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LAS ARAÑAS: UNIDAD DIDÁCTICA

PROGRAMADA Y REALIZADA CON DIECINUEVE


NIÑOS Y NIÑAS DEL SEGUNDO AÑO DEL
SEGUNDO CICLO DE EDUCACIÓN INFANTIL (4-5 AÑOS)

En la jornada a Rivadesella por Collía, telas de arañas, hermoseadas


con el rocío.
Cada gota un brillante, redondo, igual, de vista muy encantadora.
Marañas entre las árgomas, no tejidas vertical, sino horizontalmente,
muy enredadas, sin plan ni dibujo. ¡Cosa admirable! Hilos que atravie-
san de un árbol a otro a gran distancia, que suben del suelo a las ramas
sin tocar el tronco, que atraviesan un callejón. ¿Por dónde pasaron es-
tas hilanderas y tejedoras, que sin trama ni urdimbre, sin lanzadera,
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peine ni enjullo tejen tan admirables obras? ¿Y cómo no las abate el


rocío? El peso del agua que hay sobre ellas excede sin duda en un décu-
plo al de los hilos. Todo se trabaja en una noche; el sol del siguiente día
deshace las obras y obliga a renovar la tarea.
JOVELLANOS, Diario; la cita está tomada de la edición de J.M.
CASO, Planeta, Barcelona, 1992, pp. 16-17

1. ¿CÓMO SURGE LA UNIDAD DIDÁCTICA?

Estamos en el segundo trimestre del curso escolar, el grupo tiene un buen


nivel de competencia motriz, desarrollan plenamente el juego sensoriomotor,

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trepando por las espalderas hasta lo más alto y saltando desde ellas o desde
pasarelas donde no pueden sujetarse con las manos. También acceden con faci-
lidad al juego simbólico aunque todavía es en muchas ocasiones individual o
en pequeño grupo y con dificultades para permanecer y desarrollar la actividad
en un grupo estable, interactuando con todos los iguales. Se ven algunas prefe-
rencias en las elecciones, aunque estas no son siempre las mismas.
Con la finalidad de seguir afianzando el dominio corporal, nos propone-
mos trabajar las suspensiones y la caída, por lo que elegimos como material las
cuerdas, y para seguir desarrollando el juego simbólico y las interacciones en-
tre los miembros del grupo, hemos elegido las telas.
Antes de que los niños y niñas lleguen a la sala ya hemos dispuesto el
material de forma que nos ayude a conseguir lo que nos proponemos. Al fondo
de la sala, aprovechando la esquina que tiene espalderas en sus dos paredes,
situamos las colchonetas de salto, para amortiguar las caídas, cuerdas atadas, a
diferentes alturas, de unas espalderas a otras para que se suspendan de ellas, y
una que atraviesa el ancho de la sala, a menor altura, que se ata desde la espal-
dera a la reja de una de las ventanas. Debajo de esta larga cuerda situamos
colchonetas para dar seguridad en la trepa y suspensión. Esta disposición del
material les invita, pero no les obliga, a realizar de terminadas actividades que
inicialmente son sensoriomotoras, pero que luego favorece el juego simbólico,
cuando introducimos las telas.

2. ¿CÓMO LO HACEMOS?

Lunes: Después del diálogo de la mañana, los niños y niñas llegan al


gimnasio y, como siempre, se ponen cómodos, se quitan los zapatos y la ropa
que les apetece, dejándola bien ordenada. Cuando estamos preparados, nos
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sentamos en círculo y recordamos las normas, “lo que no se puede hacer” y una
vez que todos y todas han hablado, planteamos la pregunta “¿y qué se puede
hacer?”, contestando rápidamente, ¡JUGAR!
A partir de este momento dejamos que niños y niñas jueguen libremente.
El juego que se desarrolla inicialmente está cargado de impulsividad, exploran
todas las posibilidades de salto y tímidamente van accediendo a las cuerdas de
la zona más protegida, quedando suspendidos y luego saltando. Ayudamos a
quién nos lo pide y estimulamos el tiempo de suspensión, contando para ver
cuanto aguantan. No se trata de ver quién aguanta más sino de superar cada uno
su propio récord.
A medida que se va desarrollando la sesión, surgen diferentes formas de
suspenderse de la cuerda, con las manos, con las piernas, con manos y pies, y

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vamos dando nombre a la actividad: como los trapecistas del circo, como los
murciélagos, como las arañas, como los escaladores, etc. En la esquina superior
de uno de los muebles que utilizamos para habilitar el espacio, una niña
encuentra una araña pequeña y de patas largas (una teresita) y esto hace que
pase a tomarse como referencia en algunos de sus juegos.
Cuando vemos que la actividad decae o es muy repetitiva, seguimos
manteniendo ese material y su distribución, para los que necesiten más tiempo,
e introducimos las telas, con las que disfrazándose desarrollan diferentes perso-
najes y utilizan para atarlas en las cuerdas, construyendo columpios o simboli-
zando nidos o casitas en los que se introducen diferentes animales.
Durante una hora y media aproximadamente juegan libremente, estando
el adulto disponible para responder a las demandas y necesidades que nos plan-
teen, les acompañamos en su juego, reforzando y generalizando al resto del
grupo aquellas actividades que nos parecen interesantes y observamos su ex-
presividad psicomotriz.
Poco antes de que finalice el tiempo de juego, recordamos que ya falta
poco para terminar y transcurrido unos cinco minutos, les invitamos a volver a
la calma en la colchoneta grande. Se tiende sobre las colchonetas y tenemos que
permanecer en silencio y quietos. Conseguir que pasen de la actividad a la
tranquilidad no siempre es fácil, mas bien es bastante difícil, por lo que hay que
emplear diferentes estrategias: contamos un cuento, esperamos a que nos to-
quen con la varita mágica, que nos den aire, que nos acaricien... Hoy retomando
el juego de contar para el record de las suspensiones, han de permanecer tran-
quilos mientras contamos lentamente hasta diez: Silencio Total. Luego conta-
mos a la inversa y al llegar a cero se pueden despertar y ayudarán a recoger.
Después de ponerse los zapatos y la ropa que se habían quitado, nos vol-
vemos a sentar en círculo para hablar de lo que hemos jugado. Todas las perso-
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nas del grupo tienen que decir algo y lo van haciendo siguiendo un orden, res-
petando el tiempo de cada uno. Si alguna cosa que nos pareció interesante no
surge en la verbalización, planteamos preguntas abiertas y no dirigidas a nadie
en concreto, para tratar de que sean abordadas por el grupo.
Con la verbalización se finaliza la sesión, retomando su contenido en el
aula, después de que regresan del recreo. Sentados en sus lugares respectivos,
recordamos la verbalización que hicimos en el gimnasio, al finalizar la sesión
de psicomotricidad. Recuerdan algunas cosas que antes no dijeron y vuelven a
hablar de que en el recreo un niño cogió una araña. ¿Cuántas patas tiene una
araña? Hemos de confesar que hemos aprendido que las arañas tienen ocho
patas. Antes de hacer esta pregunta, nosotros dudábamos entre seis y ocho, los
niños y las niñas se mostraban más seguros en torno al número real, había que

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asegurarse y lo comprobamos en una araña real que casualmente había en la


clase. De no haberla habido, podríamos haberla buscado en cualquier lugar del
colegio, principalmente en los jardines.
De todo lo que hemos hablado deben realizar, individualmente, un dibu-
jo a lápiz, en el que iremos anotando lo que nos dicen que representa, y que
luego se expone para toda la clase. Terminado el dibujo, planteamos una activi-
dad en la que intentamos, con un material similar al empleado en la sesión, que
encuentre, a través de la experimentación, las analogías y diferencias entre las
cuerdas y los hilos de lana, utilizándolos de la misma forma que se utilizaron
las cuerdas en el gimnasio. Vamos a atar trozos de hilos de lana de un lado a
otro de la clase.
Los niños y niñas se lanzan a una actividad frenética, demandan trozos
de hilos de diferentes colores que atan a las sillas, a las mesas, a otros hilos.
Colaboramos poniendo hilos atados a diferentes alturas, nos asombramos de
sus descubrimientos y nos vamos quedando con dificultades para movernos
libremente por el espacio, hay que sortear los hilos. Preguntamos: ¿a qué se
parece esto? Contestan: una tela de araña. Vuelve a reaparecer la araña y que-
dan muchos interrogantes para el día siguiente: ¿qué comen las arañas?, ¿son
venenosas?, ¿son todas iguales?, ¿donde viven?... Se van para casa dejando la
clase convertida en una gran tela de araña y nos dejan pensativos sobre como
podremos utilizar esto al día siguiente.

3. SEGUNDA SESIÓN, MARTES

Llegó el siguiente día. El aula estaba tal cual la habíamos dejado. Yo no


sabía muy bien cómo proseguir esta historia, ni si el interés de la clase era tan
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fuerte como para continuarla. Me encontraba en ese compás de espera que obli-
ga cada día a renovar la tarea, como decía Jovellanos. No quería planificar nada
hasta saber el punto de motivación al que llegaban las niñas y los niños con el
tema de las arañas. Hicimos la fila, y ya desde entonces supe que continuaba el
mismo entusiasmo.
En el diálogo de la mañana les pregunté qué podíamos hacer con aquel
“enredo”. Lo tenían bastante claro: querían que la clase fuese una gran telaraña,
y ellos y ellas sentirse como pequeñas arañas. Así que, al contrario de lo que
opinaba Jovellanos, el sol no deshizo la obra y las arañas trabajaron también
por el día.
Lo primero que hice fue repartirles lanas de distintos colores (es un ma-
terial habitual en la clase para coser y trabajar la motricidad), con las que comen-

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zaron a poner más hilos de un sitio a otro. De unas mesas a otras, sillas con sillas,
desde las sillas hasta las paredes y a las ventanas, por arriba, por abajo, entrela-
zadas, cruzándose. Tenía un gran efecto visual. El colorido intercalado, la luz de
la clase, y el rompimiento de las líneas rectas producen una estética hermosa. La
tarea nos ocupó buena parte de la mañana, pero fueron tantas las cosas que
ejercitaron: se pusieron de acuerdo para llevar a cabo una tarea común, apren-
dieron a anudar, recordaron algunos colores y asimilaron otros nuevos, comen-
zaron a captar el espacio y algunas relaciones geométricas (foto 1). Supongo que
si algún cuadriculado matemático entrase en la clase en aquellos momentos
habría dicho para sus adentros: ¡qué forma de perder el tiempo! Yo, en cambio,
no tuve la sensación de estar perdiendo el tiempo en ningún momento. Más bien
al contrario. Creo, incluso, que si hubiese entrado Platón en aquella gran telara-
ña, nos habría aceptado en su Academia.
Ya no se puede caminar de pie por la clase, sino de cuclillas y agachán-
dose. A partir de aquel momento, teníamos que aprender a movernos y a andar
por la clase de distinta manera. Para mí era lo más duro, ya que mi espalda se
resentía, pero me compensaba verlos con tanta vitalidad y metidos en la histo-
ria.
Ahora necesitábamos observar alguna araña “verdadera” para poder con-
testar a los interrogantes que nos habíamos planteado el día anterior. ¿Qué co-
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Foto 1

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men?, ¿dónde viven?, ¿son venenosas?, ¿todas son iguales? En la clase tenía-
mos la que habíamos capturado, pero necesitábamos alguna más, porque no
podíamos observarla todos. Había que apresar alguna otra. Noté que algunos
tenían miedo. Decían que si te picaban te morías. Había que vencer el miedo, la
superstición y la repugnancia. Ese es otro objetivo de trabajo. Supongo que
igual debió hacer Réaumur antes de comenzar las observaciones que le lleva-
ron a escribir la primera Historia de los insectos. Salimos al patio de recreo y
algunos y algunas con más atrevimiento consiguieron recoger otras tres.
Tres y una son cuatro. Esta actividad nos dio pie para descomponer el
número cuatro, que es el que actualmente vamos a trabajar. Una, dos, tres, y
cuatro. También son cuatro dos y dos. Primero con las arañas, después con
otros materiales, como tapas de botellas, regletas, con el ábaco horizontal.
Todo esto, en el suelo, debajo de la telaraña. No es una casualidad forzada el
que tengamos cuatro arañas cuando vamos a estudiar el número cuatro. Esta-
mos rodeados de números. La vida de los hombres y de las mujeres, desde sus
inicios, está presidida por el número y por elementos matemáticos. Los hom-
bres y las mujeres somos matemáticos de forma natural, eso es lo que nos dife-
rencia del resto de los animales. La escuela solo tiene que elegir la ocasión para
reforzar esa aptitud natural y favorecer las relaciones, que son las que llevarán
a los conceptos más abstractos y a las generalizaciones.
Las arañas están ahora en el rincón de la naturaleza, metidas en un gran
terrario. Hemos puesto unas ramitas, a ver si tejen. Todavía no sabemos muy
bien lo que comen. Quedaron de preguntar en las casas y traer la comida. Esa
era la tarea que tenían para el día siguiente. En la hora de exclusiva yo me fui a
la biblioteca del centro a buscar información y seleccionar unos cuantos libros,
para que mañana, juntos, podamos obtener más información y clarificar las
dudas que tengamos. No había mucho material bibliográfico, pero lo que en-
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contré lo llevé para la clase y lo puse en el expositor, en el rincón de los cuen-


tos. También había un video. Lo vi, pero solamente es válido un trocito, el resto
es información erudita y científica.
Lo tengo ya todo preparado para continuar al día siguiente. Me duele la
espalda de caminar de cuclillas, pero me he divertido tanto como mis niños y
niñas. Alguna compañera abre la puerta para darme algún recado. Pero, ¿qué es
esto? ¡Ay, qué loca estás! Me encantaría poderles contagiar esa locura, porque
verían lo bien que nos lo pasamos sin esa rutina diaria, de la que terminamos
hartándonos, tanto los profesores y profesoras como el alumnado. Estas peque-
ñas cosas, estas grandes locuras, son como chispitas de ilusión que me dicen
que no todo está perdido en la escuela. La escuela es un sitio en donde podemos
aprender a ser felices.

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4. TERCERA SESIÓN, MIÉRCOLES

Bastantes trajeron respuestas a las preguntas planteadas ayer. Unas dicen


que comen moscas, otros que mosquitos e insectos chiquitos, porque los
grandes no les caben en la boca. Los hay que han traído moscas en botes de
compota. Se los pusieron, ahora habrá que esperar y observar si se los comen, y
cómo.
Nos sentamos cerca de la pizarra, pues allí los hilos cuelgan algo más
alto y tenemos más libertad de movimientos. Es curioso observar como en nin-
gún momento tratan de romper ningún hilo. Es que ni lo intentan, con lo que les
gusta meter la mano en todo. Está claro, es una creación colectiva, y en bastante
medida personal, y por lo tanto el respeto y el cuidado son absolutos.
Les dije que había estado buscando información en algunos libros, y que
podíamos ver qué se decía de las arañas en los que tenía seleccionados. Despa-
cito fuimos observando en ellos los cuerpos de las arañas, sus cabezas y sus
patas. Vieron que había arañas de distintos tamaños y colores; y por lo que yo
les leía advirtieron lo peligrosas que eran algunas. Las que más les llamaron la
atención fueron unas grandes y peludas. Buscamos el nombre y las característi-
cas de las nuestras: son inofensivas, y se llaman “teresitas”. (No les he dicho
que todas las arañas son algo venenosas, aunque las nuestras, y la mayoría de
las que hay en Canarias y en Europa, no son peligrosas, y todo lo más que
pueden producir son irritaciones en pieles delicadas).
Después de informarnos, nos pusimos en el suelo e imitamos con nues-
tros dedos el caminar de las arañas. Nekane comentó que cuando era pequeña,
sus papás jugaban con ella a que le subían una araña por el cuerpo y después
aprovechaban para hacerle cosquillas. Jugamos en parejas a caminar por el
cuerpo del compañero o compañera, imitando con los deditos el movimiento de
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una araña. Fue un alboroto de lo que se reían, haciéndose cosquillas.


A continuación de las risas y las cosquillas, y tras un período de vuelta a
la calma, les puse papel continuo en el suelo. Tenían que dibujar arañas con
todas sus patas. Todo el grupo junto, unos por un lado y otros por el otro, mitad
y mitad. Primero el cuerpo, redondo, después las patitas. Observé que algunos
hacían mal el círculo que había de ser el cuerpo de la araña. Por eso hicimos
después varios ejercicios. Cogimos trozos de lana. Un extremo lo pegamos al
suelo con un gomet, y había que hacer con él un círculo en el suelo. Después lo
repasaban por encima con el dedito: desde el gomet a la izquierda y abajo,
después a la derecha y arriba hasta llegar de nuevo al gomet. Lo repetimos
varias veces. Posteriormente fueron pasando por la pizarra y dibujando la ara-
ña, cosa que ahora hacían todos correctamente (foto 2).

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Foto 2

Sabemos que las arañas tienen ocho patas, cuatro en cada lado. Una, dos,
tres, y cuatro. Y así las dibujaron. Es una forma muy natural de experimentar la
simetría: cuatro patas por un lado, y otras cuatro por el otro lado, lo que poste-
riormente será izquierda y derecha. Es interesante reparar en cómo aparecen
frecuentemente hechos y situaciones significativas en las actividades más o
menos espontáneas y personales.
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Cuando Paloma dibujó su araña en la pizarra le puso unos ojos algo ex-
traños. Al preguntarle, me contestó que la araña tenía gafas. Tiene sentido,
porque tanto su papá como su mamá son oftalmólogos. Los niños y las niñas
muestran con naturalidad sus vivencias y sus conocimientos en sus dibujos.
El resto del tiempo lo ocuparon jugando en los rincones. La “telaraña”
forma ya parte natural de la geografía del aula. En algunos casos una cuerda
pasa justamente por delante de sus caras, pero ni se inmutan. Aparentemente no
dificulta sus movimientos, esquivan las cuerdas, y juegan como si tal cosa.
(foto 3).
Como la lecto-escritura la trabajamos con el método global natural, hoy
elegimos una frase para la actividad de la semana: las arañas tienen las patas
largas.

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Foto 3

5. CUARTA SESIÓN, JUEVES

Me encanta ver cómo se relacionan con la “telaraña”, que en buena me-


dida condiciona el movimiento en el aula. Hoy han llegado a la puerta de la
clase, se quitaron la maleta de la espalda y la ropa de abrigo. Después pasaron
agachados por el suelo para colgar los abrigos en la percha. Antes no se los
quitaban previamente, sino cuando ya estaban al lado de la percha. Claro que
ahora hay que atravesar toda la telaraña y parece como si hubieran intuido que
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con los abrigos abultan más y podrían engancharse a las cuerdas, rompiéndolas
(foto 4)
Después fuimos a ver las arañas. Aparentemente están bien: parece que
han comido algo de las moscas, porque sus alas aparecen quebradas. Les expli-
co que no tienen mandíbulas, sino que se alimentan chupando. Ahora están en
las esquinas del terrario. “Tienen las patas largas”, recalco para recordar la
frase de trabajo.
En la pizarra les he delimitado un espacio de trabajo, y trato que allí
reproduzcan las líneas que forman las telas de araña. Creo que es un buen ejer-
cicio espacial y para experimentar el trazado de rectas (foto 5)
Hoy ha venido alguna madre a ver eso de la telaraña de la clase, porque
dicen que las tienen locas. A las mamás les encantó. Algunas fueron a buscar

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Foto 4
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Foto 5

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cámaras de fotos para inmortalizar el momento en que sus hijos e hijas comen-
zaron a geometrizar. La verdad es que el momento lo requiere. El papá de
Diana nos dijo que las arañas dan buena suerte.
Estoy convencida de que toda propuesta metodológica escolar debe con-
tar, prioritaria e inexcusablemente, con la intervención en el seno familiar, por-
que es ahí donde se incorporan los contextos simbólicos y lingüísticos con los
que los niños y las niñas llegan a la escuela. Y en todo caso, la contribución de
la familia será esencial para mantener la confianza y el interés por los nuevos
aprendizajes. Pienso que cuando las creencias escolares y las familiares son
contradictorias, el fracaso es la consecuencia lógica. De esos fracasados están
llenas nuestras escuelas. Intentaremos buscar después las razones: la sociedad,
la familia, el medio ambiente, las amistades, la televisión, .... Retórica e incon-
sistente justificación la nuestra -por más que pueda ser cierta- si, antes, no he-
mos tenido en cuenta la conexión escuela/familia.
Decía Carlos Lerena (1982) que el maestro es un extraño sociológico,
alguien que está en la comunidad pero que no forma parte de ella. Que en su
tarea no cuenta con los familiares, porque cree que su misión es aupar al niño,
rescatarlo, redimirlo de su familia, lo que viene a significar, en último término,
separarlo de ella, quitárselo. Agentes del encierro escolar, resultan a su vez
víctimas de ese encierro, porque al tratar con niños, estar recluido entre niños,
corren el riesgo de una cierta regresión, infantilización y empobrecimiento.
Hoy día ya no parece posible esperar ayuda de la administración ni de ese
cuerpo burocratizado de correveidiles en que ha quedado convertida la inspec-
ción educativa. Es necesario buscar otro apoyo para compensar soledades y
encierros. Creo que las familias de nuestro alumnado son un buen lugar al que
dirigir nuestras miradas. Puede resultar paradójico, sobre todo cuando, al pare-
cer de muchos, las tensiones en los centros están relacionadas con las desave-
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nencias entre el profesorado y “los padres”. Si bien es verdad que en las rela-
ciones familia-escuela pueden presentarse situaciones conflictivas, creo, no
obstante, que ello tiene lugar porque no sabemos cómo promover su colabora-
ción ni sabemos definir muy bien en qué queremos que participen. La ayuda
que a mi me prestan los familiares es impagable. Tendría muchas dificultades
si no contara con las madres, los padres o las abuelas.
En el centro hay un proyecto de animación a la lectura que lleva una com-
pañera, Loly. Los jueves está dedicado para los niños y niñas de mi clase. Pro-
gramamos y preparamos el cuento con antelación, generalmente relacionado
con los temas de interés. Complementamos la lectura del texto con actividades
de dramatización y de participación de los niños y las niñas. Después del recreo,
y ya en la clase, retomamos el cuento y realizamos otras actividades, de recuerdo,

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de síntesis, de valoración. El cuento que hemos preparado para hoy va, por su-
puesto, de arañas. Se trata de un texto de Fanny Joly (1991), ilustrado por Jean-
Noël Rochut, que trata de desmitificar el miedo a las arañas. En la clase hicieron
un dibujo de la araña del cuento, que sirvió como ejercicio de afianzamiento de
lo que habíamos trabajado, controlando la direccionalidad al hacer el cuerpo de
la araña, y el contar cuatro patas por cada lado. La actividad fue bastante exitosa.
Como estamos trabajando el número cuatro, continuamos contando dis-
tintos objetos, reforzando esta numeración, contanto, descontando, y descom-
poniendo.
En la hora de recreo hubo algunos intrépidos cazadores, y cazadoras, de
arañas. Cogieron algunas más, pero de tanto manosearlas las tenían medio mo-
ribundas. Bueno, moribundas por entero. Para aprovechar la escabechina las
pusimos en un folio con papel celofán por encima. Hemos iniciado algo así
como un álbum de arañas. Al final teníamos varias especies.
Puesto que el cuento les había gustado mucho, dibujé una araña en cartu-
lina negra para picar, como actividad de continuación (foto 6). Fue un trabajo
con algo de dificultad, porque aunque pican bien, no era una figura fácil debido
a los entrantes y salientes de las patas. Pero aún así salió muy bien. Los que
tenían más dificultades fueron ayudados por los más espabilados y espabiladas
en esta actividad.
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Foto 6

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6. QUINTA SESIÓN, VIERNES

En el diálogo de esta mañana sugerí que desmontáramos la telaraña,


puesto que ya hemos trabajado varios días con la clase así, y es bastante incó-
modo desplazarse por el aula; sobre todo para mí. La propuesta no fue acogida
con éxito. ¡Nanay de la China! Dicen que es “chachy” tener la clase así, y que
podemos tenerla otra semana más. ¡Oh, no, qué horror! ¡Mi espalda, la pobre!
Pero bueno, la verdad es que ha servido para contener la impulsividad de algu-
nas niñas y niños que siempre están correteando de un lado para otro de la
clase. Vaya una cosa por la otra. Ahora, como no se puede correr, y hay que ir
a gatas y despacio, me sirve para trabajar el autocontrol y para sosegarles en
cierta medida. Es asombrosa la orientación espacial y la coordinación que son
capaces de desarrollar. La mayoría ya sabe los lugares en donde se puede sacar
la cabeza y ponerse de pie, sin rozar siquiera los hilos. Incluso yo, que siempre
he tenido dificultades de orientación, me sé los lugares que están más despeja-
dos.
Cuidan muy bien el entramado, y cuando en algún lugar se afloja o cae,
lo reparan inmediatamente por iniciativa propia. Van a la cesta de las lanas,
cogen los hilos que les parecen más adecuados en color y en longitud, y ¡hala,
a anudar! (foto 7).
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Foto 7

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106 Psicomotricidad y globalización del curriculum de educación infantil

Hoy les he mandado dibujar una araña en un folio (foto 8). Lo han hecho
todos y todas sin dificultad, atendiendo a todo lo que se ha trabajado en días
pasados. Después colgamos los dibujos en la cuerda, y posteriormente les pedí
que identificara cada uno el suyo. Más tarde nos reunimos en el suelo e hicimos
ejercicios y actividades lógico-matemáticas: correspondencias uno a uno, con-
tamos, clasificamos, seriamos.

Foto 8

Ya teníamos las arañas picadas, así que antes de comenzar a recoger, les
dí una aguja con un trozo pequeño de lana, para que la enhebraran (foto 9).
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Vamos a hacer móviles con las arañas. Les costó un poquito, porque el tema del
cosido no lo hemos practicado mucho. Tardamos un poquito, pero al final cada
araña tenía su cuerda. Las pusieron en los casilleros para continuar al día si-
guiente.

7. SEXTA SESIÓN, LUNES

Cuando Miguel llegó no podía creer que todavía tuviéramos las cuerdas
y más espesa y tupida la telaraña. Enseguida lo llevaron, a gatas, a enseñarle las
arañas del terrario, que estaban en las esquinas y pegadas al techo. Luego le
enseñaron las que habían hecho con cartulina y con la cuerda que habían enhe-

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Las arañas 107

Foto 9

brado. ¡Es increíble!, comentaba Miguel mientras buscaba la forma de atrave-


sar la telaraña sin romperla. Viéndole a él, me doy cuenta de que yo también
hice progresos. Le conté que había intentado quitarla el viernes, pero que no me
dejaron por nada.
Entre las mamás se fue corriendo la voz, y por las mañanas o a mediodía
vienen a ver la clase de las arañas y a hacer fotos. ¡Qué bonita está la clase así!
Pero, ¿cómo puedes? La verdad es que ya me voy acostumbrando. Además,
pienso que es cierto que hemos creado una estética nueva. Pienso, también, que
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aunque no lo parezca estamos trabajando muchas cosas, tanto a nivel concep-


tual como a nivel actitudinal: el trabajo en grupo, el respeto por las cosas, el
cuidar y reparar, el autocontrol,..., muchas cosas sumamente importantes.
Subimos al gimnasio con el material para trabajar en la sesión de psico-
motricidad. Hoy repetimos cuerdas y telas. Después del ritual de entrada se
fueron en masa a jugar a la zona de las espalderas, en donde teníamos cuerdas
tendidas de un lado a otro. Allí trepaban, se colgaban, se balanceaban. Hoy con
más seguridad. Y metidos en el tema del juego simbólico de las arañas: fami-
lias de arañas, arañas equilibristas, arañas malas que cogían a las arañas bue-
nas. Había de todo lo que se pueda imaginar en relación con las arañas. Impro-
visaron mucho juego simbólico en el que daban rienda suelta a su imaginación
y fantasía, y en el que afloraba todo su imaginario relacionado con los miedos

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108 Psicomotricidad y globalización del curriculum de educación infantil

y temores. Me he dado cuenta que se ha desdramatizado el miedo a las arañas.


Quizás ayudó mucho el trabajo del cuento.
En el momento de la representación, después de la verbalización, los
dibujos referían lo vivido y las historias protagonizadas en la sala. Las arañas
grandes y peludas, la mamá y papá araña... Pusimos el nombre en los dibujos, y
lo que representaban, y los colgaron en la cuerda.
Luego se repartieron por los rincones de trabajo. Los que estaban en la
zona de plástica jugaban con plastilina, haciendo arañas. Posteriormente se
implicó toda la clase en esta actividad. Les dábamos un trozo de plastilina y
ayudados de la mano, lo redondeaban en la mesa. Una vez redondito y algo
aplastado, ya tenían el cuerpo de la araña. Luego cogían palillos, los partían, y
les ponían las patitas, cuatro por cada lado. Les quedaba muy bien y por eso
estaban entusiasmados. Cuando terminaron era la hora de salir para casa. Lle-
vaban sus arañas locos de contentos. Incluso les habían puesto nombres: Toma-
sa, Claudia, Dominguito...
Cuando los familiares llegaron para recogerlos, alguien explicó que en el
Museo de Ciencias Naturales había arañas. Que podíamos hacer una visita. Nos
pusimos de acuerdo para hacer la visita el miércoles. Había bastantes coches
para repartirnos.
Las visitas son una importante vía de participación y de entrañable e
inestimable ayuda de los familiares. Como ya he señalado, los padres y las
madres nos producen respeto, lo que frecuentemente no es sinónimo de con-
sideración, sino de distanciamiento prudente. Se trata de esa expresión que
tantas veces utilizamos -y casi siempre tan mal- “¡cada uno en su sitio!”; como
si en el campo de la educación el “sitio” de los familiares fuera incompatible
con el “sitio” del profesorado. A mí me resultaría difícil realizar tantas salidas
con niños y niñas de cinco o seis años si mi “sitio” como profesora supusiera un
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distanciamiento prudente del “sitio” de los padres y madres. Y también resul-


taría incómodo -al menos desde el punto de vista económico- para los familia-
res.
Una salida con una veintena de criaturas de cuatro o cinco años siempre
plantea problemas y riesgos. Problemas económicos, puesto que el disponer de
una guagua supone tener que contar casi con mil pesetas cada uno. Problemas
organizativos, puesto que es difícil -y arriesgado- salir sola o escasamente
acompañada en lugares en los que los niños y las niñas no dominan el espacio.
Yo no suelo tener problemas económicos ni organizativos: casi siempre cuento
con un retén de coches de los familiares dispuestos para el transporte y de
madres y padres disponibles y dispuestos a acompañarnos. Estar en el paro no
siempre es una desventaja.

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Las arañas 109

8. SÉPTIMA SESIÓN, MARTES

En el diálogo de la mañana contaron los comentarios que les hicieron en


casa en relación con la araña de plastilina, y el sitio en donde las pusieron.
Hoy retomamos las arañas que picaron el viernes y que habían dejado
depositadas en el correspondiente casillero. Ya estaban terminadas y atadas a
un pequeño hilo de lana. Ahora se trata de colgarlas en la telaraña. Lo primero
que deben hacer es elegir el sitio en donde quieren colgarla. Es bueno que
aprendan desde pequeños a elegir y a tomar decisiones. Las ataron en las cuer-
das según el lugar elegido, de manera que poco a poco la telaraña se fue llenan-
do de pequeños inquilinos (foto 10). Una vez que todas estaban colgadas, se
sentaron y tenían que tratar de dibujar en un folio la clase, los hilos, y el lugar
aproximado en donde cada uno y cada una había depositado su araña. Cada uno
fue señalando y comprobando el lugar: cerca de la ventana, de la puerta, de mi
mesa, de la tienda...
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Foto 10

Tenía preparado el video que había seleccionado unos días antes. Me


pareció llegado el momento de que lo vieran, ya que tienen bastante informa-
ción, y además en este momento un apoyo puede venir bien para preparar la
visita de mañana.

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110 Psicomotricidad y globalización del curriculum de educación infantil

Santiago, el conserje, nos ayudó a poner todo a punto. Solo vimos la


parte que había seleccionado, ya que completo era muy largo y no aguantarían
la atención. El trocito preparado duraba catorce minutos. Era muy interesante,
ya que explicaba que se reproducían por huevos y cómo los ponían, cómo ha-
cían las telarañas, cómo atrapaban a sus presas, cómo era su alimentación, etc.
Luego lo comentamos, explicando lo que más les había gustado y lo que
menos. Era un buen momento para trabajar el vocabulario y la expresión. A
nivel oral trabajamos con frases que contuviesen la palabra araña. Cada uno y
cada una tenía que decir una frase diferente. Luego intentamos buscar otras
palabras que empezaran por la letra a: arena, agua, abuelo, anilla... Nos fijamos
que la palabra araña empieza por a, termina por a, y en el medio tiene otra a.
Rodearon las “a” de la palabra araña, y después hicieron la topografía.
Unos en el suelo, y otros sobre en las mesas hicieron la silueta de la letra
“a”. Desde arriba hacia abajo por la izquierda, después hacia arriba por el otro
lado. Por eso es importante trabajar primero, y bien, el círculo, el “cero” y la
“o”. Después fueron pasando por la pizarra para dibujarla.

9. OCTAVA SESIÓN, MIÉRCOLES

Hoy vamos a ir al Museo de Ciencias. Durante el diálogo preparamos al-


gunas preguntas para hacerle a la persona encargada de la visita. ¿Qué comen?
¿Cómo se reproducen por huevos? ¿Quién las cuida? ¿Se pelean entre ellas?
Después de preparar este trabajo y de recordar las normas de una visita,
salimos hasta la puerta principal del colegio, donde nos esperaban las mamás y
los papás para llevarnos en sus coches a Santa Cruz. Estaban entusiasmados.
Lo que más les gustó del museo fue una gran pecera con peces habituales
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en el mar que nos rodea. Se arremolinaron alrededor de la pecera, como si nunca


hubiesen visto peces. Lo que más les gustó y sorprendió fue una gran morena,
viva, con sus dientes afilados. También les llamó mucho la atención una colec-
ción de aves y mariposas. Quedaron bastante decepcionados de las arañas, por-
que ellos esperaban que estarían vivas y no en pequeños recipientes de conser-
vación. Sí que las vieron, preguntaron, y quedaron admirados delante de algunas
muy grandes, negras y peludas, pero se les notaba que esperaban otra cosa.
Al joven que nos acompañó en la visita le fueron preguntando aquellas
cosas que habíamos preparado. El les contestó a todas y cada una de las pregun-
tas de una manera sencilla y clara, adaptándose muy bien a sus edades.
Aprovechando que estábamos en Santa Cruz, después de salir del museo
los llevamos al Parque de la Granja, en donde hay instalada una gran telaraña,

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Las arañas 111

como juego de trepar, con cuerdas rojas. Se lo pasaron pipa. Es una telaraña
con una altura considerable, pero ellos treparon de forma decidida hasta la par-
te central. Parecían un hervidero de pequeñas arañas (foto 11). Algunos tenían
miedo a tanta altura, pero entre mi ayuda y la de los familiares que nos acompa-
ñaban, conseguimos darles seguridad, y al final se atrevieron a subir bastante.
Al ir por la calle en busca de los coches nos encontramos una “tienda de
150”, en cuyo escaparate había bichitos de plástico, y entre ellos, casualmente,
arañas de distintos tamaños. Compramos varias.

Foto 11
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10. NOVENA SESIÓN, JUEVES

Dedicamos el diálogo a comentar la visita y las cosas que hicimos ayer.


Casi todos hicieron referencia a lo que les había contado el guía, de que la viuda
negra se comía al macho después de aparearse, así como la explicación de
cómo atrapaban a los insectos en su gran tejido. La información recogida en la
visita era muy parecida con la que habíamos visto en el video.
Después jugamos con el lenguaje. Había que decir una frase con la pala-
bra araña. Hubo algunas en las que las arañas eran tratadas con un cierto cariño:
“las arañas son bonitas”, “las arañas son buenas”. Estoy contenta, porque se ha
desmitificado totalmente la repugnancia supersticiosa y el miedo. Me gusta ver
que en el recreo ya no se dedican a aplastarlas, sin ningún razonamiento, sino

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112 Psicomotricidad y globalización del curriculum de educación infantil

que juegan con ellas, poniéndolas en las manos, dejando que caminen por sus
brazos, y dejándolas después en su sitio.
Con las arañas de plástico que compramos ayer, como son de varios ta-
maños, hicimos algunos ejercicios lógico-matemáticos. Las ordenaron de ma-
yor a menor, nombrando después la primera, la segunda, ... la última. Luego las
clasificaron, atendiendo al tamaño, haciendo pequeños grupos.
Después picaron la letra a, después de rodear las “a” de la frase de estu-
dio. Me resulta gracioso verles trabajar en las mesas, pasando los hilos por
delante y sin que la silla tenga apenas movilidad, pues están unidas por hilos.
No menos gracioso es ver cómo se adaptan al espacio.
Todos los trabajos y dibujos realizados sobre la araña los hemos reunido,
le pusimos una bonita portada, y lo hemos dejado en el rincón de los libros y
cuentos, como una monografía sobre el tema, que nos puede servir para poste-
riores consultas.
Una de las arañas que tenemos en la clase ha tejido una telita de araña en
la esquina del terrario. Pero como son hilitos tan finos algunos no los veían.
Paloma lo solucionó enseguida: cogió el pulverizador que utilizamos para re-
gar las plantas, roció la telaraña y las gotitas permitían ver perfectamente los
hilos. Una solución tan acertada, para ver la telaraña “hermoseada con el rocío”
que habría maravillado al mismo Jovellanos.

11. ÚLTIMA SESIÓN, VIERNES

En el diálogo logré convencerles de que hoy fuera el último día de la


clase con telaraña. Traté de que cada uno y cada una resumieran lo que habían
aprendido con las arañas. Los resultados fueron buenos. Sabían tal vez más de
lo que yo misma sabía antes de esta historia. Y sobre todo hemos trabajado el
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desplazamiento, de cuclillas y a gatas, de forma bárbara. A mí también me da


pena quitarla, pero a todo llega su último momento.
Les dí tijeras, pero la mayoría prefería desenredar y desatar los nudos. En
eso de los nudos son unos verdaderos expertos y expertas. Iban poniendo los
hilos en el suelo, todos juntos. Para desenredar los nudos y las ataduras que
estaban en alto se subían en sillas, y otras veces les ayudaba yo. Tardamos
bastante tiempo. Cuando todo estuvo recogido, jugamos con las cuerdas, y las
clasificamos atendiendo al color, al tamaño, etc. Concluimos haciendo un mu-
ral, pegando los hilos en forma de telaraña. Costó mucho, ya que los hilos son
difíciles de pegar en el papel. Pero despacio fue saliendo todo. Una vez con-
cluido lo expusimos fuera de la clase.
El sol del siguiente día nos obligará a renovar la tarea.

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