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Economía en el mundo antiguo: China

por Administrador | Nov 23, 2014 | Historia Económica | 0 Comentarios

Hace mucho tiempo, lejos de ser el gigante económico que es en la actualidad, China, al

igual que las civilizaciones de Mesopotamia, Egipto y la del valle del Indo, basó su

economía en la agricultura. Y, como en el resto de las civilizaciones anteriores, la


actividad agrícola estaba dirigida por las autoridades, que eran las que planificaban las

labores de la tierra de acuerdo a las necesidades imperiales.

A lo largo de su historia, en la China antigua hubo una serie de dinastías y los ciclos de

las cosechas afectaron directamente a su poder. Si los rendimientos agrícolas eran

insuficientes, el poder de las autoridades y de los terratenientes del momento entraban en

crisis y en poco tiempo eran expulsadas del poder.

La práctica común, durante muchos siglos, era que la tierra estuviera dividida en unidades

cuadradas, que a su vez se fragmentaban en nueva parcela que formaban un triángulo

equilátero. Las ocho parcelas exteriores eran trabajadas por las familias de campesinos y

la parcela restante era cultivada colectivamente como forma de tributo a la clase

terrateniente, quienes poseían la propiedad de la tierra.

Como en el resto de las grandes civilizaciones , los principales cultivos eran el trigo, la

cebada y el arroz. Las características de este territorio, suelo fértil, fueron muy favorables
a la agricultura y a las labores mineras con yacimientos de cobre, oro, hierro y plomo. En

los cultivos, también destacan: la caña de azúcar o el té.

A medida que aumentaba el desarrollo cultural de la civilización china, se fueron

introduciendo nuevas técnicas a las actividades agrícolas, como el arado de hierro. A la

vez se incorporaron técnicas de regadío que permitieron aumentar el rendimiento de la

tierra y las cosechas. Las cosechas cada vez más elevadas posibilitaron el crecimiento

sostenido de la población china, lo que originó una nueva clase: mercaderes y

comerciantes.

La adopción y el proceso de domesticación de animales como el caballo, mejoraron las

comunicaciones y facilitaron el comercio. Igualmente, las autoridades imperiales

pudieron ejercer un control más riguroso en las provincias y como consecuencia se

extendió la zona de influencia china, destacando la gran expansión alcanzada por la China

que aumentó considerablemente sus límites.

Son la unificación de medición de pesos y la acuñación de monedas permitieron integrar

económica y políticamente el territorio chino, por lo que se propició un proceso de

apertura comercial. Destacamos el papel de China dentro de la ruta de la seda.


La civilización china logró desarrollar un sistema económico capaz de abastecer a una

inmensa cantidad de población que además generaba para las autoridades excedentes que

podían utilizar en sus campañas de conquista militar. Aunque los mismos esfuerzos

militares de los emperadores provocaron agudas crisis económicas que terminaron por

sacarlos del poder.

Los chinos fueron de los primeros en utilizar el concepto de moneda. Al principio fueron

simples conchas, pero más adelante intercambiaban pequeños utensilios metálicos como

cuchillos o herramientas agrícolas que, para poder acumularse y transportarse, fueron

haciéndose cada vez más pequeños hasta llegar a ser pequeños trozos de metal con

inscripciones.

La sociedad china de las primeras dinastías se caracterizó por ser principalmente rural,

así la agricultura y la ganadería fueron las principales actividades económicas. Pero con

el tiempo la población creció y fue necesario echar mano de todos los recursos y se

generalizó el consumo de alimentos de mares y ríos, los cuales hasta la fecha siguen

formando parte importante de la dieta china.

La sociedad de la antigua China se estructuraba de la siguiente manera: emperador,

mandarines, comerciantes, terratenientes, artesanos, campesinos y esclavos.

El emperador y la familia real se hallaban en lo más alto de la pirámide social y se les

concedía un carácter casi sagrado, al emperador era “El hijo del cielo”, por lo que sus

órdenes, decisiones y sus mínimos deseos eran acatados siempre con temor y celeridad.

El ejército y el dinero del imperio los controlaban los mandarines, que eran los encargados

de la administración del Estado, por ello eran el sector de la sociedad china que recibía

más educación y cultura. En sus manos se centralizaba todo el poder militar, judicial y

administrativo.
Les seguían aquellos que se veían obligados a trabajar para su sustento, pero también para

el del imperio: comerciantes, terratenientes, artesanos, es decir, los que comerciaban y

generaban las riquezas reales. Los campesinos se encontraban en el penúltimo escalón de

la sociedad china, pues los últimos eran los esclavos; sin embargo, los primeros

constituían la gran mayoría de la población. Según las tradiciones y las leyes del antiguo

imperio chino, los acuñadores de monedas debían ser esclavos, así, pues, los delincuentes

recibían la esclavitud como castigo, pero la miseria también condenaba a muchos a

venderse a sí mismos o a sus hijos para sobrevivir.

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