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Rambla, J. El Espíritu PDF
Rambla, J. El Espíritu PDF
VARIACIONES SOBRE
EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
PÓRTICO ...................................................................................................... 3
1. UNA VISIÓN DE CONJUNTO ....................................................................................... 4
1. «En medio, como el que sirve» (Lc 22,27) ................................................... 4
2. «En vasijas de barro» (2Co 4,7) ..................................................................... 8
2. LA TRADICIÓN IGNACIANA DEL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL ..................... 11
1. Ignacio y el acompañamiento espiritual .......................................................... 11
2. Acompañamiento espiritual ignaciano ........................................................... 14
3. Las claves de una vida espiritual .................................................................... 17
4. Algunas orientaciones concretas ..................................................................... 22
3. CONCLUSIÓN ................................................................................................................ 26
APÉNDICE .......................................................................................................................... 27
NOTAS ................................................................................................................................ 30
La edición de esta obra ha contado con la ayuda del Departament de la Vicepresidència
Josep M. Rambla, sj. Licenciado en teología. Es autor entre otros de Dios, la amistad y los
pobres. La mística de Egide Van Broeckhoven, Santander, Sal Terrae, 2007; así como de las
ediciones al catalán de los Ejercicios Espirituales (Exercicis Espirituals, Barcelona, ed. Proa,
1990) y de la autobiografía de san Ignacio (El pelegrí, Barcelona, ed. Claret, 1991).
3
1. UNA VISIÓN DE CONJUNTO1
7
2. «EN VASIJAS DE BARRO» (2Co 4,7)
10
2. LA TRADICIÓN IGNACIANA DEL ACOMPAÑAMIENTO
ESPIRITUAL
Expuesta ya la importancia capital del ñía persona que haya entrado en otra or-
Espíritu como verdadero conductor de la den religiosa, siempre dentro de una nor-
vida de la persona acompañada y del amor ma general que deja la puerta abierta a las
como alma de la vida espiritual, pasemos posibles excepciones.
ahora a examinar los rasgos más funda- Pero la intención recta se ha de tener
mentales de la tarea espiritual que todo «en todas cosas particulares»29. Todas las
acompañante ha de tener muy en cuenta. «intenciones, acciones y operaciones»,
según los Ejercicios. Aquí se halla un pun-
3.1. La intención recta to de gran importancia ya que uno puede
vivir con toda fidelidad dentro de su vo-
El Principio y Fundamento de los Ejerci- cación y estado propio, pero puede des-
cios sigue siendo el principio y funda- viarse de lo que es la voluntad de Dios en
mento de la vida cristiana de cada día, por- lo más concreto y particular de las opcio-
que hay que mantener habitualmente la nes distintas, de las orientaciones de la vi-
orientación hacia Dios de la propia voca- da privada o de la acción profesional,
ción. Esto es fuente de paz profunda, apostólica o eclesial.
puesto que uno no ha de andar mirando a Así Ignacio aconsejará a Pedro Conta-
derecha y a izquierda pensando que otra rini, cuya orientación de fondo de su vida
forma de vida es mejor. Cada uno ha de parece la correcta, que oriente sus bienes
vivir la fidelidad a Dios en la fidelidad a hacia el servicio divino: «A vos en espe-
su propia vocación o el «estado de su vi- cial conviene considerar que, si algún bien
da». De aquí la importancia de una elec- habéis, por ninguno seáis cogido, por na-
ción de vida bien realizada, que será la ga- da temporal poseído, dirigiendo todas las
rantía de una vida bien orientada hacia el cosas, para servicio de quien las habéis.
reino de Dios y fuente de paz y gozo pro- Porque del que no puede emplearse por
fundos. La estabilidad en su propio esta- entero en lo único que es necesario, pro-
do es algo que Ignacio valora sumamente pio es poner todo su ser en tener bien or-
y no permitirá que un jesuita pase a otra denadas aquellas muchas cosas varias en
orden o al revés no admitirá en la Compa- que se ocupa»30.
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Insiste también en la importancia de la 3.2. Buscar y amar a Dios en todo
recta intención al referirse a los estudian-
Si la intención recta es la prolongación en
tes que se hallan preparándose para el la vida del Principio y Fundamento de los
apostolado: «Cuando el estudio es pura- Ejercicios Espirituales, el buscar y amar a
mente ordenado al divino servicio, es har- Dios es la permanencia del fruto de los
ta buena oración»31. Y, por comisión de mismos Ejercicios que cristaliza en la
san Ignacio, el secretario Polanco escribe contemplación para alcanzar amor. Esta
en el mismo sentido: «Cuanto a la inten- contemplación corona el proceso de los
ción, todos la querría tuviesen muy recta Ejercicios iniciado de modo ya embriona-
de buscar la gloria de Dios en su ánima y rio en el Principio y Fundamento y éste, a
cuerpo y operaciones todas»32. su vez, pone la base del itinerario que cul-
Se trata, pues, de una orientación de mina en la Contemplación para alcanzar
toda la vida, en todas sus dimensiones y amor. Por esto en la vida ordinaria de una
no sólo de modo general, hacia Dios y su «persona espiritual» la actualización del
Reino. Esta dirección total no es sola- Principio y Fundamento mantiene conti-
mente una voluntad, sino una cierta unión nuamente la orientación de la vida entera
de voluntades, una verdadera experiencia hacia Dios, con el cual se relaciona según
espiritual. Baste recordar la petición tan- el espíritu de la Contemplación para al-
tas veces repetida al final de sus cartas de canzar amor con un amor servicial, que a
que Dios conceda, a él y a quienes les es- menudo tiene sus resonancias en el cora-
cribe, el conocimiento y realización de la zón de quien así vive.
voluntad de Dios. La búsqueda de Dios en la tradición
bíblica tiene muchas expresiones, pero
una de las más características es el cono-
3.1.1. Algunas consecuencias prácticas
cimiento de su voluntad y la adhesión cor-
– No basta una intención general so- dial efectiva a ella. Por otro lado, cuando
bre el proyecto de vida o la vocación, los primeros cristianos, una vez despare-
hay que orientar a Dios y a su reina- cido Jesús de la vida terrena, se pregunta-
do «todas las intenciones acciones y ban cómo seguir manteniendo una rela-
operaciones» en lo particular de la vi- ción con el Señor, cómo seguir amándole,
da personal y en todas sus dimensio- la respuesta la hallaron en las palabras de
nes. Jesús: «permaneceréis en mi amor si guar-
dáis mis mandamientos… como yo guar-
– En el cumplimiento de la misión
do los mandamientos de mi Padre y per-
propia hay que atender a lo concreto
manezco en su amor» (Jn 15,10). Por
de prioridades, criterios con los cuales
tanto, la intención recta, actualizada en los
se discierne y actúa, etc.
innumerables actos que comporta, lleva a
– Valorar la unidad de vida que se ma- la experiencia del amor de Dios en la vi-
nifiesta en la paz de fondo, en la ar- da: buscarle y amarle. Y ésta es una for-
monía que reina en las distintas di- ma integradora de amar: a él en todas y a
mensiones de la vida y en las diversas todas en él… Así Ignacio consigue, en un
actividades. esfuerzo de expresión asintótico, formular
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lo que sería característico de esta expe- Esta orientación de la vida entera en el
riencia de Dios en la misma vida: un amor amor a Dios informa las horas de cada día
a Dios encarnado y un amor a lo terreno y, aunque esta relación con Dios no siem-
trascendido. pre tendrá el mismo componente afectivo
Una feliz expresión de lo mismo la ha- de una relación con una persona cercana
llamos en el jesuita místico contemporá- y visible, con todo no deja de ser muy re-
neo, Egied van Broeckhoven, cuando la- al, como Jesús lo dejó asentado. «Como
menta nuestros espiritualismos hueros y el Padre me ama, yo os he amado. Perma-
nuestros encarnacionismos alicortos: neced en mi amor. Quien me ama guarda
«Si nos atreviéramos a ver verdadera- los mandamientos» (Jn 15,9-10). En efec-
mente lo divino en la eflorescencia de to, esta fidelidad en lo cotidiano a la vo-
lo humano, amaríamos a los hombres, luntad de Dios en lo propio de la vida de
a nuestros amigos, nuestro trabajo, el cada uno es una forma de unión con él.
arte, etc., con un ímpetu divino, y a Pero puede decirse algo más, cuando se da
Dios con una espontaneidad humana. un cierto grado de conciencia de esta co-
Pero nos detenemos continuamente en munión con él, una conciencia que no re-
nuestro amor de lo humano por el pre- quiere una reflexión suplementaria, sino
texto del amor a Dios, y en nuestro una percepción sencilla de alguna presen-
amor a Dios por el pretexto del amor cia o de algún sentimiento que acompaña
a los hombres»33. la fe operante de las obras. Ignacio dirá
que a veces con una breve oración esta
En el fondo de esta experiencia de
buscar y hallar a Dios en todo está la rup- presencia y compañía se hará más senti-
tura de la separación entre lo sagrado y lo da35. Como sostiene Henri Sanson, hay un
profano, fruto de la resurrección Jesús, encuentro con Dios que dimana más bien
que es un «sí» a nuestro mundo y a la vi- de la experiencia de la fe y es más cog-
da. Como lo anunció Jesús, los verdade- noscitivo y se da en la oración, y otro en-
ros adoradores no han de recurrir ni a un cuentro con Dios que dimana de la expe-
monte determinado ni encerrase necesa- riencia del amor y es más afectivo y se da
riamente en un templo, sino que guiados en la acción36.
por la palabra y la vida de Jesús ilumina- En el acompañamiento es pues im-
da e interpretada por el Espíritu, que nos prescindible dirigir la atención de la per-
conduce a la verdad completa, pueden en- sona acompañada a la oración y a la vida
contrar y amar a Dios en todas las cosas, interior, pero sin limitarla a los actos de
aun con el riesgo que supone a veces la in- plegaria, sino a la manera de vivir todas
serción en las realidades sociales cargadas las dimensiones de la vida. Porque la vi-
de ambigüedades. da espiritual, en fidelidad a esta concep-
Ignacio era fiel a esta concepción ción ignaciana, según la CG 31 de la
mundana del cristianismo, y de ahí el con- Compañía de Jesús, tiene un carácter in-
sejo de hallar a Dios en las cosas más co- tegrador de toda la realidad: «Esta vida
rrientes de la vida: «el conversar con al- [espiritual] abarca a todo el hombre y a to-
guno, andar, ver, gustar, oír, entender, y en das sus actividades, por las que el hombre
todo lo que hiciéremos»34. como cristiano corresponde a todas las
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mociones de Dios. No consiste en los so- andar despiertos». Sin este ejercicio coti-
los actos de piedad, antes debe informar diano, que puede practicarse en lugares y
y dirigir toda nuestra vida individual y de formas variadas, el ideal del encuentro
comunitaria, a la vez que todas nuestras con Dios en la vida resulta prácticamente
relaciones para con las demás personas y imposible. En el examen tiene una priori-
realidades»37. dad total la mirada de fe y acogida cari-
ñosa de la propia vida, que es el primer
3.2.1. Algunas consecuencias prácticas punto propuesto por Ignacio. Desde la fe,
todo lo que hacemos y recibimos es per-
– No se halla a Dios simplemente con cibido como diafanía de Dios que está
la intención, sino que se requieren ac- presente en nuestras vidas y en todas sus
titudes personales. circunstancias. Reconocerlo o agradecer-
– No todas las cosas son mediadoras lo es una invitación al amor, en el cual es-
del encuentro con Dios de la misma tamos siempre en deuda (cf. Rm 13,8). Lo
manera, sino que se supone un discer- que dice Ignacio a propósito de la vida co-
nimiento y una elección entre ellas. mo respuesta amorosa, «a Él en todas
– Sin embargo, todas las cosas pueden amando y a todas en Él», se revela y se ac-
ser mediadoras y por tanto hay que su- tiva en el examen. Ahora bien, en éste, no
perar el espiritualismo. sólo se percibe la llamada a la conversión
continua, sino que se sienten las mociones
y pensamientos que son la base del dis-
3.3. Una práctica imprescindible: el cernimiento. Por tanto, hablar de examen
examen o la oración sobre la vida es hablar de discernimiento.
La oración, aunque sea breve, es siempre Sin el discernimiento, el encuentro
necesaria y fecunda y, por tanto, Ignacio con Dios es imposible, ya que no se trata
la supone: «dando el tiempo que las cons- simplemente de buscarle, sino de buscar-
tituciones piden a la oración», dirá él mis- le donde, como y cuando él nos sale al
mo38. Y, Polanco, fiel intérprete del santo, encuentro, puesto que es Dios quien tiene
explicará cómo para la persona que busca en todo momento la iniciativa de venir a
a Dios en todas las cosas, «causará este nosotros. Por esto, para Ignacio, el distin-
buen ejercicio disponiéndonos grandes vi- tivo de la persona espiritual es que sabe
sitaciones del Señor, aunque sea en una regirse por la «discreta caridad», es decir
breve oración»39. Sin embargo Nadal afir- por un amor que muestra su madurez en
ma, con expresión paradójica y muy ig- el discernimiento (cf. Fil 1,8-10). Ni todas
naciana, que hay que «hallar la oración sin las cosas indistintamente conducen a
que dependa de la oración o sentimientos Dios, ni cualquier manera de relacionar-
precedentes»40. me con ellas es ya de por sí una forma de
Sin embargo, después de lo que pre- encuentro con Él. Nuevamente aparece la
cede se comprende mejor la insistencia de importancia de la atención a «todas cosas
Ignacio, en su vida y en la espiritualidad particulares»41.
que enseña, en la importancia del examen, La persona que acompaña debe, pues,
porque es el ejercicio de la lucidez, «de prestar especial atención a que la persona
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acompañada no sólo haga el examen, si- Dios, el significado de los hechos, las
no sobre todo a cómo lo realiza. Además, llamadas que van emergiendo…).
el examen será comúnmente lo que ofre-
cerá la materia de la comunicación en el
acompañamiento. El dominio de las re- 3.4. «Pensar como Dios, no como
los hombres…» (cf. Mc 8, 33)
glas de discernimiento de primera y de se-
gunda semana de Ejercicios es necesario, Ahora bien, la forma de vivir que Ignacio
porque incluso las de primera semana re- propone viene condicionada por esta acti-
sultan de aplicación frecuente dadas las tud: «Apartando, cuanto es posible, de sí
alternancias de la vida espiritual. Sin em- el amor de todas las criaturas, por poner-
bargo, en la vida espiritual de las «perso- le en el Criador dellas, a Él todas amando
nas espirituales» tienen una especial rele- y a todas en Él»42. Con esta formulación
vancia las de segunda semana, puesto que se indica una tarea espiritual, que no con-
«con mayor discreción», ayudan a un ma- siste, obviamente, en dejar de amar, (¡qué
yor afinamiento espiritual, a un progreso absurdo cristiano sería esto!), sino en
regular en la habitual monotonía de la vi- avanzar hacia aquella síntesis viva o inte-
da corriente. En concreto, estas reglas son gración que caracteriza la vida cristiana
un excelente recurso para descubrir la injertada en el Resucitado. Es cierto, sin
autenticidad y hondura de los sentimien- embargo, que se nos propone un trabajo,
tos y pensamientos que se experimentan, un esfuerzo. Siempre con la conciencia de
no sólo en la oración, y a estar atentos a que la ascética en el cristianismo sigue a
la evolución de los pensamientos y pasos la mística, ya que sólo se vende todo y
que la persona da en la vida personal o se compra el campo, cuando se ha vivido
en el apostolado. Para este discernimien- la alegría del encuentro. Pero, habida
to conviene saber descubrir las distintas cuenta de esto se puede afirmar que «el
formas que revisten los sentimientos es- esfuerzo por liberar de afecciones desor-
pirituales de consolación y desolación en denadas es característico del acompaña-
medio de la vida. (Puede verse el Apén- miento espiritual jesuítico»43.
dice). ¿En qué consiste esta tarea? Ignacio lo
expresa de formas muy distintas que aña-
3.3.1. Algunas consecuencias prácticas den matices, pero que siempre encierran
– Ayudar a la práctica diaria del exa- un contenido positivo.
men, base de la comunicación en el
acompañamiento. 3.4.1. Un éxodo
– Insistir en el punto de partida del «Salir del propio amor, querer e interés»44.
examen: acción de gracias, experien- Es el éxodo de la tierra de la esclavitud ha-
cia de reconciliación con Dios y con- cia la tierra de la libertad. Liberarse de un
sigo mismo. amor frágil y contaminado para que do-
– En el examen, no orillar lo anecdó- mine en el corazón el amor verdadero, la
tico de cada día, pero situarlo en pers- fuente misma del amor. Liberarse de
pectiva de fe (la presencia amorosa de aquellos criterios y deseos que no son los
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de Dios, sino los de los hombres. Buscar manos y hermanas y a todas las cosas
los intereses del Reino de Dios. orientadas al amor.
Por tanto, la abnegación es el reverso
3.4.2. Una seducción del amor, que nos ha sido dado por el
Espíritu que nos habita, pero que o bien
«Que aquel amor que me mueve y me ha-
está amordazado por el egoísmo, o despa-
ce elegir la tal cosa, descienda de arriba
rramado por un corazón derramado al ex-
del amor de Dios»45. Es la tarea de liberar terior, o contagiado por el mundo y nece-
el corazón de toda atadura «de abajo» (Cf. sitado de depuración. La abnegación es el
Col 3,1-2) para que sea movido por el combate de la vida y si tiene una conno-
Amor que ha sido derramado desde lo al- tación negativa en su expresión, su reali-
to en nuestros corazones. dad es tan poco negativa como lo son pa-
labras del estilo de depurar, expurgar,
3.4.3. Un combate interior desinfectar, etc.
Mortificación de voluntades y juicios, se-
gún la doctrina repetida por Ignacio»46. Es 3.4.5. Algunas consecuencias prácticas
la lucha a muerte contra todo lo que en ca- – Liberar el amor que ya nos habita…
da uno obstaculiza el imperio de los valo- Vivir la abnegación desde la expe-
res evangélicos en el propio corazón de riencia del amor.
modo que así la voluntad se adhiera a ellos.
– Centrar la abnegación en los crite-
rios y en la voluntad: pensar como
3.4.4. Integración Dios y no contentarse con decir «¡Se-
«Apartar el amor de las criaturas y poner- ñor, Señor!».
lo en el criador de ellas, a él todas aman- – Un test de la abnegación cristiana:
do y a todas en él». En esta aparente con- que sea fuente de armonía interior y de
tradicción o afirmación dialéctica se halla paz profunda y que disponga para
la síntesis del amor cristiano, un amor teo- unas relaciones humanas sanas, ma-
logal con el cual se ama a Dios y a los her- duras.
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3. CONCLUSIÓN
29
NOTAS
1. Esta primera parte es reproducción, con alguna Vermächtnis (1556-1956), Würzburg, 1956, p.
ampliación y leves retoques, de mi artículo 259-260.
publicado en el número monográfico, El 7. «Ignacio, Padre espiritual», Manresa, 69 (1997),
acompañamiento espiritual, Santander, Sal 19.32.
Terrae, septiembre 1997, p. 619-628. 8. El canon 630:5 prohíbe a los Superiores inducir
2. Puede verse lo que sigue algo más desarrollado a los súbditos de cualquier modo a la manifes-
en: Josep M. RAMBLA, L’acompanyament per- tación de conciencia. Sin embargo la Compa-
sonal als joves. Vers una vida cristiana adul- ñía tiene el privilegio de mantener la obliga-
ta, Delegació Diocesana de Pastoral de ción de la cuenta de conciencia, condición de
Joventut. Arquebisbat de Barcelona, 1996. un gobierno verdaderamente espiritual. Véase
Dentro de la inmensa bibliografía sobre el el interesante estudio de P. H. KOLVENBACH,
tema del acompañamiento espiritual, me limi- «La cuenta de conciencia», Manresa, 79,
to a citar: A. LOUF, La grâce peut davantage. 2007, p. 183-190.
L’accompagnement spirituel, Paris, Desclé de 9. «Ayudará que haya una persona fiel y suficiente
Brouwer, 1992 y Carlos Rafael CABARRÚS, que instruya y enseñe cómo se han de haber
Cuaderno de Bitácora, para acompañar en lo interior y exterior, y mueva a ello, y lo
caminantes. Guía psico-histórico-espiritual, acuerde, y amorosamente amoneste; a quien
Bilbao, Desclée de Brouwer, 2000. todos los que están en probación amen, y a
3. Sobre este punto: J. M. RAMBLA, Escoger la quien recurran en sus tentaciones, y se descu-
vida, Santander, Sal Terrae, 1993 (octubre), bran confiadamente, esperando dél en el Señor
p. 689-700. nuestro consuelo y ayuda en todo». Constitu-
4. Baste recordar nombres como Antonio, Evagrio ciones, 263.
del Ponto, Diadoco de Foticea, Juan Casiano, 10. Porque «las personas que se admiten en la
Benito, Catalina de Siena, Ignacio, Teresa de Compañía se presupone serán personas espiri-
Jesús, Juan de la Cruz, etc. Para un conoci- tuales y aprovechadas para correr por la vía de
miento de las raíces cristianas primitivas del Cristo nuestro Señor… no parece darles otra
acompañamiento espiritual es fundamental la regla [en lo referente a su vida personal]…
obra de Irenée HAUSHERR, Direction spiritue- sino aquella que la discreta caridad les dicta-
lle en Orient autrefois, Roma, Institutum re». Y añade inmediatamente: «con que siem-
Orientalium Studiorum, 1955. pre el confesor [el padre espiritual] y, habien-
5. Una obra notable sobre el acompañamiento do dubio en lo que conviene, el Superior, tam-
espiritual en perspectiva psicológica: W. A. bién sea informado». Constituciones, 582.
BARRY - W. J. CONNOLLY, La pratique de la 11. Cf. J. STIERLI, «L’art de la direction spiritue-
direction spirituelle, Paris, Desclé de lle», Christus, n1 153, hors série, p. 42-44.
Brouwer, 1992. Contiene colaboraciones de 12. Los Ejercicios como experiencia de iniciación.
calidad y muy prácticas la obra colectiva: No es la experiencia de la vida corriente, sino
C. ALEMANY - J. A. GARCÍA-MONGE (ed.), un tiempo iniciático para que el ejercitante
Psicología y Ejercicios ignacianos, 2 volúme- aprenda prácticamente a abrirse a la acción de
nes, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae, Dios para serle dócil. De aquí que son muy
1992. directivos en el método, pero absolutamente
6. H. BACHT, «Die frümonastischen Grundlagen respetuosos de la libertad en el contenido de la
Ignatianischer Frömmigkeit. Zu einigen experiencia que se realiza. La formación. Ig-
Grundbegriffen der Exerzitien», Ignatius von nacio, en el caso de los jesuitas, supone que
Loyola. Seine geistliche Gestalt und sein una vez terminadas las pruebas propias del
30
Noviciado, necesita todavía formación y 25. Ejercicios, 184; cf. 338.
acompañamiento. 26. Ejercicios, 233.
13. El P. Surin distinguía entre directores munda- 27. BREEMEN, p. 371.
nos, espirituales y divinos. El objetivo que 28. Ecclesiam suam, n. 59.
pretenden los primeros es ayudar a hacer una 29. Constituciones, 288.
buena confesión y a llevar una buena vida 30. Carta de agosto de 1537: BAC, 2ª ed., p. 632.
cristiana. El director espiritual trata de suscitar 31. Al P. Bartolomé Hernández, BAC, 2ª ed., p.
una vida interior en la persona acompañada, 874.
mediante la oración, la ascesis y la práctica de 32. Al P. Urbano Fernández: BAC, 2ª ed., p. 769.
las virtudes y propone prácticas espirituales, 33. Josep M. RAMBLA, Dios, la amistad y los
métodos y exámenes. Acompaña en el progre- pobres, Santander, Sal Terrae, 2007, p. 34.
so ordinario en la vida cristiana y a veces 34. Polanco, por comisión de san Ignacio, a Anto-
señala algunas exigencias. En relación al ter- nio Brandao (01.06.1551): BAC, 2ª ed, p. 763.
cer tipo, todavía se da un cierto domino de las 35. Cf. Ibid.
observancias y una cierta rigidez. El director 36. «Se puede estar unido a Dios en la oración y
divino ayuda a discernir la acción del Espíritu admitir también que se puede estar unido a
y a serle fiel. No desprecia las prácticas, pero Dios en la acción; pero en cada uno de estos
parte de la base de que el Espíritu tiene un dos casos el tipo de unión es sensiblemente
camino para cada persona. El ideal es lo que diferente. En el curso de la acción, se puede
los orientales llaman sinergia, que es la cola- permanecer unido a Dios según el modo de la
boración a la acción de Dios en el mundo. En fe y según el de la esperanza que son propios
consecuencia, también son distintas las situa- del conocimiento y de la oración, pero se
ciones de las personas acompañadas y es una puede también estar unido a Dios –y percibir
exigencia evidente de la persona que acom- la sensación mística de ello– según el modo de
paña discernir el momento o etapa en que se la caridad que es propia de la acción. Se puede
halla. (cf. J LAPLACE, La liberté dans l’Esprit. estar unido a Dios en el cara a cara de la ora-
Le Guide Spirituel, Paris, Chalet, 1996, p. 11- ción y en el codo a codo de la acción» (Espi-
14). ritualidad de la vida activa, Barcelona,
14. STIERLI, p. 46. Herder, 1964, p. 289-290).
15. Epp. NADAL, V, 833, citado por Piet VAN 37. Congregación General 31, decreto 13, n. 5.
BREEMEN, p. 363. 38. Carta a Bartolomé Hernández: BAC, 2ª ed.,
16. Camino espiritual, Libro 5, capítulo 9, n. 2. p. 874.
Sobre la conversación ignaciana son muy in- 39. Carta a Antonio Brandao: BAC, 2ª ed., p. 763.
teresantes: Darío RESTREPO, Diálogo: Comu- 40. NADAL, Monumenta, IV, 691.
nión en el Espíritu, Bogotá, 1975; Thomas, 41. Conviene también notar, que Ignacio siempre
H. CLANCY, The Conversational Word of God, supondrá en los jesuitas, y consecuentemente
St. Louis, 1978. en religiosas y religiosos, que la relación entre
17. Constituciones, 134. el superior y el religioso, forma parte del dis-
18. Constituciones, 414. cernimiento, que nunca es sólo individual, ni
19. Ejercicios, 365. aislado de la llamada del Señor a vivir en un
20. Cf. Ejercicios, 15. proyecto de vida comunitario.
21. FN II 252. 42. Constituciones, 288.
22. «Formación para la promoción de la justicia», 43. VAN BREEMEN, p. 365. Un testigo de la prime-
La Iglesia de hoy y del futuro, Bilbao-Santan- ra Compañía nos guardó este precioso recuer-
der, Mensajero-Sal Terrae, 1982, p. 358. do ignaciano: «Lo primero, que yo siempre he
23. C. FLIPO, «L’accompagnement spirituel: un deseado que los de la Compañía se ocupen
enjeu ecclésial», Christus, n. 153, Hors série, más en hacer que en pensar; y así veréis nues-
p. 9. tras Constituciones qué poco tratan de ora-
24. Cf. Ejercicios, 313. ción; más insisten en la mortificación, humi-
31
llación, hospitales, peregrinaciones y obedien- Polanco a Francisco de Borja por comisión de
cia, indiferencia y despego de todo; lo que dijo san Ignacio (julio de 1549): BAC, 2ª ed.,
Cristo nuestro Señor: Non omnis qui dicit, p.738.
Domine, Domine, sed qui fecerit voluntatem 51. Pedro CASALDÁLIGA - José Mª VIGIL, Espiri-
Patris mei, intravit in regnum caelorum» (De tualidad de la Liberación, Santander, Sal Te-
una instrucción de san Ignacio a Fabro. Texto rrae, 1992, p. 185-186.
visto por el P. Gil González Dávila. Véase: 52. Constituciones, 260.
Pláticas sobre las Reglas de la Compañía de 53. Carta de julio de 1549, BAC 2ª ed., nn. 1-15, p.
Jesús, Barcelona, 1964, p. 291). 723-731.
44. Ejercicios, 189. 54. Autobiografía, 14.
45. Ejercicios, 184. 55. San Tomás de Aquino, Summa contra Gentes,
46. Cf. Memorial de Gonçalves da Câmara, nn. II, 3.
195-196.256. 56. Carta de 6.12.1525: BAC, 2ª ed., p. 612.
47. Constituciones, 582. 57. Ejercicios, 229, 6ª.
48. Carta a Urbano Fernández: BAC, 2ª ed., p. 768. 58. La CG 35, 1: 10 también se hace eco de esta
49. Cf. Sobre este punto: VAN BREEMEN, p. 365- palabra. El fervor es consustancial a una vida
368. humana digna. «El fervor verdadero no divide,
50. Y, en el conflicto creado por el grupo de sino que une. Y no conduce al fanatismo ni al
Gandía, que pedía más tiempo de oración en fundamentalismo. Tal vez algún día el fervor
la Compañía, ya que «oración de una o dos vuelva a nuestras librerías y a nuestras mentes»
horas no es oración», deja bien asentado que (Adam ZAGAJEWSKI, En defensa del fervor,
no se trata de dedicar muchas horas a la ora- Barcelona, Acantilado, 2005, p. 34).
ción, pues entonces las de un día apenas bas- 59. Carta a los Padres y Hermanos de Coimbra,
tarían. «Será bien que se mirase que no sólo 07.05.1547 (carta de la perfección): BAC, 2ª ed.,
se sirve Dios del hombre cuando ora; que, si p. 682.
así fuese, serían cortas, si fuesen la oraciones 60. Puede verse: J.M. RAMBLA, El viento sopla
de menos de 24 horas al día… Pero es así que donde quiere (Jn 3,8), Santander, Sal Terrae
de otras cosas a tiempos se sirve más que de 97(2009), p. 629-641.
la oración, y tanto que por ellas la oración 61. Ejercicios, 316.
huelga él se deje, cuánto más que se abrevie». 62. Ejercicios, 317.
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