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AUTORIDADES DEL C.P.A.

Director: Prof. Luis Martínez


Vicedirectora: Prof. Silvia Acosta
Vicedirectora: Prof. Silvia Zambrano
Asesor Pedagógico: Prof. Aníbal Tudela

DOCENTES DEL ÁREA LENGUA


Prof. Federico Peñaloza
Prof. Claudia Liliana Bravo
Prof. Clelia Azucena Cazón
Prof. Nora Marina Mamaní
Prof. Ivone Cazón
Prof. Gladys Ester Tapia
Prof. Sofía Vilca

COORDINACIÓN EDITORIAL
Prof. Federico Peñaloza

CORRECCIONES
Prof. Federico Peñaloza
Prof. Clelia Azucena Cazón
Prof. Claudia Liliana Bravo

ALUMNOS RECOPILADORES DE RELATOS


Gastón Goitea Marisa Zapana
Franco Balderrama Cintia Albizu
Luciana Muñoz Daiana Abracaite
Samuel Rueda Cintia Juárez
Laura Sajama Estela Vargas
Andrés Murquite Camila Pantoja
Mauro Escobar Leonel Madregal
Aymé Cruz Miriam Ramos
Verónica Amante Florencia Valdez
Lucas Bogarín Florencia Morales
Jorge Pizarro Florencia Jurado
Fernanda Arroyo Cecilia Toconás
David Coca Ema Sánchez
Denise Ugarte Mariela Flores
Antonella Yáñez Ángel Caballero
Leonela Choque Romina Cruz
Carla Carreño - Tapa
Rosario Cazón - Contraportada
Andrés Murquite - La pava encuevada
Gastón Goitea - Apariciones en mina El Aguilar
Aymé Cruz - La joven del colegio del Huerto
Héctor Vedia - El familiar de Avda. Fascio
Mauro Calvó - El varchila
Fernando Cáceres - Una aparición en mina El Aguilar
Hoyos Ana Paula - Persecución en la madrugada
Hoyos Ana Paula - La rubia de mina Aguilar
Hoyos Ana Paula - Aparición en la ruta
Gretel Rioja - La extraña figura del lote
Héctor Vedia - Una sombra en el dique
David Coca - Don Vicente al costado del camino
Gretel Rioja - El espectro del puente
Cintia Vilca - La viuda del lote
Héctor Vedia - Cosas de gauchos I
Gabriel Gaspar - Cosas de gauchos II
Carla Toledo - El fantasma de la cocina
Joaquín Aguirre - Mi acompañante motoquera
Milagros Flores - Fantasmas en el complejo Eva Perón
Gabriel Gaspar - La venganza de Carmen
Andrea Gaspar - Los duendes me quieren llevar
Héctor Vedia - El fantasma de don Nicasio
Rodrigo Carrillo - El doctor del hospital San Roque
Verónica Mamaní - Un amor sin fin
Marisa Zapana - El condenado de Palpalá
Diego Ortega - Historias de fantasmas en el Mitre
Luis Bejarano - Espíritus en Altos Hornos Zapala
Luciana Muñoz - Una extraña mujer
Cintia Cala - La casa encantada
Micaela Nieva - Contratapa
CENTRO POLIVALENTE DE ARTE

PRÓLOGO

Estimado lector, es difícil pensar en un mejor motivo para


el encuentro que el de la aparición de un libro, y más aun cuando se
trata del primer libro editado por el Centro Polivalente de Arte,
“Fantasmas en primera persona”.
Seguramente Ud. y la comunidad conocen y admiran la
producción artística de los docentes y alumnos de esta institución,
a través de sus diferentes manifestaciones: pinturas, esculturas,
grupos de canto e instrumentales, espectáculos de danzas y
representaciones teatrales con premiaciones a nivel provincial,
nacional e internacional. Sin embargo, faltaba llenar un vacío o en
todo caso, aportar a la cultura aún más.
Hace un par de años, surgió desde un grupo de docentes del
área de Lengua, la propuesta de elaborar un libro de relatos con
temática fantasmal ¿Quién no ha sentido ese escalofrío
inquietante al escuchar una narración que nos habla de una
realidad que se interrumpe con seres o situaciones extrañas,
inexplicables a la rigidez de la razón?
Los alumnos de primer año se apropiaron del desafío y se
abocaron a recopilar los testimonios a través de entrevistas. Luego,
docentes y alumnos tuvieron a cargo la selección, la adecuación al
registro escrito y la corrección de los relatos. Finalmente, en las
ilustraciones participaron alumnos de segundo a quinto año de la
comunidad educativa del Centro Polivalente de Arte. El resultado,

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el libro que ahora Ud. tiene en sus manos y se dispone a disfrutar.
Es necesario agradecer al equipo directivo del colegio
quienes proporcionaron el respaldo moral y económico para la
concreción de este proyecto y a todo el equipo docente del área de
Lengua sin el cual hubiese resultado imposible este primer libro
de nuestra institución.
En el año del Bicentenario del Éxodo Jujeño, el presente
trabajo quiere revalorizar un aspecto que caracterizó a nuestra
cultura desde tiempos ancestrales: la oralidad. Esta última ha
resguardado, las plegarias a la Pachamama, los cantos populares
de penas y algarabías, la frescura de la copla, es decir las marcas
de nuestro ser americano.
Y como la oralidad está estrechamente ligada a la memoria,
le anticipo que en la primera parte de la obra, la Profesora Gladys
Tapia, reconocida escritora, quien formó parte de aquel grupo de
profesores fundadores y visionarios de nuestra institución, nos
acerca una versión de los orígenes y el desarrollo de esta casa de
estudios que supo ganar su espacio en la cultura jujeña.
Ahora, lo dejo para que disfrute de lo que viene, que es
puro arte. Con la esperanza de que Ud. también evoque los relatos
que alguna vez escuchó, que no los silencie con la indiferencia o el
olvido y que sea una excusa para encontrarse con otras personas y
compartirlo.
Adelante, que el miedo no lo detenga… y recuerde
siempre, no estamos solos…
Prof. Ivone E. Cazón

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CENTRO POLIVALENTE DE ARTE

CENTRO POLIVALENTE DE ARTE

El Centro Polivalente de Arte vio la luz hace 38 años, un 7


de junio de 1974. Nace por la necesidad de una gran franja de
adolescentes de nuestro medio, de seguir sus estudios secundarios
con una orientación artística.
Estas líneas no pretenden ser una cronología de 38 años de
labor ininterrumpida, sólo queremos rendirle un pequeño y
sentido homenaje a esta institución que vio crecer a tantos jóvenes
jujeños y vio madurar y reafirmar el compromiso de enseñar de
muchos docentes que, como yo, iniciamos nuestra carrera en sus
aulas.
El Poli como lo llamamos, en sus primeros años, fue un
establecimiento itinerante: sus primeros pasos los hizo en el
Conservatorio de Música (calle Lavalle, casi esq. Alvear), luego
se trasladó al Colegio de Ingenieros (Lavalle esq. Salta), meses
después el Teatro Mitre lo recibía con sus pisos gastados y techos
casi destruidos; más tarde fue la Casa Municipal de Cultura
(Senador Pérez esq. Güemes) que a pesar de su pequeñez hizo
posible que continuara recibiendo a los adolescentes que quisieran,
tiempo después a calle Belgrano esq. Gorriti (actual Secretaría de
Turismo) y como muchas veces el calor era intenso, la glorieta de
Plaza Belgrano nos recibía para dar las clases de literatura e
intentar armar alguna obra breve de teatro. De ahí a Belgrano 1030,
lugar en donde más tiempo funcionó, inclusive para muchas

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promociones, el “verdadero Poli” es ese, sea como fuere, en ese
espacio, una antigua casa “ampliada” de acuerdo a las necesidades
que se iban presentando, pasamos años soñando con el “edificio
propio”, imaginando cómo sería y lo más importante cuándo lo
tendríamos. Hasta que por fín, un día marcó el inicio de una nueva
y definitiva etapa de traslados y sinsabores. El NUEVO POLI, era
una realidad palpable y visible y hacia allí partimos con nuestros
sueños, ilusiones y mochilas y portafolios llenos de esperanzas,
teníamos nuestra “casa propia”, pero a la otra, a la vieja y casi
deshecha, no la olvidaríamos y no nos iríamos sin despedirla.
Hicimos una función en su honor en la Sala Martín Raúl Galán, en
los altos del teatro Mitre, también una obra de teatro (Teatro La
Vuelta del Siglo) en agradecimiento por todos los años que nos
había cobijado y los chicos de 4to. año de folklore le dieron la
mejor serenata de sus vidas , porque sabían que a partir de ese
momento, una etapa de sus vidas se cerraba para siempre y
estaban dispuestos a dejarla ir para poder aceptar y comenzar a
vivir otra, ni mejor ni peor, sólo diferente, así lo entendieron y esas
lágrimas derramadas en la puerta de Belgrano 1030, fue la
limpieza que les hacía falta a sus jóvenes corazones.
Hoy, en este nuevo y confortable edificio, casi mil jóvenes
son albergados. Reciben diariamente el desayuno y merienda; se
los contiene educativa y afectivamente, se los ayuda a continuar
con sus estudios cuando la parte económica de sus hogares
flaquea, se los incentiva a mantener su autoestima alta, a

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CENTRO POLIVALENTE DE ARTE

presentarse en cuanto concurso de arte o folklore exista, a


participar activamente en los eventos culturales y sociales de la
comunidad jujeña. Además de ENSEÑAR, se los PREPARA para
enfrentar y desenvolverse en lo que la vida les depare, para que
siempre en sus corazones sepan que el POLI es su segundo hogar,
es el lugar donde aprendieron a ser ciudadanos de primera,
formados en el amor y el respeto.
Prof. Gladys Tapia

PRIMERA PROMOCIÓN DEL CENTRO POLIVALENTE DE ARTE

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ALUMNOS DEL C.P.A. EN LA PRIMERA CENA BLANCA

PRIMERA CARROZA DEL C.P.A.

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CENTRO POLIVALENTE DE ARTE

BELGRANO 1030, ÚLTIMO LUGAR EN EL QUE FUNCIONÓ EL C.P.A.

ACTUAL EDIFICIO DEL CENTRO POLIVALENTE DE ARTE

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ACTUALES DIRECTIVOS DEL CENTRO POLIVALENTE DE ARTE

ÚLTIMAS PRODUCCIONES LITERARIAS DEL C.P.A

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

LA PAVA ENCUEVADA

Esto me pasó cuando yo era joven. Estaba con un amigo en una


finca que rentaba Segundo, mi abuelo, allá en el campo.
En ese lugar se cazaban pavas, corzuelas y chanchos del monte.
A nosotros nos gustaba mucho ir de cacería. Una de esas veces que
salimos a cazar, ya habíamos caminado todo el día y no habíamos
encontrado nada. Entonces, cuando volvíamos, ya eran como las cinco
de la tarde, escuchamos el grito de unas pavas del monte en un árbol.
Entonces corrimos y las vimos ahí, como a veinte metros, así que yo
preparé el rifle y mi amigo sacó la escopeta que llevaba e hicimos el
disparo. Yo le acerté a una, y cuando mi amigo iba a disparar, se volaron
las otras. Contentos, nos acercamos al árbol grande, abajo había un
tronco de un árbol viejo, podrido; y debajo, al costado de ese árbol viejo
había un pozo en el suelo, un agujero. Llegamos ahí, para buscar la pava
que yo había volteado con el tiro y no estaba el animal. Entonces
sacamos el machete y entramos a limpiar un poco, a despejar, pero la
pava no estaba. Buscamos y buscamos, y se nos hizo la noche así que no
tuvimos mejor idea que meternos debajo de ese tronco viejo, y meter la
mano adentro del agujero, pensando que la pava había caído allí, pero
nada.
Se nos hizo la noche, y nosotros seguíamos buscando, entonces,
como la casa de mi abuelo quedaba como a doscientos metros, nos
fuimos y le contamos lo que queríamos hacer. En ese momento él estaba
con un amigo.
Después buscamos un farol, un pico y una pala, regresamos y
nos pusimos a cavar ahí; era de noche. Mientras cavábamos metíamos la
mano al agujero pero no llegábamos al fondo y se nos hizo como las
nueve de la noche y de repente me vino el miedo… así como escalofríos
en el cuerpo, así que le dije a mi amigo que mejor nos fuéramos, pero él
insistía en que siguiésemos buscando la pava ya que debíamos estar
cerca de encontrarla. Yo le insistí que nos fuéramos, le dije que tenía
miedo, así que levantamos la pala, el pico y el farol y nos fuimos a la casa
y le volvimos a contar con más detalle al abuelo y a su amigo lo que
estábamos haciendo.
Mi abuelo había creído que nosotros estábamos hablando
tonteras cuando le habíamos dicho que íbamos a hacer un agujero para

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sacar la pava, pero cuando volvimos y le contamos nuevamente lo que
acabábamos de hacer nos dijo que cómo íbamos a hacer esa macana, que
seguramente era el Coquena, el protector de los animales, o quizá el
diablo el que nos estaba atrayendo. Yo le dije que habíamos pensado
volver al otro día, pero él nos dijo que no volviésemos a ese lugar
porque en la finca pasaban cosas raras, extrañas. Nos dijo que en ese
campo se ven “cosas”, así que no volvimos más a buscar la pava debajo
de ese árbol.

Relato de Juan Carlos Suñiga, 62 años, electricista


Recopilador del relato: Gastón Goitea - 1º 3º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

APARICIONES EN MINA EL AGUILAR

Paso a contar una experiencia que no la viví en forma directa


pero que me llamó la atención por habérsela escuchado a varias personas.
Lo llamativo es que todas coinciden con el mismo relato. Se trata de unas
apariciones denunciadas por habitantes de la mina El Aguilar.
Obreros de la compañía minera del pueblo decían haber visto
manifestaciones extrañas que les habían infundido temor: hablaban de la
aparición de una mujer semidesnuda en cercanías del Club del
Transporte.
A raíz de eso se hicieron denuncias planteando esa inquietud
ante el intendente y el cura del lugar. Ambos desde su ámbito intentaron
calmar los ánimos. El cura hizo un llamado a la fe para tranquilizar el
impulso de la gente por lo que había visto; lógicamente se plantearon
discrepancias entre los que vieron y los que no.
Otra cosa llamativa era que muchas personas que trabajaban en
la mina hubiesen renunciado a sus trabajos, según ellos, por el temor a lo
que vieron. De ahí que pueda ser verdad lo que dicen haber visto ya que
un trabajo hoy por hoy es primordial y no cualquiera va a dejarlo así
porque sí, sin haber un motivo fuerte y poderoso…

Relato de Elvio Balderrama, 47 años, retirado de las fuerzas de seguridad


Recopilador del relato: Franco Balderrama - 1º 3º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

LA JOVEN DEL COLEGIO DEL “HUERTO”

Esto le sucedió a mi amiga hace dos años en el colegio Nuestra


Señora del Huerto, en la época de las carrozas, cuando todas nos
quedábamos hasta tarde.
Un día, cuando ella cruzaba el patio de la Virgen, escuchó unos
gritos que provenían de un cuarto que estaba cerrado. Ella dice que eran
gritos de una chica que parecía desesperada. Se asustó porque ahí no
había nadie y todas las hermanas estaban rezando en la capilla. Salió
corriendo para la sala de flores y nos contó a todas llorando lo que le
había pasado.
Al otro día, todas nos enteramos de la historia de esa habitación
cuando les contamos a los profesores lo que le había pasado esa noche a
nuestra compañera. Ellos nos dijeron que hace mucho tiempo cuando el
colegio era un internado había una adolescente que estaba embarazada y
que murió en ese mismo cuarto; tres hombres la habían querido violar a
pesar de su embarazo, y como ella no se dejó, la apuñalaron y la mataron.
Según los profesores, es por eso que se escuchan por las noches los
gritos de una joven como pidiendo auxilio.
En el colegio, a la entrada, hay una placa con el nombre y el año
en que sucedió esta tragedia.

Relato de Karina Muñoz, 18 años, estudiante


Recopilador del relato: Luciana Muñoz - 1º 3º

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EL FAMILIAR DE LA AVDA. FASCIO

Esto me sucedió en el año 1993 cuando yo tenía 26 años. Yo


entré a trabajar en una casa de la Avenida Fascio en el mes de abril como
ayudante de la secretaria de la señora “Pichy”. Pasado un mes, la familia
me tomó más confianza y yo empecé a aprender más cosas.
Un día ella me mandó a traer unos archivos, y mientras los
buscaba sentí que algo se movía al otro lado de las escaleras así que me
asomé a ver. Había unas rejas negras y yo sentía que allí se movía algo,
yo creí que era un gato o un perro, pero no…levanté los archivos y salí
corriendo por las escaleras y traté de calmarme para que nadie se diera
cuenta de lo que yo había visto arriba.

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

Bajé como si nada hubiera pasado y entregué los archivos. La


cocinera se dio cuenta de que yo había subido (la cocinera era una chica
que se había criado con ellos) y me preguntó si había visto algo raro
arriba. Yo le contesté que no, que sólo había sacado los archivos y había
salido.
Pasadas unas semanas, me tocó atender la puerta y eran dos
hombres, un abogado junto a un periodista. Ellos me pidieron hablar con
la dueña de la casa y ella los atendió en su oficina. Yo sentía curiosidad,
quería saber de qué iban a hablar, así que me quedé detrás de la puerta
para escuchar. Ellos preguntaban por una chica que trabajó allí pero que
nunca más salió. La dueña se negó y dijo que ella había salido un fin de
semana y no volvió más y que ella les había entregado sus cosas a sus
familiares. Ese acontecimiento había sucedido en el mes de febrero.
Al parecer, ellos rendían culto a su ídolo “el diablo”, al que yo
vi esa vez que me mandaron al último piso a buscar los papeles. Su ídolo
medía 1,60 o 1,70 m. de altura y estaba en una especie de altar. Ahí me di
cuenta de que estas personas habían hecho algo extraño con la chica.
Parece que ellos sospechaban que yo había visto algo aquella vez, por
eso me preguntaban siempre y yo trataba de evadir sus preguntas.
Al cumplir los tres meses de contrato decidí dejar ese trabajo.
Para ese tiempo la familia de la chica seguía indagando. Por lo que yo vi
en el último piso creo que ellos hicieron algo con la joven.

Relato de: S. Q. 45 años, comerciante


Recopilador del relato: Samuel Rueda - 1º 3º

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EL VARCHILA

Orlanda tenía ocho años, y estaba en su casa en el campo, entre


Guerrero y Juan Galán. Ella había ido a buscar agua a un arroyo cerca
de su casa. Ahí fue donde apareció por primera vez el Varchila. Era un
bulto con rayas blancas y con sombrero. Cuando lo vio salió corriendo a
avisar a sus padres olvidándose el agua. Entonces su hermano dijo que él
iría ya que no tenía miedo. Cuando llegó hasta donde estaba el tacho de
agua que había dejado Orlanda se le acercó el Varchila. Él también se
asustó y se fue corriendo a su casa. Cuando llegó y le contó a su papá,
éste se levantó y fue a buscar un rebenque y salió para el lado del arroyo
del que sacaban agua, pero ya no había nada; el Varchila ya se había ido.
Su papá empezó a guasquear con el rebenque para ver si era seguro que
ya no estaba.
Varios días volvió a molestar el Varchila, pero ya no se vio más
el bulto sino que se escuchaba que cuando los chicos se juntaban a jugar
los llamaba para un corral donde encerraban a los terneros. Ahí cerca
había una peña alta, para ahí los llamaba, y un día Orlanda empezó a ir
para ese lado. El resto de los chicos la llamaba pero ella no hacía caso,
entonces se agruparon todos para ir a traerla. Ellos eran chicos de entre 9
y 12 años, así que fueron detrás de ella y la trajeron entre todos, pero ella
lloraba y se quería ir para ese lado. Después bendijeron la casa.

Recopilador del relato: Laura Camila Sajama Benicio - 1°3°

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

UNA APARICIÓN EN MINA EL AGUILAR

Esto pasó en el año 1983 cuando hacía mi primer año en la


escuela técnica N° 1 de El Aguilar. Yo vivía en Veta Mina y teníamos que
ir a la escuela del Molino, había unos kilómetros que recorríamos en
colectivo. Ese año la empresa suspendió el recorrido del colectivo y por
eso tuvimos que concurrir a pie a clases varios meses.
En esos tiempos todavía concurríamos al turno vespertino, o sea
que salíamos a las 11:00 de la noche. Nos llevaba más o menos una hora
caminando en medio de la oscuridad. Nos agrupábamos compañeros de
primero, segundo y tercer año y subíamos por un camino que se llamaba
Cable Carril, que era más directo.
Había un pícaro en el grupo, que siempre se adelantaba y nos
hacía asustar. Como era de noche no veíamos dónde se escondía.
Algunas veces salía del costado del camino. En dos o tres ocasiones nos
hizo el mismo juego.
Un día otro compañero quiso hacer la misma broma, pero le
salió mal y todos nos asustamos. Digo que le salió mal, porque entre Veta
Mina y El Molino había un lugar al que llamaban "Casucha". Era un
lugar intermedio, donde nos sentábamos a descansar. Este chico que
quiso hacer la broma se llamaba Policarpo Leaño, un compañero de
primero. Él se adelantó y entonces cuando nos dimos cuenta de que
faltaba, nos asustamos un poco porque había pasado como media hora
aproximadamente. Entonces empezamos a llamarlo por su nombre.
Pedro Cruz, otro de mis compañeros, el que siempre nos hacía bromas,
vino corriendo y nos contó que había visto a Policarpo salir del camino y
que se estaba yendo para la punta del cerro.
Nosotros no le creímos, pensábamos que era una de sus tantas
bromas y entonces nos habló en serio, un poco asustado y nos dijo que lo
fuésemos a llamar, dijo que parecía que estaba hipnotizado. Él le había
hablado anteriormente, lo había llamado por su nombre, pero Policarpo
no le había dado importancia, como que iba con alguien que lo estaba
guiando. Entonces nosotros fuimos para donde se estaba yendo y lo
agarramos a Policarpo que estaba a punto de tirarse del borde del cerro.
A la media hora más o menos, empezó a recuperarse y nos contó
que había visto a una mujer hermosa, de pelo largo, con una figura
impresionante y con un vestido negro, que lo llamaba por su nombre y le

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decía con una voz suave “Policarpo, Policarpo vení” y él como estaba un
poco enceguecido por esa belleza, la acompañó.
Al terminar su relato lo acompañamos hasta su casa y así cada
uno llegó a la suya.
Desde ese día no volvieron a hacer bromas ni subimos solos,
siempre íbamos en grupo porque habíamos quedado muy asustados.

Relato de Cayetano Carrillo, 42 años, docente


Recopilador del relato: Andrés Muriquite - 1°3°

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

PERSECUCIÓN EN LA MADRUGADA

Yo tenía diecisiete años y entré a trabajar a una fábrica que


dependía de la Mina Pirquitas y que tostaba el mineral para después
procesarlo. Yo ahí cumplía una función en el horno y había entrado a
trabajar en octubre o noviembre. Trabajé unos 20 o 25 días solamente.
Un día me mandaron al fondo de un molino, que le decíamos La
Chancha. Allí tenía que moler la escoria, es decir, procesarla. Siempre
se contaba que allí aparecía El Familiar pero como nunca había creído en
eso, poco me importaba.
Trabajaba ahí solo, desde las 22:00 hs. hasta las 06:00 de la
mañana. Las primeras dos semanas trabajé bien, pero ese viernes que
me mandaron ahí, que era como otra fábrica pero abandonada, como a
las 11:00 de la noche mientras llevaba la escoria en la carretilla, escuché
que unos animales relinchaban, como jugando o peleando. Pero cuando
yo miré hacia el lugar de dónde provenían los relinchos no logré ver nada.
Las otras noches yo había visto por allí dos o tres caballos, pero esa
noche no había nada, así que me asusté un poco, pero seguí trabajando,
más apurado para terminar rápido.
El trabajo que hacía era el de colocar en un depósito el material
y luego de que se hubiese molido, sacarlo con una pala. Así que me puse
a hacer eso cuando sentí que de arriba, porque el depósito estaba abajo,
me tiraban una piedra. Yo creí que era el sereno Pantoja, un amigo del
barrio, así que le grité “¡Eh, Pantoja, dejáte de joder!”, y seguí paleando.
Pero al rato de nuevo me tiraron piedras, así que ahí nomás me levanté y
salí a ver quién era, pero no había nadie, yo estaba solo, solo. Así que salí
de ese lugar asustado y me fui a buscar al sereno que debía estar por las
chimeneas, pero tampoco estaba. Entonces me fui para el lado del portón
donde yo trabajaba todas las noches, donde tostábamos el mineral,
porque ahí trabajábamos en grupo, éramos un equipo, así que toqué el
portón, me abrieron y ahí nomás me desmayé.
Los changos me hicieron acostar y me dieron agua; ellos me
decían que estaba pálido y que me empezó a salir sangre por la nariz, así
que ahí no más me mojaron la cabeza un poco y me dieron un poco de
café. Ya eran como las 4:30 o 5:00 de la mañana.
Cuando me recuperé me fui a las duchas a bañar, porque ya nos
teníamos que ir. Todos los changos tenían bicicletas, pero yo iba a

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trabajar a pie, así que después de las duchas, los changos se empezaron a
ir cada uno en sus bicicletas y yo tuve que volver a pie.
Tomé el camino de la usina, entrando a Palpalá, por el lado del
taller del Pitín Zalazar, cuando sentí que me empezaron a silbar. Creía
que era uno de los changos, así que empecé a frenar esperando que me
alcanzaran, pero no me alcanzó nadie, sino que me siguieron silbando.
Ahí me asusté y seguí caminado hasta que llegué a la usina que
era la primera cuadra que estaba iluminada, ahí dejaron de silbarme,
pero me empezó a salir sangre nuevamente de la nariz y estaba
transpirando. Caminé rápido hasta que llegué al SUM del 23 de agosto y
de ahí a mi casa, como a las 7:00 de la mañana. Mi mamá me recibió todo
con sangre, creía que me había agarrado a pelear o me habían patoteado,
pero yo le conté lo que me había pasado.
A la otra noche volví a trabajar a la fábrica, pero ya no pude
trabajar más así que me volví a casa, y me empezaron a salir unas
ampollas en la cara y después en todo el cuerpo, así que mi mamá tuvo
que ir a buscar a un curandero para que me sacara el susto, porque según
él, era susto lo que tenía porque yo estaba sensible y predispuesto a
asustarme y parece que el diablo me había querido llevar esa madrugada.

Relato de Alejandro Escobar


Recopilador del relato: Mauro Escobar - 1° 3°

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

LA RUBIA DE MINA AGUILAR

Hace un tiempo atrás, mi padre me contó que trabajó en Mina


Aguilar durante una etapa de su vida. Allí, había un pabellón donde se
alojaban entre cincuenta y sesenta obreros que también trabajaban en
esa empresa.
Cuando los trabajadores dormían, de noche o a la madrugada, se
despertaban sobresaltados en medio de la noche, como si alguien los
despertara. Esta situación se tornó recurrente a la hora del descanso
nocturno.
Un día, uno de los trabajadores se quedó despierto toda la noche
sólo para descubrir qué era aquello que les permitía dormir tranquilos.
Y, asustado, vio una aparición con el aspecto de una chica rubia y
atractiva que usaba minifalda y tacos altos.
Este obrero se quedó inmóvil en su cama y se tapó con la frazada
para evitar ser visto por esa figura fantasmal. Desde esa posición,
espiaba a la joven, quién zamarreaba a los obreros para que éstos se
despertaran y no pudieran disfrutar de su descanso. Luego, este
muchacho observó cómo ella salía caminando lenta y tranquilamente
por el pasillo, rumbo al baño.
Una vez que hubo desaparecido la entidad, el muchacho que
había sido testigo de la aparición, despertó a un compañero para
comentarle el suceso y antes de que pudiera hacerlo, éste le comentó que
sentía una opresión en el pecho, como si algo estuviera quitándole la
respiración.
Al día siguiente, lo sucedido durante la noche se transformó en
tema de conversación y ante la incertidumbre, uno de los obreros con
mayor antigüedad en la empresa, comentó que en ese pabellón
enterraron restos de personas que habían trabajado y fallecido allí y que
por ese motivo ocurrían estos sucesos sobrenaturales.

Relato de Orlando Cruz, 38 años, camionero


Recopilador del relato: Aymé Cruz 1º 1º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

CHISTIDOS

Este episodio que les voy a narrar, me lo relató una amiga que
trabajaba en la Municipalidad del pueblo.
Ella se desempeñaba como empleada administrativa en el año
2005 aproximadamente, en el turno mañana. Además de realizar la tarea
de secretaria, su función también consistía en limpiar la vajilla y las
tazas que empleaban para tomar el café. Entonces debía dirigirse a la
cocina, la cual era un ambiente reducido, con una cocina pequeña, una
pileta y una mesada de mármol. En la parte de atrás de esa cocina había
una escalera tirabuzón que daba a una especie de altillo que funcionaba
como una oficina de archivos, es decir, que ahí se guardaban
documentos de los años anteriores.
Ese día, ella había ido a contraturno para adelantar el trabajo. En
ese momento no había ningún miembro del personal trabajando en ese
lugar, lo que hace que el suceso sea aún más inexplicable.
Ella se dirigió a lavar las tazas en la cocina y se encontraba sola
en ese lugar. Cuando comenzó a lavar las tazas escuchó a sus espaldas un
chistido muy fuerte que provenía de la escalera tirabuzón. Ella no se dio
la vuelta y prosiguió lavando pero ella cuenta que sintió una sensación
de incertidumbre, de miedo y de ansiedad.
Luego escuchó el segundo chistido, más fuerte y más potente
que el primero. Ante este segundo chistido, ella terminó de lavar
rápidamente las tazas y sin darse vuelta se retiró del lugar con un notable
nerviosismo.
A la mañana siguiente del suceso, le comentó a sus compañeras
de oficina lo sucedido la noche anterior y una de ellas le dijo que tuviera
cuidado, que anteriormente en ese altillo del cual provenían los sonidos,
se habían producidos algunos hechos violentos y que por eso, tal vez, las
almas se manifestaban de ese modo.

Relato de María Inés Bravo, 40 años, Ldor. Gral. San Martín

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EL NIÑO Y LA CABRA

El 25 de diciembre del 2010, me había ido de vacaciones al


campo con mi familia, a un lugar ideal para alejarme de todos los
problemas.
Fue durante la mañana en la que salí a pasear con mis primos
que se presentó un niño vestido con traje negro y un corbatín. Este
chico solicitó nuestra ayuda para ir a buscar a su cabra. Nosotros nos
reímos de él al escucharlo porque nos pareció ridículo su pedido.
Caminamos con él hasta llegar al cementerio. Fue en ese
momento en el que nos pidió que entráramos para buscar a su cabra.
Nosotros le respondimos: "No, andá vos solo, hasta acá nomás te
acompañamos". Pero ya habíamos resuelto seguirlo sin que se diera
cuenta.
El cementerio era muy antiguo y se apreciaba un monte espeso y
abundante. Era un lugar perfecto para una cabra pero no era un lugar
seguro para un niño. Asombrados, vimos cómo el niño se alejaba aún
más. Lo llamamos pero ya no lo veíamos. Nos pareció que iba
desapareciendo de a poco.
En ese momento, encontramos a una cabra, cuyo
comportamiento era bastante extraño. Por su actitud, dedujimos que
quería comunicarnos algo y la seguimos. El animal se detuvo frente a
una tumba, en la cual encontramos la foto del niño y la fecha en la cual
había transcurrido su corta vida: 1900-1907 aunque, en estos momentos
no lo recuerdo con exactitud.
Obviamente, y ante las circunstancias caímos en la cuenta de
que se trataba de dos seres que no pertenecían a este mundo. Salimos
asustados y corriendo. Por la desesperación, mi prima se cayó. Cuando
regresé para ayudarla, vimos a la cabra y al niño jugando. Aunque todo
esto fue muy raro para nosotros, les puedo asegurar que lo sucedido es
verdad.

Relato de Verónica Amante, 14 años, estudiante


Recopilador del relato: Verónica Amante 2º 1º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

APARICIÓN EN LA RUTA

Hace veinte años aproximadamente, sobre la ruta que se


extiende desde nuestra provincia hasta Tucumán viajaban una niña y su
padre camionero.
Era de noche, por ese motivo la niña se retiró a dormir en la cama
que poseía el camión mientras que su padre seguía conduciendo.
Hasta ese momento, el viaje se desarrollaba normalmente y sin
sobresaltos. La nena dormía tranquilamente pero una fuerte e
imprevista maniobra del camión hizo que se despertara. Cuando ella se
acercó a la cabina del conductor en la que se encontraba su padre, para
averiguar qué había sucedido, lo encontró totalmente asustado y pálido.
Luego de recuperar el aliento, el hombre contó que mientras
conducía vio sobre la banquina a un llamativo y desconocido animal al
cual le brillaban exageradamente los ojos. Él habría intentado mantener
la calma y seguir su camino conduciendo, pero más adelante en plena
oscuridad divisó a lo lejos a una mujer con un vestido blanco y largo.
Esta extraña mujer le hacía señas al conductor para que éste se detuviera.
El hombre, ingenuamente lo hizo. Detuvo el camión, y sin abrir la puerta
miró hacia el costado donde supuestamente se encontraba la mujer pero
no encontró a nadie. Entonces encendió el camión para proseguir el viaje
pero en un pestañeo miró a su costado y la mujer estaba sentada en el
asiento del acompañante.
Como consecuencia del susto, el conductor realizó una violenta
maniobra y casi se produjo un importante accidente pero se evitó por la
destreza del camionero, con años en el oficio. Sin embargo, no pudo
evitar que su pequeña se despertara. En el momento en que se produjo el
incidente, la mujer fantasma desapareció en un instante y el viaje
prosiguió sin ningún otro contratiempo.

Relato de José Luís Cabezas, 67 años, camionero


Recopilador del relato: Lucas Bogarín 2º 1º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

LA EXTRAÑA FIGURA DEL LOTE

Mi madre refiere que cuando era niña, ella y su familia, formada


por sus padres y cuatro hermanos, llevaban una vida errante por la
inestable situación laboral de su padre. Así, durante años recorrieron
diferentes pueblos de la provincia en los cuales, mi abuelo se empleaba
en cuanto trabajo encontrase, sin discriminar ningún oficio.
En una de esas ocasiones, se encontraba la familia en uno de los
lotes del departamento de Ledesma porque mis abuelos, Juana y Silverio,
estaban empleados como cosecheros de las cañas de azúcar, durante la
zafra.
Ella cuenta, además, que los lotes eran comunidades que por lo
general eran habitadas por los trabajadores “golondrinas” y por los
aborígenes de la zona, es decir los chaguancos. Las familias enteras se
acomodaban en habitaciones pequeñas y vivían hacinadas y en
condiciones sanitarias precarias.
La noche del suceso, mi madre, sus hermanos y mis abuelos,
muy jóvenes en ese entonces, estaban durmiendo, amontonados, en
colchones que habían dispuesto en el suelo ya que la comodidad no era
una característica de los lotes.
En un determinado momento de la madrugada, mi abuela Juana
se despertó angustiada porque percibía que algo fuera de lo normal
estaba sucediendo. Como estaba oscuro, no se podía percibir claramente
lo que sucedía en la habitación. Sólo la luz de la luna ayudaba a ver
vagamente los cuerpos que estaban dormidos. Mi abuela se sentó sobre
el colchón porque sentía un intenso escalofrío.
Luego de permanecer unos minutos en esa posición, Juana,
observó a su esposo e hijos dormidos en medio de la oscuridad y fue en
ese preciso instante en que se percató de que había alguien más
durmiendo con ellos. En lugar de haber cinco personas acostadas, había
seis, excluyéndola a ella.
En ese momento y con el susto, Juana encendió una lámpara, de
esas antiguas conocidas como sol de noche, que se encontraba al lado de
su colchón, sobre el piso.
Cuando la luz iluminó el recinto, esta entidad, que tenía forma
masculina y era totalmente de color negro, salió “disparando” rumbo
para el cañaveral que quedaba a aproximadamente a cien metros de la

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habitación.
Este alboroto despertó al resto de la familia y mi abuelo salió en
persecución de la criatura, pero volvió pocos minutos después y
comentó que esta figura había atravesado a toda velocidad el pasillo que
conducía al baño y se había perdido en el cañaveral.
En ese momento todos se quedaron sorprendidos y no hallaron
ninguna explicación lógica a esta experiencia, pero poco tiempo
después se produjo la inesperada y prematura muerte de mi abuelo, a los
33 años de edad.
Los vecinos no tardaron en relacionar el suceso sobrenatural
con la partida de mi abuelo: algunos afirmaban que ese ser era el espíritu
de mi abuelo que ya se había separado de su cuerpo como
preanunciando su muerte.

Relato de Claudia Liliana Bravo, 33 años, docente

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

UNA SOMBRA EN EL DIQUE

Un día, mi tío se dirigía rumbo al dique Los Alisos para pescar,


lo cual era algo habitual para él. Siempre iba en bicicleta.
Cuando se aproximaba a las cercanías del cementerio divisó a
un señor sentado en un tronco, entre algunas piedras y con dos grandes
recipientes repletos de pescados. El hombre los pescaba abusivamente.
Mientras lo observaba, mi tío vio una sombra negra y alargada
detrás de esta persona. Esta sombra infundía terror y como mi tío
Horacio se asustó, se subió a la bicicleta rápidamente y se fue
pedaleando a toda velocidad para alejarse de esa presencia maligna.
Al día siguiente, las noticias afirmaban que habían encontrado a
un señor muerto entre troncos y piedras. La explicación que daban los
medios era que el hombre había sufrido una muerte repentina producto
de un paro cardiaco. Los recipientes quedaron allí, en su lugar, llenos de
pescados y sin que él hubiera podido disfrutarlos.
Esto demuestra lo que mi tío siempre dice: que no hay que
abusar de lo que la naturaleza nos brinda porque podemos ser castigados.

Relato de Horacio Pizarro, 37 años, desocupado


Recopilador del relato: Jorge Pizarro 2º 1º

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EL ESCOLAR

Esta experiencia la vivió un chofer de la antigua empresa de


transporte Río Blanco. Este señor, en aquel entonces realizaba el
recorrido de la línea que unía el barrio Los Perales con Ciudad de Nieva.
Él cuenta que una mañana de invierno, se encontraba en Ciudad
de Nieva preparándose para su primer recorrido. Estaba preparando sus
rollos de boletos y controlando las numeraciones en la primera parada
de colectivo. Eran las cinco de la mañana aproximadamente, cuando
imprevistamente apareció haciendo la seña de que parase, un niño con
delantal blanco. Era un escolar. A él le pareció muy extraño que tan
temprano, con tanto frío y en una total oscuridad hubiera un niño solo,
sin ningún mayor acompañándolo.
Sin pensar más, no dudó y abrió la puerta para que ese pequeño
subiera. Pero en un instante el chico estaba detrás del asiento del chofer.
El hombre se asustó puesto que ni lo vio subir.
Entonces el chofer miró por el espejo que suelen tener los
colectivos en la parte central superior del parabrisas, pero lo que vio era
aún mucho más extraño, el niño no se veía reflejado. Fue entonces que
entre malas palabras e insultos (así dicen que se debe tratar a estas
apariciones) empezó a echar a ese “ser” del colectivo. Le abrió la puerta
de atrás para que el espectro descendiera pero cuando la puerta de atrás
recién se estaba abriendo el pequeño ya se había esfumado en un abrir y
cerrar de ojos.
El chofer quedó muy asustado con esta vivencia, tal es así que
inmediatamente bajó del vehículo y fue a contar esta historia a un
kiosquero vecino que recién abría su negocio y comenzaba así su
jornada. Éste vecino es quien me refirió esta historia.

Relato de José Luís Cabezas, 67 años, camionero


Recopilador del relato: Lucas Bogarín 2º 1º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

DON VICENTE, AL COSTADO DEL CAMINO

Mi tío René cuenta que cuando tenía diez años trabajaba los
fines de semana con su hermano mayor como su ayudante. Ambos
hermanos debían transportar herramientas y materiales en general para
poder realizar su trabajo y por ese motivo se movilizaban en caballo.
Mi tío, el mayor, envió a René con destino a su casa para que
buscara unos elementos para proseguir con el trabajo. Para llegar hasta
la casa, él tenía que recorrer un largo camino a caballo y atravesar unos
cerros.
Cuando René estaba transitando el mencionado camino angosto,
divisó a cierta distancia a un señor conocido de la familia, pero para
llegar hasta donde él se encontraba todavía faltaban varios metros de
camino por recorrer.
Justo en el momento en que debía pasar al lado del señor, el viejo,
así le decían, ya no estaba: se había esfumado. A mi tío le pareció extraño
porque de un lado del camino se encontraba el monte y del otro había un
precipicio. Por esta ubicación del sendero, René estaba convencido de
que no existía modo alguno de que el señor pudiera esconderse.
Cuando mi tío René llegó a su casa le contó a su mamá lo que le
había sucedido con el señor Vicente, ése era su nombre. Ante esto, mi
abuela se quedó en silencio y con el pasar de los días le contó que don
Vicente había fallecido hacía un mes y que era imposible que lo hubiera
visto.
Mi tío se sorprendió y estaba nervioso porque debía realizar ese
recorrido frecuentemente, pero al día siguiente, cuando tuvo que hacer
el mismo trayecto para llegar a su trabajo, ya no le sucedió nada parecido
al encuentro con don Vicente.

Relato de René Arroyo, 53 años, obrero


Recopilador del relato: Fernanda Arroyo 1º 1º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

EL ESPECTRO DEL PUENTE

Esta es una historia real ocurrida en la década del 60, cuando en


mi ciudad el alumbrado era apenas visible en la noche.
Cuenta mi padre, una persona no creyente, que al salir una tarde
con rumbo al colegio llevaba sus libros atados con una cuerda. Iba
pensando en cómo resolver aquella tarde su examen de literatura. Aún
faltaban veinte minutos para caer el sol y caminaba deprisa para no
retrasarse para la hora de la entrada al colegio, ya que él asistía al turno
vespertino.
Su camino diario exigía que pasara por un antiguo puente de
piedra con poca altura con relación al río. Esa tarde, me dijo, había
crecido el río por una tormenta y resultaba bastante estrepitosa la
corriente.
Al terminar la clase por la noche y después de haber realizado el
examen de literatura se encaminó a casa junto con un amigo para hacer el
camino más llevadero. Al alcanzar la calle que conduce al río, ambos
amigos divisaron a lo lejos a una extraña luz que se vislumbraba entre las
sombras.
Ellos simplemente siguieron caminando pero poco a poco al
acercarse al puente vieron cómo esa luz tenue danzaba como de lado a
lado, haciendo un zig-zag en medio del río. Sus ojos no daban crédito a
lo que veían: una luz que cada vez se iba acercando más a ellos.
Pronto detuvieron su camino y pudieron ver desde la mitad del
puente la figura de un espectro que flotaba de pie sobre las turbulentas
aguas con un pesado tronco sobre su espalda y su cabello largo y oscuro
estaba completamente mojado. Lo último que recuerda mi padre y su
amigo antes de quedar por unos largos minutos catatónicos del miedo, es
que era como un hombre sin rostro.
Al volver en sí, tanto él como su amigo estaban completamente
mojados y sus libros habían desaparecido, solamente quedaban las
cuerdas.
Como mi padre no había llegado en horario a su casa, mi abuelo,
que en paz descanse, bajó en su búsqueda y encontró a los muchachos
aún temblando, sin saber qué decir ni cómo decirlo. Mi abuelo pensó que
los había “escupido” el río y no creía la versión que los muchachos le
refirieron. Fue en ese momento, que los tres escucharon como un

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lamento proveniente del otro lado del río y lograron ver cómo el mismo
espectro desaparecía entre la bruma del río.
Mi padre no pudo dormir bien en mucho tiempo y a su amigo se
le encaneció el cabello por lo intenso de la experiencia. A partir de ese
momento, mi abuelo decidió que nunca más los chicos volverían a pasar
solos por aquel camino.

Relato de Fabián Cuenca, San Salvador de Jujuy


Recopilador del relato: Fernanda Arroyo 1º1º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

LA VIUDA DEL LOTE

Cuando mi padre era adolescente, vivía con su mamá en los


lotes de Ledesma. En ese entonces él tenía trece años. Los vecinos que
vivían en el lote comentaban que habían visto, en varias ocasiones, a una
señora extraña que usaba un vestido blanco largo. Pero él y su familia no
creían en estos seres porque su mamá siempre repetía que si uno cree y
piensa en “eso”, efectivamente, la aparición se hace presente.
Pero una noche se hizo realidad. Mi padre se levantó para ir al
baño pensando en lo que le habían contado y estaba muy asustado por
ello. Al salir del baño, de repente vio a una señora con vestido blanco y
largo, con el cabello negro y lacio, tal como la habían descripto los
vecinos. Este espectro no apoyaba los pies en el suelo y parecía que
flotaba en el aire.
Él no podía gritar, estaba muy agitado pero a la vez enmudecido
por el miedo. Apenas podía caminar. Con mucho esfuerzo llegó a su casa,
ya que en los lotes, por lo general el baño no se encontraba en el interior
de la casa, sino a varios metros de distancia. Tartamudeando le contó a su
madre lo que le había sucedido. Estuvo dos meses aproximadamente
con dificultades para comunicarse. Su mamá lo llevaba a curar del susto
con una curandera y al tiempo se recuperó y pudo continuar su vida.

Relato de María Laura Avellaneda, 29 años, ama de casa


Recopilador del relato: David Coca 1º 1º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

COSAS DE GAUCHOS I

Esto pasó hace mucho tiempo, cuando mis abuelos trabajaban


en el Ingenio, cortando cañas de azúcar. En ese tiempo fue con ellos un
muchacho conocido que no tenía ningún familiar.
Un día, este muchacho se fue al monte y se encontró con un
gaucho rubio, de ojos celestes, dientes y espuelas de oro y le ofreció
trabajo prometiéndole pagarle muy bien y acordaron encontrarse esa
noche para irse juntos.
El joven le contó a mis abuelos y a la gente con la que compartía
la vivienda, lo sucedido. Ellos le dijeron que no vaya, que era el diablo.
Esa noche cerraron bien la puerta, pusieron una tranca por dentro pero
aun así, el joven desapareció y nadie supo nunca por donde salió, porque
todo estaba cerrado como ellos lo habían dejado.

Relato de Norma Beatriz Nina, ama de casa


Recopilador del relato Denise Nadia Ugarte - 1º 2º

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COSAS DE GAUCHOS II

Me llamo Héctor, yo vivía en El Aguilar hace ya un tiempo.


Una noche cuando volvía de la banda, esto es al otro lado del río,
hacia mi casa y en dirección a una cancha de fútbol, escuché que
alguien me seguía, caminé lo más rápido que pude pero seguía
escuchando que me seguían. Entonces tomé coraje y me di vuelta para
ver quién era pero no había nadie. Seguí caminando, pero esta vez no
eran pasos de persona sino de un caballo y cuando más rápido caminaba
más sentía esos pasos.
Volví a darme la vuelta y vi a un gaucho todo de negro en su
caballo y me dijo: “Te llevo”.
Empecé a correr y a llorar y me fui a la casa de mi padrino que
quedaba más cerca, le conté lo que vi y juntos salimos a buscar al
extraño personaje, pero no había nadie, entonces mi padrino me llevó
hasta mi casa contándoles a mis padres lo que me había sucedido. Ellos
me dijeron que eso me pasó por andar de noche y solo.
Después de varios días me atreví a preguntarle a mi mamá
acerca de esa aparición, y me dijo que aquí, en El Aguilar, pasan muchas
cosas porque está cerca la mina, también me dijo que donde es ahora el
parque antes era un cementerio donde aparecen los duendes a los niños.
Desde entonces dejé de andar solo y sobre todo por esos lugares.

Relato de Héctor Salas


Recopilador del relato: Aylén Karina - 1º 2º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

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EL FANTASMA DE LA COCINA

Esto ocurrió en el año 2010. Una noche me dirigía a la cocina y


la mayoría de las luces de la casa estaban apagadas. Para llegar a la
cocina tenía que pasar por el comedor, recuerdo que pasé tranquila y al
volver pude observar que había una señora sentada junto a la mesa. En
ese momento me asusté mucho, y lo único que pude hacer fue cerrar los
ojos. Cuando los abrí había desaparecido.
Salí corriendo y entré a mi habitación muy asustada y me
encerré hasta el otro día.

Relato de Débora Yáñez, ama de casa


Recopilador del relato: Antonella Yáñez - 1º 2º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

MI ACOMPAÑANTE MOTOQUERA

Soy de la localidad de San Pablo de Reyes, a los 18 años había


entrado a trabajar en la empresa Agua de los Andes. En ese tiempo me
habían designado a la planta de Guerrero y para poder llegar a mi lugar
de trabajo debía pasar por el puente de Reyes.
De mi casa solía salir a las 5 de la mañana, a esa hora todo estaba
oscuro. Una mañana iba distraído, pensado en cualquier cosa,
manejando mi moto, cuando de repente sentí que me abrazaban por la
cintura, me asusté y frené de golpe, me di vuelta y lo único que pude ver
fue una silueta de una mujer que se desvanecía. La verdad no intenté
volver a ver qué había sido, porque estaba con mucho miedo.

Relato de Jorge Vallejos, jubilado


Recopilador del relato: Antonella Yáñez - 1º 2º

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FANTASMAS EN EL COMPLEJO EVA PERÓN

Hace cosa de quince años, yo trabajaba en la escuela primaria,


ubicada en El Sunchal, departamento El Carmen. Con nuestros alumnos
de séptimo grado, mi compañero Darío y yo fuimos al complejo Eva
Perón, para realizar una salida de estudio. Llegamos a la mañana y
debíamos regresar al otro día.
Después de realizar las actividades programadas, llegó la noche
y todos estábamos agotados por la jornada vivida, así que nos fuimos a
descansar. Ocupé un dormitorio amplio junto a mis alumnas, al lado
estaba Darío con los varones, yo elegí una cama cerca de la ventana.
Todos estábamos cansados así que pronto nos invadió el sueño.
De pronto me despertó un extraño llanto, algo así como una mezcla de
llanto de bebé y balido de oveja, que venía del exterior, me imaginé una
madre llevando en su espalda a su hijo aunque era un poco extraño por la
hora. Luego sentí voces no muy nítidas que hablaban al lado de la
ventana, chicos que jugaban, al rato un hombre que pasaba silbando,
alguien que gritaba, pensé por momentos que era Darío quién había
salido a jugar con los chicos, así que dormí en seguida, mi sueño era más
urgente que mi curiosidad. No soy una persona miedosa, eso lo aclaro,
siempre trato de buscar una explicación lógica para las situaciones en las
que a veces nos quedamos sin respuestas, así que me dormí.
Al rato me desperté bruscamente, sentí una presencia extraña
que me observaba y no una mirada con curiosidad, sino con enojo, una
mirada fría que me estremeció, pero reitero no soy miedosa, me cubrí la
cara y me dormí.
Al día siguiente pregunté a Darío si se había levantado a jugar
con los chicos. Como era de esperarse, me dijo que no, que apenas se
acostaron se quedaron profundamente dormidos. Le conté entonces lo
que me había pasado. Una señora que en ese momento estaba
sirviéndonos el desayuno, escuchó lo que estaba contando y dijo:
“Anoche ustedes estaban solos, los que trabajamos en este complejo nos
retiramos a las 20, hora que pasa el colectivo que nos lleva a Jujuy y
nadie más puede entrar, no hay casas por aquí cerca como para que la
gente pueda caminar por este lugar, pero sí sabemos por lo que nos
cuentan los que a veces se quedan a acampar que se escuchan ruidos:
chicos que corren, juegan o arrastran los muebles de los pabellones

50
FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

cuando justamente están desocupados.”


La explicación que yo puedo dar es que esos ruidos podrían ser
el eco de los ruidos que se sintieron durante el día y repercute durante la
noche, otra es que hay un cementerio muy cerca y las almas podrían
visitar el lugar y por último, como todos saben cuando se estaba
construyendo el dique hubo varios derrumbes y murieron varios obreros,
se dice que quedaron algunos cuerpos enterrados porque no los pudieron
encontrar.
Esa tarde estábamos más que desesperados por abandonar el
lugar antes de que anochezca, así que Darío viendo que no nos venían a
buscar, fue a hablar por radio a la gente que debía buscarnos.
Nosotros estábamos amontonados en uno de los dormitorios
esperándolo. En ese momento, apareció con los ojos desorbitados
gritando: “¡Sí, asustan… acá, asustan!” Dijo que cuando volvía alguien
le había silbado en el oído, se dio vuelta y no había nadie.
Por suerte vinieron pronto a buscarnos y todo lo que pasó se
transformó en una anécdota pero eso sí, de noche no vuelvo más.

Relato de Sofía Vilca, docente


Recopilador del relato: Leonela Choque Ortega - 1º 2º

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LA VENGANZA DE CARMEN

Nosotros nos fuimos de vacaciones a un lugar escondido de la


Quebrada donde viven mis abuelos. Llegamos a Tilcara en colectivo,
pero después había que seguir de a pie. En el camino polvoriento había
una cruz, donde nos persignamos y seguimos caminando. Por la noche,
ya estábamos en la quinta de mi abuela cuando escuchamos el llanto
desesperado de una mujer como si fuera de un alma en pena. Mi abuela
me contó que, en el lugar donde nos persignamos, enterraron a una
bonita joven de veinte años, llamada Carmen. No se conocía el porqué
de su muerte, pero donde ella vivía se rumoreaba que había sido su
propia hermana mayor, quien la había asesinado.

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

Todos conocían la envidia que tenía por su hermana, ya que


Ángela era todo lo contrario a ella, envidiosa, de carácter duro y poco
agraciada, así que el rumor parecía un hecho más que probable.
Ocurrió que desde el fallecimiento de Carmen, Ángela no
volvió a descansar. Contaba la gente que el espíritu de su víctima la
perseguía en todo momento del día y la noche, la escuchaban gemir y
gritar como si tuviera un demonio dentro, pero era el espíritu de su
hermana menor quien le reprochaba con mucho dolor su asesinato.
Al parecer, Ángela era la única que podía escucharla, la sentía
en su cuerpo; y cada palabra pronunciada por el espíritu, le causaba más
ansiedad y más pánico. Se la veía por las calles agarrándose la cabeza
con desesperación y dándose golpes contra los muros de adobe. Hasta
que decidió dar fin a su padecimiento.
Desesperada por aquel tormento, Ángela enloqueció y se
ahorcó en un árbol a los diez meses de enterrar a su hermana. Ahora es su
espíritu quien anda vagando y asustando por las noches en los callejones
dando alaridos desesperados pidiendo perdón a su hermana muerta.

Recopilador del relato: Marisa Yolanda Zapana - 2°5°

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LOS DUENDES ME QUIEREN LLEVAR

Cuando era chica, vivía en Volcán con mi mamá, mi papá y mis


abuelos, y, como era hija única, me seguían los duendes. Una de las
habitaciones de mi casa tenía una atracción especial para mí, cuando era
de tarde, me iba a esa pieza y jugaba con las bolillas, esas de vidrio verde
con las que juegan los varones. Cuando tiraba una bolilla o alguna
pelotita, la pelotita iba y volvía solita. Siempre era así.
Una vez, cuando amaneció, mis padres se levantaron, y para su
sorpresa, yo ya estaba jugando. Un día decidieron acostarme a dormir
con ellos, yo dormía en el medio. No sintieron que me levanté ni
recuerdo haberme levantado, pero cuando ellos se dieron cuenta yo
estaba jugando, no estaba en la cama. Había salido al fondo de la casa y
me encontraron hablando con alguien a quien ellos no podían ver.
Asustados comentaron lo ocurrido con algunos amigos, ellos les dijeron
que tal vez un duende me quería llevar.
Papá fue a ver al cura del pueblo y llevó un látigo para bendecir,
porque le dijeron que de esa manera podían dejar de molestarme.
Cuando llegó lo colocó debajo de mi cama y mamá le agregó un rosario
al respaldo.
Mis desapariciones misteriosas terminaron, pero cuando era de
noche y en el techo de chapa se sentía que jugaban, que zapateaban, que
corría gente arriba, papá se aprovisionaba del látigo bendito, sabía subir,
retarlos y correrlos.
Ocurre que cerca de la casa había un zanjón y como era todo
campo, decían que la gente de ahí enterraba a los bebés muertos que no
eran bautizados, por eso yo siempre jugaba con los duendes. Por eso
decían que me querían llevar y que yo jugaba con ellos.

Recopilador del relato: Cintia Karina Albizu - 1°5°

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

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EL FANTASMA DE DON NICASIO

Esto pasó en un pequeño pueblo de la Puna, más allá de Abra


Pampa. Hubo una vez un señor llamado Nicasio Tolaba. Él era un señor
como de 56 años. Vivía solo, no tenía mujer ni hijos, trabajaba cuidando
vacas y caballos en el campo, tenía mucha plata y era demasiado
mezquino.
Cierta tarde llegó a su casa muy preocupado, había vuelto del
hospital de Abra Pampa sabiendo que tenía una enfermedad incurable,
sacó un arma y se fue montado a caballo. A lo lejos se escuchó un tiro. La
vecina más cercana vio, a la distancia a su caballo que estaba lejos, en un
bosque de queñua , pero no se animaba a ir a ver lo que había sucedido.

56
FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

Cuando su esposo llegó, la mujer le contó lo que había pasado,


el hombre fue a ver y vio a Nicasio muerto, se había suicidado de un tiro
en la cabeza.
Cuando sus hermanos se enteraron de que había fallecido,
llegaron, vendieron todo su ganado y su caballo preferido. Cuando el
nuevo dueño del animal se lo llevó, al día siguiente, el caballo murió,
dicen que de tristeza.
Por las tardes, los pobladores del lugar lo ven atravesar su
campo montado a caballo, se pierde en una represa que está cerca de su
casa, hasta que oscurece. Desde que Nicasio se fue, por las noches se
escuchan muchas cosas raras como si alguien corriera o acomodara
cosas en su rancho abandonado.
La vecina, se tuvo que ir a vivir al pueblo porque le daba mucho
miedo estar en ese lugar.
Las personas que viven en el campo creen que una vida dura
hasta que Dios se la decide llevar, que si tú decides quitártela, tu alma
sigue penando como la de Don Nicasio hasta la eternidad.

Recopilador del relato: Daiana Denis Abracaite - 2°4º

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EL DOCTOR DEL HOSPITAL SAN ROQUE

Hace muchos años atrás, Marcela, que vivía con su esposo y sus
cinco hijas pequeñas, esperaba su sexto hijo, un varón.
Ya le quedaban pocos días para que naciera el niño y entonces
fue internada en el hospital San Roque.
Una noche, como a las 21:00 horas, cuando se encontraba sola
en el pabellón de las futuras mamás, empezó a tener una migraña
terrible, le dolía tanto la cabeza que llamó a una enfermera para que le
diera algún calmante, pero la enfermera le dijo que por su estado no
podía tomar ningún medicamento, que tratara de dormir y así se le
pasaría. Luego se fue y le apagó la luz para que pudiera descansar.

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

Habían pasado muchas horas, era como la madrugada y su dolor


de cabeza seguía, cuando vio entrar a su habitación a un doctor alto, con
delantal blanco, que prendió la luz, se paró en frente de la cama de
Marcela y le preguntó:-¿Qué te pasa gordita? Y ella le respondió: -¡Ay,
doctor! Tengo un dolor terrible de cabeza y no puedo tomar ningún
remedio, él le dijo: -¿A ver? pasáme tu pie, el médico destendió la cama,
tomó su pie y lo empezó a masajear , después de unos minutos, tomó el
otro y también lo masajeó, luego de un rato le preguntó a Marcela:-¿Y
ahora cómo te sentís? Y ella le respondió:- bien doctor, ya se me pasó el
dolor de cabeza, gracias. Y él le dijo:-Bueno, ya no te va a doler más,
ahora descansá. Se fue y apagó la luz.
Al día siguiente, cuando la enfermera fue a revisarla, le
preguntó a Marcela:-¿Cómo estás de tu dolor de cabeza? Ella le dijo:-
Bien, anoche vino el doctor, me preguntó qué tenía, me masajeó los pies
y así se me pasó. Ella, aterrorizada, le respondió que no era posible,
porque a esa hora sólo se encontraban ella y otra enfermera de guardia,
ninguna otra persona más.

Recopilador del relato: Cintia Florencia Juárez - 2° 4º

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UN AMOR SIN FIN

Yo soy taxista. Este hecho me ha sucedido un domingo a la


noche en el barrio Cuyaya cuando conducía el taxi luego de tener un día
muy malo. Al anochecer, hice un viaje desde el Parque San Martín,
cerca de la iglesia, hasta Cuyaya, y llevé a una pareja de novios, que
parecían recién casados. Mientras llegaba al lugar de destino donde el
hombre me indicó, escuché una noticia por la radio, en ella se decía que
hacía unos minutos una pareja de recién casados, había muerto
carbonizada tras un choque frontal con un camión, en la zona de los
boliches en el Alto Comedero. Después de oír lo ocurrido, llegué a la
parada y me di la vuelta para cobrarles el viaje a mis pasajeros y ya no
estaban. Preocupado, me bajé y le pregunté a mi amigo que estaba en la
parada detrás de mi auto si él había visto a la pareja que acababa de bajar,
ya que se habían ido sin pagarme el pasaje. Él me dijo que de mi taxi no
había bajado nadie. Yo le dije que había hablado con ellos y que les había
dado la mano para felicitarlos por su boda. Me dijo que estaba loco, así
que me fui a casa sin poder olvidar lo ocurrido. Ahora no trabajo de
noche.

Recopilador del relato: Estela Marisol Vargas - 2° 4º

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

UNA HISTORIA VERÍDICA

La historia que voy a relatar sucedió en los años ochenta


aproximadamente, en una zona semirural a las orillas de la ciudad de
Palpalá.
Todo se desarrolló en una noche de verano, cuando me
encontraba en la compañía de mi hermano Juan José, quien se había
bañado y luego de la ducha, continuaba caminando descalzo hasta
pasada la medianoche. Cuando decidió ir a dormir, quiso lavarse los

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pies en un viejo lavador, y al no contar adentro con la suficiente luz para
hacerlo, me pidió que por favor lo acompañara hacia la galería que
teníamos en la vivienda. Toda la casa se encontraba rodeada de grandes
árboles de eucaliptus y plantaciones de tabaco, por lo que dicha tarea
resultaba complicada, o bien, atemorizante.
Luego de llenar el lavador con agua de una canilla que se
encontraba en el medio del patio, ambos nos dirigimos muy
rápidamente hacia la mencionada galería, donde todo se desarrollaba
con normal tranquilidad. De repente, y de forma muy violenta, se sintió
un gran estruendo en el techo, que era de láminas de zinc, el ruido fue
igual o similar al de una persona cuando salta sobre las chapas. Luego
del tremendo ruido se sintió que alguien, arriba, caminaba
apresuradamente. Ante tan desdichada situación, mi hermano y yo
salimos corriendo e ingresamos prácticamente volando al interior de la
vivienda. Mi madre, en ausencia de mi padre, salió de forma urgente
con una linterna para observar qué era lo que “caminaba” por el techo,
pero fue grande y atemorizante nuestra sorpresa al observar que no
había absolutamente nada, el ruido continuaba y era igual al de un ser
humano cuando camina por los techos, y de forma repentina, el ruido
terminó.
Luego de unos días, al contar lo ocurrido, unos vecinos nos
comentaron que la persona que había hecho unos años atrás las
instalaciones eléctricas en el domicilio había fallecido en un accidente
laboral. Una descarga eléctrica lo tiró, su corazón no pudo resistir y, de
acuerdo a lo que dice la gente de campo, que de estas cosas sabe mucho,
el difunto “recogió sus huellas” en su vida terrenal, para luego de esta
forma pasar a mejor vida.

Recopilador del relato: Camila Pantoja - 1°5°

62
FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

EL CURA SIN CABEZA

Esto pasó cuando yo tenía 13 años. Veníamos con mi familia de


una fiesta que hacían en la localidad de las Escaleras. Era la elección de
la paisana más linda y habilidosa. Todas mis primas y amigas habían
regresado antes de que oscureciera, pero mi padre había decidido
quedarse un rato más.
Cuando terminó la fiesta ya era de noche. Una inmensa luna
alumbraba el camino. Yo venía con mi padre en las ancas de su caballo.
Cuando llegamos al cruce llamado “Laja Morada” el caballo de mamá se
tiró contra la peña y papá dijo: - ¿ Has visto eso, vieja…?
Yo me di vuelta y vi a un hombre vestido todo de negro con un
sombrero grande que cubría toda su cabeza. Habíamos pasado ya, y le
pregunté a papá qué había sido eso.
-¡Es el cura! - me dijo.
- ¿ Qué cura ? - le pregunté asustada.
- Es el cura sin cabeza que siempre aparece por aquí.- Me
respondió - Dicen que durante la Conquista, los curas eran enviados a
difundir la palabra de Dios a los aborígenes. Este fue enviado a esa zona,
él vestía con una sotana larga y un sombrero grande. En ese tiempo, hizo
construir una capilla y falleció en un incendio inexplicable. Fue
enterrado en ese lugar, donde están esas ruinas. Desde entonces su alma
vaga buscando a los causantes de la destrucción de su iglesia que con
tanto sacrificio llegó a construir.
Yo me quedé asutada, pero desde aquella vez nunca más volví a
ver aquella aparición en “Laja Morada”

Recopilador del relato: Leonel Francisco Madregal - 2°5°

63
El REMISERO

Esto le sucedió a un compañero de trabajo, que aparte de


trabajar conmigo en la Municipalidad, era remisero. Un viernes a las
3:00 de la mañana, en Astros, una muchacha le pidió que la llevara hasta
el Ceibal. Era una noche fría de otoño. En el trayecto, la muchacha le
decía que se había hecho tarde y que la iban a regañar.
Cuando llegaron, la muchacha se bajó y le pagó. Luego, cerca
de Alto Comedero, mi amigo se detuvo a hacer sus necesidades y
observó que en el asiento de atrás, la chica se había olvidado un tapado
negro. Al ver que era muy tarde, decidió llevárselo porque tenía que
entregar el auto al otro chofer. Cuando volvió al lugar, no pudo ubicar la
casa por lo que decidió preguntar a los vecinos. Allí le contaron que
antes, en ese lugar, vivía una muchacha pero que en la actualidad esa
casa estaba abandonada, las puertas y ventanas estaban cerradas con
material y que siempre los fines de semana aparecían muchachos que
se despertaban atónitos sin encontrar respuestas de cómo llegaron allí.

Recopilador del relato: Miriam Gisel Ramos - 1°5°

64
FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

EL CONDENADO DE PALPALÁ

Cuentan que a mediados de1978, murió un hombre en la ciudad


de Palpalá que años antes había abandonado a su esposa y formado
pareja con quien fuera su comadre. Según dicen, que si forman pareja
con quien fuera su compadre o comadre, al fallecer quedan condenados
a vagar por este mundo arrastrando pesadas cadenas.
Esto le pasó al condenado de Palpalá. Una vez que falleció en un
accidente de tránsito, su alma comenzó a andar y desandar su camino, el
que une Palpalá con San Salvador, buscando a quien fuera su compañera
de traiciones para llevársela con él y así lavar su castigo. El condenado
se aparecía en los colectivos, muy tarde, asustando a los ocasionales
pasajeros o a los choferes a los que sorprendía con su ruido estrepitoso
de cadenas, también aparecía sorpresivamente en los autos de viajeros
solitarios a quienes acompañaba en el asiento trasero, durante el tramo
donde le había ocurrido su tragedia.
A todo esto, dicen que las monjas del Monasterio de Río Blanco,
habían refugiado a la viuda en sus claustros, para protegerla del posible
final de su historia.
Todo acabó, dicen, cuando los sacerdotes de Río Blanco
accedieron bendecir la tumba del condenado y el trayecto de ruta en la
cual se aparecía asustando a los viajeros.

Recopilador del relato: Florencia Valdez - 2°5°

65
HISTORIAS DE FANTASMAS EN EL MITRE

Yo trabajo en el Teatro Mitre. Una noche estábamos con el resto


de los técnicos trabajando en la parrilla, y sin darme cuenta me dejaron
solo, todos se fueron, mientras yo clavaba unos carretes. De repente
sentí que alguien me tocaba el hombro, yo dije: “esperá, esperá, clavo
esto y nos vamos”, al darme vuelta para mirar quién era, no había nadie,
estaba solo...Salí a los pasillos del palco y pregunté a mis compañeros si
habían sido ellos los que me habían estado hablando y todos me
contestaron que no.
Cuando uno camina por el teatro tiene la sensación de que
alguien lo está observando, por el teatro ha pasado mucha gente, a veces
se ven sombras que tal vez sean parte de nuestra imaginación, o no.

Recopilador del relato: Florencia Morales y Florencia Jurado - 1°5°

66
FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

VISIONES Y RUIDOS EN LA FACULTAD DE


HUMANIDADES

Hace mucho que trabajo acá. Cuando estaban construyendo el


edificio nuevo de la Facultad, lo que está al fondo, terminé mi trabajo y
me fui, pero recordé que me había olvidado la campera, así que regresé.
Al volver, entré por la puerta del costado, la que estaba improvisada para
los albañiles, y me detuve porque escuché como si alguien estuviera
rápidamente contando hojas, entonces, me llamó la atención que alguien
estuviera trabajando así, en la oscuridad, porque no estaba encendida la
luz, ni nada, y me sorprendí. Yo creí que que era mi jefa la que estaba
allí así que la llamé , pero nadie respondió. Y entonces prendí la luz. No
había nada ni nadie en el fondo de la Biblioteca.
Siempre vengo temprano al trabajo, con tantos años aquí, yo ya
estoy acostumbrado a estas cosas. Antes veía como personas que se
escondían o se desplazaban sigilosamente por las aulas o por los pasillos.
Una vez, una compañera mía, me pidió que la acompañara a realizar la
limpieza del Aula Magna, ella también había visto cosas extrañas, así
que decidí acompañarla, pero alguien me llamó, desde las oficinas de
adelante; al volver, la chica estaba asustada porque otra vez se le había
aparecido alguien en el fondo. Le conté que hace muchos años, cuando
funcionaba el correo, había sido un consultorio médico y que allí
murieron muchas personas. Ningún consuelo para ella, por supuesto.

Recopilador del relato: Cecilia Toconás - 3°4°

67
LA SIRENA DE LOS CERROS

Mi abuela contaba que cuando era chica salía a pastorear las


ovejas.
Una de las tantas tardes, allá por los cerros del norte, mientras
cuidaba sus ovejas y jugaba sola en medio del campo, escuchó que
alguien cantaba. La voz que sentía era lejana y muy bonita. Empezó a
seguirla y la llevó hasta la punta de un cerro, de esos que hay por allá.
Una vez que estuvo en la cima vio que del otro lado del cerro, bien abajo,
había como una laguna pequeña, y que sobre una piedra grande y plana
había una mujer, era ella la que cantaba mientras peinaba su larguísimo
cabello. Mi abuela se quedó un rato escuchándola. Cantaba muy lindo y
contó que cuando se quiso acercar para verla mejor, se desprendieron
del cerro unas piedras que asustaron a la joven y, para sorpresa de mi
abuela, esta persona dio un fuerte grito (que la asustó mucho), se tiró
dentro de la laguna y vio que en vez de tener piernas, tenía una gran cola
de pescado.

Recopilador del relato: Ema Sánchez - 2°4°

68
FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

LA EXTRAÑA INQUILINA

La puerta del baño se cerró violentamente. Creí que Tomás


había regresado de la casa de sus abuelos, por eso le pregunté si era él,
pero no me respondió nadie. Entonces creí que quizás el viento había
cerrado la puerta de una de las habitaciones.
Terminé de prepararme, me senté en el sofá a ver tele y esperar a
mis amigos para que saliesemos al Centro. De repente sentí que alguien
me llamaba por mi nombre. Fue un grito seco. Me fui para mi habitación
creyendo que era mi esposa que había vuelto de su trabajo. Al asomarme
a la puerta de la habitación me detuve asombrado, vi a una chica algo
desdibujada sentada en mi cama, tenía el cabello largo hasta la cintura,
vestía todo de azul, como si fuera ropa de jean. Me quedé en shock varios
segundos y salí corriendo de la habitación. Gritó nuevamente mi nombre.
Salí apresurado de la casa y afuera encontré a mis amigos que
venían a buscarme. Les conté lo sucedido y entraron conmigo a la
habitación. Yo seguía temblando. Allí estaba todo desordenado y en la
cama había una foto familiar con la imagen de mi esposa toda punzada.
Salimos asustados. Doña Ana, la vecina, nos preguntó qué hacíamos
todos afuera, le contamos lo sucedido. Nos comentó que años atrás, una
mujer había sido asesinada en esa casa. Vivía con su esposo que la había
matado por celos.
A los días abandonamos la casa y nos fuimos a vivir con mi
suegra.

Recopilador del relato: Cecilia Toconás - 3°4°

69
ESPÍRITUS EN ALTOS HORNOS ZAPLA

Eran esos tiempos en los que mi abuelo trabajaba en la fábrica


de Altos Hornos Zapla, en Palpalá.
Una noche le dijeron que debía trabajar con un compañero
nuevo. Cuando llegó a la fábrica como a las diez más o menos, su
compañero había llegado ya.

70
FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

Como a las doce, las cosas se empezaron a mover de un lado a


otro y escucharon pisadas y gritos detrás de ellos. Mi abuelo las ignoró,
pero el trabajador nuevo empezó a asustarse.
Cuando mi abuelo estaba metiendo el carbón al horno, se fue a
buscar los guantes porque el mango de la pala estaba muy caliente, pero
cuando regresó, la pala que había dejado al lado del horno, ya no estaba.
Le preguntó al compañero nuevo si la había levantado pero él le
respondió que no, pero que sí había escuchado gritos, pasos y otros
ruidos extraños en su ausencia. Mi abuelo le contó que en esa fábrica
habían muerto muchos compañeros de trabajo, algunos quemados con
la brasas del horno, despedazados por los molinos y hasta aplastados por
las máquinas grandes y pesadas. Por ese motivo, él no le daba
importancia ya que suponía que eran los espíritus de las personas
fallecidas hace muchos años y que vagan de noche por la fábrica.
Como mi abuelo se retiró ya no sabe si siguen apareciendo cosas
o no. Algunos viejos compañeros le contaron que rociaron
reiteradamente agua bendita por toda la fábrica y desde ese momento
ya no se escuchan a los espíritus ni ocurren cosas raras.

Relato de: Vázquez Ubaldo Nata, 53 años, obrero


Recopilador del relato: Mariela Flores - 1°4°

71
UNA EXTRAÑA MUJER

Era de madrugada, como a las seis. Ese día me dirigía a sacar


turno en el puesto de salud. Caminaba de prisa, sin detener mi mirada en
casas ni gente porque ya era tarde y me había dormido. A esa hora la
noche aún no daba paso al día y todo parecía del mismo color. Sin saber
cómo ni cuándo, de pronto no estaba sola al andar por esa vereda, esa
calle, ese barrio de Coronel Arias. Había una joven, una chica de tal vez
unos veinte años, iba por la vereda del frente, caminaba de una manera
muy rara, a veces muy deprisa, a veces como si la lentitud la obligara a
esperarme, y de pronto como si flotara un poco en el aire. El color de su
piel muy blanca llamó mi atención, al igual que su vestido negro y su
cabello rojizo. Una caminaba al lado de la otra solo nos separaba la calle,
ella en la vereda del frente y yo en la otra.
Nadie más en el lugar y como si escuchara mis pasos y mis
palpitaciones, inclinó muy despacio la cabeza, giró y me miró. Fue en
ese momento que sentí un escalofrío y ella comenzó a caminar, a
trasladarse un poco más rápido, se dirigía al parque. Yo estaba
preocupada porque allí cerca había un canal y sin detenerse se dirigía
hacia allá. Entre mis pensamientos me decía que tal vez salía de algún
baile y estaba un poco alcoholizada. Ahora mi temor era que se cayera
al canal por su estado. Ella no se detuvo, se perdió hacia abajo, y yo
decidí seguir caminando, llegaba tarde a sacar el número. Me fui muy
preocupada.
Al volver por el mismo lugar no pude con la duda y me asomé al
canal donde pensé que se había caído. Ya había amanecido y no se veía
nada. Cuando llegué a la casa le conté a mi mamá lo que me había
pasado, me dijo que ese día era el día de las almas.
Hace tres años que no he vuelto a pasar por ese lugar a esa hora y
menos un dos de noviembre.

Relato de: Ivone Caballero, 37 años, ama de casa


Recopilador del relato: Ángel Caballero, 1º 4º

72
FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

73
CASA ENCANTADA

Fue un 10 de abril de 1999, yo vivía en una casa del Barrio


Mariano Moreno sobre la calle Valdivia, era de noche. Primero escuché
ruidos en el patio, luego vi una silueta. Cuando me asomé a la ventana la
vi por primera vez, era una mujer. En principio creí que se trataba de una
sombra pero después de detenerme a observar, la figura parecía imitar
la silueta de una mujer vestida de blanco que cruzaba por el patio, pero
como si percibiera que la estaba observando, volteó y se dirigió hacia mí,
mientras se acercaba cerré los ojos, me hice a un lado y despareció.
La noche siguiente pasó exactamente lo mismo, pero esta vez
parecía salir del tanque de agua, el que se podía ver desde la habitación.
En esa ocasión, desperté a Walter y le dije que mirase por la ventana. Él
se despertó, se levantó y para mi mayor susto, me dijo que vio
exactamente lo mismo que yo había visto. No, no eran solo fantasías
mías, no era algo que solo yo hubiera imaginado. Walter se levantó, se
fijó hacia donde se dirigía, la miró, atravesó el pasillo que conducía a la
calle hasta que se perdió en el garaje.
Desde ese día la escena se repitió una y otra noche. Cuando mis
sueños no pesaban, los ruidos me despertaban, me levantaba y podía
verla casi siempre a las dos o tres de la noche. Nunca su rostro, pero sí su
figura.
Una noche, Walter me despertó y asustado intentó contarme que
cuando se levantó a apagar el televisor había visto una mujer de blanco
sentada en la cama que al instante desapareció.
Cuando al otro día le conté a una vecina que vivía en el primer
piso del mismo edificio me dijo que a ella le pasaba lo mismo. Me dijo
que había una mujer en su departamento y que tampoco la dejaba dormir
y que por eso cuando su marido tenía guardia en la Policía, ella y su hija
se iban a dormir a la casa de su madre porque los ruidos y demás cosas
extrañas no la dejaban dormir, las asustaban.

Relato de Moreno Beatriz Caballero, 47 años, ama de casa

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FANTASMAS EN PRIMERA PERSONA

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EL VIAJE DE EGRESADOS

Cuando tenía doce años, luego de todos los preparativos para el


viaje de egresados, partimos un diez de enero. El colectivo arrancó a las
veintitrés. Las expectativas estaban puestas en un solo destino: Buenos
Aires. Todo transcurría entre, cánticos, juegos, chistes y risas durante la
mayor parte del tiempo que duraba el viaje en el Flecha Bus.
Llegó la noche. Todos dormían, mis compañeros, los papás de
algunos de ellos y hasta los maestros, pero yo no quería despegar mis
ojos de la ventanilla. De pronto, el colectivo se detuvo. Entonces me
acomodé para mirar mejor, y observé al chofer que descendió. Unos
metros más allá, detrás de un árbol, una persona, un ser de pequeña
estatura y de cabello largo se asomaba para mirarlo. El misterioso ser
abandonó su escondite y lentamente se quiso acercar al chofer. Él, al
sentir algo, se dio vuelta, encendió su linterna y se dirigió al arbusto.
Cuando estaba llegando a él, soltó la linterna, corrió hacia el colectivo e
intentó arrancar el motor desesperado. El ser extraño corrió hacia la
puerta y entonces unos golpes al colectivo comenzaron a escucharse.
Los golpes no cesaron hasta que el chofer al fin pudo arrancar. A pesar de
todo este ruido todos seguían durmiendo. Cuando el colectivo comenzó
su marcha vi por la ventanilla a esa figura volver hacia los arbustos,
tomar la linterna encendida que el chofer había dejado caer y apagarla.
Después la oscuridad misma de la noche...

Relato de Romina Cuiza, 13 años, alumna


Recopilador del relato: Romina Cruz, 1°4°

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ÍNDICE
PRÓLOGO 7
HISTORIA DEL C.P.A 9
LOS RELATOS DE LOS FANTASMAS 15
La pava encuevada 17
Apariciones en mina El Aguilar 19
La joven del colegio del Huerto 21
El familiar de la Avda. Fascio 22
El varchila 24
Una aparción en mina El Aguilar 25
Persecución en la madrugada 27
La rubia de mina Aguilar 29
Chistidos 31
El niño y la cabra 32
Aparición en la ruta 33
La extraña figura del lote 35
Una sombra en el dique 37
El escolar 38
Don Vicente, al costado del camino 39
El espectro del puente 41
La viuda del lote 43
Cosas de gauchos I 45
Cosas de gauchos II 46
El fantasma de la cocina 48
Mi acompañante motoquera 49
Fantasmas en el complejo Eva Perón 50
La venganza de Carmen 52
Los duendes me quieren llevar 54
El fantasma de don Nicasio 56
El doctor del hospital San Roque 58
Un amor sin fin 60
Una historia verídica 61
El cura sin cabeza 63
El remisero 64
El condenado de Palpalá 65
Historias de fantasmas en El Mitre 66
Visiones en la Facultad de Humanidades 67
La sirena de los cerros 68
La extraña inquilina 69
Espíritus en Altos Hornos Zapla 70
Una extraña mujer 72
Casa encantada 74
Viaje de egresados 76
Se terminó de imprimir enagosto de 2012
en imprenta Lukar, Independencia 269
San Salvador de Jujuy Argentina

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