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SONATINA ( DE P ROSAS PROFANAS ) —«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;

en caballo, con alas, hacia acá se encamina,


La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? en el cinto la espada y en la mano el azor,
Los suspiros se escapan de su boca de fresa, el feliz caballero que te adora sin verte,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
La princesa está pálida en su silla de oro, a encenderte los labios con un beso de amor».
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. Cantos de vida y esperanza (1905)
I. Yo soy aquel que ayer no más decía
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. el verso azul y la canción profana,
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, en cuya noche un ruiseñor había
y vestido de rojo piruetea el bufón. que era alondra de luz por la mañana.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente El dueño fui de mi jardín de sueño,
la libélula vaga de una vaga ilusión. lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, de góndolas y liras en los lagos;
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz? y muy siglo diez y ocho y muy antiguo
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, y muy moderno; audaz, cosmopollita;
o en el que es soberano de los claros diamantes, con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? y una sed de ilusiones infinitas.

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa Yo supe de dolor desde mi infancia,


quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, mi juventud... ¿fue juventud la mía?
tener alas ligeras, bajo el cielo volar; Sus rosas aún me dejan la fragancia...
ir al sol por la escala luminosa de un rayo, una fragancia de melancolía...
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar. Potro sin freno se lanzó mi instinto,
mi juventud montó potro sin freno;
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, iba embriagada y con puñal al cinto;
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, si no cayó, fué porque Dios es bueno.
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte, En mi jardín se vió una estatua bella;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, se juzgó de mármol y era carne viva;
de Occidente las dalias y las rosas del Sur. un alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules, [...] Hora de ocaso y de discreto beso;
en la jaula de mármol del palacio real; hora crepuscular y de retiro;
el palacio soberbio que vigilan los guardas, hora de madrigal y de embeleso,
que custodian cien negros con sus cien alabardas, de "te adoro", de "¡ay!" y de suspiro.
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
Y entonces era en la dulzaina un juego
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! de misteriosas gamas cristalinas,
(La princesa está triste, la princesa está pálida) un renovar de notas del Pan griego
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! y un desgranar de músicas latinas.
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, todo ansia, todo ardor, sensación pura
—la princesa está pálida, la princesa está triste—, y vigor natural; y sin falsía,
más brillante que el alba, más hermoso que abril! y sin comedia y sin literatura...:
Si hay un alma sincera, ésa es la mía.
La torre de marfil tentó mi anhelo;
quise encerrarme dentro de mí mismo, La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
y tuve hambre de espacio y sed de cielo con el fuego interior todo se abrasa;
desde las sombras de mi propio abismo. si triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén... ¡la caravana pasa!
Como la esponja que la sal satura
en el jugo del mar, fue el dulce y tierno
corazón mío, henchido de amargura
por el mundo, la carne y el infierno.
Mas, por la gracia de Dios, en mi conciencia
el Bien supo elegir la mejor parte;
y si hubo áspera hiel en mi existencia,
melificó toda acritud el Arte. [...]
Lo fatal
Bosque ideal que lo real complica,
allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela; Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
mientras abajo el sátiro fornica, y más la piedra dura porque esa ya no siente,
ebria de azul deslíe Filomela. pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Perla de ensueño y música amorosa
en la cúpula en flor del laurel verde, Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
Hipsipila sutil liba en la rosa, y el temor de haber sido y un futuro terror...
y la boca del fauno el pezón muerde. Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
Allí va el dios en celo tras la hembra,
y la caña de Pan se alza del lodo; lo que no conocemos y apenas sospechamos,
la eterna vida sus semilas siembra, y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y brota la armonía del gran Todo.[...] y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

Y la vida es misterio, la luz ciega ¡y no saber adónde vamos,


y la verdad inaccesible asombra; ni de dónde venimos!...
la adusta perfección jamás se entrega,
y el secreto ideal duerme en la sombra.

Por eso ser sincero es ser potente;


de desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye de ella.

Tal fué mi intento, hacer del alma pura


mía, una estrella, una fuente sonora,
con el horro de la literatura
y loco de crepúsculo y de aurora.

Del crepúsculo azul que da la pauta


que los celestes éxtasis inspira,
bruma y tono menor ¡toda la flauta!,
y Aurora, hija del Sol ¡toda la lira!

Pasó una piedra que lanzó una honda;


pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honda fué a la onda,
y la flecha del odio fuése al viento.

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