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4. EL SUJETO EN LA MODIFICACION DE CONDUCTA: UN ANALISIS CONDUCTISTA MARINO PEREZ ALVAREZ eu Colello Vi Maunal de liewican oe modifitacivin ce comducléi EI presente capitulo es un ensayo, es decir, un intento de formular la nocién de sujeto psicolégico que corresponde al anilisis aplicado de conducta y, en general, al conductismo radical. I. EL SUJETO Y LAS CONTINGENCIAS Es una simplicidad dar por hecho que la nocién de sujeto asumida por el conductismo radical tiene un caracter pasivo. Quizas sea cémplice, en alguna medida, de esta apreciacién el que tinicamente se tenga como aportacién del sis de conducta los programas de reforzamiento y, aun ello, entendido como unas cuantas legalidades empiricas de la (mera) conducta, cuyo interés aplicado (aunque importante) seria muy limitado. Lo que se ofrece en esta cién empirica y conceptual. s una actuali Li. Sujeto operante Como una cuestién histéricamente establecida, se puede decir que el Ambito de la psicologia se organiza en torno al comportamiento. La separacién de las distintas doctrinas esta cifrada, principalmente, por las condiciones de las que se haga depender el comportamiento y, en consecuencia, también res- pecto a ciertas consideraciones definicionales del mismo. El analisis de conducta y el conductismo radical, que es su teoria, ponen el énfasis en la determinacién ambiental. En principio, valdria decir que la conducta de los sujetos ocurre (se desarrolla y modifica) en funcién de ciertas condiciones ambientales especificables. Es decir, aunque la conducta es de los sujetos, esta en funci6n de las situaciones circundantes. Es mds, precisamente el sujeto de la conducta esta «sujeto» a (y es funcién de) un ambiente. De tun ambiente fisico, cultural y social preexistente (obviamente, histérico) que posibilita y determina al sujeto psicol6gico. De modo que el anilisis de con- Universidad de Oviedo (Espaiia) 70 Marino Pérez Alvarer ducta se resuelve en su anélisis funcional, esto es, en la especificacién de las condiciones ambientales de las cuales depende. Dicho en formula orteguiana, lo cierto y evidente es la coexistencia de mi yo y mis circunstancias, de modo que para salvarme a mi necesito salvar el mundo en el que estoy. Como ha sehalado Yela (1987, p. 261), el planteamiento de Ortega y Gasset prefigura el andlisis de Skinner. En términos skinnerianos, la pregunta relevante es acerca del control, de cémo se puede crear, mantener, modificar o extinguir la conducta a través de cambios ambientales (no qué es la psique 0 cémo se cambia la mente). Puede asumirse la condicién de libertad radical en el sentido de que el sujeto en una situacién cualquiera tiene que hacer algo, esta necesariamente libre (la «operante libre»). Sin embargo, lo que puede hacer lo tiene que hacer con arreglo al ambiente. En realidad, su libertad esta organizada en el mundo en el que (co)existe. De modo que las necesarias operaciones en el entorno son seleccionadas, moldeadas, mantenidas y modificadas segin sus conse- cuencias, técnicamente denominadas refuerzos (esto es, fortalecedores de la probabilidad de ciertos comportamientos). En otras palabras, se concibe un sujeto activo, cuya actividad, obviamente, esté en funcién de los objetos a los que se dirige En la nocién de conducta operante esta implicito este cardcter activo, precisamente, en su sentido practico manipulativo, de intervencién en las condiciones dadas. Es el ambiente el que responde, con respecto a lo cual el sujeto se modula sucesivamente al seguir operando de nuevo. Es importante reconocer aqui que ciertas condiciones de las que depende la conducta pue- den estar creadas por el propio sujeto. En efecto, una vez que se da la conducta, ésta o sus logros ya son condiciones objetivas del ambiente inte- ractivo, sobre las que se puede operar de nuevo diferenciadamente, (ver apar- tado II, seccidn 11.3). En definitiva, si el sujeto es activo, lo sera de un modo factico. Quizas mejor que decir que el sujeto (re)construye el mundo (men- talmente) es asumir que aprende cada vez formas mas diferenciadas, discri minativas y sutiles. Es importante advertir, también, que esta actividad psicolégica, cuya pre- sentacién misma se declara interactiva, no consiste en pautas comportamen- tales prefijadas mecanicamente, en aprendizajes estereotipados, como han su- puesto algunos criticos (Breger y McGaugh, 1965). Por el contrario, se trata de clases de conductas de acuerdo, a su vez, con una definicién genérica del estimulo, segtin habria seftalado tempranamente Skinner (1975) y reparado Wiest (1975), en respuesta a las criticas de Breger-McGaugh y, también, de Chomsky. Lo relevante en la concepcién conductista es la funci6n, no pre~ cisamente la topografia, por lo demas de acuerdo con una potente tradicién en la que es interesante recordar a W. $, Hunter, J. R. Kantor y E. Brunswik Valdria hablar aqui, en este mismo sentido, de relaciones medios-fines (Fuen- Elsw, tes andl ent El duc sion cor pre ow cua tén) duc ref. mi ter cor Jos tre dis ver co fur co act po ve na de Sir El sujeto en le modificacin de conducta: un andiisis conduetsta n tes Ortega, 1989a; Lee, 1988). Consiguientemente, si se representara este anilisis de la conducta en términos de estimulo y respuesta, el esquema seria en todo caso respuesta-estimulo, segiin un esencial carcter interdependiente. Se podria decir que la causa de la conducta es su consecuencia, esto es, una causa final, en vez de una de naturaleza mecinica antecedente (ver apartado 1Y, seccién 1V.2). 12. Contingencias, relaciones de equivalencia y significado El anilisis debe incluir, ademas, ciertas condiciones en cuya presencia la con ducta logra sus efectos. Son los estimulos discriminativos, relativos a la oca- sion y a la seleccidn de las acciones apropiadas. Es decir, junto a los estimulos | consecuentes reforzantes, el andlisis de conducta requiere de la especificacion de ciertos estimulos antecedentes discriminativos. Sea este ejemplo: Si esta presente un cuadrado, apretar el bot6n de debajo logra una ficha (cualquier bira accién no trae este efecto). Si hay un circulo, ni apretar el botén ni cualquier otra conducta consigue el resultado. Esta es la contingencia de tres términos, tradicionalmente ofrecida como unidad basica del analisis de con dlucta y que en terapia se representa usualmente con el esquema A-B-C. Esta referencia tan elemental esté al servicio de introducir el concepto de discri- minacién condicionada (0 contingencia de cuatro términos), de especial in- terés para dar cuenta del significado y, consiguientemente, de la aparicin de conductas nuevas. dtoucdhinacwin oe bier crmabior? JES? Los estimulos discriminativos pueden estar condicionados a otros estimu- los contextuales que Ilegan a funcionar como selectores de la contingencia de tres términos, Se disponen unas condiciones en las que ahora el cuadrado es diseriminativo si esta presente el color verde (que se llamara selector): Si 1 verde, presionar el bot6n bajo el cuadrado produce el efecto, pero sin este 1 color 0 con cualquier otro presente, aunque esté el cuadrado, la conducta no funciona. Ampliando esta condicion, todavia podria ser que si esta cl rojo (otro selector), funciona el bot6n bajo el circulo (pero no el del cuadrado), { con lo cual se tiene el verde y el rojo seleccionando el tipo de contingencia sctiva, Lo relevante es que verde y cuadrado, por una parte, y rojo y circulo, por otra, resultan miembros equivalentes de una clase de estimulos. Es con Veniente reparar en la emergencia de la equivalencia a partir de la condicio- ' nalidad, cara a apreciar el alcance del andlisis de conducta en el entendimiento del significado. EI surgimi nto de la equivalencia a partir de la contingencia de cuatro términos se demuestra comprobando las propiedades de reflexividad, simetrfa épn ye? y transitividad, relativas a los estimulos en cuesti6n, (Gatch y Osborne, 1989; Sidman, 1986). Bere eeepc error eereeeere erence ee n Marino Pérez Alvarez La reflexividad (0 identidad) se demuestra al poner como selector el mis- | ‘ mo estimulo discriminativo (0 como estimulo discriminativo el mismo selec- ‘ tor); por ejemplo: Si esta presente el cuadrado (ahora como selector), apretar el botdn bajo el cuadrado (que sigue como estimulo discriminativo) produce los efectos. Los sujetos que han aprendido la discriminacién condicionada, acttian con éxito ante esta contingencia a la que nunca fueron expuestos. La simetria consiste en invertir selector y estimulo discriminativo. Igualmente, ante esta nueva configuraci6n se mantiene la ejecucién eficaz. Para probar la | ; transitividad es necesario introducir un nuevo estimulo diseriminativo y apren- : der también la discriminacién condicionada ante un selector de los practica- dos (anterior selector o estimulo discriminativo, dada la simetria). Pues bien, cuando se expone al sujeto el nuevo estimulo introducido (sea como discri- 1 minativo o selector) junto con otro de los anteriores que nunca ha estado 1 emparejado con él, el sujeto mantiene las respuestas correctas. ; Se puede decir que el sujeto responde al significado. Estimulos, en prin- ; gewedaccise cipio bien distintos, adquieren un significado equivalente, se constituyen en ; Juscievel na clase, en virtud de su significado operatorio, y no por simple generali- i zacién topogrifica. De otro modo, la conducta operante manipulativa sobre ; discriminaciones condicionadas comporta el significado en el que consisten ; estas relaciones de identidad y de equivalencia. El caso es que el significado ; ha brotado de las operaciones del sujeto con los objetos, pero est contenido : en las relaciones construidas entre ellos. Ortega y Gasset expone muy bien : esta noci6n, Merced a las operaciones de identificar y discriminar los objetos ; adquieren nuevas cualidades. De maltiples relaciones con el amarillo de un : armario y el amarillo de otro : resulta que no sélo son amarillos ambos sino que ademas son iguales (...]. Amarillos pueden ser estos colores cada uno separadamente; iguales, en cambio, sélo pueden Serlo en relacién uno con otro, La igualdad es una cualidad relativa, Pero esta rela~ cidn en la que han entrado y merced a la cual ha nacido, ha brotado en ellos esa hueva cualidad, es obra mia subjetiva. Yo soy quien los ha puesto en relacién. No sé si se dan ustedes bien cuenta de la paradoja que resulta. Los objetos no son iguales sino en tanto en cuanto yo los pongo en relaciOn; parece, pues, que su ser iguales depende de mi y que sin mi intervencién no lo serian jamas. Y sin embargo, el efecto dde mi intervencidn, a saber, la igualdad, es igualdad de ellos y entre ellos, es un caracter objetivo, tan objetivo como su amarillez que no conserva el menor rastro : de mi subjetiva actuacién, La igualdad entre estos dos colores que primero parecia depender de mi es, por otro lado, ajena e independiente de mi no soy yo el igual, sino ellos [Ortega y Gasset, 1981, pp. 74-75]. Asi pues, lo decisivo es considerar que el significado brota de las propias operaciones con los objetos y esti contenido inherentemente en la conducta fescnalidercles? ” El sujeto en la modificacion de conducta: wn andilsis conductista operante. La conducta ya es esencialmente significativa de acuerdo con las contingencias. Como ha sefialado Sidman: La emergencia de la equivalencia a partir de la condicionalidad permite al anélisis de conducta dar cuenta del establecimiento por lo menos de correspondencias sem: ticas simples, sin tener que postular una historia de reforzamiento directo para cada ejemplo. En vez de apelar a cogniciones, representaciones y correspondencias alma~ cenadas para explicar la ocurrencia inicial de conducta nueva apropiada, se puede ‘encontrar una explicacién completa en las unidades de cuatro téminos que son los prerrequisitos para la conducta emergente [Sidman, 1986, p. 236] Dentro del anilisis experimental de la conducta se ha demostrado, tam- bién, que el significado asi construido puede estar bajo control contextual. Un control contextual de segundo orden que matiza o cambia el sentido. Por ejemplo, ahora el verde y el cuadrado y el rojo y el circulo mantienen tal relacion en un contexto (por ejemplo, en presencia del tono 1), pero en otro verde y circulo podrian componer una clase y rojo y cuadrado otra (ante el tono 2), llevando la contingencia a cinco términos, y ain mas (Bush, Sidman y De Rose, 1989; Sidman, 1986). De esta apurada exposicién de las relaciones de equivalencia (una de las vanguardias en la investigacién conductista), alin se podrian sugerir algunas aplicaciones de relevancia para la modificacién de conducta, por ejemplo, en el ambito educativo especial relativo a la formacién de conceptos y al len: guaje. Sin embargo, su presentacién aqui tiene un interés conceptual, que es el interés de mostrar que el significado, que define la estructura de la con- ducta (Yela, 1974), tiene una coherente formulacidn en la teoria conductista, Por otro lado, ello constituye un buen fundamento para el andlisis del len- guaje, puesto que las clases operantes emergentes son relevantes a la conducta verbal (Waughan, 1989) 13. Conductas adjuntivas y reforzamiento promedio Sin embargo, antes de entrar en la conducta verbal es oportuno hacerse cargo aqui, aunque sea mas a modo recordatorio que de tematizacion, de ciertas extensiones del condicionamiento operante, quiz poco invocadas, siendo por el contrario que los problemas que cubren se citan a menudo como sus limites. En primer lugar, se ha de recordar que estin bien establecidos en la investigacion operante ciertos efectos (en principio) adventicios o adjuntivos de los programas de reforzamiento. Es decir, ciertas conductas inicialmente no especificadas por las contingencias pero que resultan colateralmente de jertos programas de reforzamiento, de ahi también su nombre de conducta inducida por el programa (Staddon, 1983). El caso es que algunas de estas Mrpercchintad a aucune, po pe prowra pavloriines? ” Marino Pérez Alvarez conductas son relevantes al ambito clinico, tales como polidipsia, fumar, pa- trones obsesivocompulsivos, habitos nerviosos de morderse las ufas, el , bierto funcic propo Ce trom das, a obserr UL2. ¢ Es cas has co. Ia esp. un ast en las precis« que et tales ducta es en EL sujeto en la modificacion de condueta: wn anéliss conductista 8 to a las alteraciones en la ejecucién, contempla Ja tensién muscular (aunque no sea publicamente observable) y la vigilancia (cognitiva) aumentada. El canal de respuesta cognitiva, ademas de los pensamientos de preocupacién y las verbalizaciones, asume las interferencias en la ejecucién. Sin embargo, quiza sea conveniente (por lo dicho en la seccién anterior) : establecer declaradamente una categoria como conducta verbal (a su vez ya con varias funciones), que vendria a suplir Ia dada como cognitiva. Ello no sélo por las connotaciones mentalistas, sino también por lo confuso que | resulta el vocabulario relativo a la cognicién, puesto que, de hecho, tiene que acoplarse a (0 serle acoplado) lo comportamental, y aunque sdlo sea porque siempre se expone y defiende lo cognitivo (curiosamente) mediante la con- ducta verbal dinate qn prowans oponcces eter conceclas? 200 De acuerdo con los criterios funcionales, parece necesario reconocer una categoria a las conductas de busqueda y seleccién de estimulos discriminati- vos. Tales conductas ponen al sujeto en contacto con estimulos discrimina- tivos correlacionados con el estado de las contingencias de reforzamiento, lo que permite disponerse ante la tarea o el ambiente. La topografia de estas conductas puede consistir en la orientacién que a los estimulos relevantes, la atencién selectiva, el examen previo, la «cata: cién», el «ver sin la cosa presente», el repaso imaginario y el ensayo encu bierto de lo que se intenta hacer o decir. En la tradicién conductista, estas funciones se denominan conducta de observacién (Millenson, 1977), y asi se propone en esta nueva taxonomia conductual, concuusién Consiguientemente, la clasificacién conductual propuesta consiste en cua~ tro modalidades principales, cada una conteniendo formas piiblicas y priva- das, a saber: conducta motora, conducta verbal, conducta visceral y conducta observacional (Poppen, 1989). facilita una mejor exposicin 1112. Objetivos globales en vez de conductas operativizadas Es casi un dogma en la modificacién de conducta definir operacionalmente las conductas objetivo de una intervencién. La verdad, sin embargo, es que la especificacin de conductas concretas a cambiar y lograr no es exactamente un asunto exigido por el andlisis funcional de la conducta. Excepto en tareas en las que la propia naturaleza de la conducta suponga un control estimular preciso, como, por ejemplo, en Ia lectura, el interés esta mas en la funcién que en la topogtafia. Ciertamente, hay determinadas formas comportamen- tales que realizan més

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