, poniendo un particular interés en como desde ahí se tiende a hacer
una abstracción de ese proceso, tendiendo a poner de relieve solo los resultados de ese
ejercicio reflexivo, desvinculando de este modo la subjetividad de quien las produjo, es
decir, su colocación en el momento histórico que habita, las necesidades que lo llevan a
pensar sobre ciertos aspectos, sus motivaciones y lo que estas reflejan de si a través del
conocimiento que construye.

Ante esta problemática, para Zemelman (2002) resulta fundamental explicitar esta serie
de cuestiones, ya que en sus propios términos, es imperativo recuperar el ámbito de
sentido de la producción en las ciencias sociales. Considero que con ello, nos invita a
poner de manifiesto lo que permanece en los trasfondos oscurecidos, haciendo
referencia entre otras cosas a la posición desde la que el sujeto que investiga se coloca
ante los procesos económicos, sociopolíticos y culturales, es decir, ante las multiples
formas en que el capitalismo atraviesa nuestra existencia. Ya que:

[…] preocupa la perdida de centralidad que ha tenido, especialmente desde los finales del
siglo XX, la conciencia política, hoy en trance de debilitarse todavía más como resultado del
proceso de globalización que caracteriza como uno de sus rasgos, a ese siglo (Zemelman,
2002: 91).

Esta serie de preocupaciones y cuestionamientos planteados, tienen implicaciones en


diversas direcciones. Por una parte tienden a poner de manifiesto que el conocimiento
que se construye desde las ciencias sociales y la ciencia en términos generales no es
neutral, sino que en sentido contrario se encuentra condicionado por contextos políticos,
económicos, sociales de un sistema capitalista que se presenta como dominante, el cual
repercuten en la manera en que nos conducimos en las diferentes dimensiones de
nuestro quehacer cotidiano¸ en lo que decimos pero también en lo que bajo diferentes
mecanismos ocultamos.

En consecuencia las formas en que abordemos la realidad son diversas, como también lo
son las intenciones y objetivos en que se basan, por lo tanto, no podrían ser calificadas
como correctas o incorrectas, sino que cada una de ellas refleja el lugar desde que se
coloca el sujeto o los sujetos en su contexto, lo que incorpora y excluye de la realidad
que se está abordando y cómo se coloca ante el momento histórico en que está inserto
(Barrueta, 2004; Zemelman, 2005).

Poner de manifiesto lo anterior supone hacer referencia a lo que Zemelman (2002)


denomina como la necesidad de asumirnos como sujetos históricos, del pensar histórico,
lo cual implica reflexionar en torno a cómo nos ubicamos en el contexto que habitamos,
el cual no es estático sino que permanece en constante movimiento, lo que en
consecuencia para el caso de la construcción una investigación social supone pensar
desde lo no atrapado conceptualmente, sino desde lo que las y los sujetos enuncias a
través de su propio hacer.

Esta serie de planteamientos, incertidumbres, preocupaciones que expresa Zemelman,


en términos de la tesis que me encuentro desarrollando han supuesto un ejercicio de
reflexión que por una parte ha supuesto considerar a las y los sujetos que componen el
Comité Salvabosque desde el estar siendo, desde lo que expresa a través de su práctica
en movimiento.

Y por otra parte, me interpelan respecto al lugar desde el que me situó epistémica,
política y éticamente, lo cual me ha llevado a considerar que no solo me posiciono
desde mi propia experiencia en resistencia dentro del colectivo Comité Salvabosque,
sino también como sujeto que habita en una de las muchas y diversas ciudades en las
que el despojo en sus diferentes caras se vuelve cotidiano y la violencia se manifiesta en
magnitudes y formas que ponen evidencian la guerra que el capital desde su
constitución hasta la actualidad ha desplegado en contra de los pueblos y sus territorios,
bajo la premisa de sobrevivir a costa de todas las formas de vida, por lo cual resulta
necesario comenzar a practicar formas que desde el aquí y ahora expresen esa otra vida
que se desea experimentar, prefigurar le llaman algunos autores (Ouviña, 2015;
Graeeber, 2013).

Orlando Fals borda y su apuesta por practicar una ciencia rebelde

Acercarme desde este posicionamiento ético-político a las prácticas y significaciones


que despliegan las y los sujetos en defensa del territorio, implica hacer una serie de
rupturas con la tradición positivista-colonial que históricamente ha sido hegemónica en
la construcción de conocimiento, que entre otras cosas se ha caracterizado por hacer
aparecer la realidad como un objeto, como algo que no es posible modificar, ya que se
llegó a ella como parte de un proceso evolutivo gradual, así el futuro aparece como algo
que llegará y no como algo que se construye en la cotidianidad y en consecuencia con
potencial a ser diferente a lo esperado (Barrueta, 2016).

Para profundizar en esta discusión autores como Escobar (2016) y Rivera Cusicanqui
(2016) nos comparten una serie de pistas cuando señalan refiriéndose al paradigma
positivista, que esta forma de hacer ciencias sociales para nuestras realidades
latinoamericanas resultan insuficientes para proporcionarnos las preguntas y respuestas
necesarias para enfrentar las múltiples crisis que experimentamos en cada uno de los
territorios en los que el capital se establece. Es por ello que resulta fundamental
reconocer que la teoría no basta, la ciencia social no basta, la universidad y la academia
no bastan para dar cuenta del mundo que nos ha tocado vivir (Cusicanqui, 2016).

Un mundo, caracterizado por la crisis, que se profundiza en nuestra región


latinoamericana (Fals Borda, 2015), y se expresa en la violencia y el despojo cotidiano
que experimentamos tanto en el campo como en la ciudad. Crisis en la que:

[…] los científicos sociales, como todas las demás personas, participan del conflicto e
inevitablemente reflejan y expresan las disyuntivas, paradojas, complejidades y dificultades
de la crisis. Es inoperante preguntarse si en esas circunstancias los científicos actúan como
tales o como simples ciudadanos, o si son neutrales o no. (Fals Borda, 205: 220)

Por lo tanto, continuar en la discusión sobre si es posible la neutralidad y objetividad,


supone concentrar nuestros esfuerzos en una dinámica que tiende a ocultar que, aunque
en muchas ocasiones no se reconozca, siempre nos posicionamos ante la realidad con la
que nos involucramos, es decir, la interpretación que hacemos del mundo va siempre
acompañada de algún tipo de práctica, por lo que entonces la pregunta será: ¿Qué tipo
de práctica? ¿Qué preguntas hacemos? Si de conservación del status quo o de
producción de nuevas realidades (Colectivo Situaciones, 2004).

En ese sentido, es que autores como Fals Borda en contraposición al paradigma


positivista propone una “ciencia rebelde” que sitúa a las y los sujetos como
constructores de la historia e incorpora la cuestión de la teoría en estrecho vínculo con
la praxis como elemento central a través del cual acercarnos a la comprensión de
realidades que no permanecen estáticas y que en consecuencia el conocimiento
producido derive en aportaciones a la construcción de otras realidades a las que también
pertenecemos.
En términos generales, para Fals Borda (2015), las características de una ciencia rebelde
derivan de la experiencia práctica de involucrarse con los procesos sociales, es decir,
posiciona reflexión y praxis como parte de unos mismos procesos, lo cual supone que
las ideas se traduzcan a la práctica, permitiendo de esta manera que la teoría se deje
guiar por la realidad. Lo cual redundaría en “una ciencia proyectiva y futurista, adaptada
a la comprensión y superación de la crisis existente y que a ella afecta, en la que podrían
entrar en juego algunas profecías autorrealizables” (Fals Borda, 2015: 233).

Una experiencia que en lo concreto considero ha abordado formas de pensar nuestras


realidades sin separar práctica y teoría, es la que nos comparten las y los zapatistas,
cuando a través de su práctica y reflexión cotidiana reflexionan en torno a las diversas
crisis que a causa de sistema capitalista experimentamos en nuestros cuerpos y
territorios. Colocándose de esta manera ante el momento histórico que habitamos,
construyendo desde sus propios lugares de enunciación teorías, metáforas y formas de
significar el peligro que enfrentemos de seguir bajo la lógica de acumulación capitalista.

Y ven que el capitalismo no es el mismo que hace cien años, incluso no es el mismo de
1994 cuando se da el levantamiento, que su necesidad de expansión y acumulación
constante que implica el despojo, mercantilización y destrucción de nuestros territorios
y todo lo que ellos contienen adquiere nuevas dimensiones. Es por ello que consideran
que se aproxima una tormenta, la cual trae consigo la profundización de las crisis que ya
experimentamos, las cuales ponen en tensión la continuidad de la vida misma (Galeano,
2015).

Entonces, en 2015 convocan al Primer Semillero de Pensamiento Crítico, en el que en


un primer momento convocan a que cada quien desde sus tiempos y sus geografías
reflexione en torno a si consideran al igual que ellos que se acerca una tormenta, o
incluso si es que ya la estamos viviendo para después reunirse con otros y otras en lo
que denominaron un intercambio de ideas, de pensamientos críticos.

Y si la respuesta es afirmativa y resulta que si se aproxima esa catástrofe, entonces se


espera que en colectivo se generen algunas pistas para ver como resistir a lo que se
viene o que ya esta aquí.

Considero que esta experiencia, expresa como incluso al margen de instituciones


académicas, desde los movimientos se generan procesos de construcción de
conocimiento en los que no existe la falsa dicotomía entre práctica y teoría, e incluso a
la luz del ejemplo narrado, se incorpora una tercera característica que le da apertura a
este proceso, el cual se expresa en términos de su práctica, de la experiencia de
resistencia cotidiana que lleva a la reflexión de como el capitalismo si bien mantiene su
lógica acumulación constante, adquiere nuevas dimensiones en los procesos de despojo
y mercantilización que requiere, es por ello que invitan a otros y otras a pensar al
respecto “teoría”, para una vez reflexionado al respecto abrir nuevas posibilidades a
través nuevas posibilidades de hacerle frente a las múltiples crisis.

Pensar en mi proyecto de investigación, en general en mi quehacer al interior de la


academia, a la luz de estas apuestas que en diversas experiencias se traducen en
prácticas, me ha implicado posicionarme como parte de aquellas iniciativas que buscan
producir pensamiento desde las propias prácticas de transformación, desde su
interioridad (Colectivo Situaciones, 2004), desde la dificultad que supone organizar y
garantizar colectiva y de diversas formas la reproducción material y simbólica de la vida
(Navarro, 2018). No bajo el propósito de intelectualizar las experiencias, de lograr que
estas pasen al terreno de la “política seria”. Sino que se trata de buscar en las prácticas
cotidianas las pistas emergentes de nuevas sociabilidades, donde se ensayen formas
diferentes de relacionarse socialmente y con el territorio (Colectivo Situaciones,
2003:s/p).

Breves reflexiones finales

Considero que posicionarse desde estas formas de hacer ciencias sociales implican una
serie de retos como pudiera ser el de la idealización, ya que con ello, se tiende a
amputarle realidad a la vida, expulsando de la imagen que se ha construido todo aquello
que pudiera hacerla caer como ejemplo de coherencia y plenitud. Por lo tanto, no se
trata de considerar que dentro de cada lucha existe “la hidra de la revolución”
(Gutiérrez, 2015). Sino que trata de reconocer que son las resistencias personales y
colectivas, las que con sus particularidades, su accionar, logros y deliberaciones las que
iluminan y dan contenido a las transformaciones posibles de cada ocasión (Gutiérrez,
2015).

Finalmente, abordar la investigación desde estas perspectivas implica un constante


ejercicio de autocrítica relacionada con la tentación de mostrar la experiencia en la que
estamos involucrados como si no fuese compleja y pudiera presentarse como ejemplo o
aspiración de lo que debería de ser, y no como está siendo la defensa del territorio
(Colectivo Situaciones, 2013).

Sin embargo, pese a estas dificultades que pudiera traer consigo practicar estas formas
de hacer investigación, considero importante no dejar de ensayarlas si nos proponemos
que nuestros esfuerzos resulten en algún tipo de reflexión, que a la par de las que de por
si hacen las y los sujetos, contribuya en la construcción de nuevas realidades sociales.

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