Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Trabajo de Investigacion de Operaciones
Trabajo de Investigacion de Operaciones
INFORME
Integrante:
Lorhuama Rojas
CI: 18.538.874.
El colapso económico de 1973 en Chile fue una fuerte crisis económica generada tanto por factores
exógenos como endógenos que se vivió durante el gobierno del presidente Salvador Allende. Fue
uno de los catalizadores de la crisis política que vivió el país durante el gobierno de la Unidad Popular
y, asimismo, es uno de los aspectos más relevante sobre el que se sustenta el Golpe de Estado del
11 de septiembre de 1973. Esta crisis económica se manifestó en una inflación de tres dígitos
cálculos contemporáneos estiman que ésta llegó a un 606%, la más alta en la historia de Chile.
El déficit del sector público pasó del -1,4% del Producto Interno Bruto (PIB) en 1970 hasta llegar al -
22,9% en el año 1973.
Este fuerte aumento en el déficit Fiscal por parte del Gobierno de la Unidad Popular (UP) se explica
por el plan económico que se implementó, este se llamaba el Plan Vuskovic. Este tenía una fuerte
inspiración en las ideas keynesianas de la época. El diagnóstico de ese plan se basaba en la premisa
de que en la economía había una cierta cantidad de recursos ociosos, por lo que una política
económica que aumentara la demanda agregada llevaría a la utilización de esos recursos, sin costos
importantes para la economía.
Durante ese gobierno la autoridad decidió fijar los precios a niveles bajo el nivel de equilibrio -
porque el gobierno de la época quería que la gente con menos recursos pudiese comprar los bienes
más esenciales a un bajo precio, siguiendo lo planteado en el Plan Vuskovic- la fuerte expansión
monetaria llevó a un exceso de demanda (en inglés esto se llama Shortage) de los bienes que tenían
precios fijados. Esto, junto al acaparamiento que se dio como complot contra el gobierno, produjo
un desabastecimiento generalizado de estos bienes. En esas épocas era común ver filas de personas,
de cientos de metros, esperando para comprar un solo kilo de pan u otros bienes básicos.
Medidas aplicada
En 1971 los salarios reales y los salarios en el sector público aumentaron junto a los salarios en el
sector privado crecieron aproximadamente el mismo promedio. También, el empleo del sector
público entre 1970 y 1972 creció un promedio del 11,4 % anual. En los dos primeros cuartos de
1971, el producto industrial aumentó un 6,2 % y el 10,6 % comparado con los mismos períodos en
el año anterior. Las ventas industriales crecieron en promedios aún más grandes: el 12 % durante el
primer cuarto y el 11 % durante el segundo cuarto.
Además de las medidas adoptadas según el programa de la UP, mediante las JAP (Juntas de
Abastecimiento y Control de Precios), CORA (Corporación de la Reforma Agraria) y otros organismos
creados ad hoc, se produjeron hechos fuera de la planificación estatal, en que organizaciones
sociales y políticas, ocuparon sin monitoreo del estado gran cantidad de hectáreas agrícolas -tanto
privadas como del Estado-, fábricas, comercios y centros de producción. No obstante, esta situación
fue minoritaria respecto al uso legal de medios de expropiación y la mayor cantidad de áreas afectas
a la reforma fueron entregadas por sus dueños al estado y al área social de la economía
El Caracazo fue una de las consecuencias y agravantes de la inestabilidad política que vivía
Venezuela desde el comienzo de la crisis económica e institucional. El programa de gobierno fue
modificado tras los hechos; Carlos Andres Pérez convocó un Consejo Consultivo en el que estuvo
también la oposición, en un intento de reconducir la situación social de Venezuela. El 7 de marzo se
decreta la liberación de precios. Se acelera el proceso de descentralización con la primera elección
directa de Gobernadores y Alcaldes celebrada en diciembre de 1989, lo cual permite un respiro
democrático.
El clima de descontento popular agravado por el Caracazo fue seguido en 1992 por dos intentos de
golpe de estado: uno en febrero y otro en noviembre. Se trataba de una logia conspirativa que venía
operando en el ejército desde 1982 y que ya tuvo un intento de golpe también frustrado en octubre
de 1988. La creciente desaprobación de la gestión del Presidente Pérez, la ruptura con el partido
Acción Democrática, la falta de nuevos liderazgos, la corrupción de la clase política y del bipartidismo
tradicional, junto con el paquete de medidas aplicado hicieron propicio el momento para las
intentonas golpistas que el presidente Pérez logró frustrar.
Debido a todo esto, el 28 de febrero, el gobierno de Carlos Andrés Pérez reaccionó ante los saqueos
con el plan “Ávila”, ordenando a la Guardia Nacional y al Ejército acabar con la revuelta y
permitiéndoles el uso de armas de fuego. Como consecuencia, se emprendió una brutal represión
contra la población, dejando decenas de pérdidas humanas.
Asimismo, Pérez decretó estado de emergencia, previsto en el artículo 240 de la Constitución de
1961, con el que suspendió las garantías constitucionales. De esta manera, el derecho a la libertad
y seguridad personal, la inviolabilidad del hogar doméstico, el libre tránsito, la libertad de expresión,
las reuniones en público y el derecho a manifestar pacíficamente fueron suspendidas durante 10
días. Esta medida solo ocasionó arreciar la represión.
El Ejecutivo envió cuatro mil soldados con tanquetas a las calles de la ciudad capital para restablecer
el orden. De acuerdo a testigos, los primeros grupos de militares se ubicaron en las faldas de los
cerros para evitar que las personas continuaran bajando y se unieran a los saqueos. Los primeros
disparos fueron de advertencia, pero después empezaron a asesinar gente.
Aun cuando ya habían cesado los saqueos, los militares continuaron disparando
indiscriminadamente y sin piedad contra las casas y los habitantes de las zonas más populares
caraqueñas. Además, las patrullas del Ejército comenzaron a allanar hogares en los barrios,
supuestamente en busca de la mercadería, y a arrestar a los sospechosos, violando de esta forma
los derechos humanos.
Testigos relatan que durante esos fatídicos 27 y 28 de febrero, Caracas se llenó del eco de disparos
de rifles y ametralladoras, que al cesar llenaron la morgue de cadáveres y los hospitales eran
insuficientes para atender a la cantidad de heridos de tan brutal acto.
El 7 de marzo, el presidente Pérez ordenó la suspensión del toque de queda, pero exigió al Congreso
mantener el estado de emergencia y se restituyeron algunas garantías.
El hecho de que la crisis política en Venezuela empeore cada día es ya una realidad rutinaria. Sin
embargo, las consecuencias económicas que ha causado en el ámbito social no parece que vayan a
solucionarse en el corto plazo.
Precios que cambian a diario; un tipo de cambio del Bolívar al Dólar en el mercado libre que supera
al oficial 80 veces; sueldos que pierden valor y, por encima de todo, problemas de liquidez dificultan
la vida de los venezolanos.
En primer lugar debemos señalar que, como los occidentales indican con facilidad, el problema no
es solo el gobierno de “izquierdas” que rige el país. Por el contrario nos encontramos frente a una
crisis cuya causa es una pésima administración, resultado ésta, a su vez y en gran parte, del factor
humano.
Cuando Hugo Chavez llegó al poder en 1999 poseía tres virtudes: carisma, visión y una fuente
económica que le permitía moldear la política. Tras el fallido golpe de estado en 2002 Chavez
fortaleció su carisma y visión para posteriormente convertirse en el líder más poderoso del
continente a raíz de la excesiva subida del precio del petróleo a partir de 2005.
Cuando Chavez murió en 2013 ninguna de estas tres virtudes habían quedado. El precio del petróleo
había bajo hasta los 30-40 dólares y con la subida al poder de Nicolás Maduro, que carecía de
carisma fuera de su altura, Venezuela perdió su visión. Es decir, Venezuela entró en un callejón sin
salida político cuando perdió los tres principales factores que la hacían fuerte.
La oposición venezolana, que había basado toda su política económica en los ingresos obtenidos de
la venta de petróleo, también entró en el mismo callejón sin salida. La Mesa de la Unidad
Democrática (MUD), formada por decenas de líderes con enormes egos y carentes de ningún punto
de vista en común salvo la oposición a Chavez, se disolvió en poco tiempo a pesar de haber logrado
cierto éxito en las elecciones parlamentarias de 2015. Hoy por hoy el gobierno y la oposición
venezolana viven el periodo más “pobre” de su historia política.
Atrapados en medio de esta crisis política el pueblo venezolano ha sido el más afectado por la mala
situación de la economía del país. La última vez que Venezuela creció económicamente fue en 2013,
y lo hizo un dos por ciento. A partir de esa fecha los números de crecimiento de la economía
venezolana han estado en rojo. En el primer trimestre del presente año su economía encogió un 15
por ciento.
En los últimos cuatro años varias líneas aéreas, entre ellas Lufthansa, Air France y Avianca, dejaron
de volar al país. Los propietarios de vehículos tienen dificultades en encontrar repuestos. En estos
momentos el sueldo mínimo es de tres dólares. El año pasado la inflación fue del 2.400 por ciento.
Para pagar una comida hay que llevar una bolsa llena de bolívares.
La mayoría de las empresas activas en el país piden ser pagadas en dólares y que estos sean
trasferidos a sus cuentas en el exterior. Para evitar la pérdida de valor de los bolívares que ganan,
las empresas se esfuerzan por cambiarlos lo antes posible a dólares. El tipo de cambio oficial de un
dólar es de 3.400 bolívares. En lo que al mercado libre se refiere, durante mis viajes he podido
observar tres tipos de cambio diferentes: en Cucuta, en la frontera con Colombia, es de 106.000
bolívares. En Arauca, también zona fronteriza, de 80.000 y en Caracas de 260.000
aproximadamente.
Muchos comerciantes compran dólares en Cucuta y Arauca para luego revenderlos en Caracas más
caro. Esta es una de las principales razones por las que, especialmente en la capital, hay falta de
liquidez. A su vez estas acciones hacen que se formen grupos que especulan.
Tampoco es fácil encontrar productos de necesidad básica en los supermercados. Ahora ser dueño
de un vehículo es un lujo hasta para la clase media. Mucha gente intenta salir del país vendiendo
sus propiedades. Se estima que en los últimos tres años cerca de cuatro millones de venezolanas
han abandonado el país. Unos 800.000 de estas personas se encuentras en Colombia y los demás
repartidos en Estados Unidos (EEUU), España, Argentina, Brasil y otros países de Latinoamérica.
La crisis política en Venezuela, que cada vez se ahonda más sin mostrar signos de solucionarse a
corto plazo, está causando una oleada de migrantes en Latinoamérica. Estos inmigrantes suponen
un peso económico para los países que los acogen. Además esto ocurre cuando Latinoamérica no
pasa precisamente por su mejor momento económico.
La economía que más creció en el continente fue la de Perú y lo hizo un tres por ciento. La dimisión
de su expresidente Pedro Pablo Kuczynski en marzo, acusado de corrupción, deja un interrogativo
sobre el futuro de la economía del país.
Todos dan por seguro que Maduro ganará las elecciones presidenciales previstas para el 20 de abril.
Maduro, que hasta ahora ha ignorado los problemas sociales rechazando cualquier ayuda
humanitaria, no tiene más alternativas que estas tres soluciones: cambiar la divisa del país al dólar,
como hizo Ecuador en 2000, aceptar las ayudas humanitarias o aumentar su dependencia de China
y Rusia.
Venezuela se da cuenta de que el bolívar ha perdido su importancia y que su mayor ingreso proviene
del petróleo que vende en dólares. No obstante la mayor parte de los ingresos del petróleo van para
pagar sus deudas en el exterior.
Maduro intenta introducir en el mercado una criptodivisa cuyo valor equivalga al de un barril de
petróleo, el Petro. Desde 2017, año en el que se empezó a hablar del proyecto, hasta ahora no se
ha dado ningún paso concreto.
El objetivo de Venezuela es vender el petróleo que extraerá en el futuro en petros desde ahora para
conseguir que dinero extranjero entre en el país. Si se tienen en cuenta las sanciones impuestas por
occidente, se puede deducir que el Petro será comprado, mayoritariamente, por China y Rusia.
Desde esta perspectiva la crisis económica que Venezuela está viviendo se parece al problema que
Zimbabue tuvo en 2000.
Zimbabue consiguió superar sus problemas económicos vendiendo sus recursos subterráneos a
China, convirtiéndose en su satélite en África. Si Venezuela opta por aumentar su dependencia de
China o Rusia, la competencia entre China-Rusia y EEUU en Latinoamérica, vista por esta como su
patio trasero, se hará más violenta.
Para resumir, la crisis que empezó como política sigue empeorando en el área económica también.
Este empeoramiento en la economía venezolana a sus vez, está causando un drama humanitario en
Latinoamérica. El país que un tiempo fue el más fuerte del continente y que poseía el 24.8 % de las
reservas mundiales del petróleo, ahora es incapaz de valerse por sí mismo. En caso de que colapse
el tiempo mostrará si Venezuela se convierte en una nueva Libia o Siria.