En primer lugar es imprescindible afirmar que si hay alguien a quien debemos imitar es a nuestro Señor Jesucristo, y es allí, donde quiero encaminar el primer aspecto que influyen o me ayudan a ser un mejor servidor. Tomando su ejemplo de vida, basándonos en la epístola a los Filipenses capítulo 2, verso 5-8, donde se nos explica la transición de Cristo y el nivel de humillación a la cual Él mismo se sometió por amor y a nuestro favor. En ese orden de ideas, es necesario iniciar este resumen haciendo énfasis en el ejemplo de Jesucristo, pues siendo Él el Rey de Gloria, no estimó ser igual a Dios, como cosa a que aferrarse, sino que se hizo siervo y obediente hasta la muerte. Un buen servidor tiene total claridad en el significado de ‘siervo’. Etimológicamente viene del griego “doulus” y significa literalmente ‘esclavo’. Es decir, como lo dicho por Pablo en la carta a los Romanos donde cita “¿no sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”, de acuerdo a las palabras del apóstol, podemos concluir que cuando pasamos de muerte a vida, ya no somos esclavos del pecado, sino que debido a nuestra obediencia al evangelio y a las palabras de Jesucristo ahora servimos a Dios para justicia, es decir, hacer el bien; es nuestro deber, por lo tanto, asumir nuestra nueva naturaleza y servirle al Señor además de tener la esperanza de la vida eterna. La vocación es, entonces, una luz que se enciende en el corazón del servidor encaminado a una actividad o labor en específico, todo con el propósito de llevar el evangelio de Cristo como nos fue encomendado. El profeta Jeremías lo describe en su libro, en el capítulo 20, versículo 9, como un fuego ardiente que quemaba sus huesos y que quiso contenerlo, pero no le fue posible. El servidor de Cristo recibe un llamado de parte de Dios que es el impulso para servirle con toda su alma. En ese mismo sentido, el ministerio se puede definir como la ejecución del don, es decir, cuando usamos aquello que hemos recibido de Dios en favor de otro. El mismo apóstol pablo le escribe en su segunda carta a los cristianos asentados en Corinto, en el capítulo 5, verso 18, que Dios nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación. Esta palabra que hemos recibido de Él es la que debemos llevarle al mundo para volver a unir aquello que el pecado rompió, esto es, la relación de Dios con el hombre. El siervo que Dios necesita es humilde, nunca mira por sus propias necesidades sino que está consciente de su imperfección, busca servirle a las personas, es fiel, no toma la gloria para Él mismo, sino que es consciente que toda la gloria le pertenece a Dios; al compararse con la santidad Divina, se siente en la necesidad de guardarse cada día más; procura ser verdadero, no le gusta guardar apariencias; es prudente, modesto y busca siempre estar en la presencia de Dios, a los pies de su Señor. El orgullo no cabe en su vocabulario. ACTIVIDAD EXTRA-CLASE
2. En la vida del servidor se presentan muchos inconvenientes, si bien, uno de los
versículos más conocidos en la iglesia es Hebreos 12:2, donde nos dice la biblia que nuestros ojos deben estar puestos en Jesús, que es en quien inicia y se perfecciona nuestra fe. No obstante, lo anterior no se vuelve real hasta que pasamos por situaciones adversas que nos obligan a ponernos al límite en nuestra labor como siervos de Cristo. Sinceramente, en mi caso, he intentado que sea así a lo largo de mi vida cristiana, han venido momentos en los que no sé qué hacer, si dimitir o continuar, el cargo recibido se vuelve una responsabilidad que empieza a exigir cierto nivel de madurez (espiritual, mental y emocionalmente) y es allí en donde me he agarrado de la mano de Dios y, mediante la oración, Él me ha dado muchas victorias. El ser humano tiene en su naturaleza la necesidad desesperada por complacer a otros, a pesar de ello, el cristiano debe tener en cuenta que debe morir ese deseo, debido a que no siempre que se complace a los demás, se está haciendo la voluntad de Dios. En mi vida cristiana he pasado por momentos críticos en los que he presentado ciertos inconvenientes con las personas que me rodean puesto que ellos no han estado 100% de acuerdo a mi labor en la iglesia; al comienzo de todo ello, honestamente, quise actuar de tal manera que todos aprobaran mi labor, sin embargo, fallé de manera rotunda, puesto que siempre habrán personas que se sentirán incómodas con mi servicio; gracias a Dios pude aprender ello y decidí que intentaré siempre complacer a Dios, aunque los demás se opongan y servirle a Él con el alma, sin importar las circunstancias.