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Contenido

Capítulo 1

Capitulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21
Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Epílogo
Sinopsis
Todos piensan que Carter es un idiota, incluso sus compañeros
en el equipo de fútbol. El tipo maneja el vestuario como si
estuviera en el ejército, frunce el ceño a todo el mundo dentro y
fuera del campo, y nunca, nunca, nunca socializa con nadie en la
FU High. Si Mallory hubiera sabido algo de esto, quizás no se
hubiera escondido en su coche esa noche después del partido del
campeonato, pero estaba huyendo y fue el primer coche que
encontró abierto. Pero ella no lo sabía y ahora Carter no la deja
irse.

Dice que es una molestia, pero cada vez que hay problemas,
Carter es el primero en defenderla. Para ser un tipo que dice que
odia a la gente, es muy amable con Mallory. Ella no sabe qué
pensar de ello, ni él. Es un comodín, pero también lo es Mallory.
Tal vez los dos estén destinados a estar juntos. Carter parece
pensar que sí.
Créditos
Traducción:

💗Jimena💗

Corrección:

💗Yareth💗

Diseño

💗Juli💗
Capítulo 1
CARTER

—No puedo creer que la temporada de fútbol haya


terminado— comenta Fast, con el brazo por encima de su novia,
cuyo nombre no puedo recordar. Los dos están casi unidos en la
cadera, literalmente. La única vez que veo a Fast solo es en el
vestidor e incluso eso sucede sólo porque piensa que todos
estamos detrás de ella. No podría estar menos interesado. Si no
se trata del fútbol, de mi coche o de otro pasatiempo que nadie
merece saber, entonces no es importante.

—Todos vienen a mi casa, ¿Verdad?— grita Ben. —Excepto


tú, Carter. No te estoy esperando—

Lo dice con esta esperanza unida al final, como si de


repente fuera a cambiar y subirme al coche con uno de ellos. El
confeti de la celebración del post campeonato cruje bajo mis pies
mientras avanzo silenciosamente hacia mi auto. Solía organizar
las fiestas, pero la mierda envejeció rápidamente. Lo hice para
vigilar a los chicos, pero la temporada ha terminado. Pueden
hacer lo que quieran. Ya no me importa una mierda.

—Carter, hombre, vamos. Es nuestro último partido juntos.


Al menos deberíamos tomar una cerveza—

—Que se diviertan mucho. Siéntete libre de enviarme la


factura de las bebidas—

Un gran grito de alegría llena el estacionamiento.

—Es lo menos que puedes hacer— grita Josh.

Levanto el dedo medio y sigo caminando. El coche se abre


solo cuando me acerco. ¿Chicas? ¿Quién las necesita cuando
tienes un motor de 325 caballos de fuerza bajo tu mando? Tiro
mi bolso en el prácticamente inexistente asiento trasero y estoy a
punto de subirme al asiento del conductor cuando oigo un
aullido amortiguado.

— ¿Qué demonios?— Hago clic en la función de linterna de


mi teléfono y la muevo hacia atrás. Un par de ojos asustados
aparecen durante medio segundo antes de que una mano se
levante para protegerse de la luz. — ¿Quién coño eres?—

Nadie, y quiero decir ni siquiera mi abuela, que es


probablemente la única mujer de valor en todo este planeta
olvidado por Dios, se sienta en mi coche. Una vez tuve una
supermodelo con unos treinta millones de seguidores que se
arrastro hasta el asiento del pasajero pensando, bueno, ¿Quién
diablos sabe lo que estaba pensando? Fue un movimiento tonto
porque hice que sus guardaespaldas la sacaran de allí
inmediatamente amenazando con exponer a la prensa que
todavía tenía polvo blanco pegado a su nariz. Los parazzis tienen
una foto de ella siendo arrastrada por su propia gente y es la
mejor foto cuando se busca su nombre. Se lo merece por haber
tocado a mi bebé, por lo que casi me quedo mudo al ver que otro
imbécil tuvo la audacia de entrar en mi auto y frotar su cuerpo
sudoroso y apestoso por todo el interior de cuero personalizado.
Me agacho y giro el asiento delantero hacia adelante. —Fuera. Sal
de mi auto antes de que llame a la policía—

—Espera. Puedo explicarlo...— comienza, luchando en


posición sentada, cubriéndose la cara. Distingo una camiseta
raída que le cae hasta la mitad del hombro y me pregunto si está
tratando de seducirme. No va a funcionar.

— ¿Me veo como si me interesara una mierda tu


explicación? No me importa si estás huyendo de un novio abusivo
o de la policía. No soy un caballero blanco. Soy del tipo que te da
una patada en el culo incluso cuando ya estás deprimida, así que
sal de mi coche—

—No—
El rechazo abrupto me sorprende en silencio por un
segundo. —Sí, eso no es aceptable. Fuera de aquí—

—No—

Doy golpecitos con los dedos en el capó de mi auto. No me


gusta ponerle las manos encima a una mujer. Mi padre es un
imbécil, pero hasta él encontraría ese acto despreciable. Mi
abuela se levantaria de su lecho de enferma y me golpearía en la
cabeza con su orinal , y eso sería después de verter su orina tibia
en mi espalda, así que no puedo exactamente meter la mano y
sacar a esta chica. Peor aún, creo que ella lo sabe.

—Te daré cien dólares por salir ahora mismo—

—Diez mil—

— ¿Disculpa?—

—Ya me has oído. Diez mil dólares en un bolso negro.


Billetes pequeños, no seriados también—

— ¿Crees que llevo diez mil dólares en billetes pequeños y


no consecutivos?— Me quedé mirándola fijamente.

Se encoge de hombros, todavía mantiene las manos en alto


para bloquear la luz, o tal vez para bloquear mi visión de ella. —
No es mi problema si no lo haces. Estoy bien en el asiento trasero
de tu auto. Tú eres el que quiere que me vaya y se ofrecio a
pagarme. Te estoy diciendo el precio. ¿No es así como funciona el
mundo?—

Esa última parte sale amarga. Muy amarga.

—Oye, Carter, ¿Le pasa algo a tu auto?— Me doy la vuelta


para encontrar a Fast detrás de mí. Su novia le está estirando el
cuello, tratando de espiar la situación. Cierro la puerta del auto
con un portazo.

—No. Aquí no pasa nada. Sólo estaba guardando mis cosas.


Diviértete en la fiesta—
— ¿Hay algún animal en tu asiento trasero?— pregunta la
novia. —Creo que veo algo que se mueve—

— ¿Qué está pasando?— pregunta Ben.

— ¿Tu auto se descompuso?— Josh viene divagando.

Muy pronto, la mitad del equipo se junta.

—No hay nada que ver aquí. Literalmente— Los despido,


pero nadie se mueve.

— ¿Estás seguro? Quiero decir, si tienes miedo de un


animal, no hay que avergonzarse de pedir ayuda— dice la chica.

No me extraña que nunca supiera el nombre de esta chica.


Ella es irritante. Envío una mirada en la dirección de Fast, pero
él está demasiado ocupado mirándola, adorándola como para
darse cuenta de que quiero que se vayan los dos. Jesús. Jodido
Cristo. Voy a tener que irme con esa... persona en la parte de
atrás de mi auto. ¿Por qué la gente no puede dejarme en paz?
¿Es pedir mucho? Perece que quería deshacerme de un cadáver
basándome en el número de personas que hay en mi negocio.

Miro por encima del hombro y, según las formas del asiento
trasero, parece como si mi pasajera no deseada se hubiera
escondido bajo mi chaqueta y mi bolso de gimnasia. Con un gran
suspiro, abro la puerta con una llave, empujo el asiento del
conductor hacia atrás y me subo. —No le pasa nada a mi
vehículo. Gracias por su interés. Ahora, buenas noches—

Cierro la puerta del auto, presiono el botón de encendido y


salgo del estacionamiento, escupiendo grava suelta detrás de mí.

—No te sientes o te dejare en el tramo de carretera más


desierto que pueda encontrar—

—¿Murió algún animal en tu culo o siempre estás tan


malhumorado?— Oigo debajo de mi chaqueta.
Enrollo mis dedos alrededor del volante y me digo que,
desafortunadamente, el asesinato sigue siendo ilegal en los
cincuenta estados.
Capítulo 2
MALLORY

Mi corazón palpita en mi pecho mientras trato de mantener


mi respiración en equilibrio. He aprendido que si pareces débil es
cuando un animal ataca. No tenía ni idea cuando me metí en este
coche deportivo de lujo que sería propiedad de un extra súper
idiota. Debería haberlo sabido mejor. Mi error. Estoy
acostumbrada a tratar con hombres como él. Imbéciles, eso es.
Obviamente los atraigo de todas las profesiones y condiciones
sociales. Creo que es un hábito que heredé de mi madre. Si eso
es lo único malo que me dio ella, me consideraré afortunada. Lo
último que quiero es ser como ella. Es por eso que estoy
durmiendo en un coche. Mi desesperación ha alcanzado un
nuevo nivel.

Además, el hecho de que el coche estuviera abierto debería


haber sido un indicio. Me demuestra que está tan seguro de sí
mismo que ni siquiera temía dejarlo así. Asumió que nadie se
metería con él. Probablemente porque todos aquí saben que es
un gran imbécil . Debería haber seguido moviéndome, pero mis
pies me estaban matando. Sólo iba a dormir unas horas. Pensé
en echarme una siesta y marcharme antes de que volviera el
dueño. La parte trasera del coche parecía una buena idea en ese
momento, así que me colé. El pequeño espacio me escondió bien
en el ocupado estacionamiento. También ayudó que toda la zona
estuviera poco iluminada. Sabía que si había algún problema
podía gritar fácilmente y que la ayuda estaría cerca. Todo parecía
elegante por aquí, así que estoy segura de que es una zona
segura. Por eso me aventuré a cruzar las vías hasta esta parte de
la ciudad para empezar. Realmente no me importaba dónde
durmiera siempre y cuando fuera seguro. Eventualmente me
pondré de pie y podré permitirme dormir en algún lugar con una
cama. Ahora mismo no me puedo dar ese lujo, pero tengo que
esperar que llegue el día en que lo haga.

No tego dinero y no tenía adónde ir. Pensé que encontrar


una buena zona de la ciudad parecia un buen comienzo. Eso es
lo más lejos que llegó mi plan. Ahora creo que podría estar en
más problemas con este tipo, que claramente es un imbécil, de lo
que me valio esta incómoda siesta de coche. No tengo tiempo
para este tipo que se cree mejor que yo. No necesita decirlo.
Puedo sentir su juicio. Su falta de interés por nadie más que por
sí mismo y por su coche es evidente.

No debería herir mis sentimientos, pero lo hace. Ya estoy


acostumbrada a que la gente me trate mal. Es esencialmente otra
persona que me está echando. Si no es que mi madre me quiere
fuera por la noche porque tiene una cita, entonces es un gerente
de hotel porque no tenía dinero para pagar por otra noche, a
menos que quisiera pagar de otra manera. Siempre me patean a
la calle de una forma u otra. Realmente espero que este tipo no
sea un idiota lo suficientemente grande como para dejarme
abandonada en medio de la nada. Mi fobia a la oscuridad es una
que podría tenerme completamente aterrada y eso no es algo
bueno en medio de la nada. Hago a un lado esos pensamientos.
No hay forma de que deje que me saque de este coche en medio
de la nada.

Escuché que Deuce, como ahora lo he apodado, maldice


desde el asiento delantero cuando sale del estacionamiento. Creo
que oí que la gente lo llamaba Carter, pero el número dos está
pegado a su espalda. Entre eso y la bolsa que me tiró, creo que es
un jugador de fútbol. Respiro profundamente tratando de
calmarme. Sé que voy a tener más palabras con Deuce en un
futuro próximo y no puedo dejar que mi miedo se manifieste. Por
el rabillo del ojo veo una barra de Snickers a medio comer en su
bolso y me chupo los labios, pensando en la última vez que comí.
Mi estómago se cierra de hambre. Claramente no se lo va a comer
porque ¿Quién se come sólo la mitad de una barra chocolate?
Mis ojos pasan de él a la barra de caramelo de nuevo, tratando de
decidir si debo meter toda esa deliciosa bondad en mi boca.

Pienso qué demonios y decido que me lo voy a comer. ¿Qué


es lo peor que puede pasar? El hombre ya dijo que me va a dejar
en el medio de la nada. Lo cual no estara sucediendo, sólo para
que quede claro. Tomo la barra de caramelo de la bolsa
parcialmente abierta y me la como en dos bocados rápidos. Creo
que solté un pequeño gemido cuando el primer bocado de la
combinación de chocolate y caramelo con maní me dio en la
lengua. Cierro los ojos por un momento después de tragarme la
segunda pieza, tratando de saborearla todo el tiempo que puedo.

— ¿Te acabas de comer mi puto chocolate?—

Mis ojos se abren y la molestia inmediatamente se instala


dentro de mí. Lo dice como si hubiera matado a alguien dentro de
su elegante coche. Tal vez haya una regla de no comer en el auto.
No me sorprendería, por muy tenso que sea este tipo.
Probablemente hace todo limpio y ordenado. Yo no soy la que
trajo la barra de chocolate. Estaba en su bolso. El auto se sacude
y se detiene. Me golpeo hacia adelante, mi cabeza pega al asiento
frente a mí. Intento luchar contra un gemido, sin querer que sepa
que tengo dolor.

Otra ronda de palabrotas viene de Deuce antes de que me


saque del auto. Respiro un pequeño suspiro de alivio cuando veo
que estamos en un estacionamiento inundado de luz. Dejé que
terminara de guiarme para salir del auto porque parece seguro
aquí. Al menos no estamos en medio de la nada. Mi mano cubre
parte de mi cara. Miro fijamente su ancho pecho. No me di
cuenta de lo alto que es. Me concentro en el número dos que esta
frente en mi cara.

—Déjame ver—

Sacudo la cabeza, no. Alcanza mi codo para quitarme la


mano él mismo y por instinto me estremezco hacia atrás. Su
mano se detiene en el aire y no vuelve a agarrarme. —Podría
llamar a la policía—

— ¿Por comer tu Snickers?—

—Por irrumpir en mi coche—

—Estaba abierto— me echo hacia atrás. Mi cabeza late más.


¿Realmente me golpeé tan fuerte o es una mezcla de falta de
sueño y hambre? De cualquier manera, estoy empezando a
sentirme débil.

—No significa que puedas meterte y sentirte como en casa—

Casa. La simple palabra suena en mi cabeza. ¿He pensado


alguna vez en algún lugar como mi hogar? —Llama a la policía.
Al menos me darán de comer y un lugar donde dormir por la
noche— Esta vez es él el que se estremece. No me importa en este
momento, es la verdad.

—Sube al auto— exige.

—Eres un imbécil. Tal vez no quiera volver a subirme a tu


auto para que puedas volver a atacarme— Dejo caer mi mano
lejos de mi cara.

—Yo no te ataqué. Yo…— Deja de hablar cuando sus ojos se


fijan en los míos. Nos movemos al frente de su auto. Las luces
delanteras junto con las luces del estacionamiento hacen que sea
más fácil ver el uno al otro. Por supuesto que es guapo. No me
extraña que sea un imbécil arrogante. —Métete en el coche— dice
de nuevo.

Sacudo la cabeza, negandome.. Se levanta, pasa una mano


por el pelo, casi tirando de él. Parece más frustrado que cuando
me encontró en su auto. Es realmente guapo. Más aún cuando se
pone nervioso. Tendré que recordar eso.

—Por favor— La única palabra sale gruesa. Es como si


nunca hubiera tenido que decirlo antes y le hubiera dejado un
mal sabor de boca. Puedo decir que se necesitó todo en él para
pronunciar esa palabra.

—Bien. Pero quiero Taco Bell— Me doy la vuelta para volver


a pisar su coche. No sé cómo lo hace, pero me aparta contra la
puerta del lado del pasajero para abrirla. Así que es un imbécil
arrogante que sigue siendo un caballero.

—Me llamo Carter— me informa.

—Demasiado tarde. Ya te he nombrado como Deuce—

Me mira como si estuviera loca y le señalo su camisa.

—Es Carter— dice de nuevo.

Me encogí de hombros. —De acuerdo, Deuce— Observo su


mandíbula. Él lo odia. Perfecto. Sólo hay una manera de vencer a
un imbécil en su propio juego. Sé un imbécil más grande. Odio
hacerlo porque no me gusta jugar, pero aprendí muy pronto que
a veces hay que jugar para sobrevivir.

— ¿Vas a decirme tu nombre?— pregunta.

—No— Agarro la puerta que está sosteniendo y la cierro


antes de que pueda hacerlo por mí. Lo vi pisotear frente del auto.
Los dos metros y medio de su apuesto ser. Si tuviera que adivinar
su altura diría que estoy bastante cerca. No es guapo. Me
equivoqué cuando lo describí antes. Él es hermoso. Tiene el tipo
de cara que se ve en las revistas.

— ¿Dónde vives? Te llevaré a casa— ofrece.

—Taco Bell— repito.

—No vives en Taco Bell—

—Sólo déjame allí— Suspiro. Él mira hacia el asiento


trasero, sus ojos van a mi mochila y bolsa antes de venir a mí. Su
mirada vaga sobre mí. Mi cuerpo se calienta cuando me observa.
Apagué esa sensación inmediatamente. No estoy en condiciones
de pensar en un hombre de esa manera. Especialmente no uno
que es un imbécil.

—Hago mejores tacos— dice mientras sale del


estacionamiento, yendo en dirección opuesta a Taco Bell. O al
menos el que yo conozco. Yo no le digo nada a eso. Permanezco
en silencio mientras observo el paisaje a través de la ventana.
Estoy disfrutando de la tranquilidad. Le puse una fachada dura a
Carter, pero por dentro soy frágil. Mi cabeza me palpita y mi ira
crece a cada segundo. El mundo no ha sido muy amable
conmigo, pero ese no es su problema. Bueno, no lo era hasta que
subí a su coche.
Capítulo 3
CARTER

—“No puedo creer que esté cocinando carne picada a estas


horas de la noche para una chica desconocida que decidió que
comer mi comida y dormir en mi auto estaba bien”— Lance una
bolsa de lechuga en el mostrador. Afortunadamente para la
huerfana, los tacos son uno de los cinco alimentos que como.

—Te dije que me dejaras en Taco Bell, no que fueras un


Taco Bell— dice la huerfana desde el taburete de la barra. Lleva
mi camiseta de entrenamiento y le queda medio grande. Puedo
ver su cabeza, mucho de su garganta y luego nada, así que no
debería calentarme y mi polla no debería estar poniendose medio
dura, pero lo esta. Culpo a la adrenalina después del juego.

—No puedes ser un restaurante— Abro la bolsa y tiro la


lechuga cortada en un bol. De mi contenedor de frutas y
verduras, tomo dos tomates y empiezo a picar.

—Parece un restaurante aquí— Se baja del taburete de la


barra y se dirige a la ventana que da al aparcamiento. —Tienes
todo un aparcamiento ahí afuera. Hay una, dos, seis puertas de
garaje. ¿Cuántas personas viven en esa cosa a la que llamas
casa?— Ella señala el edificio principal -un Tudor de ladrillo de
quince mil pies que mi papá había construido para mi mamá
después de que se volvieran a casar por segunda vez. Hasta el día
de hoy no estoy seguro de que lo haya regalado como una forma
de disculparse o de alejarse de ella porque sólo pasó unas pocas
noches allí antes de volar a París. Actualmente ella está en
Grecia, creo, con su último amante, algún duque, príncipe o algo
así. Es como dos años mayor que yo. Las reuniones familiares
son increíbles. Golpeo mi cuchillo contra los tomates con
demasiada fuerza y tengo que tomar uno nuevo. Estoy haciendo
tacos, no salsa.

—Hay cuatro personas en la casa—

—Cuatro— Está estupefacta. — ¿En una casa tan grande?


¿Por qué vives en este lugar entonces?— Ella mueve una mano
hacia el interior de mi loft que se extiende a través de uno de dos
garajes.

—Porque soy un adulto—

—Eres un estudiante de secundaria—

—Tengo diecinueve años, que es un adulto — La edad no


importa para determinar la edad adulta. Hay gente de unos
cuarenta años, como mi madre, que no son adultos. Y luego estoy
yo, que he estado cuidando de mí mismo desde que pude atarme
mis propios zapatos. Pongo los tomates picados en otro tazón y
los vuelvo a poner en la carne. Ya casi está hecho. — ¿Sabes
cómo funciona un microondas?—

—No tengo cinco años— se queja, mientras se aleja de la


ventana y regresa a la cocina.

—Lo pareces— respondo. Es bueno que esté parado frente a


la estufa para que no pueda ver cómo le está respondiendo mi
cuerpo al verla con mi camiseta, porque de lo contrario sabría
qué estoy mintiendo. Si mi erección no se desinfla, tendré que
quemarme intencionalmente en la sartén o algo así. No estoy
acostumbrado a esto. Mi polla no reacciona a menos que yo
quiera que reaccione. A diferencia de otros tipos, yo no dejo que
mi polla tome decisiones por mí. Yo estoy a cargo. Me quedo
mirando el bulto de mis pantalones de chándal. Contrólate, Carter.
Es una chica. Has visto chicas antes. Has visto chicas en bikinis, faldas cortas y
sin ropa. Una chica con camiseta no debería subirte la presión sanguínea.

—Dije, ¿Cuánto tiempo quieres que le ponga?— Una voz


irritada rompe mi charla interna.
—Y pensé que habías dicho que no tenías cinco años y
sabías cómo usar uno— dije.

—Bien. No me lo digas. No me importa si las tortillas se


queman hasta quedar crujientes, pero pensé que te importaria.
Discúlpame por tratar de ser considerada— Ella cierra la puerta
del microondas y golpea la pantalla táctil como si fueran mis ojos
los que pincha. Mi polla se endurece aún más.

Apago el quemador. —Volveré— digo entre dientes


apretados antes de caminar por el pasillo y entrar en el primer
baño que encuentro. Cierro la puerta con un portazo, me bajo los
pantalones y me agarro la polla.

—Es la adrenalina después del partido— me repito. La


imagen en el espejo se burla de mí. Adrenalina después del juego,
mi culo. Nunca, en todos mis partidos, he tenido una erección
debido a una estúpida victoria y he sido un campeón desde que
me puse las almohadillas de fútbol desde niño. Ganar es mi
segunda naturaleza. Hay una habitación en la monstruosa casa a
través del pasillo que está llena de mis trofeos y premios.

Mi polla palpita con enojo en mi mano. Sea lo que sea,


necesito deshacerme de ello. Me masturbaré y una vez que haya
llegado al clímax, mi cuerpo volverá a la normalidad. Uso el pre
semen de la cabeza y lo extiendo por el eje y me pongo a trabajar.
Mis ojos se cierran y aparece una chica delante de mí. Una chica
con el pelo castaño enredado, ojos color avellana, el labio inferior
gordo y un par de tetas que me aprietan las pelotas. Mierda. Abro
los ojos y trato de deshacerme de la imagen. No necesito atar mis
orgasmos a esa chica de ahí afuera. Trato de traer otra imagen -
cualquier imagen- pero mi mente vuelve hacia ella y la forma en
que se muerde el labio superior cuando está nerviosa y la forma
en que endereza los hombros cuando decide ser valiente, y la
forma inteligente en que sigue respondiéndome como si ella fuera
la que vive en este apartamento y conduce el Maserati. Que me
jodan.
Mi mano trabaja más rapido, sacudo más fuerte. Me rindo.
Es un pedazo de culo sexy. ¿Por qué no la usaría en mi cabeza?
¿Por qué no dejaría que mis fantasías se desaten? No voy a
actuar sobre ellos. No voy a tocarla. Las mujeres no tienen lugar
en mi vida. Tengo sueños que cumplir y una mujer se
interpondría en mi camino. Puede que la quiera, pero no la
necesito, me digo a mí mismo, pero la afirmación se siente vacía
cuando me vengo sobre mi mano con la imagen de ella fija en mi
cabeza de pie en mi ventana, con mi camiseta.
Capítulo 4
MALLORY

— ¿Qué estabas haciendo?— Pregunto, apoyándome contra


la pared mientras Deuce vuelve a hacer los tacos cuando regresa
unos minutos más tarde. Sé exactamente lo que estaba haciendo,
pero quiero hacerle pasar un mal rato. Salió de la cocina y fue al
baño a toda prisa. No sé por qué, pero tomé la decisión de
seguirlo. Mantuve mis pasos ligeros hasta que llegué a la puerta
que él había cerrado apresuradamente. Puse mi oído sobre la
madera esperando poder escuchar lo que estaba pasando en el
otro lado. Me quedé de pie oyendo su respiración y los bajos
gemidos que salían de él. Estoy bastante segura de que se estaba
masturbando detrás de esa puerta. Soltó un último gemido y esa
fue mi señal para regresar a la cocina antes de que me atrapara.

Mi corazón se acelera, preguntándome si era yo quien lo


tenía tan alterado que prácticamente tuvo que salir corriendo de
la cocina para correrse. O podría ser un adicto al sexo. Mi madre
salió una vez con uno de esos. Bueno, ella me dijo eso, pero a
veces me pregunto si ella es la verdadera adicta. Sus mejillas
todavía están un poco rosadas cuando regresa, lo que supongo
que es por el orgasmo que se acaba de dar a sí mismo. La idea de
que se masturbe en el baño no debería excitarme, pero lo hace.

— ¿Puedes sacar las tortillas del microondas?—

No creo que esté preguntando. No estoy segura de que el


hombre le pida a alguien que haga algo. Le grita a la gente y
espera que salten. Está bastante claro que sus payasadas suelen
funcionar. Puedo ver por la forma en que reacciona ante mí
cuando me niego a hacer algo que me dijo que haga.
Definitivamente no está acostumbrado. Tampoco responde a mi
pregunta. Lo está evitando siendo tan encantador como siempre.

— ¿Estás tomando drogas o algo así?— pregunto de


repente. Su brazo que se está levantando para agarrar un plato
del gabinete se detiene mientras se da la vuelta para mirar hacia
mí.

— ¿Tengo pinta de estar drogado?— No, no parece nervioso.


Es más una personalidad de temperamento y no lo digo porque
es un imbécil. Un imbécil que me está haciendo tacos. No puedo
obtener una buena lectura de él y está jugando con mi cabeza.
Así que elijo meterme con la suya.

— ¿Esteroides?— Yo sugiero. —Estás bastante enfadado.

Tira del plato hacia abajo, colocándolo sobre el mostrador.


No sólo está enfadado, sino que también es malditamente grande.
No muy grueso, pero alto y delgado. No me sorprende que juegue
al fútbol. Si tuviera que adivinar sería mariscal o receptor. Voy
con el mariscal de campo porque Deuce tiene serios problemas de
control. Imagino que necesita estar en el asiento del conductor
durante un partido.

Si las miradas pudieran matar, caería muerta. Lástima que


mi cuerpo no reaccione a su aspecto desagradable como supongo
que lo hacen los demás. No me intimida. No es el primer imbécil
que me mira mal. Me doy la vuelta, lo ignoro. Esa es otra cosa
que apuesto a que no está acostumbrado a que alguien le haga.
Creo que quiere que lo ignoren, pero no lo hacen. Bueno, ha
conocido a su pareja porque lo ignoraré porque sé que le va a
molestar. Debería dejar de ser un imbécil, pero él empezó con su
comportamiento grosero. Entonces, ¿Y con qué estuviera
tomando una pequeña siesta en su elegante auto? Necesita
superarlo. Además, nadie le dijo que me trajera a su casa. Esa
fue su decisión. Oigo un golpe de cacerola en la estufa en el
fondo, lo que me hace girar la cabeza. Tengo que tener en cuenta
que me está haciendo la comida, pero ahora mismo mi actitud es
la única defensa que tengo. Créeme, necesito toda la actitud del
mundo para protegerme de Deuce. Sus acciones me confunden.
Dice una cosa y hace otra. Las duras respuestas que me da me
provocan ganas de irme, pero sus acciones dicen algo diferente.
Todos sabemos qué cual habla más fuerte. Lo único que no
entiendo es por qué quiere que me quede.

—Come— Mis ojos se fijan en los suyos. Me he perdido en


mis pensamientos. Debería estar más nerviosa. No sé por qué no
lo estoy. Afrontémoslo, estoy en un lugar a solas con un hombre
que no conozco, pero por primera vez en unos días siento que
puedo relajarme. No sé qué es más tentador ahora, los tacos o el
sofá. Sé que si me siento en él, me quedaré dormida. En vez de
eso, esta vez dejo que Deuce me de ordenes mientras vuelvo al
mostrador para ver que ya había hecho los tacos para mí. Me
lamo los labios mientras mi estómago gruñe. Los ojos de Deuce
se dirigen a mi boca y la forma en que me mira me hace pensar
que tiene hambre de algo más que de tacos.

Me siento en la silla alta que él ha puesto delante de mi


plato. No tiene que decírmelo dos veces mientras busco en la
comida. Me lamento por el maravilloso sabor que llena mi boca.

—Maldito infierno—

Miro a Deuce, que me está viendo comer. Estoy segura de


que mi cara es un desastre con restos de tacos por todas partes,
pero no me importa. Tiene la mandíbula apretada y parece tan
cabreado como siempre cuando me ve comer. — ¿Qué?—
Pregunto. Son tacos. No puedo lucir bien cuando los estoy
comiendo.

Sacude la cabeza, va a hacer su propio plato. Al menos eso


es lo que creo. Estoy terminando los tacos que me hizo y lo
siguiente que sé es que desliza otro plato de ellos delante de mí.
Supongo que no tiene hambre porque parece que también me ha
dado los suyos. Su mano se extiende hacia mi boca y yo
inmediatamente me alejo. Se le cae la cara por un segundo antes
de llegar y me da una servilleta. Me limpio la cara, me siento mal
por haberme alejado de él.
—Gracias— Me trago un pequeño bulto por su acto de
bondad. Vale, quizás es un idiota dulce o uno que tiene sus
momentos. Tomo otro taco y me lo meto en la boca. O quiere algo de
ti, susurra mi mente. Se me hace un hueco en el estómago. Trato
de apartar la idea. No, el ha sido un imbécil, pero no me ha
hecho sentir incómoda. Yo soy la que lo escuchó frotarse en su
baño. Tal vez él debería ser el que se preocupe.
Capítulo 5
CARTER

Sintiéndome incómodo por primeras vez en mi vida, me


froto la mano contra mis pantalones. La vista de ella alejándose
de mí, me llena de inquietud. ¿Pensó que iba a forzarla? No
necesito hacer eso. No me gustan esos juegos de poder. Claro, me
gusta tener el control, pero las únicas personas sobre las que
ejerzo mi voluntad son aquellas que lo han aceptado de
antemano. Cuando entran en el campo usando cascos y
almohadillas, han consentido mi dominación. Mis compañeros de
equipo lo saben y mis rivales también.

¿Algo imprevisto? Nunca.

Mi estómago se revuelve pensando en alguien la lastimo


así. Mi apetito se fue, arrojo mi taco al plato.

— ¿Qué pasa?— pregunta. — ¿Quemé la tortilla del taco?—


Hay un pedazo de lechuga saliendo de la comisura de su boca.
Por supuesto que creo que eso es asqueroso, pero en ella se ve
lindo. Claramente, estoy perdiendo la cabeza.

—No tengo hambre— gruño.

Me doy la vuelta y empiezo a limpiar, pero no hay mucho


desorden que me mantenga ocupado. Después de limpiar los
mostradores y lavar la olla, todo lo que puedo hacer es esperar a
que termine de comer para poder limpiar los platos. Doblo mis
brazos sobre mi pecho y la veo engullir su cuarto taco como si no
hubiera comido en tres semanas.

— ¿Cuántos años tienes?—

Se detiene a mitad de la mordida. — ¿Años? — Pregunta


como si fuera una palabra extranjera.
— ¿Te graduaste de la secundaria?—

Su boca se mueve pero no sale ningún sonido. Eso es un no


entonces y parece que no miente fácilmente. Le doy un vistazo
rápido. No lleva maquillaje y sé que las niñas de la escuela
pueden parecer mayores si lo llevan puesto, pero ella no tiene el
aspecto de una estudiante de primer año nerviosa, así que
supongo que está en el último año como yo, lo que significa que
abandonó la escuela unos meses antes de su graduación. ¿Qué
es tan malo de sus circunstancias que decidió que dejar la
escuela en este momento era una mejor opción que seguir
adelante con su diploma?

—Estás en tu último semestre y te retiraste. ¿Por qué?


¿Cómo vas a conseguir un trabajo?— digo sin rodeos,
preguntándome qué tan bien pensó ella en este plan.

—Estoy trabajando en esos detalles— responde con la


barbilla alzada.

— ¿De qué estás huyendo?— ¿O tal vez es quién?

—Estoy explorando el mundo—

—De acuerdo. ¿De dónde vienes?—

Su boca se cierra de golpe.

—No sabía que tu itinerario pasado era un secreto—

—Bueno, lo es—

Resistiendo el impulso de pellizcarle la barbilla, doblo mis


dedos en un puño a mi lado. El interrogatorio directo no me lleva
a ninguna parte. Voy a tener que pensar en un nuevo plan.

Tiro la esponja sobre el mostrador delante de ella. —Limpia


cuando termines. Los platos y las tazas pueden lavarse en el
lavavajillas. Puedes dormir en el sofá. Te traeré unas sábanas—

Camino por el pasillo cuando su culo inteligente dice: —


¿Qué, no me vas a ofrecer tu cama?—
—No, porque dirías que no quieres usarla y no me interesa
discutir. Además, mi cama es cómoda y me gusta dormir allí—
En otra ocasión, la habría invitado a dormir conmigo, pero por
su reacción anterior se que ella espera ese tipo de abuso.

— ¿Así que eres como el empleado de ayuda aquí? Y si es


así, ¿Puedo tener un trabajo?—

—No y no— Saco algunas sábanas del armario, tomo una


manta, una almohada y vuelvo a la sala de estar principal.
Además de la cocina de alta calidad que mi mamá instaló,
también hay una sección gigante lo suficientemente grande como
para dormir tres hombres adultos y dos sillas grandes que dan a
una chimenea de leña y un televisor de ochenta pulgadas. Tiro la
ropa de cama al sofá. — ¿Qué haces entonces? ¿Simplemente ir a
clase?—

—Sí—

—Qué flecha tan directa — Las palabras son con burla, pero
el tono suena envidioso.

—Sé lo que quiero—

— ¿Y eso es?— Ella está fuera del taburete ahora, limpiando

—Fútbol—

—Suenas confiado—

— ¿Por qué no debería estarlo? ¿Cuál es el punto de hacer


algo si no soy bueno en ello?—

Ella termina de meter todos los platos sucios en el


lavavajillas antes de venir a pararse cerca a la distancia de un
brazo de mí. Es cautelosa, se asegura de que siempre haya un
obstáculo entre ella y yo.

Sin querer, me duele el pecho por lo que debe haber pasado


para que sea como es. Me aclaro la garganta y trato de tragarme
esa simpatía. Mi vida no tiene espacio para esta huerfana. Puedo
darle de comer esta noche y algo de dinero por la mañana, pero
tiene que irse. Hago a un lado la manera en que ese pensamiento
me hace sentir vacío y le doy algunas indicaciones. —El baño
está al final del pasillo. Usa lo que quieras. Las puertas y
ventanas tienen alarmas, así que si intentas salir, las sirenas se
activaran y si las sirenas se prenden, la policía estará aquí en
cinco minutos. Hagas lo que hagas, si decides escapar esta
noche, asegúrate de que puedas salir de aquí en cinco minutos.

— ¡Lleva cinco minutos bajar por la entrada de tu casa!—

Me encogí de hombros. —No es mi problema que seas


lenta—

—Yo… bien. Quizá entonces me quede aquí para siempre—


Se arroja sobre uno de los cojines y me da una mirada agresiva.
Me cubro la boca con el dorso de la mano para que no pueda ver
mi sonrisa.

—Será mejor que empieces a ganar algo de dinero entonces.


Cobro alquiler—

—Oh, y apuesto a que querrás que pague por ello con mi


cuerpo, ¿Verdad?— dice amargamente.

Sí, alguien la maltrató tan mal, pronto descubriré quién es


ese imbécil, en su garganta ire hacia abajo y le arrancaré la polla
alreves. Hasta entonces, sin embargo, el objetivo aquí es hacerla
sentir lo más cómoda posible conmigo. No sé por qué. No me
gusta ayudar a la gente. Soy un imbécil. Cualquiera que me
conozca lo diría. Sin embargo, la necesidad de protegerla me
abruma. Convoco un poco de autocontrol y un poco de sarcasmo,
suficiente para enfurecerla, que es cuando no tiene miedo.

— ¿Qué te hace pensar que me atraes lo suficiente como


para pagarte por sexo? ¿Parezco alguien que necesita comprar a
mis parejas?—

—No se trata de la apariencia—

Le doy una mirada mordaz. —Lo es para mí—


Con eso, me voy a la cama.
Capítulo 6
MALLORY

Las últimas palabras de Deuce resuenan en mí mucho


después de que deja la habitación para irse a dormir. Por un
minuto me sentí cohibida, pero luego recordé que hace sólo unas
horas estaba en su baño masturbándose con lo que supongo que
eran imágenes mentales de mí. Al menos eso es en lo que mi
mente secretamente quiere que pensar mientras se tocaba a sí
mismo.

Sus palabras deberían haberme calmado en lugar de hacer


que casi me salieran lágrimas de los ojos. Debería estar feliz de
que no me quiera de esa manera, pero lo que dijo y la forma en
que me miró todavía no me sienta bien. Me hizo sentir como si
fuera menos que eso. Todo en este lugar lo hace. El único
momento en que me siento a gusto es en los raros momentos en
que Carter muestra su amabilidad. Creo que se apiada más de
mí. No quiero su compasión. Ya tengo bastante con lo mío.

Debería haberle dicho algo sarcástico, pero me sorprendió.


Odio cuando pienso en una buena réplica después de que la
persona se va. Ojalá hubiera dicho algo así como no te importo mi
aspecto cuando te masturbabas en el baño. Me hubiera encantado
ver la expresión de su cara si hubiera podido decirlo. Puede que
a veces hable de mas, pero no estoy segura de que lo hubiera
dicho sin cambiar cinco tonos de rojo. Él habría visto a través de
mi duro exterior y se habría dado cuenta de lo tímida que puedo
ser con algunas cosas.

Me acuesto en el sofá que es más cómodo que cualquier


cama en la que haya dormido y sigo mirando al techo. Su
advertencia sobre el sistema de seguridad es otra cosa que no
estoy segura de cómo manejar. Me hace sentir segura saber que
todo lo que tendría que hacer si necesitara ayuda es abrir una
ventana y que la policía vendría inmediatamente. La única
desventaja sería que podrían estar buscándome, así que puede
que eso no funcione a mi favor. Si el novio de mi madre siguió
adelante con sus amenazas, entonces definitivamente lo son. No
puedo imaginar a Ricky entrando a una estación de policía y
tratando de presentar cargos en mi contra por robar su billetera.
Apuesto a que no se acercaría a esa estación porque no me
sorprendería que tuviera antecedentes o una orden judicial. Los
intereses amorosos de mi madre no son exactamente hombres
de bien.

En realidad no tiene pruebas de que yo robé la billetera. Lo


hice, pero nadie me vio hacerlo. Yo tampoco me siento culpable
por ello. Él es la razón por la que la tomé para empezar.
Necesitaba el dinero para poder escapar de él. ¿Quién diría que
Ricky habría metido más de mil dólares dentro de ella? Me
levanto del sofá para dirigirme hacia mi bolso. Afortunadamente,
Carter no toco el boton de la luz al salir. Odio la oscuridad más
que cualquier otra cosa. Nunca puedes ver lo que viene cuando
las luces están apagadas. Una lección que aprendí por las malas.

Busco en mi bolso, saco mi teléfono y lo enciendo.


Probablemente no tengo servicio. Mi madre ya lo habra
cancelado. Lo apagué antes porque no sabía cuándo podría tener
la oportunidad de cargarlo. Quería conservar la batería en caso
de que la necesitara en un problema. Cuando lo enciendo, no veo
ninguna llamada o mensaje de texto perdido de mi mamá. Sin
embargo, hay diez de Ricky.

No me molesto en leerlos. Apago el teléfono y lo meto en mi


bolso. Odio la tristeza que siento por no haber recibido un solo
mensaje de texto o una llamada de mi mamá. Me fui hace tres
días. Claro, tengo dieciocho años y podría irme si quisiera, pero
ella no me está buscando. Por lo que ella sabe, podría estar
muerta o desaparecida. Esto es una mierda pesada en la que
pensar antes de ir a la cama, pero me atormenta cada noche.
Cierro los ojos y sé la verdadera razón por la que no le importa
que me haya ido. Para empezar, ella no me quería allí.

Tan pronto como llegué a la adolescencia y comencé a


desarrollarme, ella comenzó a tratarme de manera diferente. Se
aseguraba de menospreciarme o insultarme. Se centró
principalmente en mi cuerpo. Comenzó después de la primera vez
que le dije que uno de sus novios me dijo algo inapropiado. En
vez de deshacerse del pervertido, empezó a decirme que me
cubriera y que parecía una puta. Preguntándome si estaba
intentando que sus novios me miraran.

Al principio pensé que las cosas que decía eran ciertas, así
que intenté ocultarme todo lo que pude. Después de un tiempo,
me di cuenta de que eran sus propias inseguridades las que la
hacían arremeter. Me acostumbré a sus insultos y dejé que se me
escaparan. Eso es lo que me dije a mí misma, de todos modos.
Estoy segura de que las cicatrices están ahí aunque no sean
visibles. Cortan profundamente por dentro y no tengo ni idea de
cómo se puede empezar a tratar de curar algo así.

Ricky fue la gota que colmó el vaso. Ya no tengo trece años y


no necesito un techo sobre mi cabeza como para lidiar con ese
asqueroso. Estaba empezando a ser cada vez más audaz con sus
avances. Comencé a empujar una silla contra mi puerta por la
noche después de que me desperté en la oscuridad con él parado
junto a mi cama.

Me acorraló hace tres días, dejando claro que la palabra


“no” sería aceptable esta vez. Hice lo que tenía que hacer. Le dije
que me esperara en el dormitorio. Mi madre se fue a trabajar esa
noche. Mi corazón empieza a martillar en mi pecho pensando en
el riesgo que corrí. Ricky pensó que finalmente me iba a rendir,
pero le robé la billetera. Agarré mi bolsa de lona que guardaba en
caso de emergencia y me largué de Dodge. Cuando oyó el golpe
de la puerta principal, yo ya estaba corriendo por la calle.
Fue entonces cuando lo oí gritando sobre los policías. Seguí
corriendo tan rápido como pude. Sé que me hago la dura por
fuera, pero en realidad tenía miedo de que me hiciera algo
cuando mi madre no estaba en casa. Sabía que nunca me
creería, así que marcharme había sido mi mejor opción.

Vuelvo a meter la cartera en mi bolso y me dirijo a mi cama


improvisada en el sofá. Me acuesto y trato de dormir. Aunque
estoy exhausta, mi mente sigue corriendo. De repente me siento
abrumada por todo esto. Empiezo a llorar suavemente en la
almohada que Deuce fue tan amable de darme. No puedo hacer
que las lágrimas paren por mucho que lo intente.
Capítulo 7
CARTER

Me despierto sintiéndome como una mierda. Probablemente


porque pasé la mayor parte de la noche discutiendo conmigo
mismo sobre la chica. Estaba saliendo del baño cuando la
escuché sollozar. Pensé en ir a verla, aunque para hacer qué, no
sé. No soy bueno con todo esto de consolar. Ese no es mi
paquete. Además, tiene miedo de que la toquen y piensa que voy
a hacerla pagar por su cama y su comida con sexo, así que opté
por mantener mi trasero plantado en mi habitación. No fue fácil.

No es que no tenga experiencia con las lágrimas. Mamá es


una llorona, pero usa sus lágrimas como un arma. Te lastiman a
ti más que a ella.

No creo que la huerfana sea así. Es agresiva cara a cara,


pero llora cuando esta sola. Esas no son las acciones de un
manipulador. Me froto la cara, sintiéndome más cansado esta
mañana de lo que me arrastré a mi cama King size anoche. Tomo
un par de pantalones cortos y me pongo una camisa suelta.
Necesito quemar estas emociones raras. Una vez que me haya
ejercitado, podré pensar con más claridad. La huerfana y yo
podremos sentarnos a hablar de su situación. Obviamente se
está escondiendo de alguien. Quienquiera que sea no puede ser
más poderoso o más rico que yo, así que tan pronto como ella me
dé el nombre, yo puedo ocuparme del problema y ella puede irse
a casa.

Ignoro cómo se me revuelve el estómago al pensar que se


marchara. Es mejor no encariñarse que empezar a querer a
alguien, y luego pasar una noche en la casa de un extraño
llorando en una almohada. Con esa charla de interna, pongo los
pies en un par de zapatillas de deporte y voy de puntillas por el
pasillo hasta la sala de estar. La huerfana está dormida con una
pequeña mano debajo de una mejilla regordeta. Parece dulce y
vulnerable. Mi polla se mueve en respuesta. Me doy un puñetazo
en la ingle y me dirijo al gimnasio. Un batido me espera cuando
llego a la estructura de cristal con vistas a la piscina. Mientras
me lo tomo, veo a mi padre sudando en la elíptica mientras ve a
su última aventura en la piscina de tamaño olímpico. El mosaico
de azulejos de Neptuno brilla bajo el agua.

—Buen partido el de anoche— dice cuando me subo a la


cinta junto a él. —Deberías llamar a tu madre. Dijo que trató de
contactarte anoche—

—No he visto los mensajes— respondo. Apagué el teléfono,


como siempre hago, antes del partido. Tengo una rutina
específica que sigo antes del partido y no incluye la lectura de
textos de mi madre ausente. En cuanto a lo de después, tampoco
estoy de humor para hablar con ella entonces.

—No quieres hablar de tu madre, ¿Eh?— Dice mi papá. —


Entonces, ¿qué hay de tu invitada? Ben dijo que tuviste una
invitada anoche—

— ¿Puede tu equipo de seguridad prestar atención a lo que


pasa dentro de tu casa en vez de la mía?— Señalo ala nadadora.
—Podría estar robándote a ti, pero no lo sabrías porque tu nariz
está metida en mis asuntos—

—Somos capaces de hacer varias tareas a la vez— declara


papá. —Además, por supuesto que me está robando a ciegas.
¿Por qué otra razón una chica de su edad está en la cama con un
hombre como yo? Dinero, Carter. Todo es dinero— Se frota los
dedos. —No olvides cuando tu cosa bonita este entre tus piernas
chupando tu polla. Solo lo está haciendo porque quiere algo de ti.
Mientras entiendas lo que pasa, nadie saldrá lastimado—
Y la gente se pregunta por qué soy antisocial. —Gracias por
el consejo— respondo rotundamente. Me pongo los auriculares,
subo la velocidad e ignoro a mi padre. Se va a la mitad de mi
entrenamiento de dos horas. Cuando termino, pido otro batido
para llevar arriba. Para cuando salgo de la ducha, esta listo.
Agradezco a Gertie, nuestra chef nutricionista, y discuto algunos
otros cambios en mi menú antes de subir las escaleras a mi loft.
Allí encuentro a la huerfana en la estufa.

— ¿Qué es eso?— me pregunta cuando deslizo el vaso


delante de ella.

—Batido de mango—

Ella hace una cara.

— ¿No te gustan los mangos?— Estoy sorprendido. ¿A quién


no le gustan los mangos?

—Nunca los he comido— Se encoge de hombros. —Suena


como la comida de una persona rica—

Empiezo a protestar y luego me detengo porque no tengo


idea de cuánto cuesta un mango. Tal vez tenga razón y sea la
comida de una persona rica. Nunca he ido a una tienda de
comestibles. Le digo a Gertie lo que quiero comer, ya sean tacos y
cerveza o filetes y espárragos Wagyu o, en este caso, batidos de
mango.

Acerco el vaso a la huerfana. —Pruébalo. Si no te gusta, me


lo beberé—

—No creo que deba—

—No le puse drogas— digo irritado. Que me jodan. Intento


hacer algo decente en mi vida y ella lo rechaza. Tal vez papá tiene
razón y necesito sacar mi billetera.

—Bien— Ella golpea la espátula y toma un gran trago de la


bebida, haciendo un ligero gesto de dolor cuando la bebida fría le
golpea la lengua.
—Bueno, ¿Verdad?— Quiero que le guste por alguna razón
que no entiendo.

Ella mira el vaso y lo aleja de ella antes de volver a la


sartén.

— ¿Qué? ¿No te gusta?—

—Yo no he dicho eso—

— ¿Entonces qué?—

—El mango sabe bien — Actúa como si fuera venenoso y,


por mi vida, no lo entiendo.

—Es ese código para algo, porque esta mierda no tiene


ningún sentido. Si te gusta, sigue bebiéndolo. Hay más de donde
vino eso—

—No para mí. No va a estar en mi futuro y no quiero que


esto sea el punto culminante de mi estúpida vida— Apaga la
hornilla enojada y va al pasillo hacia el baño. Un segundo
después, escucho la puerta cerrarse de golpe.
Capítulo 8
MALLORY

Me quedo de espaldas a la puerta por unos instantes


después de cerrarla de golpe hasta que me calmo. Es entonces
cuando decido que oficialmente odio los mangos y los batidos
mientras estoy en ello. No es el sabor lo que me desagrada, sino
el hecho de que son lujos que no puedo permitirme. Una vida que
nunca podría tener. Algo que Carter está tratando de hacerme
querer. Puede que no lo sepa, pero lo hace. Es pensamiento me
tiene de mal humor. Me dirijo al fregadero y enciendo el agua.
Empiezo a lavarme la cara más áspero de lo que normalmente
haría.

No sé qué es lo que me pasa. Tuve un pequeño ataque de


pánico cuando me desperté sola en la casa de Carter. Lo busqué
por todas partes pero no pude encontrarlo. Entonces tuve miedo
de abrir una puerta pensando que podía hacer sonar una alarma.
Me sentí sola. Sé que es estúpido sentirse abandonada por
alguien que conoci ayer. Así que he estado de mal humor durante
las últimas horas. Me siento terrible por haberle atacado cuando
regresó. Me sentí aliviada cuando Deuce regresó y esa sensación
es algo que no puedo permitirme. No puedo confiar en nadie más
que en mí misma. Estoy más enojada conmigo misma que con
cualquier otra cosa. Lo del mango me hizo caer por la borda. Es
una cosa tan ridícula por la que enfadarse, pero yo ya estaba al
limite y eso me empujo. Tengo que recordarle a él y a mí misma
que me voy.

Me miro en el espejo. —Tienes que irte— le susurro a mi


reflejo. Pienso en mi madre mientras me miro a mí misma. Nos
parecemos mucho, pero la vida la ha afectado y se puede ver en
las líneas de su cara. No creo que su hábito de fumar en cadena
ayude mucho tampoco. No puedo ser como ella. Tomar malas
decisiones y depender de los hombres no es algo que yo quiera.
Siempre tiene que tener un hombre en su vida. Me dije a mí
misma que me mantendría alejada de ellos porque con ellos
siempre hay problemas. Eso es lo que me han enseñado las
relaciones de mi madre. Ella es la razón por la que nunca he
tenido un amorío propio. Nunca he tenido el deseo de hacerlo.

Respiro tranquilamente y abro la puerta del baño. Mis ojos


se encuentran con los de Carter, que me está esperando. —No
tienes que irte — Me oyó hablando sola.

—Ahí es donde te equivocas— Paso junto a él, dejando que


mi cuerpo se deslice sobre el suyo aunque sé que no debería. Un
último toque antes de que tenga que irme. No tengo que mirar
para saber que me está siguiendo por el pasillo de vuelta a la sala
de estar. Doblo la manta que me dio anoche antes de colocar las
almohadas encima. Me asomo por encima del hombro para ver
cómo me mira. No puedo leer su expresión, pero sé que quiere
decir algo. No estoy segura de que sepa lo que es. Parece que le
está costando trabajo sacarlo.

—Escúpelo, Deuce— digo. Estoy segura de que tiene


algunos comentarios groseros en la punta de la lengua. Me
preparo para lo que sea. Nunca estoy segura de qué camino va a
tomar con sus comentarios.

—Carter— corrige. Giro mi cabeza para que no pueda ver mi


sonrisa mientras reviso mi bolso y me aseguro de que lo tengo
todo. Mierda. Todavía tengo su camisa puesta. Una pequeña
parte de mí quiere conservarla. Tal vez no se dé cuenta si me la
dejo puesta. Casi como si lo hubiera olvidado. Podría llevarme un
pedacito de él conmigo. Tal vez debería dejarla, para que no me
recuerde una vida que podría haber tenido si las cosas hubieran
sido diferentes.

—Lo siento. Lo sigo olvidando— miento. Supongo que


disfruto con los comentarios groseros tanto como él. Los míos
siempre van seguidos de un sentimiento de culpa. Sé que estoy
siendo una idiota. Carter, por otro lado, es un imbécil un minuto
y me ayuda al siguiente, así que no estoy segura de cuáles son
sus verdaderos colores. Lo único que sé es que él me ha ayudado
más que cualquier otra persona en mi vida y estoy agradecida por
ello.

Se ríe. Me congelo, sorprendida por el sonido. Me pongo de


pie, girando lentamente para mirarlo. Tiene la cabeza inclinada
hacia atrás riéndose. Maldito sea por verse aún más guapo
mientras lo hace. El sonido se desliza sobre mi piel y me
pregunto qué se siente al estar presionada contra él. Sonrío,
sabiendo que le hice reír.

—Por supuesto que no recuerdas mi nombre— Se ríe más


fuerte, sus palabras están llenas de ironía que yo no entiendo. Su
risa es contagiosa y yo dejo salir un poco de la mía.

—Lo siento mucho— Tiré mi bolso de nuevo al suelo. —He


sido una imbécil y realmente aprecio este lugar donde dormi por
la noche y la comida. Significa más de lo que crees—

Su cara se ablanda por un momento antes de dejar caer la


mirada al suelo, mirando mi bolso. Lo sigo y veo que mi celular y
la billetera de Ricky se han derramado. Me agacho para meter
todo de nuevo en mi bolso, pero Carter se me adelanta, tomando
la cartera. Mis ojos giran inmediatamente cuando la levanta para
inspeccionarla. Se la quito de la mano antes de que pueda
abrirla. Sus ojos se encuentran con los míos en un instante. La
sonrisa que tenía hace unos segundos se ha desvanecido y una
mirada que no puedo entender esta ahora en su cara.

— ¿De quién es esa cartera?— dice con voz estrangulada.

—Ya que está en mi bolso, creo que eso la hace mía—


respondo rápidamente. Si se lo hubiera robado a alguien más que
a Ricky, la culpa ya me habría comido viva, pero él se lo merecía.
No quiero mentirle a Carter, pero tampoco quiero que piense mal
de mí. No sé por qué me importa, pero asi es. Sigue mirándome
como si estuviera esperando una respuesta diferente a la que ya
le he dado. Pasa un minuto y ninguno de los dos dice una
palabra; nos miramos fijamente el uno al otro. Me quedo sin
aliento cuando cierra el espacio entre nosotros. Tengo que
inclinar la cabeza hacia atrás para mirarlo. Me niego a no mirarle
a los ojos. No espero lo que hace a continuación.
Capítulo 9
CARTER

Le arranco la camisa. Bueno, supongo que mi camisa. Es


violento y tonto, pero necesito que no huya. Sé que esto no sólo
llamará su atención, sino que no puede escapar. Es sólo un
rápido tirón con mi fuerza y velocidad antes de que cuelgue en
dos pedazos sobre sus hombros.

— ¿Qué demonios, Deuce?— grita, agarrando los lados rotos


juntos. La cartera del hombre cuelga de sus dedos. Le quito eso
de la mano y lo meto en el bolsillo de mis pantalones. Luego me
agacho y tomo el bolso del suelo.

Ignorando sus llantos, me apresuro a ir a mi cuarto, tiro sus


cosas adentro y luego cierro la puerta.

Me mira fijamente, con los labios gordos y separados, el


shock es evidente en cada uno de sus rasgos.

Mientras ella está allí aturdida, recupero la billetera. Hay


una tonelada de mierda de 20 años, un condón que parece tener
cien años, tres tarjetas de crédito y una identificación que
muestra a alguien lo suficientemente mayor para ser el padre de
la huerfana. — ¿Este es tu padre?— Pregunto, sosteniendo la
licencia.

Empieza a sacudir la cabeza y luego la cambia a mitad de


camino. —Sí. Ese es mi padre—

Obviamente está mintiendo. — ¿Cuándo es su


cumpleaños?—

—Marzo...— Se frota los labios, tratando de medir su


respuesta por la mía. Me quedé mirándola fijamente.
— ¿Este hombre te lastimó?— Al principio pensé que era su
novio y una neblina roja me invadió. ¿Pasó la noche llorando en
su almohada por él? ¿Porque le rompió el corazón? Entonces
recordé su miedo. Incluso si es su ex, es un ex al que le tiene
miedo, un ex del que huyó, un ex del que se está escondiendo,
así que vencí la ira, los celos y me esforcé por conseguir un tono
tranquilo y reconfortante. Si suena raro, es porque no tengo
experiencia en esto.

—No me importa si lo mataste o le robaste la cartera o


chocaste su auto o las tres cosas en alguna combinación variada.
Sólo sé...— Doblo mis dedos alrededor de la licencia y busco la
palabra correcta. ¿Es directo? No. Quiero que confíe en mí.
Quiero que tenga confíanza en mí y sé que no lo hace, ese
conocimiento me enoja incluso cuando entiendo que no tengo
derecho a su confianza. Somos extraños. Se subió a mi coche
anoche y yo la secuestré. ¿De verdad puedo pedirle algo? ¿Soy
mejor que el tipo del que huye cuando le estoy impidiendo que se
vaya? Pero dejarla ir tampoco es una opción. Por alguna razón,
desde que la encontré en mi auto, tengo esta necesidad imperiosa
de poseerla, de mantenerla.

—Le robé la cartera— dice ella.

Levanto la cabeza ante esta confesión. — ¿Sí?— Un


parpadeo de placer se enciende en mis tripas que no tiene nada
que ver con el sexo y tiene que ver con todos esos otros lugares
enfermizos y emocionales que he tratado de apagar.

Ella asiente. —Era o es el novio de mi madre. No estoy


segura. Ha tenido tantos en su vida—

—Suena familiar— Sé todo sobre las madres morosas,


aunque ninguno de sus novios ha intentado nada conmigo. —
¿Qué pasó?—

—Estaba siendo... raro. — Sus ojos se alejan de los míos.


¿Es vergüenza lo que veo ahí? Nah. No voy a tomar nada de eso.
Miro la licencia de nuevo, anoto la dirección y me dirijo a la
puerta.

— ¿Adónde vas?— grita.

—A enterrar a este tipo—

—No— Me salta al brazo y trata de alejarme de la puerta.

— ¿Por qué no?—

—Porque entonces él sabra dónde estoy. No quiero que lo


sepa. Sólo quiero irme de aquí. Por favor— dice ella cuando ve
que su razonamiento no está siendo claro.

Suspiro frustrado. —No puedo dejarlo pasar—

— ¿Por qué no? Ni siquiera me conoces. ¿Por qué te importa


si existe algún imbécil ahí fuera? ¿Vas a eliminarlos a todos?—

—Sólo a los que te lastimaron—

Ella sigue desconfiando con esto. Sus ojos se entrecierran y


me mira a la cara para ver qué es lo que estoy buscando. Ella
nunca ha tenido a nadie en su vida haciendo nada por ella y mi
deseo de protegerla es confuso. La confianza no es algo que
pueda construir de la noche a la mañana. Me doy cuenta de eso.
La razón por la que el equipo tiene entrenamiento de verano es
para que los nuevos jugadores se ajusten a los antiguos y
viceversa. Tenemos práctica durante horas todos los días,
entrenamos juntos, comemos juntos, se supone que tenemos que
hacer al tonto juntos y todo eso está diseñado para que
confiemos los unos en los otros, porque si no podemos confiar en
que la otra persona corra su ruta o haga ese bloqueo, entonces
no podemos funcionar como un equipo. Ahora mismo, la
huerfana no confía en mí ni siquiera con decirme su nombre. Lo
que necesito es tiempo.

—Muy bien. Nada de golpear a nadie hoy—


Se marchita visiblemente aliviada, su mano se desliza de mi
brazo. Extraño el calor, pero agarrar sus dedos y colocarlos de
nuevo en mis bíceps no va a ganar ningún premio, no después de
que le rompí la camisa. Está colgando de nuevo. Me acerco por
detrás y saco mi camiseta. —Aquí— digo, empujándola en su
dirección. —Se te ven las tetas—

—Oh, Dios mío— se lamenta avergonzada. Ella agarra la


camisa y se va al otro lado de la habitación, murmurando en voz
baja lo imbécil que soy.

—Esa camisa te quedaba horrible— miento. Disfruté


viéndola con mi camisa. Fue una estupidez haberla arrancado,
pero puedo reemplazarla. No estaba pensando con claridad.

Me saca de quicio.

—Ve a mi habitación y escoge algo de ropa. Tenemos que ir


de compras hoy—

— ¿Por qué?— dice ella, negándose a dar la vuelta.

—Ropa para la escuela—

Esto llama su atención. — ¿De qué estás hablando?— Ella


frunce el ceño por encima del hombro.

—Faltan tres meses para la graduación. Si no vas a volver a


tu antigua escuela, necesitas entrar en otra—

—No puedo aparecer en una nueva escuela y decir hola.


Hay registros y todo eso— Ella agita una mano irritada en mi
dirección.

—Mira y aprende— Tomo mi teléfono y llamo a Brad. Es el


hacker residente de la secundaria FU. No hay ninguna
información sobre la escuela y cómo funciona que él no conozca.

—Oye, Brad, necesito un favor—


—Oh, Carter, mi hombre. ¿Cómo va todo? He oído que tu
piscina está climatizada y la usas incluso en invierno. Sería
genial tener una fiesta allí este fin de semana—

Yo hago una mueca. El precio de este favor va a ser


demasiado alto. Casi cuelgo cuando un destello azul me llama la
atención. La huerfana cayendo en el sofá. Mi camisa cuelga
alrededor de su cuerpo pequeño. Ella deja caer la cabeza y
aunque no está llorando, me imagino que se siente cerca.

—Puedo decir con seguridad que nunca he querido ser más


anfitrión de una fiesta en la piscina— le digo a Brad.

—Estoy tan feliz de oír eso. Ahora, ¿Qué necesitas?—

Con el pago hecho, Brad está más que dispuesto a hacer lo


que le pida. Los registros serán transferidos junto con un nuevo
perfil de estudiante creado. A partir del lunes, la herfana será
una estudiante de la secundaria FU. Sólo necesito su nombre.
Capítulo 10
MALLORY

—No creo que puedas estacionar aquí— digo mientras


Carter pone su elegante auto en el estacionamiento frente al
centro comercial.

—Aparcaré donde quiera— Pongo los ojos en blanco


mientras se desliza fuera del coche. ¿Por qué encuentro atractiva
su confianza y arrogancia? Hay algo malo conmigo. Mi puerta se
abre un segundo después y veo a un hombre con un chaleco de
aparcacoches. ¿Los centros comerciales tienen aparcacoches?
Eso es nuevo. Al menos para mí lo es. —Deja el auto ahí— le dice
Carter al tipo mientras le da algo de dinero. —No abras la puerta
de mi coche— Le da más órdenes al pobre chico cuando salgo. El
aparcacoches mira hacia abajo a su mano, ve el dinero, y no
parece molesto por las groserías de Carter. No estoy segura de
que el hombre tuviera muchas opciones. No me costó mucho ver
que Carter -o tal vez su familia- tiene poder. Supongo que eso
viene del dinero. Por lo general, van de la mano.

Me pregunto si dio la orden sobre mi puerta porque no


quiere que alguien toque su auto o me abra una puerta. Creo
que es con alguien tocando su coche. Es bastante protector con
la cosa. Es bonito, lo reconozco, pero sigue siendo sólo un coche.
Carter camina a mi lado y me abre más la puerta. Salgo y él
cierra la puerta detrás de mí.

—Mantén tus ojos en ti mismo mientras estás en esto—


gruñe Carter mientras yo empiezo a caminar. Me doy la vuelta
para decir algo sarcástico, pero cuando lo hago, me doy cuenta
de que no me habla. Está mirando directamente al aparcacoches.
— ¿Vienes?— Puse la mano en la cadera y suspiré
frustrada. La boca de Carter se cierra mientras le da una última
mirada al chico y comienza a caminar hacia mí. Haciendo lo que
le digo por una vez. —Ya era hora. Pensé que ibas a quedarte ahí
parado todo el día dándole a ese pobre tipo instrucciones
detalladas sobre lo que hace y no quieres que haga con tu
precioso coche. ¿Por qué lo llevas a cualquier parte? Deberías
guardarlo bajo llave en el garaje para que no le pase nada— Digo
las palabras medio bromeando, pero por dentro casi deseo que
Carter me haga exactamente esas cosas. Tal vez no que me
encierre, pero que me mantenga a salvo para que nada me
suceda. Así no tengo que preocuparme.

—Sabes que soy un imbécil— es su respuesta.

—Sí. Lo estoy entendiendo—

Su mano va a mi espalda mientras usa la otra para abrir la


puerta y entrar al centro comercial. —Entonces, ¿Por qué sigues
molestándome con eso?— Su boca aparece con una media
sonrisa de satisfacción.

—Creo que necesitas que alguien en tu vida te dé mierda—


respondo. Esa mueca se convierte en una sonrisa completa.
Sacude la cabeza mientras me lleva al centro comercial. No sé
qué tiene de broma, pero me tranquiliza. Soy como una niña que
empuja mis límites con él, pero él sigue dejándome pasar. Creo
que le gusta tanto como a mí porque sigue incitándome. Tal vez
yo sea la primera en decirle su mierda. Quiero decir, ¿Eso eso
posible? ¿Que le permite a la gente hacer y decir lo que quiera?
Eso es lo que parece.

Seguimos caminando por el centro comercial uno al lado del


otro. Estamos en silencio mientras caminamos, pero él mantiene
su mano en el centro de mi espalda. Por supuesto que Carter
tuvo que llevarnos al centro comercial de lujo en el lado rico de la
ciudad en lugar del regular. Ni siquiera reconozco los nombres de
la mitad de las tiendas por las que pasamos. Todo lo que sé es
que se ven muy elegantes. Empiezo a sentirme un poco cohibida
por lo que llevo puesto. Hago a un lado esos pensamientos y
recuerdo por qué estamos aquí en primer lugar. Estoy
empezando una nueva escuela. No estoy segura de cómo, pero
está sucediendo. No tengo ninguna duda al respecto. Estoy
bastante segura de que es el mismo estacionamiento de la
escuela donde me subí al auto de Carter para mi pequeña siesta.
El lugar es súper elegante. Una palabra que uso mucho desde
que conocí a Carter.

—Aquí— Apunta a una tienda. Veo que algunas personas de


nuestra edad se vuelven para mirarnos mientras nos dirigimos a
ella. Nos miran atónitos y me pregunto si conocen a Carter. Le
echan un vistazo y se van. Bueno, supongo que no es el Sr.
Popular. No puedo culparlos. Su actitud es terrible el noventa y
cinco por ciento de las veces.

— ¿Conoces a esa gente?— Pregunto porque tengo


curiosidad por saber por qué tenían tanta prisa. Esperando que
no fuera yo quien los hiciera despegar. Estaban bien vestidos y
parecían personas de las que Carter sería amigo. ¿Me miraron y
ya decidieron que no querían asociarse conmigo? Estoy segura de
que mi ropa habitual de los grandes almacenes fue la primera
pista de que no pertenezco a su círculo.

—Creo que van a nuestra escuela— dice encogiéndose de


hombros. ¿Él cree? No estoy segura de que vaya a hacer nuevos
amigos en la escuela si estoy con Carter. Da miradas que hacen
que la gente corra. Ojalá tuviera ese súper poder. No lo usaría
como él lo hace. Generalmente me gusta la mayoría de la gente.
Sólo quiero poder usarlo en estupidos como el novio de mi madre.

— ¿Vienes?— Carter dice con un toque de sarcasmo en su


voz. Cuando miro hacia arriba, veo una mirada agria en su cara
al ver a los dos tipos que acaban de huir.

Ahora estoy empezando a pensar que se está poniendo


celoso. Primero con el aparcacoches y ahora con los dos tipos.
—Para un tipo que dijo anoche que no tiene interés en
acostarse conmigo, tienes una forma extraña de demostrarlo—
Comienza a abrir la boca, pero lo corto —Arrancándome la ropa.
Retando a hombres que me miran—

Abre la boca y la cierra. —Vamos — Ahora soy yo


moviéndolo a la tienda. —Voy a necesitar tu billetera para poder
pagar cualquier cosa de esta tienda — Camino delante de él. Giro
la cabeza para mirarlo. —O tal vez ya la tengo— bromeo. No lo sé,
pero al menos espero que llegue para comprobarlo. No lo hace.
Casi se encoge de hombros.

—Buena suerte intentando hacer daño en ella. De hecho,


tómalo como un desafío. Parece que te gustan—

—Desafío aceptado— Camino hacia el primer estante de


ropa colgada que veo. Empiezo a buscar entre todo, deslizando
cada percha a lo largo de la varilla de metal hasta que encuentro
algo que me gusta. Levanto el precio y se me abre la boca. Sé que
me burlé de Carter de hacer una abolladura en su billetera, pero
no hay manera de que pueda permitirme gastar este tipo de
dinero en ropa.

Carter me lo quita de la mano y se lo da a una mujer que


salió de la nada. —Consíguele una habitación. Mi chica, como s,
tiene algo que demostrar, como siempre—

Esta vez soy yo la que se queda sin habla. ¿Acaba de


llamarme su chica?
Capítulo 11
CARTER

— ¿Es Carter Franklin?— Oigo a alguien chillar.

—De ninguna manera. Carter Franklin no va de compras.


Es demasiado normal. Tiene gente que viene a su casa con
baúles de ropa y escoge lo que quiere de allí—

— ¿En serio?—

—Eso es lo que oí—

Giro mi cabeza hacia un lado y luego hacia el otro. El


crujido de mi cuello hace que se callen.

—Oh, Carter, eres tú— dice una de las chicas. Me resulta


vagamente familiar. Puede que la haya visto en una clase o que
uno de mis compañeros de equipo se la haya follado después de
un partido. Eso sucedio. —Es Bea Simpson—

Me quedo mirando a la morena y trato de ubicarla. Todas


las chicas de mi escuela se parecen mucho. O bien tienen el pelo
liso o gruesos rizos, pero es uniformemente largo y casi todos
tienen una taza de Starbucks pegada a las manos. No es que los
chicos sean muy diferentes con su vestimenta de zapatillas,
jeans, y camisetas sueltas.

—Él no lo sabe— dice la segunda, empujando a su amiga a


un lado. —Bea y yo estuvimos en tu clase de estadística el
semestre pasado—

—De acuerdo— No estoy seguro de por qué me hablan. La


mayoría de la gente en la escuela me conoce muy bien. Volteo el
cuello otra vez y me pregunto por qué tarda tanto la huerfana.
Supongo que no debería llamarla así. Me dijo su verdadero
nombre -Mallory Simmons -y su fecha de nacimiento- y su
número de Seguro Social, pero siempre va a ser la huerfana que
encontré en el asiento trasero de mi Maserati.

—Se rumora que vas a tener una fiesta este fin de semana—

—Ahh, bueno...— Si miento, ¿Significa que no vendrá


nadie? No le prometí a Brad que daría una gran fiesta o que la
daría a conocer.

—Lo es. Deberían venir—

Mis ojos miran inmediatamente hacia el cambiador, donde


la huerfana está de pie en uno de los nuevos trajes que eligió. Los
pantalones cortos tienen una especie de volante alrededor de la
cintura y la parte superior está cortada, mostrando una franja de
piel. A mí me gusta. —Lo tomaremos— le digo a la empleada que
está rondando alrededor de mi.

—Hay dos colores diferentes—

—Genial—

—Hay algunos otros artículos en esa colección. También


recomiendo estos zapatos—

—Pon eso en la tarjeta, también—

—Espera un segundo— protesta la huerfana.

La empleada hace una pausa, pero yo lo despido. Se


escabulle para tomar todo antes de que la huerfana me haga
cambiar de opinión.

Con el ceño fruncido, la huerfana observa cómo la empleada


se va. — ¿No tengo una opinión?—

—Depende de si tienes mal gusto. La gente con mal gusto


no puede opinar sobre la ropa—

— ¿Cómo es que tengo mal gusto? Tal vez tú eres el que


tiene mal gusto— acusa. Sus brazos salen volando y aprovecho la
oportunidad para admirar su cuerpo sexy, que es todo suave,
curvas redondas, caderas en las que puedo meter mis dedos, y
tetas lo suficientemente levantadas como para equilibrar un vaso.
Definitivamente puedo imaginarme deslizar mi polla entre esos
dos globos. La sangre empieza a acumularse en mis vaqueros, así
que me quito esa imagen de la cabeza.

— ¿Te gusta este atuendo?—

Ella hace una cara, claramente no quiere estar de acuerdo


conmigo en nada. —Tal vez—

—Entonces tal vez tengas buen gusto—

— ¿Esta es... tu... prima?— La morena irrumpe. Ya he


olvidado su nombre. De hecho, olvidé que la huerfana y yo no
estábamos solos en este lugar.

—No— digo yo.

—Sí— dice la huerfana al mismo tiempo.

Mis cejas se juntan. — ¿Sí?— ¿Acaba de decirle que somos


primos a dos de mis compañeras?

—Soy Mallory— anuncia la huerfana antes de poder


interrumpir, acercándose a las chicas con la mano extendida. —
Acabo de mudarme a la ciudad para quedarme con el tío...— Ella
me mira fijamente y me ordena en silencio que le dé el nombre de
mi padre.

—Teddy— lo proporciono a regañadientes, sin estar seguro


de adónde va con esto.

Su sonrisa triunfante me hace estremecer la columna


vertebral. Es como si se estuviera dando cuenta lentamente de su
poder sobre mí. Eso es aterrador y sin embargo, de alguna
manera muy sexy. Mi polla se mueve felizmente. Para no
avergonzarme, cambio mi mirada al suelo y empiezo a contar los
azulejos.
—Correcto. Tío Teddy. Ya que, mi madre está enferma, tuve
que venir a quedarme con el tío Teddy y Deuce, pero Deuce dice
que mi guardarropa apesta, así que aquí estamos— Suena
molesta, como si yo fuera el problema.

— ¿Deuce?— hacen eco.

—Espera— dice la morena. Debería aprenderme sus


nombres. — ¿Llamas a Carter con un apodo? Eso no está
permitido—

—Y está de compras—

Incluso con la cabeza baja, puedo sentir a las tres


perforando mi cráneo con sus ojos.

—Es mi primo, así que realmente no puede decirme cómo


puedo y cómo no puedo llamarlo— declara. Esto no va a terminar
bien. Cuando empiece a tocarla en el medio del pasillo, a
levantarle la falda y a chuparle el cuello entre clases que pasara,
nuestros compañeros de realmente van a tener preguntas.

—Wow. Realmente debes ser pariente porque no puedo ver a


Carter permitiendo que nadie más diga cosas como esa. Es un
poco... difícil—

—Quieres decir que es un cretino— dice ella. —Lo sé, pero


no te preocupes. Estoy aquí para cambiar eso—

—De acuerdo—

Escuché que las chicas chocan sus manos. Esto se está


convirtiendo en una pesadilla.

—Soy Bea Simpson y ella es Emma Williams. Las dos


estamos en el último año—

—Genial. Vendrán a la fiesta el viernes, ¿Verdad?—

De nuevo, siento sus ojos sobre mí, esperando que niegue


que exista tal cosa. Mantengo la cabeza baja porque no quiero
esta fiesta, pero si digo esto, sospecho que la huerfana invitará a
todos en este maldito centro comercial sólo para fastidiarme.

—Absolutamente. No podrías mantenernos alejadas—


responde Bea. —Siento que vas a ser una buena influencia para
Carter, espera, ¿Cómo lo llamaste?—

—Deuce—

Me levanto e intervengo porque no puedo permitir que toda


la escuela me llame por ese estúpido apodo. —Es Carter, así que
a menos que tengas el mismo apellido que yo, no me estás
llamando de otra manera—

—No tengo el mismo apellido que tú— responde la huerfana.

—Todavía no— murmuro.


Capítulo 12
MALLORY

Aprieto el botón de apagado por enésima vez y me acurruco


con mi manta. Mis nervios me mantuvieron despierta la mitad de
la noche. Siento como si hubiera cerrado los ojos hace unos
minutos y ya es de día. Hoy va a ser mi primer día en la escuela
FU haciéndome pasar por la prima de Carter. Como si no tuviera
suficiente de qué preocuparme, mentí y dije que estaba
emparentada con él. Me entró un poco de pánico cuando nos
encontramos con algunos de sus compañeros de clase en el
centro comercial y ahora tengo que ir con él. Suspiro y golpeo
una de las veinte almohadas que están esparcidas a mí
alrededor.

—No estoy seguro de lo que te hizo esa almohada— oigo la


voz profunda de Carter.

Hago un gesto con los ojos hacia él y casi jadeo al ver lo


guapo que se ve de pie a mi lado. —Estaba fingiendo que era tu
cara — Subo la manta más alto para cubrir mi boca, que ahora
está sonriendo. Probablemente esté hecha un desastre y el esta
tan guapo como siempre. Carter sonríe y sacude la cabeza.

—Alguien se despertó de mal humor. Tienes que ponerte en


marcha. Treinta minutos para que salgamos— me informa. Esas
últimas palabras me hacen sacudirme y dirigirme hacia el baño.
Mierda. Tengo que estar presentable para mi primer día en sólo
treinta minutos. Después de mi noche inquieta, necesitaré un
milagro para lucir medio decente. Tengo la sensación de que
todos los ojos van a estar sobre mí.

Las primeras impresiones son importantes. No sé por qué


me importa lo que esta gente piense de mí, pero de repente, sí.
Quiero encajar. Aunque Carter puede ser un imbécil, me está
dando una oportunidad por la que siempre estaré agradecida.
Tengo la oportunidad de un nuevo comienzo. Terminar la escuela
secundaria me ofrecerá más oportunidades de trabajo sí puedo
decir que tengo un diploma de escuela secundaria. Las cosas no
parecen tan sombrías como hace unos días.

Miro alrededor de este gran baño y agradezco a mis estrellas


de la suerte que escogí el auto de Carter para tomar una siesta.
Todavía no estoy segura de por qué me está ayudando, pero no
puedo preocuparme por eso ahora mismo. Voy a tomar su
limosna. La vida me ha dado suficientes cosas de mierda que no
estare rechazando una buena. Enciendo uno de los artefactos de
lujo y el agua caliente comienza a rociar en mí. Dejé que el agua
me lavara las preocupaciones durante unos minutos antes de
enjuagarme lo más rápido posible y salir. Me seco con la toalla
que estaba colgada en la rejilla de calentamiento y me pongo a
buscar algo para ponerme. Salgo del baño tratando de apurarme
y choco con lo que espero sea Carter.

—Mierda— dice mientras su mano se extiende para


calmarme. Un repentino escalofrío me atraviesa a pesar de que
su tacto es cálido para mi piel. Tenía tanta prisa que no estaba
prestando atención a dónde iba. Lo miro, pero sus ojos no están
enfocados en los míos. Es entonces cuando me doy cuenta de que
estoy frente a él desnuda. Se me debe haber caído la toalla
cuando chocamos. Mis manos descansan sobre su pecho. —
Vístete. Nunca llego tarde— gruñe a medias, pero no suelta mi
hombro que es donde me agarró para evitar que me cayera de
culo.

—Tienes que dejarme ir— le recuerdo. Se agarra a mí


durante medio segundo antes de soltarme, pisando fuerte el
suelo de la habitación. Me quedo allí conmocionada por un
momento, sin saber qué decir.
Busco las bolsas de ropa que tengo pero no las veo por
ningún lado. —Tu ropa está en mi armario— grita desde la otra
habitación.

— ¿Como en tu armario?— Yo también grito.

—Sí— La sola palabra es cortada, seguida de lo que creo


que es el golpeteo de una sartén. Me dirijo al armario de Carter y
de hecho veo toda la ropa que tengo colgada. Su armario está en
perfecto orden. Me doy cuenta de que a veces puede ser un poco
TOC, o tal vez no sea TOC, pero definitivamente es algo. Le
gustan las cosas de cierta manera o espera que sean así. Empecé
a darme cuenta ayer cuando pasamos el día tirados en su casa.
Bien, yo era la que estaba por ahí tirada, pero ese no es el punto.
Carter siempre está haciendo algo para mantenerse ocupado.
Siempre está tratando de asegurarse de que las cosas estén en
orden.

Tomo unos vaqueros que cuestan más de lo que algunos


ganan en una semana. Tengo un montón de tops también, pero
me encuentro aventurándome al lado del armario de Carter. Le
quito una de sus camisas. Dice su apellido en la parte de atrás
con el número dos. El frente dice Franklin U High en el pecho.
Me pongo uno de los sujetadores sedosos antes de ponérmela por
la cabeza. Es demasiado grande para mí, pero la ato por un lado.
Por alguna razón se siente como si fuera una armadura para mí.
Carter puede ser un imbécil con la gente, pero está claro que la
gente no se mete con él y es popular. No estoy segura si es por
elección.

Vuelvo al baño y trato de hacer algo con mi cabello. No sé


por qué. Siempre cuelga lacio, no importa lo que le haga. Me
pongo un poco de rímel y brillo labial y ya está. En cualquier otro
momento creo que me quedaría para hacer llegar tarde a Carter,
pero tampoco quiero demorarme en mi primer día. Estoy segura
de que tendré que hacer un horario o algo así.
Camino a la cocina. Carter toma una bolsa y la pone sobre
mi hombro. —Bonita camisa— No sé si está siendo sarcástico o
no.

—Mejor que desnuda, ¿Verdad? Porque no te sientes atraído


por mí. ¿Recuerdas?— Le recuerdo lo que me dijo la primera
noche que me quedé aquí. No sé por qué se me salió eso de la
boca. Supongo que todavía me molesta. — ¿Es mío?— Alcanzo el
sándwich que tiene en un plato. Realmente no espero una
respuesta mientras me doy la vuelta y me dirijo hacia su auto.

—No como en mi coche— dice desde detrás de mí.

—Entonces mejor terminate tu sándwich antes de entrar,


Deuce — Miro hacia atrás. Otra vez no puedo leer su cara. —
Gracias por el mío— Le doy un mordisco con la intención de
comerlo en el auto y de alguna manera sé que me lo va a
permitir.
Capítulo 13
CARTER

Estoy de mal humor y no intento ocultarlo. Me duele la polla


de tanto masturbarme. Ver a la huerfana desnuda me llevó a mi
baño, donde tuve un orgasmo muy insatisfactorio. Era eso o ir a
la escuela con la polla media dura. Me alegré de haberlo hecho
porque verla con mi camisa me hubiera hecho inclinarme sobre
ella en la isla de la cocina si no me hubiera llevado los nervios al
borde .

¿Alguien puede culparme? Mi nombre esta en su espalda.


Básicamente va a la escuela anunciando a todo el mundo que me
pertenece. Mi polla se tensa inmediatamente y se dio cuenta.
Tuve que darme otro puñetazo en la ingle para calmarme. ¿Por
qué es tan sexy? ¿Por qué no puede, por un momento, ser una
bruja? Necesito un descanso. Mi polla necesita un descanso.
Necesito dormir. Necesito follar, ¿Quién sabe lo que necesito?
Supongo que la necesito. La necesito en mi cama, debajo de mi
cuerpo, su calor húmedo rodeando mi masiva erección, sus
labios pegados a los míos. ¿Es mucho pedir?

Aparentemente sí, porque no ha mostrado el menor interés


en mí. Tengo chicas queriendose acostarse conmigo todo el puto
tiempo, así que sé cuándo una chica me quiere. Vienen y tratan
de palpar mi ingle o dejan su ropa interior en mi casillero o me
tienden una emboscada después de la práctica. La huerfana
actúa como si fuera una molestia. En el peor de los casos, soy un
monstruo que se la va a comer mientras duerme. Y ni siquiera
puedo negarlo porque la mitad de mis fantasías implican que la
arrastro hasta el borde del sofá, le abro los muslos y me como su
coño hasta que se corre por toda mi boca. Comprensiblemente,
tuve que descargar una.
Pero el viaje adicional al baño para ocuparme de mi
erección significó que mi agenda está fuera de lugar. No pude
desayunar en la cocina como un humano civilizado. Me vi
obligado a tragarlo en mi Maserati mientras la huerfana hacía lo
mismo. Hay migas por toda la alfombra y el asiento. Tuve que
dejar el auto en ese estado porque llegamos tarde a la escuela.

Ahora estoy sentado en mi clase de inglés viendo a la


huerfana ser observada por la mitad de los idiotas de mi escuela.
Están a unos cinco segundos de sacudir sus pollas en su
escritorio, lo que significa que están a unos seis segundos de que
les corte las salchichas con mi cuaderno y les meta la carne en la
garganta. Los miro a todos y cada uno de ellos hasta que se
alejan.

—Estás haciendo un ruido raro. Está asustando a la


gente— silba. La instalé en el escritorio al lado del mío. Un chico
entró un minuto después y se opuso. Le di un billete de cien
dólares y se llevó sus quejas a otra parte. Ella lo vio todo con una
expresión extraña en su cara. No puedo imaginarme si esta
impresionada o disgustada, probablemente lo último. Nunca
parece estar impresionada con nada de lo que hago.

—Bien— respondo. Me mearía en su pierna para marcarla


como mía si eso realmente sirviera de algo, pero me guardo esa
información para mí.

—Puede que te guste ser el imbécil de la escuela, pero yo


estoy tratando de hacer amigos— Le sonríe a una chica a su lado
que me resulta vagamente familiar.

—Hola. Soy Aly— dice la chica.

—Soy la hue…— me mira mal como si fuera responsable de


que olvidara su propio nombre. —Soy Mallory Franklin. La prima
de Carter. Acabo de ser transferida— Ella cuenta su historia
sobre su madre enferma y mi padre insistiendo en que se mudara
aquí para terminar su último año. Me pregunto cuánto de esa
historia es verdad, que su mamá está enferma y todo eso. Ella se
niega a hablar de su pasado.

—No sabía que Carter tenía una prima, pero nunca habla de
nada a nadie— Aly estira el cuello alrededor de la huerfana. —Por
lo que sabemos, podría estar desmembrando gente en su casa—

—Sigue siendo una posibilidad. Su casa es enorme y no he


estado dentro de ella todavía—

— ¿No has estado dentro?— Los ojos de Aly se abren de par


en par.

En este punto, todos en el aula están prácticamente


sentados encima de nosotros, escuchando este intercambio. Me
aclaro la garganta y trato poner en sumision con la mirada a
todo el mundo, pero nadie me está prestando atención.

— ¿Dónde te quedas si no estás en su casa? No te están


haciendo dormir en un coche, ¿Verdad?— pregunta Aly en tonos
horrorizados.

Mallory se vuelve de color rojo brillante con esto y un grito


ahogado se propaga como mono por la habitación. No puedo
creer que tenga que empezar a hablar con mis compañeros.

—Ella vive conmigo— digo abruptamente.

Esto genera una ráfaga de otras actividades como dónde


vivo y cómo es que ella no vive con su tío y dónde va a ser la
fiesta.

—Vive encima del garaje frente a la casa— dice la huerfana.

—Oh, al menos no estás en el auto— dice Aly, pero hay un


brillo sospechoso en sus ojos. Ahora la recuerdo. Es la novia de
Owen Fast. El fue transferido el semestre pasado de una escuela
secundaria local, reclutado para el equipo de fútbol debido a su
ruta superior corriendo y sus manos pegajosas. Me gusta mucho,
tanto como a cualquiera de mis compañeros de equipo. Los dos
se acercaron a mi coche después del partido y me hicieron
algunas preguntas tontas sobre el post campeonato. Creo que Aly
podría haberme preguntado algo sobre lo que estaba escondiendo
en el coche. Esta no es la dirección en la que quiero que vaya la
conversación.

Aplaudo con las manos. —Tendremos una fiesta este


viernes. Todos están invitados. Gratis...— Me desvio porque no
tengo ni idea de lo que pasa en las fiestas. Le lanzo una mirada
interrogativa a la huerfana, que sonríe.

—Bebidas gratis. Comida gratis. Y una tarjeta de regalo de


la pizzería de Johnny por una porcion de pizza individual gratis

¿Qué mierda...? Yo hablo, pero ella me ignora. Ella dobla sus


manos en su escritorio, se enfoca en la pizarra en la parte
delantera de la clase, y finge que no le prometió una pizza a cada
uno de los idiotas de mi escuela. Se le ve una sonrisa en la
comisura de los labios y me doy cuenta de que está tratando de
no reírse a carcajadas.

Si lleváramos la cuenta, que no lo estamos, yo estaría dos


veces por debajo en este momento. Me está enterrando y ni
siquiera me importa. Hay algo malo conmigo, pero no sé qué es.
Capítulo 14
MALLORY

Le sonrío a Aly y Owen. Son tan adorables juntos que quiero


comermelos, pero sé que eso no es aceptable. Son tan dulces que
me hace tener la esperanza de que el amor todavía existe. Es
bueno ver a dos personas que se preocupan el uno por el otro.
Eso está lejos de la atmósfera en la que crecí. Es refrescante ver a
dos personas enamoradas. Owen cuelga de cada palabra que sale
de la boca de Aly. No lo culpo. Ella también es muy inteligente y
divertida. No tan graciosa como Owen, pero le resulta más fácil.
Ambos tienen actitudes relajadas. Se siente bien tener amigos. Es
diferente a mi antigua escuela. Nadie me conoce aquí ni conoce
mi pasado. Sé que es pronto para llamar amigos a estas
personas, pero siento como si Aly y yo tuviéramos una gran
conexión. Podía vernos convirtiéndonos en buenas amigas.

—Te dije que me esperaras — Levanto la vista para ver a


Deuce de pie a mi lado. Estoy sentada en uno de los asientos de
la cafetería. Son bajos hasta el suelo, así que le hace parecer más
alto de lo que ya es. Me dijo que lo esperara. No soy un perro que
sigue órdenes. Tal vez si fuera un poco más dulce conmigo, lo
habría esperado. Pero como estaba siendo el mismo idiota de
siempre, decidí no hacerlo. Todavía me sorprende que la gente de
por aquí aguante su mierda.

Owen le dijo a Aly -asi me enteré de que la llama Ace


porque ella hace todo bien- que no se moviera cuando él llegara a
la cafetería, pero la forma en que lo dijo incluso me derretio.
“Nena, sienta tu lindo trasero mientras le traigo algo de comida a mi mujer.
Pasa el rato con tu nueva amiga”

Luego la besó y se fue. Sí, Deuce me hubiera hecho eso, me


habría quedado conmocionada durante veinte minutos y habría
intentado averiguar qué demonios estaba haciendo. Sé que
podría hacerle las cosas fáciles a Deuce, pero es divertido
desafiarlo. Me encanta cuando se enoja porque le doy la
contraria. Me encanta tratar de encontrar diferentes maneras de
meterme con él. Casi me lo pone demasiado fácil, lo que me hace
pensar que no soy la única que se divierte. A veces me pregunto
si me dice que haga algo sólo para verme hacer lo contrario de lo
que dice.

— ¿Cómo te va con eso de darme ordenes?— Pregunto


mientras dejo caer mi mirada desde su espalda hasta la mesa
donde estoy pasando el rato con Owen y Aly. Ella no me creyó
sobre la fiesta y está realmente fascinada por eso. Ella no parece
del tipo de fiestas, pero vendrá este viernes porque, en sus
palabras, tengo que ver esto.

— ¿Por qué no comes nada?— Deuce pregunta, no contesta


a mi pregunta, sino a la suya propia. Me encogí de hombros. La
cafetería es un poco intimidante. Además, ¿Por qué comprar
comida aquí? Comeré cuando vuelva a casa de Deuce, donde la
comida es gratis. Mi sándwich de desayuno puede retenerme
aunque mi estómago esté tratando de no estar de acuerdo
conmigo en este momento. Nunca almorcé en mi antiguo
instituto. No me gustaban las multitudes y a veces la cafetería se
ponía ruidosa. Eso es lo que me decía a mí misma para sentirme
mejor al respecto. No podía permitirme el lujo de comprar el
almuerzo allí.

—Ella puede tomar un poco de la mía— Aly empieza a


empujar su bandeja sobrecargada a mi lado que Owen consiguio
para ellos. Owen extiende la mano, la detiene y tira de la bandeja
delante de su chica. Aly le frunce el ceño por un breve instante,
lo que le hace sonreír y besar su mejilla.

—Le traeré comida. Come tú— Owen empieza a ponerse de


pie.

—Cree que no como lo suficiente— Aly pone los ojos en


blanco y empuja la bandeja entre nosotros. Esta vez es Deuce
quien se inclina sobre mí. Su cuerpo me presiona en la espalda
mientras empuja la bandeja de vuelta a Ace.

—Puedo traerle el almuerzo— Su cara está al lado de la mía


ahora con la forma en que está agachado. Le echo un vistazo
para ver que está mirando a Owen. —Ella es mi
responsabilidad— Esas palabras golpearon un punto sensible en
mi interior. Mi mamá había dicho lo mismo muchas veces
mientras me estaba humillando. Haciéndome saber que con
dieciocho años ya no soy su responsabilidad y mejor que lo
recordara. Deuce tuvo que añadir ese pedacito de imbécil de ahí.
No puede evitarlo. Por un minuto, pensé que iba a hacer algo
bueno porque estaba tratando de ser un ser humano decente o
tal vez tratando de ser mi amigo, pero no, lo está haciendo por
obligación. Porque todos creen en esta historia inventada de que
yo soy su prima, su responsabilidad. Juro que tengo ganas de
pegarle. Es curioso lo mucho que fluctúan mis emociones cuando
estoy cerca de él.

—Entonces consíguelo — Owen se echa hacia atrás en su


asiento, poniendo su brazo alrededor de Aly. Es uno de los pocos
que no parecen intimidados por Carter. Creo que es más bien
falta de cuidado. Todo el enfoque de Owen está en Aly. No tiene
tiempo para las tonterías de Carter. Ya somos dos. Las señales
contradictorias de Deuce están jugando con mi cabeza. Ya no
estoy tan segura de que esté disfrutando de estos juegos que
estamos teniendo entre nosotros. Está empezando a quedar claro
que yo seré la que saldra herida. Su comentario ya es más
profundo de lo que debería.

—No tengo hambre— digo mientras me pongo de pie y


empiezo a recoger mis cosas. Le doy a Carter una mirada de
muerte para que sepa que no se meta conmigo. Agradezco a
Owen y Aly por su buena compañía antes de que me vaya
sabiendo, como siempre cuando Carter está cerca, que todo el
mundo está mirando.
Capítulo 15
CARTER

Está enfadada... otra vez. Yo estoy en un estado constante


de excitación y ella está en un estado constante de enojo. No
estoy diciendo que no tenga derecho a estar molesta porque le
rompí la camisa, la hice dormir en el sofá, la llamo huerfana, y
luego no le di almuerzo. En mi defensa, olvidé que tenía que
pagar el almuerzo. Fue solo... igual que todos los días cuando voy
a la caféteria. Me doy cuenta de que esta forma de pensar me
hace parecer más imbécil de lo que soy. O tal vez soy un imbécil
tan grande.

Sacudo la cabeza.

—Deja de seguirme— murmura.

—No puedo hacerlo—

Ella se adelanta y yo la sigo hasta que se acerca al vestidor


de hombres. Entonces abro la puerta de un portazo y la meto
dentro. Un par de idiotas están doblados sobre el fregadero
aspirando algo por la nariz.

—Fuera— les ordeno.

—Pero nuestras líneas...— se queja uno de ellos.

Agarro a la hue-no, a Mallory- de la muñeca de para que no


pueda escapar y cruzar la habitación hasta que yo llego a los
lavabos. Inclinándome, soplo su pequeña montaña de coca en la
el lavavo.

— ¡Qué carajo, Carter!—grita un tonto.

—Amigo, esto costó como dos de los grandes. Es de primera


calidad...—
—No me importa una mierda. No te drogas en mi
vestidores— Mis reglas son estrictas. No mujeres, no alcohol, no
apuestas, ni drogas. Esas son las cosas por las que te suspenden
y si quieres ganar campeonatos, no puedes perder a un miembro
de tu equipo. Todo el mundo ha respetado esas normas durante
cuatro años.

—La temporada ha terminado— grita el primer idiota.

Como si eso importara. —Es mi vestidor hasta que salga de


este agujero infernal. Ahora vete a la mierda antes de que te haga
oler la suciedad de los zapatos del equipo de limpieza—

— ¿Qué se te metió por el culo?— dice el segundo idiota


mientras se endereza y se limpia con el dedo la nariz.

—Si no te vas, mi talla catorce estará tan arriba de tu canal


anal que sentirás mi dedo de acero en tu garganta—

—Espera y veras cuando que te hayas ido. Vamos a hacer lo


que queramos aquí— murmura, lleno de valentía de polvo blanco.

—Pero no me he ido, ¿Verdad?— Digo en voz baja porque he


terminado con su mierda y quiero que se vayan de aquí para
poder hablar con Mallory sobre cómo esa escena en la cafeteria
fue un malentendido y no lo hice intencionalmente para
humillarla. Estas dos pollas de lápiz me están poniendo de los
nervios de punta.

—Creo que deberías irte— contribuye Mallory. —Lo he visto


cuando está loco. Nada de lo que hay en la casa sobrevive. Una
vez tomo un gato y lo tiró por la ventana. Aterrizó de pie, pero ¿Te
imaginas el monstruo que es si tira animales por ahí?—

Las mandíbulas de los estudiantes drogados se caen ante


esta información y se van a difundir la noticia de que soy un
abusador de animales. Si mi reputación antes era mala, esto
seguramente va a poner un clavo en mi ataúd. En el momento en
que la puerta se cierra detrás de ellos, me vuelvo hacia Mallory
con una mirada oscura en mi cara. Ella da un paso atrás y yo me
acerco. Hacemos este pequeño baile hasta que su columna
vertebral golpee la pared de azulejos. Le pongo una mano al lado
de la cara y me inclino.

—No tengo un gato—

—Podrías haber tenido alguna vez uno. Pareces de ese


tipo— Se lame los labios nerviosamente, como si no pudiera creer
que dijo. Su suave lengua rosada se desliza hacia afuera para
moverse a lo largo de la regordeta carne antes de desaparecer tan
rápidamente como salio. Quiero esa lengua en mi boca. Quiero
esa lengua en mi piel. Quiero que me la pase por encima del
labio. Quiero que deje un camino por mi cuello. Quiero que deje
un rastro hasta mi polla. La quiero en mi polla. Mierda. La
sangre de mi cabeza se acumula en mi ingle. Mis vaqueros se
hacen dos tallas más pequeñas. Me sumerjo aún más cerca hasta
que casi no hay espacio entre nosotros, necesitando que ella
entienda algunos hechos simples.

—Lo único que me ha importado en toda mi vida es el


fútbol. El fútbol y los gatos no coexisten, así que nunca he tenido
un coño. Ni una sola vez en mi vida— digo deliberadamente.

Sus ojos se abren de par en par —No te creo.

—No importa si no me crees. La verdad es la verdad—

—En el momento en que entraste a la escuela, la mitad de


la población femenina se ponen a tu alrededor— se burla.

—Y sólo tengo ojos para ti— No puedo esperar otro minuto.


Mi boca se sumerge y aterriza en la suya, descansando
suavemente porque no quiero asustarla. Inhala bruscamente
pero no se aleja. Profundizo la presión, siento que sus labios
ceden y su lengua se desliza hacia afuera para deslizarse contra
la costura de mi boca. Mis rodillas casi se doblan al primer toque.
Levanto la mano y tironeo de su barbilla y su boca se abre para
mí. Me invita a entrar, atravesando la barrera, probándola en
toda su gloria. Es dulce y cálida, como la sidra caliente en un día
frío. Sus manos se levantan para agarrar mis hombros e incluso
ese pequeño toque casi me mata.

Me agacho y la agarro por el culo, levantándola en el aire


hasta que su centro se ajusta a mi erección. Sus piernas
envuelven mis muslos. La presiono contra la pared para poder
soltar una mano y profundizar en su grueso cabello, retorciendo
su cara para que mi acceso sea mejor. Nuestras lenguas se
enredan. Sus manos patinan sobre mis hombros y bajan por mis
brazos, sintiendo que mis músculos se flexionan mientras la
aplasto contra mí. Su calor me quema incluso a través de dos
capas de vaqueros, pero eso no es suficiente. Con una mano
debajo del culo, la balanceo hasta que puedo ponerla en el borde
del fregadero. Entonces ataco su camisa, levantando mi boca de
la suya sólo el tiempo suficiente para que la tela le cubra la
cabeza. Mis manos se ahuecan y moldean sus pechos,
sacándolos de las copas de alambre que los sujetan. Pase mis
dedos sobre sus pezones. Ella gime contra mi boca.

— ¿Así?— Digo y repito la acción. Ella asiente, con los ojos


vidriosos. Nunca he visto a nadie más sexy que Mallory en este
momento con el pelo despeinado, sin camisa , el sostén fuera de
lugar y sólo los vaqueros ajustados que cubren sus piernas.
Tengo mis dedos en los botones de sus vaqueros cuando hay un
ruido fuerte fuera en la puerta del vestuario. Nuestros ojos se
encuentran sorprendidos. Habíamos olvidado dónde estábamos.
Ella me aparta, toma su camisa y se escapa a uno de los
cubiculos justo cuando la mitad de la clase de último año entra
en el vestuario.

— ¡Carter, qué pasa!— grita Ben.

Me protegió el culo durante cuatro años y si me gusta


alguien en esta maldita escuela, es él, pero en este momento,
quiero aplastarlo contra el suelo hasta que desaparezca como el
polvo.

—No puedo creer que tengas una fiesta el viernes. Eso va a


estar prendido— Me da una palmada en la espalda.
—Sí. Prendido. No puedo esperar— Miro hacia la puerta del
cubiculo. Ella nunca va a salir. No mientras haya gente dentro.
Me alejo de Ben, ajusto mis bolas, y espero a que mi erección
disminuya. Una vez que estoy bajo control, le sonrío poco a mis
antiguos compañeros de equipo. — ¿Qué tal si vamos todos al
Shake Shack en la próxima clase? Yo invito—

Las ovaciones son ensordecedoras. Llevo a todo el mundo


fuera. Fast, me agarra del codo. —Haré que Ace venga a buscar a
tu chica—

— ¿Cómo lo supiste?— Pregunto sorprendido.

—Eh. No es difícil de adivinar— Me señala a la cara. —


Tienes brillo labial en la mejilla y te apoyabas en la puerta de un
cubiculo en particular. Supongo que la regla de no chicas no se
aplica a Mallory—

Me froto un pulgar en la cara. —No creo que ninguna de las


reglas que tenga se aplique a Mallory—
Capítulo 16
MALLORY

—Todo despejado — oigo decir a Aly. Empujo la puerta del


baño para verla parada allí. Deuce hizo que todos se fueran, pero
aún desconfío un poco de los rezagados. El último lugar donde
quiero que me atrapen como la chica nueva es en el vestuario de
los chicos. Los rumores empiezarían rápido y no necesito ningún
drama en mi vida. Carter ya está demostrando ser un puñado.

—Gracias— Abro la puerta del baño completamente. Mi


corazón finalmente ha dejado de latir en mi pecho. No sé si fue
por la sesión de besos o porque casi me atrapan. Probablemente
fue un poco de ambos. Tal vez fue así como Deuce manejó a esos
imbéciles cuando entramos por primera vez. Supongo que es una
mezcla de todo eso. Honestamente, no creo que esté lista para
admitir la verdadera razón. La que me tiene enamorada de
Deuce.

—Entonces, Carter no es tu primo— dice con una sonrisa


en la cara. Mi estómago se pone nervioso por un segundo porque
no quiero mentirle si no tengo que hacerlo.

— ¿Qué te hace decir eso?— Levanto la mano,


asegurándome de que mi cabello no esté desordenado. ¿Habran
estado las manos de Deuce en él? Luego me toco la boca,
sintiéndome cohibida ahora. Oh Dios, apuesto a que mi brillo de
labios está por toda mi cara.

—Tu boca está hinchada. Sé lo que se siente — Continúo


pasando los dedos por los labios que todavía me hormiguean.
Diablos, si soy honesta, me hormiguea todo el cuerpo. —Esto es
tan increíble — Aly está muy contenta con las noticias de que
Carter y yo no somos parientes. Si no estuviera tan interesada en
Owen, me pondría... oh, Dios… celosa.

— ¿Por qué encuentras esto tan interesante?— Primero fue


sobre la casa de Carter y luego hizo algunas preguntas antes de
que Deuce apareciera en la cafetería. Todo el mundo actúa tan
sorprendido de que incluso me habla. Quiero decir, sé que puede
ser un imbécil, pero maldición. Esta gente hace que parezca
como si nunca antes hubiera tenido un amigo. Su comentario
sobre no tener nunca un coño me viene a la cabeza. Eso también
me ha despertado la curiosidad. ¿Quiso decir lo que yo creo que
quería decir? No... De ninguna manera.

—Porque Carter. Es un enigma raro que no puedo entender


en mi vida. No sé si es bueno o malo. Él es sólo...— Sus cejas se
arrugan juntas y sé que está pensando. Levanta las manos. —No
sé lo que es, pero ahora está loco por una chica—

— ¿Eso no es normal?— Me asomé un poco recordando mis


pensamientos de hace unos minutos. Todavía es difícil de creer,
pero Aly está aquí para confirmarlo.

—No le da a nadie ni la hora del día a menos que interfiera


con algo que está haciendo. En realidad, el fútbol es el único
momento en que se relaciona con alguien de la escuela. Si
consideras que ladrando órdenes a la gente es socializando. Sin
embargo, cuando lo hace, todo el mundo se pone a la cola porque
creo que su familia podría ser la dueña de esta escuela o algo así.
No lo sé. — Ella sacude la cabeza. —Quiero decir, a veces es un
imbécil, pero tengo que admitir que maneja bien la mierda si
esta fuera de lugar. Tengo un poco de respeto por eso. A veces
alguien tiene que ser el imbécil y es bueno si el imbécil está de tu
lado— dice, encogiéndose de hombros. Hace que Carter parezca
es el menor de dos males a veces.

—A ver si lo entiendo. No habla con nadie a menos que sea


necesario y nunca ha salido con nadie aquí—
—Eso resume todo de lo que he visto— Se encoge de
hombros de nuevo. Sus palabras me entristecen por un minuto.
Qué vida tan solitaria debe llevar sin tener amigos de verdad.
Supongo que somos iguales en muchos sentidos. En realidad no
tenía a nadie con quien estuviera unida en mi otra escuela, pero
no fue porque yo lo escogí. Mi madre me había hecho la cama
mucho antes de que yo tuviera la oportunidad de que la gente me
conociera. Sus maneras hicieron que la gente asumiera
automáticamente que yo era la hija de mi madre.

Tengo que admitir que la confirmación de que Carter no sale


con nadie tiene un sentimiento cálido que recorre mi cuerpo.

—Vamos. Lleguemos al Shake Shack antes de que Owen


derribe la puerta— Su teléfono celular suena en el momento
justo. —Nos están esperando— Saca las llaves de su bolsillo. —
Yo conduciré. Normalmente no falto a clase, pero seguro que
Carter nos dará pases a todos. Además, quiero ver esto— La sigo
fuera del vestuario mientras ella escribe en su teléfono. Empieza
a reírse.

—Carter dejó que Owen lo arrastrara para que tú puedas


llegar conmigo— Me muestra su teléfono. —Supongo que Carter
le dijo a Owen que no dijera ni una palabra sobre el desastre—
Puede que no haya dicho una palabra al respecto, pero Owen
tomó una foto para enviar a Aly del desastre que hice en el coche.

— ¡No lo pude evitar que los sándwiches de croissant de


desayuno son muy suaves!— Le digo en mi defensa. Aly se ríe
mientras mueve la cabeza.

—Carter no deja entrar a nadie en su coche. Ahora te deja


comer en él y le da un paseo a Owen para que tú vayas conmigo.
Dicen que hay alguien ahí fuera para todos. Parece que Carter
finalmente ha encontrado su pareja— dice Aly, burlándose de mí
mientras la sigo afuera. Ella sigue caminando hasta que llega a
un elegante Tesla blanco, que por alguna razón no esperaba que
tuviera. Debe ver la mirada de sorpresa en mi cara.
—Mi padrastro es cirujano— dice, explicando el elegante
coche. Abro la puerta y me subo.

— ¿Hay alguna regla para el coche?— Pregunto. Los dos nos


reímos a carcajadas.

— ¿Por qué? ¿Para qué puedas romperlas como lo haces con


Carter?—

Sonrío, sabiendo que Aly y yo vamos a ser grandes amigas.

—Vamos a ver a nuestros hombres— dice Aly mientras se


aleja de la escuela. Me quedo callada porque Carter no es mío. No
todavía, de todos modos. Aunque estoy bastante segura de que el
cree que soy suya.
Capítulo 17
CARTER

—Ayer recibí una visita del alcalde Al— dice mi papá al


entrar al gimnasio.

—Genial— gruño y bajo el batido de col rizada y plátano.


Sabe a culo, pero es saludable y bueno para mi cuerpo. He
empezado a hacer ejercicio tres veces al día para quemar el
exceso de energía que tengo por querer follarme a Mallory todo el
tiempo. Funciona, pero sólo porque al final de mi tercer
entrenamiento, que hago justo antes de irme a la cama, estoy tan
completamente exhausto que apenas puedo reunir la energía
para decir buenas noches, y mucho menos masturbarme en el
baño.

—Dijo que podríamos estar escondiendo a una criminal—

Casi me tropiezo de camino a la cinta de correr. —No sé


cómo es posible— me las arreglo para salir mientras subo a la
alfombra de goma. — ¿Qué le dijiste?—

Papá se baja de la elíptica y se limpia el sudor de la cara


con una de las toallas del gimnasio, bordada con una cresta falsa
y sus iniciales. —Que los planes para el festival de otoño
necesitaban más atención que lo que estaba pasando en nuestra
casa. Me alegro de que finalmente te interese alguien y que
estemos lo suficientemente cómodos como para no preocuparnos
por la joven que robe de nuestras carteras. Aunque espero que si
tienes algo de valor que no quieres comprar despues del mercado
de segunda mano, lo guardes. Sin juicios— Levanta las manos. —
Hablo por experiencia. ¿Recuerdas a Deborah?—

—No quiero saber— me apresuro a añadir cuando parece


que está a punto de añadir algún detalle a su historia.
—Todo lo que digo es que quiero que te diviertas pero que
no te lastimen— Me da palmaditas en la espalda y se va a recoger
sus cosas. —Disfruta de tu fiesta esta noche. Me voy a París en
unas horas. Hazme saber si quieres algo de allí. Podría comprar
algo bonito para tu amiga en caso de que lo necesites más tarde
para disculparte—

La idea de papá para pedir perdón es un brazalete de


25.000 dólares. Creo que se los compra a Cartier por monton.

— ¿Qué hiciste esta vez?— Pregunto, poniendo en marcha


la máquina.

—Puede que haya olvidado el nombre de la pequeña


descarada— Un lado de su boca se mueve hacia arriba. —A las
damas no les gusta eso. No tendrías ese problema ya que has
vivido como un monje todos estos años, pero en caso de que esto
sea el comienzo de algún descenso inglorioso a una vida de
verdadero libertinaje, trata de llamarlas por su nombre de pila
correcto. Se vuelve muy caro cuando te olvidas de cosas así—

— ¿Otra pulsera?—

—Hijo, la pulsera es para cosas como no recordar que le


gustan dos cucharadas de azúcar en el café. Olvidar un nombre
en la intimidad con una mujer requiere un vuelo privado a París
y una visita exclusiva a la Plaza Vendôme—

—Menos mal que no tendré ese problema. Además, no sé


qué te dijo Al, pero Mallory no es una ladrona, así que no tengo
que guardar nada— No es que tenga mucho. Hay algunos relojes
que podrían tener un buen precio, pero yo no soy como mi padre.
No tengo figuras incrustadas de joyas por toda la casa y cosas
así.

— ¿Qué es ella entonces?—

Aumento la velocidad de la cinta a nueve y deslizo los


auriculares con supresión de ruido sobre mis oídos antes de
contestar. —Tu futura nuera—
El shock en la cara de mi papá después de que hice ese
anuncio todavía me hace reír horas más tarde.

— ¿Qué es tan gracioso?— pregunta Mallory mientras


supervisamos el servicio de catering, sacando bolsas de papas
fritas y salsa, junto con neveras llenas de refrescos, limonada y
bebidas alcohólicas. Mallory insistió en que la comida fuera
comida de fiesta, lo que sea que eso signifique. Y que pareciera
que lo hicimos nosotros mismos en vez de que contratamos a
alguien. De hecho, ella quería ir a comprar toda la mierda para
esta fiesta, pero cuando le expliqué que no podría cargar
suficientes patatas fritas y bebidas en mi Maserati para abastecer
a doscientos o trescientos chicos, me permitió llamar a un
servicio de catering. Ya es bastante malo que haya tenido que
tener a Fast en mi coche, por no hablar de las bebidas
carbonatadas y la comida chatarra.

—Mi viejo— Las lámparas de calor instaladas alrededor de


la piscina apenas me calientan. No puedo creer que mis
compañeros estén tan ansiosos por venir a mi casa que estén
dispuestos a desnudarse con sus trajes de baño a mediados de
enero. Mallory tiene una manta de franela alrededor de sus
hombros.

— ¿Dónde está?— Se da la vuelta y se agarra del cuello para


ver el interior de la casa.

—Voló a París — Miro fijamente la redondez de su culo y me


pregunto si tengo tiempo para otra carrera antes de que llegue la
mafia.

— ¿Negocios?—

—Supongo que se podría decir eso. La cagó con su novia


actuam y tiene que llevarla en avión a una joyería para comprar
su camino de vuelta a la cama. O su cama, ya que básicamente
vive aquí—

—Vaya. Eso es... algo. Vives una vida muy diferente—

—Deberías acostumbrarte—

—No. No lo creo. Quiero decir... es genial que me dejes


quedarme, pero tan pronto como encuentre mi propio lugar, voy
a estar fuera de tu vista—

Sus palabras son más alarmantes que una Coca-Cola


explotando en mi auto. —Y una mierda— gruño. —Esta es tu
casa ahora—

Se da la vuelta y me frunce el ceño. —No voy a


aprovecharme de ti durante el resto del semestre. Me imagino
que puedo encontrar un trabajo. Hablé con el proveedor de
comida y pagan salarios decentes. Estaba pensando...—

Corto el aire con la mano. —Detente entonces. No hay más


que pensar. No te vas a mudar y se acabó—

—Deuce, tu casa tiene un dormitorio. No puedo dormir en el


sofá durante las próximas doce semanas—

—Entonces puedes quedarte con mi cama— Solución obvia.


Sonrío.

— ¿Dónde dormirás?—

La sonrisa desaparece inmediatamente. Supongo que la


opción de acostarse juntos no le interesa o ni siquiera entró en
su mente. Después de nuestro beso del lunes, ella ha evitado
todo contacto conmigo, así que probablemente sea el primero.
Ella no quiere que la toque y prefiere un trabajo de entrega de
comida o otros que seguir viviendo en mi casa. — ¿Cuánto?— Se
me escapa.

— ¿Cuánto por qué?—


— ¿Cuánto dinero quieres a cambio de que te quedes en mi
casa?— La pregunta sale antes de que piense en las
consecuencias.

Su boca se abre y tiene dos manchas rojas de verguenza en


las mejillas. —Oh, así que eso es lo que piensas de mí— dice en
voz baja y enfadada. — ¿Que soy una puta y que puedes
comprarme? Vete a la mierda, Carter Franklin— Me da un fuerte
empujón a la piscina.
Capítulo 18
MALLORY

Me sorprende por un segundo que haya empujado a Carter


a la piscina. Incluso si se lo merecía. Cuando sale a tomar aire, la
mirada en su cara también es de asombro. Espero a que se enoje,
a que me grite, pero sólo nos miramos fijamente el uno al otro,
sin que ninguno de los dos diga una palabra. Me trago el bulto en
la garganta porque la rabia que siento se me enfria. Estoy segura
de que tan rápido como cayo a la piscina Carter se habra
enfriado. Ahora todo lo que siento es tristeza. ¿Por qué me duele
más que cuando mi madre no me creyó lo de su novio? Porque
empezaste a confiar en Carter, susurra mi mente.

Creí que nos habíamos acercado. Mantengo mi distancia


con él cuando se trata de espacio personal, pero no con otras
cosas. Durante la última semana le he contado más y más sobre
mi vida. Las lágrimas me pican los ojos, pero lucho contra ellas.
No voy a llorar delante de él.

—Supongo que Carter estaba tan emocionado por su


primera fiesta que no podía esperar a ponerse el bañador— Aly se
ríe, haciendo que mis ojos se muevan hacia ella. Owen está de
pie junto a ella con el brazo cubriendo sobre su hombro y
sosteniendo una manta en la otra mano. Llegan temprano. Esto
no es sorprendente. Aly ha estado esperando para echar un
vistazo a la casa de Carter y las dos nos hemos convertido en
amigas. Siempre es puntual. Incluso me pidió que la ayudara a
elegir un traje de baño. Dijo que iba a traer algunos que ya tenía
y probárselos mientras estuviera aquí. Pensé que nos daría
tiempo a solas, así que accedí a mostrarle los que Carter ordenó
para mí. Todavía tengo que abrir las bolsas. Aun están cerradas
en el armario en una bonita pila. No importa cuántas veces tome
del monton, siempre parece que se dobla en una bonita y
ordenada pila. No estoy segura si es la persona de limpieza o
Carter.

—Algo así— dice Carter de una manera que no convenze en


absoluto. No parece enfadado, pero empieza a moverse hacia mí.
No tengo idea de lo que hará cuando salga de la piscina, así que
me voy corriendo.

—Sígueme. Nos cambiaremos— Le hago una ademan a Aly.


Se escabulle del agarre de Owen para seguirme. Carter salta de la
piscina pero Owen lo agarra por el hombro.

—Déjalas ir— le dice Owen. Sigo caminando pero espero a


que Carter le diga a Owen que se vaya a la mierda o que se meta
en sus asuntos pero no lo hace. Miro por encima del hombro.
Carter sigue mirándome fijamente pero se resigna a quedarse con
Owen.

— ¿Lo empujaste a la piscina?— Aly susurra mientras la


acompaño a la casa de Carter.

—Sí, pero…—

—Chica, no necesitas terminar la frase. Estoy segura de que


se lo merecía— Sus palabras me hacen sonreír. — ¿Vas a
decirme por qué?— Sus ojos se mueven alrededor de la casa de
Carter mientras entramos, pero ella continua siguiéndome hasta
que entramos en el armario.

— ¿Renunció a parte de su armario por ti?— Mira a su


alrededor con asombro. Mi lado del armario se está llenando más
y más. No sé de dónde viene todo esto, pero juro que cada día
hay cosas nuevas. No hay manera de que pueda usar todas estas
cosas.

—Tal vez estaba medio vacío antes de que llegara aquí— me


eché hacia atrás, sin querer pensar en que Carter hiciera algo
bueno por mí en este momento. Quiero estar enfadada con él un
poco más.
—Se-gu-ro — Aly pone los ojos en blanco antes de saltar a
la isla en medio del armario. Se pone cómoda y saca todos los
trajes de baño de su bolso. —Dime qué hizo Carter para que lo
arrojaras a la piscina— Sus ojos se iluminan. — ¡Apuesto a que
hay cámaras en esa piscina! Podríamos verlo en cámara lenta—
Ella se ríe. Me muerdo el labio para no reírme con ella. —Estoy
bromeando. Sólo quería que sonrieras para que pudieras
escupirlo—

—Intentó pagarme para que viviera aquí— lo admito. Miro


los trajes de baño que tiró. Sus palabras me hacen sentir barata
y sucia. —El novio de mi madre también intentó ofrecerme dinero
en un momento dado. Me fui para alejarme de eso, pero
obviamente me he metido en la misma situación— Miro a Aly.

— ¿Pagarte por sexo?— Aly salta de la isla.

— ¡No!— La agarro antes de que pueda ir y empujar a


Carter de vuelta a la piscina. —Para vivir aquí. No dijo que
tendríamos que tener sexo—

Aly se queda ahí parada un momento mirándome fijamente.


La ira se derrite de su cara mientras se forma una pequeña
sonrisa en sus labios. No entiendo por qué sonríe. Parecía que
quería matar a Carter hace unos segundos.

—No conoce otra forma — Sigo sin entender a dónde quiere


llegar. —Quiero decir, Carter vive una vida solitaria. Todos
podemos verlo—

Asiento. No me llevó mucho tiempo entender eso de él. No


estoy segura de que Carter sepa que está solo. Si nunca has
tenido algo, entonces no puedes sentir que lo pierdes. Creo que
ese es el caso de Carter. Nunca se ha puesto a sí mismo ahí fuera
para tener una relación que significara algo. Ya sea un amigo o
algo más. Ese pensamiento tiene un poco de celos brotando
dentro de mí.

—Piénsalo. Así es como creció— Ella hace movimientos con


las manos. —Quieres algo, lo compras. Es todo lo que sabe. Es
todo lo que ha conocido— Se encoge un poco de hombros. —
Quiero decir que es triste, pero si lo piensas, él está tratando de
mantenerte y lo está haciendo de la única manera que lo sabe
hacer. Ni siquiera se da cuenta que está siendo un imbécil—

—No lo había pensado así— No está presionando por sexo.


Cuando puse espacio entre nosotros, él me lo dio. Incluso he
visto cómo luchaba consigo mismo por ello. Sus dedos tienen
ganas de tocarme. Tengo que admitir que he querido ese toque.
Me asusta tanto. Tenerlo y luego perderlo sería devastador.

—Bueno, tal vez el empujón en la piscina le ayudó a


comprobar la realidad. Si no, Owen podría estar dándole una
dosis—

Carter puede ser un imbécil a veces, pero creo que Aly tiene
razón. Necesito recordar que él ha sido tan comprensivo de mi
situación y de dónde vengo que debería hacer lo mismo con la
suya. Oh, su vida puede ser mucho más agradable, pero estoy
segura de que seguro tiene sus propias cicatrices.

—Encontremos nuestros trajes— Abro una de las bolsas


que Carter me trajo.

Aly se ríe a carcajadas. —Eso es algo que una anciana se


pondría—

Abro otra bolsa y es peor que la anterior. Lágrimas de risa


corren por su cara. No puedo evitar reírme con ella.

—Me alegro de que Owen no haya elegido ni visto mis trajes


de baño. Habría terminado con uno que también parece un traje
de abuelita— Se limpia las lágrimas de la cara. —Aquí. Escoge
uno de los míos—

No puedo evitar reírme de nuevo. No puedo creer los trajes


de baño que eligió para mí. —Este debería encajar — Sostengo
uno blanco de dos piezas.

—Hagámoslo— dice Aly mientras nos ponemos los trajes. —


¿Tienes una bata? Quiero llegar a la piscina antes de que Owen
intente cubrirme con su camisa o algo así— Voy al baño a tomar
la mía para dárselo a ella. Es entonces cuando me doy cuenta de
que la mía cuelga junto a la de Carter. Es como si ya estuviera
viviendo aquí.

— ¿No te vas a poner una?— pregunta Aly.

—No — No después de los trajes de baño de anciana que me


compró.

Aly da una sonrisa malvada. —Esto va a ser maravilloso—

No estoy segura de cómo va a terminar esta noche, pero no


esperaba que terminara con la aparición de la policía.
Capítulo 19
CARTER

No oí las sirenas. La música estaba demasiado alta.


Además, doscientos estudiantes de último curso y unos cuantos
de clases menores eran lo suficientemente ruidosos como para
ahogar una el sonido en el aire, así que me sorprendió cuando
nuestro mayordomo, Felton, me encontró de pie en el borde de la
piscina tratando de impedir que el resto de la clase mirara el
cuerpo casi desnudo de Mallory.

El mayordomo me llama a un lado. —Señor, hay oficiales


aquí para ver a su invitada—

Mis ojos vuelan a Mallory, que está en una pelea con Aly.
Mírame, aprendiendo los nombres de la gente. Me doy una breve
palmadita en la espalda antes de volver a Felton.

— ¿Cómo pasaron las puertas?—

Felton se aclara la garganta. —Estaban abiertas para todos


los invitados—

Observamos a la multitud alborotada al unísono. Un par de


mesas han sido volteadas. Alguien ha roto el brazo de una de las
estatuas de papá. Hay más cerveza en los azulejos que en el
estómago de cualquier persona y tantas personas han tenido
sexo en el jacuzzi que la cosa va a tener que ser drenada y
desinfectada con blanqueador industrial. O tal vez deberíamos
arrancar el azulejo y construirlo de nuevo.

—Recuérdame que nunca dé otra fiesta, Felton— digo


mientras voy a buscar mi sudadera con capucha. Hace frío fuera
del agua. Quienquiera que pensara que una fiesta en la piscina
en enero tenía sentido necesita que le examinen la cabeza.
—Tomo nota, señor. ¿Debería llamar a su padre?—

Reviso la hora. Son las nueve aquí, así que son las cuatro
de la mañana alla. Papá no va a estar despierto hasta dentro de
dos horas. Además, soy un adulto con una cuenta bancaria
gorda. Puedo resolver esto.

—No. Yo me encargo— Empiezo por la casa.

—Muy bien. He puesto a los oficiales en la biblioteca y…—


Los oficiales han salido de la biblioteca y están parados en los
azulejos de la terraza de la cubierta trasera con vista a la piscina.
Mi mente se fija en la cerveza y la posible hierba que se está
consumiendo abajo. No quiero a mis compañeros de clase, pero
nadie va a ser arrestado en una de mis fiestas.

Subo las escaleras. — ¿Puedo ayudarles?— Me esfuerzo por


ser agradable.

— ¿Qué edad tienen todos aquí?—

—Esto es propiedad privada. ¿Tiene una orden para


registrar el lugar? Porque, si no, creo que deberías irte—

El oficial alto y demacrado que parece haber salido de una


animación de Tim Burton saca un trozo de papel del bolsillo de
su pecho y me lo pone frente a la cara. —Tenemos una orden de
arresto contra Mallory Simmons. Tenemos información de que
está siendo albergada aquí—

Al instante pongo atención. Nadie me quitará a Mallory,


especialmente la policía. —No sé de quién estás hablando. Aquí
no vive nadie llamado Simmons. Es mi padre, mi prima y yo...—

—La Sra. Simmons es una fugitiva peligrosa que ha robado


miles de dólares. Por tu propia seguridad, es mejor que te la
quitemos de las manos— El más pequeño de estatura comienza a
moverse.

Felton se acerca para bloquear su camino.


—Como dije, nadie aquí se hace pasar por nadie. Te voy a
pedir que te vayas— digo, todavía tratando de ser amable porque
tienen armas y Mallory estaría en peligro y no quiero que suceda
nada porque los policías son un detonador facil.

—La escuela dijo que había una nueva estudiante que se


inscribió esta semana con el nombre de Mallory—

Un escalofrío me recorre la espalda. Estos tipos han estado


haciendo trabajo de investigacion. —Sí, ¿y comprobaste su
apellido? Es el mismo que el mio—

—Muestranos alguna identificación de tu prima entonces—

Extiendo mis brazos. —Amigo. Tengo una fiesta para


celebrar la victoria del equipo por el campeonato. El cuarto
consecutivo. Tal vez lo leiste en los periódicos. ¿Parece que llevo
la identificación de mi prima encima?—

El personaje de Tim Burton mira por encima de su gran


pico de nariz. —Podemos esperar mientras la consigues. Mientras
tanto, ¿Es cerveza lo que huelo?—

— ¿Es una demanda lo que huelo?— Le devuelvo. —Felton,


pon a Baker y Baker al teléfono. Parece que tenemos un abuso de
poder en nuestras manos. ¿Cuáles son sus números de placa?—

La amenaza de una demanda borra el engreimiento de la


cara de Tim Burton. —Bien. Pero queremos a Mallory. Entregala
y ninguno de tus amigos será acusados de beber siendo menor de
edad—

— ¿Qué está pasando aquí?—

Me doy vuelta para ver a Aly y Owen de pie justo detrás de


mí. —Nada. Vuelvan a la fiesta—

— ¿Conocen a Mallory Simmons?— interrumpe Tim.


Aly mueve la cabeza. —Tenemos un par de Mallorys en
nuestra clase. Mallory Ponds y luego la prima de Carter. Empezó
la escuela la semana pasada—

Tim saca una foto y se la pone en la cara a Aly. —


¿Reconoces a esta chica?—

Mi corazón empieza a latir con fuerza. La foto es claramente


de Mallory. Su cabello es arrastrado hacia atrás en una cola de
caballo y lleva pintalabios rojo, pero es ella misma. Unos cuantos
estudiantes más han subido la colina hasta la cubierta del sol.
Empiezan a pasar la foto.

—No. Nunca la había visto antes— dice Aly.

—No me resulta familiar— añade Owen.

Uno por uno, los otros dicen que la persona de la foto es


desconocida para ellos.

Tim se frustra. Sus ojos miran a la multitud y se detienen


ante una figura de pie al borde de la piscina. —Ella. ¿Quién es?—

Mi corazón ya está en mi garganta, así que no puedo


responder. A mi lado, Felton se ha convertido en una estatua
congelada.

—Oh, esa es la prima de Carter, Mallory—, responde Aly.


Llama a Mallory para que se una a nosotros.

— ¿Qué demonios estás haciendo?— Owen murmura en voz


baja.

Lo mismo, Owen. Lo mismo. Mis dedos se congelan. Sé que si le


digo a Mallory que se quede en la piscina, le dare una pista a la
policía, así que todo lo que puedo hacer es quedarme impotente
mientras mi chica sube lentamente la colina hasta que está al
lado de Aly.
— ¿Qué pasa?— dice ella. Su voz es firme pero su mano
tiembla. Quiero caminar junto a ella y tirar de ella hacia mis
brazos, pero eso sería una acción muy primitiva.

—Llama al abogado— le digo a Felton. Es todo lo que puedo


hacer en este momento.

— ¿Has visto a esta chica antes? Tiene el mismo nombre


que tú— Aly empuja la foto de Mallory en sus manos.

—Um...— Mallory no está segura de qué decir, pero


finalmente me doy cuenta.

—Sí, ¿La has visto?— digo.

—Esta es usted— dice el oficial Burton. Busca detrás de él


un par de esposas.

— ¿Estás ciego, hombre? No se parecen en nada— Le quito


la foto de la mano a Mallory y se la pongo en la cara.

—Son la misma persona—

—Dios, con estos ancianos— dice Aly. —Creen que todos


son iguales. ¿Mallory se parece a esta persona?— Me saca la foto
y la hace señas a la multitud. Todos sacuden la cabeza, llenos de
negación.

—No. Totalmente diferente. Los ojos de nuestra Mallory


están más separados—

—La de la foto tiene labios raros— ofrece otro.

— ¡Consigue unas gafas, hombre!— grita alguien en la parte


de atrás.

—Ni siquiera son la misma persona— dice Brad, el hacker.


—Puedo hacer un análisis por computadora, pero sólo
confirmaría lo que dicen los demás. No son ni remotamente
iguales. Es como decir que me parezco a Carter—
Todos nos reímos de esto, ya que peso más de 30 libras que
él. La cara de dibujos animados de Tim Burton empieza a
confundirse. Su confianza se estremece ante la cara de treinta y
tantos adolescentes que le dicen que esta ciego.

—Deberíamos irnos— sugiere su compañero en voz baja. —


El capitán Warner te dijo que no vinieras aquí—

—El Sr. Baker está en camino. Dijo que si la policía esta


aquí cuando llegue, presentará la demanda por abuso de poder a
primera hora de la mañana— anuncia Felton.

Muevo mi cabeza de lado — ¿Qué van a hacer?—

Burton enfadado golpea sus papeles de la orden contra la


pierna de su pantalón. —Volveré— dice finalmente.

—Ya veremos— le dije. —Felton, acompaña a estos hombres


a la salida—

Tomo a Mallory por el brazo y regreso a la piscina. —Vuelve


a poner la música— grito y el sonido de Lizzo cantando acerca de
sacudir su pelo de un lado a otro llena el aire. Mallory tiembla.
Encuentro una manta y la tiro sobre sus hombros. — ¿Estás
bien?— Pregunto.

—No— admite.

La pongo contra mi lado. —Vamos a buscarte una cerveza.


Te calentará—

—Ah, eso no es posible—me informa Aly.

— ¿Por qué no?—

—Lo derramamos toda en la piscina— me informa Ben


tímidamente. —No sabíamos qué más hacer con eso— grita
cuando lo miro con incredulidad.

— ¿Qué hiciste con las botellas?—

—Conductos de aire en la casa de la piscina—


Me doy un puñetazo en la frente. —Jesus. Cristo, jodidos
idiotas. Bien. Contrataré a alguien para que lo limpie—

—Nos vas a tener de vuelta la semana que viene,


¿Verdad?— dice.

— ¿Estás bromeando? No volveré a abrirles las puertas—

—Va a tener una fiesta la semana que viene— Mallory dice.

— ¿Qué?— Grito.

Me mira con una expresión suplicante. —Es lo menos que


puedes hacer. Todos aquí me defendieron. Tenemos que
pagarles—

— ¿Nosotros?—

Ella asiente tímidamente, me da una pequeña sonrisa y


luego presiona su cara contra mi hombro. Nosotros. Santo cielo.

—Bien, fiesta en casa de Carter todos los fines de semana


hasta el fin de los tiempos— declaro.
Capítulo 20
MALLORY

Me siento segura en los brazos de Carter, pero cuando la


puerta de su casa se cierra detrás de nosotros, la proteccion me
abruma. Me volteo en sus brazos, con los míos alrededor de su
cuello mientras lo jalo hacia abajo para besarlo. Empujo mi
cuerpo frío junto del suyo. Es todo calor y protección, algo que
nunca antes había sentido de ninguna otra persona en mi vida.
Toda la ira que he estado guardando disuelve en este momento.
Ahora sé que lo que dijo Aly está bien. La razón por la que Carter
me ofreció el dinero para quedarme no fue para que me acostara
con él, sino porque se preocupa por mí. Las lágrimas me llenan
los ojos pensando en la forma en que me fue a defender. Es mi
perdición. Es lo que rompe mi determinación y me hace ceder a
lo que realmente siento por él. El juego de empujar y tirar que
hemos estado haciendo es sólo eso. Un juego. Estoy enamorada
de este hombre.

Le meto la lengua en la boca. Parece casi conmocionado por


un momento antes de empezar a besarme. Su mano se clava en
mi pelo húmedo mientras me levanta de mis pies. Mi culo se
encuentra con algún tipo de superficie, pero estoy demasiado
envuelta para preocuparme por lo que es. No quiero que este
momento termine nunca. No sé cuánto tiempo nos besamos, pero
cuando trato de alcanzar su traje de baño, sus manos me
detienen. La necesidad de estar lo más cerca de él como sea
posible corre a través de mí.

—Nena, espera—

Me quedo sin aliento. Los pensamientos de que no me


quiere pasan por mi mente por un segundo antes de cerrarlos.
Puedo sentir su necesidad por mí en la forma en que me besa.
Puedo verlo en sus ojos. Puedo sentirlo en lo más profundo de
mí. Sabía que su charla de esa primera noche era toda mentira
sobre no quererme. Ahora puedo ver que algunos de sus
momentos de actuar como un imbécil se deben a la forma en que
se siente hacia mí. Todas esas cosas sarcásticas que me dijo
fueron su forma de expresarse. Le gusta excitarme aunque eso lo
haga parecer un imbécil.

—No quiero esperar. Quiero esto. Necesito esto. — Necesito


sentirme más cerca de él tanto que me duele todo el cuerpo. ¿Y si
esta es mi única oportunidad? No quiero que se me escape.
Respira profundamente, dejando caer su frente sobre la mía. Sus
ojos se cierran mientras suspira. Sé que está tratando de ponerse
bajo control. Lo he visto poner la misma cara a lo largo de esta
semana cuando quería llegar a mí, pero yo me alejaba.

—Quiero que te duches y te calientes. Te estás congelando


— Sus ojos se abren lentamente. Se me cae la cara por un
segundo. El rechazo me pica el corazón. Me chupo los labios y
trato de recuperar la compostura.

— ¿Me estás diciendo que no?— Odio la inseguridad en mi


propia voz.

—Joder, no. No te estoy diciendo que no— Se retira un


poco, mirándome como si hubiera perdido la cabeza. El alivio me
llena instantáneamente. —Todos nos apoyaron esta noche.
Necesito volver a bajar y asegurarme de que todos lleguen a casa
a salvo. Ellos mantuvieron a mi chica segura y yo voy a
mantenerlos a salvo. Les debo eso— Sonrío. El imbécil de Carter
no está en ninguna parte en este momento. Aunque estoy segura
de que cuando vuelva a la fiesta estará ladrando órdenes, pero
esas órdenes serán para el bien de todos. —Te duchas y te metes
en nuestra cama. Cuando regrese, serás toda mía— Él sonríe.

Le devuelvo una sonrisa a la fuerza. No porque eso no suene


maravilloso, sino porque así es. Sé que la realidad me está
alcanzando. Sé que cuando Carter regrese, ya me habré ido. Que
nunca tendré la oportunidad de estar en su cama. La tristeza me
abruma, pero la empujo hacia abajo. Sé que tengo que dejar que
baje y siga con su vida. Mi pasado problemático sólo le causará
dolores de cabeza que no necesita ni merece. Lo agarro por
última vez.

—Bésame con todas tus ganas— le dije. Haciéndole pasar


un mal rato. Es una de las cosas que más me gusta hacer con él.
Alguien tiene que dárselas. ¿Quién lo hará cuando me haya ido?
Me resisto a un gemido cuando pienso que alguien más le estará
haciendo enojar. Siento que es algo especial que compartimos.
Algo que no quiero que nadie más tenga. Yo debería ser la única
que tiene ese derecho.

Carter toma mi boca y me demuestra exactamente como se


siente. Saboreo cada segundo de lo que será mi último bocado de
él. Trato de recordar la forma en que su boca se siente en la mía,
su olor y, sobre todo, la amabilidad que me ha mostrado. A veces
el momento no es el adecuado en la vida y tienes que dejar ir a
una persona aunque sepas que te arrepentirás por el resto de tu
vida. Se trata de hacer lo que es correcto para la otra persona.
Como Carter siendo un imbécil a veces para que no estuviera tan
nerviosa o triste. Sé que puede hacer el papel fácilmente, pero
también entiendo sus razones para ello ahora.

—Ducha— ordena. — ¡Y tira ese maldito traje de baño!—


grita mientras sale corriendo por la puerta, haciéndome sonreír.
Le encanta y odia el traje de baño. Mostrando además cuán lleno
de mierda ha estado por no sentirse atraído por mí ese primer
día.

Con el corazón apesadumbrado me deslizo fuera de la isla


de la cocina y me dirijo hacia el armario. Me ducho rápidamente
y busco mi bolsa vieja y mi ropa. No acepto ninguna de las cosas
que Carter me compró. No me atrevo a hacerlo. Excepto por una
sudadera con capucha grande con su nombre en la espalda. La
agarré y me la puse en la cabeza. Entonces encuentro el dinero
robado que le quité al novio de mi madre y lo dejo. Sé que no
cubre lo que Carter gastó en mí, pero es todo lo que tengo. No
podía dejar que Carter se metiera en mi problema. Tiene un
futuro brillante por delante. Todas las universidades lo quieren.
Va a ser una estrella. No podría permitirse el lujo de tener una
novia criminal. Después de todo, es lo que se me considera. Robé
la billetera y no voy a dejar que la primera persona que me
mostro la verdadera bondad y tal vez el amor se derrumbe por mi
culpa.

Me dirijo a la puerta principal, deteniéndome para tomar


una vista del lugar por última vez. Qué rápido se ha convertido
en un hogar para mí. Me duele el irme. No tanto por el lugar,
pero si por Carter. La gente que apenas me conoce y me defendió
esta noche.

—Siempre te amaré, Carter— le digo a la habitación vacía


antes de salir, dejando atrás una parte de mi alma.
Capítulo 21
CARTER

El apartamento está totalmente en silencio cuando vuelvo.


Las luces están apagadas y el sofá está vacío. Una sonrisa curva
mis labios hacia arriba. Está en mi cama, esperándome. Mi
sangre empieza a rugir en mis oídos mientras todo empieza a
correr hacia mi polla. Me saco la camisa por la cabeza y me voy al
dormitorio.

—Todos dicen que les debes un gran gesto. Aly sugirió que
cantaras durante el almuerzo. No sabía si tenías buenas cuerdas
vocales, así que dije que les comprarías el almuerzo a todos. Les
dije que tu madre era una...— Me detengo cerca de la puerta. No
hay nadie en mi habitación. La colcha parece que nunca ha sido
tocada.

Corro al armario. Toda su ropa está ahí, al menos la que le


compré. Mi ansiedad disminuye, sólo para volver a subir de
inmediato cuando veo un espacio en el fondo de mi armario
donde descansaba su mochila rota. Me pongo de rodillas y la
busco, pero sólo están mis zapatos.

— ¡Mallory!— Grito. —Sal. Me has pillado. Definitivamente


pensé que habías desaparecido— Cruzo al baño y golpeo mi
mano contra los interruptores. Las luces parpadean pero no hay
nadie aquí. La verdad me hunde como un cubo de hormigón en
una piscina. Aquí no hay nadie más que yo.

No veo ningún signo de lucha. Las almohadas en el


seccional se apilan ordenadamente a un lado. Mi control remoto
está cuidadosamente alineado junto a mi libro sobre la
arquitectura de Frank Lloyd Wright. Los mostradores están
impecables. Todo indica que se ha ido por su cuenta, pero no
tiene sentido. Estábamos a dos segundos de reventarnos la
cereza el uno al otro. Tuve que pararlo porque quería asegurarme
de que todos salieran de mi casa antes de que destruyeran toda
la propiedad. Debe haberse escapado con otro estudiante. ¿Otro
tipo? ¿Encontró a alguien que le gustara más? No hay nadie con
una cartera más gorda. ¿Hay chicos en la escuela más guapos
que yo? Nunca he pensado en eso. ¿Qué sé yo sobre lo que le
atrae a las chicas? Noventa y nueve por ciento de ellos sólo se
quieren meter en mi cama porque yo soy el mariscal de campo
ganador y porque mi padre es el dueño de esta ciudad. Podría
parecer un troll y tener verrugas en la espalda y las chicas
seguirían queriendo dormir conmigo.

Pero soy un imbécil. Lo sé, pero pensé que ella también y


que no le importaba. Me metí una mano en el pelo frustrado. Las
razones por las que se fue no importan.

Tomo mi teléfono y llamo a Fast. —Yo. ¿Aly está contigo?—

—Sí, ¿por qué?—

—Necesito hablar con ella—

—Tienes a tu prima. ¿Por qué necesitas a mi chica?— Fast


suena irritado. Yo también lo estaría si algún idiota quisiera
hablar con Mallory, sobre todo a estas horas de la noche. Pero no
tengo tiempo para calmar el ego de Fast.

—Porque lo hago. Sólo ponla al teléfono—

—No. No puedes hablarme así— Cuelga el teléfono.

Me quito el teléfono de la oreja y miro fijamente a la pantalla


durante un segundo antes de pulsar con enojo el botón de
rellamada. — ¿Qué demonios, Fast?—

—No voy a dejar que hables con mi novia cuando estás


enojado. Podrías herir sus sentimientos—
—Oh, por el amor de Dios. Mallory ha desaparecido— Eso
es más importante para mí que los sentimientos de una chica
cualquiera.

— ¿Qué quieres decir?—

—Quiero decir, subí y mi apartamento esta vacío. Sus cosas


no estan—

Suelta un silbido bajo. —Maldita sea, hombre. Eso apesta.


¿Por qué no hablas con Aly? Tal vez tu prima le dijo algo—

Casi hago polvo mis dientes para no tener que golpear a


Fast. Por eso pregunté por ella en primer lugar.

—Hola, Carter. ¿Qué está pasando?—

— ¿Hablaste con Mallory sobre su ida?—

—No, ella nunca dijo una palabra. La última vez que la vi


fue justo después de que la policía se fue. Me dio un abrazo y me
agradeció por todo. Creo que ella también iba a abrazar a Owen,
pero tú la arrastraste— Aly duda y luego pregunta: — ¿Es la
policía?—

—No lo sé. Si la ves en el camino, llámame—

— ¿Por qué en el camino?—

—Porque no tiene coche — Cuelgo antes de que Aly me haga


más preguntas que no quiero contestar.

Mallory no tiene mucho dinero porque dejó la mayor parte


aquí por alguna razón. Esto me molesta más que nada. Va a pie y
no puede llegar muy lejos. Tomo mi billetera y llaves, bajo las
escaleras hasta mi auto. Pongo el Maserati en marcha y manejo a
toda velocidad por el carril recto. Cuando llego al final, hago una
parada y trato de deducir por dónde se fue. A la derecha está la
escuela y a la izquierda el centro. Yo opto por la izquierda. Está
tratando de alejarse de mí, lo que significa que la escuela no es
un refugio.
Salgo a la carretera y empiezo a buscar en las autostopistas.
Mientras tanto, llamo a Brad.

—Necesito localizar el número de teléfono de Mallory como


ayer— le digo. —El precio no es problema—

—Amigo. ¿Puedo pedir cualquier cosa? ¿Incluso tu dulce


Maserati?—

—Sí — Ni siquiera lo dudo porque no hay nada más


importante en este mundo que Mallory y si se necesita cada
posesión terrenal que tengo para recuperarla, la gastaré. Nada ni
nadie me mantendra alejado de ella. Ni siquiera la propia
Mallory.
Capítulo 22
MALLORY

Las lágrimas corren por mi cara a medida que me alejo de


Carter y salgo de su vida. Sé que estoy haciendo lo correcto para
él, pero eso no detiene el dolor que ahora se ha formado en mi
pecho. Me sigo moviendo, dispuesta a seguir adelante y no dar la
vuelta. Sabiendo que lo estoy protegiendo de mi pasado que está
llamando a mi puerta. Levanto mi bolso más alto sobre mi
hombro y sigo caminando hacia la estación de autobuses. Sabía
que tenía que volver a mi lado de la ciudad cuando dejé lo de
Carter. No podía arriesgarme a que nadie me viera subirme a un
autobús y reportarselo a él. Prefiero arriesgarme a ver a mi madre
o a su asqueroso hombre del mes, Ricky, que dejar que Carter se
meta más de lo que ya está en este problema. Ha hecho tanto por
mí en tan poco tiempo. Él me ha protegido y yo voy a hacer lo
mismo por él. Nadie ha hecho eso por mí.

La soledad se instala cuando llego a la estacion de


autobuses y me doy cuenta de que no tengo adónde ir. No tengo
a nadie a quien recurrir. De alguna manera se siente peor que la
primera vez. Cuando me fui de casa de mi madre, supe que tenía
que hacerlo y que de todos modos ella no se preocupaba por mí.
Era demasiado egoísta para cuidar de alguien más. Dejar a
Carter es otra historia. Dejar ir a alguien que amas es algo para
lo que me doy cuenta de que no estoy preparada. Nunca he
tenido a nadie que se preocupe por mí de la forma en que Carter
lo hace. A pesar de que a veces puede ser un grano en el culo.
Recordar todas las bromas sarcásticas que los dos compartimos
me hace sonreír.

Llego a la estación de autobuses y abro las puertas para


entrar. El lugar es deprimente con gente de todas las profesiones
y condiciones sociales esperando para ir a alguna parte. Me
acerco al mostrador.

—El sistema no funciona— me informa la persona de la


taquilla antes de que pueda decir nada.

— ¿Cuánto tiempo crees que tardará?— Pregunto y me


arrepiento inmediatamente cuando veo la expresión de enfado en
la cara de la señora.

—No hay nada que pueda hacer. El sistema no funciona.


Está en todo el estado. No sé qué está pasando y no sé cuándo
volverá a funcionar. ¿Alguna otra pregunta?— Sacudo la cabeza,
no. —Entonces toma asiento y espera como todos los demás—

Estoy a punto de decir algo insolente, pero me detengo


cuando veo la expresión de su cara. Estoy segura de que toda la
gente de esta sala le ha hecho las mismas preguntas. Apuesto a
que la mayoría de ellos han dicho y pregonado cómo tienen que
llegar a alguna parte, pensando que obtendrían un resultado
diferente. Así que levanto mi bolso y me dirijo a un asiento vacío.

Pongo el bolso en mi regazo, envolviéndolo con la mano para


poder cerrar los ojos por un momento. El agotamiento está
empezando a tomar el control. El efecto de la emoción de la fiesta
y de todos los que me defendieron ha desaparecido por fin. Lo
más triste se ha asentado sobre mí, haciéndome consciente del
hecho de que lo estoy perdiendo todo. Es todo tan abrumador y
me está costando mucho procesarlo. No estoy segura si me quedo
dormida o no, pero estoy despierta.

—Le.ván.ta.te. — Mis ojos se abren de par en par para ver a


un Carter muy enojado. Me siento conmocionada. —Dije.
Le.ván.ta.te. — repite. Mis ojos se llenan de lágrimas y una
lágrima se escapa, haciéndome perder toda mi valentía. La cara
de Carter cambia completamente cuando cae al piso sucio sobre
sus rodillas frente a mí en el banco, poniéndonos a la altura de
los ojos. —Bésame— Emite otra demanda, pero ésta es suave y
suplicante.
Me rindo, inclinándome hacia adelante, haciendo que
nuestras bocas se encuentren. Saboreo el beso que nunca pensé
que volvería a tener. —Me has dado un susto de muerte. — No sé
cómo hace que sus palabras suenen tan cariñosas y furiosas,
pero lo hace. —No puedes irte así—

—Lo siento — Realmente lo hago. No tenía ni idea de qué


era lo correcto. —No te quiero en mis problemas. No puedo dejar
que te metas en lios por las cosas que he hecho—

—Eso es lo que no entiendes, Mallory — Me sorprende un


poco que use mi nombre. —Quiero todos tus problemas—

Me inclino hacia adelante, usando su camisa para


limpiarme la nariz.

—Debería darte unas nalgadas por esto— dice riéndose. —


Ahora mírame—

Dios, a mi Deuce le encanta dar órdenes y no sé por qué


parecen excitarme, pero lo hacen. Obedezco a ésto. Puedo sentir
en su tono que tiene algo que realmente quiere que oiga.

—Te vas cuando tienes miedo. Es un hábito que te


enseñaste a ti misma. Ya no tienes que hacer eso, pero lo
entiendo. Sé que te llevará tiempo entender eso cuando se trate
de mí. Demasiada gente que debería haberte amado y lo arruinó
todo—

Levanta la mano, secándose una de las lágrimas de mi


mejilla. Luego besando el lugar. Este lado dulce de Carter va a
ser mi perdición. No sé cuánto más puedo aguantar sin llorar.
Vino por mí. No me sorprendería si él es la razón por la que el
sistema de autobuses no funciona. Él sigue adelante. Como si
quisiera que me enamorara de él. Ya estoy allí.

—Siempre te protegeré. Escucha esto, abro esa caja fuerte


en mi armario todos los días asegurándome de que me vieras
hacerlo. Si sientes la necesidad de correr, tendrás que
prometerme que siempre tomarás lo que necesites. Deberías
haber vaciado mi caja fuerte. Deberías haber tomado mi coche.
Puede que no esté bien, pero conmigo quiero que siempre te
pongas en primer lugar. Si hay algo que puedas quitarme que
necesites, no lo dudes nunca, porque yo nunca dudaré en
dártelo. No necesitas pedir permiso. Es tuyo — Respira hondo.
Enjuga las lágrimas de debajo de mis ojos con sus pulgares
mientras baja sus labios en un susurro a los míos. —Soy tuyo—
dice mientras su boca toma la mía.
Capítulo 23
CARTER

Nunca pensé que sería de los que se besan en una parada


de autobús. Diablos, nunca pensé que estaría en una parada de
autobús, pero se siente como uno de los mejores lugares del
mundo ahora que Mallory está en mis brazos. Se está aferrando a
mí como si no quisiera dejarme ir tampoco. Nuestras bocas aún
se fusionan, me pongo de pie. Me las arreglo para poner su
mochila sobre mi hombro sin romper el beso.

Puede haber algunos aplausos de borrachos detrás de


nosotros cuando salgo de la terminal y me dirijo a mi auto.

Intoxicada por la pasion la meto en el asiento del pasajero y me


abro paso hasta el lado del conductor. La brisa nocturna no hace
nada para enfriar mi cuerpo sobrecalentado. Me bajo la
entrepierna de mis jeans, trato de ajustar mi erección tanto como
sea posible y me subo al auto.

— ¿Quieres algo de comer?— Pregunto mientras salgo del


estacionamiento.

Mallory está enroscada en su asiento como un gatito, con


las piernas metidas debajo de ella, con una mano jugando con
una larga hebra de pelo. —Pensé que no te gustaba que la gente
comiera en tu auto—

—Mallory, nena, ni siquiera permití que la gente se subiera


a mi auto antes de que tú llegaras— Me acerco y descanso mi
mano entre sus cálidos muslos. Si no me importara tanto ella y
su seguridad, movería mis dedos a través de su tierna piel y
directo al corazón caliente de su sexo porque una vez que la
toque no voy a poder parar. Sin embargo... soy bueno con las
manos. Tengo una coordinación superior mano/ojos. Soy un
atleta de alto nivel, sacudo la cabeza con fuerza. No. No estare
poniendo a mi chica en peligro sólo para hacerlo rápido.

—Pareces enfadado— dice en voz baja.

—Conmigo mismo— Le lanzo una sonrisa irónica. —La


mitad de mí quiere arrancarte la ropa y follarte con los dedos
hasta que te pongas mojada sobre mis asientos de cuero y la otra
mitad me dice que tengo que esperar hasta que te lleve a casa
para poder follarte con mi polla. Me he estado masturbando tres
veces al día pensando en lo caliente y apretado que es tu coño,
así que la mitad que quiere follarte en este estúpido coche está
tomando el control—

Siento el calor de su rubor desde el otro lado del coche. Mi


mano patina más alto o tal vez se balancea en el asiento del auto.
De cualquier manera, sólo necesito estirar mis dedos y estaría
tocando su entrepierna.

—No puedo creer que nunca hayas tenido sexo antes—

— ¿Por qué es tan increíble?—

—Porque tú eres...— Ella me hace señas con la mano.

Una lenta sonrisa curva mi boca. — ¿Sí?—

No he oído a Mallory decir una palabra amable sobre mí y


no puedo esperar a mi primer cumplido.

—Un imbécil y todos los imbéciles ponen su polla donde


sea—

Subo el coche a la acera, apago el motor, levanto el freno de


emergencia y la paso por encima de la consola.

—Espera, espera— grita y se ríe. — ¡Estaba bromeando!—

—Yo no lo estoy — Abro el botón de sus pantalones cortos,


le meto la mano en sus bragas y en la humedad resbaladiza de
su coño.
Ella jadea y aprieta alrededor de mi dedo. — ¿Qué...? ¿Por
qué...? Oh, Dios mío. No te detengas—

—Detenerme es lo último en lo que pienso— Empujo sus


pantalones por sus largas piernas desnudas. Ella ayuda,
pateándolos al final. Puse una pierna a cada lado de la mía y
luego abrí deliberadamente sus muslos de par en par. Ella gime
de nuevo mientras estiro su coño apretado con un segundo dedo.
El jugo gotea de su coño mojado sobre mi palma.

—Joder, no puedo esperar hasta que estés montando mi


boca y te corras por mi garganta. Voy a chuparte el coño hasta
que estés seca—

Su canal se contrae ante mis palabras.

—Así es, nena, recuéstate y monta mis dedos. Folla mi


mano. Muéstrame cómo vas a montar mi polla—

—No sé lo que estoy haciendo— llora, pero el instinto es un


infierno porque se flexiona hacia atrás, dobla las palmas de sus
manos alrededor de mis rodillas y comienza a bombear hacia
arriba y hacia abajo sobre mis dos dedos como si fuera mi
ereccion.

Mi polla late con emoción y me mareo pensando en lo que se


va a sentir al tener su coño mojado y caliente apretando mi polla.
No más pajas secas para mí. Oh no. A partir de ahora, me meteré
en su jugoso coño a cada segundo libre. ¿Seis minutos asignados
para pasar el período entre biología y gobierno? La agacharé
sobre el hueco de la escalera del segundo piso con su falda
levantada y mis pantalones alrededor de mis rodillas empujando
tan fuerte hacia ella que sienta mi polla en su garganta.

—Esto se siente tan bien, Carter. Tan bien— gime, girando


sus caderas en pequeños círculos. La acaricio, buscando ese
pequeño trozo de piel que se supone que la hace explotar como
un cohete.
—Sigue adelante— ruego. —Quiero sentirte venir. Una vez
que lo hagas, voy a lamer el jugo de tu coño de mi mano y luego
te vas a sentar en mi cara mientras te como—

Me mira, con los ojos desorbitados y sonrojada por la


excitación. —Tienes una boca sucia, Carter—

—Para comerte mejor— Sonrío.

Ella suelta un aliento tembloroso. —No deberias hablar tan


sucio—

Mierda. La amo. Siempre desafiándome. —Cuidado con la


cabeza— advierto. Salgo, agarro sus caderas y la levanto hasta
que ese coño caliente está arriba en mi boca. Me aferro a su sexo,
atravesándola con la lengua. Ella grita, sus sonidos sexuales
agudos rebotando en el pequeño interior. Mi polla se hincha a un
tamaño inconveniente y el orgasmo que se ha estado acumulando
desde la primera vez que la vi en la parte trasera de mi auto sale
disparado de mi polla. Me derramo en mis jeans al mismo tiempo
que ella se viene, mojando toda mi lengua. Es una forma
increíble de pasar tiempo en mi automóvil, digo eso.
Capítulo 24
MALLORY

Me siento inquieta en mi asiento mientras Deuce se aleja de


la acera. Él se acerca y revisa mi cinturón de seguridad de nuevo,
dándole un pequeño tirón para asegurarse de que está en su
lugar. Sonrío ante su gesto exterior de cuidarme.

— ¿Qué quieres comer?— Se lame los labios mientras hace


la pregunta y sé que puede saborearme allí. Me probé a mí
misma cuando me besó y me volvió a poner en mi asiento.
Insistió en ponerme el cinturón de seguridad para estar seguro
de que estaba bien puesto. Ahora estoy empezando a pensar que
Deuce es el que está nervioso. A pesar de todo lo que dice, sigue
siendo, virgen, después de todo. Yo también, pero Deuce es
bueno en todo lo que hace en la vida. Puedo ver que ser el mejor
en las cosas es importante para él. Me hace preguntarme si tiene
un rastro de inseguridad sobre lo que está a punto de ocurrir
entre nosotros. Yo también estaba nerviosa cuando empezó a
tocarme en el coche, pero mi cuerpo le respondió como si me
hubiera tocado un millón de veces antes. Como si fuéramos el
uno para el otro.

—Acabas de comer— le tomo el pelo, con una pequeña


sonrisa.

— ¿Qué quieres comer?— pregunta de nuevo. —Me estoy


agarrando de un hilo, Mallory. Necesito alimentarte y luego
follarme a tu coño apretado. Tu gusto en mi lengua es una dulce
tortura. Así que por favor, sácame de mi miseria y dime lo que
quieres—

Finjo pensar por un minuto antes de darle mi respuesta


honesta. —No tengo hambre— Esta vez me acerco y pongo mi
mano en su muslo. Noto el bulto en sus pantalones y me lamo
los labios. —En cualquier caso de comida — Siento que el
músculo se tensa bajo mi tacto. El coche empieza a acelerar más
rápido a partir de la acción. Mi cuerpo está deseando algo más.
Carter. Quiero estar en su cama. El coche sigue oliendo a sexo
aunque no hayamos llegado a esa parte. Todavía está espeso en
el aire. Mi cuerpo tararea de necesidad. El único orgasmo que me
dio sólo fue el despegue. Mi cuerpo ansía más placer y sé que
Carter puede dármelo.

Carter puede sentirse un poco nervioso, pero por una vez yo


no lo estoy. Él arrodillándose frente a mí en esa estación de
autobuses y diciendo las cosas que expreso me hizo darle toda mi
confianza. Irónicamente Carter siendo un imbécil me estaba
mostrando lo diferente que soy a él. Me siento a gusto ahora que
estoy cerca de él otra vez. Todavía me preocupa lo que las
consecuencias de mis acciones pasadas le afecten a él, pero
intento dejar eso a un lado esta noche. Quiero a Carter y después
de su declaración en la estacion de autobuses, sé que él siente lo
mismo. Ya no voy a actuar tímidamente sobre lo que quiero
porque sé que el sexo con Carter va a ser fuera de este mundo.
No lo aceptaría de otra manera. Incluso si por alguna loca razón
es incómodo porque ninguno de nosotros lo ha hecho antes, sé
que Deuce va a poner todo de su parte para hacer que sea bueno
para mí. Después de todo, es lo que ha estado haciendo todo el
tiempo. Todo está tan claro para mí ahora. Me ha hecho más
fuerte y no estoy segura de que lo sepa. Por primera vez en mi
vida, me ha hecho sentir querida y cuidada.

—Voy a llevar este coche a la casa. Vas a salir y subir a


nuestra cama. No te quiero con nada más que mi camiseta— Su
mano se extiende para ahuecar mi coño a través de mis
pantalones. —Con tus hermosas piernas abiertas para mí. Voy a
comerme ese dulce coño otra vez antes de follarte— Sus palabras
hacen que mis mejillas se pongan un poco rosadas. A pesar de
que me tiene muy nerviosa, aun así me doy cuenta cuando la
llamó nuestra cama.
—He oído a las chicas de la escuela decir que no dejas que
nadie toque tu camiseta. Ni siquiera les dejas venderlas. Algo
sobre que eres supersticioso— Me imagino que le daré un
empujoncito. Además, me gusta ser diferente a él. Ser algo
especial para él y que no me aplica sus reglas.

—Mandaste todas mis supersticiones al diablo cuando


decidiste dormir en mi coche y comerte mi maldita barra de
chocolate — Me río recordando su expresión facial cuando me vio
comiendo su precioso caramelo en su elegante coche. —Solía
pensar que todo tenía que ser perfecto e hice todas estas reglas
ridículas para distanciarme de toda la mierda que pasa. Tan
pronto como abriste esa boca tan inteligente, supe que mi vida
estaba a punto de cambiar. El día que te subiste a mi auto fue el
día más afortunado de mi vida—

Si alguien me hubiera dicho hace una semana que Carter


iba a decirme las cosas más dulces, les habría llamado locos de
remate. Sin embargo, aquí está abriéndose a mí. He estado
haciendo lo mismo. Quiero abrirle todo sobre mí misma. Tener
una cercanía que ninguno de nosotros ha tenido con nadie más.
Si estoy leyendo bien, tal vez la única persona con la que
compartiremos esto. Mi corazón se estremece ante la idea. Sé que
somos jóvenes, pero puedo ver fácilmente una vida con Carter. Mi
Deuce.

—Conduce más rápido, Deuce— son las únicas palabras


que puedo decir. Mi necesidad de él crece cada segundo.

El coche se detiene patinando las llantas, me desabrocho el


cinturón de seguridad y me bajo. Prácticamente corro a la casa
de Carter. Puedo oírle cerrar la puerta del coche. Traspaso la
entrada principal y me dirijo al dormitorio. La tristeza me golpea
por un segundo cuando me doy cuenta de que casi no llego a
tener esta experiencia con él. Me quito apresuradamente la ropa
y los zapatos. Me aseguro de ponerme su camiseta y me meto en
nuestra cama. Ese pensamiento me hace sentir segura y feliz.
Empujo la camiseta hacia arriba y abro las piernas, esperando
nerviosamente a que Carter entre en la habitación. Todo mi
cuerpo tiembla con anticipación.

—Deuce— grito mientras entra en el dormitorio. Le oigo


respirar profundamente. Sus ojos corren sobre mí antes de
caminar hacia mi, mientras se quita la camisa por encima de la
cabeza.

—Cuando este dentro de ti— se detiene un segundo —Me


llamas Carter— advierte.

—Ya veremos— Sonrío antes de que esté encima de mí.


Capítulo 25
CARTER

—Estoy mojada— dice con un susurro medio avergonzado


mientras me subo a ella.

—Sí, ¿Y qué? Lo dices como si fuera algo malo. Se supone


que debes estar mojada— Le beso los ojos, luego las mejillas y
luego la mandíbula. Sus dedos se enredan en mi pelo.

— ¿Hay algo que te haga pensar, “no, eso es asqueroso”?—

Hago una pausa en medio de un beso y finjo considerar esto


por un segundo. —No. Me gustas sucia y limpia, húmeda y
sudorosa y…..— la inspiración golpea —Todo lo que hay en
medio—

Sonrío mientras ella pone los ojos en blanco.

—Por favor, dime que no rimaste—

—Lo sé. Soy genial, ¿No?— Alcanzo entre mis piernas y


pongo a prueba su preparación. Estoy a punto de mostrarle lo
genial que soy en realidad.

—Deuce, eres un tonto—

Casi resoplé. —Nadie me había llamado así antes—

Una sonrisa baila en sus labios. —Me gusta que haya un


lado de ti que sólo yo veo—

—Eres la única que me importa. La única a la que amo.


Ahora espera porque estoy a punto de hacerte el amor— Casi dije
“follar”, pero eso no es lo que vamos a hacer. Nuestros cuerpos
van a tener una comunión. Tomo mi polla en mi mano y la guío a
su tierna y vulnerable apertura.
Respira un poco de aire. —No creo que eso vaya a encajar—

—Claro que lo hará— Trato de proyectar un poco de


confianza aquí a pesar de mis propias dudas. Mis dos dedos se
sintieron cómodos dentro de su coño y mi polla es mucho más
grande que dos dedos. El solo hecho de ver lo grande que es entre
sus piernas está aumentando mi excitación y haciendo que me
pregunte si esto va a funcionar. ¿Y si le hago daño? ¿Qué pasa si
pierdo el control y ella no lo disfruta? ¿Deberíamos esperar?
Puedo comerla, meterle el dedo hasta que no esté tan apretada y
pequeña.

Trago y deslizo la punta contra sus jugos. Se siente


increíble. No puedo esperar. —Voy a hacer que sea bueno para
ti— digo en tono gutural. —Lo prometo—

Sus ojos brillan con confianza. Me coloco en su exuberante


apertura y observo como la cabeza ancha de mi polla parte sus
labios hinchados del coño. Es la cosa más erótica que he visto en
mi vida. Mis ojos ruedan hacia de atrás en mi cabeza. La presión
se encuentra en la base de mi columna vertebral. Voy a explotar.
No pierdas la calma, Carter. Mantén la calma.

— ¿Estás bien?— Me ahogo.

Mallory se frota los labios y me hace un breve guiño. —Eres


tan... grande—

Mi polla se hincha y mi semen se convierte en lava líquida.


—No hables— gruño.

—Lo siento, pero lo eres. ¡Tú... polla se siente enorme y sólo


tienes la punta adentro!—

Mi autocontrol está a punto de resbalar de mí ya débil


agarre. Si vuelve a hablar de mi tamaño, no voy a poder
manejarlo. —No hables— ordeno sin rodeos. —No puedes decir
nada más que mi nombre. ¿Lo entiendes?—
Sus ojos se abren de par en par y una sonrisa traviesa se
extiende por su cara. —Está bien, Carter—

Eso es un error. ¿Mi nombre en sus labios cuando se


extiende como un festín, desnuda en mi cama, con la cabeza de
mi polla mojada por su coño? Es un error. Caigo sobre ella,
reclamando su boca al mismo tiempo que reclamo su cuerpo.
Este coño es mío. Esta boca es mía. Estas tetas son mías. Es
todo mío. Le destrozo la boca, me trago sus gritos, me encuentro
con cada empuje y muevo sus caderas con mis propios saltos.
Ella se aprieta a mí alrededor, de mi polla como un tornillo.

No puedo contenerme. —Vente para mí, nena. Vente para


mí. Vente en mi polla— Es media orden, media súplica.

Ella echa la cabeza hacia atrás y con las uñas clavadas en


mis hombros, ella se corre, pulsando su jugo por toda mi polla,
haciendo su canal resbaladizo y caliente y apretado todo al
mismo tiempo. Empujo, metiendome todo tan profundo hasta
mis bolas que alcanzo mi propio orgasmo. Mi semen salpica
dentro de ella, mezclándose con su excitación, llenándola hasta
que se desborda.

Agotado, me derrumbo en la cama, tirando mi cuerpo a un


lado en el último minuto para no aplastarla. Se acurruca hacia
mí, su cuerpo aun temblando por las réplicas. Alcanzo entre sus
piernas y lentamente inserto mis dedos en su sensible canal.

— ¿Qué… que estás haciendo?— pregunta ella, tratando de


retorcerse fuera de mi alcance.

La abrazo y beso su cuello sudoroso. —Quiero asegurarme


de que esto es bueno para ti— Mis palabras son confusas y me
siento somnoliento. Hemos tenido una noche infernal, pero
quiero asegurarme de que lo recuerde con buenos sentimientos.

—Fue bueno para mí— dice, me cubre el muslo con una


pierna, abriéndose a mi tacto.
— ¿No genial?— Me burlo, retirándome para extender su
humedad sobre los labios de su coño y hasta el pequeño clítoris
que está asomando su cabeza, buscando atención.

—Fue genial—

—Fue genial, Carter—

Su risa se convierte en un gemido en el momento en que le


pellizco el clítoris, pero ella no dice las palabras.

Entonces me burlo de ella, rodeando su clítoris, frotando


sus labios. Sus caderas se retuercen mientras trata de
posicionarse para que mis dígitos se deslicen dentro de ella. Mis
dedos bailan alrededor, trazando un camino alrededor de su
entrada secreta y luego saltando hacia atrás para burlarse de su
clítoris.

—Vamos— se queja, meneándose en la necesidad.

—No oí las palabras mágicas. — Mi polla se está engrosando


de nuevo y dormir ya no parece ser algo que mi cuerpo necesita.
Levanto su pierna más alta y froto la cabeza de mi polla sobre su
coño sensible.

—Sí— silba con anticipación, pero en vez de sumergirme


dentro de ella, uso mi polla para burlarme más de ella, aunque
me muero por deslizar mi ereccion dentro de su coño goteando.
—Estás siendo malo— declara después de que la esquive otra
vez.

Su labio inferior sobresale adorablemente. Me muevo hacia


adelante y muerdo la carne rellena antes de llevar su boca de
nuevo con la mía. Nuestras lenguas se baten en duelo y también
nuestros cuerpos mientras ella trata de montarme y yo trato de
evitarla. Finalmente me empuja de espaldas y se pone a
horcajadas sobre mis muslos.

—Eres genial, Carter— dice finalmente. — ¡Ahora hazlo aún


más genial y fóllame!—
Capítulo 26
MALLORY

Me apoyo en el lado del coche de Deuce mientras me besa


profundamente.

—Estaré en 30 minutos— me dice cuando quita su boca de


la mía. Lo hace sonar como si treinta minutos fuera toda una
vida. Me sorprende que haya accedido a dejarme sola tanto
tiempo. Sé que está indeciso. Le aseguré que nunca me iría de
nuevo, pero creo que le va a llevar un tiempo olvidar cómo se
sintió cuando no pudo encontrarme.

—Estaré bien— lo tranquilizo, sosteniendo mi nuevo


teléfono elegante que me dio. Todavía tengo que aprender los
pormenores de esta cosa. El último fue destruido cuando Carter
vio los mensajes que me enviaba el novio de mi mamá. Llegó a
una muerte oportuna cuando se rompió en su mano antes de que
lo tirara contra la pared. La cosa explotó al entrar en contacto.
Fue algo impresionante. Ahora entiendo por qué es el mariscal
estrella. No sólo puede lanzar, sino que su puntería está en el
punto. Todavía no me dice lo que decían los mensajes. Supongo
que por la expresión de su cara no estoy segura de querer
saberlo. Tuve un ‘yo me encargo’ de él. Cuando intenté preguntarle
qué quería decir con eso, sólo lo repitió. Le hice saber que no
quería que hiciera ninguna estupidez ni que se metiera en
problemas. Esa gente no vale la pena.

No estoy segura de cómo Carter lo logró, pero me trajo un


teléfono nuevo inmediatamente. Es como si hubiera surgido de la
nada. Es probablemente la pieza de tecnología más elegante que
he tenido nunca. Estaba a punto de recordarle que el novio de mi
mamá no valía la pena y entonces decidí que Carter puede tomar
sus propias decisiones. Voy a dejar que maneje la situación como
crea conveniente. Tal vez no debería haberlo hecho, pero se
siente bien tener a alguien que finalmente está de mi lado. Por un
tiempo, sólo podía depender de mí misma y ahora que Carter está
aquí, ya no me siento de esa manera. Ya no tengo que
preocuparme de que alguien me haga daño porque sé que él
nunca permitirá que eso suceda. Sé que Carter cumple las
palabras que dice. Yo le creo. Sé que lo resolverá. Aly me dio el
mismo consejo. Deja que Carter haga lo suyo mientras tu confíes
en él, y yo lo hago.

— ¿Por qué no esperas adentro?— Hace un gesto de regreso


a la escuela. En realidad, hoy hace un día muy agradable. El sol
ha salido y parte del frío ha desaparecido. Puedo tomar aire
fresco. Carter no me dejó salir en todo el fin de semana. No es
que estuviera rogando por algo. Tuve que arrastrarme fuera de la
cama esta mañana para empezar. Lo único que realmente me
movió fue no querer perderme la ducha matutina con Carter.

—Hace buen tiempo y quiero disfrutar del aire fresco. Estoy


justo afuera. No voy a ninguna parte, Carter— le digo,
recordándole que no tiene nada de qué preocuparse. —Date
prisa. Estaré aquí cuando termines. Cuanto antes llegues allí,
antes podremos irnos a casa— Sonrío y le guiño el ojo. Eso
parece tranquilizarlo. Se inclina y me da un último beso antes de
que empiece a entrar en el edificio de la escuela. Lo sigo hasta
que la puerta se cierra y ya no puedo verlo. Tiene una reunión
rápida con su entrenador. Hay tantas universidades detrás de él
por lo que me ha contado. El entrenador quería sentarse con él y
hablar de todos los detalles.

— ¿Tu hombre esta con el Coach también?— pregunta Aly.


Me doy la vuelta para verla caminar hacia mí. Una sonrisa se
forma en mis labios. Es tan agradable tener una amiga. Alguien
con quien compartir cosas.

—Sí. El tuyo también, supongo— Owen tiene que serlo. Las


clases han terminado por hoy y normalmente está ligado a Aly.
No hay muchas cosas por las que él se vaya de su lado, por lo
que he visto y Carter me ha dicho. Una reunión con el entrenador
sería una de las pocas excepciones.

—Sí— Ella camina hacia mí. —Me encanta verte apoyarte en


el coche de Carter. La mayoría ni siquiera camina junto a él.

Me río, sosteniendo las llaves. —Podemos dar una vuelta si


quieres — Me dio las llaves por si tenía frío y quería esperar
dentro del coche.

—Podríamos ir por un batido antes del club de costura —


Tiene una sonrisa malvada.

— ¿Club de costura?— Me río. — ¿Eso es una cosa?—

—Sí. Owen asiste conmigo— Eso me hace reír aún más


fuerte. No me sorprende ni remotamente que se inscribiera en ese
club para estar con ella tanto como sea posible.

—Ese hombre hará cualquier cosa para estar cerca de ti,


¿No?— Las dos subimos al coche de Carter. Nos abrochamos los
cinturones de seguridad y presiono el freno y el botón de
encendido. El motor ruge a la vida, dándome una idea de la
potencia que tiene. Mis manos se ponen un poco sudorosas por
la emoción. Nunca antes había conducido algo tan elegante.

— ¿Estás segura de que a Carter le parecerá bien que


conduzcas su auto?—

Me encojo de hombros, pongo el coche en marcha y golpeo


el acelerador. Creo que estará más alterado porque me vaya y no
se lo diga. No es como si no supiera dónde estoy. Lo vi en las
ubicaciones compartidas en nuestros teléfonos—

— ¿Cómo crees que Owen sentirá por que nos fuimos?—


Esa es la verdadera pregunta. Cuando se trata del coche de
Carter, puedo hacer lo que sea. Los ojos de Aly me disparan y
presiono el acelerador un poco más fuerte. —Eso es lo que pensé.
Volveremos antes de que se den cuenta de que estamos
perdidas— Aly asiente mientras nos dirigimos a obtener nuestros
batidos. El coche conduce como un sueño. Puedo ver su
atractivo. Es elegante, suave y potente, imitando los atributos de
su dueño. Puedo ver por qué Carter está tan tenso en cuanto a
cuidarlo. Nunca se lo admitiré porque es divertido hacerle pasar
un mal rato con su precioso coche.

La emoción muere rápidamente cuando veo las luces rojas y


azules detrás de nosotros. Se me hace un hueco en el estómago.
No hay nadie aquí para protegerme esta vez. Incluso puedo ver el
pánico en la cara de Aly. Me detengo sabiendo que no tengo otra
opción. Me trago ese bulto que se forma en mi garganta sabiendo
que estoy a punto de perderlo todo.
Capítulo 27
CARTER

—Hay varios medios de comunicación que han solicitado


estar presentes durante el día de la firma — El entrenador nos da
a Fast y a mí una hoja de papel. Ni siquiera lo miro porque no
hay nada más desagradable que sentarse frente a un montón de
cámaras mientras se hace algo. Sólo quiero jugar a la pelota y
amar a mi chica. ¿Es mucho pedir?

—No, gracias—

—No pensé que te interesaría, pero estoy obligado a


preguntar. Owen, ¿Qué hay de ti?—

— ¿Qué implica todo esto? ¿Incrementaría mis posibilidades


de empezar?— Se inclina hacia adelante, mientras sus ojos
escanean la página.

—Nadie puede prometer eso, hijo, pero la publicidad no es


algo malo. Yo sugeriría...—

El pitido de mi teléfono envía una leve mirada de irritación a


la cara del entrenador. Está acostumbrado a nuestra completa
atención, ya que los teléfonos y otros dispositivos están
estrictamente prohibidos en los vestuarios y en las reuniones de
equipo. Solía tener el teléfono permanente en No Molestar pero la
temporada ha terminado y quiero estar disponible para Mallory
en todo momento.

—Lo siento— digo sin un ápice de remordimiento, pero por


respeto a nuestros cuatro años juntos, saco esa cosa tonta de mi
bolsillo y estoy a punto de apagarla cuando leo el mensaje.
Agarro a Fast y lo arrastro a sus pies. —Lo siento, entrenador.
Tenemos que correr. Hay una emergencia real—
El entrenador también se pone de pie. — ¿Qué pasa?—

—Familia— grito y empujo a un confuso Fast delante de mí.


—Dame tus llaves— exijo.

— ¿Qué? ¿Por qué quieres mis llaves? — dice mientras yo


empujo y arrastro al receptor por el pasillo. El hombre es más
rápido que el viento, pero camina como si lo llevara a la iglesia.

—Porque mi coche está en la comisaría—

— ¿La estación de policía?—

Rompo las puertas dobles. —Creo que detuvieron a Mallory


mientras conducía mi auto — Le pongo mi teléfono en la cara.
Afortunadamente tiene buena coordinación y es capaz de correr y
leer al mismo tiempo.

—Oye, Carter, creo que te han robado el coche. La buena


noticia es que la policía atrapó al ladrón y todos están en la
estación. Al menos eso es lo que salió del escáner de la policía—

Fast se detiene. — ¿Dejaste que Mallory condujera tu


auto?—

— ¿Me das las malditas llaves ?— Grito. No estoy aquí para


un maldito discurso sobre lo quisquilloso que soy con mi auto.
Tenemos una emergencia en nuestras manos—Aly estaba con
ella—

—Puedo conducir— Me devuelve el teléfono y se va,


corriendo por el estacionamiento hacia su auto. Ya está en el
vehículo y tiene el motor encendido cuando llego. Sabía que ese
pequeño detalle lo pondría en movimiento.

—Te tomó bastante tiempo—

Me reiría si no estuviera tan asustado. —Sólo conduce—

Mientras Fast arranca del estacionamiento, llamo a mi


papá, sin importarme que probablemente esté interrumpiendo la
cena o algún tipo de fiesta sexual europea que él esté
organizando. Afortunadamente, responde en lugar de hacerme ir
al buzón de voz.

—Hijo, qué agradable sorpresa. Es hora de la siesta aquí,


así que, ¿Puedo llamarte en unas horas?— Hay un sonido
distinto en el fondo de alguien chupando y me digo a mí mismo
que es alguien tomando un batido para el almuerzo y no otra
cosa, más asquerosa, que podría apagarme el sexo para siempre.

—Necesito la información de contacto del alcalde Al y de un


abogado—

— ¿Qué pasa?— La voz de papá está repentinamente alerta


y de negocios.

—Mi novia— no, necesito que el se involucre seriamente en


esto —tu futura nuera fue arrestada por cargos falsos. Necesito
asegurarme de que la dejen salir y, lo que es más importante, de
que no repitan este error—

—No estoy seguro de qué es más desconcertante: que me


pidas ayuda o que digas que te vas a casar con una chica que
llevaste a casa hace una o dos semanas. Sin embargo, como
siempre, estoy feliz de ayudarte, hijo. No te preocupes por el
alcalde Al. Haré la llamada yo mismo. El abogado se reunirá con
ustedes en la estación—

El alivio me convierte en un charco y me desplomo contra el


asiento del automóvil. —Genial. Gracias—

—Podría ser aconsejable para ti cortar la raíz del problema-


cualquiera que sea. Los recursos de la familia están a su
disposición. Antes de que te cases, te pediría que hagas que tu
amada firme un acuerdo prenupcial—

—Innecesario— ladré al teléfono. — ¿Puedes ir más


rápido?—

— ¿Quieres que te detenga la policía?— Fast gruñe.

— ¿Por qué no? Vamos al mismo lugar—


—No estoy seguro que bueno es si estás encerrado—

Desafortunadamente, tiene razón, así que vuelvo a discutir


con mi padre.

—El prenupcial es simplemente otro contrato, como la


licencia de matrimonio, y permite separaciones convenientes—
dice.

—No me voy a separar, así que no va a ser un problema—

—Bien. No la dejarás, pero ese no es siempre el problema. A


veces ella quiere dejarte— Lo dice en voz baja, pero todavía hay
dolor. No sé qué fue lo que salió mal en la relación de mis padres,
tal vez fue enfermizo al principio. Una vez, cuando era pequeño,
durante una de sus discusiones, mi mamá gritó que no era una
propiedad que se pudiera comprar y vender. Incluso si su
acuerdo no fue uno que comenzó en un buen lugar, eso no
significa que Mallory y yo no vamos a durar.

—Si quiere irse, no se lo permitiré—

Papá se ríe. — ¿Qué vas a hacer? ¿Atarla a la cama?—

—Si tengo que hacerlo, sí. Me tengo que ir. Estamos en la


estación— Me dirijo a Owen. — ¿Qué harías si Aly dijera que ha
terminado contigo?—

La cabeza de Fast gira. — ¿De qué demonios estás


hablando? ¿Mallory dijo algo?—

—No. Sólo quería saber. ¿La dejarías ir o te quedarías con


ella?—

—Quedármela— responde inmediatamente.

—Yo también— Aunque Mallory quisiera dejarme, no dejaría


que eso pasara. Ella se entregó a mí. Tenía que saber que era
una promesa para siempre, no una que durara hasta que se
canse de nosotros. Si tuviera que hacerlo, sí, la ataría
absolutamente a la cama, la encerraría en una habitación,
construiría un castillo y lanzaría un hechizo que no permitiría a
nadie más que a mí. Si alguien la va a encarcelar, no va a ser la
policía del pueblo. Oh, claro que no. Mallory me pertenece.
Capítulo 28
MALLORY

Lo supe en el momento en que miré por el espejo retrovisor


y vi esas luces parpadeando que había terminado. Mi ansiedad
aumentó mientras veía a los dos oficiales de la fiesta salir y
dirigirse hacia el auto. Por un segundo consideré arrancar, pero
sabía que eso sólo empeoraría las cosas. Me atraparon y Carter
no estaba aquí para salvarme. Debí haberme quedado afuera,
como me dijo. El hombre es mandón, pero siempre por las
mejores razones.

Todo está borroso después de eso. Lo siguiente que supe es


que estaba esposada en la parte trasera de su coche de policía.
Parecían muy contentos consigo mismos. Especialmente el alto
que hacía todas las preguntas en la fiesta. Mantengo la boca
cerrada mientras me leen mis derechos. Podía ver a Aly
siguiéndonos en el coche de Carter y sabía que se pondría en
contacto con alguien.

Coloco mi mano en mi rodilla para evitar que rebote,


agradecida de que me hayan esposado las manos delante de mí
en vez de detrás de mi espalda. Nunca he estado en problemas
antes y mis nervios se están mostrando. Me siento en el banco
largo contra la pared en la sala de procesamiento mientras hacen
el papeleo. Por lo que me han dicho, una vez que termine aquí,
me ficharán y tomarán mi foto. Desde allí me llevarán a una
celda donde me quedaré hasta que pueda pagar la fianza. Esta
situación es abrumadora y todo mi cuerpo tiembla de nervios.
Pedí hacer mi llamada telefónica pero no me sé el número de
teléfono de memoria de Carter y estos dos oficiales haran todo lo
posible para no ayudarme.
Una agente entra en la habitación y se sienta a mi lado. —
¿Estás bien?

Casi me rompo a llorar, pero me aguanto. —Necesito que en


mi teléfono busque un número para hacer mi llamada— le digo,
con la esperanza de que ella me muestre algo de compasión. Se
levanta, sale de la habitación y regresa unos minutos después
con mi teléfono. Me afloja un poco las esposas para que pueda
maniobrar. Mis manos tiemblan, odiando la sensación de frío
metal en mi piel. Ella me da mi teléfono. Lo tomo de ella y le doy
al contacto de la única persona que conozco que vendrá
corriendo a mi lado.

—Mallory— Responde en el primer timbre.

—Carter— Me ahogo antes de poder terminar de decir su


nombre. —Tengo miedo— susurro. Más que asustada. ¿Y si tengo
que ver a Ricky? No quiero verle ni a él ni a mi madre.

—No llores. Ya casi estoy allí. Todo va a estar bien. Nunca


dejaré que te pase nada— Seco las lágrimas de mis ojos. Una
sensación de alivio me llena sabiendo que está en camino y que
finalmente tengo a alguien de mi lado. Sé que arreglará esto.
Carter no dejará que nadie me aleje de él. Su posesividad debería
asustarme, pero todo lo que siento es consuelo en ella. Sé que no
se detendrá ante nada para llegar a mí. — ¿Alguien te ha
tocado?— pregunta. La posesividad está ahora en su voz. No
estoy segura de qué decir porque no quiero que venga aquí y se
meta en una celda junto a la mía.

—Me acaban de esposar— le digo. Lo oigo tragar un suspiro.


—Mantente fuerte. Voy por ti— me tranquiliza. Creo que cuelga,
pero al cabo de un rato vuelve a hablar. —Te amo — Esta vez su
voz es suave y sé que está tratando de calmarme. Hace que mis
ojos lloren más por el lado tierno de Carter que es sólo para mí.
—Sé mi chica inteligente y fuerte. Estaré allí en un segundo—

—Yo también te amo— Aunque estoy sentada en una


estación de policía, le sonrío a sus palabras porque ni una sola
persona en esta tierra me las ha dicho antes. Me dan fuerza.
Aunque me gustaría que las circunstancias fueran diferentes,
sigue siendo agradable escucharlas. Presiono el botón para
terminar la llamada y devolverle el teléfono a la agente. Ella me
da una sonrisa suave antes de levantarse y dejarme sola en la
habitación.

Cierro los ojos, inclino la cabeza hacia atrás y me pregunto


qué va a pasar después. Sé que Carter se encargará, pero ¿Qué
implicará eso? Todavía puedo ver las caras engreídas de los
policías cuando me detuvieron. ¡Bien por ellos! Me atraparon.
Una chica que intentaba huir de una situación de mierda. De un
hombre que merecía más el que yo le quitara la cartera. Si
alguien debería estar bajo custodia, debería ser él. Conozco a este
tipo de gente. Todo lo que ven es a la pobre chica que no
pertenece a su comunidad. No se molestan en buscar más allá de
la superficie. He tratado con gente que me ha juzgado toda mi
vida por las costumbres de mi madre, así que esto no es
diferente.

Veo al policía alto acercándose a mí y preparándome para lo


que sea que vaya a decir. —Espero que te guste tu nuevo
alojamiento. No te preocupes, estoy seguro de que tú celda será
una mejora del remolque del que viniste—

Mantengo la boca cerrada mientras me agarra del brazo y


comienza a levantarme del banco. Me pongo de pie y empiezo a
caminar con él. Su agarre es fuerte en mi brazo, pero yo no hago
nada que le dé municiones para usar en mi contra. Tengo que
luchar para no gritar de dolor cuando sus dedos se clavan en mi
brazo sabiendo que va a dejar una marca. También sé que se va a
arrepentir. Ya no estoy sola. Puede empujarme en este momento,
pero va a pagar por la mano que acaba de ponerme. Lo sé.

—Detective Murray. Detective Grant. En mi oficina ahora—


Una voz fuerte llena la habitación. Cuando miro hacia arriba veo
a un hombre mayor. Él llama la atención, así que supongo que es
su superior. El detective Grant me afloja el agarre después de
guiarme de vuelta al banco en el que había estado sentada
anteriormente. Sonrío interiormente, sabiendo que Carter ya está
haciendo su magia. Apenas me siento en el banco cuando la voz
profunda de Carter resuena en la estación de policía.

No lucho contra la sonrisa engreída que me tira de los


labios. A veces amar al imbecíl es mejor que al príncipe azul. En
realidad, mi Carter es ambas cosas. Hace honor a ambos
nombres cuando se trata de mí. Todos los demás en esta estación
están a punto de conocer al Carter del que otros se mantienen
alejados. Excepto yo. Le doy la bienvenida a todos sus lados con
los brazos abiertos. Me ha enganchado. Maldito sea. El profundo
estruendo de su voz enojada me excita mientras estoy esposada
en una estación de policía. Estoy segura de que él también se
encargará de eso más tarde.
Capítulo 29
CARTER

Un tipo de pelo blanco con barba de Papá Noel está parado


en las escaleras de la estación de policía cuando llegamos. Pasé
corriendo junto a él, pero me agarró del brazo.

— ¿Carter Franklin?

—Lo siento, hombre— Me sacudo su sorprendentemente


firme agarre. —No tengo tiempo— A algunos de estos ancianos
les encanta hablar de los buenos tiempos en los que jugaban a la
pelota. Suelo entretenerlos porque asi no voy a ser yo algún día,
joder. Hoy, sin embargo, tengo que ir a Mallory.

—Soy Kevin Bailey. Tu padre me llamó y me pidió que nos


reuniéramos aquí para hablar de un arresto ilegal—

Retrocedo de inmediato. No se parece a ninguno de los


tiburones que mi padre emplea. Esos tipos son todos de pelo liso
y trajes azules oscuros con corbatas a rayas que son de escuela.
Parece que los sacaron de una fábrica de abogados. Este hombre
está a un traje rojo de casi ser confundido con Jolly St. Nick.

Sonríe, sus mejillas se convierten en bolas rojas. —Entra y


te ayudaré. ¿Por qué no me cuentas los detalles?—

Ser un buen mariscal de campo se trata de tomar decisiones


en fracciones de segundo. Considero su oferta durante medio
segundo y luego empiezo a hablar. —Encontré a Mallory en la
parte trasera de mi auto hace una semana y media. Se había
escapado de su casa porque el novio de su madre se estaba
acercando a ella. No tenía dinero propio, así que tomo la cartera
de este tipo. Creo que tenía unos cuantos cientos. Hace un par de
días, tuve una fiesta en mi casa. La policía vino a buscarla y les
dije que era mi prima—

— ¿Y no interrogaron a nadie más?—

—Todos los apoyamos— dice Fast.

Papá Noel mira por encima de mi hombro a mi compañero


de equipo. —Bueno, un grupo muy estable de amigos— hace la
observacion. —Eso dice algo de ti—

—Nada bueno— interrumpe Fast. —Todos lo odiamos


porque es un imbécil—

Me volteo hacia Fast.

—Más vale ser temido que amado, dijo Maquiavelo—


menciona Santa alegremente, para nada desalentado por el
sarcasmo de mi compañero de equipo. Santa debe tener algún
elfo sabelotodo.

—No quiero interrumpir esta fiesta de hermandad entre


ustedes dos— les digo —pero Mallory está esposada y en una
celda de la cárcel, así que tenemos que entrar ahí ahora y
sacarla. ¿Tienes un plan?—

—Sí, pero tengo curiosidad por saber el tuyo. Tienes uno,


¿Verdad?— Papá Noel me mira.

—Sí. Se trata de hablar de cómo el jefe de policía pasó unas


vacaciones en mi casa esnifando coca en el culo de una modelo
— Tengo mucha información sobre ese hombre. Mi padre tiene
una mierda aún peor sobre el alcalde Al, por lo que el funcionario
municipal no hace nada sin la aprobación de mi padre.

—Ah, bueno, guardemos tu poder e intentemos mi manera


primero, ¿De acuerdo?— Santa sugiere.

—La quiero fuera hoy— le dije.

—Por supuesto. Ningún otro resultado es aceptable—


Esas son palabras de aliento, así que lo sigo hasta la
estación. Hay un pequeño vestíbulo y una mujer sentada detrás
de una barrera de cristal. A mí izquierda hay una puerta. Lo
intento, pero está cerrado. Mientras tanto, Papá Noel saluda a la
recepcionista por su nombre de pila.

—Debbie, estás preciosa como una foto. ¿Cómo está tu


nuevo nieto? — dice, tirando su maletín sobre el mostrador.
Mientras ella contesta, él comienza a desabrochar el maltrecho
bolso y a sacar algo de papel.

—Es una muñeca, Sr. Bailey, una muñeca honestamente.


Tengo fotos aquí—

—Quiero verlas. Mira esto mientras yo miro a tu preciosa


niña— Los dos hacen un intercambio.

Mientras Papá Noel mira las fotografías y Deb empieza a


buscar un documento legal, yo me rompo los nudillos. Esto está
llevando demasiado tiempo.

—Dijiste que le darías una oportunidad— susurró Fast en


mi oído.

—Ha pasado al menos un minuto desde que entramos


aquí— gruño. La quiero fuera ahora.

—Sr. Bailey, ¿Está demandando a la estación?—

—No esperare, Deb. Sinceramente, no quiero, pero los


hombres de aquí han detenido a una inocente y no podemos
tolerar ese tipo de comportamiento, ¿No?—

—Pero el Sr. Bailey, el sheriff de Hottenberg envió los


papeles del arresto—

—No sabía que el sheriff de Hottenberg estaba a cargo de


nuestra ciudad—dice Santa.

—Por supuesto que no, pero…—


—Será mejor que traigas a la chica aquí para que podamos
ver que está bien. No quiero añadir ninguna queja sobre abuso
físico—

—Oh, Sr. Bailey, nunca permitiríamos nada de eso—

Santa responde con una mirada de desilusión que hace que


Deb baje los ojos de vergüenza. Joder, ¿qué pasa aquí?

Me aclaro la garganta para que Papá Noel sepa que su


oportunidad está cerca. Me reconoce levantando la mano.

—Deb, no quiero presionarte, pero tengo al joven Carter


aquí y sólo puedes retener a un toro enojado por un tiempo—

Deb me da una mirada incierta. Le enseñé mis dientes.

—Bueno, no sé...—

Doy un paso adelante. Se pone de pie de un salto. —


Enseguida vuelvo— Ella mueve su silla hacia atrás y desaparece
por una puerta trasera. Mi instinto de lucha se activa y me lanzo
hacia la barrera de cristal. Mi hombro hace impacto pero el
cristal a prueba de balas aguanta. Busco un arma, pero lo único
que puedo ver es una fila de sillas de plástico atornilladas al
suelo.

—Está bien, Carter. Deb va a buscar a tu chica— me dice


Santa, sentándose en una de las sillas.

— ¿Cómo lo sabes? Ni siquiera es oficial de policía—

—Ella tiene llaves— Es tan tranquilo y despreocupado. Eso


debería aliviar mi ansiedad, pero no lo hace.

Me vuelvo a Fast. — ¿Tienes una gato hidraulico en el


coche?—

—Sí, pero ¿por qué?—

—Porque estare derribando esta pared y necesito una


herramienta— Pisoteo hacia la salida. Mientras alcanzo el mango,
suena un zumbido detrás de mí y una vocecita me dice: —
¿Carter?—

Me doy la vuelta para ver a Mallory volando por el vestíbulo


y a mis brazos.
Capítulo 30
MALLORY

Carter me atrapa fácilmente mientras lo sostengo fuerte,


enterrando mi cara en su cuello. —Lo siento— le digo contra su
cálida piel.

Su olor me calma inmediatamente. Él es mi hogar. El único


real que he conocido. Ha hecho tanto por mí en el poco tiempo
que nos conocemos. No puedo imaginarme dónde estaría si no
fuera por él dejando las puertas de su coche abiertas. Me
estremezco al pensar eso porque sé que aún estaría en esa celda
sin esperanza de salir. No creo que vuelva a salir de su lado. Esta
vez mis pinchazos a Carter fueron demasiado lejos, pero eso no
va a impedir que siga tratando de despeinar sus plumas en el
futuro. Será mejor que se acostumbre a que esté por aquí porque
nunca me perderá de vista después de este pequeño fiasco.

— ¿Acabas de decir que lo sientes?— Carter dice sonando


casi enojado por eso. Me inclino para mirarlo. Tiene su mano en
mi trasero sosteniéndome en su lugar con mis piernas alrededor
de él. Lo beso. No puedo evitarlo. Estoy tan agradecida de tenerlo
de mi lado. Puede estar de mal humor por lo que sea que esté
aquí frunciendo el ceño, pero tendrá que esperar hasta que
termine de besarlo. Lo que sea tendrá que ser puesto en segundo
plano hasta que me canse de mi hombre. Profundizo nuestro
beso, silenciándolo todo el tiempo que puedo. En el fondo sabía
que vendría a buscarme, pero ver es creer. Ahora sé sin duda
alguna que este hombre siempre va a estar aquí para mí. Incluso
si le robo el coche.

Se retira del beso. —Maldito infierno. Estamos en público—


me recuerda. Siento su polla dura clavarse en mi estómago. No
sólo estamos en público, estamos en medio de la comisaría. Me
da escalofríos cuando pienso en los oficiales que me detuvieron.
La preocupación comienza a abrumarme al pensar en volver a
verlos. Carter mueve su agarre sobre mí cuando uno de sus
dedos viene a levantar mi barbilla, haciendo que le mire a los
ojos.

— ¿Por qué dices que lo sientes? ¿Esos cabrones arruinaron


esa pelea en ti? — me reta.

—Bien, no lamento haberte robado el coche—

—Esa es mi chica— Esta vez me besa. Es demasiado rápido


y me pone de pie antes de que yo quiera. Lo único en lo que
puedo pensar es en salir de aquí. Quiero estar a solas con Carter
para que podamos besarnos en casa donde nadie nos vea. Casa.
La simple palabra establece algo muy dentro de mí. Carter se
inclina y me besa el cuello, causando un escalofrío diferente a
través de mí.

—Dame un segundo— dice, alejándose de mí. Extiendo la


mano y le agarro el brazo, preocupada de que vaya a hacer algo
estúpido. Debe ver la preocupación en mi cara.

—Sólo necesito hablar con Santa Claus— Miro al tipo que se


parece a Santa Claus. Mi agarre sobre Carter se hace más fuerte.
—Tú ganas— Suspira, tirando de mí hacia su lado mientras
caminamos hacia el hombre mayor. Todo el mundo sigue
mirándonos. Es entonces cuando veo que Aly y Owen también
están aquí. Había olvidado que estaba conmigo cuando los
detectives me detuvieron. Una punzada de culpa me golpea
cuando me doy cuenta de que ella también debe haber estado
asustada. Estoy segura de que Owen también estaba nervioso
cuando se enteró. Tendré que disculparme con los dos.

—La billetera de ese hijo de puta que esta perdida de la cual


que siguen acusando a mi chica de tomar— dice Carter en voz lo
suficientemente alta para que todo el mundo la oiga. —Más le
vale que no ponga mis manos en él— Carter ya la ha tenido en
sus manos antes. Luego la metí en el fondo del armario. No sé si
sabe dónde está o no. Es probable que lo haga. —Porque si la
encuentro, voy a devolver esa mierda personalmente. Si yo fuera
él, lo olvidaría a menos que quiera que eso suceda— La amenaza
suena clara en sus palabras. Nadie dice una palabra. No sé qué
clase de influencia tienen Carter y su familia por aquí, pero debe
ser muy importante. Acaba de hacer una amenaza y nadie está
haciendo nada al respecto. No sólo eso, parecía listo para
destrozar este edificio antes de que yo saliera volando por esas
puertas y nadie parecía que iba a detenerlo. Una vez más aprecio
el lado idiota de Carter. Definitivamente tiene sus beneficios.

—Nadie está buscando una billetera— Echo un vistazo para


ver al mismo hombre mayor que llamó a los detectives Murray y
Grant a su oficina unos minutos antes de que Carter llegara
aquí. No estoy segura de lo que les pasó, pero no los he visto
desde entonces.

—Alcalde — La voz de Carter es muy dura. No está diciendo


el nombre del hombre en el saludo. Está buscando una
respuesta.

—Fue un error. Todos sabemos lo mucho que te gusta tu


coche. Pensamos que alguien lo había robado— Se aclara la
garganta. —Nos disculpamos y los dos detectives serán
atendidos—

—Hay un montón de mierda que parece que necesita ser


arreglada por aquí. Sería mejor si yo no fuera el que tiene que
hacerlo— Con esa última advertencia, Carter me saca de la
comisaría. El aire fresco golpea mi cara y agradezco a mis
estrellas de la suerte que Carter está en mi vida.

— ¡Deuce!— Aly grita.

Carter se vuelve hacia ella. —Jesús. Más vale que no


empiecen a llamarme así todos— Yo lucho con una risa.

—Ella fue un paseo suave— Ella cuelga las llaves del auto
de Carter en su mano antes de tirarlas hacia nosotros. Carter las
atrapa fácilmente. Me río de la emoción de Aly por conducir el
coche de Carter.

—Gracias— De hecho, les da una sonrisa. —A los dos. Lo


digo en serio. Gracias por vigilar a mi chica—

Owen lleva a Aly a su lado comprendiendo. —Para eso están


los amigos. Incluso los que fingen ser imbéciles pero no lo son—
Se encoge de hombros.

Carter mueve la cabeza porque es verdad. Carter puede ser


un imbécil, pero siempre hay buenas intenciones detrás. Me
despido y le prometo a Aly que nos pondremos al día pronto.
Carter me lleva hacia su auto, abriendo la puerta del pasajero
para que yo pueda entrar antes de saltar al lado del conductor.
Ajusta su asiento y arranca el coche.

—Debería haber sabido que te ibas a ir con mi coche— Sale


del estacionamiento.

—Ni siquiera sé por qué lo hice— lo admito. Antes de Carter,


yo siempre seguía las reglas y trataba de pasar desapercibida.
Sólo robé esa cartera para sobrevivir. Le miro por encima. —Ni
siquiera tengo una licencia de conducir de verdad— Miro a
Carter, esperando que explote de ira. En vez de eso, echa la
cabeza hacia atrás y se ríe. Es tan inesperado que le sigo la
corriente. Se ve tan guapo cuando no está frunciendo el ceño.
Verle disfrutar empieza a excitarme. Me encanta cuando está tan
relajado y parece que soy la única que saca eso. Alcanzo la
consola y le meto la mano en el muslo. Su risa se detiene
inmediatamente. Deslizo mi mano para agarrarlo. Su respiración
se acelera cuando lo acaricio sobre sus pantalones.

—Carter— Sigo acariciándolo lo mejor que puedo. —


Conduce más rápido—
Capítulo 31
CARTER

— ¿Estás lista?— Yo enderezo las solapas del abrigo


burgundy de Burberry que Mallory tiene sobre sus hombros.
Todavía hace frío y no puedo dejar que mi chica se resfríe.
Debería haber manejado esto hace semanas. He querido hacerlo,
pero Mallory me decía que lo dejara pasar. Eso fue hasta que se
despertó anoche con una pesadilla gritando que los policías la
habían atrapado. Ahí fue cuando supe que tenía que arreglarlo.
Ella misma no lo va a dejar pasar y finalmente voy a poner esta
mierda en la cama para todos hoy.

—Yo nací así, nene— dice, pero debajo de su tono de luz


oigo una sensación de ansiedad. Ella sabe que tenemos que
hacer esto también. Sería bueno que se quedara aquí en nuestra
cochera, pero cuando le dije que iba a visitar a su mamá y al
holgazan del novio, ella insistió en venir. Trata de restar
importancia a sus sentimientos por su madre, pero sé que los
tiene. Si alguien sabe esa mierda soy yo. Ambos podemos tener
madres egoístas, pero en cierto modo no podemos evitar amarlas
sin importar cuánto nos esforcemos por no hacerlo.

—Bien. Pero estoy nerviosa. Espero que planees tomarme la


mano todo el tiempo— Meto sus dedos en mi bolsillo y la saco por
la puerta.

—Sé que mientes para hacerme sentir mejor— se queja. Por


supuesto que lo hago. Haría cualquier cosa por mi chica para
hacerla feliz.

Echo una mirada por encima del hombro. — ¿Funciona?—


—Mínimamente. Me preocupa más el problema en el que te
vas a meter. El alcalde Al no tiene mucho control en
Hottenberg—

Si alguien me pregunta cómo Mallory ha cambiado mi vida,


tengo que decir que me he vuelto menos egoísta. Antes hubiera
entrado en calor, lo que significa que podría haber cometido un
error o diez. Ya no estoy solo, así que no puedo ser tan
imprudente como antes. Mallory es mi número uno ahora, así
que cada acción que tomo la afecta a ella. —No te voy a dejar
sola, cariño. Nada es más importante mientras yo esté contigo—

— ¿Ni siquiera la venganza?—

Quito el seguro de mi Maserati y la acomodo dentro antes


de responder. —No creo que tenga que haber una opción— Le
doy un toque en la nariz con el dedo antes de ir a mi lado. —
Nunca me he metido en problemas serios antes de esto, así que
no veo por qué debería meterme en problemas serios ahora—

— ¿Así que no te vas a poner físico con Ricky? Porque


cuando encontraste la cartera por primera vez, me arrancaste la
camisa y dijiste que lo ibas a matar— me recuerda mientras
conduzco el Maserati por el camino.

—Te arranqué la camisa para que no te fueras y creo que


mis palabras exactas fueron: “Voy a enterrar a este tipo”, lo que
puede significar muchas cosas diferentes—

—Espero que esas cosas no incluyan actividades ilegales—

—No voy a darle una paliza si eso es lo que me estás


preguntando—

Ella suspira y se empuja contra el asiento. —Hay mucha


área gris entre no darle un golpe y todas las cosas tácitas que
quieres hacerle—

—Cariño, no te preocupes. Ya me he encargado de esto—


Ella se calla, así que me acerco a la consola y meto la mano
entre sus piernas. —Debería hacerte conducir — le digo —y ver
lo buena que eres mientras te follo con los dedos—

—Necesitarías un auto nuevo— dice ella, pero se mueve


hacia abajo para que su coño caliente descanse sobre mis dedos.
Menos mal que puedo conducir con una mano.

—Me estaba cansando de este pedazo de mierda de todos


modos— Le hago a un lado las bragas y le acaricio los labios que
se hinchan rápidamente.

Se retuerce contra mí. —Sí, este es un coche terrible.


Probablemente necesitemos un coche más grande con un asiento
trasero de verdad—

—Y tal vez un conductor — deslizo un dedo dentro de ella.

—Sí, un conductor podría ser...— Ella deja salir un grito


ahogado mientras yo muevo mi dedo hacia adelante para frotar
contra ese pequeño trozo de piel que la vuelve loca.

—Suéltate, nena. No te preocupes por nada. Carter se va a


encargar de todo— canto. Ella hace lo que le pido, inclina la
cabeza hacia atrás, apoya los pies contra el salpicadero y monta
mis dedos hasta que un buen orgasmo recorre su cuerpo.
Mantengo mis dedos allí durante todo el viaje, incluso después de
que se duerme contra la puerta porque quiero que sepa que
siempre voy a estar con ella.

Se despierta cuando el coche baja la velocidad frente a un


complejo de apartamentos anticuado. No hay puerta, sólo un
gran aparcamiento de asfalto agrietado. Me hace usar unas
toallitas húmedas de su bolso para limpiarme los dedos porque la
idea de que vaya a la casa de su mamá mientras Ricky está allí
con su olor en mi cuerpo le da asco. Me gustó un poco, pero me
recuerdo a mí mismo que no se trata de mí. Se trata de ella, así
que borro cualquier rastro de ella y luego la beso con fuerza.
—No te preocupes, cariño. Todo va a estar bien— Tomo su
mano en la mía y subimos las escaleras. Usa una llave para
dejarnos entrar por la puerta principal.

—Está al final. Apartamento 14— me dice.

El apartamento 14 tiene una sucia alfombra de bienvenida


con las primeras letras desgastadas, así que sólo dice “venida”.

—Eso es lo que Ricky está haciendo— dice Mallory. —Tiene


el sentido del humor de un niño de diez años—

—Suena como un insulto a los niños de diez años— bromeo.


— ¿También tienes la llave del apartamento?—

Ella la mete en la puerta y la empuja para abrirla. Es


tranquilo, lo que me sorprende. Pensé que alguien se levantaría.
Es sábado y son casi las diez de la mañana.

—Puede que todavía estén en la cama— susurra Mallory.


Señala una puerta cerrada hacia un lado. Suelto su mano. Ver
este lugar me hace desear haber encontrado a mi chica antes.

—Quédate aquí. No hay necesidad de que veas la salchicha


del viejo Ricky—Aunque parece del tipo que se pone los
pantalones cortos inmediatamente después del sexo.

Mallory hace una mueca al pensarlo. —Sí, está bien—

Empiezo a abrir la puerta, pero ella me agarra la mano. —


Por favor, no hagas nada que te meta en problemas— Ella suplica
con los ojos.

—No lo haré— la tranquilizo, dándole otro beso tosco.


Después de que ella me suelta, cruzo la habitación y luego, con
un movimiento rápido, pateo la puerta. Claro que sí, los dos
estaban durmiendo. La madre de Mallory sale disparada de la
cama, agarrándose a las sábanas contra su pecho y dejando a
Ricky expuesto con su trasero cubierto de un bóxer.
Hay un vaso de líquido ámbar a medio tomar en la mesita
de noche. Lo agarro y se lo tiro a la cara. Se levanta bruscamente
farfullando.

— ¿Qué mierda?— Ruge.

— ¿Quién eres tú?— La madre de Mallory chirría.

—Eres Ricky, ¿Verdad?— Sólo quiero asegurarme de que


voy a vencer al hombre adecuado.

—Sí, ¿Quién eres, idiota?— Comienza a levantarse, pero lo


tumbo con un gancho de derecha.

—Oh, Dios mío— grita la madre. — ¿Te envió Pat? Juro que
íbamos a pagar por esas drogas. Sólo nos atrasamos un poco.

—Cállate, perra— gruñe Ricky, sosteniendo su mandíbula


con su mano derecha. —Mira, si eres de Pat, ya hicimos un
trato—

—No de Pat, pero es bueno oír que admites que eres un


sucio criminal. Entra, cariño. El imbécil se está vistiendo— Le
quito una camisa del suelo y se la tiro. —Usted, señora, su hija
está aquí. Ella tiene algo que decir. Después de que ella lo diga,
voy a terminar de darle a Ricky una lección sobre lo que pasa
cuando le falta el respeto a mi chica y luego te dejaré quinientos.
Ese es el último contacto que vamos a tener. ¿Lo entiendes?

— ¿Mallory? ¿Mallory está aquí?— Su madre vuela a través


de la habitación. Me interpongo en su camino antes de que
pueda alcanzar a mi chica.

—Uh-uh. No más manipulaciones de tu parte. Mallory es la


que habla y tú vas a escuchar— Chasqueo los dedos en la
dirección de Ricky. —Te dije que te pusieras esa camisa. No me
hagas repetirlo de nuevo—

— ¿O qué?— Se burla.
Dejo a la mamá y me dirijo a la cama y le tiro el vaso en el
costado de la cara. Emite otro grito de dolor y trata de hacerme
frente. Me hago a un lado y se cae de bruces. La madre de
Mallory empieza a gritar mientras Ricky se pone de pie. Carga de
nuevo. En vez de apartarme, le doy un puñetazo en la mandíbula
otra vez. Esta vez, cuando cae, no se levanta de nuevo. Tiro la
camiseta encima de su espalda expuesta.

—Pensé que no ibas a enterrarlo— dice Mallory desde la


puerta.

Me froto los nudillos con una mano. —No veo nada sucio
aquí. ¿Tienes algo que decirle a tu madre?—

Mallory me asiente y se vuelve hacia la mujer mayor, que


está de pie en medio de la habitación con una sábana que apenas
cubre su cuerpo y su mandíbula se abre de par en par.

—Siento haber tomado la cartera de Ricky. Aquí está con


todo el dinero intacto. Estaba tratando de llevarme a la cama y
me preocupaba que no aceptara un no por respuesta, así que
tomé su billetera y huí—

— ¿De qué estás hablando? Ricky nunca...—

—O le crees a tu hija o te callas la boca— digo. Sé que le


contó a su madre lo de Ricky y se deshizo de ella. La madre de
Mallory mantenía a Ricky por las drogas. No es ella quien
necesariamente está molestando a su propia hija, sino a la
adicción.

— ¿Qué? ¿Cómo te atreves...?—

—Bien, no necesitas tener el dinero de regreso — Tomo la


mano de Mallory y finjo que me voy.

—Espera. Espera—

Nos damos la vuelta. La madre de Mallory se lame los


labios.
— ¿Cuánto dijiste que había en la billetera?—

— ¿Cuánto quieres que haya?— Pregunto. —Puede ser más


si te aseguras de que Ricky olvide que Mallory existe. De lo
contrario, volveré para llevarme tu casa, tu trabajo y todo lo que
necesites para sobrevivir. Te echaré a la calle para que tengas
que mendigar de rodillas a que te den de comer—

A mi lado, Mallory se queda quieta y callada porque sabe


que lo haré. Puedo ser un imbécil, todo el mundo lo sabe, pero si
traicionas a mi chica, llevaré esa mierda al extremo. No será
bonito. No le haría ninguna de estas cosas a esta mujer porque
es la maldita madre de Mallory, pero no me importa asustar a ese
idiota para que haga lo que yo quiera.

—Si le pones una correa a Ricky, te enviaré dinero todos los


meses. No será mucho. Lo suficiente para alimentarte, vestirte y
para limpiarte. Si te pones limpia, sobria y quieres una relación
con Mallory, podemos reevaluar, pero todo depende de que te
asegures de que Mallory pueda vivir su vida libre de cualquier
temor de este imbécil de aquí o de cualquier otra persona. ¿Lo
comprendes?

La madre de Mallory no tiene que pensárselo dos veces. Este


trato suena muy bien para ella. —Sí. Sí — Ella asiente. Se frota
las manos como si pudiera sentir el dinero.

— ¿Este trato es bueno para ti, cariño?— Pregunto.

Con ojos tristes, Mallory asiente. —Sí. Es bueno para mí—

Tomo la billetera y la tiro encima de la espalda de Ricky. —


Aquí tienes. Cumpla sus promesas, señora, y hay más de donde
viene eso—

Para mi gran sorpresa, la madre no se cae inmediatamente


sobre la cartera. Ella extiende una mano en la dirección de
Mallory. —Lo siento, cariño. Realmente lo hago. Las drogas me
hacen hacer cosas que no siempre quiero—
Mallory suelta un aliento tembloroso. —Lo sé, mamá.
Consigue ayuda, por favor—

La mujer asiente. —Lo haré. Te quiero, cariño—

Mallory cierra los ojos por un momento, casi como si no


pudiera creer que su propia madre le dijera esas palabras.

—Desintoxícate, mamá— responde Mallory. Me aprieta la


mano y me saca de la habitación.

— ¿Estás bien?— Pregunto.

—Sí y no. Me alegra que reciba ayuda, pero lamento todo lo


que pasó antes. No me gusta verla en esas condiciones—

—Lo sé. Pero recuerda que ya no estás sola. Me tienes a


mí—

Mallory sonríe. —Lo hago, ¿No?—

Llevo su mano a mis labios. —Siempre y para siempre—

—Subir a tu auto fue una verdadera apuesta, Deuce, pero


valió la pena—

Me caliento bajo su dulce sonrisa. —Vámonos de aquí—


gruño. La tomo en mis brazos y salimos de su pasado para entrar
en nuestro futuro.
Capítulo 32
MALLORY

— ¿Crees que puedo ser chef?— Le pregunto a Carter


mientras revuelvo la salsa que he tenido en la estufa la mayor
parte de la tarde. El sol se está poniendo y Carter enciende un
fuego. Es difícil de creer que esta sea mi vida. Todavía estoy en el
instituto, pero Carter y yo estamos jugando a la casita. Cocinar
para nosotros se ha convertido en algo normal y estoy
descubriendo que es algo que me encanta hacer. También me
relaja. Se siente natural y nunca antes me había dado el lujo de
cocinar comidas enteras. Diablos, nunca he tenido suficiente
comida para cocinar. La despensa aquí no tiene fin. Creo que es
más grande que mi viejo dormitorio en la casa de mi madre. La
comida siempre parece estar apareciendo y siendo abastecida.
Estoy bastante segura de que Felton viene mientras estamos en
la escuela y lo almacena para nosotros. Cuando le he preguntado
a Carter acerca de comprar algunas cosas, siempre parecen al
día siguiente.

—Creo que puedes ser lo que quieras, nena— Tanto Carter


como yo estamos más relajados desde que llegamos a casa
después de ver a mi madre. Hicimos el amor y nos desmayamos
en los brazos del otro. Creo que esa fue la mejor siesta de mi
vida.

No sabía lo malo que había sido el peso sobre mis hombros


hasta que desapareció. Creo que Carter también había estado
cargando algo. Quería su turno con Ricky y advertir a mi madre.
Nunca estuve más agradecida de que fuera un imbécil que
cuando estábamos en su casa. Carter transmitió el mensaje alto
y claro en su manera arrogante, pero también mostró compasión
por mi madre ofreciéndole una salida de esa vida. Le dio la
opción de buscar ayuda. Algo que ni siquiera sabía que quería
que hiciera hasta que lo hizo. Carter es bueno evaluandome y
había dado en la cabeza del clavo. Lo amé más de lo que jamás
pensé que fuera posible en ese momento. Eso es lo que tiene
Carter, siempre me cuida y hace lo que cree que es mejor para
mí.

—Tengo que hacer algo — Me encogí de hombros, volviendo


al mostrador para cortar las verduras para nuestra ensalada.
Hice un aderezo casero para él. Gertie me ha pasado la receta.
Me ha enseñado un montón de comidas rápidas para preparar
para dos personas. Ella ha sido la chef de la familia de Carter
durante muchos años y estuvo más que feliz de ayudarme.

Carter tiene su selección de universidades. Tiene su carrera


planeada. Ya ha dejado claro que dondequiera que vaya, voy yo.
Tal vez debería encontrarlo grosero, pero no lo hago. Por
supuesto que hablé de ello, pero al final ambos sabemos que iré
con él a la universidad que él elija. No estoy segura de lo que hay
en las cartas para mí. Nunca lo he pensado mucho. La
universidad no es algo para lo que estaba preparada para asistir,
pero mentiría si la idea de seguir estudiando no me entusiasma.

—No tienes que hacer nada— Le echo un vistazo. —Excepto


yo — Él guiña el ojo. Pongo los ojos en blanco y sonrío. —Hay
escuelas culinarias en todas partes— dice cuando vuelvo a cortar
las verduras. — ¿Quizás empezemos a investigar algunas?
Diablos, tu cocinas tan bien que podrías aprenderlo sola—

—Sólo estás diciendo eso — Todavía me sonrojo bajo el


elogio. No se puede confiar en él. Cree que soy buena en todo lo
que hago.

—Nena. He comido en los mejores restaurantes del mundo.


Conozco la buena comida. La tuya está malditamente deliciosa—
Sus ojos se encuentran con los míos para hacerme saber que va
en serio. —Mis tacos siguen siendo mejores que los tuyos, pero
nadie es perfecto— No puedo evitarlo. Sonrío más porque amo
nuestra vida y amo a este hombre frente a mí.
—Iría allí y te besaría pero terminaríamos en la cama y mi
pan aún está en el horno y no quiero que se queme— Hago un
beso al aire. Comienza a levantarse, pero yo le apunto
juguetonamente con mi cuchillo de picar. —Siéntate— Trato de
mantener mi tono firme.

Sus cejas se arrugan juntas y cae en su silla. Yo casi lo


llamaría hacer pucheros. Su teléfono suena, distrayéndolo por un
momento. Sé que probablemente es su padre. No deja el sonido
encendido para mucha gente. Sé que él y su padre son algo
cercanos, pero en las semanas que llevo aquí todavía no he
conocido al hombre. No estoy segura de si eso es algo bueno o
malo en este momento. Carter respeta a su padre. Puede que no
apruebe las relaciones de su padre, pero las mantiene separadas
de las suyas. Creo que está ocupado, tal vez. Sé que no es que
Carter esté tratando de esconderme. Le gusta que todos sepan
que soy su chica. Todavía nos encontramos con personas que
están conmocionadas por esta revelación.

— ¿Tienes suficiente para otro?— pregunta Carter.

—Sí, ¿Por qué?— Creo que ya lo sé. Mis pensamientos me


han dado una respuesta.

—Papá va a venir— Deja caer el teléfono sobre el mostrador,


recostado en su silla.

— ¿Ahora mismo?— Tiro el cuchillo. Mis manos van


inmediatamente a mi pelo. Miro hacia abajo a lo que llevo puesto.
Estoy en la camisa de Carter y un par de sus calzoncillos. Estoy
hecha un desastre.

—Estás bien. Es sólo mi papá— dice como si no fuera gran


cosa.

— ¿Y si no le gusto?— ¡Eso es un gran problema! Ya sabe


todo sobre la billetera y el incidente en la comisaría. Estoy
empezando a entrar en pánico por dentro.
—Me importa un bledo si lo hace o no. No irás a ninguna
parte— Aun así, actúa como si esto no fuera gran cosa.

— ¡Carter!— Le grito.

—Nena— Se levanta de la silla y se acerca a mí. Me levanta,


me pone sobre el mostrador. —Le vas a gustar. Le gustas a todo
el mundo— Dice la última parte como si fuera algo malo que le
gustara a todo el mundo. —Confía en mí— dice antes de
besarme. Como todos sus besos me hacen a mí, me relajo,
dejándole que me calme.

No es hasta que alguien se aclara la garganta que retrocedo


para ver a un hombre parado allí que se parece mucho a Carter.
Sólo que mayor, con el pelo canoso y el traje puesto.

—Toca, papá— le dice Carter mientras se aleja de mí para


acercarse a él.

—Lo hice— Se dan medio abrazo. Me siento en el mostrador,


no sé qué hacer. Levanto la mano y saludo como una idiota.
Quiero usar la misma mano para darme en la cara. Carter
camina hacia mí y antes de que pueda presentarme, me bajo del
mostrador y abrazo a su padre. Creo que está un poco
sorprendido, pero me abraza. Estoy nerviosa y mis manos están
sudorosas, así que un apretón de manos estaba fuera de
discusión.

—Tú debes ser mi futura nuera de la que tanto he oído


hablar— dice el Sr. Franklin antes de que pueda presentarme
adecuadamente. Probablemente piense que estoy loca ahora. No
tengo que mirarme a la cara para saber que me estoy sonrojando.

— ¿Qué pasa con esto de los abrazos?— Carter gruñe a mi


lado, alejándome de su padre. Su padre echa la cabeza hacia
atrás y se ríe de los celos de Carter.

—Deuce— Le doy una bofetada en el pecho. —Sólo quería


darle las gracias por todo. Sé que me ayudo con...—
Su padre levanta la mano para evitar que hable. — ¿Acaba
de llamarte Deuce?—, pregunta, mirando a Carter, pero Carter
me mira a mí.

—Eres de la familia, Mallory. Por supuesto que papá haría


cualquier cosa por ti— dice, ignorando la pregunta de su padre.

—Deuce tiene razón— dice el padre de Carter. Me da la


misma media sonrisa que tiene Carter.

—Sólo ella puede llamarme así—

La sonrisa del padre de Carter se convierte en una de


verdad.

—Muy bien. Ahora entiendo a qué te refieres con ese


acuerdo prenupcial—

— ¿Prenupcial? — ¿Cómo pasamos de pinchar a Carter a


hablar de un acuerdo prenupcial? Oh sí. El comentario de la
nuera. ¿Es por eso que está aquí? Carter y yo hablamos de
casarnos, pero eso es para siempre. Así que pensé. Carter le
extiende la mano a su padre, que le entrega una pequeña caja
azul.

—Ni siquiera le di esto a tu madre—

—Lo sé— La cara de Carter es seria ahora. Una mirada de


comprensión se intercambia entre ellos.

—Huele de maravilla, pero creo que deberían tener esta


noche para ustedes. Estoy seguro de que tendremos muchas más
oportunidades para cenar— El padre de Carter me abraza esta
vez.

—Eres buena para él— dice en mi oído antes de dejarme ir.


—Bienvenida a la familia— Se da la vuelta para salir por la
puerta, dejándonos a Carter y a mí ahí parados.

Me volteo para mirar a Carter, con los ojos fijos en la cajita


de su mano gigante. — ¿Prenupcial?
—No necesitamos uno—

— ¿Porque no nos casaremos por un tiempo?— Yo


cuestiono. No estoy segura de cómo me siento al respecto. Sé que
quiero casarme con Carter, pero nunca pensé que sería tan
pronto, pero la idea de que esto ocurra más temprano que tarde
me llena de emoción. Yo realmente sería suya y él sería mío.

—No soy bueno esperando cuando se trata de ti — Abre la


caja y cae de rodillas. —Podría haberlo hecho mejor, pero de
nuevo, no soy bueno esperando cuando se trata de ti — Me
quedo mirando el hermoso anillo antiguo. —Era de mi abuela. Me
dijo que un día le daría este anillo a alguien. Me reí. Ella sólo se
rió más fuerte. Estoy seguro de que ahora se está riendo de mí—
Él sonríe. —Dame tu mano, nena—

Levanto mi mano temblorosa mientras él desliza el anillo


sobre mi dedo.

—No preguntaste— señalo.

—No, no lo hice. — Él me derriba. Caigo en su regazo. —


¿Crees que me arriesgaría?—

— ¿Crees que diría que no?— Le pongo mis brazos alrededor


de su cuello mientras lo monto.

—No lo sé. A veces puedes ser un comodín. Nunca sé lo que


vas a decir—

—Te encanta eso de mí—bromeo.

—Sí — está de acuerdo. Se inclina, rozando su boca contra


la mía. —Realmente deberías ser tú quien se llame Deuce.
Deuces Wild—

Me río contra su boca. —Déjalo ir, Deuce. Te quedas con el


nombre— digo a través de mi risa.

—Siempre y cuando tomes mi apellido— Utiliza su tono


suave y dulce que sólo me reserva para mí.
—Trato— estoy de acuerdo, sabiendo que es el mejor que he
hecho. Era un comodín que opté por jugar, pero al final, ambos
ganamos.
Epílogo
CARTER

—No olvides que tienes la rueda de prensa en cinco


minutos— me recuerda el entrenador Kay después de darme una
toalla. La temporada de entrenamiento acaba de empezar y se
supone que tenemos que cantar y bailar para los periodistas
deportivos, pero me voy a casa.

—No puedo hacerlo— respondo, limpiando lo negro de mis


ojos. —Mi esposa está probando una nueva receta y prometí que
estaría en casa para comerla—

— ¿Es tu nueva excusa para el sexo?— bromea el nuevo


respaldo.

Como si fuera a bromear sobre algo así. Le doy una mirada


asesina. —No. Fue a una clase con su madre sobre cómo hacer
ñoquis, ya sabes, los tubos de pasta de patata, y los están
haciendo en casa por primera vez— No comparto que este es el
tercer aniversario de que la madre de Mallory esté limpia y
sobria. Al principio fue difícil, pero después de unos pocos
centros de tratamiento, parece que esta sobriedad se va a
mantener.

— ¿Y te saltas una rueda de prensa por eso? Es como una


multa de 25.000 dólares—

Me encogí de hombros. A este chico que acaba de salir de la


universidad y sólo tiene unos pocos cientos de miles de dólares
en el bono de firma de su cuenta bancaria, tal vez le parezca
mucho, pero vale la pena para mí comer con mi esposa y su
mamá.
—No discutas con él, chico. Prácticamente paga el salario
del comisionado con sus multas. ¿Cuántos fueron el año pasado?
— pregunta Alonso, centro-pro.

—Quinientos setenta y cinco— grita Fast desde el otro lado


de la habitación. Siempre jugamos bien juntos. Presioné mucho
para que lo trajeran. Sé que es la pieza del rompecabezas que
faltaba para nuestros sueños del Super Bowl. No hemos ganado
en los últimos dos años, lo cual es una mierda. Pero esta
temporada no hemos tenido suficiente talento, y confío
plenamente en que nos abramos camino hasta el Trofeo
Lombardi.

—Eso es más que mi salario— murmura otro novato.

Tiro la toalla en el casillero improvisado detrás de mí y me


pongo de pie. —Harás el corte, amigo, y luego recibirás
bonificaciones de todos los juegos que ganemos este año. Eso es
lo que debería preocuparles—

El tipo de relaciones públicas, Dennis Cross, me pone el


ceño fruncido cuando salgo del vestuario unos minutos más
tarde, con la bolsa colgada sobre un hombro y las llaves listas en
mi mano libre. Sacudo la cabeza y lo corto antes de que pueda
decir otra frase sobre cómo estoy rompiendo las reglas y dando
un mal ejemplo a los novatos. —Mi familia es lo número uno y
siempre lo ha sido. Estaré aquí mañana y también los reporteros
y las cámaras— Están aquí todos los días.

—No son los mismos reporteros—

—Entonces tendrán que volver o escribir una historia


diferente. Dile a tu mamá que se veía bonita en el palco de
prensa hoy. El naranja es un buen color para ella—

El humor de Dennis cambia instantáneamente. —Gracias.


Se lo dire—
Le pongo una mano en el hombro y me voy. En el momento
en que estoy en mi auto, un Lambo de color rojo lápiz labial,
llamo a mi chica. —De camino a casa— anuncio.

—Entonces, ¿Te saliste temprano? No estabas seguro esta


mañana—

—No, estaba seguro. Tú eras la que seguía señalando el


horario diciendo que mi tarde estaba reservada—

—Así que te estás saltando la conferencia de prensa


obligatoria, ¿No?—

—Culpable— Saludo a los dos policías que están sentados


dentro de su auto observando el estacionamiento de nuestra
instalación de entrenamiento. Les di balones autografiados el
primer día por sugerencia de Mallory. —Estarías orgulloso de
mí—

—Siempre lo estoy—

—No sobre el fútbol, pero hoy he sido un verdadero ser


humano—

— ¿Es enserio?— Suena como si estuviera sonriendo, lo que


me hace sonreír.

—Sí. Le hice un cumplido al tipo de relaciones públicas—

—Dennis, cariño, su nombre es Dennis. Y bien por ti—

—Debería recibir un premio especial cuando llegue a casa—


le digo. Ser amable sigue siendo un esfuerzo para mí, pero lo
intento porque hace feliz a Mallory.

—Recibirás un premio especial. Se llaman ñoquis caseros—

—Estaba pensando en el postre, algo, picante, caliente y...—

— ¡Mi mamá está a mi lado!— grita. Oigo el tono de


marcado segundos después.
Inclino la cabeza hacia atrás contra el respaldo del asiento y
suspiro. Me encanta que la mamá de Mallory finalmente esté
sobria y me encanta que viva cerca de nosotros para que Mallory
pueda verla todos los días, pero también quiero tener sexo
telefónico con su hija todo lo que quiera. El viaje de vuelta a casa
será aburrido sin que Mallory me diga cómo va a deslizar mis
pantalones sobre mi culo, sacarme la polla y luego chuparme el
alma. Sin embargo logre llegar a casa, y Mallory me saluda en la
puerta con un beso.

—Te extrañé, nena— le digo. Mis manos se aprietan


alrededor de sus caderas y naturalmente la conducen hacia la
pared que es la superficie plana más cercana a la entrada de
nuestro apartamento en el ático. Está igual de ansiosa. Sus
piernas suben alrededor de mi cintura y ella frota su coño
cubierto de tela sobre mi polla ya dura. Nuestras lenguas se
enredan mientras sus dedos se clavan en mi cráneo. Podía
haberla tomado en ese momento, ya que lo he hecho docenas de
veces antes, pero de alguna manera me las arreglo para no
perder la cabeza. A regañadientes, empiezo a aterrizar. Pero se
aferra a mí y me obliga a volver a poner mi boca en la de ella.

Me rindo y le devuelvo el beso, saboreando cada esquina de


su boca interior, lamiendo la parte superior de su lengua y
mordiendo su grueso labio inferior. Una de sus manos cae para
empujar la pretina de mis sudaderas lo suficiente como para que
pueda palmear mi dolorida polla.

—Nena, nena— murmuré contra su boca, — ¿qué hay de tu


mamá?—

—Dijo que le dolía la cabeza y se fue a acostar—

— ¿A su casa?— Le compré un apartamento a su madre


tres pisos más abajo.

—Sí— Mallory mueve la muñeca y la presión en la punta de


mi pene sensible casi me pone de rodillas.

— ¿Qué… que hay de los ñoquis?—


—Estan enfriandose. Tenemos tiempo—

—Oh, gracias a Dios — Empiezo a caminar hacia el


dormitorio, una mano debajo de su culo y la otra enredándose en
su largo pelo. —He estado pensando en tu coño caliente todo el
día—

—Me doy cuenta— se burla de mí mientras me masturba.


Tropiezo, pero me las arreglo sin dejarla caer.

—Estás actuando como una sabelotodo ahora mismo—


advierto.

—Oh no, ¿Que vas a hacer? ¿Darme nalgadas?— se burla.


Sus dedos encuentran mis pelotas. Mis ojos se cruzan y mi
respiración se detiene. Ella conoce mi cuerpo tan bien, pero yo
también conozco el suyo. Sé que le encanta cuando le pego en el
culo hasta que está rojo cereza. Sé que le encanta que yo este tan
profundo en ella mientras tiene la cara aplastada en una
almohada. Sé que le gusta que le chupen el clítoris, que le
acaricien el punto G, que le muerdan el cuello y que le coman el
culo. Sé que le gusta el café negro y los helados con crema batida
extra, sin cerezas, por favor, porque son asquerosas. Y conocerla
es amarla. No puedo imaginar mi vida sin ella. Yo era un imbécil
antes de conocer a Mallory porque no sabía lo que era el amor.
Ahora lo sé.

La dejo caer en la cama, me quito los pantalones y la


camisa. Rápidamente se despoja de su propia ropa y yo estoy
dentro de ella antes de que pueda respirar de nuevo.

—Creí que me estarias poniendo mi culo rojo— se burla sin


aliento.

—Soy un atleta, nena. Puedo durar más de una ronda — Me


retiro y le doy un fuerte empujón, haciéndola patinar por el
colchón.

Ella gime y clava sus uñas en mis muslos. —Más vale que
sea rápido. La siesta de mamá no va a durar—
—Sí, señora— Ya puedo sentir el orgasmo. No lleva mucho
tiempo con ella. Sólo tengo que mirarla y me pongo duro. Una vez
que estoy dentro de ella, el control vuela por la ventana. Me
interpongo entre nosotros y le pellizco su pequeño clítoris. —Tú
primero— Ella siempre es lo primero. La acaricio larga y
duramente, deleitándome con la forma en que su guante caliente
aprieta cada centímetro de mí. Se va mojando con cada pasada.
Sus uñas se clavan con más fuerza y su respiración se acorta.
Levanto sus dos piernas y las doblo hacia atrás para poder
golpear el agujero jugoso de su coño con toda la potencia y
velocidad que necesita para correrse.

Ella echa la cabeza hacia atrás y grita su placer. Al oír su


grito de liberación, corté las cuerdas de mi propio autocontrol y
derramé mi semilla en ella. Esta vez vamos a hacer un bebé.

Dejé que sus piernas cayeran a cada lado de mí y me acosté


cuidadosamente a su lado para que mi polla se quedara en su
coño caliente.

—Gracias por esperar— susurra mientras me quita el pelo


sudoroso de la frente.

—No era una obligacion. Te tenía toda para mí. Tal vez no
quería compartirte con un mocoso malcriado— bromeo.

Ella ignora mi sarcasmo y se acerca lo suficiente como para


presionar un beso contra mí cuello. —Sé que querías un hijo de
inmediato, incluso cuando jugabas en la universidad, pero tenía
sentido esperar y luego estaba mi mamá, pero ahora ya está todo
arreglado. Es hora de que tengamos una familia—

Mi corazón late con locura. Ella no está equivocada. Como


yo la conozco, ella también me conoce a mí. Pero no quiero
presionarla, así que le digo cuidadosamente: —Quiero lo que tú
quieras—

—Quiero que tengamos un bebé—


Mi polla se endurece instantáneamente. — ¿Cuándo dijiste
que tu mamá regresaría?—

Una sonrisa cubre los labios de Mallory. —Tienes veinte


minutos—

—Puedo hacer una docena de bebés en ese tiempo.


Prepárate para montarme— Me volteo de espaldas y la arrastro
conmigo. —Súbete a mi polla y haznos un bebé—

— ¿Qué hay de mis nalgadas?— Ella hace pucheros.

Le pego el culo con fuerza. Ella grita. — ¡Está bien! ¡De


acuerdo!—

Mi risa se convierte en un gemido de placer cuando su coño


me traga una vez más. Así es la vida con Mallory, sin embargo,
una parte risa, otra parte placer y cien partes amor.

Fin…

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