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Unidad 7- fecha: 07- 10- 2019 – Cuarto Grado. I.

E N° NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN”N° 81791

SESION DE TUTORIA N° 32: Conociendo el delito de la trata de personas. (Tutoría pág 62- 63) –Cuaderno de trabajo.

QUÉ BUSCAMOS: Que las y los estudiantes conozcan lo importante que es cuidarse y comunicar lo que le sucede a
una persona de confianza para evitar el peligro.
MATERIALES: - imagen de niños que son sometidos a la trata de personas. Ficha informativa.

PRESENTACIÓN: - Recibiremos con cariño a las y los estudiantes, y les presentamos unas imágenes, describen lo que
observan y comentan.

SE MENCIONA EL PROPÓSITO: conversaremos sobre la importancia de conocer sobre la trata de personas para evitar
el peligro y estar prevenidos.
INICIO:

Los estudiantes escuchan los comentarios realizados por sus compañeros según cada imagen, luego se les pregunta
¿Qué sentimiento observas en la niña?, ¿Cuál es la característica principal de la niña en la segunda imagen?, ¿Qué
crees que les pasa a esas niñas?, ¿Por qué crees que lo harán?, ¿Qué crees que les puede suceder a esas personas?,
¿Por qué?

DESARROLLO: Leen los casos y comentan.

-Leen el texto informativo en silencio, sobre la Trata de personas. En su cuaderno de tutoría pág. 62 y 63.

- Comentan sobre la información obtenida.

- Establecen conclusiones: ¿Qué es trata de personas?, ¿Qué características dan para identificar que es trata de
personas?, ¿Qué debemos hacer ante esas situaciones?, ¿ A quién debemos contar lo que me hace daño?

CIERRE: Exponen la importancia de conocer sobre la trata de personas para evitar el peligro y estar prevenidos.
Explicando por qué.

Escriben sus compromisos sobre evitar estos peligros.

Después de la hora de tutoría:

Proponemos a las y los estudiantes que opinen sobre por qué es importante estar preparados ante la trata de
personas.

IDEAS FUERZA: Tener un actitud de alerta y saber dar solución de manera rápida a estas situaciones de trata de
personas

“trata de personas” se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas,


recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de
poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el
consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá,
como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios
forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.

Autoridades a donde acudir: - Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES)


Les engañaron: Lucia es una niña de 14 años que vive en Chincha. Pertenece a una familia campesina muy pobre. Una
pariente lejana ofreció a su padre conseguirle un buen trabajo para ella como “empleada doméstica” en casa de unos
amigos suyos en Lima. Ganaría buena plata y podría enviarla a sus padres. El padre de la niña aceptó y con ayuda de la
pariente realizó los trámites necesarios para el viaje de Lucia. La pariente de la niña la acompañó hasta Cusco y ahí la
hizo viajar hacia Lima, donde le esperarían sus futuros patrones. Lucia fue llevada a la casa de una familia en dicha
ciudad. Trabajaba día y noche en los quehaceres domésticos, era maltratada, no iba a la escuela. No conocía a nadie ni
sabía cómo volver a casa. En Chincha, los padres de Lucia no sabían nada de ella. Preguntaron a la pariente y ella les
dijo que no se preocupen, que estaba muy bien y que seguramente, en algunos meses más estaría enviándoles las
primeras remesas de dinero. El papá de Lucia se quedó tranquilo y decidió seguir esperando. Ya hace un año que Lucia
está en alguna parte de Lima, sola y sin poder escapar.

Casi me atrapan: Por esa época, tenía unos doce años. Todas las tardes, me quedaba en el colegio a jugar una
“pichanguita”. Siempre me decían que jugaba bien. Cuando me iba para mi casa se me acercó un hombre sonriente y
amable. Él me hizo preguntas. Le dije que me gustaba jugar. Dos días más tarde, lo volví a ver. Estaba cerca del colegio.
Me dijo que tenía un amigo con una academia en Lima y que podría estudiar y entrenar si quería.”Tienes un buen
futuro”, le escuché decir. Además, mencionó que podría ganar algo de dinero para ayudar a mi familia. Se mostró
amable. Me dijo que a veces las familias no sabían reconocer las “minas de oro” que tenían, refiriéndose a mí.
“Piénsalo”, me dijo. Hablé con mis amigos. Hubo diferentes opiniones. Uno de ellos me sugirió que converse sobre el
tema con el director del colegio. “¿Ya lo pensaste?”, me dijo el hombre cuando lo volví a encontrar. Yo le dije:” ¿por
qué no vamos a hablar con el director?” Él se negó, aduciendo que el trato era entre él y yo únicamente. “No tengo
nada que hablar con el director”, sostuvo. Reaccioné y le dije: “lo que tú quieres es engañarme...” y me fui corriendo.
Tuve miedo.

Les engañaron: Lucia es una niña de 14 años que vive en Chincha. Pertenece a una familia campesina muy pobre. Una
pariente lejana ofreció a su padre conseguirle un buen trabajo para ella como “empleada doméstica” en casa de unos
amigos suyos en Lima. Ganaría buena plata y podría enviarla a sus padres. El padre de la niña aceptó y con ayuda de la
pariente realizó los trámites necesarios para el viaje de Lucia. La pariente de la niña la acompañó hasta Cusco y ahí la
hizo viajar hacia Lima, donde le esperarían sus futuros patrones. Lucia fue llevada a la casa de una familia en dicha
ciudad. Trabajaba día y noche en los quehaceres domésticos, era maltratada, no iba a la escuela. No conocía a nadie ni
sabía cómo volver a casa. En Chincha, los padres de Lucia no sabían nada de ella. Preguntaron a la pariente y ella les
dijo que no se preocupen, que estaba muy bien y que seguramente, en algunos meses más estaría enviándoles las
primeras remesas de dinero. El papá de Lucia se quedó tranquilo y decidió seguir esperando. Ya hace un año que Lucia
está en alguna parte de Lima, sola y sin poder escapar.

Casi me atrapan: Por esa época, tenía unos doce años. Todas las tardes, me quedaba en el colegio a jugar una
“pichanguita”. Siempre me decían que jugaba bien. Cuando me iba para mi casa se me acercó un hombre sonriente y
amable. Él me hizo preguntas. Le dije que me gustaba jugar. Dos días más tarde, lo volví a ver. Estaba cerca del colegio.
Me dijo que tenía un amigo con una academia en Lima y que podría estudiar y entrenar si quería.”Tienes un buen
futuro”, le escuché decir. Además, mencionó que podría ganar algo de dinero para ayudar a mi familia. Se mostró
amable. Me dijo que a veces las familias no sabían reconocer las “minas de oro” que tenían, refiriéndose a mí.
“Piénsalo”, me dijo. Hablé con mis amigos. Hubo diferentes opiniones. Uno de ellos me sugirió que converse sobre el
tema con el director del colegio. “¿Ya lo pensaste?”, me dijo el hombre cuando lo volví a encontrar. Yo le dije:” ¿por
qué no vamos a hablar con el director?” Él se negó, aduciendo que el trato era entre él y yo únicamente. “No tengo
nada que hablar con el director”, sostuvo. Reaccioné y le dije: “lo que tú quieres es engañarme...” y me fui corriendo.
Tuve miedo.

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