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Los de ella de reservada a pirómana.

En mi mente comienza a arder la hojarasca genital;

Un presentimiento sexual atisbo en su respiro,

En el descaro con que me penetra su sonrisa.

Ante lo inminente sólo queda dar el paso:

De una, toco su pierna, de una, toca mi mano,

De una, frena el camión,

De una, el chofer anuncia que hemos llegado.

Mis ojos se consternan,

Los suyos con un suspiro, cierra aliviados.


18

Después viene el después suspendiendo el tiempo.

Todo acontece entre el ahora y lo porvenir:

Conjuro y suceso son un límite abierto:

Un más tarde que puede hacer posible las cosas

O dejar pasmado eso que uno se propone.


19

Afuera dejo el mundo mientras monto este desespero,

Una mano invisible me guía por el vacío donde las palabras

Son entes sin significado,

Cuerpos lisos que resbalan de la mano, de la mente, del tintero.

Afuera todo se mueve, adentro la agitación desmenuza

Lo calcáreo de tu nombre.

Una neblina es la idea

Hasta que le encuentras la cola y la jalas.

Lo difícil no eso, sino darle forma a la bruma,

Atrapar el vocablo y escribirlo antes de que se transforme en una furia

O en algo huero y apeste el comienzo de la línea

Y la música de la nada envenene el cuerpo:

Afuera el tiempo sigue empujando su carrito de salchichas,

Yo vuelvo de mis adentros, lo que traiga

En el tirabuzón de mi pluma: ¿será el poema?

O sólo un intento de versar la vida: un pálido intento.


20

Un sol pequeño y eclipsado asoma tímido y perverso

Por entre el cielo raso de la tela,

Otro esconde su ansiedad de luna

Pero hinchado insinúa su brillo de sol maduro.

Una sombra baja por el natural declive

De dos colosos encontrados a buscar el nombre del otoño,

Más allá, donde la galaxia se acintura,

Duerme colosal un agujero negro

Donde diez mil big bang y otras Vía lácteas, explotan;

Cómo escapar de su horizonte de sucesos

Si el sol encuevado que ahí pernocta nos llama

Abrasivamente por nuestro nombre.


21

En diez centímetros de tacón está la diferencia

Entre una mujer que simplemente camina

Y una que transita obnubilando la memoria.

En diez centímetros se muere y acaba mi deseo.


22

Algunas mujeres

Podrían agarrarme a pedradas por estos versos:

En diez centímetros de tacón está la diferencia

Entre una mujer que simplemente camina

Y una que transita obnubilando la memoria.

Las escucho llamándome misógino, poeta machista

O puto de closet, pero antes que se desborde la furia

Contra este escribidor, argumentaré en mi defensa:

Zapato bajito o alto lo que importa es la pisada,

La línea del pie que desliza su encanto

Por el hambre de la acera que ambiciona besar

Alguno de los dedos,

Lo verdaderamente sustancial

Es la gracia del movimiento que conforma la zancada,

La seguridad del paso

y el vuelo que levante en la mirada,


Y no, si es un huarachito o una zapatilla de clavo,

Un tenis o unas alpargatas que delinean los chamorros,

Lo que digo es que a mi me gusta

Mirar en esa altura a la mujer,

También me desdigo,

Antes que una mentada atraviese mi inspiración:

Lo esencial, lo nutricio, el norte pues del asunto

Es aquel, en el que cada cual y cada quien:

Ellas, para terminar pronto, sientan al calzarse

Y al andar de aquí para allá.


23

Quiero morir de cosas de la edad:

Cánsome de la vida con más frecuencia:

Me desvelo poco y bebo menos

Porque las borracheras

Son como al principio de mi alcoholismo:

Pronta la embriaguez y acabo vomitando:

Los amigos son escasos, casi nulos:

Aislado es el concepto en el que me reconozco:

Qué decir de la salud:

Un resumen de todos los excesos pasados:

Palabrear esto en un poema: que inutilidad:


24

Enmarañada en su sensualidad

Trenza sus manos con sus piernas,

Fría la planta de los pies,

Helada las palmas de la mano,

Congelada de las nalgas:

Escurriéndole un fuego por el cuerpo

En forma de gotas de agua

La mujer se está embrollada,

Quieta pero inquieta:

Con pensamientos faunos

En donde despojar la sevicia de la carne

y la vacuidad del día deje de taladrarle la cabeza.


25

Qué se puede mirar en la ebriedad de unos ojos femeninos

Que se vacían del entorno y se fijan en un allá

Donde los presentes no penetran.

En la postura placida y suelta del cuerpo

Que no pretende ser sensual, sólo cómoda,

Aunque en las piernas zozobre la mirada.

Qué, en los brazos que se alejan de la cabeza

En busca de lo umbrío para estarse holgados:

En la espalda que descabalga de sus vértebras

Una queja melodiosa y se sume en el reposo.

Qué, en esos labios que deletrean lentamente

La poesía de otros labios y nombra

Gozoso el nombre del otro con una sonrisa.


26

Veo: no tus extremidades: la sal del camino.

La huella melodiosa que deja el viento de tu paso:

En vez de la carne desnuda.

Observo: no la imperfección de tus muslos:

Sino el eco perfecto del deseo

Que se extiende cuan largas son tus piernas.


27

Salir a mojarse con la lluvia es lloverse también.

Cantar con el cuerpo cada gota y humedecer la noche.

Extender la sonrisa y empapar con ella más que el agua.

Abrir los brazos para abrazar el aguacero

Y dejar enamorado al torrente que corre.

Inundar con tu pie la grama

Y dejar que el chorro de agua caiga

Ansioso por besar tus dedos.

Lloverse bajo la lluvia es iniciar la diáspora

Del agua que se embebe con tu cuerpo.

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