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Capítulo 23

TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA,


LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA
CHARLES POPPER, M.D.
SCOTT A. WEST, M.D.

En psiquatría, la niñez se considera como un período En un paciente infantil pueden darse múltiples trastor-
de vulnerabilidad y desarrollo progresivo hacia la persona- nos psiquiátricos típicos. Los procesos psiquiátricos prima-
lidad y el carácter del adulto. Los trastornos psiquiátricos rios en la niñez pueden conducir a complicaciones secun-
de niños y adolescentes son objeto de creciente atención darias del desarrollo, tales como el trastorno disocial o el
por ser procesos graves pero tratables y precursores de la fracaso escolar, y de modo más persistente a una baja au-
psicopatología del adulto. toestima y a trastornos de la asertividad social. Los síndro-
En este capítulo se exponen las distintas entidades psico- mes primarios se expanden rápidamente con complicacio-
patológicas que suelen diagnosticarse inicialmente durante nes secundarias durante el desarrollo, lo que borra las
esas edades. Estos trastornos surgen a menudo combinados, fronteras de la psicopatología «original». Ciertos trastor-
cambian su forma de presentación durante la maduración, nos muestran una agregación familiar e individual, e inter-
interaccionan en el transcurso del tiempo y pueden quedar accionan para producir formas más virulentas. Estos efec-
oscurecidos o ampliados por sucesos intercurrentes durante tos interactivos de múltiples trastornos concomitantes son
el desarrollo. Al igual que en el DSM-IV (American Psychia- particularmente evidentes en niños y adolescentes. Aun-
tric Association, 1994), estos trastornos de inicio en la niñez que los diagnósticos de personalidad no suelen efectuarse
se describen aquí como entidades cristalizadas abstractas, antes de los 18 años, el paciente psiquiátrico infantil am-
una presentación que no respeta la individualidad de su apa- bulatorio es portador de dos diagnósticos DSM diferentes
rición en cada niño, criado en una familia y una sociedad por término medio, y el que está hospitalizado, de cuatro.
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determinadas y sometido a continuos cambios. Esta expansión de la psicopatología infantil durante el


El «trabajo» principal del niño es cambiar y crecer, ta- desarrollo puede generar «características asociadas» du-
rea que refleja su empuje para interaccionar y modificarse rante toda la vida. En la dislexia, las neuronas ectópicas y
en múltiples dimensiones. Las descripciones rígidas crista- las anomalías en la citoestructura de la corteza cerebral
lizadas de sus trastornos no expresan la vividez y la energía suelen conducir a una escasa tolerancia a la frustración en
de los niños que se adaptan y crecen siguiendo unas direc- la niñez, a rigidez para el aprendizaje en la adolescencia y
trices características de tales trastornos y otras totalmente a un rendimiento inferior al esperado en la edad adulta.
independiente de los estados psiquiátricos. La evolución adulta de la psicopatología infantil depende
El principal mensaje de este capítulo se refiere a la di- en parte de los modos en que ésta se amplía o queda dete-
námica subyacente, no a la rigidez de las categorías diag- nida por factores individuales, familiares, culturales y tera-
nósticas, sino al flujo y al cambio que estas entidades abs- péuticos.
tractas provocan en la vida de los niños, así como de los ¿Dónde se hallaban los pacientes psiquiátricos adultos
adultos en los que se convertirán. durante su niñez? Parte de la respuesta se basa en la capa-

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824 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

cidad para ver la enfermedad en los niños. No hace de- TABLA 23-1. Trastornos DSM-IV de inicio en la infancia, la ni-
masiado tiempo, se creía que los trastornos del estado de ñez o la adolescencia
ánimo no comenzaban hasta la mitad o el final de la ado-
Retraso mental
lescencia. Sin embargo, ahora se sabe que todos los tras- Retraso mental leve
tornos psiquiátricos «adultos» enumerados en el DSM-IV Retraso mental moderado
pueden comenzar durante la niñez. Cualquier trastorno Retraso mental grave
puede utilizarse como etiqueta diagnóstica primaria en un Retraso mental profundo
Retraso mental de gravedad no especificada
niño. Incluso los trastornos de la personalidad (excepto el
de personalidad antisocial) pueden diagnosticarse en la Trastornos del aprendizaje (antes trastornos de las habilidades
niñez si sus características son dominantes e inusualmente académicas)
persistentes. Se sabe también que todos los trastornos que Trastorno de la lectura
comienzan en la niñez dejan secuelas importantes en el Trastorno del cálculo
Trastorno de la expresión escrita
adulto o se transforman en trastornos del adulto. Trastorno del aprendizaje no especificado
Los procesos médicos en el niño tienen una importan-
cia crucial para valorar su conducta; incluso los problemas Trastorno de las habilidades motoras
médicos del Eje III leves o transitorios pueden provocar Trastorno del desarrollo de la coordinación
síntomas conductuales flagrantes, en especial en niños de
Trastornos generalizados del desarrollo
corta edad (Cantwell y Baker, 1988). La prevalencia de Trastorno autista
trastornos psiquiátricos es doble en los niños con enferme- Trastorno de Rett
dades o minusvalías físícas ajenas al sistema nervioso cen- Trastorno desintegrativo infantil
tral (SNC) (Rutter y Yule, 1970). En el Eje IV, el DSM-IV Trastorno de Asperger
Trastorno generalizado del desarrollo no especificado
proporciona una versión modificada de la Escala para eva-
luar la intensidad del estrés psicosocial en niños y adoles- Trastornos por déficit de atención y comportamiento pertur-
centes. La ausencia o la negligencia de los padres, los abu- bador
sos físicos y sexuales, los trastornos psiquiátricos de las Trastorno por déficit de atención con hiperactividad
Tipo con predominio del déficit de atención
personas que cuidan al niño e incluso la pubertad ejer-
Tipo con predominio hiperactivo-impulsivo
cen efectos sobre los niños, específicos para cada edad. La Tipo combinado
Escala de evaluación de la actividad global (EEAG), en el Tipo no especificado
Eje V incorpora características de la Escala de evaluación Trastorno disocial
global infantil (Children’s Global Assessment Scale) (Shaffer y Trastorno negativista desafiante
Trastorno del comportamiento perturbador no especificado
cols., 1983).
El estadio del desarrollo puede influir en la presenta- Trastornos de la ingestión y de la conducta alimentaria de la in-
ción, el significado y el curso de un trastorno psiquiátrico. fancia o la niñez
La capacidad de afrontamiento y de adaptación cambia Pica
Trastorno de rumiación
con el desarrollo y no se relaciona de una manera simple
Trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez
con la edad cronológica. En el sistema DSM actual no es-
tán clasificadas estas características del desarrollo, y queda Trastornos de tics
al juicio del clínico la valoración del estadio del desarrollo Trastorno de la Tourette
del individuo y el significado evolutivo de los síntomas que Trastorno de tics motores o vocales crónicos
Trastorno de tics transitorios
presente. Trastorno de tics no especificado
La categoría DSM-IV «trastornos de inicio en la infan-
cia, la niñez o la adolescencia» incluye procesos que no Trastornos de la comunicación
sólo comienzan en la infancia, sino que se diagnostican típi- Trastorno del lenguaje expresivo
Trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo
camente en esa época (tabla 23-1). Algunos patrones com-
Trastorno fonológico
portamentales son normales en ciertas etapas del desa- Tartamudeo
rrollo, pero adquieren carácter patológico en estadios Trastorno de la comunicación no especificado
posteriores (p. ej., el trastorno de ansiedad por separa-
ción, la enuresis, la encopresis y el trastorno negativista Trastornos de la eliminación
Encopresis
desafiante). Sin embargo, la mayoría de las conductas ex- Enuresis
hibidas en estos trastornos no son «normales» a ninguna
edad. Otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia
En este capítulo no expondremos los trastornos adapta- Trastorno de ansiedad por separación
Mutismo selectivo
tivos en niños (Newcorn y Strain, 1992) ni los problemas
Trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez
de las relaciones paternofiliales. El desarrollo del niño y el Trastorno de movimientos estereotipados
tratamiento psiquiátrico en la infancia se exponen en los Trastorno de la infancia, la niñez o la adolescencia no especificado
capítulos 4 y 35, respectivamente. En otras partes de esta
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 825

obra se describen asimismo trastornos psiquiátricos impor- más antiguos y acreditados. Aunque se han realizado más
tantes en menores, tales como los trastornos del estado de de 200 ensayos a doble ciego que demuestran su efectivi-
ánimo y de ansiedad, el trastorno por consumo de sustan- dad clínica, todavía persisten algunas dudas sobre su uso
cias, los trastornos de la conducta alimentaria y la esquizo- clínico. A pesar de los 60 años transcurridos desde que se
frenia. Aunque estos procesos presentan generalmente identificó el trastorno por déficit de atención con hiperac-
síntomas durante la infancia, no suelen diagnosticarse has- tividad y se comenzó a tratar con psicoestimulantes, a me-
ta que el individuo alcanza la madurez. nudo se «diagnostica» en la práctica clínica después de ob-
Las influencias psicopatológicas también pueden ex- tener una buena respuesta en un ensayo empírico con
pandirse con el desarrollo durante las primeras épocas de medicamentos psicoestimulantes. Sin embargo, la respues-
la vida, lo mismo que las intervenciones terapéuticas. Al ta terapéutica a un fármaco no puede interpretarse como
conocer y tratar la psicopatología de la infancia, los profe- marcador biológico de un solo trastorno, ya que son mu-
sionales ayudan tanto a los niños y a los adultos en que se chos los procesos psiquiátricos que responden a los psico-
convertirán (futuros padres y cuidadores) como a los adul- estimulantes. De modo similar, los rasgos conductuales
tos y a los niños que fueron una vez. predictivos de respuesta a los psicoestimulantes son com-
pletamente inespecíficos. En especial en los niños este
trastorno tratable con medicamentos no debe ser definido
sólo por la presencia simultánea de conductas usuales. Por
TRASTORNO POR DÉFICIT desgracia, tanto en adultos como en niños esta etiqueta
DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD diagnóstica carece de significado clínico y a menudo equi-
vale, desde el punto de vista funcional, a «impulsividad
Los niños o adultos con trastorno por déficit de aten- que responde a los estimulantes».
ción con hiperactividad presentan las características com- De un modo más general, persisten considerables dudas
portamentales de la impulsividad (o hiperactividad moto- acerca de la validez del trastorno por déficit de atención
ra), las características cognitivas del déficit de atención con hiperactividad como entidad diagnóstica. Por ejemplo,
(p. ej., desatención y distraibilidad) o ambas. En los crite- existe un debate abierto sobre si este trastorno debe conce-
rios DSM-IV (tabla 23-2) ya no se sugiere que el trastorno birse en términos «dimensionales» (es decir, el proceso se
sea sólo un trastorno infantil, una mezcla imprecisa de describe más adecuadamente por una serie de números
atención difusa y conducta molesta o un problema limita- que cuantifican sus diversos síntomas, cada uno de los cua-
do a un solo contexto. les puede estar presente en mayor o menor grado, consti-
Aunque actualmente se considera que el trastorno afec- tuyendo un trastorno de espectro múltiple) o en términos
ta a personas de cualquier edad, la mayor parte de las in- categóricos (es decir, la mejor manera de describirlo es
vestigaciones se han centrado en niños y adolescentes. como presente o ausente, dado que sus características lo
Muchos hallazgos documentados en niños y adolescentes diferencian de otros trastornos, o sea sin trastornos inter-
sugieren hipótesis de trabajo y teorías sobre este trastor- medios). Estos dos modelos apoyan diferentes conceptos
no en el adulto. Hasta el momento, la mayoría de los ha- de la enfermedad. El trastorno por déficit de atención con
llazgos relativos al trastorno por déficit de atención con hiperactividad puede considerarse como un grupo de pro-
hiperactividad en adultos han sido compatibles con obser- blemas relacionados con el manejo de la conducta, o
vaciones previas efectuadas en menores con dicho tras- como un trastorno con una vía fisiológica final común.
torno. Desde el punto de vista clínico, ambos modelos son útiles.
Si bien fue descrito ya en la antigüedad y está docu-
mentado en la literatura mundial de todas las épocas, el
trastorno por déficit de atención con hiperactividad se DESCRIPCIÓN CLÍNICA
identificó por vez primera a gran escala a comienzos del
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siglo XX, cuando los niños afectos de encefalitis de von Los síntomas principales consisten en hiperactividad
Economo desarrollaron síntomas de hiperactividad, im- motora, impulsividad y desatención. Estos síntomas se sub-
pulsividad y déficit de atención. Niños impulsivos se han rayan en el DSM-IV y a menudo se consideran como los
etiquetado como afectos de «lesión cerebral mínima» síntomas «nucleares». Dado que las medidas de actividad
(aunque no haya pruebas directas de la existencia de tal y atención en el trastorno por déficit de atención con hi-
lesión), «disfunción cerebral mínima» (aunque las lesio- peractividad guardan sólo una débil correlación, los dos
nes neurológicas francas pueden producir disfunciones se- síntomas parecen reflejar dimensiones psicopatológicas
mejantes), «síndrome hipercinético» (aunque no sólo está independientes. Ambas dimensiones son, asimismo, inde-
afecto el sistema motor) y «síndrome de hiperactividad» pendientes en los niños sin trastornos psiquiátricos. En
(aunque el 50% de todos los niños varones son calificados análisis factoriales de las puntuaciones conductuales, de la
como «hiperactivos» por padres y profesores). Escala de hiperactividad (Hyperactivity Scale) de Conners y
La terapéutica psicoestimulante de los trastornos de en el Formulario de comportamiento infantil de Achenbach
conducta es uno de los tratamientos psicofarmacológicos (Achenbach Child Behavioral Checklist, CBCL); (Achenbach y
826 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TABLA 23-2: Criterios DSM-IV para diagnóstico del trastorno por déficit de atención con hiperactividad

A. (1) o (2): (d) a menudo tiene dificultades para jugar o dedicar-


se tranquilamente a actividades de ocio
(1) seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención (e) a menudo «está en marcha» o suele actuar como
han persistido por lo menos durante 6 meses con una si «tuviera un motor»
intensidad que es desadaptativa e incoherente en rela- (f) a menudo habla en exceso
ción con el nivel de desarrollo:
Impulsividad
Desatención (g) a menudo precipita respuestas antes de haber
(a) a menudo no presta atención suficiente a los de- sido completadas las preguntas
talles o incurre en errores por descuido en las ta- (h) a menudo tiene dificultades para guardar turno
reas escolares, en el trabajo o en otras actividades (i) a menudo interrumpe o se inmiscuye en las activi-
(b) a menudo tiene dificultades para mantener la dades de otros (p. ej., se entromete en conversa-
atención en tareas o en actividades lúdicas ciones o juegos)
(c) a menudo parece no escuchar cuando se le habla
directamente B. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desaten-
(d) a menudo no sigue instrucciones y no finaliza ción que causaban alteraciones estaban presentes antes de
tareas escolares, encargos, u obligaciones en el los 7 años de edad.
centro de trabajo (no se debe a comportamiento
negativista o a incapacidad para comprender ins- C. Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presen-
trucciones) tan en dos o más ambientes (p. ej., en la escuela [o en el tra-
(e) a menudo tiene dificultades para organizar tareas bajo] y en casa).
y actividades
(f) a menudo evita, le disgusta o es renuente en D. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente
cuanto a dedicarse a tareas que requieren un es- significativo de la actividad social, académica o laboral.
fuerzo mental sostenido (como trabajos escolares
o domésticos) E. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso
(g) a menudo extravía objetos necesarios para tareas de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u
o actividades (p. ej., juguetes, ejercicios escolares, otro trastorno psicótico, y no se explican mejor por la pre-
lápices, libros o herramientas) sencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno del estado
(h) a menudo se distrae fácilmente por estímulos irre- de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un
levantes trastorno de la personalidad).
(i) a menudo es descuidado en las actividades diarias
Códigos basados en el tipo:
(2) seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactivi- F90.0 Trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
dad-impulsividad han persistido por lo menos durante dad, tipo combinado [314.01]: si se satisfacen los Criterios
6 meses con una intensidad que es desadaptativa e in- A1 y A2 durante los últimos 6 meses
coherente en relación con el nivel de desarrollo: F90.8 Trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
dad, tipo con predominio del déficit de atención [314.00]: si
Hiperactividad se satisface el Criterio A1, pero no el Criterio A2 durante los
(a) a menudo mueve en exceso manos o pies, o se re- últimos 6 meses
mueve en su asiento F90.0 Trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
(b) a menudo abandona su asiento en la clase o en dad, tipo con predominio hiperactivo-impulsivo [314.01]: si
otras situaciones en que se espera que permanez- se satisface el Criterio A2, pero no el Criterio A1 durante los
ca sentado últimos 6 meses
(c) a menudo corre o salta excesivamente en situacio-
nes en que es inapropiado hacerlo (en adolescen- Nota de codificación. En el caso de sujetos (en especial adoles-
tes o adultos puede limitarse a sentimientos sub- centes y adultos) que actualmente tengan síntomas que ya no cum-
jetivos de inquietud) plen todos los criterios, debe especificarse en «remisión parcial».

Ruffle, 1998), el factor «hiperactividad» emerge con fuer- de los complejos sintomáticos más destacados. Cada uno
za como un componente bien definido de la conducta ge- de estos tres «tipos» de trastorno por déficit de atención
neral infantil, y la «desatención» como un factor separado, con hiperactividad según el DSM-IV parece tener un pro-
con menos fuerza pero constante en las muestras de niños nóstico y una respuesta al tratamiento psicosocial diferen-
tomadas de la clínica y de la colectividad. te; por tanto, es necesario realizar una valoración clínica
Esta separación entre los factores cognitivos y conduc- por separado del déficit de atención y de la hiperactivi-
tuales es clínicamente útil. La clasificación del DSM-IV en dad-impulsividad.
tipos de trastorno por déficit de atención con hiperactivi- El diagnóstico DSM-IV de trastorno por déficit de aten-
dad «con predominio del déficit de atención», «con pre- ción con hiperactividad no especificado subsume cuadros
dominio hiperactivo-impulsivo» y «combinado» permite similares al trastorno por déficit de atención con hiperac-
designar bajo la etiqueta diagnóstica del trastorno a tres tividad que no cumplen los criterios diagnósticos. Aunque
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podría tratarse de un diagnóstico de comodidad (útil para también en la motivación, la emotividad, el control de la
el papeleo burocrático), más que un trastorno biológica- ira y la agresividad. La falta de cumplimiento de instruc-
mente diferenciado, los investigadores, mediante el uso de ciones o planes, el «olvido» en traer los «deberes» o el ma-
la electroencefalografía (EEG) cuantitativa y los potencia- terial de estudio solicitado, el abandono de los objetivos y
les evocados de respuestas, han hallado características del curso de la conversación, la menor capacidad para for-
electrofisiológicas que diferencian este tipo no especifica- mular un plan que requiera acciones secuenciales, los pro-
do de las tres formas principales del trastorno por déficit blemas al realizar tareas múltiples y otros síntomas de «de-
de atención con hiperactividad (Kuperman y cols., 1996). sorganización» son comunes en los pacientes que sufren
Estos hallazgos sugieren la existencia de una forma adicio- trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
nal del trastorno, actualmente oculta dentro del grupo de Los problemas de motivación pueden consistir en varia-
pacientes con el tipo no especificado, lo que invita a reali- bilidad, imprevisibilidad, dificultad para mantener el inte-
zar más investigaciones en estos individuos. rés y completar los proyectos, y simple frustración y desá-
Las evaluaciones en ambiente natural de niños con tras- nimo. Aunque en el DSM-IV se consideran «características
torno por déficit de atención con hiperactividad muestran asociadas» del trastorno, la falta de motivación y la dificul-
por lo general que su actividad motora es elevada en di- tad para organizarse provocan en muchos casos más inter-
versos ámbitos (Porrino y cols., 1983). En situaciones don- ferencias que los síntomas «nucleares».
de cabe esperar que la actividad de todos los niños sea ele- La impulsividad emocional se pone en evidencia sobre
vada (en el comedor, en el recreo y en el gimnasio), sus todo en las reacciones de ira y conducta agresiva. Estos
niveles son cuantitativamente similares a los de los niños síntomas pueden desencadenarse regularmente en res-
que no sufren este trastorno; en cambio, son muy diferen- puesta a una mínima provocación. Una vez iniciadas, la ira
tes de los niños «normales» cuando se trata de actividades o la agresión pueden estimular un nuevo aumento de la
estructuradas en la escuela. Incluso cuando están más impulsividad; así pues, la ira se autoalimenta.
quietos, su actividad es excesiva. La actividad motora per- La conducta exploratoria puede parecer «agresiva», con
manece elevada durante el sueño, lo cual sugiere que la búsqueda perentoria de nuevos lugares y cosas. Al entrar en
«atención» no es el área deficitaria primaria o central. una habitación, el niño puede comenzar de inmediato a to-
Aunque las personas con trastorno por déficit de aten- car los objetos y subirse a los muebles. Estas inclinaciones
ción con hiperactividad tienden a mostrarse sintomáticas «exploradoras» pueden llevarle a manejar los objetos con
en la mayoría de los ambientes, si no en todos, la intensi- rudeza y romperlos accidentalmente, introducirse en luga-
dad de los síntomas varía de un ambiente a otro. Los sín- res inseguros, sufrir lesiones físicas, incluso con fracturas
tomas pueden variar considerablemente con la estructura óseas, ingerir productos tóxicos accidentalmente. Pueden
ambiental, la estimulación sensorial y el estado emocional, producir daños en las propiedades sin intención maliciosa
así como con factores fisiológicos, como la situación gene- (esto es, capacidad destructiva no debida a la ira).
ral de alerta, el hambre y la falta de sueño. Muchos niños No todos los niños con trastorno por déficit de atención
experimentan más estimulación ambiental y «presión» con hiperactividad presentan problemas comportamenta-
afectiva en la escuela que en casa, y esta mayor hiperactivi- les, de hiperactividad o agresividad excesiva. El tipo con
dad e impulsividad es particularmente evidente en el aula predominio del déficit de atención es relativamente menos
y en los lugares de trabajo, donde se espera que las perso- frecuente en las poblaciones psiquiátricas (hospitalizadas) y
nas inhiban sus impulsos físicos y mentales. La hiperactivi- más común en otros ámbitos, como unidades de trastornos
dad-impulsividad y la desatención se observan también fá- del aprendizaje, donde los criterios de ingreso no requie-
cilmente en ambientes ruidosos y en situaciones de grupo ren altos niveles de agresividad. A diferencia de los niños
que requieren cierto estado sedentario, como en los res- con predominio de la hiperactividad, el niño con predomi-
taurantes o en los cines. Según sea más estimulante o per- nio del déficit de atención muestra una conducta más ma-
turbador el ambiente domiciliario o el hospitalario, un nejable, ligera ansiedad y timidez, más lentitud y somnolen-
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niño con trastorno por déficit de atención con hiperactivi- cia, menos impulsividad, menos trastornos y problemas
dad puede presentar más síntomas o «mejorar» si se hospi- conductuales y más trastornos del estado de ánimo y de an-
taliza (tales hospitalizaciones se deben generalmente a siedad (Gaub y Carlson, 1997; Lahey y cols., 1987). Al igual
procesos comórbidos, ya que el trastorno raras veces justi- que los niños con este trastorno predominantemente hipe-
fica la hospitalización). Los pacientes pueden presentar al ractivos, su falta de atención puede responder a los psicoes-
observador un aspecto completamente diferente en dife- timulantes (Famularo y Fenton, 1987).
rentes ambientes, como en casa, en la escuela o en el tra- Las niñas y mujeres con trastorno por déficit de atención
bajo, en el hospital o en el supermercado. Los síntomas con hiperactividad han sido poco estudiadas. Casi todas las
son a menudo más aparentes en el «mundo real» (salas de investigaciones se han dirigido a niños preadolescentes. Se
espera o vestíbulos de clínica con mucho público) que ha observado que las niñas suelen tener menos impulsivi-
frente al médico en un despacho tranquilo. dad y trastornos de conducta en comparación con los ni-
Aunque en el DSM-IV se hace hincapié en los tres sínto- ños; por lo tanto, puede ser adecuado emplear un límite de
mas principales, el funcionamiento patológico se observa puntuación más bajo para las niñas en las escalas de hiper-
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actividad y trastorno de conducta (Berry y cols., 1985). Sin la población escolar se ha estimado en un 6% (rango,
embargo, el análisis factorial de los datos conductuales en 3-10%). Este trastorno está presente en el 30-50% de los
adultos con trastorno por déficit de atención con hiperacti- pacientes psiquiátricos ambulatorios infantiles y en el
vidad sugiere que ciertos ítems de déficit de atención e im- 40-70% de los niños hospitalizados con trastornos psiquiá-
pulsividad se incluyen en diferentes factores en función del tricos. El mayor predominio en el sexo masculino es de
sexo; es decir, el sexo influye en la composición de los fac- 3-10 niños por cada niña. Aunque se ha observado que las
tores. Por lo tanto, las conductas nucleares del trastorno niñas constituyen el 10-25% de los casos en la población
pueden tener mecanismos que diferencian a los varones de infantil, estos porcentajes pueden estar subestimados debi-
las mujeres más de lo que se creía hasta ahora (Stein y cols., do a las expectativas de quienes efectúan el diagnóstico.
1995). Se ha descrito que las niñas con este trastorno sufren Las mujeres pueden constituir una proporción más eleva-
más temor, depresión, cambios del estado de ánimo, difi- da que los varones en la población adulta con trastorno
cultades cognitivas y problemas del lenguaje, en compara- por déficit de atención con hiperactividad; además, en
ción con los niños afectos. comparación con los varones, las mujeres se presentan
Se ha propuesto la alteración del sentido del tiempo con más frecuencia para recibir tratamiento (Wender,
como una característica común del trastorno por déficit 1987). Cerca del 17% de los niños con este trastorno son
de atención con hiperactividad, aunque este rasgo ha reci- adoptados, en comparación con el 4% de los pacientes
bido relativamente poca atención. Esta alteración, junto psiquiátricos infantiles y con el 1% de la población gene-
con otras características del trastorno, podría contribuir ral (Deutsch y cols., 1982).
(aunque independientemente de las dificultades en mate- Se ha observado repetidamente que la prevalencia in-
máticas o en la secuenciación) a la mala planificación, los fantil del trastorno es más elevada en Estados Unidos que
retrasos, la dificultad para corregir la autorregulación, los en otros países. Se ha sugerido que ello podría deberse a
errores de bulto al juzgar sucesos pasados o recientes y la la exposición a productos de tecnologías avanzadas (como
genuina sorpresa ante evoluciones inesperadas. las gasolinas con plomo, pinturas y aditivos alimentarios),
Las experiencias afectivas y cognitivas de una persona pero es más probable que se deba a hábitos diagnósticos.
con trastorno por déficit de atención con hiperactividad Tradicionalmente, cerca del 2% de los pacientes psiquiá-
pueden semejarse heurísticamente a las percepciones ob- tricos infantiles ambulatorios reciben un diagnóstico de
tenidas con una luz estroboscópica. Los bruscos cambios trastorno por déficit de atención con hiperactividad en
de atención y los breves fogonazos de experiencias condu- Gran Bretaña, frente al 40% en Estados Unidos. Los crite-
cen a un cambio constante y a una visión deformada del rios DSM-IV requieren que existan síntomas del trastorno
mundo. Las experiencias inconexas pueden alterar la ca- en dos o más ámbitos, pero no necesariamente en todos.
pacidad para formar cogniciones complejas, responder En Inglaterra, la etiqueta diagnóstica suele quedar restrin-
emocionalmente y aprender normas sociales. En algunos gida a los niños con presentaciones «generalizadas» (los
casos, la diversificación de la atención parece complicar el síntomas aparecen en todos los ámbitos, incluidos el ho-
aprendizaje de las emociones humanas y el pensamiento gar y la escuela o el trabajo). Los pacientes con síntomas
complejo. «situacionales» (que aparecen sólo en ciertos ámbitos,
Aunque el déficit de atención y la impulsividad-hiperac- como el hogar o la escuela) no se diagnostican de trastor-
tividad son actualmente las dos dimensiones que sirven no por déficit de atención con hiperactividad en Gran
para definir el trastorno por déficit de atención con hiper- Bretaña. Asimismo, el diagnóstico en los casos con un tras-
actividad en el DSM-IV, los déficit de organización, los torno disocial asociado se ha limitado tradicionalmente en
problemas de motivación y el trastorno del sentido del Inglaterra a este último; en cambio, se diagnostican de
tiempo merecen más atención clínica. Estas características trastorno por déficit de atención con hiperactividad en Es-
podrían constituir tres dimensiones adicionales del tras- tados Unidos. Estas diferencias reflejan el énfasis que se
torno. Si las dimensiones de impulsividad e hiperactividad pone en Estados Unidos sobre las causas biológicas y el
se analizaran en sus componentes, el trastorno por déficit tratamiento medicamentoso del trastorno, y en Inglaterra
de atención con hiperactividad podría identificarse con se insiste en las causas sociales y el tratamiento psicológico
seis dimensiones independientes. Aunque el actual con- del trastorno disocial.
cepto bidimensional tiene cierta utilidad clínica y validez En los estudios farmacoepidemiológicos se ha estimado
científica, es probable que nuestra construcción de este que el 2-4% de la población escolar de Estados Unidos se
trastorno sea mucho más diferenciada y multidimensional. estaba tratando con medicamentos psicoestimulantes a
mediados de la década de 1980. Los médicos de familia
trataban a cerca del 60% de estos niños (frente al 98% a
EPIDEMIOLOGÍA comienzos de la década de 1970). Se prescribían psicoesti-
mulantes al 20% de los alumnos de educación especial.
En Estados Unidos, aproximadamente el 10% de los ni- Las campañas públicas lanzadas a finales de la década de
ños y el 2% de las niñas presentan trastorno por déficit de 1980 por la Iglesia de la Cienciología parecen haber con-
atención con hiperactividad, y la prevalencia general en tribuido temporalmente a un menor uso de los psicoesti-
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mulantes (Safer y Krager, 1992). Sin embargo, entre 1990 con los niños; en cambio, por lo general presentan una
y 1995 aumentó en 2,5 veces el empleo de estimulantes en mayor historia familiar de este trastorno, lo cual sugiere
Estados Unidos (Safer y cols., 1996) y se han observado in- una mayor carga genética para el trastorno en las niñas
crementos significativos en Australia (Valentine y cols., (Vandenberg y cols., 1986) y un umbral más elevado de
1997). Entre los factores que se han propuesto para expli- «carga genética». Este «efecto umbral propio del sexo»
car este súbito aumento en el uso de estimulantes se en- podría explicarse por diversos factores biológicos, psicodi-
cuentran el creciente incremento del diagnóstico y el námicos y culturales, como menor penetrancia para la ex-
tratamiento del trastorno por déficit de atención con hi- presión de la forma genética del trastorno en las niñas, di-
peractividad en adolescentes y adultos, el aumento de ferencias relacionadas con el sexo en el perfil de etiologías
prescripciones medicamentosas en el tipo con predomi- o síntomas del trastorno, diferencias según el sexo en el
nio del déficit de atención, la difusión del tratamiento en procesamiento cognitivo y en los mecanismos de procesa-
mujeres jóvenes, la mayor duración de los tratamientos, la miento en el sistema nervioso central, o las diferencias cul-
facilidad con que el médico prescribe psicoestimulantes turales en la frecuencia o el reconocimiento de la agresivi-
para este trastorno, la mayor presencia del trastorno y de dad e impulsividad en uno y otro sexo. En cualquier caso,
su tratamiento en los medios de comunicación y el desa- la carga genética parece interaccionar con factores rela-
rrollo de organizaciones nacionales que proporcionan cionados con el sexo y modular así la fenomenología del
apoyo e información a los individuos y familias afectos. trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
La existencia de una fuerte influencia genética es com-
patible con los hallazgos de que el trastorno aparece en
ETIOLOGÍA Y MECANISMOS determinadas familias que lo transmiten simultáneamente
con otros trastornos psiquiátricos, de tal modo que el tras-
No hay evidencia de que sólo haya un déficit de aten- torno forma agrupaciones con ciertos cuadros psiquiátri-
ción o que un solo mecanismo cerebral sea responsable cos que se transmiten conjuntamente en algunas familias.
de todas las manifestaciones del trastorno por déficit de Estos hallazgos sugieren que los factores genéticos relacio-
atención con hiperactividad. Tampoco disponemos de nados con la comorbilidad podrían ser relevantes para un
pruebas de que exista una alteración genética única o un subtipo de trastorno por déficit de atención con hiperacti-
mecanismo específico de transmisión genética este tras- vidad basado etiológicamente; por ejemplo, el trastorno
torno; es probable que el componente hereditario acabe puede presentarse con o en forma de un trastorno bipolar
catalogándose de poligénico (Vandenberg y cols., 1986). en algunas familias, y con o en forma de un trastorno de
Diversas etiologías y distintos lugares de acción de los psi- ansiedad en otras. Tales patrones familiares de comorbili-
coestimulantes pueden ser relevantes para los diferentes dad del trastorno se han descrito con frecuencia; sin em-
individuos afectos. bargo, la literatura está llena de contradicciones con res-
pecto a esta comorbilidad y, en contra de la creencia
habitual, no se puede deducir todavía que los pacientes
Genética
con este trastorno tengan una mayor prevalencia de tras-
Aunque los estudios de familias han sugerido importan- tornos de ansiedad comórbidos (Perrin y Last, 1996), abu-
tes contribuciones genéticas y no genéticas (Pauls, 1991), so de sustancias (Hazell, 1997) trastornos del estado de
parecen predominar las primeras (Sherman y cols., 1997). ánimo en la vida adulta (Murphy y Barkley, 1996). Ade-
La prevalencia de psicopatología es dos o tres veces más más, diferentes factores genéticos pueden intervenir en la
elevada en familiares de niños con trastorno por déficit de etiología de las distintas características del trastorno por
atención con hiperactividad, incluso después de controlar déficit de atención con hiperactividad (Sherman y cols.,
la clase socioeconómica y la estructura familiar. En los ni- 1997) o de sus características asociadas.
ños adoptados con este trastorno se ha observado que los Se están empezando a describir mecanismos genéticos
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

padres biológicos presentan más alteraciones psicopatoló- específicos. Aunque la extensión de la influencia genética
gicas que los padres adoptivos (Deutsch y cols., 1982). Los es variable, parece que existen individuos con una versión
familiares de estos niños presentan también mayor preva- principalmente genética del trastorno. En algunas familias
lencia de este trastorno, así como trastorno disocial, perso- se ha identificado un patrón hereditario de gen único (re-
nalidad antisocial, trastornos del estado de ánimo, trastor- gión 20p11-p12), autosómico dominante e influido por el
nos por ansiedad y abuso de sustancias. sexo (Hess y cols., 1995).
La transmisión familiar del trastorno por déficit de Otro mecanismo genético que parece relevante en el
atención con hiperactividad es particularmente destacada trastorno por déficit de atención con hiperactividad es el
en los varones. En la práctica clínica es habitual hallar fa- receptor de la dopamina D4. Este receptor, distribuido por
milias donde se presenta el trastorno en numerosos varo- las regiones cortical y límbica, se ha asociado a la conduc-
nes a través de las generaciones. Las niñas se diagnostican ta de búsqueda de novedades. El gen para el receptor de
con menos frecuencia y parecen tener menos transmisión la dopamina D4 posee una región con una secuencia repe-
específica del trastorno ligada al sexo, en comparación tida de 48 pb que, según parece, se repite con una fre-
830 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

cuencia 7 veces mayor en los niños con trastorno por défi- Los trastornos neuropsiquiátricos autoinmunes infanti-
cit de atención con hiperactividad que en aquéllos sin el les asociados con infecciones estreptocócicas, como el tras-
trastorno. Esta clase de receptor sirve de mediador para torno obsesivo-compulsivo y el trastorno de Gilles de la
una menor respuesta intracelular a la dopamina y funcio- Tourette, se presentan con síntomas de trastorno por défi-
na en la práctica como un receptor con hiporrespuesta cit de atención con hiperactividad (v. el apartado sobre
(LaHoste y cols., 1996). Estos hallazgos sugieren una rela- trastornos de tics, más adelante en este capítulo). Aproxi-
ción específica entre la patología del receptor D4 y la me- madamente la mitad de los preadolescentes con trastor-
nor respuesta posreceptor a la dopamina postsináptica en nos neuropsiquiátricos autoinmunes asociados con infec-
el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. ciones estreptocócicas tienen síntomas de trastorno por
La genética del transportador de la dopamina es otra déficit de atención con hiperactividad (Swedo y cols.,
posible clave para comprender este trastorno. El transpor- 1998).
tador es una proteína que interviene en la recaptación La resistencia generalizada a la hormona tiroidea se
presináptica de la dopamina; el gen para dicho transporta- produce por una mutación autosómica dominante en el
dor (480 pb DAT1) también se ha asociado al trastorno. receptor tiroideo humano (cromosoma 3) que da lugar a
Se ha establecido una relación entre el trastorno por défi- sitios diana con hiporrespuesta a la acción de dicha hor-
cit de atención con hiperactividad y el gen para el recep- mona; el 50% de los casos presentan trastorno por déficit
tor de la dopamina D2, que se ha asociado a mecanismos de atención con hiperactividad (Hauser y cols., 1993). Es
de recompensa o grafiticación del sistema nervioso central interesante destacar que la resistencia generalizada a la
(Blum y cols., 1996). Además, un cromosoma que contie- hormona tiroidea en el varón se asocia a anomalías cere-
ne dos alelos específicos separados (el alelo nulo del gen brales sobrevenidas durante las primeras fases del desarro-
C4B y el alelo β-1 del gen DR) localizados en el complejo llo fetal, entre ellas diversas apariencias bilaterales de la
principal de histocompatibilidad que parece producir sus- circunvolución temporal transversa de Heschl y anomalías
tancias inmunológicas ha sido identificado en el 55% de de la cisura de Silvio en el hemisferio izquierdo (Leonard
los individuos con trastorno por déficit de atención con y cols., 1995). Aunque la resistencia generalizada a la hor-
hiperactividad y tan sólo en el 8% de los sujetos control mona tiroidea se asocia a menudo con trastorno por défi-
(Odell y cols., 1997). cit de atención con hiperactividad, lo contrario no se da:
Las variaciones en el transportador de dopamina y en la prevalencia de resistencia generalizada a la hormona ti-
los receptores de la dopamina D4 y D2 sugieren que dife- roidea en pacientes con trastorno por déficit de atención
rentes variantes en las estructuras dopaminérgicas pueden con hiperactividad es demasiado baja como para recomen-
ser útiles para explorar los mecanismos subyacentes del dar la práctica sistemática de un estudio tiroideo. Aparte
trastorno, y que las funciones inmunitarias asociadas al del raro trastorno de resistencia generalizada a la hormo-
complejo principal de histocompatibilidad pueden inter- na tiroidea, se diagnostican procesos tiroideos en cerca
venir en la etiología de algunos tipos comunes de trastor- del 2-3% de los niños con trastorno por déficit de aten-
no por déficit de atención con hiperactividad. ción con hiperactividad, porcentaje que se halla dentro de
En conjunto, estos hallazgos genéticos sugieren que las la tasa de prevalencia del 1-4% en la población pediátrica
funciones inmunitarias codificadas en el complejo princi- general (Valentine y cols., 1997). Sin embargo, la asocia-
pal de histocompatibilidad pueden intervenir en la etiolo- ción de resistencia generalizada a la hormona tiroidea con
gía de algunas formas habituales del trastorno; además, las inteligencia baja podría ser más estrecha que su relación
variaciones en el transportador de dopamina y en los re- con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad
ceptores de la dopamina D4 y D2 sugieren que las variantes (Weiss y cols., 1994), y la aparente asociación de resisten-
en diversas estructuras dopaminérgicas pueden ser útiles cia generalizada a la hormona tiroidea y trastorno por dé-
para explorar los mecanismos subyacentes del trastorno. ficit de atención con hiperactividad podría estar mediada
por la inteligencia.
La alimentación es un factor crítico para el desarrollo
Factores médicos generales
del sistema nervioso central. La malnutrición temprana
Diversos factores médicos pueden conducir a la apari- grave es probablemente la causa más común de trastorno
ción del trastorno por déficit de atención con hiperactivi- por déficit de atención con hiperactividad en todo el
dad, o de síntomas semejantes: infecciones estreptocóci- mundo. Entre los niños que sufren malnutrición grave du-
cas, resistencia (generalizada) a la hormona tiroidea, rante el primer año de vida, el 60% presentan déficit de
hipertiroidismo, hambre ordinaria y, a veces, estreñimien- atención, impulsividad e hiperactividad, rasgos que persis-
to. Ciertos medicamentos psiquiátricos pueden simular el ten al menos hasta la adolescencia (Galler y cols., 1983).
trastorno al inducir ansiedad, agitación, cambios manía- Además, la estenosis pilórica se asocia con la aparición
cos, activación de la conducta o desinhibición. Dichos posterior de trastorno por déficit de atención con hiperac-
medicamentos son: psicoestimulantes, antidepresivos, car- tividad, aun cuando se corrija hacia los 2 meses de edad.
bamacepina, valproato, benzodiacepinas y fenobarbital, Se desconocen los déficit nutricionales específicos que
además de sustancias como la cafeína o la teofilina. contribuyen a la etiología de este trastorno.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 831

El hipertiroidismo sólo raras veces se halla subyacente


al trastorno por déficit de atención con hiperactividad. En Prevalencia de «hiperactividad», área de Ottawa, 1977
muy raras ocasiones, el hambre (sin malnutrición) y el es- (vista desde el SO)
treñimiento son causa de episodios agudos transitorios,
aunque repetidos, de síntomas de este trastorno.

Factores neuromédicos
Las etiologías neuromédicas del trastorno por déficit de
atención con hiperactividad incluyen la afectación cerebral
(a menudo de la corteza frontal), los trastornos neurológi-
N
cos, el bajo peso al nacimiento, la anoxia perinatal muy gra-
ve y la exposición a neurotoxinas (pre y posnatal).
La exposición intrauterina a sustancias tóxicas como al-
cohol, plomo, humo de cigarrillos y, probablemente, cocaí-
na puede producir efectos teratógenos sobre la conduc-
ta. Por ejemplo, en el síndrome de alcoholismo fetal se ob- Prevalencia de «hiperactividad», área de Ottawa, 1977
serva hiperactividad, impulsividad y déficit de atención,
(vista desde el SE)
además de anomalías físicas y disminución de la inteli-
gencia.
El plomo puede producir una amplia gama de efectos
tóxicos, en especial durante el desarrollo, que son más co-
munes y persistentes de lo que se cree habitualmente.
Tanto la exposición prenatal como la posnatal al plomo
pueden preceder al trastorno por déficit de atención con
hiperactividad o a otros déficit cognitivos (Bellinger y N
cols., 1987). La exposición transitoria al plomo durante la
niñez produce anomalías neurocognitivas y neuroconduc-
tuales que pueden persistir 10 años o más. Aunque la toxi-
cidad física del plomo aumenta de modo dependiente de
la dosis, no parece existir un nivel mínimo por debajo del
cual deje de provocar efectos tóxicos sobre el desarrollo
cognitivo. Doblar las cifras de plomo en sangre (de 100 a FIGURA 23-1. Plano de Ottawa donde se muestra la distribu-
200 µg/l) se ha asociado con una reducción media en el ción topográfica de las puntuaciones de hiperactividad en la Es-
coeficiente de inteligencia (CI) estimada en 1-3 puntos cala de evaluación educativa de Conners (Conners Teaching Ra-
(Winneke y Krämer, 1997). ting Scale), otorgadas a 14.000 niños en escuelas de enseñanza
primaria de Ottawa, Canadá. Las puntuaciones se presentan to-
Los niños con trastorno por déficit de atención con hi-
pográficamente en un plano de la ciudad. Los picos y los valles
peractividad tienen niveles medios de plumbemia más ele- se han corregido en función de la población. Un río cursa a lo
vados que sus hermanos. En alumnos de primer curso se largo del lado inferior de la figura. Cerca de la mitad de las áreas
ha hallado una relación dosis-respuesta entre las concen- de picos aparecen en regiones de bajo nivel socioeconómico. Al-
traciones de plomo en el cabello y las puntuaciones dadas gunos picos coinciden claramente con viviendas públicas muy
pobladas, lo que refleja quizá los efectos de la pintura con plo-
por los profesores en relación con conductas perturbado- mo en las moradas. Los picos principales siguen el curso de la au-
ras, independientemente de la clase socioeconómica. En topista Queen Mary, una fuente principal de emisiones de gases
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

un estudio a gran escala realizado en Ottawa se observó con plomo en la década de 1970. (Reproducido con autorización
una distribución topográfica de los niños con trastorno de Trites RL: «Prevalence of Hyperactivity in Ottawa, Canada»,
en Hyperactivity in Children. Editado por Trites RL. Baltimore,
por déficit de atención con hiperactividad que residían en
MD, University Park Press, 1979. Copyright 1979, University Park
viviendas públicas, lo que quizá refleja la presencia de pin- Press.)
turas con plomo en sus hogares (Trites, 1979). Sin embar-
go, se observaron puntuaciones en la Escala de Conners
mucho más elevadas en niños que vivían cerca de autopis-
tas, lo que podría demostrar un importante efecto de las 8% de las madres de niños sin él (Milberger y cols., 1996).
gasolinas con plomo (fig. 23-1). La exposición intrauterina Complicaciones obstétricas durante las últimas fases del
al humo de cigarrillos también parece asociarse con el tras- embarazo o en el parto pueden dar lugar a trastorno por
torno por déficit de atención con hiperactividad. En un es- déficit de atención con hiperactividad, aunque sólo de
tudio, el 22% de las madres de niños con este trastorno ha- modo ocasional. Al contrario de lo que se creía anterior-
bían fumado durante el embarazo, en comparación con el mente, sólo los problemas perinatales más graves incre-
832 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

mentan el riesgo de alteraciones persistentes de la función Síndrome del hemisferio derecho


cerebral. En general, las dificultades obstétricas y la asfixia
perinatal no se correlacionan estrechamente con la apari- En el 93% de las personas con síndrome del hemisferio
ción de trastornos neurológicos como la parálisis cerebral derecho se observan síntomas semejantes a los del trastor-
(Nelson y Ellenberg, 1986), y estos sucesos representan no por déficit de atención con hiperactividad (Voeller,
probablemente sólo un pequeño porcentaje de los casos 1986). El síndrome del hemisferio derecho no es un tras-
de trastorno por déficit de atención con hiperactividad torno médico, el resultado de una lesión o enfermedad o
(Nichols y Chen, 1981). En cambio, los factores predispo- un trastorno del aprendizaje en el sentido habitual del tér-
nentes prenatales parecen más importantes que las com- mino (que afecta a una determinada habilidad, como la
plicaciones en el parto o perinatales para la etiología de lectura o la aritmética). Consiste en una serie de déficit
este trastorno, como probablemente también para otros corticales derechos que pueden aparecer en individuos sa-
trastornos neuropsiquiátricos. Estos factores predisponen- nos en los que se observan dificultades de aprendizaje,
tes prenatales parecen aumentar el riesgo de padecer este memoria, concentración y organización. Parece hallarse
trastorno y complicaciones en el parto. Por ejemplo, el afectado todo el hemisferio derecho, sin que pueda asig-
bajo peso al nacimiento es un elemento predictivo de la narse una localización más específica. Es típico que los ni-
aparición ulterior de trastorno por déficit de atención con ños con síndrome del hemisferio derecho presenten des-
hiperactividad, independientemente de si hubo o no com- de el nacimiento problemas del aprendizaje no verbal, a
plicaciones obstétricas. Es posible que las correlaciones menudo con una evidente transmisión familiar.
entre dos características (p. ej., estrés perinatal y trastorno El síndrome del hemisferio derecho es fácilmente iden-
neuropsiquiátrico) no reflejen una relación causal, ya que tificable con las pruebas de inteligencia habituales, al ob-
la presencia de un factor causal remoto (p. ej., conducta servar una puntuación de CI verbal significativamente más
materna, pica, asistencia prenatal, factores socioeconómi- elevada que la del CI manipulativo. Habitualmente, una
cos, exposición al plomo) puede contribuir a la aparición diferencia de 20 puntos en el CI puede dar lugar a carac-
de ambas características. terísticas relevantes; en la mayoría de los casos las diferen-
Ciertos trastornos neurológicos manifiestos, general- cias son de 20 a 50 puntos, y en los casos extremos de 100
mente convulsiones y parálisis cerebral, están presentes en puntos o más. El nivel de inteligencia en los individuos
el 5% de los niños con trastorno por déficit de atención con síndrome del hemisferio derecho puede ir desde re-
con hiperactividad, pero no se correlacionan con la inten- trasado a brillante.
sidad de los síntomas. Al igual que otros niños con trastor- La característica crucial del síndrome del hemisferio
nos del aprendizaje y del comportamiento, los niños con derecho no es un mal funcionamiento de dicho hemisfe-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad pue- rio, sino un notable desequilibrio entre la «inteligencia»
den presentar múltiples anomalías menores físicas y neu- de cada hemisferio. Debido a que ninguno de los dos he-
rológicas. Los «signos leves» neurológicos sin localización misferios suele estar alterado, el síndrome del hemisferio
(p. ej., torpeza, confusión derecha-izquierda, incordina- derecho se considera típicamente una «diferencia» funcio-
ción perceptivo-motora y disgrafia) se observan común- nal, y no un «trastorno médico». Además de las caracterís-
mente en los niños con este trastorno; sin embargo, el ticas del lado derecho que cabe esperar clásicamente en
15% de los niños normales presentan hasta cinco signos los pacientes con lesiones neurológicas de ese hemisferio,
neurológicos leves, por lo cual generalmente se presume los individuos con este síndrome pueden presentar lo que
que su relevancia clínica es insignificante. El trastorno por cabría denominar «dislexia social»: dificultad para perci-
déficit de atención con hiperactividad se asocia a una lige- bir señales sociales y responder frente a ellas, desconcierto
ra disminución del CI, aunque tan leve que solamente se o comprensión incompleta del sentido del humor de los
aprecia en comparaciones controladas con hermanos, y demás (aunque ellos pueden ser muy ocurrentes), adqui-
podría deberse sólo a su comportamiento en las pruebas sición lenta de habilidades sociales, el inconveniente de
relacionadas con la atención. ser considerados por los demás como diferentes o algo ex-
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad traños (pero no estrafalarios) y tendencia a mostrar ira o
que comienza después de la primera infancia sugiere cam- agresividad ante las incomprensiones sociales. Los trastor-
bios neuropatológicos «adquiridos», como lesiones cere- nos depresivos parecen estar excesivamente representa-
brales traumáticas, encefalitis, o infección del sistema ner- dos, quizá porque los síntomas depresivos se asocian a me-
vioso central. Las lesiones del lóbulo frontal intervienen a nudo con un funcionamiento relativamente débil del lado
menudo en el trastorno, pero las lesiones cerebrales de di- derecho y con disminución del funcionamiento social y
versa localización pueden originar un cuadro clínico pare- desmoralización. Tanto siendo niños como en la edad
cido que responde a la medicación de modo similar. La lo- adulta, los individuos con síndrome del hemisferio dere-
calización cerebral puede ser crucial para los síntomas cho están mucho más dotados verbalmente de lo que pue-
específicos de este trastorno y podría estar relacionada den sugerir sus otros logros.
con variaciones en la presentación clínica, el pronóstico y Las características de trastorno por déficit de atención
la respuesta al tratamiento. con hiperactividad en el síndrome del hemisferio derecho
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 833

típicamente responden mal a la medicación; en cambio es trés postraumático) e incluso el trastorno depresivo ma-
útil el tratamiento cognitivo-conductual (incluidas las ac- yor. Por ejemplo, cerca del 25% de los pacientes que tra-
tuaciones en la escuela o en el trabajo). Un enfoque más dicionalmente podrían haber sido diagnosticados de tras-
ambicioso es el de la terapéutica cognitiva planeada evolu- torno por déficit de atención con hiperactividad se
tivamente, similar en ciertos aspectos a los tratamientos re- diagnostican ahora de trastorno bipolar. La elevada preva-
habilitadores neuropsicológicos aplicados en individuos lencia de trastornos semejantes al trastorno por déficit de
con traumatismos cerebrales graves. Este tratamiento atención con hiperactividad plantea una serie de proble-
constructivo incluye un aprendizaje paso a paso, que co- mas tanto para la práctica diagnóstica como para com-
mienza con tareas mentales simples y actuación progresiva prender su etiología.
sobre las habilidades de nueva adquisición; la progresión Los trastornos semejantes al trastorno por déficit de
por pasos específicos viene determinada por principios atención con hiperactividad plantean dos problemas diag-
cognitivos y evolutivos. nósticos. En primer lugar, algunos pacientes diagnostica-
Entre los adolescentes con síndrome del hemisferio de- dos de este trastorno sufren de hecho un trastorno psiquiá-
recho y trastorno por déficit de atención con hiperactivi- trico diferente, de modo que el trastorno semejante al
dad se ha observado que los pacientes sin hiperactividad trastorno por déficit de atención con hiperactividad podría
presentan más dificultades cognitivas en tareas del hemis- considerarse una forma de «falso» o «seudotrastorno por
ferio derecho, en comparación con aquéllos con hiperac- déficit de atención con hiperactividad». Estos pacientes po-
tividad (García-Sánchez y cols., 1997). De modo más gene- drían recibir tratamiento estimulante que exacerba su tras-
ral, los pacientes con trastorno por déficit de atención con torno (p. ej., psicosis, tics) y dejar de recibir el tratamiento
hiperactividad presentan anomalías anatómicas difusas en adecuado para su problema médico (p. ej., neurolépticos).
el hemisferio derecho (Castellanos y cols., 1996). En segundo lugar, algunos pacientes con trastorno por dé-
ficit de atención con hiperactividad son diagnosticados de
un trastorno irrelevante y reciben tratamiento para él; pue-
Diagnósticos erróneos
de considerarse que sufren una forma de «trastorno por
La identificación errónea no funciona normalmente déficit de atención con hiperactividad enmascarado u ocul-
como un factor etiológico, pero el trastorno por déficit de to». Estos pacientes podrían recibir inapropiadamente
atención con hiperactividad puede considerarse como un benzodiacepinas o litio, al ser diagnosticados erróneamen-
caso especial, pues muchos trastornos psiquiátricos tienen te de trastorno de ansiedad o de trastorno bipolar. En ca-
una presentación clínica parecida (tabla 23-3). Los trastor- sos de trastorno por déficit de atención con hiperactividad
nos semejantes al trastorno por déficit de atención con hi- enmascarado o falso, el diagnóstico erróneo puede retrasar
peractividad incluyen el trastorno negativista desafiante, el el tratamiento adecuado o producir complicaciones yatro-
trastorno disocial, el trastorno bipolar, el trastorno de Gil- génicas.
les de la Tourette, el trastorno por estrés postraumático, Tales diagnósticos equivocados conducen a hallazgos
el trastorno por abuso o negligencia (sin trastorno por es- falsos o engañosos en las investigaciones sobre la etiología.
En los estudios con muestras de pacientes con trastorno
por déficit de atención con hiperactividad falso pueden
atribuirse al trastorno factores etiológicos irrelevantes
TABLA 23-3. Trastornos psiquiátricos que se asocian a menudo (p. ej., agresión atribuida al trastorno por déficit de aten-
con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad ción con hiperactividad en vez de a un trastorno disocial;
conducta provocativa atribuida a aquel trastorno en vez de
Trastorno disocial al trastorno negativista desafiante o al trastorno bipolar).
Trastorno negativista desafiante
Trastorno bipolar De modo similar, en los estudios dirigidos a otros trastor-
Trastornos del aprendizaje nos, la presencia de sujetos con trastorno por déficit de
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Trastorno de las habilidades motoras atención con hiperactividad oculto puede conducir a una
Trastornos por consumo de sustancias falsa asociación de las características de este trastorno con
Trastornos de la comunicación
las del otro trastorno (p. ej., impulsividad atribuida al tras-
Depresión mayor
Trastorno por estrés postraumático torno disocial en vez de al trastorno por déficit de aten-
Trastorno obsesivo-compulsivo ción con hiperactividad). Tales diagnósticos erróneos pue-
Trastorno de la Tourette den influir sobre los conocimientos acerca de la etiología
Esquizofrenia del trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
Retraso mental
Trastornos generalizados del desarrollo, incluido el trastorno así como de los trastornos semejantes, lo que distorsiona
autista los conocimientos científicos.
Este problema es más grave y generalizado con el tras-
En los individuos con trastorno por déficit de atención con hiperactivi- torno por déficit de atención con hiperactividad que con
dad deben valorarse diversos estados psiquiátricos, aunque no se han de-
mostrado asociaciones estadísticas relevantes con cada uno de estos pro- otros, pues los grupos de personas con este trastorno que-
cesos. dan a menudo sumergidos en contaminación diagnóstica.
834 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad es bitual («¿es un trastorno por déficit de atención con hiper-
peculiar, al menos en psiquiatría, por ser un trastorno actividad o se trata de otro trastorno?») se complica aún
muy prevalente que se diagnostica erróneamente en una más por la posibilidad de presentación comórbida («po-
gran proporción (y quizá incluso en la mayoría) de los ca- dría ser un trastorno por déficit de atención con hiperacti-
sos. Aunque los diagnósticos erróneos pueden distorsio- vidad u otra afección, pero también pudiera tratarse de la
nar los conocimientos y el tratamiento de cualquier proce- coexistencia de ambos trastornos»). La posibilidad de una
so médico, este trastorno es un caso especial debido a la presentación comórbida de este y otro trastorno psiquiá-
elevada frecuencia de errores diagnósticos. Esta situación trico (incluido un trastorno semejante) debe tenerse en
va más allá del problema común de la contaminación cuenta siempre que se valore un diagnóstico de trastorno
diagnóstica al reducir la «pureza» de un grupo de pacien- por déficit de atención con hiperactividad. Esta posibili-
tes (número de casos de pacientes o muestra del estudio); dad de comorbilidad puede generar complicaciones en el
los resultados pueden consistir en amplias alteraciones en diagnóstico diferencial (trastorno bipolar frente a trastor-
el diagnóstico, el tratamiento y los conocimientos sobre el no por déficit de atención con hiperactividad), así como
trastorno. en las decisiones sobre los síntomas diana, el control de
Debido a los avances conseguidos con los principales los síntomas y la seguridad terapéutica.
sistemas diagnósticos, está disminuyendo probablemente El trastorno puede desviar la atención del clínico de las
el diagnóstico erróneo del trastorno por déficit de aten- psicopatologías concomitantes y viceversa. Es posible que
ción con hiperactividad. Los estudios recientes han sugeri- los procesos comórbidos no se traten adecuadamente si el
do que cerca del 90% de los pacientes tratados por este tratamiento se enfoca excesivamente sobre la conducta
trastorno en el ámbito de la colectividad parecen tener perturbadora, y también cabe en lo posible que el trastor-
diagnósticos válidos, al menos teniendo en cuenta los sín- no reciba un tratamiento inadecuado si el paciente pre-
tomas documentados en las historias clínicas. Sin embar- senta rasgos destacados de un trastorno de ansiedad o bi-
go, el impacto de los trastornos semejantes al trastorno polar. No hay que excluir el diagnóstico de trastorno por
por déficit de atención con hiperactividad sobre la com- déficit de atención con hiperactividad por la mera presen-
prensión etiológica y la práctica clínica todavía no ha sido cia de trastornos del aprendizaje o de la comunicación, re-
adecuadamente valorado y controlado. Al aumentar el re- traso mental o cualquier otro proceso psicopatológico. De
conocimiento de los trastornos semejantes al trastorno hecho, no existe ningún diagnóstico cuya presencia sirva
por déficit de atención con hiperactividad, el proceso de para excluir el trastorno por déficit de atención con hiper-
diagnosticarlo se hace más complejo y sofisticado. Para actividad.
ello es necesario considerar y descartar todos los procesos
semejantes (tabla 23-3).
Trastorno disocial
El trastorno disocial (no simplemente problemas o sín-
COMORBILIDAD tomas conductuales) se observa en el 40-70% de los niños
con trastorno por déficit de atención con hiperactividad, y
Aunque el trastorno por déficit de atención con hiper- aproximadamente los mismos porcentajes de niños con
actividad puede simular otros trastornos o ser simulado trastorno disocial presentan este trastorno (Soussignan y
por éstos, también es posible que exista simultáneamente Tremblay, 1996). Esta elevada comorbilidad de ambos
con otros procesos DSM-IV, lo que de hecho ocurre a me- trastornos significa que la mayor parte de la literatura dis-
nudo. Así, por ejemplo, se asocia con una elevada preva- ponible sobre el trastorno por déficit de atención con hi-
lencia de todos los trastornos de aprendizaje, motores y de peractividad está basada en estudios de niños que no pre-
comunicación. De manera similar, tiene una prevalencia sentaban simplemente este trastorno, sino un trastorno
relativamente elevada en muestras de individuos con re- disocial que coexistía con él. Así pues, el concepto actual
traso mental. Estas comorbilidades comunes pueden ocu- del trastorno por déficit de atención con hiperactividad
rrir por la acción compartida de factores etiológicos du- engloba probablemente algunas características que son
rante el desarrollo neural (trastornos del aprendizaje o de propias del trastorno disocial.
la comunicación) o de patología prenatal (retraso men- Por ejemplo, existen dudas acerca de si el comporta-
tal). En general, la posibilidad de que existan trastornos miento excesivamente agresivo pertenece más al trastorno
comórbidos del aprendizaje o de retraso mental debe con- por déficit de atención con hiperactividad o a un trastor-
siderarse siempre que se diagnostique un trastorno por no disocial. De modo similar, ¿están los trastornos del len-
déficit de atención con hiperactividad. guaje asociados al trastorno por déficit de atención con hi-
Como hemos señalado anteriormente, existe una per- peractividad o al trastorno disocial? El trastorno antisocial
petua controversia acerca del posible agrupamiento del de la personalidad, considerado desde hace largo tiempo
trastorno con otros diagnósticos, tales como el trastorno como un riesgo importante para el desarrollo en los niños
depresivo mayor y ciertos trastornos de ansiedad. Cuando con trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
ocurren estos agrupamientos, la pregunta diagnóstica ha- ¿es simplemente un reflejo de la esperada evolución en el
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 835

adulto del trastorno disocial en la niñez? En los niños con trastorno obsesivo-compulsivo ha surgido como un agru-
el tipo de trastorno por déficit de atención con hiperacti- pamiento clínicamente significativo de diagnósticos, don-
vidad en el que predomina el déficit de atención, sólo ra- de estos tres trastornos comparten, al parecer, una etiolo-
ras veces surge un trastorno disocial o conducta agresiva. gía genética común. Dichas características genéticas com-
Diversos estudios han sugerido que el trastorno disocial partidas sugieren que el trastorno por déficit de atención
no está ligado estrechamente a la presencia del déficit de con hiperactividad asociado con el trastorno de la Tou-
atención, sino que la agresividad puede estar más estre- rette o con el trastorno obsesivo-compulsivo —o con am-
chamente asociada al trastorno disocial que al trastorno bos— podría ser diferente de otras formas de trastorno
por déficit de atención con hiperactividad. por déficit de atención con hiperactividad por lo que res-
La reatribución de la conducta agresiva al trastorno di- pecta a sus características fisiológicas, fenomenológicas
social (o al trastorno negativista desafiante) más que al o farmacológicas. Por ejemplo, los genes implicados po-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad tiene drían aumentar la vulnerabilidad a las infecciones estrepto-
importantes consecuencias para el tratamiento de la agre- cócicas, lo que llevaría a las formas autoinmunes de los
sividad. Los pasos para separar los síntomas del trastorno síntomas de trastorno por déficit de atención con hiperac-
disocial de los síntomas del trastorno por déficit de aten- tividad (v. el apartado Trastornos de tics, más adelante).
ción con hiperactividad permiten un conocimiento más Alternativamente, la conducta agresiva en algunos pacien-
exacto de este último. Se ha observado que los niños con tes con este trastorno puede deberse parcialmente a la an-
«trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo siedad asociada con el trastorno obsesivo-compulsivo o a
con predominio hiperactivo-impulsivo más un trastorno los tics complejos relacionados con el trastorno de la Tou-
disocial» presentan niveles más elevados de psicopatología rette. Los niños en quienes coexisten trastorno por déficit
familiar, mientras que el tipo de trastorno por déficit de de atención con hiperactividad, trastorno de la Tourette
atención con hiperactividad con predominio del déficit y trastorno obsesivo-compulsivo pueden tratarse adecua-
de atención se asocia con trastornos neurológicos, CI más damente con inhibidores de la recaptación de serotonina,
bajo y déficit cognitivos adicionales (August y cols., 1983). junto con estimulantes o dosis bajas de neurolépticos.
Estas pautas medicamentosas no suelen considerarse de
primera elección en el trastorno por déficit de atención
Trastornos de tics
con hiperactividad, pero pueden reducir el déficit de
El trastorno de Gilles de la Tourette está representado atención, la hiperactividad y la impulsividad en pacientes
abundantemente en los pacientes con trastorno por défi- con trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
cit de atención con hiperactividad, y al menos el 25% de trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno de la Tourette.
los varones con trastorno de la Tourette tienen trastorno
por déficit de atención con hiperactividad. El trastorno
Trastornos generalizados del desarrollo
obsesivo-compulsivo en niños está ligado también al tras-
torno por déficit de atención con hiperactividad, a menu- El trastorno autista se presenta tan comúnmente con el
do en asociación con el trastorno de la Tourette. Una de trastorno por déficit de atención con hiperactividad que en
las primeras señales indicativas de esta asociación fue el los criterios DSM-III-R (American Psychiatric Association,
hallazgo inesperado (Achenbach y Edelbrock, 1983) de 1987) se excluía este diagnóstico en presencia de autismo.
que en el grupo de niños con trastorno por déficit de En el DSM-IV se ha eliminado esta exclusión y, por ello, los
atención con hiperactividad se observan elevados por- pacientes con trastorno autista y trastorno por déficit de
centajes de rasgos obsesivo-compulsivos en el Formulario atención con hiperactividad pueden tratarse legítimamente
de comportamiento infantil de Achenbach y Edelbrock con psicoestimulantes sin necesidad de declarar que el au-
(Achenbach and Edelbrock Child Behavior Checklist), en compa- tismo sea una nueva indicación para los estimulantes.
ración con los niños sin él (fig. 23-2). Se ha constatado
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

más recientemente que los niños con trastorno de tics co-


Agitación psicótica
mórbido con el trastorno por déficit de atención con hiper-
actividad, así como aquellos con trastorno obsesivo-com- El diagnóstico diferencial de la agitación psicótica es
pulsivo comórbido con aquél, presentan anticuerpos an- particularmente crucial, ya que el tratamiento psicoesti-
tiestreptocócicos-antineuronales. Cerca de la mitad de es- mulante o antidepresivo puede exacerbar los síntomas psi-
tos trastornos neuropsiquiátricos autoinmunes infantiles cóticos. La diferenciación puede basarse en diversos he-
asociados con enfermedades estreptocócicas cumplen los chos. Es característico que los pacientes con trastorno por
criterios para el trastorno por déficit de atención con hi- déficit de atención con hiperactividad carezcan totalmen-
peractividad (Swedo y cols., 1998). Esta asociación se des- te de alucinaciones, ideas delirantes o fracturas del pro-
cribe de un modo más extenso en el apartado sobre tras- ceso del pensamiento primario. Sin embargo, de modo
tornos de tics. similar a los pacientes con trastornos psicóticos, en el tras-
La presentación comórbida de trastorno por déficit de torno por déficit de atención con hiperactividad pue-
atención con hiperactividad, trastorno de la Tourette y de haber «pérdidas» de patrones de pensamiento, conduc-
836 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Niños de 12-16 años Niñas de 12-16 años


Interiorizados Exteriorizados Interiorizados Exteriorizados

+1 +1
0
0
–1 A. Ansiosa-obsesiva
–1
A. Esquizoide
+1
+1 0
0 –1 B. Molestias somáticas
–1
B. No comunicativo
+1
0
+1
–1 C. Ansiosa-obsesiva-agresiva
0
Puntuaciones Z

Puntuaciones Z
–1 +1
C. Inmaduro-agresivo
0
+1 –1 D. Hiperactiva-inmadura
0
+1
–1
D. Hiperactivo 0
–1 E. Delincuente
+1
0 +1
–1 0
E. No comunicativo-delincuente
–1 F. Depresiva-retraída-delincuente
+1
+1
0
0
–1 –1 G. Agresiva-cruel

I II III IV V VI VII VIII IX I II III IV V VI VII VIII IX


Esquizoide Inmaduro Retraimiento Agresivo Ansiosa- Esquizoide Inmadura Agresiva
hostil obsesiva hiperactiva
Molestias No
somáticas comunicativo Obsesivo Delincuente Hiperactivo Molestias Retraimiento Delincuente Cruel
compulsivo somáticas depresivo

FIGURA 23-2. Perfil conductual en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Se aplicó una versión anterior del Formula-
rio de comportamiento infantil de Achenbach y Edelbrock (Child Behavior Checklist) (Rapoport, 1985; Achenbach y McConaughy, 1987)
a niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad y se analizaron los rasgos conductuales específicos. En estos niños se
observa un pequeño pico en las conductas obsesivo-compulsivas, sin que se aprecie en las niñas. Se puede usar un perfil de síntomas en
las descripciones cuantitativas de la psicopatología en la niñez. En la versión actualizada de la escala se incluye una nueva serie de
agrupamientos de síntomas que se han identificado mediante investigaciones en padres, profesores y niños. Los nuevos grupos (cons-
tructos sindrómicos) se titulan: retraimiento, molestias somáticas, ansioso/deprimido, problemas sociales, problemas del pensamiento,
problemas de atención, conducta delictiva y conducta agresiva (Achenbach y Ruffle, 1998). (Reproducido con autorización de Achen-
bach TM, Edelbrock C: Manual for the Child Behavioral Checklist and Revised Child Behavioral Profile. Burlington, VT, University of Ver-
mont Psychology Department, 1983.)

tas de alto riesgo y falta de conciencia de sucesos ambien- ras). En cambio, las reacciones emocionales excesivas en
tales. La actividad motora del trastorno por déficit de los pacientes con trastorno por déficit de atención con hi-
atención con hiperactividad parece continua y sin fin, y el peractividad suelen producirse por malentendidos y acci-
tempo de la impulsividad es aproximadamente constante; dentes, y las rabietas suelen resolverse en 30 minutos. En
en cambio, el tempo corporal y afectivo es irregular y me- general, a largo plazo el trastorno por déficit de atención
nos predecible en los niños psicóticos. Éstos pueden pre- con hiperactividad muestra una mejoría gradual. El em-
sentar reacciones excesivas de ira y emocionales que se peoramiento de la conducta, dejando aparte los períodos
deben principalmente a distorsiones cognitivas (o para- de franco estrés ambiental, sugiere la aparición de un tras-
noides) y pueden tener larga duración (de 30 min a 5 ho- torno psiquiátrico diferente.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 837

Trastornos del estado de ánimo y del pensamiento Con unos límites diagnósticos tan confusos, resulta difí-
cil definir, o incluso conceptualizar, un concepto unitario
Los niños con trastorno por déficit de atención con hi- para el trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
peractividad pueden presentar una mayor prevalencia de dad o para su etiología. Generalmente ni siquiera es posi-
trastorno depresivo mayor, pero los hallazgos con respecto ble especificar la secuencia de los mecanismos que inter-
a esta asociación han sido ambiguos. Si existe una asocia- vienen, debido a que los hallazgos biológicos que podrían
ción, ya sea mínima o intensa, podría ser en parte biológi- intervenir en la etiología pueden reflejar también los efec-
ca, pues tanto el trastorno por déficit de atención con hi- tos del trastorno. Se puede afirmar con razonable certeza
peractividad como el trastorno depresivo mayor se asocian que los factores biológicos y psicosociales intervienen para
con una menor latencia de los movimientos oculares rápi- moldear la aparición de este trastorno de los individuos.
dos (REM), susceptibilidad de respuesta a los antidepresi- Queda fuera de nuestro alcance identificar los sucesos
vos tricíclicos, interrelaciones genéticas, trastornos de an- etiológicos específicos, el equilibrio de los factores etioló-
siedad y trastorno bipolar. Aproximadamente el 50-100% gicos o las diversas influencias que modifican el trastorno
de los niños bipolares son también hiperactivos o cum- en un paciente. Sin embargo, parece ser que la mayoría
plen los criterios de trastorno por déficit de atención con de los casos de trastorno por déficit de atención con hiper-
hiperactividad (Butler y cols., 1995; West y cols., 1996), y actividad, al menos en Estados Unidos, tienen su origen
cerca del 20-25% de niños con trastorno por déficit de en algún punto del terreno biológico.
atención con hiperactividad cumplen asimismo los crite- La investigación clínica ha proporcionado una amplia
rios de trastorno bipolar (Biederman y cols., 1996; Butler y variedad de hallazgos biológicos relativos al trastorno por
cols., 1995). Además, algunos hijos de madres esquizofré- déficit de atención con hiperactividad (y a los trastornos
nicas presentan déficit motores y de atención y, según los semejantes) que pueden contribuir a la comprensión des-
estudios de seguimiento, a menudo se convierten en adul- criptiva y etiológica de este trastorno (tabla 23-4). Estos
tos con esquizofrenia; en cambio, sus hermanos sin tras- hallazgos biológicos reflejan la diversidad de etiologías
torno por déficit de atención con hiperactividad tienen que conducen al trastorno por déficit de atención con hi-
una baja incidencia de esquizofrenia en la edad adulta peractividad y, en menor grado, las características comu-
(Marcus y cols., 1985). Así pues, ciertos niños con trastor- nes a través de los numerosos tipos del trastorno etiológica
no por déficit de atención con hiperactividad pueden su- y fenomenológicamente similares.
frir «alteraciones precursoras» de trastornos del estado de
ánimo o psicóticos en su vida adulta.
Estudios neuroquímicos y farmacológicos
Factores psicosociales Los estudios neuroquímicos del trastorno por déficit de
atención con hiperactividad se organizaron inicialmente
Los factores psicosociales, como la ansiedad situacional, en torno a la hipótesis de las catecolaminas, comenzando
el abuso y la negligencia en la infancia, y el simple aburri- con la noradrenalina como neurotransmisor crucial (Wen-
miento pueden manifestarse clínicamente con síntomas der, 1971). A pesar del carácter no reproducible e incons-
que simulan trastorno por déficit de atención con hiperac- tante de los hallazgos neurofarmacológicos, el modelo
tividad. El examen del curso de la enfermedad sirve para neuroquímico se ha sometido a numerosas revisiones a lo
distinguir estos procesos del trastorno por déficit de aten- largo de los años. En la actualidad se insiste especialmente
ción con hiperactividad. en la intervención de la dopamina, la serotonina, el gluta-
mato y el ácido γ-aminobutírico (GABA) en la corteza
frontal (particularmente en la prefrontal) y en el núcleo
FISIOPATOLOGÍA caudado, con menor intervención de la noradrenalina y la
acetilcolina. Este modelo ha sido apoyado por estudios
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

La numerosa gama de factores etiológicos, mecanismos, autorradiográficos que muestran el vínculo de los estimu-
solapamiento de síntomas, trastornos semejantes, trastor- lantes a las estructuras del cuerpo estriado, y por estudios
nos comórbidos y complicaciones de las enfermedades farmacológicos donde se observa una alteración de los
—y, en especial, sus interacciones— ponen de manifiesto efectos estimulantes cuando se lesiona químicamente el
que cada individuo afecto de trastorno por déficit de aten- cuerpo estriado o la corteza frontal.
ción con hiperactividad puede presentarse con una serie La hipótesis dopaminérgica en el trastorno por déficit
genuinamente peculiar de síntomas. Este laberinto de- de atención con hiperactividad viene apoyada por los ha-
muestra también por qué es tan difícil identificar los atri- llazgos siguientes: 1) los psicoestimulantes, que todavía
butos esenciales del trastorno para diferenciarlos de los de constituyen el tratamiento más efectivo, tienen destacados
otros trastornos. Los profesionales no dejan de preguntar- (aunque no exclusivos) efectos dopaminérgicos y sus efec-
se, incluso en casos individuales, el modo de sortear esta tos terapéuticos disminuyen cuando se bloquean los
nube de causalidades e identificar los «márgenes» propios receptores de la dopamina; 2) en ratas con lesiones neo-
del trastorno por déficit de atención con hiperactividad. natales experimentales de los sistemas neuronales dopa-
838 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TABLA 23-4. Hallazgos físicos y de laboratorio en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad

Parámetros de actividad motora Metabolitos neurotransmisores


Aumento de la actividad locomotora durante el día (especial- Hallazgos ambiguos en los análisis neuroquímicos de aminas y
mente en las actividades tranquilas) y durante el sueño metabolitos neurogénicos en líquido cefalorraquídeo, pero
Aumento de los movimientos de la cabeza y del cuerpo durante con tendencia a niveles bajos de dopamina, noradrenalina y
los momentos de concentración mental feniletilamina, y niveles elevados de serotonina y, posible-
Aumento de los movimientos corporales durante el sueño mente, adrenalina
Evolución plana del ritmo biológico diurno de la actividad moto-
ra (elevada actividad con cambio diurno relativamente escaso) Metabolismo regional cerebral
Aumento del flujo sanguíneo en las regiones sensoriales prima-
Pruebas clínicas de laboratorio rias de las cortezas temporal y occipital, y disminución del flu-
Aumento de los niveles de plomo jo sanguíneo en la corteza frontal (y habitualmente en los nú-
(Anomalías tiroideas: discutible) cleos caudados)
Disminución del 8% del metabolismo cerebral de la glucosa; el
Exploración neuromédica descenso se observa en muchas regiones cerebrales, pero al-
Múltiples anomalías físicas menores, incluidos «signos leves» canza su grado máximo en las cortezas premotora y prefron-
neurológicos tal superior
Trastornos convulsivos con ligero aumento de anomalías electro-
encefalográficas Farmacología clínica
Bajo nivel de parpadeo espontáneo Susceptibilidad de respuesta terapéutica frente a los psicoesti-
mulantes, antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la mono-
Pruebas psicológicas aminooxidasa
Diversos signos de facilidad para distraerse y de trastorno de la Posiblemente, susceptibilidad de respuesta frente a los agonistas
atención, variable estado de motivación y diversos déficit cor- α2-adrenérgicos (clonidina, guanfacina) e inhibidores selecti-
ticales localizados (asociados a menudo con trastornos del vos de la recaptación de serotonina
aprendizaje comórbidos) Los pacientes que responden a los estimulantes presentan un
menor tamaño de la corteza frontal anterior izquierda y un
Susceptibilidad de respuesta vegetativa núcleo caudado (especialmente su cabeza) de menor tamaño
Hallazgos ambiguos de aumento o disminución del «tono» vege- y más simétrico, en comparación con los pacientes que no res-
tativo y central ponden y con los controles normales
Los pacientes que no responden a los estimulantes presentan asi-
Fisiología del sueño metría invertida del núcleo caudado (el izquierdo es mayor
Disminución de la latencia de los movimientos oculares rápidos que el derecho) y menor tamaño de la corteza parietooccipi-
Aumento de la latencia del sueño (insomnio inicial) tal (especialmente de la sustancia blanca retrocallosa), en
Aumento de la actividad motora (agitación durante el sueño) comparación con los pacientes que responden a los estimulan-
tes y con los controles sanos
Neuroanatomía Los pacientes que no responden a los estimulantes presentan
Corteza frontal derecha reducida también menor vinculación a los receptores α-2 (en el modelo
Pequeña asimetría del núcleo caudado (lado derecho mayor que plaquetario)
el izquierdo, lo cual sugiere que el lado izquierdo tuvo menor
disminución de tamaño durante el desarrollo)
Globus pallidus derecho reducido
Cuerpo calloso derecho reducido
Cerebelo reducido

Muchos de estos hallazgos aparecen sólo en ciertos individuos o subgrupos, en vez de hacerlo en toda la población que presenta el trastorno por déficit
de atención con hiperactividad.

mínicos se observa hiperactividad motora y déficit del receptores dopaminérgicos pueden ejercer también efec-
aprendizaje, efectos que se anulan con los psicoestimulan- tos terapéuticos; 2) no todos los agonistas dopaminérgicos
tes; 3) los niños con encefalitis de von Economo adquirie- son terapéuticos para el trastorno por déficit de atención
ron un cuadro clínico semejante al trastorno por déficit con hiperactividad, y 3) los estudios clínicos sobre las con-
de atención con hiperactividad (y años más tarde, de adul- centraciones de dopamina en sangre y en el líquido cefa-
tos, la enfermedad de Parkinson); 4) se observan niveles lorraquídeo han ofrecido, en conjunto, hallazgos total-
bajos del metabolito de la dopamina (ácido homovaníli- mente contradictorios. Las aparentes paradojas acerca de
co) en el líquido cefalorraquídeo de los niños con trastor- los efectos de los agonistas dopaminérgicos se resolverán
no por déficit de atención con hiperactividad, y 5) los ni- probablemente cuando se disponga de agonistas y antago-
ños con este trastorno tienen un ritmo bajo de parpadeo nistas de la dopamina que sean más específicos de los
espontáneo (Caplan y cols., 1996), lo cual constituye una receptores y subreceptores. Estas diferencias pueden refle-
correlación visible de la función dopamínica. jar también las diversas etiologías de los diferentes sub-
En cambio, la hipótesis dopaminérgica no viene apoya- tipos de trastorno por déficit de atención con hiperac-
da por los hallazgos siguientes: 1) los bloqueadores de los tividad, o quizá simplemente los distintos síntomas del
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 839

trastorno. En el momento actual, parece ser que la dispo- peractividad, la impulsividad y el autocontrol. En otro es-
nibilidad de agonistas de la dopamina específicos de los tudio realizado en seres humanos se hallaron datos a favor
receptores D4 puede proporcionar un importante avance de un modelo de noradrenalina/hiperactividad, dopami-
en el tratamiento del trastorno. La hipótesis noradrenérgi- na/impulsividad y serotonina/agresividad (Castellanos y
ca en el trastorno por déficit de atención con hiperacti- cols., 1994). Además, el aumento de los niveles de seroto-
vidad viene apoyada por lo siguiente: 1) el hallazgo de ba- nina en el líquido cefalorraquídeo (LCR) se correlaciona-
jos niveles de 3-metoxi-4-hidroxifenilglicol (MHPG) en el ba con una mayor agresividad, en vez de hacerlo con la
trastorno, si bien los niveles de MHPG disminuyen aún disminución de los niveles, como mantenía la teoría pre-
más con el tratamiento psicoestimulante; 2) la eficacia te- dominante, y los niveles de dopamina en el LCR se corre-
rapéutica de los antidepresivos tricíclicos y de los inhibi- lacionaban con la hiperactividad.
dores de la monoaminooxidasa (IMAO), aunque estos Tomados en conjunto, los hallazgos en los estudios so-
agentes pueden modificar también la transmisión de sero- bre neurotransmisores no son totalmente uniformes. No
tonina; 3) la efectividad terapéutica de los agonistas α2 obstante, podrían interpretarse a favor de un modelo que
(autorreceptores) clonidina y guanfacina, aunque ha sido relacione la noradrenalina con la atención, la dopamina
claramente cuestionada por datos recientes, y 4) la dismi- con la conducta impulsiva (y el autocontrol), la serotonina
nución de la vinculación a los receptores α2 plaquetarios con la agresividad y la hiperactividad tanto con la noradre-
en niños varones con trastorno por déficit de atención nalina como con la dopamina.
con hiperactividad que no responden al tratamiento con En los modelos de los circuitos neuronales en el trastor-
D-anfetamina, en comparación con la vinculación normal no por déficit de atención con hiperactividad se sintetizan
que se observa en los que sí responden. ahora sistemáticamente los hallazgos relativos a múltiples
Los estudios sobre la serotonina han dado resultados in- sistemas neurotransmisores, incluidos la adrenalina y el
constantes, aunque a menudo se observan elevaciones de GABA (Pliszka y cols., 1996). Además de la dopamina y la
la serotonina plasmática en niños con trastorno por déficit noradrenalina, podría intervenir la adrenalina periférica y
de atención con hiperactividad. Estos hallazgos pueden posiblemente la central en el mecanismo de acción psico-
quedar contaminados por los bajos niveles de serotonina estimulante sobre la atención y la impulsividad (Pliszka y
que se observan habitualmente en los niños muy agresivos; cols., 1996). Por lo tanto, las «teorías del monotransmisor»
sin embargo, los niveles de serotonina parecen distribuirse iniciales del trastorno por déficit de atención con hiperac-
normalmente, por lo que no apoyan una clasificación en tividad han quedado reemplazadas por modelos más sofis-
subtipos de los niños con trastorno por déficit de atención ticados que reflejan la heterogeneidad de los mecanismos
con hiperactividad. En adultos con este trastorno (Ernst y neuroquímicos o de las etiologías del trastorno (Zamerkin
cols., 1997) se ha observado además que los niveles plasmá- y Rapoport, 1987). Asimismo, los conceptos que relacio-
ticos de serotonina y de su metabolito se correlacionan con nan funciones cerebrales específicas con los sistemas neu-
los efectos clínicos del tratamiento con L-deprenilo (selegi- rotransmisores en este trastorno se están integrando con
lina), un inhibidor selectivo de la MAO-B. los hallazgos en anatomía neuroquímica humana y en
Las explicaciones propuestas en el sentido de que en el neurociencia cognitiva.
trastorno por déficit de atención con hiperactividad inter-
vendrían vínculos entre funciones cerebrales específicas y
Estudios de neuroimagen y anatómicos
neurotransmisores han sido contradictorias. Los estudios
en ratas con depleción neonatal selectiva de sistemas ca- Los hallazgos en el EEG son anormales sólo en el 20%
tecolamínicos durante las primeras fases del desarrollo de los niños con trastorno por déficit de atención con hi-
(B. A. Shaywitz y cols., 1976) sugirieron que la dopamina peractividad (frente al 15% de la población general), y los
interviene en el comportamiento hiperactivo (Teicher y resultados de la tomografía computarizada (TC) son típi-
Baldessarini, 1987). En un estudio de bioaminas circulan- camente normales. En cambio, los resultados de otras téc-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tes en seres humanos se observó que las tasas de dopami- nicas de diagnóstico por imagen y de numerosos estudios
na se correlacionaban con la intensidad de los síntomas neuropsicológicos son compatibles con un funcionalismo
conductuales, y las de noradrenalina con el rendimiento alterado de la corteza frontal, al menos en algunos niños
en las pruebas de atención (Ernst y cols., 1997). Se ha su- con trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
gerido que la noradrenalina interviene en alertar (es de- Es típico observar síntomas semejantes a los del trastorno
cir, en señalizar) el sistema de atención cortical posterior en personas con lesiones de ciertas regiones de la corteza
para recibir estímulos aferentes, y que la dopamina podría frontal. Se cree que estas regiones frontales inhiben las
influir en el sistema de atención cortical anterior que está respuestas automáticas («impulsivas»), guiadas subcortical-
al servicio de funciones de ejecución ligadas a las respues- mente, frente a la estimulación sensorial externa, y que
tas conductuales (Pliszka y cols., 1996). Estos hallazgos son preparan al cerebro para la realización de movimientos
compatibles con un modelo de trastorno por déficit de voluntarios basados en dichos estímulos externos.
atención con hiperactividad de noradrenalina/atención y En un estudio de neuroimágenes del flujo sanguíneo
dopamina/conducta, donde la «conducta» abarcaría la hi- cerebral se observó que en los niños con trastorno por dé-
840 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

ficit de atención con hiperactividad dicho flujo estaba au- vos en 2 de 60 regiones durante el tratamiento crónico
mentado en las regiones sensoriales primarias de las corte- con metilfenidato, y en ninguna de ellas durante el trata-
zas occipital y temporal. En los 11 niños con trastorno por miento crónico con dextroanfetamina (Matochik y cols.,
déficit de atención con hiperactividad estudiados se halló 1994). Estos hallazgos son compatibles con la hipótesis de
hipoperfusión de los lóbulos frontales (especialmente en la hipofrontalidad en los niños y adultos con trastorno por
la sustancia blanca), y 7 de ellos presentaban hipoperfu- déficit de atención con hiperactividad, aunque también
sión del núcleo caudado. La medicación psicoestimulante apoyan la noción de que las anomalías de otras regiones
aumentó el flujo sanguíneo en los ganglios basales (com- cerebrales pueden ser relevantes en la fisiopatología del
patible con la activación de las neuronas dopaminérgicas) trastorno.
y lo disminuyó en las cortezas primarias sensorial y motora Los estudios cuantitativos con resonancia magnética
(Lou, 1996; Lou y cols., 1989). (RM) han demostrado diversas características anatómicas
En cambio, en un estudio efectuado con tomografía del trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
por emisión de positrones (PET) en adultos con trastorno Se ha descrito que el pequeño tamaño de la corteza fron-
por déficit de atención con hiperactividad se demostró tal anterior y las estructuras del núcleo caudado izquierdo
una disminución global del 8% en el metabolismo cere- en los niños varones con este trastorno (Filipek y cols.,
bral de la glucosa (Zametkin y cols., 1990). Se hallaron re- 1997). En la región del núcleo caudado se observa que la
ducciones significativas en 30 de las 60 regiones cerebra- asimetría habitual (lado derecho mayor que el izquierdo)
les examinadas, con los mayores descensos localizados en es de menor grado, lo cual sugiere que el descenso de ta-
la corteza premotora y en la corteza prefrontal superior maño del núcleo caudado no se ha producido en su cuan-
(fig. 23-3) (v. también Zametkin y cols., 1990). En otro es- tía normal. En cambio, la corteza frontal anterior y el glo-
tudio con PET, después de un tratamiento crónico con es- bus pallidus tienen menor tamaño en el lado derecho.
timulantes no se evidenciaron cambios en el metabolismo También se halla reducido el volumen del cerebelo (Cas-
cerebral global en respuesta al metilfenidato o a la dextro- tellanos y cols., 1996). Estos hallazgos son compatibles con
anfetamina; solamente se observaron cambios significati- otros datos indicativos de que las anomalías del trastorno
por déficit de atención con hiperactividad predominan en
el cuerpo estriado y en la corteza frontal derecha.
Se ha descrito en el trastorno por déficit de atención
con hiperactividad que las correlaciones entre la estructu-
ra y la función alcanzan su máxima intensidad en las áreas
prefrontales derechas y del núcleo caudado. El rendimien-
to en las tareas neuropsicológicas que requiere inhibición
de la respuesta se correlaciona con diferencias anatómicas
en la corteza prefrontal, en el núcleo caudado y en el glo-
bus pallidus. Estos estudios sobre relaciones entre estructu-
ra y función sugieren que, en los niños con trastorno por
déficit de atención con hiperactividad, los cambios anató-
micos en los sistemas neuronales frontoestriados derechos
se correlacionan específicamente con los déficit en la inhi-
bición de la respuesta (Casey y cols., 1997).
FIGURA 23-3. Tomografía por emisión de positrones (PET) de
Los pacientes que responden al tratamiento psicoesti-
un adulto con trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
dad y de un sujeto adulto control. Los dos individuos fueron ele- mulante tienen características anatómicas que los distin-
gidos como prototipos de sus respectivos grupos. El estudio se guen de los que no responden. En los pacientes que res-
realizó mientras cada sujeto estaba ocupado de manera ininte- ponden a los estimulantes se ha observado que la cabeza
rrumpida en llevar a cabo una tarea de rendimiento continuo del núcleo caudado de ambos lados es más pequeña (y
basada en la discriminación auditiva. Las regiones frontales es-
tán en la parte alta, el lado izquierdo de la imagen corresponde
más asimétrica), al igual que la región cortical frontal an-
al lado derecho del cerebro y el occipucio se sitúa en la parte terior izquierda, en comparación con los pacientes que no
baja. Los colores indican niveles altos (blanco, rojo, naranja) o responden y con los sujetos control sanos; en cambio, en
bajos (azul, verde, púrpura) del metabolismo de la glucosa. El los que no responden a los estimulantes se ha constatado
halo púrpura es un artefacto. En esta exploración se observa una
una asimetría invertida en el núcleo caudado (es decir, el
disminución significativa en 30 de las 60 regiones cerebrales exa-
minadas, cuyo mínimo se alcanza en las cortezas premotora y so- lado izquierdo es mayor que el derecho) y un menor ta-
matosensorial. Estos datos son compatibles con los hallazgos maño de la corteza parietooccipital, en especial de la re-
neurofisiológicos de un menor funcionalismo del lóbulo frontal trocallosa (Filipek y cols., 1997), en comparación con los
en niños y adultos con trastorno por déficit de atención con hi- que responden a los estimulantes y con los controles nor-
peractividad. (Adaptado con autorización de los datos apare-
cidos en Zametkin AJ, Nordahl TE, Gross M y cols.:«Cerebral Glu-
males.
cose Metabolism in Adults With Hyperactivity of Childhood Los hallazgos mediante RM en el cuerpo calloso en el
Onset». New England Journal of Medicine 323:1361-1366, 1990.) trastorno por déficit de atención con hiperactividad son
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 841

menos uniformes. Se ha observado que el cuerpo calloso es cales «ejecutivas» (Denckla y Reader, 1993). Por ejemplo,
más pequeño en su parte anterior (Giedd y cols., 1994), los pacientes tienen dificultades de organización, tales
pero también se ha descrito que dicha parte anterior tiene como estructurar una narración, efectuar varias tareas si-
un tamaño normal y, en cambio, el rodete calloso de la par- multáneas y autocontrolarse. En niños pequeños, la difi-
te posterior es más pequeño (Semrud-Clikeman y cols., cultad de organización puede demostrarse clínicamente al
1994). El cuerpo calloso, que interviene presumiblemente contar un cuento (Purvis y Tannock, 1997).
en la transferencia de información entre ambos hemisfe- Los clínicos utilizan el término atención de un modo di-
rios, puede ser relevante para comprender los síntomas que ferente al de los especialistas en cognición. En el lenguaje
reflejan un desequilibrio en el funcionalismo hemisférico, de los clínicos, los niños con trastorno por déficit de aten-
como se observa en el síndrome del hemisferio derecho. ción con hiperactividad muestran facilidad para distraerse
En conjunto, estos estudios que se ocupan de niños afec- (en especial cuando están aburridos) y presentan otras
tos de trastorno por déficit de atención con hiperactividad anomalías relacionadas con el control de la atención (in-
sugieren que las diferencias hemisféricas entre la corteza cluido el tiempo de duración), la búsqueda de estímulos y
frontal y el núcleo caudado podrían estar relacionadas con la variabilidad de la motivación.
el déficit en la inhibición de respuestas, con la presencia del En suma, los estudios cognitivos han demostrado que las
trastorno y con la susceptibilidad de respuesta a los estimu- manifestaciones clínicas del trastorno por déficit de aten-
lantes. El síndrome del hemisferio derecho puede repre- ción con hiperactividad están ligadas a problemas en inhibi-
sentar una variante anatómica y funcional donde intervie- ción de respuestas, codificación, intención y otros elemen-
nen las alteraciones frontoestriadas derechas del trastorno tos del funcionamiento ejecutivo. En este trastorno se
por déficit de atención con hiperactividad. observa una dificultad para mantenerse centrados en una
tarea específica en pruebas de rendimiento continuo; sin
embargo, también se observa en los trastornos del aprendi-
Estudios neuropsicológicos
zaje y en el retraso mental. El aumento en el número de las
Desde hace largo tiempo se ha señalado que los déficit desviaciones de la atención se ha considerado un marcador
en la inhibición de respuestas son un componente del neuropsicológico inespecífico para el trastorno por déficit
trastorno por déficit de atención con hiperactividad, y de atención con hiperactividad. Otro hallazgo cognitivo en
cada vez se atribuye a este rasgo un papel más importante este trastorno es el aprendizaje dependiente de la situación
en el trastorno (Barkley, 1990; Quay, 1997). La inhibición mientras se toman psicoestimulantes (aprendizaje que no
de respuestas puede valorarse mediante tareas neuropsico- se mantiene al suspender la medicación), lo que se ha ob-
lógicas simples bien establecidas, donde se estudia la capa- servado en estudios experimentales de niños con trastorno
cidad para suspender o suprimir la respuesta física o men- por déficit de atención con hiperactividad, pero no clínica-
tal que, de otro modo, cabría esperar (p. ej., por la fuerza mente.
impulsiva debida a la motivación, el instinto, una respues-
ta automática o una reacción refleja). El efecto de la inhi-
Estudios neurofisiológicos
bición de respuestas consiste en mantener bajo control las
reacciones impulsivas. Estas reacciones podrían mejorarse Los estudios neurofisiológicos muestran que los niños
adaptativamente si se permitiera refrenar las respuestas se- con trastorno por déficit de atención con hiperactividad
miautomáticas y se dejara más tiempo (para pensar) antes difieren en su susceptibilidad de respuesta vegetativa con
de actuar. Por ejemplo, los intereses adaptativos de un in- respecto a los que no sufren el trastorno, al presentar más
dividuo se protegen generalmente gracias a la capacidad o menos reactividad que éstos, ya sea en estado de reposo
para minimizar o evitar las distracciones producidas por tónico o en respuesta a situaciones nuevas. Dado que tam-
estímulos irrelevantes, al retraso en emitir respuestas ten- bién se observan hallazgos similares en niños con trastor-
tadoras pero contraproducentes, y a minimizar los movi- nos del aprendizaje o retraso mental, la susceptibilidad de
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mientos inútiles. respuesta vegetativa no es un rasgo distintivo del trastorno


Otro mecanismo neuropsicológico que parece constituir por déficit de atención con hiperactividad.
un defecto básico en el trastorno por déficit de atención Aunque los EEG clínicos habituales se interpretan
con hiperactividad es la codificación, es decir, los procesos como normales en la mayoría de los pacientes con trastor-
relacionados con la «traducción» de la información en cam- no por déficit de atención con hiperactividad, en la cuan-
bios en el sistema nervioso que pueden ser representados tificación de los datos del EEG se ha observado que el
en un sistema semejante al lenguaje. La codificación en la 93% de los niños con este trastorno pueden calificarse de
memoria de trabajo (un tipo de memoria «a corto plazo», hiperarousal (aumento de la actividad, sobre todo frontal)
de 30 seg) parece hallarse especialmente alterada en el tras- o hipoarousal (enlentecimiento, en especial frontal) con
torno por déficit de atención con hiperactividad. respecto a lo normal (Chabot y Serfontein, 1996). Este ha-
Un tercer campo de déficit neuropsicológico básico en llazgo sugiere que el trastorno por déficit de atención con
el trastorno por déficit de atención con hiperactividad im- hiperactividad engloba ambas situaciones de hiperarousal e
plica un defecto de rango más elevado: las funciones corti- hipoarousal (en diferentes individuos) y apoya el concepto
842 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

de considerar al trastorno por déficit de atención con hi- ña amplitud de P300), se acompaña de menor eficacia de
peractividad como una alteración (desviación), más que los estimulantes en algunos pacientes. Sin embargo, los pa-
un retraso del desarrollo. cientes que no responden a los estimulantes pueden pre-
Los potenciales evocados (ondas eléctricas cerebrales sentar una normalización paradójicamente menor de la
relacionadas con sucesos) en el trastorno por déficit de pequeña amplitud de P3 en el trastorno por déficit de
atención con hiperactividad presentan una amplitud P3 atención con hiperactividad, en comparación con los que
más pequeña y una latencia P3 más prolongada en rela- responden. Los mecanismos que intervienen en la prepa-
ción con lo normal. Las respuestas iniciales son inconstan- ración (o estimulación) para la información que se recibe
tes (entre los diferentes estudios), pero suelen ser nor- (lo que corresponde a la forma casi normal de los poten-
males en el trastorno por déficit de atención con hiperacti- ciales evocados iniciales de respuestas) parecen hallarse in-
vidad, lo cual sugiere que la estimulación mental (prepara- tactos en el trastorno por déficit de atención con hiperacti-
ción) para la información que se recibe es normal. La am- vidad y no se modifican con los estimulantes.
plitud P1 es generalmente más pequeña, excepto en los
potenciales evocados visuales. Los individuos con trastorno
Estudios del sueño
por déficit de atención con hiperactividad tienen más ne-
gatividad de la normal en las ondas lentas (700-900 mseg) Los niños con trastorno por déficit de atención con hi-
a nivel de la línea media occipital. En comparación con los peractividad presentan un aumento de la actividad motora
individuos con este trastorno no agresivos, los que presen- durante el sueño («sueño agitado»), mayor latencia del
tan el trastorno con carácter agresivo tienen más negativi- sueño (tiempo requerido para dormirse) y menor latencia
dad frontocentral (ondas lentas de 640-900 mseg), y en las REM (similar a la observada en los adultos con trastorno
regiones parietales predomina la negatividad en el lado depresivo mayor), pero sin otros cambios estructurales
derecho, en comparación con el izquierdo. constantes en el EEG.
Al emplear estimulantes, los potenciales evocados mues-
tran un aumento normalizador en la pequeña amplitud de
P3, lo que se acompaña de una mejoría en la precisión y CURSO Y PRONÓSTICO
en los tiempos de reacción al realizar una tarea. Existe un
enlentecimiento ulterior en la latencia de la respuesta P3b La mayoría de los casos de trastorno por déficit de aten-
frente al aumento en la exigencia de memorizar. En los pi- ción con hiperactividad son congénitos y duran toda la
cos iniciales probablemente no hay cambios en los prime- vida. El anecdotario clínico tradicional señala que algunas
ros (N1 y P1), pero N2 aumenta de amplitud, especial- madres de niños con este trastorno recuerdan un «pata-
mente en la región frontal. leo» intrauterino excesivo, o manifiestan que «cuando co-
Se han propuesto algunas características para distinguir menzó a andar, corría». Incluso cuando los padres ven al
los pacientes que responden a los estimulantes de los que niño como molestamente activo, suelen estar más preocu-
no responden. Aunque ambos tienen una amplitud simi- pados por el manejo continuado de su conducta que por
lar de P3b antes de la medicación, dicha amplitud parece las consecuencias a largo plazo de la hiperactividad.
incrementarse en mayor grado en los que no responden a El trastorno por déficit de atención con hiperactividad
los estimulantes. P300, una onda más tardía relacionada puede diagnosticarse hacia los 36 meses de edad, pero ha-
con la atención y el procesamiento, aparece normal en los bitualmente resulta difícil reconocerlo antes de los 5 años,
que responden a la pemolina; en cambio, los que respon- dado que a partir de los 24 meses aproximadamente la
den mal presentan una amplitud P300 pequeña en la cor- fase normal del desarrollo se caracteriza por hiperactivi-
teza frontal derecha (centro) (1). dad. La identificación se retrasa a menudo hasta la escuela
Estos hallazgos neurofisiológicos, parcialmente discor- primaria, donde las exigencias de quietud física son mayo-
dantes, no se prestan a un fácil resumen, aunque el trastor- res, la comparación con los compañeros es más fácil y exis-
no por déficit de atención con hiperactividad parece en- te una mayor estimulación del grupo.
globar un trastorno del estado de activación (arousal), El comienzo del trastorno por déficit de atención con
además de una deficiencia en la inhibición de respuestas. hiperactividad después de la primera infancia sugiere la
Pueden observarse dos clases principales de activación en posibilidad de un comienzo agudo o de un episodio nue-
diferentes pacientes. El hiperarousal y el hipoarousal, ambos vo de una enfermedad biopsiquiátrica concomitante, an-
en comparación con el estado de activación normal, liga- siedad situacional, abusos físicos o sexuales, negligencia,
das presumiblemente a una reactividad vegetativa respecti- efectos adversos de medicamentos, traumatismo neuroló-
vamente elevada y escasa, podrían representar dos subtipos gico agudo u otra neuropatología «adquirida».
de trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Se afirma que los individuos con trastorno por déficit
Ambos subtipos parecen asociarse con anomalías particu- de atención con hiperactividad experimentan las dificulta-
larmente destacadas en la región frontal. Una anomalía en des de adaptación más importantes de su vida durante los
la corteza frontal derecha, relacionada con trastornos en la años de disciplina escolar, en parte porque no tienen to-
atención y en el procesamiento de la información (peque- davía libertad para elegir aquellas áreas de aprendizaje y
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 843

trabajo que se vean menos afectadas por sus síntomas cog- los trastornos por consumo de sustancias surgen en niños
nitivos y conductuales. Además de las dificultades acadé- con trastorno por déficit de atención con hiperactividad
micas y de las infracciones conductuales, los niños con con mayor antelación y frecuencia que en los que no su-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad en fren este trastorno (Pomerleau y cols., 1995), las pruebas
edad escolar pueden hallarse significativamente afectados demuestran que no hay un aumento general de los tras-
en sus logros sociales y su autoestima. tornos por consumo de sustancias en los adultos con tras-
El componente de hiperactividad motora del trastorno torno por déficit de atención con hiperactividad. Además,
mejora a menudo durante la niñez y al comienzo de la en ausencia de trastorno disocial, el trastorno por déficit
adolescencia. En general los síntomas de hiperactividad de atención con hiperactividad no parece estar asociado
mejoran notablemente y la impulsividad disminuye, pero con el abuso subsiguiente de sustancias (Lynskey y Fergus-
el déficit de atención no mejora (Hart y cols., 1995). La son, 1995). Por lo tanto, la relación entre este trastorno y
reducción de la hiperactividad con la edad parece concen- el abuso de sustancias puede explicarse probablemente
trarse principalmente en los niños que presentan sola- por la comorbilidad, por ejemplo, con el trastorno diso-
mente trastornos y retrasos demostrables del desarrollo; cial en el niño y la personalidad antisocial o el trastorno
aparentemente, dicha reducción no es un rasgo significati- de personalidad en el adulto. Otras formas de comorbili-
vo en la mayoría de las otras formas de trastorno por défi- dad que podrían mediar en la asociación entre trastorno
cit de atención con hiperactividad (Pearson y Aman, por déficit de atención con hiperactividad y abuso de sus-
1994). Además, los logros sociales y la capacidad adaptati- tancias incluyen la conducta con búsqueda de riesgo, la di-
va general parecen reducirse progresivamente con el paso ficultad para prever o planificar consecuencias, la conduc-
del tiempo (Roizen y cols., 1994). ta agresiva o el trastorno bipolar. Debido a la discordancia
Se estima que la prevalencia del trastorno por déficit de entre los hallazgos de las investigaciones, no han quedado
atención con hiperactividad declina aproximadamente en establecidas las relaciones de comorbilidad entre el tras-
un 50% cada 5 años hasta los 25 años (Hill y Schoener, torno por déficit de atención con hiperactividad y los tras-
1996), independientemente del tipo y la duración del tra- tornos por consumo de sustancias (y la mayor parte de las
tamiento (Hart y cols., 1995). Los rasgos de impulsividad demás psicopatologías).
persisten hasta la adolescencia en el 70% y hasta la edad Globalmente, lo más frecuente es que el trastorno por
adulta en el 30-50% de casos de trastorno por déficit de déficit de atención con hiperactividad infantil evolucione
atención con hiperactividad de la niñez (Barkley, 1990; hacia la normalidad clínica. Sin embargo, la psicopatología
Gittelman y cols., 1985; Weiss y Hechtman, 1986). mayor y de carácter duradero está representada exagerada-
No hay duda de que el trastorno por déficit de aten- mente en los pacientes con trastorno por déficit de aten-
ción con hiperactividad no es un trastorno de la niñez be- ción con hiperactividad considerados en grupo. El trastor-
nigno o autolimitado. En el adulto joven, el trastorno se no de personalidad antisocial en el adulto constituye la
relaciona con un menor número de años de escolariza- evolución más grave del trastorno por déficit de atención
ción y con más cambios de residencia, más (y más precoz) con hiperactividad. Se ha confirmado en varios estudios
tabaquismo, más consumo de marihuana y de alcohol, evolutivos que el 25-30% de los niños con trastorno por dé-
más transgresiones de las normas de tráfico, más veloci- ficit de atención con hiperactividad desarrollarán con el
dad, más accidentes de automóvil, más citaciones judicia- paso del tiempo trastorno de personalidad antisocial.
les y más condenas por delitos. En términos de síntomas Es probable que este alto riesgo de evolución antisocial
psiquiátricos, los adultos jóvenes con este trastorno pre- se concentre en los niños con trastorno por déficit de
sentan más intentos de suicidio, ansiedad fóbica, síntomas atención con hiperactividad que presentan un trastorno
de somatización y traumas psicosexuales, pero no se obser- disocial comórbido. Aunque el 40-70% de los niños con
va un aumento general de casos de esquizofrenia. trastorno por déficit de atención con hiperactividad pre-
De adultos, muchos individuos con este trastorno si- sentan problemas de conducta, y cerca del mismo porcen-
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guen presentando déficit de atención, impulsividad y faci- taje de niños con trastorno disocial sufren también trastor-
lidad para los cambios emocionales mucho después de no por déficit de atención con hiperactividad (Soussignan
que haya dejado de destacar clínicamente la hiperactivi- y Tremblay, 1996), el trastorno por déficit de atención con
dad motora. En algunos casos, los síntomas siguen interfi- hiperactividad sin agresividad no parece evolucionar hacia
riendo la capacidad funcional, y el tratamiento se prolon- problemas de conducta, agresividad o conducta antisocial
ga hasta la adolescencia o la edad adulta. En otros casos, en el adulto (August y cols., 1983).
los adultos con trastorno por déficit de atención con hiper- Un adulto con déficit de atención acentuado, impulsivi-
actividad tienen una buena adaptación y una evolución sa- dad e hiperactividad no sufre necesariamente un trastor-
tisfactoria, pero experimentan de modo persistente lige- no por déficit de atención con hiperactividad. Para el
ros síntomas residuales, como inquietud o incapacidad diagnóstico DSM-IV de trastorno por déficit de atención
para estarse quietos. con hiperactividad en el adulto se requiere que haya ante-
Ciertas características asociadas del trastorno tienden cedentes del trastorno en la niñez. En los niños cuyos sín-
también a resolverse con el tiempo. Por ejemplo, aunque tomas prosiguen hasta la edad adulta, su curso a esta edad
844 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

tiende a estabilizarse o a mejorar gradualmente con el Las complicaciones en el funcionamiento de la familia


tiempo. Los síntomas residuales siguen respondiendo a los son prácticamente inevitables (Hechtman, 1996). Un niño
psicoestimulantes, los antidepresivos tricíclicos, el bupro- con trastorno por déficit de atención con hiperactividad
pión, la venlafaxina y, posiblemente, los inhibidores selec- es probable que influya sobre la satisfacción de los padres,
tivos de la recaptación de serotonina. la armonía conyugal y el desarrollo de los hermanos. Los
Cuando un individuo con trastorno por déficit de aten- estudios de observación conductual indican que los pa-
ción con hiperactividad tiene un hijo pueden evidenciarse dres tienden a mostrar más ansiedad, controlar, dirigir, es-
problemas de impulsividad en la crianza del niño, falta de tablecer normas y dar respuestas negativas a sus hijos con
atención a los detalles de ésta, desorganización, identifica- trastorno por déficit de atención con hiperactividad; sin
ción con el trastorno por déficit de atención con hiperac- embargo, al menos parte del comportamiento de los pa-
tividad del niño, proyección de las tendencias del trastor- dres se debe al difícil comportamiento del niño (Barkley y
no del progenitor y sentimientos de culpa (con respecto a cols., 1990). Conviene asimismo controlar clínicamente
la transmisión genética al niño). No es razonable asumir efectos similares sobre las relaciones con los compañeros y
que los progenitores con trastorno por déficit de atención su comportamiento.
con hiperactividad saben cómo ocuparse de un niño con Para completar el círculo, las respuestas de los padres y
este trastorno por conocer los síntomas del proceso. La ca- hermanos frente a la conducta del niño con trastorno por
pacidad del progenitor para vencer los obstáculos de su déficit de atención con hiperactividad pueden fácilmente
trastorno, y a veces para iniciar el tratamiento farmacoló- agravar el curso del trastorno. Debido a la transmisión ge-
gico si no lo había hecho, pueden ejercer un considerable nética, los padres de niños con trastorno por déficit de
impacto sobre el tratamiento del niño, el curso de su en- atención con hiperactividad sufren también a menudo el
fermedad y el pronóstico de ésta. proceso ellos mismos. El trastorno de un progenitor pue-
El curso real y el pronóstico del trastorno en un pacien- de ser un modulador psicosocial de la intensidad de los
te determinado dependen de la etiología del proceso, así síntomas del niño. El tratamiento con estimulantes de un
como de otros factores individuales, incluida la presencia progenitor con este trastorno puede producir una mejoría
de trastornos psiquiátricos comórbidos. Los síntomas tien- clínicamente significativa de los síntomas del niño. Cuan-
den a mejorar gradualmente con el paso del tiempo si no do ambos progenitores y el niño sufren este trastorno, el
se complican por otros factores. Los trastornos psiquiátri- tratamiento de los padres o del niño puede mejorar el es-
cos comórbidos que se presentan episódicamente tienden tado de los otros. Alternativamente, no tratar a los padres
a provocar exacerbaciones periódicas de los síntomas del o al niño puede ser un factor limitante de la mejoría clíni-
trastorno. A su vez, los trastornos psiquiátricos más cróni- ca de ambos. Como ocurre en muchos trastornos, el tra-
cos o deteriorantes, como el trastorno bipolar o la esquizo- tamiento concomitante del niño y de la familia suele ser
frenia, tienden a intensificar los síntomas del trastorno un factor ventajoso importante para el abordaje del tras-
por déficit de atención con hiperactividad con el tiempo. torno por déficit de atención con hiperactividad en un
Es difícil generalizar sobre el pronóstico de este trastor- niño. En general, las complicaciones interpersonales y so-
no, pues éste y otros trastornos psiquiátricos, en especial en ciales del trastorno pueden ser complejas, incluso en los
niños y adolescentes, pueden agravarse en un ambiente que casos relativamente leves (Hechtman, 1996; Whalen y
no preste apoyo, así como mitigarse en presencia de perso- cols., 1989).
nas y oportunidades que sirvan de ayuda, alterarse de un
modo impredecible por situaciones intercurrentes y verse
influidos por la capacidad de los pacientes (y de sus fami- EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
lias) para afrontar los problemas, buscar ayuda y utilizarla.
La conducta de búsqueda de ayuda efectiva es un factor En la evaluación clínica hay que considerar las etiolo-
determinante crucial para el tratamiento, el curso y el pro- gías del trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
nóstico del trastorno por déficit de atención con hiperactivi- dad, tener en cuenta los trastornos de presentación simi-
dad. Esta característica, una función del Yo que modifica el lar y delimitar los trastornos psiquiátricos y neurológicos
curso de todos los trastornos psiquiátricos, está sometida en concomitantes (tabla 23-5).
sí misma a aprendizaje, en especial durante la niñez, cuan- Es básico realizar una valoración psicodinámica, psico-
do se desarrollan inicialmente las habilidades adaptativas. social y del desarrollo individual y familiar. Hay que pres-
Puede ser difícil distinguir clínicamente entre el curso tar especial atención a los informes sobre los cursos y la
natural del trastorno por déficit de atención con hiperacti- conducta escolares (incluida la conducta en el autobús y
vidad y sus complicaciones secundarias y trastornos comór- en el comedor), así como la historia laboral, trastornos
bidos. La baja autoestima, la alteración de las habilidades concomitantes del aprendizaje (o trastornos de las habi-
sociales, los problemas importantes de conducta, la agresi- lidades motoras o de la comunicación), trastornos psi-
vidad, la personalidad antisocial y la criminalidad son com- quiátricos importantes, funcionamiento y trato sociales,
plicaciones probables (o características de los trastornos historia obstétrica (consumo materno de alcohol, hiperac-
comórbidos), más que síntomas «nucleares» del trastorno. tividad fetal, lesiones prenatales o perinatales), residencia
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 845

TABLA 23-5. Diagnóstico diferencial del trastorno por déficit de la familia (exposición al plomo de pintura o a la conta-
de atención con hiperactividad minación del tráfico), historia psiquiátrica familiar (inclui-
do el trastorno por déficit de atención con hiperactividad
Psiquiátrico
en los varones), antecedentes médicos familiares (enfer-
Trastorno de conducta
Trastorno negativista desafiante medades tiroideas), uso de medicamentos (barbitúricos,
Depresión mayor benzodiacepinas, estimulantes, carbamacepina), historia
Ansiedad (situacional, evolutiva) infantil de abusos o negligencia y riesgos potenciales de
Trastorno de ansiedad por separación abuso de medicamentos por parte del paciente o de los fa-
Trastorno de estrés postraumático
Trastorno de angustia miliares. Es adecuado realizar una valoración psiquiátrica
Trastorno fóbico completa si hay trastorno disocial, agresividad o historia
Trastornos disociativos psiquiátrica familiar de trastornos del estado de ánimo o
Trastorno bipolar psicosis. Las fuentes esenciales de información son el pa-
Esquizofrenia precoz
ciente, los padres, los profesores y el pediatra.
Agitación psicótica
Trastornos por consumo de sustancias (intoxicación o abstinen- Mediante la exploración física y las pruebas de labora-
cia) torio se pueden identificar anomalías físicas y alteraciones
Conducta con búsqueda de atención o manipulativa tiroideas. Con la valoración neurológica es posible descu-
brir síntomas de localización, signos neuromadurativos
Psicosocial (movimientos coreiformes, movimientos excesivos o en es-
Abuso físico o sexual
Negligencia o abandono pejo, temblor, función motora gruesa y fina, lateralidad
Aburrimiento cerebral) y el nivel basal (previo a la medicación) de tics o
Sobreestimulación distonías. Es apropiado realizar pruebas de detección de
Privación sociocultural plomo cuando se sospeche una exposición excesiva, y po-
siblemente aunque no se sospeche. La prueba de detec-
Médico
Trastornos tiroideos
ción consiste en averiguar el nivel plasmático de proto-
Agitación inducida por fármacos porfirina-cinc, que ha reemplazado a la prueba de la
Estimulantes recreativos protoporfirina libre eritrocitaria porque tiene menos fal-
Estimulantes médicos: seudoefedrina sos positivos y constituye un indicador de la exposición
Barbitúricos, benzodiacepinas
prolongada al plomo. El nivel de plomo en sangre es una
Carbamacepina
Teofilina prueba opcional para la detección inicial, debido a que
sólo refleja la exposición al plomo durante las 4 semanas
Problema grave prenatal o perinatal (raro) anteriores. Con una muestra basal de escritura a mano se
Lesión cerebral (por traumatismo o infección) tiene un documento visual que puede agregarse a la histo-
Intoxicación por plomo (toxicidad postnatal) ria clínica para apreciar los cambios que se produzcan
Efecto teratogénico por exposición a alcohol, cocaína, plomo y
probablemente al humo del tabaco
posteriormente. En ausencia de síntomas sugerentes, las
exploraciones basales (antes de la medicación) mediante
Dieta EEG, electrocardiograma y valoración tiroidea no son
Exceso de cafeína esenciales, y probablemente tampoco son efectivas con
respecto al coste. Las pruebas diagnósticas en sangre pue-
Hambre den no ser necesarias en los casos habituales.
Las pruebas escolares y, a menudo, la evaluación neu-
Estreñimiento
ropsicológica son útiles para juzgar logros académicos, in-
Dolor ligero persistente
teligencia, funcionalismo cortical, atención, impulsividad
y habilidades evolutivas (incluidos síntomas de aprendiza-
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Conducta normal je, habilidades motoras y trastornos de la comunicación).


Los porcentajes de comorbilidad son lo suficientemen-
Diversos factores etiológicos dan lugar al trastorno por déficit de aten- te elevados como para que la evaluación del trastorno por
ción con hiperactividad o a procesos semejantes. Estos últimos pueden ser
un diagnóstico clínicamente más apropiado que el trastorno por déficit de déficit de atención con hiperactividad se base inicialmen-
atención con hiperactividad en determinados casos, y algunos se diagnos- te en la expectativa de que se identificarán trastornos
tican preferiblemente como procesos comórbidos, junto con el trastorno psiquiátricos concomitantes. El trastorno por déficit de
por déficit de atención con hiperactividad.
Debido a la frecuente coexistencia de este trastorno y de trastornos se- atención con hiperactividad se diagnostica a menudo en
mejantes, en el diagnóstico diferencial hay que considerarlos todos y al- asociación con trastorno disocial, trastorno negativista de-
gunas de sus etiologías. En la práctica clínica deben tomarse en considera-
ción todos los factores enumerados en la tabla (trastornos, síntomas,
safiante, trastorno bipolar y trastornos del aprendizaje (ta-
situaciones y estados), ya sea para confirmarlos o para descartarlos, antes bla 23-3). El diagnóstico diferencial ofrece también difi-
de establecer un diagnóstico en firme del trastorno por déficit de aten- cultades debido a la elevada comorbilidad de trastornos
ción con hiperactividad. El trastorno por déficit de atención con hiperacti-
vidad es un «diagnóstico por exclusión» que se efectúa una vez elimina- neurológicos y a la extensa similitud fenomenológica con
dos otros factores. otros trastornos psiquiátricos y con la conducta normal.
846 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Muchos de los criterios para definir el trastorno por dé- La comorbilidad de trastornos con apariencia similar
ficit de atención con hiperactividad son comunes con nu- presenta problemas adicionales que complican el diagnós-
merosos trastornos psiquiátricos. Se han realizado nota- tico diferencial. Aunque se asemejan entre sí, el trastorno
bles progresos para eliminar los criterios diagnósticos del por déficit de atención con hiperactividad y el trastor-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad que no bipolar pueden surgir de manera comórbida como
son conductas corrientes en las personas «normales», pero trastornos distintos y presentarse simultáneamente en el
varios de los 18 síntomas enumerados en el DSM-IV son mismo individuo, y el solapamiento de los síntomas puede
todavía problemáticos. La inquietud, actuar por impulsos dificultar su diferenciación. Como hemos indicado, cerca
o no estarse quieto, hablar excesivamente, interrumpir o del 20-25% de los jóvenes con trastorno por déficit de
importunar, equivocarse descuidadamente, quitar impor- atención con hiperactividad sufren también un trastorno
tancia a los errores y el emprender de mala gana tareas bipolar, según los criterios DSM-IV (Butler y cols., 1995), y
cognitivas que requieren esfuerzo no son precisamente el 50-100% de los menores con trastorno bipolar cumplen
signos evidentes de psicopatología significativa. Sin embar- los criterios para el trastorno por déficit de atención con
go, estos síntomas son útiles desde el punto de vista diag- hiperactividad (Butler y cols., 1995; West y cols., 1996).
nóstico para distinguir entre el trastorno por déficit de Por lo tanto, hay que ser precavidos y evitar la simplifica-
atención con hiperactividad y el trastorno disocial o el ción excesiva que supone realizar un solo diagnóstico, ya
trastorno negativista desafiante cuando éstos se presentan que puede perjudicar significativamente el tratamiento y
en un contexto de síntomas de trastorno de comporta- el pronóstico.
miento perturbador. Además de la comorbilidad, el trastorno por déficit de
Con todo, en el momento actual el principal problema atención con hiperactividad se acompaña típicamente de
clínico ya no es diferenciar el trastorno de la conducta «características asociadas», como se describe en DSM-IV.
normal, sino del resto de la psicopatología, incluidos el Por ejemplo, en comparación con los adolescentes con
trastorno disocial y el trastorno negativista desafiante. Al- trastorno bipolar, los que presentan además este trastorno
gunos de los criterios diagnósticos iniciales del trastorno tienen más probabilidades de sufrir manía mixta, irritabili-
por déficit de atención con hiperactividad fueron descar- dad, puntuaciones más altas en las escalas de manía y con-
tados después de los estudios de campo realizados para centraciones séricas de tiroxina más bajas (West y cols.,
elaborar el DSM-IV, pues carecían de la potencia necesa- 1996). Tales hallazgos ilustran el hecho de que las caracte-
ria para diferenciarlo de otros trastornos DSM-IV, inclui- rísticas clínicamente relevantes del trastorno por déficit de
dos la ansiedad y el trastorno bipolar. Así, se observó que atención con hiperactividad son difíciles de conceptuali-
los síntomas hablar en exceso, importunar e interrumpir y zar, pero pueden ser útiles para el diagnóstico clínico.
la conducta de ponerse en peligro sin pensar en las conse- Es frecuente en psiquiatría que no se alcance seguridad
cuencias eran demasiado inespecíficos como para justifi- diagnóstica y se emplee un «diagnóstico de trabajo» como
car su uso continuado. base para el tratamiento. En el caso del trastorno por dé-
Con un solapamiento tan extenso de los síntomas, di- ficit de atención con hiperactividad, este enfoque puede
versos trastornos neuropsiquiátricos pueden catalogarse llevar (a menudo automática e inapropiadamente) a un
erróneamente de trastorno por déficit de atención con hi- ensayo empírico con psicoestimulantes y a un error diag-
peractividad, y éste puede confundirse fácilmente con nóstico común. Una respuesta positiva al tratamiento psi-
varios trastornos psiquiátricos. Por ejemplo, el trastorno coestimulante no implica necesariamente un diagnóstico
bipolar y el trastorno por déficit de atención con hiperac- de trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
tividad tienen varios síntomas en común, o quizá sería más pues pacientes con otros diagnósticos pueden presentar
exacto decir que el trastorno bipolar tiene síntomas seme- una respuesta terapéutica a los estimulantes. Por otra par-
jantes al trastorno por déficit de atención con hiperactivi- te, una respuesta negativa a un psicoestimulante no des-
dad, y que éste tiene síntomas semejantes al trastorno bi- carta el trastorno, dado que los pacientes que lo sufren
polar. Estos dos trastornos pueden parecerse entre sí lo pueden responder sólo a ciertos estimulantes, o no res-
suficiente como para inducir al error diagnóstico. Como ponder en absoluto a ninguno. En general, es útil man-
hemos señalado anteriormente, los trastornos semejantes tener el proceso diagnóstico «flexible» y esperar que los
al trastorno por déficit de atención con hiperactividad se datos clínicos que vayan surgiendo modifiquen probable-
diagnostican a menudo equivocadamente («falso trastor- mente las impresiones diagnósticas, aunque sólo sea por
no por déficit de atención con hiperactividad»), y a veces los cambios que comporta el desarrollo.
se trata el trastorno como si fuera uno (o varios) de sus La identificación ulterior de criterios específicos y sensi-
trastornos semejantes. bles para el trastorno por déficit de atención con hiperacti-
Al valorar un trastorno por déficit de atención con vidad facilitará su diagnóstico y diferenciación de otros
hiperactividad deben tenerse en cuenta todos los trastor- procesos y de la normalidad. Para ello bastará con elaborar
nos semejantes y considerarlos formando parte del diagnós- un método fácil y objetivo para evaluar la atención y la hi-
tico diferencial, para disminuir el riesgo de sobrediagnosti- peractividad-impulsividad; actualmente se están realizando
carlo. progresos en esta dirección (Teicher y cols., 1996).
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 847

En el momento presente, el diagnóstico de trastorno incluso después de tener en cuenta su CI (Cantwell y Ba-
por déficit de atención con hiperactividad se basa en gran ker, 1988). En la escuela, el acomodo que ofrece ventajas
medida en el juicio clínico. La imprecisión de este método consiste en un aula pequeña, actividades en grupos redu-
es muy insatisfactoria para el diagnóstico de un trastorno cidos, selección cuidadosa de la ubicación del asiento para
psiquiátrico importante en los niños. Además, el uso de minimizar las distracciones, proporción profesor/alumnos
características puramente conductuales, el rendimiento elevada, ambiente tranquilo, estructura rutinaria y pre-
cognitivo y síntomas afectivos es particularmente frustran- decible, tutoría individual y uso de una sala con material
te para diferenciar entre este trastorno y los muchos pro- didáctico. A veces es útil hacer algunos arreglos para su-
cesos semejantes. pervisar o modificar los ratos de recreo, las clases de gim-
En la actualidad el diagnóstico de trastorno por déficit nasia, los viajes en autobús o la estancia en el comedor.
de atención con hiperactividad es mucho menos compli- Para llevar a cabo cuidadosamente las transiciones a nue-
cado que en las décadas anteriores. Ya no es posible esta- vas escuelas y el paso de un programa a otro diferente, es
blecer un diagnóstico en firme de este trastorno sin valo- necesario prever las dificultades administrativas y planifi-
rar la presencia o ausencia de muchos trastornos (tabla car los detalles. Es esencial informar a los directivos de la
23-3). Tampoco es fácil efectuar este diagnóstico con una escuela sobre los puntos fuertes y los problemas del niño,
sola visita al consultorio, pues la acumulación de datos clí- su autoestima, habilidad social y medidas ambientales que
nicos suficientes para investigar cada una de las posibilida- pueden ser útiles, así como recibir con regularidad infor-
des requiere una evaluación cuidadosa y observación a lo mes del personal docente sobre la conducta y el rendi-
largo del tiempo. Así pues, el trastorno por déficit de aten- miento académico del niño. Puede desarrollarse un plan
ción con hiperactividad se ha convertido en un «diagnósti- educativo individualizado de acuerdo con la escuela, para
co por exclusión». facilitar las modificaciones que se han de realizar en clase,
quizá simultaneado con intervenciones para afrontar de-
terminados trastornos del aprendizaje.
TRATAMIENTO En los niños y adolescentes, el tratamiento psicoestimu-
lante del trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
Son útiles diversos métodos de tratamiento; general- dad tiene una eficacia y una efectividad bien demostradas;
mente es necesario recurrir a enfoques multimodales y se ha observado la utilidad de los antidepresivos tricíclicos
secuenciales. Ciertas intervenciones son específicas de de- en estudios a doble ciego controlados con placebo, lleva-
terminadas etiologías, pero algunos tratamientos tienen dos a cabo separadamente por 11 grupos de investigación
utilidad independientemente de la etiología. durante los últimos 30 años. Los estudios sobre medica-
El abordaje ambiental de la estimulación sensorial pue- mentos en adultos son menos abundantes, pero al parecer
de reducir la sobreestimulación a partir de fuentes exter- son útiles los mismos fármacos. Los rangos de dosificación
nas, mantener un mejor control sobre la impulsividad y la en adultos y niños son aproximadamente comparables de-
agresividad y proporcionar un sentido de control y una bido a que la biotransformación hepática de los fármacos
base para la autoestima. Las medidas ambientales pueden es más rápida en menores.
consistir en modificar el medio familiar y laboral o escolar Suele señalarse que aproximadamente el 75% de los ni-
para reducir los estímulos y las distracciones. En casa, se ños con trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
puede aconsejar a los padres que dispongan espacios tran- dad responden terapéuticamente a los psicoestimulantes;
quilos, decorados con muebles simples y colores apagados, sin embargo, el porcentaje de respuestas a estos fármacos
guardar los juguetes en el armario, permitir la visita de un puede llegar a ser del 93% cuando se dosifican y monito-
solo amigo a la vez, evitar los supermercados y las fiestas y rizan cuidadosamente. De modo similar, se han hallado
estimular la ejecución de ejercicios motores finos (p. ej., elevados porcentajes de respuesta en niños preescolares
puzzles). En el ámbito laboral hay que procurar que los (Mayes y cols., 1994). Es práctica habitual iniciar el trata-
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adolescentes o adultos utilicen un despacho pequeño y miento con un psicoestimulante de acción corta (D-anfeta-
tranquilo, sin compañeros, tener o efectuar un mínimo de mina, 5-40 mg/día, o metilfenidato, 10-60 mg/día). Si fra-
visitas, evitar las charlas o el contacto visual con las perso- casa un estimulante, las probabilidades de que otro sea
nas que pasan y tener pocas interrupciones telefónicas. El útil son del 25%. Los efectos terapéuticos de los psicoesti-
ambiente de trabajo debe ser despejado y sin distraccio- mulantes duran unas 4-6 horas. A continuación puede
nes, con pocas ventanas y sin nevera, radio o televisión en producirse un efecto de «rebote», durante el cual es posi-
las cercanías, como tampoco máquinas ruidosas. Estas re- ble que empeoren los síntomas conductuales con respecto
comendaciones no se han valorado en estudios controla- a la situación basal; además, pueden aparecer tics de
dos, pero suelen ofrecerse y tienen valor clínico. modo transitorio. Un producto comercial que contiene
Generalmente es necesario recurrir a la enseñanza es- una mezcla de cuatro sales de D- y L-anfetamina parece te-
pecial, pues los niños con trastorno por déficit de aten- ner unos efectos más prolongados, que pueden durar 6-
ción con hiperactividad alcanzan típicamente unos logros 10 horas, lo cual es útil para los pacientes que son reacios
académicos inferiores a los esperados en su curso escolar, a tomar la dosis del mediodía en el trabajo o en la escuela.
848 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

La metanfetamina es otra alternativa disponible con una das las afecciones psiquiátricas) o a estrés, podría deberse
acción prolongada (8-12 horas) a dosis de 5-40 mg/día. a una forma de tolerancia. En general, este problema pue-
Las formulaciones de acción prolongada de D-anfetamina de afrontarse clínicamente si se alternan dos estimulantes
y metilfenidato parecen ser menos efectivas que las están- diferentes cada pocas semanas o meses.
dar. La pemolina de magnesio es otro psicoestimulante de Los déficit cognitivos en la inhibición de respuestas
acción prolongada que puede administrarse satisfactoria- parecen mejorar con dosis bajas (0,3-0,6 mg/kg) de me-
mente una vez al día; sin embargo, en el 3% de los pacien- tilfenidato, pero mejoran en menor grado a dosis de
tes se forman metabolitos hepatotóxicos que causan una 0,9 mg/kg; la curva dosis-respuesta tiene forma de U. En
hepatitis química, con aumento de los niveles de transami- cambio, los efectos conductuales de los estimulantes pare-
nasas hepáticas; recientemente, la Food and Drug Admi- cen ser dependientes de la dosis de modo lineal. Estos ha-
nistration (FDA) ha desaconsejado el uso de la pemolina llazgos sugieren que los diversos síntomas del trastorno
como tratamiento de primera línea en el trastorno por dé- por déficit de atención con hiperactividad no responden
ficit de atención con hiperactividad, dadas las 11 muertes de manera unísona a los estimulantes, y que en sus efectos
debidas a hepatitis aguda fulminante que se han observa- sobre la conducta y la atención intervienen mecanismos
do en el transcurso de los últimos 25 años. farmacológicos distintos. Puede ser imposible identificar
Algunos pacientes no experimentan efectos terapéuti- una dosis única «óptima» de estimulantes para un indivi-
cos bajo la acción de los psicoestimulantes. En estos casos duo; en vez de perseguir este fin, el clínico ha de emplear
cabe considerar diversos factores. Algunos trastornos psi- su juicio para elegir la dosis destinada a mejorar o equili-
quiátricos comórbidos se agravan con los estimulantes, brar el control de las diferentes conductas del trastorno
como los trastornos o síntomas de ansiedad, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
bipolar y la esquizofrenia. La mayoría de los trastornos o Los conceptos actuales sobre el mecanismo —único o
síntomas psicóticos pueden agravarse por los psicoestimu- múltiple— de acción de los psicoestimulantes en el tras-
lantes. Cualquier afección neurológica o idiosincrasia del torno por déficit de atención con hiperactividad están
neurodesarrollo que ocurra simultáneamente con el tras- sometidos a continua revisión. Los efectos farmacológicos
torno por déficit de atención con hiperactividad puede de los estimulantes, principalmente dopaminérgicos, en
dar lugar a síntomas neurotóxicos producidos por el fár- menor grado adrenérgicos, todavía en grado más reduci-
maco, con frecuencia a unas dosis inesperadamente bajas do serotoninérgicos y probablemente también de otro
de los medicamentos psicotrópicos. Numerosos grupos de tipo, son compatibles con muchos modelos diferentes (y
investigación han descrito que la presencia de ansiedad (y, contradictorios) de trastorno por déficit de atención con
quizá, de otros síntomas interiorizados) se asocia a un hiperactividad. Las explicaciones simples en las que inter-
efecto terapéutico más débil y menos prevalente de los psi- viene un solo neurotransmisor se consideran improbables.
coestimulantes. Los pacientes con trastornos interioriza- Otras teorías nuevas, que incorporan hallazgos no farma-
dos tienden a hallarse abiertamente inhibidos; en cambio, cológicos y neurofisiológicos, pueden llegar a ser elabora-
es típico que los pacientes con trastorno por déficit de das y de interés. Por ejemplo, el hallazgo inesperado de
atención con hiperactividad presenten déficit en el auto- que el metilfenidato enlentece el procesado del hemisfe-
control inhibitorio (Oosterlaan y Sergeant, 1996). Cabe rio derecho (es decir, un tiempo de reacción más lento en
emitir la hipótesis de que el equilibrio cambiante entre es- las tareas neurofisiológicas sin que haya modificaciones en
tas características y la naturaleza intermitente de la ansie- el grado de exactitud) parece implicar que los efectos te-
dad contribuye a la desigualdad de los efectos estimulan- rapéuticos de los estimulantes deben ser lo bastante po-
tes en los pacientes con trastorno por déficit de atención tentes como para compensar sus efectos aparentemente
con hiperactividad y ansiedad. En algunos casos puede ser negativos sobre el funcionamiento del lado derecho
necesario modificar la posología de los estimulantes cuan- (Campbell y cols., 1996).
do se trata un trastorno por déficit de atención con hiper- En los individuos sanos, los riesgos más notables de los
actividad con ansiedad comórbida, a fin de obtener efec- estimulantes son los tics y las psicosis. Los estimulantes
tos terapéuticos estables (Livingston y cols., 1992). no inducen convulsiones, y los efectos cardiovasculares no
Se ha observado que el efecto de los estimulantes para suelen ser clínicamente significativos. Los efectos secunda-
combatir los síntomas nucleares del trastorno por déficit rios comunes son retraso en el comienzo del sueño, au-
de atención con hiperactividad persiste al menos durante mentos ligeros de la presión arterial y de la frecuencia
15 meses (Gillberg y cols., 1997), pero su eficacia clínica cardíaca, disminución del apetito, reducción (o enlenteci-
parece continuar durante muchos años. Sin embargo, al- miento) del aumento de la talla y el peso, temblor o movi-
gunos clínicos han descrito que un pequeño porcentaje mientos accidentales, exceso de atención cognitiva, ansie-
de pacientes desarrollan tolerancia a los estimulantes des- dad, disforia, irritabilidad, pesadillas y retraimiento social.
pués de varios meses de tratamiento; es decir, estos fárma- En general, los medicamentos no estimulantes son
cos se vuelven inefectivos a pesar de aumentar las dosis. Si notablemente menos efectivos para tratar el trastorno
un efecto terapéutico disminuye a lo largo del tiempo y por déficit de atención con hiperactividad, especialmen-
ello no se debe a una enfermedad intercurrente (inclui- te por lo que respecta a los síntomas del déficit de aten-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 849

ción. Las dosis bajas de antidepresivos tricíclicos (p. ej., vidad (Hunt y cols., 1990), pero es necesario disponer de
nortriptilina, 0,3-2,0 mg/kg/día) proporcionan efectos te- pruebas más amplias sobre su eficacia terapéutica. Se ha
rapéuticos que duran más de 24 horas, y su empleo una cuestionado seriamente su efectividad en el trastorno por
vez al día no da lugar a fenómenos de rebote. Los tricícli- déficit de atención con hiperactividad y no está clara su in-
cos no son tan efectivos como los psicoestimulantes para nocuidad al utilizarla en combinación con los estimu-
tratar los síntomas de desatención y cognitivos del trastor- lantes. Si la clonidina es efectiva en este trastorno, puede
no, aunque poseen una eficacia comparable sobre los sín- ser similar a los antidepresivos tricíclicos en cuanto a que
tomas conductuales. es útil para los síntomas conductuales (impulsividad, hi-
Las publicaciones sobre episodios de muerte súbita en peractividad) y lo es menos para los síntomas cognitivos
el curso de tratamientos corrientes con desipramina acae- (desatención). Si fracasan estos medicamentos podría con-
cidos en 5 niños y adolescentes (Popper y Elliott, 1990; siderarse el uso de pemolina de magnesio, aunque existe
Riddle y cols., 1991, 1995) han suscitado una preocupa- un riesgo del 1-3% de producir una hepatitis química por
ción general sobre el uso de antidepresivos tricíclicos en formación de metabolitos hepatotóxicos. El riesgo de acci-
menores, especialmente para tratar afecciones no letales dentes fatales por hepatitis fulminante es pequeño, pero
como el trastorno por déficit de atención con hiperactivi- recientes advertencias de la FDA aconsejan precaución.
dad. Este problema parece ser específico de la desiprami- El bupropión ha demostrado eficacia en el trastorno
na; no se ha implicado siquiera a la imipramina, probable- por déficit de atención con hiperactividad, pero sus efec-
mente porque sus efectos secundarios anticolinérgicos son tos son más débiles que los que ejercen los psicoestimulan-
cardioprotectores. En la mayoría de estos casos de muerte tes; además se ha observado la aparición de exantemas cu-
súbita el tratamiento iba dirigido hacia el trastorno por táneos en el 17% de los niños tratados (Conners y cols.,
déficit de atención con hiperactividad más que a la enure- 1996). La carbamacepina se ha utilizado corrientemente
sis (el uso pediátrico más común de los antidepresivos tri- en Inglaterra durante muchos años, aunque sólo en fe-
cíclicos) o a los trastornos del estado de ánimo. Algunos chas recientes se ha obtenido la demostración formal de
pacientes que fallecieron tenían riesgos cardiovasculares su eficacia (Silva y cols., 1996). En un estudio bien diseña-
previos, incluido uno cuya anomalía de las arterias corona- do se ha visto que el pindolol sirve para tratar los síntomas
rias no podía haberse diagnosticado antes de la muerte a conductuales en niños con trastorno por déficit de aten-
menos que se hubiera practicado una arteriografía cruenta. ción con hiperactividad (Buitelaar y cols., 1996), aunque
El tratamiento del trastorno por déficit de atención con cabría esperar que otros agentes bloqueantes β-adrenérgi-
hiperactividad con desipramina es fácil de evitar teniendo cos presenten menos efectos adversos.
en cuenta que existen otros muchos antidepresivos tricícli- Podría considerarse también el empleo de tranquilizan-
cos fácilmente asequibles y que todos ellos parecen igual- tes mayores a dosis bajas (p. ej., clorpromacina, 10-50 mg
mente efectivos para tratar el trastorno. Por lo tanto, se 4 veces al día), pero sus efectos terapéuticos son inespecífi-
pueden emplear razonablemente otros antidepresivos tri- cos, y los efectos secundarios los hacen inadecuados para
cíclicos diferentes de la desipramina si los efectos de rebo- tratamientos prolongados. Tanto la olanzapina (5 mg/día
te de los psicoestimulantes son perturbadores, si surgen como máximo) como la risperidona (0,25-2 mg 2 veces al
tics específicamente en el curso del rebote, si se hace ne- día) han mostrado efectividad en ensayos abiertos, pero es
cesario administrar el medicamento una sola vez al día necesario disponer de más información sobre estos agentes.
para lograr la colaboración del paciente, si el niño o la fa- Cabría proponer otros tratamientos farmacológicos. Se
milia son consumidores potenciales de drogas, si existe un observó que la L-tironina (L-T3), empleada a dosis suprafi-
trastorno del estado de ánimo como diagnóstico acompa- siológicas, reducía la impulsividad y la hiperactividad en
ñante, si hay sueño diurno o síntomas de excitación pro- niños con trastorno por déficit de atención con hiperacti-
minentes y, quizá, si hay una evidente historia psiquiátrica vidad comórbido y resistencia generalizada a la hormona
familiar de trastornos del estado de ánimo. tiroidea; sin embargo, en un estudio a pequeña escala,
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Los antidepresivos IMAO son clínicamente efectivos, bien controlado, se mostró ineficaz o perjudicial en niños
pero no suelen utilizarse para tratar el trastorno por défi- con trastorno por déficit de atención con hiperactividad
cit de atención con hiperactividad debido a las restriccio- que presentaban dicha resistencia generalizada (Weiss y
nes dietéticas que imponen y a sus riesgos potenciales. Los cols., 1994). En un estudio bien controlado de 1 semana
nuevos IMAO, como el L-deprenilo (selegilina) y la moclo- de duración realizado en adultos con trastorno por déficit
bemida, son más específicos para las isoenzimas que los de atención con hiperactividad se observó que la nicotina,
IMAO tradicionales. Los primeros hallazgos sugieren que administrada en parches, producía un efecto beneficioso
la moclobemida es efectiva en el trastorno por déficit de sobre la atención y la concentración. Dado que este efecto
atención con hiperactividad (Trott y cols., 1992) y que, en se observó en no fumadores, pero no en fumadores, no
cambio, el L-deprenilo no lo es (Ernst y cols., 1996; Feigin puede atribuirse a los efectos de la abstinencia (Levin y
y cols., 1996). cols., 1996). Con el empleo de un parche que liberaba cer-
La clonidina es un tratamiento frecuentemente emplea- ca de 67 mg/día se observaron escasos efectos adversos
do para el trastorno por déficit de atención con hiperacti- (Conners y cols., 1996).
850 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

La farmacología del hipericón (hierba de San Juan) su- Este efecto tranquilizante es distinto de la concentración
giere que podría tener efectos terapéuticos en el trastorno de la atención inducida por la cafeína, del efecto ansiolíti-
por déficit de atención con hiperactividad; sin embargo, co de las benzodiacepinas y del efecto sedante de los agen-
no ha sido valorado a este respecto y algunos pacientes con tes antipsicóticos. Estos fármacos actúan a través de dife-
este trastorno pueden presentar síntomas de ansiedad. rentes mecanismos neuroquímicos y neurofisiológicos, y
El litio generalmente no es eficaz en el trastorno por producen clases de «sedación» clínicamente distintas. Los
déficit de atención con hiperactividad y puede agravar sus niños con trastorno por déficit de atención con hiperacti-
síntomas (Greenhill y cols., 1973; McKnew y cols., 1981; vidad pueden responder con sedación ante otros estimu-
Whitehead y Clark, 1970). Sin embargo, puede ser útil si lantes médicos (seudoefedrina) y con excitación conduc-
se trata en realidad de un trastorno bipolar que se presen- tual ante sedantes (benzodiacepinas y barbitúricos). Tales
ta con impulsividad, déficit de atención e hiperactividad efectos clínicos «paradójicos» pueden no ser específicos
(Butler y cols., 1995). También es muy aconsejable evitar de los niños hiperactivos. En condiciones experimentales,
las benzodiacepinas y los barbitúricos, que inducen excita- los niños y hombres adultos normales presentan una re-
ción y agitación quizá más aún en pacientes con trastorno ducción de la conducta motora inducida por los estimu-
por déficit de atención con hiperactividad o trastornos del lantes, cualitativamente similar, pero el efecto cuantitativo
neurodesarrollo. La difenhidramina y el hidrato de cloral es significativamente mayor en los niños varones hiperacti-
pueden inducir el sueño y es menos probable que causen vos (Rapoport y cols. 1980). Se desconoce la explicación
excitación paradójica en niños con trastorno por déficit de esta aparente diferencia entre las condiciones experi-
de atención con hiperactividad, aunque generalmente es mentales y el hallazgo clínico de que no todas las personas
preferible administrar trazodona, melatonina o nortriptili- con trastorno por déficit de atención con hiperactividad
na a la hora de acostarse. responden «terapéuticamente» a los psicoestimulantes. Al
Globalmente, los psicoestimulantes siguen siendo el parecer, la susceptibilidad de respuesta a los psicoestimu-
tratamiento de elección en el trastorno por déficit de lantes no va unida específicamente a un determinado
atención con hiperactividad, principalmente porque su ca- diagnóstico, sino que es reflejo de unos mecanismos bioló-
pacidad para mejorar el déficit de atención y otros sínto- gicos más básicos.
mas cognitivos no es igualada por los antidepresivos, la Los estudios de seguimiento del tratamiento del trastor-
clonidina o cualquier otro tratamiento medicamentoso no por déficit de atención con hiperactividad han encon-
propuesto. trado algunos resultados llamativos. Además de ayudar a
Establecer la dosis óptima en pacientes con trastorno reducir el déficit de atención, la impulsividad y la hiperac-
por déficit de atención con hiperactividad se complica por tividad, el tratamiento con psicoestimulantes puede con-
las variaciones en los niveles de estimulación ambiental, ducir a una mejoría persistente en el trato social y en las
por los cambios en su emotividad y grado de excitación, y actitudes hacia uno mismo. Sin embargo, no se ha obser-
por los patrones diurnos de hambre y estado de alerta. Es- vado que el tratamiento psicoestimulante por sí solo oca-
tos factores provocan modificaciones en la capacidad de sione sistemáticamente una mejoría en el rendimiento
atención y en la reactividad neurofisiológica, así como en académico o en las calificaciones escolares, incluso en ni-
los efectos inducidos por los estimulantes. A menudo exis- ños que mejoran su grado de atención y su conducta en
ten diferencias clínicamente significativas entre los am- clase (Barkley y Cunningham, 1978). De manera similar,
bientes doméstico y laboral (o escolar). La elección de las los estimulantes no parecen producir mejorías duraderas
dosis se convierte en un arte, donde se trata de lograr un en agresividad, alteración de la conducta, criminalidad, lo-
equilibrio óptimo entre las conductas exhibidas en los di- gros académicos, funcionamiento laboral, relaciones ma-
ferentes ámbitos. trimoniales o adaptación a largo plazo.
El tratamiento medicamentoso puede continuar duran- Aunque los psicoestimulantes por sí solos permiten tra-
te varios años, siendo necesario realizar ajustes periódicos tar los síntomas nucleares del trastorno por déficit de
de las dosis para compensar los cambios en el peso corpo- atención con hiperactividad, no bastan para influir sobre
ral, las variaciones del estrés ambiental o debidas al desa- los déficit en el desarrollo del Yo y cognitivos que existían
rrollo, o las modificaciones metabólicas (incluidas las au- antes del tratamiento medicamentoso, ni tampoco sobre
tometabólicas inducidas por el fármaco) de la tasa de los trastornos biopsiquiátricos concomitantes o sobre las
biotransformación medicamentosa. En el 30-50% de los influencias ambientales en curso que pueden alterar el
casos el tratamiento deja de ser necesario al llegar a la aprendizaje y el funcionamiento adaptativo. Es probable
adolescencia, pero el 30-50% de los individuos con trastor- que sean necesarios múltiples métodos de tratamiento,
no por déficit de atención con hiperactividad siguen nece- con enseñanza especializada y ayuda psicológica, para es-
sitando el tratamiento durante la edad adulta (Barkley, tablecer una evolución normal.
1990; Gittelman y cols., 1985; Weiss y Hechtman, 1986). El evidente valor de los psicoestimulantes para tratar
Los efectos de los psicoestimulantes en este trastorno los síntomas conductuales y cognitivos definitorios del
incluyen una mejoría clínica en los síntomas de impulsi- trastorno por déficit de atención con hiperactividad con-
vidad, hiperactividad, desatención y labilidad emocional. trasta con su ineficacia —cuando se emplean solos— para
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 851

tratar otros aspectos integrados, más complejos, del fun- crepancia que aumenta con la edad (Roizen y cols., 1994).
cionalismo psicológico y del desarrollo futuro. La expe- Tan sólo recientemente se ha considerado que las disfun-
riencia con los psicoestimulantes puede servir para re- ciones sociales y adaptativas son componentes comunes
cordar que el valor de un tratamiento efectivo puede del trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
sobreestimarse fácilmente y que son necesarios estudios lo que puede justificar su incorporación al tratamiento ha-
empíricos para definir el valor y el ámbito de las interven- bitual (Stein y cols., 1995).
ciones médicas. En los menores no fumadores es aconsejable reforzar
En otras dimensiones del tratamiento del trastorno por las actitudes de prevención contra el tabaquismo y favore-
déficit de atención con hiperactividad, diversas interven- cer la adquisición de medios alternativos de afrontar la
ciones psicosociales resultan útiles para apoyar al paciente presión de sus compañeros, la autoimagen, la ansiedad y
y a sus familiares y para aliviar algunos de los problemas las opiniones de sus compañeros. Esta intervención precoz
que se asocian previsiblemente con el trastorno. También es particularmente valiosa en los menores con trastorno
es necesario informar a los miembros de la familia sobre por déficit de atención con hiperactividad, puesto que ge-
este trastorno, su tratamiento y la conducta a seguir. Habi- neralmente empiezan a fumar antes que sus compañeros
tualmente es posible «entrenar» a los familiares en las téc- no afectos. Su tendencia a estar menos preocupados por
nicas conductuales que pueden aplicarse en el domicilio. futuros problemas de salud (y otros riesgos ulteriores) y su
Para los niños, el impacto psicológico de los padres puede conducta de búsqueda de novedades también pueden in-
ser crucial en cuanto a exacerbar o disminuir sus sínto- terferir los esfuerzos subsiguientes para dejar de fumar
mas; por tanto, en la mayoría de los casos es razonable (Downey y cols., 1997). Además, los efectos terapéuticos
aconsejar o tratar a los padres. de la nicotina sobre los síntomas del trastorno por déficit
La manipulación ambiental y el tratamiento medica- de atención con hiperactividad (Levin y cols., 1996) pue-
mentoso pueden ser suficientes cuando los problemas de den conducir a la exacerbación de éstos al dejar de fumar,
conducta no son importantes, cuando el funcionamiento lo que hace difícil que las personas con trastorno por défi-
adaptativo es bueno y cuando los hábitos de estudio e inte- cit de atención con hiperactividad abandonen el tabaco.
rés en la escuela no se han alterado. Sin embargo, en la De modo similar, son útiles las medidas preventivas para
mayoría de los casos es útil recurrir a métodos de trata- contener el consumo de alcohol u otras sustancias.
miento adicionales, sobre todo si con la medicación y las La información y el apoyo dados a los padres y a otros
intervenciones ambientales no se ha logrado mejorar el miembros de la familia tienen una importancia crucial y
rendimiento conductual, académico o laboral, o la adapta- pueden aportarse mediante sesiones programadas de en-
ción social. trenamiento en grupos (Barkley, 1990).
Las recompensas contingentes, el tratamiento por coste Si los conflictos o la resistencia del paciente interfieren
de respuesta y los «tiempos muertos» pueden ayudar a en la adaptación general, el desarrollo o el tratamiento, o
que el niño elabore el control de sus impulsos. Los méto- si los trastornos comórbidos requieren un tratamiento más
dos conductuales pueden ser tan efectivos como los psico- intenso, la psicoterapia individual y familiar puede ser un
estimulantes para modificar la conducta en las aulas, pero componente de la terapéutica del trastorno por déficit de
la generalización más allá del contexto terapéutico puede atención con hiperactividad. Aunque carecemos de estu-
ser limitada. La terapéutica cognitiva-conductual se em- dios que apoyen la eficacia de la psicoterapia por sí sola
plea para enseñar estrategias de resolución de problemas, en el tratamiento de este trastorno en algunos individuos
autorregistro, mediación verbal (con ayuda del lenguaje puede ser una parte crítica del tratamiento multimodal.
interno) por autoaprobación y autoinstrucción, y valora- La terapéutica nutricional del trastorno por déficit de
ción de errores en vez de minimizarlos. atención con hiperactividad tiene una historia turbia, con
Los tratamientos en grupo pueden ser útiles para niños una serie de curaciones demasiado buenas para ser cier-
y adolescentes con trastorno por déficit de atención con tas, y se han empleado «nuevos» tratamientos durante
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hiperactividad que precisan entrenamiento en habilidades años. Quizá frustrados por los métodos conductuales y
sociales. En los individuos con este trastorno es frecuente asustados por los «fármacos de la mente», los padres a me-
un déficit en el desarrollo de las habilidades sociales, in- nudo se muestran interesados en oír las opiniones de los
cluso en aquellos que no presentan conducta agresiva, médicos sobre el tratamiento nutricional, y sobre otros no
negativismo, impulsividad o hiperactividad. También se demostrados, del trastorno por déficit de atención con hi-
hallan comprometidas otras áreas del funcionamiento peractividad. Algunos parecen estar deseando aceptar que
adaptativo, incluso en pacientes afectos de trastorno por su hijo tiene un «problema físico», pero no están dispues-
déficit de atención con hiperactividad con predominio del tos a reconocer que se trata de un «trastorno médico».
déficit de atención. Los niños con trastorno por déficit de Asimismo, es llamativo que el trastorno por déficit de
atención con hiperactividad de inteligencia normal (es- atención con hiperactividad haya atraído a un mayor nú-
cala total del CI de 101 ± 14) pueden presentar pun- mero de médicos y profesionales partidarios del trata-
tuaciones límite en la Escala de conducta adaptativas de miento nutricional, en comparación con otros trastornos
Vineland (Vineland Adaptive Behavior Scale) (73 ± 14), dis- psiquiátricos y con la mayoría de los demás problemas mé-
852 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

dicos. Posiblemente como reflejo de una aguda intuición do de oligoelementos en el cabello (especialmente déficit
clínica, se han promulgado entusiásticamente numerosas de cinc y exceso de cadmio) no han sido evaluados de
clases de dietas de eliminación, apoyadas durante años, modo riguroso. Los tratamientos con megavitaminas son
basadas en datos anecdóticos y aseveraciones repetidas, sin inefectivos y pueden tener efectos tóxicos.
gozar del beneficio de pruebas suficientes o ni siquiera de A pesar del prevalente escepticismo sobre los trata-
intentos de ensayos controlados. mientos dietéticos del trastorno por déficit de atención
Aunque no se ha demostrado de modo coherente que con hiperactividad, algunos estudios de esta índole han
el tratamiento dietético del trastorno por déficit de aten- producido datos los suficientemente sugerentes para me-
ción con hiperactividad tenga algún valor clínico, algunos recer cierto respeto y justificar ulteriores investigaciones.
estudios no pueden obviarse fácilmente. Algunos trabajos Existen pruebas razonables de que algunos alimentos o
razonables son compatibles con un posible papel de facto- colorantes alimentarios inducen conducta hiperactiva u
res dietéticos en la etiología y el tratamiento del trastorno. otros síntomas de trastorno por déficit de atención con hi-
En un ensayo controlado donde se emplearon períodos peractividad en un pequeño porcentaje de los niños; qui-
exentos de colorantes y otros con altas dosis de éstos, se zá los niños atópicos serían más vulnerables a estos efec-
observó que la restricción específica de una serie de colo- tos. Aunque queda por averiguar el significado clínico de
rantes alimentarios (sin otras limitaciones) era efectiva estos hallazgos, nuevos datos han confirmado la creencia
para tratar a un subgrupo (5-10%) de niños con trastorno popular de que el estado de ánimo y el sueño se ven influi-
por déficit de atención con hiperactividad. En otro estu- dos por una vasta gama de alimentos en el niño (Breakey,
dio controlado se halló que con una dieta que minimizaba 1997); por lo tanto, no sería inverosímil o sorprendente
la ingesta de ciertos alimentos «reactivos», conservantes y que la dieta pudiera influir significativamente sobre el
colorantes artificiales de los alimentos se lograba una me- trastorno por déficit de atención con hiperactividad y
joría clínica y estadísticamente significativa en niños con otros trastornos del comportamiento.
trastorno por déficit de atención con hiperactividad (Boris En otra área de interés para la investigación sobre el
y Mandel, 1994); en este estudio, los niños atópicos con trastorno por déficit de atención con hiperactividad se
trastorno por déficit de atención con hiperactividad tenían han estudiado los efectos del hierro, debido a su interven-
más probabilidades de responder que otros niños con este ción en mecanismos que influyen sobre la actividad dopa-
trastorno sin atipia. En un estudio con EEG donde se exa- minérgica. Se han publicado datos preliminares de carác-
minó a niños cuyo trastorno por déficit de atención con ter confirmatorio en un estudio abierto correctamente
hiperactividad parecía agravarse al ingerir determinados realizado. En este estudio, niños varones con trastorno
alimentos (según se había observado mediante pruebas por déficit de atención con hiperactividad a quienes se ad-
anteriores de privación e ingestión) se halló un aumento ministraron suplementos de hierro durante 30 días res-
de la actividad β en la corteza frontotemporal durante la pondieron, al parecer, con mejoría de los síntomas del
administración del alimento sensibilizante (Uhlig y cols., trastorno de modo concomitante con el aumento de los
1997). En un estudio controlado con una dieta baja en an- niveles séricos de ferritina (Sever y cols., 1997).
tígenos no se hallaron cambios en los parámetros de aten- Para monitorizar los efectos terapéuticos en la investiga-
ción o actividad, pero los niños con trastorno por déficit ción y en la práctica clínica se han creado diversas escalas
de atención con hiperactividad experimentaron mejorías estandarizadas. A este respecto, el mejor elemento disponi-
subjetivas estadísticamente significativas (Schulte-Körne y ble para adultos es la Escala de evaluación de Wender Utah
cols., 1996). (Wender Utah Rating Scale), que también es útil para valorar
Se han examinado otros tratamientos dietéticos del los síntomas de trastorno por déficit de atención con hiper-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad, aun- actividad en el niño (Stein y cols., 1995). Existen también
que sin obtener datos convincentes de su valor clínico. La otras opciones para niños. Con el Perfil de actividad-aten-
dieta de Feingold, extensamente difundida, con menor in- ción infantil (Child Attention/Activity Profile, CAP) se valoran
gesta de salicilatos y colorantes alimentarios, ha dado lu- los factores de desatención e hiperactividad-impulsividad
gar a hallazgos contradictorios en los ensayos controlados (fig. 23-4), siendo sensible a los efectos de los estimulantes
que se han efectuado. Los datos sobre supresión y admi- (Edelbrock, 1987). Las primeras versiones de las escalas de
nistración de salicilatos han demostrado efectos mínimos Conners para padres y maestros (Rapoport y cols., 1985) se
(Perry y cols., 1996). Se ha descrito que la toxicidad por emplearon profusamente, pero servían como medidas ines-
azúcar, su eliminación de la dieta y la hipoglucemia reacti- pecíficas de «mal comportamiento» y de problemas de con-
va inducirían síntomas de trastorno por déficit de aten- ducta y no eran tan útiles para monitorizar los síntomas
ción con hiperactividad, pero estas afirmaciones no pa- específicos del trastorno por déficit de atención con hiper-
recen ser válidas (a menos que existan, quizá, déficit actividad o para el tipo con predominio del déficit de aten-
nutricionales previos). Se ha demostrado sin lugar a dudas ción. Sin embargo, Conners puso al día estas escalas, y las
que la asparraguina carece de efectos clínicos sobre el versiones actuales funcionan adecuadamente (Conners y
trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Los cols., 1996). El Cuestionario de situaciones domésticas
tratamientos dietéticos basados en el análisis del conteni- (Home Situations Questionnaire, HSQ) pueden utilizarlo los
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 853

padres o los cuidadores en instituciones (Barkley, 1990), sir- que sufren una comorbilidad psiquiátrica o neurológica
ve para evaluar conductas en diversos ámbitos y permite importante, trastornos conductuales, agresividad, conduc-
medir los efectos de los fármacos. Todos estos instrumen- tas perturbadoras, trastornos del aprendizaje o trastornos
tos, aunque creados para la investigación de fármacos, pue- del desarrollo, o tienen mal pronóstico. En un importante
den aplicarse para evaluar la evolución del trastorno por dé- estudio sobre tratamiento multimodal se sugirió su consi-
ficit de atención con hiperactividad con cualquier método derable valor clínico. Al combinar el tratamiento medica-
de tratamiento. Otro método de evaluación —uno de los mentoso, la enseñanza especial y la psicoterapia se consi-
mejores, aunque no tan sistemático o reproducible como guió mejorar los logros académicos, el funcionamiento de
las escalas— consiste en instaurar una fórmula para que el la atención y la adaptación psicosocial, reduciéndose la ac-
clínico reciba informes sobre conducta y cognición envia- tividad antisocial (Satterfield y cols., 1981). Sin embargo,
dos por los profesores y los padres. el 50% de los pacientes habían abandonado el tratamiento
Se han empleado clínicamente valoraciones de los ni- al cabo de 3 años, lo que limitaba la generalización del tra-
ños otorgadas por sus compañeros (Glow y Glow, 1980), tamiento a toda la población afecta de trastorno por déficit
aunque todavía no se ha desarrollado una escala estanda- de atención con hiperactividad.
rizada. Los compañeros perciben a los niños con trastorno En cambio, otras publicaciones han sido menos favora-
por déficit de atención con hiperactividad de un modo di- bles. En dos estudios de niños con trastorno por déficit de
ferente a los demás, y su percepción de niño «hiperactivo» atención con hiperactividad se hallaron beneficios sorpren-
es más clara que sus percepciones de niño «popular» y dentemente escasos con el tratamiento multimodal al com-
«bravucón». Las puntuaciones dadas por los compañeros pararlo con el solo empleo de medicamentos. En un estu-
de clase muestran una correlación más estrecha con las de dio bien controlado de 96 niños con trastorno por déficit
los profesores que con las otorgadas por los padres, presu- de atención con hiperactividad se hallaron pocos datos in-
miblemente porque los síntomas del trastorno se modifi- dicativos de que los efectos del tratamiento exclusivo con
can según las situaciones. metilfenidato mejoraran al añadir terapéutica psicosocial.
Se han creado escalas de autovaloración para adoles- Los tratamientos no medicamentosos consistían en una
centes, pero todavía no para niños. Los niños pueden te- combinación de entrenamiento conductual dirigido a los
ner conocimiento de su trastorno por déficit de atención padres e instrucciones de autocontrol para el niño, que in-
con hiperactividad y de que «se meten en dificultades», cluían intervenciones cognitivo-conductuales y de aprendi-
pero son menos efectivos que los padres como observado- zaje social (Ialongo y cols., 1993). De manera similar, en un
res de su conducta debida al trastorno. estudio independiente con 31 niños, los investigadores exa-
Ciertas pruebas de laboratorio, principalmente variantes minaron los efectos de otro psicoestimulante y del trata-
del Test de rendimiento continuo (Continuous performance miento psicosocial multimodal. El tratamiento combinado
test, CPT), se han empleado clínicamente para medir la ca- incluía un programa bien estructurado de modificación
pacidad de atención y de respuesta frente a estímulos senso- conductual dirigido al comportamiento en clase y al rendi-
riales cambiantes. Aunque estas pruebas (computarizadas o miento académico. Se observó que tan sólo en el 41% de
de otra índole) se han empleado para monitorizar el trata- los casos se conseguía una mejoría clínica más acentuada
miento y ajustar las dosis de los fármacos, su utilidad es con el tratamiento multimodal que con el empleo aislado
cuestionable, pues el rendimiento de la atención en condi- de estimulantes. Además, se consideró que la mejoría clíni-
ciones experimentales no puede relacionarse de modo sim- ca lograda con los tratamientos no medicamentosos tenía
ple con la conducta natural o el funcionamiento cognitivo menos significado clínico. Asimismo, los medicamentos me-
en diferentes situaciones de la vida real. joraron el rendimiento académico, lo que no se logró con
Es improbable que una escala o un protocolo tenga la el programa conductual (Pelham y cols., 1993).
utilidad clínica que posee la información procedente de Es necesario realizar más investigaciones para examinar
una serie de observadores que actúan en diferentes ámbi- los efectos multimodales e interactivos de los diversos tra-
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tos. La mejor evaluación del resultado del tratamiento se tamientos del trastorno por déficit de atención con hiper-
consigue al hablar con los padres, los profesores y los ob- actividad, tanto en niños como en adultos. Parece sor-
servadores en distintos ambientes. Más que confiar en una prendente, sin embargo, que a pesar de su uso común
entrevista clínica llevada a cabo en un consultorio tranqui- para tratar a los niños con este trastorno, el método multi-
lo (donde las conductas de trastorno por déficit de aten- modal no sea significativamente más eficaz que la monote-
ción con hiperactividad pueden ser menos evidentes) o en rapia con psicoestimulantes, aun sin considerar su eficacia
las pruebas de laboratorio (que pueden no reflejar el fun- en relación al coste.
cionamiento habitual), el clínico debe considerar que el
principal instrumento para valorar el tratamiento del tras-
torno es el teléfono. COMENTARIO CLÍNICO
El tratamiento multimodal del trastorno por déficit de
atención con hiperactividad constituye actualmente la tera- El trastorno por déficit de atención con hiperactividad
péutica estándar para los niños afectos, especialmente los constituye un ejemplo de trastorno congénito de inicio
854 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Perfil de atención-actividad infantil (CAP)

Nombre del niño: Edad del niño:

Fecha de hoy: Sexo del niño: [ ]V [ ]M

Cumplimentado por:

Instrucciones: A continuación hay una serie de características que describen al alumno. En cada una que coincida con sus características ac-
tuales o de la última semana, marque si es Falsa, si es Algo verdadera o lo es a veces, o si es Muy verdadera o lo es a menudo. Marque to-
das las características posibles, aun cuando algunas no parezcan aplicables a este alumno.

Algo, o a veces, Muy, o a menudo,


Falso verdadero verdadero

1. No acaba las cosas que comienza [ ] [ ] [ ]

2. No puede concentrarse, es incapaz de prestar atención durante mucho tiempo [ ] [ ] [ ]

3. No puede permanecer sentado, no está quieto, o es hiperactivo [ ] [ ] [ ]

4. Inquieto [ ] [ ] [ ]

5. Sueña despierto o se pierde en sus pensamientos [ ] [ ] [ ]


6. Impulsivo o actúa sin pensar [ ] [ ] [ ]

7. Tiene dificultad para seguir instrucciones [ ] [ ] [ ]

8. Habla cuando no le toca [ ] [ ] [ ]

9. Trabaja desordenadamente [ ] [ ] [ ]

10. No presta atención, se distrae con facilidad [ ] [ ] [ ]

11. Habla demasiado [ ] [ ] [ ]


12. No realiza las tareas asignadas [ ] [ ] [ ]

Por favor, no dude en anotar cualquier comentario que le parezca oportuno acerca del trabajo o la conducta del alumno durante la última se-
mana.

FIGURA 23-4. Perfil de atención-actividad infantil (Child Attention/Activity Profile, CAP). Las entradas son puntuaciones brutas situa-
das en el rango de los percentiles designados o por debajo de éstos. (De C. Edelbrock, Ph.D., S-211 Henderson, Pennsylvania State Uni-
versity, University Park, Pennsylvania 16802.)

precoz, a menudo con una etiología genética o neurológi- Una gran variedad de etiologías, circunstancias ambien-
ca, que puede verse modificado por experiencias vitales. tales, procesos del desarrollo y trastornos psiquiátricos
Ciertos procesos desfavorables de tipo genético y biológi- pueden dar lugar a conductas de hiperactividad, impulsivi-
co que son relevantes durante las primeras etapas de la ni- dad y déficit de atención. Queda por averiguar si existe
ñez pueden «ser lavados» con el tiempo por factores socia- una vía final común, similar para todas las «variantes» del
les y ambientales. Las oportunidades socioeconómicas, trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Aun-
variables familiares, el grado de instrucción y la capacidad que el trastorno por déficit de atención con hiperactividad
para solicitar y utilizar el tratamiento médico son factores de tipo genético y el inducido por alguna toxina parecen
que ejercen una destacada influencia sobre el desarrollo compartir características clínicas prácticamente idénticas
de la conducta y de sus trastornos, independientemente y, posiblemente, también una vía final común, es dudoso
de la causa. De este modo, las características del trastorno que exista una única explicación fisiológica del trastorno,
por déficit de atención con hiperactividad pueden am- en vista de las manifiestas diferencias en la respuesta a la
pliarse hacia la psicopatología o canalizarse hacia una acti- medicación en los de diferentes etiologías, como por
vidad enérgica útil, lo que dependerá de una serie de fac- ejemplo, en el trastorno por déficit de atención con hiper-
tores psicosociales. actividad genético frente al síndrome del hemisferio dere-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 855

Escala de valoración y puntuación del perfil de atención/actividad infantil

Puntos de corte normativos para déficit de atención, actividad excesiva y puntuación total:

Desatención: Suma de los ítems 1, 2, 5, 7, 9, 10, 12; cada uno puntuado 0, 1 o 2.


Rango, 0-14

Niños Niñas

Edad 6-11 12-16 6-11 12-16

Mediana 2 2 0 0
P 69 4 4 1 3
P 84 6 7 5 5
P 93 9 9 8 7
P 98 12 12 11 10

Actividad excesiva: Suma de los ítems 3, 4, 6, 8, 11; cada uno puntuado 0, 1 o 2.


Rango, 0-10

Niños Niñas

Edad 6-11 12-16 6-11 12-16

Mediana 1 0 0 0
P 69 3 2 1 1
P 84 3 4 3 2
P 93 6 7 5 4
P 98 8 9 7 7

Puntuación total: Suma de los ítems 1-12; cada uno puntuado 0, 1 o 2.


Rango, 0-24

Niños Niñas

Edad 6-11 12-16 6-11 12-16

Mediana 4 4 1 1
P 69 8 7 3 5
P 84 11 12 8 8
P 93 15 16 12 11
P 98 20 20 16 15

FIGURA 23-4. (Continuación.)

cho y frente al trastorno por déficit de atención con hiper- eliminar los casos de niños con trastorno por déficit de
actividad con ansiedad. atención con hiperactividad que presentan además tras-
Los psicoestimulantes siguen empleándose para tratar tornos del aprendizaje, trastorno disocial, trastornos del
la población mixta de pacientes con trastorno por déficit estado de ánimo y de ansiedad, trastorno de la Tourette y
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

de atención con hiperactividad, y éste continúa definién- otros semejantes, cabría incluso preguntarse si en realidad
dose mediante el uso de criterios inespecíficos basados en existe el trastorno por déficit de atención con hiperactivi-
conductas relativamente comunes. Sigue siendo difícil di- dad en forma «pura». Las estimaciones realizadas sugieren
vidir en subtipos esta compleja población basándose ex- que hasta un 5% de los niños con este trastorno pueden
clusivamente en criterios conductuales, probablemente presentarse sin comorbilidad neurológica o psiquiátrica.
debido en parte a los efectos desconcertantes de la genéti- Sin embargo, se ha emitido la hipótesis de que sería la co-
ca, la comorbilidad psiquiátrica y neurológica, las caracte- morbilidad, más que el trastorno, la responsable de la gra-
rísticas somáticas, afectivas y cognitivas, y una vasta gama vedad de los síntomas de presentación y de la probabili-
de factores familiares y sociales. dad de que el paciente sea derivado a la clínica, y que los
Dado que casi todos los casos de trastorno por déficit niños con la forma «pura» de trastorno por déficit de
de atención con hiperactividad presentan comorbilidad, atención con hiperactividad pueden considerarse simple-
se han realizado relativamente pocos estudios sobre el mente como personalidades «energéticas » que no son de-
trastorno «puro», exento de dicha morbilidad. Después de rivadas para su tratamiento.
856 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

En vista del gran número de procesos «semejantes al para adultos con este trastorno. Las salvedades habitua-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad», ya les sobre los riesgos de generalizar a través de los gru-
no basta con decir que un niño es hiperactivo (p. ej., al pos de edades se utilizan ahora para atenuar el exceso de
romper un objeto en el consultorio del médico) y llevar a confianza generado por una especulación clínica impa-
cabo un ensayo con estimulantes. En vez de ello es esen- ciente.
cial realizar una valoración completa para descartar una Aunque los tratamientos con estimulantes están bien es-
serie de diagnósticos psiquiátricos. En efecto, el tras- tablecidos en medicina, ciertos sectores del público no aco-
torno por déficit de atención con hiperactividad se ha gen favorablemente el uso de tales agentes. A pesar de las
convertido en un «diagnóstico por exclusión», que hace objeciones a veces exageradas, están bastante fundados los
necesario tomar en consideración un gran número de tras- temores de que los tratamientos psicoestimulantes repre-
tornos alternativos, antes de llegar a una decisión diagnós- sentan un importante problema de política pública. Las
tica. anfetaminas y el metilfenidato son sustancias que pueden
Aunque el concepto clínico del trastorno por déficit de dar lugar a abuso, lo que de hecho ocurrió con abundan-
atención con hiperactividad se basa principalmente en cia a fines de la década de los ochenta. Durante gran parte
factores no genéticos, la «revolución genética» que ha ex- de dicha década se estimó que más del 95% de las prescrip-
perimentado la medicina permite albergar ciertas espe- ciones de anfetaminas se utilizaron para «control de la die-
ranzas de que se identifiquen los diferentes subtipos del ta» o abuso recreativo, y los críticos responsables recomen-
trastorno. Los marcadores genéticos podrían aportar un daron su retirada del mercado. La información dirigida
sistema para identificar y clasificar los trastornos psiquiá- al público con respecto a estos tratamientos ha propor-
tricos. Si la comorbilidad asociada con el trastorno por dé- cionado cierto alivio en este sentido, pero el potencial
ficit de atención con hiperactividad resulta ser hereditaria, de abuso permanece invariable y constituye una amenaza
podría consolidarse un sistema de subtipos del trastorno para el paciente, los miembros de la familia o los compa-
basado en su comorbilidad. De este modo, la revolución ñeros.
genética podría ofrecer nuevos métodos para reconocer El trastorno por déficit de atención con hiperactividad
diferentes subtipos, que serían, de hecho, las presentacio- ha proporcionado algunos hallazgos inesperados que han
nes de trastornos diferentes (los trastornos comórbidos) desafiado la capacidad para remodelar conceptos y proce-
que resultan ser «semejantes» al trastorno por déficit de dimientos. Los escasos estudios longitudinales realizados
atención con hiperactividad. han ofrecido datos convincentes de que muchos niños
Debido a la extensa comorbilidad del trastorno por dé- con trastorno por déficit de atención con hiperactividad
ficit de atención con hiperactividad, los psiquiatras están llegan a presentar psicopatología significativa al llegar a
tratando todavía de definir las características atribuidas al adultos. Actualmente ha quedado rechazada la visión tra-
trastorno que debieran considerarse propias de otros tras- dicional de este trastorno como un proceso benigno, y
tornos. Además, el conocimiento actual de este trastorno quizá hasta gracioso, de la niñez. Se discute ahora la supo-
está limitado por el uso clásico que se ha hecho de mues- sición de que un tratamiento efectivo con estimulantes
tras de pacientes compuestas principalmente por mucha- conduciría previsiblemente a la mejoría en el rendimiento
chos prepúberes norteamericanos de raza blanca y clase escolar. Aunque la terapéutica multimodal constituye la
media, en su mayoría afectos de trastorno por déficit de norma establecida desde hace largo tiempo para el trata-
atención con hiperactividad y de trastorno disocial. A par- miento psiquiátrico del trastorno por déficit de atención
tir de tales investigaciones resulta difícil distinguir entre con hiperactividad, incluso este método es cuestionado
los síntomas del trastorno por déficit de atención con hi- por los hallazgos de que la adición del tratamiento psico-
peractividad y los del trastorno disocial, incluso dentro de social aporta escasos beneficios al uso exclusivo de estimu-
la población elegida. Es arriesgado extraer conclusiones lantes. Si el tratamiento simple con estimulantes es la
sobre el trastorno por déficit de atención con hiperactivi- mejor opción terapéutica, y si con las intervenciones psico-
dad basadas en pacientes que no se hallaban representa- sociales sobreañadidas no se consigue tanto como se creía,
dos en esta muestra, muy numerosa pero limitada. es concebible que la intervención precoz orientada al de-
Por ejemplo, el conocimiento del trastorno por déficit sarrollo a largo plazo sea menos efectiva de lo que se ha-
de atención con hiperactividad en el adulto se basa toda- bía asumido. La ventaja de la intervención precoz es una
vía sobre todo en deducciones de estudios realizados con base firme del tratamiento psiquiátrico infantil, pero los
niños, y parcialmente en ensayos clínicos con fármacos recientes hallazgos relativos al trastorno por déficit de
que han reproducido fielmente los resultados bien esta- atención con hiperactividad sugieren que incluso esta
blecidos en niños. En una inversión del patrón habitual base firme debiera revisarse y ponerse a prueba. La expe-
donde el conocimiento de la psicopatología del adulto in- riencia con el trastorno por déficit de atención con hiper-
forma y distorsiona el enfoque inicial del tratamiento psi- actividad sirve para recordar que, incluso en las enferme-
quiátrico del niño, se ha visto que los estudios sobre el dades y tratamientos más antiguos y bien establecidos, es
trastorno por déficit de atención con hiperactividad en ni- necesario su estudio empírico para definir el panorama y
ños están ampliando las oportunidades de tratamiento los límites de los conocimientos.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 857

TRASTORNO DISOCIAL del psicodesarrollo (o de la personalidad). Sin embargo,


en la mayoría de los casos se observa que los factores fa-
miliares, socioeconómicos y ambientales contribuyen en
El trastorno disocial es el diagnóstico más frecuente en gran medida a la génesis del trastorno disocial.
niños y adolescentes, tanto en el ámbito clínico como en El trastorno disocial comprende algunos de los proble-
el hospitalario. Este trastorno consiste en violaciones repe- mas de comportamiento más graves de la niñez. Sólo reci-
tidas de los derechos personales o de las normas sociales, y ben tratamiento una parte de los niños afectos. Muchos
se incluyen comportamientos violentos y otros que no lo pueden rehabilitarse, pero algunos llevan una vida de de-
son. El síndrome no es una entidad médica única, sino lincuencia o pasan largos períodos de privación de liber-
que está compuesto por varias clases de «mal comporta- tad. En diversos estudios se ha observado que el comienzo
miento grave». Los criterios diagnósticos se basan en in- precoz es el elemento que sirve para predecir con más
fracciones que oscilan desde mentiras frecuentes, engaños exactitud una mala evolución (Tolan, 1987), lo que sienta
y absentismo escolar, hasta vandalismo, fugas, robos, piro- las bases de la subdivisión del trastorno disocial que se ha
manía y violaciones (tabla 23-6). La validez del agrupa- efectuado en el DSM-IV, según el comienzo sea precoz o
miento en una sola categoría ha sido cuestionada por tardío.
quienes proponen un enfoque más sintomático o dimen-
sional para los problemas de comportamiento. El trastorno
disocial puede presentarse con —o derivar hacia— enfer- DESCRIPCIÓN CLÍNICA
medades biopsiquiátricas (trastornos del estado de ánimo,
psicosis, trastorno por déficit de atención con hiperactivi- El trastorno disocial fundamenta el 50% de los casos de
dad), alteraciones orgánicas, retraso mental o trastornos delincuentes juveniles convictos y una proporción aún ma-

TABLA 23-6. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastorno disocial

A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el Violaciones graves de normas


que se violan los derechos básicos de otras personas o nor- (13) a menudo permanece fuera de casa de noche a pesar
mas sociales importantes propias de la edad, manifestándo- de las prohibiciones paternas, iniciando este compor-
se por la presencia de tres (o más) de los siguientes criterios tamiento antes de los 13 años de edad
durante los últimos 12 meses y por lo menos de un criterio (14) se ha escapado de casa durante la noche por lo menos
durante los últimos 6 meses: 2 veces, viviendo en la casa de sus padres o en un ho-
gar sustitutivo (o sólo una vez sin regresar durante un
Agresión a personas y animales largo período de tiempo)
(1) a menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros (15) suele hacer novillos en la escuela, iniciando esta prác-
(2) a menudo inicia peleas físicas tica antes de los 13 años de edad
(3) ha utilizado un arma que puede causar daño físico
grave a otras personas (p. ej., bate, ladrillo, botella B. El trastorno disocial provoca deterioro clínicamente signifi-
rota, navaja, pistola) cativo de la actividad social, académica o laboral.
(4) ha manifestado crueldad física con personas
(5) ha manifestado crueldad física con animales C. Si el individuo tiene 18 años o más, no cumple criterios de
(6) ha robado enfrentándose a la víctima (p. ej., ataque trastorno antisocial de la personalidad.
con violencia, arrebatar bolsos, extorsión, robo a
mano armada) Especificar el tipo en función de la edad de inicio:
(7) ha forzado a alguien a una actividad sexual Tipo de inicio infantil: se inicia por lo menos una de las
características criterio de trastorno disocial antes de los
Destrucción de la propiedad 10 años de edad
(8) ha provocado deliberadamente incendios con la in- Tipo de inicio adolescente: ausencia de cualquier caracterís-
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tención de causar daños graves tica criterio de trastorno disocial antes de los 10 años de
(9) ha destruido deliberadamente propiedades de otras edad
personas (distinto de provocar incendios) Inicio sin especificar: se desconoce la edad de inicio

Fraudulencia o robo Especificar la gravedad:


(10) ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra Leve: pocos o ningún problema de comportamiento exce-
persona den de los requeridos para establecer el diagnóstico y los
(11) a menudo miente para obtener bienes o favores o problemas de comportamiento sólo causan daños míni-
para evitar obligaciones (esto es, «tima» a otros) mos a otros
(12) ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento Moderado: el número de problemas de comportamiento y
con la víctima (p. ej., robos en tiendas, pero sin allana- su efecto sobre otras personas son intermedios entre «le-
mientos o destrozos; falsificaciones ves» y «graves»
Grave: varios problemas de comportamiento exceden de los
requeridos para establecer el diagnóstico o los problemas
de comportamiento causan daños considerables a otros
858 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

yor de menores encarcelados. Éstos a menudo provienen tado de ánimo (malhumor, ira), de la atención (y trastor-
de ambientes con bajo nivel socioeconómico, hogares nos del aprendizaje) y de otros aspectos cognitivos. Los pro-
inestables con peleas familiares, rechazo materno y padre blemas cognitivos que presentan estos menores son los si-
ausente o alcohólico. Otros menores con trastorno diso- guientes: sentido erróneo de magnitudes y tiempos, visión
cial proceden de ambientes más favorables. Como grupo, distorsionada de las consecuencias de sucesos anteriores, di-
los menores con trastorno disocial tienen un desarrollo ficultad para imaginar la evolución previsible de los sucesos
cognitivo y moral manifiestamente menor, mayor impulsi- actuales, subestimación de los riesgos, falta de conciencia
vidad conductual, mayor susceptibilidad al aburrimiento, de las conexiones causales (sobre todo en lo que respecta a
más conducta buscadora de estímulos y peor estado de nu- su propia conducta), escasa capacidad para resolver proble-
trición. Se observa un porcentaje mayor de conducta ho- mas, bloqueos en el pensamiento lógico, y dificultades para
micida dirigida especialmente contra los progenitores en el razonamiento moral.
estos chicos en comparación con los que no sufren este Los mecanismos de defensa patológicos consisten en
trastorno. La evolución y el curso dependen parcialmente minimizar, esquivar, mentir, exteriorizar, manipular cons-
de su implicación en un grupo de delincuentes, la natura- cientemente y negar. Las alteraciones interpersonales se
leza de dicho grupo, la disponibilidad de apoyos sociales manifiestan en forma de suspicacias o paranoia (donde las
alternativos, la comorbilidad y la edad de inicio. distorsiones cognitivas dan lugar a veces a peleas y resenti-
No toda conducta delictiva es un trastorno disocial. Se mientos), sentido mínimo de culpa y empatía, y dificultad
considera que los menores con delincuencia adaptativa o de- para relatarlo a los profesionales.
lincuencia subcultural han efectuado una respuesta «adapta- Aunque pueden observarse síntomas como conducir
tiva» a carencias sociales y culturales, a la negligencia de peligrosamente, llevar armas o exhibir actitudes violentas
sus progenitores y a la conducta delictiva de sus compañe- de modo impulsivo o no impulsivo, la peligrosidad gratui-
ros. Considerados como víctimas sociales más que como ta hacia los demás no es típica de todos los menores con
mentalmente enfermos, estos chicos se ven comúnmente trastorno disocial. Sin embargo, puede haber un grado
en centros de delincuencia juvenil y en clínicas de las zo- significativo de peligrosidad en el pequeño subgrupo de
nas urbanas deprimidas, y con menos frecuencia en la cár- niños cuyo comportamiento agresivo o suicida es una res-
cel. Existe una amplia variación en los grados de delin- puesta directa a sus alucinaciones.
cuencia adaptativa, y el proceso no siempre es aparente. Es típico observar patología concomitante psiquiátrica o
El diagnóstico de trastorno disocial se desarrolló para neurológica en asociación con el trastorno disocial grave.
identificar los casos más graves que pueden tener dimen- Los adolescentes encarcelados, especialmente los candida-
siones psiquiátricas. El comportamiento problemático (es- tos a ser ejecutados, muestran una prevalencia muy eleva-
pecialmente la delincuencia grave) es más frecuente en da de trastorno disocial, trastornos neuropsiquiátricos co-
los muchachos, pero el perfil sintomático es similar en am- mórbidos y lesiones cerebrales (Lewis y cols., 1982). Se
bos sexos (tabla 23-7). sabe que los trastornos por consumo de sustancias contri-
Una característica crucial del trastorno disocial es la au- buyen a aumentar la gravedad y duración de los síntomas.
sencia de impulsividad (Halperin y cols., 1995). La ira im- La baja autoestima y la pasividad son comunes, aunque
pulsiva de los pacientes con trastorno disocial deriva típi- pueden encubrirse bajo una apariencia de bravuconería o
camente de los trastornos comórbidos, sobre todo del «dureza». Es típico el bajo rendimiento académico, que
trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Tan- puede estar relacionado con los frecuentes trastornos co-
to la ira (y las acciones derivadas de ésta) impulsiva como mórbidos del aprendizaje y de la comunicación, especial-
la que no lo es pueden desempeñar un papel en la con- mente trastornos de la lectura y del lenguaje expresivo. Si
ducta ilegal. La venta de drogas requiere una planifica- hay conducta con impulsividad e hiperactividad pueden
ción mucho más cuidadosa y una acción más efectiva que deberse al trastorno por déficit de atención con hiperacti-
su consumo. La estrecha asociación entre el trastorno di- vidad. El consumo de alcohol y de sustancias para autoesti-
social y la impulsividad es un artefacto debido a la fre- mulación o automedicación (de ansiedad, depresión, abu-
cuente presentación comórbida del trastorno por déficit rrimiento, excitación patológica, ira o psicosis) puede
de atención con hiperactividad y el trastorno disocial. Es- convertirse en un factor que complica (y sirve de mediador
tos trastornos parecen ser entidades o dimensiones distin- para) la impulsividad, la rabia y la pasividad asociadas a los
tas. Los subtipos impulsivo y no impulsivo podrían llegar a trastornos comórbidos. En general, existe a menudo psico-
ser subdivisiones útiles del trastorno disocial. De hecho, patología concomitante que puede contribuir a la cronici-
muchas de las características atribuidas a este trastorno dad, gravedad y difusión social del trastorno disocial.
son consecuencia de los trastornos psiquiátricos comórbi- En el concepto de trastorno disocial se inserta el estereo-
dos. El elevado porcentaje de comorbilidad ha complica- tipo de «delincuente habitual», peligroso y sociopático,
do la delimitación de los rasgos específicos del trastorno pero que todavía no ha estado en la cárcel. En el DSM-IV
disocial, de los que la impulsividad es sólo un ejemplo. no se han individualizado estos casos. Al tratar de descri-
A través de diversas presentaciones, los niños y adoles- bir con más precisión a estos menores, los investigadores
centes con trastorno disocial presentan alteraciones del es- han considerado una serie de atributos que hipotética-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 859

TABLA 23-7. Tipos frecuentes de conducta problemática en adolescentes

Conducta problemática autodescrita (%)

Tipos de conducta problemática Hombres Mujeres Total

Faltar a clase 82 81 82
Beber alcohol 83 73 78
Perturbar la tranquilidad 72 69 71
Relaciones sexuales con el sexo opuesto 78 62 70
Consumo de marihuana 67 59 63
Robos (menos de 500 ptas.) 67 58 62
Desafiar la autoridad de los padres 41 42 42
Atacar a puñetazos 48 25 37
Conducir sin carnet 42 25 34
Usar un documento de identidad falso 35 27 31
Conducir bajo los efectos de la marihuana 40 22 31
Conducir ebrio 39 22 30
Robo (entre 500 y 5.000 ptas.) 34 26 30
Problemas escolares, expulsiones temporales o definitivas 32 27 29
Venta de marihuana 35 19 27
Peleas de bandas 39 15 27
Destrucción de propiedad (menos de 2.000 ptas.) 37 16 26
Llevar armas 34 17 25
Consumir drogas duras 15 19 17
Fugas del domicilio 16 16 16
Destrucción de propiedad (más de 2.000 ptas.) 20 6 13
Conducción temeraria 18 6 12
Robo de piezas de automóvil 20 3 12
Extorsión 14 8 11
Robo con allanamiento de morada no ocupada 17 4 10
Venta de drogas duras 12 9 10
Conducir bajo los efectos de drogas duras 12 7 10
Utilizar armas para atacar a alguien 12 7 9
Robo (más de 5.000 ptas.) 13 5 9
Robo con allanamiento de morada ocupada 10 2 6
Atraco 5 1 3
Robo de coches 5 1 3
Actividad sexual por lucro 5 1 3

Autoinformes obtenidos mediante cuestionarios anónimos distribuidos a 822 estudiantes de enseñanza secundaria en dos ciudades del medio oeste de
Estados Unidos en 1977.
Datos de Cernkovich y Giordano, 1979.

mente serían específicos, como la dureza, la baja capaci- la población, se observa que los delitos con violencia al-
dad de respuesta emocional (reactividad) y la historia fa- canzan los porcentajes más elevados en las áreas rurales.
miliar (de trastorno de personalidad antisocial, conducta Los menores (menos de 18 años de edad) son respon-
ilegal e historial delictivo). sables del 40% de los arrestos por delitos contra la pro-
piedad y del 20% de los debidos a delitos con violencia
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

(fig. 23-5). Los menores de 15 años son responsables del


EPIDEMIOLOGÍA 5% de todos los arrestos por delitos violentos. Estas esta-
dísticas sobreestiman probablemente el problema si se
Se dispone de más información epidemiológica sobre traslada a escala mundial, pues los delitos con violencia
la conducta delictiva que sobre el trastorno disocial. La son más prevalentes en Estados Unidos que en otros paí-
prevalencia de la delincuencia en la población general de ses. Se ha observado que el trastorno disocial es más preva-
niños y adolescentes en Estados Unidos es aproximada- lente en menores que residen en grandes ciudades
mente del 10% (rango, 5-15%). Hay predominio del sexo (Wichstrøm y cols., 1996). La prevalencia del trastorno ha
masculino en los delitos contra la propiedad (4:1) y en los ido en aumento en el sexo femenino en estos últimos
delitos con violencia (8:1). años, de modo que el predominio tradicional de los varo-
La distribución de los delitos con violencia en Estados nes está disminuyendo con el transcurso del tiempo.
Unidos entre las zonas urbanas, suburbanas y rurales es de Estas estimaciones epidemiológicas se basan en datos
10:2:1. Sin embargo, después de controlar la densidad de gubernamentales sobre delitos y en historias clínicas, que
860 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Porcentaje de arrestos por 100.000 personas experiencias de socialización en el camino que conduce a
la delincuencia y al consumo de drogas (Elliot y cols.,
4.000 Los arrestos por delitos contra la propiedad 1985).
alcanzan su máximo a los 16 años y descien-
den a la mitad a los 20 años En los estudios de los antecedentes familiares se pone
3.000 de manifiesto una sobreabundancia de casos de personali-
dad antisocial, abuso de sustancias, conductas adictivas,
2.000 Los arrestos por delitos con violencia al- trastornos del estado de ánimo, trastorno por déficit de
canzan su máximo a los 18 años atención con hiperactividad, trastornos del aprendizaje y
1.000 esquizofrenia. Se observa una mayor incidencia de con-
ducta antisocial y de trastorno disocial en el padre y los fa-
10 20 30 40 50 60 65 miliares varones de los niños con trastorno disocial. Estos
hallazgos pueden explicarse por transmisión familiar o ge-
Edad
nética.
FIGURA 23-5. Incidencia de arrestos por delitos graves, relacio- Los estudios genéticos sugieren la presencia de ciertos
nada con la edad. Los arrestos por estos delitos son más elevados factores predisponentes de carácter hereditario. Los eleva-
en adolescentes y adultos jóvenes. (FBI Uniform Crime Reports, dos porcentajes de trastorno disocial en niños adoptados
promedio de 3 años, 1978-1980.) complican la utilización de los estudios de adopción, pero
tanto estos últimos como los realizados en gemelos sugie-
ren la intervención de factores genéticos y ambientales.
Por ejemplo, un estudio con gemelos halló que los antece-
no son fuentes totalmente fiables con respecto a la preva- dentes familiares de trastorno de personalidad antisocial
lencia. Cuando se emplean datos de encuestas, en vez de aumentaban el riesgo de presentar conducta agresiva en la
estadísticas oficiales, la prevalencia de conducta problemá- niñez, trastorno disocial en la juventud y rasgos antisocia-
tica y delincuencia aumenta considerablemente, y el pre- les en la edad adulta. Se observó que el ambiente adverso
dominio del sexo masculino desciende a cerca de 2:1. No en el hogar predisponía al niño a sufrir trastorno disocial,
se conoce bien la prevalencia de los componentes conduc- pero sólo si existían antecedentes de trastorno de persona-
tuales no destructivos del trastorno disocial. La epidemio- lidad antisocial en la familia biológica. Es decir, un hogar
logía de este trastorno continuará variando de acuerdo conflictivo no daba lugar al trastorno disocial en ausencia
con los cambios en la cuantía y distribución de la pobla- de carga genética (Cadoret y cols., 1995). Es probable que
ción, en la estructura familiar y comunitaria y en el nivel los trastornos disociales posean una transmisión poligéni-
socioeconómico. ca que interactúe etiológicamente con mecanismos am-
bientales y otros de tipo biológico.
Los estudios de seguimiento de la «personalidad» in-
ETIOLOGÍA fantil temprana han mostrado que tanto las personalida-
des agresivas como las muy inhibidas pueden predisponer
Se han descrito una vasta gama de factores etiológicos al trastorno disocial en fases más avanzadas de la infancia.
que reflejan el rango completo de modelos explicativos de Globalmente, las conductas «exteriorizadas» tienen más
la causalidad conductual y la importancia de la delincuen- riesgo de llevar al trastorno disocial que las tendencias «in-
cia como problema social central. Las primeras hipótesis teriorizadas».
se centraron en las estructuras intrapsíquicas, tales como Los factores neurológicos son significativos en algunos
los «defectos del Superyó» (Aichhorn, 1925/1955) y en las individuos con trastorno disocial, especialmente en los ni-
influencias parentales sobre la motivación inconsciente ños más agresivos y violentos. El trastorno disocial va
(Johnson y cols., 1941), tales como las «lagunas del Super- acompañado de mayor prevalencia de síntomas neurológi-
yo» y la «representación» de los deseos o impulsos antiso- cos («duros» o «sin localización»), déficit neuropsicológi-
ciales no verbalizados de los padres. Estas deducciones cos (especialmente desatención) y convulsiones. El grado
nunca fueron sometidas a estudios a gran escala o epide- de agresividad guarda relación con los antecedentes de
miológicos en niños o adultos. abusos físicos, lesiones craneales y faciales, hallazgos neu-
Las teorías sociológicas se basaron en los efectos de la rológicos, trastorno por déficit de atención con hiperacti-
privación social (pobreza y atraso cultural), el consumo de vidad y posiblemente trastornos perinatales. En los jóvenes
sustancias (cigarrillos, alcohol, drogas recreativas), las va- extremadamente violentos son comunes los problemas
riaciones locales en las normas de conducta (bandas calle- graves de aprendizaje y comunicación. Sufren convulsio-
jeras), la búsqueda de prestigio, la huída del atrapamiento nes el 20% de estos individuos, en comparación con una
social, el rechazo precoz por parte de los compañeros y el tasa inferior al 1% en la población general de menores
fracaso escolar. Los investigadores en el terreno de la so- (Lewis y cols., 1982). Además, se observan síntomas psicó-
ciología han utilizado sofisticados modelos matemáticos ticos hasta en el 60% de menores muy violentos con tras-
para averiguar el papel que pueden desempeñar diversas torno disocial (Lewis y cols., 1988).
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 861

Los marcadores biológicos del trastorno disocial podrían ción y la conducta manipulativa por parte de los padres; el
reflejar las etiologías biológicas. En numerosos estudios se temperamento difícil a los 2 años de edad; la separación
ha constatado una disminución de la frecuencia cardíaca del niño de los padres; la crianza en una institución; el co-
en reposo. Se observó que la combinación de baja fre- mienzo precoz del consumo de alcohol sin freno; la proxi-
cuencia cardíaca, disminución de la conductancia cutánea midad de un grupo de compañeros delincuentes, y la po-
y aumento de actividad de las ondas lentas en el EEG a los breza crónica. La evidencia empírica de la validez de estos
15 años de edad guardaba relación con la presencia de factores (y de sus interacciones) tiene un grado variable.
conducta delictiva a los 24 años (con independencia de al- Es muy probable que cada factor contribuya significativa-
gunos factores demográficos y académicos); ello sugiere mente en algunos casos.
que el estado de hipoactivación vegetativa (asociado pre- El macroambiente también influye en el desarrollo y la
sumiblemente a bajos niveles de ansiedad) podría ser un evolución del trastorno disocial. El factor geográfico parece
mediador biológico de la tendencia a desarrollar trastorno ser significativo, una vez alcanzado un nivel umbral de urba-
disocial (Raine y cols., 1990). La comorbilidad del trastor- nización. Habitar en una ciudad —ya sea en una pequeña o
no disocial con el consumo de sustancias se ha asociado en un área metropolitana— se asocia con mayor prevalen-
(durante la abstinencia) a una menor secreción de los grá- cia del trastorno disocial. Este hallazgo puede reflejar la
nulos densos plaquetarios y esto podría estar relacionado disponibilidad de «drogas blandas» y la proximidad de
con el trastorno de transducción de la señal, asociado a su compañeros con características antisociales. No se ha obser-
vez a menor capacidad de respuesta (agonista-inespecífi- vado que la relación con la religión se asocie a esta mayor
ca) de agregación plaquetaria en estos pacientes (Moss y prevalencia en las ciudades (Wichstrøm y cols., 1996).
Yao, 1996). Numerosa bibliografía, aunque algo contradic- Algunos hallazgos que van en contra de la lógica son
toria, apoya la hipótesis de que los cambios en el metabo- clínicamente útiles. Así, pertenecer a un hogar monopa-
lismo de la serotonina, de la noradrenalina o de la dopa- rental no parece ser un factor importante de riesgo. Las
mina podrían intervenir en ciertos casos de trastorno peleas familiares influyen más que la separación como fac-
disocial; sin embargo, estas observaciones pudieran deber- tor de riesgo para el trastorno disocial (Rutter y Giller,
se a la elevada comorbilidad del trastorno por déficit de 1984), y otros factores relacionados con los hogares mono-
atención con hiperactividad con el trastorno disocial. Pue- parentales también constituyen factores mediadores (La-
den recogerse datos más fructíferos en estudios que adop- hey y cols., 1988). Mantener a ciertas familias conviviendo
tan el enfoque más dimensional de buscar marcadores puede tener consecuencias desastrosas para el desarrollo.
biológicos de los diferentes síntomas del trastorno disocial Ciertos factores microambientales también «protegen
(impulsividad, agresividad, dureza, malhumor, deficien- estadísticamente» al niño. En repetidas ocasiones se ha ob-
cias cognitivas), y no de la categoría diagnóstica total del servado que la inteligencia y el escaso número de compo-
trastorno disocial (Zubieta y Alessi, 1993). nentes de la familia son factores protectores contra la apa-
La psicopatología concomitante puede intervenir como rición y la persistencia del trastorno disocial. Se ha visto
un factor patogénico: los trastornos por consumo de sus- que la supervisión adecuada en el hogar, especialmente
tancias, el trastorno por déficit de atención con hiperacti- cuando los padres están fuera, reduce el riesgo de trastor-
vidad, el trastorno bipolar, los trastornos del aprendizaje y no disocial, lo que se puede lograr con actividades extraes-
de la comunicación, los rasgos psicodinámicos individua- colares, con la participación de vecinos, parientes y centros
les como la conducta antifóbica y la evitación, la identifica- comunitarios y con la prolongación del horario escolar.
ción con el agresor y la búsqueda de estímulos (incluidas Cabría extraer la conclusión de que todos estos factores
la búsqueda de novedades y de riesgo) son factores que etiológicos del trastorno disocial podrían preverse simple-
pueden predisponer al trastorno disocial. No se conocen mente usando el sentido común. De hecho, hay pocas sor-
bien los mecanismos patogénicos que intervienen en las presas: sólo un observador que carezca de conocimientos
relaciones mutuas entre el trastorno disocial, el trastorno psiquiátricos se sorprendería de las correlaciones clínicas
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por déficit de atención con hiperactividad y el trastor- que existen con la historia psiquiátrica familiar, la psicopa-
no negativista desafiante. tología individual concomitante, los factores neurológicos,
Se cree que las características de los padres y cuidado- el microambiente del hogar, la dinámica intrapsíquica, los
res y del «microambiente» del hogar son particularmente factores socioculturales y económicos, y el temperamento.
importantes para la presentación del trastorno disocial. Estos factores son relevantes en cuanto a la producción de
Los factores propuestos en la etiología de este trastorno cualquier conducta anormal (y normal). Sin embargo,
son: la personalidad antisocial, la ausencia o el alcoholis- como hemos señalado, existen hallazgos e interacciones
mo del padre; las familias numerosas; las sustituciones fre- entre los factores que van en contra de la lógica y condi-
cuentes de las personas que cuidan al niño; el rechazo o cionan fácilmente cualquier explicación etiológica riguro-
abandono de los padres; el modelado a través de los pape- sa sobre la individualidad de cada caso. Aunque con el
les de los progenitores de conductas impulsivas o lesivas; sentido común y los conocimientos psiquiátricos básicos se
la fijación insuficiente de límites; la disciplina dura, in- puede comprender en términos generales una gran pro-
constante o impredecible; el exceso o la falta de estimula- porción de estos casos, la aparición del trastorno disocial
862 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

no es fácilmente previsible. Ninguno de los factores men- familiar de trastorno de personalidad antisocial, comienzo
cionados explica más del 50% de la variancia en la apari- precoz, bajo nivel socioeconómico, fracaso escolar, proble-
ción de trastornos infantiles. Al agrupar dichos factores, mas de atención, trastornos de ansiedad (dos o más en la
ninguna combinación explica más del 70% de la variancia niñez), piromanía, déficit de socialización, falta de apoyo
en la aparición del trastorno disocial (Elliot y cols., 1985). familiar, conflictos familiares y psicopatología familiar.
Dada la variedad de factores que intervienen a nivel «po- Los factores de riesgo familiares parecen tener más signifi-
blacional», es una tarea sobrecogedora (si no imposible) cado pronóstico para el desarrollo del trastorno disocial
acumular conocimientos predictivos acerca del desarrollo que para cualquier otro diagnóstico psiquiátrico infantil
de casos individuales de trastorno disocial. (Fendrich y cols., 1990).
Una socialización más adecuada, unas experiencias so-
ciales positivas y unas habilidades sociales adecuadas (es-
CURSO Y PRONÓSTICO pecialmente asertividad y resolución de problemas) son
útiles para predecir una evolución más favorable a largo
El principal riesgo evolutivo del trastorno disocial en la plazo (Jenkins, 1973; Rutter y Giller, 1984). El tipo de im-
niñez es el trastorno de personalidad antisocial en la edad plicación con los compañeros constituye asimismo un fac-
adulta. En un estudio de seguimiento de 30 años realizado tor predictivo del curso y la gravedad del proceso. Se ha
con 500 pacientes en una clínica de orientación infantil observado que las calificaciones de mala conducta y escasa
(Robins, 1966) se observó que la conducta antisocial en la popularidad dadas por los compañeros en el primer curso
niñez permitía predecir desadaptación y una elevada pre- sirven para predecir la conducta delictiva durante la ado-
valencia (37%) de psicopatología grave en la edad adulta: lescencia (Tremblay y cols., 1988). Además, las puntua-
conducta antisocial, abuso del alcohol, hospitalización psi- ciones de agresividad otorgadas por los compañeros a los
quiátrica, negligencia con los niños, falta de apoyo, depen- 8 años de edad permiten predecir ciertas características de
dencia económica e historial laboral y militar deficientes. la situación psiquiátrica, conyugal y legal a los 28-30 años
Los hijos de estos pacientes presentaron una elevada pre- (Huesmann y cols., 1984).
valencia de absentismo escolar, fugas, robos y abandono Aparte del desarrollo ulterior de los problemas conduc-
de los estudios. tuales enumerados en la definición del trastorno disocial,
Tiene especial interés el hallazgo de Robbins (1966) en existen numerosas complicaciones de éste: fracaso escolar,
el sentido de que el curso natural del trastorno disocial no expulsión de la escuela, problemas legales, lesiones debi-
parecía estar influenciado por el tratamiento psiquiátrico, das a peleas o represalias, accidentes, enfermedades de
las privaciones de libertad prolongadas, las experiencias transmisión sexual, embarazo en la adolescencia, prostitu-
laborales o militares o el grado de implicación religiosa. ción, ser víctima de violación o asesinato, actividad delicti-
En cambio, se observó que el matrimonio con un cónyuge va, encarcelamiento, huída, abandono de la familia, dro-
estable, el apoyo recibido de los hermanos y los padres y la gadicción, suicidio y homicidio. Las consecuencias del
privación de libertad de corta duración eran factores favo- déficit de atención y de los trastornos del aprendizaje, en
rables para lograr la estabilidad. calidad de procesos comórbidos, pueden ser: baja toleran-
En otro estudio de seguimiento de 9.945 muchachos cia a la frustración, fracaso académico, pérdida de interés
de Filadelfia con trastorno disocial se halló que el 35% ha- hacia la escuela, desarrollo deficiente de las habilidades
bían estado arrestados antes de los 18 años y el 6% se verbales, abandono de los estudios y ulterior desempleo.
habían convertido en delincuentes crónicos, responsables Los niños con trastorno disocial tienen elevados porcenta-
de más del 50% de los actos delictivos. En esta muestra, jes de lesiones físicas, accidentes y enfermedades, así
los individuos que recidivaban tenían más probabilidades como de visitas a la sala de urgencias y hospitalizaciones.
de que el proceso hubiera comenzado tempranamente, En el seguimiento se observó que las causas más comunes
así como de haber tenido malas calificaciones escolares y de mortalidad en el trastorno disocial eran el suicidio, los
bajo nivel socioeconómico (Wolfang y cols., 1972). En accidentes con vehículos motorizados y las muertes de
otro estudio se observó que cerca del 50% de los menores causa indeterminada (Rydelius, 1988).
(mediana de edad, 15 años) con trastorno disocial no pre- Al compararlos con los niños con trastorno disocial
sentaban ningún diagnóstico del Eje I en el seguimien- solo, los que sufren trastorno por déficit de atención con
to efectuado 18-21 meses más tarde, pero el 33% pre- hiperactividad comórbido tienden a presentar un comien-
sentaban trastorno de personalidad antisocial; cerca del zo más precoz de los síntomas, comportamiento más agre-
25% de estos adultos sufrían trastornos de ansiedad, y el sivo, problemas conductuales más graves y diversos, y cur-
25% tenían trastornos por consumo de sustancias (Storm- so y evolución más conflictivos. En los niños con trastorno
Mathisen y Vaglum, 1994). por déficit de atención con hiperactividad comórbido con
Entre los menores con trastorno disocial, los factores trastorno disocial, el padre tiende a ser más agresivo y a es-
que permiten prever en la niñez la evolución desfavorable tar encarcelado con mayor frecuencia (Walker y cols.,
hacia un trastorno crónico en la edad adulta son los si- 1987). Tanto el trastorno disocial como el trastorno por
guientes: conducta antisocial, abuso de sustancias, historia déficit de atención con hiperactividad contribuyen por se-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 863

parado al desarrollo de conductas delictivas (Foley y cols., modo infrecuente, a menudo es preferible recurrir a los
1996). antecedentes más que a los datos obtenidos mediante
Al aumentar la edad (hasta cerca de los 26 años) existe observación. Sin embargo, el secretismo de las conductas,
una tendencia progresiva a cometer delitos más graves y a los temores o deseos de castigo y las influencias para am-
sufrir mayor número de encarcelamientos (fig. 23-6) o, al- pliar o disminuir sentimientos y sesgos extraños son moti-
ternativamente, a una mejoría general en el automanejo vo de confusión en cuanto a la fiabilidad de todos los
global. Con el paso del tiempo, las interacciones entre los informantes (niño, padres, profesores, policía). Las corre-
factores etiológicos se hacen acumulativas. La «espiral des- laciones entre los datos sobre la conducta obtenidos por
cendente» y la «espiral ascendente» se consideran los resul- diferentes clases de informantes son muy bajas (Achen-
tados de las interacciones entre inconvenientes o ventajas. bach y McConaughy, 1997), lo que lleva a dilemas clínicos
Entre los menores encarcelados existe una prevalencia no resueltos sobre el modo de combinar los informes pro-
del 85% de trastorno disocial. Cerca del 20% tienen tras- cedentes de diversas fuentes.
torno por déficit de atención con hiperactividad o un tras- Prácticamente cualquier trastorno psiquiátrico infantil
torno del aprendizaje, y aproximadamente el 50% tienen puede presentarse con problemas conductuales o con tras-
un CI inferior a 85. Por lo tanto, aunque el trastorno diso- torno disocial comórbido. Para evaluar a un individuo con
cial está muy ligado a los factores familiares, la situación trastorno disocial es esencial investigar toda la gama de
de encarcelamiento se halla más estrechamente relaciona- diagnósticos psiquiátricos, el estado neurológico, la inteli-
da con diagnósticos psiquiátricos (o de la inteligencia) gencia, las características neuropsicológicas, los logros y
que con factores familiares o económicos (Hollander y déficit académicos, la adaptabilidad social, la seguridad en
Turner, 1985). sí mismo y el funcionamiento de la familia.
A pesar de la incidencia extremadamente elevada de Tiene gran importancia la búsqueda de diagnósticos
psicopatología mayor, desadaptación y encarcelamientos, psiquiátricos comórbidos, especialmente del trastorno bi-
cerca de la mitad de los niños con trastorno disocial alcan- polar (McGee y Williams, 1988). Al parecer, cerca del 25%
zan una adaptación favorable al llegar a adultos (Loeber, de los adolescentes con trastorno disocial presentan tam-
1982; Rutter y Giller, 1984). Los síntomas antisociales tien- bién trastorno bipolar (Arredondo y Butler, 1994), y se
den a disminuir después de los 40 años de edad (Hare y han descrito porcentajes mucho más elevados al conside-
cols., 1988; Robins, 1966). Aunque el comienzo tardío, la rar toda la vida del individuo. En cambio, el trastorno di-
supervisión suficiente en el hogar y los buenos hábitos de social no presenta altos porcentajes de comorbilidad con
socialización son elementos que predicen un curso y una otros trastornos del estado de ánimo, como el trastorno
evolución adulta más favorables, se desconoce hasta qué depresivo mayor o el distímico (Arredondo y Butler, 1994;
punto estas evoluciones favorables están relacionadas con Rey, 1994). Los adolescentes con trastorno disocial sufren
el curso natural de la enfermedad y con las experiencias trastorno depresivo mayor en la misma proporción que ca-
de la vida, la intervención terapéutica, la comorbilidad o bría esperar si no hubiera asociación alguna entre ambos
las características preexistentes. procesos. Los niños con trastorno disocial y trastorno de-
presivo mayor comórbido tienden a mostrar ansiedad,
pero no los que sufren solamente trastorno disocial (Mel-
EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ler y Borchardt, 1996).
En sentido opuesto, la mayoría de los estudios sugieren
En los menores con trastorno disocial que presentan que el 10-20% de los menores con trastorno depresivo
deficiencias en las habilidades verbales, emplean defensas mayor sufren también trastorno disocial, y se han descrito
manipulativas o están incómodos cuando hablan con pro- tasas de hasta el 30% en niños preadolescentes (Puig-An-
fesionales, puede ser difícil llevar a cabo una entrevista tich, 1982). Estas cifras son, probablemente, subestimacio-
diagnóstica interactiva. Las preguntas verbales específicas nes, ya que algunos menores con trastorno disocial son re-
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o repetidas pueden provocar respuestas incoherentes u diagnosticados más tarde de trastorno bipolar.
hostiles. En estos individuos, las entrevistas habituales pue- El hallazgo de que el 25% de los niños con trastorno di-
den ser ineficaces o incluso contraproducentes. Las eva- social sufren también trastorno bipolar, pero sin estar re-
luaciones basadas en entrevistas muy verbalizadas y estruc- presentado en exceso el trastorno disocial con trastorno
turadas pueden sobreestimar la psicopatología y subesti- depresivo mayor, va en contra de la creencia clínica habi-
mar las características positivas interpersonales o intelec- tual de que el diagnóstico de trastorno disocial indica que
tuales de estos sujetos. el niño podría hallarse deprimido. En vez de ello, el tras-
Las encuestas sobre síntomas conductuales contestadas torno disocial puede interpretarse como señal de que el
por los niños no son totalmente fiables. Aunque los in- niño podría sufrir trastorno bipolar. El trastorno disocial
formes de los padres a menudo son considerados más puede aparecer antes o después del comienzo aparen-
fidedignos por los clínicos, existen buenos motivos para te del trastorno bipolar, pudiendo persistir o remitir tras
cuestionar la exactitud de los datos. Puesto que algunos haberse resuelto los síntomas bipolares (Kovacs y cols.,
comportamientos del trastorno disocial se manifiestan de 1988).
864 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

7 – Fugas 4 – Absentismo escolar («novillos»)


Casos por 1.000 menores con riesgo

Casos por 1.000 menores con riesgo


6–
3–
5–

4–
2–
3–
Mujeres
2– 1–
Hombres
1– Hombres
0 Mujeres
0
10 11 12 13 14 15 16 17 10 11 12 13 14 15 16 17
Edad Edad

1,4 – Llegar tarde a casa 5 – Indisciplinado


Casos por 1.000 menores con riesgo

Casos por 1.000 menores con riesgo


1,2 –
Hombres 4–
1–

0,8 – 3–

0,6 – 2–
Hombres
0,4 – Mujeres
1–
0,2 – Mujeres

0 0
10 11 12 13 14 15 16 17 10 11 12 13 14 15 16 17
Edad Edad

12 – Bebidas alcohólicas Hombres


Casos por 1.000 menores con riesgo

10 –

8–

6–

4–
Mujeres
2–

0
10 11 12 13 14 15 16 17
Edad

FIGURA 23-6. Incidencia por edades en las transgresiones delictivas cometidas por jóvenes con determinados síntomas conductuales.
Estadísticas oficiales sobre los casos vistos por tribunales de menores, juzgados en 1983 y referentes a niños acusados de «situación de
infracción» (término legal para un acto que no sería considerado un delito si lo hubiera cometido un adulto). Los porcentajes que se
muestran corresponden a la población general, no a una población clínica o a una población con conducta perturbadora. Las fugas, el
absentismo escolar y las violaciones del toque de queda son criterios diagnósticos para el trastorno disocial, pero las transgresiones en
materia de bebidas alcohólicas son transgresiones legales no diagnósticas. Estas conductas alcanzan generalmente su máximo a mitad
de la adolescencia, pero las violaciones de las leyes sobre el alcohol siguen aumentando hasta la edad adulta (especialmente en los va-
rones). La cronicidad de los problemas relacionados con el alcohol contrasta con otras características de los problemas mayores de con-
ducta en la adolescencia. (Reproducido con autorización de Snyder HN, Finnegan, TA: Delinquency in the United States, 1983. Pitts-
burgh, PA, National Center for Juvenile Justice, 1987.)
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 865

El trastorno bipolar no es el único proceso importante ausencia de éstos, la inconstancia de la disciplina, las ex-
que se presenta a menudo junto con el trastorno disocial. pectativas conductuales vagas o escasas, o la depresión u
Los trastornos del aprendizaje y de la comunicación co- otros problemas psiquiátricos de los progenitores. Para
existen frecuentemente con el trastorno disocial y pueden crear o reforzar los límites puede ser necesario ofrecer
contribuir a la cronicidad de éste. A menudo se observan consejos o tratamiento psiquiátrico a los padres, aumentar
déficit en el desarrollo de las habilidades sociales y de la supervisión en el hogar, ejercer vigilancia en la escuela
otras funciones adaptativas, incluso en individuos en los o emplear procedimientos legales. La tutela, las vistas judi-
que predomina el trastorno por déficit de atención con hi- ciales, los consejos de los funcionarios de libertad condi-
peractividad. Con frecuencia pasa desapercibido un retra- cional y los encarcelamientos breves pueden ser esenciales
so mental ligero. Es posible que los niños prepsicóticos o para fijar los límites con efectividad y transmitir el signifi-
intermitentemente psicóticos presenten trastorno disocial cado de las transgresiones conductuales. El tratamiento
o lo parezca. El consumo de sustancias coexiste a menudo del trastorno disocial requiere típicamente la intervención
con el trastorno disocial. Sin embargo, incluso entre los coordinada de múltiples sistemas (Kazdin, 1997).
adolescentes con ese trastorno habitualmente se infradiag- Los posibles papeles primarios y de mantenimiento que
nostican los trastornos por consumo de sustancias. desempeñan los trastornos mentales comórbidos en la ma-
Los conocimientos sobre el trastorno disocial han pro- yoría de los casos de trastorno disocial exigen que los pro-
gresado espectacularmente desde los días, no tan lejanos, fesionales de salud mental valoren y controlen los factores
en que la delincuencia se relacionaba principalmente con psiquiátricos prácticamente en todos los casos. El mínimo
el desarrollo de la personalidad o con el funcionamiento requerido sería un papel consultor en un programa de
de la familia. En el momento actual, sería un error signifi- tratamiento multimodal. Aunque un método único de tra-
cativo asumir que un niño con trastorno disocial debe tamiento puede ser decisivo para algunos individuos con
conceptualizarse inicialmente como portador de un «tras- trastorno disocial, la gran mayoría de estos pacientes re-
torno de la personalidad» o de un «trastorno de la preper- quieren un tratamiento multimodal.
sonalidad». El diagnóstico diferencial del trastorno diso- La terapia cognitivo-conductual puede ayudar al logro
cial se ha hecho más complejo, lo que corresponde al de mecanismos destinados a controlar la ira y la impulsi-
conocimiento creciente de las múltiples vías que condu- vidad y a favorecer la comunicación (Faulstich y cols.,
cen a él. 1988). El entrenamiento en habilidades para resolver pro-
En la evaluación biopsicosocial del trastorno disocial blemas puede ser más efectivo que la psicoterapia indi-
interviene típicamente un equipo multidisciplinario com- vidual (Kazdin y cols., 1989), pero los métodos psicote-
puesto por psiquiatra, psicólogo, pediatra, neurólogo, psi- rapéuticos específicos también pueden emplearse para
copedagogo, logoterapeuta, supervisor ocupacional y re- tratar el trastorno disocial (Kernberg y Chazan, 1991).
creativo, asistente social, consejero legal, funcionario de La orientación de los padres puede ayudar en la toma
libertad condicional, representante escolar y responsable de decisiones y en el tratamiento de las conductas difíci-
del caso. Los niños con trastorno disocial ponen a prueba les, así como en el establecimiento de límites efectivos
la capacidad para pensar y responder de un modo multidi- para el comportamiento impulsivo. La terapia familiar
mensional. funcional puede ser útil en algunos casos para reducir la
capacidad de manipulación interpersonal (Patterson,
1982), así como para limitar la identificación proyectiva
TRATAMIENTO entre los miembros de la familia (Tolan y cols., 1986). A
menudo es necesario proceder al tratamiento psiquiátrico
El tratamiento psiquiátrico del trastorno disocial se de los padres o hermanos para combatir sus trastornos
basa más en las variables individuales que en el diagnósti- biopsiquiátricos.
co. Dada la diversidad de presentaciones e intensidades La terapia de grupo, especialmente en régimen de in-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

del trastorno, no es sorprendente que el tratamiento ternado o en servicios orientados hacia grupos, permite a
apunte en varias direcciones: sanciones legales, interven- menudo usar la «tendencia a formar bandas» que tienen
ciones familiares, apoyo social, tratamiento psicoterápico estos menores y dirigirla a promover un cambio positivo y
de la psicopatología individual o familiar, o tratamiento a mejorar las aptitudes de socialización.
neuromédico (Kazdin, 1987). El lugar donde se aplica el Las intervenciones en la escuela pueden consistir en in-
tratamiento puede ser el hogar, la escuela, el hospital, el formar a los profesores sobre la naturaleza de este proce-
internado o un programa especializado en delincuencia. so; entrenarlos en las técnicas para favorecer el aprendiza-
Desde el mismo inicio y hasta el final del tratamiento es je y el control de la conducta e impulsar la creación de
esencial establecer rápidamente una estructura de conten- programas educativos individualizados, así como la forma-
ción y fijar los límites efectivos, a fin de proporcionar se- ción profesional y el tratamiento de los trastornos del len-
guridad y un ambiente de contención para desarrollar el guaje y del aprendizaje. Hay evidencia de que el trata-
tratamiento. La fijación de estos límites en el hogar pue- miento precoz de los trastornos del aprendizaje puede
de ser difícil por los conflictos con los progenitores o la ayudar a prevenir el desarrollo del trastorno disocial.
866 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Debido a la complejidad de los casos individuales, la han observado ciertos efectos terapéuticos, pero no existe
mayoría de los menores con trastorno disocial precisan in- evidencia del valor de este fármaco para tratar el trastorno
tervenciones terapéuticas prolongadas. Dado que el trata- disocial en ausencia de trastorno por déficit de atención
miento puede «terminar» derivando el paciente a otro tra- con hiperactividad. Si se emplea la pemolina hay que to-
tamiento o servicio, es posible que el terapeuta no vea los mar en consideración el riesgo de abuso (aunque menor
efectos a largo plazo de una intervención determinada. El que con los estimulantes de acción corta, como la dextroan-
tratamiento de un caso supone a menudo repetidos con- fetamina), el comercio con ella y el riesgo de hepatitis quí-
tratiempos que pueden frustrar a los terapeutas. mica (potencialmente fulminante). Se ha visto también
En los pacientes rebeldes al tratamiento puede ser nece- que la clonidina puede ser útil en el tratamiento de los
sario prestar gran atención y una gran persistencia para es- trastornos comórbidos y el trastorno por déficit de aten-
tablecer una comprensión empática de los puntos de vista ción con hiperactividad (Schvehla y cols., 1994).
del niño sobre la vida y para que desarrolle una motivación En contextos clínicos, cuando la medicación parece útil
para cambiar. No diagnosticar los trastornos psiquiátricos para el tratamiento de los trastornos conductuales y co-
concomitantes (en el niño o en la familia) es una causa co- mórbidos, es posible que los efectos terapéuticos no sean
mún de mala evolución del trastorno disocial. En caso ne- evidentes por quedar enmascarados bajo los numerosos
cesario, la labor de aconsejar a los padres incluye ayudarles síntomas conductuales concomitantes y por otros proble-
a conseguir la hospitalización psiquiátrica, así como a utili- mas. Sin embargo, aunque el tratamiento medicamentoso
zar el sistema legal, evitar los intentos inadecuados de de- ejerza un impacto mínimo sobre el complejo global de
fender o excusar las acciones del niño o, en casos extre- síntomas y circunstancias, con su continuación puede lo-
mos, aceptar la «pérdida» del niño que se ha orientado grarse al menos cierto grado de disminución de los sín-
hacia una vida de encarcelamiento, delitos o fugas. tomas. Por ejemplo, es posible que en adolescentes con
La investigación farmacológica sobre el trastorno di- trastorno por déficit de atención con hiperactividad co-
social es muy limitada, y la mayoría de los efectos tera- mórbido y trastorno disocial disminuya escasamente la
péuticos están relacionados más estrechamente con la conducta ilegal durante el tratamiento, pero el descenso
comorbilidad que con el propio trastorno. La gama de del nivel de impulsividad y del déficit de atención puede
medicaciones empleadas en el tratamiento refleja la gama ser crucial para el resultado de otros métodos alternativos
de comorbilidad que se presenta con el trastorno disocial, de aprendizaje destinados a mejorar el trato social.
y parece guardar escasa relación con su tratamiento espe- El valor de las terapéuticas no farmacológicas puede ob-
cífico. La farmacoterapia puede abarcar prácticamente servarse a menudo cuando no se aplican de inmediato las
cualquier medicamento psicotrópico según cuáles sean los de tipo farmacológico al comienzo del tratamiento. Espe-
hallazgos neuropsiquiátricos concomitantes en el sujeto: cialmente en la hospitalización psiquiátrica, el método de
psicoestimulantes para el trastorno por déficit de atención iniciar la farmacoterapia al ingreso —con ahorro de cos-
con hiperactividad; litio o antidepresivos para los trastor- tes— aumenta el riesgo de atribuir erróneamente la estabi-
nos del estado de ánimo o la agresividad; neurolépticos lización clínica a los medicamentos, en vez de relacionarla
para los rasgos psicóticos (o, a dosis bajas, para la conduc- con la hospitalización, con el ambiente y con otros trata-
ta impulsiva); bloqueantes β-adrenérgicos para la agresi- mientos (Malone y cols., 1997). Los tratamientos farmaco-
vidad, o anticonvulsivos. El tratamiento con litio se ha in- lógicos innecesarios y las dosis excesivas pueden evitarse si
vestigado en diversos ensayos controlados, pero se han se retrasa la farmacoterapia lo suficiente como para reali-
centrado exclusivamente en el trastorno disocial con ca- zar el diagnóstico específico de un trastorno comórbido
racterísticas agresivas destacadas. Los hallazgos han sido tratable con medicamentos, en vez de iniciar rápidamente
diversos. Al usarlo para tratar globalmente a todo un gru- un tratamiento farmacológico inespecífico.
po de pacientes agresivos con trastorno disocial (en vez de El trastorno disocial se basa en factores familiares de un
tratar sólo a los pacientes con trastorno bipolar), el litio modo tan completo como en cualquier otro trastorno psi-
parece ejercer efectos clínicamente escasos o no significa- quiátrico. Los individuos con trastorno disocial (y, quizá,
tivos (Campbell y cols., 1995a, 1995b; Rifkin y cols., 1997). comorbilidad psiquiátrica) y los familiares con trastornos
Alternativamente, el litio podría ejercer un efecto sustan- psiquiátricos exteriorizados pueden causar trastornos a las
cial sobre un subgrupo de estos pacientes. A pesar de la di- personas y al medio que los rodea. El mantenimiento de
versidad de los resultados en ensayos controlados, la mayo- unos límites efectivos y una orientación dirigida al trata-
ría de los clínicos consideran que el litio se muestra eficaz miento (en vez de hacerlo hacia los castigos) puede poner a
en muchos casos, debido quizá a que cerca del 25% de los prueba no sólo a los familiares sino también a los profesio-
jóvenes con trastorno disocial sufren trastorno bipolar. Se nales de la salud mental y a los sistemas legales. No hay
considera que la carbamacepina no es eficaz en el trata- duda de que la combinación de medicamentos, apoyo reli-
miento del trastorno disocial con agresividad. gioso y de la colectividad y empleo de psicoterapia no sirve
En el tratamiento del trastorno por déficit de atención de sustituto de la familia. El tratamiento del trastorno diso-
con hiperactividad comórbido y del trastorno disocial, en cial, con o sin trastornos psiquiátricos concomitantes y con
los ensayos abiertos con pemolina (Shah y cols., 1994) se o sin «privación familiar», puede ser totalmente agotador.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 867

COMENTARIO CLÍNICO aunque inespecíficos, para esta mezcla de niños con «con-
ducta problemática grave».
Es controvertida la idea de si el diagnóstico de trastor-
no disocial debiera «construirse» de forma independiente
del sexo y la clase social del paciente: ¿deben seleccionar-
se los criterios para eliminar la tendencia ocasionada por TRASTORNO NEGATIVISTA
el sexo y la clase social de tal modo que todos los niños DESAFIANTE
sean considerados democráticamente con las mismas pro-
babilidades de presentar el trastorno disocial? ¿O debe Los niños con trastorno negativista (u oposicionista) de-
construirse la definición de trastorno disocial mediante safiante presentan actitudes discutidoras y desobedientes;
criterios que no traten de disminuir o esconder las dife- sin embargo, a diferencia de los niños con trastorno diso-
rencias en la prevalencia que pudieran aparecer entre sub- cial, respetan los «derechos» de los demás. Una conducta si-
grupos culturales, socioeconómicos, étnicos o por sexos? milar, provocativa y con desafío frente a la autoridad es
Aun cuando los criterios para definir el trastorno disocial común en los niños con trastorno disocial y trastorno por
se seleccionaran para que fueran independientes de la cla- déficit de atención con hiperactividad, pero el trastorno ne-
se social, no es sorprendente que los patrones de deriva- gativista desafiante constituye un diagnóstico con individua-
ción del paciente, disponibilidad de tratamientos y curso lidad propia. Además, los niños pueden presentar un com-
de la enfermedad sigan dependiendo de dicha clase. portamiento negativista o desafiante durante episodios
Los planes gubernamentales destinados a establecer afectivos mayores (depresión o hipomanía) o, de un modo
una gama completa y equilibrada de servicios terapéuticos más persistente, en los trastornos crónicos del estado de áni-
para los delincuentes requieren un obligado sentido de mo. Sin embargo, el término trastorno negativista desafiante
prioridad a nivel nacional y estatal. Las clínicas para pa- sirve para designar a unos niños cuyo comportamiento pro-
cientes ambulatorios, las unidades hospitalarias, las insti- vocativo, de desafío contra la autoridad o iracundo ocurre
tuciones para tratamiento en régimen de internado, los independientemente de la presencia de psicosis o períodos
servicios de reinserción (posthospitalización), los depar- sintomáticos de trastornos del estado de ánimo. El trastorno
tamentos de asistencia urgente y a corto plazo, los pro- negativista desafiante se presenta a menudo acompañado
gramas especializados para la lucha contra la delincuen- de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tras-
cia, los correccionales y los tribunales de menores son torno disocial u otros diagnósticos psiquiátricos (tabla 23-8).
servicios esenciales para permitir que el niño con trastor-
no disocial discurra a través de una secuencia apropiada
de tratamientos. TABLA 23-8. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastorno
negativista desafiante
No se dispone de comparaciones controladas de los
modelos psiquiátrico y legal para el tratamiento de los A. Un patrón de comportamiento negativista, hostil y desafian-
trastornos disociales, a pesar de la profusa utilización de te que dura por lo menos 6 meses, estando presentes cuatro
ambos modelos. En la práctica se mezclan en muchos tra- (o más) de los siguientes comportamientos:
tamientos. La valoración de estos complejos tratamientos (1) a menudo se encoleriza e incurre en pataletas
multimodales sería un proyecto extraordinariamente cos- (2) a menudo discute con adultos
toso, a gran escala, multicéntrico y durante un plazo de (3) a menudo desafía activamente a los adultos o rehúsa
muchos años. Mientras tanto, el tratamiento de estos ni- cumplir sus demandas
(4) a menudo molesta deliberadamente a otras personas
ños sigue estando sujeto a juicios realizados en una diversi- (5) a menudo acusa a otros de sus errores o mal comporta-
dad de escenarios y basados en diferentes filosofías sobre miento
la crianza de los niños y el tratamiento psiquiátrico. (6) a menudo es susceptible o fácilmente molestado por
El término trastorno disocial es un cajón de sastre que otros
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

(7) a menudo es colérico y resentido


unifica bajo un solo nombre clases extraordinariamente
(8) a menudo es rencoroso o vengativo
diversas de problemas conductuales que proceden de fac-
Nota. Considerar que se cumple un criterio sólo si el comportamiento se
tores biológicos, psicodinámicos, familiares y sociales. Los presenta con más frecuencia de la observada típicamente en sujetos de
intentos de subdividir el trastorno disocial deben ser más edad y nivel de desarrollo comparables.
sofisticados y tener en cuenta sus múltiples dimensiones e
B. El trastorno de conducta provoca deterioro clínicamente sig-
interacciones (p. ej., agresivo frente a no agresivo; sociali-
nificativo en la actividad social, académica o laboral.
zado frente a sin socializar; impulsivo frente a no impulsi-
vo; comienzo precoz frente a comienzo tardío; con histo- C. Los comportamientos en cuestión no aparecen exclusiva-
mente en el transcurso de un trastorno psicótico o de un
ria familiar de trastorno de personalidad antisocial fren- trastorno del estado de ánimo.
te a carencia de dicha historia). Hasta que la psiquiatría
permita delinear criterios específicos para establecer sub- D. No se cumplen los criterios de trastorno disocial, y, si el suje-
to tiene 18 años o más, tampoco los de trastorno antisocial
grupos clínicamente útiles, seguirá ofreciéndose el trata- de la personalidad.
miento en forma de planes psiquiátricos individualizados,
868 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Esta designación diagnóstica permite el estudio y trata- compañeros. Además de los síntomas de conducta negati-
miento de un comportamiento «difícil» que no es tan gra- vista, el desafío intencionado es una piedra angular de
ve como en el trastorno disocial y que presumiblemente este trastorno. Los problemas conductuales pueden incluir
no tiene la misma transmisión genética, psicodinámica, las peleas verbales y la intimidación.
rasgos familiares o respuesta a los fármacos, en compara- En un estudio de seguimiento de niños con trastorno ne-
ción con las psicosis y los trastornos del estado de ánimo. gativista desafiante y trastorno de conducta hubo escaso
cruzamiento entre estas dos categorías diagnósticas en el
curso de 18 meses. La distinción entre trastornos de com-
DESCRIPCIÓN CLÍNICA portamiento perturbador, sobre la base del criterio de «vio-
lación de los derechos personales y de las normas sociales»,
Las características negativistas y desafiantes pueden ser parece ser útil y estable. Esta falta de cruzamiento puede ex-
normales en los niños de 18-36 meses y en los adolescen- plicar el hallazgo de que los menores con trastorno negati-
tes; en el trastorno negativista desafiante se emplea el cri- vista desafiante tienen una prevalencia inferior a la normal
terio de duración mínima de 6 meses para excluir así los de trastornos relacionados con el consumo de sustancias.
fenómenos que ocurren ordinariamente en el curso del
desarrollo.
Los síntomas de tipo colérico son los problemas con- EPIDEMIOLOGÍA
ductuales de presentación, pero su tratamiento es un pro-
blema circunscrito. A diferencia de los niños con trastorno Se ha estimado que el 6% de los niños presentan el tras-
por déficit de atención con hiperactividad, el comporta- torno negativista desafiante. Junto con el trastorno por dé-
miento negativista e iracundo que muestran estos niños no ficit de atención con hiperactividad es el trastorno psiquiá-
conlleva rasgos de impulsividad en su comportamiento, trico más prevalente en niños de 5-9 años (August y cols.,
afecto y cognición (Halperin y cols., 1995). La cólera se di- 1996). En una muestra epidemiológica no clínica se obser-
rige típicamente contra los padres y profesores, y puede vó una prevalencia en favor del sexo masculino de 2-3:1
verse un menor grado de descontrol colérico en las rela- (Anderson y cols., 1987). El trastorno negativista desafiante
ciones con sus compañeros. Las crisis de rabietas ceden tí- se observa a menudo en aulas para niños con trastornos
picamente en unos minutos, 30 como máximo. En cam- emocionales y del aprendizaje. La mayoría de los niños con
bio, los niños con trastornos del estado de ánimo pueden trastorno por déficit de atención con hiperactividad pre-
requerir un período considerablemente más largo para sentan además un trastorno negativista desafiante.
calmarse después de estas crisis.
Una característica crucial de la lucha negativista es la
posición autoderrotista que toman estos niños en las dis- ETIOLOGÍA
cusiones. Quizá prefieren perder algo que desean (un pri-
vilegio o un juguete) antes que perder la lucha. La refrie- El trastorno negativista desafiante se presenta a menu-
ga negativista adquiere vida propia en la mente del niño y do como característica propia de una familia, más que
se hace más importante que la realidad de la situación. sólo del niño (Fletcher y cols., 1996). En ausencia de estu-
Este «aguantar» o «vencer» en la lucha puede ser de im- dios directos sobre la etiología del trastorno negativista de-
portancia primordial para el niño. Las objeciones «racio- safiante se han propuesto diversos mecanismos psicosocia-
nales» que se le argumentan pueden ser contraproducen- les: 1) problemas parentales (exceso o inadecuación) para
tes, y el niño puede interpretarlas como que el adulto disciplinar, estructurar y fijar límites; 2) identificación del
continúa la discusión. niño con un progenitor con trastorno impulsivo, lo que
Puede observarse también una conducta pasivo-agresiva establece un modelo de conducta de interacciones negati-
y «taimada», pero sin la calidad manipulativa centrada en sí vistas y desafiantes hacia los demás, y 3) déficit de vincula-
mismo ni la continuidad persistente del estilo de afronta- ción por falta de disponibilidad emocional o física de los
miento que se observa en los niños con trastorno disocial. padres (p. ej., depresión, separación, ausencia por necesi-
Alternativamente, los niños negativistas pueden presentar dades laborales). Sin embargo, también pueden contri-
un grado excesivo de colaboración, pasividad y conducta buir influencias neurobiológicas y factores temperamenta-
«modélica» o perfeccionista. Algunas veces, estos niños pa- les. Los resultados preliminares sugieren una agrupación
recen poseer su propio sentido de justicia, independiente- familiar del trastorno negativista desafiante. Se descono-
mente de las realidades o circunstancias de los demás. cen cuáles son los mecanismos de transmisión.
Los padres y cuidadores son quienes suelen informar
sobre los síntomas negativistas y desafiantes; los niños son
típicamente incapaces de aportar información fiable con CURSO Y PRONÓSTICO
respecto a este diagnóstico. Los niños no se consideran a
sí mismos negativistas o discutidores y echan la culpa a los El trastorno negativista desafiante puede diagnosticarse
padres, a las figuras representativas de la autoridad y a los después de los 3 años de edad, pero suele aparecer al final
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 869

de la niñez. Los estudios de seguimiento sugieren que el obediencia patológica puede ser un lastre importante para
40% de los niños con trastorno negativista desafiante con- el desarrollo y motivo de tratamiento, pero no se reconoce
servan el diagnóstico durante al menos 4 años, y que el como entidad psicopatológica en una cultura que otorga
93% mantienen síntomas psiquiátricos (Cantwell y Baker, un alto valor social a la conformidad armoniosa.
1989). En ciertos individuos el desarrollo progresa desde
el trastorno negativista desafiante (con o sin trastorno por
déficit de atención con hiperactividad) hacia el trastorno
disocial u otros trastornos psiquiátricos. TRASTORNOS DEL APRENDIZAJE,
DE LAS HABILIDADES MOTORAS
Y DE LA COMUNICACIÓN
EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
La evidencia conductual del trastorno negativista de- Los problemas y obstáculos del desarrollo para la ad-
safiante puede obtenerse a menudo con 30 minutos de quisición o el rendimiento de habilidades específicas sue-
observación de las interacciones con los compañeros len diagnosticarse inicialmente en la niñez y pueden tener
(Matthys y cols., 1995). Es necesario realizar una valora- consecuencias importantes para el funcionamiento duran-
ción psiquiátrica del niño y de su familia con el fin de in- te toda la vida. En el DSM-IV se abordan tres dominios
vestigar los factores familiares y psicosociales, así como principales de estas habilidades. Los «trastornos del apren-
para identificar las presentaciones comórbidas con el tras- dizaje» abarcan una serie de alteraciones en el aprendizaje
torno disocial, trastorno por déficit de atención con hiper- de las habilidades académicas, especialmente la lectura, la
actividad, trastornos del estado de ánimo o trastornos psi- aritmética y la expresión escrita. El «trastorno de las habi-
cóticos. También es conveniente valorar la presencia de lidades motoras» implica la dificultad para la coordina-
un trastorno del aprendizaje, trastornos del lenguaje o ción física. Los «trastornos de la comunicación» compren-
baja inteligencia, pues la persistencia de estas circunstan- den los problemas del desarrollo relacionados con el
cias puede contribuir al comportamiento negativista del habla y el lenguaje, específicamente los déficit del lengua-
niño. je expresivo y del lenguaje receptivo (más expresivo), el
tartamudeo y los trastornos fonológicos.
Estos trastornos aparecen a menudo combinados entre
TRATAMIENTO sí y con otra comorbilidad psiquiátrica en los individuos y
en sus familias. En la práctica, estos niños se presentan fre-
Diversos estudios psicológicos han demostrado que las cuentemente con problemas psiquiátricos o del comporta-
técnicas conductuales pueden modificar el comporta- miento y los trastornos del aprendizaje y de la comunica-
miento negativista. No existen prácticamente publicacio- ción se descubren secundariamente.
nes sobre tratamientos específicamente psiquiátricos de La mayoría de estos trastornos se definen por la altera-
niños con trastorno negativista desafiante. En un estudio a ción de una determinada habilidad o área funcional con
gran escala se observó que la psicoterapia psicoanalítica es respecto a la inteligencia general. Los criterios DSM-IV es-
más eficaz para tratar el trastorno negativista desafiante pecifican que estos diagnósticos deben basarse en algo
(56%) que para el trastorno disocial (23%), especialmen- más que en la mera observación clínica: cuando sea posi-
te si el paciente y la familia no abandonan durante el pri- ble, es importante aplicar protocolos de pruebas estanda-
mer año de tratamiento (Fonagy y Target, 1994). No exis- rizadas para demostrar la presencia de un déficit específi-
ten estudios controlados que apoyen la práctica típica de co. Según el trastorno pueden requerirse mediciones
tratar a estos niños con psicoterapia individual o familiar. formales de la inteligencia y de las habilidades específicas
para llegar al diagnóstico.
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Como grupo, estos trastornos se presentan en el 10-


COMENTARIO CLÍNICO 15% de la población en edad escolar. En la mayoría se ob-
serva predominio del sexo masculino en una proporción
Aunque el trastorno negativista desafiante es un trastor- de 3-4:1. Se han descrito proporciones equivalentes para
no del comportamiento perturbador bien definido, es ne- ambos sexos en el trastorno de la lectura, en el trastorno
cesario investigar a fondo para definir sus características del cálculo y en el trastorno mixto del lenguaje receptivo-
clínicas, epidemiología, etiología, curso y relaciones con expresivo. Todos estos trastornos son de tipo familiar.
otros trastornos. En el momento actual son escasas las in- Aunque la etiología es desconocida, se cree que está re-
vestigaciones psiquiátricas realizadas con respecto al trata- lacionada con lentitud en la maduración y la disfunción o
miento. lesión de la corteza o de otras zonas cerebrales relaciona-
Aunque la conducta negativista y desafiante es pertur- das con estas funciones de procesado específico. La evi-
badora para las familias, estos síntomas no son necesaria- dencia directa de anomalías genéticas o biológicas varía
mente más patológicos que una obediencia excesiva. La en cada trastorno, e intervienen también claramente fac-
870 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

tores no biológicos. No existe motivo para asumir que nos de la comunicación y trastorno por déficit de atención
cada trastorno se debe a un solo mecanismo patológico, y con hiperactividad, aunque a veces se toman en considera-
será posible establecer subtipos a medida que vayan cono- ción otros trastornos psiquiátricos que pueden presentar
ciéndose mejor los mecanismos cerebrales que intervie- síntomas de desatención. En la práctica solamente se otor-
nen. El agrupamiento de estos trastornos en los mismos gan fondos para remediar las habilidades más básicas en
individuos sugiere que estas alteraciones neuropsicológi- los casos más graves. Se diseña un «plan educativo indivi-
cas reflejan un trastorno precoz en los procesos del desa- dualizado» para cada niño, pero la calidad de los servicios
rrollo, que pueden abarcar disfunciones cerebrales de am- para la valoración inicial y el tratamiento es variable. Las
plio rango pero potencialmente relacionadas entre sí, y aulas de educación especial a tiempo parcial, las aulas in-
que probablemente requieren una terapia educacional dependientes a jornada completa y las aulas convenciona-
multimodal. les (con consultores de educación especial) proporcionan
Estos trastornos del aprendizaje, del lenguaje y de las la mayor parte de los servicios de educación especial. A ve-
habilidades motoras se asocian comúnmente con elevados ces se emplean escuelas especiales y programas de trata-
porcentajes de trastornos psiquiátricos comórbidos, entre miento en régimen de internado.
ellos baja autoestima («sentirse tonto»), baja tolerancia a Es esencial la comunicación multidisciplinaria, ya que
la frustración, pasividad, rigidez ante situaciones nuevas en la educación de un solo niño pueden intervenir nume-
de aprendizaje, absentismo escolar y abandono de la es- rosos especialistas y profesores. La comunicación cuidado-
cuela. Un trastorno de comportamiento perturbador pue- sa, especialmente durante las transiciones, tiene una im-
de ser una complicación de estas alteraciones, pero pue- portancia vital para mantener los progresos evolutivos y
den aparecer signos de disfunción del desarrollo antes del educativos.
fracaso escolar, durante los años preescolares. Aunque se Los padres de niños con trastornos del aprendizaje y de
ha insistido considerablemente en el «revestimiento emo- la comunicación temen a menudo la irreversibilidad de
cional» resultante de los trastornos del aprendizaje y de la estos procesos y pueden contribuir a crear un clima de ne-
comunicación, cada vez se sabe más sobre los anteceden- gativismo y críticas. Estos padres pueden responder a in-
tes neuropsiquiátricos y sociofamiliares que existen en es- tervenciones de apoyo, como la participación en la plani-
tos trastornos. ficación educativa y el ajuste de sus expectativas para
En el transcurso del tiempo, los casos leves pueden «re- anticipar un aprendizaje más lento de lo común, sin que
solverse» mediante la educación y la práctica persistentes. haya un claro «techo» en la evolución educativa.
Algunos individuos pueden compensar el trastorno con el Desde la promulgación de la ley P.L. 94-142, los niños
«sobreaprendizaje», pero otros conservan déficit específi- con estos trastornos poco diagnosticados y tratados han
cos en la edad adulta. A menudo los síntomas conductua- comenzado a recibir tratamiento durante la niñez. A pesar
les asociados y las complicaciones intrapsíquicas persisten del empleo de numerosas clases de técnicas psicoeducati-
durante más tiempo que los déficit del desarrollo y pue- vas y educativas, estos métodos raras veces se valoran en es-
den seguir ocasionando problemas durante la vida adulta tudios comparativos. La terapéutica psicofarmacológica
(J. Cohen, 1985). no es útil para tratar los trastornos del aprendizaje, de la
La evaluación incluye pruebas de inteligencia, una ba- comunicación o de las habilidades motoras. Es necesario
tería de pruebas de rendimiento específicas (de toda la actuar enérgicamente debido a los efectos psicológicos so-
gama de habilidades académicas, del lenguaje, del habla y bre la autoestima, la paciencia, la asertividad y la flexibili-
de la coordinación motora) y observación de la conducta dad. Para la valoración y el tratamiento de los trastornos
del niño en el aula. Antes de efectuar el diagnóstico es ne- psiquiátricos concomitantes, así como para el de las com-
cesario determinar la calidad de la enseñanza impartida plicaciones psicológicas secundarias, es necesario algo más
en la escuela. También es esencial valorar la posibilidad que la mera perspectiva educativa o neuropsiquiátrica.
de que exista retraso mental, trastorno por déficit de aten- Estos trastornos del neurodesarrollo parecen tener un
ción con hiperactividad, trastorno del estado de ánimo origen predominantemente genético o neuromadurativo;
(que origine escasa motivación) y otros trastornos psiquiá- sin embargo, los factores socioambientales poseen una im-
tricos y neurológicos. Hay que llevar a cabo pruebas de portancia decisiva en la aparición de sus complicaciones,
percepción sensorial para valorar posibles alteraciones de por lo que los factores psicosociales e interpersonales ocu-
la visión o de la audición que pueden agravar o simular ca- pan un lugar preeminente en el tratamiento y el pronós-
racterísticas propias de estos trastornos. tico.
El tratamiento de estos trastornos en las escuelas públi-
cas estadounidenses está garantizado (en principio) por la
ley. La Education for Handicapped Children Act de 1978 TRASTORNOS DEL APRENDIZAJE
(ley federal P.L. 94-142) obliga a impartir «educación es-
pecial» a todos los niños incapacitados para el aprendiza- Los trastornos del aprendizaje comprenden los déficit
je, en el «ambiente menos restrictivo». La ley P.L. 94-142 en la adquisición y el rendimiento de la lectura, la escritu-
incluye la mayoría de trastornos del aprendizaje, trastor- ra (no en la escritura manual, sino en la expresión escrita)
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 871

o la aritmética. Estos trastornos designan individuos con presencia de un grado normal de inteligencia, oportuni-
déficit específicos para adquirir las habilidades y el proce- dades educativas, motivación y control emocional. Co-
samiento neurointegrativo y, por lo tanto, son cualitativa- múnmente denominado dislexia, este trastorno del apren-
mente diferentes de otros con un aprendizaje lento. dizaje se caracteriza por la lenta adquisición de las
Los trastornos del aprendizaje se definen para excluir a habilidades para la lectura, resultando de un déficit cogni-
los individuos cuyo lento aprendizaje se explica por esca- tivo demostrable principalmente en la función cortical. La
sas oportunidades educativas, baja inteligencia, minusvalías lentitud de la lectura, el trastorno de la comprensión, la
motoras o sensoriales (visuales o auditivas) o problemas omisión o deformación de palabras y las inversiones de le-
neurológicos. Para conocer el impacto que ejercen estos tras ocasionan un nivel funcional que se halla por debajo
trastornos es útil mantener una amplia perspectiva psi- del rendimiento esperado por la edad y el grado de inteli-
quiátrica y neurológica del desarrollo en la niñez y del gencia (tabla 23-9).
funcionamiento general en la edad adulta, debido a que El trastorno de la lectura es diferente de la simple lenti-
el 5-10% de la población que, según se estima, tienen tras- tud en el aprendizaje, al igual que el menor tamaño cor-
tornos del aprendizaje, también tienen un mayor riesgo poral debido a un trastorno endocrinológico es diferente
de sufrir otros trastornos psiquiátricos. Los individuos con de la simple talla baja. El carácter distintivo del trastorno
trastornos del aprendizaje sufren habitualmente un tras- de la lectura ha sido cuestionado por hallazgos indicativos
torno comórbido de la comunicación o de las habilidades de que puede representar simplemente el extremo infe-
motoras, baja autoestima, problemas de motivación y sín- rior del espectro (una distribución normal) de la capaci-
tomas de ansiedad. dad para la lectura (Shaywitz y cols., 1990). Sin embargo,
El diagnóstico de un trastornos del aprendizaje suele parece haber un montículo en el extremo «lento» de la
realizarse inicialmente en la escuela primaria. En los pri- curva para la adquisición de la lectura, sin que haya un
meros años escolares, las habilidades básicas, la atención y elemento análogo en el extremo «rápido» (Rutter y Yule,
la motivación son los cimientos del aprendizaje futuro. Al- 1975). Esta distribución implica que los procesos patogé-
teraciones importantes de estas capacidades fundamenta- nicos se asocian con el trastorno de la lectura y pueden
les obligan a identificarlas y ponerles remedio para evitar identificarse entre las numerosas fuentes posibles de lenti-
que se produzcan trastornos del desarrollo en múltiples tud en la adquisición de la lectura. Por lo tanto, parece ser
esferas funcionales. En los años escolares siguientes las ha- que el trastorno de la lectura no refleja simplemente un
bilidades organizativas adquieren cada vez mayor significa- retraso del desarrollo, sino que constituye una anomalía
do: los problemas para tomar notas, controlar el tiempo y específica. El trastorno de la lectura (un trastorno específi-
emplear lápiz y papel pueden constituir signos de déficit co que se define en relación con la inteligencia) es distin-
corticales, incluso en aquellos individuos cuyas habilida- to de la lentitud en la adquisición de la lectura (un retraso
des básicas se han tratado bien. En la enseñanza secun- temporal del desarrollo que puede estar presente o ausen-
daria y en la universidad, estos estudiantes pueden tener te independientemente del grado de inteligencia).
dificultades para aprender nuevos idiomas, escribir con Para que la adquisición de la lectura se desarrolle de un
eficiencia, leer por pasatiempo, disfrutar de los deportes, modo normal deben hallarse intactas una amplia variedad
realizar estudios científicos, señalarse objetivos personales de funciones neurológicas y psiquiátricas. El control ocu-
elevados y luchar para alcanzarlos (J. Cohen, 1985). lar (no salirse de las letras o de las líneas), la orientación
Según el tipo de trastorno, se puede estimular al niño espacial (incidir sobre las letras o las palabras en una di-
para que emplee una calculadora o un procesador de tex-
tos, realice pruebas con «tiempo extra», reciba tutoría in-
dividual o en pequeños grupos o utilice textos programa-
TABLA 23-9. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastorno
dos a su propio ritmo o autoenseñanza por ordenador. de la lectura
Las técnicas cognitivo-conductuales se emplean para sub-
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rayar los éxitos, desarrollar el orgullo y la autoestima, dis- A. El rendimiento en lectura, medido mediante pruebas de
frutar con el dominio de una habilidad, dar oportunida- precisión o comprensión normalizadas y administradas indi-
des para experimentar con menos rigidez defensiva, vidualmente, se sitúa sustancialmente por debajo de lo es-
perado dados la edad cronológica del sujeto, su coeficiente
reforzar el aprendizaje al confrontar los patrones estable-
de inteligencia y la escolaridad propia de su edad.
cidos («hacer algo nuevo») y promover el interés hacia
nuevas situaciones y experiencias. B. La alteración del Criterio A interfiere significativamente el
rendimiento académico o las actividades de la vida cotidiana
que exigen habilidades para la lectura.
Trastorno de la lectura
C. Si hay un déficit sensorial, las dificultades para la lectura ex-
El aprendizaje de la lectura puede alterarse de muchas ceden de las habitualmente asociadas a él.
maneras, pero el trastorno de la lectura es una forma neu-
Nota de codificación. Si hay una enfermedad médica (p. ej., neurológi-
ropsiquiátrica específica de la incapacidad para la lectura.
ca) o un déficit sensorial, se codificarán en el Eje III.
Este trastorno puede ser una alteración grave, incluso en
872 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

rección, conservando un rastro de memoria sobre la for- no relacionadas con la lectura y el lenguaje. Cerca del
ma de las letras), la secuencia verbal, la captación del sen- 25% presentan trastorno disocial, que habitualmente co-
tido estructural de la frase, la abstracción y la categoriza- mienza antes de la adolescencia y a veces antes de los años
ción, todos ellos requieren la integridad funcional ocular escolares. Aproximadamente una tercera parte de los ni-
y cerebral, así como la integración en la corteza. Para la ños con trastorno disocial tienen también trastorno de la
lectura es necesario asimismo el uso simultáneo de la per- lectura.
cepción visual y espacial (discriminación de la forma), la
secuenciación (espacial y temporal), el procesamiento Epidemiología. El trastorno de la lectura es, con mu-
transmodal visual-auditivo, el procesado fonémico (unida- cho, el más prevalente de los trastornos del aprendizaje,
des de sonidos lingüísticos), el análisis sintáctico (gramati- pues afecta al 80% de los individuos con estos trastornos.
cal) y semántico (significado) y la búsqueda de la com- Las estimaciones de prevalencia para el trastorno de la lec-
prensión. La atención, la motivación y el esfuerzo deben tura varían ampliamente, pero en general oscilan entre el
hallarse razonablemente intactos. Además son necesarias 5 y el 15% de la población general. Se creía que el trastor-
habilidades de «estar preparado para la lectura», como la no de la lectura presentaba un predominio del sexo mas-
capacidad para recibir instrucciones, permanecer sentado culino de 3:1-4:1, igual que el observado en la mayoría de
y no molestar a los otros alumnos. los trastornos del aprendizaje; sin embargo, datos más re-
Tanto el trastorno de la lectura como la lentitud en su cientes sugieren que la prevalencia es equivalente en am-
adquisición pueden originarse en procesos que interfieran bos sexos (S. E. Shaywitz y cols., 1990; Wadsworth y cols.,
cualesquiera de estas funciones. Dichos procesos incluyen 1992). Es frecuente que uno de los progenitores tenga
trastornos psiquiátricos (especialmente si se asocian con también un trastorno de la lectura, lo que quizá ocurre en
síntomas de ansiedad, agitación o desatención), déficit la mayoría de los casos. Hay una mayor prevalencia del
sensoriales, privación cultural, escolarización insuficiente, trastorno de la lectura en las clases socioeconómicamente
lesiones cerebrales y retraso mental. Aunque la capacidad inferiores y en las familias numerosas. La prevalencia varía
para la lectura se correlaciona generalmente con el CI (en considerablemente según la región geográfica. La natura-
especial por lo que respecta a la codificación y secuencia- leza y la prevalencia del trastorno de la lectura pueden ser
ción verbales), estas interferencias pueden alterar dicha diferentes entre países, donde las demandas para una lec-
correlación. tura de buena calidad pueden variar e intervenir en la lec-
El foco de atención de la investigación cognitiva del tura diferentes estructuras lingüísticas o símbolos pictográ-
trastorno de la lectura se ha desviado de los problemas vi- ficos.
suoperceptivos y visuoespaciales (descodificación) para di-
rigirse a las características del lenguaje (y del procesa- Etiología. Los principales factores etiológicos son de
miento de los símbolos) de los niños con trastorno de la tipo neurológico, pero la intensidad y la duración de los
lectura, lo que coincide con las tendencias estructuralistas síntomas se ven influidos por el aprendizaje y la experien-
en el análisis del lenguaje y en neurociencia. cia. Cuando en las pruebas neuropsicológicas de un pa-
ciente se identifican patrones similares a las características
Descripción clínica. Es típico que los individuos con cognitivas de los individuos con trastornos cerebrales loca-
trastorno de la lectura presenten dificultades para las «ta- lizados, se postula la existencia de alteraciones en las re-
reas de asociación de pares» al traducir los símbolos ver- giones corticales similares.
bales (letras) en sonidos. Además, con frecuencia se ob- En numerosos estudios sobre el trastorno de la lectura
servan alteraciones en la orientación derecha-izquierda, realizados con técnicas de neuroimagen se han descrito
discriminación de sonidos y habilidades perceptivo-moto- anomalías morfológicas cerebrales en ambas regiones
ras. Entre los signos de trastorno de las habilidades per- frontales y en la región temporoparietal izquierda. Se ha
ceptivo-motoras se encuentran las inversiones de letras especulado que estas estructuras desempeñan un papel en
(p. ej., b, d), la transposición de palabras (p. ej., las, sal), la lectura y se afirma que sus anomalías contribuyen a la
las omisiones (p. ej., tres, tes) y las sustituciones (p. ej., etiología del trastorno. Los datos obtenidos mediante RM
carro, cerro). ponen de manifiesto ligeras variaciones en la morfología
Prácticamente todos los individuos con trastornos de la del cuerpo calloso. La disminución de volumen de la par-
lectura tienen dificultades para la ortografía, que pueden te anterior (rodilla) del cuerpo calloso sugiere posibles di-
ser más importantes y duraderas que las de la lectura. Cer- ficultades para la transferencia interhemisférica (Hynd y
ca del 80% tienen otros déficit del lenguaje verbal. Mu- cols., 1995). En estos estudios se observó asimismo una co-
chos sufren el trastorno DSM-IV de la expresión escrita, rrelación significativa entre el volumen del cuerpo calloso
un trastorno fonológico, un trastorno de las habilidades y los logros alcanzados en la lectura. En conjunto, los ha-
motoras o una caligrafía defectuosa. Algunos presentan llazgos sugieren que el trastorno de la lectura podría ser
convulsiones o síntomas de lesión en el hemisferio no do- resultado de cambios estructurales en la parte anterior del
minante. Son frecuentes las dificultades para mantener la cuerpo calloso, que dificultarían la transferencia interhe-
atención, que se ponen de manifiesto también en tareas misférica o la coordinación de la información.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 873

Se ha sospechado la existencia de alteraciones del desa- tual de esta zona, lo cual sugiere que el centro diferencia-
rrollo de la corteza cerebral en el trastorno de la lectura a do del lenguaje no se desarrolla normalmente en el tras-
causa de las anomalías neuroanatómicas (fig. 23-7) halla- torno de la lectura.
das en los estudios neuroanatomopatológicos (Galaburda Estos estudios proporcionan pruebas de una relativa
y cols., 1985). Las ectopias y displasias neuronales observa- falta de desarrollo del área de Broca (plano temporal iz-
das están diseminadas por toda la corteza, pero se concen- quierdo), así como de algunas anomalías corticales más di-
tran principalmente en el hemisferio izquierdo, sobre seminadas. Las ectopias neuronales y una simetría anóma-
todo en la región perisilviana. En las regiones frontal infe- la implican un fallo relativo en el desarrollo cerebral, que
rior y temporal superior, las anomalías neuronales consis- no se limita a las regiones dominantes del lenguaje. La
ten en micropoligiria, ectopia neuronal en la capa 1, nó- existencia de una disfunción más generalizada viene indi-
dulos (verrugas cerebrales) y displasias estructurales. cada en los individuos con trastorno de la lectura por los
También falta el patrón cerebral normal de una región hallazgos de que el flujo sanguíneo cerebral es más asi-
mayor dominante para el lenguaje (área de Broca) en el métrico, con mayor predominio en el lado izquierdo del
hemisferio izquierdo (Haslam y cols., 1981). El plano tem- cerebro, durante una tarea semántica (Rumsey y cols.,
poral es simétrico en estos cerebros, sin la asimetría habi- 1985a). Estas estructuras anómalas se hallan relacionadas
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FIGURA 23-7. Anomalías neuroanatómicas de la corteza cerebral en el trastorno de la lectura. Ejemplos de ectopias neuronales y dis-
plasias estructurales (flechas) en la corteza cerebral de cuatro pacientes con trastorno de la lectura. Estas anomalías neuroanatómicas
implican un desarrollo estructural anormal en la corteza cerebral. En el paciente de la ilustración inferior izquierda se observa una arte-
ria y una zona libre de células en las proximidades de una verruga cerebral (aproximadamente 500 µm). (Reproducido con autorización
de Galaburda AM, Sherman GF, Rosen GD y cols. «Developmental Dyslexia: Four Consecutive Patients With Cortical Anomalies». Annals
of Neurology 18:222-233, 1985. Copyright 1985, Little, Brown.)
874 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

con una vasta gama de funciones cerebrales, como las ca- los sonidos conlleva dos clases de problemas: dificultad
pacidades espaciales y verbales, la dominancia motora (es para la descodificación y dificultad para la identificación.
decir, la mano dominante) y el sentido derecha-izquierda. La capacidad para el procesamiento fonológico se trans-
La amplia distribución de las estructuras y funciones anó- mite genéticamente y su alteración persiste generalmente
malas puede ser compatible con los otros trastornos del en la edad adulta, a menos que se remedie (Bruck, 1992;
aprendizaje que acompañan con frecuencia al trastorno Felton y cols., 1990). Este problema de procesamiento fo-
de la lectura, lo cual subraya que este último no es simple- nológico puede disminuirse cuando se enlentece el ritmo
mente un defecto localizado en el centro cortical del len- de entrada verbal, lo que proporciona más tiempo para
guaje. procesar el análisis fonémico (Tallal y Stark, 1982). Se han
Las anomalías citoestructurales se adquieren probable- desarrollado ejercicios cognitivos dirigidos a mejorar la ve-
mente durante la fase de migración neuronal masiva que locidad del procesamiento fonémico. En los pacientes con
ocurre durante la formación topográfica de la corteza ce- trastorno de la lectura, el tratamiento de la alteración del
rebral, a mitad de la gestación. Dado que las lesiones ad- procesamiento fonológico da lugar a una mayor capaci-
quiridas precozmente pueden causar una reorganización dad de lectura (Bradley y Bryant, 1983; Wise y Olson,
de la estructura y las interconexiones corticales (incluso 1995).
en puntos distantes, lejos de las lesiones originales), es po- La agudeza visual suele ser normal, aunque algunos pa-
sible especular que las características estructurales y de co- cientes disléxicos presentan déficit visuales ajenos al pro-
nexión cerebrales pueden conducir a una «reorganización cesamiento (Geiger y Lettvin, 1987). Se han sometido a
cerebral», con funcionamiento anómalo en las personas prueba numerosos métodos de entrenamiento ocular,
con trastorno de la lectura. Tales alteraciones en la orga- pero todos carecen de utilidad.
nización sugieren que las teorías antiguas basadas en los En los antecedentes familiares psiquiátricos es muy fre-
modelos de «pérdida de función» en el trastorno de la lec- cuente la existencia de trastornos de la lectura, del habla y
tura pueden subestimar significativamente las posibilida- del lenguaje en los hermanos y los padres del paciente. En
des de estos individuos y sus talentos especiales. No puede diversos estudios sobre el trastorno de la lectura se ha ob-
asumirse que ninguna de estas anomalías sea causa del servado una tasa de concordancia cercana al 100% en los
trastorno de la lectura, debido a que los factores educati- gemelos idénticos (Vandenberg y cols., 1986). La menor
vos y ambientales interactúan para alterar la expresión de concordancia entre gemelos no idénticos apoya la existen-
estas lesiones neuronales. cia de un factor genético. En general, los linajes familiares
Se han establecido numerosos hallazgos y propuesto no son compatibles con un modo de transmisión único, lo
múltiples teorías sobre la función hemisférica y la especia- cual sugiere que el trastorno es genéticamente heterogé-
lización durante el desarrollo. En un estudio que compa- neo. En análisis de ligamiento genético se ha implicado al
raba los individuos con fuerte dominancia de una u otra cromosoma 15 en la transmisión autosómica dominante
mano se demostró que los zurdos (y sus familiares) sufrían de ciertos casos del trastorno de la lectura (Smith y cols.,
con más frecuencia trastorno de la lectura, tartamudeo y 1983). En algunos casos interviene también el cromosoma
alteraciones inmunitarias (Geschwind y Behan, 1982). 6 (Cardon y cols., 1994; Grigorenko y cols., 1997) y se han
Geschwind y Galaburda (1985) emitieron la hipótesis de observado además otros ligamientos.
que un brote prenatal de testosterona podía llevar al en- Se desconoce el grado en que una comorbilidad neuro-
lentecimiento de la lateralización cortical (menor función lógica influye sobre la etiología del trastorno de la lectura.
del hemisferio izquierdo), trastorno de la lectura, domi- Aunque existen anomalías de EEG asociadas a la presen-
nancia de la mano izquierda y enfermedad autoinmune cia del trastorno de la lectura, esta relación puede expli-
(supresión del timo). Aunque se ha visto que muchas de carse por diversos mecanismos.
las predicciones basadas en esta hipótesis son incorrectas, A pesar de la intervención de factores neurogenéticos
existen ciertas conexiones biológicas entre estos procesos en la etiología del trastorno de la lectura, los factores am-
(Galaburda, 1993) que subrayan las bases médicas del tras- bientales ejercen una poderosa influencia sobre su expre-
torno de la lectura. sión y presentación clínica. Este trastorno puede ser influi-
Se han propuesto diversas formulaciones neuropsicoló- do negativamente por el tabaquismo materno, el bajo
gicas de los trastornos de la lectura, principalmente por lo peso al nacimiento y los problemas prenatales y perinata-
que respecta a las diferencias en las funciones relaciona- les. En sentido positivo, el trastorno de la lectura puede
das con el lenguaje y a los déficit en el procesamiento de beneficiarse de las oportunidades educativas, del apoyo
símbolos. La discapacidad afecta al reconocimiento y la familiar y de la personalidad, empuje y ambición indivi-
percepción fonológica de las palabras. duales.
Así, se ha visto que las personas con trastorno de la lec- Al examinar esta diversidad de hallazgos puede dedu-
tura procesan los fonemas lentamente (Fletcher y cols., cirse que el trastorno de la lectura no es unitario y que
1994; Stanovich y Siegel, 1994), es decir, tienen dificulta- existen múltiples factores etiológicos que pueden operar
des para descomponer las palabras en pequeños segmen- sobre el mismo individuo. Los numerosos factores neuro-
tos de sonido. Esta dificultad para asociar las palabras con lógicos, fisiológicos, de atención, conductuales, familiares,
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 875

educativos y culturales se comprenden mejor si se conside- ra, la lentitud del aprendizaje se asocia más estrechamente
ran como correlatos o factores de riesgo, más que como con lentitud similar en el aprendizaje de la aritmética,
causas. Ello implica que la corrección de cualquiera de es- apraxia de construcción, torpeza física, parálisis cerebral y
tos déficit puede contribuir sólo de un modo escaso a la otros procesos neurológicos. En cambio, a diferencia de la
mejoría general del trastorno de la lectura, y que puede lentitud del aprendizaje, el trastorno de la lectura se aso-
perderse la oportunidad de aprovechar al máximo los po- cia a menudo con otros trastornos del aprendizaje inclui-
tenciales talentos especiales alterados del individuo. dos en el DSM-IV. De modo similar, el CI medio es com-
pletamente normal en el trastorno de la lectura (Rutter y
Curso y pronóstico. En el trastorno y en la adquisi- Yule, 1975), mientras que la lentitud del aprendizaje se
ción lenta de la lectura se puede llegar a conseguir un acompaña de un CI más bajo.
aprendizaje adecuado si el tiempo y el esfuerzo empleados
son suficientes. Las intervenciones educativas aceleran Tratamiento. En la intervención educativa precoz pue-
este proceso, sobre todo si el apoyo familiar y la motiva- de emplearse uno de los numerosos sistemas existentes; no
ción personal son intensos. El grado de síntomas residua- hay estudios comparativos sobre el valor de los diferentes
les y sus características asociadas son muy variables en este métodos educativos. Son escasos los datos en favor de la
trastorno. utilización de un determinado sistema de enseñanza, in-
La adquisición tardía del aprendizaje de la lectura suele cluida la habitual instrucción perceptiva basada en una
descubrirse en la escuela primaria. Es típico que el niño modalidad de aprendizaje «fuerte» del individuo (p. ej.,
con trastorno de la lectura se encuentre en el tercer curso auditivo frente a visual). Puede ser necesario reforzar la au-
con un retraso de 1-2 años, y puede quedar aún más reza- toestima para ayudar al niño (o al adulto) a que tolere los
gado si no se remedia. Los adolescentes pueden experi- esfuerzos educativos. El tratamiento debe dirigirse hacia el
mentar frustración por su aprendizaje, perder interés ha- trastorno de la lectura y a cualquier otro trastorno del
cia la escuela y abandonar los estudios; además, pueden aprendizaje, de la comunicación, disocial y por déficit de
exacerbarse (o reconocerse clínicamente) el trastorno di- atención con hiperactividad.
social u otros trastornos psiquiátricos concomitantes. Aun- La intervención de los padres es crucial para proporcio-
que la lectura suele mejorar con el tiempo, pueden persis- nar apoyo al programa educativo y crear un ambiente de
tir los problemas ortográficos y la delincuencia. En la edad aprendizaje exento de críticas. Algunos padres pueden ser
adulta, estos individuos tienen elevados porcentajes de des- partidarios de tratamientos alternativos con vitaminas o
empleo o están empleados en trabajos no especializados. alimentos dietéticos; sin embargo, no existe ningún dato
Algunos adultos no llegan nunca a leer lo suficiente- en favor de estas opciones para el tratamiento de los tras-
mente bien y para adaptarse pueden ocultar esta discapa- tornos del aprendizaje. Se puede aconsejar a los padres
cidad a sus hijos, amigos y patrones. Es posible que no tra- que es más beneficioso escuchar cada día la lectura del
ten de remediar esta situación o que se resistan a ello en la niño en casa (Tizard y cols., 1982).
edad adulta ya sea por vergüenza, orgullo o pereza. El re- Los medicamentos psicotrópicos usuales no son útiles
chazo de la ayuda puede ser una causa y una complicación para tratar el trastorno de la lectura. De modo algo ines-
de los problemas persistentes de lectura. El tratamiento perado se ha observado que el piracetam, en numerosos
inadecuado de este importante problema al comienzo del estudios a doble ciego controlados con placebo, con
aprendizaje puede convertirse en un modelo para el enfo- pruebas habituales de lectura entre otros parámetros
que ulterior de resolución de problemas por parte del evolutivos, mejora la lectura en los niños con trastorno
niño. Alternativamente, un tratamiento adecuado enseña del desarrollo de la lectura. La mayoría de los estudios
al niño cómo perseverar frente a un problema personal muestran que la mejoría, aunque discreta, es constante y
aparentemente insoluble. estadísticamente significativa. En los estudios de más du-
ración (5-9 meses) se observaron mejorías más acentua-
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Evaluación y diagnóstico diferencial. Puede ser útil das. Además, en cinco estudios a doble ciego controlados
realizar una evaluación neurológica y psiquiátrica (espe- con placebo realizados en adultos con trastorno de la lec-
cialmente con respecto al comportamiento perturbador, tura se han confirmado los hallazgos obtenidos en los ni-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad, otros ños. El piracetam, un derivado del ácido γ-aminobutírico
trastornos del aprendizaje y de la comunicación y priva- (GABA) se ha utilizado fuera de Estados Unidos para tra-
ción social), así como pruebas auditivas y visuales, CI y tar alteraciones cognitivas de los ancianos. No es un psi-
pruebas psicológicas, neuropsicológicas y escolares (velo- coestimulante y no altera los niveles de alerta o vigilia.
cidad y comprensión de lectura, ortografía). Se espera Con los datos acumulados muy indicativos de que el pira-
que las nuevas técnicas de neuroimagen contribuyan signi- cetam mejora la capacidad de lectura en los niños y adul-
ficativamente a la evaluación diagnóstica en el futuro. tos con trastorno de la lectura, este agente nootrópico
El trastorno de la lectura puede distinguirse clínica- (favorecedor de la memoria o el aprendizaje) puede
mente de la simple lentitud del aprendizaje por ciertas ca- abrir nuevas e importantes vías de tratamiento e investi-
racterísticas. En comparación con el trastorno de la lectu- gación.
876 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Trastorno del cálculo Aproximadamente el 6% de la población está afecta


por un trastorno del cálculo, que se distribuye por igual
La capacidad para realizar cálculos matemáticos senci- entre ambos sexos (Gross-Tsur y cols., 1996). Al igual que
llos tiene una importancia crítica en una economía de en otras discapacidades del aprendizaje, son frecuentes las
consumo y en una cultura de alta tecnología. La aritméti- comorbilidades psiquiátricas, especialmente el trastorno
ca, el cálculo (fracciones, decimales, porcentajes), la me- disocial. Además, el trastorno por déficit de atención con
dición (espacio, tiempo, peso) y el razonamiento lógico hiperactividad se presenta en cerca del 25% de los niños
son aptitudes básicas. con trastorno del cálculo (Shalev y cols., 1995a). Los pro-
El trastorno del cálculo puede presentarse con déficit blemas de atención pueden conducir a dificultades arit-
circunscritos asociados a la recuperación de datos o a défi- méticas (Ehlers y cols., 1997) en niños sin trastorno del
cit más globales relacionados con la conceptualización de cálculo; sin embargo, debe valorarse esta posibilidad en
los problemas. Los cálculos aritméticos pueden ser defi- los niños que presentan dichas dificultades. Los individuos
cientes a pesar de que se conserven los conocimientos ma- pertenecientes a clases socioeconómicas inferiores tienen
temáticos conceptuales (Hittmair-Delazer y cols., 1995). más probabilidades de sufrir trastorno del cálculo, así
Los individuos con trastorno del cálculo (tabla 23-10) tie- como otros trastornos del aprendizaje. Aunque se desco-
nen dificultades para aprender a contar, realizar cálculos nocen en gran parte las contribuciones genéticas, en una
matemáticos simples, conceptualizar series de objetos y muestra numerosa de pacientes con discalculia evolutiva
pensar desde el punto de vista espacial (derecha-izquier- se observó que el 42% de los familiares de primer grado
da, arriba-abajo, este-oeste). Los déficit pueden apreciarse presentaban también discapacidades del aprendizaje
al copiar formas, así como en la memoria para el cálculo, (Gross-Tsur y cols., 1996).
en la secuencia de los números y del procedimiento y en Los factores etiológicos no están bien definidos. Los in-
la denominación de los conceptos y operaciones matemá- dividuos con trastorno del cálculo parecen tener un tipo
ticas. También pueden apreciarse problemas de lectura y de anomalía neurocortical unida a un déficit de la veloci-
ortografía en relación con el trastorno del cálculo. dad del procesamiento en ciertas áreas matemáticas (Bull
Los factores que enlentecen el desarrollo académico y Johnston, 1997). Pueden demostrarse déficit neuropsico-
de la capacidad matemática comprenden una serie de lógicos en el tratamiento de los números, en las relaciones
procesos neurológicos, genéticos y psicológicos, así como espaciales y en el razonamiento matemático. Tanto los
circunstancias socioeconómicas y ciertas experiencias del déficit verbales (secuenciación) como los visuoespaciales
aprendizaje. Típicamente, la capacidad aritmética se co- pueden contribuir al trastorno del cálculo, lo cual sugiere
rrelaciona con el CI y con la práctica escolar. Sin embar- la posible intervención de una disfunción hemisférica bila-
go, el trastorno del cálculo no designa a aquellos indivi- teral (Rourke y Strang, 1983), aunque no se demuestre tí-
duos que simplemente aprenden con lentitud o que picamente la presencia de lesiones neurológicas en el he-
tienen escasas oportunidades educativas, sino a indivi- misferio dominante para el lenguaje. Sin embargo, hay
duos cuya capacidad matemática es baja en relación con evidencias de que el hemisferio izquierdo puede desempe-
su CI. A menudo padecen también trastornos o síntomas ñar un papel relativamente más importante, al menos en
psiquiátricos comórbidos, aunque no existen muchas ciertos déficit funcionales (Shaler y cols., 1995b). Por
descripciones de los aspectos psiquiátricos de este tras- ejemplo, la región prefrontal izquierda se ha implicado en
torno. el trastorno del cálculo (Tohgi y cols., 1995). También se
han propuesto mecanismos subcorticales.
Durante los años escolares, el curso del trastorno del cál-
culo conlleva habitualmente un aumento progresivo de la
TABLA 23-10. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor-
discapacidad, dado que el aprendizaje de las matemáticas se
no del cálculo
basa en el desarrollo de los pasos previos. Algunos niños
A. La capacidad para el cálculo, evaluada mediante pruebas con buen rendimiento en aritmética memorística fracasan
normalizadas administradas individualmente, se sitúa sus- más tarde en trigonometría y geometría, que requieren un
tancialmente por debajo de la esperada dados la edad cro- pensamiento más abstracto y espacial. Con el paso del tiem-
nológica del sujeto, su coeficiente de inteligencia y la esco-
po, la mayoría de los individuos mejoran gradualmente.
laridad propia de su edad.
Como en otros trastornos del aprendizaje, las complicacio-
B. El trastorno del Criterio A interfiere significativamente el nes consisten en baja autoestima, absentismo escolar o
rendimiento académico o las actividades de la vida cotidia- abandono de los estudios, síntomas de trastornos de com-
na que requieren capacidad para el cálculo. portamiento perturbador y evitación de tareas (o bajo ren-
C. Si hay un déficit sensorial las dificultades para el rendimien-
dimiento en éstas) que requieran habilidades matemáticas.
to en cálculo exceden de las habitualmente asociadas a él. La evaluación de los trastornos del cálculo incluye valo-
raciones psiquiátricas (trastornos de comportamiento per-
Nota de codificación. Si hay una enfermedad médica (p. ej., neurológi- turbador, otros trastornos del aprendizaje y retraso men-
ca) o un déficit sensorial, se codificarán en el Eje III.
tal), neurológicas, cognitivas (pruebas de inteligencia,
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 877

psicológicas, neuropsicológicas y de logros educativos) y Los síntomas consisten en lentitud al escribir, bajo ren-
sociales. Es posible que las pruebas estandarizadas de habi- dimiento en la escritura, ilegibilidad, inversiones de letras,
lidades aritméticas deban ajustarse individualmente a la errores semánticos y sintácticos, tachaduras, reescrituras,
experiencia escolar de los niños con un curriculum mate- errores de espaciado y problemas de puntuación y orto-
mático más antiguo (cálculos de memoria) o más reciente gráficos. Puede sospecharse un «fallo evolutivo del rendi-
(conceptos lógicos). miento» más generalizado en los casos de baja productivi-
El tratamiento del trastorno del cálculo consiste en im- dad, resistencia a completar o presentar los trabajos y falta
partir enseñanza especial, con una evaluación inicial y mo- crónica de rendimiento (Levine y cols., 1981). El conteni-
nitorización subsiguiente de la necesidad de intervención do ideativo y la abstracción intelectual pueden estar limita-
psiquiátrica y neurológica. Se ha observado que la estimu- dos, aunque no necesariamente. Puede estar alterado el
lación auditiva mejora el rendimiento matemático cuando «sentido de la audiencia», una cognición social de los inte-
el trastorno del cálculo se acompaña de trastorno por défi- reses y necesidades del lector (Gregg y McAlexander,
cit de atención con hiperactividad (Abikoff y cols., 1996). 1989).
Las habilidades matemáticas de un alumno normal de Estos déficit en la expresión escrita pueden ser conse-
5.o o 6.o curso son completamente suficientes para las ne- cuencia de trastornos subyacentes en las funciones grafo-
cesidades prácticas de la mayoría de los adultos, aunque motora (control de la mano y el lápiz), motora fina y vi-
los déficit concomitantes sociales y no verbales que acom- suomotora, o en la atención, la memoria, la formación y
pañan al trastorno del cálculo pueden ser más significati- organización de conceptos (prioridad y flujo) y la función
vos y duraderos (Semrud-Clikeman y Hynd, 1990). Des- del lenguaje expresivo. Puede haber otras disfunciones
pués de los años escolares (e incluso durante ellos), la motoras. Al igual que en otros trastornos del aprendizaje,
deficiencia en habilidades aritméticas no es socialmente se presume que el trastorno de la expresión escrita es con-
estigmatizante y quizá no constituya una fuente directa de secuencia de disfunciones neurocorticales, que pueden
malestar personal. Es probable que este trastorno se halle modificarse por las experiencias ambientales. No se cono-
presente de forma solapada en muchos adultos, que reali- ce bien la prevalencia del trastorno de la expresión escri-
zan ajustes en su vida y en la elección de trabajo para ha- ta. Existe un predominio del sexo masculino de 3:1-4:1.
cer frente a unas disfunciones residuales que se evidencia- Aunque se han desarrollado métodos formales para
ron en mayor grado durante los años escolares. evaluar y medir la expresión escrita, puede obtenerse una
detección clínica suficiente con muestras de escritos co-
piados, dictados y espontáneos. Al valorar el trastorno de
Trastorno de la expresión escrita
la expresión escrita es conveniente investigar la presencia
El trastorno de la expresión escrita no está bien defini- de trastornos del desarrollo de la coordinación y de otras
do en la literatura psiquiátrica, ni tampoco están bien de- anomalías motoras.
sarrollados su evaluación y su tratamiento. La ortografía, Es posible realizar una terapéutica compensadora ge-
la gramática, la formación de frases y párrafos, la estructu- nuina. Las intervenciones educativas han consistido tra-
ra organizativa y el empleo de los signos de puntuación dicionalmente en el empleo de formatos de escritura al-
son las áreas de dificultad (tabla 23-11). ternativos y en el desarrollo de habilidades. La amplia
disponibilidad de los ordenadores ha promovido nuevos
métodos de rehabilitación. En espera de investigaciones
TABLA 23-11. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor- más específicas, la valoración y la intervención psiquiátri-
no de la expresión escrita cas para el trastorno de la expresión escrita se asemejan a
las empleadas en otros trastornos del aprendizaje.
A. Las habilidades para escribir, evaluadas mediante pruebas
normalizadas administradas individualmente (o evaluacio-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

nes funcionales de las habilidades para escribir), se sitúan


sustancialmente por debajo de las esperadas dados la edad TRASTORNO DE LAS HABILIDADES MOTORAS:
cronológica del sujeto, su coeficiente de inteligencia evalua- TRASTORNO DEL DESARROLLO
da y la escolaridad propia de su edad. DE LA COORDINACIÓN
B. El trastorno del Criterio A interfiere significativamente el
rendimiento académico o las actividades de la vida cotidia- El trastorno del desarrollo de la coordinación, el único
na que requieren la realización de textos escritos (p. ej., es- trastorno de las habilidades motoras reconocido en el
cribir frases gramaticalmente correctas y párrafos organiza- DSM-IV, comprende el déficit en el aprendizaje y rendi-
dos). miento de las habilidades motoras (tabla 23-12). También
C. Si hay un déficit sensorial, las dificultades en la capacidad están alteradas la integración y la memoria de las funcio-
para escribir exceden de las asociadas habitualmente a él. nes motoras. Globalmente, cerca del 5% de los niños pre-
sentan alteraciones significativas de las funciones motoras
Nota de codificación. Si hay una enfermedad médica (p. ej., neurológi-
ca) o un déficit sensorial, se codificarán en el Eje III.
gruesa o fina, que se ponen de manifiesto al correr, lanzar
una pelota, abotonarse, sostener el lápiz o moverse con
878 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TABLA 23-12. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor- tario. Los movimientos superfluos (sincinesias) pueden
no del desarrollo de la coordinación ser en espejo (en los músculos simétricamente activos) o
producirse en grupos musculares no relacionados (p. ej.,
A. El rendimiento en las actividades cotidianas que requieren
coordinación motora es sustancialmente inferior al espera- abrir la boca al alcanzar un objeto). Otros movimientos
do dada la edad cronológica del sujeto y su coeficiente de adventicios consisten en tics, temblores y corea. Clínica-
inteligencia. Puede manifestarse por retrasos significativos mente pueden observarse movimientos adventicios mien-
en la adquisición de los hitos motores (p. ej., caminar, ga- tras el niño realiza tareas específicas donde se hace hinca-
tear, sentarse), caérsele los objetos de la mano, «torpeza»,
mal rendimiento en deportes o caligrafía deficiente.
pié en el control voluntario.
La dispraxia, trastorno del aprendizaje o de la realiza-
B. El trastorno del Criterio A interfiere significativamente el ción de movimientos voluntarios secuenciales (en relación
rendimiento académico o las actividades de la vida coti- con la edad o con la inteligencia verbal), que no puede
diana. atribuirse a limitaciones sensoriales o mecánicas, no mejo-
C. El trastorno no se debe a una enfermedad médica (p. ej., ra cuando se realizan tareas específicas sin límite de tiem-
parálisis cerebral, hemiplejía o distrofia muscular) y no cum- po ni prisas. Su expresión puede afectar a una gama de
ple los criterios de trastorno generalizado del desarrollo. movimientos musculares, desde los localizados (cara, len-
gua o manos) hasta los globales, y puede depender par-
D. Si hay retraso mental, las deficiencias motoras exceden de
las asociadas habitualmente a él.
cialmente de la dominancia cerebral (tanto en la función
espacial frente a la lingüística como en las tareas de latera-
Nota de codificación. Si hay una enfermedad médica (p. ej., neurológi- lización izquierda frente a la derecha). Este síntoma se ob-
ca) o un déficit sensorial, se codificará en el Eje III.
serva también en el retraso mental, especialmente en el
síndrome del cromosoma X frágil. Para detectar clínica-
mente la dispraxia se puede pedir al niño que imite algu-
nas posiciones inusuales de las manos o los dedos o que si-
gracia; el trastorno puede manifestarse también en forma mule ciertas tareas secuenciales (p. ej., sacar una botella
de torpeza física generalizada. Ninguna de las alteraciones de la nevera, abrirla, verter su contenido y tomar una be-
motoras en el trastorno de la coordinación motora puede bida del vaso).
explicarse por trastornos neurológicos fijos o localizables Los procesos que acompañan con frecuencia al trastor-
o por interferencias mecánicas. no del desarrollo de la coordinación incluyen el trastorno
Aunque el trastorno raras veces es el síntoma principal por déficit de atención con hiperactividad, y las complica-
de la consulta psiquiátrica, se halla comúnmente asociado ciones comunes son convertirse en «cabeza de turco», te-
a muchos trastornos psiquiátricos, en especial trastornos ner escasa autoestima y evitar los deportes.
del aprendizaje. La literatura psiquiátrica no contiene mu- Son escasas las investigaciones realizadas sobre los me-
chos datos relativos al trastorno del desarrollo de la coordi- canismos subyacentes a la alteración clínica del rendi-
nación, excepto una prolongada controversia sobre su cla- miento y la integración de los movimientos. Las bases de
sificación y criterios descriptivos (Miyahara y Mobs, 1995). datos y los conocimientos teóricos en esta área son limita-
Se han definido tres áreas principales de déficit moto- dos, pero los conceptos simples del control por vías moto-
res: torpeza, movimientos adventicios y dispraxia. La torpe- ras fijas no parecen explicar estos trastornos motores. El
za, definida técnicamente como lentitud o tosquedad en punto de vista sobre un déficit en la integración motora se
los movimientos de articulaciones aisladas, comprende la basa en un modelo de fallos interactivos entre diferentes
falta de integración de los grupos musculares agonistas y unidades anatómicas y funcionales de los sistemas moto-
antagonistas. Aunque se define en términos de disfunción res, compuestas por neuronas con funciones flexibles en
básica de los movimientos de articulaciones aisladas, la diferentes redes neurales (Getting, 1989). Este modelo es
torpeza puede reducir la capacidad para realizar tareas compatible con los datos obtenidos por RM, que sugieren
motoras más complejas, como montar en bicicleta o dibu- que las lesiones en la parte anterior del extremo posterior
jar. Clínicamente, la torpeza se observa con facilidad al del cuerpo calloso están relacionadas con la dispraxia (Ta-
tamborilear con los dedos o al coger objetos muy peque- naka y cols., 1996). Estos hallazgos sugieren también que
ños. La torpeza puede presentarse de forma aislada o en el trastorno del desarrollo de la coordinación se asocia
combinación con trastorno por déficit de atención con hi- con una desconexión entre la parte superior de ambos ló-
peractividad, trastornos del aprendizaje o retraso mental bulos parietales. En la mayoría de los sujetos diestros, la
(especialmente trisomía 21/síndrome de Down), y a veces parte superior del lóbulo parietal izquierdo es dominante
se agrava con los anticonvulsivos. Aunque antes se asumía para el control volitivo de los movimientos.
que estos niños llegarían a «librarse» de su torpeza, los da- El tratamiento puede parecer cuestionable en el ámbi-
tos a largo plazo sugieren que estos síntomas persisten ge- to clínico, especialmente en lo referente a las presentacio-
neralmente durante la vida adulta (Fox y Lent, 1996). nes leves. Sin embargo, dado que las «manos hábiles» y la
Los movimientos adventicios son movimientos involun- capacidad atlética son importantes elementos de autoesti-
tarios que ocurren durante los movimientos de tipo volun- ma para los niños y adolescentes, y pueden ser económica-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 879

mente vitales para algunos adultos, está justificado buscar bales). El hemisferio derecho interviene más en el recono-
remedio para promover el desarrollo general, aunque los cimiento de los sonidos, en comparación con el izquierdo.
fondos dedicados a la educación especial sean escasos. Se Los datos sobre lesiones y la teoría neurobiológica han im-
desconoce si el trastorno del desarrollo de la coordina- plicado a las regiones perisilvianas izquierdas en el proce-
ción, aparte de los trastornos neurológicos identificables o samiento de fonemas y en la información auditiva. Estos
de hallazgos más focales, tiene significado pronóstico en hallazgos han sido confirmados por RM, espectroscopia
psiquiatría, más allá de los factores relacionados con su co- por emisión de fotón único y tomografía por emisión de
morbilidad (Deuel y Robinson, 1987). positrones (PET). Las áreas del planum temporal y del gy-
rus angular se hallan afectadas en niños y adultos con tras-
tornos del lenguaje (Semrud-Clikeman, 1997). Crece ade-
TRASTORNOS DE LA COMUNICACIÓN más la evidencia de la transmisión familiar de estos déficit.
El desarrollo usual de las habilidades del habla y del
Los problemas relacionados con el habla (relativos a la lenguaje se produce durante muchos años y es amplia la
producción de sonidos) se observan en cerca del 15% de gama de lo que se considera funcionamiento normal. Ha-
la población general en edad escolar; los problemas del cia los 5 años de edad se espera que los niños hablen con
lenguaje (que afectan al empleo comunicativo del habla fluidez, comprendan y se expresen. Las diferencias entre
así como a otros modos de comunicación) se observan ambos sexos en maduración cortical pueden guardar re-
aproximadamente en el 6% de la población. La frecuente lación con la ventaja de las niñas en la adquisición de las
asociación de los trastornos de la comunicación —inclui- habilidades verbales (que dura hasta la adolescencia),
dos los del habla y del lenguaje— con los trastornos del comparable a la ventaja de que gozan los niños en el pro-
aprendizaje ilustra las disfunciones cerebrales generales cesamiento espacial. El habla y el lenguaje pueden inter-
que caracterizan a ambos grupos de trastornos. Hay evi- accionar con otros factores ambientales e influir en el de-
dencias de que los trastornos del lenguaje pueden ser pre- sarrollo y las habilidades del adulto. En las interacciones
cursores de la aparición de trastornos del aprendizaje, en sociales, la comunicación no verbal (gestos de los ojos, la
vez de ser simplemente trastornos comórbidos que obede- cara y las manos, calidades vocales) y la verbal incluyen el
cen a una etiología independiente (Tallal, 1988). Es posi- hallazgo de palabras (acceso y recuperación de la informa-
ble que los trastornos del lenguaje en niños pequeños no ción verbal), las relaciones entre las palabras (semántica),
se pongan en evidencia clínicamente hasta la aparición de la formación de frases (sintaxis), dar y recibir retroestimu-
trastornos del aprendizaje durante los años escolares. lación, seguir la estructura y el flujo de la conversación,
Cerca del 25-50% de los pacientes psiquiátricos infanti- responder al contexto, adaptarse al significado y a los su-
les sufren un trastorno de la comunicación. Aproximada- cesos externos, responder al propio sentido interno de los
mente el 50% de los niños con trastornos de la comunica- sucesos y monitorizar las producciones comunicativas pro-
ción sufren procesos psiquiátricos concomitantes, sobre pias (habilidades metalingüísticas). El desarrollo de estas
todo trastorno por déficit de atención con hiperactividad, habilidades constituye una formidable tarea que comple-
y en otro 20% aparecen luego trastornos del aprendizaje tar en 5 años.
(Beitchman y cols., 1986; Cantwell y Baker, 1987). Los ni- En los trastornos del habla y del lenguaje, los déficit en
ños con trastornos del desarrollo del lenguaje (y trastor- la articulación (dicción o producción de los sonidos del
nos del habla) tienden a presentar también déficit moto- habla), la expresión (producción y uso del lenguaje oral)
res, que pueden requerir tratamiento (Owen y McKinlay, y la recepción (comprensión) pueden ser evidentes hacia
1997). Los déficit del lenguaje observados en niños con los 2-3 años de edad. Los problemas precoces del habla y
trastorno por déficit de atención con hiperactividad son tí- del lenguaje mejoran frecuentemente durante el desarro-
picamente alteraciones en la ejecución de órdenes más llo, y estos primeros retrasos no sirven para predecir con
elevadas, sin déficit en el procesamiento del lenguaje bási- certeza la aparición de trastornos del aprendizaje. Sin em-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

co (Purvis y Tannock, 1997). bargo, los niños con genuinos problemas precoces del ha-
Al igual que ocurre en los trastornos del aprendizaje, bla y del lenguaje tienen un alto riesgo de presentar más
las recientes investigaciones sobre los trastornos de la co- tarde trastornos del aprendizaje, así como trastornos de la
municación están dejando de lado los déficit en el proce- comunicación persistentes. La mayoría de los niños pre-
samiento audioperceptivo y dirigiéndose a una conceptua- escolares con trastornos de la comunicación (70%) pasan
lización basada en las funciones del lenguaje y simbólicas. a recibir educación especial o repiten curso durante los
Los procesos sensoriales, perceptivos, motores y cognitivos 10 primeros años de escolaridad (Aram y cols., 1984).
están estrechamente conectados en el proceso del desa- La pérdida auditiva desempeña un importante papel
rrollo cerebral. Durante las primeras fases del desarrollo en la etiología de los trastornos de la comunicación. La
de la corteza cerebral hay una progresiva lateralización ha- audición es esencial para el desarrollo del habla y del len-
cia la izquierda en las funciones del lenguaje, incluidas las guaje; su alteración obra etiológicamente junto con los
del habla (producción de sonidos), el análisis fonético y factores genéticos, neurológicos, ambientales y educativos.
sintáctico y el análisis de las secuencias verbales (y no ver- La sordera se acompaña de un notable descenso en la ca-
880 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

pacidad de comunicación, pero disminuciones más ligeras cuentran también en niños con trastorno de la lectura
de la audición pueden tener también importancia desde (aunque no con trastorno fonológico), lo que apoya la
el punto de vista del desarrollo. Una pérdida auditiva lige- existencia de una continuidad entre los trastornos del len-
ra (25-40 db) a consecuencia de una otitis media crónica o guaje y los del aprendizaje.
una perforación del tímpano puede retrasar el desarrollo Aunque solamente se trata de una hipótesis, los meca-
de la articulación, del lenguaje expresivo y receptivo y de nismos que intervienen en las primeras influencias sobre
la discriminación fonética. Durante el período formativo el desarrollo de la corteza cerebral podrían ser útiles para
del desarrollo del lenguaje, la fluctuación de la capacidad conocer la patogenia de los trastornos del aprendizaje y
auditiva puede disminuir la inteligencia verbal y el rendi- de la comunicación, y ser aplicables a una gama más am-
miento académico de un modo persistente (Howie, 1980). plia de funciones mentales.
La patología temprana del oído medio puede ocasionar Prácticamente todos los niños con trastornos de la co-
síntomas en el lenguaje o en el habla, especialmente si el municación acaban adquiriendo las habilidades del habla
trastorno auditivo es crónico. La otitis media, una enfer- y del lenguaje, pero unos niveles bajos de CI y psicopatolo-
medad infecciosa común en la infancia, puede ocasionar gía concomitante parecen predecir un pronóstico menos
una disminución residual de la audición de un 20%. El favorable. Las complicaciones consisten en un progresivo
grado de retraso del lenguaje y del habla puede guardar deterioro académico, malestar psicológico, baja autoesti-
relación con el número de episodios de otitis. Los factores ma, rigidez en el aprendizaje y abandono de los estudios.
determinantes de la otitis media incluyen el nivel socio- La evaluación comprende aspectos médicos, psiquiátri-
económico, las alergias y las malformaciones orofaríngeas cos, sociales y evolutivos, así como aspectos relativos al len-
(palatinas) o craneofaciales. La pérdida auditiva también guaje y al habla (Cantwell y Baker, 1987). Debido a que el
puede ser consecuencia de trastornos genéticos y metabó- 20% de los niños tienen déficit auditivos por otitis media,
licos, anomalías cromosómicas, bajo peso al nacimiento, es útil investigar la capacidad auditiva por métodos como
anoxia perinatal, infecciones del SNC, medicamentos oto- la audiometría o los potenciales evocados auditivos (que
tóxicos (p. ej., antibióticos, diuréticos) y exposición a toxi- no requieren la colaboración de los niños pequeños). Los
nas (p. ej., alcohol, anticonvulsivos). Los factores sociofa- padres pueden relatar una historia de escasas reacciones
miliares, además de los médicos, pueden contribuir, a de sobresalto y falta de imitación de sonidos (a los 6 me-
través de la otitis media, a la aparición de trastornos de la ses), reactividad (a los 12 meses) o inteligibilidad (a los
comunicación. 2,5 años), y manifestar que el niño habla en voz alta, tiene
Al parecer, un desarrollo cognitivo y escolar insuficien- frecuentes faltas de comprensión («¿qué?»), evita hablar o
te puede ocurrir con unos niveles de pérdida auditiva que se le nota turbado o con tensión (p. ej., con parpadeo)
no se consideran significativos desde el punto de vista mé- cuando trata de comunicarse. Puede ser útil valorar las
dico (Howie, 1980). Puede especularse que las fluctuacio- características de la familia (p. ej., número de personas,
nes tempranas en la conducción auditiva llevan a anomalías orden de los nacimientos, nivel socioeconómico, capaci-
del desarrollo cerebral, que quizá conduzcan a cambios dad verbal de los padres, patrones de habla de la familia,
persistentes en la atención auditiva o en la distinción de estimulación interpersonal), así como observar el habla
señal/ruido. Sin embargo, no todos los niños que sufren espontánea entre padres e hijo. El habla del niño puede
episodios de otitis media presentan retraso del desarrollo. estudiarse en cuanto a comprensión del lenguaje (estruc-
La estimulación sensorial tiene una importancia decisiva turas lingüísticas), expresión (estructura y longitud de las
para la organización de la corteza visual (Wiesel, 1982), frases) y razonamiento lógico. La atención auditiva (p. ej.,
pero no está tan claro el efecto de las primeras experien- seguir el curso de la conversación, capacidad para oír en
cias auditivas sobre la adquisición del lenguaje, del habla una multitud, ausencia de distracciones), la discrimina-
y de los mecanismos centrales de procesamiento auditivo. ción (p. ej., diferenciar entre sonidos similares) y la memo-
Una interesante línea de investigación ha llevado a la ria (p. ej., capacidad para repetir secuencias de palabras o
propuesta de que el problema neurofisiológico en los tras- de números) pueden valorarse de modo formal o infor-
tornos del lenguaje puede ser un déficit en el proce- mal. En las pruebas neuropsicológicas se emplean las valo-
samiento de estímulos que se presentan rápidamente (Tal- raciones no verbales del CI (p. ej., Escala de rendimiento
lal, 1988). Este problema en la percepción y en la me- internacional de Leiter [Leiter International Performance Sca-
moria de los estímulos que aparecen con rapidez puede le], Escala de madurez mental de Columbia [Columbia Scale
afectar no sólo a las tareas lingüísticas, sino a diversas fun- of Mental Maturity]). También puede estar indicada la eva-
ciones sensoriales y motoras, así como al procesamiento luación neurológica en los niños con trastornos de la co-
integrativo. Las pruebas de laboratorio para identificar es- municación en los que sospeche una anomalía motora.
tos déficit neuropsicológicos podrían ser útiles en el diag- El tratamiento de los trastornos de la comunicación in-
nóstico directo de los trastornos del lenguaje, sin necesi- cluye intervenciones educativas y conductuales, así como
dad de emplear baterías de pruebas neuropsicológicas el tratamiento de los problemas médicos (p. ej., audición),
estándar, al menos en algunos niños. Estos déficit senso- neurológicos (p. ej., convulsiones) y psiquiátricos conco-
riales y motores en respuesta a estímulos rápidos se en- mitantes. El tratamiento intensivo de la otitis media está
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 881

particularmente indicado en estos niños, a pesar de la in- TABLA 23-13. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor-
certidumbre existente sobre la relación entre esta enfer- no del lenguaje expresivo
medad y el desarrollo del habla y del lenguaje. Es particu-
A. Las puntuaciones obtenidas mediante evaluaciones del de-
larmente útil estimular la integración social, la imitación y sarrollo del lenguaje expresivo, normalizadas y administra-
el juego imaginativo como medios para aumentar el ejer- das individualmente, quedan sustancialmente por debajo de
cicio verbal, comunicativo y simbólico. No hay evidencia las obtenidas mediante evaluaciones normalizadas tanto de
de que el uso de la comunicación no verbal por parte del la capacidad intelectual no verbal como del desarrollo del
lenguaje receptivo. El trastorno puede manifestarse clínica-
niño o de los padres inhiba el desarrollo del lenguaje, e mente a través de unos síntomas que incluyen un vocabula-
incluso podría favorecerlo. rio sumamente limitado, cometer errores en los tiempos ver-
bales o experimentar dificultades en la memorización de
palabras o en la producción de frases de longitud o comple-
Trastorno del lenguaje expresivo jidad propias del nivel evolutivo del sujeto.
En este problema de «codificación» lingüística se alte- B. Las dificultades del lenguaje expresivo interfieren el rendi-
ran la producción simbólica y el uso comunicativo del len- miento académico o laboral o la comunicación social.
guaje. El individuo no puede expresar la idea en palabras
(«no puedo sacar las palabras») y también tiene proble- C. No se cumplen criterios de trastorno mixto del lenguaje
receptivo-expresivo ni de trastorno generalizado del desa-
mas en la expresión no verbal. Existen dificultades simila- rrollo.
res para repetir, imitar, señalar los objetos nombrados o
actuar para cumplir las órdenes. A diferencia de los tras- D. Si hay retraso mental, déficit sensorial o motor del habla, o
tornos autista y generalizado del desarrollo, la compren- privación ambiental, las deficiencias del lenguaje deben ex-
sión en la comunicación verbal y no verbal es característi- ceder de las habitualmente asociadas a tales problemas.
camente normal. En el lenguaje verbal se producen Nota de codificación. Si está presente un déficit sensorial o motor del
errores semánticos y sintácticos, de tal modo que puede al- habla o una enfermedad neurológica, se codificará en el Eje III.
terarse la selección de las palabras y la construcción de las
frases; la paráfrasis, la narración y la explicación son inin-
teligibles o incoherentes. El niño con trastorno del len-
guaje expresivo puede emplear formas más primitivas en Se han descrito diversas etiologías en las que intervie-
la expresión del lenguaje de las que corresponderían a su nen factores neurológicos, genéticos, ambientales y fami-
grado de desarrollo y puede confiar más en la comunica- liares. En algunos casos se observan influencias teratóge-
ción no verbal para realizar peticiones y comentarios. Pue- nas, perinatales, tóxicas y metabólicas. Cuando existe
de emplear frases cortas y estructuras verbales simples, in- pérdida auditiva, el grado de ésta se correlaciona estrecha-
cluso en comunicaciones no verbales como el lenguaje mente con la intensidad de la alteración del lenguaje
por signos (Paul y cols., 1994). Este rasgo implica la exis- (Martin, 1980). En los niños con trastorno del lenguaje
tencia de un problema en el desarrollo simbólico de las expresivo se ha descrito un bajo flujo sanguíneo en el he-
distintas modalidades del lenguaje, lo cual conduce a una misferio cerebral izquierdo (Raynaud y cols., 1989).
serie de retrasos diversos en la articulación, el vocabulario Aunque el trastorno del lenguaje expresivo se asocia a
y la gramática (tabla 23-13). menudo con problemas conductuales y de la atención,
Los individuos con trastorno del lenguaje expresivo aparentemente secundarios, se observa también una eleva-
aprenden generalmente el lenguaje en una secuencia nor- da incidencia de problemas psiquiátricos en los familiares
mal, aunque con lentitud. Estos niños pueden adaptar su de los pacientes, lo cual sugiere trastornos psiquiátricos
habla para dirigirse apropiadamente a niños pequeños (Fey concomitantes en los niños con dificultades en el lenguaje
y cols., 1981), lo cual sugiere cierta facilidad y flexibilidad expresivo.
en el uso de sus habilidades lingüísticas. Puede haber pro- Este proceso suele preocupar a los padres cuando el
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

blemas asociados de trastornos del aprendizaje, trastorno niño llega a los 2-3 años de edad, cuando puede parecer
fonológico, desatención, impulsividad o agresividad. despierto pero todavía no habla, ha adquirido sólo un pe-
En situaciones de frustración, el niño puede presentar queño vocabulario o resulta difícil comprenderlo. El perío-
rabietas durante los primeros años, o rehusar hablar sien- do entre los 4 y los 7 años es crucial. Hacia los 8 años de
do mayor durante cortos períodos de tiempo. Los trastor- edad suele establecerse uno de los dos posibles cursos del
nos en las interacciones sociales pueden llevar a proble- desarrollo. En el primero, el niño puede progresar hacia
mas con sus compañeros y a sobredependencia de los un habla normal y conservar tan sólo déficit ligeros y quizá
miembros de la familia. síntomas de otros trastornos del aprendizaje. Alternativa-
Aproximadamente 1:1.000 niños tienen una forma gra- mente, el niño puede permanecer discapacitado, mostrar
ve del trastorno del lenguaje expresivo, pero las formas le- progresos lentos, y posteriormente perder algunas de las
ves pueden ser 10 veces más comunes. En este trastorno se capacidades previamente alcanzadas. Parece haber una
observa un predominio del sexo masculino de 3:1-4:1, co- disminución del CI no verbal, debido posiblemente al
mún a otros trastornos del desarrollo. fallo en el desarrollo de la secuenciación, de la categoriza-
882 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

ción y de las funciones cerebrales más elevadas en rela- raleza de los déficit, la comprensión no verbal puede con-
ción con el trastorno. El niño puede perder cierto grado servarse o estar alterada.
de su brillantez anterior y adquirir la apariencia de un En los casos leves puede haber un «procesamiento» len-
adolescente mentalmente retrasado. En ambos cursos, las to de ciertas formas lingüísticas (p. ej., palabras inusuales,
complicaciones del trastorno del lenguaje expresivo con- poco comunes o abstractas; lenguaje visual o espacial) o
sisten en timidez, retraimiento y labilidad emocional. comprensión lenta de las frases complicadas. Puede haber
La evaluación comprende valoraciones psiquiátricas también dificultad para comprender el sentido del humor
(problemas de atención y conducta), neurológicas, cogni- y los giros idiomáticos, así como para «leer» señales de si-
tivas y académicas. La inteligencia se valora mediante una tuaciones. En los casos graves, estas dificultades pueden
prueba de CI no verbal. Es conveniente investigar la agu- extenderse a frases más simples o palabras, lo que refleja
deza auditiva y resulta esencial evaluar los trastornos del el procesamiento auditivo lento. Puede haber mudez, eco-
aprendizaje concomitantes. lalia o neologismos. Durante el desarrollo se altera el
aprendizaje del lenguaje expresivo por la lentitud en el
procesamiento del lenguaje receptivo.
Trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo
El trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo
El trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo debe diferenciarse de la afasia (que no es un trastorno del
consiste en una alteración en el desarrollo de la compren- desarrollo, sino una pérdida de las funciones preexisten-
sión del lenguaje, que abarca trastornos en la descodi- tes del lenguaje), de otros déficit adquiridos (causados ha-
ficación (en la comprensión) y en la codificación (en la bitualmente por enfermedades o traumatismos neurológi-
expresión). Suelen observarse múltiples déficit corticales cos) o de la ausencia del lenguaje (un raro proceso que se
que afectan a las funciones sensorial, integrativa, mnémica asocia habitualmente con retraso mental profundo).
y de secuenciación (tabla 23-14). Dada la existencia de dé- El trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo
ficit tanto en el lenguaje receptivo como en el expresivo, puede alcanzar una gravedad similar a la del trastorno au-
el trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo es con- tista durante la adolescencia, debido a la torpeza social, las
siderablemente más grave y socialmente más perturbador estereotipias, la resistencia a los cambios y la baja toleran-
que el trastorno del lenguaje expresivo (D. Cohen y cols., cia a la frustración (D. Cohen y cols., 1976). Sin embargo,
1976). estos individuos muestran típicamente más habilidad so-
Aunque en la afasia receptiva del adulto queda indem- cial, conocimiento del ambiente, abstracción y comunica-
ne la expresión, un proceso similar que tenga lugar en el ción no verbal que los autistas.
curso del desarrollo deja al niño incapacitado para el Cerca del 3-10% de los niños en edad escolar presentan
aprendizaje de un primer lenguaje verbal. Según la natu- un trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo, pero
los casos graves tienen una prevalencia de 1:2.000. A dife-
rencia del predominio del sexo masculino que se observa
en el trastorno del lenguaje expresivo y en muchos trastor-
TABLA 23-14. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor- nos del aprendizaje, el trastorno mixto del lenguaje recep-
no mixto del lenguaje receptivo-expresivo tivo-expresivo se da en un porcentaje equivalente en am-
bos sexos.
A. Las puntuaciones obtenidas mediante una batería de eva-
luaciones del desarrollo del lenguaje receptivo y expresivo,
La principal etiología del trastorno mixto del lenguaje
normalizadas y administradas individualmente, quedan sus- receptivo-expresivo parece ser neurobiológica, habitual-
tancialmente por debajo de las obtenidas mediante evalua- mente por factores genéticos o lesión cortical. La explora-
ciones normalizadas de la capacidad intelectual no verbal. ción neurológica revela anomalías en cerca de las dos ter-
Los síntomas incluyen los propios del trastorno del lenguaje ceras partes de los casos. Los hallazgos del EEG incluyen
expresivo, así como dificultades para comprender palabras,
frases o tipos específicos de palabras, tales como términos un ligero aumento de anomalías inespecíficas, especial-
espaciales. mente en el hemisferio dominante del lenguaje. En la TC
puede haber alteraciones, aunque sin que sean uniformes
B. Las deficiencias del lenguaje receptivo y expresivo interfie- ni tengan carácter diagnóstico. De modo similar, la escu-
ren significativamente el rendimiento académico o laboral,
o la comunicación social.
cha dicótica puede ser anormal, aunque sin hallazgos es-
pecíficos ni de lateralización.
C. No se cumplen los criterios de trastorno generalizado del En la evaluación hay que investigar el CI no verbal, las
desarrollo. habilidades sociales, la agudeza auditiva, las habilidades
receptivas (comprensión de palabras solas, combinaciones
D. Si hay retraso mental, déficit sensorial o motor del habla o
privación ambiental, las deficiencias del lenguaje exceden de palabras y frases), la comunicación no verbal (vocaliza-
de las habitualmente asociadas a estos problemas. ciones, gestos y miradas) y las habilidades del lenguaje ex-
presivo. Estas últimas pueden objetivarse a través de la lon-
Nota de codificación. Si hay un déficit sensorial o motor del habla o una
enfermedad neurológica, se codificarán en el Eje III.
gitud media de las expresiones (LME), que se compara
con la norma evolutiva. Las estructuras sintácticas deben
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 883

valorarse y compararse con la norma evolutiva. Existen que están basados en procesos dirigidos biológicamente. A
instrumentos estandarizados para valorar la comprensión, medida que el lactante aprende los sonidos del lenguaje y
con normas que comienzan a los 18 meses de edad. Hay el ambiente locales cambia la producción de sonidos, que
que tomar en consideración los diagnósticos concomitan- se hacen específicos de la cultura. La producción ulterior
tes médicos, neurológicos y psiquiátricos (p. ej., trastornos de sonidos depende del desarrollo del control motor del
del aprendizaje, trastornos del estado de ánimo, trastorno habla (lengua, labios, paladar, laringe, mandíbula, múscu-
autista y otros trastornos generalizados del desarrollo, re- los respiratorios), la percepción auditiva (fonemas de vo-
traso mental y mutismo selectivo). cales y consonantes, ritmo, intensidad, entonación) y la ca-
Para el tratamiento de los problemas del lenguaje ex- pacidad para elaborar sonidos, contrastes, combinaciones,
presivo-receptivo hay que mantener la educación especial formación de plurales y énfasis. Hacia los 8 años de edad
hasta que mejoren los síntomas. Después de situar al niño el niño ha adquirido típicamente todos los sonidos del
en un ambiente normal, puede ser útil el apoyo suplemen- habla.
tario académico y lingüístico. También puede ser necesa- El trastorno fonológico suele diagnosticarse alrededor
rio el tratamiento psiquiátrico de los déficit de atención, de los 3 años de edad, pero el trastorno puede aparecer
los problemas conductuales y otros trastornos comórbidos, antes o después, según su intensidad. Aproximadamente
así como la logoterapia para el trastorno fonológico. el 6% de los niños y el 3% de las niñas sufren un trastorno
fonológico, pero los problemas de articulación se hacen
menos prevalentes con la edad. La etiología del trastorno
Trastorno fonológico
fonológico es a menudo desconocida; los factores contri-
Pueden observarse problemas de dicción, especialmen- buyentes pueden ser modelos defectuosos de habla en la
te en los sonidos adquiridos en épocas avanzadas, en niños familia, ligeros trastornos auditivos o déficit neurocorti-
cuyo vocabulario y gramática son normales. Este trastorno cales.
de la articulación y del aprendizaje en la producción de Además de valorar el grado de inteligencia, en estos ni-
sonidos para el habla incluye sustituciones («güeso» por ños debe practicarse un estudio completo del lenguaje,
«hueso»), omisiones («pueta» por «puerta»), adiciones («fo- pues muchos pueden presentar un trastorno asociado de
lor» por «flor») y distorsiones (tabla 23-15). El habla puede la expresión gramatical (sintáctica).
ser más o menos ininteligible o puede sonar como el «par- Aunque suele producirse la recuperación espontánea
loteo de un bebé». La comprensión del habla puede verse hacia los 8 años de edad, la logopedia individual o de gru-
aún más dificultada por problemas que no forman parte po puede ayudar a que el desarrollo del habla se alcance
del trastorno fonológico: acento, entonación (p. ej., indu- de un modo más rápido y completo. La «baja autoestima
cida neurológicamente), tartamudeo, pronunciación con- comunicativa» es una complicación potencial.
fusa, trastornos físicos (procesos orofaciales como la fisura
palatina), enfermedades neurológicas o medicación psico-
Tartamudeo
trópica (en especial neurolépticos).
Al comienzo del desarrollo, los sonidos del lactante son El tartamudeo, o interrupción del flujo normal del len-
similares en las diferentes culturas, debido, al parecer, a guaje, se caracteriza por la aparición involuntaria e irregu-
lar de titubeos, prolongaciones, repeticiones o bloqueos
de sonidos, sílabas o palabras (tabla 23-16). A diferencia
de lo que ocurre en la pronunciación confusa o en otras
TABLA 23-15. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor- faltas de fluidez del habla en niños, la ansiedad provoca
no fonológico un notable empeoramiento en el ritmo y la velocidad del
lenguaje en las personas que tartamudean. Puede haber
A. Incapacidad para utilizar los sonidos del habla esperables
un empeoramiento transitorio durante períodos de ansie-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

evolutivamente y propios de la edad e idioma del sujeto


(p. ej., errores de la producción, utilización, representación dad por la actuación, o «estrés de comunicación» (p. ej.,
u organización de los sonidos tales como sustituciones de un al hablar en público o en una entrevista para solicitar tra-
sonido por otro (utilización del sonido /t/ en lugar de /k/ u bajo). En estudios de laboratorio se han observado ano-
omisiones de sonidos tales como consonantes finales).
malías en la conducta durante el habla y en los movimien-
B. Las deficiencias de la producción de los sonidos del habla in- tos corporales incluso durante los períodos en que el
terfieren el rendimiento académico o laboral, o la comuni- habla es aparentemente fluida.
cación social. Aproximadamente el 2-4% de los niños sufren este tras-
torno. El tartamudeo mejora espontáneamente en el 50-
C. Si hay un retraso mental, un déficit sensorial o motor del
habla, o una privación ambiental, las deficiencias del habla 80% de los casos, pero el 1% de los adolescentes y adultos
exceden de las habitualmente asociadas a estos problemas. continúan sufriendo este trastorno. En los niños peque-
ños, la escasa capacidad fonológica contribuye a la apari-
Nota de codificación. Si hay un déficit sensorial o motor del habla o una
enfermedad neurológica, se codificarán en el Eje III.
ción del tartamudeo, y la mejoría en el desarrollo de dicha
capacidad favorece su resolución (Paden y Yairi, 1996). En
884 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TABLA 23-16. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de tartamu- les. Estas formas adquiridas pueden ser transitorias, pero
deo también es posible que persistan, especialmente si existe pa-
tología cerebral bilateral y multifocal. Estas formas de tarta-
A. Alteración de la fluidez y la organización temporal norma-
les del habla (inadecuadas para la edad del sujeto), caracte- mudeo de base neurológica tienen características clínicas
rizada por ocurrencias frecuentes de uno o más de los si- que difieren del tartamudeo que aparece durante el desa-
guientes fenómenos: rrollo: aunque ocurren bloqueos y prolongaciones, no pre-
dominan en las sílabas iniciales ni en los sustantivos y es raro
(1) repeticiones de sonidos y sílabas
(2) prolongaciones de sonidos
que se acompañen de muecas y movimientos de las manos.
(3) interjecciones Diversos investigadores han observado que la falta de
(4) palabras fragmentadas (p. ej., pausas dentro de una predominancia de la mano derecha (individuos ambidies-
palabra) tros o zurdos) aparece en una proporción mayor en los
(5) bloqueos audibles o silenciosos (pausas en el habla) tartamudos (y en sus familiares de primer y segundo gra-
(6) circunloquios (sustituciones de palabras para evitar pa-
labras problemáticas) do), lo cual sugiere que el tartamudeo podría estar asocia-
(7) palabras producidas con un exceso de tensión física do con una organización cortical anómala (Geschwind y
(8) repeticiones de palabras monosilábicas (p. ej., «Yo-yo- Galaburda, 1985). Asimismo, algunos casos de tartamudeo
yo le veo») están relacionados con retraso mental, específicamente
B. La alteración de la fluidez interfiere el rendimiento acadé-
con la trisomía 21 (síndrome de Down) y con los síndro-
mico o laboral, o la comunicación social. mes de Hunter-Hurler (mucopolisacaridosis). En casos ra-
ros, los medicamentos psicotrópicos (antidepresivos tricí-
C. Si hay un déficit sensorial o motor del habla, las deficiencias clicos, neurolépticos, litio, alprazolam) pueden ocasionar
del habla son superiores a las habitualmente asociadas a es- una falta de fluidez semejante al tartamudeo.
tos problemas.
El tartamudeo comienza frecuentemente a los 2-4 años
Nota de codificación. Si hay un déficit sensorial o motor del habla o una o, menos comúnmente, a los 5-7 años de edad. En los ni-
enfermedad neurológica, se codificarán en el Eje III. ños preescolares, el tartamudeo suele ser un síntoma tran-
sitorio del desarrollo que dura menos de 6 meses, pero en
el 25% de los casos de comienzo temprano persiste des-
pués de los 12 años. En el comienzo, durante el período
el tartamudeo se observa un predominio del sexo masculi- de latencia, los síntomas suelen estar relacionados con si-
no de 3:1-4:1. tuaciones de estrés; el curso suele ser benigno, con una
Las teorías etiológicas del tartamudeo están basadas en duración de 6 meses a 6 años.
conceptos genéticos, neurológicos y conductuales. Puede Inicialmente el niño no suele darse cuenta del síntoma.
haber varios subgrupos etiológicos de tartamudeo. La con- El trastorno muestra típicamente altibajos durante la ni-
cordancia llamativamente mayor entre gemelos monoci- ñez y, o bien mejora gradualmente, o empeora y sigue un
góticos que entre los bicigóticos sugiere la intervención de curso crónico. En el sexo masculino suele haber más for-
un importante factor genético (Vandenberg y cols., 1986). mas crónicas. Si la afección progresa, el bloqueo de pala-
En el 60% de las personas que tartamudean, el trastorno bras y la tensión involuntaria de la mandíbula y de los
tiene carácter familiar y aparece en cerca del 20-40% de músculos faciales pueden ser manifiestos. En los casos per-
los parientes de primer grado (especialmente en el sexo sistentes, las personas que tartamudean adquieren una do-
masculino). La menor prevalencia en el sexo femenino, lorosa conciencia del problema. Estos individuos se dan
unida al hecho de que la prevalencia es mayor en los fami- cuenta de que la ansiedad agrava su falta de fluidez y no
liares de las mujeres que tartamudean, pone de manifiesto pueden mejorar su habla al lentificar el ritmo o al enfocar
un efecto de umbral genérico sobre la penetrancia (dife- la atención sobre las palabras.
rencia específica en la penetrancia según el sexo, o en la El tartamudeo neurológico adquirido tiende a ser más
carga genética requerida para la penetrancia). constante y fijo, en contraste con la mayor variabilidad de
Los datos actuales no son compatibles con un modo de las formas genética, constitucional y psicodinámica. En el
transmisión por un gen único, pero pueden concordar tartamudeo no neurogénico es frecuente que falten los
con el modelo poligénico con un umbral diferencial de la síntomas al cantar, leer en voz alta, hablar al unísono o ha-
expresión fenotípica influido por el sexo. Al utilizar un blar a animales de compañía u objetos inanimados.
modelo multifactorial, el 86% de la variancia en los datos Las complicaciones son la anticipación temerosa, el
del linaje podía explicarse por factores genéticos (Kidd, parpadeo, los tics y la evitación de palabras y situaciones
1980). problemáticas. El niño puede experimentar reacciones
Ciertas formas de tartamudeo adquirido tienen un claro emocionales negativas ante familiares y compañeros (tur-
origen neurológico, como el tartamudeo que se inicia des- bación, sensación de culpa, ira), así como sufrir burlas y
pués de un accidente vascular cerebral (presumiblemente aislamiento social. Evitar hablar y la mala autoimagen pue-
debido a la lesión de los centros que rigen la fluidez del ha- den influir sobre el desarrollo del lenguaje y social, y con-
bla) o el secundario a enfermedades degenerativas cerebra- ducir a problemas académicos y laborales.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 885

Al evaluar el tartamudeo hay que investigar las posibles Potencialidades anómalas y talentos especiales pueden
causas neurológicas (corteza, ganglios basales, cerebelo). asociarse con estos «trastornos». La edad mental y el CI no
Debe obtenerse una historia completa del desarrollo y rea- establecen un límite superior para los logros de los indivi-
lizar una exploración general del habla, el lenguaje y la duos que sufren cualquiera de estos trastornos. Tanto en
audición. En la valoración conductual hay que averiguar si la teoría como en la práctica (Rutter y Yule, 1975), mu-
existen restricciones en las interacciones y actividades so- chos niños y adultos alcanzan metas personales que están
ciales. Ante todo caso de tartamudeo está indicado remitir mucho más allá de su capacidad prevista.
al paciente a un logopeda para su estudio. Habrá que valo- En cuanto a los trastornos del aprendizaje y del lenguaje
rar la falta de fluidez en el monólogo, la conversación, el que se definen por una debilidad de la inteligencia general,
juego y las situaciones de ansiedad; indagar los efectos que todavía no existen estándares formales que permitan elegir
se producen al enlentecer el habla y enfocar la atención los elementos que debieran utilizarse para valorar las habili-
sobre la falta de fluidez, y observar las interacciones entre dades específicas del desarrollo o para averiguar cuál es el
padres e hijo en cuanto al estrés de comunicación que su- grado de discrepancia en la puntuación de las pruebas que
fre el niño (p. ej., preguntas rápidas, interrupciones, co- debe contar para el diagnóstico. Desde el punto de vista clí-
rrecciones repetidas, cambios frecuentes de tema). nico, también es difícil precisar la distinción entre una «lenti-
La logopedia incorpora algunos elementos de la tera- tud estadísticamente ordinaria» (es decir, situada en el límite
pia conductual, como la modificación de los factores inferior de la curva normal de velocidad de aprendizaje) y la
ambientales y de la conversación que desencadenan el tar- lentitud genuina del neurodesarrollo, especialmente en indi-
tamudeo, la relajación, el control del ritmo, la retroali- viduos que presentan otros signos de retraso.
mentación y la atención hacia los movimientos corporales En este terreno los hallazgos psiquiátricos y neuropsicoló-
accesorios, así como fomentar la autoestima y la asertivi- gicos constituyen un tema muy delicado, especialmente a la
dad en las situaciones sociales. Las terapias específicas del vista del amplio impacto que ejercen estos trastornos sobre
tartamudeo comprenden habla intensiva tranquila, la re- la educación de los niños y las oportunidades de los adultos.
troalimentación electromiográfica intensiva y habla tran- Se han efectuado recomendaciones de largo alcance en fa-
quila en casa; con todos estos métodos se ha descrito una vor de legislar programas educativos y de tratamientos, sobre
disminución de la frecuencia del tartamudeo en un 85- la base de investigaciones poco rigurosas y de teorías relati-
90%, y estas mejorías persistían 1 año después del trata- vamente simples sobre el funcionamiento cognitivo.
miento (Craig y cols., 1996). Otros métodos comprenden Aunque los problemas de ortografía se observan común-
imitación, representación de papeles, prácticas de hablar mente en asociación con estos trastornos, no se clasifican
(lectura individual, lectura coral, conversación) y hablar como un trastorno aparte. En la población general, es típico
en diferentes ámbitos (solo, en grupo, delante de la clase que los problemas de ortografía sean consecuencia de un
o por teléfono) y con distintas personas (padres, familia- bajo nivel de instrucción o de problemas de concentración,
res, amigos, extraños). más que de un déficit en el procesamiento cognitivo. Sin
Se aconseja ofrecer información y asesoramiento a los embargo, en algunos casos, un «trastorno de la ortografía»
miembros de la familia. Generalmente no está indicada la puede etiquetarse como un «trastorno del aprendizaje no es-
psicoterapia, pero podría considerarse si el tartamudeo pecificado», al igual que ocurre con ciertas dificultades para
persiste o comienza en la adolescencia. Los fármacos an- el procesamiento espacial, o con problemas de escritura ma-
siolíticos tienen en general un valor mínimo. Los neuro- nual, déficit en habilidades sociales o (en un mundo algo di-
lépticos pueden ser útiles en algunos casos, aunque no ferente) falta de musicalidad. El énfasis sobre el aprendizaje,
existen estudios controlados a este respecto. Algunos estu- las habilidades motoras y la comunicación se basa en nocio-
dios han sugerido la posible eficacia de los inhibidores de nes de las habilidades esenciales definidas culturalmente, así
la recaptación de serotonina en el tratamiento del tarta- como en la comorbilidad psiquiátrica que acompaña a los
mudeo. En un ensayo controlado se observó que la cloni- déficit en estas funciones.
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

dina no mejoraba el tartamudeo (Althaus y cols., 1995). Ante las sugerencias de que los problemas del aprendi-
Por todo ello, el papel de la farmacoterapia parece limita- zaje pueden aumentar a causa de la exposición prenatal a
do, especialmente dada la eficacia de la logopedia. tabaquismo materno (Nichols y Chen, 1981) o a la inges-
tión de alcohol (S. E. Shaywitz y cols., 1980), quizá sean
evitables algunos casos de estos trastornos.
COMENTARIO CLÍNICO
Los trastornos del neurodesarrollo comentados ilustran
sobre la posible disminución del rendimiento en domi- RETRASO MENTAL
nios específicos. A pesar de las oportunidades educativas,
de un grado suficiente de inteligencia y de la estabilidad La inteligencia (medida por el CI) podría considerarse
emocional, surgen tanto en las poblaciones clínicas como una dimensión independiente que merece su propio eje
en muestras «normales». DSM-IV. Sin embargo, el diagnóstico de retraso mental
886 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

abarca algo más que la baja inteligencia, pues también re- clasifica según «la intensidad y el patrón de los sistemas
quiere que haya déficit en el funcionamiento adaptativo. de apoyo» (intermitente, limitado, extenso y generali-
El concepto diagnóstico de retraso mental, constituido zado).
por un bajo CI al que se suman déficit adaptativos, fue de- La inteligencia se mide habitualmente con pruebas es-
sarrollado por la American Association on Mental Retar- tándar, como la Escala de inteligencia de Wechsler para
dation (1992) y adoptado esencialmente como alternativa adultos (Wechsler Adult Intelligence Scale, WAIS), la Escala de
en el DSM-IV. Se subraya que el retraso mental no es una inteligencia de Wechsler para niños revisada (Wechsler Intel-
característica innata del individuo, sino el resultado de ligence Scale for Children-Revised, WISC-R) para niños de 6 a
una interacción entre las capacidades intelectuales perso- 16 años, el CI revisado de Stanford-Binet (Stanford-Binet IQ-
nales y el ambiente. Revised) para niños de 2 a 18 años, o las secciones de las
Al menos el 90% de los individuos con baja inteligencia Escalas de desarrollo mental de Bayley (Bayley Scales of
se identifican hacia los 18 años, pero el diagnóstico de re- Mental Development) para niños de 2 meses a 2,5 años. Se
traso mental requiere que comience durante el período están desarrollando protocolos de pruebas especiales para
del desarrollo. Además, el conocimiento del desarrollo es lactantes. Las principales limitaciones de estos métodos
básico para el tratamiento del retraso mental, aunque es son las variaciones culturales en el significado de las pre-
típico que el tratamiento psiquiátrico de las personas con guntas y en la realización de las pruebas, las diferencias de
retraso mental lo lleven a cabo tanto el psiquiatra general lenguaje y comunicación entre los distintos individuos, la
como el infantil. falta de respuesta de las pruebas estándar a las respuestas
La definición de retraso mental abarca tres característi- «creativas», los peligros de emplear una construcción rígi-
cas: 1) inteligencia por debajo de la media (p. ej., CI igual da de la inteligencia que enmascare los puntos fuertes in-
o inferior a 70), 2) trastorno del funcionamiento adaptati- dividuales, y la confianza excesiva en los resultados de las
vo y 3) comienzo en la niñez (tabla 23-17). El sistema para pruebas para planificar la educación. Incluso el concepto
subclasificar la gravedad del retraso mental en el DSM-IV de inteligencia puede cuestionarse, dadas las amplias va-
se basa en las puntuaciones del CI; sin embargo, la Ame- riedades de cognición existentes (verbales y no verbales,
rican Association on Mental Retardation (1992) lo sub- conscientes e inconscientes, emocionales y «otras»). Sin
embargo, estas pruebas de CI estandarizadas (fig. 23-8)
permiten obtener una evaluación global que tiene impor-
tancia clínica, especialmente cuando se combina con una
TABLA 23-17. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de retraso evaluación de la conducta adaptativa.
mental Las capacidades adaptativas pueden juzgarse por mu-
chos medios, incluidos instrumentos estandarizados para
A. Capacidad intelectual significativamente inferior al prome-
evaluar la madurez social y las habilidades adaptativas. Por
dio: un CI aproximadamente de 70 o inferior en un test de
CI administrado individualmente (en el caso de niños peque- ejemplo, la Escala de conductas adaptativas de Vineland
ños, un juicio clínico de capacidad intelectual significativa- (Vineland Adaptive Behavior Scale) constituye una medición
mente inferior al promedio). multidimensional de las conductas adaptativas en cinco
«dominios»: comunicación, habilidades de la vida cotidia-
B. Déficit o alteraciones concurrentes de la actividad adaptati-
va actual (esto es, la eficacia de la persona para satisfacer las
na, socialización, habilidades motoras y conductas mal-
exigencias planteadas para su edad y por su grupo cultural), adaptativas. Los datos se consiguen mediante una entrevista
en por lo menos dos de las áreas siguientes: comunicación, semiestructurada con los padres o cuidadores. Se estable-
cuidado personal, vida doméstica, habilidades sociales/inter- cen puntuaciones de competencia en habilidades adapta-
personales, utilización de recursos comunitarios, autocon-
tivas, según los valores esperados para la edad, en niños de
trol, habilidades académicas funcionales, trabajo, ocio, salud
y seguridad. hasta 18 años con diferentes niveles de retraso mental. La
competencia adaptativa puede hallarse por encima o por
C. El inicio es anterior a los 18 años. debajo del nivel de inteligencia general (fig. 23-9).
Con la Escala de conductas adaptativas de Vineland se
Código basado en la gravedad correspondiente al nivel de afec-
tación intelectual:
evalúa el rendimiento típico (no la capacidad óptima) de
F70.9 Retraso mental leve [317]: CI entre 50-55 y aproxi- las «actividades cotidianas que se requieren para lograr la
madamente 70 suficiencia personal y social» (Sparrow y cols., 1984). Por
F71.9 Retraso mental moderado [318.0]: CI entre 35-40 y ejemplo, en el dominio de la socialización se evalúan las
50-55
habilidades de afrontamiento, como los modales, el cum-
F72.9 Retraso mental grave [318.1]: CI entre 20-25 y 35-40
F73.9 Retraso mental profundo [318.2]: CI inferior a 20 plimiento de las normas y saber disculparse, guardar se-
o 25 cretos y controlar los impulsos (tabla 23-18).
F79.9 Retraso mental de gravedad no especificada [319]: La puntuación multidimensional en diferentes domi-
cuando existe clara presunción de retraso mental, nios permite valorar las habilidades y los déficit específicos
pero la inteligencia del sujeto no puede ser evalua-
da mediante los test usuales
de un individuo, facilita el establecimiento de objetivos en
diferentes áreas del funcionamiento adaptativo, ayuda en
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 887

Grado de retraso

Profundo Moderado
Grave Leve

CI 4 20 36 52 68 84 100 116 132 148 164 180 196


DE –6 –5 –4 –3 –2 –1 0 +1 +2 +3 +4 +5 +6

Rango de percentiles <1 2 16 50 84 98 > 99

FIGURA 23-8. Distribución normal del CI de Stanford-Binet. La distribución teórica de las puntuaciones del CI es simétrica. Los criterios
para el retraso mental (y sus grados de intensidad) se definen por límites arbitrarios, fijados típicamente con parámetros estadísticos
como la desviación estándar de la media. En la práctica, la curva en forma de campana se desvía a causa de una cola elevada a la
izquierda, que representa trastornos neuromédicos y barreras socioambientales. (Reproducido con autorización de Baroff GS: Mental
Retardation: Nature, Cause and Management. New York, Hemisphere Publishers, 1986. Copyright 1986, Hemisphere Publishers.)

Funcionamiento intelectual medido sible que las puntuaciones de cada dominio muestren más
Retrasado No retrasado «dispersión» que la observada en las subpruebas de inteli-
gencia.
Debido a que el funcionamiento de la conducta adapta-
tiva puede variar en diferentes ambientes, una sola medi-
Retrasado

ción puede constituir una simplificación excesiva. En la


Retraso mental SIN retraso mental
Conducta adaptativa

práctica es raro que un solo observador vea al paciente en


todos los ámbitos o a todas las horas del día. Ello complica
la evaluación de la conducta adaptativa, tanto en los méto-
dos clínicos estandarizados como en los globales. Los clíni-
cos usan típicamente datos de múltiples fuentes para obte-
No retrasado

ner un esquema del funcionamiento cotidiano.


SIN retraso mental SIN retraso mental Debido a que el diagnóstico de retraso mental exige que
comience durante la niñez, un adulto que sufra una grave
lesión neurológica no se cataloga como retrasado mental,
aunque estén alteradas la inteligencia y las habilidades
adaptativas. El proceso que comienza en el adulto se catalo-
FIGURA 23-9. Posibles combinaciones del funcionamiento inte- ga de demencia, que es un trastorno mental orgánico (aun-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

lectual medido y de la conducta adaptativa. El retraso mental se que ciertas demencias pueden ocurrir también en niños).
diagnostica sólo si una inteligencia baja va acompañada de defi-
Para el diagnóstico de retraso mental se requiere, por defi-
ciencias en el funcionamiento adaptativo. La inteligencia baja
por sí sola o los déficit aislados de conducta adaptativa no dan nición, la perturbación del proceso del desarrollo.
lugar al diagnóstico de retraso mental. (Reproducido con autori- En las formas mínimas de retraso mental, presentes en
zación de Grossman HJ (dir.): Classification in Mental Retarda- los individuos con un CI inferior a 71 y que no cumplen
tion. Washington, DC, American Association on Mental Defi- los criterios para el diagnóstico, se puede adjudicar un có-
ciency [American Association on Mental Retardation], 1983.
Copyright 1983, American Association on Mental Deficiency.) digo del Eje V para el funcionamiento intelectual límite.

DESCRIPCIÓN CLÍNICA
la planificación (escolar, laboral o ingreso en una institu-
ción) y permite medir los cambios que se producen en el En el retraso mental puede haber lentitud del desarro-
funcionamiento adaptativo con el paso del tiempo. Es po- llo en todas las áreas funcionales, aunque resulta evidente
888 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TABLA 23-18. Escalas de conductas adaptativas de Vineland biológicas, motoras, sensoriales e integrativas, así como la
(Vineland Adaptive Behavior Scales): dominio de las habilidades vinculación padres-hijo, la diferenciación entre el Yo y los
cotidianas, subdominio de la comunidad
demás y el subsiguiente desarrollo emocional. Aunque a
Habilidades de seguridad menudo se afectan secundariamente otros aspectos del
Demuestra conocer que los objetos muy calientes ofrecen peli- desarrollo psicológico, puede haber una conservación no-
gro table del crecimiento psicológico. Es posible observar una
Mira a ambos lados antes de cruzar solo una vía pública amplia «dispersión» entre las diversas subseries de funcio-
Demuestra conocer que no es seguro aceptar compañía, comida
o dinero de extraños
nes intelectuales y adaptativas, como reflejo de la existen-
Obedece las indicaciones de los semáforos cia de puntos fuertes significativos en determinadas áreas.
Se abrocha por sí mismo el cinturón de seguridad Dado que el porcentaje de psicopatología es 2-4 veces
mayor en las personas con retraso mental, muchos de es-
Habilidades telefónicas tos individuos tienen un «doble diagnóstico». Así, más de
Contesta al teléfono adecuadamente
Pide que acuda al teléfono la persona a quien se dirige la llama- la mitad de las personas con retraso mental tienen un
da, o indica que no puede ponerse diagnóstico psiquiátrico adicional (Gillberg y cols., 1986;
Llama por teléfono a otros Gostason, 1985). La frecuencia parece ser la misma en ni-
Utiliza los números telefónicos de urgencia en las situaciones ños y adultos con retraso mental grave o profundo
oportunas
Usa el teléfono sin ayuda para toda clase de llamadas
(Cherry y cols., 1997), lo cual sugiere que los diagnósticos
Usa las cabinas telefónicas comórbidos son entidades clínicas bien diferenciadas y no
representan una manifestación del retraso mental relacio-
Habilidades con el dinero nada con la edad.
Demuestra conocer la función del dinero Cualquier diagnóstico psiquiátrico puede darse en com-
Sabe el valor de las diferentes monedas
Cuenta correctamente el cambio en una compra que cueste más binación con el retraso mental: en los criterios DSM-IV no
de 100 pesetas se cita ningún trastorno psiquiátrico donde se excluya este
Ahorra para comprar y adquiere un objeto recreativo impor- diagnóstico. Diversos trastornos ocurren en porcentajes
tante más elevados cuando se asocian con retraso mental: tras-
Gana el dinero que gasta regularmente
Administra el dinero para los gastos semanales
tornos del control de los impulsos, trastornos de ansiedad,
Maneja el dinero propio sin ayuda trastornos del estado de ánimo, trastorno por déficit de
Administra el dinero para los gastos mensuales atención con hiperactividad, trastornos de la comunica-
Tiene una cuenta corriente y la usa de modo responsable ción, trastornos generalizados del desarrollo (incluido el
trastorno autista), trastornos de movimientos estereotipa-
Hora y fechas
Demuestra conocer la función del reloj, ya sea de manecillas o dos (incluida la conducta autolesiva), pica y convulsiones
digital (King y cols., 1994). Pueden observarse el trastorno por es-
Sabe decir el día de la semana cuando se le pregunta trés postraumático y los trastornos adaptativos, así como
Sabe decir el día del mes cuando se le pregunta todos los tipos de personalidad y trastornos de ésta. Los
Dice la hora por fracciones de cinco minutos
mismos criterios DSM-IV para definir estos trastornos pue-
Orientación derecha-izquierda den aplicarse sin modificación alguna para la población
Identifica el lado derecho e izquierdo de los demás con retraso mental, y se han aplicado formalmente algunas
escalas de puntuación psiquiátrica (Aman, 1991). Sin em-
Habilidades en el restaurante bargo, algunos clínicos se manifiestan menos inclinados a
Pide una comida completa en el restaurante
diagnosticar o evaluar la comorbilidad psiquiátrica en indi-
Habilidades en el trabajo viduos con retraso mental. Además, las personas mental-
Llega puntualmente al trabajo mente retrasadas reciben menos tratamiento de su psico-
Notifica al supervisor si ha de retrasarse antes de llegar al tra- patología acompañante, en parte debido a sus bajas
bajo
Notifica al supervisor cuando se halla de baja por enfermedad
autoexpectativas (derivadas de las actitudes de la familia y
Obedece los límites de tiempo para el descanso y la comida en el de los clínicos), a limitaciones económicas y a dificultades
lugar de trabajo para moverse en organizaciones complejas.
Mantiene la responsabilidad en un trabajo a tiempo completo Puede resultar difícil distinguir entre los elementos pri-
marios del retraso mental y sus complicaciones. La gente
Adaptado con autorización de Sparrow SS, Balla DA, Cicchetti DV: Vine-
land Adaptive Behavior Scales. Circle Pines, MN, American Guidance Servi- suele esperar que estos individuos sean torpes y anodinos.
ce, 1984. Es evidente que la depresión puede ser un trastorno con-
comitante o una complicación; por ejemplo, puede ocu-
rrir en respuesta a cargas extras, baja autoestima y estig-
sobre todo en el funcionamiento cognitivo e intelectual. mas. Muchas características manifiestas del retraso mental
En este proceso, ciertas características clínicas dependen no son esenciales del síndrome, pueden «desaparecer» en
del grado de funcionamiento intelectual (tabla 23-19). Ha- el curso de un tratamiento eficaz y son simplemente ha-
bitualmente están afectadas ciertas características neuro- llazgos asociados o complicaciones del desarrollo. Hay que
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 889

TABLA 23-19. Características clínicas del retraso mental

Leve Moderado Grave Profundo

Coeficiente 50-55 a cerca de 70 35-40 a 50-55 20-25 a 35-40 Inferior a 20-25


de inteligencia
Edad de fallecimiento 50-59 50-59 40-49 Cerca de 20
(años)
Porcentaje de la 89 7 3 1
población con
retraso mental
Nivel socioeconómico Bajo Menos bajo Sin sesgo Sin sesgo
Nivel académico logrado 6.o curso 2.o curso En general, por debajo En general, por debajo
en la edad adulta del 1.er curso del 1.er curso
Educación Educable Adiestrable (autocuidado) No adiestrable No adiestrable
Residencia Colectividad Tutelada La mayoría vive en La mayoría vive en
ámbitos muy ámbitos muy
estructurados estructurados y
y supervisados supervisados
Economía Da el cambio; se Da el cambio de Puede usar las Depende de los
desenvuelve en un pequeñas cantidades; máquinas con monedas; demás para
empleo; administra habitualmente maneja puede llevar los billetes el manejo del
el dinero con bien el cambio al propietario de dinero
esfuerzo o ayuda la tienda

distinguir entre estas características y los verdaderos diag- des cognitivas pueden valorarse en el procesamiento para-
nósticos comórbidos, aunque ambos pueden requerir tra- lelo de la producción del habla, así como en la comunica-
tamiento. ción del pensamiento, en el proceso de escucha y en la
Algunos hallazgos clínicos son características cognitivas comprensión del contexto de la situación, de las señales
y neurobiológicas primarias del retraso mental. Desde el sociales y de las señales emocionales. Los cambios en situa-
punto de vista cognitivo puede haber concreción, egocen- ciones diarias pueden forzar la capacidad cognitiva y la de
trismo, distraibilidad y dificultad para mantener la aten- afrontarlas, lo que ocasionalmente conduce a frustracio-
ción. La hiperreactividad sensorial puede ocasionar con- nes. La resistencia a las novedades y a los cambios ambien-
ductas «desbordantes», evitación de estímulos y necesidad tales puede contemplarse como un hallazgo asociado o
de procesar estímulos a niveles bajos de intensidad. como una consecuencia del retraso mental sobre el desa-
Entre las características emocionales puede haber difi- rrollo.
cultad para expresar sentimientos y percibir afecto en sí El estilo defensivo puede consistir en rigidez o retrai-
mismo y en los demás. El desarrollo lento de la diferencia- miento. Las reacciones primitivas a la frustración y a la
ción entre el Yo y los demás puede ser clínicamente evi- tensión pueden incluir no sólo respuestas agresivas, sino
dente en el manejo del afecto. La expresividad afectiva también autolesivas, autoestimulantes o las conductas pro-
puede modificarse por discapacidades físicas (hiperto- pias habituales. La conducta autolesiva se observa común-
nía, hipotonía). Puede haber dificultades cognitivas para mente en esta población, aunque los déficit visuales y au-
«leer» las expresiones faciales. Por el retraso en el desarro- ditivos pueden inducirla o agravarla (Davidson y cols.,
llo del habla y del lenguaje, la dificultad de comunicación 1996; Wieseler y cols., 1995).
puede inhibir la expresión del afecto negativo, lo cual La rehabilitación puede verse imposibilitada por la difi-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

conduce a situaciones de manifiesta hiperreactividad afec- cultad del individuo para reconocer las dimensiones histó-
tiva, con ira impulsiva, baja tolerancia a la frustración y ricas e interpersonales de sus problemas conductuales y
agitación reactiva. En casos extremos, la falta de control afectivos, así como por las limitaciones en memoria, pro-
de los impulsos puede llevar a actos violentos y destructi- cesamiento cognitivo, pensamiento abstracto, sentido del
vos. Estas manifestaciones conductuales pueden presentar tiempo y sentido de perspectiva.
tan sólo ligeras mejorías con el paso del tiempo, sobre A menudo se tratan escasamente los problemas mé-
todo en pacientes con retraso mental grave o profundo dicos (incluidos los trastornos neurológicos o metabóli-
(Reid y Ballinger, 1995), y justificar el tratamiento crónico cos, discapacidades físicas y déficit sensoriales asociados).
con un agente bloqueante β-adrenérgico (como el nado- Cuando hay déficit motores deben investigarse sus caracte-
lol) o con un agonista α2 (como la clonidina). rísticas específicas y orientar el tratamiento. Sin embargo,
Las complejidades ordinarias de las interacciones hu- la prestación de una asistencia médica suficiente puede re-
manas en la vida diaria pueden poner a prueba los límites querir unas habilidades organizativas y sociales que supe-
cognitivos de un individuo (Sigman, 1985). Las capacida- ran la comprensión de las personas con retraso mental.
890 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Se están considerando cada vez más las generalizacio- adulta hacia el 1%. Los elevados porcentajes durante los
nes sobre el retraso mental, a medida que las investigacio- años escolares suelen atribuirse a las demandas adaptativas
nes recientes permiten conocer y diferenciar los síndro- e intelectuales en la escuela (especialmente con respecto a
mes específicos. En contraste con la antigua noción de exigencias sociales y de pensamiento abstracto) y al alto
que el retraso mental era una forma inespecífica de desa- grado de supervisión escolar (mayor reconocimiento de
rrollo lento, los nuevos datos fenomenológicos indican las dificultades del niño). El declive durante la vida adulta
que estos síndromes comparten muchos aspectos comu- suele atribuirse a la mejoría en las habilidades sociales y
nes, pero no son iguales. Así, las personas con trisomía 21 económicas, a la menor supervisión en el trabajo y, posible-
(síndrome de Down) y las que padecen el síndrome del mente (en algunos casos), al retraso en el desarrollo inte-
cromosoma X frágil tienden a presentar características lectual. Es típico que la edad del diagnóstico sea más tem-
muy diferentes en cuanto a lenguaje, cognición, conducta prana en los casos más graves de retraso mental.
social y habilidades adaptativas (Bregman y Hodapp, 1991; El nivel socioeconómico es un factor de gran importan-
Lachiewicz y cols., 1994), así como diferente comorbilidad cia. Los retrasos mentales graves y profundos se distribu-
psiquiátrica (Bregman, 1991). Tales hallazgos sugieren yen uniformemente en todos los estratos socioeconómi-
que los individuos con retraso mental de diferentes etiolo- cos, pero el retraso mental leve es más común en los
gías, no simplemente de distinta gravedad, presentan per- niveles socioeconómicos inferiores (fig. 23-10).
files diversos en sus puntos fuertes y débiles, lo que cabe En la clase socioeconómica más baja hay una prevalen-
esperar que influya en su desarrollo. cia del 10-30% de retraso mental en la población norte-
americana en edad escolar. Esta clase con «carencias múlti-
ples» está formada por habitantes de los barrios pobres en
EPIDEMIOLOGÍA las ciudades y de áreas rurales pobres, trabajadores inmi-
grantes y grupos económicamente deprimidos. Este hecho
Las cifras de prevalencia en Estados Unidos son de subraya el papel etiológico de las interacciones genéticas y
1-3%, lo que depende sobre todo de la definición de fun- ambientales en el retraso mental, especialmente en aque-
cionamiento adaptativo. Aproximadamente el 90% de los llos casos donde no se aprecia una causa evidente (Thapar
casos son retrasos leves (CI 55-70). Predomina el sexo y cols., 1994).
masculino en todos los niveles de retraso mental (global- En los países en vías de desarrollo, la calidad de la nutri-
mente, alrededor de 1,5:1-6:1), aunque puede haber pre- ción, la higiene, las condiciones de salubridad, la asistencia
dominio del sexo femenino en el retraso mental grave prenatal y la vacunación en masa son factores que influyen
(Katusic y cols., 1996). sobre la incidencia del retraso mental, aunque la prevalen-
La asignación de este diagnóstico es rara antes de los cia disminuye debido a la mortalidad infantil. En los países
5 años de edad, aumenta bruscamente en los primeros tecnológicamente avanzados, los apoyos sanitarios y socia-
años escolares, alcanza su máximo hacia el final del perío- les favorecen la supervivencia y la longevidad, aunque no
do escolar (sobre los 15 años) y disminuye durante la edad está tan clara su influencia sobre la calidad de vida.

26 – CI ≥ 60

24 –
22 –

20 –

18 –
(casos por 1.000)

16 –
Prevalencia

14 –
12 –

10 –

8–
6–
CI = 50–59
4–
CI ≥ 50
2–

Profesional Comercio Trabajo manual Trabajador Trabajador


no manual de artesanía especializado semiespecializado no especializado

FIGURA 23-10. Prevalencia del retraso mental en niños pertenecientes a diversas clases socioeconómicas. Las formas más graves de retra-
so mental presentan una distribución uniforme a través de los distintos niveles socioeconómicos, pero el retraso mental leve es más preva-
lente en los grupos socioeconómicos inferiores. La clase social viene definida por el trabajo del padre. (Adaptado de Birch y cols., 1970.)
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 891

ETIOLOGÍA TABLA 23-20. Etiologías psicosociales y determinantes de re-


traso mental
La etiología depende en parte del nivel de retraso men-
Pobreza
tal. El retraso leve suele ser idiopático y familiar, pero el Alojamiento inadecuado
retraso grave y el profundo son típicamente genéticos o Escasa higiene
debidos a lesiones cerebrales. Malnutrición
La forma más común es el retraso mental idiopático, Enfermedades e infecciones
Tratamiento médico inadecuado
que se asocia con carencias socioculturales o psicosociales Asistencia médica preventiva insuficiente (prenatal, posnatal)
y se observa típicamente en la descendencia de padres re- Carencia sociocultural
trasados («familiar»). El grado de retraso en esta forma es
generalmente leve, a veces moderado. Se supone que los Factores parentales
déficit intelectuales y adaptativos están determinados por CI (puede alterar el uso de los recursos personales, las ayudas y
organizaciones)
un mecanismo poligénico, aunque actualmente se hace Edad (p. ej., embarazo no deseado en adolescentes)
hincapié en la intervención de factores sociales. Estos in- Educación (referente a las habilidades de los padres)
dividuos viven en situaciones socioeconómicas deprimi- Datos de ingresos y empleos
das y su funcionalismo está influido por la pobreza, las Trastornos psiquiátricos
Actitud de búsqueda de ayuda (p. ej., solicitar asistencia médica)
enfermedades, los déficit en la asistencia sanitaria y la es- Cuidado de los niños
casa búsqueda de ayuda. El tamaño de la familia puede Supervisión y cuidados (puede conducir a riesgo de accidentes
superar la capacidad de los padres para prestar atención y e ingestión de tóxicos)
estimulación positiva a los niños, lo que provoca impor- Fijación de límites y disciplina (calidad, previsibilidad)
tantes efectos sobre diversos aspectos del desarrollo. Las Estimulación psicosocial
Abuso y negligencia con respecto a los niños
carencias sociales contribuyen en gran medida a la etiolo-
gía en algunos tipos de retraso mental leve (tabla 23-20). Variables familiares
Sin embargo, la mayor prevalencia de diversas anomalías Tamaño de la familia (puede superar los recursos parentales)
genéticas, físicas y neurológicas en las personas con re- Organización de la familia
Planificación de las futuras necesidades y oportunidades
traso mental leve indican la posibilidad de que los ele-
mentos sociales no sean factores etiológicos predomi- Dimensiones intrapsíquicas
nantes. Autoestima
Tanto los factores hereditarios (presumiblemente poli- Asertividad
génicos) como los mecanismos ambientales pueden con- Dominio de los problemas y afrontamiento de los fracasos
Exploración y búsqueda de novedades
tribuir a la transmisión familiar del retraso mental a través Trastorno psiquiátrico concomitante
de las generaciones. Este tipo común de retraso mental se
asocia a una elevada prevalencia de trastornos de la con- Colectividad
ducta, de la atención y del lenguaje. Alojamiento
Asistencia médica
Los tipos moderado y grave de retraso mental es menos Seguridad en la vecindad
probable que sean idiopáticos. Pueden identificarse etiolo- Organismos especializados para el retraso mental
gías biomédicas específicas en el 25% de todos los casos Recursos económicos
de retraso mental, y en el 60-80% de los retrasos mentales Actitudes políticas
graves o profundos. Los casos moderados y graves suelen Estabilidad económica de la nación
Defensa en nombre de los individuos con retraso mental
diagnosticarse en el lactante o al principio de la niñez, y
en el 90% hay causas prenatales. Entre los principales me-
canismos se hallan los trastornos genéticos y del neuro-
desarrollo (tabla 23-21). Cuando hay causas biológicas raciones en prácticamente cualquier sector del funciona-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

identificables, son más graves las discapacidades, las limita- miento bioquímico o fisiológico del cerebro.
ciones físicas y el grado de dependencia. Las lesiones del neurodesarrollo pueden producirse
En los casos de retraso mental idiopático, hay evidencia por diversos mecanismos. Las noxas físicas que lesionan tí-
sustancial de que existe una base biológica de las anoma- picamente el cerebro son catastróficas en las primeras eta-
lías cerebrales. El aumento de tamaño de los ventrículos, pas del desarrollo. Debido a que el embrión carece de res-
similar a los hallazgos observados en la esquizofrenia, se puestas inmunológicas demostrables al comienzo de la
ha constatado en el 75% de los niños con retraso mental gestación, las infecciones maternas (p. ej., SIDA o toxo-
de causa desconocida (Prassopoulos y cols., 1996). Los lac- plasmosis congénita) pueden producir lesiones importan-
tantes con retraso mental presentan un engrosamiento tes. Si se contrae la rubéola durante el primer mes del
anormal del cuerpo calloso durante el desarrollo en el pri- embarazo existe un 50% de probabilidades de que se
mer año de vida (Fujii y cols., 1994). produzcan anomalías fetales. La exposición intrauterina
Existen más de 200 síndromes biológicos reconocidos a toxinas (p. ej., el plomo), medicamentos o radiaciones
con retraso mental (Grossman, 1983), que conllevan alte- puede provocar retraso del crecimiento intrauterino y
892 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TABLA 23-21. Mecanismos biológicos seleccionados que cau- mas neuropsiquiátricos (Nelson, 1991). Los cambios hipóxi-
san retraso mental y trastornos generalizados del desarrollo cos dan lugar típicamente a retrasos madurativos que no
se diagnostican ya hacia los 7 años, excepto quizá en el re-
Hereditarios
Defectos por intervención de un gen único; dominantes (p. ej., traso mental grave o profundo. La prematuridad (o el bajo
esclerosis tuberosa) peso al nacimiento) no es típicamente un factor causal,
Errores metabólicos congénitos; recesivos (p. ej., fenilcetonuria) pero puede serlo en los casos extremos (menos de 28 sema-
Trastornos cromosómicos (p. ej., síndrome del cromosoma X frá- nas de gestación o peso al nacimiento inferior a 1.500 g).
gil)
Herencia poligénica (postulada para el retraso familiar asociado
Las formas graves de lesiones del neurodesarrollo pue-
con carencia sociocultural o psicosocial) den ocurrir posnatalmente. Los factores ambientales son
particularmente importantes en los países subdesarrolla-
Prenatales dos, en donde la asistencia médica puede ser deficitaria.
Alteraciones tempranas (embrionarias) del desarrollo Las infecciones y las enfermedades neurológicas, incluidas
Defectos relacionados con los genes, pero no hereditarios
(p. ej., trisomía 21/síndrome de Down) las convulsiones, pueden ser factores contributivos. Los
Infecciones maternas (p. ej., enfermedades de transmisión se- traumatismos neurológicos pueden provenir de caídas, ac-
xual, rubéola, toxoplasmosis, citomegalovirus) cidentes, lesiones deportivas, fiebre muy alta, abuso infan-
Exposiciones tóxicas (p. ej., alcohol, crack o cocaína, plomo) til y malnutrición grave.
Exposiciones médicas (p. ej., anticonvulsivos, warfarina, radia-
ciones)
Pueden identificarse factores cromosómicos en el 10%
Alteraciones tardías (fetales) del desarrollo de los individuos institucionalizados con retraso mental.
Malformaciones cerebrales Aparte de la herencia poligénica, los principales mecanis-
Grados extremos de prematuridad o bajo peso al nacimiento mos cromosómicos son los defectos debidos a un gen úni-
Peso bajo para la edad gestacional co de herencia dominante, los errores metabólicos congé-
Malnutrición extrema
Anomalías neurológicas (a consecuencia de traumatismos o nitos de herencia recesiva, los trastornos cromosómicos
enfermedades) recesivos y las alteraciones genéticas tempranas (embrio-
Convulsiones intrauterinas (cuestionable) narias) del desarrollo.
Trastornos gestacionales La trisomía 21 (síndrome de Down) es la forma más co-
Enfermedades maternas (p. ej., toxemia, diabetes, hipogluce-
mia)
mún y mejor descrita de retraso mental. Los pacientes con
trisomía 21 presentan alteraciones neuroquímicas, entre
Perinatales ellas pérdida importante de neuronas productoras de acetil-
Isoinmunización Rh o ABO colina (núcleos basales) y de somatostatina (corteza cere-
Traumatismo cerebral obstétrico bral), así como pérdida de vías de la serotonina y la nor-
Asfixia intraparto (cuestionable)
Distrés respiratorio (cuestionable) adrenalina. Estos pacientes presentan también cambios
neuropatológicos progresivos similares a los que se obser-
Procesos neurológicos posnatales (adquiridos) van en la enfermedad de Alzheimer, entre ellos la existen-
Infecciones cerebrales (p. ej., encefalitis, meningitis) cia de ovillos neurofibrilares y placas neuríticas, que se ob-
Traumatismos craneales (a consecuencia de malos tratos o negli-
gencia; accidentes por caídas, lesiones deportivas, accidentes
servan en el 100% de los individuos con síndrome de Down
de automóvil) que superan los 30 años de edad (fig. 23-11). El cromosoma
Lesiones o enfermedades neurológicas 21 contiene el gen para la sustancia β-amiloide, una proteí-
Trastornos metabólicos o endocrinos (p. ej., hipotiroidismo) na cerebral que se acumula en las placas neuríticas de los
Exposiciones tóxicas (p. ej., plomo, radiaciones) pacientes con síndrome de Down o enfermedad de Alzhei-
Malnutrición extrema
mer. La efectividad de los inhibidores de la colinesterasa
que actúan centralmente, como la tacrina y el donepecilo,
en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, suscita la
otros efectos tóxicos sobre el desarrollo cerebral (Hersko- cuestión de si estas anticolinesterasas podrían ser eficaces
witz, 1987). De modo similar, las exposiciones intrauteri- también para tratar el síndrome de Down, al menos duran-
nas a nicotina, alcohol o cocaína son causas evitables de te sus últimos estadios. Sin embargo, la prevalencia de de-
retraso mental (Drews y cols., 1996). Las convulsiones in- mencia en adultos con trisomía 21 está muy por debajo
trauterinas pueden ser una causa prenatal de lesión cere- de la prevalencia de los cambios anatómicos (Zigman y
bral y alteración de su desarrollo (Volpe, 1987). Ciertos ti- cols., 1996), lo cual sugiere la intervención de otros meca-
pos de enfermedades maternas (toxemia o diabetes) nismos en la demencia del síndrome de Down. Por ejem-
pueden ser asimismo peligrosas para el desarrollo del sis- plo, el metabolismo cerebral de la glucosa disminuye con la
tema nervioso in utero. edad (Bregman y Hodapp, 1991), lo cual concuerda con
Al nacimiento, el traumatismo obstétrico y la isoinmuni- la amplia variedad de síntomas neurológicos.
zación Rh pueden causar lesiones cerebrales. La asfixia in- El síndrome del cromosoma X frágil es la segunda cau-
traparto no constituye probablemente una causa significati- sa genética más común de retraso mental moderado o gra-
va de retraso mental; recientemente se ha rebajado el papel ve y afecta aproximadamente a 1:1.000 varones (Bregman
atribuido a la hipoxia perinatal en la etiología de los proble- y cols., 1987). Cerca del 80% de los varones afectos tienen
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 893

100 –

90 –
80 –

(porcentaje de pacientes
con síndrome de Down)
70 –

Prevalencia
60 –
50 –

40 –
30 –
20 –
10 –

< 10 11-20 21-30 31-40 41-50 51-60 61-70 71-80


Edad (años)

FIGURA 23-11. Desarrollo de la neuropatología de Alzheimer en los pacientes con síndrome de Down. En las autopsias todos los indi-
viduos con síndrome de Down que sobreviven más de 30 años se observan los cambios neuropatológicos propios de la enfermedad de
Alzheimer. En el 100% de estos individuos se aprecian ovillos neurofibrilares y placas seniles. (Datos de Wisniewski KE, Wisniewski HM,
Wen GY: «Occurrence of Neuropathological Changes and Dementia of Alzheimer’s Disease in Down’s Syndrome». Annals of Neurology
17:278-282, 1985.)

retraso mental moderado o grave, lo que es responsable aprendizaje o retraso mental leve (las mujeres quedan par-
del 40% del predominio que se observa en el sexo mascu- cialmente protegidas por tener dos cromosomas X).
lino en estos tipos de retraso mental. El 25% de los varo- La anomalía genética propuesta comprende una se-
nes afectos tienen testículos de mayor tamaño antes de la cuencia de nucleótidos (CGG, citosina-guanina-guanina)
pubertad, y en el 85% después de ésta. La macroorquidia que se repite de manera redundante en grado variable y
es un signo inusual en medicina, por lo que su elevada fre- adquiere gran longitud en los pacientes con síndrome del
cuencia en este síndrome la hace útil para su detección. cromosoma X frágil (Verkerk y cols., 1991). Cuando se in-
La mayoría de los varones afectos tiene un rostro dismórfi- cuban las células de estos pacientes en un medio con bajas
co alargado (mandíbula, frente y orejas grandes), períme- concentraciones de folato y timidina, se observa un mayor
tro cefálico grande, prolapso de la válvula mitral (80%), número de «sitios frágiles» en q27.3, al final del brazo lar-
hiperlaxitud articular y paladar ojival. Existen anomalías go del cromosoma X, correspondientes a la localización de
conductuales en el 80% de los varones, con hiperactivi- la secuencia anormal de genes. La gravedad clínica se co-
dad, violencia, estereotipias, resistencia a los cambios am- rrelaciona, al parecer, con el grado de expresión citogené-
bientales y conductas automutilantes. Los déficit especí- tica. La administración oral de folato reduce la frecuencia
ficos del lenguaje y del habla consisten en inmadurez de sitios frágiles in vivo y mejora la conducta y la atención;
sintáctica, escasa capacidad de abstracción, déficit del len- sin embargo, estos efectos terapéuticos se observan princi-
guaje expresivo-receptivo y problemas de articulación. Los palmente en los niños preadolescentes; el efecto es míni-
síntomas del lóbulo frontal pueden consistir en lenguaje y mo después de la pubertad (Aman y Kern, 1991). En los va-
conducta perseverantes, déficit de atención y dificultad de rones, las puntuaciones de inteligencia llegan a una meseta
cambio entre las series mentales (Mazzocco y cols., 1992). y luego disminuyen después de los 10-15 años de edad,
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Aproximadamente el 20-40% de los varones con síndrome aunque pueden conservarse las funciones adaptativas (Dy-
del cromosoma X frágil tienen rasgos del trastorno autista, kens y cols., 1989). Los factores genéticos, dietéticos, medi-
pero menos del 10% de los varones autistas sufren el sín- camentosos, el sexo y la edad interaccionan para modificar
drome del cromosoma X frágil. Cerca de una tercera par- la penetrancia del síndrome del cromosoma X frágil.
te de los varones con este síndrome presentan anomalías A medida que se estudian más intensamente el retraso
neuroendocrinas: aumento del nivel basal de hormona lu- mental en general y los trastornos específicos, aumenta la
teinizante (LH) y de hormona foliculoestimulante (FSH), manifestación de un cuadro muy complejo de procesos
disminución de la testosterona y amortiguamiento de los genéticos y del neurodesarrollo, así como del desarrollo
niveles de hormona tiroestimulante (TSH) después de la social, que contribuyen a las diferentes presentaciones.
perfusión de hormona liberadora de tirotropina (TRH). Para los diversos síndromes de retraso mental se están
En las mujeres se observan porcentajes elevados de ferti- identificando mecanismos genéticos específicos, rasgos
lidad y embarazos gemelares. El estado de «portadora» cognitivos, capacidades del lenguaje y puntos adaptativos
puede ser asintomático o asociarse con trastornos del fuertes y débiles (Bregman y Hodapp, 1991).
894 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

CURSO Y PRONÓSTICO
Aunque los factores biológicos de cada síndrome con
retraso mental pueden determinar en cada individuo
ciertos aspectos del desarrollo, el curso y la evolución del

• H
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iva
retraso mental dependen en gran parte de factores socia-

og
tat

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les, económicos, medicosanitarios, educativos y evoluti-

Am
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de

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vos. Tanto si el trastorno es una forma familiar leve como

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Ap
si es consecuencia de un error metabólico congénito gra-

ajo
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s
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ve, el curso del retraso mental viene influido por interac-

ab

cu
ciones con las oportunidades y las barreras ambientales.

• H

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Las características de los padres pueden suponer ven-

• C
ia
tajas compensadoras o lastres sobreañadidos. Las carac-

nc

ole
lige
terísticas microambientales actúan como factores activos

cti
nte

vid
y pueden ejercer una influencia sobre la evolución psi-

• I

ad
quiátrica al llegar a la edad adulta más poderosa que
los propios factores causales, excepto en casos extremos.
El curso y el pronóstico del retraso mental son mucho
Funcionamiento general
menos predecibles de lo que originalmente se creía
(fig. 23-12).
La evaluación del neurodesarrollo durante el primer
año permite predecir la evolución intelectual y el estado Apoyos
neurológico en las fases finales de la niñez en cerca del
90% de los niños prematuros (Largo y cols., 1990). Los
prematuros con hemorragia intracraneal (demostrada por FIGURA 23-12. Oportunidades para el crecimiento y el cambio
en el retraso mental. En la estructura general de la definición ac-
ecografía) son especialmente propensos a sufrir más ade- tual de retraso mental se subraya el equilibrio entre los puntos
lante alteraciones en su capacidad cognitiva y motora, es- fuertes y débiles en múltiples dominios. Se destaca el potencial
pecialmente si hay signos persistentes de anomalías peri- para el cambio basado en el desarrollo de las habilidades adap-
ventriculares (Williams y cols., 1987). tativas, en la modificación de los ambientes y en el desplaza-
miento de los apoyos hacia el funcionamiento general. Las capa-
Los datos actuales sobre el curso del retraso mental re-
cidades innatas de un individuo y las habilidades que puede
flejan los diversos grados de intensidad de la rehabilita- aprender interaccionan con diferentes tipos de oportunidades
ción. Cabe esperar que el pronóstico del retraso mental ecológicas. El apoyo externo, que puede provenir de diversas
mejore cuando las intervenciones terapéuticas sean más fuentes, puede influir también sobre el funcionamiento general.
asequibles en la colectividad y mejore la conducta adapta- Los progresos en el funcionamiento pueden promover la capaci-
dad del individuo para buscar y utilizar los apoyos externos, que
tiva a lo largo de la vida. pueden ser de tipo social, económico, educativo, cultural o asis-
En el momento actual, cerca de dos terceras partes de tencial. (Reproducido con autorización de la American Associa-
los individuos con retraso mental quedan libres de este tion on Mental Retardation: Mental Retardation: Definition,
diagnóstico al llegar a la edad adulta, cuando aumentan Classification, and Systems of Supports, 9.a ed. Washington, D.C.,
American Association on Mental Retardation, 1992. Copyright
sus habilidades adaptativas (Grossman, 1983). El nivel glo-
1992, American Association on Mental Retardation.)
bal de funcionalismo adaptativo cambia típicamente en el
curso de meses o años, en respuesta a las modificaciones
que se producen en los apoyos económicos y sociales, pla- gros supone un freno para la autoestima, las esperanzas y
nes relativos al género de vida, oportunidades laborales y la evolución.
apoyo de los padres. Las complicaciones psicológicas más comunes son las si-
En todos los grados de retraso mental, así como en los guientes: experiencias frecuentes de fracaso; baja auto-
casos con etiologías idiopática o conocida, el curso del de- estima; frustración en las necesidades de dependencia y
sarrollo es lento, pero no «desviado». Se observa la se- deseos de amor; altibajos en el apoyo prestado por los pa-
cuencia normal de los estadios del desarrollo cognitivo. La dres; deseos regresivos hacia la institucionalización; anti-
velocidad del cambio evolutivo es lenta y parece haber un cipación del fracaso (lo que conduce a evitar resolver los
«techo» en los logros finales. Además, las «complicacio- problemas y enfrentarse a ellos, menor curiosidad y explo-
nes» secundarias emocionales y sociales pueden influir en ración, menor búsqueda de la maestría y orgullo); rigidez
la presentación clínica y la evolución. defensiva y excesivas precauciones (p. ej., resistencia a co-
Expectativas demasiado bajas o demasiado elevadas por nocer lugares y personas nuevos, incluidos los profesiona-
parte de la familia, del equipo terapéutico o del paciente les que van a ayudarle). Otras complicaciones psicosociales
constituyen un obstáculo significativo a la mejoría terapéu- sobreañadidas son la perturbación de interacciones y co-
tica. La habitual resignación a una baja expectativa de lo- municaciones, una asertividad socialmente inapropiada y
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 895

vulnerabilidad ante la explotación. Las complicaciones de plomo en sangre y detección de mucopolisacáridos.


económicas (pobreza) suponen también complicaciones Hay que practicar un estudio radiológico de los huesos lar-
médicas, como inadecuación de la solicitud de asistencia gos y las muñecas. Debe llevarse a cabo un examen neuro-
(retraso en el tratamiento, uso excesivo de los servicios de lógico, incluidos EEG y TC, para descubrir posibles causas
urgencia), rareza de los tratamientos preventivos (asisten- tratables de retraso mental, trastornos convulsivos y posi-
cia prenatal y del niño sano, controles periódicos), acci- blemente sordera y ceguera. Deben investigarse el tamaño
dentes y traumatismos, desnutrición, exposición al plomo, y la simetría de la cabeza y la cara, la forma de la cabeza
malos tratos infantiles, y parto prematuro y embarazo en la (incluido el patrón del cabello), la posición de los ojos y
adolescencia. Las complicaciones del retraso mental son los oídos y las asimetrías de la función motora y sensorial.
numerosas. La falta de agresividad, de integración o de Hay que indagar antecedentes maternos de abortos, expo-
continuidad en la asistencia puede deteriorar el tratamien- siciones tóxicas, infecciones y tamaño y actividad fetales.
to médico básico. La institucionalización puede promover Habitualmente se requiere la práctica de pruebas psicoló-
la pasividad y la excesiva docilidad. El desconocimiento y gicas, incluida una evaluación neuropsicológica. Deben
la estigmatización social pueden conducir a la evitación de determinarse las habilidades adaptativas sociales del indi-
potenciales compañeros sociales y profesionales. viduo (p. ej., con la Escala de Vineland) para descubrir
Las complicaciones familiares pueden incluir senti- puntos débiles y fuertes.
mientos parentales de desengaño, ira, culpabilidad, sobre- Los familiares de los individuos con retraso mental han
protección, infantilización, exceso de intervención o indi- de afrontar numerosos problemas. La carga de los cuida-
ferencia. Los hermanos pueden experimentar fastidio por dos puede poner a prueba los esfuerzos de cualquier fami-
tener que participar en la asistencia, así como por la pérdi- lia (Cooper, 1981), y en especial de los padres (fig. 23-13).
da de la atención de los padres, mayores expectativas de Dada la necesidad de intervención intensiva para minimi-
compensación por parte de éstos y temores reales con res- zar las complicaciones del desarrollo, esta carga puede
pecto a los riesgos genéticos de sus propios hijos. Sin em- continuar durante muchos años. Al valorar las característi-
bargo, es interesante conocer que en muchos casos el he- cas de la familia (mediante entrevistas y visitas a domici-
cho de tener un hijo con retraso mental ejerce una influen- lio) para promover el desarrollo del paciente, hay que in-
cia positiva sobre los padres (Taanila y cols., 1996). vestigar el nivel de estimulación, el apoyo emocional, la
Una parte importante de la asistencia de los individuos búsqueda de ayuda, la toma de decisiones, la orientación
con retraso mental consiste en la prevención y el trata- futura y la planificación económica para el individuo con
miento de las numerosas complicaciones médicas, psicoló- retraso mental.
gicas y familiares. Otro componente importante es la mo-
nitorización del ritmo global de progreso: la falta de
mejoría en el desarrollo suscita la posibilidad de que exis- TRATAMIENTO
tan diagnósticos psiquiátricos concomitantes.
El tratamiento de las numerosas minusvalías y compli-
caciones que se asocian al retraso mental es típicamente
EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL multimodal, con orientación evolutiva (Sigman, 1985; Szy-

Nunca se insistirá lo bastante en que todos los trastor-


nos psiquiátricos pueden ocurrir concomitantemente con
el retraso mental y que en éste puede darse cualquier tipo Vigilancia durante
las vacaciones escolares
de trastorno de la personalidad. Aproximadamente la ter-
cera parte o la mitad de estos pacientes sufren trastorno Vigilancia en fines de semana
por déficit de atención con hiperactividad. Los individuos
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Levantar al niño
con retraso mental pueden sufrir también trastornos del
Vestir al niño
estado de ánimo de tipo unipolar y bipolar, trastornos de
ansiedad, reacciones psicóticas, trastorno autista y trastor- Limpieza/higiene
nos del aprendizaje (Menolascino y cols., 1986). Comprar
La tristeza, la falta de entusiasmo, la ansiedad excesiva y
ciertas asociaciones del «proceso primario» no son rasgos 0 10 20 30 40 50 60 70
primarios del retraso mental; estos síntomas deben valo-
Porcentaje de madres
rarse como complicaciones o signos de trastornos conco-
mitantes.
La evaluación médica debe comprender la exploración FIGURA 23-13. Cargas implicadas en el cuidado de niños con
retraso mental descritas por sus madres. La asistencia de un niño
física (en busca de alteraciones físicas) y pruebas de labo- con estas condiciones obliga a responsabilidades de tipo práctico
ratorio: análisis cromosómico, estudio de aminoácidos y e impone tensiones emocionales en la familia. (Adaptado de
ácidos orgánicos, función tiroidea, prueba de detección Birch y cols., 1970.)
896 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

manski, 1987; Szymanski y Tanguay, 1980). Los programas agitación, psicoestimulantes para la hiperactividad, antide-
de rehabilitación a largo plazo incluyen numerosos espe- presivos tricíclicos para los trastornos del estado de ánimo,
cialistas y organizaciones que han de trabajar conjunta- inhibidores de la recaptación de serotonina para los sínto-
mente, más allá de sus límites y durante prolongados pe- mas relacionados con el estado de ánimo y la perseveran-
ríodos de tiempo. cia, anticonvulsivos para las convulsiones, estabilizadores
El componente psiquiátrico específico incluye coordi- del estado de ánimo para los trastornos psiquiátricos co-
nar la evaluación diagnóstica primaria de los procesos mé- mórbidos y naltrexona para las conductas autolesivas.
dicos y psiquiátricos, orientar a los padres (tratamiento
conductual, planificación educativa y ambiental, monitori-
zación a largo plazo y apoyo) y aplicar las terapias psiquiá- COMENTARIO CLÍNICO
tricas habituales en los trastornos psiquiátricos específicos
concomitantes (Szymanski y Tanguay, 1980). El desarrollo de recursos terapéuticos para los indivi-
Aunque cabe en lo posible que los tratamientos basados duos mentalmente retrasados requiere la colaboración de
en el pensamiento abstracto no sean útiles, las intervencio- profesionales en los terrenos de la medicina, la psicología,
nes psicoterapéuticas orientadas evolutivamente pueden la docencia, la ley y las cuestiones éticas, así como repre-
ser eficaces en el tratamiento de las crisis o para lograr ob- sentantes de organizaciones privadas y gubernamentales.
jetivos psicosociales a largo plazo. En algunos pacientes Los temas éticos relacionados con el tratamiento de los
adolescentes o adultos con retraso mental leve se puede pacientes con retraso mental pueden inhibir a algunos
emplear la psicoterapia verbal para promover la diferen- médicos y a otros profesionales e impedirles adoptar una
ciación entre el Yo y los demás, la autoestima, la forma- actitud terapéutica enérgica. Las tremendas necesidades
ción de la identidad, el desarrollo interpersonal, el control de dependencia y el hecho de que el tratamiento dure
emocional y conductual, la administración del poder y las toda la vida pueden favorecer el alejamiento de los mé-
expresiones de amor y sexualidad. Las modificaciones téc- dicos.
nicas incluyen el uso de verbalizaciones más breves y cla- Por lo que respecta a la escuela, la evaluación de la evo-
ras, el enfoque sobre los sucesos y sentimientos actuales, el lución psicológica y académica no ha resuelto la contro-
reforzamiento de las diferenciaciones entre realidad y fan- versia ininterrumpida sobre las ventajas relativas de colo-
tasía, el manejo de proyecciones, enseñanzas sobre la na- car al niño en un ambiente normal, frente a las de situarlo
turaleza de la vida emocional y el libre uso de reforza- en una enseñanza especial, debate en el que intervienen
miento positivo. Las sesiones breves y frecuentes pueden temas de interés público y político.
ser más útiles que las de tipo estándar. En los niños puede En los países subdesarrollados es esencial mejorar la
emplearse la ludoterapia. La modificación de conducta nutrición, la higiene, las condiciones sanitarias y la asisten-
puede ser útil para tratar síntomas de agresividad, desafío, cia prenatal, así como efectuar vacunaciones en masa, a
hiperactividad, comportamiento disocial, autolesiones, es- fin de prevenir y tratar el retraso mental. En Estados Uni-
tereotipias y pica; en algunos casos se puede entrenar al dos, las grandes variaciones en la distribución regional de
niño en el control de los esfínteres, así como en las habili- los programas de tratamiento del retraso mental y las ele-
dades de vestirse, asearse y comer solo. El entrenamiento vadas necesidades existentes en los centros urbanos depri-
educativo y evolutivo para favorecer las habilidades de ha- midos y en algunas zonas rurales limitan la efectividad de
bla y lenguaje, motoras, cognitivas, ocupacionales, socia- los servicios y la planificación gubernamentales.
les, recreativas, sexuales y adaptativas habitualmente es Los avances logrados en medicina permiten la supervi-
llevado a cabo por profesionales especializados. Puede en- vencia de niños muy prematuros y de bajo peso, cuyos dé-
señarse al sujeto a iniciar simplificaciones de las tareas, so- ficit neurológicos e intelectuales persistentes son una nue-
licitar aclaraciones relacionadas con la comunicación y lo- va fuente de retraso mental. Aumenta también el número
grar mejoras en el ambiente. La orientación y formación de causas conocidas de retraso mental y la efectividad de
de los padres, así como el apoyo familiar, son los habitua- los tratamientos intensivos. En el terreno de la investiga-
les. Es necesario prestar especial atención a afrontar los ción, el retraso mental ofrece la oportunidad de indagar
conflictos relacionados con el nivel de vida y con las ex- las mutuas relaciones entre el funcionamiento intelectual
pectativas conductuales del hogar y del medio terapéutico. y emocional en el desarrollo humano. La revolución habi-
La farmacoterapia puede ser útil para el tratamiento de da en medicina molecular y en neurociencia llevará, sin
algunos síntomas relacionados con el retraso mental, así duda, a un conocimiento más profundo de los procesos
como para el control de los trastornos psiquiátricos co- genéticos, morfogenéticos y fisiológicos (incluidas la plas-
mórbidos. Aunque todavía se dispone de pocos estudios ticidad neuronal y la «reorganización» cerebral) que sub-
controlados, se ha visto que ciertos síntomas asociados con yacen a muchas presentaciones del retraso mental o que
el retraso mental responden a los neurolépticos con- las aminoran.
vencionales. Entre los tratamientos no tan acreditados Este antiguo trastorno, descrito en la Tebas clásica, se
se encuentran los siguientes: neurolépticos atípicos, blo- ha contemplado con tolerancia y respeto en muchas cultu-
queantes β-adrenérgicos, clonidina (o guanfacina) para la ras históricas, aunque el concepto cristiano de «débil men-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 897

tal» estableció una curiosa mezcla de sensibilidades. En el se caracterizan por la existencia de déficit en múltiples
siglo XVIII, John Locke realizó la distinción clave entre el áreas funcionales, que conducen a una alteración su-
retraso mental y los trastornos emocionales. En el siglo mamente difusa y generalizada de los procesos del desa-
XIX, a un período de optimismo rehabilitador siguió otro rrollo. Estos individuos se hallan afectos de numerosas
de desilusión ante los lentos progresos terapéuticos. En el minusvalías y presentan un desarrollo que no es simple-
siglo XX, algunos gobiernos promulgaron leyes que obliga- mente lento o limitado, sino «atípico» o «desviado». En
ban a la esterilización de los individuos mentalmente re- algunos casos pueden surgir áreas desarrolladas anóma-
trasados. A mediados de siglo, la investigación médica ha- las a partir de esta «desviación», pero muchos de estos in-
bía cuestionado la noción clásica de que el proceso era dividuos tienen retraso mental. En los individuos con un
intratable. En 1975, la ley federal estadounidense P.L. 94- trastorno generalizado del desarrollo, la comorbilidad
142 ordenó la puesta en práctica de servicios educativos puede incluir cualquier proceso psiquiátrico: mayor pre-
especiales para todos los niños mentalmente retrasados. valencia del trastorno obsesivo-compulsivo (a menudo
Persisten ciertos anacronismos legales y restricciones de calificado de «perseveración»), trastorno de movimientos
fondos que limitan las oportunidades para conseguir tra- estereotipados, trastorno de tics, trastorno por déficit de
bajos coadyuvantes, una vida digna y el desarrollo perso- atención con hiperactividad y trastornos del estado de
nal. En la era actual, dirigida a la productividad y la efi- ánimo.
ciencia, es obsoleto hablar de este trastorno. Sin embargo, En el DSM-IV se reconocen varios trastornos generali-
dentro de los círculos profesionales se cree que el trata- zados del desarrollo que difieren entre sí en cuanto al
miento intensivo tiene resultados favorables y que la pues- curso de la enfermedad, los síntomas y la gravedad. El
ta en práctica de una política pública humanitaria conlle- trastorno autista se caracteriza por un comienzo precoz
va otorgar fondos para los servicios necesarios. de trastornos de la interacción social, déficit de comuni-
Los profesionales médicos siguen investigando las cau- cación y restricción de actividades e intereses; se observa
sas, los procesos psiquiátricos concomitantes, las complica- cierta tendencia a la mejoría parcial con el tiempo, con
ciones psicológicas y las intervenciones terapéuticas psico- períodos impredecibles de mejoría rápida entre perío-
sociales. La revolución en curso de la medicina molecular dos prolongados con cambios mínimos. El trastorno des-
y de la neurociencia llevará, sin duda, a un conocimiento integrativo infantil comprende síntomas en gran parte si-
más profundo de los procesos genéticos, morfogenéticos y milares, pero aparecen después de 2 años, al menos, de
fisiológicos que subyacen a muchas presentaciones del re- desarrollo aparentemente normal; el niño pierde enton-
traso mental. El afrontamiento de la «crisis posdiagnósti- ces logros tempranos del desarrollo y llega a un nivel
co» en la familia, de la carga psicológica para los herma- estable de funcionamiento semejante al autista. El tras-
nos y de la planificación económica de la familia siguen torno de Rett, una afección progresiva de comienzo tem-
siendo los métodos más inmediatos para mejorar el micro- prano que se observa en el sexo femenino, se asocia con
ambiente del niño mentalmente retrasado. La investiga- retraso mental, retraso generalizado del crecimiento y
ción sobre habilidades adaptativas, académicas y evolutivas múltiples síntomas neurológicos (entre ellos, movimien-
sigue siendo el objetivo de los esfuerzos a largo plazo. Una tos estereotipados de las manos); durante las primeras
contribución especial de los psiquiatras consiste en ayudar fases de la niñez su apariencia es similar a la del trastor-
a los pacientes con «diagnósticos dobles». no autista, pero adquiere progresivamente el aspecto de
Existen numerosos aspectos relacionados con la pre- un trastorno neurodegenerativo o evolutivo. El trastorno
vención: educación pública, eliminación de estigmas, ali- de Asperger es en gran parte similar al trastorno autista
vio de la pobreza, asistencia médica más completa, conse- con «funcionamiento elevado», dada la relativa conser-
jo genético y recomendaciones a los estamentos legales y vación de las habilidades del lenguaje y el intelecto; a
gubernamentales para desarrollar recursos dirigidos al tra- pesar de que persiste cierto escepticismo sobre su vali-
tamiento y a la educación especial. dez como trastorno DSM-IV diferenciado, diversas carac-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Un tratamiento intensivo puede mejorar la calidad de terísticas lo distinguen del autismo y de otros trastornos
vida y la longevidad de las personas mentalmente retrasa- del desarrollo.
das. En el futuro, al menos algunos casos de retraso men- En la intervención precoz y el tratamiento durante mu-
tal podrán prevenirse o tratarse con el avance de la terapia chos años de los trastornos generalizados del desarrollo se
génica. hace hincapié sobre la comunicación y las funciones ocu-
pacionales. El tratamiento puede ser eficaz, aunque sus
beneficios se acumulan lentamente y todavía no han podi-
do demostrarse adecuadamente en estudios controlados.
TRASTORNOS GENERALIZADOS Para el tratamiento general es necesario elaborar un pro-
DEL DESARROLLO grama clínico multimodal a largo plazo orientado evoluti-
vamente. Los tratamientos médicos van dirigidos al alivio
Los trastornos generalizados del desarrollo componen de los síntomas y de los trastornos comórbidos neurológi-
un grupo de procesos neurobiológicamente diversos que cos o psiquiátricos.
898 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TRASTORNO AUTISTA TABLA 23-22. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor-


no autista
Este trastorno generalizado del desarrollo comienza
A. Un total de 6 (o más) ítems de (1), (2) y (3), con por lo menos
tempranamente con incapacidades que se observan prácti- dos de (1), y uno de (2) y de (3):
camente en todos los sectores psicológicos y conductuales.
Dada la gravedad de los casos extremos del trastorno autis- (1) alteración cualitativa de la interacción social, manifes-
ta, es notable que este proceso no se haya documentado tada al menos por dos de las siguientes características:
hasta fines del siglo XIX y no se haya descrito hasta media- (a) importante alteración del uso de múltiples com-
dos del siglo XX. Sin embargo, la mayoría de los individuos portamientos no verbales, como son contacto
con trastorno autista no presentan las graves y masivas al- ocular, expresión facial, posturas corporales y ges-
teraciones del desarrollo que se observan en los casos des- tos reguladores de la interacción social
critos clásicamente. Aunque inicialmente se consideró (b) incapacidad para desarrollar relaciones con com-
pañeros adecuadas al nivel de desarrollo
como un síndrome de privación, la evidencia de la disfun- (c) ausencia de la tendencia espontánea para com-
ción neuropsiquiátrica llevó a un concepto más biológico partir con otras personas disfrutes, intereses y ob-
de las anomalías afectivas, cognitivas, sociales, comunicati- jetivos (p. ej., no mostrar, traer o señalar objetos
vas, motoras, neurovegetativas, integrativas y adaptativas de interés)
(d) falta de reciprocidad social o emocional
que se observan en el trastorno autista. La visión actual de
su fenomenología es notablemente similar a la descrip- (2) alteración cualitativa de la comunicación manifestada
ción primitiva, pero se han producido importantes cam- al menos por dos de las siguientes características:
bios en los conocimientos sobre su prevalencia, gravedad,
etiología y, en especial, su tratamiento (D. Cohen y cols., (a) retraso o ausencia total del desarrollo del lengua-
je oral (no acompañado de intentos para compen-
1987). sarlo mediante modos alternativos de comunica-
ción, tales como gestos o mímica)
(b) en sujetos con un habla adecuada, alteración im-
Descripción clínica portante de la capacidad para iniciar o mantener
una conversación con otros
La definición del trastorno autista que se realiza en el (c) utilización estereotipada y repetitiva del lenguaje
DSM-IV insiste especialmente en las alteraciones de la in- o lenguaje idiosincrásico
teracción social y de la reciprocidad, en las dificultades de (d) ausencia de juego realista espontáneo, variado, o
comunicación verbal y no verbal (y capacidades afines, de juego imitativo social propio del nivel de desa-
como la simbolización), y en el patrón estereotipado de rrollo
conductas e intereses (tabla 23-22). (3) patrones de comportamiento, intereses y actividades
El trastorno autista tiene un amplio espectro de presen- restringidos, repetitivos y estereotipados, manifestados
taciones de gravedad diversa. La forma clásica de «autismo por lo menos mediante una de las siguientes caracterís-
infantil precoz», descrita por Kanner (1943), era un tras- ticas:
torno grave, de comienzo en el lactante, con profundo tras- (a) preocupación absorbente por uno o más patrones
torno de las relaciones sociales (p. ej., actitud indiferente y estereotipados y restrictivos de interés que resulta
distante), alteración de la comunicación, anomalías moto- anormal, sea en su intensidad, sea en su objetivo
ras, afectividad atípica, trastornos cognitivos masivos, múlti- (b) adhesión aparentemente inflexible a rutinas o ri-
ples singularidades de la conducta, percepción distorsiona- tuales específicos, no funcionales
(c) manierismos motores estereotipados y repetitivos
da y pensamientos extraños. Estos síntomas llevaron a (p. ej., sacudir o girar las manos o dedos, o movi-
conceptualizar el trastorno como un fallo del desarrollo mientos complejos de todo el cuerpo)
del Yo o una grave regresión, y se consideró que los pensa- (d) preocupación persistente por partes de objetos
mientos y comportamientos extraños sugerían un desarro-
B. Retraso o funcionamiento anormal en por lo menos una de
llo psicótico. La noción del trastorno autista como una va- las siguientes áreas, que aparece antes de los 3 años de
riante de la esquizofrenia o de otros trastornos psicóticos edad: (1) interacción social, (2) lenguaje utilizado en la co-
ya no se considera útil desde el punto de vista heurístico. municación social o (3) juego simbólico o imaginativo.
A pesar del gran trastorno en la integración de las fun-
ciones cerebrales —un tipo de desorganización casi caóti- C. El trastorno no se explica mejor por la presencia de un tras-
torno de Rett o de un trastorno desintegrativo infantil.
co— y de la confusión cognitiva y emocional, el trastorno
autista no se asocia a delirios, alucinaciones o pérdida de
asociaciones.
Actualmente ya no se considera como un trastorno psi-
cótico y se insiste en las características neurointegrativas les son tan sutiles que se incluyen en el rango de la patolo-
de la desorganización y en los rasgos idiosincrásicos del gía del carácter.
individuo. Existen formas de autismo relativamente leves Los niños con trastorno autista pueden exhibir una ca-
donde las anomalías sociales, comunicativas y conductua- pacidad limitada de interacción social, aparente indiferen-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 899

cia hacia el calor humano, escasa capacidad para imitar o los síntomas suelen ser más graves en las niñas. Al contra-
compartir, y raras veces sonríen. Desde el punto de vista rio de lo que se creía anteriormente, el aumento de preva-
social, estos niños se muestran pasivos y distantes; evitan lencia no va asociado con un mayor nivel socioeconómico
inicialmente el contacto social, aunque pueden llegar a o de inteligencia.
disfrutar con las experiencias interpersonales y a buscar-
las. Los niños autistas tienen a menudo dificultades para
Etiología
comprender el lenguaje verbal y no verbal, con frecuentes
fallos de interpretación; es típico que uno de los elemen- Los factores genéticos y biológicos desempeñan un pa-
tos del tratamiento deba enfocarse sobre estas cuestiones. pel significativo en el trastorno autista (Folstein y Piven,
Estos niños con frecuencia tienen dificultades persistentes 1991). Sin embargo, como los individuos con trastorno au-
para captar o apreciar los sentimientos de los demás y tista raras veces contraen matrimonio, los estudios genéti-
para comprender el proceso y los matices de la comunica- cos son limitados. La mayor concordancia entre gemelos
ción social. El habla y los gestos comunicativos son limita- monocigóticos en comparación con los bicigóticos (36%
dos y pueden ser difíciles de comprender a causa de la frente a 0%) sugiere la existencia de un factor genético.
ecolalia, las inversiones de los pronombres y los significa- La probable presentación aumentada de trastorno por dé-
dos peculiares. Es típico que el habla comience tardía- ficit de atención con hiperactividad, síntomas obsesivo-
mente y sea rara; a veces no se desarrolla en absoluto. Las compulsivos y trastorno de Gilles de la Tourette puede su-
funciones fonológica (producción de los sonidos) y sintác- gerir asimismo que en el trastorno autista intervienen
tica (gramática) pueden estar relativamente indemnes; las factores genéticos relacionados con la transmisión de es-
alteraciones más significativas se producen en los aspectos tos trastornos y quizá la transmisión del síndrome abarca
semánticos (la significación sociocultural) y pragmáticos los tres trastornos (Stern y Robertson, 1997). En los her-
(las normas de intercambio interpersonal), así como en manos de niños autistas, la prevalencia del trastorno es del
otros aspectos de la comunicación. Las funciones imagina- 2% (50 veces superior a la esperada), y aproximadamente
tiva y simbólica (p. ej., el uso de juguetes) pueden hallarse el 5-25% de los hermanos presentan retrasos en el apren-
profundamente afectadas. Son comunes los rituales, las es- dizaje (normalmente trastornos del lenguaje o del habla),
tereotipias (p. ej., balanceos, giros), la autoestimulación, retraso mental o defectos físicos. En los estudios de fami-
la automutilación y los gestos inusuales. Existe a menudo lias se ha sugerido la existencia de una herencia autosómi-
una vinculación obsesiva con ciertas personas u objetos ca recesiva en algunos casos de trastorno autista. Los estu-
(resistencia al cambio) y falta de espontaneidad. La afecti- dios neuroanatomopatológicos parecen indicar que los
vidad puede ser «superficial», con grandes respuestas ante cambios en el neurodesarrollo comienzan en fases tem-
pequeños cambios, ajena a modificaciones importantes pranas de la gestación, probablemente en el segundo tri-
del ambiente e impredeciblemente lábil y singular. Los mestre (Bauman, 1991). No hay evidencia de que los fac-
déficit cognitivos se producen en las esferas de la abstrac- tores psicosociales o anomalías en la crianza causen
ción, el establecimiento de secuencias y la integración. trastorno autista.
Puede estar alterada la percepción sensorial del olfato, el Los estudios de potenciales evocados revelan con fre-
gusto o el tacto, con hipodesarrollo del procesamiento vi- cuencia anomalías inespecíficas, no diagnósticas o suge-
sual y auditivo. rentes de retrasos neuromadurativos. En la TC se observan
La mayoría de los individuos con trastorno autista tie- también hallazgos inconstantes, diversos e inespecíficos,
nen inteligencia inferior a la normal, pero algunos mues- sobre todo dilatación ventricular, anomalías en el tempo-
tran «aumentos» significativos del CI medido en el curso ral izquierdo y simetría anormal. En los estudios de RM se
del tratamiento o del desarrollo. A este respecto se obser- han observado también hallazgos mixtos; los más frecuen-
van a menudo espectaculares faltas de uniformidad, con tes son disfunción del hipocampo secundaria a esclerosis
una extraordinaria «dispersión» de aptitudes entre las di- (DeLong y Heinz, 1997) y menor volumen de la parte pos-
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ferentes subpruebas del CI y a lo largo del tiempo. Puede terior del cuerpo calloso (Rimland y Baker, 1996). La pér-
haber aptitudes inusuales o especiales (habilidades de «sa- dida de células en el vermis cerebeloso (Courchesne y
bio») en determinadas áreas, como la música, el dibujo, la cols., 1988; Peterson, 1995) es un hallazgo reproducido en
aritmética o los cálculos en el calendario. otros estudios (Schaefer y cols., 1996). En un primer estu-
dio con PET se observó un ligero aumento generalizado
del metabolismo de la glucosa en algunas regiones cere-
Epidemiología
brales (Rumsey y cols., 1985a). En los estudios más recien-
Las estimaciones de prevalencia disponibles para el tes con PET se ha hallado una disminución del volumen y
trastorno autista se basan en criterios basados en las for- de la actividad metabólica en la circunvolución callosa an-
mas más graves de este proceso. Si se utilizan estos cri- terior, así como hipometabolismo bitemporal de la gluco-
terios, la prevalencia es aproximadamente de 30 a sa (Haznedar y cols., 1997). La tomografía computarizada
50/100.000. Las formas menos graves son más comunes. por emisión de fotón único (SPECT) ha revelado anoma-
Existe un predominio del sexo masculino de 3:1-4:1, pero lías en los lóbulos temporal y parietal (Mountz y cols.,
900 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

1995). En los pacientes con trastorno autista, los hallazgos la mano derecha, así como reflejos neurológicos primiti-
más constantes en las neuroimágenes se refieren a anoma- vos, signos neurológicos leves y anomalías físicas.
lías en los lóbulos temporal y parietal. En conjunto, estos hallazgos sugieren que el trastorno
En algunos individuos puede identificarse una causa autista comprende: 1) anomalías neuromadurativas que
médica específica. Se ha descrito una elevada prevalencia afectan al desarrollo de la estructura y la asimetría cere-
de problemas tempranos en el curso del desarrollo, como brales; 2) cambios generalizados y difusos en partes muy
infecciones neurológicas posnatales, rubéola congénita y diversas del cerebro; 3) síntomas difusos pero generaliza-
fenilcetonuria. Cerca del 2-5% de los individuos autistas dos en diferentes dimensiones, y 4) anomalías serotoni-
presentan síndrome del cromosoma X frágil. Los trastor- nérgicas, al menos en un subgrupo de pacientes. Aunque
nos convulsivos son también frecuentes, incluidas las con- se desconoce la etiología del problema neuromadurativo,
vulsiones mayores y las complejas parciales. La aparición el desarrollo atípico del cerebro podría estar inducido por
de convulsiones se produce típicamente a comienzos de la predisposición genética, infecciones o reacciones inmuno-
niñez o durante la adolescencia; al llegar a los 20 años de lógicas en el segundo trimestre de gestación o, posible-
edad, hasta un 50% de las personas autistas han sufrido mente, un trastorno metabólico en la bioquímica cerebral
convulsiones. Los niños que presentan pronto convulsio- durante los períodos inicial e intermedio de la gestación.
nes pueden verlas aumentadas durante la adolescencia. Se Puede emitirse la hipótesis de que las anomalías serotoni-
observan convulsiones de inicio en la adolescencia con nérgicas están relacionadas con la presentación comórbi-
más frecuencia en el trastorno autista que en el retraso da de rasgos obsesivo-compulsivos, trastornos del estado
mental. de ánimo o de ansiedad, o cambios inmunológicos. En
Los análisis neuroquímicos sugieren una disminución suma, la disfunción neurológica parece ser muy difusa y
de las catecolaminas urinarias (y de los metabolitos afines) no existe ningún déficit «primario» claro en la mayoría de
y, quizá, un aumento del ácido homovainílico (HVA), me- los individuos autistas.
tabolito de la dopamina, en el LCR. El aumento de la con-
centración de serotonina en sangre es un rasgo estable
Curso y pronóstico
que permanece durante décadas en un tercio de los pa-
cientes con autismo, aunque no está relacionado con ca- El trastorno autista suele evidenciarse al nacer o en las
racterísticas clínicas específicas. Los estudios regionales primeras épocas de lactante; es posible que los padres soli-
han sugerido la existencia de asimetrías en la síntesis de citen un examen médico durante el primer año de vida
serotonina en la corteza frontal, en el tálamo y en el nú- del niño (a menudo por sordera). La definición de tras-
cleo dentado cerebeloso (Chugani y cols., 1997). El déficit torno autista que ofrece el DSM-IV requiere que el proce-
agudo de triptófano exacerba notablemente los síntomas so se manifieste antes de los 3 años de edad.
autistas, lo cual sugiere de nuevo el papel que puede de- El curso general del trastorno autista es de mejoría gra-
sempeñar por la serotonina (McDougle y cols., 1996). Se dual, pero con un ritmo muy irregular e impredecible, y
han hallado niveles plasmáticos elevados de los aminoáci- períodos de rápido desarrollo alternan con otros de creci-
dos excitadores glutamina y asparagina (Moreno-Fuenma- miento lento y estable. Los cambios en el ritmo madurati-
yor y cols., 1996). La oxitocina y la vasopresina pueden vo pueden darse de un modo brusco o gradual. El progre-
intervenir en la vinculación social, lo que podría ser rele- so del desarrollo puede ser lento o rápido, y los períodos
vante para los síntomas del trastorno autista (Insel, 1997). de mejoría pueden durar un par de semanas o muchos
Otros estudios apoyan la posible intervención de los pépti- meses. Pueden darse cambios en el desarrollo de determi-
dos opioides en el trastorno autista (Sandman, 1991; Wil- nadas habilidades sin que haya mejoría en otras áreas fun-
lemsen-Swinkels y cols., 1996). cionales, o pueden producirse cambios de modo generali-
Se han propuesto diversas anomalías inmunológicas zado en múltiples áreas. Es posible que ocurran episodios
como factores contribuyentes en el desarrollo del autismo. de franca regresión con motivo de afecciones médicas
Varias investigaciones han sugerido la presencia aumenta- concomitantes, estrés situacional o la época de la puber-
da de diferentes trastornos autoinmunes en los pacientes tad, e incluso durante períodos en los que, por otra parte,
autistas. Los trabajos preliminares apuntan hacia el posi- el desarrollo progresa con rapidez, sin que ello se expli-
ble papel de distintos autoanticuerpos y de la interleucina. que por factores ambientales. Globalmente, los elementos
En las pruebas neuropsicológicas es típico observar dis- predictivos de buena evolución adaptativa son el comien-
funciones globales, pero no se han identificado vías o re- zo tardío, un CI elevado, y buenas habilidades de lenguaje
giones bien definidas de un modo constante. El bajo CI se (especialmente vocabulario), sociales y comunicativas.
asocia a una elevada prevalencia de convulsiones, trastor- La disponibilidad de servicios educativos y de apoyo
no disocial, conducta extraña, automutilación y mal pro- ejerce una influencia notablemente beneficiosa, al igual
nóstico. El aumento de las convulsiones durante la adoles- que ocurre en el retraso mental. En la forma clásica grave,
cencia se observa con especial frecuencia en los individuos el paciente puede aprender ciertas habilidades adaptati-
autistas con bajo CI. Existe un retraso en el desarrollo de vas. En las formas menos graves, las habilidades sociales y
la dominancia cerebral y excesiva falta de dominancia de adaptativas adquiridas pueden permitir que el individuo
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 901

obtenga un rendimiento aceptable en una ocupación or- ceptivo-expresivo. Puede ser especialmente difícil evaluar
dinaria, e incluso alcance una vida social relativamente in- los trastornos de la comunicación si además están deterio-
teractiva y placentera. radas las habilidades no verbales del niño. Es necesario eva-
Con el paso de los años, la evolución es impredecible. luar el ambiente del hogar y la capacidad de apoyo emo-
Al llegar a la edad adulta, el individuo autista sigue pre- cional de la familia. Para la valoración pueden utilizarse
sentando una mejoría gradual de los síntomas, aunque cuestionarios estandarizados a fin de recoger y organizar la
conserva la evidencia clínica de déficit residuales (Rumsey información basada en las observaciones clínicas y en las
y cols., 1985b). Según la gravedad del trastorno autista, el manifestaciones de los padres acerca de la conducta ante-
2-15% de los sujetos alcanzan un nivel no retrasado de rior del niño (Parks, 1983).
funcionamiento cognitivo y adaptativo. Los rasgos «obsesi- También es importante evaluar a los pacientes con tras-
vo-compulsivos» siguen predominando en la edad adulta y torno autista para detectar la presencia de comorbilidad,
pueden consistir en ritmo estereotipado, balanceo, perse- en especial trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por
veración y tartamudeo. Los adultos con trastorno autista déficit de atención con hiperactividad, trastornos de tics y
permanecen socialmente apartados y a menudo conservan trastornos del estado de ánimo (en particular el trastorno
tendencias oposicionistas. El lenguaje expresivo y el recep- depresivo mayor o el trastorno distímico). Aunque el tras-
tivo se normalizan a menudo, aunque el habla puede se- torno por déficit de atención con hiperactividad puede es-
guir consistiendo en un sonsonete monótono. No hay de- tar funcionalmente presente y cumplir los criterios diag-
lirios ni alucinaciones. Los adultos pueden conseguir nósticos, no se designa como un trastorno DSM-IV aparte
empleo (generalmente en tareas sencillas) y vivir de un cuando se observa en el contexto de un trastorno genera-
modo independiente, pero raras veces se casan. Los pocos lizado del desarrollo.
estudios de seguimiento de que se dispone actualmente se El diagnóstico diferencial incluye la sordera congénita
ocupan de los casos graves y, en general, no tratados; la (aunque los niños sordos aprenden habitualmente un len-
evolución adulta puede ser más favorable en los casos me- guaje alternativo labial o por signos, pierden su conducta
nos graves y tratados de un modo intensivo. Se desconoce aislada y desarrollan una comunicación expresiva sensi-
si los síntomas que persisten en la edad adulta son «cen- ble), la ceguera congénita (aunque los niños ciegos se re-
trales» o constituyen complicaciones en el desarrollo del lacionan más socialmente), el retraso mental (aunque los
trastorno autista, pero estos rasgos persistentes son ajenos niños mentalmente retrasados no muestran las capacida-
a los individuos con retraso mental. En cambio, existen des especiales que poseen a veces los niños autistas), el
otras muchas complicaciones del trastorno autista, incluso trastorno del lenguaje expresivo y el trastorno mixto del
en el subgrupo sin retraso, que son similares a las que se lenguaje receptivo-expresivo (aunque es típico que los ni-
observan típicamente en el retraso mental. ños con estos trastornos sean más interactivos y puedan
comunicarse bien por señas), el trastorno esquizofrenifor-
me, el trastorno de personalidad esquizotípica y la esqui-
Evaluación y diagnóstico diferencial
zofrenia de inicio en la infancia (aunque es típico que los
Aparte de la evaluación psiquiátrica y conductual están- niños esquizofrénicos tengan alucinaciones, delirios o tras-
dar, la tarea diagnóstica del trastorno autista comprende el tornos del pensamiento).
examen de las habilidades del habla, cognitivas y sociales, En muchos casos, y en especial en los que afectan a las
así como del funcionamiento adaptativo. En la exploración formas menos graves, resulta difícil efectuar un diagnósti-
neurológica hay que considerar la posibilidad de que exis- co definitivo del trastorno autista. La aparición de alucina-
tan procesos congénitos de tipo metabólico o degenerati- ciones, delirios o un claro trastorno del pensamiento obli-
vo. La detección de fenilcetonuria es probablemente efec- ga a considerar la existencia de un trastorno psicótico
tiva en relación con el coste. Los estudios de RM pueden primario, en vez del autismo. Sin embargo, los niños y
ser útiles en algunos casos como parte de la exploración adultos con trastorno autista pueden sufrir trastornos psi-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

neurológica general, pero no se emplean en la actualidad cóticos concomitantes, trastornos del estado de ánimo co-
para el diagnóstico del trastorno autista. Es útil realizar un mórbidos o trastornos de ansiedad.
EEG, en vista de la elevada prevalencia de trastornos con-
vulsivos en esta población. También hay que tomar en con-
Tratamiento
sideración la práctica de estudios cromosómicos para valo-
rar las anomalías genéticas, relativamente frecuentes, como Desde el punto de vista histórico, la abstención terapéu-
el síndrome del cromosoma X frágil. En algunos casos pue- tica dio lugar a una generación de individuos con trastor-
de considerarse la práctica de un examen audiológico por no autista cuyo pronóstico era relativamente desfavorable.
la posibilidad de sordera, así como exploraciones en busca Más recientemente, diversos estudios han demostrado que
de otros déficit sensoriales. Aunque puede ofrecer dificul- un tratamiento multimodal intensivo puede ser útil y a ve-
tades, es valioso realizar pruebas psicológicas y neuropsico- ces tiene efectos espectaculares, aunque es necesario lle-
lógicas para el retraso mental, los trastornos psicóticos de var a cabo estudios controlados y sistemáticos sobre este
inicio en la infancia y el trastorno mixto del lenguaje re- tema.
902 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Se ha demostrado que la terapéutica conductual puede sintomático. Dosis bajas de neurolépticos convencionales
ser útil para controlar los síntomas, promover las interac- no sedantes (como el haloperidol) son útiles para promo-
ciones sociales, aumentar la asertividad y facilitar la explo- ver el aprendizaje, controlar los síntomas conductuales,
ración (es decir, la conducta en busca de novedades). La reducir los niveles excesivos de actividad, controlar la con-
educación especializada de la asertividad puede ser útil ducta agresiva y perturbadora y reforzar los efectos de la
para mejorar las habilidades adaptativas. Son elementos terapia conductual y de otras intervenciones. Los nuevos
básicos la educación especial, la formación profesional, la antipsicóticos atípicos, como la risperidona, son más bene-
enseñanza de habilidades adaptativas y el apoyo para ficiosos en algunos pacientes (McDougle y cols., 1997), se
afrontar los principales sucesos de la vida. El afrontamien- toleran mejor y ofrecen menos riesgos. La olanzapina sue-
to del ambiente, en especial su estructura predecible o le ser menos satisfactoria por su tendencia a agravar los
programada, tiene un efecto particularmente poderoso. síntomas obsesivo-compulsivos. Los psicoestimulantes, los
Tiene importancia decisiva proporcionar orientación a anticonvulsivos y los neurolépticos pueden ser útiles para
los padres, especialmente aquellos que convierten al niño tratar los síntomas de impulsividad. Los psicoestimulantes
en el centro emocional de sus vidas. Aunque esta atención se utilizan para los niños hipoactivos o que sufren un tras-
puede ser beneficiosa para el niño, a menudo está impul- torno por déficit de atención con hiperactividad concomi-
sada por sentimientos injustificados de culpabilidad, pesi- tante.
mismo irreal o narcisismo. Los padres pueden contribuir a Los agentes β-bloqueantes, y quizá la clonidina, pueden
que el niño aprenda a valerse por sí mismo y a fomentar tener cierto valor para controlar los síntomas de impulsivi-
sus habilidades adaptativas, solicitar educación especial y dad y agresividad. Los primeros informes sobre la naltre-
asistencia en escuelas u otros organismos públicos y esta- xona, un bloqueante de los receptores de los opioides, su-
blecer planes a largo plazo para el futuro del niño. Dado girieron que este fármaco podía mejorar la disponibilidad
que es esencial el tratamiento a largo plazo, deben reali- afectiva, promover la reciprocidad social y reducir las con-
zarse periódicamente exámenes médicos para registrar la ductas motoras estereotipadas y autolesivas; sin embargo,
posible aparición de convulsiones o trastornos psiquiátri- datos más recientes indican que sus efectos clínicos signifi-
cos concomitantes que puedan quedar enmascarados por cativos son escasos o nulos. Diversas investigaciones preli-
el trastorno autista. minares sugieren que la fluoxetina puede ser útil para tra-
Generalmente es preciso elaborar un programa a largo tar los síntomas obsesivos y depresivos en los pacientes con
plazo con niveles elevados de supervisión y estructuración. trastorno autista. Se ha visto también que los inhibidores
En algunos casos resulta útil la asistencia especializada en de la recaptación de serotonina reducen los síntomas de
guarderías o grupos, donde se incorporan elementos de ansiedad en algunos niños (Steingard y cols., 1997). En un
tratamiento conductual en un ámbito natural con una tra- estudio controlado de fluvoxamina realizado en adultos
ma interpersonal estable (Landesman y Vietze, 1987). En con autismo se observó que era significativamente más be-
ocasiones hay que recurrir a la asistencia institucional para neficiosa que un placebo (McDougle y cols., 1997), y se ha
conseguir una estructura más envolvente de protección y visto que el litio puede ser útil como tratamiento coadyu-
supervisión. vante, especialmente complementando a los inhibidores
La mayoría de los estudios farmacológicos sobre el tras- de la recaptación de serotonina. Otros investigadores han
torno autista se han realizado en niños, y son escasas las sugerido posibles efectos beneficiosos de los bloqueantes
investigaciones a este respecto en adultos. Aunque no exis- H2 (famotidina), los análogos de la hormona adrenocorti-
te ningún tratamiento medicamentoso específico para el cotropa (ACTH) y el inositol.
trastorno autista, pueden utilizarse fármacos psicotrópicos Los estudios clínicos controlados sobre intervención en
para combatir determinados síntomas o grupos de sínto- el trastorno autista se han limitado casi exclusivamente a
mas y los trastornos comórbidos en cada paciente. No exis- tratamientos conductuales y farmacológicos. Las investiga-
ten todavía medicamentos psicotrópicos que proporcio- ciones acerca de las intervenciones familiares, individua-
nen un tratamiento general útil para la mayoría de los les, en grupo o programadas se basan generalmente en va-
pacientes con trastorno autista. loraciones subjetivas.
Los síntomas más asequibles a la farmacoterapia son las Trabajar estrechamente con niños autistas puede repre-
conductas perseverativas (comparables a los síntomas ob- sentar un desafío a la capacidad empática del terapeuta.
sesivo-compulsivos), los trastornos depresivos, la agresi- Estos individuos aprenden la realidad a pasos lentos, y
vidad, la impulsividad, la tendencia a la destrucción, el puede llevar un tiempo considerable el que aprendan so-
trastorno bipolar, la ansiedad, la hiperactividad, la hipo- bre los seres humanos y la naturaleza de los sentimientos.
actividad, la pica y la conducta autolesiva. También debe Los niños con trastorno autista menos grave pueden supo-
efectuarse el tratamiento médico de las convulsiones. En ner problemas más sutiles para la empatía. A lo largo del
general, el riesgo de sobremedicación requiere prestar tiempo, muchos de estos niños llegan a establecer interac-
una atención continua a este extremo. ciones personales muy gozosas y genuinas, aunque en ca-
Aunque generalmente no está indicada ninguna medi- sos aislados pueden carecer de los aspectos más trascen-
cación única, diversos agentes pueden proporcionar alivio dentales de la interacción humana.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 903

TRASTORNO DESINTEGRATIVO INFANTIL TABLA 23-23. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor-
no desintegrativo infantil
El trastorno desintegrativo infantil difiere del trastorno
A. Desarrollo aparentemente normal durante por lo menos los
autista en el tiempo de comienzo, el curso clínico y la pre- primeros 2 años posteriores al nacimiento, manifestado por
valencia. A diferencia del trastorno autista, en el trastorno la presencia de comunicación verbal y no verbal, relaciones
desintegrativo infantil existe un primer período de desa- sociales, juego y comportamiento adaptativo apropiados a
rrollo normal hasta los 3-4 años de edad, que va seguido la edad del sujeto.
por una fase de notable deterioro de las capacidades del B. Pérdida clínicamente significativa de habilidades previamen-
niño (tabla 23-23), que suele ocurrir con rapidez, en el te adquiridas (antes de los 10 años de edad) en por lo me-
transcurso de 6-9 meses. El trastorno desintegrativo infan- nos dos de las siguientes áreas:
til puede comenzar con síntomas conductuales, como an-
siedad, ira o arrebatos, pero la pérdida general de las fun- (1) lenguaje expresivo o receptivo
(2) habilidades sociales o comportamiento adaptativo
ciones se hace generalizada y grave. El deterioro conduce (3) control intestinal o vesical
a un síndrome sintomáticamente similar al trastorno autis- (4) juego
ta, pero el retraso mental (típicamente de grado modera- (5) habilidades motoras
do o profundo) tiende a ser más frecuente y más pronun-
C. Anormalidades en por lo menos dos de las siguientes áreas:
ciado.
A lo largo del tiempo, el deterioro permanece estable, (1) alteración cualitativa de la interacción social (p. ej., al-
aunque pueden recuperarse algunas capacidades. Cerca teración de comportamientos no verbales, incapacidad
del 20% de los casos recupera la capacidad de formar fra- para desarrollar relaciones con compañeros, ausencia
ses al hablar, pero sus habilidades de comunicación si- de reciprocidad social o emocional)
(2) alteraciones cualitativas de la comunicación (p. ej., re-
guen alteradas (Hill y Rosenbloom, 1986). La mayoría de traso o ausencia de lenguaje hablado, incapacidad
los adultos afectos son completamente dependientes y re- para iniciar o sostener una conversación, utilización es-
quieren asistencia institucional; algunos fallecen pronto. tereotipada y repetitiva del lenguaje, ausencia de jue-
No se ha identificado ningún déficit neurobiológico o go realista variado)
(3) patrones de comportamiento, intereses y actividades
causa definida del trastorno desintegrativo infantil (Volk- restrictivos, repetitivos y estereotipados, en los que se
mar y Cohen, 1989). Aunque se han descrito elementos incluyen estereotipias motoras y manierismos
significativos de estrés psicosocial o médico relacionados
con el comienzo o el agravamiento de este trastorno, se D. El trastorno no se explica mejor por la presencia de otro
desconoce su importancia etiológica. trastorno generalizado del desarrollo o de esquizofrenia.
El trastorno desintegrativo infantil es menos prevalente
que el trastorno autista; las estimaciones sobre su frecuen-
cia son de 1-4/100.000. Existe un predominio mayor del
sexo masculino de 4:1. Considerado anteriormente como un proceso claramen-
La evaluación y el tratamiento del trastorno desintegra- te neurodegenerativo, las investigaciones sucesivas sobre el
tivo infantil son esencialmente comparables a los del tras- neurodesarrollo han indicado la posibilidad de que no se
torno autista, pero aquél necesita un grado muy superior pierdan realmente los avances evolutivos, sino que se trata-
de apoyo activo, tratamiento conductual, asistencia neuro- ría más bien de una detención de las funciones del desarro-
lógica y control médico. También es necesario modificar llo en diversos estadios, especialmente durante los períodos
la etiqueta diagnóstica por la crudeza del término «desin- de rápido crecimiento, selección y maduración neuronales
tegrativo», especialmente cuando se habla con los padres (Naidu y cols., 1995). Aunque prosigue el debate sobre si
acerca del niño. afecta al neurodesarrollo o es neurodegenerativa, es evi-
dente que el trastorno de Rett comienza en niñas de corta
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

edad y se caracteriza por el deterioro clínico progresivo.


TRASTORNO DE RETT La prevalencia estimada del trastorno de Rett es de
5-15/100.000 niñas. Todos los casos se han documentado
El trastorno de Rett es un proceso neuropsiquiátrico de en niñas, aunque se ha hablado de algunos casos no docu-
carácter progresivo que aparece en el sexo femenino y se mentados en niños. Se desconocen los factores etiológi-
presenta típicamente con rasgos autistas. El trastorno se cos. Se sospecha la existencia de un poderoso componen-
desarrolla clásicamente en cuatro estadios: relativa norma- te genético por el hallazgo de una concordancia del 100%
lidad, detención del desarrollo, meseta y declive motor sig- para el trastorno en ocho series de gemelas monocigóti-
nificativo (Hagberg y Witt-Engerstrom, 1986). Datos epi- cas, y del 0% en seis series de gemelas bicigóticas (Hag-
demiológicos y neurológicos recientes sugieren que la berg, 1989). Los datos sugieren una herencia dominante
desviación del desarrollo normal comienza a menudo en ligada al cromosoma X, con penetrancia total o casi total y
el período perinatal y se hace más pronunciada con el muerte precoz de los varones (y quizá de algunas niñas)
paso del tiempo. en abortos espontáneos.
904 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

El deterioro clínico progresivo no es aparente al co- Puede haber convulsiones, disminución de la movilidad fí-
mienzo. Es típico que después de 6-18 meses de un desa- sica, espasticidad, paresia muscular, escoliosis grave, ema-
rrollo relativamente normal se pongan de manifiesto los ciación, distonía y coreoatetosis. Es característico que estas
primeros déficit sociales, del lenguaje, neurológicos y mo- niñas acaben confinadas en una silla de ruedas, a menudo
tores. Al principio el declive clínico es gradual, pero se antes de la adolescencia. La alimentación puede ser muy
hace obvio hacia los 4 años de edad (tabla 23-24). Durante difícil debido a la afectación de la función motora (deglu-
esta fase se produce un retraso en el crecimiento cefálico y ción). Los cuidadores deben conocer el alto riesgo de as-
corporal, además de otros retrasos del desarrollo. A conti- piración, que puede complicarse por los trastornos de la
nuación, durante los primeros años escolares, comienza regulación respiratoria. Sufren convulsiones el 80% de las
un período de deterioro funcional más rápido, con dismi- pacientes, lo que agrava los problemas asistenciales. Aun-
nución de las capacidades intelectual y comunicativa; ade- que algunas niñas con trastorno de Rett fallecen súbita-
más, el control intencional de los movimientos de las ma- mente por causa desconocida, la mayoría tienen un pro-
nos queda reemplazado por apraxia y movimientos de medio de vida normal, a pesar de sus graves síntomas e
escurrido y lavado. Después de este rápido deterioro, las incapacidades.
niñas presentan un trastorno generalizado del desarrollo, Se desconoce la etiología del trastorno de Rett. Se ha
que habitualmente se diagnostica como trastorno autista o descrito la presencia de un glucolípido atípico en la mayo-
trastorno desintegrativo infantil (Moeschler y cols., 1988). ría de estas pacientes. Los autores que han investigado el
Este rápido declive funcional alcanza una meseta que pue- LCR de las pacientes con trastorno de Rett han hallado
de durar meses o años. Sin embargo, esta meseta se trans- concentraciones reducidas de sustancia P (Matsuishi y
forma posteriormente en un descenso gradual, aunque cols., 1997) y del factor de crecimiento neural, así como
mucho más lento que el anterior. Durante esta fase de len- cifras elevadas de β-endorfina y glutamato. Se han descrito
to declive aparecen típicamente ataxia de la marcha y del también anomalías de los niveles de monoaminas. En dos
tronco, síntomas de falta de regulación de la función res- estudios se ha observado hipopigmentación de la zona
piratoria y escoliosis. compacta. En estudios neuroanatomopatológicos se ha ha-
Hacia los 3-5 años de edad, es menos probable que las llado atrofia generalizada cerebral y cerebelosa, descenso
niñas con trastorno de Rett sigan diagnosticándose de generalizado del tamaño neuronal y mayor densidad celu-
trastorno autista o de trastorno desintegrativo infantil, de- lar, disminución en el número de neuronas colinérgicas
bido a la aparición progresiva de síntomas neurológicos en el prosencéfalo basal y reducción de las neuronas que
cada vez más graves. El retraso mental es generalmente contienen melanina en la sustancia negra (Wong y cols.,
aparente, y la mayoría de las pacientes tienen unas pun- 1998).
tuaciones de inteligencia en el rango del retraso grave. Los datos de los estudios de neuroimagen son prelimi-
nares, pero las exploraciones con SPECT han sugerido
que la hipoperfusión bifrontal se correlaciona con la gra-
vedad del trastorno de Rett. En un estudio con RM se ob-
TABLA 23-24. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor- servó atrofia difusa (sobre todo en las regiones prefrontal,
no de Rett
frontal posterior y temporal anterior). Típicamente se ob-
A. Todas las características siguientes:
servan EEG anormales después de los 2 años de edad; sin
embargo, a pesar de la elevada prevalencia de convulsio-
(1) desarrollo prenatal y perinatal aparentemente normal nes, los hallazgos del EEG son inespecíficos. Consideradas
(2) desarrollo psicomotor aparentemente normal durante en conjunto, las anomalías neurobiológicas sugieren la
los primeros 5 meses después del nacimiento
existencia de una atrofia generalizada con herencia ligada
(3) circunferencia craneal normal en el nacimiento
al cromosoma X y disfunción global relacionada con la
B. Aparición de todas las características siguientes después del gravedad de los síntomas.
período de desarrollo normal: El tratamiento del trastorno de Rett consiste en adoptar
medidas de apoyo. En general, estas pacientes con nume-
(1) desaceleración del crecimiento craneal entre los 5 y
48 meses de edad
rosas anomalías requieren asistencia intensiva (Lindberg,
(2) pérdida de habilidades manuales intencionales previa- 1992). Aunque el papel de la psicofarmacología es limita-
mente adquiridas entre los 5 y 30 meses de edad, con do, diversas investigaciones indican que la carbamacepina
el subsiguiente desarrollo de movimientos manuales es más efectiva que otros anticonvulsivos en el control de
estereotipados (p. ej., escribir o lavarse las manos)
las convulsiones de las niñas afectas por trastorno de Rett.
(3) pérdida de implicación social en el inicio del trastorno
(aunque con frecuencia la interacción social se desarro-
lla posteriormente)
(4) mala coordinación de la marcha o de los movimientos TRASTORNO DE ASPERGER
del tronco
(5) desarrollo del lenguaje expresivo y receptivo grave-
mente afectado, con retraso psicomotor grave
El trastorno de Asperger es un trastorno generalizado
del desarrollo que guarda gran similitud con el trastorno
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 905

autista, pero se conservan parcialmente las habilidades del TABLA 23-25. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor-
lenguaje y la cognición (tabla 23-25). Debido a dicha simi- no de Asperger
litud, a menudo se cuestiona la individualidad del trastor-
A. Alteración cualitativa de la interacción social, manifestada
no de Asperger como forma diferenciada del trastorno ge- al menos por dos de las siguientes características:
neralizado del desarrollo, y muchos especialistas creen
que se trata de una forma leve del trastorno autista (es de- (1) importante alteración del uso de múltiples comporta-
cir, un autismo con elevado nivel funcional), más que de mientos no verbales como contacto ocular, expresión
facial, posturas corporales y gestos reguladores de la
una entidad con naturaleza propia (Gillberg, 1989; Rapin, interacción social
1991). (2) incapacidad para desarrollar relaciones con compañe-
Recientemente, los investigadores han centrado la aten- ros apropiadas al nivel de desarrollo del sujeto
ción en distinguir el trastorno de Asperger y el trastorno (3) ausencia de la tendencia espontánea a compartir dis-
autista mediante el análisis de los patrones del habla y la frutes, intereses y objetivos con otras personas (p. ej.,
no mostrar, traer o enseñar a otras personas objetos de
comunicación, baterías cognitivas y la WISC (Ehlers y cols., interés)
1997). En general, los nuevos estudios han sugerido que (4) ausencia de reciprocidad social o emocional
las dos entidades son distintas, lo que concuerda con la
clasificación actual del DSM-IV. Por otra parte, dicha clasi- B. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restric-
tivos, repetitivos y estereotipados, manifestados al menos
ficación no excluye que haya un «espectro» de enfermeda- por una de las siguientes características:
des, de modo que el trastorno de Asperger podría conside-
rarse, al menos heurísticamente, como una «versión del (1) preocupación absorbente por uno o más patrones de
trastorno autista exclusiva del hemisferio derecho». interés estereotipados y restrictivos que son anormales,
En el trastorno de Asperger la inteligencia, el lenguaje sea por su intensidad, sea por su objetivo
(2) adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales
y la cognición están relativamente conservados, y hay me- específicos, no funcionales
nor prevalencia de retraso mental. Sólo el 12% de los ni- (3) manierismos motores estereotipados y repetitivos
ños con este trastorno tienen CI inferiores a 70. Es carac- (p. ej., sacudir o girar manos o dedos, o movimientos
terístico que estos pacientes lean erróneamente las señales complejos de todo el cuerpo)
(4) preocupación persistente por partes de objetos
no verbales, muestren notables dificultades en las relacio-
nes con sus compañeros (especialmente en grupo), enfo- C. El trastorno causa un deterioro clínicamente significativo de
quen repetidamente la conversación sobre temas que tan la actividad social, laboral y otras áreas importantes de la
sólo les interesan a ellos, no sean especialmente empáticos actividad del individuo.
y hablen sin las inflexiones y variaciones de tonalidad nor-
D. No hay retraso general del lenguaje clínicamente significati-
males; pueden tener una relativa inexpresividad afectiva vo (p. ej., a los 2 años de edad utiliza palabras sencillas, a los
y, en general, tienen pocos amigos (Wing, 1981). Incluso 3 años de edad utiliza frases comunicativas).
con estas limitaciones, los individuos con trastorno de As-
perger son a menudo muy sociables y habladores y pue- E. No hay retraso clínicamente significativo del desarrollo cog-
noscitivo ni del desarrollo de habilidades de autoayuda pro-
den establecer lazos afectivos con miembros de la familia pias de la edad, comportamiento adaptativo (distinto de la
(Frith, 1991). El curso tiende a estabilizarse en el transcur- interacción social) y curiosidad acerca del ambiente durante
so del tiempo, a menudo con cierta mejoría gradual (Szat- la infancia.
mari y cols., 1989).
Aunque los datos epidemiológicos son limitados, se es- F. No cumple los criterios de otro trastorno generalizado del
desarrollo ni de esquizofrenia.
tima que la prevalencia del trastorno de Asperger es de
5 a 15/100.000. El predominio del sexo masculino es de
3:1-4:1.
Se desconoce la etiología del trastorno de Asperger. En
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

algunos casos sigue un patrón familiar compatible con su El tratamiento consiste en entrenamiento de las habili-
transmisión genética, psicosocial o ambiental. Se ha men- dades sociales y motoras, intervenciones educativas cuan-
cionado el posible papel de la exposición fetal al alcohol do esté indicado y formación profesional. La relativa inte-
(Aronson y cols., 1997). gridad del lenguaje y la inteligencia permite que los
Se han realizado muy pocos estudios neurobiológicos. individuos con trastorno de Asperger tengan una evolu-
Cerca del 30% de los pacientes con trastorno de Asperger ción más favorable que la mayoría de los casos con trastor-
presentan anomalías inespecíficas del EEG y en el 15% se no autista. Temple Grandin, paciente afecta del trastorno
observan signos de atrofia cerebral. En un estudio recien- de Asperger (diagnosticada previamente de autismo), es
te con SPECT se apreciaron anomalías metabólicas en el un miembro productivo de la sociedad y goza de buena
hemisferio derecho; aunque no se conoce totalmente el capacidad verbal. Su autoinforme (Grandin y Scariano,
significado de este hallazgo, presta cierto apoyo al concep- 1986) demuestra que un individuo afecto de un trastorno
to del «trastorno autista exclusivo del hemisferio derecho» generalizado del desarrollo, pero con un buen funciona-
(Szatmari y cols., 1995). miento, puede describir vívidamente sus experiencias y
906 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

cogniciones complejas personales. Los individuos con tras- marios y de ningún modo etiológicos, las investigaciones
torno de Asperger, a pesar de sus minusvalías relativas en se han centrado en la descripción biológica y la valoración
el funcionamiento social, pueden llegar a ser expertos y de las intervenciones terapéuticas psicosociales. Se acepta
efectivos en la actividad que han elegido, e incluso la natu- generalmente el papel crucial que desempeñan los trata-
raleza muy concreta de su materia de interés puede ayu- mientos intensivos, así como la necesidad de disponer de
darles a lograr el éxito en su realización personal. diversos recursos de la colectividad para este fin, aunque
el desarrollo de un apoyo apropiado por parte de la colec-
tividad está limitado por las disponibilidades económicas.
COMENTARIO CLÍNICO El apoyo público efectivo ha proporcionado algunas opor-
tunidades genuinas a individuos con trastornos generaliza-
Hace tiempo que se deseaba disponer de una clasifica- dos del desarrollo. Al mejorar el tratamiento, cada vez son
ción racional en subgrupos de los trastornos generalizados más los adultos con trastornos generalizados del desarro-
del desarrollo (tabla 23-26). Cabe esperar que las recien- llo que han superado el escollo que supone la etiqueta de
tes investigaciones y el conocimiento clínico de la diversi- la enfermedad.
dad de los trastornos generalizados del desarrollo conduz-
can a mejorar la comprensión de estos trastornos y,
posteriormente, a mejorar también su tratamiento; sin
embargo, en el momento actual los tratamientos continúan TRASTORNOS DE TICS
siendo en gran parte de apoyo y sintomáticos.
Estos trastornos, relativamente raros y cuya etiología to- Los trastornos de tics son anomalías estereotipadas de
davía se desconoce, son objeto de intensas investigaciones. movimientos semiinvoluntarios que guardan relación pre-
Dado que los factores maternos ya no se consideran pri- sumiblemente con una disfunción de los ganglios basales,

TABLA 23-26. Características y diagnóstico diferencial de los trastornos generalizados del desarrollo

Trastorno Trastorno
Características Trastorno autista desintegrativo infantil Trastorno de Rett de Asperger TGD-NE

Rasgo Autismo típico Autismo de Autismo «de mitad Autismo con Atípico y por
comienzo tardío de la niñez» funcionamiento debajo del
pero grave general elevado umbral
Inteligencia RM grave RM grave RM grave RM leve RM leve
a normal a normal a normal
Edad de 0-3 años > 2 años 0,5-2,5 años En general Variable
reconocimiento > 2 años
Habilidades En general Escasas Escasas De limitadas De limitadas
comunicativas limitadas a buenas a buenas
Habilidades sociales Muy limitadas Muy limitadas Varían con la edad Limitadas Variables
Pérdida En general no Notable Notable En general no En general no
de habilidades
Limitación Variable No aplicable No aplicable Notable Variable
de intereses
Convulsiones Poco comunes Frecuentes Poco comunes Comunes Comunes
Desaceleración No No Sí No No
del crecimiento
craneal
Estimación 30-50 1-4 5-15 5-100 > 15
de la prevalencia
por 100.000
Antecedentes Poco comunes No No Frecuentes Desconocido
familiares de
problemas similares
Proporción entre M>F M>F F M>F M>F
sexos
Curso en la edad Estable Declive Declive Estable En general estable
adulta
Pronóstico Malo Muy malo Muy malo De bueno a malo De bueno a malo

TGD-NE, trastorno generalizado del desarrollo no especificado; RM, retraso mental; M, masculino; F, femenino.
Modificado con autorización de Volkmar FR, Cohen DJ: «Nonautistic Pervasive Developmental Disorders» (cap. 27.2), en Psychiatry. Dirigido por Michels
R, Cooper AM, Guze SB y cols. Philadelphia, PA, JB Lippincott, 1991. Copyright 1991, JB Lippincott.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 907

situados en una posición intermedia entre los centros ce- rítmicas—, que carecen de propósito aunque aparente-
rebrales superiores e inferiores. Los síntomas están so- mente puedan tenerlo. Se producen movimientos repeti-
metidos a influencias variables de estímulos ambientales e dos de los mismos grupos musculares, aunque su localiza-
internos, lo que permite estudiar las influencias biopsico- ción cambia gradualmente con el paso del tiempo.
sociales interactivas (Chase y cols., 1992; D. Cohen y cols., Pueden ser simples (motores: movimientos espasmódicos,
1988; Kurlan, 1993). encogimientos de hombros, parpadeos; vocales: quejidos,
Aunque los tics se experimentan como involuntarios olfateos, carraspeos) o complejos (motores: muecas, incli-
(tabla 23-27), los pacientes pueden suprimirlos conscien- naciones, golpeteos; vocales: ecolalia, inflexiones y acentos
temente (aunque sólo por poco tiempo), a diferencia de extraños).
lo que ocurre con los movimientos coreiformes (alteracio- Ocasionalmente pueden observarse tics individuales en
nes de los movimientos sinérgicos normales de los grupos niños o adultos normales, pero tales «sacudidas» (p. ej.,
musculares coordinados, como parpadeos o muecas) y parpadeos, muecas) y hábitos no se diagnostican a menos
atetoides (movimientos lentos de contorsión). Los tics son que persistan durante más de 2 semanas.
distintos de las discinesias (alteraciones de los movimien- Los trastornos de tics se dividen en tics transitorios, tics
tos voluntarios e involuntarios), las distonías (anomalías crónicos y trastorno de Gilles de la Tourette. Estos proce-
del tono muscular) y otros movimientos neurológicos sos se hallan estrechamente relacionados entre sí por sus
anormales. Los tics consisten en respuestas motoras (mus- características descriptivas, genéticas y evolutivas. Varían en
culares) o vocales (fónicas), breves y reiteradas —pero no intensidad a lo largo del tiempo y habitualmente aumen-

TABLA 23-27. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastornos de tics

Criterios para el diagnóstico de trastorno de la Tourette E. El trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de
una sustancia (p. ej., estimulantes) ni a una enfermedad mé-
A. En algún momento a lo largo de la enfermedad ha habido tics dica (p. ej., enfermedad de Huntington o encefalitis posví-
motores múltiples y uno o más tics vocales, aunque no necesa- rica).
riamente de modo simultáneo. (Tic es una vocalización o movi-
miento súbito, rápido, recurrente, no rítmico y estereotipado.) F. Nunca se han satisfecho criterios del trastorno de la Touret-
te.
B. Los tics aparecen varias veces al día (habitualmente en olea-
das) casi cada día o intermitentemente a lo largo de un perío- Criterios para el diagnóstico de trastorno de tics transitorios
do de más de 1 año, y durante este tiempo nunca hay un
período libre de tics superior a más de 3 meses consecutivos. A. Tics motores y/o vocales simples o múltiples (esto es, vocali-
zaciones o movimientos súbitos, rápidos, recurrentes, no rít-
C. El trastorno provoca un notable malestar o deterioro signifi- micos y estereotipados).
cativo social, laboral o de otras áreas importantes de la acti-
vidad del individuo. B. Los tics aparecen varias veces al día, casi cada día durante
por lo menos 4 semanas, pero no más de 12 meses consecu-
D. El inicio es anterior a los 18 años de edad. tivos.

E. La alteración no se debe a los efectos fisiológicos directos de C. La alteración causa un notable malestar o un deterioro sig-
un fármaco (p. ej., estimulante) o de una enfermedad médi- nificativo social, laboral o de otras áreas importantes de la
ca (p. ej., enfermedad de Huntington o encefalitis posvírica). actividad del individuo.

Criterios para el diagnóstico de trastorno de tics motores o vo- D. El inicio es anterior a los 18 años de edad.
cales crónicos
E. La alteración no se debe a los efectos fisiológicos directos de
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

A. En algún momento a lo largo de la enfermedad ha habido una sustancia (p. ej., estimulantes) ni a una enfermedad mé-
tics vocales o motores simples o múltiples (esto es, vocaliza- dica (p. ej., enfermedad de Huntington o encefalitis posvíri-
ciones o movimientos súbitos, rápidos, recurrentes, no rítmi- ca).
cos ni estereotipados), pero no ambos.
F. Nunca se han cumplido criterios de trastorno de la Tourette
B. Los tics aparecen varias veces al día casi cada día o intermi- ni de trastorno de tics crónicos motores o vocales.
tentemente a lo largo de un período de más de 1 año, y du-
rante este tiempo nunca hay un período libre de tics supe- Especificar si:
rior a 3 meses consecutivos. Episodio simple o recurrente

C. La alteración causa un notable malestar o deterioro signifi- Trastorno de tics no especificado


cativo social, laboral o de otras áreas importantes de la acti- Esta categoría comprende trastornos caracterizados de tics, pero
vidad del individuo. que no cumplen los criterios de un trastorno de tics específico.
Los ejemplos incluyen tics que duran menos de 4 semanas o tics
D. El inicio es anterior a los 18 años de edad. que se inician después de los 18 años de edad.
908 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

tan en situaciones de estrés psicosocial (incluidas las burlas den ejercer una influencia recíproca sobre la ansiedad y
y el ostracismo social), conflictos intrapsíquicos y excita- los factores estresantes sociales, con complicaciones en las
ción emocional positiva o negativa. El estrés psicosocial relaciones personales y la autoestima.
puede inducir especialmente los síntomas al comienzo del Es necesario estudiar a estos niños desde los puntos de
curso escolar, en situaciones de separación o divorcio de vista neuromédico y psiquiátrico, a fin de valorar la posi-
los padres y en la fatiga física. Los tics disminuyen típica- ble existencia de otros trastornos concomitantes, de tics
mente de frecuencia e intensidad durante la actividad inducidos por virus (típicamente, herpes) o de tics sobre-
mental dirigida, la concentración o la alerta súbita (p. ej., venidos después de sufrir un traumatismo craneal. Hay
por una distracción), pero es posible que no desaparezcan que investigar a fondo la presencia de trastornos de ansie-
totalmente durante el sueño. dad (p. ej., trastorno por estrés postraumático, trastorno
Los estudios genéticos familiares muestran que los fa- obsesivo-compulsivo), por sus efectos exacerbantes de los
miliares en primer grado de los pacientes con trastorno de tics.
la Tourette (el 50% de los hombres y el 30% de las mu- Los individuos con trastorno de tics transitorios no sue-
jeres) sufren con más frecuencia trastorno de tics tran- len requerir tratamiento. Es útil aconsejar a la familia que
sitorios, trastorno de tics crónicos y trastorno obsesivo- reduzca su atención sobre el síntoma y sus críticas al niño.
compulsivo, lo cual sugiere una relación mutua de tipo Las técnicas conductuales (p. ej., relajación), los medica-
genético entre los tres trastornos de tics y el trastorno ob- mentos (p. ej., tranquilizantes menores, dosis bajas de
sesivo-compulsivo. Como las etiologías de estos tres trastor- tranquilizantes mayores) o una breve psicoterapia pueden
nos parecen hallarse estrechamente relacionadas entre sí, ser útiles en ciertos casos para controlar la ansiedad y los
es apropiado subdividir el trastorno de tics por su descrip- tics. Hay que ofrecer información al paciente y a la fami-
ción y curso clínico, más que por su etiología. lia, tranquilizarlos e indicarles que acudan para reevaluar
el caso si persisten los síntomas.

TRASTORNO DE TICS TRANSITORIOS


TRASTORNO DE TICS MOTORES
El trastorno de tics transitorios se diagnostica si los tics O VOCALES CRÓNICOS
persisten diariamente de 2 semanas a 1 año (el umbral
para etiquetar de trastorno de tics crónicos). Aunque pue- El diagnóstico de tics motores o vocales crónicos se rea-
de haber un solo período sintomático, es posible observar liza si una u otra clase de tics persisten durante más de
episodios recurrentes durante años. 1 año. El trastorno de Gilles de la Tourette se diagnostica
Los tics transitorios suelen ser motores, aunque son si- cuando existen ambas clases de tics crónicos.
milares a los tics crónicos y del trastorno de la Tourette. El Los tics crónicos son típicamente motores, similares en
trastorno de tics transitorios puede rediagnosticarse más su ejecución a los que se observan en otros trastornos con
tarde según su curso si persisten los tics. Los tics no se aso- tics motores. Los tics vocales crónicos son raros y, usual-
cian uniformemente con otros síntomas, pero durante los mente, leves; consisten generalmente en quejidos (por
episodios puede haber un grado importante de ansiedad contracción diafragmática), más que en verdaderos tics vo-
situacional o evolutiva. cales o verbales. La persistencia de los tics crónicos puede
Hasta un 12% de los niños muestran síntomas de tics, asociarse a trastornos de ansiedad o depresivos; ambos
pero no se ha determinado la prevalencia del trastorno de pueden agravar los trastornos de tics.
tics transitorios. El predominio del sexo masculino es No se dispone de datos sobre la prevalencia de los tics
de 3:1. crónicos, debido a que no se han estudiado epidemiológi-
Tanto los factores genéticos como los psicosociales in- camente las características de duración. El trastorno de
fluyen en la aparición del trastorno de tics transitorios. tics crónicos es probablemente menos común que el tras-
Los episodios se observan típicamente durante períodos torno de la Tourette en poblaciones clínicas, pero no está
de mayor estrés o excitación, lo cual contribuye a la pre- claro si ello refleja la prevalencia general o se debe a un
sentación transitoria y a la variación en la intensidad de sesgo motivado por la derivación de los pacientes (en bus-
los síntomas. Cuando los tics se presentan en respuesta ca de ayuda).
aparente a traumas físicos o emocionales, ello indica gene- Existe típicamente poca variación en la intensidad de
ralmente en el individuo una vulnerabilidad genética sub- los tics crónicos en el plazo de unas semanas, aunque pue-
yacente (Alegre y cols., 1996). de haber algunos cambios en el transcurso de meses o
El comienzo de los episodios simples o recurrentes del años. Su inicio suele producirse a comienzos de la niñez
trastorno de tics transitorios suele ocurrir a mitad de la ni- (5-10 años de edad). En cerca de dos tercios de los casos
ñez (a los 5-10 años) o comienzo de la adolescencia. Si se el trastorno finaliza durante la adolescencia, pero a veces
repiten los episodios, su frecuencia e intensidad van dismi- puede persistir en forma leve durante años o décadas. Un
nuyendo típicamente a lo largo de los años. Los síntomas subtipo de trastorno de tics crónicos puede aparecer en la
no suelen interferir la capacidad funcional, aunque pue- edad adulta, típicamente después de los 40 años de edad.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 909

Al igual que en el trastorno de tics transitorios, está in- mente. Los casos leves pueden quedar sin diagnosticar; los
dicado realizar estudios neuromédicos y psiquiátricos. casos graves pueden ser incapacitantes y deterioradores de
También es útil valorar específicamente la presencia de la imagen social. Al igual que en otros trastornos de tics, la
trastornos de ansiedad y depresivos, como posibles facto- ansiedad y la excitación aumentan los síntomas; la relaja-
res que alimentan los tics crónicos. ción y fijar la atención los disminuyen, y con el sueño son
Los tratamientos conductuales y farmacológicos son mínimos o desaparecen. El aumento de intensidad de los
efectivos, y se utilizan intervenciones psicosociales (inclui- síntomas puede ser evidente durante varios minutos en si-
da la psicoterapia individual y familiar) dirigidas hacia los tuaciones de estrés; pueden durar meses en los períodos
síntomas de ansiedad. Debe considerarse la administra- con ansiedad y estrés, o incluso años, especialmente cuan-
ción de tranquilizantes menores, o de dosis bajas de tran- do se asocian con ansiedad o con trastornos del estado de
quilizantes mayores. Aunque se carece de datos sistemá- ánimo.
ticos, las informaciones procedentes de casos aislados La presentación clínica del trastorno de la Tourette
sugieren que estas medicaciones son muy útiles. El uso de puede cambiar durante el desarrollo. El comienzo suele
estimulantes y antidepresivos tricíclicos para combatir el producirse entre los 2 y los 13 años de edad. Los síntomas
trastorno de tics crónicos se expone en la sección dedica- se inician como un tic simple en el 50% de los pacientes.
da al trastorno de la Tourette. Alrededor de los 7 años de edad (edad media de comien-
zo), los tics motores se hacen más evidentes y muestran
una progresión cefalocaudal con el paso del tiempo (pri-
TRASTORNO DE LA TOURETTE meramente en la cabeza y luego en el tronco y las extremi-
dades). Cerca de los 11 años (por término medio) pueden
El trastorno de Gilles de la Tourette es una enfermedad aparecer tics fónicos y vocales, seguidos de conductas ob-
que dura toda la vida y en la cual se producen tics vocales sesivo-compulsivas. Los tics vocales pueden comenzar en
y motores múltiples. Durante los 12 primeros meses en forma de sílabas aisladas, progresar hacia exclamaciones
que se observan simultáneamente tics motores y verbales más largas y, ocasionalmente, llegar a estructuras verbales
se realiza el diagnóstico de trastorno de tics transitorios. más complejas y gestos. Se observa la clásica coprolalia en
Pasado 1 año, el diagnóstico se convierte en trastorno el 60% de los pacientes, con inicio típico al comienzo de
de la Tourette. La definición del trastorno que ofrece el la adolescencia. La copropraxia (gestos obscenos comple-
DSM-IV es considerablemente más laxa que la establecida jos) puede aparecer más tarde, cuando se resuelve la co-
mediante los criterios clásicos y permite incluir una gama prolalia. Los tics motores complejos pueden ofrecer el as-
más amplia de pacientes. pecto de movimientos sin finalidad, o quedar disimulados
al mezclarse con otros movimientos voluntarios. A veces
estos tics motores complejos son autolesivos (p. ej., arañar-
Descripción clínica
se o cortarse) o violentos (p. ej., crisis de rabietas, agresio-
Tanto los tics motores como los vocales del trastorno nes). Los tics sensoriales están presentes hasta en el 30%
pueden ser simples o complejos. El componente conduc- de los pacientes con trastorno de la Tourette y apare-
tual puede suprimirse voluntariamente, pero surge enton- cen típicamente en sentido cefalocaudal (Chee y Sachdev,
ces un impulso sensorial premonitorio (habitualmente 1997). Los síntomas obsesivo-compulsivos suelen comen-
con una sensación subjetiva de tensión). Esta sensación de zar unos 5-10 años después de la aparición de los primeros
ansiedad previa al tic se alivia temporalmente cuando el tics simples (Bruun, 1988) y pueden complicarse notoria-
paciente permite que se exprese. Muchos pacientes expe- mente.
rimentan sus tics como una respuesta voluntaria a estos Al comienzo del desarrollo, antes de la aparición de los
impulsos premonitorios, y pueden sentirse más alterados tics, el 25-50% de los niños con trastorno de la Tourette
por la continua tensión previa que por los mismos tics presentan impulsividad, hiperactividad y déficit de aten-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

(Leckman y cols., 1993). ción similares a los que se observan en el trastorno por dé-
Algunos pacientes observan que pueden controlar sus ficit de atención con hiperactividad. También es común el
tics durante la jornada escolar o laboral, para «aliviar la trastorno disocial. Aparecen síntomas obsesivo-compulsi-
tensión» más tarde, cuando están solos en su habitación. vos en cerca del 20-40% de los casos, y el trastorno obse-
En estos individuos, la utilización de su hogar como refu- sivo-compulsivo completo se observa en el 7-10% de los
gio con el fin de liberar los síntomas puede constituir un casos.
medio eficaz para reducir el impacto de éstos sobre su Las evaluaciones diagnósticas estructuradas que se han
vida social y laboral. Sin embargo, algunos pacientes con llevado a cabo en adultos con trastorno de la Tourette han
trastorno grave manifiestan que «ahorrar» los tics es aún revelado que existe un porcentaje significativamente ele-
más problemático, ya que interfiere el funcionamiento fa- vado con trastornos de la personalidad, en comparación
miliar. con la población general (64% frente a 6%). En la edad
El trastorno de la Tourette sigue un patrón típico de al- adulta es frecuente que los pacientes con trastorno de la
tibajos con el paso del tiempo. La intensidad varía amplia- Tourette cumplan los criterios para más de un trastorno
910 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

de la personalidad. Además, los trastornos depresivos y de Etiología


ansiedad son significativamente más prevalentes en los pa-
cientes con trastorno de la Tourette que en los sujetos Los factores genéticos, biológicos y psicosociales se
control (Robertson y cols., 1997). muestran operativos en el trastorno de la Tourette, al
Es típico observar síntomas neurológicos en los pacien- igual que en otros trastornos de tics. Se observan tics en
tes con trastorno de la Tourette. Son comunes los signos dos terceras partes de los familiares de los pacientes con
neurológicos leves (50% de los pacientes) y los movimien- trastorno de la Tourette. Los estudios en familias de pa-
tos coreiformes (30% de los pacientes). Aproximadamen- cientes afectos de trastornos de tics o de trastorno obsesi-
te en el 50% de los casos se observan hallazgos anormales vo-compulsivo muestran que ambos grupos se asocian con
en el EEG, sobre todo patrones inmaduros (abundantes una prevalencia similar de tics y conductas compulsivas en
ondas lentas y ondas agudas posteriores). Las exploracio- los miembros de la familia. En el trastorno de la Tourette,
nes con TC suelen ser normales. Es posible observar una la mayor concordancia entre gemelos monocigóticos, en
mayor prevalencia de trastornos del sueño y enuresis. comparación con los bicigóticos, sugiere la existencia de
Algunos pacientes presentan un tipo de trastorno de la un componente hereditario. Los estudios genéticos mues-
Tourette cuya causa es una reacción autoinmune frente a tran un vínculo entre el trastorno de la Tourette, los tics
una infección estreptocócica; se trata de un trastorno neu- crónicos y el trastorno obsesivo-compulsivo. Puede haber
ropsiquiátrico pediátrico de patogenia autoinmune relacio- también una relación entre el trastorno de la Tourette y el
nado con las infecciones estreptocócicas. Prácticamente en trastorno por déficit de atención con hiperactividad, en
todos estos casos aparecen movimientos coreiformes de «to- ausencia del trastorno obsesivo-compulsivo. La predisposi-
car el piano». Cerca del 80% de los pacientes afectos pre- ción familiar hacia los trastornos de tics y el trastorno ob-
sentan también trastorno obsesivo-compulsivo, y aproxima- sesivo-compulsivo está regulada por un gen único con
damente el 50% sufren trastorno por déficit de atención transmisión autosómica dominante (Pauls y Leckman,
con hiperactividad. Otros síntomas neuropsiquiátricos aso- 1986).
ciados consisten en labilidad emocional, conducta negativis- Cerca de una tercera parte de los preadolescentes con
ta, ansiedad de separación (como miedos nocturnos), ritua- trastorno de la Tourette sufren un verdadero proceso au-
les a la hora de irse a dormir y deterioro de las habilidades toinmune. Los episodios se producen o desencadenan a
matemáticas y de escritura (Swedo y cols., 1998). causa de infecciones por estreptococos β-hemolíticos del
No existe evidencia de psicosis, trastorno del sentido de grupo A, tales como faringitis, infecciones de vías respira-
la realidad o deterioro intelectual, pero el trastorno de la torias altas o infecciones estreptocócicas subclínicas (ex-
Tourette puede combinarse con otros trastornos psiquiá- posición). En el mecanismo interviene la producción de
tricos. Puede haber aumento de conductas de tipo agresi- anticuerpos antiestreptocócicos que tienen además pro-
vo (Stefl, 1983) o sexual (Jagger y cols., 1982) en cerca de piedades antineuronales y atacan los ganglios basales
una tercera parte de los pacientes. (Swedo y cols., 1994). Este mecanismo subyace también a
Aunque los criterios diagnósticos se hallan claramente otros transtornos neuropsiquiátricos autoinmunes, inclui-
definidos, las fronteras clínicas entre el trastorno de la dos el trastorno obsesivo-compulsivo y la corea de Syden-
Tourette, el trastorno por déficit de atención con hiperac- ham (baile de San Vito). Se ha propuesto asimismo que el
tividad y el trastorno obsesivo-compulsivo quedan borra- trastorno de ansiedad por separación y la anorexia nervio-
das en muchos pacientes, en los que se observan caracte- sa pertenecerían al grupo de transtornos neuropsiquiátri-
rísticas combinadas de los tres. cos autoinmunes asociados con infecciones estreptocó-
cicas.
En el trastorno de la Tourette (al igual que en el tras-
Epidemiología
torno por déficit de atención con hiperactividad) se obser-
Hasta un 12% de los niños puede presentar síntomas de va un «efecto umbral según el sexo». Así, el trastorno de la
tics. Actualmente se estima que la prevalencia general de Tourette es más común en los niños, pero hay mayor pre-
los trastornos de tics es del 1-2%, probablemente más ele- valencia de tics crónicos y de trastorno de la Tourette en
vada en niños y adolescentes. Las estimaciones de preva- los familiares de las niñas que sufren el proceso, en com-
lencia para el trastorno de la Tourette propiamente dicho paración con los familiares de los niños afectos. Tanto el
son aproximadamente de 1:1.500. Predomina el sexo mas- predominio manifiesto de 3:1 como la aparición más co-
culino, al menos 3:1 (puede llegar hasta 10:1). No existe mún del trastorno de la Tourette en los niños con un de-
sesgo aparente debido a factores socioeconómicos. En los terminado nivel de carga genética podrían reflejar una
estudios transculturales se ha sugerido que el trastorno menor penetrancia de la forma genética del trastorno en
guarda una estrecha similitud entre distintas culturas por las niñas.
lo que respecta a sus características clínicas, comorbilidad, Cuando se toman en consideración todas las formas del
antecedentes familiares y respuesta al tratamiento, lo que trastorno, la penetrancia es del 100% para los niños y del
de nuevo sugiere una base genética y neurobiológica para 71% para las niñas. En las familias afectadas, los pertene-
este trastorno (Staley y cols., 1997). cientes al sexo masculino muestran mayor predisposición
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 911

a sufrir trastornos de tics, y en el sexo femenino es más tación de los ganglios basales, aunque los hallazgos especí-
frecuente el trastorno obsesivo-compulsivo (Pauls y Leck- ficos varían. El globo pálido es de menor tamaño y el
man, 1986). Existe una diferencia relacionada con el sexo núcleo caudado está aumentado, quizá con cambios más
en la fenomenología (o fenotipo) o en la penetrancia de manifiestos en el lado izquierdo (Peterson y cols., 1993).
los trastornos transmitidos por un gen único (es decir, un En un estudio cuantitativo reciente con RM efectuado con
efecto umbral según el sexo). No se ha hallado ninguna gemelos monocigóticos concordantes con respecto a los
explicación concreta para este efecto umbral en el trastor- tics, se halló que el volumen del núcleo caudado derecho
no de la Tourette, el trastorno obsesivo-compulsivo o el era significativamente menor en los gemelos más intensa-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Por mente afectados (Hyde y cols., 1995). Estos gemelos no
lo que respecta a estos trastornos, el sexo puede conside- presentaban la asimetría normal de los ventrículos latera-
rarse un factor predisponente que contribuye a la presen- les, que era manifiesta en los gemelos menos afectados y
tación de los síntomas. en los grupos control de estudios anteriores. En los estu-
Cerca del 10% de los pacientes con trastorno de la Tou- dios con SPECT se ha observado menor flujo sanguíneo
rette presentan una forma no familiar del proceso, que es cerebral en el núcleo lenticular izquierdo (Riddle y cols.,
una fenocopia similar en su aspecto a la forma genética 1992) y un descenso significativo de la actividad en los
del trastorno. En estos casos no familiares, la historia psi- ganglios basales derechos, hallazgos que sugieren una asi-
quiátrica de la familia es negativa en lo que respecta a es- metría funcional (Klieger y cols., 1997). En un estudio con
tos trastornos (Pauls y Leckman, 1986). PET para cuantificar los receptores de dopamina en el
La existencia de factores etiológicos adicionales se sos- trastorno de la Tourette se halló un número elevado de
pecha por los hallazgos retrospectivos de más complicacio- receptores D2 en un pequeño subgrupo de pacientes
nes prenatales, peso más bajo al nacimiento (más en los (Wong y cols., 1997). Analizados en conjunto, estos datos
gemelos monocigóticos que en los dicigóticos), mayor es- implican a los ganglios basales, tanto anatómica como fun-
trés emocional durante el embarazo y más náuseas y vómi- cionalmente, en la fisiopatología del trastorno de la Tou-
tos durante el primer trimestre (Leckman y cols., 1990). rette.
Puede emitirse la hipótesis de que tales factores ambienta- Los tics motores pueden estar relacionados con anoma-
les modulan la expresión de la predisposición genética al lías en las neuronas negroestriadas; los demás síntomas
trastorno de la Tourette y quizá operan a través de meca- del trastorno de la Tourette pueden asociarse a neuronas
nismos hormonales relacionados con el estrés o con el límbicas y corticales, aunque estas relaciones parecen de-
sexo. masiado simplistas. Las influencias recíprocas entre los
La ausencia habitual de retrasos en el desarrollo motor ganglios basales y el sistema límbico son muy complejas y
en el trastorno de la Tourette (Bruun, 1988) sugiere un pueden desempeñar un papel directo (Haber y Lynd-Bal-
efecto relativamente específico sobre las vías neurales afec- ta, 1993). Las vías relevantes a este respecto pueden in-
tas, en vez de producirse un efecto generalizado sobre las cluir los núcleos dopaminérgicos de la sustancia negra
funciones neuromotoras en el curso del neurodesarrollo. (que se proyectan hacia el estriado), sus núcleos mesence-
Una acreditada hipótesis sugiere que el trastorno de la fálicos vecinos en el área tegmental anterior (que se pro-
Tourette se asocia con una sensibilidad exagerada de los yectan hacia diversas zonas corticales y límbicas) y sus vías
receptores postsinápticos dopaminérgicos D2 en los gan- descendentes hacia la protuberancia. Además, las vías cor-
glios basales; sin embargo, también se han descrito ano- ticotalámicas, que intervienen en las funciones motoras y
malías en serotonina, dinorfina, ácido γ-aminobutírico sensitivomotoras, utilizan los ganglios basales a modo de
(GABA), acetilcolina y noradrenalina. Los metabolitos de estación repetidora. Por lo tanto, los tics observados en el
la dopamina y, a veces, de la serotonina están disminuidos trastorno de la Tourette pueden deberse a un trastorno
en el LCR de los pacientes con este trastorno. Se han ha- subcortical primario que afecta al área motora por medio
llado menores niveles del opioide endógeno dinorfina Al-17 de señales aferentes desinhibidas, o bien pueden surgir
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

en las vías estriadas que se proyectan hacia el globo pálido por un trastorno de la inhibición directamente en la cor-
(Haber y Wolfer, 1992), y aumento de la dinorfina Al-8 en teza motora, o a partir de ambos lugares simultáneamente
el LCR de los pacientes con trastorno de la Tourette (Ziemann y cols., 1997).
(Leckman y cols., 1988), lo que es compatible con la inter-
vención de mecanismos opioides. En los estudios necróp-
Curso y pronóstico
sicos se han descrito anomalías de la dopamina en el
estriado, de la serotonina en los ganglios basales, de la di- El comienzo de la enfermedad ocurre típicamente du-
norfina en el globo pálido y del ácido glutámico en la re- rante la niñez (2-13 años de edad) y raras veces se produ-
gión subtalámica. Los estudios genéticos de receptores de ce después de la pubertad. Este proceso, que dura toda la
la serotonina sugieren que este sistema neurotransmisor vida, presenta altibajos en su frecuencia e intensidad, cu-
desempeña un papel escaso o nulo (Brett y cols., 1995). yos picos corresponden en parte a períodos de estrés o an-
Los resultados de los estudios de diagnóstico por neu- siedad. Su presentación varía durante el desarrollo (v. el
roimagen suelen ser uniformes en cuanto al dato de afec- apartado de Descripción clínica). La máxima intensidad
912 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

de los tics puede alcanzarse durante la adolescencia, aun- cuantitativo para estimar su gravedad. Las listas de sínto-
que los síntomas obsesivo-compulsivos pueden ser más mas son idiosincrásicas para los individuos, por lo que re-
destacados y molestos. sulta útil investigar las variaciones periódicas individuales
En las formas autoinmunes del trastorno de la Tourette, en la intensidad de los síntomas, el cambio de éstos y la in-
el curso se caracteriza por un empeoramiento periódico terferencia funcional que provocan (es decir, la capacidad
de los síntomas. Estas exacerbaciones se presentan típica- perturbadora de los síntomas).
mente días o meses después del comienzo de una infec-
ción estreptocócica; el intervalo inicial es de 6-9 meses y va
Tratamiento
disminuyendo al recidivar las infecciones. El empeora-
miento de los síntomas puede producirse por afecciones Puede emplearse farmacoterapia, terapéutica conduc-
estreptocócicas faríngeas o resfriados, e incluso por la sim- tual y, a veces, psicoterapia y educación especial. Aunque
ple exposición a otras personas afectas de una infección los medicamentos desempeñan un papel vital en el trata-
estreptocócica. Los síntomas de tics en estos transtornos miento del trastorno de la Tourette, las capacidades adap-
autoinmunes suelen comenzar alrededor de los 6 años de tativas del niño, los diagnósticos comórbidos, los mecanis-
edad (Swedo y cols., 1998). mos para afrontar las dificultades, las habilidades del trato
Las complicaciones del trastorno de la Tourette inclu- personal y el apoyo social también tienen un papel signifi-
yen generalmente los importantes efectos que se produ- cativo en la evolución. Por lo tanto, en el tratamiento hay
cen sobre la autoestima y las relaciones sociales. Las bur- que emplear estrategias para desarrollar y mantener vigen-
las, la vergüenza, los complejos y el ostracismo social son tes estos factores.
características usuales de la vida de estos pacientes. Estos Los fármacos neurolépticos convencionales constituyen
individuos se muestran remisos a participar en circunstan- la piedra angular de la farmacoterapia, aunque recientes
cias socialmente exigentes. En particular, si los síntomas hallazgos han sugerido que los neurolépticos atípicos de
provocan una mala imagen social, pueden evitar las amis- introducción más reciente (p. ej., risperidona y olanza-
tades íntimas, el matrimonio u otras actividades interper- pina) también son muy efectivos. Aproximadamente el
sonales gratificantes. Se han descrito porcentajes de des- 60-80% de los pacientes con trastorno de la Tourette me-
empleo que alcanzan hasta el 50% en adultos con tras- joran con los neurolépticos convencionales. Aunque co-
torno de la Tourette. múnmente se prescriben dosis bajas de los neurolépticos
de alta potencia (haloperidol y pimocida), los de baja po-
tencia son aproximadamente tan efectivos como los pri-
Evaluación y diagnóstico diferencial
meros. En un estudio comparativo controlado se ha visto
Está indicado realizar un estudio psiquiátrico completo que la pimocida tiene más efecto terapéutico que el halo-
del niño y de los padres, incluyendo la evaluación de un peridol.
posible trastorno por déficit de atención con hiperactivi- Los neurolépticos atípicos poseen la importante ventaja
dad o de trastorno disocial, trastorno obsesivo-compulsivo, de una incidencia notablemente menor de efectos moto-
trastornos del aprendizaje, trastornos generalizados del res adversos a corto y largo plazo, aunque todos los neuro-
desarrollo y retraso mental. También hay que realizar un lépticos conllevan el riesgo de inducir un síndrome neu-
examen neurológico para descartar otros trastornos moto- roléptico maligno (Latz y McCracken, 1992; Steingard y
res, incluida la enfermedad de Wilson. Es necesario valo- cols., 1992) y tourettismo tardío (Bharucha y Sethi, 1995).
rar las discinesias basales antes de comenzar el tratamien- Puede ser necesario aumentar gradualmente las dosis de
to con fármacos neurolépticos. Es útil el EEG para neurolépticos con el paso del tiempo, aunque también es
descartar convulsiones mioclónicas u otros trastornos neu- posible que puedan disminuirse, según las circunstancias
rológicos. En todos los niños con tics deben investigarse de la vida y los altibajos de los síntomas.
los anticuerpos antiestreptocócicos, pues pueden incre- La clonidina es un tratamiento alternativo cuya eficacia
mentarse las opciones terapéuticas. También es útil dispo- se ha comprobado aproximadamente en el 50% de los pa-
ner de informes escolares con respecto al rendimiento cientes con trastorno de la Tourette, sobre todo en niños
académico del niño, conducta general, intensidad de los con trastornos conductuales, en los que el trastorno por
tics y habilidades sociales. Hay que valorar la autoimagen déficit de atención con hiperactividad puede mejorar con-
que tiene el niño, su actitud ante las burlas y el grado de siderablemente con este fármaco. A dosis bajas, la clonidi-
ostracismo social que sufre, así como su capacidad de aser- na estimula los receptores presinápticos α2-adrenérgicos y
tividad. Debe analizarse la posibilidad de que existan tras- da lugar a una disminución aguda de la neurotransmisión
tornos del estado de ánimo o de ansiedad concomitantes. de la noradrenalina; en el tratamiento crónico aumenta la
Puede considerarse la valoración de trastornos de tics en utilización de dopamina (por un mecanismo indirecto
los familiares. desconocido en el que podría intervenir la serotonina).
El seguimiento de los pacientes con trastorno de la Los efectos clínicos de la clonidina pueden aumentar en
Tourette se complica por la variabilidad de los tipos de el transcurso de 2-3 meses de tratamiento. De modo simi-
tics, lo que reduce la utilidad de un enfoque estrictamente lar a la clonidina, la guanfacina, agonista de los receptores
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 913

α2-adrenérgicos, también puede ser efectiva en esta pobla- vorecer las habilidades adaptativas, la psicoterapia puede
ción (Chappell y cols., 1995). No se conocen bien los efec- reducir la ansiedad que da lugar al incremento de los sín-
tos a largo plazo de la clonidina y la guanfacina. tomas.
Sigue siendo objeto de controversia el uso de estimu- La respuesta de la familia a este trastorno que da mala
lantes y antidepresivos tricíclicos para tratar el trastorno imagen al individuo es a menudo significativa; así pues, es
de la Tourette, debido a los hallazgos de que estos agentes importante tratarlo en aras del bienestar del enfermo y de
pueden exacerbar o desencadenar los trastornos de tics. sus familiares (D. Cohen y cols., 1988). La Tourette Syn-
Aunque algunos estudios controlados sugieren que estos drome Association es una organización estadounidense a
fármacos pueden exacerbar los tics en numerosos casos escala nacional que proporciona apoyo e información a fa-
(Gadow y cols., 1995; Riddle y cols., 1995), muchos médi- miliares y pacientes, subvenciona y ayuda en los temas de
cos vuelven a utilizarlos sin observar más que algunas mo- investigación y actúa en pro del paciente en los organis-
lestias ocasionales por inducción de los tics. Con o sin el mos públicos.
uso de estimulantes y antidepresivos tricíclicos, es aconse-
jable mantener la vigilancia con respecto a la inducción
Comentario clínico
de los tics si los pacientes con trastorno de la Tourette uti-
lizan fármacos simpaticomiméticos de venta libre. De En los pacientes con trastorno de la Tourette, la elevada
modo similar, es necesario advertir contra el uso recreati- incidencia de ostracismo social y retraimiento, así como de
vo de cocaína o drogas similares. En el momento actual desempleo en la edad adulta, requiere prestar especial
constituye una práctica aceptable prescribir psicoestimu- atención a las consecuencias psicosociales de este proceso.
lantes para combatir los trastornos de tics crónicos con El control de los tics no constituye el único objetivo del tra-
trastorno por déficit de atención con hiperactividad co- tamiento. Este trastorno neurológico «clásico» ya no se
mórbido, y puede considerarse el empleo de antidepresi- considera raro, se sabe que se presenta de modo comór-
vos tricíclicos en los pacientes con trastornos comórbidos bido con otros trastornos psiquiátricos clásicos y ocupa un
de ansiedad o depresión. lugar propio bien definido en la nosología psiquiátrica.
Los datos preliminares apoyan el uso de otros agentes
en el trastorno de la Tourette, como desipramina, pergoli-
da, propoxifeno, nicotina y selegilina (L-deprenilo). Existe
cierta evidencia de que los andrógenos o la naltrexona, TRASTORNOS DE LA INGESTIÓN
antagonista de los receptores opioides, pueden empeorar Y LA CONDUCTA ALIMENTARIAS
los tics (y los síntomas obsesivo-compulsivos).
Si se presentan trastornos comórbidos en pacientes con
DE LA INFANCIA O LA NIÑEZ
trastorno de la Tourette, el tratamiento de la comorbili-
dad puede mejorar los síntomas de éste. Esta mejoría pa- La anorexia y la bulimia nerviosas, que suelen diagnos-
ralela puede observarse en la mayoría de los trastornos psi- ticarse inicialmente en la adolescencia, se exponen en el
quiátricos comórbidos, incluidos los trastornos del estado capítulo 25. Otros tres trastornos de la conducta alimenta-
de ánimo y de ansiedad, el trastorno por déficit de aten- ria que se diagnostican habitualmente en la niñez son la
ción con hiperactividad y otros trastornos conductuales. pica, el trastorno de rumiación del lactante y el trastorno
Para los niños con trastornos de tics asociados a infec- de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez.
ciones estreptocócicas se están investigando diversos trata- La pica y el trastorno de rumiación raras veces los trata
mientos inmunológicos como la plasmaféresis, las inmu- sólo el psiquiatra como entidades aisladas, aunque son
noglobulinas intravenosas, la antibioterapia crónica y la procesos médicos significativos con dimensiones psiquiá-
prednisona (Allen y cols., 1995; Matarrazo, 1992). tricas definidas. El trastorno de la ingestión alimentaria de
Las intervenciones educativas de base neuropsicológica la infancia o la niñez corresponde a una subclase del diag-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

pueden ser útiles para combatir algunos de los síntomas nóstico pediátrico de retraso del desarrollo de causa no
«frontales» del trastorno por déficit de atención con hi- orgánica.
peractividad (Denckla y Reader, 1993). Se han empleado
diversas técnicas conductuales, aunque no son uniforme-
mente efectivas. No se han establecido pautas estandari- PICA
zadas.
Aunque no constituye un tratamiento específico del El patrón de ingerir materiales no alimentarios puede
trastorno de la Tourette, la psicoterapia puede servir de observarse en niños pequeños, en individuos con retraso
ayuda para afrontar el estigma de la enfermedad y los pro- mental grave o profundo y en mujeres embarazadas. La
blemas de autoestima, así como para promover el trato pica se ha documentado extensamente en la literatura pe-
personal y social, mejorar las oportunidades y las probabi- diátrica, pero lo ha sido en grado mínimo en la psiquiátri-
lidades de lograr un matrimonio feliz e incrementar el ca, a pesar de su presunta etiología biopsicosocial y de su
rendimiento y la satisfacción en el trabajo. Además de fa- potencial para la aparición posterior de importantes com-
914 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

plicaciones conductuales, cognitivas, neurológicas y del de- y los 6 años de edad. Ambos sexos se afectan con igual fre-
sarrollo. cuencia. Los estudios epidemiológicos muestran que los
La pica es muy común en los niños, especialmente en niños con pica pertenecen típicamente a niveles socioeco-
los de corta edad, pero se diagnostica pocas veces. Cuando nómicos inferiores, tienen animales domésticos en casa y
ocurre en individuos mentalmente retrasados o en muje- presentan diversas anomalías conductuales. Es típico que
res embarazadas, puede ser necesaria una atenta indaga- no se remitan para tratamiento a menos que surjan com-
ción por parte del médico para ponerla de manifiesto. El plicaciones, como intoxicación por plomo, o trastornos
significado psiquiátrico de la pica es muy diferente en es- concomitantes. Se ha observado que presentan pica más
tas distintas poblaciones. del 50% de los niños hospitalizados a causa de ingestiones
La geofagia (ingestión de barro o tierra) es un fenóme- accidentales (Millican y cols., 1968).
no similar y en muchas culturas constituye una actividad El retraso mental se asocia a una elevada prevalencia de
ordinaria sancionada por el uso. Tales formas de pica de- pica. Aproximadamente el 20-40% de los individuos insti-
terminadas culturalmente no se consideran un trastorno tucionalizados con retraso mental profundo o grave pre-
mental (tabla 23-28). sentan pica. No hay diferencias en cuanto a la prevalencia
Cualquiera que sea la base de la pica, el riesgo de into- en ambos sexos.
xicación accidental es significativo. Se ha descrito que la prevalencia de pica en las mujeres
embarazadas varía geográficamente de 0 a 70%. En las cla-
ses socioeconómicamente inferiores de Estados Unidos se
Descripción clínica
observa ingestión persistente de sustancias no nutritivas en
Los niños y las personas con retraso mental pueden in- cerca del 60% de las embarazadas. La ingesta específica de
gerir papeles, pintura, monedas, cuerdas, trapos, pelo, he- hielo y escarcha de la nevera se constató en el 8% de las
ces, vómitos, hojas de árbol, insectos, gusanos y ropas. La mujeres embarazadas que habitaban en el centro urbano
pica en niños se observa típicamente en asociación con de Washington, D.C. (Edwards y cols., 1994). La mayoría
trastornos conductuales y otros problemas médicos, pero de los niños con pica tienen madres o hermanos que tam-
estos niños raras veces acuden al psiquiatra sólo por el bién sufren este proceso.
problema de la pica. La pica aumenta el riesgo de exposición a toxinas am-
Se ha descrito que las mujeres embarazadas, aparte de bientales. Se describió intoxicación por plomo hasta en un
sus antojos habituales hacia la fruta y los alimentos de sa- 92% de los niños que habitaban en las cercanías de una
bor fuerte, en algunas ocasiones ingieren materiales con fundición de plomo en Brasil (Silvany-Neto y cols., 1996).
almidón, escarcha de la nevera o sustancias que contienen Puede contaminarse el hogar por toxinas traídas inadverti-
minerales. La geofagia cultural implica habitualmente in- damente a casa desde el lugar de trabajo, a pesar de las
gerir tierra, barro, arena y guijarros. La geofagia es común precauciones tomadas para evitar la exposición laboral y
en niños y en embarazadas. el transporte de materiales potencialmente tóxicos (Chia-
radia y cols., 1997). Incluso en los lugares prósperos, la
pica es una vía principal de exposición al plomo, los pesti-
Epidemiología
cidas y las toxinas orgánicas, a través de la ingestión del
Cerca del 10-20% de los niños en Estados Unidos pre- polvo doméstico depositado en alfombras, colchones y so-
sentan pica en algún momento de su vida, y hasta un fás (Roberts y Dickey, 1995).
50-70% de los que habitan en los centros urbanos depri- La pica de base cultural se observa en algunas familias
midos exhiben conductas semejantes a la pica entre el año originarias del tercer mundo (Vermeer y Frate, 1979). Por
ejemplo, se ha constatado geofagia en la población gene-
ral (no en muestras clínicas) de muchas partes de África,
TABLA 23-28. Criterios DSM-IV para el diagnósticos de pica Sudamérica, Asia y en los aborígenes australianos. En dife-
rentes regiones, el hecho de ingerir tierra se emplea a
A. Ingestión persistente de sustancias no nutritivas durante un modo de «chupete» simple en los lactantes, o bien como
período de por lo menos 1 mes.
pasatiempo habitual (parecido al hábito de fumar) o
B. La ingestión de sustancias no nutritivas es inapropiada para como método de base cultural para respetar o atraer a los
el nivel de desarrollo. espíritus mágicos; también se utiliza con presunto valor
medicinal (p. ej., para suprimir las náuseas). La práctica
C. La conducta ingestiva no forma parte de prácticas sanciona- no es indiscriminada, sino que interviene en ella la selec-
das culturalmente.
ción cuidadosa de ciertos tipos de barro y preparaciones
D. Si la conducta ingestiva aparece exclusivamente en el trans- específicas (como la cocción). Cuando los norteamerica-
curso de otro trastorno mental (p. ej., retraso mental, tras- nos de ascendencia africana no disponen de tierra o barro
torno generalizado del desarrollo, esquizofrenia) es de su- culturalmente adecuados para emplearlos en la ciudad,
ficiente gravedad como para merecer atención clínica inde-
emplean almidón de lavandería como sustituto común,
pendiente.
debido a su textura y consistencia semejantes a las del ba-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 915

rro. Los riesgos de la pica son potencialmente graves, in- la absorción de nutrientes. Dado que la anemia no induce
cluso aunque estén avalados culturalmente. Entre los ni- regularmente la aparición de pica en los adultos, es más
ños se ha descrito que la prevalencia de intoxicación por probable que cause desequilibrios nutricionales. Se desco-
plomo puede llegar hasta el 73% en Kenia y el 90% en Pa- noce la relevancia de la teoría del déficit nutricional de la
quistán (Hafeez y Malik, 1996). pica en los niños.
Ciertos factores médicos pueden contribuir también a
la aparición de pica en los adultos: trastornos cerebrales,
Etiología
afecciones gastrointestinales, infestaciones parasitarias y
La pica de la niñez se interpreta a veces como una par- procesos inflamatorios. La historia psiquiátrica familiar,
te habitual del aprendizaje exploratorio, o como un refle- los factores biológicos concomitantes y las manifestaciones
jo de la incapacidad de los niños de corta edad para dife- de transferencia de la pica no se han estudiado sistemáti-
renciar entre alimentos y objetos no comestibles. La obser- camente. Sin embargo, algunos datos sugieren una mayor
vación de que la pica tiene mayor prevalencia en los hoga- prevalencia de los trastornos del estado de ánimo en las fa-
res donde hay animales domésticos y de que estos niños milias afectas de pica.
pueden ingerir la comida destinada a los animales sugie-
re que la imitación puede desempeñar un papel etioló-
Curso y pronóstico
gico. La mayoría de los niños con pica tienen padres que
también presentan antecedentes de la afección; el trastor- En los niños, la pica suele comenzar hacia los 12-24 me-
no puede transmitirse por diversos mecanismos, incluidos ses y se resuelve alrededor de los 6 años de edad. Sin em-
los culturales. Las hipótesis psicoanalíticas han subrayado bargo, en las personas con retraso mental puede persistir
la existencia de alteraciones en la agresividad o la orali- en la edad adulta. En las mujeres embarazadas, la geofagia
dad. En ciertos casos pueden contribuir los trastornos de suele resolverse al final del embarazo, aunque puede rea-
crianza del niño y la privación psicosocial (problemas de parecer en embarazos subsiguientes.
alimentación, destete traumático, necesidades «orales» no Las complicaciones de la pica son numerosas y potencial-
satisfechas). La elevada prevalencia de pica en las clases mente graves. Son frecuentes el estreñimiento y la malab-
socioeconómicamente inferiores puede constituir un mar- sorción gastrointestinal. Puede haber impactaciones fecales
cador parcial de estrés psicosocial o de patología familiar, repetidas. La ingestión de cuerpos extraños o bolas de cabe-
con posible intervención en la etiología. La depresión, la llos puede provocar obstrucción intestinal, con la posibili-
negligencia y la vigilancia insuficiente por parte de los pa- dad de que se produzca perforación intestinal u obstruc-
dres son factores claramente relacionados con el riesgo de ción biliar, lo que a veces obliga a practicar una colostomía.
ingestiones tóxicas en los niños (Bithoney y cols., 1985) y Puede producirse anemia por déficit nutricionales y, a ve-
se presume que constituyen factores conductuales tangi- ces, por hemorragias intestinales de origen traumático. Es
bles que contribuyen a la aparición de la pica. Se ha des- posible observar desequilibrios salinos, infecciones parasita-
crito que las madres de los niños con pica son inmaduras, rias, vómitos, intoxicaciones y lesiones dentales.
emocionalmente distantes y abrumadas por las tareas do- La ingestión de pinturas con plomo, o de yeso o tierra
mésticas. En general hay que tener en cuenta los orígenes puede producir encefalopatía tóxica en los casos graves,
cultural y ambiental de la pica, ya que pueden explicar al- astenia y adelgazamiento (con estreñimiento) en los casos
gunos aspectos de la transmisión familiar de este proceso. moderados, y trastornos del aprendizaje en los leves. Apro-
En los individuos con retraso mental grave o profundo ximadamente el 80% de los niños intoxicados por plomo
se cree que el mecanismo primario es la autoestimulación, sufren pica, y al menos el 30% de los niños con pica pre-
más que una alteración del juicio. Los niños y adultos con sentan síntomas relacionados con el plomo.
retraso mental y pica tienden a practicarla con un objeto La ingestión de plomo por mujeres embarazadas puede
favorito. causar plumbismo congénito. Sin embargo, la pica tiene
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Se ha propuesto una etiología nutricional en algunos influencia sobre el desarrollo aunque no se llegue al nivel
adultos, quienes se cree que presentan un antojo instinti- de ingestión tóxica: las embarazadas que ingieren hielo
vo hacia las sustancias con vitaminas y minerales, especial- dan a luz niños con un menor perímetro cefálico, en com-
mente hierro y quizá cinc o calcio, con la hipótesis de que paración con los hijos de mujeres que no sufren pica
supondría un intento de corregir algún déficit nutricional. (Edwards y cols., 1994). Los niños con pica muestran un
Aunque hay evidencia de este mecanismo en los animales, desarrollo motor y mental más lento, retraso del creci-
pocos datos apoyan esta hipótesis en el ser humano. La in- miento, convulsiones y déficit neurológicos, así como ano-
gestión de hielo (o escarcha de la nevera) en las mujeres malías conductuales antes y después del período de pica.
embarazadas se ha asociado con déficit de hierro, y la
prescripción de suplementos de este mineral mejora la
Evaluación y diagnóstico diferencial
anemia y reduce la ingestión de hielo (Danford, 1982). La
pica puede ser, en cambio, una fuente de malnutrición, ya El estudio de los niños con pica comprende la evalua-
que los objetos o sustancias consumidos pueden interferir ción conductual y psiquiátrica del niño y los padres, la eva-
916 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

luación psicosocial del hogar (incluidas la disponibilidad Las medidas de salud pública destinadas a reducir los
de cuidador del niño y la presencia de animales domésti- niveles ambientales de plomo son espectacularmente efec-
cos) y del estado nutricional, la historia alimentaria, la ex- tivas para reducir a nivel nacional los niveles plasmáticos
posición al plomo y los valores culturales. Hay que sopesar de plomo en los niños, dentro y fuera de Estados Unidos.
asimismo la posibilidad de supervisión insuficiente de los A pesar de los grandes beneficios logrados, sigue sien-
niños o de negligencia de los padres. do necesaria una atención continuada por parte de los clí-
A menudo se omite el diagnóstico debido a que los ni- nicos.
ños son derivados a evaluación a causa de otros proble- La corrección efectiva de la intoxicación por plomo
mas. Es posible que los adultos no hayan observado direc- quizá no induzca mejorías duraderas. Por ejemplo, incluso
tamente la conducta de pica en el niño, o quizá son después de un tratamiento global de esta intoxicación en
remisos a facilitar esta información acerca de su familia. niños con trastorno generalizado del desarrollo, el 75%
Hay que tomar en consideración la posibilidad de pica volvieron a exponerse al plomo en el curso del tratamien-
en niños y adultos (no sólo en personas con retraso men- to médico. En muchos casos de pica infantil es aconsejable
tal) con anemia, estreñimiento crónico, impactación fecal efectuar reevaluaciones sucesivas de los niveles de plomo y
o ingestiones accidentales. La intoxicación por plomo protoporfirina cinc una vez finalizado el período del trata-
puede hallarse presente en niños con trastorno por déficit miento médico agudo.
de atención con hiperactividad, astenia o pérdida de peso
de causa desconocida, trastornos del aprendizaje, retraso
Comentario clínico
mental o presencia de «líneas de plomo» gingivales.
En vista del alto riesgo de intoxicación por plomo, es La pica en niños e individuos con retraso mental es un
razonable estudiar a los niños con pica mediante el análi- trastorno significativo que generalmente no recibe aten-
sis de los niveles sanguíneos de protoporfirina cinc y de ción psiquiátrica de un modo sistemático. La ingestión de
plomo plasmático. Aunque persiste la controversia sobre si sustancias no nutritivas por parte de embarazadas y en al-
existe un nivel mínimo «seguro» de plomo en sangre du- gunos grupos socioeconómicos puede representar un pro-
rante el curso del desarrollo, el consenso es general acerca ceso relacionado o diferente. Es necesario incrementar la
de los límites superiores aceptables de plomo plasmático vigilancia clínica y los estudios de investigación para defi-
(10 µg/dl) y de protoporfirina cinc (30 µg/100 ml). Al nir las posibles diferencias en las formas de pica que apa-
descubrir un niño con pica, es aconsejable examinar tam- recen en distintas poblaciones, incluidas las formas cultu-
bién a los hermanos y a los padres en este sentido. rales prevalentes en ciertas regiones del globo.
Todavía no se han descrito las dimensiones psiquiátri-
cas básicas de la pica en la niñez, pero es aconsejable valo-
Tratamiento
rar sistemáticamente en este sentido a los hermanos y pa-
Se ha empleado la terapéutica conductual en niños e dres de los niños con pica. Aparte de las investigaciones
individuos con pica mentalmente retrasados. Las recom- sobre la exposición al plomo, no se han realizado estu-
pensas al tomar los alimentos apropiados, la enseñanza de dios controlados a largo plazo acerca de la pica o su trata-
las diferencias con los alimentos comestibles, la sobreco- miento.
rrección (forzar inmediatamente la higiene oral) y el re-
forzamiento negativo («tiempos muertos», restricciones
físicas) se han utilizado con resultados satisfactorios, espe- TRASTORNO DE RUMIACIÓN
cialmente en individuos con retraso mental. Las interven-
ciones psicosociales consisten en el favorecimiento de la Ciertos lactantes muestran una relajación placentera
supervisión y la estimulación por parte de la madre, el mientras regurgitan, vuelven a masticar, babean y deglu-
aumento de las oportunidades para jugar (juguetes nue- ten de nuevo el alimento, habitualmente en ausencia de
vos) y la asistencia a una guardería. las personas que los cuidan y de otras fuentes de estimula-
Puede ser necesario el tratamiento médico concomitan- ción. Su autoestimulación continuada, satisfacción mani-
te. El tratamiento de la intoxicación por plomo puede lle- fiesta y estado de letargo y ausencia indican que el niño se
varse a cabo según la pauta habitual. Los tratamientos nu- halla plenamente absorto en la rumiación. Su gozo y entu-
tricionales con hierro y cinc consiguen mejorías a corto siasmo evidentes ocurren a pesar de la desnutrición y el
plazo en algunos individuos. menor aumento de peso, y contrastan vivamente con el
No se han valorado sistemáticamente las intervenciones disgusto de los padres ante esta actividad.
psicosociales y nutricionales. Pueden ser beneficiosas las Este trastorno de los lactantes, potencialmente fatal, re-
mejorías en la higiene personal y el hogar. En algunos ca- fleja al parecer un desarrollo anormalmente temprano de
sos puede ser necesario eliminar las alfombras viejas o sin- autoestimulación y regulación fisiológica y se pone espe-
téticas y ciertos muebles, así como las fuentes de polvo y cialmente de manifiesto cuando el niño se encuentra solo
de partículas, o incluso el abandono de un domicilio pro- (tabla 23-29). La rumiación (mericismo) puede ser la cau-
blemático. sa o el resultado de un trastorno en las relaciones paterno-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 917

TABLA 23-29. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor- Epidemiología


no de rumiación
Aunque no se dispone de cifras de prevalencia, el tras-
A. Regurgitaciones y nuevas masticaciones repetidas de ali-
mento durante un período de por lo menos 1 mes después torno de rumiación es raro y su frecuencia tiende a dismi-
de un período de funcionamiento normal. nuir en la población general, lo cual puede deberse a las
mejoras en la asistencia del lactante y del niño. El trastor-
B. La conducta en cuestión no se debe a una enfermedad gas- no casi ha desaparecido en algunos países (Guedeney,
trointestinal ni a otra enfermedad médica asociada (p. ej.,
reflujo esofágico).
1995). Sin embargo, no es raro en los lactantes con retraso
mental. Cerca del 10% de los adultos con retraso mental
C. La conducta no aparece exclusivamente en el transcurso de ingresados en una institución presentan síntomas simila-
una anorexia nerviosa o de una bulimia nerviosa. Si los sín- res que carecen de explicación médica. Aproximadamen-
tomas aparecen exclusivamente en el transcurso de un retra- te el 93% de los adultos con rumiación sufren retraso
so mental o de un trastorno generalizado del desarrollo, son
de suficiente gravedad como para merecer atención clínica mental grave o profundo. Los pocos estudios disponibles
independiente. se basan en muestras poco numerosas y aportan datos con-
tradictorios sobre el porcentaje entre ambos sexos. Así, se
ha descrito tanto el predominio del sexo masculino como
una prevalencia equivalente en uno y otro sexo.
filiales y asociarse a un retraso importante del desarrollo o
retraso mental.
Etiología
El síntoma de rumiación es relativamente frecuente en
adultos con retraso mental, y los pacientes con anorexia o Hay una considerable evidencia a favor de las contribu-
bulimia experimentan ocasionalmente este trastorno. La ciones orgánica y ambiental en la etiología del trastorno
rumiación puede presentarse también en niños (Reis, de rumiación. En el lactante, la rumiación puede produ-
1994) o adultos (Parry-Jones, 1994) con desarrollo nor- cirse por reflujo gastroesofágico a causa de un trastorno
mal, al parecer como respuesta transitoria a situaciones del esfínter esofágico, como en la hernia de hiato; tales
de estrés. Se desconoce la relación de estas formas de ru- procesos médicos se consideran criterios de exclusión
miación con el proceso patológico de la rumiación del lac- para el diagnóstico del trastorno de rumiación en el lac-
tante. tante. En estos casos, la rumiación puede considerarse un
intento de eliminar el material refluido al esófago o una
respuesta refleja a la dilatación esofágica. La intervención
Descripción clínica
médica o quirúrgica reduce la conducta de rumiación.
La rumiación consiste en la ingestión continua del con- La mayoría de los lactantes con rumiación no sufren un
tenido del estómago, parcialmente digerido, que se regur- retraso del desarrollo. Sin embargo, cerca del 25% tienen
gita al esófago o a la boca. Es diferente del vómito, en el un bajo cociente de desarrollo, como se observa en el re-
que el contenido del estómago se expulsa a través de la traso mental y en el trastorno generalizado del desarrollo.
boca. Existen complicaciones obstétricas en una tercera parte
El proceso puede iniciarse cuando el niño se pone los de estos niños, lo cual sugiere que las lesiones cerebrales
dedos o un trapo en la boca y se induce la regurgitación, perinatales pueden contribuir a la aparición del trastorno.
lo que va acompañado de movimientos rítmicos del cuer- También es posible —y más probable— que la patología
po o del cuello, o bien puede comenzar sin una acción in- prenatal, como los trastornos de la capacidad psicomotora
ductora aparente. Durante la rumiación, el niño general- o visceromotora, contribuya a las subsiguientes dificulta-
mente está tranquilo, con aspecto feliz o absorto, y quizá des perinatales y posnatales. Sin embargo, la mayoría de
mantiene el cuerpo y la cabeza en una posición arqueada los lactantes con trastorno de rumiación alcanzan normal-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

especial mientras succiona. No hay aspecto manifiesto de mente las etapas del desarrollo y no muestran alteraciones
náuseas, desasosiego o asco. Si se observa al niño, habitual- manifiestas de éste.
mente cesa en su actividad y fija su atención en el intruso; La falta de estimulación ambiental podría contribuir a
cuando deja de notar que se le observa, en pocos segun- la aparición del trastorno de rumiación. Estos lactantes
dos recupera su actividad de succión y de movimientos pertenecen a menudo a familias con escasos recursos,
con la lengua. Cuando no está rumiando, el niño puede donde la estimulación sensorial e interpersonal puede ser
presentar un aspecto apático y retraído, irritable y nervio- escasa. Se cree que las personas que cuidan a los niños
so, o aparentemente normal. con trastorno de rumiación les aportan una estimulación
Se observan generalmente conductas de autoestimula- inadecuada por el poco tiempo que pueden dedicarles, o
ción asociadas al trastorno de rumiación. A menudo el bien por ansiedad o evitación parentales previas, trastor-
niño se chupa el dedo o un trapo, golpea con la cabeza o nos psiquiátricos de los padres, ausencia de éstos o mane-
se balancea, lo que apoya la hipótesis de que la rumiación jo rudo del niño. La excesiva estimulación parental puede
puede ser una forma de autoestimulación en el lactante. conducir también al trastorno de rumiación.
918 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

No existe ninguna psicopatología específica que se la ansiedad y el malestar agudos, lo que puede llevar a res-
haya identificado como característica de la persona que puestas afectivas y cognitivas continuadas que trastornan
cuida principalmente al niño, aunque se ha descrito la la formación de lazos con el niño. Las sensaciones paren-
presencia de depresión, trastorno de ansiedad, trastorno tales de frustración y asco, especialmente a causa del olor,
de la personalidad, abuso de sustancias y esquizofrenia pueden llevar a que eviten más el contacto con el niño y lo
(Mayes y cols., 1988). Los estudios se han enfocado típica- estimulen poco. Esta alteración de los lazos con el niño
mente la estimulación materna, existiendo pocos datos re- constituye una complicación importante en el desarrollo
lativos al papel del padre. de éste (Mayes y cols., 1988).
No puede descubrirse una etiología en todos los casos El único estudio de seguimiento disponible acerca de
del trastorno de rumiación en el lactante. No siempre se los lactantes con trastorno de rumiación indica que cerca
observan alteraciones predisponentes en la relación pater- del 50% tienen un desarrollo conductual normal y que el
nofilial. Algunos lactantes con trastorno de rumiación tie- 20% sufren una grave patología médica o del desarrollo
nen aspecto feliz y sus padres les apoyan emocionalmente hacia los 5 años de edad (Sauvage y cols., 1985). Tanto el
e interaccionan con ellos. Estos lactantes tienen más pro- retraso mental como el trastorno generalizado del desa-
babilidades de responder favorablemente a las interven- rrollo se asocian habitualmente con el trastorno de rumia-
ciones conductuales simples (Lavigne y cols., 1981). Los ción, como causa, efecto o trastornos concomitantes. La
modelos del desarrollo habituales de tipo psicodinámico malnutrición crónica no se observa típicamente en el tras-
(oralidad), orgánico y genético podrían ser más relevantes torno de rumiación. No está bien descrito el curso de la
para comprender la rumiación asociada al retraso mental; rumiación en adultos con retraso mental.
sin embargo, la etiología de la rumiación en los lactantes
con retraso mental se atribuye habitualmente a la necesi-
Evaluación y diagnóstico diferencial
dad de autoestimulación.
Se presume que los lactantes que carecen de fuentes Hay que realizar una evaluación conductual y psiquiá-
externas de gratificación emplean la rumiación para auto- trica del niño y los padres, con énfasis sobre la historia del
estimularse o descargar la tensión. Se especula que el niño desarrollo y la evaluación psicosocial, así como indagar
puede alcanzar un grado de control «voluntario» sobre la la historia alimentaria, explorar el estado de nutrición y
regurgitación y moldear esta respuesta fisiológica hacia observar la influencia recíproca del progenitor y el niño
una autoestimulación placentera. durante la toma del alimento. Hay que considerar la pa-
tología gastrointestinal: reflujo gastroesofágico, hernia de
hiato, estenosis pilórica, otras anomalías congénitas e in-
Curso y pronóstico
fecciones. Las anomalías estructurales gastrointestinales (y
La regurgitación o el vómito (con reflujo en la radios- otras) pueden ser especialmente comunes en los indivi-
copia con bario) se observan generalmente durante los duos con parálisis cerebral, anomalías físicas y trastornos
3 primeros meses de vida; en cambio, es típico que la ru- del desarrollo.
miación no aparezca hasta los 3-12 meses. Generalmente Los síntomas de regurgitación en el lactante también
se resuelve hacia el final del segundo año, pero puede per- pueden ser debidos a la ansiedad; algunos niños tienen un
sistir hasta los 3-4 años. En los casos más persistentes, el aspecto abiertamente afecto durante la rumiación; sin em-
paciente sufre generalmente retraso mental. El comienzo bargo, lo habitual es que aparezcan felices y gocen con la
de la rumiación puede ser más tardío en las personas con regurgitación. En cambio, los niños con trastornos gas-
retraso mental, aunque típicamente aparece al final de la trointestinales vomitan con molestias y experimentan do-
niñez o en la adolescencia. lor. Aunque lo dicho permite al parecer una distinción
Algunos individuos pueden presentar deshidratación, simple, en la literatura sobre rumiación y esofagitis por re-
desequilibrios electrolíticos, aumento lento de peso, retra- flujo se ponen de manifiesto las dificultades que entraña
so del crecimiento, malnutrición y caries dentales. Es habi- el diagnóstico diferencial. Habitualmente no está claro si
tual la remisión espontánea del trastorno, pero existe tam- el reflujo o la rumiación iniciaron la patología esofágica.
bién un alto riesgo de retraso del desarrollo y muerte. Los Es aconsejable obtener una cuidadosa valoración clínica
trabajos aparecidos en la literatura desde los años 50 indi- de la función esofágica, junto con el estudio psiquiátrico.
can que existe un porcentaje de mortalidad del 10-25%, Además, al realizar el diagnóstico debe tenerse en cuenta
con muerte por malnutrición. Sin embargo, el riesgo de que la rumiación se presenta ocasionalmente en niños
desenlace fatal depende de la posibilidad de intervenir en (Reis, 1994) y adultos (Parry-Jones, 1994) con desarrollo
el caso; la moderna disponibilidad de hiperalimentación normal.
parenteral ha llevado probablemente a una disminución
sustancial de los fallecimientos.
Tratamiento
Una complicación importante del trastorno de rumia-
ción en el lactante es la reacción de los padres ante los sín- No existe ningún tratamiento establecido para el tras-
tomas. Su respuesta inmediata al observar la rumiación es torno de rumiación del lactante, aunque se han intentado
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 919

diversas formas de terapéutica conductual, orientación de lías de la motilidad esofágica en el 84% de los pacientes
los padres y medicación (antiespasmódicos y tranquilizan- psiquiátricos adultos, especialmente en los trastornos del
tes). No se ha observado especial eficacia de la psicotera- estado de ánimo y de ansiedad; sólo el 31% de los pacien-
pia de la persona que cuida al niño, cambios de dieta y tes no psiquiátricos muestran anomalías similares en la
restricciones físicas de las manos. evaluación de las contracciones esofágicas distales (Clouse
Las técnicas conductuales consisten en abrazar al niño y Lustman, 1983).
y jugar con él antes, durante y después de la toma de ali- El establecimiento de la regulación fisiológica y afectiva
mento, para reducir la privación social y el retraimiento podría considerarse como requisito y como consecuencia
conductual. Con el condicionamiento aversivo (p. ej., po- de una profundización de los lazos afectivos entre padres
nerle pimienta o limón en la lengua, electroshock) se lo- e hijo; por lo tanto, este raro trastorno del lactante pro-
gra la supresión más rápida de los síntomas, pero estos porciona una oportunidad poco común para realizar in-
métodos suscitan generalmente una fuerte oposición por vestigaciones sobre el desarrollo del niño.
parte de los padres y no pueden aplicarse de modo inme-
diato o constante. La atención negativa, como gritar o dar
un golpecito al niño, puede dar lugar al reforzamiento de TRASTORNO DE LA INGESTIÓN ALIMENTARIA
la conducta, especialmente si no se llevan a cabo otras for- DE LA INFANCIA O LA NIÑEZ
mas de reforzamiento y atención o son ineficaces. La com-
binación de un reforzamiento negativo (una regañina y En pediatría, el diagnóstico de retraso del desarrollo in-
no hacerle caso durante 2 min) unida a una recompensa dica la existencia de un retardo en el crecimiento corpo-
si no se ha producido la conducta de rumiación (atención ral o en el logro de las etapas del desarrollo, como conse-
parental e interacción social, como limpiarlo y jugar con cuencia de un aporte nutritivo insuficiente. Las formas
él) se ha utilizado con éxito en el tratamiento ambulatorio «orgánicas» del retraso del desarrollo pueden deberse a
(Lavigne y cols., 1981). enfermedades crónicas (SIDA congénito), procesos neu-
En general se recurre a la hospitalización temporal rológicos, déficit sensoriales o cualquier enfermedad pe-
para separar al niño de la persona que lo cuida habitual- diátrica grave. Las formas «no orgánicas», que constituyen
mente, proporcionar al niño un ambiente diferente para al menos el 80% de los casos de retraso del desarrollo,
la alimentación (con el propósito de «descondicionar» los comprenden: 1) trastornos homeostásicos del lactante
síntomas) y conseguir un período de relajación para los (disregulación del sueño y la alimentación), 2) rechazo
padres (a fin de reducir su ansiedad). Si se tranquiliza a patológico del alimento, 3) malnutrición proteicocalórica
los padres y se les proporciona información y apoyo, es po- y 4) factores sociales y emocionales que interfieren el
sible reducir su ansiedad previa y la conducta de evitación, aporte nutricional suficiente (incluido el trastorno reacti-
así como disminuir su estrés agudo en los momentos de vo de la vinculación de la infancia o la niñez, que se expo-
rumiación del niño y restablecerles la confianza con res- ne más adelante en este capítulo).
pecto al proceso de la alimentación. Puede ser útil realizar En el diagnóstico DSM-IV del trastorno de la ingestión
una valoración psiquiátrica y psicosocial de los padres. El alimentaria de la infancia o la niñez no se incluyen todas
seguimiento clínico continuado es de utilidad para resta- las formas de retraso del desarrollo de causa no orgánica,
blecer los lazos entre madre e hijo, monitorizar el ambien- sino sólo los tipos de insuficiencias alimentarias que ocu-
te psicosocial en el hogar y proporcionar apoyo en caso de rren en el contexto de un aporte suficiente de alimentos
que exista retraso mental. No se han valorado de forma (tabla 23-30). En este trastorno no se incluyen los casos de
sistemática y profunda las intervenciones terapéuticas em-
pleadas en el trastorno de rumiación (Chatoor y cols.,
1984). TABLA 23-30. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor-
no de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Comentario clínico A. Alteración de la alimentación manifestada por una dificul-


tad persistente para comer adecuadamente, con incapaci-
La ansiedad previa en la persona que cuida al niño y los dad significativa para aumentar de peso o con pérdidas sig-
métodos inadecuados de manejarlo son susceptibles de nificativas de peso durante por lo menos 1 mes.
tratamiento preventivo. La identificación precoz y la inter-
vención preventiva podrían ser útiles, pero no se ha valo- B. La alteración no se debe a una enfermedad gastrointestinal
ni a otra enfermedad médica asociada (p. ej., reflujo esofá-
rado su eficacia. Se puede especular que con el tratamien-
gico).
to efectivo del trastorno de rumiación cabría reducir la
incidencia o la gravedad de ciertas clases de trastornos C. El trastorno no se explica mejor por la presencia de otro
mentales y de otras anomalías del desarrollo. trastorno mental (p. ej., trastorno de rumiación) o por la no
Se desconocen las relaciones de este trastorno de la in- disponibilidad de alimentos.
gestión alimentaria de la niñez con los trastornos psiquiá- D. El inicio es anterior a los 6 años de edad.
tricos del adulto. Sin embargo, se han observado anoma-
920 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

negligencia con el niño ni los de alimentación insuficiente teracciones recíprocas con la persona que cuida al niño,
a causa de defectos obvios en la crianza o la alimentación pueden operar para inhibir una alimentación suficiente.
del niño. Es posible que el niño o el progenitor no proporcionen
las señales que se producen habitualmente, tales como el
contacto visual, la sonrisa, el contacto vocal, la estimula-
Descripción clínica
ción visual y el contacto físico (o no haya respuesta a és-
Es posible que los lactantes exhiban náuseas cuando to- tas), lo que socava la emisión recíproca de las señales sub-
man el alimento o rehúsen abrir la boca. Los niños peque- yacentes necesarias para que se realice una alimentación
ños pueden negarse a comer o hacerlo tan lentamente efectiva. El gozo experimentado por el niño y el progeni-
que se reduzca drásticamente su aporte alimentario. En tor por la toma del alimento puede quedar reemplazado
los lactantes, el retraso en la ganancia de peso se acompa- por apatía.
ña típicamente de retrasos motores, sociales y lingüísticos, La lucha por la autonomía, que refleja los intentos del
así como de relaciones problemáticas con la persona que niño para separarse de la persona que lo alimenta, puede
lo alimenta o lo cuida (como causa o consecuencia del manifestarse en forma de rechazo del alimento, «picoteo»
trastorno). A comienzos de la niñez, los síntomas pueden de distintos alimentos o ingestión insuficiente. Entre los
consistir en trastornos de las relaciones personales, trastor- 6 meses y los 3 años de edad, los propósitos del niño pue-
nos del estado de ánimo, problemas conductuales, retraso den consistir en «yo decidiré quién me pone el alimento
del desarrollo, preferencias alimentarias inusuales, elec- en la boca». Si el progenitor interpreta las acciones del
ciones demasiado rígidas o limitadas de los alimentos y, niño como una rebelión o una ofensa personal, se puede
quizá, conductas extrañas en la toma y búsqueda de ali- desarrollar una batalla de poderes en torno a la alimenta-
mentos. ción (antes de que se manifieste claramente en otros ám-
bitos del desarrollo). El rechazo del alimento se acompa-
ña a menudo de otros signos de autonomía y poder,
Epidemiología
incluidas las crisis de rabietas y la agresividad (Chatoor,
Aproximadamente el 1-5% de los ingresos hospitalarios 1989).
pediátricos se deben a retrasos del crecimiento de causa Otros factores socioeconómicos que pueden reducir la
no orgánica. No hay datos epidemiológicos disponibles re- ingestión alimentaria y el crecimiento corporal son res-
lativos al diagnóstico DSM-IV de trastorno de la conducta puestas postraumáticas a los procedimientos médicos que
alimentaria de la infancia o la niñez. afectan la boca, malos tratos infantiles, privación emocio-
nal o patología familiar.
Otro tipo de trastorno de la ingestión alimentaria es el
Etiología
síndrome pediátrico denominado enanismo psicosocial. Este
La pérdida relativa de peso se debe a malnutrición, trastorno comienza (o se reconoce) más tardíamente y
pero ésta puede reconocer diversas causas (Woolston, suele basarse en un fallo en el crecimiento estatural (en
1983). Pueden intervenir etiologías físicas y psicosociales, cambio, el peso constituye la base del criterio DSM-IV
aunque la definición del trastorno excluye los casos que se para definir el trastorno de la ingestión alimentaria). Este
deben claramente a problemas médicos obvios o a otros tipo de retraso del desarrollo de causa no orgánica posee
trastornos psiquiátricos. rasgos evolutivos y conductuales similares a los del trastor-
Los diversos mecanismos (y los subtipos potenciales) in- no de la ingestión alimentaria, además de enuresis o en-
cluyen los trastornos de la homeostasis fisiológica, la vin- copresis, irritabilidad o apatía. Es típico que estos niños
culación con la persona que cuida al niño y la autonomía presenten también problemas del sueño clínicamente apa-
respecto de ella, así como respuestas postraumáticas (Cha- rentes, así como menor secreción nocturna de la hormo-
toor y cols., 1985). na de crecimiento, que puede deberse a la alteración del
El control homeostásico del sueño y de la alimentación sueño y servir de marcador biológico del enanismo psico-
es un logro temprano del desarrollo, generalmente fácil social. Otros tipos de retraso del desarrollo de causa no or-
de conseguir. La labilidad del sistema nervioso vegetativo, gánica y del trastorno reactivo de la vinculación (que se
que presumiblemente tiene lugar en los niños con «cóli- expone más adelante en este capítulo) no se acompañan
cos», hace necesario que el niño reciba respuestas calman- de las anomalías del sueño o de la hormona de crecimien-
tes y tranquilizadoras por parte de la persona que lo cuida, to presentes en el enanismo psicosocial.
para así promover el desarrollo de la autorregulación. In-
cluso los requerimientos físicos necesarios para el acto de
Curso y pronóstico
comer pueden producir fatiga e interferir la alimentación
de algunos lactantes, especialmente los afectos de proce- Cuando no se tratan estos trastornos, su curso puede
sos médicos no relacionados con la alimentación. depender del subtipo específico o de los mecanismos que
Los problemas de vinculación, que se reflejan en for- intervengan, pero la evolución esperable oscila desde la
ma de alteraciones de la capacidad de relación y de las in- remisión espontánea hasta la malnutrición, la aparición
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 921

de infecciones o la muerte. La privación nutricional y psi- TABLA 23-31. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de encopre-
cosocial pueden provocar a la larga cambios conductuales, sis
hiperactividad, talla baja y disminución del CI. Se desco-
A. Evacuación repetida de heces en lugares inadecuados (p. ej.,
nocen las relaciones de estos trastornos de la ingestión ali- vestidos o suelos), sea involuntaria o intencionada.
mentaria con otros trastornos psiquiátricos, incluidos los
trastornos de la conducta alimentaria del adulto. B. Por lo menos un episodio al mes durante un mínimo de 3
meses.

Evaluación y tratamiento C. La edad cronológica es por lo menos de 4 años (o un nivel


de desarrollo equivalente).
De la definición del DSM-IV no se deduce claramente si
en el trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o D. El comportamiento no se debe exclusivamente a los efectos
la niñez se incluyen o no los casos en que, sin faltar el ali- fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., laxantes) ni a
una enfermedad médica, excepto a través de un mecanismo
mento, la persona que lo ha de dar al niño es inepta. Tam- que implique estreñimiento.
poco está claro si la regresión de los síntomas con unos
cuidados adecuados es un rasgo característico del proceso. Codificar del modo siguiente:
Los servicios de un equipo multidisciplinario, preferible- R15 Con estreñimiento e incontinencia por rebosamiento
[787.6] (también código K59.0 Estreñimiento en Eje III)
mente en un ámbito hospitalario, son útiles para evaluar e F98.1 Sin estreñimiento ni incontinencia por rebosamien-
iniciar el tratamiento. Hay que valorar el crecimiento cor- to [307.7]
poral y observar las interacciones madre-hijo, tanto las de
tipo general como las específicas de la alimentación. (En
el apartado sobre trastorno reactivo de la vinculación se
ofrece una descripción más detallada del tratamiento mul- En otros casos aparecen trastornos psiquiátricos mayo-
tidisciplinario.) res de modo comórbido con la encopresis y requieren tra-
tamiento simultáneo.
La mayoría de los casos de encopresis son consecuencia
de estreñimiento crónico que da lugar a rebosamiento.
TRASTORNOS DE LA ELIMINACIÓN Las heces pueden ser consistentes, semiconsistentes o lí-
quidas. Al menos en algunos casos, la encopresis se pre-
senta sin estreñimiento. Se ha observado que los niños
ENCOPRESIS con encopresis y estreñimiento presentan un tiempo más
En este trastorno de la eliminación se incluyen la in- prolongado de tránsito por el colon (peristaltismo más
continencia fecal en los vestidos, la evacuación en la cama lento) que los niños con encopresis sin estreñimiento
y la excreción en el suelo, todo ello después de los 4 años (Benninga y cols., 1994), lo cual sugiere que pueden inter-
de edad, cuando es de esperar que se haya alcanzado el venir mecanismos adicionales. Los niños con ensuciamien-
pleno control intestinal. Debido a la necesidad de excluir to fecal presentaban un aumento general de los síntomas
las causas «orgánicas» de encopresis, antes de llegar a este conductuales, medidos con el Formulario de comporta-
diagnóstico han de realizarse las investigaciones médicas miento infantil (Child Behavior Checklist), de magnitud aná-
pertinentes para descartar anomalías estructurales u otras loga en los niños con y sin estreñimiento (Benninga y
no funcionales (tabla 23-31). Aunque el término encopresis cols., 1994).
se utiliza laxamente para denominar otros tipos de ensu-
ciamiento con heces, los casos que tienen una explicación
Descripción clínica
médica se califican técnicamente de incontinencia fecal, y
los casos idiopáticos se denominan encopresis (Loening- La encopresis suele ser consecuencia del estreñimiento
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Baucke, 1996). Se han aducido teorías biopsiquiátricas y crónico y se acompaña generalmente de dolor durante la
psicodinámicas para explicar la «etiología» de la encopre- defecación, mal olor y sensación de vergüenza. Los padres
sis. Sin embargo, si se llegara a identificar una causa neu- en general piden repetidamente al niño que trate de ali-
robiológica determinada, el trastorno correspondiente viar los síntomas en el retrete. La encopresis diurna es mu-
perdería automáticamente su calificación de idiopático. cho más frecuente que la nocturna. La mitad de estos pa-
La encopresis idiopática sería un término más claro para de- cientes no han aprendido todavía el control intestinal, de
nominar este trastorno psiquiátrico. modo que el síntoma puede considerarse como reflejo de
Se observan problemas conductuales en una tercera un desarrollo lento o de una fijación en la fase temprana
parte de los niños con encopresis (van der Plas y cols., del desarrollo (encopresis primaria). En la otra mitad, los
1996). Algunas de las dificultades psicológicas y conduc- niños aprendieron inicialmente el control intestinal, fue-
tuales se resuelven cuando mejora la encopresis. En tales ron continentes durante al menos 1 año y luego regresa-
casos, la encopresis actúa como factor etiológico para el ron, lo que suele ocurrir hacia los 8 años de edad (enco-
desarrollo de síntomas conductuales. presis secundaria).
922 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

La encopresis primaria, en la que el niño no ha llegado el trastorno disminuye con la edad y es raro en adolescen-
a aprender el control, es consecuencia de un retraso o tes. Existe un predominio del sexo masculino de 4:1. Se
una fijación en el desarrollo. En el sexo masculino se ha observan porcentajes ligeramente superiores en niveles so-
asociado con un porcentaje elevado de retrasos del desa- cioeconómicos inferiores y en el retraso mental, especial-
rrollo y enuresis, en comparación con los casos de enco- mente en casos moderados y graves. Sin embargo, la ma-
presis secundaria. Esta última, en la que se aprende el yoría de los casos de encopresis no se asocian con baja
control y luego se pierde, se asocia más estrechamente inteligencia. En conjunto, ni la clase social ni la inteligen-
con el trastorno disocial y con factores estresantes psicoso- cia se correlacionan con la presencia de encopresis.
ciales, en comparación con la encopresis primaria (Fore-
man y Thambirajah, 1996).
Etiología
Cerca del 75-90% de los niños con encopresis presentan
el subtipo DSM-IV designado como «estreñimiento con in- Las causas médicas de incontinencia fecal son las si-
continencia por rebosamiento». En estos casos «retentivos» guientes: hipotiroidismo, hipercalcemia, fisuras o malfor-
las deposiciones son poco frecuentes y hay impactación fe- maciones anales, estenosis rectal, déficit de lactasa, ingesta
cal, rebosamiento de líquido en torno a las heces parcial- excesiva de fritos y grasas, traumatismos o cirugía, megaco-
mente endurecidas y escape de dicho líquido a los vestidos. lon aganglionar congénito (aunque la enfermedad de
La causa puede ser el estreñimiento crónico, el adiestra- Hirschsprung se asocia generalmente con heces volumino-
miento intestinal insuficiente (p. ej., abiertamente coerciti- sas, más que con incontinencia), mielomeningocele (pro-
vo), el dolor (p. ej., por fisuras anales) o la evitación fóbica minencia hística a través de un defecto en la columna ver-
del retrete. Estos episodios de retención suelen durar varios tebral) y otros trastornos neuromédicos. Los mecanismos
días y van seguidos de defecación dolorosa. fisiopatológicos son: alteración de la motilidad y los patro-
La encopresis sin estreñimiento ni rebosamiento puede nes peristálticos del colon, distensión y adelgazamiento de
deberse a diversas causas, entre ellas una falta de concien- las paredes cólicas (megacolon) y disminución de la sensi-
cia del esfínter o un débil control esfinteriano. En los ca- bilidad o la percepción del esfínter (usualmente en fases
sos de ensuciamiento después del baño, la estimulación tempranas del desarrollo). En el lactante, el ensuciamien-
física puede ser la causa. Si el ensuciamiento fecal es deli- to fecal puede ocurrir por eritema del pañal muy intenso:
berado y el niño es típicamente impulsivo u hostil, es posi- la retención fecal puede mitigar el dolor rectal. Estas cau-
ble que el problema se acompañe de trastornos antisocia- sas médicas de ensuciamiento fecal excluyen el diagnósti-
les o psiquiátricos mayores. El embadurnamiento puede co de encopresis.
ser accidental (el niño trata de ocultar el accidente) o vo- La secreción anormal de hormonas gastrointestinales o
luntario (desafiante o vindicativo). la motilidad alterada del tracto gastrointestinal pueden
Los problemas conductuales como el trastorno disocial provocar estreñimiento e incontinencia por rebosamien-
son comunes en la población de menores con encopresis to. Se ha observado que los niños con encopresis tenían
remitidos al psiquiatra (Friman y cols., 1988), pero son secreción normal de gastrina y colecistocinina; sin embar-
comparativamente pocos los trastornos conductuales en go, los niveles de polipéptidos pancreáticos alcanzaban su
los casos vistos por los pediatras (Gabel y cols., 1988). En máximo y permanecían anormalmente elevados después
la población psiquiátrica, el 25% de los niños con enco- de las comidas, mientras que estaban disminuidos los nive-
presis presentan también enuresis funcional; en la pobla- les posprandiales de motilina (Stern y cols., 1995). Estas
ción pediátrica, este solapamiento diagnóstico es menos diferencias en la secreción de hormonas y motilina podrían
frecuente. Algunos niños retienen la orina y las heces y explicar el estreñimiento inusualmente crónico asociado
pueden desarrollar megavejiga y megacolon. con el rebosamiento fecal, aunque su asociación con la
El estreñimiento crónico, aun cuando no exista inconti- encopresis también podría ser consecuencia del estreñi-
nencia por rebosamiento, tiende a ser importante y se aso- miento.
cia habitualmente a heces voluminosas y dolor en la defe- Algunos niños con encopresis presentan síntomas rela-
cación. En las niñas son frecuentes las infecciones del cionados con el neurodesarrollo, tales como déficit de
tracto urinario y la pielonefritis crónica. atención, hiperactividad, impulsividad, baja tolerancia a la
Es típico que los niños con encopresis experimenten frustración y falta de coordinación. Se han propuesto teo-
vergüenza, se noten sucios y tengan baja autoestima. Pue- rías del neurodesarrollo para explicar la encopresis, aun-
den sufrir por las acusaciones de padres y hermanos, te- que la mayoría de los niños con retrasos o trastornos del
men que les descubran sus compañeros y se esconden tan- neurodesarrollo no sufren encopresis, y la mayoría de los
to física como emocionalmente. que sufren encopresis no muestran síntomas significativos
relacionados con el neurodesarrollo. Los niños con enco-
presis primaria presentan retrasos del desarrollo y enure-
Epidemiología
sis con carácter comórbido; en cambio, la encopresis
La encopresis es menos frecuente que la enuresis. La secundaria es más fácil que se presente con trastorno
prevalencia aproximada es del 1,5% después de los 5 años; disocial y factores estresantes psicosociales (Foreman y
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 923

Thambirajah, 1996). Este agrupamiento apoya la existen- ción de la psicopatología comórbida, que se observa en el
cia de un factor del neurodesarrollo en la etiología de la 35% de los niños con encopresis. La comorbilidad típica
encopresis primaria. de la encopresis incluye el trastorno disocial, el trastorno
La aparición familiar de la encopresis está bien docu- negativista desafiante, los trastornos psicóticos, los trastor-
mentada. Los padres de cerca del 15% de los niños con nos del estado de ánimo y el retraso mental.
encopresis sufrieron también este proceso durante su ni-
ñez. A diferencia de los hallazgos en la enuresis, los facto-
Tratamiento
res psicosociales son más potentes que los genéticos en la
transmisión familiar de la encopresis. Muchos casos pueden ser tratados por el pediatra, con
Los factores estresantes (que sugieren circunstancias descompactación de las heces y tratamiento conductual,
adversas) y el trastorno disocial (que sugiere psicopatolo- pero los casos resistentes pueden requerir la intervención
gía familiar) se asocian con la encopresis, específicamente del psiquiatra. El tratamiento pediátrico puede consistir
con la de tipo secundario (Foreman y Thambirajah, 1996). en limpieza del intestino (laxantes, enemas), administra-
Presumiblemente, la pérdida del control esfinteriano pre- ción diaria de aceite mineral, consejos (educación, dismi-
viamente establecido es secundaria a sucesos vitales inter- nución de las confrontaciones interpersonales y de los
currentes, como trastornos familiares y ambientales. En afectos negativos, recompensas) y seguimiento.
general, la psicopatología familiar tiene una amplia repre- La biorretroalimentación del esfínter anal también es
sentación en la encopresis y, en algunos casos, dificulta el efectiva en los niños cuando se emplea junto con el trata-
desarrollo y la consolidación del autocontrol. miento convencional (Cox y cols., 1996), aunque su valor
En algunos casos, la causa de la encopresis es el carácter puede tener una duración limitada. En asociación con el
inadecuado o punitivo del aprendizaje para lograr el con- tratamiento pediátrico convencional, la biorretroalimenta-
trol de esfínteres. En la patogenia intervendrían métodos ción puede aumentar el porcentaje de respuestas desde el
considerados coercitivos, agresivos, perfeccionistas, incons- 20% hasta cerca del 40% al cabo de 6 semanas. Sin embar-
tantes o descuidados. Algunos casos de encopresis son refle- go, con ambos tipos de tratamiento se consiguen mejorías
jo de complicaciones del desarrollo. Por ejemplo, la enco- aproximadamente en el 50% de los niños después de 1 año
presis puede sobrevenir a causa de temores relacionados de tratamiento (van der Plas y cols., 1996).
con el uso del retrete, que no se manejan adecuadamente, En la práctica pediátrica, cerca del 50-75% de los casos
o bien por molestias físicas asociadas con un apoyo físico in- mejoran durante los primeros meses de tratamiento (Levi-
suficiente durante el adiestramiento (p. ej., los pies no se ne, 1982). Sólo el 7% de los niños con encopresis y estreñi-
apoyan en el suelo). Los factores relacionados con el estrés miento crónico tratados pediátricamente seguían encopré-
tienen carácter causal en la mitad de los casos de encopresis ticos en el seguimiento efectuado a los 7 años de edad, y
secundaria, por ejemplo, por la prisa frenética antes de ir a presentaban síntomas conductuales significativos. En cam-
la escuela, o durante los anuncios de la televisión. bio, los niños cuyo estreñimiento crónico (sin encopresis)
se trató pediátricamente quedaban en general asintomáti-
cos. En el seguimiento a los 7 años, el 70% de estos niños
Curso y pronóstico
mostraba resolución completa de sus síntomas, y el 25%
La prevalencia disminuye típicamente con el paso del presentaba ligero estreñimiento en algunas ocasiones; tan
tiempo en la niñez, tanto en los niños que reciben trata- sólo el 5% requería laxantes ocasionalmente (Sutphen y
miento médico como en los que no lo reciben. En los ni- cols., 1995). Así pues, un porcentaje pequeño, pero signifi-
ños con estreñimiento crónico y encopresis que presentan cativo, de niños permanece encoprético a pesar del trata-
además psicopatología o trastornos médicos concomitan- miento médico intenso (Rockney y cols., 1996). En los
tes (no relacionados con la encopresis), el proceso que adultos con encopresis no está bien definida la eficacia del
aparece de modo comórbido con la encopresis puede ser tratamiento médico. En general, la encopresis residual en
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

el principal factor determinante del pronóstico. Por ejem- la adolescencia y la edad adulta se asocia con la presencia
plo, se observa un curso más prolongado de la encopresis de psicopatología.
en presencia del trastorno disocial, o bien cuando el niño En los casos rebeldes, o si el tratamiento pediátrico
se sirve del ensuciamiento como expresión directa de su enérgico llega a ser contraproducente, está indicada la in-
enfado, o si hay desinterés por parte de los padres para co- tervención psiquiátrica individual y familiar. El enfoque
rregir el problema. del tratamiento se desvía entonces de la encopresis para
dirigirlo hacia un tratamiento más general de los trastor-
nos psicopatológicos acompañantes.
Evaluación y diagnóstico diferencial
Hay que realizar inicialmente un examen médico con
Comentario clínico
el fin de valorar las posibles anomalías estructurales (p. ej.,
fisuras anales); para ello puede ser necesario practicar un La encopresis puede tratarse pediátricamente con éxito
enema baritado. El examen psiquiátrico incluye la valora- en muchos casos, pero en los casos rebeldes puede ser ne-
924 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

cesaria la intervención del psiquiatra. Aun cuando se iden- trastornos «orgánicos» para, de este modo, referirse por
tifique inmediatamente la presencia de psicopatología im- separado a los terrenos físico/médico y mental/psiquiá-
portante, es obligado realizar una exploración médica en trico. A medida que los conceptos incluidos en dichos te-
todos los casos para descartar posibles causas orgánicas. rrenos se han ido fusionando, estos términos se han he-
Los médicos enfocan generalmente la encopresis como cho obsoletos. Sin embargo, dado que su uso es cómodo,
un proceso «no atractivo», debido al significado personal los emplearemos en la exposición que sigue: enuresis fun-
y al olor. Este síntoma, y el paciente que lo sufre, pueden cional se refiere aquí al proceso no debido a una enfer-
evitarse de modo inconsciente pero sistemático, y esta evi- medad médica; enuresis, al proceso en sí, sea cual sea su
tación constituye una complicación en el tratamiento psi- causa.
quiátrico, así como en el desarrollo del niño. Una vez descartadas las etiologías médica y anatómica,
la enuresis puede deberse a trastornos del neurodesarro-
llo o del sueño, así como a trastornos psicodinámicos y
ENURESIS (NO DEBIDA A UNA ENFERMEDAD biopsiquiátricos, lo que no ocurre en la clasificación de la
MÉDICA) encopresis.

La incontinencia urinaria en los niños pequeños, y oca-


Descripción clínica
sionalmente en niños mayores después de haber finaliza-
do el adiestramiento del control urinario, es un fenómeno El mojar la cama es más común que la incontinencia
normal del desarrollo. La enuresis (no debida a una enfer- urinaria diurna. En la gran mayoría de los niños en edad
medad médica) se diagnostica cuando una incontinencia escolar, la enuresis nocturna es monosintomática (Varan y
urinaria sin explicación médica es frecuente, causa males- cols., 1996), es decir, no se acompaña de incontinencia
tar o interfiere las actividades (tabla 23-32). El control de diurna ni de otros procesos urológicos. La micción noctur-
la vejiga urinaria se alcanza típicamente a los 3-4 años; por na ocurre típicamente entre 30 minutos y 3 horas después
lo tanto, el diagnóstico DSM-IV requiere una edad míni- de haberse iniciado el sueño. El niño permanece dormido
ma de 5 años. Antes de catalogar el proceso como un tras- durante todo el episodio, o se despierta al sentirse moja-
torno psiquiátrico es necesario realizar una valoración mé- do. Sin embargo, en algunos casos la micción puede ocu-
dica de las causas físicas de enuresis (tales como infección rrir en cualquier momento de la noche. Los niños con
de la vejiga urinaria o convulsiones). enuresis diurna suelen tener también enuresis nocturna, y
El término empleado en el DSM-IV, enuresis (no debida cerca del 30% de los niños con esta última tienen además
a una enfermedad médica), aunque incómodo para una co- enuresis diurna (Kalo y Bella, 1996).
municación eficiente, evita los problemas inherentes al El 80% de los niños enuréticos no han llegado a alcan-
que se utilizó en el DSM-III-R, enuresis funcional. Los tras- zar el control vesical y sufren, por lo tanto, enuresis «pri-
tornos «funcionales» se distinguían originalmente de los maria» (causada por un trastorno médico urológico o por
retraso en el aprendizaje del control de la vejiga). En el
20%, la incontinencia urinaria es «secundaria», es decir,
reaparece (a causa de un proceso intercurrente) después
TABLA 23-32. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de enuresis
de haberse logrado un funcionamiento competente. Di-
A. Emisión repetida de orina en la cama o en los vestidos (sea versos estudios sugieren que la enuresis primaria (disfun-
involuntaria o intencionada). cional) se acompaña de menos trastornos emocionales o
retraso mental, y que la secundaria (regresiva) implica
B El comportamiento en cuestión es clínicamente significativo, una psicopatología o un estrés más importantes (von
manifestándose por una frecuencia de 2 episodios semana-
les durante por lo menos 3 meses consecutivos o por la pre- Gontard y cols., 1997). Sin embargo, la distinción entre
sencia de malestar clínicamente significativo o deterioro so- enuresis primaria y secundaria no se ha visto avalada por
cial, académico (laboral) o de otras áreas importantes de la otros estudios empíricos. En la mayoría de las investiga-
actividad del individuo. ciones se ha observado que los factores estresantes (esta-
C. La edad cronológica es de por lo menos 5 años (o el nivel de
bilidad familiar, acontecimientos vitales estresantes antes
desarrollo equivalente). de los 6 años, problemas psicosociales actuales) son signi-
ficativos tanto en la enuresis primaria como en la secun-
D. El comportamiento no se debe exclusivamente al efecto fi- daria. La evidencia es más sugerente en el sentido de que
siológico directo de una sustancia (p. ej., un diurético) ni a presentan más psicopatología comórbida los menores
una enfermedad médica (p. ej., diabetes, espina bífida, tras-
torno convulsivo). cuanto mayor es la edad de comienzo. Así pues, las eti-
quetas de enuresis primaria y secundaria pueden utilizarse
Especificar tipo: con fines descriptivos, más que explicativos o mecanicis-
Sólo nocturna tas. Una clasificación más útil es la que se basa en diferen-
Sólo diurna
Nocturna y diurna
ciar los pacientes con enuresis sólo nocturna, sólo diurna
(rara) o con ambas.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 925

Epidemiología car el control defectuoso del ritmo circadiano de la vaso-


presina (Hunsballe y cols., 1996). Esta disminución noc-
La enuresis es común, pero las cifras de prevalencia va- turna de la secreción de vasopresina es la base del trata-
rían ampliamente, lo que depende en parte de los aspec- miento farmacológico con desmopresina, un análogo de
tos cuantitativos inherentes a los criterios empleados en la aquélla.
definición. La enuresis nocturna puede ocurrir ocasional- Los trastornos del sueño o del ritmo diurno pueden ser
mente en el 25% de los niños varones, pero la más proble- un factor etiológico en una minoría de casos de enuresis
mática persiste después de los 5 años en el 7-10% de los funcional. Siguen discutiéndose los hallazgos del EEG;
niños y en el 3% de las niñas. El predominio del sexo mas- aunque los episodios enuréticos pueden ocurrir en cual-
culino persiste al aumentar la edad, aunque en menor gra- quier estadio del EEG, parecen concentrarse durante la
do. A los 10 años todavía se establece el diagnóstico en el fase δ del sueño (estadios 3 y 4, no REM) o en la fase post-δ
3% de los niños y el 2% de las niñas. En la edad adulta, la del despertar (transición de delta a REM). En una subclasi-
prevalencia general es del 1%. Se ha sugerido una correla- ficación de la enuresis se combinan el EEG y la cistometría,
ción con la situación socioeconómica, aunque sin que se ambas durante el sueño (Watanabe y Azuma, 1989). Ade-
haya demostrado. más, los padres de algunos niños enuréticos manifiestan
que éstos duermen «profundamente» y los estudios realiza-
dos en el domicilio confirman que es más difícil despertar-
Etiología
los por la mañana.
Los mecanismos que intervienen para desarrollar y Se ha sugerido la existencia de un trastorno «madurati-
mantener el control de la vejiga no están bien descritos y vo» en ciertos pacientes con estatura corta, retraso de la
son numerosas las etiologías atribuidas a la enuresis. La edad ósea media en relación con la edad cronológica, re-
poliuria nocturna se ha reconocido como un importante traso de la maduración sexual y micciones poco volumino-
factor en la etiología de muchos casos de enuresis «funcio- sas (lo que sugiere escasa capacidad vesical); sin embargo,
nal». De hecho, niños sanos pueden presentar micción la capacidad vesical es típicamente normal. De un modo
nocturna si beben mucha agua antes de irse a dormir. En más general, la enuresis se asocia con un aumento de re-
estos casos, la micción está provocada por haber alcanza- trasos del desarrollo (Steinhausen y Gobel, 1989). Asimis-
do un volumen umbral que es específico de cada indivi- mo, los niños con problemas conductuales y enuresis pre-
duo y que no guarda relación con el ritmo de llenado vesi- sentan más retrasos del desarrollo y pequeños volúmenes
cal (Kirk y cols., 1996). miccionales que los niños enuréticos sin problemas con-
La enuresis puede producirse también por causas uroló- ductuales; este hallazgo sugiere que al menos algunas for-
gicas (infecciones del tracto urinario —sobre todo en la mas de enuresis con problemas conductuales reflejan un
enuresis secundaria en niñas— u obstrucción), anatómicas retraso del desarrollo (Shaffer y cols., 1984).
(patología raquídea, debilidad de la musculatura de apoyo Aproximadamente el 50% de los niños con enuresis
vesical), fisiológicas (umbral de presión vesical anormal- funcional tienen síntomas emocionales o conductuales;
mente bajo, lo que conduce a vaciamiento precoz), meta- sin embargo, no está claro si este dato representa la causa,
bólicas (diabetes) y neurológicas (convulsiones). el efecto o un hallazgo asociado (p. ej., mala fijación de lí-
Algunos tipos de enuresis funcional pueden ocurrir mites por parte de los padres).
con carácter familiar, especialmente en el sexo masculino. La enuresis funcional puede estar relacionada también
Aproximadamente el 65-70% de los niños con este trastor- con situaciones de estrés, trauma o crisis psicosocial, como
no tienen un familiar de primer grado con enuresis fun- el nacimiento de un hermano, el comienzo del curso esco-
cional. Las probabilidades de que un niño sufra enuresis lar, una mudanza, una hospitalización, una pérdida, la au-
son del 77% si ambos progenitores tienen antecedentes sencia de los padres o crisis del desarrollo. A diferencia de
enuréticos, y del 44% si sólo los tiene uno de los dos (Bak- otros tipos de enuresis, los casos provocados por estrés tie-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

win, 1973). En tres estudios realizados con gemelos mono nen la misma prevalencia en ambos sexos. Sin embargo, se
y dicigóticos se ha demostrado un importante factor gené- ha cuestionado el papel que desempeña el estrés ambien-
tico, aunque todavía no se ha descrito el mecanismo de tal, el apoyo familiar y el nivel socioeconómico (Fergusson
transmisión. y cols., 1986).
Algunos niños con enuresis nocturna no presentan una Hay una elevada prevalencia de enuresis funcional aso-
liberación nocturna normal de vasopresina (hormona an- ciada a retraso mental moderado o grave. La enuresis vo-
tidiurética), por lo que no tendría lugar la disminución luntaria puede implicar la existencia de psicopatología,
nocturna habitual en la producción de orina (Rittig y pero a menudo resulta difícil identificarla en casos o epi-
cols., 1989). Los bajos niveles plasmáticos de vasopresina sodios particulares, sobre todo si los episodios voluntarios
durante toda la noche (que persisten por la mañana) se se utilizan para camuflar o disimular los episodios no in-
acompañan de un aumento de la diuresis y baja osmolali- tencionados.
dad urinaria. En las investigaciones realizadas con RM no Los mecanismos genéticos parecen ser heterogéneos,
se han hallado anomalías hipofisarias que pudieran expli- pero en los estudios de ligamiento se ha demostrado la in-
926 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

tervención de los cromosomas 8, 12q y 13g en diferentes atención con hiperactividad. En efecto, los niños con tras-
familias con casos múltiples de enuresis funcional (Von torno por déficit de atención con hiperactividad tienen
Gontard y cols., 1997). El cromosoma 13 se ha relaciona- tres veces más probabilidades de presentar enuresis noc-
do con la transmisión dominante de la enuresis nocturna turna, y cinco veces más de sufrir enuresis diurna, en com-
primaria en el 43% de las familias con este trastorno; la paración con los niños sin este trastorno (Robson y cols.,
penetrancia fue superior al 90%. Se ha observado una he- 1997); por lo tanto, es aconsejable valorar la presencia de
rencia recesiva en el 9% de las familias (Arnell y cols., este trastorno en los niños enuréticos.
1997; Eiberg y cols., 1995).
Tratamiento
Curso y pronóstico
La mayoría de los casos de enuresis funcional los tratan
La enuresis remite espontáneamente a un ritmo aproxi- los pediatras, quienes otorgan gran preferencia a las inter-
mado del 15% por año (Forsythe y Butler, 1989). Cerca venciones conductuales sobre las farmacológicas (Skoog y
del 1% de los niños (y un porcentaje menor de las niñas) cols., 1997). Los métodos conductuales para tratar la enu-
sufren todavía este trastorno a los 18 años, en general con resis nocturna consisten en restringir la cantidad de líqui-
escasa psicopatología acompañante. En cambio, la forma dos antes de acostarse, despertar al niño a media noche
de enuresis que comienza en la adolescencia presenta más para que miccione en el retrete y recompensarlo después
psicopatología asociada y peor pronóstico. de las noches «secas».
Los síntomas de enuresis funcional, a cualquier edad, Desde la década de 1930, la enuresis nocturna se ha tra-
pueden provocar vergüenza, ira y castigos por parte de los tado habitualmente con un simple dispositivo de alarma
padres o cuidadores, burlas de los compañeros, evitación eléctrica: una almohadilla sensible a la humedad que, du-
de visitas con estancia nocturna y de campamentos, retrai- rante el episodio miccional, cierra un circuito eléctrico y
miento social y estallidos de cólera. Estas complicaciones, hace sonar un timbre que despierta al niño. El método de
si no se tratan adecuadamente, pueden ejercer más impac- la alarma eléctrica tiene un elevado porcentaje de éxitos
to sobre la evolución del niño a largo plazo que la propia (80-90%), pero también es elevado el porcentaje de recaí-
enuresis. das (hasta 15-40%), que puede reducirse si se dispone la
alarma de modo que despierte a los padres, quienes a su
vez despiertan al niño. Si se produce la recaída, a menudo
Evaluación y diagnóstico diferencial
resulta eficaz volver a introducir el sistema de alarma
Es necesario realizar una exploración médica inicial (Forsythe y Butler, 1989). A veces hay una considerable re-
para descartar las diversas formas no funcionales de la sistencia a emplear la alarma eléctrica, tanto por parte de
enuresis. En exploraciones urológicas extensas se aprecia los padres como del niño. Se utilizan muchos otros méto-
que cerca del 20% de los pacientes con enuresis nocturna dos conductuales, aunque ninguno se ha investigado tan
tienen alguna anomalía urológica. En ciertos casos puede sistemáticamente.
ser útil realizar un estudio del sueño, pero no es necesario La desmopresina, un análogo de la hormona antidiuré-
obtener sistemáticamente un EEG. La medición de ciertos tica vasopresina, ha sido útil en diversos ensayos a doble
índices madurativos puede ser útil para identificar la sim- ciego para el tratamiento de la enuresis nocturna; en la ac-
ple variación del desarrollo. tualidad la prescriben profusamente los médicos genera-
Una forma específica de enuresis, la incontinencia de la les y los pediatras. Su eficacia en el 50-80% de los casos
risa, se debe a la alteración del tono muscular durante la (Bonde y cols., 1994; Caione y cols., 1997; Wille, 1986) no
risa o momentos emocionalmente intensos. Aunque esta es tan elevada como la de la alarma eléctrica, y el grado de
forma se consideraba tradicionalmente como rebelde al mejoría es más limitado. Sólo el 60-65% de los pacientes
tratamiento, los psicoestimulantes parecen ser efectivos. con enuresis nocturna primaria logran reducir de modo
Esta incontinencia debe tomarse en consideración siste- importante las noches húmedas (Skoog y cols., 1997;
máticamente en la valoración diagnóstica, ya que tiene un Uygur y cols., 1997). Hay evidencia de que la desmopresi-
tratamiento específico. na podría ser más efectiva en los niños mayores, así como
En el estudio psiquiátrico del niño y los padres hay que en aquéllos con una liberación nocturna excesiva y demos-
evaluar la psicopatología asociada, los factores estresantes trable de vasopresina (Rittig y cols., 1997). Las recaídas
recientes, la preocupación de la familia en relación con el son comunes al suspender el tratamiento. Los efectos ad-
síntoma y el tratamiento que se ha seguido hasta el mo- versos suelen ser mínimos y aparecen sólo en el 4% de los
mento. Es apropiado indagar sobre la posible enuresis en casos; sin embargo, el 0,8% de los pacientes sufrieron con-
los hermanos, ya que el riesgo es el triple en estas circuns- vulsiones hiponatrémicas por la intoxicación acuosa indu-
tancias. La propuesta asociación de enuresis con trastor- cida por la desmopresina. Dado que las convulsiones sue-
nos depresivos no se ha demostrado uniformemente en len aparecer después de haber ingerido una cantidad
los estudios bien diseñados; en cambio, se ha observado excesiva de líquidos, podrían evitarse en gran medida si
una relación más estrecha con el trastorno por déficit de se impide dicho exceso de ingestión, especialmente por la
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 927

noche. Otro inconveniente importante es el coste: la dosis tes con poliuria nocturna (sin enuresis), la imipramina
diaria de desmopresina tiene un precio considerablemen- puede disminuir la osmolalidad y el volumen de la orina,
te más elevado que el tratamiento con antidepresivos tricí- lo cual sugiere que este agente podría tener un efecto
clicos o la alarma eléctrica. antidiurético independiente de su acción antienurética
Con la desmopresina se consigue generalmente un (Hunsballe y cols., 1997).
efecto terapéutico más rápido que con la alarma eléctrica, En un estudio atrevido se observó que la combinación
pero con esta última el porcentaje de mejorías es más ele- de imipramina con un inhibidor de la síntesis de prosta-
vado y las probabilidades de que el control sea persistente glandinas, el diclofenaco, lograba una tasa de respuestas
después de suspender el tratamiento son ligeramente ma- del 60% (y una tasa de recaídas de sólo el 13%) en la enu-
yores. Globalmente, ambos métodos muestran una efica- resis nocturna primaria. No se podrá establecer el signifi-
cia similar, al menos para tratar la enuresis nocturna pri- cado clínico de este hallazgo hasta que se reproduzcan sus
maria. Sin embargo, sobre la base de un análisis de resultados.
coste-eficacia, investigadores daneses llegaron a la con- El tratamiento más efectivo para la enuresis nocturna es
clusión de que el uso de la alarma eléctrica permite un quizá la alarma eléctrica combinada con desmopresina
ahorro sustancial a la sociedad, mientras que con la des- (Sukhai y cols., 1989), aunque podría emplearse la imipra-
mopresina se producen pérdidas netas (Ankjaer-Jensen y mina, en vez de la desmopresina, si el coste supone un pro-
Sejr, 1994). blema y no es esencial el control inmediato del síntoma.
Los antidepresivos tricíclicos pueden ser útiles si un pa- En la enuresis diurna se ha descrito que la oxibutinina
ciente no responde bien a las intervenciones conductuales, logra mejorías significativas en el 54% de los casos; en
si hay enuresis diurna además de la nocturna o si existen combinación con la desmopresina, la tasa de éxitos se ele-
trastornos del estado de ánimo o de ansiedad acompañan- va hasta el 71% (Caoine y cols., 1997). La oxibutinina tra-
tes. Los antidepresivos tricíclicos han sido eficaces en nu- ta la enuresis principalmente al actuar como relajante del
merosos ensayos a doble ciego, típicamente a dosis bajas músculo liso, aunque también tiene efectos anticolinérgi-
(p. ej., imipramina, 25-125 mg, o unos 2 mg/kg, por la cos. Al disminuir la contracción del músculo detrusor vesi-
noche; es absolutamente obligado realizar una monito- cal, la oxibutinina aumenta la capacidad de la vejiga, retra-
rización con EEG y no debe sobrepasarse la dosis de sa la necesidad de miccionar y, por lo tanto, reduce la
5 mg/kg/día). Algunos autores señalan que la tasa de éxi- micción imperiosa y la frecuencia de la micción involunta-
tos es solamente del 15% después de suspender los antide- ria (y de la voluntaria). Otra alternativa es la acupuntura,
presivos, pero probablemente es más elevada si la interrup- que ofrece resultados útiles en el 40% de los casos (Caio-
ción se realiza de modo gradual. En vista de los elevados ne y cols., 1997).
porcentajes de remisión obtenidos con placebo, resulta Generalmente no es necesario recurrir a otras interven-
prudente tratar de rebajar las dosis cada 4-6 meses. Dada la ciones en la mayoría de casos de enuresis funcional, aun-
alta mortalidad que provocan las sobredosis de antidepre- que los consejos orientativos pueden ser útiles en presen-
sivos tricíclicos (en particular la desipramina) y los casos cia de enuresis secundaria. La psicoterapia puede ser
descritos de muerte súbita durante el tratamiento con desi- beneficiosa en los raros casos en que el síntoma enurético
pramina (v. anteriormente el apartado dedicado al trastor- tiene una proyección interpersonal (p. ej., en una lucha
no por déficit de atención con hiperactividad), hay que negativista o como expresión de rabia) o en los pacientes
evitar la desipramina en el tratamiento de la enuresis. La con psicopatología comórbida significativa.
imipramina es mucho más inocua y es eficaz para tratar la En Estados Unidos, el tratamiento de la sensación de
enuresis. Además hay que tener gran cuidado de no dejar vergüenza, la baja autoestima y la conducta de evitación
los frascos de las pastillas al alcance de los niños, a fin de que acompañan con frecuencia a este trastorno constituye
reducir los riesgos de sobredosis, que podrían producirse habitualmente una parte crítica de la intervención, tanto
si el niño desea resultados más rápidos, los intentos de sui- en niños como en adultos. En cambio, la enuresis no cau-
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

cidio y la ingestión accidental por parte de los hermanos sa tanta preocupación en Australia, ya sea en el niño o en
más pequeños. la familia (Bower y cols., 1996). Al hacer frente a las com-
Se desconoce el mecanismo de acción de los antidepre- plicaciones emocionales de la enuresis, suele ser útil qui-
sivos tricíclicos en la enuresis, sin que se deba a sus propie- tar importancia a las explicaciones conscientes o incons-
dades anticolinérgicas (los agentes anticolinérgicos no son cientes que podrían provocar sensaciones de culpabilidad
efectivos); podría estar relacionado con su efecto antide- o vergüenza y, en cambio, enfocar la atención más especí-
presivo (los IMAO son también efectivos). En concordan- ficamente sobre el alivio del síntoma.
cia con una hipótesis sobre las catecolaminas y el grado de
alerta, se observó que la seudoefedrina proporcionaba me-
jorías estadísticamente significativas en la enuresis noctur- COMENTARIO CLÍNICO
na primaria (Varan y cols., 1996). Los inhibidores selecti-
vos de la recaptación de serotonina no se han estudiado Al igual que la encopresis, la enuresis (no debida a una
en cuanto a sus propiedades antienuréticas. En los pacien- enfermedad médica) puede ser tratada satisfactoriamente
928 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

en muchos casos por el pediatra. A pesar de las múltiples tornos de ansiedad tienden a presentarse agrupados; la
etiologías de este trastorno de la eliminación, las interven- mayoría de los niños con trastorno de ansiedad por sepa-
ciones conductuales son efectivas en la mayoría de los ca- ración tienen otros trastornos de ansiedad comórbidos.
sos. Incluso cuando la enuresis funcional secundaria pare- La ansiedad por separación, un fenómeno normal del
ce señalar la existencia de situaciones importantes de desarrollo hacia los 18-30 meses de edad, se ha descrito
estrés evolutivo o psicosocial, las intervenciones conduc- tradicionalmente en términos de la teoría de la vincula-
tuales pueden ser suficientes para restaurar una evolución ción y la separación (v. cap. 4). Una forma no patológica
adecuada. Las posibles causas médicas de la enuresis (in- de la ansiedad por separación se observa a veces en adul-
cluidos los trastornos del neurodesarrollo y del sueño) re- tos o niños que están desplazados geográficamente y sien-
quieren una valoración pediátrica. La intervención psi- ten añoranza; ejemplos de ello son los estudiantes, solda-
quiátrica es crucial en una minoría de casos de enuresis dos, inmigrantes, refugiados y pacientes hospitalizados
funcional, especialmente cuando es de comienzo tardío y (Van Tilburg y cols., 1996).
sin explicación médica, cuando hay proyección interper- En el trastorno de ansiedad por separación, los sínto-
sonal de los síntomas o en los casos de psicopatología mas cognitivos, afectivos, somáticos y conductuales apare-
acompañante. El elevado porcentaje de éxitos obtenidos cen en respuesta a una separación genuina o imaginaria
al tratar la enuresis nocturna con un análogo de la vaso- de las figuras vinculantes (tabla 23-33). El trastorno puede
presina, junto con los hallazgos de una menor liberación presentarse clínicamente de diversos modos, incluyendo
nocturna de hormona antidiurética, han añadido nuevas dificultad para dormirse (agitación antes de irse a la
dimensiones a los conocimientos sobre este trastorno mé- cama) y absentismo escolar (Bernstein y Borchardt, 1991).
dico que responde con frecuencia a los métodos conduc-
tuales.
Descripción clínica
El principal objeto vinculante suele ser un progenitor o
cuidador, pero puede serlo un juguete favorito o un lugar
OTROS TRASTORNOS familiar. Típicamente, incluso un niño pequeño puede es-
DE LA INFANCIA, LA NIÑEZ pecificar cuál es el objeto vinculante que le otorga un sen-
O LA ADOLESCENCIA tido de protección o seguridad (frente a la ansiedad). Las
presentaciones comunes son las siguientes: preocupación
o temor mórbido por la muerte de los padres; evitación es-
TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN colar; resistencia a dormirse; rechazo a estar solo; pesadi-
llas; temores anticipatorios; alteración cognitiva, y somati-
Además de la ansiedad normal evolutiva y situacional, zación. Aunque la ansiedad se centra generalmente en la
los niños pueden presentar genuinos trastornos de ansie- separación de un progenitor, en su lugar puede manifes-
dad. Estos estados patológicos son comunes, pero con fre- tarse el temor anticipatorio a ser dañado, raptado o asesi-
cuencia quedan subestimados por parte de los padres, los nado. La interferencia en el funcionamiento autónomo
pediatras y los psiquiatras, quienes los califican de mera puede incrementarse hasta llegar a la incapacidad para
«ansiedad». Habitualmente se concibe que los niños son dormir en la propia cama, visitar amigos, ir a recados o es-
temerosos de manera innata, y que los adolescentes tienen tar en un campamento. La añoranza pueden manifestarla
una tendencia natural hacia la ansiedad. Ésta se contem- libremente los niños pequeños («Quiero estar con mi
pla como un proceso tan común en los niños, que a me- mamá»), pero quizá es difícil de admitir por parte de los
nudo no se considera la posibilidad de que exista un tras- adolescentes, especialmente los varones.
torno de ansiedad. Más del 92% de los niños con trastorno de ansiedad
El trastorno de ansiedad por separación es el único por separación sufren otros trastornos incluidos en el
trastorno de ansiedad enumerado en el DSM-IV como DSM-IV, típicamente trastornos de ansiedad o del estado
proceso que se diagnostica por primera vez en la niñez o de ánimo (tabla 23-34). Muchos niños con trastorno de-
la adolescencia. Al igual que otros trastornos de ansiedad presivo mayor cumplen también los criterios del trastorno
en niños, el trastorno de ansiedad por separación puede de ansiedad por separación.
ocasionar problemas sociales, escaso rendimiento acadé- Los niños con ansiedad por separación pueden notar
mico e interferencia en el desarrollo de las habilidades una clara «línea de demarcación» que separa lo seguro de
asertivas y de la autonomía personal, lo que a menudo lo inseguro: pueden entrar en el vestíbulo de la escuela,
provoca torpeza (o «inmadurez») social y, a veces, reticen- pero no en el aula, o son capaces de jugar en el patio de la
cia a salir con amigos. A diferencia de muchos trastornos escuela, pero no de entrar en el edificio, o pueden salir de
de la niñez, los trastornos de ansiedad causan a menudo casa, pero no atravesar una determinada calle.
más sufrimiento a los niños que a los padres (aunque éstos Estos niños exhiben conductas interiorizadas y mecanis-
pueden estar a su vez muy ansiosos debido a su propio mos psicológicos característicos. Pueden presentar compli-
trastorno de ansiedad). Al igual que en el adulto, los tras- caciones patológicas, perfeccionismo y una peculiar ima-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 929

TABLA 23-33. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor- TABLA 23-34. Comparación de niños con trastorno de ansie-
no de ansiedad por separación dad por separación y niños con trastornos fóbicos relacionados
con la escuela
A. Ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo
del sujeto, concerniente a su separación respecto del hogar Niños con
o de las personas con quienes está vinculado, puesta de ma- trastorno de Niños con
nifiesto por tres (o más) de las siguientes circunstancias: ansiedad por trastornos
separación fóbicos

(1) malestar excesivo recurrente cuando ocurre o se antici-


pa una separación respecto del hogar o de las principa- Edad media en la primera visita 9 años 14 años
les figuras vinculadas Proporción entre sexos (V:M) 1:2 2:1
(2) preocupación excesiva y persistente por la posible pér- Clase socioeconómica baja 32% 68%
dida de las principales figuras vinculadas o a que éstas (Hollingshead IV o V)
sufran un posible daño Trastornos DSM-III concurrentes 92% 63%
(3) preocupación excesiva y persistente por la posibilidad Trastornos de ansiedad concurrentes 50% 53%
de que un acontecimiento adverso dé lugar a la sepa- Trastornos del estado de ánimo 33% 32%
ración de una figura vinculada importante (p. ej., ex- concurrentes
traviarse o ser secuestrado) Trastorno de ansiedad de la madre 83% 57%
(4) resistencia o negativa persistente a ir a la escuela o a Trastorno del estado de ánimo 63% 14%
cualquier otro sitio por miedo a la separación de la madre
(5) resistencia o miedo persistente o excesivo a estar en
casa solo o sin las principales figuras vinculadas, o sin Estos niños fueron enviados a una consulta externa de psiquiatría y se
diagnosticaron de trastorno de ansiedad por separación o de trastorno fó-
adultos significativos en otros lugares
bico (simple o social) relacionado con la escuela. Aunque los trastornos
(6) negativa o resistencia persistente a ir a dormir sin tener del estado de ánimo y de ansiedad concomitantes son normales en ambos
cerca una figura vinculada importante o a ir a dormir trastornos, los niños y las madres mostraron más psicopatología asociada
fuera de casa al trastorno de ansiedad por separación que a los trastornos fóbicos.
(7) pesadillas repetidas con temática de separación Datos tomados de Last y cols., 1987.
(8) quejas repetidas de síntomas físicos (como cefaleas, do-
lores abdominales, náuseas o vómitos) cuando ocurre o
se anticipa la separación respecto de figuras importan-
tes de vinculación que los niños con otros trastornos psiquiátricos (Livings-
B. La duración del trastorno es de por lo menos 4 semanas. ton y cols., 1988). El trastorno de ansiedad por separación
posee muchas características de los trastornos fóbicos. Se
C. El inicio se produce antes de los 18 años de edad. diferencia de otros trastornos de ansiedad en que se cen-
tra en la separación y en su presentación temprana (habi-
D. La alteración provoca malestar clínicamente significativo o
deterioro social, académico (laboral) o de otras áreas impor-
tualmente se diagnostica en la niñez). Difiere de los tras-
tantes de la actividad del individuo. tornos fóbicos en que estos últimos pueden ir dirigidos
hacia una miríada de posibles fuentes de miedo.
E. La alteración no ocurre exclusivamente en el transcurso de Se observa absentismo escolar en cerca del 75% de los
un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u niños con trastorno de ansiedad por separación, y se pre-
otro trastorno pospsicótico, y en adolescentes y adultos no
se explica mejor por la presencia de un trastorno de angus- senta este último hasta en el 50-80% de los casos de absen-
tia con agorafobia. tismo escolar (Klein y Last, 1989); sin embargo, estos proce-
sos son muy diferentes. Los términos fobia escolar, evitación
Especificar si: escolar y rechazo escolar son denominaciones erróneas; la ma-
Inicio temprano: si el inicio tiene lugar antes de los 6 años
de edad
yoría de «fóbicos» escolares no son en realidad fóbicos, y los
términos evitación y rechazo implican mecanismos psicológi-
cos que quizá no sean aplicables. Una denominación más
descriptiva, neutra y precisa es la de absentismo escolar, térmi-
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no que tiene la ventaja de destacar la posible conexión con


gen de sí mismos. Los niños pueden manifestar somatiza- el absentismo laboral. El absentismo escolar tiene diversas
ciones (dolor abdominal, cefalea) por la mañana antes de etiologías (tabla 23-35). No todos los niños con absentismo
ir a la escuela, temor de los profesores («son malos»), o escolar tienen ansiedad por separación, y no todos los niños
rasgos pasivo-agresivos. En algunos casos, los trastornos de con trastorno de ansiedad por separación presentan absen-
ansiedad en los niños pueden ser la base de síntomas de tismo escolar (Last y cols., 1987).
conducta perturbadora. En algunos casos de absentismo escolar, el progenitor y
El predominio de somatización en la ansiedad por se- el niño están unidos entre sí por temores de separación
paración es similar a lo que ocurre en los trastornos de an- cuya base es psicodinámica. La descripción psicoanalítica
gustia, fóbico, de ansiedad generalizada y depresivo en el clásica (Johnson y cols., 1941) es compatible con los ha-
adulto. Los niños con trastorno de ansiedad por separa- llazgos recientes de trastornos del estado de ánimo y de
ción suelen experimentar dolor abdominal y palpitaciones ansiedad por separación en el progenitor y el niño, en re-
y generalmente presentan más molestias por somatización lación con el absentismo escolar.
930 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TABLA 23-35. Orígenes del absentismo escolar tornos del estado de ánimo de la niñez y los trastornos de
ansiedad del adulto. Los psiquiatras infantiles y los pedia-
Trastorno de ansiedad por separación
tras pueden subrayar las funciones de la enfermedad, la
Hacer «novillos» (a menudo asociado al trastorno de conducta)
Trastornos psiquiátricos que normalmente aparecen en la edad indefensión, el miedo y la dependencia.
adulta Más de la mitad de los niños con trastorno de ansiedad
Trastornos del estado de ánimo por separación tienen padres que sufren trastornos del es-
Trastorno depresivo mayor tado de ánimo o de ansiedad (tabla 23-34). De modo simi-
Trastorno bipolar
Trastornos de ansiedad
lar, muchos niños con absentismo escolar sufren trastor-
Trastorno por ansiedad excesiva nos del estado de ánimo o uno de los diversos trastornos
Trastorno fóbico de ansiedad, y sus padres pueden sufrir también estos tras-
Trastorno de angustia tornos (fig. 23-14).
Trastorno obsesivo-compulsivo El trastorno de ansiedad por separación suele observar-
Trastornos psicóticos manifiestos (raros)
se en los niños asociado con un trastorno depresivo ma-
Conformidad sociocultural yor, al que puede preceder en el curso del desarrollo. Un
Permiso otorgado por la familia (p. ej., de forma abierta o encu- estudio sobre la prueba de supresión con dexametasona
bierta para permanecer en casa y hacerse cargo de los herma- en niños con trastorno de ansiedad por separación sugirió
nos, ganar dinero o evitar exámenes)
Conducta normativa del grupo de compañeros o pandilla (pasar
que su positividad (falta de supresión) se observaba casi
el rato con los compañeros en vez de ir a la escuela) con la misma frecuencia en los niños con trastorno depre-
Temor realista a las agresiones físicas en escuelas situadas en zo- sivo mayor, lo que puede reflejar un porcentaje más eleva-
nas peligrosas do de comorbilidad o una similitud fisiológica entre el
Absentismo inducido por medicación (p. ej., propranolol, halo- trastorno de ansiedad por separación y el trastorno depre-
peridol)
sivo mayor.
Persiste cierta controversia en torno a si el trastorno de
ansiedad por separación aparece en el niño de un modo
Epidemiología completamente independiente del trastorno depresivo
mayor o de otros trastornos de ansiedad asociados.
El trastorno de ansiedad por separación es común y El trastorno de ansiedad por separación puede ocurrir
tiende a presentarse con carácter familiar. En los estudios también con mayor frecuencia en niños con antecedentes
epidemiológicos se observa una prevalencia del 0,6-6%. La familiares de alcoholismo o trastorno de angustia con ago-
proporción entre ambos sexos es igual, o hay un predomi- rafobia. Entre las madres agorafóbicas existe una alta inci-
nio de las niñas (2:1). dencia de historia de dolores abdominales en la niñez, y
El absentismo escolar es frecuente; el 75% de los adultos sus manifestaciones indican que los hijos presentan eleva-
admiten haber seguido esta conducta durante la niñez. En dos porcentajes de absentismo escolar (14%) y dolores ab-
ciertas escuelas del centro urbano pueden mostrar absentis- dominales (Berg, 1976). Los niños que son tímidos, teme-
mo más del 90% de los estudiantes. rosos o con «inhibición conductual» antes de los 3 años de
No se han realizado estudios a gran escala sobre el ab-
sentismo escolar desde el punto de vista psiquiátrico. Se
desconoce el grado en que el absentismo escolar se debe es-
pecíficamente al trastorno de ansiedad por separación y no
a comorbilidad.
Trastorno
Trastorno afectivo Trastorno
Etiología afectivo y de de
ansiedad ansiedad Sin
Los teóricos del desarrollo han especulado acerca de diagnóstico
los mecanismos que contribuyen al trastorno de ansiedad
por separación. Los conflictos internos inconscientes rela-
tivos a los impulsos agresivos y sexuales, la incertidumbre
con respecto a la localización de los cuidadores después Trastorno
de los movimientos de deambulación iniciales del niño y disocial
la vinculación ansiosa inducida por los padres son otras
tantas formulaciones psicodinámicas habituales. Los teóri-
cos del aprendizaje han subrayado el mantenimiento de FIGURA 23-14. Absentismo escolar: solapamiento con los tras-
los síntomas por miedo condicionado a través de la gene- tornos afectivo, de ansiedad y disocial. (Reproducido con autori-
zación de Bernstein GA, Garfinkel BD: «School Phobia: The Over-
ralización del estímulo y reforzamiento. Los teóricos de la lap of Affective and Anxiety Disorders». Journal of the American
biología han centrado su atención en factores tempera- Academy of Child Psychiatry 25:235-241, 1986. Copyright 1986,
mentales, atributos farmacológicos y relación con los tras- American Academy of Child Psychiatry.)
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 931

edad (Kagan y cols., 1987) muestran mayor prevalencia de gustia de comienzo temprano (Battaglia y cols., 1995). Los
trastornos de ansiedad en los seguimientos practicados adultos con trastorno de angustia, especialmente en los
(Biederman y cols., 1990). casos de agorafobia, presentaron síntomas del trastorno
Otro factor etiológico propuesto para el trastorno de de ansiedad por separación en su niñez con una frecuen-
ansiedad por separación es el trastorno por estrés postrau- cia superior incluso a la de los adultos con trastorno de
mático. Se halló que el trastorno de ansiedad por separa- ansiedad generalizada o trastorno fóbico (Silove y cols.,
ción era el diagnóstico comórbido más frecuente en el 1995b). Además, los adultos con trastorno de angustia pre-
50% de los muchachos que habían padecido abuso sexual sentaban antecedentes familiares donde estaban abundan-
y/o físico que desarrollaron un trastorno por estrés pos- temente representados dicho trastorno de angustia (con o
traumático (Dykman y cols., 1997). Se desconoce si la apa- sin agorafobia) y el alcoholismo (Battaglia y cols., 1995).
rición del trastorno de ansiedad por separación en este El vínculo evolutivo con el trastorno de ansiedad por sepa-
grupo se debe al abuso traumático, al trastorno por estrés ración en la niñez es posible que no sea específico del tras-
postraumático, a duelo psicológico o a trastornos depresi- torno de angustia en el adulto, puesto que el trastorno de
vos concurrentes, o si es un marcador de caos familiar y ansiedad por separación actúa como factor de riesgo para
abuso. la aparición comórbida de trastornos de ansiedad múlti-
Son escasas las investigaciones realizadas sobre factores ples en el adulto (Lipsitz y cols., 1994).
genéticos en el trastorno de ansiedad por separación. Un A la inversa, se ha observado que la mayoría (68%) de
estudio con gemelos sugirió la existencia de una influen- los hijos de adultos con agorafobia sufren trastornos psi-
cia genética significativa en el desarrollo del trastorno de quiátricos diagnosticables, en especial trastornos de ansie-
ansiedad por separación, pero sólo en el sexo femenino; dad en general y el trastorno de ansiedad por separación en
en ambos sexos se pusieron de manifiesto factores am- particular (Capps y cols., 1996). La mitad de los hijos de pa-
bientales (Silove y cols., 1995a). dres con fobia social presentaban un trastorno de ansiedad,
y el 19% del total sufrían trastorno de ansiedad por separa-
ción (Mancini y cols., 1996). Puede especularse que el tras-
Curso y pronóstico
torno de ansiedad por separación en la niñez evoluciona
El trastorno de ansiedad por separación puede diag- hacia el trastorno de angustia en el adulto o, al menos, que
nosticarse después del período normativo de ésta, pero es la ansiedad por separación infantil es uno de los anteceden-
típico que no aparezca antes de los 4 años de edad. Suele tes posibles del trastorno de angustia en el adulto (Ollen-
descubrirse a comienzos o mediados de la niñez. Es ca- dick y cols., 1994). Es necesario realizar un estudio de segui-
racterísticamente un proceso crónico, aunque puede ha- miento que examine de nuevo a los niños con ansiedad por
ber exacerbaciones en momentos de separaciones reales, separación al llegar a la edad adulta. En el momento actual
muertes, enfermedades, desplazamientos de la familia o persiste considerable controversia acerca de si el trastorno
desastres naturales. Los síntomas pueden agravarse duran- de ansiedad por separación existe como trastorno con indi-
te los episodios de trastornos psiquiátricos comórbidos, así vidualidad propia en el adulto, y también sobre si existe el
como durante las enfermedades médicas o después de trastorno de angustia en la edad infantil.
ellas, especialmente en los procesos crónicos con reactiva- Los niños con absentismo escolar presentan con fre-
ciones agudas. El niño o los padres solicitan habitualmen- cuencia bajo rendimiento académico y evitación social;
te numerosas visitas médicas. además, pueden tener problemas laborales en la edad
En un estudio de seguimiento de niños con trastorno adulta. Al igual que tuvieron dificultad para ir a la escuela,
de ansiedad por separación (que presentaban además también la tendrán para acudir al trabajo.
un trastorno de la comunicación) se halló que al cabo de
4 años el 11% presentaban aún el trastorno de ansiedad
Evaluación diagnóstica
por separación, el 33% tenían un diagnóstico diferente
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(característicamente otro trastorno de ansiedad) y el 44% Hay que evaluar la posibilidad de un trastorno del esta-
no sufrían ya ningún trastorno de ansiedad (Cantwell y do de ánimo o de un trastorno de ansiedad (fobia, angus-
Baker, 1989). Los estudios de seguimiento a largo plazo tia). Estas alteraciones, al igual que el trastorno de ansie-
han sugerido un riesgo mayor para el desarrollo de otros dad por separación, deben investigarse también en los
trastornos de ansiedad (especialmente del trastorno de padres.
angustia con agorafobia) y, posiblemente, del trastorno Desde el punto de vista clínico, a veces resulta difícil
depresivo (Klein y Last, 1989). Además, independiente- distinguir los síntomas de presentación del trastorno de
mente de los trastornos depresivos, la ansiedad por separa- ansiedad por separación de la ansiedad aguda corriente.
ción se asocia estrechamente con tendencias suicidas en En ambos procesos puede haber distraibilidad, cognición
los adolescentes (Feldman y Wilson, 1997). alterada, despersonalización, trastorno pasajero del senti-
El trastorno de ansiedad por separación de la niñez do de la realidad, hiperactividad motora y estallidos de có-
puede estar relacionado evolutivamente con el trastorno lera. Sin embargo, la presencia del trastorno de ansiedad
de angustia del adulto, y se asocia con el trastorno de an- por separación implica que la psicodinámica relacionada
932 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

con la separación es un desencadenante primario de la tismo escolar de más de 2 semanas sin un problema médi-
ansiedad aguda. co que lo explique, «novillos», psicosis manifiesta, confor-
Ciertos trastornos graves pueden presentarse con ansie- midad sociocultural o temores realistas a un daño físico.
dad por separación y quedar así excluido un diagnóstico En un estudio abierto sobre fluoxetina se observó mejoría
individualizado de este trastorno. Los niños con trastorno clínica en los 10 niños y adolescentes estudiados con tras-
autista u otros trastornos generalizados del desarrollo su- torno de ansiedad por separación y en 8 de 10 menores
fren a menudo ansiedad por separación, pero habitual- con fobia social, pero sólo en 1 de 7 con trastorno de an-
mente puede detectarse disfunción neurológica en una siedad generalizada (Fairbanks y cols., 1997). Sin embar-
amplia gama de funciones. La esquizofrenia infantil pue- go, se cuestiona el valor de estos tratamientos a causa del
de presentarse inicialmente como ansiedad por separa- escaso número de pacientes que han participado en los es-
ción, con alteración de las relaciones objetales tempranas tudios, y no se han llevado a cabo investigaciones a gran
(p. ej., siendo considerado «raro» por los compañeros, escala sobre el empleo de antidepresivos para tratar el
con una vida «solitaria»), que aparece antes de que surjan trastorno de ansiedad por separación o el absentismo es-
más abiertamente otros síntomas psicóticos. colar. Sin embargo, los antidepresivos son probablemente
En algunas ocasiones, el trastorno de ansiedad por se- eficaces en muchos casos de absentismo escolar cuya etio-
paración, el absentismo escolar y las crisis de angustia sur- logía subyacente es un trastorno de ansiedad por separa-
gen por acción de ciertos fármacos. El propranolol (utili- ción, un trastorno del estado de ánimo, un trastorno fóbi-
zado para las cefaleas) o el haloperidol (para un trastorno co o un trastorno de angustia.
de la Tourette o una psicosis) pueden inducir períodos Si un progenitor sufre un trastorno de ansiedad o del
transitorios de trastorno de ansiedad por separación o ab- estado de ánimo que le dificulta separarse del niño, debe
sentismo escolar que se resuelven al suspender la medica- recibir tratamiento psiquiátrico directo, así como orienta-
ción (Popper, 1993); por lo tanto, es necesario evaluar las ción conductual para la crianza del niño. El tratamiento
pautas de tratamiento en curso con fármacos que puedan de un progenitor con antidepresivos para combatir los
agravar la «depresión». trastornos del estado de ánimo o de ansiedad constituye
El diagnóstico diferencial puede complicarse por una una parte habitual del tratamiento del niño con trastorno
forma inesperada de la ansiedad por separación. Se ha ob- de ansiedad por separación.
servado que los niños que se desarrollan normalmente Las benzodiacepinas, principalmente el alprazolam y el
pero tenían bajo peso al nacimiento y datos ecográficos clonacepam, se han empleado también en niños y padres
neonatales de ventriculomegalia o lesiones del parénqui- con trastorno de ansiedad por separación. Clínicamente,
ma cerebral tenían más probabilidades de presentar ansie- estos agentes son muy útiles para la ansiedad «anticipato-
dad por separación al llegar a los 6 años de edad (Whita- ria» que puede desarrollarse secundariamente a partir de
ker y cols., 1997). En cambio, no se identificó ansiedad los síntomas de ansiedad «primaria». En estos casos tam-
por separación en niños similares con trastornos neonata- bién puede considerarse el uso de buspirona.
les de hemorragia intraventricular o alteraciones de la ma- El trastorno de ansiedad por separación puede aliviarse
triz cerebral, lo cual sugiere un cierto grado de especifici- parcialmente con el uso de un método de «alta tecnolo-
dad neuroanatomopatológica. Este hallazgo implica que gía»: la figura vinculante recibe un «busca» electrónico y
las lesiones cerebrales tempranas podrían ser la causa de el niño lleva una moneda que le permite efectuar una lla-
algunas formas de ansiedad por separación infantil. mada telefónica al progenitor si se presentan situaciones
que producen ansiedad. Típicamente, el niño emplea el
sistema para contactar con el progenitor una o dos veces,
Tratamiento
y luego se sirve de la moneda como símbolo de la capaci-
El tratamiento tradicional del trastorno de ansiedad dad para ponerse en contacto con la figura vinculante en
por separación comprende intervenciones psicosociales caso necesario. Esta técnica también puede ser útil para
(psicoterapia individual combinada con terapia familiar u facilitar la asistencia a la escuela.
orientación a los padres), a menudo con medicación an- La terapéutica cognitivo-conductual y la orientación de
siolítica o antidepresiva. la familia son útiles para combatir el trastorno de ansiedad
Los antidepresivos se emplean comúnmente para el tra- por separación (Barrett y cols., 1996). Las psicoterapias in-
tamiento del trastorno de ansiedad por separación, a pe- dividual y familiar tienen unas características que parecen
sar de la escasa confirmación que se observa en la literatu- hacerlas más apropiadas en este trastorno que en la mayo-
ra con respecto a su eficacia y de cierto volumen de datos ría de los trastornos infantiles.
que cuestionan su utilidad (Popper, 1993). Los antidepre- En los niños con trastorno de ansiedad por separación,
sivos tricíclicos se han estudiado sobre todo en niños con la experiencia psicoterapéutica del niño se organiza en
absentismo escolar y trastorno de ansiedad por separa- torno a las «separaciones reales en el propio tratamiento».
ción, más que en aquellos que presentan sólo este último Es aconsejable prestar especial atención a las ausencias, ya
trastorno. El tratamiento antidepresivo (p. ej., fluoxetina, sean planificadas o no (vacaciones del paciente o del tera-
imipramina) puede considerarse en los niños con absen- peuta, transiciones escolares, embarazo de la terapeuta o
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 933

la profesora, falta de disponibilidad de los padres, enfer- conductual, pero el niño puede quedar con minusvalías
medad del terapeuta, fallecimientos), y a la finalización en su psicodesarrollo. Es esencial mantener una amplia
del tratamiento. A menudo resulta útil entregar al niño un perspectiva sobre la psicopatología y el riesgo de altera-
objeto concreto, un recuerdo o una imagen claramente ción en la vida adulta, para evitar la finalización prematu-
verbalizada de la futura actividad del terapeuta en el mo- ra del trabajo terapéutico.
mento de interrumpir o finalizar el tratamiento. La antici- Otro fallo en el tratamiento de los niños y los padres afec-
pación verbal preventiva, la preparación de los padres y tos de este trastorno se refiere a la conformidad patológica.
del niño y los comentarios activos sobre los aspectos prác- Algunos padres e hijos se presentan a sí mismos de un modo
ticos de las separaciones previstas resultan útiles en el tra- abiertamente «bueno» o «agradable», y el modo perfeccio-
tamiento de estos casos. nista que tienen de comportarse consigo mismos puede im-
Se aconseja poner especial énfasis en la parte final del pedirles exponer sus pensamientos y sentimientos más pro-
trabajo, tanto con los padres como con el niño. Los temas fundos. Esta «simpatía patológica» del niño o los padres
de la separación y de la psicopatología de los padres pue- debe detectarse en el curso del tratamiento y no se ha de
den llevarles a ser intolerantes con los afectos «perdidos», confundir con comprensión, apoyo o cambio significativos.
a presionar para un final brusco o a infravalorar la impor- La fijación de límites en el tratamiento del trastorno de
tancia de los temas psicodinámicos provocados al final. ansiedad por separación puede ser útil o perjudicial. Si el
Tanto el niño como los padres pueden «ensayar» diferen- niño sufre un trastorno de angustia o un episodio depresi-
tes aspectos del final del tratamiento, antes de que éste lle- vo mayor, la fijación de límites puede ser contraproducen-
gue. De modo muy parecido a sus hijos, los padres con te y agravar los síntomas. Obligar a un niño con trastor-
trastorno de ansiedad por separación pueden presentar no de angustia a que acuda a la escuela puede conducir a
cogniciones alteradas con respecto al final («No estaba se- una crisis de rabietas o a una agresión física. En cambio, la
guro de si nos permitiría volver»); por lo tanto, es útil de- «coacción terapéutica», juiciosamente aplicada, puede ser
jar claro este punto antes del final. Particularmente en los útil en algunos casos de verdadero trastorno de ansiedad
padres con trastornos del estado de ánimo o de ansiedad, por separación, sobre todo si la intervención se aplica en
que pueden ser también vulnerables en los momentos de el momento adecuado después del tratamiento medica-
pérdida o estrés psicológicos, es útil ser concreto en torno mentoso. Para tratar los «novillos» (una causa mucho más
al mecanismo para reanudar el tratamiento. común de absentismo escolar), la fijación de límites es sin
De un modo más general, se produce una extensa inte- duda una medida útil, y a menudo necesaria, para estable-
racción dinámica entre la ansiedad por separación del cer un orden diario en la vida del niño.
niño y la ansiedad de los padres, aun cuando la familia Las medidas psicosociales son adecuadas para tratar el
quiera disimular los ejemplos más evidentes de que los pa- absentismo escolar debido a temores a la agresión física, a
dres estimulan la dependencia del niño o se preocupan «permiso» de la familia o a la afición de «dar vueltas» con
cuando el niño emprende acciones independientes. Los los amigos propia de ciertas subculturas.
tratamientos del niño y de los padres interaccionan tam-
bién considerablemente, lo que ofrece oportunidades al
Comentario clínico
clínico para intervenir en dos puntos del sistema autoesti-
mulante. Si es necesario hospitalizar al niño, los temores Es necesario investigar la relación del trastorno de an-
propios de los padres con respecto a la separación pueden siedad por separación con otros trastornos psiquiátricos
dificultar la tolerancia de que el niño no esté en casa. del niño y del adulto, en especial si se tiene en cuenta la
Aunque esto puede considerarse una falta de cooperación elevada prevalencia de absentismo escolar, así como de
con el tratamiento, es más útil comprender que los padres desempleo en la edad adulta. El tratamiento de estos ni-
consideran esta medida demasiado extrema. En estas cir- ños obliga a mirar más allá de los síntomas destacados de
cunstancias, combatir la ansiedad por separación de los su presentación. La gran prevalencia de psicopatología
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

padres es crucial y constituye una parte importante del tra- concomitante y de minusvalías del desarrollo a largo plazo
tamiento, ya que permite iniciar satisfactoriamente la psi- requiere una atención clínica anticipatoria. La ayuda a los
coterapia genuina del trastorno de ansiedad por separa- padres y al personal escolar para que reconozcan los ries-
ción del niño. En ocasiones, la situación puede conducir a gos más amplios que supone el trastorno de ansiedad por
la hospitalización conjunta de los padres y el niño (Cha- separación para la psicopatología y el psicodesarrollo hace
brol y cols., 1995). necesario llevar a cabo en la escuela una labor de colabo-
Un fallo común en el tratamiento de este trastorno se ración, consultas e intercesión.
debe al excesivo énfasis que ponen los padres y los profe-
sionales en los síntomas de presentación (p. ej., escasa
asistencia a la escuela), más que en el desarrollo del niño MUTISMO SELECTIVO
a largo plazo. La capacidad del niño para acudir a la es-
cuela con regularidad o para hacer frente con serenidad Los niños con mutismo selectivo permanecen callados
a la ansiedad significa que se ha producido una mejoría en determinados ámbitos y presentan anomalías en la con-
934 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

ducta interpersonal y en la asertividad en situaciones so- dad y rasgos obsesivo-compulsivos. En la mayoría de los ca-
ciales. Este trastorno poco común se describió hace más sos se observan anomalías conductuales antes de los 6 años
de 100 años, pero la literatura médica sobre el mutismo de edad.
selectivo sigue basándose principalmente en la descrip- Existen habitualmente alteraciones generalizadas de la
ción de casos clínicos aislados. La escasez de estudios con- conducta social y, a veces, del control conductual. Muchos
trolados a gran escala ha impedido reunir descripciones de estos niños presentan timidez temprana y persistente,
sistemáticas y estadísticas. sumisión, excesiva dependencia y apocamiento en las acti-
vidades que requieren seguridad en sí mismo, no se sepa-
ran de los padres, se enfurruñan ante los extraños, tienen
Descripción clínica
crisis de rabietas y muestran conducta regresiva. En oca-
En el mutismo selectivo, los niños no hablan en uno o siones, estos niños pueden presentar rachas de negativis-
varios de los ambientes principales en que viven. Aunque mo, conducta exigente y controladora, pasividad-agresivi-
pueden hablar sin dificultad en ciertos lugares (habitual- dad y actitud desafiante.
mente en casa), aparece un mutismo parcial o total de En muchos de los casos publicados sobresalen los estre-
modo selectivo en lugares que no son familiares o en de- chos lazos emocionales con la madre y la actitud de sobre-
terminadas situaciones sociales (tabla 23-36). El habla es protección de ésta. En las descripciones es frecuente que los
típicamente normal en casa cuando el niño está solamen- padres sufran temores, ansiedad, agorafobia y timidez, e in-
te con sus padres y hermanos, y la comunicación se cons- cluso presenten agresividad y violencia. Se destaca también
triñe en presencia de profesores, compañeros y personas repetidamente la frecuencia con que los padres utilizan el si-
extrañas. Al salir de un ambiente familiar o cómodo, estos lencio como elemento coercitivo y para expresar su enfado.
niños, de modo decidido o vacilante, pueden utilizar ges- Se describen comúnmente lesiones faciales tempranas,
tos, movimientos de cabeza, monosílabos, notas escritas o traumatismos bucales (cirugía dental) o castigos relaciona-
cuchicheos, pero evitan la vocalización completa y el len- dos con la boca (lavarse los dientes, bofetones en la cara),
guaje hablado normal. especialmente durante el período de desarrollo del habla.
Aunque muchos niños con mutismo selectivo tienen una Los niños que sufren mutismo selectivo se comparan a ve-
capacidad normal para el lenguaje, aproximadamente una ces con los que, después del período del desarrollo en que
tercera parte sufre alguna alteración de éste, y cerca de la existe normalmente ansiedad frente a los extraños, dudan
mitad tiene un trastorno o desarrollo tardío del habla (Hay- en hablar al enfrentarse con nuevas situaciones. Muchos
den, 1980; Kolvin y Fundudis, 1981). Además, los niños con niños psiquiátricamente normales tienen dificultades para
mutismo selectivo tienen mayor prevalencia de trastornos hablar cuando se incorporan al jardín de infancia, pero
neurológicos y retraso mental. La idea tradicional de que el estas dudas se resuelven cuando se familiarizan con las
habla, el lenguaje y el desarrollo biológico son normales en personas y el ambiente.
estos niños, no es cierta en la mayoría de los casos. En un estudio a gran escala de 68 niños con mutismo
Muchos niños con mutismo selectivo presentan tam- selectivo (Hayden, 1980) se distinguieron cuatro subtipos
bién absentismo escolar, problemas de separación, ansie- de este trastorno, según las características psicodinámicas
y conductuales (tabla 23-37). En el tipo simbiótico la madre
dominante está abiertamente celosa de las relaciones del
niño con las demás personas; el padre es pasivo o habla
TABLA 23-36. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de mutismo muy poco, y el niño parece sumiso, pero puede ser inten-
selectivo samente manipulador. Este subgrupo es el más numeroso
y su descripción se ajusta a la que suele emplearse clínica-
A. Incapacidad persistente para hablar en situaciones sociales
específicas (en las que se espera que hable, p. ej., en la es- mente. En el grupo pasivo-agresivo, el niño emplea el silen-
cuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones. cio de un modo desafiante y hostil, presenta conductas an-
tisociales y a menudo agresivas, y en general los padres
B. La alteración interfiere el rendimiento escolar o laboral o la tienen también características abiertamente antisociales.
comunicación social.
En el tipo reactivo (o, quizá, deprimido), el niño suele
C. La duración de la alteración es de por lo menos 1 mes (no li- mostrar rasgos depresivos y retraimiento social, tiene un
mitada al primer mes de escuela). progenitor con trastorno del estado de ánimo y a menudo
hay antecedentes familiares de timidez. En el grupo fóbico
D. La incapacidad para hablar no se debe a una falta de cono- al habla, el niño tiene literalmente miedo de oír su propia
cimiento o de fluidez del lenguaje hablado requerido en la
situación social. voz, muestra reacciones vegetativas de excitación al oírse
hablar (incluso en grabaciones), presenta conductas clara-
E. El trastorno no se explica mejor por la presencia de un tras- mente rituales y compulsivas y tiene una fuerte motivación
torno de la comunicación (p. ej., tartamudeo) y no aparece para vencer sus síntomas.
exclusivamente en el transcurso de un trastorno generaliza-
do del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico.
En el mismo estudio, Hayden (1980) observó además
una elevada prevalencia de malos tratos y abusos sexuales
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 935

en los niños con todos los tipos de mutismo selectivo (ta- castigo y la influencia personal recíproca; ocurre en fami-
bla 23-37); los casos de malos tratos y abusos sexuales fue- lias con tendencia hacia el establecimiento de lazos y la so-
ron demostrados por diferentes organizaciones de bienes- breprotección.
tar social. En un estudio independiente se halló también Diversas observaciones descriptivas son compatibles con
un porcentaje igualmente elevado de malos tratos (Mac- estas formulaciones psicodinámicas. La aparición selectiva
Gregor y cols., 1994). Estos hallazgos sugieren que, en al- de síntomas en determinados ambientes implica la inter-
gunos casos, el mutismo selectivo podría ser un fenómeno vención de factores psicodinámicos. La etiología postrau-
postraumático, lo que tendría implicaciones en el aborda- mática viene apoyada por datos que sugieren una elevada
je clínico de estos niños y sus familias. prevalencia de malos tratos y abusos sexuales, violencia pa-
rental y traumatismos bucales en épocas tempranas. La
etiología relacionada con la ansiedad de separación es
Epidemiología
compatible con ciertos síntomas conductuales manifiestos,
Recientemente se ha estimado una prevalencia de así como con la existencia de fuertes lazos maternos, ante-
180/100.000 niños (Kopp y Gillberg, 1997), más elevada cedentes familiares de trastornos del estado de ánimo e
de lo que se creía anteriormente (cuando se utilizaban cri- historia de pérdidas (p. ej., por desplazamiento geográfico
terios más estrictos para la definición). Existe un ligero o cambios sociopolíticos). Un factor coadyuvante podría
predominio del sexo femenino de 1:1-2. Se ha descrito ser la falta de confianza y de autonomía personal para
también mayor prevalencia de mutismo selectivo en niños afrontar el mundo exterior.
de familias inmigrantes. Diversos hallazgos sugieren la existencia de factores
etiológicos de índole biológica. Aunque la asociación del
mutismo selectivo con una historia de timidez temprana o
Etiología
con antecedentes familiares de timidez es compatible con
Basándose principalmente en estudios de casos clíni- un modelo psicodinámico, también lo es con una contri-
cos, han predominado las explicaciones de tipo psicodiná- bución constitucional o temperamental a la timidez del
mico. Los teóricos psicoanalistas han subrayado los meca- niño (Kagan y cols., 1987), con trastornos de ansiedad o
nismos donde interviene la inhibición oral, el control con trastornos del estado de ánimo. Aunque no existen es-
anal, la ansiedad de separación y los temores de abando- tudios controlados sobre antecedentes familiares, en nu-
no. El mutismo se concibe a menudo como una conducta merosas publicaciones se ha sugerido que los padres ten-
de afrontamiento y como un reflejo de la autonomía pri- drían una mayor prevalencia de trastornos de ansiedad,
mitivamente afirmada. También puede interpretarse como del estado de ánimo y de la personalidad. La asociación
defensa contra el malestar emocional, el dolor, el temor al de mutismo selectivo con trastornos de comunicación, re-

TABLA 23-37. Clasificación del mutismo selectivo

Simbiótico (n = 31) Pasivo-agresivo Reactivo (n = 14) Fóbico del habla


(porcentaje de niños (n = 16) (porcentaje (porcentaje de niños) (n = 7) (porcentaje
con el rasgo) de niños con el rasgo) con el rasgo) de niños con el rasgo)

Madre dominante y padre pasivo o ausente 97 0 7 0


Rendimiento escolar superior a la media 45 0 0 0
Susurro o habla sólo labial 13 0 0 0

Conducta agresiva 0 56 0 0
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Conducta antisocial 10 82 14 0
Encarcelamiento parental 3 75 36 0
Edad de inicio posterior a los 5 años 6 50 14 0

Rasgos depresivos 6 50 100 14


Retraimiento grave de tipo catatónico 6 37 100 0
Depresión parental 3 0 43 0
Timidez familiar 10 6 71 29

Timidez 3 0 32 86
Rituales y compulsiones 10 6 7 100

Malos tratos (probados) 65 100 71 10


Abusos sexuales (probados) 26 50 36 43

Subtipificación y datos de un estudio con 68 niños, Hayden 1980.


936 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

traso mental y trastornos neurológicos sugiere la existen- de ansiedad social, proceso que se observa comúnmente
cia de un factor etiológico neuroevolutivo. Estos procesos en los adultos (Black y Uhde, 1992).
agravan el trastorno de los niños con mutismo selectivo.
Aunque resulta difícil avanzar más allá de las meras hipó-
Evaluación
tesis en cuanto a la etiología, hay una clara evidencia en tor-
no a numerosos factores etiológicos multidimensionales. Está justificado realizar un estudio psiquiátrico comple-
to del niño y sus padres. La evaluación neurológica es útil
si se considera la posibilidad de lesiones cerebrales y retra-
Curso y pronóstico
so mental. Es necesario examinar el habla y el lenguaje,
El mutismo selectivo comienza típicamente a los 3-5 incluidos los patrones familiares de comunicación, silen-
años de edad, cuando los niños con un desarrollo normal cios y enfados. Hay que estudiar al niño y a la familia por
pueden presentar todavía breves períodos de mutismo al lo que respecta a malos tratos y abusos sexuales, depre-
estar frente a extraños o encontrarse en ambientes nue- sión, conducta antisocial, timidez y retraso mental. En oca-
vos. Aunque la aparición gradual de «timidez» temprana siones es útil realizar una visita domiciliaria. El diagnóstico
puede identificarse retrospectivamente (Kolvin y Fundu- diferencial incluye trastornos de ansiedad como fobia so-
dis, 1981), el mutismo selectivo se diagnostica típicamente cial, falta de uso del habla en la esquizofrenia (alogia) o la
a los 5-8 años, cuando los síntomas se hacen obvios en la personalidad esquizotípica, sordera, afasia e histeria.
escuela. Si el niño acude regularmente a la escuela y la
conducta social es cooperadora, es posible que se retrase o
Tratamiento
evite el reconocimiento del proceso y la derivación del
niño para recibir tratamiento. El mutismo selectivo era notablemente difícil de tratar
Los síntomas pueden durar semanas, meses o años. Al- hasta la demostración de que la fluoxetina logra una mejo-
gunos niños mejoran sin tratamiento. En cerca del 50% de ría sustancial tanto en el mutismo como en el funciona-
los casos ha desaparecido el mutismo a los 10 años de edad, miento global de estos niños, de acuerdo con las puntuacio-
pero el pronóstico es menos favorable si la conducta del ha- nes otorgadas por los padres (Black y Uhde, 1992). Este
bla no mejora en esas fechas (Kolvin y Fundudis, 1981). hallazgo es particularmente llamativo si se tiene en cuenta
Ciertos casos de mutismo selectivo no hacen su apari- la incapacidad de los antidepresivos tricíclicos para tratar
ción hasta la adolescencia. Es característico que estos indi- esta afección. Sin embargo, la mayoría de los niños se halla-
viduos no hablen a sus familiares ni a los desconocidos, a ban todavía muy sintomáticos después de 12 semanas de
menudo presentan acentuadas características pasivo-agre- tratamiento (Black y Uhde, 1992) y el efecto terapéutico
sivas o antisociales y su pronóstico tiende a ser menos favo- disminuía al aumentar la edad (Dummit y cols., 1996); por
rable (Hayden, 1980). lo tanto, sigue siendo necesario recurrir a otros métodos.
Las complicaciones consisten en bajo rendimiento aca- Con la terapéutica conductual se obtienen, al parecer,
démico, convertirse en «cabeza de turco» y experimentar los segundos mejores resultados (Krohn y cols., 1992; Labbe
satisfacción por las ganancias secundarias derivadas de la y Williamson, 1984). Se ha empleado a este respecto la ad-
enfermedad. Se producen asimismo los inconvenientes ministración de contingencias, el reforzamiento positivo, la
derivados de asistir a clases especiales inadecuadas, ya que desensibilización y el adiestramiento en asertividad. En el
los profesores se sienten inermes ante el silencio social- momento actual, la terapéutica conductual debe emplearse
mente perturbador. Muchos niños sufren burlas y humi- probablemente en combinación con un inhibidor selectivo
llaciones, pero algunos reciben protección de sus com- de la recaptación de serotonina. A menudo está indicada la
pañeros, quienes pueden hablar en nombre de ellos o logopedia, especialmente si se tienen en cuenta los trastor-
prestarles servicios especiales y atención personal. La pro- nos de comunicación y los problemas neuroevolutivos.
tección y la tolerancia excesivas por parte de los compañe- Puede ser efectivo el asesoramiento a los padres. Estos y
ros o los padres suelen reforzar la conducta de mutismo. los profesores se acomodan generalmente al mutismo del
Se desconoce la evolución a largo plazo. La conducta niño; sin embargo, suele ser útil mantener una clara expec-
social anormal, las manipulaciones interpersonales, la ti- tativa de que el niño va a hablar y comunicarse, al menos
midez y la agresividad persisten más allá del período de durante un determinado período de tiempo cada día en
mudez sintomática. Los estudios sobre comorbilidad pue- casa, en la clase y en cada sesión de tratamiento. Es impor-
den ofrecer más información sobre el curso natural de la tante que los padres, en especial el simbiótico, sean explíci-
enfermedad. Actualmente sólo se está examinando la rela- tos con el niño sobre las expectativas de hablar en la escue-
ción del mutismo selectivo con los trastornos del estado de la y durante el tratamiento. En la mayoría de las ocasiones
ánimo, de ansiedad por separación y fóbicos, así como es necesario apoyar a los padres y a los profesores y recor-
con las psicosis de la niñez y la vida adulta. El hallazgo de darles repetidamente que se abstengan de reforzar la pasivi-
que el 97% de los niños con mutismo selectivo cumplen dad del niño o de contribuir a las ganancias secundarias.
criterios de fobia social ha llevado a proponer que el mu- Los terapeutas han descrito ocasionalmente diversas
tismo selectivo puede constituir un síntoma del trastorno técnicas prácticas destinadas a reducir el mutismo. Si se
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 937

minimiza la interacción verbal «directa», se pueden redu- TRASTORNO REACTIVO DE LA VINCULACIÓN


cir los sentimientos subjetivos de amenaza o agresividad DE LA INFANCIA O LA NIÑEZ
que puede experimentar el niño al comunicarse. Los clíni-
cos han empleado métodos tales como cubrir su propia Después de que un niño, o incluso un lactante, sufra
boca al hablar, reducir el contacto visual con el niño, utili- malos tratos físicos o emocionales por parte de la persona
zar posiciones corporales distantes, hablar con gestos que lo cuida, puede presentar una conducta anormal en
(pantomima) y hablar sólo moviendo los labios. A menu- la relación personal, trastornos de excitabilidad emocional
do se plantean preguntas simples al niño que requieran y alteraciones cognitivas. Se infiere que la conducta anor-
escribir una respuesta, golpear con los dedos la mano del mal se produce por trastorno en el desarrollo de la vincu-
terapeuta o contestaciones de una sola palabra. Para los lación interpersonal temprana (tabla 23-38). El trastorno
niños cuya ansiedad es consecuencia de fobia al habla, la reactivo de la vinculación abarca tanto el aumento como
elaboración de una sola palabra puede ir precedida de la disminución de la influencia recíproca social después
mayor tensión y rigidez, y seguida de sensación de alivio y de un trauma en la infancia o la niñez.
orgullo, que el terapeuta puede reforzar positivamente. Se
desconoce si tales métodos son terapéuticos o contrapro-
ducentes. TABLA 23-38. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor-
Cuando va mejorando el mutismo, quizá el niño y los no reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez
padres continúen requiriendo tratamiento para los tras-
A. Relaciones sociales en la mayor parte de los contextos suma-
tornos psiquiátricos acompañantes. La mejoría sintomáti- mente alteradas e inadecuadas para el nivel de desarrollo
ca inicial puede ir seguida de resistencia a investigar las del sujeto, iniciándose antes de los 5 años de edad, y pues-
causas y orígenes del problema, tanto por parte del niño tas de manifiesto por (1) o (2):
como de los padres. La psicoterapia individual y familiar
(1) incapacidad persistente para iniciar la mayor parte de
dirigida a reducir el mutismo suele ser lenta, difícil y de
las interacciones sociales o responder a ellas de un
resultados decepcionantes. Puede ser útil enfocar las psi- modo apropiado al nivel de desarrollo, manifestada
coterapias sobre temas relacionados con el miedo, inclui- por respuestas excesivamente inhibidas, hipervigilan-
dos la autoestima, la separación y autonomía y la asertivi- tes, o sumamente ambivalentes y contradictorias (p. ej.,
dad. En el curso del tratamiento, especialmente en los el niño puede responder a sus cuidadores con una mez-
cla de acercamiento, evitación y resistencia a ser conso-
niños con trastornos de separación significativos, el faltar lado, o puede manifestar una vigilancia fría)
a las citas y las enfermedades pueden ir seguidos de regre- (2) vínculos difusos manifestados por una sociabilidad in-
sión conductual y del habla. discriminada con acusada incapacidad para manifestar
Se ha sugerido el empleo de terapéuticas intensivas vínculos selectivos apropiados (p. ej., excesiva familiari-
dad con extraños o falta de selectividad en la elección
(Wright y cols., 1985), con fenelcina y hospitalización, aun-
de figuras de vinculación)
que no se han llevado a cabo. Sin embargo, se están am-
pliando las opciones terapéuticas y las perspectivas para B. El trastorno del Criterio A no se explica exclusivamente por
este trastorno (Dow y cols., 1995). un retraso del desarrollo (como en el retraso mental) y no
cumple criterios de trastorno generalizado del desarrollo.

Comentario clínico C. La crianza patogénica se manifiesta al menos por una de las


siguientes características:
Persiste una clara necesidad de realizar estudios siste-
máticos que abarquen prácticamente todos los aspectos (1) desestimación permanente de las necesidades emocio-
nales básicas del niño relacionadas con el bienestar, la
del mutismo selectivo, incluidos su curso natural —prácti-
estimulación y el afecto
camente por investigar—, la epidemiología, las característi- (2) desestimación persistente de las necesidades físicas bá-
cas genéticas y biológicas, el papel etiológico de los malos sicas del niño
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tratos y la negligencia, y los resultados del tratamiento. La (3) cambios repetidos de cuidadores primarios, lo que im-
investigación sobre este trastorno, que ha faltado durante pide la formación de vínculos estables (p. ej., cambios
frecuentes en los responsables de la crianza)
años, ha recibido ahora nuevos impulsos ante la sugeren-
cia de que puede ser un síntoma infantil de fobia social D. Se supone que el tipo de crianza descrita en el Criterio C es
(Black y Uhde, 1992), así como por el creciente interés en responsable del comportamiento alterado descrito en el Cri-
su comorbilidad y relaciones durante el desarrollo con terio A (p. ej., las alteraciones del Criterio A empezaron tras
la instauración de los cuidados patogénicos que aparecen
otros trastornos psiquiátricos (en especial los trastornos de
en el Criterio C).
ansiedad y del estado de ánimo), por los efectos de los ma-
los tratos y la negligencia, por el posible papel etiológico Código basado en el tipo:
de la ansiedad ante extraños (evolutiva) y por la «visión se- F94.1 Tipo inhibido: si predomina el Criterio A1 en la pre-
rotoninérgica» del trastorno. Sin embargo, en asistencia sentación clínica
F94.2 Tipo desinhibido: si predomina el Criterio A2 en la
clínica, cada caso de este trastorno poco común ofrece su presentación clínica
propia lección.
938 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Diversos tipos de malos tratos pueden conducir durante personas, incluso en el momento de conocerlas, con exce-
la niñez a este síndrome postraumático. Según el DSM-IV, sivo interés y una especie de «entusiasmo» no modulado.
el trastorno reactivo de la vinculación puede ser conse- Cambian con facilidad su intensa «vinculación» de una
cuencia de abusos físicos o sexuales, crianza llevada a cabo persona a otra, actúan como si las personas fueran piezas
por individuos emocionalmente perturbados, intervención intercambiables y en sus relaciones representan una y otra
emocional inapropiada por parte de los padres, negligen- vez unos pocos «guiones» rígidos. Su conducta parece
cia, reacciones postraumáticas persistentes, inestabilidad transmitir el mensaje: «Puedes encargarte de mí para
del ambiente doméstico y vinculación alterada (Tibbits-Kle- siempre». Su inmediata relación emocional puede pare-
ber y Howell, 1985). Sin embargo, toda desviación del de- cer inicialmente gratificante para un extraño, pero se con-
sarrollo normal puede calificarse de trastorno reactivo de templa también como una conducta extraña o poco fre-
la vinculación si va precedida de fallos evidentes en la cuente.
crianza del niño. En los niños mayores, el trastorno se presenta típica-
El distintivo característico del trastorno reactivo de la mente con defectos de la socialización. En ausencia de
vinculación es el desarrollo de unas relaciones interperso- problemas de socialización, un niño de estas característi-
nales muy perturbadas después de una crianza muy defi- cas podría etiquetarse con el código Z [V] (problemas de
ciente en la niñez, con o sin evidencia de su vínculo. El relación paterno-filiales) o diagnosticarse de trastorno por
diagnóstico pediátrico de retraso del desarrollo de causa estrés postraumático. En el momento actual, la designa-
no orgánica es una categoría más amplia que abarca: 1) ción DSM para este trastorno ha dado lugar a escasas in-
casos de trastorno reactivo de la vinculación con retraso vestigaciones biológicas o psicosociales sobre el trastorno
del crecimiento físico; 2) la categoría DSM-IV de trastor- reactivo de la vinculación.
nos de la ingestión y la conducta alimentaria de la infancia
o la niñez, y 3) algunos casos de retraso del crecimiento fí-
Epidemiología
sico sin anomalías sociales destacadas.
Aproximadamente el 1-5% de los ingresos en hospitales
infantiles se deben a retraso del desarrollo de causa no orgáni-
Descripción clínica
ca; se estima que la prevalencia es del 1% en el rango de
En el desarrollo normal, es de esperar que el lactante edades relevante (Zeanah y Embe, 1995).
muestre signos conductuales claros de vinculación con el
progenitor hacia los 8 meses de edad. Pueden observarse
Etiología
diversas manifestaciones conductuales, cognitivas y afecti-
vas a diferentes edades. En los niños es común que haya La etiología de este trastorno va incluida en su defini-
respuestas sociales extrañas, débil vinculación interperso- ción, lo que es un caso único en el DSM-IV. Se requiere
nal, apatía o excitabilidad inapropiadas y trastornos del es- por definición la existencia previa de malos tratos, negli-
tado de ánimo. En el lactante, el diagnóstico se basa en gencia o crianza inadecuada, y la etiqueta diagnóstica su-
que no logra las expectativas del desarrollo: el niño no si- giere que el mecanismo crucial es el deterioro de los lazos
gue con la mirada ni responde con una sonrisa a los 2 me- progenitor-hijo. Aunque la definición subraya los efectos
ses, y no ejecuta juegos sencillos ni se esfuerza para que lo interpersonales o sociales sobre el niño, implica también
cojan a los 5 meses. que la causa del problema es la crianza.
Los niños con trastorno reactivo de la vinculación pue- El fallo en llevar a cabo una crianza instintiva normal, o
den pertenecer a los subtipos «inhibido» o «desinhibido». incluso mínimamente adecuada, es típicamente conse-
Los «inhibidos» pueden aparecer soñolientos o mostrar cuencia de un problema obvio de tipo emocional o psi-
escasa actividad, con movimientos corporales lentos, sue- quiátrico que afecta al progenitor o cuidador. Los obstácu-
ño excesivo y perturbado y ganancia de peso lenta. Pue- los a la crianza pueden ser diversos: trastorno depresivo
den aparecer ausentes y sin contactar, o bien hiperalertas mayor, psicosis, abuso de sustancias, retraso mental, fobia
y esquivos. Tienen escaso interés hacia la relación recípro- hacia los niños o temor de cometer infanticidio, frustra-
ca ambiental y a menudo se resisten a que los cojan. En la ción ante un niño «difícil», hostilidad activa o indiferen-
niñez pueden mostrarse retraídos, pasivos o sin interés ha- cia, aislamiento parental, pobreza, escaso nivel de instruc-
cia las personas, o bien responder a los estímulos persona- ción o perturbación importante de la vida familiar. Se
les de manera extraña o inconstante. Los niños del subti- presume que estos factores desempeñan un papel pertur-
po «inhibido» parecen cerrarse a la estimulación que les bador sobre la vinculación entre el niño y la persona que
llega y a las relaciones personales, como si su capacidad de lo cuida, lo que se expresa en el trastorno de la conducta
respuesta general estuviera disminuida y su reactividad social que presenta el niño (Call, 1984).
coartada. En los lactantes con trastorno reactivo de la vinculación
Los niños con trastorno reactivo de la vinculación de se ha observado que está suprimida específicamente la li-
tipo «desinhibido» pueden mostrar rápidamente una fran- beración de la hormona de crecimiento, lo que se ha in-
ca familiaridad, tocar o acercarse inapropiadamente a las terpretado como algo muy semejante a la hiposecreción
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 939

de dicha hormona en crías de ratas que se separan de la cartar la presencia de afecciones crónicas (retraso del de-
madre (Katz y cols., 1996). Se desconoce si esta supresión sarrollo de causa orgánica), trastornos homeostásicos del
de la hormona de crecimiento es la causa, el resultado o sueño y la alimentación, rechazo del alimento, malnutri-
un fenómeno no relacionado (quizás en relación con la ción, afecciones neurológicas y déficit sensoriales.
ansiedad por separación o la conducta hiperexploradora). El diagnóstico se confirma esencialmente al observar la
Como ocurre siempre, la relevancia clínica de este putati- mejoría sintomática del niño tras recibir cuidados correc-
vo modelo animal es hipotética. Aunque se han realiza- tos. Esta valoración de la respuesta del niño se realiza más
do investigaciones más extensas sobre el retraso del desa- fácilmente en el hospital, donde puede observarse directa-
rrollo pediátrico, este trastorno es lo suficientemente dife- mente al niño y las relaciones mutuas con sus padres. La
rente del trastorno reactivo de la vinculación como para hospitalización permite además que un equipo multidisci-
impedir que se establezcan comparaciones válidas. Sin em- plinario realice las observaciones necesarias para el diag-
bargo, los estudios podrían sugerir una serie de normas nóstico. Una alternativa a la hospitalización es la separa-
para llevar a cabo ulteriores investigaciones sobre el tras- ción planificada de los padres y el niño, en la que éste se
torno reactivo de la vinculación. traslada a un ambiente diferente donde la persona que lo
cuida tiene la capacidad suficiente para ello y para obser-
varlo.
Curso y pronóstico
Para evaluar las relaciones mutuas entre el niño y el
Si no se trata este trastorno, el curso puede variar desde cuidador puede ser necesario emplear un alto grado de
la remisión espontánea hasta el desarrollo de malnutri- sofisticación y medios técnicos. Como mínimo hay que ob-
ción, infecciones o la muerte. Tanto la privación nutri- servar la capacidad simple del cuidador para sostenerlo fí-
cional como la psicosocial pueden originar cambios con- sicamente, estimularlo física e interpersonalmente, su em-
ductuales a largo plazo, hiperactividad, talla corta y dismi- patía, el grado de atención hacia la conducta del niño, y el
nución del CI. Si prosigue la privación emocional, pero temor, la cólera o la indiferencia del niño.
se fuerza la alimentación, puede mejorar la ganancia de Con o sin hospitalización, generalmente están indica-
peso. Sin embargo, aunque se conserve el peso corporal, das las visitas domiciliarias para evaluar la adecuación del
la privación emocional continuada puede causar alteracio- domicilio, la seguridad, nutrición, estabilidad y regulari-
nes de tipo depresivo y retraso del desarrollo en el lactan- dad de las acciones en el transcurso del día y a lo largo del
te. Esta consecuencia queda ilustrada en el concepto clási- tiempo, el uso del espacio disponible, el grado de supervi-
co de hospitalismo (Provence y Lipton, 1962). La mejoría sión, las demás personas que habitan en el hogar, los hábi-
del crecimiento corporal no garantiza la evolución normal tos conductuales y la relación parental con el niño. Los
del desarrollo. No se han identificado factores específicos múltiples cambios de normas, cuidadores, hogares y am-
que sirvan para predecir las secuelas conductuales, cogni- bientes pueden socavar la uniformidad de la vida del niño
tivas y físicas del trastorno. y contribuir al desarrollo del trastorno reactivo de la vin-
A medida que se vayan realizando estudios longitudina- culación.
les sobre el trastorno reactivo de la vinculación se irán co- Aunque las visitas domiciliarias pueden contribuir a
nociendo más detalles específicos de tipo fenomenológico evaluar a cualquier paciente psiquiátrico (incluidos los
y evolutivo sobre este trastorno, cuya causa es claramente adultos), éste es el único trastorno psiquiátrico en el que
específica pero cuya evolución no se halla bien definida. es prácticamente obligado realizarlas. Sin embargo, en la
No se ha determinado la relación entre el trastorno reacti- práctica los padres pueden mostrarse remisos a permitir
vo de la vinculación y la aparición subsiguiente de tras- dichas visitas, siquiera sea una sola. Los padres pueden
tornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastor- mostrarse a la defensiva, enfadados y avergonzados en re-
nos de la conducta alimentaria y trastornos de la persona- lación con el interés profesional por las visitas. El manejo
lidad. de la intimidad y de los problemas personales supone un
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

reto para el clínico, que debe ser capaz de mantener la


empatía con las personas que cuidan al niño, especialmen-
Evaluación y diagnóstico diferencial
te si se halla en juego el sufrimiento de éste. La conserva-
Para el diagnóstico del trastorno reactivo de la vincula- ción de la intimidad supone a menudo grandes cortapisas
ción es necesaria, generalmente, la observación profesio- para valorar a estos niños.
nal de las relaciones mutuas madre-hijo en el ámbito mé- Muchos padres cuyo hijo sufre el trastorno saben que el
dico y en casa. Una visita domiciliaria es de importancia niño no recibe lo que necesita. Es posible que deseen asis-
capital para la evaluación y el diagnóstico. También es tirlo pero se consideran incapaces de hacerlo. Es un error
esencial el estudio psiquiátrico de los padres. En la medi- clínico presumir que los padres de niños afectos del tras-
da de lo posible hay que evaluar asimismo a los hermanos torno reactivo de la vinculación no están interesados en
con respecto a sus experiencias psicosociales, comporta- conseguir lo mejor para su hijo. A menudo se muestran sa-
miento social y posibles trastornos psiquiátricos. Hay que tisfechos de recibir colaboración del exterior, ayuda para
evaluar al niño desde el punto de vista médico para des- el niño (a pesar del sentimiento de humillación por haber
940 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

«fracasado» en proporcionársela) y apoyo y tratamiento tes y la conducta social es notablemente anormal, está in-
para ellos mismos. dicado proceder a la evaluación y el tratamiento psiquiá-
La exploración psiquiátrica de los padres es un compo- tricos del niño y los padres. La hospitalización no es tan
nente esencial de la evaluación global. En particular en el necesaria si el niño ya no se encuentra en la fase de malos
caso de la persona que atiende principalmente al niño, la tratos. Aunque no existen estudios controlados sobre los
valoración ha de ser completa, incluida toda la gama de resultados a largo plazo del tratamiento, en la práctica mé-
trastornos psiquiátricos debilitantes y los factores estresan- dica y psiquiátrica habitual se realiza un tratamiento multi-
tes psicosociales. Hay que indagar también el grado de los modal del niño y los padres.
apoyos o su ausencia, el comienzo del trastorno psiquiátri-
co en relación con el período de descuido, la posibilidad
Comentario clínico
de abusos físicos o sexuales y las causas de cualquier fallo
en los tratamientos anteriores. Los malos tratos infantiles La creación de una categoría diagnóstica que implica
y, a veces, la negligencia pueden ser difíciles de descubrir un mecanismo razonable, aunque hipotético, es un hecho
durante las primeras semanas o meses de tratamiento; es inusual en el sistema DSM-IV. Puede originarse confusión
posible que no se revelen hasta al cabo de unos meses, en casos individuales si los defectos de sociabilidad no van
cuando los padres se hallan más relajados y con mayor precedidos de claros antecedentes de malos tratos o negli-
grado de confianza. gencia, o si se ha demostrado que el trastorno de la vincu-
lación temprana ha dado lugar a síntomas conductuales o
afectivos sin déficit de la sociabilidad. La asociación entre
Tratamiento
una experiencia traumática temprana y los síntomas ulte-
La asistencia médica básica, los cuidados suficientes del riores puede ser hipotética en casos individuales, pero las
niño, la instrucción de los padres y el tratamiento psiquiá- repetidas observaciones clínicas de esta relación en mu-
trico de éstos son necesarios generalmente para tratar el chos niños permite definir el diagnóstico por su etiología
trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la ni- aparente.
ñez. La hospitalización médica, de utilidad para efectuar En casos individuales de trastorno reactivo de la vincu-
la evaluación, suele estar justificada también para realizar lación, el valor de una definición basada en la etiología
esta intervención masiva. parece cuestionable (Richters y cols., 1994). Las limitacio-
La hospitalización es preferible a la simple separación nes impuestas a menudo para disponer de datos anamné-
de los padres y el niño en los lactantes o niños muy peque- sicos y sociales precisos pueden impedir que se cumplan
ños, pero puede ser útil a cualquier edad. Tanto la salida los criterios etiológicos, lo que obliga a los clínicos a im-
del ambiente del hogar como la hospitalización permiten provisar. El criterio etiológico también es cuestionable por
establecer pautas normales de alimentación y fisiológicas; la posibilidad de que este proceso sea, por ejemplo, un
además, permiten valorar y ampliar la capacidad de los pa- trastorno del desarrollo, como un desarrollo atípico (tras-
dres para cuidar al niño. torno generalizado del desarrollo), y de que los déficit de
Teniendo en cuenta la complejidad de los problemas vinculación no sean esenciales para este trastorno.
médicos y psiquiátricos que deben afrontarse, así como la Por otra parte, constituye una valiosa experiencia para el
necesidad de competencia en el cuidado y crianza del psiquiatra poder tratar un trastorno neuropsiquiátrico con
niño, la sensibilidad requerida para dirigir a los padres y la una etiología bien definida. Además, el tratamiento de los
frecuente necesidad de servicios sociales y procedimientos trastornos de la infancia, con complicaciones médicas y psi-
legales, es de gran utilidad el que el tratamiento lo lleve a cofisiológicas importantes, aparte de las obligaciones psi-
cabo un equipo hospitalario especializado. Este equipo quiátricas, constituye una importante ampliación del inte-
multidisciplinario asiste típicamente al niño en una uni- rés clínico y las actividades de los psiquiatras prácticos.
dad pediátrica y en la clínica ambulatoria, subrayando los
aspectos de coordinación y continuidad.
La hospitalización o la intervención terapéutica da lu- TRASTORNO DE MOVIMIENTOS
gar característicamente a una gran mejoría en el estado ESTEREOTIPADOS
clínico del niño. Esta mejoría en respuesta al tratamiento
sirve para confirmar el diagnóstico de trastorno reactivo Ciertas conductas motoras repetitivas y carentes de fina-
de la vinculación. La falta de respuesta clínica implica la lidad pueden observarse en niños pequeños, personas con
existencia de un trastorno diferente, de un trastorno adi- privaciones sensoriales (sordos o ciegos) o individuos con
cional o de un daño físico persistente ocasionado por las retraso mental, trastornos generalizados del desarrollo y
complicaciones médicas extremas que ocurrieron antes de algunos trastornos psicóticos (p. ej., esquizofrenia, trastor-
iniciarse el tratamiento. nos del estado de ánimo con cambios psicomotores). Mu-
Si el tratamiento se inicia mucho después del período chas estereotipias tienen un componente de autoestimula-
de malos tratos y negligencia, cuando los problemas tem- ción, pero el diagnóstico de trastorno de movimientos
pranos de vinculación ya forman parte de los anteceden- estereotipados se realiza únicamente si estas conductas re-
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 941

petitivas causan interferencia funcional o lesiones físicas dad de autoestimulación y placer. Alternativamente, pue-
(tabla 23-39). La conducta autolesiva es una forma común de ocurrir durante un estado de claro malestar. En las cri-
y clínicamente importante de la conducta estereotipada. sis de rabietas, el niño puede revolcarse por el suelo agi-
tando las extremidades y golpeando fuertemente la cabeza
contra el suelo o las paredes.
Descripción clínica
El balanceo del cuerpo puede consistir en una oscila-
Como ejemplos de estereotipias cabe citar las siguientes: ción lenta acompañada de parloteo o canto tranquilos, o
golpeteo con la cabeza, balanceo corporal, palmadas, giros, quizá lo bastante violenta como para desplazar la cuna por
risa estereotipada, chuparse el dedo, retorcerse el cabello, la habitación. Ya sea placentero o desagradable, existe típi-
tocarse la cara, golpearse los ojos, morder objetos, morder- camente una cualidad mental autoabsorbente.
se, arañarse, golpearse, rechinar los dientes o aguantar la
respiración. Aunque puede predominar una de estas con-
Epidemiología
ductas estereotipadas, es típico que coexistan varias. Dife-
rentes estereotipias pueden destacar en momentos distin- Aproximadamente el 15-20% de la población pediátrica
tos. El ritmo de las repeticiones puede ser lento y suave, normal puede tener antecedentes de estereotipias transito-
rápido y enérgico, o incluso violento. En el curso de varios rias, pero no se dispone de datos relativos a la prevalencia
minutos pueden observarse altibajos de energía en los mo- del trastorno de movimientos estereotipados con lesiones fí-
vimientos. La frecuencia de éstos puede aumentar en los sicas o interferencia funcional. Las conductas estereotipa-
períodos de tensión, frustración, aburrimiento o aislamien- das presentan la misma prevalencia en ambos sexos. No hay
to, así como inmediatamente antes de acostarse. datos con respecto a la influencia de factores socioeconómi-
Dos de las presentaciones más frecuentes son el golpe- cos. Se observa una elevada prevalencia en individuos con
teo con la cabeza y el balanceo del cuerpo. El primero retraso mental. Entre los pacientes institucionalizados con
puede durar horas, especialmente al acostarse o al desper- retraso mental grave o profundo, cerca del 60% presentan
tarse por la mañana. Puede ser suave y tranquilo durante el trastorno de movimientos estereotipados, y el 15% con-
períodos de aislamiento o aburrimiento y tiene una cuali- ductas autolesivas (Schroeder y cols., 1979).

Etiología
TABLA 23-39. Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastor-
no de movimientos estereotipados Aunque no existe una etiología evidente, se han emiti-
do diversas teorías y probablemente intervienen múltiples
A. Comportamiento motor repetitivo, que parece impulsivo, y factores coadyuvantes o de influencia recíproca.
no funcional (p. ej., sacudir o agitar las manos, balancear el El papel de las influencias orgánicas viene apoyado por
cuerpo, dar cabezazos, mordisquear objetos, automorderse,
pinchar la piel o los orificios corporales, golpear el propio la mayor incidencia del trastorno de movimientos estereo-
cuerpo). tipados en individuos con anomalías en la estructura o la
función cerebrales, tales como retraso mental, déficit sen-
B. El comportamiento interfiere las actividades normales o da soriales auditivos o visuales (ceguera, sordera), patología
lugar a lesiones corporales autoinfligidas que requieren tra-
cerebral (convulsiones, estados postinfecciosos, trastornos
tamiento médico (o que provocarían una lesión si no se to-
maran medidas preventivas). metabólicos), trastornos psicóticos y psicosis inducidas por
fármacos (anfetaminas).
C. Si hay retraso mental, el comportamiento estereotipado o Un papel etiológico de la autoestimulación (o autoero-
autolesivo es de gravedad suficiente para constituir un obje- tismo) viene sugerido por el característico aspecto absorto
tivo terapéutico.
y de aparente complacencia y por la aparición de esta con-
D. El comportamiento no se explica mejor por una compulsión ducta en momentos de aburrimiento o soledad. La autoes-
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(como en el trastorno obsesivo-compulsivo), un tic (como en timulación por actividad física repetida puede ser satis-
el trastorno por tics), una estereotipia que forma parte de factoria si las fuentes normales de placer no se hallan
un trastorno generalizado del desarrollo o una tracción del
disponibles o son inefectivas. Por ejemplo, los pacientes
cabello (como en la tricotilomanía).
con trastornos extremos de la cognición pueden balan-
E. El comportamiento no se debe a los efectos fisiológicos di- cear el cuerpo si la gama ordinaria de visiones y sonidos
rectos de una sustancia ni a una enfermedad médica. no es tan interpretable o placentera como pueda serlo la
actividad física.
F. El comportamiento persiste durante 4 semanas o más.
Alternativamente, es posible que la finalidad sea aliviar
Especificar si: la tensión, ya que estas conductas aumentan en los perío-
Con comportamiento autolesivo: si el comportamiento da dos de ansiedad, estrés y frustración. Se ha propuesto tam-
lugar a daño corporal que requiera tratamiento específico bién un factor relacionado con el despertar, ya que estas
(o que daría lugar a daño corporal si no se tomaran medidas
conductas suelen ser más evidentes a la hora de acostarse
protectoras)
o de despertar por la mañana. Así pues, el golpeteo con la
942 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

cabeza puede interpretarse como autoestimulación, des- cientemente en reforzadores conductuales sustanciales y
carga de tensión o relación con el despertar. conducir a síntomas más intensos o duraderos.
Las conductas autolesivas son particularmente difíciles
de explicar desde el punto de vista etiológico. Aunque re-
Evaluación y diagnóstico diferencial
sulta fácil emitir teorías, éstas quedan matizadas a menudo
por las observaciones clínicas, contrarias a las intuiciones. Cuando el trastorno comienza en el lactante o durante
Por ejemplo, algunas personas agradecen las restricciones la niñez temprana, está indicado investigar la posibilidad
físicas protectoras que inhiben la conducta autolesiva, ha- de que exista además retraso mental u otras discapacida-
llándolas relajantes; sin embargo, la eliminación de dichas des evolutivas. Es necesario diferenciar el trastorno de co-
restricciones puede ir seguida sin demora de un retorno mienzo tardío de la agitación que aparece en las psicosis o
incrementado de la conducta estereotipada. Estos pacien- en los trastornos del estado de ánimo, así como en el re-
tes pueden experimentar dolor (en respuesta a un pelliz- traso mental o los trastornos generalizados del desarrollo.
co o una descarga eléctrica) y, a veces, parece que tratan En algunos casos, el uso de psicoestimulantes u otros ago-
de protegerse ellos mismos de la autolesión. Estas observa- nistas dopamínicos puede agravar o inducir la conducta
ciones son difíciles de integrar en la capacidad general estereotipada; por lo tanto, es adecuado valorar la medica-
para sentir o evitar molestias. Se ha emitido la hipótesis de ción que se administra en ese momento.
que estas observaciones referentes a la conducta autolesiva No hay que establecer el diagnóstico de trastorno de
sugieren la existencia de una forma especial de sensibili- movimientos estereotipados si los síntomas se explican
dad dolorosa que puede alterarse drásticamente de un por un trastorno de tics o un trastorno obsesivo-compul-
modo inusual por las emociones, las situaciones o la fisio- sivo concomitante. Las estereotipias pueden distinguirse
logía en pacientes con determinados trastornos psiquiátri- de los tics o las compulsiones cuando se acompañan de
cos (p. ej., el trastorno autista). un componente de autoestimulación o placentero. Aun-
Aunque el trastorno de movimientos estereotipados que los tics y las compulsiones pueden cumplir la finali-
puede tener una representación excesiva entre individuos dad de descargar la tensión, no se experimentan como
con antecedentes de negligencia, falta de estimulación y placenteros.
retraso mental, estas conductas pueden observarse tam-
bién en pacientes con inteligencia y crianza normales.
Tratamiento
Ciertas clases de estereotipias ocurren en el desarrollo
normal, especialmente durante el período de aprendiza- Los síntomas del trastorno de movimientos estereotipa-
je de los patrones y los ritmos motores (Kravitz y Boehm, dos son a menudo rebeldes al tratamiento. Las técnicas
1971). Estas conductas actúan al parecer como ejercicios conductuales, especialmente la sobrecorrección, son las
motores que ayudan al niño a sentir su sistema neuro- más útiles. También tienen efecto las intervenciones diri-
muscular y actuar en sintonía con él. No se dispone de gidas a reducir la ansiedad, así como el empleo de estimu-
estudios familiares, marcadores biológicos o investigacio- lación sensorial y el ofrecimiento de alternativas a la auto-
nes fisiológicas del trastorno de movimientos estereoti- estimulación.
pados. Aunque los métodos conductuales suelen basarse en
sistemas de recompensas cuando es posible, el reforza-
miento positivo no suele ser eficaz para tratar el trastorno
Curso y pronóstico
de movimientos estereotipados si se emplea aisladamente.
Ciertas estereotipias pueden comenzar ya a los 6-12 me- La sobrecorrección tiene el mayor apoyo empírico, pero
ses de edad, como el golpeteo con la cabeza y el balanceo es un tratamiento coercitivo que puede provocar enfado,
del cuerpo. Estas conductas se resuelven típicamente en el negativismo y síntomas sustitutivos.
80% de los niños normales hacia los 4 años de edad, aun- Puede resultar útil bloquear las consecuencias placente-
que pueden persistir algunos hábitos más sutiles, como el ras de la autoestimulación. La técnica concreta depende
golpeteo con los dedos o el rechinar de los dientes (DeLisso- del modo sensorial de la autoestimulación predominante.
voy, 1962). En las personas con retraso mental o trastor- Para la autoestimulación basada en el sonido puede consi-
nos generalizados del desarrollo, tales estereotipias tem- derarse un ruido blanco o una música grabada. Para el ba-
pranas pueden persistir durante años. Las estereotipias de lanceo corporal, un vibrador sujeto con esparadrapo a la
comienzo tardío pueden ser descriptivamente similares, mano puede distraer al niño de otra autoestimulación ci-
pero aparecen episódicamente y sólo durante períodos de nestésica. Para los movimientos ondulantes de los dedos,
ansiedad o estrés. un collar de cuentas puede proporcionarle estimulación
Una complicación del trastorno de movimientos estereo- propioceptiva alternativa. Para la estimulación visual pue-
tipados proviene de la atención que despiertan las con- de alterarse la luz ambiental o darle un aparato para so-
ductas (especialmente la autolesiva) en las personas que plar burbujas. Esta distracción de la autoestimulación y el
cuidan al niño. Las diversas formas de respuesta en térmi- empleo de estímulos sustitutivos puede ser útil en algunos
nos de atención y cuidados pueden constituirse incons- individuos (Baroff, 1986).
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 943

En las conductas no autolesivas se ha sugerido recu- INSTRUMENTOS ESTANDARIZADOS


rrir a la extinción (ignorar el síntoma en vez de prestarle
atención). Para tratar la conducta autolesiva importante
DE EVALUACIÓN PARA NIÑOS
puede ser necesario emplear estímulos ligeramente aver- Y ADOLESCENTES
sivos, como soplos de aire en la cara, sabores fuertes (ta-
basco) o ácidos (limón), o contactos cutáneos con mate- Se han desarrollado protocolos de entrevistas estructu-
rial áspero. También pueden emplearse restricciones radas total o parcialmente, listados de síntomas, cuestio-
físicas con fines protectores o como recompensa por los narios y escalas para la evaluación y los estudios de se-
períodos crecientes de abstinencia de la conducta autole- guimiento de muchos trastornos psiquiátricos infantiles
siva. (Rapoport y cols., 1985). De modo similar a los instrumen-
Los neurolépticos o la difenhidramina pueden ser tos desarrollados para evaluar los principales diagnósticos
útiles en algunos casos. Los psicoestimulantes y otros en los adultos, estos procedimientos son útiles en la prácti-
agonistas dopamínicos pueden agravar o inducir la apa- ca clínica y en los protocolos de investigación (Achenbach
rición de estereotipias. Debido a que se observan común- y Ruffle, 1988). Los instrumentos disponibles permiten
mente convulsiones en los pacientes con conductas au- una revisión sistemática de conductas generales, síntomas
tolesivas, puede considerarse el empleo de medicación psiquiátricos y todos los diagnósticos DSM-IV de la niñez,
anticonvulsiva en algunos de estos casos. La naltrexo- así como una evaluación global del funcionamiento gene-
na, bloqueante de los opioides, ha sido eficaz para redu- ral (Rutter y cols., 1987).
cir la conducta autolesiva, sobre todo en pacientes con Los instrumentos estandarizados pueden aportar ha-
retraso mental, presumiblemente por bloquear las sen- llazgos que difieran de los obtenidos en las evaluaciones
saciones placenteras mediadas por endorfinas (Sand- clínicas. Las causas de estas diferencias son probable-
man, 1991). mente numerosas y ninguno de ambos enfoques puede in-
El aumento de la atención y la intervención de los pa- terpretarse rígidamente como correcto. Es útil emplear
dres durante la realización de las estereotipias puede te- procedimientos de evaluación estandarizados como un
ner valor terapéutico, de modo similar a lo que ocurre en complemento de la evaluación clínica en niños.
el tratamiento de la aparente autoestimulación del trastor- Los instrumentos estándar son más sistemáticos y com-
no de rumiación. Por ejemplo, durante el golpeteo con la pletos que el cribaje de trastornos realizado por los clíni-
cabeza se aconseja que los padres cojan al niño o se sien- cos. Éstos tienden a subdiagnosticar el abuso de sustancias
ten a su lado y le aguanten y protejan la cabeza hasta que en los adolescentes y obviar los trastornos bipolares en ni-
cese el golpeteo. Aunque este método puede reducir la ños y adolescentes.
duración global, es laborioso, y los padres a menudo tie- Los niños y los padres contribuyen cada cual por su lado
nen dificultades para dedicar al niño el tiempo y la aten- para aportar observaciones útiles, aunque diferentes. En ge-
ción necesarios. neral, los niños son más efectivos para comunicar síntomas
Cuando las estereotipias se deben a un trastorno psicó- del estado de ánimo, y los padres lo son por lo que respecta
tico, el incremento de la atención es inútil o contraprodu- a los síntomas conductuales. Sin embargo, los rasgos de
cente. Puede ser necesario emplear antipsicóticos u otras trastorno disocial pueden detectarse en porcentajes eleva-
medicaciones sedantes. dos tanto por los niños como por los padres, según cuál sea
Algunos clínicos se sirven de técnicas de tratamiento la situación clínica. Es probable que los niños aporten más
simples y prácticas, tales como dirigir el golpeteo con la datos cuando éstos no sean autoinculpantes, pero menos si
cabeza hacia una superficie blanda, en combinación con es de esperar algún castigo o tratamiento.
intervenciones para reducir el estrés. No se dispone de es- Es evidente que ningún informante puede ofrecer por
tudios controlados sobre la mayoría de los tratamientos sí solo una descripción total del niño. Los niños, los profe-
empleados en el trastorno de movimientos estereotipados. sores, los padres, los familiares, los miembros de la colecti-
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vidad y los clínicos consideran al niño desde diferentes


ámbitos y con distintos sesgos. El sexo del niño, su edad y
Comentario clínico
el diagnóstico psiquiátrico propio y el de sus padres pue-
Este trastorno, que abarca una serie de estereotipias den influir en la naturaleza de las observaciones. Sin em-
conductuales, permite etiquetar ciertos problemas de la bargo, las diferencias entre las observaciones de los padres
conducta a cualquier edad. Aunque puede considerarse y de los profesores, y entre las del padre y la madre, obe-
como una categoría diagnóstica con entidad propia, ac- decen a menudo a variaciones genuinas en la conducta
tualmente se aconseja investigar en profundidad la posible del niño en diferentes ámbitos y con distintas personas.
existencia concomitante de retraso mental, trastornos del Los estudios que comparan los datos de diferentes obser-
desarrollo, trastornos psicóticos o agitación asociada a vadores, las técnicas de evaluación y los subgrupos diag-
trastornos del estado de ánimo o de ansiedad (o procesos nósticos sirven para poner en claro las fuentes de com-
afines incipientes o precursores) en todos los pacientes plejidad inherentes al proceso clínico desde hace largo
con trastorno de movimientos estereotipados. tiempo.
944 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

TABLA 23-40. Estimaciones epidemiológicas características de los trastornos generalmente diagnosticados en la infancia, la niñez o
la adolescencia

Diagnóstico Proporción por sexos (V:M) Prevalencia durante la vida (por 100.000)

Trastorno disocial 3:1-5:1 3.000-15.000


Trastorno de la lectura 3:1-4:1 3.000-15.000
Trastorno negativista desafiante 2:1-3:1 2.000-15.000
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad 3:1-10:1 3.000-10.000
Trastorno fonológico 3.000-10.000
Trastorno del lenguaje expresivo 3:1-4:1 3.000-10.000 (1.000 para casos graves)
Trastorno del cálculo 2:1 3.000-10.000
Trastorno de las habilidades motoras 4.000-8.000
Trastorno del lenguaje mixto expresivo-receptivo 1:1 1.000-10.000 (500 para casos graves)
Trastorno de ansiedad por separación 1:1-2:1 600-6.000
Tartamudez 3:1-4:1 1.000-4.000
Retraso mental 1:1-3:1 1.000-3.000
Trastorno por tics 3:1-9:1 1.000-2.000
Enuresis 2:1-3:1 1.000 (varones a los 18 años)
Encopresis 4:1 1.000-1.500 (a los 5 años)
Mutismo selectivo 1:1-2:1 180
Trastorno generalizado del desarrollo no especificado 3:1-4:1 100-200
Trastorno de la Tourette 3:1-9:1 40-80
Trastorno autista 3:1-4:1 30-50
Trastorno de Asperger 3:1-4:1 5-100
Trastorno de Rett Sólo sexo femenino 5-15
Trastorno desintegrativo infantil > 4:1 1-4
Trastorno de la expresión escrita 3:1-4:1 ?
Pica ?
Trastorno de rumiación 1:1 ?
Trastorno de movimientos estereotipados ? ?
Trastorno reactivo de la vinculación ? ?

Estas estimaciones se basan en datos actuales y con frecuencia preliminares de diversos estudios que utilizan diferentes métodos y criterios diagnósticos.
Por tanto, estas estimaciones deberán ser revisadas sustancialmente a medida que se disponga de más estudios. Es particularmente importante tener en
cuenta que el orden de prevalencia descendente que se ha indicado es sólo aproximado (y en ocasiones arbitrario) debido al amplio número de incerti-
dumbres e incógnitas en las actuales estimaciones de prevalencia.

Los instrumentos estandarizados para el diagnóstico fa- el desarrollo. Además, todos los factores etiológicos que
cilitan los estudios epidemiológicos de los principales tras- dan lugar a trastornos psiquiátricos (biogenéticos, familia-
tornos psiquiátricos en la población general de niños y res, intrapsíquicos, interpersonales, socioeconómicos y so-
adolescentes. El trabajo clásico de Rutter en la isla de cioculturales) pueden distorsionar, retrasar o fortalecer el
Wight y en el centro urbano de Londres proporcionó la desarrollo del niño, independientemente de los trastornos
primera serie global importante de datos epidemiológicos psiquiátricos. Los efectos sobre el desarrollo pueden mani-
sobre los trastornos psiquiátricos infantiles (Rutter, 1989; festarse mediante múltiples síntomas y en diferentes terre-
Rutter y cols., 1970, 1976). Las estimaciones actuales sobre nos funcionales, a menudo de forma acumulativa y persis-
la prevalencia y la proporción entre sexos de muchos tras- tente.
tornos de comienzo en la niñez son todavía preliminares Las interacciones multidimensionales de los procesos
y, a veces, vagas (tabla 23-40). Se espera que estos datos comórbidos, los factores etiológicos y las complicaciones
mejoren a medida que se disponga de más información del desarrollo son inmensamente complejos. Esta comple-
obtenida utilizando los criterios diagnósticos actuales y jidad no se reduce apenas por su tendencia a organizar y
con evaluaciones estandarizadas de la psicopatología in- causar un efecto de bola de nieve hacia las vías finales co-
fantil. munes de la psicopatología infantil. Las complicaciones
inespecíficas finales del desarrollo más comunes son el re-
traso progresivo del aprendizaje, la repetición de cursos
escolares, el fracaso escolar, la baja autoestima, convertirse
RESUMEN en «cabeza de turco», los trastornos de la asertivida social,
la desmoralización y el ostracismo social.
Es típica la existencia de múltiples diagnósticos comór- El tratamiento psiquiátrico interacciona también con
bidos en niños y adolescentes, y todos los trastornos psi- todos estos factores y añade otra dimensión al sistema de
quiátricos en menores pueden inducir complicaciones en fuerzas entremezcladas que rodean al niño.
CAPÍTULO 23. TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA 945

Esta vasta complejidad puede conducir a la elaboración


de teorías oscuras y a confiar excesivamente en las impre-
siones obtenidas en el proceso clínico. Este impresionismo
exige más disciplina al pensar sobre la psicopatología indi-
vidual.

BIBLIOGRAFÍA
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946 PARTE III. TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
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